sábado, 7 de septiembre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 251

¿Qué es el pecado?

1. El pecado es demencia. 2Es lo que hace que la mente pierda su cordura y trate de que las ilusiones ocupen el lugar de la verdad. 3Y al estar loca, la mente ve ilusiones donde la verdad debería estar y donde realmente está. 4El pecado dotó al cuerpo con ojos, pues, ¿qué iban a querer contemplar los que están libres de pecado? 5¿Para qué iban a querer la vista, el sonido o el tacto? 6¿Qué iban a querer oír o intentar asir? 7¿Qué necesidad iban a tener de los sentidos? 8Usar los sentidos es no saber. 9Y la verdad sólo se compone de conocimiento y de nada más.

2. El cuerpo es el instrumento que la mente fabricó en su afán por engañarse a sí misma. 2Su propósito es luchar. 3Mas el objetivo por el que lucha puede cambiar. 4Y entonces el cuerpo lucha por otro objetivo. 5Lo que ahora persigue lo determina el objetivo que la mente ha adoptado para sustituir a la meta de engañarse a sí misma que antes tenía. 6La verdad puede ser su objetivo, tanto como las mentiras. 7Y así, los sentidos buscarán lo que da fe de la verdad.

3. El pecado es la morada de las ilusiones, las cuales representan únicamente cosas imaginarias procedentes de pensamientos fal­sos. 2Las ilusiones son la "prueba" de que lo que no es real lo es. 3El pecado "prueba" que el Hijo de Dios es malvado, que la intem­poralidad tiene que tener un final y que la vida eterna sucumbirá ante la muerte. 4Y Dios Mismo ha perdido al Hijo que ama, y de lo único que puede valerse para alcanzar Su Plenitud es la corrup­ción; la muerte ha derrotado Su Voluntad para siempre, el odio ha destruido el amor y la paz ha quedado extinta para siempre.

4. Los sueños de un loco son pavorosos y el pecado parece ser ciertamente aterrador. 2Sin embargo, lo que el pecado percibe no es más que un juego de niños. 3El Hijo de Dios puede jugar a haberse convertido en un cuerpo que es presa de la maldad y de la culpabilidad, y a que su corta vida acaba en la muerte. 4Mien­tras tanto, su Padre ha seguido derramando Su luz sobre él y amándolo con un Amor eterno que sus pretensiones no pueden alterar en absoluto.

5. ¿Hasta cuándo, Hijo de Dios, vas a seguir jugando el juego del pecado? 2¿No es hora ya de abandonar esos juegos peligrosos? 3¿Cuándo vas a estar listo para regresar a tu hogar? 4¿Hoy quizá? 5El pecado no existe. 6La creación no ha cambiado. 7¿Deseas aún seguir demorando tu regreso al Cielo? 8¿Hasta cuándo, santo Hijo de Dios, vas a seguir demorándote, hasta cuándo?


LECCIÓN 251

No necesito nada más que la verdad

1. Busqué miles de cosas y lo único que encontré fue desconsuelo. 2Ahora sólo busco una, pues en ella reside todo lo que necesito, y lo único que necesito. 3Jamás necesité nada de lo que antes bus­caba, y ni siquiera lo quería. 4No reconocía mi única necesidad. 5Pero ahora veo que solamente necesito la verdad. 6Con ella todas mis necesidades quedan satisfechas, mis ansias desaparecen, mis anhelos se hacen finalmente realidad y a los sueños les llega su fin. 7Ahora dispongo de todo cuanto podría necesitar. 8Ahora dis­pongo de todo cuanto podría querer. 9Y ahora, por fin, me encuen­tro en paz.

2. Y por esa paz, Padre nuestro, te damos gracias. 2Lo que nos negamos a nosotros mismos, Tú nos lo has restituido, y ello es lo único que en verdad queremos.


¿Qué me enseña esta lección?

El Hijo de Dios, no puede renunciar a su Esencia, a lo que, verdaderamente, Es. Puede demorar el encuentro consciente con su Padre, pero retornará a su hogar, al igual como lo hizo el “hijo pródigo” en la parábola de Jesús.

El Hijo de Dios, gozaba de la Abundancia Divina antes de decidir fabricar su propia realidad. Ese acto, propio de quien goza del Libre Albedrío para crear, le impulsó a buscar la verdad a través de la percepción de los sentidos, lo que le llevó a prestar atención a un mundo ilusorio y temporal.

La identificación con ese mundo transitorio, propició la creencia en el pecado, al sustituir, por propia iniciativa, el Amor por el miedo; la Unidad por la separación; la Abundancia por la escasez; la Dicha por el castigo; la Alegría por el sufrimiento; la Vida por la muerte; la eternidad por lo temporal; el Espíritu por el cuerpo.

Pero el pecado, al igual como el cuerpo, es una fabricación del ego; ambos, son manifestaciones propiciadas por la proyección de la mente en el mundo de las formas, interpretando esa visión como la verdad.

