sábado, 2 de diciembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 336

LECCIÓN 336

El perdón me enseña que todas las mentes están unidas.


1. El perdón es el medio a través del cual a la percepción le llega su fin. 2El conocimiento es restituido una vez que la percepción ha sido transformada y ha dado paso enteramente a lo que por siempre ha de estar más allá de su más elevado alcance. 3Pues las imágenes y los sonidos tan sólo pueden servir, en el mejor de los casos, para evocar el recuerdo que yace tras todos ellos. 4El per­dón elimina las distorsiones y revela el altar a la verdad que se hallaba oculto. 5Sus blancas azucenas refulgen en la mente, y la instan a regresar y a mirar en su interior para encontrar lo que en vano ha buscado afuera. 6Pues ahí, y sólo ahí, se restaura la paz interior, al ser la morada de Dios Mismo.

2. Que el perdón elimine en la quietud mis sueños de separación y de pecado. 2Y que entonces pueda mirar, Padre, en mi interior y descubrir que Tu promesa de que en mí no hay pecado es verdad; que Tu Palabra permanece inalterada en mi mente y que Tu Amor reside todavía en mi corazón.


¿Qué me enseña esta lección? 


Estamos atrapados por el recuerdo de nuestro pasado, un pasado en el que proclamamos un juicio condenatorio sobre nuestro acto volitivo de utilizar nuestra condición creadora con libre albedrío. A ese gesto de independencia, de autonomía, le llamamos pecado, pues lo interpretamos como un acto contrario a la Voluntad de nuestro Padre.

A partir de ese juicio condenatorio, decidimos creer que estamos separados de nuestro Creador, al que hemos ofendido con nuestra acción creadora. Comer del fruto del árbol prohibido es una alegoría que nos enseña sobre el uso de nuestro poder creador.

Decidir aprender por iniciativa propia, en vez de seguir conectado a la Fuente de nuestra Creación, nos ha llevado a establecer nuestro propio código de aprendizaje, el cual está basado en la necesidad de experimentar a través de la vía de la percepción.

La vía de la percepción está estrechamente relacionada con nuestro pasado, en la medida, que cada estímulo recibido por los órganos sensoriales nos despierta el recuerdo de lo experimentado en las mismas circunstancias. En este sentido, actuar por iniciativa propia nos lleva a creer merecedores del castigo, del sufrimiento, del dolor, pues actuar sin contar con la aprobación de nuestro Padre, nos lleva a creer en la transgresión, en el pecado, y éste tan sólo es redimido por la vía del castigo.

Todo cambia, cuando nuestra mente deja de identificarse con el pecado y con la percepción de la separación. Todo cambia, cuando nuestra mente da cabida al perdón, al Amor. Si perdonamos nuestros errores pasados, quedamos limpios, purificados, recuperamos la inocencia primigenia y con ello, ponemos fin a la vía de aprendizaje a través de la percepción. Cuando actuemos, no alimentaremos la falsa creencia de que estamos violando las Leyes del Creador.

Restituir la visión de la Unidad y de la Impecabilidad es la función del perdón. En verdad, en realidad, lo que estamos haciendo es tomar consciencia de nuestra condición divina.
Amén.

Ejemplo-Guía: "Cuando perdonamos, estamos recordando nuestro origen"

La enseñanza que nos ofrece el Curso sobre el Perdón nos revela un aspecto que trasciende el significado que se le da, teniendo como referencia el sistema de pensamiento del ego. 

Siempre he participado de la idea, de que perdonar era la respuesta que ofrecemos cuando hemos juzgado un acto incorrecto. Este posicionamiento nos lleva a creer, falsamente, que estamos en un estado de superioridad con respecto al que ha obrado incorrectamente. Ese sentimiento de superioridad, dada por nuestra condición moral, nos lleva a "perdonar" al otro por los errores cometidos.

Cuando obramos de esta manera, lo que realmente estamos haciendo es proyectar nuestra culpa, nuestra condena, externamente, pero en ningún caso significa que la hayamos perdonado internamente, es más, proyectándonos, lo que estamos haciendo es elegir ver en el otro lo que debemos aplicarnos nosotros mismos.

Si se hubiese realizado el trabajo interno de perdonarnos, es decir, si no viésemos nuestras culpas, entonces, las acciones externas no tendrían necesidad de ser perdonadas, pues no las proyectaríamos, lo que significa, que no las vemos, no las deseamos.

Perdonar, no es un acto que deba hacernos sentir superior a los demás. Todo lo contrario, como bien nos enseña el Curso, la visión del Perdón lleva implícita la visión de la inocencia, de la impecabilidad, de la unidad.

Si nuestra percepción verdadera, nos lleva a tomar conciencia de que somos uno, eso es Perdonar, pues reconocemos que formamos parte de la Fuente que nos ha creado.

Reflexión: La elección del perdón nos sitúa de vuelta en el Paraíso.

viernes, 1 de diciembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 335

LECCIÓN 335

Elijo ver la impecabilidad de mi hermano.


1. Perdonar es una elección. 2Nunca veo a mi hermano tal como es, pues eso está mucho más allá de la percepción. 3Lo que veo en él es simplemente lo que deseo ver, pues eso es lo que quiero que sea verdad. 4A eso es a lo único que respondo, por mucho que parezca que es a los acontecimientos externos. 5Elijo lo que deseo contemplar, y eso, y sólo eso, es lo que veo. 6La impecabilidad de mi hermano me muestra que quiero contemplar la mía propia. 7Y la veré, puesto que he decidido ver a mi hermano en la santa luz de su inocencia.

2. ¿De qué otro modo podría restituírseme Tu recuerdo, sino viendo la inocencia de mi hermano? 2Su santidad me recuerda que él fue creado uno conmigo y semejante a mí. 3En él encuentro mi Ser, y en Tu Hijo encuentro asimismo el recuerdo de Ti.


¿Qué me enseña esta lección? 

¿Hay algo más hermoso, puro y elevado que el perdón? 

Aquellos que hemos sentido el pesado fardo de la culpa sobre nuestras frágiles espaldas, sabemos el alivio que compensa el sincero perdón. 

He creído notar una cierta diferencia entre perdonar y perdonarse. Hubiera apostado, que perdonar a otros, resulta más fácil que perdonarse a uno mismo. Tal vez, esa ilusión se debiera a que es más fácil ver fuera lo que no vemos dentro. 

Hoy tengo la certeza, de que no hay diferencias, pues en la medida en que perdonamos a otros, estamos realmente afirmando que nos hemos perdonado, pues nadie puede dar lo que no tiene.

Cuando vemos la impecabilidad en nuestros hermanos, estamos manifestando al mundo nuestra condición de perdonar. Estamos compartiendo la fuerza del Amor y el gesto más elevado que podemos expresar es no ver el pecado en nosotros, ni en los demás. De este modo, no tendremos ni tan siquiera que perdonar, pues no hay nada que perdonar.

La siguiente cita, define maravillosamente el contenido de esta lección: “lo que el corazón desea, la mente nos lo muestra”, o dicho de otro modo, “lo que veo es lo que deseo ver”.

Realmente somos afortunados. Ser Hijos de Dios, nos aporta la condición de la Plenitud, de la Gracia, de la Abundancia, pero, lo hemos olvidado. Hasta tal punto ha sido así, que nuestra visión separada, característica del sistema de pensamiento del ego, nos lleva a perseguir como máximos objetivos, la compensación de nuestra escasez, de nuestras necesidades y conflictos, de nuestras preocupaciones y miedos.

El logro de la Paz ha de llevarnos a tener la total Certeza de que Somos Seres Espirituales Plenos y Uno, con Dios y con Todo lo Creado. Cuando esta visión forme parte de nuestras creencias, sabremos lo que es la Salvación.

Ejemplo-Guía: "Lo que el corazón desea, la mente nos lo muestra"

Sí, con esta afirmación, quedamos totalmente desarmados. Si lo que veo es lo que deseo ver, ya no puedo seguir ocultándome a mi mismo, que soy el único soñador de mis sueños, el único fabricante de mis experiencias, del mundo que percibo y veo.

Todo el Curso, con sus enseñanzas, nos llevan a un punto, que el ego considera muy crítico: desaprender lo aprendido, para volver aprender.

Tenemos la creencia de que hemos andado un largo camino, y durante ese trayecto, a pesar de haber andado el camino junto a nuestros hermanos, en ningún momento hemos percibido que entre ellos y nosotros haya podido existir unidad. La percepción del otro, ha despertado nuestros miedos. Ese miedo no requiere de manifestación externa para experimentarlo. Ya se encuentra en nuestra mente, pues ese miedo es ausencia de amor, ausencia de consciencia de unidad. El miedo que proyectamos en el otro, es un miedo inventado por nosotros mismos. Vivir con miedo, ser consciente de que somos los hacedores del miedo, nos hace débiles y por esta razón, preferimos un agente externo que nos incite a su justificación para poder condenarlo fuera.

La afirmación que da título a este ejemplo-guía, debe conducirnos hacia la verdad. Tal vez, podamos sentir la necesidad de no darle credibilidad, pues hacerlo significa que no podemos continuar culpando a los demás de nuestras acciones. Pero si conseguimos trascender ese temor interior a vernos tal y como somos, recordaremos nuestra verdadera identidad, la cual no es otra que ser el Hijo de Dios. ¿Acaso el hijo no es igual que el Padre? ¿Acaso no cuenta con su mismo poder creador?

La Lección de hoy, sin duda alguna, nos invita a despojarnos de nuestra falsa identidad. De manos de la creencia en el pecado, dimos credibilidad a la culpa y con ello, a la falsa creencia de que Dios nos expulsó del "Paraíso" y nos "castiga" por nuestros pecados.

Cuando reflexionamos sobre la supuesta sentencia condenatoria de Dios sobre su descendencia, y lo hacemos con una visión de Impecabilidad, de Amor, nos resulta muy difícil creer que el Ser de donde emana la Esencia Creadora del Amor, se muestre insensible y juzgue a su creación con rigor. Si eres padre, no te resultará difícil llegar a esa evidencia. Yo soy padre de tres hijos y mi limitado corazón es incapaz de juzgar tal condena.

Esta Lección es una invitación a percibir de manera correcta. A sustituir la errónea creencia que nos lleva a ver en el ataque la vía que nos conduce a la salvación. Ver la Impecabilidad en nuestros hermanos, es el reconocimiento de que somos Uno en la Filiación de Dios.

Ver la Impecabilidad en nosotros mismos y por ende, en los demás, es la evidencia de que nuestra mente sirve al Espíritu y de que nuestros pensamientos se encuentran en paz.

Reflexión: ¿Qué vemos cuando vemos a nuestros hermanos? 

jueves, 30 de noviembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 334

LECCIÓN 334

Hoy reclamo los regalos que el perdón otorga.

1. No esperaré ni un solo día más para encontrar los tesoros que mi Padre me ofrece. 2Todas las ilusiones son vanas, y los sueños desaparecen incluso a medida que se van tejiendo con pensamien­tos basados en percepciones falsas. 3No dejes que hoy vuelva a aceptar regalos tan míseros. 4La Voz de Dios les ofrece Su paz a todos los que escuchan y eligen seguirlo. 5Esto es lo que elijo hoy. 6Y así, voy en busca de los tesoros que Dios me ha dado.

2. Busco sólo lo eterno. 2Pues Tu Hijo no podría sentirse satisfecho con menos de eso. 3¿Qué otra cosa, entonces, podría brindarle solaz, sino lo que Tú le ofreces a su desconcertada mente y a su atemorizado corazón, a fin de proporcionarle certeza y traerle paz? 4Hoy quiero contemplar a mi hermano sin mancha alguna de pecado en él. 5Eso es lo que Tu Voluntad dispone que yo haga, pues así es como podré contemplar mi propia impe­cabilidad.


¿Qué me enseña esta lección? 

La identificación del Hijo de Dios con el mundo físico, le lleva a aprender por la vía de la experiencia del rigor, a ganar el pan con el sudor de su frente. La Ley de Causa y Efecto, se convierte en el proceso de aprendizaje en el que se toma consciencia de que aquello que cosechamos es la consecuencia directa de lo que hemos sembrado.

Esa Ley parece estar inscrita en nuestro interior y, de una manera inconsciente, respondemos a ella, cada vez que justificamos el castigo, el dolor, como la consecuencia directa de nuestros actos.

Si algo nos va mal, si nos encontramos ante una experiencia que interpretamos como conflictiva, buscamos un culpable, y nos decimos: ¿qué has hecho mal para que te ocurra esto? El tiempo es el aliado de la Ley de Causa y Efecto, y esta creencia ha dado lugar a la Ley del Karma.

Pero, este proceder, pertenece al mundo de la ilusión, al mundo de la temporalidad. Hasta que no recuperemos la consciencia de lo que Somos y de quienes Somos, no nos liberaremos de la celda donde permanecemos prisioneros del error.

El perdón es el camino que debemos recorrer para conseguir alcanzar la Salvación. El perdón es la expresión de la verdad que debemos integrar en nuestra consciencia. Cuando perdonamos, hacemos innecesaria la experiencia del rigor para aprender. El perdón abre las puertas al milagro y éste hace innecesario el tiempo para corregir el error, lo hace de inmediato.

El perdón nos indica que hemos decidido no juzgar, no condenar. Con el perdón recuperamos la visión de la inocencia y con ello, gozamos de la Gracia y de la Paz de nuestro Padre.

Ejemplo-Guía: "¿Quieres ser feliz? Entonces, perdona, perdona, perdona..."

Si crees que mereces ser castigado, lo serás. Si crees que puedes sentir dolor, lo sentirás. Si crees que eres un pecador, sentirás culpa. Si sientes culpa, buscarás redención. Si buscas redención, estarás justificando el castigo. Así, se cierra un círculo que te mantiene prisionero de la ilusión, del error, del miedo.

Ninguna medicina, ningún ungüento mágico, nos sanará de esa enfermedad. Tan sólo existe una llave que puede librarnos de esa prisión. Esa llave es el perdón.

Si crees que eres merecedor de ser perdonado, te perdonarás.

Busca en tu vida cualquier experiencia. Contesta a esta pregunta, ¿te ha aportado la felicidad que colma tu sed de paz?

