sábado, 26 de enero de 2013

Causa espiritual de las enfermedades circulatorias

Cuando observamos un esquema del cuerpo humano en el que se reflejan las canalizaciones del sistema circulatorio, no podemos evitar el compararlo con el complicado, y al mismo tiempo, inteligente sistema de redes de carreteras por donde circula la gran masa de vehículos que habitan diariamente las grandes arterias de asfalto.
Esa observación nos acerca, si nos lo proponemos, a una visión muy singular de la función espiritual que ejerce el sistema circulatorio. Al igual como ocurre con esas redes que permiten la circulación de nuestros vehículos, permitiéndonos trasladarnos con seguridad de un lugar a otro, el sistema circulatorio permite a la sangre -esencia de vida- que alcance los más recónditos rincones de nuestro vehículo físico.
El fluido vital se manifiesta en la sangre, y si no se cuenta con un canal apropiado para que esa esencia logre alimentar cada uno de los diferentes órganos del cuerpo, se produciría un desequilibrio en el organismo que desencadenaría en un caos-enfermedad, en un conflicto, semejante al que se produce en esas autopistas cuando un obstáculo impide la normal circulación de los vehículos
Cuando en nuestras emociones se produce una represión o una alteración provocada por un exceso de protagonismo mental, el sistema encargado de permitir fluir con libertad y orden, las emociones-sangre, el sistema circulatorio se alterará, y viviremos efectos en él, como el endurecimiento de las venas, los trombos varicosos (obstáculos).
Los naturópatas aconsejan beber mucha uva para facilitar la circulación de la sangre y así evitar los serios problemas que se derivan de los trastornos circulatorios. Esta fruta tan esencial y curativa, con su jugo, está muy estrechamente relacionada con el Amor. Precisamente, cuando nuestros pensamientos se endurecen, se manifiestan sin sensibilidad, sin amor, por lo que favorece el desequilibrio orgánico somatizado en el sistema circulatorio.

¿Cómo tratar la relación de amistad?


La Amistad ha sido para mí lo más importante de la vida, sin embargo, ha sido a través de los lazos de amistad que he sufrido las más duras experiencias de mi existencia. ¿Cómo hay que tratar la relación de la amistad?

Como ya he tenido ocasión de expresar en varias ocasiones, estos artículos nos están orientados, ni mucho menos, a establecer verdades absolutas con la intención de dirigir las vidas de los demás. Todo lo contrario, lo que intento en cada ocasión es compartir con cuantos lo deseen el contenido de mis experiencias, las cuales me han permitido comprender el valor tan importante que posee el poder tomar conciencia de que nosotros y tan solo nosotros somos los únicos responsables de nuestros actos.
Tener la potestad de crear en cada momento tomando conciencia de ello, es para mí la mayor conquista alcanzada en esta vida. Quiero ser libre en mis actuaciones, en mis emociones y en mis pensamientos. Quiero pensar y decidir por mí mismo, y cuanto más me acerco a esta idea, más cerca me encuentro de los demás.
Sirva este preámbulo para indicar que no soy nadie para indicarte como debes vivir la experiencia de la amistad. Ahora bien, lo que sí puedo hacer es compartir mis vivencias y conocimientos contigo.
Veras, la amistad, tal y como yo la veo no es una pura experiencia de orden emocional, y digo esto, porque mientras que las emociones suelen tener como meta la posesión, la amistad cuando se basa en estos principios suele desencadenar consecuencias de dolor y decepción.
La amistad debe basarse en un aspecto sublimado de las emociones, y ello nos llevaría a una experiencia de relación mental, es decir, de comprensión. Tan solo a través de la comprensión. de uno mismo, podremos llegar a comprender a los demás.
Si por ejemplo, no aceptamos nuestros errores y nos castigamos, jamás lograremos aceptar los errores de los demás, lo que nos llevará a una constante critica proyectada a enjuiciar el comportamiento ajeno, sin darnos cuenta que estamos viendo nuestros propios errores en los demás. y como los reconocemos y no los aceptamos, lo combatimos.
Cuando las emociones posesivas median en las relaciones de amistad, por lo general, lo que nace como una atracción amistosa, se convierte en una experiencia de posesividad, por lo que tarde o temprano se convertirá en exigencias difíciles de soportar. Los celos, la envidia, la intolerancia, son aspectos que suelen encontrarse muy cerca de las relaciones amistosas, que crecen en un ambiente de emociones y pasiones.