sábado, 9 de diciembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 343

LECCIÓN 343

No se me pide que haga ningún sacrificio para encontrar la misericordia y la paz de Dios.


1. El final del sufrimiento no puede suponer una pérdida. 2El regalo de lo que lo es todo tan sólo puede aportar ganancias. 3Tú sólo das. 4Nunca quitas. 5Y me creaste para que fuese como Tú, de modo que el sacrificio es algo tan imposible para mí como lo es para Ti. 6Yo también no puedo sino dar. 7Y así, todas las cosas me son dadas para siempre. 8Aún soy tal como fui creado. 9Tu Hijo no puede hacer sacrificios, pues es íntegro, al ser su función completarte a Ti. 10Soy íntegro por ser Tu Hijo. 11No puedo perder, pues sólo puedo dar, y así, todo es mío eternamente.

2. La misericordia y la paz de Dios son gratuitas. 2La salvación no cuesta nada. 3Es un regalo que se debe dar y recibir libremente. 4Y esto es lo que vamos a aprender hoy.


¿Qué me enseña esta lección? 

En las Enseñanzas Cabalísticas, se nos revela las sendas que sigue la consciencia para alcanzar su meta final, fundirse en la Unidad del Padre.

Define tres sendas. La Senda de la Izquierda, la cual se fundamenta en el rigor de la Ley. La Senda de la Derecha, que se fundamenta en la Gracia y en el Amor. Y la Senda del Centro, la cual se basa en la Revelación de la Unidad.

Podríamos decir, que la Senda del Centro, unifica a las otras dos y la vía de aprendizaje se caracteriza en la Iluminación Directa de la Verdad.

La Vía de la Izquierda o del Rigor, nos hace partícipe de la creencia del sacrificio como acción indispensable para alcanzar la purificación y el bien obrar. Este camino justifica la afirmación siguiente: “No hay amor sin sacrificio”. Este mensaje es propio de la conciencia identificada con el mundo material, la cual participa de la creencia de la separación, que se adquiere por la vía de la percepción.

La vía de la Derecha o del Amor, a diferencia de la anterior, para alcanzar la purificación y la salvación se toma el camino del Amor Incondicional. Este camina afirma que el Amor no exige sacrificio, pues el propio acto de amar es dar y cuando se da, se recibe.

La vía del Centro, la de la Iluminación, nos llevará a la evidencia de la Verdad a través de un flash y en esa visión, conoceremos que el acto que veíamos como un sacrificio no es tal, pues forma parte de nuestra voluntad de expandir nuestro Amor con total libertad.

Ejemplo-Guía: "Si el amor te exige un sacrificio, entonces no es amor"

Tal vez te sientas sorprendido por tal afirmación. Tal vez, al igual como me sucedió a mi, hayas recibido desde muy pequeño el mensaje contrario, esto es, "no hay amor sin sacrificio". Hoy, con los recursos que nos ofrece las enseñanzas de Un Curso de Milagros, podemos ver este tema con ojos nuevos. Ello significa, que estamos en condiciones de reflexionar sobre el término sacrificio y ver que detrás del valor que le hemos aportado, se encuentra el viejo sistema de pensamiento del ego, basado, como ya sabemos, en la separación y en la culpa.

Si nos sentimos culpables, aunque sea a niveles inconscientes, es lógico que necesitemos acallar ese pesado fardo, asumiendo acciones que nos hagan sentir "buenos" y "mejores", es decir, que nos haga sentirnos liberados del dolor que sentimos por nuestras pecadoras acciones. El sacrificio aparece de este modo para aportarnos paz, pero curiosamente nunca lo consigue, pues la experiencia del sacrificio nos exige vernos separados de los demás. Hacemos las cosas porque nos sentimos culpables, pero no por verdadero amor, no porque sea nuestra condición natural, el expandir nuestra esencia amorosa.

Recuerdo las exclamaciones de mi madre, cuando me decía: "Eres un desagradecido, no valoras el sacrificio que estamos haciendo por ti". En verdad, no tenía consciencia del daño que le estaba ocasionando, pero percibía que sus palabras denotaban dolor.

Cuando nuestras acciones nos llevan a vivir lo que hacemos como un sacrificio, debemos darnos la oportunidad de reflexionar sobre lo que estamos haciendo y preguntarnos si en verdad ponemos amor en ello o tan solo lo hacemos por una obligación ética o moral.

Si nuestra mente cree en el sacrificio como la vía apropiada para redimir nuestras culpas, si es así, debemos saber que le estamos pidiendo al universo que nos ofrezca situaciones en las que debamos sacrificarnos. Todas estas situaciones nos llevan a experiencias en las que nos expresaremos con lamentos y nos quejaremos de que la vida tan solo nos muestra su rostro amargo, cuando en realidad es el rostro que estamos eligiendo. 

Si es sacrificio, no es amor. Lo veo ahora tan claro que no tengo la menor duda de que el sacrificio supone un esfuerzo, mientras que, lo que hacemos con amor, no. El sacrificio nos agota, mientras que el amor nos anima, nos motiva.

Cuando hacemos algo por sacrificio, nos consumimos y nos cansamos. En cambio, cuando en lo que hacemos ponemos nuestro amor, aquello que hacemos nos ama y nos sentimos pletóricos y plenos.

En el sacrificio tenemos la sensación de pérdida. Mientras que en el amor, todo es expansión y abundancia.

Reflexión: La salvación no cuesta nada. Es un regalo que se debe dar y recibir libremente.

viernes, 8 de diciembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 342

LECCIÓN 342

Dejo que el perdón descanse sobre todas las cosas, pues de ese modo es como se me concederá a mí.

1. Te doy gracias, Padre, por el plan que ideaste para salvarme del infierno que yo mismo fabriqué. 2No es real. 3Y Tú me has proporcionado los medios para comprobar su irrealidad. 4Tengo la llave en mis manos, y he llegado hasta las puertas tras las cuales se halla el fin de los sueños. 5Me encuentro ante las puertas del Cielo, sin saber si debo entrar y estar en casa. 6No dejes que hoy siga indeciso. 7Quiero perdonar todas las cosas y dejar que la creación sea tal como Tú quieres que sea y como es. 8Quiero recordar que soy Tu Hijo, y que cuando por fin abra las puertas, me olvide de las ilusiones ante la deslumbrante luz de la verdad, conforme Tu recuerdo retorna a mí.

2. Hermano, perdóname ahora. 2Vengo a llevarte a casa conmigo. 3Y según avanzamos, el mundo se une a nosotros en nuestro camino a Dios.


¿Qué me enseña esta lección? 

El niño, mientras camina junto a su padre, se siente seguro, protegido y avanza feliz y en paz.

Sin embargo, cuando alcanza la edad que le lleva a tomar conciencia de su individualidad, abandona la seguridad que le otorgaba la mano de su padre y decide dar sus primeros pasos, haciendo valer lo que interpreta como libertad.

