sábado, 14 de junio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 165

LECCIÓN 165

Que mi mente no niegue el Pensamiento de Dios.

1. ¿Qué es lo que hace que este mundo parezca real sino tu negación de la verdad que se encuentra más allá de él? 2¿Qué otra cosa sino tus pensamientos de aflicción y de muerte ensombrecen la perfecta felicidad y vida eterna que la Voluntad de tu Padre dispone para ti? 3¿Y qué otra cosa sino las ilusiones podría ocul­tar lo que no puede ser ocultado? 4¿Qué podría privarte de lo que te pertenece sino tu propia decisión de no verlo, al negar que se encuentra ahí?

2. El Pensamiento de Dios te creó. 2no te ha abandonado, ni tú has estado nunca separado de él ni siquiera por un instante. 3Te pertenece. 4Gracias a él vives. 5Es tu Fuente de vida, pues te man­tiene unido a él, y todo es uno contigo porque él jamás te aban­donó. 6El Pensamiento de Dios te protege, cuida de ti, hace que tu lecho sea mullido y allana tu camino, al iluminar tu mente con gozo y amor. 7Tanto la eternidad como la vida eterna refulgen en tu mente porque el Pensamiento de Dios no te ha abandonado y todavía se encuentra en ti.

3. ¿Quién negaría su seguridad, su paz, su alegría, su curación y tranquilidad de espíritu, así como su sereno descanso y apacible despertar, si reconociese dónde se encuentran? 2¿No se prepara­ría de inmediato para salir a su encuentro, abandonando todo lo demás como algo sin valor en comparación? 3una vez que los hubiera encontrado, ¿no se aseguraría de que permanecieran con él y él con ellos?

4. No niegues el Cielo. 2Hoy se te concede sólo con que lo pidas. 3No es necesario tampoco que percibas cuán grande es este regalo ni cuánto habrá cambiado tu mente antes de que te llegue. 4Pídelo y se te concederá. 5La convicción radica en él. 6Hasta que no le des la bienvenida como algo que te pertenece, seguirás en la incerti­dumbre. 7Mas Dios es justo. 8No tienes que tener certeza para reci­bir lo que sólo tu aceptación puede otorgar.

5. Pide con fervor. 2No tienes que estar seguro de que lo que estás pidiendo es lo único que deseas. 3Mas cuando lo hayas recibido, sabrás que estás en posesión del tesoro que siempre anhelaste. 4¿Por qué otra cosa ibas a querer intercambiarlo? 5¿Qué podría inducirte ahora a dejarlo desaparecer de tu extática visión? 6Pues verlo te demuestra que has cambiado tu ceguera por los ojos videntes de Cristo, y que tu mente ha decidido abandonar la negación y aceptar el Pensamiento de Dios como tu herencia.

6. Y ahora las dudas son cosa del pasado, el final de la jornada es indudable y se te ha concedido la salvación. 2Ahora el poder de Cristo mora en tu mente, para que puedas curar tal como fuiste curado. 3Pues ahora te cuentas entre los salvadores del mundo. 4Ése es tu único destino. 5¿Consentiría Dios acaso que Su Hijo permaneciese eternamente hambriento por haberse negado a sí mismo el sustento que le es menester para poder vivir? 6La abun­dancia mora en él, y la privación no puede separarlo del Amor vivificante de Dios, ni de su hogar.

7. Practica hoy lleno de esperanza. 2Pues tener esperanzas está ciertamente justificado. 3Tus dudas no tienen sentido, pues Dios goza de perfecta certeza. 4Y el Pensamiento de Él nunca está ausente. 5La certeza no puede sino morar en ti que eres Su anfitrión. 6Este curso elimina toda duda que hayas interpuesto entre Él y tu cer­teza acerca de Él.

8. Contamos con Dios, no con nosotros mismos, para que nos dé certeza. 2en Su Nombre practicamos tal como Su Palabra nos indica que hagamos. 3Su certeza se encuentra tras cada una de nuestras dudas. 4Su Amor, tras cada uno de nuestros temores. 5El Pensamiento de Él todavía se encuentra en nuestras mentes más allá de todo sueño, tal como Su Voluntad dispone.


¿Qué me enseña esta lección?

La mente que ha llegado a gozar de un solo instante Santo jamás podrá negar el Pensamiento de Dios, pues esa mente ha sido Una con la Mente de Dios.

Ningún placer que hayas podido satisfacer en el mundo fabricado por el ego se aproxima a la inmensa felicidad que experimentas cuando conectas con el Pensamiento de Dios. Ese Pensamiento no es diferente a lo que somos; es más, somos únicamente ese Pensamiento de Dios.

El tiempo y el espacio desaparecen. Es un instante en el que nos fundimos con la eternidad. Es un reconocimiento de lo que siempre hemos sido. Es un reencuentro con lo que somos. Es un retorno al Edén, ese hogar del que nos creímos escindidos.

¿Cómo podemos negar el Pensamiento de Dios? ¿Acaso vamos a negar nuestra propia identidad?

Esa negación tan sólo es posible cuando el ego defiende su falsa creencia en la separación. Cuando se ha identificado con el cuerpo físico, al que culpa de todas sus iniciativas y al que castiga con la intención de redimirse.

Hoy es el ahora en el que me fundo plenamente con el Pensamiento que me ha Creado, con mi única y verdadera identidad.


Ejemplo-Guía: "No busques fuera de ti la solución a tus problemas".

La enseñanza de esta lección va directa a la causa que da lugar a todo efecto, a la mente. Me gustan las lecciones que van directas a la mente, pues me permiten ver las cosas de manera diferente. Me permite modificar las falsas creencias, al tiempo que me ofrece una nueva perspectiva de la verdad.

Estamos, desde mi punto de vista, ante una de las lecciones más potentes, desde el punto de vista transformador. A todos nos inquieta, llegado un punto, la misma pregunta: ¿qué debo hacer para que mi vida cambie, para encontrar la paz y la felicidad?

En el desarrollo del ejemplo-guía de la lección de ayer, ya puse de manifiesto el potencial de la Visión Crística a la hora de conducirnos a la experiencia verdadera, a la percepción verdadera de la realidad, es decir, ver con los ojos del Amor, nos conduce directamente a la dicha.

Hoy se nos revela la causa por la que negamos esa visión liberadora: la negación del Pensamiento de Dios.

¿Cómo nos comportaríamos si tuviésemos la certeza de que somos el Pensamiento de Dios? ¿Cómo nos comportaríamos si reconociésemos que somos tal y como nos ha creado? ¿Cómo nos relacionaríamos con el mundo si en vez de un cuerpo, nuestra identidad fuese eterna?

