sábado, 15 de junio de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 167

LECCIÓN 167

Sólo hay una vida y ésa es la vida que comparto con Dios.

1. No existen diferentes clases de vida, pues la vida es como la verdad. 2No admite grados. 3Es la única condición que todo lo que Dios creó comparte. 4Y al igual que todos Sus Pensamientos, no tiene opuesto. 5La muerte no existe porque lo que Dios creó comparte Su Vida. 6La muerte no existe porque Dios no tiene opuesto. 7La muerte no existe porque el Padre y el Hijo son uno.

2. En este mundo parece haber un estado que es lo opuesto a la vida. 2Tú lo llamas muerte. 3Sin embargo, hemos aprendido que la idea de la muerte adopta muchas formas. 4Es la idea subya­cente a todos los sentimientos que no son de suprema felicidad. 5Es la alarma a la que respondes cuando reaccionas de cualquier forma que no sea con perfecta alegría. 6Todo pesar, sensación de pérdida, ansiedad, sufrimiento y dolor, e incluso el más leve sus­piro de cansancio, cualquier ligera incomodidad o fruncimiento de ceño, dan testimonio de la muerte. 7Por lo tanto, niegan que vives.

3. Tú crees que la muerte es algo que sólo tiene que ver con el cuerpo. 2Sin embargo, es sólo una idea, y no tiene nada que ver con lo que se considera físico. 3Los pensamientos se encuentran en la mente. 4Éstos pueden entonces aplicarse según lo dicte la mente. 5Y es en su punto de origen donde debe efectuarse el cam­bio si es que éste ha de tener lugar. 6Las ideas no abandonan su fuente. 7El énfasis que este curso ha puesto en esta idea se debe al papel central que ocupa en nuestros intentos de que cambies de parecer con respecto a ti mismo. 8Es la razón de que puedas curar. 9Es la causa de la curación. 10Es la razón de que no puedas morir. 11Su veracidad te estableció como uno con Dios.

4. La muerte es el pensamiento de que estás separado de tu Crea­dor. 2Es la creencia de que las condiciones cambian y de que las emociones varían debido a causas que no están bajo tu control, que no son obra tuya y que tú jamás puedes cambiar. 3Es la creen­cia fija de que las ideas pueden abandonar su fuente y adquirir cualidades que ésta no posee, convirtiéndose así en algo dife­rente de su origen, aparte de éste en lo relativo a su naturaleza, así como en lo relativo al tiempo, a la distancia y a la forma.

5. La muerte no puede proceder de la vida. 2Las ideas permane­cen unidas a su fuente. 3Pueden extender todo lo que su fuente contiene. 4En este sentido, pueden ir mucho más allá de sí mis­mas. 5Pero no pueden dar origen a lo que jamás se les dio. 6Tal como fueron concebidas, así será como ellas a su vez conciban. 7Tal como nacieron, así es como darán a luz. 8Y de allí de donde provinieron, allí mismo regresarán.

6. La mente puede pensar que duerme, pero eso es todo. 2No puede cambiar su estado de vigilia. 3No puede hacer un cuerpo, ni tampoco habitar en un cuerpo. 4Lo que es ajeno a la mente no existe porque no tiene una fuente. 5La mente crea todas las cosas que existen, pero no puede otorgarles los atributos que no posee, ni tampoco cambiar su propio estado eterno de plena conciencia. 6No puede dar lugar a lo físico. 7Lo que parece morir no es sino la señal de que la mente está dormida.

7. Lo opuesto a la vida tan sólo puede ser otra forma de vida. 2Como tal, se puede reconciliar con lo que la creó porque no es realmente un opuesto. 3Su forma puede cambiar, así como apa­rentar ser lo que no es. 4Mas la mente es mente, tanto si está des­pierta como dormida. 5No es lo opuesto a nada que ella misma haya creado, ni a lo que parece hacer mientras cree estar dormida.

8. Dios sólo crea mentes despiertas. 2Él no duerme, y Sus creacio­nes no pueden poseer algo que Él no les confiera, ni dar lugar a condiciones que Él no comparte con ellas. 3El pensamiento de muerte no es lo opuesto a los pensamientos de vida. 4Libres para siempre de toda oposición, los Pensamientos de Dios son eterna­mente inmutables, y tienen el poder de extenderse inmutable­mente para siempre, aunque dentro de sí mismos, pues son omnipresentes.

9. Lo que parece ser lo opuesto a la vida es meramente un sueño. 2Cuando la mente elige ser lo que no es y asumir un poder que le es ajeno y que no posee, un estado foráneo al que no puede adap­tarse o una condición falsa que no forma parte de su Fuente, simplemente parece que se va a dormir por un rato. 3Y sueña al tiempo: un intervalo en el que lo que parece acontecer en reali­dad nunca ha sucedido, los cambios ocurridos carecen de funda­mento y los acontecimientos que parecen tener lugar no están en ninguna parte. 4Cuando la mente despierta, sencillamente conti­núa siendo como siempre fue.

10. Seamos hoy criaturas de la verdad, y no neguemos nuestro santo patrimonio. 2Nuestra vida no es como nos la imaginamos. 3¿Quién podría cambiar la vida sólo porque cierre los ojos, o porque haga de sí mismo lo que no es al estar dormido y ver en sueños algo opuesto a lo que él es? 4 Hoy no pediremos la muerte en ninguna de sus formas. 5Tampoco dejaremos que ni siquiera por un instante cosas imaginarias que aparentemente se oponen a la vida moren allí donde Dios Mismo estableció el Pensamiento de vida eterna.

11. Hoy procuraremos mantener su santo hogar tal como Él lo esta­bleció y como Su Voluntad dispone que sea eternamente. 2Él es Dueño y Señor de lo que hoy pensamos. 3Y en Sus Pensamientos, que no tienen opuesto, entenderemos que sólo hay una vida, y ésa es la vida que compartimos con Él, con toda la creación, así como con sus pensamientos, los cuales Él creó como una unidad de vida que no puede separarse con la muerte ni abandonar la Fuente de vida de donde provino.

12. Compartimos una sola vida porque tenemos una sola Fuente desde la que nos llega la perfección, la cual permanece por siem­pre en las santas mentes que Él creó perfectas. 2Somos ahora tal como siempre hemos sido y como seremos siempre. 3La mente que duerme no puede sino despertar, según ve su propia perfec­ción reflejando al Señor de la Vida tan perfectamente que se funde con lo que allí se ve reflejado. 4Y ahora ya no es un simple reflejo, 5sino que se convierte en aquello que refleja y en la luz que hace que el reflejo sea posible. 6La visión deja ahora de ser necesaria. 7Pues una mente despierta es aquella que conoce su Fuente, su Ser y su Santidad.