Los primeros pasos lo hace sentir diferente. Ya no depende de la guía de su progenitor. Ahora él, marca el rumbo de su vida. Pronto, percibe, que su caminar seguro, feliz y en paz, se convierte en un caminar dubitativo, temeroso, inquieto. Su alegría ha sido sustituida por la tristeza, pues comienza a experimentar que su diferencia con el mundo le lleva a proteger su integridad. Para no sucumbir al ataque, decide atacar. Para no sucumbir al miedo, condena. Para no sucumbir al dolor, odia.

Llega un día, que decide asumir el rol de padre. Los años de adolescencia quedan atrás. Ha aprendido que el tomar decisiones dejándose llevar por las emociones y los deseos, le lleva a pagar un elevado precio: el sufrimiento, fruto de sentirse separado de su creador.

Como padre, su actitud hacia su progenitor cambia. Ahora es más sensible a la figura de su padre. Ahora comprende. Esa comprensión le lleva a retomar el sentimiento de Unidad que le mantuvo unido a su padre. El sentimiento que favorece ese despertar, es el perdón.

En primer lugar, perdona sus errores de adolescente. Toma conciencia, de que pedir perdón a su padre no es necesario, pues él, como padre, está dispuesto a no ver culpabilidad en su hijo.

El perdón, nos libera de todos nuestros errores y nos purifica para afrontar nuestra labor en el mundo: ser portadores del Amor con el que hemos sido creados. 

Ejemplo-Guía: "¿Quieres gozar de la Salvación? Perdona, perdona, perdona..."

En la Lección 334, planteábamos la pregunta: ¿quieres ser feliz? Y la respuesta, era, perdona. En esta ocasión, volvemos a hacer la misma pregunta, cambiando la palabra feliz por salvación. En verdad, no podremos ser felices si no nos sentimos a salvo. A pesar de llegar a un mismo final, he utilizado el término "salvación" con el sentido único de establecer una meta. Alcanzar la Salvación es el estado que nos sitúa ante las puertas del Cielo, en espera de que Nuestro Padre nos reciba en él.

Poner el perdón sobre todas las cosas, invitación que nos hace esta Lección, significa que pensemos en términos de perdón, lo que significa que adoptemos la visión de la inocencia y de la impecabilidad.

Ser conscientes de nuestros pensamientos de ataque, es una oportunidad para corregir esa percepción errónea, por la percepción verdadera. La percepción verdadera es la que sustituye la creencia en la separación, por la creencia en la unidad.

Esta corrección, este milagro, tan solo es posible lograrlo de la mano de nuestros hermanos, donde vemos proyectada nuestra creencia en el pecado o nuestra creencia en la inocencia.

La vida, enfocada de esta manera, es decir, ver en cada relación, la oportunidad de salvarnos y de salvar, es decir, de perdonarnos y de perdonar, adquiere un significado real, puesto que estamos liberando al cuerpo de la culpa transgresora del pecado y le estamos otorgando la función de comunicar el mensaje del amor, del perdón.

Practicando el perdón, estaremos dando al cuerpo un papel redentor. Mientras que utilizándolo para el ataque, le estamos otorgando el papel de pecador.

Reflexión: Perdona y estarás perdonado, pues nadie da lo que no tiene.

jueves, 7 de diciembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 341

¿Qué es un milagro?

1. Un milagro es una corrección. 2No crea, ni cambia realmente nada en absoluto. 3Simplemente contempla la devastación y le recuerda a la mente que lo que ve es falso. 4Corrige el error, mas no intenta ir más allá de la percepción, ni exceder la función del perdón. 5Se mantiene, por lo tanto, dentro de los límites del tiempo. 6No obstante, allana el camino para el retorno de la intem­poralidad y para el despertar del amor, pues el miedo no puede sino desvanecerse ante el benevolente remedio que el milagro trae consigo.

2. En el milagro reside el don de la gracia, pues se da y se recibe como uno. 2Y así, nos da un ejemplo de lo que es la ley de la verdad, que el mundo no acata porque no la entiende. 3El mila­gro invierte la percepción que antes estaba al revés, y de esa manera pone fin a las extrañas distorsiones que ésta manifestaba. 4Ahora la percepción se ha vuelto receptiva a la verdad. 5Ahora puede verse que el perdón está justificado.

3. El perdón es la morada de los milagros. 2Los ojos de Cristo se los ofrecen a todos los que Él contempla con misericordia y con amor. 3La percepción queda corregida ante Su vista, y aquello cuyo propósito era maldecir tiene ahora el de bendecir. 4Cada azucena de perdón le ofrece al mundo el silencioso milagro del amor. 5Y cada una de ellas se deposita ante la Palabra de Dios, en el altar universal al Creador y a la creación, a la luz de la perfecta pureza y de la dicha infinita.

4. Al principio el milagro se acepta mediante la fe, porque pedirlo implica que la mente está ahora lista para concebir aquello que no puede ver ni entender. 2No obstante, la fe convocará a sus testigos para demostrar que aquello en lo que se basa realmente existe. 3Y así, el milagro justificará tu fe en él, y probará que esa fe descan­saba sobre un mundo más real que el que antes veías: un mundo que ha sido redimido de lo que tú pensabas que se encontraba allí.

5. Los milagros son como gotas de lluvia regeneradora que caen del Cielo sobre un mundo árido y polvoriento, al cual criaturas hambrientas y sedientas vienen a morir. 2Ahora tienen agua. 3Ahora el mundo está lleno de verdor. 4Y brotan por doquier señales de vida para demostrar que lo que nace jamás puede morir, pues lo que tiene vida es inmortal.



LECCIÓN 341

Tan sólo puedo atacar mi propia impecabilidad, que es lo único que me mantiene a salvo.


1. Padre, Tu Hijo es santo. 2Yo soy aquel a quien sonríes con un amor y con una ternura tan entrañable, profunda y serena que el universo te devuelve la sonrisa y comparte Tu Santidad. 3Cuán puros y santos somos y cuán a salvo nos encontramos nosotros que moramos en Tu Sonrisa, y en quienes has volcado todo Tu Amor; nosotros que vivimos unidos a Ti, en completa hermandad y Paternidad, y en inocencia tan perfecta que el Señor de la Inocencia nos concibe como Su Hijo: un universo de Pensa­miento que le brinda Su plenitud.

2. No ataquemos, pues, nuestra impecabilidad, ya que en ella se encuentra la Palabra que Dios nos ha dado. 2Y en su benévolo reflejo nos salvamos.


¿Qué me enseña esta lección?

Trato de imaginar, cómo se produciría el acto que llevó al Hijo de Dios a sentirse un transgresor de la Voluntad de su Padre.

Estoy seguro que mi mente no logrará alcanzar el Conocimiento que acompañó tal instante, y estoy convencido, que cualquier teoría al respecto, tan sólo tergiversaría la verdad. Pero, tengo la intuición, que los patrones cósmicos y los patrones humanos siguen un patrón de igualdad y de analogía. Ya lo dijo, Hermes Trimegisto: "Como arriba es abajo y viceversa”.

Por lo tanto me voy  atrever   a imaginar que aquella situación encuentra una semejanza en el comportamiento que observamos en la relación padre e hijo, a niveles humanos.

Cuando la criatura se encuentra en el vientre materno, podemos decir que forma una unidad con su creador. Cuando nace, aún podemos descubrir que a pesar de su individualidad, su comportamiento responde a la influencia de los padres. Se alimenta, exclusivamente, de su creador. 

Pero alcanzada una edad, la adolescencia, el hijo despierta su naturaleza de deseos -emocional-  y comienza a tener iniciativas que no responden a los patrones comunicados por sus padres. Podemos decir, que el niño se independiza mental y emocionalmente de sus progenitores. Ese proceso de la evolución de la conciencia del hijo le sitúa en un estado de "separación" ilusoria con respecto a sus padres.

El Hijo de Dios, ha interpretado el acto de expandir su mente, como un acto pecaminoso, lo que le ha llevado a creer que ha perdido su inocencia, su condición de pureza divina. Es como si el niño, al alcanzar la edad de la adolescencia, interpretase que, por el hecho de poder crear, es un ser pecaminoso y se siente culpable de tal hecho.

Se trata de una interpretación errónea, de un juicio condenatorio que ha condicionado el estado anímico del Hijo de Dios.

El mundo físico, se ha convertido en la puerta que nos ha llevado a la creencia errónea de la "perdición". Será a través de esa misma puerta, que debemos recuperar nuestra inocencia y nuestra impecabilidad. El perdón es la llave que ha de abrirnos esa puerta. Cuando la crucemos, estaremos de nuevo en nuestro verdadero Hogar, en la tierra paradisíaca del Amor.


Ejemplo-Guía: "¿Qué peligro puede asaltar al que es completamente inocente?

¿Qué puede atacar al que está libre de culpa? ¿Qué temor podría venir a perturbar la paz de la impecabilidad misma?

En la introducción de esta hermosa Lección, podemos leer, que un milagro es una corrección. El milagro corrige el error. El error original es lo que llamamos "pecado" y lo que nos lleva a creer que somos pecadores. Hemos tenido ocasión de hablar en más de una ocasión lo que significa la falsa interpretación que hemos hecho del acto transgresor que la Biblia recoge en el sagrado Libro del Génesis.

La creencia en haber desobedecido a nuestro Padre y su posterior consecuencia, con la expulsión del Paraíso Terrenal, nos hace merecedores de tal castigo. Consecuencia ésta, que forma parte de nuestra genética y que se encuentra inscrita en el inconsciente colectivo de la humanidad como la gran culpa que hay que redimir a base de sufrimiento y dolor.

El milagro viene a corregir esa causa errónea que fluye desde nuestra mente errada. El milagro, nos permitirá recordar nuestro verdadero estado espiritual, la inocencia y la impecabilidad.

El Curso nos dice:
¿No te das cuenta de que lo opuesto a la flaqueza y a la debili­dad es la impecabilidad*? La inocencia es fuerza, y nada más lo es. Los que están libres de pecado no pueden temer, pues el pecado, de la clase que sea, implica debilidad. La demostración de fuerza de la que el ataque se quiere valer para encubrir la fla­queza no logra ocultarla, pues, ¿cómo se iba a poder ocultar lo que no es real? Nadie que tenga un enemigo es fuerte, y nadie puede atacar a menos que crea tener un enemigo. Creer en enemigos es, por lo tanto, creer en la debilidad, y lo que es débil no es la Volun­tad de Dios. Y al oponerse a ésta, es el "enemigo" de Dios. Y así, se teme a Dios, al considerársele una voluntad contraria.
¡Qué extraña se vuelve en verdad esta guerra contra ti mismo! No podrás sino creer que todo aquello de lo que te vales para los fines del pecado puede herirte y convertirse en tu enemigo. Y lucharás contra ello y tratarás de debilitarlo por esa razón, y cre­yendo haberlo logrado, atacarás de nuevo. Es tan seguro que tendrás miedo de lo que atacas como que amarás lo que percibes libre de pecado. Todo aquel que recorre con inocencia el camino que el amor le muestra, camina en paz. Pues el amor camina a su lado, resguardándolo del miedo. Y lo único que ve son seres inocentes, incapaces de atacar.
Cuanta hermosura en estas palabras.¿Te imaginas poder vivir con la mente limpia de pecado, con la mente limpia de ataque, de odio, de miedo? ¡Cuanta paz!

Sigamos hablando de la impecabilidad. En esta ocasión, traigo a la memoria, el apartado V, del Capítulo 25 del Curso, titulado "El estado de impecabilidad":

1. El estado de impecabilidad es simplemente esto: todo deseo de atacar ha desaparecido, de modo que no hay razón para percibir al Hijo de Dios de ninguna otra forma excepto como es. 2La nece­sidad de que haya culpabilidad ha desaparecido porque ya no tiene propósito, y sin el objetivo de pecado no tiene sentido. 3El ataque y el pecado son una misma ilusión, pues cada uno es la causa, el objetivo y la justificación del otro. 4Por su cuenta nin­guno de los dos tiene sentido, si bien parece derivar sentido del otro. 5Cada uno depende del otro para conferirle el significado que parece tener. 6Y nadie podría creer en uno de ellos a menos que el otro fuese verdad, pues cada uno de ellos da fe de que el otro tiene que ser cierto.

2. El ataque convierte a Cristo en tu enemigo y a Dios junto con Él. 2¿Cómo no ibas a estar atemorizado con semejantes "enemi­gos"? 3¿Y cómo no ibas a tener miedo de ti mismo? 4Pues te has hecho daño, y has hecho de tu Ser tu "enemigo". 5Y ahora no puedes sino creer que tú no eres tú, sino algo ajeno a ti mismo, "algo distinto", "algo" que hay que temer en vez de amar. 6¿Quién atacaría lo que percibe como completamente inocente? 7¿Y quién que desease atacar, podría dejar de sentirse culpable por abrigar ese deseo, aunque anhelase la inocencia? 8Pues, ¿quién podría considerar al Hijo de Dios inocente y al mismo tiempo desear su muerte? 9Cada vez que contemplas a tu hermano, Cristo se halla ante ti. 10Él no se ha marchado porque tus ojos estén cerrados. 11Mas ¿qué podrías ver si buscas a tu Salvador y lo contemplas con ojos que no ven?

3. No es a Cristo a quien contemplas cuando miras de esa manera. 2A quien ves es al "enemigo", a quien confundes con Cristo. 3Y lo odias porque no puedes ver en él pecado alguno. 4Tampoco oyes su llamada suplicante, cuyo contenido no cambia sea cual sea la forma en que la llamada se haga, rogándote que te unas a él en inocencia y en paz. 5Sin embargo, tras los insensatos alaridos del ego, tal es la llamada que Dios le ha encomendado que te haga, a fin de que puedas oír en él Su Llamada a ti, y la contestes devol­viéndole a Dios lo que es Suyo.