Nos ha podido tocar mil millones de euros en la lotería. Una explosión de alegría nos inundará. Descorcharemos botellas de champán y brindaremos con todo el mundo en honor a nuestra suerte. Pero apenas culmine ese momento de euforia, nos acosará el temor a perder lo que hemos conseguido. Hemos dejado de ser feliz.

En ese pensamiento de pérdida, va implícito el ataque del otro que desea lo que tenemos. Esa imagen recorre nuestra mente y nos atormenta. Invertiremos parte de nuestro premio en asegurar que nadie puede desposeernos de lo que hemos conseguido y viviremos angustiados por el miedo a.....

Es evidente que en ese pensamiento de temor, hay una ausencia total de amor y de perdón. El amor y el perdón tan solo son posibles cuando dejamos de ver separación entre nuestros hermanos.

Si buscas la felicidad, tan solo podremos encontrarla en nuestro interior, en nuestro pensamiento de perdón. Compartir ese regalo, nos otorgará el regalo de la felicidad y de la paz. 

¡Perdona!, y lo comprobarás.

Reflexión: ¿Solo en lo eterno, podremos encontrar paz?

miércoles, 29 de noviembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 333

LECCIÓN 333

El perdón pone fin al sueño de conflicto.


1. El conflicto debe ser resuelto. 2Si se quiere escapar de él, no debe evadirse, ignorarse, negarse, encubrirse, verse en otra parte, llamarse por otro nombre u ocultarse mediante cualquier clase de engaños. 3Tiene que verse exactamente como es, allí donde se cree que está, y tiene que verse también la realidad que se le ha otorgado y el propósito que le ha asignado la mente. 4Pues sólo entonces se desmantelan sus defensas y la verdad puede arrojar su luz sobre él según desaparece.

2. Padre, el perdón es la luz que Tú elegiste para que desvaneciese todo conflicto y toda duda, y para que alumbrase el camino que nos lleva de regreso a Ti. 2Ninguna otra luz puede dar fin a nuestro sueño malvado. 3Ninguna otra luz puede salvar al mundo. 4Pues dicha luz es lo único que jamás ha de fallar, ya que es el regalo que le has hecho a Tu Hijo bienamado.


¿Qué me enseña esta lección?

El propio Carl Gustav Jung, se hubiese podido inspirar en el contenido de esta lección para determinar un tratado psicológico orientado a superar el miedo y el conflicto.

Por lo general, cuando algo nos da miedo, tendemos a identificarnos con él y con ello a hacerlo real, pero al mismo tiempo, tratamos de alejarlo de nuestra conciencia y lo reprimimos, mandándolo a nuestro inconsciente. Es allí, donde se almacenan todos nuestros temores, todas nuestras fobias, sin que ejerzamos un control sobre ellas.

Esta lección nos indica que debemos mirar de frente al conflicto, cuando éste ocupe nuestra mente. Es importante reconocer que le estamos dando poder sobre nuestras vidas. Le permitimos paralizarnos, le permitimos que nos prive de la paz, de la alegría, de la felicidad.

Debemos ser conscientes, de que el sentimiento que despierta en nosotros se lo permitimos. Podemos verlo de otra manera y, con ello, estamos tomando el control de nuestra mente.

El conflicto es una interpretación, un juicio, cuyo origen se encuentra en la mente. Nada fuera de nosotros puede hacernos daño. Tan sólo si se lo permitimos. Es nuestra decisión.

Debemos ser los dueños y señores de nuestras vidas. Debemos decidir si vamos a servir al mundo de la ilusión y, con ello, al mundo del miedo, o por el contrario, decidimos servir a la verdad, al Ser que Somos y,  con ello, al mundo del Perdón y del Amor.

Todo miedo procede de la falsa creencia en el pecado. Liberémonos de esa limitación y recuperemos nuestra visión inocente. Amemos en cada momento y el conflicto no tendrá cabida en nuestras vidas.

Ejemplo-Guía: "Auto-terapia"

Cuando analizábamos la enseñanza recogida en la Lección 331, veíamos que el conflicto es imposible cuando hacemos que nuestra voluntad y la Voluntad de nuestro Padre vibren al unísono.
Terminábamos nuestra reflexión, diciendo que detrás de cada situación de conflicto descubriremos una total ausencia de Amor, o lo que es lo mismo, descubriremos la ilusión del miedo, que el sistema de pensamiento del ego hace tan real.

Esta Lección, vuelve a abordar el tema del conflicto percibido por el ego y nos aporta un método para resolverlo. No se trata de ocultar su percepción, pues el simple hecho de creer que podemos ocultarlo denota dos cosas, una, que lo hacemos real y, otra, que nos produce miedo, temor y culpa.

Las recomendaciones que nos aporta el Curso van en el sentido de hacernos plenamente conscientes de aquello que nos lleva a percibir el conflicto. Para ello, debemos orientar nuestros pensamientos hacia la causa que da origen al mismo. Ello, nos llevará a descubrir que el miedo, así como su efecto, el conflicto, son meros pensamientos que se caracterizan por la ausencia de Amor.
Donde vemos el miedo, es la señal inequívoca de que hemos tomado la decisión de sustituir el amor por ese otro sentimiento.

Parémonos un instante en lo que hemos dicho. No podemos permitir que se quede en un mensaje teórico. Es el momento de practicar esa teoría. De experimentarla.
 
¿Nos da miedo la oscuridad? No la evites, como has venido haciendo cuando te encontrabas en su presencia. Mírala. Observa tus pensamientos. ¿Quién lo domina?
¿Quién te obliga a pensar de una manera determinada? Hazte consciente de que tú eres el único que puede dar valor a las imágenes  que tu mente te presenta.
Reconocer esto es muy importante, pues nos da la opción de elegir identificarnos con el sueño, con las pesadillas, o reconocer que tan solo estamos soñando.

Reflexión: Todo conflicto tiene su origen en la creencia en la separación.

martes, 28 de noviembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 332

LECCIÓN 332

El miedo aprisiona al mundo. El perdón lo libera.


1. El ego forja ilusiones. 2La verdad desvanece sus sueños malva­dos con el brillo de su fulgor. 3La verdad nunca ataca. 4Sencilla­mente es. 5Y por medio de su presencia se retira a la mente de las fantasías, y así ésta despierta a lo real. 6El perdón invita a esta presencia a que entre, y a que ocupe el lugar que le corresponde en la mente. 7Sin el perdón, la mente se encuentra encadenada, creyendo en su propia futilidad. 8Mas con el perdón, la luz brilla a través del sueño de tinieblas, ofreciéndole esperanzas y propor­cionándole los medios para que tome conciencia de la libertad que es su herencia.

2. Hoy no queremos volver a aprisionar al mundo. 2El miedo lo man­tiene aprisionado. 3Mas Tu Amor nos ha proporcionado los medios para liberarlo. 4Padre, queremos liberarlo ahora. 5Pues cuando ofrecemos libertad se nos concede a nosotros. 6Y no queremos seguir presos cuando Tú nos ofreces la libertad.


¿Qué me enseña esta lección?

El origen del miedo es la creencia en el pecado. Sin embargo, el pecado no es real, tan solo existe en la mente que, erróneamente, cree en él. Por lo tanto, el miedo, tampoco es real, tan solo existe en la mente que lo hace real.

A lo que el Hijo de Dios ha llamado pecado, es a la creencia de que se encuentra separado de su Creador, como consecuencia de haber dirigido su atención, su voluntad, hacia la dimensión física, con el único propósito de utilizar su poder creador.

Ese acto volitivo de ser “independiente” le ha llevado a dejar de aprender por “vía directa” y elegir aprender a través de la experiencia. Ese tránsito ha sido recogido en la Biblia como la necesidad de “ganar el pan con el sudor de su frente”.

El “pan” es el símbolo del alimento espiritual que enriquece nuestra conciencia. Aprender por la vía de la experiencia mundana, a través de la percepción errónea, nos conecta con la vía del dolor, en la cual, se justifica el castigo, el sufrimiento, como medidas de aprendizaje por sentirnos pecadores.

Sin embargo, existe una vía liberadora, es la vía del Perdón. Cuando perdonamos, estamos reconociendo que la verdadera naturaleza del hombre es la inocencia. El perdón nos hace recordar que podemos acceder a la verdad por la vía directa, y para conseguirlo, lo único que tenemos que hacer es ver la Unidad que nos mantiene conectado a todo lo creado.

Ejemplo.Guía: "El miedo a Amar"

¿Cómo es posible que podamos tener miedo al amor? 

Tan solo para el sistema de pensamiento del ego, nos hace partícipes de la creencia de que podemos tener miedo al amor.
Desde la Visión de Cristo, podemos asegurar que el amor no ve el miedo, por lo tanto, es imposible sentir miedo al amar:
La atracción de la culpabilidad hace que se le tenga miedo al amor, pues el amor nunca se fijaría en la culpabilidad en absoluto. 2La naturaleza del amor es contemplar solamente la verdad ­-donde se ve a sí mismo- y fundirse con ella en santa unión y en compleción. 3De la misma forma en que el amor no puede sino mirar más allá del miedo, así el miedo no puede ver el amor. 4Pues en el amor reside el fin de la culpabilidad tan inequívocamente como que el miedo depende de ella. 5El amor sólo se siente atraí­do por el amor. 6Al pasar por alto completamente a la culpabili­dad, el amor no ve el miedo. 7Al estar totalmente desprovisto de ataque es imposible que pueda temer. 8El miedo se siente atraído por lo que el amor no ve, y ambos creen que lo que el otro ve, no existe. 9El miedo contempla la culpabilidad con la misma devo­ción con la que el amor se contempla a sí mismo. 10Y cada uno de ellos envía sus mensajeros, que retornan con mensajes escritos en el mismo lenguaje que se utilizó al enviarlos. (T-19.IV.i.10)
Para el ego, el miedo a amar, llega a convertirse en uno de sus fobias favoritas, hasta tal punto es así, que gran parte del guion de lo que llama "vida" es protagonizado por escenas relacionadas con el miedo a fracasar en el amor. La causa de tanta desdicha debemos buscarla en el miedo a no ser amado. Para evitar experimentar el rechazo y el abandono, el ego despliega una serie de estrategias a cual más demente: el celo, la duda, el juicio, el castigo, etc