Desde ese instante, el Hijo de Dios, no ha cesado de buscar en el mundo físico lo que echa de menos de su verdadera patria: la felicidad, la alegría, la libertad… Pero, en la medida que aumenta sus esfuerzos por atrapar estos estados del Alma, en la misma medida, comprueba con desolación que se aleja de ellas, pues, el mundo de la ilusión no puede aportarle ni un ápice de la Verdad.

Para acceder a la Verdad, tan sólo debemos despojarnos de los ropajes del ego, de sus falsas creencias, de sus ilusiones y ceder el mando de nuestras vidas, al Espíritu que habita en nuestro interior. Orientar nuestra mente al servicio de ese Espíritu, conlleva hacer consciente la Unidad y el Amor.

Ejemplo-Guía: "¿Es esto verdad?

Recuerdo, que, al comienzo de haber emprendido el estudio del Curso, experimenté una profunda crisis de creencias. Todas mis verdades, las que hasta ese momento me habían aportado un escenario en el que me sentía con cierta seguridad, saltaron por los aires. El suelo que pisaba a partir de ese momento era poco seguro y estable. No era un novato en lo relacionado con el mundo espiritual. Llevaba años estudiando en diferentes corrientes iniciáticas, y a pesar de ello, lo que más me conmovió, fue conocer que el mundo que había percibido como realidad, no lo era. Qué ese mundo, cuya autoría otorgaba al Creador, era una fabricación del Hijo de Dios. Qué nada de lo que veía, significaba nada.

Toda una invitación para una mente buscadora e inquieta.

En el presente actual, he logrado renovar el archivo donde deposito mis verdades. Ahora, me relaciono de una manera amistosa con esos nuevos conceptos. Al estudiar la lección de hoy, he comprendido que es importante cuestionar lo que es verdad de lo que no lo es. Las enseñanzas del Curso nos lo ponen claro desde el principio. El mundo que percibimos y que hemos creído real, no lo es.

Si no tenemos la certeza de dicha afirmación, si en nuestro sistema de creencia, aún podemos encontrar algún resquicio que haga real este mundo, entonces entraremos en conflicto interno, situación ésta muy incómoda. 

He elegido este ejemplo como guía, pues he podido visualizar cada situación como una oportunidad que nos brinda la posibilidad de elegir poner en duda nuestras creencias, nuestras firmes verdades.  Imaginemos que vas conduciendo y que, al llegar a un stop, un coche te golpea en la parte trasera de tu vehículo. Si hacemos realidad la experiencia, todos tus resortes emocionales se dispararán y responderás de forma exaltada. El resultado de la experiencia suele acabar con una profunda sensación de disgusto y tristeza. Pero, tienes a tu alcance una opción diferente. Si eliges no hacer real la experiencia; si trasciende la propia experiencia y te dices que todo es una ilusión fabricada por tu mente, entonces te sitúas en una nueva dimensión, en la que puedes elegir no sufrir, no trasladar la emoción (ojo no por represión) al nivel del dolor.

A veces he defendido la creencia que la verdad no es una, sino que existen tantas verdades como mentes. Pero hoy pienso que estaba equivocado. Que esa visión era válida cuando interpretaba el mundo desde la visión del ego. La Verdad tan solo es una y la condición que la caracteriza, es que tiene la propiedad de no cambiar. Este significado queda recogido en uno de los significados que se detalla en el Diccionario para el concepto verdad.

Me gustaría compartir con vosotros, las reflexiones que recogí en un artículo que se encuentra publicado en mi Blog "Aprendiendo Un Curso de Milagros" y que titulé "¿Es el mundo físico real?".

Os dejo el enlace:

http://aprendiendouncursodemilagros.blogspot.com.es/2015/02/es-el-mundo-fisico-real.html

Reflexión: ¿Cuál es la Verdad?

viernes, 6 de septiembre de 2024

Capítulo 14. V. El círculo de la Expiación (1ª parte).

 V. El círculo de la Expiación (1ª parte).

1. La única parte de tu mente que es real es la parte que aún te vincula con Dios. 2¿Te gustaría que toda ella fuese transformada en un radiante mensaje del Amor de Dios para ser compartido con todos los que se sienten solos por haber negado a Dios? 3Dios hace que esto sea posible. 4¿Cómo ibas a negarle Su anhelo de que se le conozca? 5Tú anhelas estar con Él, tal como Él anhela estar contigo. 6Esto es eternamente inalterable. 7Acepta, pues, lo inmutable. 8Deja el mundo de la muerte atrás, y regresa al Cielo en paz. 9Aquí no hay nada que tenga valor; todo lo que tiene valor se encuentra en el Cielo. 10Escucha al Espíritu Santo, y a Dios a través de Él. 11Él te habla de ti. 12No hay culpabilidad en ti, pues Dios se encuentra bendecido en Su Hijo, tal como el Hijo se encuentra bendecido en el Padre.

Si te estás preguntando, ¿cuál es la mente real y cuál es la mente falsa?, este punto, nos ofrece la respuesta a esta importantísima cuestión. La parte real es la parte que nos vincula con Dios, es decir, la que nos lleva a visionar la unicidad en todo lo creado. 