4. El Hijo de Dios sólo te pide esto: que le devuelvas lo que es suyo, para que así puedas participar de ello con él. 2Por separado ni tú ni él lo tenéis. 3Y así, no os sirve de nada a ninguno de los dos. 4Pero si disponéis de ello juntos, os proporcionará a cada uno de vosotros la misma fuerza para salvar al otro y para salvarse a sí mismo junto con él. 5Si lo perdonas, tu salvador te ofrece salva­ción. 6Si lo condenas, te ofrece la muerte. 7Lo único que ves en cada hermano es el reflejo de lo que elegiste que él fuese para ti. 8Si decides contra su verdadera función -la única que tiene en realidad- lo estás privando de toda la alegría que habría encon­trado de haber podido desempeñar el papel que Dios le encomendó. 9Pero no pienses que sólo él pierde el Cielo. 10Y éste no se puede recuperar a menos que le muestres el camino a través de ti, para que así tú puedas encontrarlo, caminando con él.

5. Su salvación no supone ningún sacrificio para ti, pues me­diante su libertad tú obtienes la tuya. 2Permitir que su función se realice es lo que permite que se realice la tuya. 3Y así, caminas en dirección al Cielo o al infierno, pero no solo. 4¡Cuán bella será su impecabilidad cuando la percibas! 5¡Y cuán grande tu alegría cuando él sea libre para ofrecerte el don de la visión que Dios le dio para ti! 6Él no tiene otra necesidad que ésta: que le permitas completar la tarea que Dios le encomendó. 7Recuerda única­mente esto: que lo que él hace tú lo haces junto con él. 8Y tal como lo consideres, así definirás su función con respecto a ti hasta que lo veas de otra manera y dejes que él sea para ti lo que Dios dispuso que fuese.

6. Frente al odio que el Hijo de Dios pueda tener contra sí mismo, se encuentra la creencia de que Dios es impotente para salvar lo que Él creó del dolor del infierno. 2Pero en el amor que él se muestra a sí mismo, Dios es liberado para que se haga Su Volun­tad. 3Ves en tu hermano la imagen de lo que crees es la Voluntad de Dios para ti. 4Al perdonar entenderás cuánto te ama Dios, pero si atacas creerás que te odia, al pensar que el Cielo es el infierno. 5Mira a tu hermano otra vez, pero con el entendimiento de que él es el camino al Cielo o al infierno, según lo percibas. 6Y no te olvides de esto: el papel que le adjudiques se te adjudicará a ti, y por el camino que le señales caminarás tú también porque ése es tu juicio acerca de ti mismo.
Reflexión: Cuando atacamos a los demás, en verdad estamos atacando nuestra impecabilidad. 

miércoles, 6 de diciembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 340

LECCIÓN 340

Hoy puedo liberarme de todo sufrimiento.


1. Padre te doy las gracias por el día de hoy y por la libertad que estoy seguro me ha de brindar. 2Hoy es un día santo, pues hoy Tu Hijo será redimido. 3Su sufrimiento ha terminado. 4Pues él oirá Tu Voz exhortán­dole a que busque la visión de Cristo a través del perdón y se libere para siempre de todo sufrimiento. 5Gracias por el día de hoy, Padre mío. 6Vine a este mundo sólo para llegar a tener este día, así como la alegría y libertad que encierra para Tu santo Hijo y para el mundo que él fabricó, el cual hoy se libera junto con él.

2. ¡Regocíjate hoy! 2¡Regocíjate! 3Hoy no hay cabida para nada que no sea alegría y agradecimiento. 4Nuestro Padre ha redimido a Su Hijo en este día. 5Ni uno solo de nosotros dejará de salvarse hoy. 6No habrá nadie que no esté a salvo del miedo ni nadie a quien el Padre no acoja en Su regazo, despierto ahora en el Cielo, en el Corazón del Amor.

¿Qué me enseña esta lección?

El sufrimiento es el precio que tenemos que pagar por creer que nuestra identidad, nuestra realidad, pertenece al mundo físico y que estamos desconectados de nuestro verdadero Creador: Dios.

Mientras que utilizamos toda nuestra energía en hacer perdurar nuestras conquistas, la dinámica natural del plano material, que es la temporalidad, hace que esos intentos sean vanos. Por mucho que lo intentamos, por mucho que deseemos gozar eternamente de lo material, nunca lo conseguiremos. 

La experiencia que extraemos de esa vivencia es el sufrimiento. Desde que nacemos a esta dimensión, se nos prepara, se nos educa, para tener y poseer. Cuanto más poseamos, más felicidad obtendremos. Pero, esto no es real y aquellos que atesoran abundantes bienes, si no consiguen desapegarse de ellos, lo pasan mal, pues son esclavos de sus posesiones. El miedo a perder lo que tienen, a que su potencial mengue o les sea sustraído, no les permite encontrar la paz y el sosiego.

La alegría que les ofrece sus posesiones es efímera y transitoria. Cuando satisfacen un deseo, se lanzan a la conquista de otros nuevos. En esta escalada, no encuentran nunca el fin.

Hoy es un día de júbilo, pues la liberación del miedo, nos abre las puertas del Paraíso. Tomar consciencia de lo que realmente Somos, ha de aportarnos la verdadera riqueza, la que es eterna e imperecedera: el Amor.

¿Qué puedo desear más? El Amor lo es Todo.

Ejemplo-Guía: "Ser"

No he encontrado otro término más apropiado para expresar el fin del sufrimiento.

El origen del sufrimiento lo encontramos en el deseo de ser diferentes a lo que realmente somos. Lo que somos es Espíritu, y explicarlo con palabras de este mundo contrario a lo que somos, no es fácil. Se me ocurre pensar, que si lo que creemos que somos, no lo somos, lo que realmente somos, es el Ser.

El cuerpo, no es el ser. El Ser, es ilimitado. Es la extensión de la Esencia Creadora a la que llamamos Padre, Dios. 

Cuando realmente tenemos consciencia de lo que somos, el sufrimiento no tiene presencia en nuestra consciencia, pues no vemos causa alguna para justificar ese efecto contrario al Orden Cósmico. 

El sufrimiento es una invención del ego. Es un efecto, causado por la mente que ha elegido ver lo irreal, lo ilusorio, lo contrario a la Verdad.

¿Se puede tener consciencia de Ser en este mundo irreal?

El mundo que hemos fabricado, lo que llamamos el mundo irreal, lo hemos comparado con el acto de soñar. Dentro del sueño, no somos conscientes de que somos los soñadores del sueño, es decir, no tenemos consciencia de soñador. El Ser, no es el soñador, ni es el sueño, pues está más allá de lo irreal, pues el sueño es irreal. Pero, dentro de ese sueño, siendo conscientes de que somos los soñadores del mismo, ese Ser puede ser imaginado y a este hecho, le llamamos "percepción verdadera". Es como asumir que nos encontramos teniendo una experiencia de ser, en un mundo al que no pertenecemos, pues es un invento. Como si aceptásemos llevar un envoltorio, sabiendo que ese envoltorio no es lo que realmente somos.

Podemos percibir el sufrimiento en el mundo, pero, igualmente, podemos elegir no sufrir por ello. Esto tan solo es posible, cuando decidimos creer que el sufrimiento no es real, sino que lo hacemos real en nuestras vidas, aportándole credibilidad.

