sábado, 2 de diciembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 336

LECCIÓN 336

El perdón me enseña que todas las mentes están unidas.


1. El perdón es el medio a través del cual a la percepción le llega su fin. 2El conocimiento es restituido una vez que la percepción ha sido transformada y ha dado paso enteramente a lo que por siempre ha de estar más allá de su más elevado alcance. 3Pues las imágenes y los sonidos tan sólo pueden servir, en el mejor de los casos, para evocar el recuerdo que yace tras todos ellos. 4El per­dón elimina las distorsiones y revela el altar a la verdad que se hallaba oculto. 5Sus blancas azucenas refulgen en la mente, y la instan a regresar y a mirar en su interior para encontrar lo que en vano ha buscado afuera. 6Pues ahí, y sólo ahí, se restaura la paz interior, al ser la morada de Dios Mismo.

2. Que el perdón elimine en la quietud mis sueños de separación y de pecado. 2Y que entonces pueda mirar, Padre, en mi interior y descubrir que Tu promesa de que en mí no hay pecado es verdad; que Tu Palabra permanece inalterada en mi mente y que Tu Amor reside todavía en mi corazón.


¿Qué me enseña esta lección? 


Estamos atrapados por el recuerdo de nuestro pasado, un pasado en el que proclamamos un juicio condenatorio sobre nuestro acto volitivo de utilizar nuestra condición creadora con libre albedrío. A ese gesto de independencia, de autonomía, le llamamos pecado, pues lo interpretamos como un acto contrario a la Voluntad de nuestro Padre.

A partir de ese juicio condenatorio, decidimos creer que estamos separados de nuestro Creador, al que hemos ofendido con nuestra acción creadora. Comer del fruto del árbol prohibido es una alegoría que nos enseña sobre el uso de nuestro poder creador.

Decidir aprender por iniciativa propia, en vez de seguir conectado a la Fuente de nuestra Creación, nos ha llevado a establecer nuestro propio código de aprendizaje, el cual está basado en la necesidad de experimentar a través de la vía de la percepción.

La vía de la percepción está estrechamente relacionada con nuestro pasado, en la medida, que cada estímulo recibido por los órganos sensoriales nos despierta el recuerdo de lo experimentado en las mismas circunstancias. En este sentido, actuar por iniciativa propia nos lleva a creer merecedores del castigo, del sufrimiento, del dolor, pues actuar sin contar con la aprobación de nuestro Padre, nos lleva a creer en la transgresión, en el pecado, y éste tan sólo es redimido por la vía del castigo.

Todo cambia, cuando nuestra mente deja de identificarse con el pecado y con la percepción de la separación. Todo cambia, cuando nuestra mente da cabida al perdón, al Amor. Si perdonamos nuestros errores pasados, quedamos limpios, purificados, recuperamos la inocencia primigenia y con ello, ponemos fin a la vía de aprendizaje a través de la percepción. Cuando actuemos, no alimentaremos la falsa creencia de que estamos violando las Leyes del Creador.

Restituir la visión de la Unidad y de la Impecabilidad es la función del perdón. En verdad, en realidad, lo que estamos haciendo es tomar consciencia de nuestra condición divina.
Amén.

Ejemplo-Guía: "Cuando perdonamos, estamos recordando nuestro origen"

La enseñanza que nos ofrece el Curso sobre el Perdón nos revela un aspecto que trasciende el significado que se le da, teniendo como referencia el sistema de pensamiento del ego. 

Siempre he participado de la idea, de que perdonar era la respuesta que ofrecemos cuando hemos juzgado un acto incorrecto. Este posicionamiento nos lleva a creer, falsamente, que estamos en un estado de superioridad con respecto al que ha obrado incorrectamente. Ese sentimiento de superioridad, dada por nuestra condición moral, nos lleva a "perdonar" al otro por los errores cometidos.

Cuando obramos de esta manera, lo que realmente estamos haciendo es proyectar nuestra culpa, nuestra condena, externamente, pero en ningún caso significa que la hayamos perdonado internamente, es más, proyectándonos, lo que estamos haciendo es elegir ver en el otro lo que debemos aplicarnos nosotros mismos.

Si se hubiese realizado el trabajo interno de perdonarnos, es decir, si no viésemos nuestras culpas, entonces, las acciones externas no tendrían necesidad de ser perdonadas, pues no las proyectaríamos, lo que significa, que no las vemos, no las deseamos.

Perdonar, no es un acto que deba hacernos sentir superior a los demás. Todo lo contrario, como bien nos enseña el Curso, la visión del Perdón lleva implícita la visión de la inocencia, de la impecabilidad, de la unidad.

Si nuestra percepción verdadera, nos lleva a tomar conciencia de que somos uno, eso es Perdonar, pues reconocemos que formamos parte de la Fuente que nos ha creado.

Reflexión: La elección del perdón nos sitúa de vuelta en el Paraíso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario