sábado, 26 de agosto de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 238

LECCIÓN 238

La salvación depende de mi decisión.

1. Padre, Tu confianza en mí ha sido tan grande que debo ser digno de ella. 2Tú me creaste y me conoces tal como soy. 3Y aun así, pusiste en mis manos la salvación de Tu Hijo y dejaste que dependiera de mi deci­sión. 4¡Cuán grande debe ser Tu amor por mí! 5Y mi santidad debe ser asimismo inexpugnable para que hayas puesto a Tu Hijo en mis manos con la certeza de que Aquel que es parte de Ti, y también de mí, puesto que es mi Ser, está a salvo.

2. Y así, hoy volvemos a hacer otra pausa para pensar en lo mucho que nos ama nuestro Padre. 2Y cuán querido sigue siendo para Él Su Hijo, quien fue creado por Su Amor y en quien el Amor de Su Padre alcanza su plenitud.


¿Qué me enseña esta lección?

La Salvación es mi elección.

El ego nos enseña, erróneamente, que nuestra felicidad, nuestra salvación depende de factores externos; depende de que nos entreguemos en la búsqueda de aquello que nos permitirá conseguir nuestros objetivos.

Siguiendo esa voz, somos capaces de llevar a cabo los más variopintos sacrificios. Si hay que sufrir para conseguir el objetivo, estamos dispuestos a ello.

En cambio, todo es más fácil y sencillo cuando decidimos prestar atención a la Voz de nuestro Espíritu, nuestro verdadero guía. Es tan fácil, como entregar al Espíritu Santo, todos nuestros asuntos, al tiempo, que le pedimos que nos permita la Expiación de todos  nuestros errores, y muy especialmente, el que nos lleva a creer que estamos separados de nuestro creador y que somos pecadores.

La Salvación es mi elección. Hoy elijo servir a Dios con Amor.

Ejemplo-Guía: "¿Somos conscientes de que cada instante de nuestra vida es una elección?

No, personalmente, debo reconocer que no soy consciente de que esté tomando decisiones permanentemente. Reconocerlo, es ya un primer paso que considero importante.

Este reconocimiento, nos lleva a reflexionar sobre aquellas cosas que hacemos de las cuales somos totalmente inconscientes. Por ejemplo, el acto de respirar, es un acto automático, tan importante, que si dejáramos de hacerlo, la vida del cuerpo físico tendría su fin. Pero el hecho de que concentremos nuestra atención en la respiración, o lo que es lo mismo, que hagamos consciente dicho acto, nos lleva a un estado de profunda concentración y de paz interior.

La propuesta de la Lección de hoy, es aún más relevante que el acto automático e la respiración, pues nos enseña que la salvación es un logro que no depende de factores externos a nosotros, sino todo lo contrario, la salvación es nuestra decisión.

¿Qué insinúa dicha afirmación, que no soy feliz debido a que no lo he elegido?

Efectivamente. Se requiere un cambio en nuestro sistema de pensamiento para aceptar esa afirmación, pero merece la pena reflexionar sobre ello. Estamos muy habituados a culpar al mundo externo de todo cuanto nos ocurre y que nos impide ser felices y de gozar de paz.

La razón de que esto sea así, nos mantiene "separados" de la verdad. El vernos implicados como cosechadores de nuestras siembras, cuando los frutos son amargos, nos lleva a negar dicha implicación y preferimos dirigir nuestra mirada al mundo exterior y proyectar nuestra culpa hacia la víctima de turno: nuestros padres, nuestros hijos, nuestra pareja, nuestro jefe, nuestro amigo que lo convertimos en enemigo, nuestro vecino, etc.

Si la salvación no estuviese en nuestras manos, jamás la recordaríamos, pues nadie nos puede dar lo que ha tenemos, pero que hemos olvidado. Por otro lado, nadie puede dar lo que no tiene.

Si bien la salvación es una elección propia (no puede ser de otra manera, dado que ha sido una elección propia escindirnos de ella), una vez recordada, podemos compartirla, pues en verdad la salvación es el resultado de haber tomado consciencia de que somos Hijos del Amor. Compartir la salvación, es lo mismo que expandir nuestro Amor. Cuando Amamos, estamos contagiando, estamos sintonizando con la esencia verdadera del Ser.

Reflexión: ¿Elegimos la salvación? ¿Cómo?

viernes, 25 de agosto de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 237

LECCIÓN 237

Ahora quiero ser tal como Dios me creó.

1. Hoy aceptaré la verdad acerca de mí mismo. 2Me alzaré glo­rioso, y dejaré que la luz que mora en mí irradie sobre el mundo durante todo el día. 3Le traigo al mundo las buenas nuevas de la salvación que oigo cuando Dios mi Padre me habla. 4Y contem­plo el mundo que Cristo quiere que yo vea, consciente de que pone fin al amargo sueño de la muerte; consciente de que es la llamada que mi Padre me hace.

2. Cristo se convierte hoy en mis ojos, y en los oídos que escuchan hoy la Voz que habla por Dios. 2Padre, vengo a Ti a través de Aquel que es Tu Hijo, así como mi verdadero Ser. 3Amén.


¿Qué me enseña esta lección?

Soy consciente de mi dualidad. Soy consciente de que mi mente puede servir al ego, para lo cual tan sólo debo continuar identificándome con el cuerpo y con el mundo material, o bien, puede elegir servir a Dios, para lo cual debo despertar del sueño que me mantiene prisionero de la ilusión.

Soy consciente de mi dualidad. Soy consciente de que puedo seguir adorando el mundo que he fabricado basado en la visión de la separación, un mundo donde impera el miedo, la culpa, el sufrimiento, el dolor, la enfermedad y la muerte, o bien, puedo elegir Ser tal como Dios me creó, es decir, Uno con su Pensamiento y Uno con el resto de la Filiación. Un  ser creador, basado en la visión de la Unidad y que se expresa desde el Amor, la Gracia, la Abundancia, la Felicidad, la Perfección, la Salud y la Vida.

Soy consciente de mi dualidad. Soy consciente de que vivo en la temporalidad y en el temor a Dios, o bien, soy consciente de que Soy Eterno y de que Amo a Dios.

Hoy, hago consciente mi verdadera condición de Hijo de Dios.

Ejemplo-Guía: "Ser consciente de la dualidad"

Hoy quiero haceros llegar una propuesta, de tal modo, que dicha propuesta pueda servirnos como ejemplo-guía a nivel individual.

Aplicar la Lección de hoy, bajo mi punto de vista, es una invitación a ser conscientes de lo que queremos. Podemos elegir poner nuestra mente al servicio del ego y continuar con nuestro habitual sistema de pensamientos o, en cambio, podemos elegir poner nuestra mente al servicio del Espíritu y apostar por ver las cosas de otra manera.

Muchos de nosotros, no tenemos claro qué debemos elegir y esa duda nos lleva, de forma automática, a plantearnos el cómo debemos hacer las cosas. Ya hemos visto en una anterior Lección lo que significa el empleo del "cómo".

La propuesta que quiero haceros es una experiencia íntima. Se trata de llevar a cabo una reflexión sobre un día cotidiano de nuestra vida (no se trata de hacer algo especial) y observar nuestros pensamientos, nuestras reacciones y nuestros actos.  Una apreciación previa a este ejercicio: la observación no debe ir acompañada de juicio condenatorio. Por ejemplo: "observo que el vecino me ha sacado de mis casillas y he perdido los nervios, lo que me ha llevado a insultarte y cuando pienso en lo que he hecho me siento muy culpable".

Se trata de observarnos y tomar nota de nuestros pensamientos, sentimientos, emociones y acciones, sin ánimo reprobatorio. El propósito de esta observación es que tomemos consciencia de la dirección de nuestra mente y aprendamos a identificar lo que es servir al ego o servir al Espíritu.

No pasa nada si llegamos a la conclusión de que somos seres duales, de que nuestra mente, está al servicio del ego y a intervalos, sirve al Espíritu. Llegar a esa conclusión es todo un avance, pues se trata de tomar consciencia, de despertar y para ello es imprescindible que sepamos que lo que hemos llamado realidad es tan solo un sueño y que somos los soñadores del sueño.

Cuando nuestra mente esté plenamente al servicio del Espíritu, habremos alcanzado ese instante santo al que llaman despertar y habremos dejado de ser ciudadanos de este mundo para vivir plenamente en el Cielo, nuestro verdadero Hogar.

Reflexión: ¿Qué buena nueva de salvación comparto con el mundo?

jueves, 24 de agosto de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 236

LECCIÓN 236

Gobierno mi mente, la cual sólo yo debo gobernar.

1. Tengo un reino que gobernar. 2Sin embargo, a veces no parece que yo sea su rey en absoluto, 3sino que parece imponerse sobre mí, y decirme cómo debo pensar y actuar y lo que debo sentir. 4No obstante, se me ha dado para que sirva cualquier propósito que yo perciba en él. 5La única función de mi mente es servir. 6Hoy la pongo, al servicio del Espíritu Santo para que Él la use como mejor le parezca. 7De esta manera, soy yo quien dirige mi mente, que sólo yo puedo gobernar. 8Y así la dejo en libertad para que haga la Voluntad de Dios.

2. Padre, mi mente está dispuesta hoy a recibir Tus Pensamientos y a no darle entrada a ningún pensamiento que no proceda de Ti. 2Yo gobierno mi mente, y te la ofrezco a Ti. 3Acepta mi regalo, pues es el que Tú me hiciste a mí.


¿Qué me enseña esta lección?

Nuestra mente, es como un caballo desbocado, difícil de controlar y gobernar. Sus impulsos desenfrenados nos llevan a cometer los actos más dementes que nos podamos imaginar.

Es muy importante tomar consciencia, de que la función de la mente es servir. Nuestra verdadera Esencia no es la mente, sino Aquel que la utiliza para llevar a cabo su voluntad.

Si nuestra Voluntad, es servir a nuestro Padre, es decir, si nuestra Voluntad es hacer la Voluntad de nuestro Creador, entonces, la mente se pone al servicio del Amor, de la Unidad, de la Dicha, de la Felicidad, de la Plenitud.
Ahora bien, si nuestra voluntad es servir al ego, o lo que es lo mismo, si nuestra voluntad es servir al cuerpo físico, al mundo material, la mente se pone al servicio del miedo, de la separación, de la culpa, del dolor, de la enfermedad y el sufrimiento.

La cuestión que debemos responder es: ¿A quién va a servir nuestra mente?

Yo elijo servir a Dios.

Ejemplo-Guía: "¿Qué uso hacemos de la mente?

La Física Cuántica, desde un punto de vista innovador, mantiene teorías científicas que vienen a confirmar lo que los místicos y el conocimiento espiritual recoge en sus enseñanzas. Todo, en el universo, está impregnado por una esencia que se convierte en la Causa que da lugar a todo lo creado. 

Dios no creó el Universo de la Nada, sino que esa "Nada" tiene un fundamento, es la "materia" no tangible con la que el Creador ha diseñado Su Obra. Muchos físicos cuánticos se refieren a esta esencia, como "El Campo" y las corrientes espirituales, lo definen como la "Región del Pensamiento Abstracto" o "Mundo Divino". No importa el término que utilicemos para nombrarla, lo que en verdad importa es que ese "Campo", esa "Región" es el escenario de las infinitas posibilidades. En él encontramos a nivel potencial toda la Información a título de fuente. Tan solo cuando proyectamos nuestra mente sobre él, esa energía alcanza una dimensión más concreta. Cuando esto ocurre, la mente fabrica el mundo material, el mundo de la percepción, el mundo de la ilusión.

Nuestra mente se encuentra plenamente identificada con el plano denso. Esa identificación nos lleva a creer, erróneamente, que somos el cuerpo que percibimos. Pero como bien nos enseña la Lección de hoy, la mente está a nuestro servicio, lo que significa que podemos dirigirla, gobernarla y utilizarla para lo que nuestra voluntad desee.

La mente nos muestra ese campo de infinita posibilidades y nosotros decidimos si lo haremos realidad o no. Parece fácil, pero es obvio que requiere práctica y sobre tener la certeza de que somos nosotros los que tenemos la capacidad de elegir. La mente no es la que elige, pero cuando nos habituamos a tomar las mismas decisiones y cuando nos movemos a través de creencias, es lógico que responda en forma automática. Es por ello, que debemos observar nuestros pensamientos y sin juzgarlos, decidir si le seguimos prestando atención o por el contrario, elegimos ver las cosas de otra manera.

Podemos comenzar a practicar con pensamientos cotidianos. Por ejemplo, mi mente se encuentra preocupada por una situación que me produce miedo. Observa el pensamiento. No tiene ningún poder sobre ti. Forma parte del campo de las infinitas posibilidades, lo que significa que puedes elegir otro pensamiento que lo sustituya y que te aporte serenidad. En la medida en que vamos practicando, nos habituaremos a la práctica de la elección consciente.

Cuando elegimos poner nuestra mente al servicio del Espíritu Santo, su dirección nos llevará a la Expiación, esto es, a la corrección de la mente errada. 

Reflexión: ¿A quién sirve nuestra mente?

miércoles, 23 de agosto de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 235

LECCIÓN 235

Dios, en Su misericordia, dispone que yo me salve.

1. Tan sólo necesito contemplar todo aquello que parece herirme, y con absoluta certeza decirme a mí mismo: "La Voluntad de Dios es que yo me salve de esto", para que de inmediato lo vea desaparecer. 2Tan sólo necesito tener presente que la Voluntad de mi Padre para mí es felicidad, para darme cuenta de que lo único que se me ha dado es felicidad. 3Tan sólo necesito recordar que el Amor de Dios rodea a Su Hijo y mantiene su inocencia eterna­mente perfecta, para estar seguro de que me he salvado y de que me encuentro para siempre a salvo en Sus Brazos. 4Yo soy el Hijo que Él ama. 5Y me he salvado porque Dios en Su misericordia así lo dispuso.

2. Padre, Tu Santidad es la mía. 2Tu Amor me creó e hizo que mi ino­cencia fuese parte de Ti para siempre. 3No hay culpabilidad o pecado en mí, puesto que no los hay en Ti.


¿Qué me enseña esta lección?

La creencia en el pecado y la consecuencia derivada de dicha creencia, la culpa, nos condiciona y nos hace partícipes de un gran error: la necesidad de perpetuar la visión de que cada vez que damos, inscribimos una deuda pendiente en el libro del “Debe y del Haber”.

Si miramos a nuestro alrededor, el propio sistema social, es una declaración exacta de esa creencia, argumentada y defendida por el ego. Cuando damos, exigimos la devolución de lo que hemos dado, y en muchos contextos, exigimos, igualmente, los intereses de lo prestado.

Observemos nuestro comportamiento y descubriremos lo arraigado que se encuentra esa dinámica en nuestras creencias, sean estas consciente o inconscientes. Un amigo o un conocido nos obsequia con un regalo y de forma inmediata nos sentimos en “deuda” con él. Detrás de este sentimiento, se encuentra el rastro imborrable de las huellas de la culpabilidad. El origen de esta creencia se encuentra en la visión de que nos encontramos separados unos de otros. De hecho, el pecado original significa salid de un Estado de Unidad y pasar a un estado de separación.

Cada vez que nos relacionamos con nuestros hermanos, vemos el rostro del pecado y de la culpa en él, aunque en verdad, lo que realmente estamos haciendo es proyectar sobre ellos, nuestro propio sentimiento de pecabilidad y de culpa. Ese sentimiento, nos lleva a creer que cuando damos estamos perdiendo, de ahí que exijamos la devolución de lo que hemos dado.

La creencia en la “deuda” ha dado lugar a la creencia en la reencarnación. Volvemos una y otra vez a encarnarnos con la intención de pagar aquello que “debemos” y muchas veces no es necesario que el otro nos lo reclame, es suficiente que nosotros creamos que estamos en deuda. El miedo está sustituyendo al amor, pues de haber amor, no habría deuda.

Es hora de que liberemos nuestra consciencia de esa falsa creencia. Es hora de que amemos la misericordia que nuestro Padre nos dispensa, pues en ella, está nuestra salvación.

Es hora de que demos sin reclamar deuda alguna, pues dando a los demás, realmente estamos dándonos a nosotros mismos. Esa es la creencia en la Unidad.

Es hora de que veamos la Realidad: no hay pecado o culpabilidad en mí. Si hemos aceptado la idea de que Dios es nuestro Creador; Si hemos aceptado la verdad de que nos ha creado a Su Imagen y Semejanza, ¿cómo podemos ver culpabilidad en nosotros? Si así lo hacemos estamos aceptando que existe, igualmente, culpabilidad en Él.

Ejemplo-Guía: "Si la Voluntad de Dios es que seamos felices, ¿por qué sufrimos?

En la experiencia del "sueño" que creo estar experimentando, hago real el programa de ser padre. Digo esto, porque pienso que la conciencia que se adquiere en dicho papel nos puede ayudar a comprender la razón por la cual la Voluntad de Dios es que seamos felices.

Os puedo asegurar, que en conciencia de ego, mi felicidad pasa porque mi hijo sea feliz. Es importante hacer esa apreciación "en conciencia de ego", pues con ello estoy revelando que he recordado que soy el soñado del sueño, lo que me permite expresar que tengo la libre elección de elegir qué sueño protagonizar. Más allá de esta reflexión, soy consciente de que mi felicidad no depende de la felicidad de mi hijo. La felicidad es un estado que acompaña a la visión de la verdad de lo que somos. Tener la certeza de que somos un Ser Espiritual, en plena comunión con nuestro Hacedor, tan solo nos conduce a la felicidad.

Sí, mi voluntad es que mi hijo sea feliz, pero debe reconocer, que también he protagonizado el papel de hijo, y ello me lleva a reconocer, que a pesar de la guía incondicional y desinteresada de mi padre para que sea feliz y no sufra, no siempre he seguido su orientación, pues he preferido elegir por mi mismo. Esa libre elección, me ha llevado a experimentar dolor y sufrimiento y a reconocer que de haber seguido guía propuesta por mi padre me hubiese evitado esa experiencia.