¿Qué me enseña esta lección?

Las ideas no abandonan su fuente. Si hemos sido creados a Imagen y Semejanza de nuestro Padre, gozamos de su Eternidad, pues hemos sido Expandidos de su Mente como un Pensamiento con capacidad para desarrollarse y crear. 

En el mundo temporal, la mente ha quedado prisionera de las percepciones que recibe de dicho Plano, hasta tal punto, que ha dado lugar a la fabricación de ideas que le llevan al error, de que su única realidad, es la que es capaz de percibir por los sentidos físicos. 

Desde este punto de visto erróneo, el cuerpo es transitorio y a la fase experimentada por su transición se le llama muerte. Podemos decir, que la mente se encuentra identificada con un mundo ilusorio, se encuentra dormida a la verdadera realidad, viviendo un sueño permanente en el que experimenta las leyes fabricadas por el ego: miedo, culpa, castigo, dolor, enfermedad, etc. 

Por lo tanto, el origen de la muerte es mental, pues emana de un pensamiento erróneo. Cada vez que nuestra consciencia se identifica con el “sueño” del ego, está experimentando la vivencia de la muerte, pues en verdad está negando el Principio de la Vida, de la Eternidad y de la Felicidad.


Ejemplo-Guía: "Estamos eligiendo, permanentemente, entre la vida y la muerte"

"La idea de la muerte adopta muchas formas. Es la idea subya­cente a todos los sentimientos que no son de suprema felicidad. Es la alarma a la que respondes cuando reaccionas de cualquier forma que no sea con perfecta alegría. Todo pesar, sensación de pérdida, ansiedad, sufrimiento y dolor, e incluso el más leve sus­piro de cansancio, cualquier ligera incomodidad o fruncimiento de ceño, dan testimonio de la muerte".

No me he podido resistir a entresacar este párrafo de esta maravillosa lección, porque me he sentido totalmente identificado con él. Internamente, me resuena esa verdad. Tengo la certeza de que, con cada pensamiento de tristeza, se produce una micro-muerte en mi interior. Esta aseveración está siendo demostrada por la ciencia oficial. Está confirmado que el estado de nuestra mente influye directamente en las células de nuestro cuerpo. Es la evidencia, de que la ilusión se extiende en todas las fabricaciones que forman parte de la propia ilusión.

Si nuestra mente permanece dormida y como consecuencia de ello sueña que es un cuerpo físico, ese pensamiento se manifestará en el comportamiento de dicho cuerpo.

La lección de hoy nos revela de una manera definitiva, que el pensamiento sigue a su Fuente. Si somos el Hijo de Dios, si hemos sido emanados de Su Mente Creadora, nuestra mente nunca puede morir, pues eso significaría que Dios puede morir.


¿Cómo podemos permanecer eternamente vivos? ¿Qué debemos hacer?


No busquemos fórmulas externas, pues estaríamos haciendo realidad el sueño. La respuesta es que no tenemos que hacer nada. Es como si le pidiésemos a Dios que nos demuestre su existencia. Hasta ese nivel puede llegar la vanidad y la arrogancia de nuestro ego.

Vivir, eso es todo lo que podemos hacer, y, más que hacer, es cuestión de Ser. Ya lo eres Todo, no necesitas nada más. Ser, con plena consciencia de que eres perfecto, inocente, amoroso, impecable, abundante. Eres el Hijo de Dios, ¿acaso no es suficiente para vivir en una eterna felicidad?

Elegir. Tan sólo elegir, Ser.


Reflexión: La verdadera Vida no finaliza con la muerte del cuerpo.

viernes, 14 de junio de 2024

Capítulo 11. VIII. El problema y la respuesta (2ª parte)­.

 VIII. El problema y la respuesta­ (2ª parte). 

9. Pídele cualquier cosa al Hijo de Dios y su Padre te lo concederá, pues Cristo no se engaña con respecto a Su Padre, ni Su Padre se engaña con respecto a Cristo. 2No te engañes, pues, con respecto a tu hermano, y considera sus pensamientos amorosos como lo único que constituye su realidad, pues al negar que su mente esté dividida sanarás la tuya. 3Acéptalo como su Padre lo acepta y cúrale en Cristo, pues Cristo es su curación, así como la tuya. 4Cristo es el Hijo de Dios que no está en modo alguno separado de Su Padre y cuyos pensamientos son tan amorosos como el Pensa­miento de Su Padre, mediante el cual fue creado. 5No te engañes con respecto al Hijo de Dios, pues, si lo haces, no podrás sino engañarte inevitablemente con respecto a ti mismo. 6Y al enga­ñarte con respecto ti mismo te engañarás con respecto a tu Padre, para Quien cualquier engaño es imposible. 

La Visión Crística nos llevará a ver el mundo real y a reconocer en nuestros hermanos su verdadera identidad espiritual. Esa Visión de la verdad, es la evidencia de que nuestra consciencia ha despertado del sueño de la ilusión y nos hemos reconocidos como el soñador.

Aquello que recibamos de nuestro hermano, es lo que le hemos pedido. Si nos concede amor, es porque le hemos pedido amor. Si lo que nos concede es miedo, es porque le hemos pedido que nos enseñe lo que es el miedo y reconozcamos lo que estamos deseando conocer. 

10. En el mundo real no hay enfermedades, pues en él no hay sepa­ración ni división. 2En él sólo se reconocen los pensamientos amo­rosos, puesto que todo el mundo dispone de tu ayuda, la Ayuda de Dios va contigo a todas partes. 3A medida que, por el hecho de pedir esta Ayuda estés dispuesto aceptarla, la ofrecerás porque la desearás. 4Nada estará fuera del alcance de tu poder sanador porque nada que pidas te será negado. 5¿Qué problema puede haber que no desaparezca en presencia de la Respuesta de Dios? 6Pide, entonces, conocer la realidad de tu hermano porque eso es lo que percibirás en él, y en su belleza verás reflejada la tuya. 

El pacto de amor que nos une a la Filiación, hace posible que el miedo deje de ser el principal protagonista de nuestro sueño. Dejaremos de ver, en el rostro de nuestros hermanos, al causante de nuestros miedos. La percepción verdadera del mundo real irá acompañada del recuerdo de lo que somos, del recuerdo de ese pacto de amor, en el que nos prometimos unir nuestras mentes y fundirnos en la Fuente que nos ha creado: la Mente de Dios. 

