LECCIÓN 342
Dejo que el perdón descanse sobre todas las cosas, pues de ese modo es como se me concederá a mí.
1. Te doy gracias, Padre, por el plan que ideaste para salvarme del infierno que yo mismo fabriqué. 2No es real. 3Y Tú me has proporcionado los medios para comprobar su irrealidad. 4Tengo la llave en mis manos, y he llegado hasta las puertas tras las cuales se halla el fin de los sueños. 5Me encuentro ante las puertas del Cielo, sin saber si debo entrar y estar en casa. 6No dejes que hoy siga indeciso. 7Quiero perdonar todas las cosas y dejar que la creación sea tal como Tú quieres que sea y como es. 8Quiero recordar que soy Tu Hijo, y que cuando por fin abra las puertas, me olvide de las ilusiones ante la deslumbrante luz de la verdad, conforme Tu recuerdo retorna a mí.
2. Hermano, perdóname ahora. 2Vengo a llevarte a casa conmigo. 3Y según avanzamos, el mundo se une a nosotros en nuestro camino a Dios.
¿Qué me enseña esta lección?
El niño, caminando junto a su padre, se siente seguro y protegido, avanzando feliz y en paz.
Sin embargo, al llegar a la edad en que toma conciencia de su individualidad, deja atrás la seguridad que le brindaba la mano de su padre y se anima a dar sus primeros pasos, ejerciendo lo que percibe como libertad.
Los primeros pasos lo hacen sentirse distinto. Ya no depende de la guía de su padre y ahora traza el rumbo de su vida. Pronto nota que su andar seguro, alegre y en paz se transforma en uno vacilante, temeroso e inquieto. La alegría se ha cambiado por tristeza, al descubrir que su diferencia con el mundo lo obliga a proteger su integridad. Para no caer ante el ataque, ataca. Para no ceder al miedo, condena. Para no rendirse al dolor, odia.
Llega un día en que decide asumir el papel de padre. Los años de adolescencia quedan atrás. Ha aprendido que tomar decisiones guiado por las emociones y los deseos le lleva a pagar un alto precio: el sufrimiento, fruto de sentirse alejado de su creador.
Como padre, su actitud hacia su propio progenitor cambia. Se vuelve más sensible a su figura y empieza a comprenderlo. Esa comprensión lo lleva a recuperar el sentimiento de unidad que lo mantuvo cerca de su padre. El pensamiento que impulsa ese despertar es el perdón.
Primero, perdona sus errores de juventud. Tiene presente que no es necesario pedir disculpas a su padre, ya que él, como tal, está dispuesto a no ver culpabilidad en su hijo.
El perdón nos libera de nuestros errores y nos ayuda a estar listos para cumplir nuestra misión en el mundo: compartir el amor con el que fuimos creados.
Ejemplo-Guía: ¿Quieres gozar de la salvación? "Perdona, perdona, perdona..."
En la lección 334 planteamos la pregunta: ¿quieres ser feliz? Y la respuesta fue: perdona. En esta ocasión, volvemos a hacer la misma pregunta, cambiando la palabra feliz por salvación.
La verdad es que no podemos ser felices si no nos sentimos a salvo. Aunque el final sea el mismo, uso el término "salvación" solo para marcar una meta. Llegar a la salvación es estar frente a las puertas del Cielo, esperando que nuestro Padre nos dé la bienvenida.
Poner el perdón por encima de todo, como nos invita esta lección, significa pensar en clave de perdón, es decir, adoptar una mirada basada en la inocencia y la impecabilidad.
Ser conscientes de nuestros pensamientos de ataque es una oportunidad para corregir esa percepción errónea por la percepción verdadera. La percepción verdadera es la que sustituye la creencia en la separación por la creencia en la unidad.
Esta corrección, este milagro, solo puede lograrse de la mano de nuestros hermanos, donde se proyecta nuestra creencia en el pecado o en la inocencia.
La vida, vista así, consiste en encontrar en cada relación la oportunidad de salvar y ser salvados, o lo que es igual, de perdonar y ser perdonados. De esta forma, le damos un sentido verdadero, ya que liberamos al cuerpo de la culpa del pecado y le damos la misión de transmitir el mensaje de amor y perdón.
Al practicar el perdón, le damos al cuerpo un papel redentor, mientras que, si lo usamos para atacar, le asignamos el papel de pecador.
Reflexión: Perdona y estarás perdonado, pues nadie da lo que no tiene.
No hay comentarios:
Publicar un comentario