sábado, 10 de agosto de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 223

LECCIÓN 223

Dios es mi vida. No tengo otra vida que la Suya.

1. Estaba equivocado cuando pensaba que vivía separado de Dios, que era una entidad aparte que se movía por su cuenta, desvinculada y encasillada en un cuerpo. 2Ahora sé que mi vida es la de Dios, que no tengo otro hogar y que no existo aparte de Él. 3Él no tiene Pensamientos que no sean parte de mí, y yo no tengo ningún pensamiento que no sea de Él.

2. Padre nuestro, permítenos contemplar la faz de Cristo en lugar de nuestros errores. 2Pues nosotros que somos Tu santo Hijo somos incapa­ces de pecar. 3Queremos contemplar nuestra inocencia, pues la culpabilidad proclama que no somos Tu Hijo. 4no queremos seguir relegándote al olvido, 5pues nos sentimos solos aquí y anhelamos estar en el Cielo, que es nuestro hogar. 6Queremos regresar hoy. 7Nuestro Nombre es el Tuyo, y reconocemos que somos Tu Hijo.

¿Qué me enseña esta lección?

El Hijo de Dios, ha fabricado un mundo inspirado en las Leyes que rigen en el Cielo. Así, ha diseñado un cuerpo que al nacer lo vincula a una familia a la que llama padres y hermanos. En ese seno, el Hijo de Dios, recuerda lo que es el Amor. Ama su sangre y da la vida por ello. 

Mientras que permanecemos identificados con esa visión, mientras que nos veamos separados del resto de las familias; mientras que estemos dispuestos a perder la vida, por salvaguardar los lazos de sangre, estaremos sirviendo al error que se fundamenta en la creencia de la separación.

Nuestro padre físico, así como nuestra familia, no es más que una transitoria representación de la identidad con la que nos identificamos mientras que creamos que el cuerpo es nuestra realidad.

Al igual que el padre físico vela por la seguridad de su familia, Dios, nuestro Padre Celestial, vela por la seguridad de su Hijo.

Cuando sentimos y percibimos la presencia de nuestro padre físico, el temor desaparece y ello nos permite crecer en un ambiente seguro y feliz.

Del mismo modo, cuando despertamos a nuestra verdadera realidad, cuando tenemos la certeza de lo que Somos, nos entregamos en manos de nuestro Padre, para que Él guíe nuestros pasos y nos contagie con su Paz. Ya no tendremos miedo; ya no veremos la culpa pues, no vemos el pecado; ya no nos sentimos separados de Él y sabremos reconocer en cada rostro, a nuestro verdadero Hermano.

Ejemplo-Guía: ¿Cómo aceptamos no ser una entidad corporal?

¿Da miedo el hecho de plantearse esa cuestión?

Tengamos un gesto de sinceridad con nosotros mismos y preguntémonos ¿creo en verdad que no soy un cuerpo físico? Podemos pensar, que es lógico y tiene sentido, que nos hagamos esa pregunta, cuando el que la hace es el propio cuerpo.

Pero cuidado, con esa visión, estamos dotando al cuerpo con la capacidad de pensar y en muchas ocasiones hemos dicho que el cuerpo es un envoltorio al servicio de la mente, que no tiene capacidad para emitir pensamientos.

Luego, tenemos identificada la fuente desde donde emana la pregunta: nuestra mente. La mente actúa como un foco y está al servicio de nuestra voluntad. Si nuestra voluntad presta atención a las cosas del Cielo, el resultado será un acto de expansión creador. Si nuestra voluntad presta atención a la tercera dimensión, a la percepción, el resultado será un acto de proyección y fabricación.

En nuestro presente, en este mismo instante, en el ahora, nuestra mente se encuentra prestando atención al mundo tridimensional. En estos mismos momentos, me encuentro pulsando el teclado de mi ordenador y traduciendo mi pensamiento en palabras que forman una serie de frases, que, si lo consigo y adquieren significado, explicarán el contenido de lo que mi voluntad quiere compartir. Este acto, no es real, es ilusorio, pertenece al mundo del sueño. Soy consciente de ello, y el hecho de que sea consciente, me permite tener la certeza de que soy el soñador del sueño. Esta cuestión es muy interesante, pues estoy en condiciones de elegir cómo voy a vivir las ensoñaciones.

No quiero desviarme del tema elegido en el ejemplo-guía. La lección de hoy nos expresa con total claridad lo que realmente somos. Tan claro que no podemos tener dudas al respecto: "No existo aparte de Dios". "Él no tiene Pensamientos que no sean parte de mí, y Yo no tengo ningún pensamiento que no sea de Él".

Ayer mismo, reflexionaba sobre la fabricación del cuerpo. Me di cuenta de que, hasta ese momento, me había limitado a teorizar sobre la idea de que no somos un cuerpo. Sin embargo, en ese instante, mi mente había dado un paso más sobre esta creencia y ahora me ofrecía una nueva visión para que la meditara.

Encontré una similitud muy cercana al acto de fabricación del cuerpo, con el acto llevado a cabo por un escritor al imaginar el guión de una novela. Ese escritor, fabrica personajes a los que da una identidad ilusoria y de ficción, pero que desarrollan a lo largo del guion de la novela unas vivencias que son capaces de despertar sensaciones, sentimientos y emociones. La vida de esos personajes es tan efímera como las de los cuerpos físicos.


Durante mi reflexión, me vi como una Mente Creadora con capacidad para fabricar personajes de ficción, y entre estos, me reconocí con las características de un cuerpo en concreto el cual respondía a un nombre y a unos apellidos, con una personalidad muy concreta y con un sin fin de peculiaridades a las que vengo llamando vida.


¿Qué fin tiene esa Mente al fabricar un cuerpo? ¿Qué fin tiene el escritor al dar vida a un personaje ficticio?

Creo que la única respuesta posible para mi estado actual de compresión es esta: para crear.

Es una Ley natural. Se da lo que se tiene. Si como Hijo de Dios tengo la capacidad de crear, eso es lo que haré.

El escritor, en su imaginación, en su mente, ya tiene creada su obra. La escribe para compartirla, para extenderla. Para que su visión sea compartida.

El Hijo de Dios, antes de tener el "pensamiento original" que le llevó a tener la visión del mundo de percepción, gozaba de la Visión Una, es decir, no tenía conciencia de individualidad, ni de separación.

No concibo ese "pensamiento original" como un pecado, sino como un acto volitivo dirigido hacia una dimensión distinta a la de su procedencia. No es la misma dimensión desde donde emana el pensamiento, que la dimensión donde se condensa ese pensamiento. Uno expande, el otro limita.


En la medida en que seamos consciente de este hecho, lo seremos también para elegir cuál de esos mundos es el verdadero, el que está sujeto a las leyes de alternancia o en el que rige las leyes de la eternidad.


