sábado, 23 de marzo de 2024

Capítulo 4. V. La ilusión del ego-cuerpo

 V. La ilusión del ego-cuerpo

1. Todas las cosas obran conjuntamente para el bien. 2En esto no hay excepciones, salvo a juicio del ego. 3El ego se mantiene extre­madamente alerta con respecto a lo que permite llegar hasta la conciencia, y ésa no es la manera en que una mente equilibrada se mantiene ecuánime. 4El desequilibrio del ego se acentúa aún más porque mantiene su motivación principal oculta de tu con­ciencia, y hace que el control predomine sobre la cordura. 5El ego tiene todas las razones del mundo para hacer esto, de acuerdo con el sistema de pensamiento que le dio origen y al que sirve. 6Puesto que el sano juicio juzgaría irrevocablemente contra él, el ego lo tiene que eliminar en aras de su propia supervivencia.


La primera afirmación recogida en este punto, genera confusión para el sistema de pensamiento en el que se fundamenta las creencias del ego. Es más, juzgaría de locura tal afirmación, argumentando que está fuera de la realidad que percibe: ¿cómo es posible que la enfermedad, el dolor, las guerras, los asesinatos, las violaciones, la pobreza, etc.., sean para nuestro bien?

Tal vez, al reflexionar sobre estas motivaciones, también te aborde la duda si la afirmación recogida en este apartado es pura chaladura.

Todo dependerá de tu estado mental, de tu estado de creencia. Si consideras que las cosas ocurren para dañarnos, para castigarnos por nuestros pecados, o simplemente ocurren, porque tienen que ocurrir, sin más sentido, entonces tendrás razones para argumentar en contra de tal afirmación, pues has elegido seguir el juego al sistema de pensamiento del ego, que basa sus juicios en el miedo, en un mundo donde impera la percepción errónea sobre la visión correcta.

Para el ego, las cosas son buenas o malas. En su sistema de pensamiento todo ha de pasar por el  filtro del juicio. Pero una dedicación más detenida y profunda de las cosas que ocurren en el mundo de la percepción, nos permitirá reconocer que las cosas tienen otra lectura, otra visión y que no tienen por qué ser así. 

Todo efecto está unido a una causa. Descubrir la verdadera causa es la clave para determinar si las cosas obran conjuntamente para el bien. Lo que ocurre, nunca es casual. Más allá del juicio moral en el que se regocija el ego, lo que ocurre, siempre tiene como único fin, el que nuestra consciencia reconozca nuestra verdadera identidad, nuestra verdadera procedencia. Recordar lo que realmente somos, es el final de la hegemonía del ego. Desde esta nueva visión, consecuencia de ese reencuentro con nuestra verdadera identidad, todo ocurre para nuestro bien.

2. Una de las causas principales del estado de desequilibrio del ego es su falta de discernimiento entre lo que es el cuerpo y lo que son los Pensamientos de Dios. 2Los Pensamientos de Dios son inaceptables para el ego porque apuntan claramente al hecho de que él no existe. 3El ego, por lo tanto, los distorsiona o se niega a aceptarlos. 4Pero no puede hacer que dejen de existir. 5El ego, por consiguiente, trata de ocultar no sólo los impulsos "inacepta­bles" del cuerpo, sino también los Pensamientos de Dios, ya que ambos suponen una amenaza para él. 6Dado que lo que básica­mente le preocupa es su propia supervivencia ante cualquier amenaza, el ego los percibe a ambos como si fueran lo mismo. 7Y al percibirlos así, evita ser aniquilado, como de seguro lo sería en presencia del conocimiento.

La percepción correcta, nos abrirá una nueva visión de la realidad que somos. El cuerpo, ese envoltorio temporal con el que percibimos el mundo material, no se convertirá en una causa de nuestras tribulaciones y de nuestras debilidades, sino que será utilizado para facilitar la expresión de los valores del espíritu. Para ello, debemos conocer que el cuerpo es neutral y que está al servicio de nuestra mente. Por lo tanto, es en nuestra mente donde debemos buscar la causa errónea a corregir.

3. Cualquier sistema de pensamiento que confunda a Dios con el cuerpo no puede por menos que ser demente. 2Sin embargo, esa confusión es esencial para el ego, que juzga únicamente en fun­ción de lo que supone o no una amenaza para él. 3En cierto sen­tido su temor a Dios es cuando menos lógico, puesto que la idea de Dios hace que el ego se desvanezca. 4Pero que le tenga miedo al cuerpo, con el que se identifica tan íntimamente, no tiene nin­gún sentido.

Poner fin al ego no significa poner fin al cuerpo. Como hemos dicho en el punto anterior, el cuerpo es una herramienta al servicio de la mente. No es una creación de Dios, pero sí una fabricación de nuestra mente creadora, por lo que debemos utilizarlo para ponerlo al servicio de la mente recta que ha de conducirnos hacia el reencuentro con nuestro Padre.

Utilizar el cuerpo, sin miedo, sin apego, con amor, es un modo de poner fin a la autoridad ilusoria del ego, que como hemos dicho en otras ocasiones, es el fruto de la creencia en la separación y en la división.

4. El cuerpo es el hogar que el ego ha elegido para sí. 2Ésta es la única identificación con la que se siente seguro, ya que la vulnera­bilidad del cuerpo es su mejor argumento de que tú no puedes proceder de Dios. 3Ésta es la creencia que el ego apoya ferviente­mente. 4Sin embargo, odia al cuerpo porque no lo considera lo suficientemente bueno como para ser su hogar. 5En este punto es donde la mente queda definitivamente. aturdida. 6Habiéndole dicho el ego que ella es realmente parte del cuerpo y que el cuerpo es su protector, también le dice que el cuerpo no puede protegerla. 7Por consiguiente, la mente inquiere: "¿Dónde puedo encontrar protección?", a lo que el ego responde: "En mí". 8La mente, y no sin razón, le recuerda al ego que él mismo ha insistido que con lo que ella se tiene que identificar es con el cuerpo, de modo que no tiene objeto recurrir a él para obtener protección. 9El ego no dis­pone de una respuesta plausible para esto, puesto que no la hay, pero sí dispone de una solución típica: 10eliminar la pregunta de la conciencia. 11Una vez fuera de la conciencia la pregunta puede producir desasosiego, y de hecho lo produce, pero no puede ser contestada porque no puede ser planteada.

