viernes, 13 de diciembre de 2024

Capítulo 16. V. La decisión de alcanzar la compleción (5ª parte).

  V. La decisión de alcanzar la compleción (5ª parte). 

13. No veas en la relación especial más que el intento absurdo de querer anteponer otros dioses a Él, y de, al adorarlos, encubrir su pequeñez y la grandeza de Dios. 2En nombre de tu propia com­pleción no desees esto. 3Pues cualquier ídolo que antepongas a Él se antepone a ti y usurpa el lugar de lo que verdaderamente eres. 

El ritual es un intento fallido por hacernos recordar lo que hemos olvidado y seguimos olvidando con suma facilidad. El ritual y la forma ocultan el verdadero significado de lo esencial. La forma no es más que una contorsionada sombra de la luz proyectada por la verdad. Esas sombras son confundidas con la verdad y se convierten en su sustituto.

Cuando en una relación hay amor verdadero, las partes comparten dicha relación desde la libertad. A los ojos de Dios, esta relación es bendita, pues el propio Amor que los ha unido la bendice. "Y lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre".

14. La salvación reside en el simple hecho de que las ilusiones no son temibles porque no son verdad. 2Te parecerán temibles en la medida en que no las reconozcas como lo que son, y no las reco­nocerás como lo que son en la medida en que desees que sean verdad. 3En esa misma medida estarás negando la verdad y no llevando a cabo la simple elección entre la verdad y las ilusiones; entre Dios y las fantasías. 4Recuerda esto, y no te resultará difícil percibir la elección exactamente como es, y sólo como es.

La salvación no será una realidad para nosotros hasta que comprendamos que no podemos salvarnos solos, que no es un trato especial e individual entre Dios y nosotros. La salvación simboliza alcanzar el Cielo, y el Cielo es el símbolo de la unidad. Por lo tanto, la salvación se completará cuando nos unamos al resto de la Filiación.

15. El núcleo de la ilusión de la separación reside simplemente en la fantasía de que es posible destruir el significado del amor. 2Y a menos que se restaure en ti el significado del amor, tú que com­partes su significado no podrás conocerte a ti mismo. 3La separa­ción no es más que la decisión de no conocerte a ti mismo. 4Todo este sistema de pensamiento es una experiencia de aprendizaje cuidadosamente urdida, diseñada para apartarte de la verdad y conducirte a las fantasías. 5Mas por cada enseñanza que pueda hacerte daño, Dios te ofrece corrección y el escape total de todas sus consecuencias.

Así es. La ilusión de la separación representa el olvido de que somos Hijos del Amor. Representa nuestro culto a un falso dios, el cual nos exige que adoremos al miedo, al pecado, a la culpa, al sacrificio, en sustitución del amor, de la impecabilidad, de la pureza, de la felicidad.

16. Decidir entre si escuchar o no las enseñanzas de este curso y seguirlas, no es sino elegir entre la verdad y las ilusiones. 2Pues en este curso se hace una clara distinción entre la verdad y las ilusiones y no se confunden en absoluto. 3¡Qué simple se vuelve esta elección cuando se percibe exactamente como es! 4Pues sólo las fantasías hacen que elegir sea confuso, pero las fantasías son totalmente irreales.

Este punto nos hace conscientes de que escuchar o no las enseñanzas de este curso y seguirlas es elegir entre la verdad y las ilusiones. Si elegimos seguirlas, estaremos eligiendo el Amor Incondicional por encima del amor especial.

17. Éste es, pues, el año en que debes llevar a cabo la elección más fácil a la que jamás te hayas enfrentado, y también la única. 2Cru­zarás el puente que conduce a la realidad simplemente porque te darás cuenta de que Dios está al otro lado y de que aquí no hay nada en absoluto. 3Es imposible no llevar a cabo la elección que naturalmente llevarías a cabo si te dieses cuenta de esto. 

Es mi voluntad compartir con vosotros la elección correcta de cruzar ese puente que nos conducirá hasta la realidad, hasta la visión de lo que somos. Os invito a realizar juntos ese camino, esa andadura. Adelante. 

jueves, 12 de diciembre de 2024

Capítulo 16. V. La decisión de alcanzar la compleción (4ª parte).

