sábado, 2 de agosto de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 214

SEXTO REPASO

Introducción

1. Para este repaso utilizaremos sólo una idea por día y la practi­caremos tan a menudo cómo podamos. 2Además del tiempo que le dediques mañana y noche, que no debería ser menos de quince minutos, y de los recordatorios que han de llevarse a cabo, cada hora durante el transcurso del día, usa la idea tan frecuentemente como puedas entre las sesiones de práctica. 3Cada una de estas ideas por sí sola podría salvarte si verdaderamente la aprendie­ses. 4Cada una de ellas sería suficiente para liberaros a ti y al mundo de cualquier clase de cautiverio, e invitar de nuevo el recuerdo de Dios.

2. Con esto en mente, demos comienzo a nuestras prácticas, en las que repasaremos detenidamente los pensamientos con los que el Espíritu Santo nos ha bendecido en nuestras últimas veinte leccio­nes. 2Cada uno de ellos encierra dentro de sí el programa de estu­dios en su totalidad si se entiende, se practica, se acepta y se aplica a todo cuanto parece acontecer a lo largo del día. 3Uno solo basta. 4Mas no se debe excluir nada de ese pensamiento. 5Necesitamos, por lo tanto, usarlos todos y dejar que se vuelvan uno solo, ya que cada uno de ellos contribuye a la suma total de lo que queremos aprender.

3. Al igual que nuestro último repaso, estas sesiones de práctica giran alrededor de un tema central con el que comenzamos y concluimos cada lección. 2El tema para el presente repaso es el siguiente:    

3No soy un cuerpo. 4Soy libre.
5Pues aún soy tal como Dios me creó.

6El día comienza y concluye con esto. 7Y lo repetiremos asimismo cada vez que el reloj marque la hora, o siempre que nos acorde­mos, entre una hora y otra, que tenemos una función que trans­ciende el mundo que vemos. 8Aparte de esto y de la repetición del pensamiento que nos corresponda practicar cada día, no se requiere ningún otro tipo de ejercicio, excepto un profundo aban­dono de todo aquello que abarrota la mente y la hace sorda a la razón, a la cordura y a la simple verdad.

4. Lo que nos proponemos en este repaso es ir más allá de todas las palabras y de las diferentes maneras de practicar. 2Pues lo que estamos intentando esta vez es ir más de prisa por una senda más corta que nos conduce a la serenidad y a la paz de Dios. 3Sencilla­mente cerramos los ojos y nos olvidamos de todo lo que jamás habíamos creído saber y entender. 4Pues así es como nos libera­mos de todo lo que ni sabíamos ni pudimos entender.

5. Hay una sola excepción a esta falta de estructura. 2No dejes pasar un solo pensamiento trivial sin confrontarlo. 3Si adviertes alguno, niega su dominio sobre ti y apresúrate a asegurarle a tu mente que no es eso lo que quiere. 4Luego descarta tranquila­mente el pensamiento que negaste y de inmediato y sin titubear sustitúyelo por la idea con la que estés practicando ese día.
6. Cuando la tentación te asedie, apresúrate a proclamar que ya no eres su presa, diciendo:

2No quiero este pensamiento. 3El que quiero es ________ .

4Y entonces repite la idea del día y deja que ocupe el lugar de lo que habías pensado. 5Además de estas aplicaciones especiales de la idea diaria, sólo añadiremos unas cuantas expresiones formales o pensamientos específicos para que te ayuden con tu práctica. 6Por lo demás, le entregamos estos momentos de quietud al Maes­tro que nos enseña en silencio, nos habla de paz e imparte a nues­tros pensamientos todo el significado que jamás puedan tener.

7. A Él le ofrezco este repaso por ti. 2Te pongo en Sus manos, y dejo que Él te enseñe qué hacer, qué decir y qué pensar cada vez que recurres a Él. 3Él estará a tu disposición siempre que acudas a Él en busca de ayuda. 4Ofrezcámosle este repaso que ahora comenzamos, y no nos olvidemos de Quién es al que se le ha entregado, según practicamos día tras día, avanzando hacia el objetivo que Él fijó para nosotros, dejando que nos enseñe cómo proceder y confiando plenamente en Él para que nos indique la forma en que cada sesión de práctica puede convertirse en un amoroso regalo de libertad para el mundo.


LECCIÓN 214

No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.

1. (194) Pongo el futuro en Manos de Dios.

2El pasado ya pasó y el futuro aún no ha llegado. 3Ahora estoy libre de ambos. 4Pues lo que Dios da sólo puede ser para el bien. 5acepto únicamente lo que Él da como lo que me pertenece.

4No soy un cuerpo. 5Soy libre. 6Pues aún soy tal como Dios me creó.


¿Qué me enseña esta lección?

Hoy he tenido la lucidez del instante santo que me ha permitido ver, con total certeza, cómo mi consciencia se expandía al comprender lo que significa “poner el futuro en manos de Dios”.

Supone una total renuncia a seguir creyendo en la felicidad que nos propone el ego.

Supone la importante decisión de despertar a la verdadera realidad que somos.

Supone estar preñado de la plena confianza de que el miedo, el temor, el dolor, el sufrimiento, el castigo, el sacrificio, el pecado, el infierno, la muerte son argumentos utilizados por el ego para dar credibilidad a su identidad.

Supone nuestra elección de recibir la herencia de nuestro Padre.