La ambigüedad, es el estado mental propio del ego. La confusión genera miedo en la conciencia y en la visión correcta de lo que somos, hace que descubramos la falta de coherencia en las creencias en las que el ego basa su sistema de creencias. 

Desde que nacemos se nos educa para atender las necesidades del vehículo con el que nos encontramos identificados. No enseñan que con la muerte termina todo y nuestra identidad se difumina en un estado de no existencia. Esa visión genera miedo, y nos ofrece una vida donde el goce, la posesión, la rivalidad, el poder, etc., se convierten en  objetivos que han de asegurar nuestra sobrevivencia.

5. Ésta es la pregunta que debes hacerte: "¿Adónde debo acudir en busca de protección?" 2”Busca y hallarás" no significa que tengas que buscar ciega y desesperadamente algo que no podrías reconocer. 3La búsqueda que tiene sentido se emprende consciente­mente, se organiza conscientemente y se dirige conscientemente. 4El objetivo debe formularse claramente y luego tenerse siempre presente. 5Aprender y querer aprender son inseparables. 6Te resulta más fácil aprender cuando crees que lo que estás tratando de aprender tiene valor para ti. 7Ahora bien, no todo lo que tal vez quieras aprender tiene valor duradero. 8En realidad, muchas de las cosas que quieres aprender tal vez las hayas escogido precisa­mente porque su valor es efímero.

Cuando agotamos al cuerpo, a nuestra mente, en la ardua búsqueda de atrapar lo que consideramos nuestra felicidad, ese agotamiento no ha conseguido su meta, pues la felicidad que persigue en el mundo de la ilusión y de la temporalidad, es efímera. Tal vez, como consecuencia de ese agotamiento infructuoso, decidamos dirigir la mirada hacia otro sitio y elegimos ver las cosas de otra manera. Nos decimos, las cosas no tienen por qué ser así, y será en ese momento que debemos recordar que todo objetivo de aprendizaje debe formularse claramente y luego tenerse siempre presente. No se trata de dar un paso hacia delante y dos hacia atrás. Es por ello que este punto nos recuerda, que aprender y querer aprender son inseparables.

6.  El ego cree que es una ventaja no comprometerse con nada que sea eterno, ya que lo eterno sólo puede proceder de Dios. 2La eternalidad es la única función que el ego ha tratado de desarrollar, si bien ha fracasado repetidamente. 3El ego transige con la cuestión de lo eterno, al igual que con todas las cuestiones que de algún modo tienen que ver con la verdadera pregunta, la cual espera encubrir y mantener fuera de la conciencia ocupándose de asuntos marginales. 4La tendencia típica del ego de estar continuamente ocupado con nimiedades tiene como objeto apoyar ese propósito. 5Uno de sus ardides favoritos para obstaculizar el aprendizaje es embarcarse en problemas diseñados de tal manera que su resolución sea imposible. 6La pregunta que nunca formulan quienes se embarcan en tales maniobras dilatorias es: "¿Para qué?" 7Esa es la pregunta que tú tienes que aprender a plantear en relación con todo. 8¿Qué propósito tiene esto? 9Sea cual fuere, dirigirá tus esfuerzos automáticamente. 10Cuando tomas una decisión con respecto a un propósito, tomas una decisión con respecto a los esfuerzos que vas a llevar a cabo en el futuro. 11Y esta decisión permanecerá en vigor a menos que cambies de parecer.

No es lo mismo preguntarse, ¿por qué?, que ¿para qué? Si reflexionamos sobre estas cuestiones, descubriremos que la cuestión más utilizado por el ego, es el ¿por qué?, pues en verdad, no desea conocer la verdad, sino sentirse víctima de los efectos que le depara su mundo de percepción. El por qué no nos lleva a conocer el sentido profundo de aquello que nos ocurre. El por qué negará la afirmación con la que hemos empezado este punto: todas las cosas obran conjuntamente para nuestro bien. Si participara de esa afirmación, no tendría motivos para preguntarse el porqué de las cosas que nos ocurren.

En cambio, el para qué sí orienta nuestra mirada hacia nuestro interior. No juzga lo acontecido, sino que busca su razón de ser, la misma que nos llevará a tomar consciencia de que su sentido aportará un bien en nuestra manera de ver las cosas.

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 83

LECCIÓN 83

Hoy repasamos estas ideas:

1. (65) Mi única función es la que Dios me dio.

2No tengo otra función salvo la que Dios me dio. 3Este reconoci­miento me libera de todo conflicto porque significa que no puedo tener metas conflictivas. 4Al tener un solo propósito, siempre estoy seguro de lo que debo hacer, de lo que debo decir y de lo que debo pensar. 5Toda duda no puede sino desaparecer cuando reconozco que mi única función es la que Dios me dio.

2. Las aplicaciones más concretas de esta idea podrían hacerse con las siguientes variaciones:

2Mi percepción de esto no altera mi función.
3Esto no me confiere una función distinta de la que Dios me dio.
4No me valdré de esto para justificar una función que Dios no me dio.

3. (66) Mi función y mi felicidad son una.

2Todas las cosas que proceden de Dios son una 3Proceden de la Unicidad y tienen que ser recibidas cual una sola. 4Desempeñar mi función es mi felicidad porque ambas cosas proceden de la misma Fuente. 5Y debo aprender a reconocer lo que me hace feliz, si es que he de encontrar la felicidad.

4. Algunas variaciones útiles para aplicar concretamente esta idea podrían ser:

2Esto no puede separar mi felicidad de mi función.
3La unidad que existe entre mi felicidad y mi función no se ve afectada en modo alguno por esto.
4Nada, incluido esto, puede justificar la ilusión de que puedo ser feliz si dejo de cumplir mi función.

¿Qué me enseñan estas afirmaciones?

Mi única función es la que Dios me dio.