En verdad, lo que nos invita este ejemplo es a reflexionar sobre el "libre albedrío". Si Dios pudiese intervenir en nuestras erradas decisiones, esa expresión propia de la voluntad, no se tendría. Podemos orientar, señalar el camino, pero no podemos andarlo por nadie. Desde esta visión, el error, aparece como una oportunidad de elegir de nuevo. Pero no siempre es así, y en muchas ocasiones cuando entendemos que hemos fallado, permitimos que la culpa ocupe nuestros pensamientos y emociones, llevándonos a condenarnos, privándonos así de la felicidad.

El Amor es el camino y Dios nos transmite Su Pensamiento desde la Fuente donde emana la Esencia del Amor. Todos somos Hijos del Amor y cuando esa esencia es ocultada por nuestros miedos, somos testigos de comportamientos dementes. La observación de este tipo de comportamiento nos lleva a condenar al actor de ellos. Me pregunto, qué pasaría si en vez de condenarlo, lo perdonásemos. Me pregunto, como me gustaría que me tratasen si en algún momento tengo un comportamiento reprochable. Todo acto que encuentre su causa en el miedo, la única manera de salvarlo es eligiendo una nueva causa, en este caso, la causa debe ser el Amor.

Aplicar lo que decimos en el mundo, exige un paso previo: perdonarnos. No podemos dar lo que no tenemos. No podemos liberar o cambiar nada, si nos estamos condenando a nosotros mismos. La transformación empieza por nosotros mismos.

Reflexión: ¿La felicidad se puede imponer?

martes, 22 de agosto de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 234

LECCIÓN 234

Padre, hoy vuelvo a ser Tu Hijo.

1. Hoy vislumbraremos el momento en que los sueños de pecado y de culpa hayan desaparecido y hayamos alcanzado la santa paz de la que nunca nos habíamos apartado. 2Sólo un instante ha transcurrido entre la eternidad y lo intemporal. 3Y fue tan fugaz, que no hubo interrupción alguna en la continuidad o en los pen­samientos que están eternamente unidos cual uno solo. 4Jamás ocurrió nada que perturbase la paz de Dios el Padre ni la del Hijo. 5Hoy aceptamos la veracidad de este hecho.

2. Te agradecemos, Padre, que no podamos perder el recuerdo de Ti ni el de Tu Amor. 2Reconocemos nuestra seguridad y Te damos las gracias por todos los dones que nos has concedido, por toda la amorosa ayuda que nos has prestado, por Tu inagotable paciencia y por habernos dado Tu Palabra de que hemos sido salvados.


¿Qué me enseña esta lección?

El Hijo de Dios, haciendo uso del Libre Albedrío, eligió ver las cosas de otra manera. Gozaba de la Plena Unidad de su Padre. No tenía necesidad de nada, pues era alimentado directamente de la Fuente Mental de su Creador.

En ese Estado Paradisíaco de Unidad, no existía el deseo, ni la necesidad de satisfacer la apetencia de conocer. Pero sí existía el impulso de crear, de elegir, de expresar el potencial de la Voluntad.

Llamado por ese impulso creador innato en el Ser, el Hijo de Dios eligió satisfacer el afán de "conocer" por sí mismo. Ese impulso forma parte de la esencia de todo Ser.  

El Hijo de Dios, se embarca en un viaje que ha de llevarle a tomar conciencia de su individualidad, en detrimento de olvidar que sigue formando parte de la Unidad de la cual emanó. En ese viaje, cree caminar sólo y, aunque percibe la presencia de otros viajantes, los evidencia separados de él.

La visión y percepción del mundo material le lleva a creer, erróneamente, que su identidad es el cuerpo físico y adquiere una conciencia temporal, olvidando su origen eterno.

Hoy es un día en el que podemos recuperar la Visión de lo que Somos realmente; hoy es un día en el que debemos dar gracias a Dios, por permitirnos re-cordar nuestra condición divina. Hoy es un día en el que reclamamos nuestra herencia espiritual y nos manifestamos tal y como Dios nos ha creado.

Hoy, Padre, es sin duda un día festivo, pues tu Hijo vuelve a su Hogar.

Ejemplo-Guía: "¿Cómo te imaginas un mundo en el que el hombre ha recordado que es el Hijo de Dios?

El nacimiento al mundo físico viene, habitualmente, acompañado por el llanto de la criatura. Ese llanto se convierte en la evidencia de que el cuerpo responde al nuevo estado de percepción que le ofrece el mundo.