 V. La decisión de alcanzar la compleción (4ª parte). 

10.  Si percibieses la relación especial como un triunfo sobre Dios, ¿la desearías? 2No pensemos en su naturaleza aterrante, ni en la culpabilidad que necesariamente conlleva, ni en la tristeza, ni en la soledad. 3Pues esos no son sino atributos de la doctrina de la separación, y de todo el contexto en que se cree que ésta tiene lugar. 4El tema central de su letanía al sacrificio es que para que tú puedas vivir Dios tiene que morir. 5Y ése es el tema que se exterioriza en la relación especial. 6Mediante la muerte de tu yo, crees poder atacar al yo de otro, arrebatárselo, y así reemplazar al yo que detestas. 7Y lo detestas porque piensas que no te ofrece la clase de especialismo que tú exiges. 8Y al odiarlo lo conviertes en algo ínfimo e indigno porque tienes miedo de él.

La visión de un yo pecador nos lleva a adquirir una identidad diferente, es decir, nos lleva a mirar hacia el exterior y descubrir a ese "yo ideal" en el otro. Esa dinámica es totalmente inconsciente, y nos lleva a creer que la relación especial ha de aportarnos la compleción que añoramos. El error está claramente formulado. Estamos juzgándonos de manera condenatoria. Estamos castigándonos por la falsa creencia de que hemos pecado, que hemos infringido las leyes de Dios.

Hemos olvidado lo que somos. Hemos olvidado que somos puros e inocentes y que los ropajes que hemos adquirido y que nos ofrecen otra identidad diferente no son más que aspectos ilusorios e inventados para ocultar una errónea creencia. Nuestro estado esencial de pureza es la desnudez. Ocultar nuestra realidad no es más que un intento de ocultar nuestra naturaleza pecadora, la cual nadie nos la ha impuesto, sino que ha sido nuestra elección.

La corrección de este error se subsana con mirar sin miedo a nuestro interior y descubrir que aún somos como Dios nos ha creado.

11.  ¿Cómo podrías conferirle poder ilimitado a lo que crees haber atacado? 2La verdad se ha vuelto tan temible para ti, que a menos que sea débil, insignificante e inmerecedora de que se le otorgue valor, no te atreverás a mirarla de frente. 3Piensas que estás más a salvo dotando al pequeño yo que inventaste con el poder que le arrebataste a la verdad al vencerla y dejarla indefensa. 4Observa la precisión con que se ejecuta este rito en la relación especial. 5Se erige un altar entre dos personas separadas, en el que cada una intenta matar a su yo e instaurar en su cuerpo otro yo que deriva su poder de la muerte del otro. 6Este rito se repite una y otra vez. 7Y nunca se completa, ni se completará jamás. 8El rito de comple­ción no puede completar, pues la vida no procede de la muerte, ni el Cielo del infierno.

Nadie puede dar lo que no tiene. Esta verdad es aplicable al sistema de pensamiento del ego, lo que se traduce en lo siguiente: ¿Cómo puede surgir la compleción desde la creencia en la separación? ¿Cómo puede el infierno sustituir al Cielo? ¿Cómo puede el amor especial aportar amor incondicional? ¿Cómo puedo encontrar felicidad cuando mi alimento mental es el miedo?

12. Cada vez que alguna forma de relación especial te tiente a bus­car amor en ritos, recuerda que el amor no es forma sino conte­nido. 2La relación especial es un rito de formas, cuyo propósito es exaltar la forma para que ocupe el lugar de Dios a expensas del contenido. 3La forma no tiene ningún significado ni jamás lo ten­drá. 4La relación especial debe reconocerse como lo que es: un rito absurdo en el que se extrae fuerza de la muerte de Dios y se trans­fiere a Su asesino como prueba de que la forma ha triunfado sobre el contenido y de que el amor ha perdido su significado. 5¿Desea­rías que eso fuese posible, aparte de que es evidente que no lo es? 6De ser posible, te habrías convertido a ti mismo en un ser inde­fenso. 7Dios no está enfadado. 8Simplemente no pudo permitir que eso ocurriese. 9Y tú no puedes hacer que Él cambie de parecer al respecto. 10Ningún rito que hayas inventado en el que la danza de la muerte te deleita puede causar la muerte de lo eterno, 11Ni aquello que has elegido para sustituir a la Plenitud de Dios pue­de ejercer influencia alguna sobre ella.

El sistema de pensamiento del ego no puede ofrecer valores trascendentes y eternos, pues su falsa realidad se basa en la percepción de las formas y en la negación de todo aquello que no perciba. Por lo tanto, el Amor Incondicional, que es la esencia del Espíritu, no se contempla en las creencias del ego, lo que le lleva a inventar un "sustituto" que sí cumpla con los requerimientos de su sistema de pensamiento, esto es, haciendo prevalecer la forma por encima del contenido, de la esencia.

miércoles, 11 de diciembre de 2024

Capítulo 16. V. La decisión de alcanzar la compleción (3ª parte).

V. La decisión de alcanzar la compleción (3ª parte). 

7. Lo más curioso de todo es el concepto de yo que el ego fomenta en las relaciones especiales. 2Este “yo" busca relaciones para com­pletarse a sí mismo. 3Pero cuando encuentra la relación especial en la que piensa que puede lograrlo, se entrega a sí mismo, y trata de "intercambiarse" por el yo del otro. 4Eso no es unión, pues con ello no hay aumento ni extensión. 5Cada uno de ellos trata de sacrificar el yo que no desea a cambio de uno que cree que pre­fiere. 6se siente culpable por el "pecado" de apropiarse de algo y de no dar nada valioso a cambio. 7¿Qué valor le puede adjudicar a un yo del que quiere deshacerse para obtener otro "mejor"?

Los mecanismos del ego son profundamente confusos y todos ellos están basados en una misma causa, la creencia en ser especial y diferente a los demás, es decir, en la creencia en la separación. Lo que ve en su interior no le gusta y trata de ocultarlo a los demás, lo que le lleva a dirigir su mirada desde su interior al exterior y a proyectar sobre los demás sus propios juicios condenatorios, lo que le lleva a juzgar y a condenar al otro.

Su visión interior, al ser rechazada, busca en el exterior el aspecto que considera debe adquirir para sentirse amado (necesidad de amarse a sí mismo). Esta dinámica le lleva a adoptar la personalidad del otro, renunciando a la suya propia (la cual rechaza), despertando en su conciencia el sentimiento de culpa por usurpar lo que no le pertenece (recuerdo ancestral de adoptar una identidad diferente a la de Su Creador).

En ese tipo de relación especial, el ego confunde el amor especial con el amor incondicional. La evidencia de que esto es así se demuestra cuando sometemos ese amor especial a la prueba de la verdad: ¿aporta libertad a la relación?

8. Ese otro yo "mejor" que el ego busca es siempre uno que es más especial. 2Y quienquiera que parezca poseer un yo especial es "amado" por lo que se puede sacar de él. 3Cuando ambos miem­bros de la relación especial ven en el otro ese yo especial, el ego ve "una unión bendecida en el Cielo". 4Pues ni uno ni otro recono­cerá que ha pedido el infierno, y, por lo tanto, no interferirá en la ilusión que el ego tiene del Cielo, y que le ofrece para que suponga un obstáculo para éste. 5Pero si el contenido de todas las ilusiones es el miedo, y sólo el miedo, la ilusión del Cielo no es más que una forma "atractiva" de miedo en la que la culpabilidad está profundamente soterrada y se manifiesta en forma de “amor".

¿Aporta libertad a la relación el amor especial? El ego cree que sí, por lo que le lleva a instituir en el ritual del sacramento del matrimonio la frase: ¡Que el Cielo bendiga esta relación! Y todos contentos.

Pero ya hemos visto que el amor especial no aporta libertad a la relación. Lo único que aporta es culpa y miedo. El miedo a perder ese amor especial, esa identificación con el yo que deseamos adoptar para sentirnos amados, nos llevará a poner límites en las condiciones de la relación, lo que se convertirá en un sentimiento corrosivo que acabará con ella.

No tardaremos en proyectar nuestra propia culpa sobre el otro, y no tardaremos en juzgar cada uno de sus actos, los cuales ya no serán inspiradores para sentirnos amados, sino que serán el reflejo vivo de aquello que ocultamos.

9. El atractivo del infierno reside únicamente en la terrible atrac­ción de la culpabilidad, que el ego ofrece a los que depositan su fe en la pequeñez. 2La convicción de pequeñez se encuentra en toda relación especial, ya que sólo los que se consideran a sí mis­mos necesitados podrían valorar el especialismo. 3Exigir que se te considere especial, y la creencia de que hacer que otro se sienta especial es un acto de amor, hace del amor algo odioso. 4El verda­dero propósito de la relación especial -en estricta conformidad con los objetivos del ego es destruir la realidad y substituirla por ilusiones. 5Pues el ego en sí es una ilusión, y sólo las ilusiones pueden dar testimonio de su "realidad".

Las relaciones especiales están basadas en el amor especial, en el amor de ser diferentes de los demás. Dicho de otro modo, las relaciones especiales están basadas en la creencia en que somos pecadores y, por lo tanto, en la creencia en que somos culpables por nuestros pecados. La separación es consecuencia del estado de sueño en el que se encuentra nuestra conciencia. Todo sueño es irreal e ilusorio. Por lo tanto, la relación especial no puede llevarnos a la verdad, a la realidad de lo que somos. No puede llevarnos a percibir el verdadero amor.

Para deshacer ese error, debemos llevar la ilusión hasta la realidad, es decir, debemos llevar el amor especial (creencia en la separación) hasta el amor incondicional (creencia en la unicidad). Ese cambio de percepción nos abrirá las puertas del Cielo y nos librará de la falsa creencia en el infierno. Al liberarnos del pecado, nos libraremos, igualmente, de la culpa y dejaremos de ver la culpa en los demás.

martes, 10 de diciembre de 2024

Capítulo 16. V. La decisión de alcanzar la compleción (2ª parte).

V. La decisión de alcanzar la compleción (2ª parte). 

4. En la relación especial -nacida del deseo oculto de que Dios nos ame con un amor especial- es donde triunfa el odio del ego. 2Pues la relación especial es la renuncia al Amor de Dios y el intento de asegurar para uno mismo la condición de ser especial que Él nos negó. 3Es esencial para la supervivencia del ego que tú creas que el especialismo no es el infierno, sino el Cielo. 4Pues el ego jamás querría que vieses que lo único que la separación con­lleva son pérdidas, al ser la única condición en la que el Cielo no puede existir.

Con base en este punto, la idea que dio lugar al sistema de pensamiento del ego fue el deseo de ser especial a los ojos del creador. Este pensamiento es totalmente opuesto a la voluntad de Dios, pues Su Creación se sustenta en la fuerza del Amor, cuya visión es la unicidad de lo creado. La Filiación, desde el punto de vista del amor, como extensión de la Voluntad del Padre, es el símbolo de la unidad. Mientras que el ego es la fabricación de una imagen que se sustenta en el especialismo; esto es, en el deseo de ser diferente con respecto de los demás.

5Para todo el mundo el Cielo es la compleción. 2En esto no puede haber desacuerdo porque tanto el ego como el Espíritu Santo lo aceptan. 3Están, no obstante, en completo desacuerdo con respecto a lo que es la compleción y a cómo se alcanza. 4El Espíritu Santo sabe que la compleción reside en primer lugar en la unión, y luego en la extensión de ésta. 5Para el ego, la comple­ción reside en el triunfo, y en la extensión de la "victoria" incluso hasta el triunfo definitivo sobre Dios. 6El ego cree que con esto el ser se libera finalmente, pues entonces no quedaría nada que pudiese ser un obstáculo para él. 7Ésa es su idea del Cielo. 8Para el ego, pues, la unión -la condición en la que él no puede interfe­rir- tiene que ser el infierno.

El ego no cree que el Cielo es la compleción, pues, tal y como su sistema de pensamiento lo entiende, es decir, desde la creencia de que es especial y de que dicha condición es lo que le lleva a conseguir la victoria, triunfando sobre los demás, el Cielo no puede ser el símbolo de la separación. Es por ello que el ego se inventó la creencia en el infierno, pues al creerse pecador, al creer en la separación, el paso por ese "infierno" es inevitable.

6. La relación especial es un mecanismo extraño y antinatural del ego para unir Cielo e infierno, e impedir que se pueda distinguir entre uno y otro. 2Tratar de encontrar lo que supuestamente es lo "mejor" de los dos mundos, simplemente ha dado lugar a que se tengan fantasías de ambos y a que sea imposible percibir a nin­guno de ellos tal como realmente es. 3La relación especial es el triunfo de esta confusión. Es un tipo de unión en que la unión está excluida, pues la exclusión es la base de dicho intento de unión. 5¿Qué mejor ejemplo que ésto puede haber de la máxima del ego: "Busca, pero no halles"?

El Cielo, símbolo de la unicidad, se presenta ante la visión del ego como una falsedad. Si creyese en el Cielo, su sistema de pensamiento se resentiría, o lo que es lo mismo, desaparecería, pues, como sabemos, el sistema de pensamiento del ego se basa en la creencia en la separación. Por lo tanto, si no cree en el Cielo, porque supone una clara amenaza a su sistema de pensamiento, debe sustituirlo por un cielo ficticio y redentor; es decir, se inventa la existencia del infierno, el lugar perfecto para purgar sus pecados y, de este modo, liberarse de la culpa.

La relación que existe entre el infierno y la relación especial es evidente, pues ambas tienen el mismo objetivo, la liberación de la culpa a través del falso amor. En verdad, tanto la creencia en el infierno como las relaciones especiales son una estrategia del ego para garantizar que no escaparemos de su sistema de pensamiento, pues el especialismo genera más especialismo.

lunes, 9 de diciembre de 2024

Capítulo 16. V. La decisión de alcanzar la compleción (1ª parte).

V. La decisión de alcanzar la compleción (1ª parte). 

1. Cuando se examina la relación especial, es necesario, antes que nada, darse cuenta de que comporta mucho dolor. 2Tanto la ansie­dad como la desesperación, la culpabilidad y el ataque están pre­sentes, intercalados con períodos en que parecen haber desaparecido. 3Es esencial que todos estos estados se vean tal como realmente son. 4Sea cual fuere la forma en que se manifies­ten, son siempre un ataque contra el ser para que el otro se sienta culpable. 5He hablado de esto con anterioridad, pero hay algunos aspectos de lo que realmente se está intentando que aún no hemos examinado.

Al analizar la relación especial, hemos visto que la fuerza de atracción que nos lleva a establecer dicha relación permanece oculta a nuestra conciencia, ya que, si tuviésemos que responder a la pregunta: "¿por qué te sientes atraído por esa persona en concreto?", la respuesta más frecuente sería "porque nos gusta". En verdad, con esa respuesta, lo que estamos definiendo es un aspecto del amor, al que se le ha otorgado el nombre de enamoramiento. "Algo he visto en ella que me enamora". Entonces, ¿qué es lo que se oculta detrás de ese sentimiento? 

Debe ser algo que no soporta la presencia de la verdad, pues si fuese verdad, esa fuerza no cambiaría. Lo que quiero decir con ello es que, si bien nos sentimos atraídos por el amor, si nos hemos enamorado de esa persona, la relación no sería especial, sino que estaría gobernada por la fuerza del amor, la cual no nos hace libres y felices. Si analizamos las secuencias de una relación, no tendremos dificultad para apreciar que esa atracción inicial a la que hemos llamado amor pierde fuerza, pierde su verdadero significado, dando paso a sentimientos confusos y cambiantes, los cuales lo único que persiguen es someter la voluntad del otro a nuestros deseos. Por lo tanto, debemos estar ocultando el sentimiento que nos lleva a elegir de manera especial a una persona para que sea nuestro compañero en esa alocada aventura de la relación. 

Si no es amor, es miedo, y del miedo se desprenden aspectos que forman parte de nuestra creencia, como el pecado, la culpa y el sufrimiento. He aquí la condición que prevalece en toda relación especial. La creencia en la separación nos lleva a atacar al otro con la intención de que se sienta culpable. 

2. Dicho llanamente, el intento de que otro se sienta culpable va siempre dirigido contra Dios, 2pues el ego quiere que creas que Dios, y sólo Él, es culpable, lo cual deja a la Filiación vulnerable al ataque y sin ninguna protección contra él. 3La relación de amor especial es el arma principal del ego para impedir que llegues al Cielo. 4No parece ser un arma, pero si examinases cuánto la valo­ras y por qué, te darías cuenta de que lo es.

Que el inconsciente colectivo de la humanidad participa en la demente creencia de que culpamos a Dios de nuestras vicisitudes, se verifica en el contenido de los Libros Sagrados. Si leemos al pie de la letra el contenido del Antiguo Testamento, podremos comprobar cómo se describen episodios en los que se nos muestra a un dios vengativo que castiga a un pueblo por considerar que violan sus leyes. La liberación del pueblo judío llevada a cabo por Moisés supuso la exterminación, por la mano de Jehová, del imperio egipcio, gobernado por la figura de un faraón cuya crueldad era manifiesta. Pero, como ya he adelantado, no podemos entender al pie de la letra el contenido de los libros sagrados, los cuales se han escrito en un lenguaje adaptado a la comprensión de la época y, en la mayoría de los casos, ocultaban verdades más trascendentes de las que una simple mirada no ha conseguido descifrar.

En muchas ocasiones, el sentido de la lógica es el camino más fácil para llegar a la verdad.

Si Dios es Amor y ha creado a Su Hijo del Amor, con total libertad para crear, podremos concretar que Su Hijo no puede ser diferente a Su Creador, es decir, no puede ser lo que no es. Quedaría por añadir que, aunque no puede ser lo que no es, sí puede creer lo que no es. De esto último se deduce que puede elegir la verdad o puede elegir la ilusión.

Si elige la ilusión, está eligiendo creer lo que no es, lo que le lleva a identificarse con creencias basadas en el miedo, el pecado, la culpa y el sufrimiento. 

3. La relación de amor especial es el regalo más ostentoso del ego y el que mayor atractivo tiene para aquellos que no están dis­puestos a renunciar a la culpabilidad. 2Aquí es donde más clara­mente se puede ver la "dinámica" del ego, pues, contando con la atracción de su ofrenda, las fantasías que se centran sobre la rela­ción de amor especial son con frecuencia muy evidentes. 3Nor­malmente se consideran aceptables, e incluso naturales. 4Nadie considera raro amar y odiar al mismo tiempo, y aun los que creen que odiar es un pecado, simplemente se sienten culpables por ello, pero no hacen nada por corregirlo. 5Esto es lo que es "nor­mal" en la separación, y aquellos que aprenden que no es normal en absoluto, parecen ser los que no son normales. 6Pues este mundo es lo opuesto al Cielo, al haber sido concebido para ser su opuesto, y todas las cosas aquí son exactamente lo opuesto a la verdad. 7En el Cielo, donde el significado del amor se conoce perfectamente, el amor es lo mismo que la unión. 8Aquí, donde en lugar del amor se acepta la ilusión de amor, el amor se percibe como separación y exclusión.

El mundo lo percibimos erróneamente porque elegimos creer que nuestra identidad procede de la realidad de lo percibido. Para el ego y su sistema de pensamiento basado en la información que le reporta la percepción, aquello que no ve, no existe, por lo que establece como una de sus verdades que el espíritu es ilusión y que el cuerpo físico es lo real. El origen del escepticismo procede de esa creencia, y la existencia de Dios es puesta en duda ante la imposibilidad de ser visto y, en el mejor de los casos, es juzgada como el máximo referente de la culpabilidad, acusándole de ser el promotor de todas nuestras desgracias.

Lo que es verdad aparece como ilusión, y lo que realmente es ilusión es considerado por el ego como verdadero. Con estas premisas, el Amor Incondicional es ilusión y el amor especial es verdadero.