Si hemos tomado consciencia de quiénes somos; si hemos reconocido nuestra verdadera filiación, entonces no dudaremos sobre cuál es nuestra función, pues, ésta, no puede proceder de otro origen distinto a nuestro Creador. Soy tal como Dios me ha creado, un Pensamiento de Él emanado de Su Mente Amorosa. Mi función es expandir en el mundo ese amor a través del perdón.

¿Acaso crees que tienes alguna otra función que la que te ha dado Dios?


Mi función y mi felicidad son una.

No podré alcanzar la felicidad, salvo que pueda manifestar la función que se me ha encomendado. ¿Acaso puedo ser feliz, dejando de ser yo mismo? ¿Acaso puedo ser feliz, si reniego de mi función? ¿Acaso puedo ser feliz, negando mi condición de Hijo de Dios? Mi felicidad y mi función es mi única voluntad, pues mi Amor es la semilla de mi felicidad.  Aquellos que han sido perdonados, conocen esa sensación de inmensa felicidad que le inunda al saberse liberado de la culpa. Desde ese momento, la vida adquiere un sentido maravilloso. Ser obrador de milagros, perdonar, se convierte en el único propósito. Esa es la mayor felicidad que podemos experimentar, pues es la única que nos lleva a gozar de la Paz de Dios.

Hoy he oído la Voz que habla por El Padre, anunciándome, que despierte de la ilusión del pecado y de la culpa. ¡Eres inocente e impecable! Nunca has dejado de serlo. He ahí tú salvación. Eres libre para perdonarte y para salvar al mundo. 

viernes, 22 de marzo de 2024

Capítulo 4. IV. Esto no tiene por qué ser así

 IV. Esto no tiene por qué ser así.

1. Si no puedes oír la Voz de Dios, es porque estás eligiendo no escucharla. 2Pero que sí escuchas a la voz de tu ego lo demues­tran tus actitudes, tus sentimientos y tu comportamiento. 3No obstante, eso es lo que quieres. 4Eso es por lo que luchas y lo que procuras proteger manteniéndote alerta. 5Tu mente está repleta de estratagemas para hacer quedar bien al ego, pero no buscas la faz de Cristo. 6El espejo en el que el ego trata de ver su rostro es ciertamente tenebroso. 7¿De qué otra manera, sino con espejos, podría seguir manteniendo la falsedad de su existencia? 8Con todo, dónde buscas para encontrarte a ti mismo depende de ti.


La claridad de este punto, responde a muchas cuestiones planteadas por los aspirantes a la Luz. ¿Cómo distinguir la voz del ego, de la Voz de Dios? Es la eterna duda que se suscita en nuestro interior. El simple hecho de que esa duda exista en nuestra mente es el indicio manifiesto de que estamos oyendo la voz del ego. De otro modo, no dudaríamos. Esa es la única creencia que desmantela los planes y las resistencias a las que nos tiene acostumbrado el ego.

"Si no puedes oír la Voz de Dios, es porque estás eligiendo no escucharla". Elegir es la clave. Volvemos al punto esencial que ha de orientar nuestro rumbo hacia el único destino verdadero. Para elegir, debemos movilizar nuestra voluntad con el único propósito de hacer la Voluntad del Padre, esto es, Ser lo que Somos, Espíritus de Luz dotados con la capacidad creadora con la que hemos sido creados.

Elegir oír la Voz del Padre, nos permitirá sintonizar con la frecuencia del Amor. Si albergamos pensamientos cuya frecuencia no reproduce el canal del Amor, entonces, estaremos captando las frecuencias propias del ego, cuyas características son reconocibles por la carencia del Amor y por la presencia del miedo.

2. He dicho que no puedes cambiar de mentalidad modificando tu conducta, mas he dicho también, y en muchas ocasiones, que puedes cambiar de mentalidad. 2Cuando tu estado de ánimo te diga que has elegido equivocadamente, y esto es así siempre que no te sientes contento, reconoce entonces que ello no tiene por qué ser así. 3En cada caso, has pensado mal acerca de algún hermano que Dios creó, y estás percibiendo imágenes que tu ego forja en un espejo tenebroso. 4Examina honestamente qué es lo que has pensado que Dios no habría pensado, y qué no has pensado que Dios habría querido que pensases. 5Examina honestamente tanto lo que has hecho como lo que has dejado sin hacer, y cambia entonces de mentalidad para que así puedas pensar con la Mente de Dios. 6Esto puede parecer difícil, pero es mucho más fácil que intentar pensar al revés de como piensa Él. 7Tu mente y la de Dios son una. 8Negar esto y pensar de otra manera ha conser­vado a tu ego intacto, pero ha dividido literalmente a tu mente. 9Como hermano que te ama, tu mente es de suma importancia para mí, y te exhorto a seguir mi ejemplo cuando te contemples a ti mismo y cuando contemples a tu hermano, y a que veas en ambos las gloriosas creaciones de un Padre glorioso.

¿Qué debo hacer Padre, para actuar según tu Voluntad? Tal vez, te sientas
identificado con esta súplica. La consideramos lícita para ganar la atención de nuestro Padre. Creemos que haciendo las cosas de manera diferente estaremos haciendo lo correcto. Pero este punto, va más allá de esta visión. Y lo hace, dirigiendo el poder transformador en la verdadera causa que realmente importa, el contenido de nuestra mente. 

Pensar con Dios, es lo esencial, lo demás vendrá por añadidura. Queremos decir con ello, que no podemos actuar diferente a como pensamos, pues los pilares no se sostendrán. Nuestra mentalidad no cambia modificando nuestra conducta. Es por ello, que debemos orientar la fuerza de nuestra voluntad en modificar nuestra mentalidad. Cuando se tiene la evidencia de lo que somos en realidad, nuestros actos serán la consecuencia directa de esa visión Interior. 

3. Cuando te sientas triste, reconoce que eso no tiene por qué ser así. 2Las depresiones proceden de una sensación de que careces de algo que deseas y no tienes. 3Recuerda que no careces de nada, excepto si así lo decides, y decide entonces de otra manera.

Tomar consciencia de que los estados emocionales y mentales que percibimos son nuestras propias creaciones, es un paso muy importante para modificar dicha percepción, pues dejaremos de buscar fuera de nosotros a los culpables de nuestros estados y dejaremos, igualmente, de buscar fuera a los "sanadores" de nuestras pesadumbres. 