El estado previo al nacimiento, ese cuerpo ha estado en contacto directo con su creador. El vientre materno ha constituido su hogar durante el periodo que ha durado su gestación. En ese estado, podemos decir, que hemos gozado de la plenitud, de la seguridad y de la abundancia que nos ha dispensado nuestro hacedor. Pero en dicho estado, no se ha tenido conciencia propia, no hemos sentido necesidad, formamos parte de nuestro creador.

Utilizar ese símil para intentar comprender la relación de Dios y Su Hijo, puede ayudarnos a entender el estado actual de conciencia con la que se encuentra identificado el hombre. No mantenemos recuerdo de nuestra relación directa con Dios. Nuestra memoria se encuentra identificada con la información que recibe del mundo de percepción, esto es, del escenario que fabricamos cuando nos desvinculamos de nuestro creador. 

El recuerdo de que soy el Hijo de Dios, me lleva a imaginar un mundo libre de miedos. La percepción verdadera de lo que soy, me lleva a aceptar que mi función en este mundo es extender el amor a través de la visión del perdón, lo cual se traducirá en ser la muestra viviente de una visión inocente e impecable.

¿Cuántas almas deben alcanzar esa visión para que el mundo se transforme, del miedo al amor?

Un Curso de Milagros, nos aporta una información que nos puede ser de utilidad de cara a este tema:

"Hoy sólo se necesitan dos que deseen gozar de felicidad para que se la ofrezcan al mundo entero. Sólo se necesitan dos que comprendan que no pueden decidir por su cuenta, para garanti­zar que el júbilo que pidieron sea plenamente compartido por todos. Pues han entendido la ley básica que les otorga poder a todas las decisiones y les confiere todos los efectos que ellas jamás puedan tener. Sólo se necesitan dos. Estos dos tienen que haberse unido antes de que se pueda tomar una decisión".

El número dos, la dualidad, se convierte en la puerta de retorno hacia la unidad, una unidad que es recordada. Si integramos al otro en nuestro interior, estaremos recordando que nunca ha existido separación, salvo en nuestra falsa creencia en que podemos estar separados de nuestra Fuente y de Su Creación.

Parafraseando el Principio de Arquímides "Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo", podemos expresar: "Integra a tu hermano y vencerás al mundo"


Reflexión: Integrando a nuestro hermano. ¿Existe, el otro?

lunes, 21 de agosto de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 233

LECCIÓN 233

Hoy le doy mi vida a Dios para que Él la guíe.

1. Padre, hoy te entrego todos mis pensamientos. 2No quiero quedarme con ninguno de ellos. 3En su lugar, dame los Tuyos. 4Te entrego asi­mismo todos mis actos, de manera que pueda hacer Tu Voluntad en lugar de ir en pos de metas inalcanzables y perder el tiempo en vanas imaginaciones. 5Hoy vengo a Ti. 6Me haré a un lado y simplemente Te seguiré. 7Sé Tú el Guía hoy, y yo el seguidor que no duda de la sabiduría de lo Infinito, ni del Amor cuya ternura no puedo comprender, pero que es, sin embargo, el perfecto regalo que Tú me haces.

2. Hoy nos dirige un solo Guía. 2Y mientras caminamos juntos le entregamos este día sin reserva alguna. 3Éste es Su día. 4Y por eso es un día de incontables dones y de infinitas mercedes para nosotros.


¿Qué me enseña esta lección?

El ego no entiende los designios de Dios. Prefiere culpar al Creador de su mala suerte, de su mala fortuna. De este modo, adquiere el rol de víctima antes que reconocer que en la vida cosechamos aquello que sembramos.

Existe un dicho popular donde vivo, que dice” “Solo nos acordamos de Santa Bárbara, cuando truena”. Es frecuente que recurramos a la Divinidad tan sólo cuando las cosas nos van mal, pero no antes. Esta situación nos recuerda, que no utilizamos nuestros valores espirituales en la fase de creación, pero sí pretendemos que, en la fase de los efectos, todo nos sonría y nos aporte felicidad y éxitos.

Esas creencias están obsoletas. Pensar que nuestros pensamientos y sentimientos no contribuyen en  las experiencias que vivimos, es determinar que Dios juega caprichosamente al azar con nuestro destino. Cuando en verdad, Dios, respeta la libertad con la que nos ha dotado, nuestro libre albedrío.

Hoy, entrego todos mis pensamientos, sentimientos y acciones a mi Creador. Hoy, decido crear en Su Nombre y para ello, deseo que sea su Voluntad la que se exprese a través de mí.

En la medida en que dirijo mi Amor hacia Dios, estoy recibiendo ese Amor multiplicado por mil. Aquello que damos, recibimos.

Cuando ese Amor se hace carne, entonces, nos expandimos a través de nuestros hermanos, con los que compartimos la condición de Seres Divinos, de Hijo de Dios.


Ejemplo-Guía: "¿A quién elijo entregar mi vida? 

En la Lección de ayer, hacíamos una reflexión sobre cómo debíamos vivir las enseñanzas del Curso y decíamos que la búsqueda del "cómo" nos lleva a situarnos en el escenario de la percepción, de la conciencia, y dicho escenario es el habitat natural del ego, el cual acostumbra a basar sus creencias en el juicio, en las reglas, en las leyes, que limitan la expresión natural del Ser.

Bueno, en el día de hoy, el Curso nos invita a que continuemos profundizando en la línea ya trazada, que ha de conducirnos a tomar consciencia de lo que somos en realidad. Si ayer pedíamos que Dios permaneciese en nuestra mente, hoy tomamos la decisión más importante, Le entregamos nuestra vida.

La pregunta que da título al ejemplo-guía, nos lleva a dar una respuesta clara y sincera. ¿A quién estamos entregando nuestra vida? Quizás te sientas llamado a reflexionar sobre tus actos, pero sí así lo hacemos, nos encontraremos con el "cómo-conciencia", que nos aportará una información de cómo nos comportamos en el mundo, con lo cual nos está revelando, que albergamos la creencia de que este mundo es real. Por otro lado, nos llevará a realizar un juicio condenatorio de todas nuestras acciones consideradas "malas". Buscamos lo bueno y nos encontramos con su polaridad, a la cual condenamos y nos condenamos.

Sí, soy consciente de que hay que realizar una elección. Pero esa debe ser nuestra única decisión, la cual debe realizarse en el nivel de las "causas", en el nivel mental, no en el de los efectos, no en el cómo hacer las cosas. Si nuestra elección es que elegimos entregar nuestra vida a Dios, es por una única razón, hemos recordado que somos Su Hijo. Si elegimos entregar nuestra vida al ego, es por una única razón, tenemos la creencia de que somos un cuerpo.

Y una vez que hemos elegido entregar nuestra vida a Dios, ¿qué?

Si una vez que tenemos la certeza de que somos el Hijo de Dios, nos planteamos esta cuestión, es que no hemos entendido la pregunta, lo que nos lleva a no, entender, igualmente, la respuesta. Tener la certeza de Ser el Hijo de Dios, es suficiente y no importa cómo hagamos las cosas, pues sin duda no haremos nada que no sea Su Voluntad, es decir, gozaremos de la visión de que lo único que debemos hacer es expresar nuestra voluntad.

Un Curso de Milagros, en el Capítulo 30, en su apartado I, lo dedica a describir "Reglas para tomar decisiones". 

"1. Tomar decisiones es un proceso continuo, 2pero no siempre te das cuenta de cuándo las estás tomando. 3Mas con un poco de práctica con aquellas de las que ya eres consciente, comienza a establecerse un patrón que te ayudará con las demás. 4No es con­veniente que te preocupes por cada paso que tengas que dar. 5Si adoptas una perspectiva correcta al despertar, habrás ganado ya una gran ventaja. 6Mas si experimentas gran resistencia y ves que tu resolución flaquea, es que todavía no estás listo. 7No luches contra ti mismo. 8Piensa más bien en la clase de día que te gustaría tener, y dite a ti mismo que hay una manera muy fácil de que este mismo día pueda transcurrir así. 9Trata entonces una vez más de tener la clase de día que deseas.

2. (1) Este enfoque comienza con la siguiente declaración: 


2Hoy no tomaré ninguna decisión por mi cuenta.

Os invito a completar la lectura de dicho punto. Si te preocupa cómo dedicar el día a Dios una vez elegido entregarle tu vida, te ayudará a comprender que no debemos tomar decisiones por nuestra cuenta, pues serán decisiones inspiradas por el ego. 

Reflexiones: Las decisiones que tomo por mi cuenta, me llevan a...

domingo, 20 de agosto de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 232

LECCIÓN 232

Permanece en mi mente todo el día, Padre mío.

1. Padre mío, permanece en mi mente desde el momento en que me despierte, y derrama Tu luz sobre mí todo el día. 2Que cada minuto sea una oportunidad más de estar Contigo. 3Y que no me olvide de darte las gracias cada hora por haber estado conmigo y porque siempre estás ahí presto a escucharme y a contestarme cuando te llamo. 4Y al llegar la noche, que todos mis pensamientos sigan siendo acerca de Ti y de Tu Amor. 5Y que duerma en la confianza de que estoy a salvo, seguro de Tu cuidado y felizmente consciente de que soy Tu Hijo.