Os invito a realizar ese ejercicio de reflexión. Resulta interesante. Tendríamos que imaginar un mundo donde no existiese el miedo, donde no tuviésemos otro deseo que ser tal y como somos. Sería un mundo sin apegos; un mundo donde imperaría la visión de la unidad y el reconocimiento de la inocencia y de la impecabilidad en cada uno de nosotros.

¿Os imagináis una existencia donde el ataque no tuviese lugar; donde no se viese la necesidad de protegerse, porque no existiese el temor al dolor, al sufrimiento, a la ira, al rencor, a la enfermedad, a la muerte?

En esa visión, tendríamos la certeza de que nada externo a nosotros podría tener el poder para decidir nuestro destino, pues nuestro destino tan sólo tiene un camino: ser el Hijo de Dios, compartiendo nuestra naturaleza amorosa con el resto de la Filiación.

¿Quién de nosotros no está dispuesto a pagar lo que fuese por conseguir el método perfecto que nos permita hacer siempre lo que ha de aportarnos la salvación, la felicidad y la paz?

El error, hasta ahora, nos ha llevado a buscar fuera esa varita mágica que ha de transformarnos. Pero no existe ese "fuera", ni existe esa "varita mágica", pues lo que buscamos, ya lo tenemos; mejor dicho, ya lo somos. Tan solo tenemos que recordar dónde se encuentra y hacer uso de él. Lo que buscamos es lo que somos, el Pensamiento de Dios.


Reflexión: El Pensamiento de Dios te creó. 
no te ha abandonado, ni tú has estado nunca separado de él ni siquiera por un instante. ¿Por qué sufres?

viernes, 13 de junio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 164

LECCIÓN 164

Ahora somos uno con Aquél que es nuestra Fuente.

1. ¿En qué otro momento sino ahora mismo puede reconocerse la verdad? 2El presente es el único tiempo que hay. 3Y así, hoy, en este mismo instante, ahora mismo, podemos contemplar lo que se encuentra ahí eternamente, no ante nuestra vida sino ante los ojos de Cristo. 4Él mira más allá del tiempo y ve la eternidad representada allí. 5Él oye los sonidos que engendra el insensato y ajetreado mundo, aunque muy levemente. 6Pues más allá de ellos Él oye el himno del cielo y la voz que habla por Dios con más claridad, con más sentido y más de cerca.

2. El mundo desaparece fácilmente ante su vista. 2Sus sonidos se vuelven más tenues. 3Una melodía procedente de mucho más allá del mundo se vuelve cada vez más clara: una  Llamada Ancestral a la que Cristo da una respuesta ancestral. 4Tú reconocerás tanto una como otra, pues no son sino tu propia respuesta a la llamada que te hace tu padre. 5Cristo responde por ti, haciéndose eco de tu Ser, usando tu voz para dar Su jubiloso consentimiento y aceptando tu liberación por ti.

3. ¡Cuán santas son tus prácticas hoy, al darte Cristo su visión, al oír por ti y al contestar en tu nombre la Llamada que Él oye! 2¡Cuán serenos son los momentos que pasas con Él, más allá del mundo! 3¡Cuán fácilmente te olvidas de todos tus aparentes pecados y dejas de recordar todos tus pesares! 4En este día se dejan de lado las aflicciones, pues a ti, que hoy aceptas los dones que él te da, te resultan claros los sonidos y las vistas procedentes de aquello que está más cerca de ti que el mundo.

4. Hay un silencio que el mundo no puede perturbar. 2Hay una paz ancestral que llevas en tu corazón y que no has perdido. 3Hay en ti una sensación de santidad que el pensamiento de pecado jamás ha mancillado. 4Hoy recordarás todo esto. 5La fe con la que practiques hoy te aportará recompensas tan grandes y tan radicalmente diferentes de todas las cosas que antes perseguías, que sabrás que ahí está tu tesoro y tu descanso.

5. Este es el día en que todas las vanas imaginaciones se descorren como si de una cortina se tratase, para revelar lo que se encuentra tras ellas. 2Ahora se hace visible lo que realmente está ahí, mientras que todas las sombras que parecían ocultarlo simplemente se sumergen en la nada3Ahora se recupera el equili­brio, y la balanza del juicio se deja en manos de Aquel que juzga correctamente. 4Y mediante Su juicio, se desplegará ante tus ojos un mundo de perfecta inocencia. 5Ahora lo contemplarás con los ojos de Cristo. 6Ahora su transformación te resultará evidente.

6. Hermano, éste es un día sagrado para el mundo. 2La visión que se te ha concedido, la cual procede de mucho más allá de todas las cosas del mundo, las contempla ahora bajo una nueva luz. 3Y lo que ves se convierte en la curación y salvación del mundo. 4Tanto lo valioso como lo insignificante se percibe y se reconoce tal como es. 5lo que es digno de tu amor recibe tu amor, y no queda nada que puedas temer.

7. Hoy no juzgaremos. 2No recibiremos sino aquello que nos llega procedente de un juicio que se emitió desde más allá del mundo. 3Nuestras prácticas de hoy se convierten en un regalo de gratitud por nuestra liberación de la ceguera y de la aflicción. 4Todo cuanto veamos no hará sino aumentar nuestra dicha, pues su santidad refleja la nuestra. 5Nos alzamos perdonados ante los ojos de Cristo, tal como el mundo se alza perdonado ante los nuestros. 6Bendecimos al mundo al contemplarlo en la luz en la que nuestro Salvador nos contempla a nosotros, y le ofrecemos la libertad que se nos ha dado a través de Su visión redentora, no través de la nuestra.

8. Descorre la cortina durante tus prácticas, renunciando simple­mente a todo lo que crees desear. 2Guarda tus frívolos tesoros y deja un espacio limpio y despejado en tu mente donde Cristo pueda venir a ofrecerte el tesoro de la salvación. 3Él necesita tu santísima mente para salvar al mundo. 4¿Acaso no es este propósito digno de ser tu objetivo? 5¿No es la visión de Cristo algo digno de procurarse en lugar de todos los objetivos mundanos que no producen ninguna satisfacción?

9. No dejes que este día transcurra sin que los regalos que tiene reservados para ti reciban tu aprobación y aceptación. 2Si los reconoces, podemos cambiar el mundo. 3Tal vez no puedas ver el valor que tu aceptación de ellos le ofrece al mundo. 4Pero sin duda quieres esto: poder cambiar todo sufrimiento por dicha hoy mismo. 5Practica con fervor y ése será tu regalo. 6¿Iba Dios a engañarte? 7¿Podría dejar Él de cumplir Su promesa? 8¿Le negarías lo poco que te pide cuando Sus Manos le ofrecen a Su Hijo la salvación en su totalidad?


¿Qué me enseña esta lección?

Este “ahora” es un instante santo. Hago presente en mí la firme y certera decisión de ser uno con mi Creador, con mi hermano, con el Espíritu Crístico del Amor.

Mantener ese sagrado pensamiento nos lleva más allá de la simple teoría que nos hace partícipes de una idea, de una creencia. En ese instante manifiesto mi verdadera identidad. Mi divinidad se expresa en su realidad. Mi pensamiento es uno; mi sentimiento es uno y mis acciones hacen tangible la unidad.

Los Ángeles del Cielo muestran su regocijo al contemplar nuestro retorno al Paraíso, el cual nunca abandonamos.

Los Querubines hacen tronar sus trompetas y nos dan la bienvenida a nuestro verdadero hogar. Contemplamos, con admiración, que sus puertas nunca estuvieron selladas, que nuestra exclusión formó parte de un error.

Allí nos reencontramos con la inocencia de nuestros primeros “padres”, Adán y Eva. Reconocemos la sabiduría ancestral de la astuta Serpiente que se arrodilla a nuestro paso en un claro gesto de admiración entre alumno y maestro.

Y en ese mágico encuentro, nos fundimos en comunión con nuestro Padre. Nuestra mente y su Mente son una misma Mente. Todo es como siempre ha sido.



Ejemplo-Guía: "Si ves al ego, estarás experimentando temor. Si ves al Cristo, estarás experimentando paz".


Podríamos tratarlo dentro de un orden de prioridades, propio del sistema de pensamiento del ego, pero sin duda, si pudiésemos elegir, ¿no nos gustaría cambiar el dolor por alegría, el sufrimiento por dicha?

No he tenido ocasión de conocer a alguien que desee encontrarse en un ambiente hostil, en el campo de batalla, en el confinamiento de una cárcel o como inquilino en una habitación de hospital. Me pregunto, en mi ignorancia, ¿quién puede desear la enfermedad a la salud? ¿la lucha a la paz? ¿el miedo al amor? ¿el castigo al perdón? ¿la muerte a la vida? ¿la ilusión a la verdad?

Estoy aprendiendo, a través de las enseñanzas de Un Curso de Milagros, a dar valor a las cosas que realmente lo tienen. En este instante, el único valor que le doy al mundo material, dentro de su irrealidad, es el valor que me aporta la experiencia. Y gracias a esa apreciación, llego a comprender que el mundo de las formas se caracteriza por su neutralidad, mientras que su condición lo hace un vehículo apropiado para hacer tangible lo que emana desde la mente, el principal agente-causa que origina la percepción y la experiencia.

El lenguaje de la experiencia me dicta que visionar el mundo con los ojos del cuerpo, con los argumentos del ego, me aportará sinsabores que interpretaré como nocivos para mi salud física, emocional y mental. El miedo a la pérdida, propio del ego, no es precisamente un antídoto contra el sufrimiento, sino todo lo contrario; se convierte en su principal agente activo.

En cambio, cuando elijo ver las cosas desde una perspectiva nueva, cuando elijo ver con la visión Crística, desde el Amor, todo el horizonte adquiere un color diferente. El miedo desaparece, al igual que el apego y la necesidad.

En una ocasión, un estudiante me preguntaba: "¿Qué es la visión de Cristo?" Su preocupación le llevaba a imaginar una figura corporal dotada de poderes especiales. Es costumbre de una mente identificada con lo corporal poner rostro a lo divino. Al mismo Dios, se le supone con larga melena blanca y con una curtida barba.

La visión de Cristo, al igual que la visión del ego, tiene más que ver con el uso que damos a nuestra mente. Cuando nuestros pensamientos sirven a la creencia de la separación, decimos que nuestra visión es egoica. Cuando nuestros pensamientos sirven a la creencia de la Unidad, decimos que nuestra visión es Crística.
 

Cristo es la representación del Amor, el segundo aspecto divino del Rostro de Dios.

Cristo es la manifestación espiritual del Hijo de Dios.

Cristo somos todos. Cristo es la Filiación Divina.

Cristo no está fuera de ti, sino en tu interior.


Reflexión: ¡Hay una paz ancestral que llevas en tu corazón y que no has perdido!

Capítulo 21. II. Somos responsables de lo que vemos (2ª parte).

II. Somos responsables de lo que vemos (2ª parte).

3. Es imposible que el Hijo de Dios pueda ser controlado por sucesos externos a él. 2Es imposible que él mismo no haya ele­gido las cosas que le suceden. 3Su poder de decisión es lo que determina cada situación en la que parece encontrarse, ya sea por casualidad o por coincidencia. 4ni las coincidencias ni las casualidades son posibles en el universo tal como Dios lo creó, fuera del cual no existe nada. 5Si sufres es porque decidiste que tu meta era el pecado. 6Si eres feliz, es porque pusiste tu poder de decisión en manos de Aquel que no puede sino decidir a favor de Dios por ti. 7Éste es el pequeño regalo que le ofreces al Espíritu Santo, y hasta esto Él te da para que te lo des a ti mismo. 8Pues mediante este regalo se te concede el poder de liberar a tu salva­dor para que él a su vez te pueda dar la salvación a ti.

Nos lo dice Jesús, Maestro del Amor, lo que debería ser suficiente carta de presentación para que creyésemos en su palabra: "Es imposible que el Hijo de Dios pueda ser controlado por sucesos externos a él". Jesús es conocedor de la Ley de Dios y sabe que es imposible separar la causa del efecto; la semilla de su fruto; la voluntad de lo creado.

Nada es casual. Todo es causal. Y si somos felices, no es por el azar, sino porque pusimos nuestro poder de decisión, nuestra voluntad, en manos de Aquel que no puede sino decidir a favor de Dios por nosotros.

Asumamos nuestra participación en el proceso de creación. Si nos hemos equivocado, es la prueba de que hemos elegido utilizar nuestra voluntad en una dirección incorrecta. No lo neguemos cuando nos sintamos "descubiertos" por nuestro acto erróneo. Es lo que solemos hacer cuando nos sentimos amenazados por el juicio condenatorio de los demás. "No, yo no he sido" y ocultamos la verdad en lo más profundo de nuestra inconsciencia, eligiendo negar que hemos participado en calidad de sembrador.