Descubrir que aquello que percibimos tiene como origen nuestro modo de ver las cosas, nos permitirá elegir ver de otra manera y con ello, percibir de manera correcta.

4. Cuando sientas ansiedad, date cuenta de que la ansiedad pro­cede de los caprichos del ego. aReconoce que eso no tiene por qué ser así. 2Puedes estar tan alerta contra los dictados del ego como en su favor.

Tristeza, ansiedad, temor, depresión, cansancio, podríamos enumerar toda una lista de síntomas que tienen su origen en la mentalidad errada, la que se sostiene bajo los fundamentos del miedo, la característica principal del ego. Reconocer que esta visión no tiene por qué ser así, nos permitirá elegir verlo de otra manera.

5. Cuando te sientas culpable, recuerda que el ego ciertamente ha violado las leyes de Dios, pero tú no. 2Los "pecados" del ego déjamelos a mí. 3Ése es el propósito de la Expiación. 4Pero hasta que no cambies de parecer con respecto a aquellos a quienes tu ego ha herido, la Expiación no podrá liberarte. 5Si te sigues sintiendo culpable es porque tu ego sigue al mando, ya que sólo el ego puede experimentar culpabilidad. 6Eso no tiene por qué ser así.

Otra de las oraciones que elevamos a Dios, hace referencia al peso de la culpa. ¡Padre libéranos de la culpa y permite que perdone a mis hermanos!

Para el ego, Dios se encuentra fuera de nosotros, en el cielo. Esta creencia no se sustenta en la verdad, sino en conceptos alegóricos que se expresan en un lenguaje simbólico adaptado a las mentes infantiles que son incapaces de ver la realidad. Con esa visión, el ego inspira oraciones que le permita vislumbrar un rayo de luz que los libere del peso de la culpa. Vivir en la oscuridad, en el miedo, es agotador.

Este punto nos ilumina con una visión real. El Hijo de Dios no puede pecar. Es el ego quien ha violado las leyes de Dios. El Ser Espiritual que Somos es Inocente y Perfecto.

En el mundo de percepción con el que nos encontramos identificados, debemos utilizar el perdón como la vía de expiación que ha de llevarnos a rectificar el error de la separación y la dualidad. En este sentido, pedir perdón, si no va acompañado de un cambio de visión con respecto a nuestros hermanos, no servirá para nada. 

6. Vigila tu mente contra las tentaciones del ego, y no te dejes engañar por él. 2No tiene nada que ofrecerte. 3Cuando hayas abandonado ese des-ánimo voluntario, verás como tu mente puede concentrarse, trascender toda fatiga y sanar. 4No obstante, no te mantienes lo suficientemente alerta contra las exigencias del ego como para poder librarte de ellas. 5Eso no tiene por qué ser así.

El capítulo que estamos analizando tiene el firme propósito de que tomemos consciencia de que tenemos la capacidad de elegir entre la visión del ego y la visión de Dios. Repite, en cada uno de sus puntos, la frase "Eso no tiene por qué ser así", de modo que forme parte de nuestra manera de ver las cosas de una manera correcta.

7. El hábito de colaborar con Dios y Sus creaciones se adquiere fácilmente si te niegas diligentemente a dejar que tu mente diva­gue. 2No se trata de un problema de falta de concentración, sino de la creencia de que nadie, incluido tú, es digno de un esfuerzo continuo. 3Ponte de mi parte sistemáticamente contra este engaño, y no permitas que esa desafortunada creencia te retrase. 4Los des­corazonados no pueden ayudarse a sí mismos ni me pueden ayu­dar a mí. aSin embargo, sólo el ego puede sentirse descorazonado.

La cuestión es: ¿estás, realmente, decidido a oír la Voz del Padre? Vive y piensa en Él.

8. ¿Te has detenido a pensar seriamente en las muchas oportuni­dades qué has tenido de regocijarte y en cuántas has dejado pasar? 2El poder de un Hijo de Dios es ilimitado, pero él puede restringir la expresión de su poder tanto como quiera. 3Tu mente y la mía pueden unirse para desvanecer con su luz a tu ego, liberando la fuerza de Dios para que reverbere en todo lo que hagas o pienses. 4No te conformes con menos, y niégate a aceptar como tu objetivo nada que no sea eso. 5Vigila tu mente con sumo cuidado contra cualquier creencia que se interponga en el logro de tu obje­tivo, y recházala. 6Juzga por tus sentimientos cuán bien has hecho esto, pues ése es el único uso acertado del juicio. 7Los juicios, al igual que cualquier otra defensa, se pueden utilizar para atacar o para proteger, para herir o para sanar. 8Al ego se le debe llevar a juicio y allí declararlo inexistente. 9Sin tu lealtad, protección y amor, el ego no puede existir. 10Deja que sea juzgado imparcial­mente y no podrás por menos que retirarle tu lealtad, tu protec­ción y tu amor.

De este apartado, me quedo con dos afirmaciones que considero muy valiosas. Por un lado, saber, que sin mi lealtad, protección y amor, el ego no puede existir. Esto es así, porque el ego es una fabricación de la mente.

Por otro lado, saber cuál es la aplicación correcta del juicio, el reconocimiento de la verdad, me permite tomar la decisión de llevar al ego a juicio y allí declararlo inexistente. Esa sentencia exige una manera distinta de ver las cosas.

9. Eres un espejo de la verdad, en el que Dios Mismo brilla en perfecta luz. 2Al tenebroso espejo del ego no tienes sino que decirle: "No voy a mirar ahí porque sé que esas imágenes no son verdad". 3Deja entonces que el Santísimo brille sobre ti en paz, sabiendo que así y sólo así es como debe ser. 4Su Mente resplandeció sobre ti en tu creación y le dio existencia a tu mente. 5Su Mente resplandece todavía sobre ti y no puede sino resplandecer a tra­vés de ti. 6Tu ego no puede impedir que Dios resplandezca sobre ti, pero sí puede impedirte que le dejes resplandecer a través de ti.

