sábado, 11 de noviembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 315

LECCIÓN 315

Todos los regalos que mis hermanos hacen me pertenecen.


1. En cada momento de cada día se me conceden miles de teso­ros. 2Soy bendecido durante todo el día con regalos cuyo valor excede con mucho el de cualquier cosa que yo pudiera concebir. 3Un hermano le sonríe a otro, y mi corazón se regocija. 4Alguien expresa su gratitud o su compasión, y mi mente recibe ese regalo y lo acepta como propio. 5Y todo el que encuentra el camino a Dios se convierte en mi salvador, me señala el camino y me ase­gura que lo que él ha aprendido sin duda me pertenece a mí también.

2. Gracias, Padre, por los muchos regalos que me llegan hoy y todos los días, procedentes de cada Hijo de Dios. 2Los regalos que mis hermanos me pueden hacer son ilimitados. 3Ahora les mostraré mi agradecimiento, de manera que mi gratitud hacia ellos pueda conducirme a mi Creador y a Su recuerdo.


¿Qué me enseña esta lección? 

Vemos lo que queremos ver. Es nuestra elección, siempre, ver con los ojos del cuerpo, o con los ojos del Espíritu.

Si vemos el pecado en nuestros hermanos, estaremos condenándonos junto a él. Si vemos la culpa, el castigo, el dolor, el sufrimiento, la enfermedad, el sacrificio, la muerte, estaremos viendo el error y recibiendo los regalos que estamos dando.

Si vemos la inocencia en nuestros hermanos, estaremos salvándonos junto a él. Si vemos la Gracia, el Perdón, la Alegría, la Paz, la Compasión, la Bondad, la Vida, estaremos viendo la verdad y recibiendo los regados que estamos dando.

La visión de la Inocencia es la visión de la Unidad y del Amor. Lo que damos, lo compartimos con todo el mundo y en esa misma medida, recibimos de los demás.

Hoy estoy dispuesto a recibir, con gratitud, los regalos que la vida me dispense a través de mis hermanos. 

Hoy estoy dispuesto a compartir, con gratitud, los regalos con los que mi Padre me ha bendecido.

Ejemplo-Guía: "El mejor regalo que podemos dar a los demás, es el que nos damos a nosotros mismos"

Y si os dijera, que no todo el mundo está abierto a recibir. Conozco a personas que tienen dificultad para recibir, lo que los demás le ofrecen, de manera natural y sincera. Me he preguntado, en muchas ocasiones, ¿cuál puede ser el miedo que nos lleva a ese bloqueo, a ese conflicto?

Si, como bien nos enseña el Curso, dar es recibir, los problemas que se expresen con la dinámica de recibir, tienen mucho que ver con la dinámica de dar. Pongamos un ejemplo.

"F", es una persona entregada y muy generosa a la ahora de compartir desinteresamente sus excedentes con los demás. Sin embargo, cuando es él, el que tiene que aceptar lo que los demás le ofrecen, suele responder, de forma inconscientemente, con un rechazo de lo que le ofrecen.

Parece una contradicción, el hecho de que se esté dispuesto a dar y no, en cambio, a recibir en ese mismo escenario de generosidad. Pero conociendo, que el sistema de pensamiento del ego se fundamenta en la creencia de que el pasado es la causa de nuestro presente, lo que significa, que si hemos sido pecadores en el pasado, ahora es la hora de pagar nuestras culpas, podemos decir, que podemos estar en un caso en el que esa persona tenga el recuerdo inconsciente de haber sido muy tacaña en un pasado y se esté castigando con la creencia de que podrá pulgar su culpa no aceptando los regalos de los demás.

Por otro lado, sabemos que no podemos dar lo que no tenemos. Así pues, si damos nuestro excedentes, es señal de que lo tenemos y si lo tenemos, la dinámica natural es que lo recibamos, pues, como ya hemos dicho, dar y recibir, son causa y efecto, es decir, son lo mismo.

Cada vez que nos regocijamos con los gestos amorosos que nos ofrecen los demás, lo que estamos haciendo, es reconocer esa misma vibración en nuestro interior, es decir, estamos recordando el verdadero lazo de unidad que nos confiere la condición de ser parte de la Filiación Divina.

Reflexión: Gratitud.

viernes, 10 de noviembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 314

LECCIÓN 314

Busco un futuro diferente del pasado.


1. De una nueva percepción del mundo nace un futuro muy dife­rente del pasado. 2El futuro se ve ahora simplemente como una extensión del presente. 3Los errores del pasado no pueden ensombrecerlo, de tal modo que el miedo ha perdido sus ídolos e imágenes, y, al no tener forma, deja de tener efectos. 4La muerte no podrá reclamar ahora el futuro, pues ahora la vida se ha con­vertido en su objetivo, y se proveen gustosamente todos los medios necesarios para su logro. 5¿Quién podría lamentarse o sufrir cuando el presente ha sido liberado, y su seguridad y paz se extienden hasta un futuro tranquilo y lleno de júbilo?

2. Padre, cometimos errores en el pasado, pero ahora elegimos valernos del presente para ser libres. 2Ponemos el futuro en Tus Manos, y deja­mos atrás nuestros errores pasados, seguros de que Tú cumplirás las promesas que nos haces en el presente, y de que bajo su santa luz dirigi­rás el futuro.


¿Qué me enseña esta lección?

Si vivimos nuestro presente como el efecto de nuestro pasado, estamos atribuyendo a ese estado temporal la causa que da origen a nuestro estado actual. Si creemos que en nuestro pasado fuimos actores que propiciaron el pecado, estaremos justificando que el sufrimiento tenga lugar en nuestro presente.

Sin embargo, ese argumento no es real, ya que el pasado no es real, pues lo que pasó ya no existe. Si el pasado no es real, ¿cómo podemos vincular la causa de lo que nos ocurre en el presente, con un tiempo que no es real?

Cualquier asociación del presente con nuestro pasado, nos hará sufrir, nos limitará.