Reflexión: La creencia en que nuestra identidad es el cuerpo, nos conduce al sufrimiento.

martes, 5 de diciembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 339

LECCIÓN 339

Se me concederá todo lo que pida.

1. Nadie desea el dolor. 2Pero puede creer que el dolor es placer. 3Nadie quiere eludir su felicidad, 4mas puede creer que la dicha es algo doloroso, amenazante y peligroso. 5No hay nadie que no haya de recibir lo que pida. 6Pero puede estar ciertamente confun­dido con respecto a lo que quiere y al estado que quiere alcanzar. 7¿Qué podría pedir, pues, que al recibirlo aún lo siguiese dese­ando? 8Ha pedido lo que le asustará y le hará sufrir. 9Resolvamos hoy pedir lo que realmente deseamos, y sólo eso, de manera que podamos pasar este día libres de temor, y sin confundir el dolor con la alegría o el miedo con el amor.

2. Padre, Te ofrezco este día. 2Es un día en el que no haré nada por mi cuenta, sino que tan sólo oiré Tu Voz en todo lo que haga. Y así, Te pediré únicamente lo que Tú me ofreces y aceptaré únicamente los Pensamientos que Tú compartes conmigo.


¿Qué me enseña esta lección? 

Pedid y se os dará.
Podemos pedir, desde la visión separatista propia del ego. Esa visión se caracteriza por la percepción del miedo, del ataque, de la necesidad. Es una visión fundamentada en la escasez. Esto es así, al dar valor a la falsa creencia de que hemos sido expulsados del Edén y de que tenemos que ganarnos el pan con el sudor de nuestra frente.

Desde este punto de vista, pedimos lo que ya tenemos, pero que ignoramos que tenemos. Pedimos felicidad, cuando llevamos el germen de la felicidad. Pedimos alegría, cuando somos portadores de alegría. Pedimos abundancia, cuando la abundancia es nuestro estado natural. Pedimos amor, cuando Somos Amor. Lo que ocurre, es que no nos sentimos merecedores de ello, pues estamos convencidos de que somos pecadores y debemos ser castigados por ello, justificando el aprendizaje por la vía del rigor.

Tenemos la elección de pedir, desde la visión unificadora del Espíritu. Esta visión se caracteriza por la fuerza que emana de su fuente creadora, el Amor. Es una visión fundamentada en la visión de la Plenitud y la Abundancia. Esto es así, pues tenemos plena consciencia de que seguimos formando parte del Paraíso dispuesto por nuestro Padre.

Desde el punto de vista del Espíritu, simplemente expandimos nuestros atributos, nuestros valores, de modo que al compartirlo con el mundo, lo recibimos en abundancia. Pues recibimos aquello que damos. Damos felicidad y recibimos felicidad. Damos alegría y contagiamos esa alegría. Damos abundantemente y recibimos abundancia. Damos amor y recibimos, multiplicado, ese amor. Al ser consciente de lo que Somos, actuamos en concordancia a ello.

En la medida en que somos conscientes de nuestra realidad espiritual, nuestra tendencia se invertirá, y tendremos menos necesidad de pedir y más tendencia a dar.

Muchas veces, angustiados por las tensiones que se experimentan en el mundo terrenal, solicitamos bienes materiales o salud, pero, al hacerlo, dicha petición no va acompañada del gesto que favorezca que la solicitud se haga realidad. Por ejemplo, estamos pasando una situación de necesidad económica y ello, nos lleva a pedir recibir recursos para hacer frente a esa difícil situación. La petición en si misma, es lícita, pero no podemos olvidarnos que esa circunstancia de necesidad está estrechamente relacionada con nuestros pensamientos, los cuales nos llevan a pensar en términos de escasez. Si estamos dispuestos a ver las cosas de otra manera y decidimos dejar expresarse nuestra condición de abundancia, las circunstancias externas cambiarán y la petición que hemos realizado, encontrará un terreno abonado para poder crecer.

Sería más adecuado, pedir luz para poner fin a nuestros pensamientos de escasez. De este modo, nuestra abundancia se expresará de forma natural y dará lugar a circunstancias propicias para que gocemos de los recursos que sean necesarios.

Ejemplo-Guía: "Cuidado con lo que pides, pues se hace realidad"

La necesidad de pedir, es otro mecanismo propio del sistema de pensamiento del ego. Antes de que nuestra mente fabricase la ilusión de la separación, no existía la percepción y por lo tanto, la necesidad tampoco. ¿Cómo íbamos a sentir necesidad cuando formamos una unidad con nuestro Creador? ¿Acaso la criatura que gesta la madre en su vientre no recibe todo lo que precisa para su crecimiento?

La percepción de la escasez es fruto de la visión ilusoria del mundo que percibimos.

Si Dios, nuestro Hacedor, no ha creado el mundo que vemos, ¿cómo va a responder a las peticiones que le hacemos desde nuestra conciencia egoica? Si lo hacemos, lo que estamos reconociendo es que la autoría de este mundo y de las cosas que en él nos suceden, les pertenece. Es como decirle: "Sí Padre, se que soy un pecador y que se soy merecedor de este castigo. Líbrame de él".

Cuanta culpa y cuanto miedo hay encerrado en esa petición.

El desconocimiento de lo que realmente somos, nos lleva a pensar en esos términos de victimismo. 

Sí, el mensaje del título del ejemplo de hoy, no es ninguna amenaza, sino una certeza. Ya hemos tenido ocasión de hablar en otra Lección, que el deseo nos lleva a creer en lo que deseamos y esa creencia, a su vez, nos lleva a ver el mundo a imagen y semejanza de nuestros deseos. Cada deseo que tenemos se convierte en una percepción que animará a nuestra conciencia aportándonos una experiencia de lo deseado. En este sentido, el mundo que vemos y percibimos es el fruto de nuestros deseos.

Entonces,¿por qué no experimento la riqueza, cuando la deseo? 

Tal y como hemos dicho, el deseo es el "padre" del mundo que vemos, el mundo de la separación y de la escasez. En el Cielo, nuestro verdadero Hogar, la fuerza creadora no es el deseo, sino la Voluntad, cuya cualidad espiritual es la Unidad. Mientras que la Voluntad nos lleva a crear, el deseo nos lleva a fabricar. La creación da como fruto lo real, mientras que el deseo da como fruto la ilusión.

El deseo nos mostrará un mundo ilusorio acorde con su estado, es decir, el de la necesidad y de la escasez. Si realmente somos el Hijo de Dios, Abundantes y Plenos, ¿cómo vamos a pedir lo que ya somos? Cuando el deseo nos moviliza a pedir riqueza y abundancia, lo está haciendo en su nivel de creencia, esto es, desde la necesidad, por lo que recibiremos y veremos necesidad. Es decir, conseguimos el efecto contrario a lo que deseamos, pues la semilla que estamos sembrando tiene esas características.

Si en vez de desear lo que no tenemos, deseamos dar y compartir lo que tenemos, nuestra abundancia, nuestra plenitud, el fruto de ese deseo, será recibir lo que hemos dado.

Tal vez te estés diciendo, ¿cómo vamos a dar, si no tenemos? Con esta cuestión, perpetuamos el error, pues la "abundancia" no es un valor externo, sino un estado de nuestra mente. Si piensas que eres un ser separado del resto de la creación, no verás tu abundancia. Si crees que eres un ser unido al resto por Filiación Divina, ¿qué más necesitas, cuando lo tienes todo?

Reflexión: La abundancia y la escasez son pensamientos.

lunes, 4 de diciembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 338

LECCIÓN 338

Sólo mis propios pensamientos pueden afectarme.


1. Con este pensamiento basta para dejar que la salvación arribe a todo el mundo. 2Pues es el pensamiento mediante el cual todo el mundo por fin se libera del miedo. 3Ahora cada uno ha aprendido que nadie puede atemorizarlo, y que nada puede amenazar su seguridad. 4No tiene enemigos, y está a salvo de todas las cosas externas. 5Sus pensamientos pueden asustarlo, pero, puesto que son sus propios pensamientos, él tiene el poder de cambiarlos sustituyendo cada pensamiento de miedo por un pensamiento feliz de amor. 6Se crucificó a sí mismo. 7Sin embargo, Dios planeó que Su Hijo bienamado fuese redimido.

2. Padre mío, sólo Tu plan es infalible. 2Todos los demás fracasarán. 3Y tendré pensamientos que me asustarán hasta que aprenda que Tú ya me has dado el único Pensamiento que me conduce a la salvación. Sólo mis propios pensamientos fracasarán, y no me llevarán a ninguna parte. 5Mas el Pensamiento que Tú me diste promete conducirme a mi hogar, porque en él reside la promesa que Tú le hiciste a Tu Hijo.


¿Qué me enseña esta lección? 

Hemos sido creados a Imagen y Semejanza de nuestro Creador, lo que significa que somos portadores, a nivel potencial, de sus mismos Atributos.

Dios nos ha creado expandiendo su Mente, por lo que podemos decir, que somos fruto de su Pensamiento.

En verdad, el Hijo de Dios ha seguido ese mismo patrón creador, en la medida de que todo cuanto ha fabricado en este mundo tridimensional encuentra su origen en el pensamiento.

El arquitecto diseña su futura construcción partiendo de una idea. Esta idea va cobrando fuerza, a medida en que recibe el aporte de la naturaleza emocional, de los deseos. Decimos, me gusta la idea, me enamora el proyecto. De la unión de la idea original y el deseo, surge la proyección en el plano de la configuración del diseño. En esta fase, el proyecto adquiere la condición del anticipo teórico, de lo que será la construcción. 

Alcanzado este punto, podríamos decir, que el creador extiende su pensamiento creando la imagen de lo ideado. Hasta ese momento, la obra aún forma parte de él. Hago esta reflexión, pues me traslada a la visión de lo que le ocurrió al Hijo de Dios, antes de escindirse o sentirse escindido de su Hacedor. La obra, el hijo, aún forma parte de su pensamiento, el cual adquiere la facultad de proyectarse en una imagen (no es una forma tangible), en un diseño.

El arquitecto decide alcanzar el siguiente paso: dar forma material a su idea. Podría haberse conformado con la experiencia aportada por el diseño, pero la construcción le permitirá conocer si lo que imaginó, si lo diseñado, es correcto o tiene fallos. Es decir, decide experimentar para confirmar que sus pensamientos eran correctos.

Esa última decisión, ha sido interpretada por el Hijo de Dios como pecado y con ello, podríamos entender que tal decisión le llevó a no conformarse con la enseñanza teórica, sino que apostó por corroborar que la enseñanza era correcta. Es evidente, que no era necesaria tal demostración, pero esa fue la aportación del Hijo de Dios, hacer tangible y al mismo tiempo, temporal, la evidencia de la verdad.

Con todo ello, trato de testimoniar a favor de la afirmación: Todo lo creado a nivel material responde a un pensamiento.

Es nuestra elección que una cuestión nos afecte o no. Es nuestra elección, siempre, ver las cosas de una manera u otra. Yo elijo ver la que me aporte felicidad y alegría.


Ejemplo-Guía: "¿Somos conscientes de que fabricamos nuestra realidad con nuestros pensamientos?

Lo planteo como una pregunta, pues la respuesta nos revelará nuestro nivel de conciencia en lo referente a la implicación en los acontecimientos que nos ocurren, en lo que llamamos vida.

Podemos pensar que las cosas que nos suceden son fruto del azar, de la casualidad. Bajo ningún concepto vamos a admitir, que lo que nos pasa, sobre todo si la experiencia es negativa, es causada por nosotros. Nos diremos, las cosas pasan porque tienen que pasar. Ese es el dibujo que nos muestra el sistema de pensamiento del ego, basado en la percepción y en la separación entre las causas y los efectos.

¿Quién nos obliga a creer una cosa u otra? Me he planteado tantas veces esta cuestión. Es una idea que me llama profundamente la atención, quizás porque siempre he intuido que el ser humano es co-creador del mundo que percibe.

Si fuésemos capaces de mantener, permanentemente, la conciencia despierta, en el sentido de que pudiésemos hacer un seguimiento de los efectos que desencadenan nuestros pensamientos, desde que son emanados hasta que se convierten en experiencia percibida, tal y como lo hace un diseñador o un arquitecto, tal vez entonces, no tendríamos más remedio que reconocer que todos nuestros pensamientos, emociones y sentimientos, tienen un inmenso poder creador que va adoptando diferentes niveles de manifestación. Podríamos decir, que al igual como el edificio es la imagen cristalizada de la idea concebida por un arquitecto, nuestras percepciones, nuestras experiencias, son las manifestaciones proyectadas por nuestra mente.  En este sentido, ya hemos tenido ocasión de ver como vemos aquello que deseamos y deseamos aquello en lo que creemos.

¿De qué nos sirve saber que tenemos plena participación en cada una de las experiencias vividas? ¿Cómo actuaremos siendo conscientes de que solo nuestros pensamientos pueden afectarnos?

¿Nos libraríamos del miedo? ¿Nos libraríamos de la culpa? ¿Dejaríamos de atacar para protegernos? ¿Dejaríamos de sufrir? ¿Dejaríamos de condenar?

Seguro que muchos se identificaréis con la siguiente experiencia:

"M, es el marido de F. M, lleva una vida feliz con su pareja, pero desde hace un tiempo acá, viene observando un comportamiento extraño en ella. En su imaginación, M, no puede evitar que le surja la duda. Lo primero que piensa es que su compañera le está ocultando algo y que todo ese extraño comportamiento, se debe a que lo está engañando.
A M le resulta incómodo tener esos pensamientos, pero no puede evitarlo. Con cada gesto de F, sus dudas se acrecientan. No se atreve a decirle nada por no dar muestra de ser un desaprensivo. En ese momento recuerda que siempre ha defendido que nunca ha sentido celos, pero aquella situación era la evidencia de que estaba ocultando su debilidad emocional. Se siente mal y prefiere evitar esa conversación aclaratoria. Decide finalmente, guardar silencio y seguir recreándose en los pensamientos que cada vez le producían más dolor.
Al día siguiente, F, sorprende a M con una fiesta sorpresa. Durante los últimos días, todos sus extraños gestos, respondían a acciones con el único propósito de preparar la fiesta sorpresa. Cuando M, toma consciencia de que todo cuanto había vivido en los últimos días respondía a una fabricación, a una invención de su mente, decidió tomar buena nota para no volver a vivir un error semejante"

Todos nos enfrentamos, a diario, a los efectos de nuestros pensamientos. En estos momentos, tú y yo, lo estamos haciendo. Si te paras un momento y te centras en lo que piensas, te darás cuenta de ello.

Nuestra mente siempre está activa. Muchos aspectos de su potencial, lo desconocemos. Estamos adiestrándonos en su uso, y mi experiencia me dice, que debo ser muy paciente en ese entrenamiento. Una práctica que me ayuda en los momentos más álgidos, es poner en manos del Espíritu Santo la situación que esté percibiendo para que me ayude a verlo desde la Visión Crística. Con ello lo que estoy haciendo es quitar el protagonismo a la habituada visión del ego, que lucha con toda su artillería para no perder su hegemonía. Es la decisión en la que elijo un compás de silencio.

¿Cómo enseñaríamos a andar a un niño? Dejando que dé sus primero pasos. No tardará en mantenerse erguido y en caminar con soltura.

Reflexión: El enemigo es creado por nuestros pensamientos.

domingo, 3 de diciembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 337

LECCIÓN 337

Mi impecabilidad me protege de todo daño.


1. Mi impecabilidad garantiza mi perfecta paz, mi eterna seguri­dad y mi amor, imperecedero; me mantiene eternamente a salvo de cualquier pensamiento de pérdida y me libera completamente del sufrimiento. 2Mi estado sólo puede ser uno de felicidad, pues eso es lo único que se me da. 3¿Qué debo hacer para saber que todo esto me pertenece? 4Debo aceptar la Expiación para mí mismo, y nada más. 5Dios ha hecho ya todo lo que se tenía que hacer. 6Y lo que tengo que aprender es a no hacer nada por mi cuenta, pues sólo necesito aceptar mi Ser, mi impecabilidad, la cual se creó para mí y ya es mía, para sentir el Amor de Dios protegiéndome de todo daño, para entender que mi Padre ama a Su Hijo y para saber que soy el Hijo que mi Padre ama.

2. Tú que me creaste en la impecabilidad no puedes estar equivocado con respecto a lo que soy. 2Era yo quien estaba equivocado al pensar que había pecado, pero ahora acepto la Expiación para mí mismo. 3Padre, mi sueño termina ahora. 4Amén.


¿Qué me enseña esta lección? 

El camino elegido por el Hijo de Dios, le ha llevado a interpretar que su acto de voluntadha sido pecaminoso, hasta tal punto, que ha dado cobijo en su mente a la falsa creencia de que Dios lo ha expulsado del Paraíso creado para él.

Desde ese instante, hasta el presente actual, el alma humana ha ido adquiriendo experiencias a través de su contacto con el mundo de las formas, lo que le ha permitido aprender cómo usar correctamente las energías con las que ha sido creado. Dichas energías se encontraban, inicialmente en estado potencial. El correcto uso del pensamiento y de los sentimientos, es un logro adquirido por la vía del rigor, entendiendo esta vía, como la vía de la "separación" con El Creador.

El tramo final de ese largo recorrido, nos sitúa en disposición de descubrir nuestra individualidad y al mismo tiempo, de reconocer, que la Unidad es la suma de individualidades.

Del mismo modo, ese final de trayecto, nos permite reconocer la realidad que Somos. En este sentido, estamos en condiciones de afirmar que no somos un cuerpo físico y que nuestra identidad no es material y transitoria, sino espiritual y eterna. 

Esa percepción real y verdadera de nuestro ser, nos permite recordar que el pecado ha sido una invención del Hijo de Dios, que en su fase primigenbia, eligió utilizar los atributos con los que había sido creado. La evolución trazada por el Hijo de Dios, lo sitúa ante la verdad que ha de permitirle la salvación: Somos Inocentes e Impecables. Uno con Dios.

Podríamos hacer un ejercicio de imaginación y trasladarnos con nuestra mente hacia ese instante previo al acto de separación, cuando formábamos una Unidad con nuestro Creador. En ese estado, nos visualizaríamos formando una Unidad, sin identidad propia e individualizada. Libre de toda limitación; sin corporalidad; eterno; pleno. Rodeado de una inmensa Paz.

Volver a ese Estado, no supone un retroceso, un retorno, pues de serlo, estaría condicionado por el tiempo. ser Inocente; ser Impecable, es ser consciente de que Somos Hijos de Dios, o lo que es lo mismo, Dioses en formación. El matiz diferente se encuentra en el Estado Consciente y ese despertar, se produce, en verdad, en el instante presente y eterno.


Ejemplo-Guía: "La verdad se restituye en ti al tú desearla"

No lo recordamos, pero han sido nuestros deseos los que nos han alejado de la verdad.

La verdad no resplandecerá de nuevo ante nuestra conciencia, hasta que no renovemos nuestras creencias, las cuales nos mantienen identificados con una falsa realidad.