Las falsas creaciones de la mente nos llevan a identificarnos con las percepciones propias que dan vida temporal al ego. Esa ilusión se convierte en un obstáculo para que la Luz de Dios llegue a nuestra mente iluminándola con la Verdad.

10. El Primer Advenimiento de Cristo no es más que otro nombre para la creación, pues Cristo es el Hijo de Dios. 2El Segundo Adve­nimiento de Cristo no significa otra cosa que el fin del dominio del ego y la curación de la mente. 3Al igual que tú, fui creado en el primero, y te he llamado para que te unas a mí en el segundo. 4Estoy a cargo del Segundo Advenimiento,  mi juicio, que se usa solamente como protección, no puede ser erróneo porque nunca ataca. 5El tuyo puede estar tan distorsionado que hasta creas que me equivoqué al escogerte. 6Te aseguro que eso es un error de tu ego. 7No lo confundas con humildad. 8Tu ego está tratando de convencerte de que él es real y de que yo no lo soy, ya que si yo soy real, no puedo ser más real que tú. 9Ese conocimiento -y te aseguro yo que es conocimiento- significa que Cristo ha venido a tu mente y la ha sanado.

¡Acepto el Segundo Advenimiento de Cristo!

11.     Yo no ataco a tu ego. 2Trato con tu mente superior -la morada del Espíritu Santo- tanto si estás dormido como si estás des­pierto, al igual como tu ego trata con tu mente inferior, que es su hogar. 3Me mantengo alerta por ti con respecto a esto porque tú estás tan confundido que te resulta imposible reconocer tu propia esperanza. 4No estoy equivocado. 5Tu mente optará por unirse a la mía, y juntos somos invencibles. 6Tu y tu hermano os uniréis final­mente en mi nombre, y vuestra cordura os será restaurada. 7Resu­cité a los muertos porque sabía que la vida era un atributo eterno de todo lo que el Dios viviente creó. 8¿Por qué crees que habría de ser más difícil para mí inspirar a los des-animados o estabilizar lo inestable? 9Yo no creo que haya grados de dificultad en los mila­gros; tú sí. 10Te he llamado y tú responderás. 11Yo comprendo que los milagros son acontecimientos naturales porque son expresio­nes de amor. 12El que yo te llame es tan natural como el que tú me respondas, e igualmente inevitable.

Este punto define claramente, que tenemos la libertad para elegir servir a Dios, o, servir al ego. Cuando nuestra mente sirve a Dios, estamos tratando con la mente superior, que es la morada del Espíritu y donde compartimos con el resto de la Filiación, la Unidad y el Amor.

Cuando nuestra mente sirve al ego, estamos tratando con la mente inferior, que es la morada de la personalidad falsa que compartimos bajo la apariencia de los cuerpos y bajo la creencia en la separación.

Jesús, nuestro hermano mayor, nos invita a despertar, a mantenernos alerta en el uso de nuestra voluntad, de nuestra elección, pues sabedor de que es la mente la que aporta argumentos a nuestras creencias, nos recuerda de que nuestra salvación está en la libre elección de recorrer, junto a nuestros hermanos, el camino del Amor.

¡Qué así sea!

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 82

LECCIÓN 82

Hoy repasaremos estas ideas:

1. (63) La luz del mundo le brinda paz a todas las mentes a través de mi perdón.

2Mi perdón es el medio por el que la luz del mundo se expresa a través de mí. 3Mi perdón es el medio por el que cobro conciencia de la luz del mundo en mí. 4Mi perdón es el medio por el que el mundo sana, junto conmigo. 5Permítaseme, entonces, perdonar al mundo para que éste pueda sanar junto conmigo.

2. Algunas sugerencias para las aplicaciones concretas de esta idea son:

2Que la paz se extienda desde mi mente hasta la tuya, [nombre].
3Comparto la luz del mundo contigo, [nombre].
4Mediante mi perdón puedo ver esto tal como es.

3. (64) No dejes que me olvide de mi función.

2No me olvidaré de mi función porque quiero recordar mi Ser. 3No puedo desempeñar mi función si la olvido. 4Y a menos que desempeñe mi función, no experimentaré la dicha que Dios dis­pone que yo tenga.

4. Algunas variaciones específicas de esta idea son:

2No me valdré de esto para ocultarme a mí mismo mi función.
3Me valdré de esto como una oportunidad para desem­peñar mi función.
4Esto podrá ser una amenaza para mi ego, pero no pue­de alterar mi función en modo alguno.

¿Qué me enseñan estas afirmaciones?

La luz del mundo le brinda paz a todas las mentes a través de mi perdón.
  • El verdadero acto de crear, supone Extender nuestro Ser y compartirlo con el mundo que fluye a nuestro alrededor. Si soy luz, mis acciones deben ser portadoras de esa luz. La luz toma cuerpo a través del Amor y esa elevada cualidad la expresamos, la compartimos, la extendemos, a través de nuestro perdón.

  • ¿A quién vas a perdonar hoy?
No dejes que me olvide de mi función.
  • Si me olvidase de mi función, todo a mi alrededor, sería el reflejo de mi confusión. La oscuridad prevalecería sobre la luz; el odio ocuparía el lugar del amor; la guerra y el ataque, reemplazaría a la paz y a la armonía; la culpa ahogaría la expresión natural del perdón; la división ocultaría el rostro de la unidad. Si me olvidase de mi función, confundiré mi verdadera identidad.

  • ¿Qué estás dispuesto a hacer para no olvidarte de tu función?

jueves, 21 de marzo de 2024

Capítulo 4. III. Amor sin conflicto.

 III. Amor sin conflicto.

1. Es difícil entender lo que realmente quiere decir "El Reino de los Cielos está dentro de ti". 2Ello se debe a que no es comprensi­ble para el ego, que lo interpreta como si algo que está afuera estuviese adentro; lo cual no tiene sentido. 3La palabra "adentro" es innecesaria. 4Tú eres el Reino de los Cielos. 5¿Qué otra cosa sino a ti creó el Creador?, y ¿qué otra cosa sino tú es Su Reino? 6Éste es el mensaje de la Expiación, mensaje que, en su totalidad, trans­ciende la suma de sus partes. 7Tú también tienes un Reino que tu espíritu creó. 8Éste no ha dejado de crear como consecuencia de las ilusiones del ego. 9Tus creaciones no son huérfanas, de la misma manera en que tú tampoco lo eres. 10Tu ego y tu espíritu nunca serán co-creadores, pero tu espíritu y tu Creador lo serán siempre. 11Ten por seguro que tus creaciones están tan a salvo como tú. 

12El Reino está perfectamente unido y perfectamente protegido, y el ego no prevalecerá contra él. 13Amén.


Ya hemos visto cómo el ego es la consecuencia de haber elegido proyectar la capacidad creadora con el propósito de alcanzar lo deseado. Ese deseo nos ha llevado a fabricar una realidad ilusoria con la que nos hemos identificado y a la que hemos otorgado el poder de aportarnos una identidad. 

El mundo físico, tal y como lo percibimos, es la réplica tangible de las imágenes que han ocupado nuestros deseos. De este modo, el mundo exterior, es la proyección del contenido de nuestra mente. Surge la dualidad como la expresión de la creencia en la separación con el Creador. Siendo así, los conceptos "dentro" y "afuera", se convierten en expresiones ilusoria para definir al ego y al espíritu. 

Cuando se alude a lo interior, se relaciona a aspectos espirituales, de ahí la expresión "El Reino de los Cielos se encuentra dentro de ti". Dicha frase, no hace referencia a un "reino" material, adornado con elementos físicos, sino que alude al "Efecto" de la Obra Divina, cuya Causa no es otra que Expandirse a Sí Mismo, dando lugar al Hijo de Dios. También se recoge en los Textos Sagrados, que el "Reino de Dios no es de este mundo", y esta afirmación hay que entenderla desde el punto de vista que estamos analizando. El Hijo de Dios no es fruto del ego, por lo tanto, no es un envoltorio material con identidad dual y temporal.

El Hijo de Dios, es el fruto de la Obra Creadora, es decir, es el Reino de los Cielos y como tal goza de todas las Cualidades de su Creador.

2.  Esto se ha escrito en forma de oración porque así puede serte más útil en momentos de tentación. 2Es una declaración de inde­pendencia. 3La encontrarás muy provechosa si la entiendes cabal­mente. 4El que necesites mi ayuda se debe a que has negado a tu propio Guía, y, por consiguiente, necesitas ser guiado. 5Mi papel consiste en separar lo falso de lo verdadero, para que la verdad pueda traspasar las barreras que el ego ha erigido y así brillar en tu mente. 6El ego no puede imperar en contra de nuestra fuerza conjunta.

Todas las Enseñanzas Sagradas, incluida la de UCDM, deben ser entendidas como guías que nos facilitarán el retorno a nuestro verdadero Hogar; nos facilitarán el re-cordar lo que realmente somos, pues en nuestra labor creadora, hemos fabricado un "reino" cuyos muros nos ocultan la Verdad y nos mantienen prisioneros del olvido de nuestra verdadera identidad.

Como ya hemos tenido ocasión de referir en anteriores apartados, esta guía debe llevarnos a las puertas del Conocimiento, estado de consciencia donde ya no será necesaria su ayuda, pues habremos recordado nuestro Ser.

3. Es seguro que a estas alturas resulta evidente por qué el ego considera que el espíritu es su "enemigo". 2El ego surgió como resultado de la separación, y la continuidad de su existencia de­pende de que tú sigas creyendo en la separación. 3El ego tiene que ofrecerte algún tipo de recompensa para que sigas abrigando esta creencia. 4Lo único que puede ofrecerte es una sensación de exis­tencia temporal que se origina con su propio comienzo y termina con su propio final. 5Te dice que esa vida es tu existencia porque es la suya propia. 6Frente a ésta sensación de existencia temporal, el espíritu te ofrece el conocimiento de la permanencia y de la inmutabilidad del estado de ser. 7Nadie que haya experimentado la revelación de esto puede volver a creer completamente en el ego otra vez. 8¿Cómo iba a poder imperar su miserable oferta por encima del glorioso regalo que Dios te hace?

La percepción verdadera se traducirá en ese estado de revelación al que hace referencia este punto y que se caracterizará por la nueva visión que aplicaremos a lo percibido. Ver las cosas de otra manera, es una invitación a alcanzar ese estado de revelación que ha de llevarnos a una profunda transformación de nuestras creencias.

4. Tú que te identificas con el ego no puedes creer que Dios te ame. 2No amas lo que hiciste, y lo que hiciste no te ama a ti. 3El ego, que fue engendrado como resultado de tú haber negado al Padre, no le guarda lealtad a su hacedor. 4No puedes ni imagi­narte la relación real que existe entre Dios y Sus creaciones debido al odio que le tienes al ser que fabricaste. 5Proyectas sobre el ego tu decisión de estar separado, y esto entra en conflicto con el amor que, por ser su hacedor, sientes por él. 6No hay amor en este mundo que esté exento de esta ambivalencia, y puesto que ningún ego ha experimentado amor sin ambivalencia, el amor es un con­cepto que está más allá de su entendimiento. 7El amor aflorará de inmediato en cualquier mente que de verdad lo desee, pero tiene que desearlo de verdad. 8Esto quiere decir desearlo sin ninguna ambivalencia, y esta forma de desear está completamente despro­vista de la "compulsión de obtener" del ego.

De este punto me gustaría resaltar dos aspectos. El primero de ellos, nos hace conscientes de que donde exista ambivalencia no puede surgir el amor. El Amor es la expresión del Espíritu Santo o Estado de Unidad del Ser con su Creador.

Por otro lado, es importante que reparemos en lo aportado en la última frase de este punto: El amor aflorará de inmediato en cualquier mente que de verdad lo desee, pero tiene que desearlo de verdad. La firmeza de la voluntad en esa dirección es esencial para cualquier logro espiritual.

5. Existe una clase de experiencia tan diferente de todo lo que el ego pudiera ofrecerte que nunca más querrás volver a encubrirla u ocultarla. 2Es necesario repetir que tu creencia en la oscuridad y en la ocultación es la razón de que la luz no pueda pasar. 3La Biblia hace referencia frecuentemente a los inconmensurables dones que te aguardan, pero que tienes que pedir. 4Ésta no es una condición como las que el ego establece, 5sino que es la gloriosa condición de lo que tú eres.

