sábado, 28 de junio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 179

LECCIÓN 179

Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

1. (167) Sólo hay una vida, y ésa es la vida que  comparto con Dios.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

2. (168) Tu gracia me es dada. 2La reclamo ahora.
3Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.


¿Qué me enseña esta lección?

1. (167) Sólo hay una vida, y ésa es la vida que  comparto con Dios.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

Sólo hay una vida porque Dios es Unidad.

El Hijo de Dios, creado como expansión emanada de la Mente de Dios, sigue y permanece en su Fuente Original. Por lo tanto, el Hijo de Dios es portador de una sola vida.

Sin embargo, la mente permitió dar valor al mundo de percepción procedente del mundo físico y ello dio lugar a que quedara “dormida” o, lo que es lo mismo, fabricara la creencia de la “separación”.

Esa identificación favoreció la idea de la dualidad, pues la visión podía captar el mundo espiritual y el mundo material. La consciencia de Unidad se fue transformando en una consciencia dual, y la Verdadera Vida cedió la hegemonía a la creencia en la muerte.

Hoy es el día en el que podemos recuperar la consciencia de la Unidad; hoy es un día en el que podemos despertar del sueño de la dualidad. Hoy es el día en el que abandonamos la idea de la muerte y acogemos la única y verdadera Vida.

2. (168) Tu gracia me es dada. 2La reclamo ahora.
3Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

La gracia de Dios es una bendición que nos ilumina el camino que debemos recorrer. La gracia nos revela que el amor hacia nuestros hermanos es el único acto que nos abre las puertas de la salvación.

Hoy he tenido la oportunidad de tomar consciencia de que, más allá de cualquier creencia, religión o filosofía, mucho más allá de todo ello, existe una condición que nos hace Uno con Dios: el Amor.

Yo me pregunto, ¿por qué los hombres preferimos luchar contra nuestros hermanos cuando tenemos puntos de vista diferentes? ¿Por qué no respetamos las opiniones de los demás, como quisiéramos que respetasen las nuestras? ¿Tememos que si cedemos en nuestros puntos de vista, ello dará más poder al otro?

Imagino un mundo en el que todos sepamos ver en el otro nuestro propio rostro; en el que la Unidad prevalezca por encima de la separación; en el que el Amor sea la única moneda de cambio.

Crear ese mundo es misión de cada uno de nosotros.

viernes, 27 de junio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 178

LECCIÓN 178

Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

1. (165) Que mi mente no niegue el Pensamiento de Dios.

2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo. 

2. (166) Se me han confiado los dones de Dios.

2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.



¿Qué me enseña esta lección?


1. (165) Que mi mente no niegue el Pensamiento de Dios.

2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

La identificación de nuestra mente con el error percibido a través del cuerpo físico nos lleva a negar el Pensamiento de Dios, a violar sus Leyes Creadoras, nos ha llevado a creer en la separación de nuestra Fuente Original: la Divinidad.

Sin embargo, a pesar de que El Hijo de Dios ha permanecido “dormido” desde que decidió dar valor a su visión material, jamás se ha encontrado separado de su Creador, el cual es la Fuente de donde emana su única y verdadera realidad.

Negar el pensamiento de Dios es negarnos a nosotros mismos, pues hemos sido creados de la emanación expansiva del Padre.


2. (166) Se me han confiado los dones de Dios.

2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

Somos Unidad y buscamos la paz.

Somos Amor y sentimos miedo.

Somos Inteligencia Creadora y cometemos errores.

Somos Abundancia y buscamos saciar nuestra necesidad.

Somos Justicia y nos castigamos.

Somos Armonía y actuamos incoherentemente.

Somos Belleza y ansiamos placer.

Somos Verdad y juzgamos.

Somos Dioses y fabricamos lo ilusorio.

Somos portadores de los dones de Dios y actuamos sin saberlo.

Capítulo 21. IV. El miedo a mirar adentro (2ª parte).

IV. El miedo a mirar adentro (2ª parte).

3. ¿Qué pasaría si mirases en tu interior y no vieses ningún pecado? 2Esta "temible" pregunta es una que el ego nunca plan­tea. 3tú que la haces ahora estás amenazando demasiado seria­mente todo su sistema defensivo como para que él se moleste en seguir pretendiendo que es tu amigo. 4Aquellos que se han unido a sus hermanos han abandonado la creencia de que su identidad reside en el ego. 5Una relación santa es aquella en la que te unes con lo que en verdad forma parte de ti. 6Tu creencia en el pecado ha sido quebrantada, y ahora no estás totalmente reacio a mirar dentro de ti y no ver pecado alguno.

El ego tan solo puede dar lo que tiene. Y por tal razón no puede renunciar al miedo como su mejor aliado para conseguir lo que desea. Lo que más desea el ego es sobrevivir y, para asegurarse su supervivencia, necesita que nuestra mente siga creyendo en la separación y en el miedo; es decir, lo que no puede permitir es que decidamos no tener miedo y decidir entrar en la habitación prohibida, en nuestro interior, en nuestra mente, para descubrir que la luz que nos acompaña en ese acto de valentía disipa de forma inmediata la oscuridad de esa habitación, mostrándonos la inexistencia del miedo, la inexistencia de cualquier pensamiento que abrigara la idea de ser diferente, de ser especial.

El miedo a no ser alguien, a ser nada, a carecer de significado, es el mayor secreto custodiado por el ego. Es su habitación prohibida. Para evitarlo, ocupa nuestra mente con pensamientos de escasez, de necesidad, y estimula nuestros deseos de posesión para aliviar la pesada carga de no tener. Su voz se hace oír en nuestra mente diciéndonos: "Si eres valiente y decides entrar en la habitación prohibida, te ocurrirán tan solo desgracias; serás pobre si compartes lo que tienes; te engañarán si decides amar desde la libertad; te desposeerán de lo que tienes si no blindas tus tesoros en cámara de seguridad".

4. Tu liberación no es aún total: todavía es parcial e incompleta, aunque ya ha despuntado en ti. 2Al no estar completamente loco, has estado dispuesto a contemplar una gran parte de tu demen­cia y a reconocer su locura. 3Tu fe está comenzado a interiorizarse más allá de la demencia hacia la razón. 4lo que tu razón te dice ahora, el ego no lo quiere oír. 5El propósito del Espíritu Santo fue aceptado por aquella parte de tu mente que el ego no conoce 6que tú tampoco conocías. 7Sin embargo, esa parte, con la que ahora te identificas, no teme mirarse a sí misma. 8No conoce el pecado. 9¿De qué otra forma, sino, habría estado dispuesta a con­siderar el propósito del Espíritu Santo como suyo propio?

En la estrategia del ego para evitar que descubramos su preciado tesoro, podemos encontrar inscrito el sello de la propia naturaleza del ego, el error. Sí, el ego no puede tramar un plan donde el error no esté presente. Ya hemos visto cómo el ego da lo que tiene y, si el ego es fruto del error, su semilla también lo será. ¿Cuál es el error que el ego no supo ocultar en su propuesta de mostrarnos el lugar donde se encontraba la habitación en la que nunca podemos entrar?

Al mostrarnos ese lugar, al mostrarnos dónde se encuentra el causante de nuestros miedos, de nuestro pecado, nos está revelando dónde se encuentra el origen de su identidad. Nos está aportando la llave para que podamos acceder a nuestra mente y descubrir que lo que llamábamos miedo tan solo era un pensamiento erróneo, fruto de una elección equivocada. En verdad, nos está enseñando que somos libres para elegir y somos libres, igualmente, para corregir, esto es, elegir nuevamente. Por lo tanto, tenemos el inmenso poder para ser creadores cuando elegimos ver desde el amor, tal y como Dios nos ha creado.

5. Esta parte ha visto a tu hermano y lo ha reconocido perfecta­mente desde los orígenes del tiempo. 2Y no ha deseado más que unirse a él y ser libre nuevamente, como una vez lo fue. 3Ha estado esperando el nacimiento de la libertad, la aceptación de la liberación que te espera. 4Y ahora reconoces que no fue el ego el que se unió al propósito del Espíritu Santo, y, por lo tanto, que tuvo que haber sido otra cosa. 5No creas que esto es una locura, 6pues es lo que te dice la razón y se deduce perfectamente de lo que ya has aprendido.

El ego no es muy dado a invitarnos a sondear nuestro interior, sencillamente porque su identidad se refuerza cuando nos lleva a creer tan solo en lo que percibe en el mundo exterior, donde el cuerpo físico se erige en su símbolo representativo. A pesar de ello, trama una estrategia para mostrarnos la presencia del pecado y de la culpa formando parte de nuestros pensamientos, de nuestras creencias, al ser identificados como procedentes de su fiel representante, el cuerpo. De este modo, nos lleva al convencimiento de que somos un cuerpo y que este es el único causante de la creencia en el pecado. A partir de ese momento establece que la única vía para alcanzar la salvación y el perdón se encuentra en el sacrificio y el sufrimiento del cuerpo.

El plan de salvación dispuesto por Dios es el verdadero, el único que nos aportará la corrección del error. ¿Por qué? Pues, porque Dios da lo que tiene y lo que tiene es lo que Es, esto es, Amor. Tan solo el amor puede salvarnos y su poder radica en la creencia en la Unidad de la Filiación. La mente es el canal que utilizamos, bien para crear o para fabricar. Cuando elegimos desde el amor, el resultado son actos creadores que gozan de la eternidad. Cuando elegimos desde el miedo, el resultado son fabricaciones temporales, que tienen un principio y un fin.

La parte de la mente que vibra a la frecuencia del amor nos permitirá percibir correctamente el mundo externo, lo cual nos llevará a experimentar la unidad con todo lo creado. En dicha experiencia, la presencia de nuestro hermano se convierte en la vía que nos conduce hasta la salvación. 

jueves, 26 de junio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 177

LECCIÓN 177

Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

1. (163) La muerte no existe. 2El Hijo de Dios es libre.
3Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

2. (164) Ahora somos uno con Aquel que es nuestra Fuente.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.


¿Qué me enseña esta lección?

1. (163) La muerte no existe. 2El Hijo de Dios es libre.
3Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.


¿Dónde habita la muerte, realmente, si no es en nuestra mente?

La identificación con el cuerpo nos ha llevado a atribuirle el máximo poder sobre nuestras vidas. Pensamos que el cuerpo, al igual que nace, muere y con ello establece el final de nuestra existencia.

Con la confirmación de la muerte, el ego nos impone la certeza de que representa la única realidad posible. Confirma, definitivamente, que la Unidad con Dios no existe y que la vida se reduce a un corto y fugaz tránsito en el tiempo material.

Si recuperamos la consciencia de lo que realmente somos, la muerte deja de ser una realidad, pues habremos reconocido nuestra Esencia Espiritual, la cual no conoce la muerte, es Eterna.

Durante el tiempo que permanezcamos identificados con la transitoriedad del ego, nuestra mente se encontrará brindando culto a la muerte, pues todo lo fabricado por el ego lleva ese sello de temporalidad.


2. (164) Ahora somos uno con Aquel que es nuestra Fuente.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.



Dice el refrán: No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.

En verdad, si es nuestra voluntad, en el ahora, podemos conectar con la Fuente de la Unidad.

A veces pensamos que debemos entregarnos a un duro peregrinaje, donde a través de un largo proceso iniciático, podemos alcanzar la salvación.

Sin embargo, no es necesario tal viaje, pues podemos decidir, ahora, que el velo que nos oculta la realidad espiritual caiga ante nuestros ojos y nos permita vislumbrar la realidad que somos.

Capítulo 21. IV. El miedo a mirar adentro (1ª parte).

IV. El miedo a mirar adentro (1ª parte).

1. El Espíritu Santo jamás te enseñará que eres un pecador. 2Corregirá tus errores, pero eso no es algo que le pueda causar temor a nadie. 3Tienes un gran temor a mirar en tu interior y ver el pecado que crees que se encuentra allí. 4No tienes miedo de admitir esto. 5El ego considera muy apropiado que se asocie el miedo con el pecado, y sonríe con aprobación. 6No teme dejar que te sientas avergonzado. 7No pone en duda la creencia y la fe que tienes en el pecado. 8Sus templos no se tambalean por razón de ello. 9Tu certeza de que dentro de ti anida el pecado no hace sino dar fe de tu deseo de que esté allí para que se pueda ver. 10Sin embargo, esto tan sólo aparenta ser la fuente del temor. 

El pensamiento erróneo, para sobrevivir, debe hacer todo lo posible para evitar que descubramos la verdad. Esa situación se puede comparar con el momento en el que, encontrándonos en una habitación totalmente a oscuras, decidimos encender la luz. Mientras nos encontrábamos en la oscuridad, no podíamos evitar sentir miedo y temor, pero cuando decidimos encender la luz, todo a nuestro alrededor se hace inteligible, conocido, lo que espanta al pensamiento del miedo y nos confirma que todo ha sido fruto de nuestra imaginación.

En este punto, Jesús nos muestra la estrategia del ego para ocultar la verdad que no quiere que descubramos. Para ello utiliza una técnica muy utilizada cuando queremos evitar que alguien pueda acceder a la instancia donde guardamos celosamente nuestros secretos. El miedo se convierte, en estas situaciones, en su mejor aliado. El ego nos dice: "De todas las habitaciones que hay podrás entrar, excepto en una. Si lo haces, algo terrible te ocurrirá". De este modo, el ego se asegura de que el miedo nos impedirá acceder a la habitación prohibida donde, supuestamente, nuestra integridad correría un grave peligro.

¿Qué hay en esa habitación prohibida que tanto valor tiene para el ego?

Esa habitación hace referencia a nuestro mundo interior. El ego es el fruto de haber elegido libremente dirigir su atención en una dirección incorrecta, donde la carencia del amor lo lleva a fabricar una realidad ilusoria donde imperan las leyes de la percepción. Esa elección errónea le lleva a ver un mundo diferente al que Su Creador dispuso para él. Esa elección le lleva a la creencia en la separación y a la pérdida de su inocencia, la cual fue sustituida por la idea de pecado. Por lo tanto, el secreto que custodia en esa habitación, en su interior, en su mente, es esa falsa creencia.

2. Recuerda que el ego no está solo. 2Su dominio está circunscrito, y teme a su "enemigo" desconocido, Quien ni siquiera puede ver. 3Te pide imperiosamente que no mires dentro de ti, pues si lo haces tus ojos se posarán sobre el pecado y Dios te cegará. 4Esto es lo que crees, y, por lo tanto, no miras. 5Mas no es éste el temor secreto del ego, ni tampoco el tuyo que eres su siervo. 6El ego, vociferando destempladamente y demasiado a menudo, profiere a gritos que lo es. 7Pues bajo ese constante griterío y esas declara­ciones disparatadas, el ego no tiene ninguna certeza de que lo sea. 8Tras tu temor de mirar en tu interior por razón del pecado se oculta todavía otro temor, y uno que hace temblar al ego.

Pero la argucia del ego no se limita tan solo a mostrarnos la habitación donde no debemos entrar o, lo que es lo mismo, identificándonos el peligro que correremos si lo desobedecemos. El ego, el hijo del miedo, no puede mostrarnos un mundo ausente de miedo. Al igual que la oscuridad no puede aportarnos la visión de la luz al carecer de ella. Si nos muestra el lugar donde custodia su tesoro, esto es, el miedo, en realidad nos estaría mostrando su secreto y eso no lo permitiría nunca. Entonces, ¿qué es lo que oculta realmente en esa habitación?

miércoles, 25 de junio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 176

QUINTO REPASO
                                                             
LECCIÓN 176

Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

1. (161) Dame tu bendición, santo Hijo de Dios.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

2. (162) Soy tal como Dios me creó.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.