4. No resientas tener que dar esta pequeña ofrenda, 2pues si no la das seguirás viendo el mundo tal como lo ves ahora. 3Mas si la das, todo lo que ves desaparecerá junto con él. 4Nunca se dio tanto a cambio de tan poco. 5Este intercambio se efectúa y se conserva en el instante santo. 6Ahí, el mundo que no deseas se lleva ante el que sí deseas. 7Y el mundo que sí deseas se te con­cede, puesto que lo deseas. 8Mas para que esto tenga lugar, debes primero reconocer el poder de tu deseo. 9Tienes que aceptar su fuerza, no su debilidad. 10Tienes que percibir que lo que es tan poderoso como para construir todo un mundo puede también abandonarlo, y puede asimismo aceptar corrección si está dis­puesto a reconocer que estaba equivocado.

Es posible que a estas alturas hayamos aceptado que el mundo que percibimos es la consecuencia de haber elegido en la dirección incorrecta, esto es, haber puesto nuestra voluntad al servicio del deseo de ser especial, o lo que es lo mismo, el deseo de separación. 

El pensamiento y el sentimiento, cuando se unen, tienen el poder de crear o fabricar, dependiendo si el sentimiento es de amor o de miedo, de unidad o separación. Cuando nuestras acciones nos reportan una respuesta de satisfacción y aceptación de parte del mundo exterior, no dudamos en reconocer nuestra autoría, pues ello alimenta nuestro ego, nuestro especialismo. Pero no siempre ocurre esto, pues cuando la respuesta de los demás es de desaprobación, de condena, lo que nos hace sentir menospreciado, en esas situaciones negamos que hayamos sido los autores de dicha acción y nos ocultamos a la realidad percibida.

Detrás de la negación de aceptar que ha sido nuestro deseo la causa que ha dado origen a la acción, está negar el poder real del deseo. Verlo como una debilidad es no conocer su capacidad creadora y, por lo tanto, elegimos no utilizarlo conscientemente para corregir la dirección de nuestra capacidad creadora. El deseo debe ponerse al servicio de la voluntad para que dicha voluntad sea el vivo reflejo de la Voluntad de Dios, es decir, que sirva al principio del Amor y de la Unidad.

5. El mundo que ves no es sino el testigo fútil de que tenías razón. 2Es un testigo demente. 3Tú le enseñaste cuál tenía que ser su testimonio, y cuando te lo repitió, lo escuchaste y te conven­ciste a ti mismo de que lo que decía haber visto era verdad. 4Has sido tú quien se ha causado todo esto a sí mismo. 5Sólo con que comprendieses esto, comprenderías también cuán circular es el razonamiento en que se basa tu "visión". 6Eso no fue algo que se te dio. 7Ése fue el regalo que tú te hiciste a ti mismo y que le hiciste a tu hermano. 8Accede, entonces, a que se le quite y a que sea reemplazado por la verdad. 9Y a medida que observes el cam­bio que tiene lugar en él, se te concederá poder verlo en ti mismo.

Deseamos ser especiales y deseamos la separación. Fruto de ese deseo, el mundo nos lleva a percibir lo que hemos imaginado. Las relaciones que establecemos llevan ese mismo sello y se tornan especiales donde imaginamos que amamos a la otra persona con las leyes de nuestros sentimientos, donde el miedo ha sustituido al verdadero amor y donde nuestros deseos buscan ser satisfechos por encima de otra cosa, llevándonos a imponer límites en la manifestación de lo que llamamos amor.

El amor no se muestra con su amable rostro de la alegría, la paz y la dicha, sino que desde el mismo instante en el que despertamos a su vibración, no podemos evitar sentir un profundo temor a perderlo.

El deseo, cuando se pone al servicio del amor, transforma el miedo y el especialismo, llevándonos a ver al otro desde la unidad y como la única vía verdadera para alcanzar la salvación.

jueves, 12 de junio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 163

LECCIÓN 163

La muerte no existe. El Hijo de Dios es libre.

1. La muerte es un pensamiento que adopta muchas formas, las cuales a menudo no se reconocen. 2La muerte puede manifestarse en forma de tristeza, miedo, ansiedad o duda; en forma de ira, falta de fe y desconfianza; preocupación por el cuerpo, envidia, así como en todas aquellas formas en las que el deseo de ser como no eres pueda venir a tentarte. 3Todos esos pensamientos no son sino reflejos de la veneración que se le rinde a la muerte como salvadora y portadora de la liberación.

2. En cuanto que encarnación del miedo, anfitrión del pecado, dios de los culpables y señor de toda ilusión y engaño, el pensa­miento de la muerte parece ser muy poderoso. 2Pues parece ence­rrar a todas las cosas vivientes en sus marchitas manos y a todos los deseos y esperanzas en su puño funesto, así como percibir toda meta únicamente a través de sus ojos invidentes. 3Los débi­les, los indefensos, así como los enfermos se postran ante su ima­gen, al pensar que sólo ella es real, inescapable y digna de su confianza. 4Pues la muerte es lo único que inevitablemente lle­gará.

3. Todas las cosas excepto la muerte parecen ser inciertas y per­derse demasiado pronto, independientemente de cuán difícil haya sido adquirirlas. Ninguna de ellas parece ofrecernos seguridad con respecto a lo que nos ha de brindar, y son propensas a defrau­dar las esperanzas que una vez nos hicieron abrigar y a dejar tras sí un mal sabor de boca, en lugar de aspiraciones y sueños. 2Pero con la muerte se puede contar. 3Pues vendrá con pasos firmes cuando haya llegado su hora. 4Jamás cesará de tomar todo lo que tiene vida como rehén.

4. ¿Te postrarías ante ídolos como éste? 2Aquí la fortaleza y el poderío de Dios Mismo se perciben dentro de un ídolo hecho de barro. 3Aquí se proclama que lo opuesto a Dios es señor de toda la creación, más fuerte que la Voluntad de Dios por la vida o que la infinitud del amor y la perfecta e inmutable constancia del Cielo. 4Aquí por fin se derrota la Voluntad del Padre y del Hijo; y se entierra bajo la lápida que la muerte ha colocado sobre el cuerpo del santo Hijo de Dios.

5. Impío ahora debido a la derrota, el Hijo de Dios se ha convertido en lo que la muerte quiere hacer de él. 2En su epitafio, que la muerte ha escrito, no se menciona su nombre, pues ha pasado a ser polvo. 3En él sólo se menciona lo siguiente: “Aquí yace un testigo de que Dios ha muerto”. 4Y esto es lo que la muerte escribe una y otra vez, mientras sus veneradores asienten, y postrándose con sus frentes en el suelo, susurran llenas de miedo que así es.

6. Es imposible venerar a la muerte en cualquiera de las formas que adopta, y al mismo tiempo seleccionar unas cuantas que no favoreces y que incluso deseas evitar, mientras sigues creyendo en el resto. 2Pues la muerte es total. 3O bien, todas las cosas mueren, o bien, todas viven y no pueden morir. 4En esto no hay términos medios. 5Pues aquí nos encontramos de nuevo ante algo que es obvio y que debemos aceptar si queremos gozar de cordura: lo que contradice totalmente un pensamiento no puede ser verdad, a menos que se haya demostrado la falsedad de su opuesto.

7. La idea de que Dios ha muerto es algo tan descabellado que incluso a los dementes les resulta difícil creerlo. 2Pues implica que Dios estuvo vivo una vez y que de alguna manera murió, aparentemente asesinado por aquellos que no querían que sobreviviese. 3Al ser la voluntad de éstos más fuerte, pudo vencer a la suya y, de esta manera, la vida eterna sucumbió ante la muerte. 4Y al morir el Padre, murió también el hijo.

8. Puede que los que veneran la muerte tengan miedo. 2Sin embargo, ¿pueden ser realmente temibles estos pensamientos? 3Si se diesen cuenta de que eso es lo que creen, se liberarían de inmediato. 4Esto es lo que tú les vas a mostrar hoy. 5La muerte no existe, y renunciamos a ella en todas sus formas, por la salvación de ellos, así como por la nuestra. 6Dios no creó la muerte. 7Cualquier forma que adopte, por lo tanto, tiene que ser una ilusión. 8Esta es la postura que hoy adoptamos. 9Y se nos concede poder mirar allende la muerte y ver la vida que se encuentra más allá.

9. Padre nuestro, bendice hoy nuestros ojos. 2Somos Tus Emisarios, y deseamos contemplar el glorioso reflejo de tu amor que refulge en todas las cosas. 3Vivimos y nos movemos únicamente en Ti. 4No estamos separados de tu vida eterna. 5La muerte no existe, pues la muerte no es Tu Voluntad. 6Y moramos allí donde Tú nos ubicaste, en la vida que compartimos Contigo y con toda cosa viviente, para ser como Tú y parte de Ti para siempre. 7Aceptamos Tus Pensamientos como nuestros, y nuestra voluntad es una con la Tuya eternamente. 8Amén.


¿Qué me enseña esta lección?

La muerte es un pensamiento. La muerte no es real.

En efecto, la muerte es fruto de la acción de nuestra mente sobre el nivel de percepción que le dispensa el mundo físico y el cuerpo, a nivel particular. El ego, al identificarse plenamente con ese vehículo temporal, adquiere la creencia de que la muerte es el final de su ciclo vital. Su conciencia, adormecida en esa relación con la densidad material, confunde lo que es ilusorio con lo que es real y verdadero.

El espíritu es eterno e inmortal. Cuando se pasa de un Estado de Unidad a una conciencia individual –separación–, la Vida se interpreta como un camino que nos conduce, inevitablemente, hacia la muerte.

Pero la muerte, interpretada en el nivel de lo concreto como el final de la vida, también adopta otros significados. A veces, nos sorprendemos expresando frases como: “Has muerto para mí”; “Estás muerto en vida”; “Las células han muerto…” Estos ejemplos definen estados mentales más que físicos, que se identifican con el sistema de pensamiento característico del ego: miedo, culpa, odio, castigo, dolor, sufrimiento, enfermedad, etc.

8 Había plantado el Señor Dios desde el principio un jardín delicioso, en que colocó al hombre que había formado 9 y en donde el Señor Dios había hecho nacer de la tierra misma toda suerte de árboles hermosos a la vista y de frutos suaves al paladar; y también el árbol de la vida en medio del paraíso y el árbol de la ciencia del bien y del mal...

15 Tomó, pues, el Señor Dios al hombre, y púsole en el paraíso de delicias, para que la cultivase y guardase. 16 Diole también este  precepto, diciendo: Come si  quieres del fruto de todos los árboles del paraíso; 17 Más del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas, porque en cualquier día que comieres de él, infaliblemente morirás..." (Génesis 2, 8-17).

Ya lo hemos comentado al estudiar la Lección 160; la muerte a la que alude este pasaje no es la muerte que interpreta el ego, como la pérdida de la vida De este pasaje se deduce que morir es la consecuencia de orientar nuestra mente al plano material e identificarse con él. Lo que no ha nacido de lo material no puede morir en lo material. Esto sería real, si nuestra identidad fuese el cuerpo. Afirmar esto conlleva creer que nuestro Padre tiene cuerpo y está sujeto a la muerte.

Nuestro origen, nuestra procedencia, define lo que somos. Somos Hijos de Dios, y creados de la acción expansiva de Su Mente.


Ejemplo-Guía: "Crees que eres un cuerpo, porque le otorgas, como real, la ilusión de la muerte".

¿Creerías que eres un cuerpo, si tuvieras la certeza de que eres eterno?

Niega tu eternidad, porque has olvidado tu verdadero origen. Si no percibo al ser espiritual, no creo en él. ¿Pero cómo percibirás con los ojos del cuerpo lo que tan sólo puedes ver con los ojos del alma?

Cuando desarrolles la visión que acompaña el despertar de la verdadera consciencia, podrás tener la certeza de que eres Espíritu y ello será posible porque verás con los ojos del Espíritu, con la Mente.


Tus argumentos, los del ego, se fundamentan en el sistema de pensamiento de que eres el cuerpo con el que percibes, y no permitirás que nada, ni nadie, te pueda hacer pensar que lo que llamas vida es el tránsito que va desde el nacimiento y te lleva hasta la muerte, donde termina. Cualquier otra verdad que ponga en entredicho este argumento priva al ego de lo más esencial, de su existencia.

El ego piensa en términos de temporalidad y esa percepción le somete a la ilusión permanente de que la muerte es una constante real en su vida. A cada segundo, su sistema celular se regenera, lo que significa que unas células mueren y otras nacen.

En el terreno emocional, ese proceso de renovación vida-muerte nos lleva al nacimiento de deseos, que, tras ser satisfechos, mueren, para en su lugar surgir otro nuevo deseo.

Aunque es en el mundo de los efectos donde mejor se aprecia el fruto de nuestra cosecha, no podemos olvidar que no dejan de ser la manifestación de la verdadera causa, la cual se encuentra en nuestra mente. Si creemos en la muerte, fabricaremos todo nuestro mundo bajo las leyes de la muerte. Nadie tendrá dificultad en comprender que tales argumentos no pueden conducirnos a otro destino que al sufrimiento.

Pero, en todos nosotros se encuentra el deseo de la verdadera Vida. Todo pensamiento sigue a su Fuente. Si hemos sido emanados de la Mente de Dios, aunque hayamos inventado una imagen de nosotros diferente, jamás podremos dar muerte a la verdadera Vida y esa vida emerge desde nuestro interior, invitándonos a recordar nuestro origen.

Si desde que amanece cada día, en el fraguar ilusorio del tiempo que nos acompaña en nuestro sueño, decidimos, elegimos no identificarnos con el cuerpo, estaremos apostando por la Vida, pues es el cuerpo el único que se aferra a la muerte.

Cuando participo en el juego de la muerte, en el que la sociedad en la que vivimos nos tiene acostumbrados, mi mente trasciende lo que mis ojos físicos me muestran, una ataúd donde yace sin vida un envoltorio corporal que dio cobijo a un ser espiritual. Procuro conectar mi espíritu al espíritu de aquel cuerpo desechado, y le hablo, le susurro que acaba de cambiar de conciencia y le invito a abrir sus ojos a la nueva consciencia que le invita a participar de una verdad que le estaba aguardando. Ahora, se encuentra en las puertas del Cielo y debe tener la certeza de que es un ciudadano con todos los derechos de ese nuevo Hogar. Le digo que es Luz y que siga la estela de la Luz. En esa conversación, suele estar acompañada de una agradable sensación de paz.

Reflexión: "La muerte es un pensamiento".

Capítulo 21. II. Somos responsables de lo que vemos (1ª parte).

II. Somos responsables de lo que vemos (1ª parte).

1. Hemos repetido cuán poco se te pide para que aprendas este curso. 2Es la misma pequeña dosis de buena voluntad que necesi­tas para que toda tu relación se transforme en dicha; el pequeño regalo que le ofreces al Espíritu Santo a cambio del cual Él te da todo, lo poco sobre lo que se basa la salvación, el pequeño cambio de mentalidad por el que la crucifixión se transforma en resurrec­ción. 3puesto que es cierto, es tan simple que es imposible que no se entienda perfectamente. 4Puede ser rechazado, pero no es ambiguo. 5Y si decides oponerte a ello, no es porque sea incom­prensible, sino más bien porque ese pequeño costo parece ser, a tu juicio, un precio demasiado alto para pagar por la paz.

La afirmación que da título a este apartado no es aceptada por el sistema de pensamiento del ego. Resulta incómodo reconocer que los hechos desagradables con los que la vida nos depara han sido creados por nosotros. Nos negamos a creer que somos los responsables de las desgracias que experimentamos. ¿Cómo voy a ser yo el culpable de que padezca una enfermedad terminal? ¿Cómo voy a aceptar que he sido yo el que ha deseado ser violado? ¿Cómo voy a admitir que he sido yo el que he elegido ser agredido y humillado?

Llevo años dedicado a facilitar la comprensión de las enseñanzas espirituales. Es una pasión que comparto por voluntad propia y que forma parte de mi manera de ser. Gracias a esta dedicación he podido comprobar la resistencia que tenemos para aceptar nuestra responsabilidad en aquellas vivencias que catalogamos como negativas. Buscamos ayuda, orientación sobre aquello que nos hace infelices y cuando la respuesta que recibimos es hacernos conscientes de nuestra participación en aquello que experimentamos, decidimos abandonar al instructor y buscar una respuesta diferente que no nos haga ver la realidad, la verdad.

Estoy totalmente de acuerdo con lo que Jesús nos dice en el comienzo de este punto. Es muy poco lo que se nos pide para aprender este curso. Se nos pide una pequeña dosis de buena voluntad para que todo nuestro dolor se transforme en dicha. Hemos tenido ocasión de advertir a lo largo del estudio que estamos realizando de las enseñanzas del curso que la voluntad es el "Principio" que llevó al Padre a crearnos. Cuando Su Voluntad se unió al Amor, tuvo lugar la Creación de la Filiación. Como Hijos de Dios hemos sido creados a Su imagen y semejanza, por lo que nosotros hemos heredado ese Principio de la Voluntad y la esencia del Amor.

La Voluntad es el impulso primigenio de todo acto creador. Cuando la voluntad se orienta hacia el amor, hacia la unidad, su producto es la creación de lo eterno. Cuando la voluntad se orienta hacia el deseo de ser especial, hacia la separación, su producto es la fabricación de la ilusión, de lo temporal.

2. Esto es lo único que tienes que hacer para que se te conceda la visión, la felicidad, la liberación del dolor y el escape del pecado. 2Di únicamente esto, pero dilo de todo corazón y sin reservas, pues en ello radica el poder de la salvación: 

3Soy responsable de lo que veo.

4Elijo los sentimientos que experimento y decido el objetivo que quiero alcanzar.

5todo lo que parece sucederme yo mismo lo he pedido, y se me concede tal como lo pedí. 

6No te engañes por más tiempo pensando que eres impotente ante lo que se te hace. 7Reconoce únicamente que estabas equi­vocado, y todos los efectos de tus errores desaparecerán.

¿Consideras que es una excesiva exigencia para tu mente reconocer que eres responsable de lo que ves? No te precipites a la hora de dar una respuesta. No permitas que tu mente indague en imágenes del pasado que enturbien tu lucidez. Mira la pregunta y respóndete si realmente crees que lo que ocurre en tu vida no es tal y como es y no como tú interpretas que es. Lo que es verdad para ti debe serlo igualmente para mí; si no fuese así, no sería verdad. La verdad no puede cambiar. O es verdad o no lo es, pero no puede ser un poquito verdad dependiendo de cómo la interpretemos.

Mira desde la sinceridad y desde la coherencia. Mira lo que ocurre en tu vida y pregúntate si lo que estás viendo no es responsabilidad tuya. Eres tú quien lo está viendo. Eres tú quien lo está interpretando. Eres tú quien lo juzga. Tal vez saber que la semilla para dar sus frutos debe ser sembrada te ayude a comprender que esa semilla necesita de alguien cuyo acto de voluntad sea lo que lo lleve a realizar el papel de sembrador. 