Si nos vemos en la necesidad de pedir, es debido a nuestro pensamiento de carencia propio del código mental del ego, que se basa en la escasez. 

Como Hijos de Dios, somos herederos legítimos de Su Dones. No tenemos que pedir aquello que ya somos, pero sí tenemos que creer, sin ambigüedad, en lo que Somos.

6. Ninguna fuerza excepto tu propia voluntad es lo suficiente­mente fuerte o digna como para poder guiarte. 2En esto eres tan libre como Dios, y así será eternamente. 3Pidámosle al Padre en mi nombre que te mantenga consciente de Su Amor por ti y del tuyo por Él. 4Él nunca ha dejado de responder a este ruego, pues lo único que éste pide es lo que Su Voluntad ya ha dispuesto. 5Quienes piden sinceramente siempre reciben respuesta. 6No debes anteponer otros dioses a Él porque no hay otros dioses.

La lectura de este punto no debemos hacerlo a la ligera, pues en su contenido se revela un principio Esencial que debemos integrar en nuestra consciencia, de tal modo, que se convierta en el objetivo central de nuestra existencia: Ninguna fuerza excepto tu propia voluntad es lo suficiente­mente fuerte o digna como para poder guiarte.

Este Principio nos iguala a Dios, en el sentido que compartimos el hecho de ser libres. La Voluntad nos hace libres. Libres para dirigir nuestras energías en una dirección u otra. Libres, para disipar la oscuridad, para elegir, para ver las cosas de otra manera, para recordar lo que verdaderamente somos.

El Hijo de Dios, creado a Imagen y Semejanza del Creador, cuenta con el Atributo necesario para poder crear, esto es, la Voluntad. La orientación que demos a esa Voluntad, si sirve al Amor, creará verdades eternas. Si, en cambio, sirve al miedo, a la separación, fabricará verdades erróneas e ilusorias.

7. Nunca se te ha ocurrido realmente renunciar a todas las ideas que jamás hayas tenido que se oponen al conocimiento. 2Conser­vas miles de retazos de temor que le impiden la entrada al Santísimo. 3La luz no puede filtrarse a través de los muros que levantas para obstruir su paso, y nunca estará dispuesta a destruir lo que tú has hecho. 4Nadie puede ver a través de un muro, pero yo puedo transponerlo. 5Mantente alerta contra los retazos de miedo que aún conservas en tu mente o,  de lo contrario, no podrás pedirme que lo transponga. 6Sólo puedo ayudarte tal como nues­tro Padre nos creó. 7Te amaré, te honraré y respetaré absoluta­mente lo que has hecho, pero no lo apoyaré a menos que sea verdad. 8Nunca te abandonaré tal como Dios tampoco te abando­nará, pero tengo que esperar, mientras tú continúes eligiendo abandonarte a ti mismo. 9Debido a que espero con amor y no con impaciencia, es indudable que me pedirás con sinceridad que lo transponga. 10Vendré en respuesta a toda llamada inequívoca.

Recordar a Dios, es recordad lo que somos. La oscuridad, es una creación falsa, en verdad, es la ausencia de Luz. Donde hay luz no existe oscuridad. Donde hay Conocimiento no hay error. Donde hay Conocimiento, hay verdad. Donde la voluntad sirve al Amor, tan sólo hay Paz. La ausencia de Amor, nos sitúa en un escenario donde impera la oscuridad y donde percibimos los efectos del miedo, del dolor y del sufrimiento.

Cuando somos niños y experimentamos los efectos de una pesadilla, pedimos a nuestros padres que dejen encendida la luz de nuestra habitación. La luz nos aporta tranquilidad, pues nos permite percibir correctamente. 

De igual modo debemos actuar cuando en nuestra vida percibamos la oscuridad. Llamar a nuestro Padre y pedirle, desde el corazón, que encienda la luz en nuestra Mente. Él nos contestará y pulsará el interruptor para que esa luz sea una realidad, lo único que debemos hacer, es dirigir nuestra voluntad hacia Él y abrir las puertas de nuestro corazón, reconociendo su Presencia.

8. Examina detenidamente qué es lo que estás realmente pidiendo. 2Sé muy honesto contigo mismo al respecto, pues no debemos ocultarnos nada el uno al otro. 3Si realmente tratas de hacer esto, habrás dado el primer paso en el proceso de preparar a tu mente a fin de que el Santísimo pueda entrar en ella. 4Nos prepararemos para ello juntos, pues una vez que Él haya llegado, estarás listo para ayudarme a preparar otras mentes a que estén listas para Él. 5¿Hasta cuándo vas a seguir negándole Su Reino?

Esa es la cuestión. Nadie puede tomar esa decisión por nosotros. Nadie puede doblegar nuestra voluntad y obligarnos a tomar una decisión u otra. ¿Hasta cuándo vamos a servir al ego?

9. En tu propia mente, aunque negada por el ego, se encuentra la declaración que te hará libre: 2Dios te ha dado todo. 3Este simple hecho significa que el ego no existe, y esto le atemoriza mortal­mente. 4En el lenguaje del ego, "tener" y "ser" significan dos cosas distintas, si bien para el Espíritu Santo son exactamente lo mismo. 5El Espíritu Santo sabe que lo "tienes" todo y que lo "eres" todo. 6Cualquier distinción al respecto es significativa solamente cuando la idea de "obtener", que implica carencia, ha sido previa­mente aceptada. 7Por eso es por lo que no hacemos ninguna dis­tinción entre tener el Reino de Dios y ser el Reino de Dios.

Es en nuestra mente donde debemos ver la verdad. Es en nuestra mente donde hemos elegido ver un mundo diferente al de Dios. Es en nuestra mente donde debemos utilizar la voluntad para recordar lo que somos. Por lo tanto, es desde nuestra mente que debemos elevar nuestra petición a nuestro Padre y exhortarlo a que disipe la oscuridad con la que nos hemos identificados.

¡Espíritu Santo!, te entrego cada uno de mis pensamientos para que puedan crear luz.