Reflexión: ¿Dónde sitúas a Dios? ¿Dónde lo buscas?

viernes, 9 de agosto de 2024

Capítulo 13. VIII. De la percepción al conocimiento (2ª parte).

  VIII. De la percepción al conocimiento (2ª parte).

5. Éste es el milagro de la creación: que es una eternamente. 2Cada milagro que le ofreces al Hijo de Dios no es otra cosa que la verda­dera percepción de un aspecto de la totalidad. 3Aunque cada aspecto es en sí la totalidad, no podrás saber esto hasta que no te des cuenta de que todos ellos son lo mismo, que se perciben en la misma luz, y que, por lo tanto, son uno. 4Cada hermano que ves libre de su pasado, pues, te aproxima más al final del tiempo al introducir una manera de ver sana y sanadora en la oscuridad, capacitando así al mundo para ver. 5Pues la luz tiene que llegar hasta el mundo tenebroso para que la visión de Cristo sea posible incluso ahí. 6Ayúdale a ofrecer Su don de luz a todos los que creen vagar en la oscuridad, y deja que Él los reúna en Su serena visión que hace que todos sean uno solo.

Aplicar y experimentar el perdón en nuestra vida, en nuestras relaciones, nos cura, nos sana, nos libera de las pesadas cadenas que nos mantienen prisioneros de la creencia en el tiempo, en el pasado.

Alcanzar la percepción verdadera, ya lo hemos visto, nos situará a las puertas de recordar el conocimiento. Ese estado de consciencia nos llevará a ver nuestra verdadera realidad, en la realidad del otro, es decir, dejaremos de proyectar en los demás nuestra inconsciencia y reconoceremos nuestra propia divinidad en ellos. 

6. Todos ellos son iguales: bellos e igualmente santos. 2Y Él se los ofrecerá a Su Padre tal como le fueron ofrecidos a Él. 3Sólo hay un milagro, del mismo modo en que sólo hay una realidad. 4Y cada milagro que llevas a cabo contiene todos los demás, de la misma manera en que cada aspecto de realidad que ves se funde serenamente en la única Realidad que es Dios. 5El único milagro que jamás existió es el santísimo Hijo de Dios creado en la única Realidad que es su Padre. 6La visión de Cristo es el don que Él te da a ti. 7Su Ser es el don que Su Padre le dio a Él.

 El único milagro que jamás existió es el santísimo Hijo de Dios, o lo que lo mismo, ese único milagro es el lazo de Amor que da cohesión a la Filiación.  

7. Alégrate de que tu función sea curar, pues puedes otorgar el regalo de Cristo, y no puedes perder el regalo que tu Padre te hizo a ti. 2Ofrece el regalo de Cristo a todo el mundo y en todas partes, pues los milagros que le ofreces al Hijo de Dios a través del Espíritu Santo te sintonizan con la realidad. 3El Espíritu Santo sabe el papel que te corresponde desempeñar en la redención, y también quiénes te están buscando y dónde encontrarlos. 4El conocimiento está mucho más allá de lo que te incumbe a ti como individuo. 5Tú que formas parte de él y que eres todo él, sólo necesitas darte cuenta de que el conocimiento es del Padre, y no tuyo. 6Tu papel en la redención te conduce al conocimiento mediante el re-establecimiento de su unicidad en tu mente.

Tenemos un importante papel en la redención: restablecer de la unicidad divina en nuestra mente. El resto del trabajo, debemos dejarlo en manos del Espíritu Santo, el cual, conoce quienes nos está buscando y dónde encontrarlo, para que le ofrezcamos el regalo de la curación.

8.  Cuando te hayas visto a ti mismo en tus hermanos te liberarás y gozarás de perfecto conocimiento, pues habrás aprendido a libe­rarte a través de Aquel que sabe lo que es la libertad. 2Únete a mí bajo el santo estandarte de Sus enseñanzas, y conforme nos haga­mos más fuertes, el poder del Hijo de Dios cobrará vida en no­sotros, y no excluiremos a nadie ni dejaremos a nadie solo. 3Y de repente el tiempo cesará, y todos nos uniremos en la eternidad de Dios el Padre. 4La santa luz que viste fuera de ti en cada milagro que ofreciste a tus hermanos, se te devolverá. 5Y al saber que la luz se encuentra en ti, tus creaciones estarán allí contigo, tal como tú estás en tu Padre.

Ese será el momento. Esa será prueba que nos anunciará que estamos preparados para alcanzar la redención, para alcanzar la percepción verdadera. Cuando nos hayamos visto a nosotros mismos en nuestros hermanos, ese será el momento y la prueba de que estamos preparados para abandonar el mundo de la percepción y retornar a nuestro verdadero hogar, donde gozaremos del conocimiento. 

9. Así como los milagros te unen a tus hermanos en este mundo, tus creaciones establecen tu paternidad en el Cielo. 2Tú eres el testigo de la Paternidad de Dios, y Él te ha dado el poder de crear en el Cielo los testigos de la tuya, la cual es como la Suya. 3Nié­gale esto a tu hermano, y estarás negando los testigos de tu pater­nidad en el Cielo. 4El milagro que Dios creó es perfecto, al igual que los milagros que obraste en Su Nombre. 5Cuando los aceptas, tanto tú como ellos dejáis de necesitar curación.     

Tan solo podemos crear, tal y como Dios ha creado, esto es, utilizando el poder creador de Su Mente. Cualquier otra creación que no proceda de la esencia creadora de Dios, no gozará del blindaje de la eternidad. ¿Qué quiere decir esto? Sencillamente, que para crear una realidad verdadera, debemos utilizar el único ingrediente posible que lo dota con los ropajes de lo eterno, el Amor. Aquello que proceda del Amor, serán creaciones verdadera, cuya paternidad procede del Cielo, el Hogar que compartimos con nuestro Creador. 

10. En este mundo, no obstante, tu perfección no tiene testigos. 2Dios conoce tu perfección, pero tú no, así que no compartes Su testimonio de ella. 3Tampoco das testimonio de Él, pues de la rea­lidad se da testimonio viéndola como una sola. 4Dios espera a que des testimonio de Su Hijo y de Él. 5Los milagros que llevas a cabo en la tierra son elevados hasta el Cielo y hasta Él. 6Dan testimonio de lo que no sabes, y cuando llegan a las puertas del Cielo, Dios las abre, 7pues Él nunca dejaría afuera y excluido de Sí Mismo a Su Hijo bienamado.

Las falsas creaciones a las que ha dado lugar el Hijo de Dios, como fruto de su creencia en la separación, no permite que nuestras creaciones sean verdaderas, es decir, no serán nuestros testigos de nuestra perfección. 

Nos dice este punto, que Dios espera que demos testimonios de Su Hijo y de Él, es decir, espera que sanemos nuestra creencia en la separación y en el miedo, sustituyendola por la creencia en el Amor y en la Unidad. De este modo, nuestras creaciones serán los testigos de la Verdad.

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 222

LECCIÓN 222

Dios está conmigo. Vivo y me muevo en Él.

1. Dios está conmigo. 2Él es mi Fuente de vida, la vida interior, el aire que respiro, el alimento que me sustenta y el agua que me renueva y me purifica. 3Él es mi hogar, en el que vivo y me muevo; el Espíritu que dirige todos mis actos, me ofrece Sus Pen­samientos y garantiza mi perfecta inmunidad contra todo dolor. 4Él me prodiga bondad y cuidado, y contempla con amor al Hijo sobre el que resplandece, el cual a su vez resplandece sobre Él. 5¡Qué serenidad la de aquel que conoce la verdad de lo que Él dice hoy!

2. Padre, no tenemos en nuestros labios ni en nuestras mentes otras palabras que Tu Nombre, cuando acudimos silenciosamente ante Tu Pre­sencia, pidiendo que se nos conceda poder descansar Contigo por un rato en paz.

¿Qué me enseña esta lección?

¿Acaso puede el hijo negar la paternidad de su padre? No, no puede.

El hijo tiene libertad para expresar el potencial del que es portador. Puede pensar, sentir  y actuar con plena libertad. Puede, incluso, pensar que sus acciones creadoras tienen el poder suficiente para vivir una realidad distinta a la de su padre.

¿Acaso el padre abandona al hijo por decidir hacer uso de su libertad? No, no lo abandona.

Ningún padre que esté en su sano juicio, reniega de su hijo y le castiga por el hecho de hacer uso de las potencialidades que ha heredado de su propio padre.
Un padre amoroso, se engrandece cuando su hijo ejerce su función creadora, pues tiene la certeza de que ha elegido el Camino del Aprendizaje.

El padre siempre está con su hijo. Le inspira, le acompaña, le arropa y le protege.

Nuestro Padre, siempre está con nosotros. Somos Esencia de Su Propia Esencia. Toda nuestra vida está impregnada de su Ser y todas nuestras expresiones, sean mentales, emocionales o físicas, tienen como único fin, dar testimonio de su Voluntad.

Mi mente es una parte de la Mente de Dios. Mi mente está es paz, cuando habito la Morada de mi Padre, cuando soy expresión de la Unidad que me mantiene unido a Todos mis hermanos de Filiación.

Ejemplo-guía: "No te sientas culpable por lo que hagas, Dios no ve tu pecado"

Entonces, ¿puedo hacer lo que quiera? ¿Puedo matar, hacer daño, robar, mentir, sin que ello haga de mi un ser despreciable y necesitado de disciplina? ¿Qué valor tienen entonces las Tablas de la Ley de Moisés? ¿Qué valor tienen los Mandamientos de la Santa Madre Iglesia?

No diréis que no es interesante el tema de reflexión elegido para profundizar en las enseñanzas de la lección de hoy.

En la presentación de dicha reflexión, he querido utilizar términos y conceptos que son parte de las verdades que la religión adora en sus púlpitos sagrados. Son Leyes inventadas y fabricadas por el ego y para el ego. Han sido útiles y lo siguen siendo, mientras que nuestra conciencia esté identificada con el cuerpo y con sus leyes y normas. Pero las verdades de este mundo, no son la Verdad de Dios, pues si empleamos el sentido común, o mejor aún, si utilizamos la fuerza de nuestro corazón y le preguntásemos si dichas Leyes proceden directamente de Dios, al menos el mío, me dicta que no, pues como he argumentado en la introducción de esta lección, el amor de un padre para su hijo ha de llevarle a perdonar sus errores y "pecados", pues en esa actitud va implícita su creencia en el Amor que los une, no por sangre, sino por alimentarse de la misma "Fuente", la Espiritual, la Divina.

Si pensamos que podemos hacer lo que queramos con nuestras elecciones y lo hacemos con la visión de quedar exento del castigo de las mismas, no estamos enfocando la vida desde la visión de la Verdad. No es lo que hacemos, sino cómo lo hacemos, lo que certifica la calidad de nuestros actos. Ya sabemos que este mundo no es real, por lo tanto, no es lo que hacemos lo importante. En cambio, de la condición de nuestro verdadero Ser, de nuestra Consciencia, emana una vibración que certifica la energía que estamos expandiendo. Si esa energía expande amor, la vibración creará un mundo de amor. Si esa energía expande miedo, entonces es señal de que estamos utilizando la mente para servir al ego, lo que pondrá de manifiesto la fabricación de un mundo ilusorio e irreal.

Cuando alcancemos la visión de la unidad, del Espíritu, podremos decir desde la certeza, que podemos hacer lo que queramos sin miedo al castigo, por una sencilla razón, mi mente tiene la creencia de que cuando condeno a otro, es a mí a quien únicamente estoy condenando. Esto significa que tengo la creencia de que no existe nada externo a mí.


Dios tiene un sólo Hijo, pues de su Fuente ha emanado un Solo Pensamiento Creador. Ese Pensamiento tiene la capacidad de expandirse e igualmente tiene la capacidad de proyectarse. La expansión permite la continuidad de la unidad, mientras que la proyección tiene la propiedad de la división y de la multiplicación.


La ilusión que estamos soñando nos lleva a creer en que somos una multiplicidad. Pero la realidad es que Somos como Dios nos ha creado, Uno.
 

Reflexión: ¿Estamos preparados para aceptar en nuestra mente el hecho de que todo lo que percibimos forma parte de nosotros mismos, y que el ahí afuera que percibimos no existe salvo que nosotros lo hagamos real?

jueves, 8 de agosto de 2024

Capítulo 13. VIII. De la percepción al conocimiento (1ª parte).

 VIII. De la percepción al conocimiento (1ª parte).

1. Toda curación es una liberación del pasado. 2Por eso es por lo que el Espíritu Santo es el único Sanador. 3Él enseña que el pasado no existe, hecho éste que pertenece a la esfera del conocimiento, y que, por lo tanto, es imposible que nadie en el mundo sepa. 4Sería ciertamente imposible permanecer en el mundo gozando de tal conocimiento. 5Pues la mente que sabe eso a ciencia cierta, sabe también que vive en la eternidad, y no utiliza la percepción en absoluto. 6Por lo tanto, no se detiene a pensar dónde está, ya que el concepto "dónde" no significa nada para ella. 7Sabe que está en todas partes, de la misma manera en que lo tiene todo, y para siempre.

Nos dice este punto, del apartado VIII, que "sería ciertamente imposible permanecer en el mundo gozando de tal conocimiento".  Se está refiriendo a la afirmación de que el pasado no existe, no es real, y que dicha afirmación pertenece a la esfera del conocimiento. 

La percepción surge cuando la mente se identifica con la división, con la separación, cuando se cree su propio creador, estableciendo una autoría que es falsa y que da lugar a un estado mental demente. Si la mente ha fabricado al ego, es una contradicción que el ego se crea el padre de la mente. La percepción del tiempo, es uno de los pilares más sólidos donde se erige el baluarte que da cobijo a las falsas y erróneas creencias del ego. Sin la creencia en el pasado, el ego carece de argumentos para demostrar su identidad y su existencia. Su origen procede de la separación y del sentimiento de culpabilidad por creerse hijo del pecado.

La curación es una liberación del pasado, es una liberación de la creencia en el tiempo, y por lo tanto, es una liberación de la culpa que nos mantiene atado a él. 

La curación, a la que refiere el Curso, no está haciendo referencia al cuerpo físico. Ya hemos visto que no es el cuerpo el que enferma, sino la mente. La enfermedad es consecuencia de la creencia en la separación, lo que significa que, la curación es la sanación de esa falsa creencia, o lo que lo mismo, la consciencia de la Unidad.

La Unidad, es el pensamiento verdadero que nos lleva a recordar a Dios y al Ser que realmente somos. La Unidad, es el estado de consciencia de la Filiación, donde cada chispa de Luz es portadora del conocimiento que emana del Rayo de Dios.

En Dios, no existe la distancia, ni el tiempo. Dios Es. 

2. La diferencia palpable que existe entre la percepción y el conocimiento resulta muy evidente si consideras esto: no hay nada parcial con respecto al conocimiento. 2Cada uno de sus aspectos es total, y, por lo tanto, ningún aspecto está separado de otro. 3Tú eres un aspecto del conocimiento, al estar en la Mente de Dios, Quien te conoce. 4Todo conocimiento te pertenece, pues en ti reside todo conocimiento. 5La percepción, aun en su expresión más elevada, nunca es completa. 6lncluso la percepción del Espí­ritu Santo -la más perfecta que puede haber- no tiene signifi­cado en el Cielo. 7La percepción puede extenderse a todas partes bajo Su dirección, pues la visión de Cristo contempla todo en la luz. 8Pero no hay percepción, por muy santa que sea, que perdure eternamente.

La diferencia que existe entre la percepción y el conocimiento, es la misma que existe entre el cuerpo y el Espíritu. Percepción-Cuerpo-División, son expresiones que responden a la creencia en la separación, en la creencia de que es posible un mundo diferente al de Dios.

Conocimiento-Espíritu-Unidad, son expresiones que responden a la creencia en la unicidad, en la creencia de que tal sólo el mundo creado por Dios es real y verdadero.

Termina este punto, con una aportación muy reveladora. "no hay percepción, por muy santa que sea, que perdure eternamente". Mientras que permanezcamos en el mundo físico, podemos mejorar nuestro nivel de percepción, de tal modo, que tomemos consciencia de que hemos permanecido dormidos y que somos los únicos soñadores del sueño. Ese estado renovado de consciencia nos llevará a ver las cosas de otra manera, a tener una percepción real y verdadera de lo que realmente somos y desecharemos la falsa creencia en la separación. Habremos alcanzado la percepción verdadera, pero, esa percepción ha de llevarnos a las puertas de conocimiento y ese estado de consciencia no será sensorial, es decir, no procederá del mundo físico, sino del Espiritual, del Cielo. 

3. La percepción perfecta pues, tiene muchos elementos en común con el conocimiento, haciendo que sea posible su transfe­rencia a él. 2El último paso, no obstante, lo tiene que dar Dios porque el último paso de tu redención, que parece estar en el futuro, Dios lo dio ya en tu creación. 3La separación no ha inte­rrumpido la creación. 4La creación no puede ser interrumpida. 5La separación no es más que una formulación equivocada de la realidad que no tiene consecuencia alguna. 6El milagro, que no tiene ninguna función en el Cielo, es  necesario aquí. 7Todavía pueden verse aspectos de la realidad, los cuales reemplazarán a aspectos de la irrealidad. 8Los aspectos de la realidad se pueden ver en todo y en todas partes. 9Mas sólo Dios puede congregarlos a todos, al coronarlos cual uno solo con el don final de la eterni­dad.

Si tal y como establecen todas las enseñanzas espirituales, Dios es Perfecto e Inalterable, Su Hijo tiene que serlo igualmente, pues Su mente forma parte de la Mente de Su Creador.

Pero mientras que Dios conoce a la perfección la naturaleza de Su Creación, esto es, de Su Hijo, éste, decidió escindirse de dicho conocimiento y en su lugar, proyectó su mente en una realidad separada de la fuente original, de Dios. Esa decisión tomada por el Hijo de Dios, puede ser comparable con el episodio que se recoge en el Nuevo Testamento y que escenifica  la parábola del hijo pródigo.

Ese hijo que tras dilapidar todos sus bienes, retorna al hogar de su padre, quien lo recibe con alegría y aceptación.

Dios, nunca ha tenido dudas sobre la naturaleza de Su Hijo y mostrará su regocijo y su plenitud, cuando, éste despierte de su sueño y decida recordar el conocimiento de sí mismo. 

4. Sin el Padre y sin el Hijo el Espíritu Santo no tiene ninguna función. 2No está separado de ninguno de Ellos al estar en la Mente de Ambos y saber que dicha Mente es una sola. 3El Espíritu Santo es un Pensamiento de Dios, y Dios te lo dio porque Él no tiene ningún Pensamiento que no comparta. 4El mensaje del Espíritu Santo habla de lo intemporal en el tiempo, y por eso es por lo que la visión de Cristo contempla todas las cosas con amor. 5Sin embargo, ni siquiera la visión de Cristo es Su realidad. 6Los áureos aspectos de realidad que brotan a la luz bajo Su amorosa mirada son vislumbres parciales del Cielo que se encuentra más allá de ellos.

El mensaje del Espíritu Santo habla de lo intemporal en el tiempo, pues Su mente recuerda el conocimiento que comparte con Dios: Somos Uno, compartiendo la Mente de nuestro Creador. Si ese Conocimiento estuviese escrito y describiese la naturaleza verdadera del Ser, seguro que su custodio y guardián, es el Espíritu Santo, el cual, conoce, tiene la certeza, de que el retorno del Hijo de Dios, es una realidad. 

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 221

SEGUNDA PARTE

Introducción

1. Las palabras apenas significarán nada ahora. 2Las utilizaremos únicamente como guías de las que no hemos de depender. 3Pues lo único que nos interesa ahora es tener una experiencia directa de la verdad. 4Las lecciones que aún nos quedan por hacer no son más que introducciones a los períodos en que abandonamos el mundo del dolor y nos adentramos en la paz. 5Ahora empezamos a alcanzar el objetivo que este curso ha fijado y a hallar la meta hacia la que nuestras prácticas han estado siempre encaminadas.

2. Lo que nos proponemos ahora es que los ejercicios sean sólo un preámbulo. 2Pues aguardamos con serena expectación a nuestro Dios y Padre. 3Él nos ha prometido que Él Mismo dará el paso final. 4Y nosotros estamos seguros de que Él cumple Sus prome­sas. 5Hemos recorrido un largo trecho, y ahora lo aguardamos a Él. 6Continuaremos pasando un rato con Él cada mañana y cada noche, mientras ello nos haga felices. 7No vamos a considerar el tiempo ahora como una cuestión de duración. 8Dedicaremos tanto tiempo como sea necesario a fin de lograr el objetivo que perse­guimos. 9No nos olvidaremos tampoco de nuestros recordatorios de cada hora, y recurriremos a Dios siempre que nos sintamos tentados de olvidarnos de nuestro objetivo.

3. Durante el resto de los días venideros seguiremos utilizando un pensamiento central para introducir nuestros períodos de descanso y para calmar nuestras mentes, según lo dicte la necesi­dad. 2No obstante, no nos contentaremos únicamente con practi­car los demás instantes santos con los que concluye este año que le hemos dedicado a Dios. 3Diremos más bien algunas palabras sencillas a modo de bienvenida, y luego esperaremos que nues­tro Padre Se revele a Sí Mismo, tal como ha prometido que lo hará. 4Lo hemos invocado y Él ha prometido que Su Hijo recibirá respuesta siempre que invoque Su Nombre.

4. Ahora venimos a Él teniendo únicamente Su Palabra en nues­tras mentes y en nuestros corazones, y esperamos a que Él dé el paso hacia nosotros que nos ha dicho, a través de Su Voz, que no dejaría de dar una vez que lo invitásemos. 2Él no ha dejado solo a Su Hijo en su locura, ni ha traicionado la confianza que éste tiene en Él. 3¿No le ha hecho acaso Su fidelidad acreedor a la invitación que Él espera para hacernos felices? 4Le extenderemos esa invita­ción y Él la aceptará. 5Así es como transcurrirán nuestros momen­tos con Él. 6Expresaremos las palabras de invitación que Su Voz sugiere y luego esperaremos a que Él venga a nosotros.

5. La hora de la profecía ha llegado. 2Ahora es cuando las anti­guas promesas se honran y se cumplen sin excepción. 3No queda ningún paso que el tiempo nos pueda impedir dar. 4Pues ahora no podemos fracasar. 5Siéntate en silencio y aguarda a tu Padre. 6Él ha dispuesto que vendrá una vez que hayas reconocido que tu voluntad es que Él venga. 7Y tú nunca habrías podido llegar tan lejos si no hubieses reconocido, por muy vagamente que fuese, que ésa es tu voluntad.

6. Estoy tan cerca de ti que no podemos fracasar. 2Padre, Te entre­gamos estos santos momentos como muestra de agradecimiento por Aquel que nos enseñó a abandonar el mundo del pesar a cam­bio del que Tú nos diste como sustituto. 3Ahora no miramos hacia atrás. 4Miramos hacia adelante y fijamos la mirada en el final de la jornada. 5Acepta de nuestra parte estas humildes ofren­das de gratitud, mientras contemplamos, a través de la visión de Cristo, un mundo que está más allá del que nosotros construimos y que aceptamos como sustituto total del nuestro.

7. Y ahora aguardamos en silencio, sin miedo y seguros de Tu llegada. 2Hemos procurado encontrar el camino siguiendo al Guía que Tú nos enviaste. 3Desconocíamos el camino, pero Tú no te olvidaste de nosotros. 4sabemos que no Te olvidarás de nosotros ahora. 5Sólo pedimos que Tus promesas de antaño se cumplan tal como es Tu Voluntad. 6Al pedir esto, nuestra voluntad dispone lo mismo que la Tuya. 7El Padre y el Hijo, Cuya santa Voluntad creó todo lo que existe, no pueden fracasar en nada. 8Con esta certeza daremos estos últimos pasos que nos llevan a Ti, y descansaremos confiadamente en Tu Amor, el cual jamás defraudará al Hijo que Te llama.

8. Y así damos comienzo a la parte final de este año santo que hemos pasado juntos en busca de la verdad y de Dios, Quien es su único creador. 2Hemos encontrado el camino que Él eligió para que nosotros lo siguiésemos, y decidimos seguirlo tal como Él quiere que hagamos. 3Su Mano nos ha sostenido. 4Sus Pensamien­tos han arrojado luz sobre las tinieblas de nuestras mentes. 5Su Amor nos ha llamado incesantemente desde los orígenes del tiempo.

9. Quisimos privar a Dios del Hijo que Él creó para Sí. 2Quisimos que Dios cambiara y fuera lo que nosotros queríamos hacer de Él. 3creímos que nuestros desquiciados deseos eran la verdad. 4Ahora nos alegramos de que todo esto haya desaparecido y de que ya no pensemos que las ilusiones son verdad. 5El recuerdo de Dios despunta en los vastos horizontes de nuestras mentes. 6Un momento más y volverá a surgir. 7Un momento más, y nosotros que somos los Hijos de Dios, nos encontráremos a salvo en nues­tro hogar, donde Él desea que estemos.

10. A la necesidad de practicar casi le ha llegado su fin. 2Pues en esta última etapa llegaremos a entender, que sólo con invocar a Dios, toda tentación desaparece, 3En lugar de palabras, sólo necesitamos sentir Su Amor. 4En lugar de oraciones, sólo necesitamos invocar Su Nombre. 5en lugar de juzgar, sólo necesitarnos aquie­tarnos y dejar que todas las cosas sean sanadas. 6Aceptaremos la manera en que el plan de Dios ha de terminar, tal como aceptamos la manera en que comenzó. 7Ahora ya se ha consumado. 8Este año nos ha llevado a la eternidad.

11. Las palabras tendrán todavía cierta utilidad. 2Cada cierto tiempo se incluirán temas de especial relevancia, cuya lectura debe preceder a la de nuestras lecciones diarias y a los períodos de experiencia profunda inefable que deben seguir a éstas. 3Estos temas especiales deberán repasarse cada día hasta que se te ofrezca el siguiente. 4Debes leerlos lentamente y reflexionar sobre ellos por un rato antes de cada uno de esos santos y benditos instantes del día. 5He aquí el primero de estos temas especiales.

1. ¿Qué es el perdón?

1. El perdón reconoce que lo que pensaste que tu hermano te había hecho en realidad nunca ocurrió. 2El perdón no perdona pecados, otorgándoles así realidad. 3Simplemente ve que no hubo pecado. 4Y desde este punto de vista todos tus pecados quedan perdonados. 5¿Qué es el pecado sino una idea falsa acerca del Hijo de Dios? 6El perdón ve simplemente la falsedad de dicha idea y, por lo tanto, la descarta. 7Lo que entonces queda libre para ocupar su lugar es la Voluntad de Dios.

2. Un pensamiento que no perdona es aquel que emite un juicio que no pone en duda a pesar de que es falso. 2La mente se ha cerrado y no puede liberarse. 3Dicho pensamiento protege la pro­yección, apretando aún más sus cadenas de manera que las dis­torsiones resulten más sutiles y turbias; menos susceptibles de ser puestas en duda y más alejadas de la razón. 4¿Qué puede interponerse entre una proyección fija y el objetivo que ésta ha elegido como su deseada meta?

3. Un pensamiento que no perdona hace muchas cosas. 2Persigue su objetivo frenéticamente, retorciendo y volcando todo aquello que cree que se interpone en su camino. 3Su propósito es distor­sionar, lo cual es también el medio por el que procura alcanzar ese propósito. 4Se dedica con furia a arrasar la realidad, sin ningún miramiento por nada que parezca contradecir su punto de vista.

4. El perdón, en cambio, es tranquilo y sosegado, y no hace nada. 2No ofende ningún aspecto de la realidad ni busca tergiversarla para que adquiera apariencias que a él le gusten. 3Simplemente observa, espera y no juzga. 4El que no perdona se ve obligado a juzgar, pues tiene que justificar el no haber perdonado. 5Pero aquel que ha de perdonarse a sí mismo debe aprender a darle la bienvenida a la verdad exactamente como ésta es.

5. No hagas nada, pues, y deja que el perdón te muestre lo que debes hacer a través de Aquel que es tu Guía, tu Salvador y Pro­tector, Quien, lleno de esperanza, está seguro de que finalmente triunfarás. 2Él ya te ha perdonado, pues ésa es la función que Dios le encomendó. 3Ahora tú debes compartir Su función y per­donar a aquel que Él ha salvado, cuya inocencia Él ve y a quien honra como el Hijo de Dios.


LECCIÓN 221

Que mi mente esté en paz y que todos mis pensamientos se aquieten.

1. Padre, hoy vengo a Ti en busca de la paz que sólo Tú puedes dar. Vengo en silencio. 3Y en la quietud de mi corazón -en lo más recóndito de mi mente- , espero y estoy a la escucha de Tu Voz. 4Padre mío, háblame hoy. 5Vengo a oír Tu Voz en silencio, con certeza y con amor, seguro de que oirás mi llamada y de que me responderás.

2. Y ahora aguardamos silenciosamente. 2Dios está aquí porque esperamos juntos. 3Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. 4Acepta mi confianza, pues es la tuya. 5Nuestras mentes están unidas. 6Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo.


¿Qué me enseña esta lección?

Me enseña a ver el mundo de otra manera, a no responder a las múltiples invitaciones del ego, de servir al miedo, a la culpa, al dolor y al ataque.

Hoy he vivido una experiencia en la que debía tomar una decisión, la cual, sin duda, condicionaría mi estado anímico. Podía oír la voz del ego, y sentirme atacado por el engaño de otra persona, o bien, podía elegir oír la voz del Espíritu y no juzgar esa situación como un ataque, lo que me evitaría, la tentación de vengarme respondiendo con la misma respuesta del ataque.

A pesar de que las circunstancias me aportaban argumentos para satisfacer las necesidades del ego, vengarme de ese engaño que hacía peligrar mi autoestima, decidí ver las cosas de otra manera. Sí, era consciente del acto, pero yo no hice un juicio condenatorio de la situación. Ni tan siguiera sentí la necesidad de perdonar, pues no interpreté lo ocurrido como una voluntad de ataque.

La sensación de paz que alcancé con esa elección me aportó una profunda satisfacción. Verdaderamente, fui sensible a la Voz de mi Ser Espiritual, que se complace en la experimentación de la Unidad.


Ejemplo-Guía: "Me he sentido amenazado por la actitud de mi compañero de trabajo"

He elegido un ejemplo-guía muy común. Se trata de una experiencia que es frecuente en nuestras vidas. En este caso, se hace referencia al compañero de trabajo, pero podemos sustituir a ese protagonista por cualquier otro, por ejemplo, puede ser nuestra pareja, nuestros padres, nuestros jefes, nuestros hijos, nuestros amigos y enemigos.

Si alguien nos hiciese esa pregunta, en busca de orientación y apoyo, no podemos dejarnos engañar por el escenario propuesto por el ego. En ese escenario siempre encontraremos una serie de pistas que nos ayudarán a identificar su estrategia.

Siempre existe la figura del atacante externo, es decir, siempre tenemos a un culpable al que identificamos como el causante de nuestros problemas. En este caso el compañero de trabajo.

Siempre existe la figura de una víctima. Es la persona que recibe y expresa el daño causado. En este caso, la persona que busca nuestra orientación.

En todos los casos, observaremos una misma perspectiva, una misma visión. Existe una clara creencia, en ambas partes, en que son seres separados, lo que justifica el ataque y la defensa-ataque.

Y, por último, lo he dejado para el final debido a su sutilidad. En todos los casos, ambos protagonistas sienten un profundo miedo. El que ataca, por temor a ser atacado por el otro, y la víctima, por amenazarse a sí mismo.

Esa última vinculación es la que nos exige un cambio de visión, pues pensamos que son los demás los que nos atacan y nunca podríamos aceptar, que somos nosotros los que nos estamos castigando y amenazando inconscientemente.

En el caso que nos ocupa, la auto-amenaza de la víctima responde a un problema de confianza en sí misma. No cree valer lo suficiente y oculta ese sentimiento de inferioridad con un comportamiento desmedido. Es ese comportamiento excesivo, lo que lleva a su compañero de trabajo a experimentar una competitividad desleal y para ganar la partida decide hostigar su relación laboral.

Si alguien se está preguntando: ¿Si la víctima deja de auto amenazarse, su compañero dejará de hostigarla? La respuesta es Sí, pues, aquello que no vemos en nuestro interior no lo proyectamos y por lo tanto no lo percibiremos erróneamente, juzgándolo.


Parece ser un ejercicio sencillo. Bueno, nadie puede negar que la técnica lo es. Lo difícil es que como víctima seamos capaces de reconocer que aquello que nos amenaza externamente es nuestra propia proyección interna. He ahí la fuente del milagro. Veo, perdono ( no veo condena) y mi percepción será verdadera, es decir, mi único juicio será reconocer la verdad que a todos nos une y nos hace Uno.