11. No aceptes la percepción variable que tu hermano tiene de sí mismo, pues su mente dividida es la tuya, y no aceptarás tu pro­pia curación sin la suya. 2Compartís el mundo real de la misma manera en que compartís el Cielo, y la curación de tu hermano es tu curación. 3Amarte a ti mismo es curarte a ti mismo, y no pue­des percibir una parte de ti mismo como enferma y lograr tu objetivo. 4Hermano mío, sanamos juntos al vivir juntos y al amar juntos. 5No te engañes con respecto al Hijo de Dios, pues él es uno consigo mismo, y uno con su Padre. 6Ama a aquel a quien su Padre ama, y te darás cuenta del Amor que tu Padre te profesa.  12. Si percibes que un hermano te ha ofendido arranca la ofensa de tu mente, pues es Cristo el que te ofende y estás engañado con respecto a Él. 2Sana en Cristo y no te sientas ofendido por Él, pues la ofensa no tiene cabida en Él. 3Si lo que percibes te ofende, te ofendes a ti mismo y condenas al Hijo de Dios a quien Dios no condena. 4Deja que el Espíritu Santo elimine todas las ofensas que el Hijo de Dios comete contra sí mismo y no percibas a nadie si no es a través de Su consejo, pues Él quiere salvarte de toda condenación. 5Acepta Su poder sanador y extiéndelo a todos los que Él te envíe, pues Su Voluntad es sanar al Hijo de Dios, con respecto al cual Él no se engaña. 

Recordar el pacto de amor que nos une en la santa Filiación, ha de permitirnos ver a nuestros hermanos como la única vía que nos abrirá las puertas que nos conducirá a la salvación. Amar a nuestro hermano es amarse a uno mismo. No podemos dar lo que no tenemos. 

13. Los niños perciben fantasmas, monstruos y dragones espanto­sos y se aterran. 2Mas si preguntan a alguien en quien confían cuál es el significado de lo que perciben, y están dispuestos a abandonar sus propias interpretaciones en favor de la realidad, su miedo desaparece junto con ellas. 3Cuando se ayuda a un niño a que se dé cuenta de que lo que pensaba que era un fantasma es en realidad una cortina, el "monstruo" una sombra y el "dragón" un sueño, deja entonces de tener miedo y se ríe felizmente de su propio miedo.

 Los Maestros de Dios, lo son por su condición de ser conscientes que son los soñadores del sueño y por reconocer que la causa de sus miedos tan solo eran ilusiones. Un Maestro de Dios, es un Hijo de Dios, que ha recordado su verdadera condición divina, y, ello, lo capacita para ayudar al hermano a reconocer que aquello que le ha causado temor, son imágenes irreales que su mente ha fabricado. 

14. Hijo mío, tienes miedo de tus hermanos, de tu Padre y de ti mismo. 2Pero estás simplemente engañado con respecto a ellos y con respecto a ti mismo. 3Pregúntale al Maestro de la realidad lo que son ellos y lo que eres tú, y al escuchar Su respuesta, tú también te reirás de tus miedos y los reemplazarás con la paz. 4Pues el miedo no se encuentra en la realidad, sino en las mentes de aquellos niños que no entienden la realidad. 5Es únicamente su falta de entendimiento lo que les asusta, y cuando aprenden a percibir correctamente dejan de tener miedo. 6Y así, cuando vuel­van a tener miedo preguntarán de nuevo cuál es la verdad. 7No es la realidad de tus hermanos, ni la de tu Padre ni la tuya lo que te asusta. 8No sabes lo que son y debido a ello los percibes a ellos y a ti mismo como fantasmas, monstruos y dragones. 9Pregúntale cuál es su realidad a Aquel que la conoce, y Él te dirá lo que ellos son. 10Pues tú no entiendes lo que ellos son, y, puesto que estás engañado con respecto a lo que ves, necesitas la realidad para poder desvanecer tus miedos. 

El ego, no reconocerá que aquello que causa sus miedos son ilusiones. Su sistema de pensamiento está basado, principalmente, en el significado de aquello que percibe, por lo que no admitirá que sus miedos le impiden ver el mundo real.

Debemos ver en las enseñanzas de este Curso, una herramienta que nos permitirá reconocer, que el sistema de pensamiento del ego, basado en el miedo, tan solo nos conduce a experimentar el sufrimiento, la infelicidad y el dolor.

Entender, nos invita a cambiar la manera de ver las cosas y, para ello, debemos dirigir nuestra mirada hacia el interior de nosotros mismos y preguntarnos: ¿a quién sirve nuestra mente?

Esa pregunta debemos dirigirla al Espíritu Santo, a la Mente Una, si realmente queremos recibir la respuesta verdadera. 

15. ¿No intercambiarías tus miedos por la verdad, teniendo en cuenta que puedes lograrlo sólo con pedirlo? 2Pues si Dios no está engañado con respecto a ti, únicamente tú puedes estar engañado con respecto a ti mismo. 3Puedes, no obstante, aprender del Espí­ritu Santo cuál es la verdad acerca de ti, y Él te enseñará que, al ser tú parte de Dios, el engaño no tiene cabida en ti. 4Cuando te perci­bas a ti mismo sin engaño alguno, aceptarás el mundo real en lugar del mundo falso que fabricaste. 5Y entonces tu Padre des­cenderá hasta ti y dará el último paso por ti, elevándote hasta Él. 

El engaño, al que se refiere este punto, es el que nos lleva a creer en la separación. Esa creencia es la que nos mantiene sirviendo al error, a la percepción del mundo irreal. La que nos lleva a ver al otro como nuestro peor enemigo, en vez de verlo como nuestro mejor aliado para lograr el fin que nos une, la salvación. 

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 166

LECCIÓN 166

Se me han confiado los dones de Dios.

1. Se te ha dado todo. 2La confianza que Dios tiene en ti es infi­nita. 3Él conoce a Su Hijo. 4Él da sin hacer excepciones y sin reser­varse nada que pudiera contribuir a tu felicidad. 5Sin embargo, a menos que tu voluntad sea una con la Suya, no podrás recibir Sus dones. 6Mas ¿qué podría hacerte pensar que hay otra voluntad aparte de la Suya?

2. He aquí la paradoja que sirve de fundamento a la fabricación de este mundo. 2Este mundo no es la Voluntad de Dios, por lo tanto, no es real. 3No obstante, aquellos que creen que lo es no pueden sino creer que hay otra voluntad, la cual produce efectos opuestos a los que Él dispone. 4Esto es claramente imposible, mas la mente de aquel que contempla el mundo y lo juzga como real, sólido, digno de confianza y verdadero cree en dos creadores, o mejor dicho en uno: él mismo. 5Mas nunca en un solo Dios.

3. Todo aquel que alberga creencias tan extrañas como éstas no puede aceptar los dones de Dios, 2pues se ve obligado a creer que aceptarlos, por muy evidentes que se vuelvan, por muy grande que sea la urgencia con la que se le exhorta a reclamarlos como propios, es verse presionado a traicionarse a sí mismo. 3Por lo tanto, tiene que negar la existencia de dichos dones, contradecir la verdad y sufrir para preservar el mundo que él mismo construyó.

4. He aquí el único hogar que cree conocer. 2He aquí la única seguridad que cree poder encontrar. 3Sin ese mundo que él mismo construyó se siente como un paria, sin hogar y preso del miedo. 4No se da cuenta de que en ese mundo es donde en verdad es presa del miedo y donde no tiene un hogar; donde es un paria que en su vagar se ha alejado tanto de su hogar, y por tanto tiempo, que no se da cuenta de que se ha olvidado de dónde vino, adónde va, e incluso de quién es en realidad.

5. No obstante, los dones de Dios lo acompañan en su solitario e insensato vagar, aunque él no se dé cuenta. 2No puede perderlos. 3Pero no ve lo que se le ha dado. 4Continúa errante, consciente de la futilidad que le rodea por todas partes, viendo cómo lo poco que tiene no hace sino menguar, conforme él sigue adelante sin ir a ninguna parte. 5Pero aun así, continúa deambulando en la miseria y en la pobreza, solo, aunque Dios está con él, y en posesión de un tesoro tan grande que, ante su magnitud, todo lo que el mundo ofrece no tiene ningún valor.

6. Su aspecto da lástima, está cansado y rendido, viene hara­piento, y los pies están ensangrentados por los abrojos del camino que ha venido recorriendo. 2No hay nadie que no se haya identifi­cado con él, pues todo el que viene aquí ha seguido la misma senda que él recorre, y se ha sentido derrotado y desesperanzado tal como él se siente ahora. 3Mas, ¿es su situación realmente trá­gica, si te percatas de que está recorriendo el camino que él mismo eligió, y que no tiene más que darse cuenta de Quién camina a su lado y abrir sus tesoros para ser libre?

7. Este es el ser que has elegido, el que forjaste para reemplazar a la realidad. 2Éste es el ser que defiendes ferozmente contra toda muestra de razón, toda prueba, así como contra todos los testigos que te pueden demostrar que eso no es lo que tú eres. 3No les haces caso. 4Sigues el camino que te has trazado, cabizbajo, no vaya a ser que captes un atisbo de la verdad, te libres del auto­engaño y quedes en libertad.

8. Te retraes temerosamente no vaya a ser que sientas el toque de Cristo sobre tu hombro y percibas Su amorosa mano apuntando hacia tus dones. 2¿Cómo podrías decir entonces que la pobreza te acompaña en el exilio? 3Él te haría reír de semejante percepción de ti mismo. 4¿Cómo podrías entonces seguir teniendo lástima de ti mismo? 5¿Y qué pasaría entonces con toda la tragedia que pro­curaste para aquel que Dios dispuso que gozase únicamente de dicha?

9. Tu miedo ancestral te ha salido al encuentro ahora, y por fin la justicia ha dado contigo. 2Cristo ha puesto Su mano sobre tu hom­bro, y ya no te sientes solo. 3Piensas incluso que el miserable yo que creíste ser tal vez no sea tu verdadera Identidad. 4Tal vez la Palabra de Dios sea más cierta que la tuya. 5Tal vez los dones que Él te ha dado son reales. 6Tal vez tu plan de mantener a Su Hijo sepultado en el olvido y de seguir por el camino que elegiste reco­rrer separado de tu Ser no lo ha engañado del todo.

10. La Voluntad de Dios no se opone a nada. 2Simplemente es. 3No es a Dios a Quien has aprisionado con tu plan de querer perder tu Ser. 4Él no sabe nada de un plan tan ajeno a Su Voluntad. 5Hubo una necesidad que Él no entendió, y Él simplemente dio una Res­puesta. 6Eso es todo. 7Y tú, a quien se le ha dado esa Respuesta, no tienes necesidad de nada más.

11. Ahora vivimos, pues ahora no podemos morir. 2El deseo de morir ha recibido respuesta, y la vista mediante la cual se contem­plaba a la muerte ha sido sustituida por una visión que percibe que tú no eres lo que pretendes ser. 3Uno que marcha a tu lado le ofrece a cada uno de tus temores esta piadosa respuesta: "Eso no es cierto". 4Cada vez que el pensamiento de pobreza te oprime, Él te recuerda todos los dones que posees, y cuando te percibes solo y atemorizado, te recuerda que Él siempre está a tu lado.

12. Y te recuerda también algo más que tú habías olvidado. 2Pues al tocarte ha hecho que seas igual que Él. 3Los dones que posees no son sólo para ti. 4Ahora tienes que aprender a dar lo que Él vino a ofrecerte. 5Esta es la lección que está implícita en lo que Él da, pues Él te ha salvado de la soledad que quisiste forjar para ocul­tarte de Dios. 6Él te ha recordado todos los dones con los que Dios te bendijo. 7Te habla asimismo de aquello en lo que se ha de con­vertir tu voluntad cuando los aceptes y reconozcas que son tuyos.

13. Los dones de Dios te pertenecen, y se te han confiado para que se los des a todos aquellos que eligen recorrer el solitario camino del que tú te has escapado. 2Ellos no entienden que lo único que están haciendo es ir en pos de sus deseos. 3Ahora eres tú quien les tiene que enseñar. 4Pues has aprendido de Cristo que hay otro camino que pueden recorrer. 5Les puedes enseñar esto demos­trándoles la felicidad que colma a aquellos que sienten el toque de Cristo y que reconocen los dones de Dios. 6No permitas que tus pesares te tienten a no ser fiel a tu cometido.

14. Tus suspiros no harían ahora sino truncar las esperanzas de aquellos que cuentan contigo para su liberación. 2Tus lágrimas son las suyas. 3Si enfermas, no haces sino impedir su curación. 4Tus temores no hacen sino enseñarles que los suyos están justifi­cados. 5Tu mano se convierte en la que otorga el toque de Cristo; tu cambio de mentalidad se convierte en la prueba de que quien acepta los dones de Dios jamás puede sufrir por nada. 6Se te ha encomendado liberar al mundo de su dolor.

15. No lo defraudes. 2Conviértete en la prueba viviente de lo que el toque de Cristo puede ofrecerle a todo el mundo. 3Dios te ha confiado Sus dones. 4¡Que tu felicidad dé testimonio de la gran transformación que experimenta la mente que elige aceptarlos y sentir el toque de Cristo! 5Ésa es tu misión ahora. 6Pues Dios les ha encomendado a todos los que reciben Sus dones que a su vez los den. 7Él ha compartido Su gozo contigo. 8Áhora tú vas a com­partirlo con el mundo.

¿Qué me enseña esta lección? 

Somos Hijos de Dios, y ello, nos hace legítimos herederos de sus dones. 

Sin embargo, esa legitimidad ha quedado sepultada por la misma razón que olvidamos nuestra verdadera realidad. La identificación de la mente con el mundo material llevó al ego a la fabricación de una realidad basada en la creencia de que la única identidad es el cuerpo. 

Ese cuerpo se siente escaso y necesitado. Debe trabajar para conseguir alimentarse, para conseguir adquirir sus dones. Pronto, esa dinámica se convierte en el eje central de su existencia. La posesión de esos dones le hace sentirse seguro para afrontar las peripecias que le exige la vida y cuando esos dones efímeros e ilusorios se deterioran, una profunda angustia lo sobrecoge incitándole a lanzarse a la búsqueda desenfrenada de nuevos dones. 

A pesar de los esfuerzos que realiza para mantener esa situación de aparente seguridad, pronto se dará cuenta de que por mucho que lo intente, la felicidad que persigue no la encontrará en lo que posee. 

Cuando se produce el despertar de la consciencia y decidimos abandonar las leyes por las que se rige el ego, o lo que es lo mismo, cuando decidimos reconocer nuestro verdadero origen y nos ponemos al servicio de la Voluntad de nuestro Creador, entonces, y solo entonces, volveremos a recuperar los dones que nuestro Padre dispuso para nosotros. 

Ejemplo-Guía: "Dones y talentos" 

"Cada uno de nosotros venimos con dones y talentos, que son esas cosas que hacemos y nos salen de forma natural, que no nos supone esfuerzo llevar a cabo, las hacemos con soltura, no tienen por qué ser “cosas muy grandes” y “espectaculares”, pueden ser un don o talento desde tener la habilidad innata de saber cocinar y disfrutar preparando una ensalada a tener la capacidad de plasmar lo que sientes en un cuadro, hay miles de dones y talentos. 

No se hacen para buscar el reconocimiento exterior, no vienen desde la avaricia, no son para impresionar a nadie sino para expresar lo que cada uno somos, no tienen una finalidad, una meta, sino que la propia expresión es la finalidad". (Emilio Carrillo) 

Siempre me gustó la definición que hace Emilio Carrillo sobre el tema de los dones y talentos. A diferencia de otras definiciones en las que se hace una diferenciación entre ambos términos (talento=habilidad y dones=atributos divinos), Emilio, los engloba en un mismo significado y los describe como condiciones que forman parte de nosotros de una manera natural y que tenemos la capacidad de expresarlas sin necesidad de haberlas aprendido. 

La lección nos advierte que los dones de Dios nos pertenecen. Si empleamos la lógica, es lícito que así sea, pues al igual como en este mundo los hijos heredan los bienes de sus padres, en el Cielo ocurre igual, el Hijo de Dios, nuestro verdadero Ser, es portador de los dones de Su Padre. 

Nos revela, igualmente, la lección de hoy, que seremos conscientes de los dones que Dios nos ha legado cuando hagamos Su Voluntad. ¿Esto qué significa? Hacer la Voluntad de Dios es percibir con la Visión de Cristo, con la visión del Amor y de la Unidad. 

Si nuestra visión presta culto al miedo, a la posesión, entonces, confundiremos dones con habilidades y no las expresaremos con naturalidad. Esa es la señal inequívoca que nos permitirá reconocer cuándo estamos utilizando nuestras habilidades y cuándo nuestros talentos. 

Como bien nos refiere Emilio Carrillo, los dones emanan de nosotros sin esfuerzo y nos produce un profundo goce y satisfacción. Cuando estamos expresando nuestros dones, el tiempo parece no existir. He tenido la ocasión de comprobarlo infinidad de veces, cuando pongo de manifiesto uno de los dones que se expresan en mí, con naturalidad, el escribir.

En un momento de inspiración, me puedo llevar escribiendo horas, y cuando soy demandado por los que me rodean y me anuncian el tiempo que ha transcurrido, no he tenido la misma percepción. Para mi han podido pasar minutos y en la realidad temporal han pasado horas. 

Todos somos portadores de los dones con los que Dios nos ha creado. Ponerles nombres a esos atributos es entrar en el juego de las palabras con el que estamos acostumbrados a sobrevivir en este mundo. Si no definimos con una palabra lo que queremos expresar, tenemos dificultad para alcanzar su comprensión. Esto será así hasta que permanezcamos identificados con el mundo de la ilusión y con el cuerpo. Pues bien, participando de ese juego, y sin ánimo de encasillar al Ser que nos ha Creado, las enseñanzas Cabalística nos habla de tres expresiones de la Divinidad: Kether-Voluntad; Hochmah-Amor y Binah-Inteligencia. Esa Trinidad está expresando los valores del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en la tradición cristiana. 

Si aceptamos esa vinculación, diremos que somos portadores de tres atributos creadores, la voluntad, el amor y la inteligencia. De su uso correcto surgirá un universo basado en las leyes de la Verdad. De su uso incorrecto, surgirá la fabricación de un mundo basado en leyes contrarias a la verdad. 

Cuando alguien nos pregunta, ¿cuáles son tus dones y tus talentos?, ¿os habéis fijado que tenemos alguna dificultad para reconocerlos? Sin embargo, si esa misma pregunta nos la hacen con respecto a otra persona, nos resulta más fácil responder. La razón de que esto sea así, responde a que nuestra visión está concentrada en el mundo externo y no en el interno. En la medida, que invirtamos esa orientación, descubriremos nuestros dones y talentos y con ello estaremos descubriendo nuestra verdadera identidad. 

Os propongo un doble ejercicio: Intentad responderos a la primera pregunta, ¿cuáles son mis dones y talentos? Posteriormente, hacedle esa pregunta a otra persona, preguntadle, ¿cuál crees tú que son mis dones y talentos? Su respuesta os ayudará a conoceros. No olvidemos que nuestro hermano está expresando, al igual que tú, el rostro de Dios.


Reflexión: ¿Cómo puedo saber que estoy haciendo la Voluntad del Padre?

jueves, 13 de junio de 2024

Capítulo 11. VIII. El problema y la respuesta (1ª parte)­.

 VIII. El problema y la respuesta­ (1ª parte). 

1. Este curso es muy simple. 2Quizá pienses que no necesitas un curso que, en última instancia, enseña que sólo la realidad es ver­dad. 3Pero ¿crees realmente esto? 4Cuando percibas el mundo real, reconocerás que no lo creías. 5Mas la rapidez con la que tu nueva y única percepción real se convertirá en conocimiento no te dejará más que un instante en el que darte cuenta de que sola­mente, eso es verdad. 6Y luego todo lo que inventaste pasará al olvido, lo bueno y lo malo, lo falso y lo verdadero. 7Pues cuando el Cielo y la tierra se vuelvan uno dejarás de ver incluso el mundo real. 8El mundo no acabará destruido, sino que se convertirá en el Cielo. 9Lo que constituye la reinterpretación del mundo es la transformación de toda percepción en conocimiento. 

En el Texto, podemos leer: "El Cielo y la tierra pasarán" significa que no continuarán exis­tiendo como estados separados (T-1.III.2:1). En este punto, se nos enseña que cuando el Cielo y la tierra se vuelvan uno dejaremos de ver incluso el mundo real. 

Muchos estudiantes plantean dificultades para entender los conceptos que se recogen en estas aportaciones. Su confusión radica en el significado que otorgan al mundo real y al Cielo, entendiendo que ambos conceptos son los mismo al interpretar que el Cielo es lo que el Curso refiere como mundo real y la tierra como mundo ilusorio. Tal cuestión requiere una aclaración. Para ello vamos a buscar referencias en el Texto que nos aclaren dichos conceptos: 

7El Espíritu Santo te mostrará el mundo real porque Dios te dio el Cielo (T-12.VI.5:7). 

Esta frase determina el Cielo nos ha sido dado por nuestro Creador, es decir, el Cielo es el hogar de nuestro verdadero Ser. 

7El Cielo es tu hogar, y al estar en Dios tiene también que estar en ti (T-12.VI.7:7). 

Ya sabemos lo que es el Cielo, pero ¿qué lo diferencia del mundo real? 

El mundo real es también un sueño. 2Excepto que en él los personajes han cambiado 3y no se ven como ídolos traicioneros. 4El mundo real es un sueño en el que no se usa a nadie para que sea el sustituto de otra cosa, ni tampoco se le interpone entre los pensamientos que la mente concibe y lo que ve (T-29.IX.7:1-4). 

A diferencia del Cielo, el mundo real pertenece al sueño, pero tiene una característica que debemos conocer: El mundo real es el estado mental en el que el único propósito del mundo es perdonar (T-30.V.1:1). 

Diremos pues, que cuando el Curso hace referencia al mundo real, está refiriéndose al mundo percibido desde la Mente Recta, el cual da lugar a la percepción verdadera, o lo que es lo mismo, a la percepción de la unidad con todo lo creado. El mundo real es la antesala que nos lleva al Cielo. La siguiente frase del Texto, nos ayuda a conocer cual es nuestra función en el Cielo y en la tierra: 7De la misma manera en que tu función en el Cielo es crear, aquí en la tierra es curar. 8Dios comparte tu función contigo en el Cielo, y el Espíritu Santo comparte la Suya contigo en la tierra (T-12.VII.4:7-8).  

2. La Biblia os dice que os volváis como niños. 2Los niños recono­cen que no entienden lo que perciben, y, por lo tanto, preguntan cuál es su significado. 3No cometas la equivocación de creer que entiendes lo que percibes, pues su significado se te escapa. 4Mas el Espíritu Santo ha preservado su significado para ti, y si tú le permites que lo interprete, Él te devolverá lo que tú despreciaste. 5Sin embargo, mientras creas que sabes cuál es el significado de lo que percibes, no verás la necesidad de preguntárselo a Él. 

Percibir desde el sistema de pensamiento del ego, nos llevará al estado de la máxima ignorancia y donde la arrogancia nos impedirá reconocer la presencia de la verdad.

La inocencia de los niños, nos inspira el estado mental más apropiado para afrontar el encuentro con la verdad. Preguntar al Maestro que tiene las respuestas verdaderas ha de llevarnos a depositar en el Espíritu Santo toda nuestra confianza. 

3. No sabes cuál es el significado de nada de lo que percibes.  2Ni uno solo de los pensamientos que albergas es completamente ver­dadero. 3Reconocer esto sienta las bases para un buen comienzo. 4No es que estés desencaminado, es que no has aceptado ningún guía. 5De lo que más necesidad tienes es de aprender a percibir, pues no entiendes nada. 6Reconoce esto, pero no lo aceptes, pues el entendimiento es tu herencia. 7Las percepciones son algo que se aprende, y ya dispones de un Maestro. 8Mas para estar dispuesto a aprender de Él tienes que estar dispuesto a poner en duda todo lo que aprendiste por tu cuenta, pues tú que no te enseñaste a ti mismo bien no deberías ser tu propio maestro. 

Desaprender lo aprendido, es el camino que debemos recorrer si queremos recordar nuestra verdadera identidad.

 

4. Solamente tú puedes privarte a ti mismo de la verdad. 2Dios, no obstante, no te negará la Respuesta que Él dio. 3Pide, pues, lo que es tuyo, lo cual no es obra tuya, y no te defiendas contra la verdad. 4Tú ocasionaste el problema que Dios ha resuelto. 5Por lo tanto, hazte únicamente esta simple pregunta: 

6¿Deseo el problema o la solución? 

7Decídete por la solución y la tendrás, pues la verás como es y, que ya dispones de ella. 

La práctica de esta invitación ha de conducirnos a reconocer si eligiendo el problema experimentaremos paz, o, por lo contrario, será eligiendo al Maestro que tiene la solución, cómo lo conseguiremos. 

5. Tal vez te quejes de que este curso no es lo suficientemente específico como para poderlo entender y aplicar. 2Mas tal vez no hayas hecho lo que específicamente propugna. 3Éste no es un curso de especulación teórica, sino de aplicación práctica. 4Nada podría ser más específico que el que le digan a uno que si pide recibirá. 5El Espíritu Santo te dará la respuesta para cada problema específico mientras creas que los problemas son específi­cos. 6Su respuesta es a la vez una y muchas mientras sigas creyendo que el que es Uno es muchos 7Puede que tengas miedo de Su especificidad por temor a lo que crees que ésta pueda exigirte. 8Mas es únicamente pidiendo como aprenderás que lo que procede de Dios no te exige nada en absoluto. 9Dios sólo da, nunca quita. 10Cuando te niegas a pedir, es porque crees que pedir equivale a quitar en vez de a compartir. 

Si pedimos desde la visión del ego, la petición de ayuda recibirá la respuesta de su destinatario, es decir, si pedimos desde la conciencia de separación y del beneficio propio, la respuesta que recibiremos nos exigirá mantener esa creencia viva y las soluciones propuestas nos llevarán a experimentar la separación de una manera más evidente y exigiéndonos respuestas donde nos veremos en la tesitura de atacar para ganar.

En cambio, si nuestra petición la ponemos en manos del Espíritu Santo, el contenido de esa petición no debe perseguir que nuestro comportamiento nos lleve a utilizar el ataque para conseguir nuestra meta, sino que llevará implícita la acción de dar para recibir. 

6. El Espíritu Santo te dará sólo lo que es tuyo, sin pedirte nada a cambio. 2Pues lo que es tuyo es todo lo que existe, y lo compartes con Dios. 3Ésa es su realidad. 4¿Podría el Espíritu Santo, que sólo dispone restituir, ser capaz de interpretar incorrectamente la pre­gunta que necesitas hacer para darte cuenta de Su respuesta? 5Has oído la respuesta, pero no has comprendido bien la pregunta. 6Crees que pedirle consejo al Espíritu Santo es pedir que se te prive de algo. 

Si pides ser amado, el ego te responderá que hagas uso de tu valer para conseguir ese amor. En cambio, la respuesta del Espíritu Santo, será más simple, te dirá da lo que tienes y lo recibirás: Da amor y lo recibirás, pero no lo des egoístamente para recibirlo, sino con naturalidad, pues tu condición real es amor. 


7. Criatura de Dios, no entiendes a tu Padre. 2Crees en un mundo que arrebata porque crees que arrebatando puedes obtener lo que quieres. 3Y esa percepción te ha costado perder de vista el mundo real. 4Tienes miedo del mundo tal como lo ves, pero el mundo real sigue siendo tuyo sólo con que lo pidas. 5No te lo niegues a ti mismo, pues únicamente puede liberarte. 6Nada que proceda de Dios puede esclavizar a Su Hijo, a quien Él creó libre y cuya liber­tad está al amparo de Su Ser. 7Bienaventurado tú que estás dispuesto a pedirle la verdad a Dios sin miedo, pues sólo así podrás aprender que Su respuesta es la liberación del miedo. 

Hemos perdido la visión del mundo real, pues hemos elegido ver desde la creencia en la separación. El mundo real es el que nos muestra nuestra verdadera esencia divina, nuestra verdadera identidad espiritual. El mundo real es la extensión del pensamiento que emana de la Mente Una. El mundo real es donde compartimos y experimentamos la comunión con la Filiación.

Para ver el mundo real, tan solo tenemos que elegir verlo, tal y como es, libre de la creencia en la separación. 

8.  Hermosa criatura de Dios, estás pidiendo solamente lo que te prometí. 2¿Crees que yo te iba a engañar? 3El Reino de los Cielos está dentro de ti. 4Ten fe en que la verdad está en mí porque yo sé que está en ti. 5Los Hijos de Dios no tienen nada que no compartan. 6Pídele la verdad a cualquier Hijo de Dios, y me la habrás pedido a mí. 7Cada uno de nosotros tiene dentro de sí la respuesta para poder dársela a cualquiera que la pida. 

En el reino del ego, en el reino de la separación, la ley que impera es la de tener, poseer, cuanto más mejor, sin importar, cómo lo conseguimos. El reino del ego, es un reino que favorece la competencia entre sus habitantes, pues se valora más la posición que ocupe en la sociedad, que la condición del ser.

En cambio, en el Reino de los Cielos, en el Reino de la Unidad, de la Filiación, la ley que impera es la del Amor, la de compartir, la de extender. Ese Reino está dentro de cada Hijo de Dios. Darlo es conservarlo. Por ello, compartámoslo con todos nuestros hermanos.

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 165

LECCIÓN 165

Que mi mente no niegue el Pensamiento de Dios.

1. ¿Qué es lo que hace que este mundo parezca real sino tu negación de la verdad que se encuentra más allá de él? 2¿Qué otra cosa sino tus pensamientos de aflicción y de muerte ensombrecen la perfecta felicidad y vida eterna que la Voluntad de tu Padre dispone para ti? 3¿Y qué otra cosa sino las ilusiones podrían ocul­tar lo que no puede ser ocultado? 4¿Qué podría privarte de lo que te pertenece sino tu propia decisión de no verlo, al negar que se encuentra ahí?

2. El Pensamiento de Dios te creó. 2no te ha abandonado, ni tú has estado nunca separado de él ni siquiera por un instante. 3Te pertenece. 4Gracias a él vives. 5Es tu Fuente de vida, pues te man­tiene unido a él, y todo es uno contigo porque él jamás te aban­donó. 6El Pensamiento de Dios te protege, cuida de ti, hace que tu lecho sea mullido y allana tu camino, al iluminar tu mente con gozo y amor. 7Tanto la eternidad como la vida eterna refulgen en tu mente porque el Pensamiento de Dios no te ha abandonado y todavía se encuentra en ti.

3. ¿Quién negaría su seguridad, su paz, su alegría, su curación y tranquilidad de espíritu, así como su sereno descanso y apacible despertar, si reconociese dónde se encuentran? 2¿No se prepara­ría de inmediato para salir a su encuentro, abandonando todo lo demás como algo sin valor en comparación? 3una vez que los hubiera encontrado, ¿no se aseguraría de que permanecieran con él y él con ellos?