¿Qué me enseña esta lección?

1. (161) Dame tu bendición, santo Hijo de Dios.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

Hemos atribuido al cuerpo la culpa de que nos haya incitado a pecar; le hemos atribuido el símbolo del miedo, pues a raíz de su acción nos hemos identificado con la necesidad de liberarnos del pecado que nos ha llevado fuera de la Consciencia de Unidad, fuera del Edén.

En la medida en que reconocemos en el vehículo corporal la seña de nuestra identidad, estamos cometiendo el error de servir a la personalidad material, al tiempo que negamos cualquier vinculación con el mundo espiritual.

La presencia del miedo nos lleva a proyectarlo en nuestras relaciones y, para protegernos de él, procedemos a atacar a nuestro hermano en un intento de salvaguardar nuestras posesiones.

Es preciso recuperar la consciencia de Unidad, la cual nos llevará a establecer relaciones humanas basadas en el verdadero Amor. Cuando estamos en condiciones de ver lo que realmente somos, el miedo dejará de formar parte de nuestra realidad y, en su lugar, experimentaremos la capacidad de amar.


2. (162) Soy tal como Dios me creó.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.


Fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, nuestro Padre.

En su Sagrado Nombre, somos sus legítimos herederos y portadores plenipotenciarios de sus Facultades Divinas.

Somos Uno con Su Mente Creadora y somos Uno con la Mente de todos nuestros Hermanos.

Somos Espíritu, a salvo, sanos y plenos.

Gozamos de la libertad para perdonar; la libertad para salvarnos y salvar al mundo.

Somos impecables; invulnerables, perfectos y eternos.

Somos dioses en formación.

Capítulo 21. III. Fe, creencia y visión (5ª parte).

 III. Fe, creencia y visión (5ª parte).

11. ¿Crees acaso que al Espíritu Santo le preocupa eso? 2Él no te da aquello de lo que, de acuerdo con Su propósito, te quiere apartar. 3Tú crees que Él te quiere privar de algo por tu propio bien. 4Pero los términos "bien" y "privación" son opuestos, y no pueden reconciliarse de ninguna forma que tenga significado. 5Es como decir que la luna y el sol son una misma cosa porque vienen de noche y de día respectivamente, y que, por lo tanto, no pueden sino formar una unidad. 6Mas ver uno de ellos significa que el otro ya no se puede ver. 7Tampoco es posible que lo que irradia luz sea lo mismo que lo que depende de la oscuridad para poder ser visto. 8Ninguno de ellos exige el sacrificio del otro. 9Cada uno de ellos, no obstante, depende de la ausencia del otro.

La religión cristiana y sus enseñanzas están repletas de actos que engrandecen al sacrificio hasta elevarlo a la condición de santo. El lema que fundamenta tal hecho es el siguiente: Somos pecadores y hemos desobedecido a Dios. Para ganarnos su gracia y su perdón, tenemos que sacrificar nuestra naturaleza impura y pecaminosa. Pues bien, el que paga el pato en este juicio es el cuerpo, el único que nos ha podido llevar al acto de pecar. 

Uno de los pasajes más controvertidos que nos ha legado la doctrina cristiana ha sido el acto de la crucifixión en el cual Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, elige sacrificar su cuerpo y derramar su sangre para purificar a la humanidad de sus pecados. Si el Maestro ha actuado así, sin duda, su lección debe ser ejemplo para el resto de la humanidad creyente, lo que significa que, para ser un buen cristiano, hay que reconocer nuestra culpa y estar dispuesto a sacrificarnos para alcanzar la redención de nuestros pecados y la salvación eterna.

Un Curso de Milagros nos enseña que la muerte de Jesucristo en la cruz está más allá de la interpretación acuñada por el cristianismo. Nos enseña que la verdadera esencia del ser no es el cuerpo, sino el Espíritu, y para reforzar esta enseñanza se mostró en su cuerpo espiritual, dando lugar a la creencia en la resurrección.

12. El cuerpo se concibió para que sirviese de sacrificio al pecado, y así es como aún se le considera en las tinieblas. 2A la luz de la visión, no obstante, se le considera de manera muy distinta. 3Pue­des confiar en que servirá fielmente al propósito del Espíritu Santo, y puedes conferirle poder para que se vuelva un instru­mento de ayuda a fin de que los ciegos puedan ver. 4Mas cuando ellos vean, mirarán más allá de él, al igual que tú. 5la fe y a la creencia que depositaste en el cuerpo les corresponde estar más allá de él. 6Transferiste tu percepción, tu creencia y tu fe de la mente al cuerpo. 7Deja que éstas les sean devueltas ahora a aque­llo que las produjo y que todavía puede valerse de ellas para salvarse de lo que inventó.

El representante del ego es el cuerpo físico. El ego es la conciencia del mundo dual que surge tras fabricar una realidad basada en la visión de la separación. El cuerpo ha sustituido al espíritu, al igual que el miedo ha sustituido al amor. El mundo físico, el mundo sensorial y perceptivo es el mundo del sueño, donde la conciencia de unidad y del conocimiento compartido con Dios y Su Creación se manifiesta en la conciencia egoica e individualista, inspirada por el deseo de ser especial.

Por lo tanto, el cuerpo es la causa del pecado cuando se percibe desde la oscuridad, es decir, cuando nos hemos desconectado de la luz, el principio inteligible, que nos permite ser partícipes de la verdad. Siendo la causa del pecado, el cuerpo sirve a la idea de sacrificio con la intención de redimirse de la culpa que acompaña siempre al pensamiento pecador.

Sin embargo, el Espíritu Santo nos enseña a ver el cuerpo en su expresión más elevada, mostrándonos la capacidad de manifestación que posee para hacer tangible la verdad a través de la percepción verdadera. Por tal motivo, Jesús nos dice que el cuerpo debe convertirse en un instrumento de ayuda a fin de que los ciegos puedan ver. Esos ciegos son los que tienen una fe limitada por las leyes del mundo material y necesitan ver para creer.

martes, 24 de junio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 175

QUINTO REPASO
                                                                
LECCIÓN 175

Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

1. (159) Doy los milagros que he recibido.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

2. (160) Yo estoy en mi hogar.
2El miedo es el que es el extraño aquí. 3Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.


¿Qué me enseña esta lección?

1. (159) Doy los milagros que he recibido.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

De Dios, nuestro Padre, hemos recibido su Potencial Creador. Toda idea sigue su fuente. Nuestra realidad está plenamente conectada con la fuente que la creó, con el Pensamiento Divino.

Somos el fruto de la extensión mental de nuestro Padre y nuestro propósito es utilizar su mismo poder creador para llevar a cabo nuestra propia labor creadora.

Recibimos Su Voluntad, Su Amor y Su Inteligencia Creadora.

Como damos lo que hemos recibido, nuestra acción nos llevó a crear cuando aún no teníamos la madurez suficiente para hacerlo con las garantías de seguir las Leyes Divinas.
Dicha acción ha dado lugar a la falsa creencia del pecado y, lo peor de todo, a recibir los efectos de nuestro error, lo que ha propiciado la ilusión de estar separados de nuestra “fuente original”.

La percepción sensorial se ha convertido en la principal fuente de conocimiento. Ese “recibir” nos lleva a la confirmación de que somos un cuerpo físico y cualquier otra identidad carece de sentido y valor.

Si hemos dado en proporción a lo que hemos recibido, estaremos cayendo en un bucle permanente de errores, que entre otras cosas nos confirma que somos merecedores de recibir la muestra del castigo como vía de redención por nuestras acciones pecaminosas.