El presente es ilimitado. En el presente, tenemos libertad para elegir el modo de ver las cosas. Los efectos, siguen a su fuente, es decir, a la causa. Pero la causa, al dejar de pertenecer al pasado y al ubicarla en el presente, siempre nos ofrece la oportunidad de visionarla bajo la mirada del perdón, lo cual nos libera de la necesidad del sufrimiento y del dolor.

Lo que llamamos futuro es una visión anticipada de un nuevo presente. En verdad, tan sólo podemos hacer consciente el instante presente y este acto, significa “hacer un futuro diferente del pasado”. Si permitimos que el pasado ocupe nuestro presente, estaremos dando continuidad al pasado en el futuro, es decir, estamos permitiendo que el error que cometimos en un anterior presente se perpetúe eternamente. 

Esa es la razón por la que es tan importante tomar consciencia de que el presente es un oportunidad para llevar a cabo el milagro, es decir, de des-hacer el error.

Ejemplo-Guía: "El futuro es imposible sin un presente"

¿Acaso podrás cosechar tus frutos en un futuro próximo, si no has sembrado sus semillas en el presente?

En esta cuestión existen dos aspectos sobre los que conviene reflexionar detenidamente.

Si has sembrado en alguna ocasión alguna semilla, te será mucho más fácil entender lo que vamos a desarrollar. 

Cuando sembramos una semilla, lo hacemos con la intención de que esa semilla se transforme, con su crecimiento, en una hermosa planta que nos ofrezca sus regalos, bien en forma de bellas flores o de frondosos frutos. Si aprovechamos esa dinámica y la aplicamos a nuestras vidas, diremos que cada vez que sembramos un pensamiento, lo hacemos motivados por un deseo, por una voluntad de alcanzar un logro. Ese logro, podemos verlo como el efecto natural que surge del hecho de sembrar, es decir, podemos decir, que la siembra es la causa que, inevitablemente, está estrechamente unida al efecto.

De igual manera, cada pensamiento, es la causa que origina un efecto al que llamamos experiencia.

Pero, la relación causa-efecto, a pesar de que nuestra mente la concibe en la línea del tiempo como presente-futuro, en verdad, esa percepción es ilusoria, pues desde el primer acto de sembrar, hasta que se alcanza la fase de madurez de la semilla, siempre podremos encontrar un solo estado temporal, el presente.

El agricultor sabe perfectamente, que con el hecho de sembrar la semilla no termina el ciclo del proceso de crecimiento de la planta. Es preciso prestarle un mantenimiento diario, es decir, es preciso el estado presente, y cuando hayamos alcanzado la fase final, tendremos la impresión de que todo el proceso se ha realizado en el estado presente.

Si nos limitamos a sembrar la semilla, o lo que es lo mismo, a tener un pensamiento, y no lo cuidamos, no lo regamos, no eliminamos las posibles plagas que atacan a la planta, no le quitamos las ramas secas, es decir, si a nuestros pensamientos no lo regamos con nuestros mejores sentimientos y no somos capaces de orientarlo adecuadamente, entonces, los resultados serán frustrantes. 

La importancia de vivir el presente como el único estado temporal real, nos garantizará ser co-creadores consciente de nuestra vida.

La mayoría de nosotros vamos por la vida con un total olvido de las acciones que sembramos, y lo hacemos permanentemente. Cuando llega el día en el que toca cosechar nuestras siembras, nos sorprendemos por la calidad del producto cosechado y nos decimos, que mala suerte tenemos, la vida nos trata mal...

Reflexión: ¿Estamos viviendo el pasado en nuestro presente?

jueves, 9 de noviembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 313


LECCIÓN 313

Que venga a mí ahora una nueva percepción.

1. Padre, hay una visión que ve todas las cosas sin mancha alguna de pecado, lo cual indica que el miedo ha desaparecido, y que en su lugar se ha invitado al amor. 2y éste vendrá dondequiera que se le invite. 3Esta visión es Tu regalo. 4Los ojos de Cristo contemplan un mundo perdonado. 5Ante Su vista todos los pecados del mundo quedan perdonados, pues Él no ve pecado alguno en nada de lo que contempla. 6Permite que Su verdadera percepción venga a mí ahora, para poder despertarme del sueño de pecado y ver mi impecabilidad en mi interior, la cual Tú has conservado completamente inmaculada en el altar a Tu santo Hijo, el Ser con Quien quiero identificarme.

2. Contemplémonos hoy los unos a los otros con los ojos de Cristo. 2¡Qué bellos somos! 3¡Cuán santos y amorosos! 4Hermano, ven y únete a mí hoy. 5Salvamos al mundo cuando nos unimos. 6Pues en nuestra visión el mundo se vuelve tan santo como la luz que mora en nosotros.


¿Qué me enseña esta lección? 

Padre, desde que elegí proyectarme desde mi mente, este acto volitivo propició la fabricación de un mundo cuyo efecto me hizo consciente de la percepción. 

Esta es la causa que originó la visión de la separación y la identificación con el cuerpo físico. Confundí mi verdadera realidad con la falsa realidad que me ofrece el mundo material. Elegí la ilusión a la verdad y sustituí el Amor por el miedo; la Paz por la culpa; la Gracia por el castigo; la Alegría por la tristeza; la Plenitud por la necesidad; la Abundancia por la escasez; la Dicha por el sufrimiento; la Vida por la muerte.

Hoy abandono la visión del cuerpo y elijo ver con los ojos del Alma. En ese Altar, Padre, se encuentra la verdadera visión, la visión de la Unidad. Elijo ver la Realidad, elijo ver a mi hermano libre de pecado, inocente y pleno. Ya no nos une la creencia en el miedo y en la culpa. El perdón ha allanado el camino que nos conduce a compartir el Amor en nuestro verdadero Hogar.

Nuestros cuerpos cumplen con su función, la de servir de vehículo de comunicación de los Atributos con los que nos ha creado nuestro Padre.

Ejemplo-Guía: "¡Qué bellos somos!"

¿No os resuena esta hermosa plegaria? 
Contemplémonos hoy los unos a los otros con los ojos de Cristo. 2¡Qué bellos somos! 3¡Cuán santos y amorosos! 4Hermano, ven y únete a mí hoy. 5Salvamos al mundo cuando nos unimos. 6Pues en nuestra visión el mundo se vuelve tan santo como la luz que mora en nosotros.
Cada vez que la emito, siento que la densidad de mi cuerpo pierde su poder de gravedad y me envuelve la sensación de elevarme por encima de este mundo. Me siento liberado e ilimitado. No sabría interpretarlo, pero es algo parecido a un renacer. El mundo que antes percibía, lo veo ahora más liviano. No me siento atrapado por sus ilusiones, por sus fantasías. Las miro. Las veo, pero ya no encuentro  significado en ellas.

Esa mirada limpia, me lleva a percibir la pureza, la inocencia, la invulnerabilidad, la impecabilidad, en cada ser, en cada hermano.

¡Cuánta paz emana esa nueva visión! El perdón, es la llave que nos abre las puertas de la salvación. Esa llave, nadie externo a nosotros nos la puede ofrecer. Podemos proyectar fuera de nosotros al mensajero que nos enseña dónde se encuentra la puerta, pero la llave se encuentra en nuestro corazón, en nuestra capacidad de compartir la esencia con la que hemos sido creados, el amor.

Ya no hay débito. Ya no hay culpa. Ya no hay necesidad de castigo. Tan sólo hay la verdadera Visión de Cristo, la que nos recuerda que somos el Hijo de Dios.

Veo tu belleza hermano, tu santidad y tu amor. Unámonos y salvaremos al mundo.

Reflexión: ¿Cómo te ves, reflejado en los demás?

miércoles, 8 de noviembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 312

LECCIÓN 312

Veo todas las cosas como quiero que sean.


1. La percepción se deriva de los juicios. 2Habiendo juzgado, vemos, por lo tanto, lo que queremos contemplar. 3Pues el único propósito de la vista es ofrecernos lo que queremos ver. 4Es imposible pasar por alto lo que queremos ver o no ver lo que hemos decidido contemplar. 5¡Cuán inevitablemente, pues, se alza el mundo real ante la santa visión de aquel que acepta el propósito del Espíritu Santo como aquello que desea ver! 6No puede dejar de contemplar lo que Cristo quiere que vea, ni de amar con el Amor de Cristo lo que contempla.

2. Mi único propósito hoy es contemplar un mundo liberado, libre de todos los juicios que he emitido. 2Padre, esto es lo que Tu Voluntad dispone para mí hoy, por lo tanto, no puede sino ser mi objetivo también.

¿Qué me enseña esta lección? 

Cuidado con el uso que damos al juicio. Lo que juzgamos es lo que vemos y lo que vemos es lo que queremos ver pues esa imagen forma parte de nosotros.

No hay juicio más dañino que aquel en el que condenamos a nuestros hermanos, pues en verdad, lo que estamos haciendo es condenándonos a nosotros mismos.

Todo juicio procede de la creencia de que estamos separados. Encuentra su origen en el miedo, pues si hubiese una sola pizca de amor en nuestros juicios estos no tendrían razón de ser, no haríamos uso de él de manera condenatoria.

Cuando nos amamos, estamos preparados para amar a los demás. Por lo tanto, cuando emitimos un juicio condenatorio hacia los demás o hacía nosotros mismos, de una manera consciente, lo que realmente estamos manifestando es nuestra ausencia de amor.

Es frecuente en el aspirante espiritual, el caer en manos de la culpabilidad, como reacción natural a un acto que hemos juzgado pecaminoso y que nos quema en nuestra consciencia exigiendo castigo y rectificación. El juicio riguroso y falto de amor y de perdón, nos hará mucho daño y nos mantendrá identificados con la creencia del miedo, del dolor, de la tristeza y del sufrimiento.

Lo que pasó, ya pasó. Haz consciente el nuevo instante. Es la única realidad. No hay otra. Decide qué hacer. Es tu eternidad presente. Ama, y el amor, te liberará.

Ejemplo-Guía: "¿Crees no poder cambiar lo que ves...?"

Nos resulta difícil creer que tenemos la potestad de poder cambiar aquello que percibimos, aquello que vemos, pero si le dedicamos el tiempo necesario a reflexionar sobre ello, tal vez, nos planteemos que es posible cambiar esa apreciación.

Si nos remontamos a los primeros días desde el nacimiento de una criatura, contemplaremos a un ser que expresa inocencia, pureza, sencillez y una falta total de juicio, en el sentido, de que su mente, en esa edad temprana, no está influenciada por pensamientos que determinen cómo deben interpretarse las cosas. Sus respuestas son instintivas, y la manifestación sensorial que manifiesta de manera inconsciente a través del llanto cuando recibe estímulos externos, son respuestas propias del medio hostil en el que acaba de nacer, el mundo de las formas, donde la necesidad y la escasez, se dan la mano para informarnos de que este nivel es el resultado del miedo, el resultado de haber elegido un nivel de conciencia separado de nuestro Creador.

Esa misma criatura, mientras ha permanecido en el vientre de su madre, no ha sentido esa necesidad, pues ha estado alimentada por vía directa y no ha necesitado ser arropada, pues el cuerpo de su creador lo ha protegido de inclemencias externas.

El contacto con el exterior, lo que supone la "separación" de su madre, lo ha situado en un escenario distinto donde, comenzará a adquirir información que le condicionará a la hora de adaptarse al medio. Las normas, la cultura, las creencias del mundo cercano a esa criatura, se convertirán en su aleccionador y en este sentido, ese personaje, que llegó puro e inocentes, se irá convirtiendo, en poco tiempo, en un ser con capacidad de juzgar y de elevar esa capacidad al nivel de la condena, lo que significa, que su relación con el medio, se establecerá en función a las proyecciones que haga, de si mismo, sobre los demás.

Aquello que no forma parte de nuestras creencias, no lo veremos. Si el Hijo de Dios no hubiese deseado ver un mundo separado de su Creador, nunca hubiese visto el mundo que hemos hecho real. La creencia en que podemos ser nuestros propios "hacedores", nos ha llevado a juzgar que es posible y dicho juicio, de manera inevitable, nos ha llevado a percibir otro escenario distinto.