Supone disfrutar de la paz compartida con nuestro Creador.

Supone gozar de la Liberación y de la Salvación.

¡En tus manos me encomiendo, Padre!

En cualquier instante, recibo Tu Gracia.

¡Cuánta dicha siente mi corazón al ver que Tu Misericordia siempre me aguarda!

Gracias, Padre. Bendigo Tu Santo Nombre y mi Santo Nombre.

¡Que así sea!

Reflexión: ¿Cómo interpreto lo que recibo de Dios?

viernes, 1 de agosto de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 213

SEXTO REPASO

Introducción

1. Para este repaso utilizaremos sólo una idea por día y la practi­caremos tan a menudo cómo podamos. 2Además del tiempo que le dediques mañana y noche, que no debería ser menos de quince minutos, y de los recordatorios que han de llevarse a cabo, cada hora durante el transcurso del día, usa la idea tan frecuentemente como puedas entre las sesiones de práctica. 3Cada una de estas ideas por sí sola podría salvarte si verdaderamente la aprendie­ses. 4Cada una de ellas sería suficiente para liberaros a ti y al mundo de cualquier clase de cautiverio, e invitar de nuevo el recuerdo de Dios.

2. Con esto en mente, demos comienzo a nuestras prácticas, en las que repasaremos detenidamente los pensamientos con los que el Espíritu Santo nos ha bendecido en nuestras últimas veinte leccio­nes. 2Cada uno de ellos encierra dentro de sí el programa de estu­dios en su totalidad si se entiende, se practica, se acepta y se aplica a todo cuanto parece acontecer a lo largo del día. 3Uno solo basta. 4Mas no se debe excluir nada de ese pensamiento. 5Necesitamos, por lo tanto, usarlos todos y dejar que se vuelvan uno solo, ya que cada uno de ellos contribuye a la suma total de lo que queremos aprender.

3. Al igual que nuestro último repaso, estas sesiones de práctica giran alrededor de un tema central con el que comenzamos y concluimos cada lección. 2El tema para el presente repaso es el siguiente:    

3No soy un cuerpo. 4Soy libre.
5Pues aún soy tal como Dios me creó.

6El día comienza y concluye con esto. 7Y lo repetiremos asimismo cada vez que el reloj marque la hora, o siempre que nos acorde­mos, entre una hora y otra, que tenemos una función que trans­ciende el mundo que vemos. 8Aparte de esto y de la repetición del pensamiento que nos corresponda practicar cada día, no se requiere ningún otro tipo de ejercicio, excepto un profundo aban­dono de todo aquello que abarrota la mente y la hace sorda a la razón, a la cordura y a la simple verdad.

4. Lo que nos proponemos en este repaso es ir más allá de todas las palabras y de las diferentes maneras de practicar. 2Pues lo que estamos intentando esta vez es ir más de prisa por una senda más corta que nos conduce a la serenidad y a la paz de Dios. 3Sencilla­mente cerramos los ojos y nos olvidamos de todo lo que jamás habíamos creído saber y entender. 4Pues así es como nos libera­mos de todo lo que ni sabíamos ni pudimos entender.

5. Hay una sola excepción a esta falta de estructura. 2No dejes pasar un solo pensamiento trivial sin confrontarlo. 3Si adviertes alguno, niega su dominio sobre ti y apresúrate a asegurarle a tu mente que no es eso lo que quiere. 4Luego descarta tranquila­mente el pensamiento que negaste y de inmediato y sin titubear sustitúyelo por la idea con la que estés practicando ese día.
6. Cuando la tentación te asedie, apresúrate a proclamar que ya no eres su presa, diciendo:

2No quiero este pensamiento. 3El que quiero es ________ .

4Y entonces repite la idea del día y deja que ocupe el lugar de lo que habías pensado. 5Además de estas aplicaciones especiales de la idea diaria, sólo añadiremos unas cuantas expresiones formales o pensamientos específicos para que te ayuden con tu práctica. 6Por lo demás, le entregamos estos momentos de quietud al Maes­tro que nos enseña en silencio, nos habla de paz e imparte a nues­tros pensamientos todo el significado que jamás puedan tener.

7. A Él le ofrezco este repaso por ti. 2Te pongo en Sus manos, y dejo que Él te enseñe qué hacer, qué decir y qué pensar cada vez que recurres a Él. 3Él estará a tu disposición siempre que acudas a Él en busca de ayuda. 4Ofrezcámosle este repaso que ahora comenzamos, y no nos olvidemos de Quién es al que se le ha entregado, según practicamos día tras día, avanzando hacia el objetivo que Él fijó para nosotros, dejando que nos enseñe cómo proceder y confiando plenamente en Él para que nos indique la forma en que cada sesión de práctica puede convertirse en un amoroso regalo de libertad para el mundo.


LECCIÓN 213

No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.

1. (193) Todas las cosas son lecciones que Dios quiere que yo aprenda.

2Una lección es un milagro que Dios me ofrece, en lugar de los pensamientos que concebí que me hacen daño. 3Lo que aprendo de Él se convierte en el modo en que me libero. 4Por eso elijo aprender Sus lecciones y olvidarme de las mías.

4No soy un cuerpo. 5Soy libre. 6Pues aún soy tal como Dios me creó.


¿Qué me enseña esta lección?

Existe un solo error. Existe una sola corrección.