Para abordar el tema de la Lección que estamos analizando, me gustaría compartir el apartado VIII, del Capítulo 20 del Curso, titulado "La visión de la impecabilidad":
1. Al principio, la visión te llegará en forma de atisbos, pero eso bastará para mostrarte lo que se te concede a ti que ves a tu her­mano libre de pecado. 2La verdad se restituye en ti al tú desearla, tal como la perdiste al desear otra cosa. 3Abre las puertas del santo lugar que cerraste al haber valorado ésa "otra cosa", y lo que nunca estuvo perdido regresará calladamente. 4Ha sido sal­vaguardado para ti. 5La visión no sería necesaria si no se hubiese concebido la idea de juzgar. 6Desea ahora que ésta sea eliminada completamente y así se hará.  
2. ¿Deseas conocer tu Identidad? 2¿No intercambiarías gustosa­mente tus dudas por la certeza? 3¿No estarías dispuesto a estar libre de toda aflicción y aprender de nuevo lo que es la dicha? 4Tu relación santa te ofrece todo esto. 5Tal como se te dio, así también se te darán sus efectos. 6Y del mismo modo en que no fuiste tú quien concibió su santo propósito, tampoco fuiste tú quien concibió los medios para lograr su feliz desenlace. 7Regocíjate de poder disponer de lo que es tuyo sólo con pedirlo, y no pienses que tienes que ser tú quien debe concebir los medios o el fin. 8Todo ello se te da a ti que quieres ver a tu hermano libre de pecado. 9Todo ello se te da, y sólo espera a que desees recibirlo. 10La visión se le otorga libremente a todo aquel que pide ver.  
3. La impecabilidad de tu hermano se te muestra en una luz bri­llante, para que la veas con la visión del Espíritu Santo y para que te regocijes con ella junto con Él. 2Pues la paz vendrá a todos aquellos que la pidan de todo corazón y sean sinceros en cuanto al propósito que comparten con el Espíritu Santo, y de un mismo sentir con Él con respecto a lo que es la salvación. 3Estáte dis­puesto, pues, a ver a tu hermano libre de pecado, para que Cristo pueda aparecer ante tu vista y colmarte de felicidad. 4Y no le otorgues ningún valor al cuerpo de tu hermano, el cual no hace sino condenarlo a fantasías de lo que él es. 5Él desea ver su impe­cabilidad, tal como tú deseas ver la tuya. 6Bendice al Hijo de Dios en tu relación, y no veas en él lo que tú has hecho de él. 
4. El Espíritu Santo garantiza que lo que Dios dispuso para ti y te concedió, será tuyo. 2Este es tu propósito ahora, y la visión que hace que sea posible sólo espera a que la recibas. 3Ya dispones de la visión que te permite no ver el cuerpo. 4Y al contemplar a tu hermano verás en él un altar a tu Padre tan santo como el Cielo, refulgiendo con radiante pureza y con el destello de las deslum­brantes azucenas que allí depositaste. 5¿Qué otra cosa podría tener más valor para ti? 6¿Por qué piensas que el cuerpo es un mejor hogar, un albergue más seguro para el Hijo de Dios? 7¿Por qué preferirías ver el cuerpo en vez de la verdad? 8¿Cómo es posible que esa máquina de destrucción sea lo que prefieres y lo que eliges para reemplazar el santo hogar que te ofrece el Espí­ritu Santo, y donde Él morará contigo? 
5. El cuerpo es el signo de la debilidad, de la vulnerabilidad y de la pérdida de poder. 2¿Qué ayuda te puede prestar un salvador así? 3¿Le pedirías ayuda a un desvalido en momentos de angustia y de necesidad? 4¿Es lo infinitamente pequeño la mejor alterna­tiva a la que recurrir en busca de fortaleza? 5Tus juicios parecerán debilitar a tu salvador. 6Mas eres tú quien tiene necesidad de su fortaleza. 7No hay problema, acontecimiento, situación o perple­jidad que la visión no pueda resolver. 8Todo queda redimido cuando se ve a través de la visión. 9Pues no es tu visión, y trae consigo las amadas leyes de Aquel Cuya visión es.  
6. Todo lo que se contempla a través de la visión cae suavemente en su sitio, de acuerdo con las leyes que Su serena y certera mirada le brinda. 2La finalidad de todo lo que Él contempla es siempre indudable: 3Pues servirá a Su propósito, que se verá sin ajuste alguno y perfectamente adaptado al mismo: 4Bajo Su bon­dadosa mirada, lo destructivo se vuelve benigno y el pecado se convierte en una bendición. 5¿Qué poder tienen los ojos del cuerpo para corregir lo que perciben? 6Los ojos del cuerpo se ajustan al pecado, pues son incapaces de pasarlo por alto en nin­guna de sus formas, al verlo por todas partes y en todas las cosas. 7Mira a través de sus ojos, y todo quedará condenado ante ti. 8Y jamás podrás ver todo lo que te podría salvar. 9Tu santa relación, la fuente de tu salvación, queda desprovista de todo significado, y su más santo propósito desposeído de los medios para su con­secución.  
7. Los juicios no son sino juguetes, caprichos, instrumentos insen­satos para jugar al juego fútil de la muerte en tu imaginación: 2La visión, en cambio, enmienda todas las cosas y las pone dulce­mente bajo el tierno dominio de las leyes del Cielo. 3¿Qué pasaría si reconocieses que este mundo es tan sólo una alucinación? 4¿O si realmente entendieses que fuiste tú quien lo inventó? 5¿Y qué pasaría si te dieses cuenta de que los que parecen deambular por él, para pecar y morir, atacar, asesinar y destruirse a sí mismos son totalmente irreales? 6¿Podrías tener fe en lo que ves si acepta­ses esto? 7¿Y lo verías?  
8. Las alucinaciones desaparecen cuando se reconocen como lo que son. 2Ésa es la cura y el remedio: 3No creas en ellas, y desapa­recen. 4Lo único que necesitas reconocer es que todo ello es tu propia fabricación. 5Una vez que aceptas este simple hecho y recuperas el poder que les habías otorgado, te liberas de ellas. 6Pero de esto no hay duda: las alucinaciones tienen un propósito, y cuando dejan de tenerlo, desaparecen: 7La pregunta, por lo tanto, no es nunca si las deseas o no, sino si deseas el propósito que apoyan. 8Este mundo parece tener muchos propósitos, todos ellos diferentes entre sí y con diferentes valores. 9Sin embargo, son todos el mismo. 10Una vez más, no hay grados, sino sólo una aparente jerarquía de valores.
9. Sólo dos propósitos son posibles: 2el pecado y la santidad. 3No existe nada entremedias, y el que elijas determinará lo que veas. 4Pues lo que ves simplemente demuestra cómo has elegido alcan­zar tu objetivo. 5Las alucinaciones sirven para alcanzar el objetivo de la locura. 6Son el medio a través del cual el mundo externo, proyectado desde adentro, se ajusta al pecado y parece dar fe de su realidad. 7Aún sigue siendo cierto, no obstante, que no hay nada afuera. 8Sin embargo, es sobre esta nada donde se lanzan todas las proyecciones. 9Pues es la proyección la que le confiere a la "nada" todo el significado que parece tener. 
10. Lo que carece de significado no puede ser percibido. 2Y el sig­nificado siempre busca dentro de sí para encontrar significado, y luego mira hacia afuera. 3Todo el significado que tú le confieres al mundo externo tiene que reflejar, por lo tanto, lo que viste dentro de ti, o mejor dicho, si es que realmente viste o simplemente emi­tiste un juicio en contra de lo que viste. 4La visión es el medio a través del cual el Espíritu Santo transforma tus pesadillas en sue­ños felices y reemplaza tus dementes alucinaciones -que te muestran las terribles consecuencias de pecados imaginarios- ­por plácidos y reconfortantes paisajes. 5Estos plácidos paisajes y sonidos se ven con agrado y se oyen con alegría. 6Son Sus susti­tutos para todos los aterradores panoramas y pavorosos sonidos que el propósito del ego le trajo a tu horrorizada conciencia. 7Ellos te alejan del pecado y te recuerdan que no es la realidad lo que te asusta, y que los errores que cometiste se pueden corregir.  
11. Cuando hayas contemplado lo que parecía infundir terror y lo hayas visto transformarse en paisajes de paz y hermosura, cuando hayas presenciado escenas de violencia y de muerte y las hayas visto convertirse en serenos panoramas de jardines bajo cielos despejados, con aguas diáfanas, portadoras de vida, que corren felizmente por ellos en arroyuelos danzantes que nunca se secan, ¿qué necesidad habrá de persuadirte para que aceptes el don de la visión? 2Y una vez que la visión se haya alcanzado, ¿quién podría rehusar lo que necesariamente ha de venir des­pués? 3Piensa sólo en esto por un instante: puedes contemplar la santidad que Dios le dio a Su Hijo. 4Y nunca jamás tendrás que pensar que hay algo más que puedas ver.
Reflexión: El verdadero Ser no puede pecar.