Tomar consciencia de lo que realmente somos nos lleva a dar el mayor de los milagros, nos lleva a dar Amor.


2. (160) Yo estoy en mi hogar.
2El miedo es el que es el extraño aquí. 3Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

Hemos recibido Amor y nuestra condición natural es dar Amor.

Así ha sido, mientras hemos permanecido formando parte de la unidad característica del hogar en el que hemos convivido con nuestro Padre.

Hemos sido alimentados directamente por Él y hemos gozado de Su Gracia y de Su Plenitud en la relación santa a la que se le ha llamado el Jardín del Edén.

Pero esa atmósfera de plenitud se vio alterada desde el instante en que decidimos ver otra realidad, la cual se percibía procedente de otra dimensión, mucho más densa. Esa nueva visión propició la aparición de un “velo” que mantenía la realidad espiritual separada de la ilusión del mundo material.

El Paraíso Terrenal fue sustituido por el Este del Edén, donde la conciencia tendría que trabajar duramente para ganar “el pan de cada día”.

En ese exilio, la nueva identidad llamada ego se identifica plenamente con el mundo de la percepción sensorial y se olvida de su verdadero origen. El Amor es sustituido por un nuevo inquilino, el cual adopta un gran poder, el miedo.

Nuestro Programa de Salvación nos invita a desalojar a ese inquilino de nuestro hogar y renacer a la Verdadera Vida, la que nos lleva a Ser Amor.

Capítulo 21. III. Fe, creencia y visión (4ª parte).

 III. Fe, creencia y visión (4ª parte).

9. Aquellos que creen en el pecado deben pensar que el Espíritu Santo exige sacrificios, pues creen que ésa es la manera de alcan­zar su objetivo. 2Hermano, el Espíritu Santo sabe que el sacrificio no aporta nada. 3Él no hace tratos. 4si intentas imponerle lími­tes, lo odiarás porque tendrás miedo de Él. 5El regalo que Él te ha hecho es mucho más valioso que cualquier otra cosa a este lado del Cielo. 6El momento en que esto se ha de reconocer está al llegar. 7Une tu conciencia a lo que ya está unido. 8La fe que depo­sitas en tu hermano puede lograrlo, 9pues Aquel que ama el mundo lo está viendo por ti, sin ninguna mancha de pecado sobre él y envuelto en una inocencia tal que contemplarlo es con­templar la belleza del Cielo.

El amor, la fuerza creadora por excelencia, actúa extendiéndose y estableciendo la conciencia de la unidad que da cohesión a todo lo creado. Es la fuerza que mora en el Cielo, donde Todo queda bajo su visión, bajo su ley. El amor no tiene límites y es eterno. Podríamos seguir describiendo las abundantes cualidades del amor y nos costaría ponerle fin a esta introducción, en la que intento poner de manifiesto algo tan sencillo como la esencia de la felicidad y de la paz. Y a pesar de su grandeza, hemos decidido prescindir de su virtud y elegir en cambio una dirección donde lo único que buscamos es satisfacer nuestro deseo de ser especial.

En el amor, en el Cielo, todos gozamos de la igualdad y semejanza con la que Dios nos creó. Nadie es especial. Ser alguien no es lo importante. Tener una identidad no es lo esencial. La verdad, lo real, lo que nos hace verdaderamente poderosos es nuestra santidad, nuestra pureza, nuestra inocencia, nuestra impecabilidad, nuestra perfección, en definitiva, nuestra divinidad.

¿Cómo podemos pensar que Dios nos castiga? ¿Cómo podemos creer que Dios nos ha abandonado? Él no necesita perdonarnos porque Él conoce a Su Hijo y lo conoce en Sí Mismo, a Su imagen y semejanza. El Hijo de Dios no puede pecar, pero puede olvidar su inocencia al cubrir su mente con el velo de ser especial a su Padre y al resto de sus hermanos. Pero este acto no puede juzgarse como un acto pecaminoso, sino como una elección de ver las cosas de otra manera, eligiendo el miedo al amor. Ha elegido el miedo porque, desde el momento en que elige ser especial, olvida su condición divina para convertirse en una personalidad, en el ego.