La Biblia nos lo transcribe como el “pecado original”. Así se ha inscrito en el inconsciente colectivo de la humanidad. Esa visión tergiversada de la verdad ha dado lugar a la creencia en la culpa y en la separación. La acción de nuestro “pensamiento original” nos ha llevado a ver una realidad diferente a la visión de unidad que teníamos cuando seguíamos las directrices de nuestro Creador.

El error original es el error sobre el que se fundamentan el resto de los errores a los que el ego ha llamado “pecados”. Ese error es la creencia en la separación.

Ningún padre deja a su hijo en manos del error. Dios no ve el error de Su Hijo, pero vela para que la luz forme parte del sueño ilusorio en el que permanece. Esa luz adopta el ropaje de lección y se manifiesta en forma de milagro.

El perdón es la corrección de todos los errores. El perdón nos libera de la culpa y hace innecesario el castigo que ha de redimirnos de lo que hemos llamado “pecado”. El perdón desvanece el protagonismo del sufrimiento y del dolor y, en su lugar, favorece la manifestación de la alegría y de la felicidad.

Toda situación vivida por el ego en el mundo material, cuando es afrontada con la visión del perdón, nos permite disolver todo vestigio de conflicto, de preocupación, de contratiempo.

El perdón nos otorga el poder de la liberación.

Reflexión: Detrás de todo conflicto hay una lección de perdón.

Capítulo 22. II. La impecabilidad de tu hermano (2ª parte).

II. La impecabilidad de tu hermano (2ª parte).

4. La razón te diría que la única manera de escaparte del sufri­miento es reconociéndolo y tomando el camino opuesto. 2Toda ver­dad es lo mismo y todo sufrimiento es lo mismo también, pero ambos son diferentes entre sí desde cualquier punto de vista, en toda circunstancia y sin excepción. 3Creer que puede haber una sola excepción es confundir lo que es lo mismo con lo que es diferente. 4Una sola ilusión que se abrigue y se defienda contra la verdad priva a ésta de todo significado y hace que todas las ilu­siones sean reales. 5Tal es el poder de la creencia, 6la cual es inca­paz de transigir. 7Y la fe en la inocencia sería fe en el pecado si la creencia excluyera una sola cosa viviente y le negase la bendición de su perdón.

La inmutabilidad de la verdad se basa en la ley de la eternidad. Si es verdad, siempre lo será y siempre lo ha sido. La verdad no acepta matices. Los matices, las diferencias, las especializaciones proceden del sistema de pensamiento del ego. El desconocimiento de nuestra verdadera naturaleza nos lleva a percibirnos como personalidades que cambian y evolucionan. Pero lo que parece evolucionar y cambiar no es la mente recta que sirve al amor y a la unidad, sino la mente errada que nos lleva a percibir un mundo cuya dimensión es temporal e ilusoria.

La Expiación nos guía para recordar nuestra realidad, nuestra verdad. Es la elección de abandonar el sistema de pensamiento del ego como la fuente que nos conduce a vivir en el mundo del miedo y de lo efímero, para regresar a nuestro verdadero hogar, donde la ley de la unidad y del amor nos permitirá fundirnos con el gozo de Dios.

5. Tanto la razón como el ego te dicen eso mismo, pero la inter­pretación que hacen de ello es completamente diferente. 2El ego te asegura ahora que es imposible que puedas ver a nadie libre de culpa. 3Y si esta manera de ver es la única que puede liberarte de la culpabilidad, entonces la creencia en el pecado no puede sino ser eterna. 4Pero la razón ve eso de otro modo, pues la razón ve que la fuente de una idea es lo que hace que ésta sea cierta o falsa. 5Esto tiene que ser así, si la idea es semejante a su fuente. 6Por lo tanto -dice la razón- si el propósito que se le asignó al Espíritu Santo fue ayudarte a escapar de la culpabilidad, y ese propósito le fue dado por Aquel para Quien nada que Su Volun­tad disponga es imposible, los medios para lograr ese objetivo tienen que ser más que posibles. 7Tienen que existir y tú tienes que estar en posesión de ellos.

Me atrevería a decir que Jesús emplea el uso de la "lógica pura" para explicar el contenido de este punto. Siguiendo su ejemplo, podemos admitir que el ego es incapaz de reconocer que puede haber alguien libre de culpa. Pues de haberla, ello significaría que ha negado la identidad del ego, la cual surge tras elegir el pensamiento de ser especial. Siguiendo esta lógica, el ego fundamenta su fe en la creencia de que todos somos pecadores y, por lo tanto, no podemos estar libres de culpa.

Desde el punto de vista de la razón y dado que toda idea sigue a su fuente, la mente recta sirve al amor y a la unidad, lo que nos favorece el pensamiento de impecabilidad y de inocencia. El Espíritu Santo es la Mente Recta y se encuentra en la parte de nuestra mente que no ha olvidado la verdad y que nos lleva a reconocernos como Hijos de Dios. La visión del Espíritu Santo está libre de pecado y de culpa. Luego, la pureza y la santidad se encuentran en nuestro interior, en espera de que sea nuestra elección.

