quietud, así como la seguridad y felicidad que buscas. 3"Descanso en Dios". 4Este pensamiento tiene el poder de despertar la verdad durmiente en ti, que posees la visión que ve más allá de las apariencias hasta esa misma verdad en todo el mundo y en todo lo que existe. 5He aquí el fin del sufrimiento para el mundo entero y para todo aquel que jamás haya venido o haya de venir para estar aquí por algún tiempo. 6He aquí el pensamiento mediante el cual el Hijo de Dios nace de nuevo para reconocerse a sí mismo.
¿Qué me enseña esta lección?
Descansar en Dios significa estar en Dios, tomar consciencia de que hemos sido creados a Su imagen y semejanza.
Es desde el Espíritu que conseguimos alcanzar ese estado de unión, de compleción con Dios.
Permanecer identificado con el mundo terrenal, o lo que es lo mismo, manifestarnos bajo la percepción del ego, nos lleva a un desgaste que nos agota hasta la extenuación. El pensamiento dual percibe la relación desde el ataque y, para protegerse de él, decide responder con la misma técnica. Para el ego, juzgar el comportamiento de los demás y condenarlo es una práctica habitual que acaba mermando todas sus fuerzas.
Persigue la felicidad, sin embargo, actúa desde la pequeñez, desde la necesidad y desde la escasez. Si da, percibe que pierde, lo que le lleva a poner un alto precio a sus dádivas.
El miedo le lleva a actuar de una manera incoherente e irracional, persiguiendo sueños que se convierten en terroríficas pesadillas.
Descansar en el ego no nos aportará la paz necesaria en la que nos encontramos y damos la bienvenida a nuestros hermanos. En el descanso del ego, la paz es ilusión.
Descansar en Dios es vivir en la morada de la paz y de la dicha. En ese estado, se produce el encuentro con nuestros hermanos de filiación y compartimos la grandeza de ser Hijos de Dios.
Ejemplo-Guía: "¿Qué impide tu descanso?"
Podría haber planteado la pregunta en plural, pues en verdad, desde el escenario del ego, desde el escenario del sueño, donde creemos vivir, lo que a ti te impide descansar, a pesar de ser un motivo diferente al mío, en realidad tiene una misma causa: ambos visionamos el mundo desde una conciencia fragmentada, separada e identificada con el miedo, con el pecado, con la culpa, con el dolor.
A pesar de ello, es a nivel individual que debemos responder esa pregunta, elegida como ejemplo para la aplicación de la lección: ¿qué impide mi descanso?
Lo impide, como bien recoge el contenido de la lección, mis inquietudes, mis preocupaciones, mis agobios, mis ansiedades, mi dolor, mi miedo al futuro, mis remordimientos por el pasado, etc. En consecuencia, el impedimento a mi descanso tiene una única causa: creer que somos un ser material, con identidad individual y con una vida temporal que encuentra su fin con la muerte del cuerpo físico.
¿Os imagináis un mundo en el que esos impedimentos no existiesen?
Plantearé esta reflexión de otra manera:
¿Por qué existe ese mundo de impedimentos? ¿Quién lo ha inventado?
Tengo claro que, si fuese consciente de que tengo el poder de Dios para crear un mundo y ponerlo a disposición de mi hijo, no le iba a crear un mundo tan complicado.
Por las enseñanzas que nos transmite Un Curso de Milagros, sabemos que este mundo "complicado", al que el Curso llama "demente", lo ha fabricado el Hijo de Dios, haciendo uso del pensamiento y orientándolo hacia una nueva dimensión donde rigen las leyes de la ilusión.
Las características de ese mundo ilusorio ya las hemos visto. Lo importante no es quedarse en ese estado ilusorio, culpándonos de nuestros actos. Lo importante es tomar consciencia de que, del mismo modo que hemos sido capaces de fabricar un mundo que no es real, podemos crear un mundo que sí lo es. No olvidemos que no podremos ver aquello en lo que no creemos y que para poder crear tenemos que ver. Con ello quiero decir que, para poder ver el verdadero descanso, tenemos que ver a Dios. Descansar en Dios es experimentar a Dios.
La propuesta que debemos hacernos es ver de otra manera. Sí, hasta ahora hemos visto desde el sufrimiento y desde el miedo, desde la profunda sensación de sentirnos abandonados por nuestro Creador. Nos sentimos culpables por haberle fallado, nos sentimos avergonzados por nuestra infidelidad. Es el momento de tener la certeza de que todas estas sensaciones y creencias son erróneas, pues nuestro Padre nunca nos ha abandonado. Siempre ha estado aguardando a su Hijo para que éste volviese su mirada y le reconociese.
Cuando experimentemos una vivencia desde la visión del ego, la cual nos impida gozar del descanso, quitémosle ese "poder". Abandonemos esa creencia y, en su lugar, llamemos a la verdad, entreguémosla al Espíritu Santo, quien la depositará en el seno de Dios, donde el sufrimiento se transforma en paz, el castigo, en perdón y el miedo, en amor.
Reflexión: ¿Cómo te sientes sabiéndote que estás descansando en Dios?