10. Al sereno ser del Reino de Dios, del que eres perfectamente consciente cuando estás en tu sano juicio, se le expulsa sin mira­mientos de aquella parte de la mente que el ego rige. 2El ego está desesperado porque se enfrenta a un contrincante literalmente invencible, tanto si estás dormido como si estás despierto. 3Observa cuánta vigilancia has estado dispuesto a ejercer para proteger a tu ego, y cuán poca para proteger a tu mente recta. 4¿Quién, sino un loco, se empeñaría en creer lo que no es cierto, y en defender después esa creencia a expensas de la verdad?

La decisión del Hijo de Dios de utilizar la voluntad para crear un mundo diferente al de Su Padre, le ha llevado a creer que ha sido expulsado de la Mente de Su Creador, de su Hogar, pues, ha interpretado, ha juzgado, que su propio acto era merecedor del castigo divino, el cual, se manifestó con la expulsión del mítico Edén, representación del estado de unidad compartido con el Padre. Esa decisión dio lugar al estado de “sueño” en el que la mente quedó sumida, y del cual, aún no ha despertado.

Subestimar el poder de la mente, es un error que debe ser corregido, Expiado. La mente es el canal utilizado para crear o para fabricar, esto es, para expandir la Verdad o el error. Su poder procede de Dios. ¿Qué necesita el Hijo de Dios para despertar? ¿Qué necesita el Hijo de Dios para reconocer su inocencia? No debemos entenderlo como una necesidad, pues si lo hacemos estaríamos percibiendo su carencia. La pregunta correcta es: ¿qué ha de recordar el Hijo de Dios para salvarse? La respuesta, ya la conoces: Lo que Es, Amor.

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 81

SEGUNDO REPASO

Introducción

1. Estamos listos ahora para otro repaso. 2Comenzaremos donde el anterior terminó y abarcaremos dos ideas por día. 3La primera parte del día se dedicará a una de estas ideas, y la segunda parte a la otra. Llevaremos a cabo una sola sesión de ejercicios larga, y varias sesiones cortas en las que practicaremos con cada una de las ideas.

2. Las sesiones más largas deben hacerse siguiendo estas sugeren­cias: asigna aproximadamente quince minutos a cada una de ellas, y comienza pensando en las ideas correspondientes a ese día, así como en los comentarios que las acompañan. 2Dedica tres o cuatro minutos a leerlos lentamente, varias veces si así lo deseas, y luego cierra los ojos y escucha.

3. Repite la primera fase del ejercicio si notas que tu mente divaga, pero trata de pasar la mayor parte del tiempo escuchando sosega­damente aunque con mucha atención. 2Hay un mensaje esperán­dote. 3Confía en que lo vas a recibir. 4Recuerda que es para ti y que quieres recibirlo.

4. No permitas que tu intención vacile en presencia de aquellos pensamientos que vengan a distraerte. 2Comprende que sea cual sea la forma que adopten, no tienen sentido ni poder. 3Reemplá­zalos con tu determinación de triunfar. 4No olvides que tu volun­tad tiene poder sobre todas las fantasías y sobre todos los sueños. 5Confía en que tu voluntad te apoyará y te llevará más allá de ellos.

5. Considera estas sesiones de práctica como consagraciones al camino, a la verdad y a la vida. 2No dejes que ninguna ilusión, ningún pensamiento de muerte ni ninguna senda sombría te des­víe de tu propósito. 3Estás comprometido a la salvación. 4Resuél­vete cada día a no dejar de cumplir tu función.

6. Reafirma tu determinación asimismo en las sesiones de práctica más cortas, usando la idea en su forma original para las aplicacio­nes generales y variaciones más específicas cuando sea necesario. 2En los comentarios que siguen a las ideas se incluyen algunas variaciones específicas. 3Éstas son, no obstante, meras sugeren­cias. 4Las palabras que utilices no es lo que realmente importa.



LECCIÓN 81

Nuestras ideas para el repaso de hoy son las siguientes:

1. (61) Yo soy la luz del mundo.

2¡Cuán santo soy yo, a quien se le ha encomendado la función de iluminar el mundo! 3Concédaseme poder permanecer en quietud ante mi santidad. 4Que en su serena luz desaparezcan todos mis conflictos. 5Y que en su paz pueda recordar Quién soy.

2. Algunas variaciones específicas para aplicar esta idea cuando parezcan surgir dificultades podrían ser:

2No he de nublar la luz del mundo en mí.
3Que la luz del mundo resplandezca a través de esta apa­riencia.
4Esta sombra desaparecerá ante la luz.

3. (62) Perdonar es mi función por ser la luz del mundo.

2Sólo aceptando mi función podré ver la luz en mí. 3Y en esa luz mi función se perfilará claramente y sin ambigüedad alguna ante mis ojos. 4Esta aceptación no depende de que yo reconozca lo que mi función es, pues aún no comprendo lo que es el perdón. 5Sin embargo, confío en que en la luz lo veré tal como es.

4. Algunas variaciones para las aplicaciones más concretas de esta idea podrían ser:

2Que esto me ayude a aprender el significado del perdón.
3No dejes que separe mi función de mi voluntad.
4No me valdré de esto para apoyar un propósito ajeno a mí.


¿Qué me enseñan estas afirmaciones?

Yo soy la luz del mundo.
  • Se trata de la manifestación más elevada que podemos expresar. Es el reconocimiento de la realidad que Somos. Es el despertar de la consciencia espiritual; el reencuentro con la Unidad. Es el fin de la hegemonía del ego. Es el retorno a la Verdad, el retorno a nuestro Hogar.
  • ¿Qué darás hoy, la verdad emanada en tu luz o las ilusiones, fabricadas por tus tinieblas?
    Tu luz es eternidad. Tu oscuridad es muerte.
Perdonar es mi función por ser la luz del mundo.
  • La Luz disipa las tinieblas. El perdón limpia el error. Perdonar es mi única función. Cuando perdono estoy expresando mi  verdadera identidad, pues me reconozco como Hijo de la Luz, como Hijo del Amor.
  • Si apuestas por el rencor, ¿sabes que estás apostando por el sufrimiento?
    Si apuestas por el perdón, ¿sabes que estás apostando por la paz?