Si aplicamos esa capacidad que emana de nuestra condición divina, pues todos poseemos el principio activo de la voluntad heredado de nuestro Padre, a nuestras vidas, debemos ser conscientes de que somos el resultado de un conjunto de creencias que hemos ido adquiriendo en nuestro crecimiento y esas creencias son las que nos llevan a responder de una manera condicionada ante experiencias que hacemos comunes. Por ejemplo, vemos la enfermedad como un hecho negativo en nuestras vidas. Sin embargo, ya se oyen voces en otro sentido, es decir, hay quien defiende todo lo contrario, viendo la enfermedad como un "camino" que nos conduce al autoconocimiento. Por no hablar de la visión que nos aporta Un Curso de Milagros, que nos enseña que la enfermedad no es real. 

Nos han enseñado, nuestra cultura lo hace, a llorar ante la pérdida de un ser querido. Pero, podemos encontrar algunas culturas donde la muerte adquiera otro significado. Todo ello, debe hacernos reflexionar sobre el sentido de las cosas, sobre el valor de las cosas, sobre el significado de las cosas, en definitiva, sobre el juicio y percepción de las cosas.

La invitación que nos hace esta Lección es: ¿podemos ver las cosas de otra manera? Como siempre, es nuestra elección.

Reflexión: "El único propósito de la vista es ofrecernos lo que queremos ver"

martes, 7 de noviembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 311

¿Qué es el juicio Final?

1. El Segundo Advenimiento de Cristo le confiere al Hijo de Dios este regalo: poder oír a la Voz que habla por Dios proclamar que lo falso es falso y que lo que es verdad jamás ha cambiado. 2Y éste es el juicio con el que a la percepción le llega su fin. 3Lo primero que verás será un mundo que ha aceptado que esto es verdad, al haber sido proyectado desde una mente que ya ha sido corregida. 4Y con este panorama santo, la percepción imparte una silenciosa bendición y luego desaparece, al haber alcanzado su objetivo y cumplido su misión.

2. El juicio Final sobre el mundo no encierra condena alguna. 2Pues ve a éste completamente perdonado, libre de pecado y sin propósito alguno. 3Y al no tener causa ni función ante los ojos de Cristo, simplemente se disuelve en la nada. 4Ahí nació y ahí ha de terminar. 5Y todas las figuras del sueño con el que el mundo comenzó desaparecen con él. 6Los cuerpos no tienen ahora nin­guna utilidad, por lo tanto, desaparecen también, pues el Hijo de Dios es ilimitado.

3. Tú que creías que el juicio Final de Dios condenaría al mundo al infierno junto contigo, acepta esta santa verdad: el juicio de Dios es el regalo de la Corrección que le concedió a todos tus errores. Dicha Corrección te libera de ellos y de todos los efectos que parecían tener. 2Tener miedo de la gracia redentora de Dios es tener miedo de liberarte totalmente del sufrimiento, del retorno a la paz, de la seguridad y la felicidad, así como de tu unión con tu propia Identidad.

4. El Juicio Final de Dios es tan misericordioso como cada uno de los pasos de Su plan para bendecir a Su Hijo y exhortarlo a regre­sar a la paz eterna que comparte con él. 2No tengas miedo del amor, 3pues sólo él puede sanar todo pesar, enjugar todas las lágri­mas, y despertar tiernamente de su sueño de dolor al Hijo que Dios reconoce como Suyo. 4No tengas miedo de eso. 5La salvación te pide que le des la bienvenida. 6Y el mundo espera tu grata aceptación de ella, gracias a lo cual él se liberará.

5. Este es el juicio Final de Dios: "Tú sigues siendo Mi santo Hijo, por siempre inocente, por siempre amoroso y por siempre amado, tan ilimitado como tu Creador, absolutamente inmutable y por siempre inmaculado. 2Despierta, pues, y regresa a Mí. 3Yo soy tu Padre y tú eres Mi Hijo"



LECCIÓN 311

Juzgo todas las cosas como quiero que sean.

1. Los juicios se inventaron para usarse como un arma contra la verdad. 2Separan aquello contra lo que se utilizan, y hacen que se vea como si fuese algo aparte y separado. 3Luego hacen de ello lo que tú quieres que sea. 4Juzgan lo que no pueden comprender, ya que no pueden ver la totalidad, y, por lo tanto, juzgan falsamente. 5No nos valgamos de ellos hoy, antes bien, ofrezcámoselos de regalo a Aquel que puede utilizarlos de manera diferente. 6Él nos salvará de la agonía de todos los juicios que hemos emitido con­tra nosotros mismos y re-establecerá nuestra paz mental al ofre­cernos el juicio de Dios con respecto a Su Hijo.

2. Padre, estamos esperando hoy con mentes receptivas a oír Tu juicio con respecto al Hijo que Tú amas. 2No lo conocemos, y así, no lo pode­mos juzgar. 3Por lo tanto, dejamos que Tu Amor decida qué es lo que no puede sino ser aquel a quien Tú creaste como Tu Hijo.


¿Qué me enseña esta lección? 

Cuando somos capaces de ver la verdad, estamos en condiciones de crear. En cambio, cuando nos identificamos con el error, a pesar de creer que es la verdad, lo que hacemos es proyectar.

Las proyecciones, nos lleva a fabricar un mundo acorde a lo que creemos que somos. Cuando aquello que somos, no lo aceptamos, elegimos no ser consciente de ello, pues de hacerlo nos haría daño. Es entonces, cuando la proyección se convierte en juicio condenatorio y criticamos fuera el comportamiento que no aceptamos de nosotros mismos.

El juicio es la confirmación de la separación. Una mente recta, que es capaz de percibir correctamente, ama la unidad y se aleja de la separación. 

Una mente recta, no juzga, pues su visión de la unidad le lleva a establecer un vínculo de hermandad con los demás. Conoce que cualquier juicio que emita sobre los demás se lo está dirigiendo a sí mismo.