4. No niegues el Cielo. 2Hoy se te concede sólo con que lo pidas. 3No es necesario tampoco que percibas cuán grande es este regalo ni cuánto habrá cambiado tu mente antes de que te llegue. 4Pídelo y se te concederá. 5La convicción radica en él. 6Hasta que no le des la bienvenida como algo que te pertenece, seguirás en la incerti­dumbre. 7Mas Dios es justo. 8No tienes que tener certeza para reci­bir lo que sólo tu aceptación puede otorgar.

5. Pide con fervor. 2No tienes que estar seguro de que lo que estás pidiendo es lo único que deseas. 3Mas cuando lo hayas recibido sabrás que estás en posesión del tesoro que siempre anhelaste. 4¿Por qué otra cosa ibas a querer intercambiarlo? 5¿Qué podría inducirte ahora a dejarlo desaparecer de tu extática visión? 6Pues verlo te demuestra que has cambiado tu ceguera por los ojos videntes de Cristo, y que tu mente ha decidido abandonar la negación y aceptar el Pensamiento de Dios como tu herencia.

6. Y ahora las dudas son cosa del pasado, el final de la jornada es indudable y se te ha concedido la salvación. 2Ahora el poder de Cristo mora en tu mente, para que puedas curar tal como fuiste curado. 3Pues ahora te cuentas entre los salvadores del mundo. 4Ése es tu único destino. 5¿Consentiría Dios acaso que Su Hijo permaneciese eternamente hambriento por haberse negado a sí mismo el sustento que le es menester para poder vivir? 6La abun­dancia mora en él, y la privación no puede separarlo del Amor vivificante de Dios, ni de su hogar.

7. Practica hoy lleno de esperanza. 2Pues tener esperanzas está ciertamente justificado. 3Tus dudas no tienen sentido, pues Dios goza de perfecta certeza. 4Y el Pensamiento de Él nunca está ausente. 5La certeza no puede sino morar en ti que eres Su anfitrión. 6Este curso elimina toda duda que hayas interpuesto entre Él y tu cer­teza acerca de Él.

8. Contamos con Dios, no con nosotros mismos, para que nos dé certeza. 2en Su Nombre practicamos tal como Su Palabra nos indica que hagamos. 3Su certeza se encuentra tras cada una de nuestras dudas. 4Su Amor, tras cada uno de nuestros temores. 5El Pensamiento de Él todavía se encuentra en nuestras mentes más allá de todo sueño, tal como Su Voluntad dispone.


¿Qué me enseña esta lección? 

La Mente que ha llegado a gozar de un solo instante Santo, jamás podrá negar el Pensamiento de Dios, pues esa Mente ha sido Una con la Mente de Dios. 

Ningún placer que hayas podido satisfacer en el mundo fabricado por el ego, se aproxima a la inmensa felicidad que experimentas cuando conectas con el Pensamiento de Dios. Ese Pensamiento no es diferente a lo que Somos, es más Somos únicamente ese Pensamiento de Dios. 

El tiempo y el espacio desaparecen. Es un instante en el que nos fundimos con la eternidad. Es un reconocimiento de lo que siempre hemos sido. Es un reencuentro con lo que Somos. Es un retorno al Edén, ese hogar del que nos creímos escindidos. 

¿Cómo podemos negar el Pensamiento de Dios? ¿Acaso vamos a negar nuestra propia identidad? 

Esa negación tan sólo es posible cuando el ego defiende su falsa creencia en la separación. Cuando se ha identificado con el cuerpo físico, al que culpa de todas sus iniciativas y al que castiga con la intención de redimirse. 

Hoy es el ahora en el que me fundo plenamente con el Pensamiento que me ha Creado, con mi única y verdadera identidad.


Ejemplo-Guía: "No busques fuera de ti la solución a tus problemas"

La enseñanza de esta Lección va directa a la causa que da lugar a todo efecto, a la mente. Me gustan las lecciones que van directa a la mente, pues me permite ver las cosas de manera diferente. Me permite modificar las falsas creencias, al tiempo que me ofrece una nueva perspectiva de la verdad.

Estamos, desde mi punto de vista, ante una de las lecciones más potentes, desde el punto de vista transformador. A todos nos inquieta, llegado un punto, la misma pregunta, ¿qué debo hacer para que mi vida cambie, para encontrar la paz y la felicidad?

En el desarrollo del ejemplo-guía de la lección de ayer, ya puse de manifiesto el potencial de la Visión Crística a la hora de conducirnos a la experiencia verdadera, a la percepción verdadera de la vida, es decir, ver con los ojos del Amor, nos conduce directamente a la dicha.

Hoy se nos revela, la causa por la que negamos esa visión liberadora: la negación del Pensamiento de Dios.

¿Cómo nos comportaríamos si tuviésemos la certeza de que somos el Pensamiento de Dios? ¿Cómo nos comportaríamos si reconociésemos que somos tal y como nos ha creado? ¿Cómo nos relacionaríamos con el mundo si en vez de un cuerpo, nuestra identidad fuese eterna?

Os invito a realizar ese ejercicio de reflexión. Resulta interesante. Tendríamos que imaginar un mundo donde no existiese el miedo, donde no tuviésemos otro deseo que ser tal y como somos. Sería un mundo sin apegos; un mundo donde imperaría la visión de la unidad y el reconocimiento de la inocencia y de la impecabilidad en cada uno de nosotros.

Os imagináis una existencia donde el ataque no tuviese lugar; donde no se viese la necesidad de protegerse, porque no existiese el temor al dolor, al sufrimiento, a la ira, al rencor, a la enfermedad, a la muerte.

En esa visión, tendríamos la certeza de que nada externo a nosotros podría tener el poder para decidir nuestro destino, pues nuestro destino tan sólo tiene un camino Ser el Hijo de Dios, compartiendo nuestra naturaleza amorosa con el resto de la Filiación.
¿Quién de nosotros no está dispuesto a pagar lo que fuese por conseguir el método perfecto que nos permita hacer siempre lo que ha de aportarnos la salvación, la felicidad y la paz?

El error, hasta ahora, nos ha llevado a buscar fuera esa varita mágica que ha de transformarnos. Pero no existe ese "fuera", ni existe esa "varita mágica", pues lo que buscamos, ya lo tenemos, mejor dicho, ya lo somos. Tan solo tenemos que recordar dónde se encuentra y hacer uso de él. Lo que buscamos, es lo que Somos, el Pensamiento de Dios.


Reflexión: El Pensamiento de Dios te creó. 
no te ha abandonado, ni tú has estado nunca separado de él ni siquiera por un instante. ¿Por qué sufres?