6. Esta es una etapa crucial en este curso, pues en este punto tiene que tener lugar una completa separación entre tú y el ego. 2Pues si ya dispones de los medios para dejar que el propósito del Espí­ritu Santo se alcance, dichos medios pueden utilizarse. 3A medida que los utilices, tu fe en ellos será cada vez mayor. 4Para el ego, sin embargo, eso es imposible, y nadie emprende lo que no ofrece ninguna esperanza de poderse lograr. 5Tú sabes que lo que la Voluntad de tu Creador dispone es posible, pero aquello que tú inventaste no lo cree. 6Ahora tienes que elegir entre ti y lo que es sólo una ilusión de ti. 7No ambas cosas, sino una sola. 8No tiene objeto intentar eludir esta decisión. 9Hay que tomarla. 10La fe y la creencia pueden inclinarse hacia cualquiera de esas dos opciones, pero la razón te dice que el sufrimiento se encuentra únicamente en una de ellas y la dicha en la otra.

Para el ego, alcanzar el propósito del Espíritu Santo, la visión de la unidad, se convierte en el deseo de unir los cuerpos, fortaleciendo su realidad en el nivel perceptivo.

El ego no cree en la unión de las mentes, pues su visión se circunscribe al nivel de lo que percibe a través de los sentidos. Si no lo veo, si no lo percibo, no existe.

Este punto es considerado por Jesús como crucial. A lo largo de la enseñanza que estamos recibiendo, se nos ha facilitado información para facilitar la comprensión de nuestra verdadera naturaleza. Estamos capacitados para comprender que el mundo tal y como lo percibimos no nos aportará la felicidad eterna que añoramos. Ahora sabemos que dicho mundo y dicha percepción responden a un pensamiento erróneo que nos ha llevado a creer que nuestra naturaleza es pecadora. El plan de salvación que Dios ha dispuesto para Su Hijo lo invita a elegir de nuevo, pues todo error puede ser corregido si dirigimos nuestra mente en la dirección correcta.

Es esa la etapa crucial a la que Jesús nos hace referencia. Nos invita a elegir, sin dudas y con la certeza de que la elección que tenemos que hacer es servir a Dios y no al ego, es decir, extender el amor que somos y desechar cualquier pensamiento que alimente al miedo.

jueves, 31 de julio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 212

SEXTO REPASO

Introducción

1. Para este repaso utilizaremos sólo una idea por día y la practi­caremos tan a menudo cómo podamos. 2Además del tiempo que le dediques mañana y noche, que no debería ser menos de quince minutos, y de los recordatorios que han de llevarse a cabo, cada hora durante el transcurso del día, usa la idea tan frecuentemente como puedas entre las sesiones de práctica. 3Cada una de estas ideas por sí sola podría salvarte si verdaderamente la aprendie­ses. 4Cada una de ellas sería suficiente para liberaros a ti y al mundo de cualquier clase de cautiverio, e invitar de nuevo el recuerdo de Dios.

2. Con esto en mente, demos comienzo a nuestras prácticas, en las que repasaremos detenidamente los pensamientos con los que el Espíritu Santo nos ha bendecido en nuestras últimas veinte leccio­nes. 2Cada uno de ellos encierra dentro de sí el programa de estu­dios en su totalidad si se entiende, se practica, se acepta y se aplica a todo cuanto parece acontecer a lo largo del día. 3Uno solo basta. 4Mas no se debe excluir nada de ese pensamiento. 5Necesitamos, por lo tanto, usarlos todos y dejar que se vuelvan uno solo, ya que cada uno de ellos contribuye a la suma total de lo que queremos aprender.

3. Al igual que nuestro último repaso, estas sesiones de práctica giran alrededor de un tema central con el que comenzamos y concluimos cada lección. 2El tema para el presente repaso es el siguiente:    

3No soy un cuerpo. 4Soy libre.
5Pues aún soy tal como Dios me creó.

6El día comienza y concluye con esto. 7Y lo repetiremos asimismo cada vez que el reloj marque la hora, o siempre que nos acorde­mos, entre una hora y otra, que tenemos una función que trans­ciende el mundo que vemos. 8Aparte de esto y de la repetición del pensamiento que nos corresponda practicar cada día, no se requiere ningún otro tipo de ejercicio, excepto un profundo aban­dono de todo aquello que abarrota la mente y la hace sorda a la razón, a la cordura y a la simple verdad.

4. Lo que nos proponemos en este repaso es ir más allá de todas las palabras y de las diferentes maneras de practicar. 2Pues lo que estamos intentando esta vez es ir más de prisa por una senda más corta que nos conduce a la serenidad y a la paz de Dios. 3Sencilla­mente cerramos los ojos y nos olvidamos de todo lo que jamás habíamos creído saber y entender. 4Pues así es como nos libera­mos de todo lo que ni sabíamos ni pudimos entender.

5. Hay una sola excepción a esta falta de estructura. 2No dejes pasar un solo pensamiento trivial sin confrontarlo. 3Si adviertes alguno, niega su dominio sobre ti y apresúrate a asegurarle a tu mente que no es eso lo que quiere. 4Luego descarta tranquila­mente el pensamiento que negaste y de inmediato y sin titubear sustitúyelo por la idea con la que estés practicando ese día.
6. Cuando la tentación te asedie, apresúrate a proclamar que ya no eres su presa, diciendo:

2No quiero este pensamiento. 3El que quiero es ________ .