Ejemplo-Guía: "Sobre el Juicio Final"

A lo largo de estos estudios, ya hemos tenido ocasión de acercarnos al tema del "juicio". Lo hicimos en la Lección 243, en el que dedicamos el ejemplo al análisis de "juzgar o no juzgar" y lo hicimos, igualmente, en la Lección 301, en el que enfocamos el tema "la dinámica del juicio". En esta ocasión, lo haremos con el propósito de profundizar en el concepto "Juicio Final".

Para ello, recurriremos al Texto del Curso, concretamente al Capítulo 2, pues en el apartado VIII, se nos explica el significado del juicio final.

El juicio Final es una de las ideas más atemorizantes de tu sis­tema de pensamiento. Eso se debe a que no entiendes lo que es. Juzgar no es un atributo de Dios. El Juicio Final se originó a raíz de la separación como uno de los muchos recursos de aprendizaje que se incluyeron en el plan general. Del mismo modo en que la separación abarcó un período de millones de años, así el juicio Final se extenderá por un período igualmente largo, o tal vez aún más largo. Su duración, no obstante, puede acortarse enorme­mente mediante los milagros, el recurso que acorta el tiempo, pero que no lo abole. Si un número suficiente de nosotros llega a alcanzar una mentalidad verdaderamente milagrosa, este proceso de acortar el tiempo puede llegar a ser virtualmente inconmensu­rable. Es esencial, no obstante, que te liberes a ti mismo del miedo cuanto antes, pues tienes que escapar del conflicto si es que has de llevar paz a otras mentes.

Por lo general, se considera al juicio Final como un proceso que Dios emprendió. Pero en realidad son mis hermanos quienes lo emprenderán con mi ayuda. El Juicio Final es la última curación, en vez de un reparto de castigos, por mucho que pienses que los castigos son merecidos. El castigo es un concepto completamente opuesto a la mentalidad recta, y el objetivo del juicio Final es restituirte tu mentalidad recta. Se podría decir que el juicio Final es un proceso de correcta evaluación. Significa simplemente que todos llegarán por fin a entender qué es lo que tiene valor y qué es lo que no lo tiene. Después de que esto ocurra, la capacidad para elegir podrá ser dirigida racionalmente. Pero hasta que no se haga esa distinción, las oscilaciones entre la voluntad libre y la aprisionada no podrán sino continuar.

El primer paso hacia la libertad comprende separar lo falso de lo verdadero. Éste es un proceso de separación en el sentido cons­tructivo de la palabra, y refleja el verdadero significado del Apo­calipsis. Al final cada cual contemplará sus propias creaciones y elegirá conservar sólo lo bueno, tal como Dios Mismo contempló lo que había creado y vio que era bueno. A partir de ahí, la mente podrá comenzar a contemplar sus propias creaciones con amor por razón del mérito que tienen. Al mismo tiempo, la mente repudiará inevitablemente sus creaciones falsas que, en ausencia de la creencia que las originó, dejarán de existir.

El término "Juicio Final" asusta no sólo porque ha sido proyec­tado sobre Dios, sino también por la asociación de la palabra "final" con la muerte. Éste es un ejemplo sobresaliente de la per­cepción invertida. Si se examina objetivamente el significado del juicio Final, queda muy claro que en realidad es el umbral de la vida. Nadie que viva atemorizado puede estar realmente vivo. No te puedes someter a ti mismo a tu propio juicio final porque tú no te creaste a ti mismo. Puedes, no obstante, aplicarlo signifi­cativamente, y en cualquier momento, a todo lo que has fabri­cado, y retener en la memoria sólo lo creativo y lo bueno. Eso es lo que tu mentalidad recta no puede sino dictar. El único propó­sito del tiempo es "darte tiempo" para alcanzar ese juicio, el cual no es otra cosa que el juicio perfecto con respecto a tus propias creaciones perfectas. Cuando todo lo que retengas en la memo­ria sea digno de amor, no habrá ninguna razón para que sigas teniendo miedo. Ése es tu papel en la Expiación. (T.2.VIII.2:9)

El juicio Final, representa el final de los juicios:
Después del juicio Final no habrá ningún otro. Dicho juicio es simbólico porque más allá de la percepción no hay juicios.
Las enseñanzas trasladadas por la tradición católica, nos ha presentado un significado del juicio Final que favorece la aparición del miedo, pues se interpreta como el final de los tiempos donde seremos juzgados por nuestros actos.

Sin embargo, la visión que nos aporta el Curso es bien distinta y sobre este particular nos dice:
El ego vive literalmente de tiempo prestado, y sus días están contados. No tengas miedo del Juicio Final, sino que, por el contrario, dale la bienvenida sin más demora, pues el tiempo de que el ego dispone lo "toma prestado" de tu eternidad. Éste es el Segundo Advenimiento, el cual se concibió para ti de la misma manera en que el Primero fue creado. El Segundo Advenimiento es simplemente el retorno de la cordura. ¿Cómo iba a ser esto temible?
Reflexión: "Más allá de la percepción no hay juicios"

lunes, 6 de noviembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 310

LECCIÓN 310

Paso este día sin miedo y lleno de amor.

1. Quiero pasar este día Contigo, Padre mío, tal como Tú has dispuesto que deben ser todos mis días. 2Y lo que he de experimentar no tiene nada que ver con el tiempo. 3El júbilo que me invade no se puede medir en días u horas, pues le llega a Tu Hijo desde el Cielo. 4Este día será Tu dulce recordatorio de que Te recuerde, la afable llamada que le haces a Tu santo Hijo, la señal de que se me ha concedido Tu gracia y de que es Tu Voluntad que yo me libere hoy.

2. Este día lo pasaremos juntos, tú y yo. 2Y todo el mundo unirá sus voces a nuestro himno de alegría y gratitud hacia Aquel que nos brindó la salvación y nos liberó. 3Nuestra paz y nuestra santi­dad nos son restituidas. 4Hoy el miedo no tiene cabida en noso­tros, pues le hemos dado la bienvenida al amor en nuestros corazones.

¿Qué me enseña esta lección? 