Si Dios no nos juzga, ni condena, no hay nada por lo que tenemos que sacrificarnos. El Espíritu Santo no nos impone como meta el castigo. Su lección es la Expiación, que significa la corrección de la percepción falsa en verdadera.

10. Tu fe en el sacrificio ha hecho que éste tenga gran poder ante tus ojos, salvo que no te das cuenta de que no puedes ver debido a él. 2Pues sólo se le puede exigir sacrificio al cuerpo, y sólo otro cuerpo podría exigirlo. 3La mente, de por sí, no podría ni exigirlo ni recibirlo. 4El cuerpo tampoco. 5La intención está en la mente, que trata de valerse del cuerpo para poner en práctica los medios del pecado en los que ella cree. 6Y así, los que valoran el pecado no pueden sino creer que la mente y el cuerpo están unidos. 7Y de este modo, el sacrificio es, invariablemente, un medio para impo­ner límites, y, por consiguiente, para odiar.

La lección del sacrificio forma parte del sistema de pensamiento del ego y se transmite como una innegable verdad de generación en generación.

Desde que se tienen conocimientos del comportamiento humano, el sacrificio ha acompañado el transcurrir evolutivo de la humanidad. Los Textos Sagrados recogen muchos episodios donde el sacrificio es una ofrenda a Dios o a los dioses, dependiendo de la cultura, y al cual se le rinde un especial culto. De esta forma, el sacrificio está muy arraigado en el inconsciente colectivo de la humanidad y forma parte de su genoma, por lo que nos resultará muy difícil deshacernos de su demente influencia.

El sacrificio se exige o se emplea como un pago para satisfacer la ira del que hemos ofendido y a veces se nos muestra con un rostro más benigno, cuando pasa a formar parte de una cualidad que, de ser desarrollada debidamente, nos aportará muchos beneficios. Por ejemplo, cuando se adopta como un factor educativo: "Hijo mío, en la vida, para llegar a ser alguien de provecho, hay que sacrificarse". Con este consejo, da la sensación de que las carencias que acompañan siempre al acto del sacrificio fuesen una fuente de riqueza y abundancia. Pienso que en ese ejemplo en particular, del que me he sentido partícipe, el sacrificio ha sustituido al término "esfuerzo", que nada tiene que ver con el acto de tener que renunciar a lo que somos: seres ilimitados.

lunes, 23 de junio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 174

QUINTO REPASO

LECCIÓN 174

Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

1. (157) En Su Presencia he de estar ahora.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

2. (158) Hoy aprendo a dar tal como recibo.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.


¿Qué me enseña esta lección?

1. (157) En Su Presencia he de estar ahora.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.


En la Eterna Presencia de Dios, Todo es Uno. Nuestros pensamientos, sentimientos y nuestras acciones son Uno. Nuestra Mente, nuestro Corazón y nuestro Cuerpo son Uno.

Este Estado de Unidad es un Instante Santo, de plena Comunión con nuestro verdadero Ser y con nuestro Creador.

Un profundo estallido de júbilo, de felicidad, nos posee, de tal modo que de nuestro Ser emana, se expande un solo Pensamiento de Curación, de Amor, de Unidad.


2. (158) Hoy aprendo a dar tal como recibo.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.


¿Qué vas a dar hoy, que tienes la certeza de que recibes aquello que das?

¿Seguirás alimentando la falsa creencia de que dar es perder?

¿Seguirás negando la realidad de que aquello que das a tu hermano, te lo das a ti mismo?

No des desde el cuerpo, pues compartir lo ilusorio no te garantiza recibir la eternidad.

Si das desde el Espíritu, si das desde la eternidad, recibirás la abundancia del universo.

Da gracias cuando das, pues es la evidencia de que has recibido y cuando recibas, da las gracias, igualmente, pues es la prueba de que has respondido a la voz del Amor.