Cuando experimentamos una vivencia amorosa, lo que el Curso denomina relaciones especiales, lo hacemos guiado por el miedo, por la creencia en la separación y por compensación de culpa. ¿Cómo para no tener miedo a amar, desde esa perspectiva?

El miedo a perder, inspirado por el deseo de posesión, es el resultado de una mentalidad egoica. Si el Amor es libertad, las experiencias amorosas inspiradas por el ego es lo más alejado de interpretarse como una experiencia liberadora.
Todas las relaciones especiales tienen como meta el pecado, 2pues son tratos que se hacen con la realidad, a la que la aparente unión se adapta. 3No te olvides de esto: hacer tratos es fijar lími­tes, y no podrás sino odiar a cualquier hermano con el que tengas una relación parcial. 4Quizá trates de respetar el trato en nombre de lo que es "justo", exigiendo a veces ser tú el que pague, aun­que lo más frecuente es que se lo exijas al otro. 5Al hacer lo que es ''justo”, pues, tratas de mitigar la culpabilidad que emana del propósito que aceptaste para la relación.(T-21.III.2-5)
Reflexión: El perdón es la llave que nos libera de la cárcel a la que nos somete el miedo.

lunes, 27 de noviembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 331

12. ¿Qué es el ego?

1. El ego no es otra cosa que idolatría; el símbolo de un yo limi­tado y separado, nacido en un cuerpo, condenado a sufrir y a que su vida acabe en la muerte. 2Es la "voluntad" que ve a la Voluntad de Dios como su enemigo, y que adopta una forma en que Ésta es negada. 3El ego es la "prueba" de que la fuerza es débil y el amor temible, la vida en realidad es la muerte y sólo lo que se opone a Dios es verdad.

2. El ego es demente. 2Lleno de miedo, cree alzarse más allá de lo Omnipresente, aparte de la Totalidad y separado de lo Infinito. 3En su demencia cree también haber vencido a Dios Mismo. 4Y desde su terrible autonomía "ve" que la Voluntad de Dios ha sido destruida. 5Sueña con el castigo y tiembla ante las figuras de sus sueños: sus enemigos, que andan tras él queriendo asesinarlo antes de que él pueda proteger su seguridad atacándolos primero.

3. El Hijo de Dios no tiene ego. 2¿Qué puede saber él de la locura o de la muerte de Dios, cuando mora en Él? 3¿Qué puede saber de penas o de sufrimientos, cuando vive en una dicha eterna? 4¿Qué puede saber del miedo o del castigo, del pecado o de la culpabili­dad, del odio o del ataque, cuando lo único que le rodea es paz eterna, por siempre imperturbable y libre de todo conflicto, en la tranquilidad y silencio más profundos?

4. Conocer la realidad significa no ver al ego ni a sus pensamien­tos, sus obras o actos, sus leyes o creencias, sus sueños o esperan­zas, así como tampoco los planes que tiene para su propia salvación y el precio que hay que pagar por creer en él. 2Desde el punto de vista del sufrimiento, el precio que hay que pagar por tener fe en él es tan inmenso que la ofrenda que se hace a diario en su tenebroso santuario es la crucifixión del Hijo de Dios. aY la sangre no puede sino correr ante el altar donde sus enfermizos seguidores se preparan para morir.

5. Una sola azucena de perdón, no obstante, puede transformar la oscuridad en luz y el altar a las ilusiones en el templo a la Vida Misma. 2Y la paz se les restituirá para siempre a las santas mentes que Dios creó como Su Hijo, Su morada, Su dicha y Su amor, completamente Suyas, y completamente unidas a Él.


LECCIÓN 331

El conflicto no existe, pues mi voluntad es la Tuya.


1. Padre, ¡qué absurdo creer que Tu Hijo podía causarse sufrimiento así mismo! 2¿Cómo iba él a poder planear su condenación sin que se le hubiera provisto de un camino seguro que lo condujese a su liberación? 3Me amas, Padre, 4y nunca habrías podido dejarme en la desolación, para morir en un mundo de dolor y crueldad. 5¿Cómo pude jamás pen­sar que el Amor se había abandonado a Sí Mismo? 6No hay otra volun­tad que la Voluntad del Amor. 7El miedo es un sueño, y no tiene una voluntad que pueda estar en conflicto con la Tuya. 8Estar en conflicto es estar dormido; la paz, estar despierto. 9La muerte es una ilusión, y la vida, la verdad eterna. 10Nada se opone a Tu Voluntad. 11El conflicto no existe, pues mi voluntad es la Tuya.