Amanece. Mi cuerpo físico recupera la conciencia. Acabo de despertar y el primer pensamiento que acude a mi mente, me lleva a prestar atención a la complicada jornada laboral que me aguarda. No puedo evitar sentir una fugaz decepción. Hubiese preferido visualizar otra perspectiva, hubiese preferido imaginar que iba a disfrutar de una jornada tranquila, sin conflictos, sin problemas y sin asuntos que contaminasen la paz añorada.

Inmediatamente, elijo cambiar y rectificar ese pensamiento fugaz, pues está condicionando el momento presente, de modo que si decido alimentarlo, estaré sembrando una semilla que, cuando crezca, me aportará los suficientes argumentos para que confirme que ese pensamiento es real, es decir, viviré un día triste, pésimo y todo cuanto haga, llevará el sello de la desgana, de la desilusión.

Pido Expiación de ese pensamiento fugaz. Pido deshacer ese error y en cambio, potencio la idea de que, el día, lo viviré en estado de presente continuo, es decir, cada momento del día es una oportunidad para experimentar la eternidad, pues es el único tiempo real. De este modo, cada minuto y cada segundo es en sí mismo un estado potencial que si lo utilizamos para realizar nuestra función de Amar, estaremos co-creando con nuestro Padre.

Sí, hoy es el mejor día, pues es el único día. Si contamino ese día con los recuerdos del pasado, seguro que lo contagiaré con el pensamiento del miedo, de la culpa, del dolor, del fracaso, de la tristeza, de la desolación, del sufrimiento, de la enfermedad, de la muerte.

En cambio, podemos elegir vivir ese día con la visión única que nos ofrece el presente, el instante. Bendecir ese momento, hacerlo sagrado, nos permitirá vivir en un estado de Plenitud, de Gracia, de Abundancia, de Alegría, de Paz, de Unidad, de Salud, de Vida.

Ejemplo-Guía: "Siempre podemos sustituir el miedo por amor"

Ya hemos tenido ocasión a lo largo de los estudios que estamos realizando de hablar del miedo. Hoy vamos a recordar algunas de las claves que nos ayudarán a elegir el amor y a no dar valor al miedo.

¿Qué os parece esta frase para empezar?
Nunca podrás controlar por ti mismo los efectos del miedo porque el miedo es tu propia invención, y no puedes sino creer en lo que has inventado.
Cuando apostamos por dejar que el miedo se adueñe de nuestros pensamientos, lo que estamos haciendo es fabricando una percepción falsa, pues el miedo no existe en el nivel creativo y si no existe en dicho nivel, no existe en absoluto.
Todos los aspectos del miedo son falsos porque no existen en el nivel creativo y, por lo tanto, no existen en absoluto. En la medida en que estés dispuesto a someter tus creencias a esta prueba, en esa misma medida quedarán corregidas tus percepciones.
Siempre que reflexiono sobre la idea del miedo, me gusta recordar el pensamiento que se recoge en el Texto y que se expresa de la siguiente manera:
El amor perfecto expulsa el miedo.
Si hay miedo, es que no hay amor perfecto.
Mas:
Sólo el amor perfecto existe.
Si hay miedo, éste produce un estado que no existe
Hablar del miedo, hace inevitable el que reflexionemos sobre el origen de la separación, la creencia que tuvo lugar como consecuencia de suplir la verdad con nuestras propias ideas. Así nos lo explica el Curso:
El uso inadecuado de la extensión -la proyección- tiene lugar cuando crees que existe en ti alguna carencia o vacuidad, y que puedes suplirla con tus propias ideas, en lugar de con la verdad. Este proceso comprende los siguientes pasos:
Primero: Crees que tu mente puede cambiar lo que Dios creó.
Segundo: Crees que lo que es perfecto puede volverse imper­fecto o deficiente.
Tercero: Crees que puedes distorsionar las creaciones de Dios, incluido tú.
Cuarto: Crees que puedes ser tu propio creador y que estás a cargo de la dirección de tu propia creación. 
Estas distorsiones, relacionadas entre sí, son un fiel reflejo de lo que realmente ocurrió en la separación o "desvío hacia el miedo".
Cuando tenemos miedo de algo, estamos admitiendo que ello tiene el poder de hacernos daño. Donde esté nuestro corazón allí también estará nuestro tesoro. Creemos en lo que consideramos valioso. Si tenemos miedo, es que estamos equivocados con respecto a lo que es valioso.

 No voy a extenderme más sobre el tema del miedo, para evitar repetir lo que ya hemos recogido en otras lecciones. Tan solo me gustaría añadir, parte del texto del Capítulo 2, epígrafe VI, titulado "Miedo y  Conflicto":
El primer paso correctivo para deshacer el error es darse cuen­ta, antes que nada, de que todo conflicto es siempre una expresión de miedo. Dite a ti mismo que de alguna manera tienes que haber decidido no amar, ya que de otro modo el miedo no habría podido hacer presa en ti. A partir de ahí, todo el proceso correc­tivo se reduce a una serie de pasos pragmáticos dentro del proceso más amplio de aceptar que la Expiación es el remedio. Estos pasos pueden resumirse de la siguiente forma:

Reconoce en primer lugar que lo que estás experimentando es miedo.
El miedo procede de una falta de amor.
El único remedio para la falta de amor es el amor perfecto.

El amor perfecto es la Expiación.

Reflexión: Un día de total y plena convivencia con Dios. 

domingo, 5 de noviembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 309

LECCIÓN 309

Hoy no tendré miedo de mirar dentro de mí.

1. Dentro de mí se encuentra la Eterna Inocencia, pues es la Voluntad de Dios que esté allí para siempre. 2Y yo, Su Hijo, cuya voluntad es tan ilimitada como la Suya, no puedo disponer que ello sea diferente. 3Pues negar la Voluntad de mi Padre es negar la mía propia. 4Mirar dentro de mí no es sino encontrar mi volun­tad tal como Dios la creó, y como es. 5Tengo miedo de mirar dentro de mí porque creo que forjé otra voluntad que aunque no es verdad hice que fuese real. 6Mas no tiene efectos. 7Dentro de mí se encuentra la santidad de Dios. 8Dentro de mí se encuentra el recuerdo de Él.

