1. El perdón es el medio a través del cual a la percepción le llega su fin. 2El conocimiento es restituido una vez que la percepción ha sido transformada y ha dado paso enteramente a lo que por siempre ha de estar más allá de su más elevado alcance. 3Pues las imágenes y los sonidos tan sólo pueden servir, en el mejor de los casos, para evocar el recuerdo que yace tras todos ellos. 4El perdón elimina las distorsiones y revela el altar a la verdad que se hallaba oculto. 5Sus blancas azucenas refulgen en la mente, y la instan a regresar y a mirar en su interior para encontrar lo que en vano ha buscado afuera. 6Pues ahí, y sólo ahí, se restaura la paz interior, al ser la morada de Dios Mismo.
2. Que el perdón elimine en la quietud mis sueños de separación y de pecado. 2Y que entonces pueda mirar, Padre, en mi interior y descubrir que Tu promesa de que en mí no hay pecado es verdad; que Tu Palabra permanece inalterada en mi mente y que Tu Amor reside todavía en mi corazón.
Optar por aprender por iniciativa propia, en lugar de mantenernos conectados a la Fuente de nuestra Creación, nos ha llevado a crear nuestro propio código de aprendizaje, basado en la necesidad de experimentar mediante la percepción.
La forma en que percibimos está muy ligada a nuestro pasado, ya que cada estímulo que reciben nuestros sentidos despierta recuerdos de experiencias similares. Así, actuar por cuenta propia puede hacernos sentir merecedores de castigo, sufrimiento o dolor, porque hacerlo sin la aprobación de nuestro Padre nos lleva a pensar en la transgresión y el pecado, y estos solo se redimen a través del castigo.
Todo cambia cuando dejamos de identificarnos con el pecado y la idea de separación. Todo cambia cuando abrimos nuestra mente al perdón y al amor. Al perdonar nuestros errores pasados, nos limpiamos, nos purificamos y recuperamos la inocencia original, poniendo fin al aprendizaje basado en la percepción. Así, al actuar, no reforzaremos la falsa creencia de que estamos quebrantando las Leyes del Creador.
Recuperar la visión de la Unidad y la Impecabilidad es la verdadera función del perdón. En el fondo, lo que hacemos es tomar conciencia de nuestra naturaleza divina.
Amén.
Ejemplo-Guía: "Cuando perdonamos, estamos recordando nuestro origen".
La enseñanza que nos brinda el Curso sobre el perdón revela un aspecto que va más allá del significado habitual, tomando como referencia el sistema de pensamiento del ego.
Siempre he pensado que perdonar es la respuesta que damos cuando hemos juzgado un acto como incorrecto. Esta postura nos hace creer, de forma equivocada, que estamos en una posición de superioridad frente a quien ha actuado mal. Ese sentimiento de superioridad, basado en nuestra supuesta autoridad moral, nos lleva a “perdonar” al otro por los errores cometidos.
Cuando actuamos así, en realidad estamos proyectando nuestra culpa y condena hacia fuera, pero eso no significa que las hayamos perdonado internamente. De hecho, al proyectarnos, lo que hacemos es elegir ver en el otro lo que deberíamos aplicar a nosotros mismos.
Si hubiésemos hecho el trabajo interno de perdonarnos, es decir, si no viéramos nuestras culpas, entonces las acciones externas no necesitarían ser perdonadas, porque no las proyectaríamos; lo que significa que no las vemos ni las deseamos.
Perdonar no es algo que deba hacernos sentir por encima de los demás. Al contrario, como bien enseña el Curso, el perdón implica ver la inocencia, la impecabilidad y la unidad en todos.
Cuando nuestra percepción verdadera nos hace conscientes de que somos uno, estamos perdonando, ya que entendemos que formamos parte de la Fuente que nos creó.
Reflexión: La elección del perdón nos sitúa de vuelta en el Paraíso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario