lunes, 4 de diciembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 338

LECCIÓN 338

Sólo mis propios pensamientos pueden afectarme.


1. Con este pensamiento basta para dejar que la salvación arribe a todo el mundo. 2Pues es el pensamiento mediante el cual todo el mundo por fin se libera del miedo. 3Ahora cada uno ha aprendido que nadie puede atemorizarlo, y que nada puede amenazar su seguridad. 4No tiene enemigos, y está a salvo de todas las cosas externas. 5Sus pensamientos pueden asustarlo, pero, puesto que son sus propios pensamientos, él tiene el poder de cambiarlos sustituyendo cada pensamiento de miedo por un pensamiento feliz de amor. 6Se crucificó a sí mismo. 7Sin embargo, Dios planeó que Su Hijo bienamado fuese redimido.

2. Padre mío, sólo Tu plan es infalible. 2Todos los demás fracasarán. 3Y tendré pensamientos que me asustarán hasta que aprenda que Tú ya me has dado el único Pensamiento que me conduce a la salvación. Sólo mis propios pensamientos fracasarán, y no me llevarán a ninguna parte. 5Mas el Pensamiento que Tú me diste promete conducirme a mi hogar, porque en él reside la promesa que Tú le hiciste a Tu Hijo.


¿Qué me enseña esta lección? 

Hemos sido creados a Imagen y Semejanza de nuestro Creador, lo que significa que somos portadores, a nivel potencial, de sus mismos Atributos.

Dios nos ha creado expandiendo su Mente, por lo que podemos decir, que somos fruto de su Pensamiento.

En verdad, el Hijo de Dios ha seguido ese mismo patrón creador, en la medida de que todo cuanto ha fabricado en este mundo tridimensional encuentra su origen en el pensamiento.

El arquitecto diseña su futura construcción partiendo de una idea. Esta idea va cobrando fuerza, a medida en que recibe el aporte de la naturaleza emocional, de los deseos. Decimos, me gusta la idea, me enamora el proyecto. De la unión de la idea original y el deseo, surge la proyección en el plano de la configuración del diseño. En esta fase, el proyecto adquiere la condición del anticipo teórico, de lo que será la construcción. 

Alcanzado este punto, podríamos decir, que el creador extiende su pensamiento creando la imagen de lo ideado. Hasta ese momento, la obra aún forma parte de él. Hago esta reflexión, pues me traslada a la visión de lo que le ocurrió al Hijo de Dios, antes de escindirse o sentirse escindido de su Hacedor. La obra, el hijo, aún forma parte de su pensamiento, el cual adquiere la facultad de proyectarse en una imagen (no es una forma tangible), en un diseño.

El arquitecto decide alcanzar el siguiente paso: dar forma material a su idea. Podría haberse conformado con la experiencia aportada por el diseño, pero la construcción le permitirá conocer si lo que imaginó, si lo diseñado, es correcto o tiene fallos. Es decir, decide experimentar para confirmar que sus pensamientos eran correctos.

Esa última decisión, ha sido interpretada por el Hijo de Dios como pecado y con ello, podríamos entender que tal decisión le llevó a no conformarse con la enseñanza teórica, sino que apostó por corroborar que la enseñanza era correcta. Es evidente, que no era necesaria tal demostración, pero esa fue la aportación del Hijo de Dios, hacer tangible y al mismo tiempo, temporal, la evidencia de la verdad.

Con todo ello, trato de testimoniar a favor de la afirmación: Todo lo creado a nivel material responde a un pensamiento.

Es nuestra elección que una cuestión nos afecte o no. Es nuestra elección, siempre, ver las cosas de una manera u otra. Yo elijo ver la que me aporte felicidad y alegría.


Ejemplo-Guía: "¿Somos conscientes de que fabricamos nuestra realidad con nuestros pensamientos?

Lo planteo como una pregunta, pues la respuesta nos revelará nuestro nivel de conciencia en lo referente a la implicación en los acontecimientos que nos ocurren, en lo que llamamos vida.

Podemos pensar que las cosas que nos suceden son fruto del azar, de la casualidad. Bajo ningún concepto vamos a admitir, que lo que nos pasa, sobre todo si la experiencia es negativa, es causada por nosotros. Nos diremos, las cosas pasan porque tienen que pasar. Ese es el dibujo que nos muestra el sistema de pensamiento del ego, basado en la percepción y en la separación entre las causas y los efectos.

¿Quién nos obliga a creer una cosa u otra? Me he planteado tantas veces esta cuestión. Es una idea que me llama profundamente la atención, quizás porque siempre he intuido que el ser humano es co-creador del mundo que percibe.

Si fuésemos capaces de mantener, permanentemente, la conciencia despierta, en el sentido de que pudiésemos hacer un seguimiento de los efectos que desencadenan nuestros pensamientos, desde que son emanados hasta que se convierten en experiencia percibida, tal y como lo hace un diseñador o un arquitecto, tal vez entonces, no tendríamos más remedio que reconocer que todos nuestros pensamientos, emociones y sentimientos, tienen un inmenso poder creador que va adoptando diferentes niveles de manifestación. Podríamos decir, que al igual como el edificio es la imagen cristalizada de la idea concebida por un arquitecto, nuestras percepciones, nuestras experiencias, son las manifestaciones proyectadas por nuestra mente.  En este sentido, ya hemos tenido ocasión de ver como vemos aquello que deseamos y deseamos aquello en lo que creemos.

¿De qué nos sirve saber que tenemos plena participación en cada una de las experiencias vividas? ¿Cómo actuaremos siendo conscientes de que solo nuestros pensamientos pueden afectarnos?

¿Nos libraríamos del miedo? ¿Nos libraríamos de la culpa? ¿Dejaríamos de atacar para protegernos? ¿Dejaríamos de sufrir? ¿Dejaríamos de condenar?

Seguro que muchos se identificaréis con la siguiente experiencia:

"M, es el marido de F. M, lleva una vida feliz con su pareja, pero desde hace un tiempo acá, viene observando un comportamiento extraño en ella. En su imaginación, M, no puede evitar que le surja la duda. Lo primero que piensa es que su compañera le está ocultando algo y que todo ese extraño comportamiento, se debe a que lo está engañando.
A M le resulta incómodo tener esos pensamientos, pero no puede evitarlo. Con cada gesto de F, sus dudas se acrecientan. No se atreve a decirle nada por no dar muestra de ser un desaprensivo. En ese momento recuerda que siempre ha defendido que nunca ha sentido celos, pero aquella situación era la evidencia de que estaba ocultando su debilidad emocional. Se siente mal y prefiere evitar esa conversación aclaratoria. Decide finalmente, guardar silencio y seguir recreándose en los pensamientos que cada vez le producían más dolor.
Al día siguiente, F, sorprende a M con una fiesta sorpresa. Durante los últimos días, todos sus extraños gestos, respondían a acciones con el único propósito de preparar la fiesta sorpresa. Cuando M, toma consciencia de que todo cuanto había vivido en los últimos días respondía a una fabricación, a una invención de su mente, decidió tomar buena nota para no volver a vivir un error semejante"

Todos nos enfrentamos, a diario, a los efectos de nuestros pensamientos. En estos momentos, tú y yo, lo estamos haciendo. Si te paras un momento y te centras en lo que piensas, te darás cuenta de ello.

Nuestra mente siempre está activa. Muchos aspectos de su potencial, lo desconocemos. Estamos adiestrándonos en su uso, y mi experiencia me dice, que debo ser muy paciente en ese entrenamiento. Una práctica que me ayuda en los momentos más álgidos, es poner en manos del Espíritu Santo la situación que esté percibiendo para que me ayude a verlo desde la Visión Crística. Con ello lo que estoy haciendo es quitar el protagonismo a la habituada visión del ego, que lucha con toda su artillería para no perder su hegemonía. Es la decisión en la que elijo un compás de silencio.

¿Cómo enseñaríamos a andar a un niño? Dejando que dé sus primero pasos. No tardará en mantenerse erguido y en caminar con soltura.

Reflexión: El enemigo es creado por nuestros pensamientos.

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