La semilla cuando se encuentra dentro de la tierra no es visible a nuestros ojos. Se nos antoja que se mantiene oculta y corremos el riesgo de olvidar que un día fue sembrada. Sin embargo, llegará un momento, siguiendo su ciclo de vida, que brotará de la tierra, enraizada en ella, y crecerá externamente. ¿Ha aparecido de la nada? ¿Has olvidado que fuiste tú el que la sembró? ¿Por qué te asombras ahora de que te muestre su apariencia? ¿No es lo que tú esperabas? ¿Decidirás arrancarla de cuajo o esperarás a que te ofrezca sus frutos? No importa lo que hagas, siempre y cuando reconozcas tu autoría en el proceso de su crecimiento. 

Si has estado buscando la fórmula mágica que te libere de todos tus pesares, aquí la tienes:

Eres responsable de lo que ves. Elige los sentimientos que quieres experimentar. Tú eres el creador.

miércoles, 11 de junio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 162

LECCIÓN 162

Soy tal como Dios me creó.

1. Sólo con que mantuvieses este pensamiento fijo en la mente, el mundo se salvaría. 2Lo repetiremos de vez en cuando, según vayamos alcanzando nuevos niveles en nuestro aprendizaje. 3Y a medida que avances tendrá cada vez más significado para ti. 4Estas palabras son sagradas, pues son las palabras que Dios dio como respuesta al mundo que tú construiste. 5Con ellas éste de­saparece, y todo lo que se ve en sus brumosas nubes y vanas ilusiones se desvanece cuando se pronuncian estas palabras, 6pues proceden de Dios.

2. He aquí la Palabra mediante la cual el Hijo se convirtió en la felicidad de Su Padre, en Su Amor y en Su compleción. 2He aquí donde se proclama la creación y donde se honra tal como es. 3No hay sueño que no se disipe con estas palabras; no hay pensa­miento de pecado o ilusión en dicho sueño que no se desvanezca ante su poder. 4Estas palabras son la trompeta del despertar que resuena por todo el mundo. 5Los muertos despiertan en res­puesta a su llamada. 6los que viven y oyen este sonido jamás verán la muerte.

3. Santo es en verdad aquel que hace suyas estas palabras; que se levanta con ellas en su mente, las recuerda a lo largo del día y, por la noche, se las lleva consigo al irse a dormir. 2Sus sueños son felices y su descanso está asegurado, su seguridad es indudable y su cuerpo goza de perfecta salud porque duerme y despierta con la verdad ante sí en todo momento. 3Salvará al mundo porque le da a éste lo que él mismo recibe cada vez que practica las palabras de la verdad.

4. Nuestra práctica de hoy es muy simple. 2Pues las palabras que utilizamos son poderosas y no necesitan pensamientos adiciona­les para poder producir un cambio en la mente de aquel que las utiliza. 3Este cambio es tan absoluto, que ahora dicha mente se convierte en la tesorería en la que Dios deposita todos Sus dones y todo Su Amor, para que sean distribuidos por todo el mundo, se multipliquen al darse y se conserven intactos porque su com­partir es ilimitado. 4Y así aprendes a pensar con Dios. 5La visión de Cristo ha restaurado tu vista al haber rescatado tu mente.

5. Hoy te honramos a ti. 2Tienes derecho a la perfecta santidad que ahora aceptas. 3Con esta aceptación todo el mundo se salva, pues, ¿quién seguiría abrigando el pecado cuando una santidad como ésta ha bendecido al mundo? 4¿Quién podría desesperarse cuando la perfecta dicha es suya y está al alcance de todos como remedio para el pesar y la miseria, para toda sensación de pér­dida y para escapar totalmente del pecado y la culpabilidad?

6. Y ¿quién no sería ahora un hermano para ti, al ser tú su salva­dor y redentor? 2¿Quién no te abriría su corazón amorosamente, ansioso de unirse a uno que es tan santo como él? 3Tú eres tal como Dios te creó. 4Estas palabras disipan la noche, y ya no hay más oscuridad. 5La luz ha venido hoy a bendecir el mundo. 6Pues tú has reconocido al Hijo de Dios, y en ese reconocimiento radica el del mundo.


¿Qué me enseña esta lección?

Soy tal como Dios me creó. Y me creó a Su imagen y semejanza. ¿Qué quiere decir esto?

Dios es Espíritu y su Plano de Manifestación es ilimitado y eterno; por lo tanto, somos Espíritu, libres de toda limitación y libres de toda temporalidad.

Dios es Voluntad, Amor e Inteligencia, y Su Hijo es portador de esos mismos Atributos, de tal modo que con su Voluntad tiene la potestad de crear; con su Amor, tiene la facultad de unir y con su Inteligencia tiene la capacidad de expandir la Verdad y el Conocimiento.

Dios es Mente Creadora y esa condición ha sido heredada por su Hijo, de ahí que seamos seres creadores.

Dios es Vida y no muerte; Dios es Unidad y no separación; Dios es Amor y no miedo; Dios es Abundancia y no escasez; Dios es Justicia y no rigor; Dios es Perfección y no pecabilidad. Todos esos Principios forman parte de nuestra genética espiritual. Tan sólo tenemos que hacer consciente nuestra verdadera identidad y expresar nuestra espiritualidad.


Ejemplo-Guía: "Somos Dios en formación y no lo sabemos".

Esta es la tercera vez -y la última- que se repite el título de la lección a lo largo de los ejercicios del curso. Ya lo hizo en las lecciones 94 y 110. No es un hecho fortuito, sino una intencionada iniciativa para que el mensaje que nuestro Padre nos ha dejado penetre en lo más profundo de nuestro ser, hasta tal punto que no dudemos más sobre nuestra identidad y tengamos la certeza de que somos tal como Dios nos ha creado.

Si deseas conocer a Dios, no vayas a ninguna universidad, a ninguna escuela, no te pongas en manos de ningún maestro, gurú, líder espiritual, de ningún iluminado, de ningún profeta. Si deseas conocer a Dios, lo único que tienes que hacer es conocerte a ti mismo, pues eres Dios en formación, o lo que es lo mismo, eres el Hijo de Dios, eres tal como Él te creó.

Te dirás, vaya patraña la que acabas de compartir. ¿Cómo puede ser Dios egoísta y vengativo? Y dices eso porque cuando miras en tu interior ves tu propio egoísmo y tu sed de venganza. Pero esa visión de ti mismo es ilusoria, pues te estás identificando con tu cuerpo y en esa falsa identificación añades un nuevo error: crees que es tu cuerpo el que puede causar daño, el que puede engañar, atacar, vencer y matar, el que puede hacer sufrir, el que puede condenar.