4Y entonces repite la idea del día y deja que ocupe el lugar de lo que habías pensado. 5Además de estas aplicaciones especiales de la idea diaria, sólo añadiremos unas cuantas expresiones formales o pensamientos específicos para que te ayuden con tu práctica. 6Por lo demás, le entregamos estos momentos de quietud al Maes­tro que nos enseña en silencio, nos habla de paz e imparte a nues­tros pensamientos todo el significado que jamás puedan tener.

7. A Él le ofrezco este repaso por ti. 2Te pongo en Sus manos, y dejo que Él te enseñe qué hacer, qué decir y qué pensar cada vez que recurres a Él. 3Él estará a tu disposición siempre que acudas a Él en busca de ayuda. 4Ofrezcámosle este repaso que ahora comenzamos, y no nos olvidemos de Quién es al que se le ha entregado, según practicamos día tras día, avanzando hacia el objetivo que Él fijó para nosotros, dejando que nos enseñe cómo proceder y confiando plenamente en Él para que nos indique la forma en que cada sesión de práctica puede convertirse en un amoroso regalo de libertad para el mundo.

LECCIÓN 212

No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.

1. (192) Tengo una función que Dios quiere que desempeñe.

2Busco la función que me ha de liberar de todas las vanas ilu­siones del mundo. 3Solamente la función que Dios me dio puede ofrecerme libertad. 4Eso es lo único que busco y lo único que aceptaré como propio.

4No soy un cuerpo. 5Soy libre. 6Pues aún soy tal como Dios me creó.

¿Qué me enseña esta lección?

Cuando la mente eligió prestar atención al mundo material, al mundo de la percepción, estableció un “velo” que lo llevó a creerse separado de su verdadero origen. Esa conciencia de separación lleva a la mente a la visión de la culpabilidad y al miedo a la soledad.

La situación previa a este estado era bien diferente, pues el Hijo de Dios estaba en conexión directa con la Divinidad. Este estado de la evolución de la humanidad se describe en la Biblia como Paraíso Terrenal o Edén. El Hijo de Dios gozaba de la visión unitaria que lo mantenía unido a su Creador y al resto de la Filiación. Gozaba de la protección de su Hacedor y su condición natural era la plenitud.


Con la separación, con el acto volitivo de “ser especial”, el Hijo de Dios se desconecta de la divinidad, cree romper el cordón umbilical que lo mantenía unido a su Padre, y percibe una nueva realidad, con la que se identifica y a la que le otorga el poder de su propia identidad.

En esa ilusoria realidad que le ofrece el mundo de la percepción, el ego necesita comprender cuál es su función.  Fabrica un mundo, su propio mundo, de acuerdo a sus necesidades internas.  Proyecta su mundo interno, sus pensamientos y sentimientos, en el mundo externo y comienza a ver reflejado en los demás aquello que forma parte de su propia realidad.  Se siente culpable y proyecta su culpa sobre los demás, haciendo que el otro sienta culpa.  Siente miedo, se siente vulnerable, se percibe como un pecador y proyecta toda su ira, su cólera, su temor sobre el otro, en un intento de ataque para protegerse del otro.

Siente que su culpa le exige liberación y busca en las relaciones especiales, la vía del sacrificio y del sufrimiento, en un intento de ganar el perdón de aquellos a los que hemos atacado en un acto de defensa o venganza.

En lo más profundo de su ser, el ego busca encontrar la única función que le aporte paz interior; que le aporte un sentido a su vana existencia.  Busca ser perdonado por Dios, pues cree que su alma está condenada al dolor y al padecimiento, por el hecho de haber pecado.

Pero para conseguir esa paz interior, el ego tendrá que renunciar a su poder, a su hegemonía, tendrá que ceder su fuerza a la verdadera autoridad, al Espíritu. Su liberación ha de llevarle a creer en la inocencia; ha de llevarle a perdonar al Hijo de Dios y abrirle la puerta para que tome asiento en su verdadero Hogar.

Cuando decidimos ver desde la unidad, el perdón, en el mundo de las formas, se convierte en nuestra única función.  Independientemente del trabajo en el que nos encontremos ocupados, independientemente del cargo que ejerzamos en nuestras ocupaciones, no podemos olvidar que nuestra única función es perdonar.  En la medida en que desarrollemos nuestra función, en esa justa medida, seremos testigos del proceso de liberación que experimentará el mundo.

Reflexión: El perdón como ejercicio práctico de conducta diaria.a.

Capítulo 22. II. La impecabilidad de tu hermano (1ª parte).

 II. La impecabilidad de tu hermano (1ª parte).

1. Lo opuesto a las ilusiones no es la desilusión, sino la verdad. 2Sólo para el ego, para el que la verdad no tiene significado, pare­cen ser las ilusiones y la desilusión las únicas alternativas, las cuales son diferentes entre sí. 3Pero en verdad son lo mismo. 4Ambas aportan el mismo cúmulo de sufrimiento, aunque cada una parece ser la única manera de escaparse de la aflicción que la otra ocasiona. 5Toda ilusión alberga dolor y sufrimiento entre los tenebrosos pliegues de las pesadas vestiduras tras las que oculta su inexistencia. 6Sin embargo, esas sombrías y pesadas vestiduras son las que cubren a aquellos que van en pos de ilusiones, y las que los mantienen ocultos del júbilo de la verdad.

Comienza Jesús este apartado dedicado a la impecabilidad de tu hermano definiendo con claridad que el sistema de pensamiento del ego tiene puesta su fe en que la ilusión es la fuente donde ha de buscar la felicidad y, sin embargo, su percepción, en este sentido, es errónea, ya que aquello que percibe, la ilusión, no es real, no es verdad. Para el ego, la ilusión es la verdad y la desilusión, lo contrario.

Para la mente recta, tanto la ilusión como la desilusión forman parte del mismo error, pues ambas proceden de la creencia falsa en la separación, la cual es la causa del sufrimiento y del dolor. Todo lo ilusorio es perecedero y la pérdida nos causa dolor y nos lleva a pensar que nuestra naturaleza pecaminosa es vulnerable y exige el castigo divino por nuestra transgresión.

2. La verdad es lo opuesto a las ilusiones porque ofrece dicha. 2¿Qué otra cosa sino la dicha podría ser lo opuesto al sufri­miento? 3Abandonar un tipo de sufrimiento e ir en busca de otro no es un escape. 4Cambiar una ilusión por otra no es realmente un cambio. 5Tratar de encontrar felicidad en el sufrimiento es una insensatez, pues ¿cómo se iba a poder encontrar felicidad en el sufrimiento? 6Lo único que se puede hacer en el tenebroso mundo del sufrimiento es seleccionar algunos aspectos de él, ver­los como si fuesen diferentes y luego definir la diferencia como felicidad. 7Percibir una diferencia donde no la hay, no obstante, realmente no cambia nada.

El ego surge como consecuencia de elegir un pensamiento de escasez, de necesidad. Este pensamiento se opone frontalmente a la verdad, pues en realidad, en virtud de nuestra condición divina, hemos heredado la plenitud y la abundancia de nuestro creador. Somos tal como Dios nos ha creado. Por ello, es imposible que no seamos tal y como es Él: Perfecto e impecable.

El deseo de ser especial embriagó la mente con el propósito de ver una dimensión distinta a la de nuestro creador. En el Mundo de Dios Todo es Uno. Pero la mente, aliada con el deseo de individualidad, propició la percepción de un nivel donde el amor y la unidad fueron sustituidos por el miedo y por la división. A partir de esa elección nos creímos separados de la Fuente de la que emanamos y surgió el pensamiento del pecado, el cual se personificó en la identidad del cuerpo físico.

El mundo de paz y felicidad de Dios, pasó al olvido y en su lugar nuestros ojos se abrieron para percibir un mundo donde las leyes de la temporalidad nos llevarían a experimentar el sufrimiento, el dolor y la muerte.

3. Lo único que hacen las ilusiones es ocasionar culpabilidad, sufrimiento, enfermedad y muerte a sus creyentes. 2La forma en que las ilusiones se aceptan es irrelevante. 3A los ojos de la razón, ninguna forma de sufrimiento se puede confundir con la dicha. 4La dicha es eterna. 5Puedes estar completamente seguro de que todo lo que aparenta ser felicidad y no es duradero es realmente miedo. 6La dicha no se convierte en pesar, pues lo eterno no puede cambiar, pero el pesar puede volverse dicha, pues el tiempo cede ante lo eterno. 7Únicamente lo eterno permanece inmutable, 8pero todo lo que se encuentra en el tiempo puede cambiar con el paso de éste. 9No obstante, para que el cambio sea real y no imaginado, las ilusiones tienen que ceder ante la verdad y no ante otros sue­ños igualmente irreales. 10Eso no sería diferente.

Jesús nos aporta en este punto una información muy interesante y esperanzadora. La ilusión, el mundo que percibimos con nuestros ojos físicos y que procede, como hemos visto, de la creencia en la separación, o lo que es lo mismo, de la elección de ser distinto a Dios, al estar bajo la regencia de las leyes de la temporalidad, no nos puede llevar a la felicidad permanente, pues tan sólo lo eterno es inmutable.

El ego se regocija de sus logros, de sus posesiones, de sus conquistas, pero ese regocijo nada tiene que ver con la dicha eterna, pues el solo hecho de pensar en su pérdida nos produce temor y miedo. El miedo nunca aporta felicidad y es la causa principal que nos lleva a no gozar en nuestras relaciones de la felicidad y el amor perseguido. Amamos a alguien y ese amor es tan abrasador que el miedo a perderlo limita su gozo libremente. Es cuando decidimos inventarnos mecanismos que nos garanticen la seguridad de ese amor, pero lo hacemos imponiendo condiciones a la relación. Nuestro miedo a perder el amor conquistado nos hace proyectarlo sobre el otro y lo ahogamos con nuestros temores, imponiéndole limitaciones.

miércoles, 30 de julio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 211

SEXTO REPASO

Introducción

1. Para este repaso utilizaremos sólo una idea por día y la practi­caremos tan a menudo cómo podamos. 2Además del tiempo que le dediques mañana y noche, que no debería ser menos de quince minutos, y de los recordatorios que han de llevarse a cabo, cada hora durante el transcurso del día, usa la idea tan frecuentemente como puedas entre las sesiones de práctica. 3Cada una de estas ideas por sí sola podría salvarte si verdaderamente la aprendie­ses. 4Cada una de ellas sería suficiente para liberaros a ti y al mundo de cualquier clase de cautiverio, e invitar de nuevo el recuerdo de Dios.