2. El perdón nos muestra que la Voluntad de Dios es una sola y que la compartimos. 2Contemplemos los santos panoramas que hoy nos muestra el perdón, de modo que podamos encontrar la paz de Dios. 3Amén.


¿Qué me enseña esta lección?

La Paz sólo es posible cuando nuestra Voluntad es Amar y Perdonar.

Cualquier otra dirección que demos a nuestra voluntad, si no nos lleva a amar y perdonar, es una voluntad que sirve a la ilusión y al error.

Debemos ser conscientes, que del mismo modo que nuestra mente nos lleva a cometer errores, nos lleva a corregirlos y a perdonarlos. Esta lección es muy importante, pues, en el camino del despertar, podemos encontrarnos que nuestro comportamiento no siempre está a la altura de nuestras pretensiones, y cuando esto ocurre es fácil sucumbir en la tentación de caer en el sentimiento de culpabilidad y en la búsqueda del correctivo que nos libere de ella, del castigo.

Sin apenas darnos cuenta de ello, nos sorprendemos con expresiones como esta: “me he quitado un peso de encima”. Lo que hemos hecho es liberar nuestra consciencia de la culpa, que en realidad se vive como un gran peso.

Cuando nos ponemos al servicio del Espíritu Santo, le solicitamos expiación. Su respuesta nos permite tomar consciencia de la verdad en el momento en el que estamos actuando erróneamente. Ese nivel de percepción verdadera, es la antesala del despertar.

Tomar consciencia del error cuando lo cometemos, ha de llevarnos, no al castigo, sino a la satisfacción de ser consciente de ello, y a continuación, corregirlo y perdonarnos y/o perdonar a los demás.

Una vez despiertos, una vez que sabemos que nos hemos identificado con un profundo sueño, del cual hemos sido los soñadores, tendremos la visión real de que el Hijo de Dios permanece inalterable en el seno de su Creador.

Durante el sueño, olvidamos nuestro origen y caemos en manos de las estrategias del ego. Él nos convencerá de que la única realidad es la que percibe del mundo físico, pero jamás podrá encontrar la paz encontrándose en el centro del conflicto.

Ejemplo-Guía: "¿Qué situaciones son las que vives desde el conflicto?

Retomamos, hoy, la dinámica de adentrarnos en nuestro mundo interior y buscar respuestas que nos ayuden a conocernos. Esta dinámica, siempre es más directa que elegir aprender por la vía del "espejo", es decir, de recibir de los demás aquello que estamos proyectando sobre ellos.

Cada vez que ponemos en manos del ego, nuestras decisiones, debemos esperar que el resultado de las mismas, desemboquen en una experiencia conflictiva. La razón de que esto sea así, nos lo enseña la Lección de hoy. Mientras que pensemos que nuestra voluntad puede negar a la Voluntad de nuestro Padre, estaremos alimentando el conflicto y con ello, la ausencia de Paz.

Pensar en términos de ego, es decir, aplicar el sistema de pensamiento del ego, basado en la creencia de que somos seres separados de los demás y de nuestro creador (pensamos que nos hemos creado a nosotros mismos), nos lleva a dirigir nuestra vida desde la guía de nuestra voluntad. Si sembramos desde la creencia de la separación, del miedo, de la culpa, no podemos esperar que nuestra cosecha, nos aporte felicidad, dicha, plenitud, pues la separación genera luchas; el miedo, dolor y la culpa, sufrimiento.

Se hace evidente, que si no queremos vivir el conflicto, tenemos que alcanzar un nivel de coherencia con la verdad de lo que somos. Ser coherente, significa que nuestra voluntad no es otra que hacer la Voluntad de Dios. Ya hemos dicho en otra ocasión, que hacer la Voluntad de Dios es ser conscientes de lo que somos: un Ser Espiritual, ilimitado, inocente, impecable y eterno.

Esta Lección nos invita a reflexionar sobre aquellas situaciones que experimentamos desde el conflicto. No tendremos dificultad en comprobar que detrás de cada una de estas situaciones se encuentra una total falta de amor, o lo que es lo mismo, miedo.

Reflexión: Como padre, ¿qué le ofreces a tu hijo, paz o conflicto?   

domingo, 26 de noviembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 330

LECCIÓN 330

Hoy no volveré a hacerme daño.


1. Aceptemos hoy que el perdón es nuestra única función. ¿Por qué atacar nuestras mentes y ofrecerles imágenes de dolor? 3¿Por qué enseñarles que son impotentes, cuando Dios les ofrece Su poder y Su Amor y las invita a servirse de lo que ya es suyo? 4La mente que ha llegado a estar dispuesta a aceptar los regalos de Dios ha sido reinstaurada al espíritu, y extiende su libertad y su dicha tal como dispone la Voluntad de Dios unida a la suya pro­pia. 5El Ser que Dios creó no puede pecar, por lo tanto, no puede sufrir. 6Elijamos hoy que Él sea nuestra Identidad, para poder así escapar para siempre de todas las cosas que el sueño de miedo parece ofrecernos.