Pero nada de eso es posible, porque ni eres un cuerpo, ni el cuerpo tiene ese poder, ya que esa potestad recae en exclusividad sobre la mente. Es en tu mente donde emanan pensamientos de miedo, de pecado, de culpa, de castigo, de sufrimiento. Es desde tu mente que proyectas esa energía sobre el mundo y dibujas una realidad con personajes a los que has otorgado el poder de ser los espejos que te reflejarán lo que crees ser.

Si deseas conocer a Dios, tendrás que hablar su mismo lenguaje y ese no es precisamente el del cuerpo, sino el del Espíritu. En este sentido, recordarás que eres impecable, que eres uno con la Filiación, que eres perfecto, que eres amoroso, inteligente y abundante. Recordarás tu inocencia y, al verla en tu interior, la reconocerás en los demás, pues en verdad no hay "demás", sino tu unidad proyectada, el Hijo de Dios proyectado.

Levántate hoy y camina con una nueva y renovada visión, la de Cristo. Cuando te encuentres con tus proyecciones, reconoce en ellas tu santidad, tu pureza, tu plenitud. Bendícelos y permite que esa bendición te complete, pues aquello que das, recibes.


Vive la vida con la certeza de que eres tal y como Dios te ha creado.



Reflexión: ¿Cómo te sientes, sabiendo que eres Dios en formación?

Capítulo 21. I. La canción olvidada (4ª parte).

I. La canción olvidada (4ª parte).

9Ésta es la visión del Hijo de Dios, a quien conoces bien. 2He aquí lo que ve el que conoce a su Padre. 3He aquí el recuerdo de lo que eres: una parte de ello que contiene todo ello dentro de sí, y que está tan inequívocamente unida a todo como todo está unido en ti. 4Acepta la visión que te puede mostrar esto y no el cuerpo. 5Te sabes esa vieja canción, y te la sabes muy bien. 6Nada te será jamás tan querido como este himno inmemorial de amor que el Hijo de Dios todavía le canta a su Padre.

La enseñanza que comparte Un Curso de Milagros va dirigida a la mente y no al cuerpo. Es necesario tenerlo en cuenta a la hora de entender el significado de los términos que se utilizan para transmitir la idea que se expone. En este sentido, hemos visto que cuando utiliza el término ver, no se está refiriendo a la capacidad sensitiva que se le atribuye al cuerpo físico, sino a la capacidad de la mente, donde se encuentra el acto causal de la visión. 

Del mismo modo, cuando se hace referencia a la luz, lo lógico es que pensemos en el significado que le atribuye el sistema de pensamiento del ego y la describamos como la parte de la radiación electromagnética que puede ser percibida por el ojo humano.​ Sin embargo, si, como ya hemos dicho, el propósito de la enseñanza del Curso no va dirigido al cuerpo, sino a la mente, el significado del término luz debe ir más allá que el descrito.

Si la mente es el elemento causal de todo lo creado, la luz debe formar parte del Principio Creador, al igual que el Amor forma parte de él.

Permítanme abrir un paréntesis que me permita compartir con vosotros el fruto de los estudios realizados con relación a temas esotéricos y espirituales, dentro de los cuales he tenido la oportunidad de analizar los trabajos de investigación realizados por personajes versados en el conocimiento de los Textos Sagrados. Os dejo un enlace que os permitirá acceder a las aportaciones que hacen dichos estudiosos:

https://nuevosarquetipos.blogspot.com/2013/10/genesis-el-despertar-del-ser-3-parte.html

En la traducción de Fabre d´Olivet sobre el Génesis, con respecto al Primer Día de la Creación, nos dice: “En el Principio, Elohim, El-los Dioses, el Ser de Seres creó, en principio, lo que constituye la existencia de los Cielos y de la Tierra. Pero la Tierra no era más que una potencia contingente de ser dentro de una potencia de ser; la Oscuridad, fuerza astringente y comprensiva, envolvía el Abismo, fuente infinita de la existencia potencial; y el Espíritu Divino, soplo expansivo y vivificante, ejercía aún su acción generadora por encima de las Aguas, imagen de la universal pasividad de las cosas. Manifestando su Voluntad, dijo Dios: “La Luz será”, y la Luz (elemento inteligible), fue. Y considerando esta esencia luminosa como buena, determinó una forma de separación entre la Luz y la Oscuridad. Designando El-los Dioses, esta Luz –elemento inteligible- bajo el nombre de Día, manifestación fenoménica universal, y esta Oscuridad, existencia sensible y material, bajo el nombre de Noche, manifestación negativa y mutación (oscilación, movimiento) de las cosas; y tal había sido el occidente, y tal había sido el oriente, el objetivo y el medio, el término y el arranque de la primera manifestación fenoménica”.

Para el autor, en base a sus conocimientos, el término luz significa el elemento inteligible al que Elohim llamó Día, manifestación fenoménica universal. 

Me quedo con esa idea sobre el significado del término luz, pues me ayuda a entender el contenido que Jesús nos aporta en el apartado 8 y que es la verdadera visión del Hijo de Dios. La luz a la que hacen referencia estos dos últimos puntos es el "elemento inteligible" que nos permite conocer el Ser que Somos y nos permite ver la Unidad del Amor con la que Dios nos ha creado. 

La ausencia de luz es la oscuridad, cuya traducción aportada por Fabre d´Olivet, existencia sensible y material, esto es la idea potencial de la separación que daría lugar al mundo físico.

10. Y ahora los ciegos pueden ver, pues esa misma canción que entonan en honor de su Creador los alaba ellos también. 2La ceguera que inventaron no podrá resistir el vibrante recuerdo de esta canción. 3Y contemplarán la visión del Hijo de Dios, al recor­dar quién es aquel al que cantan. 4¿Qué es un milagro, sino este recordar?, 5¿Y hay alguien en quien no se encuentre esta memo­ria? 6La luz en uno despierta la luz en los demás. 7Y cuando la ves en tu hermano, la recuerdas por todos.

La luz tiene el poder de propagarse, de extenderse, pues ¿quién desea permanecer en la oscuridad cuando puede gozar de la dicha del Conocimiento? La luz procede del acto de la voluntad que, al activarse en la dirección del Amor hace posible el acto creador. Toda creación es un acto de luz. El Hijo de Dios fue creado desde la Fuente de la Luz, desde la Mente de Dios. Mientras que la luz es unidad y eternidad, la oscuridad es dualidad y temporalidad. La luz se expande y la oscuridad contrae. La luz en uno despierta la luz en los demás.

¡La Luz será" y la Luz fue.