2. Con esto en mente, demos comienzo a nuestras prácticas, en las que repasaremos detenidamente los pensamientos con los que el Espíritu Santo nos ha bendecido en nuestras últimas veinte leccio­nes. 2Cada uno de ellos encierra dentro de sí el programa de estu­dios en su totalidad si se entiende, se practica, se acepta y se aplica a todo cuanto parece acontecer a lo largo del día. 3Uno solo basta. 4Mas no se debe excluir nada de ese pensamiento. 5Necesitamos, por lo tanto, usarlos todos y dejar que se vuelvan uno solo, ya que cada uno de ellos contribuye a la suma total de lo que queremos aprender.

3. Al igual que nuestro último repaso, estas sesiones de práctica giran alrededor de un tema central con el que comenzamos y concluimos cada lección. 2El tema para el presente repaso es el siguiente:    

3No soy un cuerpo. 4Soy libre.
5Pues aún soy tal como Dios me creó.

6El día comienza y concluye con esto. 7Y lo repetiremos asimismo cada vez que el reloj marque la hora, o siempre que nos acorde­mos, entre una hora y otra, que tenemos una función que trans­ciende el mundo que vemos. 8Aparte de esto y de la repetición del pensamiento que nos corresponda practicar cada día, no se requiere ningún otro tipo de ejercicio, excepto un profundo aban­dono de todo aquello que abarrota la mente y la hace sorda a la razón, a la cordura y a la simple verdad.

4. Lo que nos proponemos en este repaso es ir más allá de todas las palabras y de las diferentes maneras de practicar. 2Pues lo que estamos intentando esta vez es ir más de prisa por una senda más corta que nos conduce a la serenidad y a la paz de Dios. 3Sencilla­mente cerramos los ojos y nos olvidamos de todo lo que jamás habíamos creído saber y entender. 4Pues así es como nos libera­mos de todo lo que ni sabíamos ni pudimos entender.

5. Hay una sola excepción a esta falta de estructura. 2No dejes pasar un solo pensamiento trivial sin confrontarlo. 3Si adviertes alguno, niega su dominio sobre ti y apresúrate a asegurarle a tu mente que no es eso lo que quiere. 4Luego descarta tranquila­mente el pensamiento que negaste y de inmediato y sin titubear sustitúyelo por la idea con la que estés practicando ese día.
6. Cuando la tentación te asedie, apresúrate a proclamar que ya no eres su presa, diciendo:

2No quiero este pensamiento. 3El que quiero es ________ .


4Y entonces repite la idea del día y deja que ocupe el lugar de lo que habías pensado. 5Además de estas aplicaciones especiales de la idea diaria, sólo añadiremos unas cuantas expresiones formales o pensamientos específicos para que te ayuden con tu práctica. 6Por lo demás, le entregamos estos momentos de quietud al Maes­tro que nos enseña en silencio, nos habla de paz e imparte a nues­tros pensamientos todo el significado que jamás puedan tener.

7. A Él le ofrezco este repaso por ti. 2Te pongo en Sus manos, y dejo que Él te enseñe qué hacer, qué decir y qué pensar cada vez que recurres a Él. 3Él estará a tu disposición siempre que acudas a Él en busca de ayuda. 4Ofrezcámosle este repaso que ahora comenzamos, y no nos olvidemos de Quién es al que se le ha entregado, según practicamos día tras día, avanzando hacia el objetivo que Él fijó para nosotros, dejando que nos enseñe cómo proceder y confiando plenamente en Él para que nos indique la forma en que cada sesión de práctica puede convertirse en un amoroso regalo de libertad para el mundo.



LECCIÓN 211

No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.

1. (191) Soy el santo Hijo de Dios Mismo.

2En silencio y con verdadera humildad busco la gloria de Dios a fin de contemplarla en el Hijo que Él creó como mi Ser.

4No soy un cuerpo. 5Soy libre. 6Pues aún soy tal como Dios me creó.


¿Qué me enseña esta lección?

“Soy el santo Hijo de Dios Mismo. No puedo sufrir ni sentir dolor; no puedo sufrir pérdidas ni dejar de hacer todo lo que la salvación me pida”.

Reconozco mi santidad y proclamo mi libertad para perdonar y para salvar el mundo.
Reconozco mi santidad.  Soy tal como Dios me creó.
Reconozco mi santidad y elijo ver la Unidad.
Reconozco mi santidad y mi único propósito es ser fiel al Plan de Salvación de Dios.

Soy Uno con mi Padre y con todos mis hermanos.

Me libero de la culpa y del miedo.
Me libero de la creencia en el pecado.
Me libero del castigo y del dolor.
Me libero del sufrimiento y del sacrificio.
Me libero de la enfermedad y de la muerte.
Me libero de las ataduras del cuerpo.
Me libero de la separación.

Reflexión: ¡Soy el Hijo de Dios!  ¿Cómo me siento?

Capítulo 22. I. El mensaje de la relación santa (4ª parte).

I. El mensaje de la relación santa (4ª parte).

9. Ten por seguro que Dios no puso a Su Hijo en manos de quien no es digno de él. 2Solamente lo que es parte de Dios es digno de estar unido. 3Y es imposible que nada que no sea parte de Él pueda unirse. 4La comunicación tiene que haberse restablecido entre los que se unen, ya que nunca se habrían podido unir a través de sus cuerpos. 5¿Qué es lo que los ha unido, entonces? 6La razón te diría que tuvieron que haberse visto el uno al otro a través de una visión que no era del cuerpo y haberse comunicado en un lenguaje que el cuerpo no habla. 7No pudo tampoco haber sido una visión o sonido atemorizante lo que tan dulcemente los unió. 8Fue más bien que cada uno vio en el otro un perfecto refu­gio donde su Ser podía renacer a salvo y en paz. 9Así se lo dijo la razón y así lo creyó porque era la verdad.