2. Padre, es imposible hacerle daño a Tu Hijo. 2Y si creemos sufrir, es sólo porque no reconocemos la única Identidad que compartimos Con­tigo. 3Hoy queremos retornar a Ella, a fin de librarnos para siempre de todos nuestros errores y salvarnos de lo que creíamos ser.

¿Qué me enseña esta lección?

¿Quién ha creado el pecado? ¿Quién le ha otorgado tanto poder a esa creencia?

¿Acaso reporta algún beneficio creerse un pecador?

No, no es el cuerpo, la causa que buscamos. El cuerpo está bajo el mandato de la mente. Por lo tanto, el origen de la creencia en el pecado procede de la dirección que le ha otorgado el Hijo de Dios a la mente. El pecado es un pensamiento.

Mientras que existía plena conexión con el Padre, el Hijo de Dios, compartía la Voluntad de Su Creador.  La elección de hacer un uso individualizado de la voluntad, le llevó a adquirir una nueva visión, la separación. Percibir, le lleva a la creencia de que se encuentra separado del resto y de su creador.

A este acto, le asignó la cualidad del pecado y se marcó el firme propósito de recuperar su estado de pureza, para lo cual, renunció a la inocencia, a la felicidad, a la alegría, a la abundancia y cedió su hegemonía a la culpa, al castigo, al dolor, al sufrimiento, a la tristeza, a la enfermedad y a la muerte.

Condenar nos atribuye poder sobre los demás, pero en realidad, es una búsqueda de dominio propio. Nos sentimos culpables por lo que hacemos, pero no por amor a actuar correctamente, sino por miedo. Podríamos considerar nuestras acciones como erróneas, en vez de pecaminosas, pues el error se corrige, mientras que el pecado nos lleva a exigir castigo y sufrimiento.

Soy Hijo de Dios, inocente y puro. No juzgaré mis actos condenatoriamente y no exigiré castigo para tomar consciencia de mis errores. Me perdono y perdono al mundo. Me libero de toda culpa.

Mi mente sirve al Amor y mis ojos ven la Unidad en todo lo creado. 

Ejemplo-Guía: "Una historia real de culpa y dolor"

Resumo brevemente, el sentimiento de una persona que decide compartir su sufrimiento con el único deseo de encontrar comprensión y amor.

"Me encuentro agotada. Hay momentos en los que no deseo vivir por más tiempo la vida que estoy experimentando. No tengo fuerzas para seguir adelante con esta carga".

Madre de familia, que se enfrenta a una experiencia de fracaso en su matrimonio y que sufre muy intensamente al ver que su familia está desecha. Se ve obligada a tener que tomar decisiones que a veces no le aportan paz, pero al mismo tiempo se siente engañada y humillada, lo que la lleva a una lucha interior que la agota.

Esta persona visualiza su vida desde el papel de víctima. No comprende, cómo ha podido llegar a esta situación, cuando ha ofrecido tanto en su relación. En su mundo interno, mantiene oculto sentimientos de culpa hacia la situación de uno de sus hijos. El recuerdo de un embarazo no deseado y los actos afrontados, a veces inconscientemente, para no desear que esa criatura llegase a este mundo, ahora la atormentan al contemplar las limitaciones con las que nació su hijo. A pesar de estar entregada en cuerpo y alma en la educación y cuidado de ese hijo, no puede evitar sentir un profundo dolor al verse culpable de esa experiencia.

Este alma debe comprender, que entre padres e hijos, entre esposo y esposa, entre hermanos, siempre hay un pacto de amor que los hace cómplices para que cada una de las partes de la relación pueda afrontar el programa que su Ser Divino ha elegido. Con la visión del ego, con la creencia en la separación, esta luz no se percibe. Pero cuando logramos recordar lo que realmente somos, entonces sí abrimos los ojos a la realidad y dejamos de ver la ilusión.

Un nuevo argumento alcanza la mente de esta madre y esa visión le aporta paz. No hay culpa. Nunca la habido, salvo por su creencia en ella.

Esa práctica de perdón, aplicada a la relación de su matrimonio, le permitirá alcanzar, igualmente, el estado de paz deseado. Comprender que los demás son nuestras proyecciones, nos permite verlo como nuestros maestros, pues nos están revelando nuestro mundo interno. Ese pacto de Amor, no pertenece a este mundo. Se elige en el Cielo y su plan consiste en ser útiles, unos a otros, en el inevitable encuentro con el Plan de Salvación.

Reflexión: Tan solo desde la ilusión, podemos hacer real el sufrimiento y el dolor.