2. Así es como debería ser cada día. 2Practica hoy el final del miedo. 3Ten fe en Aquel que es tu Padre. 4Deja todo en Sus Manos. 5Deja que Él te revele todo y no te desanimes, pues eres Su Hijo.


¿Qué me enseña esta lección?

Diariamente, desde que despierto, mi primer pensamiento es para agradecer a Dios la oportunidad que me ofrece para dar testimonio, en el mundo, del Amor.

Le doy gracias por permitirme tomar consciencia de lo que Soy.

Hablo con Él, y le pido que tenga paciencia conmigo, pues aún cometo errores. En realidad, me doy cuenta, de que Él no aprecia mis errores, y que debo ser yo, el que perdone todos y cada uno de los juicios condenatorios que me aplico.

¡Hágase Tu Voluntad, Padre…, y dame luz para ver cuál es mi función en el mundo! Si he de compartir tus Milagros con el mundo, guía mis pasos allí donde deba otorgarlos en tu Santo Nombre.

En mi dialogo matinal, me fortalece llevar a cabo la siguiente plegaria:

“Estoy aquí únicamente para ser útil.
Estoy aquí en representación de Aquel que me envió.
No tengo que preocuparme por lo que debo decir ni por lo que debo hacer, pues Aquel que me envió me guiará.
Me siento satisfecho de estar dondequiera que Él desee, porque sé que Él estará allí conmigo.
Sanaré a medida que le permita enseñarme a sanar”.

A lo largo del día, procuro restablecer el dialogo. Siempre hay algún tema que me gusta compartir con Él.

Antes de ir a dormir, mi último pensamiento lo dedico para agradecerle la ayuda prestada.

Desde que practico esta comunicación con Dios y con el Espíritu Santo, mi vida  tiene otro sentido. Me siento protegido y en Paz, sabiendo que mi única función es Amar.

Ejemplo-Guía: ¿Cómo debo vivir cada día según las enseñanzas del Curso?

Es inevitable que todos, en alguna ocasión, a lo largo del estudio de las enseñanzas recogidas en Un Curso de Milagros, se haya hecho esta pregunta. Yo me encuentro entre los estudiantes que he deseado poder tener una guía clara que me ayudase en la tarea de saber cómo vivir el día a día, cómo actuar en cada ocasión.

Hoy, mi visión es distinta. He llegado a entender que lo verdaderamente importante no es el cómo, ni tan siquiera el "por qué " lo haces. El "cómo" exige la aplicación de una regla y, toda regla, es una limitación y un juicio. Detrás del "cómo" siempre existe un temor, y el temor es la expresión del miedo. Queremos conocer cómo hacer las cosas por temor a hacerlo mal. ¿Ves el juicio? ¿Ves la dualidad?

En cuanto al "por qué", siempre nos lleva a una creencia de necesidad, y la necesidad es una expresión de la escasez. Sabemos que esa creencia es fruto de la emoción del miedo al haber sido expulsados del Paraíso Terrenal, la tierra de miel y leche donde el Creador dispuso a Su Hijo. Por otro lado, el "por qué" está estrechamente con la culpa: "¿Por qué me ha pasado esto a mi?

¿Entonces qué guía debemos seguir para vivir según las enseñanzas del Curso?

La conciencia, se convierte en la riqueza atesorada por el ego. Experimentar, se traduce en la enseñanza más directa que nos puede ofrecer el mundo material. Conciencia es percepción. Conciencia es el estado previo al recuerdo de Dios, al recuerdo de lo que somos. Cuando se produce ese recuerdo, la vivencia produce un nuevo estado: la Consciencia.  Cuando buscamos respuestas al "cómo", estamos buscando conciencia. Cuando vivimos desde lo que somos, desde nuestra condición natural, desde el Amor, estamos manifestando Consciencia, o lo que lo mismo, la certeza de que somos un Ser Espiritual y no un cuerpo físico.

Si somos capaces de trascender el "cómo-conciencia", es decir, si dejamos de preocuparnos sobre cómo debemos hacer las cosas y en cambio, nos entregamos a la experiencia de Ser, entonces, lo que estamos haciendo es quitar todo el significado al "cómo", lo que da lugar a la expresión del "Cómo-Consciencia", o lo que es lo mismo, nuestras acciones son expresiones de Amor.

San Agustín, en una de sus famosas citas, expresó lo que quiero decir de una manera maravillosa:

"Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor. Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos".

Reflexión: ¡Ama y haz lo que quieras!