Seguro que en alguna ocasión habrás experimentado con alguien o con muchos la vivencia de conexión no corporal a la que hace referencia este punto. Se produce a nivel mental. Es una conexión en el campo de donde emanan las ideas, las creencias. Es un reconocimiento en la mente de los demás de pensamientos con los que nuestra mente se une. Para mí, es la clara evidencia de que nuestra esencia es mental, espiritual y no física.

Cuando un conjunto de mentes se une, se siente la atracción de crear grupos donde se comparten las mismas ideas. Yo le llamo "conspiración acuariana" en alusión directa a las cualidades del signo mental Acuario, el arquetipo de la igualdad.

Hay teorías esotéricas que nos hablan de la Era de Acuario y con ello nos quieren anunciar que las vibraciones arquetípicas del Signo serán especialmente sensibles a la conciencia humana, lo que favorecerá el surgimiento de un impulso encaminado a unir las mentes, bien a través de grupos físicos, bien a través de las tecnologías actuales que favorecen y facilitan el acercamiento de ideas. La Era de Acuario se caracterizará por un cambio profundo en el modo de ver las cosas, en el renacimiento de una nueva consciencia y sobre todo, el resurgir de la visión crística, de la unidad espiritual, del trato egoísta y separatista a un trato confraternal.

10. He aquí la primera percepción directa que puedes construir. 2la construyes a través de una conciencia que es más antigua que la percepción, y que, sin embargo, renace en un instante. 3Pues ¿qué es el tiempo para lo que siempre ha sido como es? 4Observa lo que ese instante trajo consigo: el reconocimiento de que "aquello otro" que tú pensabas ser, era sólo una ilusión. 5Y la verdad brotó ins­tantáneamente, para mostrarte dónde se encuentra tu Ser. 6Al negar las ilusiones invitas a la verdad, pues al negarlas reconoces que el miedo no significa nada. 7En el santo hogar donde el miedo es impotente el amor entra dando las gracias, agradecido de ser uno con vosotros que os unisteis para dejarlo entrar.

La visión y el reconocimiento de la verdad comienzan con uno mismo, lo que significa que hemos elegido de nuevo quién será nuestro anfitrión. En dicha elección, va implícita la corrección del error de la creencia en la separación y en el deseo de ser especial. Ahora sabemos que la falsa identidad a la que rendíamos pleitesía era ilusoria. Ahora nos sabemos eternos y portadores de los dones de Dios. Ahora la alegría acompaña nuestros corazones y el amor se convierte en el pensamiento que compartimos con cada uno de nuestros hermanos.

El cuerpo, el símbolo de nuestra falsa identidad, deja de atemorizarnos y ya no lo interpretamos como el representante del pecado y del miedo. Ahora, ese vehículo lo utilizamos para que realice la hermosa función de manifestar el amor a través del nivel perceptivo. Vivir y experimentar el amor incondicional -relación santa- es la meta más elevada que puede alcanzarse en este mundo.

11. Cristo acude a lo que es semejante a Él; a lo que es lo mismo, no a lo que es diferente. 2Pues siempre se siente atraído hacia Sí Mismo. 3¿Qué se asemeja más a Él que una relación santa? 4lo que hace que tú te sientas atraído hacia tu hermano, es lo que hace que Él se sienta atraído hacia ti. 5Ahí Su dulzura y Su benévola inocencia están a salvo del ataque. 6Y ahí Él puede regresar con confianza, pues la fe que depositas en otro es la fe que depo­sitas en Él. 7No cabe duda de que estás en lo cierto al considerar a tu hermano el hogar que Cristo ha elegido, pues al hacer eso ejerces tu voluntad junto con la de Cristo y la de Su Padre. 8Esto es lo que la Voluntad de tu Padre dispone para ti, y la tuya junto con la de Él. 9Y el que se siente atraído hacia Cristo se siente atraído hacia Dios tan irremediablemente como Cristo y Dios se sienten atraídos hacia toda relación santa: la morada que ha sido preparada para Ellos a medida que la tierra se convierte en el Cielo. 

La relación santa, decíamos en la reflexión del punto anterior, es la meta más elevada que puede alcanzarse en el mundo perceptivo, pues es la manifestación del amor crístico, del amor incondicional compartido entre los Hijos de Dios.

La relación santa significa que hemos abandonado el deseo de ser especiales y hemos recuperado la visión de la unidad que nos hace uno con nuestros hermanos de Filiación. Esa visión de unidad, al ser una proyección de nuestro mundo interno, de lo que somos en verdad, nos lleva a percibir en el otro al Santo Hijo de Dios, el cual nos ofrece andar juntos el camino que ha de conducirnos a la salvación, a las puertas del Cielo.

Cuando el mundo vibre por igual a la frecuencia del amor crístico, hablará una misma lengua cuyo idioma nos hará iguales. Nuestras mentes unidas en la Fuente de Dios resplandecerán e iluminarán el lugar donde dos hermanos se bendigan mutuamente en nombre de la paz.