Reflexión: ¿Cómo me siento cuando oigo la Voz de Dios?

miércoles, 7 de agosto de 2024

Capítulo 13. VII. La consecución del mundo real (3ª parte).

 VII. La consecución del mundo real (3ª parte).

12. Sólo el Espíritu Santo sabe lo que necesitas. 2Pues Él te provee­rá de todas las cosas que no obstaculizan el camino hacia la luz. 3¿Qué otra cosa podrías necesitar? 4Mientras estés en el tiempo, Él te proveerá de todo cuanto necesites, y lo renovará siempre que tengas necesidad de ello. 5No te privará de nada mientras lo necesites. 6Mas Él sabe que todo cuanto necesitas es temporal, y que sólo durará hasta que dejes a un lado todas tus necesidades y te des cuenta de que todas ellas han sido satisfechas. 7El Espíritu Santo no tiene, por lo tanto, ningún interés en las cosas que te proporciona. aLo único que le interesa es asegurarse de que no te valgas de ellas para prolongar tu estadía en el tiempo. 8Sabe que ahí no estás en casa, y no es Su Voluntad que demores tu jubiloso regreso a tu hogar.

El Espíritu Santo, nuestra Mente Recta, es nuestro mejor “aliado”. No podemos elevar nuestras plegarias hacia él, para pedirle que nos haga rico; para pedirle que nos haga eternos. Esas cuestiones mundanas, no forman parte de aquello que suele convertirse en obstáculo para el camino que nos conduce a la luz. En cambio, si puedes dirigirte a esa Mente Recta, para que guie siempre al encuentro con el poder del entendimiento, con la luz que disipe la oscuridad que impide recordar nuestra verdadera identidad.

La Mente Recta, no nos rodeará de símbolos que nos mantengan ocupados con la visión de lo irreal. La lucidez de la Mente Recta nos inspirará el camino que debemos recorrer, junto a nuestros hermanos, para retornar unidos de la mano, a nuestro verdadero Hogar, donde compartiremos con nuestro Padre, la Sagrada Comunión de la Unidad. 

13. Deja, por lo tanto, todas tus necesidades en Sus manos. 2Él las colmará sin darles ninguna importancia. 3Lo que Él te provee no conlleva ningún riesgo, pues Él se asegurará de que no pueda convertirse, en un punto tenebroso, oculto en tu mente y que se conserva para hacerte daño. 4Bajo Su dirección viajarás ligero de equipaje y sin contratiempos, pues Él siempre tiene puestas Sus miras en el final de la jornada, que es Su objetivo. 5El Hijo de Dios no es un viajero por mundos externos. 6No importa cuán santa pueda volverse su percepción, ningún mundo externo a él con­tiene su herencia. 7Dentro de sí mismo no tiene necesidades de ninguna clase, pues la luz sólo necesita brillar en paz para dejar que desde sí misma sus rayos se extiendan quedamente hasta el infinito.

El Espíritu Santo es el sanador de nuestra mente. A través de la Expiación, corregiremos el falso pensamiento que nos ha llevado a identificarnos con una realidad que nos somos, la del ego. Es por ello, que este punto nos deja muy claro, que bajo Su dirección viajaremos ligero de equipaje y sin contratiempo. Esto se convertirá en una característica que nos permitirá reconocer, cuan alejado estamos de alcanzar la meta de la salvación. 

14. Siempre que te sientas tentado de emprender un viaje inútil que no haría sino alejarte de la luz, recuerda lo que realmente quieres, y di:

2El Espíritu. Santo me conduce hasta Cristo, pues, ¿a qué otro sitio querría ir?

3¿Qué otra necesidad tengo, salvo la  de despertar en Él? 

“El Espíritu Santo me conduce hasta Cristo, pues, ¿a qué otro sitio querría ir? ¿Qué otra necesidad tengo, salvo la de despertar en Él?” 

15. Síguele luego lleno de júbilo, confiando en que Él te conducirá a salvo a través de todos los peligros que este mundo pueda pre­sentar ante ti para alterar tu paz mental. 2No te postres ante los altares del sacrificio, ni busques lo que sin duda perderías. 3Conténtate con lo que, sin duda también, has de conservar, y no pier­das la calma, pues el viaje que estás emprendiendo hacia la paz de Dios, en cuya quietud Él quiere que estés, es un viaje sereno.

Seguir, es elegir. Lo hacemos en todo momento, aunque no siempre somos conscientes de ello. Vamos tan rápido por la vida, persiguiendo metas, que no nos paramos a ver la calidad de nuestros pensamientos. Esto es así, porque actuamos como autómatas, fieles a nuestros pensamientos basados en el pasado, aquellos que nos dan la seguridad de conocer, lo que en verdad ignoramos. Y así, sumidos en la inconsciencia, no nos damos cuenta de que estamos siguiendo un camino, el que hemos elegido. Nos quejamos, que la vida no ofrece su rostro amargo, cuando percibimos el sufrimiento. Pero nos conscientes, de que el motivo de ello, el motivo de ese sufrimiento, lo hemos elegido, pues, es el camino que estamos siguiendo. ¿Seguir al amor, puede llevarnos al sufrimiento? Si así lo crees, si así lo has experimentado, ten por seguro una cosa, puedes llamar a ese camino, cualquier cosa, pero no lo llames amor, pues el Amor es ajeno al sufrimiento. 

16. En mí ya has superado cualquier tentación que pudiera demo­rarte. 2Juntos recorremos la senda que conduce a la quietud, que es el regalo de Dios. 3Tenme en gran estima, pues, ¿qué otra cosa puedes necesitar, sino a tus hermanos? 4Te devolveremos la paz mental que juntos tenemos que encontrar. 5El Espíritu Santo te enseñará cómo despertar a lo que nosotros somos y a lo que tú eres. 6Ésta es la única necesidad real que hay que satisfacer en el tiempo. 7Salvarse del mundo consiste sólo en eso. 8Mi paz te doy. 9Acéptala de mí en gozoso intercambio por todo lo que el mundo te ha ofrecido para luego arrebatártelo. 10Y la extenderemos como un manto de luz sobre la triste faz del mundo, en el que ocultare­mos a nuestros hermanos del mundo, y a éste de ellos.

La única necesidad real que hay que satisfacer en el tiempo, es la de recordar lo que somos en verdad. Tan sólo así, reconociendo que somos el Hijo de Dios, podremos extender lo real con el mundo que nos rodea. 

17. Solos no podemos cantar el himno redentor. 2Mi tarea no habrá concluido hasta que haya elevado todas las voces junto con la mía. 3Sin embargo, no es propiamente mía, pues, así como ella es el regalo que yo te hago, fue asimismo el regalo que el Padre me hizo a mí a través de Su Espíritu. 4Su sonido desvanecerá toda aflicción de la mente del santísimo Hijo de Dios, donde la aflic­ción no puede morar. 5En el tiempo, la curación es necesaria, pues el júbilo no puede establecer su eterno reino allí donde mora la aflicción. 6Tú no moras aquí, sino en la eternidad. 7Eres un viajero únicamente en sueños, mientras permaneces a salvo en tu hogar. 8Dale las gracias a cada parte de ti a la que hayas enseñado a que te recuerde. 9Así es como el Hijo de Dios le da las gracias a su Padre por su pureza.

Hermano, bienvenido a la realidad, en la que tú y yo, somos uno. Juntos podemos cantar el himno redentor, el que exalta nuestra condición divina. Somos Espíritu y nuestro verdadero Hogar es la Mente de Dios. En Ella somos Plenos, Inocentes y Perfectos. En ella somos eternamente Amor.

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 220

SEXTO REPASO

Introducción

1. Para este repaso utilizaremos sólo una idea por día y la practi­caremos tan a menudo cómo podamos. 2Además del tiempo que le dediques mañana y noche, que no debería ser menos de quince minutos, y de los recordatorios que han de llevarse a cabo, cada hora durante el transcurso del día, usa la idea tan frecuentemente como puedas entre las sesiones de práctica. 3Cada una de estas ideas por sí sola podría salvarte si verdaderamente la aprendie­ses. 4Cada una de ellas sería suficiente para liberaros a ti y al mundo de cualquier clase de cautiverio, e invitar de nuevo el recuerdo de Dios.

2. Con esto en mente, demos comienzo a nuestras prácticas, en las que repasaremos detenidamente los pensamientos con los que el Espíritu Santo nos ha bendecido en nuestras últimas veinte leccio­nes. 2Cada uno de ellos encierra dentro de sí el programa de estu­dios en su totalidad si se entiende, se practica, se acepta y se aplica a todo cuanto parece acontecer a lo largo del día. 3Uno solo basta. 4Mas no se debe excluir nada de ese pensamiento. 5Necesitamos, por lo tanto, usarlos todos y dejar que se vuelvan uno solo, ya que cada uno de ellos contribuye a la suma total de lo que queremos aprender.

3. Al igual que nuestro último repaso, estas sesiones de práctica giran alrededor de un tema central con el que comenzamos y concluimos cada lección. 2El tema para el presente repaso es el siguiente:    

3No soy un cuerpo. 4Soy libre.
5Pues aún soy tal como Dios me creó.

6El día comienza y concluye con esto. 7Y lo repetiremos asimismo cada vez que el reloj marque la hora, o siempre que nos acorde­mos, entre una hora y otra, que tenemos una función que trans­ciende el mundo que vemos. 8Aparte de esto y de la repetición del pensamiento que nos corresponda practicar cada día, no se requiere ningún otro tipo de ejercicio, excepto un profundo aban­dono de todo aquello que abarrota la mente y la hace sorda a la razón, a la cordura y a la simple verdad.

4. Lo que nos proponemos en este repaso es ir más allá de todas las palabras y de las diferentes maneras de practicar. 2Pues lo que estamos intentando esta vez es ir más de prisa por una senda más corta que nos conduce a la serenidad y a la paz de Dios. 3Sencilla­mente cerramos los ojos y nos olvidamos de todo lo que jamás habíamos creído saber y entender. 4Pues así es como nos libera­mos de todo lo que ni sabíamos ni pudimos entender.

5. Hay una sola excepción a esta falta de estructura. 2No dejes pasar un solo pensamiento trivial sin confrontarlo. 3Si adviertes alguno, niega su dominio sobre ti y apresúrate a asegurarle a tu mente que no es eso lo que quiere. 4Luego descarta tranquila­mente el pensamiento que negaste y de inmediato y sin titubear sustitúyelo por la idea con la que estés practicando ese día.
6. Cuando la tentación te asedie, apresúrate a proclamar que ya no eres su presa, diciendo:

2No quiero este pensamiento. 3El que quiero es ________ .

4Y entonces repite la idea del día y deja que ocupe el lugar de lo que habías pensado. 5Además de estas aplicaciones especiales de la idea diaria, sólo añadiremos unas cuantas expresiones formales o pensamientos específicos para que te ayuden con tu práctica. 6Por lo demás, le entregamos estos momentos de quietud al Maes­tro que nos enseña en silencio, nos habla de paz e imparte a nues­tros pensamientos todo el significado que jamás puedan tener.

7. A Él le ofrezco este repaso por ti. 2Te pongo en Sus manos, y dejo que Él te enseñe qué hacer, qué decir y qué pensar cada vez que recurres a Él. 3Él estará a tu disposición siempre que acudas a Él en busca de ayuda. 4Ofrezcámosle este repaso que ahora comenzamos, y no nos olvidemos de Quién es al que se le ha entregado, según practicamos día tras día, avanzando hacia el objetivo que Él fijó para nosotros, dejando que nos enseñe cómo proceder y confiando plenamente en Él para que nos indique la forma en que cada sesión de práctica puede convertirse en un amoroso regalo de libertad para el mundo.

LECCIÓN 220

No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.

1. (200) No hay más paz que la paz de Dios.

2Que no me desvíe del camino de la paz, pues ando perdido por cualquier otro sendero que no sea ése. 3Mas déjame seguir a Aquel que me conduce a mi hogar, y la paz será tan segura como el Amor de Dios.

4No soy un cuerpo. 5Soy libre. 6Pues aún soy tal como Dios me creó.


¿Qué me enseña esta lección?

La verdadera paz, no la podemos encontrar mientras que sigamos identificados con el cuerpo, con el mundo material.

El plano físico, es el plano de la dualidad; de lo elementos contrarios; de la separación. Es el escenario de la proyección y de la percepción.

La paz es Unidad. Para experimentar la paz es necesario que despertemos nuestra consciencia a la realidad que Somos: Hijos de Dios.

No conseguiremos ese estado de paz mientras que no veamos a este mundo como un lugar bendito y expresemos, con fidelidad, nuestra única función, perdonar.

La paz significa liberarnos de los errores que nos mantienen prisionero de las falsas creencias del ego y liberar, en la misma medida, a cada hermano.

Es posible permanecer en este mundo y no identificarnos con él. Es posible ver y percibirlo de otra manera, de tal modo, que esta nueva percepción nos permita alcanzar las puertas del Cielo.


Reflexión: ¿Cómo sería un mundo donde la culpa y el odio se sustituyesen por el perdón y el amor?