2. El paso que he de dar hoy, Padre mío, es lo que me liberará por completo de los vanos sueños del pecado. 2Tu altar se alza sereno e incó­lume. 3Es el santo altar a mi propio Ser y es allí donde encuentro mi verdadera Identidad.

¿Qué me enseña esta lección?  

Cuando nuestros ojos perciben el mundo externo, recibimos la evidencia de que todo se encuentra separado. La visión de los cuerpos, nos lleva a la creencia de que somos diferentes unos de otros. Esa percepción es errónea pues la separación pertenece al mundo de la ilusión, al mundo temporal, a la dimensión física.

Es en nuestro interior, donde se encuentra el recuerdo de la Unidad. Es en nuestra mente, donde podremos fundirnos con la evidencia de la Verdad, pues nuestra mente ha sido emanada de la Mente de Dios.

Cuando nuestra mente se presta a oír la voz procedente del Espíritu, la recibe desde el interior del Ser. En cambio, cuando la mente se presta a oír la voz procedente del cuerpo, se identifica con el mundo externo, fuente de la separación.

Acallar o aquietar la mente, que se identifica con lo externo, es necesario para favorecer el diálogo con nuestra Esencia interior, con nuestro Ser Espiritual.

Ejemplo-Guía: ¿Qué ves cuando miras en tu interior?

No es una práctica habitual, el dirigir nuestra mirada hacia nuestro interior. Si bien, en la cultura oriental, la meditación, se manifiesta como un hábito saludable para favorecer el despertar de la conciencia, en la cultura occidental, mucho más identificada con el deseo de conquistar el mundo externo, la meditación, es menos practicada.

La Lección de hoy nos afirma que tenemos miedo de mirar dentro de nosotros, pues tememos descubrir el impulso que nos llevó a dar credibilidad a una voluntad distinta a la de nuestro Padre. Ese sentimiento de culpa tan arraigado en nuestra mente inconsciente, no deja de ser un pensamiento demente cuando lo analizamos desde la visión amorosa que caracteriza a nuestro Hacedor.

La falsa creencia de que hemos sido capaces de llevar a cabo una acción creadora contraria a la Voluntad de nuestro Padre, nos ha llevado a creer que somos de naturaleza pecaminosa, sustituyendo nuestra "inocencia primigenia". Esa creencia nos ha llevado al olvido de lo que realmente somos. Nos ha llevado a desconectarnos de la comunicación directa con Dios. La culpa nos recuerda ese acto primigenio y su visión nos produce un profundo dolor. Esta es la razón por la que decidimos mantenerla oculta a nuestra conciencia. Cuando a través de la percepción que nos aporta la experiencia, recibimos una información que haga despertar a la "bestia oculta de la culpa", nuestra respuesta inconsciente es negar nuestra implicación en el acto que la ha propiciado, prefiriendo proyectar, fuera de nosotros, ese sentimiento inaceptado de culpabilidad. Es el momento de condenar al "otro" -nuestra imagen reflejada- de aquello que no aceptamos internamente.

Haciendo uso de una expresión campechana, yo diría que "mirar en nuestro interior es de valiente". Con ello, lo que quiero expresar, es que tenemos que ser honrados con nosotros mismos y dejar de proyectar nuestros miedos sobre los demás, por el simple hecho, de que reconocerlos nos produciría un profundo dolor.

"Conócete a ti mismo", el aforismo griego inscrito en el pronaos del templo de Apolo en Delfos, nos invita a comprender la importancia de dirigir nuestra mirada hacia el interior y no hacia el exterior. La fuente de información recibida desde el exterior, se convierte en el camino más abrupto para alcanzar la verdad, pues estamos haciendo real el sistema de pensamiento del ego, el cual se fundamenta en la creencia del espacio y del tiempo. 
En cambio, la visión interna nos llevará al recuerdo de lo que realmente somos, el Hijo de Dios, eterno, inocente e impecable. Uno con toda la Creación.

Os dejo, algunas aportaciones extraídas del Texto, que sin duda ampliarán el tema que estamos analizando:
"La culpabilidad te ciega, pues no podrás ver la luz mientras sigas viendo una sola mancha de culpabilidad dentro de ti. Y al proyectarla, el mundo te parecerá tenebroso y estar envuelto en ella. Arrojas un oscuro velo sobre él, y así no lo puedes ver porque no puedes mirar en tu interior. Tienes miedo de lo que verías, pero lo que temes ver no está ahí. Aquello de lo que tienes miedo ha desaparecido. Si mirases en tu interior, verías solamente la Expiación, resplandeciendo serenamente y en paz sobre el altar a tu Padre.
No tengas miedo de mirar en tu interior. El ego te dice que lo único que hay dentro de ti es la negrura de la culpabilidad, y te exhorta a que no mires. En lugar de eso, te insta a que contemples a tus hermanos y veas la culpabilidad en ellos. Mas no puedes hacer eso sin condenarte a seguir estando ciego, pues aquellos que ven a sus hermanos en las tinieblas, y los declaran culpables en las tinieblas en las que los envuelven, tienen demasiado miedo de mirar a la luz interna. Dentro de ti no se encuentra lo que crees que está ahí, y en lo que has depositado tu fe. Dentro de ti está la santa señal de la perfecta fe que tu Padre tiene en ti. Tu Padre no te evalúa como tú te evalúas a ti mismo. Él se conoce a Sí Mismo, y conoce la verdad que mora en ti. Sabe que no hay diferencia alguna entre Él y dicha verdad, pues Él no sabe de diferencias.
¿Puedes acaso ver culpabilidad allí donde Dios sabe que hay perfecta inocencia? Puedes negar Su conocimiento, pero no lo puedes alterar. Contempla, pues, la luz que Él puso dentro de ti, y date cuenta de que lo que temías encontrar ahí, ha sido reempla­zado por el amor. (T..13.IX.7-8)"
¿Cómo podemos mirar en nuestro interior y dejar de sentir miedo por ver nuestra oscuridad?
"Libera a otros de la culpabilidad tal como tú quisieras ser libe­rado. Ésa es la única manera de mirar en tu interior y ver la luz del amor refulgiendo con la misma constancia y certeza con la que Dios Mismo ha amado siempre a Su Hijo. Y con la que Su Hijo lo ama a Él. En el amor no hay cabida para el miedo, pues el amor es inocente. No hay razón alguna para que tú, que siempre has amado a tu Padre, tengas miedo de mirar en tu interior y ver tu santidad."
¿Y si la causa del miedo a mirar en nuestro interior no sea tan solo el ver nuestra naturaleza pecadora? ¿Y si la verdadera causa de ese miedo fuese otra?
El miedo a mirar adentro. El Espíritu Santo jamás te enseñará que eres un pecador. Corregirá tus errores, pero eso no es algo que le pueda causar temor a nadie. Tienes un gran temor a mirar en tu interior y ver el pecado que crees que se encuentra allí. No tienes miedo de admitir esto. El ego considera muy apropiado que se asocie el miedo con el pecado, y sonríe con aprobación. No teme dejar que te sientas avergonzado. No pone en duda la creencia y la fe que tienes en el pecado. Sus templos no se tambalean por razón de ello. Tu certeza de que dentro de ti anida el pecado no hace sino dar fe de tu deseo de que esté allí para que se pueda ver. Sin embargo, esto tan sólo aparenta ser la fuente del temor. 

Recuerda que el ego no está solo. Su dominio está circunscrito, y teme a su "enemigo" desconocido, a Quien ni siquiera puede ver. Te pide imperiosamente que no mires dentro de ti, pues si lo haces tus ojos se posarán sobre el pecado y Dios te cegará. Esto es lo que crees, y, por lo tanto, no miras. Mas no es éste el temor secreto del ego, ni tampoco el tuyo que eres su siervo. El ego, vociferando destempladamente y demasiado a menudo, profiere a gritos que lo es. Pues bajo ese constante griterío y esas declara­ciones disparatadas, el ego no tiene ninguna certeza de que lo sea. Tras tu temor de mirar en tu interior por razón del pecado se oculta todavía otro temor, y uno que hace temblar al ego.

¿Qué pasaría si mirases en tu interior y no vieses ningún pecado? Esta "temible" pregunta es una que el ego nunca plan­tea. Y tú que la haces ahora estás amenazando demasiado seria­mente todo su sistema defensivo como para que él se moleste en seguir pretendiendo que es tu amigo. Aquellos que se han unido a sus hermanos han abandonado la creencia de que su identidad reside en el ego. Una relación santa es aquella en la que te unes con lo que en verdad forma parte de ti. Tu creencia en el pecado ha sido quebrantada, y ahora no estás totalmente reacio a mirar dentro de ti y no ver pecado alguno.

Tu liberación no es aún total: todavía es parcial e incompleta, aunque ya ha despuntado en ti. Al no estar completamente loco, has estado dispuesto a contemplar una gran parte de tu demen­cia y a reconocer su locura. Tu fe está comenzado a interiorizarse más allá de la demencia hacia la razón. Y lo que tu razón te dice ahora, el ego no lo quiere oír. El propósito del Espíritu Santo fue aceptado por aquella parte de tu mente que el ego no conoce y que tú tampoco conocías. Sin embargo, esa parte, con la que ahora te identificas, no teme mirarse a sí misma. No conoce el pecado. ¿De qué otra forma, sino, habría estado dispuesta a con­siderar el propósito del Espíritu Santo como suyo propio?Esta parte ha visto a tu hermano y lo ha reconocido perfecta­mente desde los orígenes del tiempo. Y no ha deseado más que unirse a él y ser libre nuevamente, como una vez lo fue. Ha estado esperando el nacimiento de la libertad, la aceptación de la liberación que te espera. Y ahora reconoces que no fue el ego el que se unió al propósito del Espíritu Santo, y, por lo tanto, que tuvo que haber sido otra cosa. No creas que esto es una locura, pues es lo que te dice la razón y se deduce perfectamente de lo que ya has aprendido.

En las enseñanzas del Espíritu Santo no hay inconsistencias. Éste es el razonamiento de los cuerdos. Has percibido la locura del ego, y no te ha dado miedo porque elegiste no compartirla. Pero aún te engaña a veces. No obstante, en tus momentos más lúcidos, sus desvaríos no producen ningún terror en tu corazón. Pues te has dado cuenta de que no quieres los regalos que el ego te quitaría de rabia por tu "presuntuoso" deseo de querer mirar adentro. Todavía quedan unas cuantas baratijas que parecen titi­lar y llamarte la atención. No obstante, ya no "venderías" el Cielo por ellas.

Y ahora el ego tiene miedo. Mas lo que él oye aterrorizado, la otra parte de tu mente lo oye como la más dulce melodía: el canto que añoraba oír desde que el ego se presentó en tu mente por primera vez. La debilidad del ego es su fortaleza. El himno de la libertad, el cual canta en alabanza de otro mundo, le brinda espe­ranzas de paz. Pues recuerda al Cielo, y ve ahora que el Cielo por fin ha descendido a la tierra, de donde el dominio del ego lo había mantenido alejado por tanto tiempo. El Cielo ha llegado porque encontró un hogar en tu relación en la tierra. Y la tierra no puede retener por más tiempo lo que se le ha dado al Cielo como suyo propio.

Contempla amorosamente a tu hermano, y recuerda que la debilidad del ego se pone de manifiesto ante vuestra vista. Lo que el ego pretendía mantener separado se ha encontrado y se ha unido, y ahora contempla al ego sin temor. Criatura inocente de todo pecado, sigue el camino de la certeza jubilosamente. No dejes que la demente insistencia del miedo de que la certeza reside en la duda te detenga. Eso no tiene sentido. ¿Qué importa cuán imperiosamente se proclame? Lo que es insensato no cobra sentido porque se repita o se aclame. El camino de la paz está libre y despejado. Síguelo felizmente, y no pongas en duda lo que no puede sino ser cierto. (T.21.IV.1-8) 

Reflexión: Mirando hacia el interior, tomaremos consciencia de nuestro verdadero Ser.