Ya hemos tratado la cuestión de la realidad y advertíamos que lo real es lo verdadero, o lo que es lo mismo, lo real surge de la expansión del Amor, del acto creador que se manifiesta desde la inocencia, la impecabilidad, la inmutabilidad, dando lugar a creaciones eternas e intemporales.

Dejar de desear este mundo, donde nada es verdadero, es el paso previo para regresar al Cielo, nuestro verdadero hogar y gozar de lo realmente valioso, la Visión del Amor que nos mantiene unidos a nuestro Creador y a la Filiación.

2. Todo el mundo tiene un papel especial en la Expiación, pero el mensaje que se le da a cada uno de ellos es siempre el mismo: El Hijo de Dios es inocente. 2Cada uno enseña este mensaje de modo diferente, y lo aprende de modo diferente. 3Pero hasta que no lo enseñe y lo aprenda, tendrá la vaga conciencia de que no está llevando a cabo su verdadera función, y no podrá por menos que sufrir por ello. 4La carga de la culpabilidad es pesada, pero Dios no quiere que sigas atado a ella. Su plan para tu despertar es tan perfecto como el tuyo es falible 6 no sabes lo que haces, pero Aquel que sabe está contigo. 7Tuya es Su dulzura, y todo el amor que compartes con Dios Él lo ha salvaguardado para ti. 8Él sólo quiere enseñarte a ser feliz.

Esperanzador mensaje, el que se recoge en este punto, pues nos recuerda algo que solemos olvidar con facilidad: somos inocentes e impecables.  Para aprender esta verdad, tenemos que enseñarla y compartirla con el mundo. Es ahí donde aparecen los principales escollos que nos separan de la verdad, pues, cuando fallamos en nuestras pretensiones de servir al Amor, la sombra de la culpabilidad se cierne sobre nuestra mente, oscureciéndola con tenebrosos pensamientos de autocastigos.

El saber del Espíritu Santo está en nuestro interior en espera de que le pidamos nos ayude a Expiar y corregir la falsa percepción de nuestra mente y los pesados juicios condenatorios.

¡Bendito Hijo de un Padre que bendice sin reservas, el júbilo fue creado para ti! 2¿Quién puede condenar quien Dios ha ben­decido? 3No hay nada en la Mente de Dios que no comparta Su radiante inocencia. 4La creación es la extensión natural de la per­fecta pureza. 5Tu única misión aquí es dedicarte plenamente, y de buena voluntad, a la negación de todas las manifestaciones de la culpabilidad. 6Acusar es no entender. 7Los felices aprendices de la Expiación se convierten en los maestros de la inocencia, la cual es el derecho de todo lo que Dios creó. 8No les niegues lo que les corresponde, pues no se lo estarías negando sólo a ellos.

Toda creencia en el ataque comienza con uno mismo. Nos sentimos atacados, por la sencilla razón de que nos estamos atacando. Si en vez de castigarnos, nos amásemos, no veríamos el castigo en los demás.

Si nos sentimos culpables, juzgaremos y culparemos los actos de los demás, pues, todo lo que es lícito para nosotros, lo exigiremos en los demás.

Si no sanamos nuestra mente de la enfermedad que nos lleva a padecer del cáncer de la separación, iremos contagiando al mundo con ese falso virus que nos corroe interiormente.

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 250

LECCIÓN 250

Que no vea ninguna limitación en mí.

1. Permítaseme contemplar al Hijo de Dios hoy y ser un testigo de su gloria. 2Y que no trate de empañar la santa luz que mora en él y ver su fuerza menoscabada y reducida a la fragilidad; que no perciba en él las deficiencias con las que atacaría su soberanía.

2. Él es Tu Hijo, Padre mío. 2Y hoy quiero contemplar su ternura en lugar de mis ilusiones. 3Él es lo que yo soy, y tal como lo vea a él, me veré a mí mismo. 4Hoy quiero ver verdaderamente, para que en este mismo día pueda por fin identificarme con él.

¿Qué me enseña esta lección?

No es fácil, que el ego renuncie a su hegemonía, a su control, sobre nuestra vida. Él se mantiene gracias a que creemos en él, gracias a que decidimos identificarnos con el cuerpo, con lo temporal, con la ilusión.

Hemos podido tomar consciencia de que permanecíamos dormidos, viviendo un sueño que nos parecía real. Podemos decir, que hemos despertado y hemos reconocido que estamos soñando y de que nada cuanto vemos y percibimos en él, es real. Pero, aún así, seguimos soñando y, nos damos cuenta de ello, pues no siempre conseguimos estar a la altura del Camino de Luz que hemos vislumbrado en nuestro recién despertar.

En el plano donde experimentamos la percepción del cuerpo físico, a través de nuestros sentidos, el ego tiene un gran poder. Se mueve como “pez en el agua” y tiene una gran destreza en fabricar fantasías e ilusiones que nos envuelven con sus máximas estrategias: el miedo, la culpa, el castigo, el dolor, el sufrimiento, el sacrificio, la muerte, el tiempo…

Salir de esa maraña de ilusiones, no se consigue intentándolo desde nuestra personalidad egoica. Sería como pedir al fabricante que destruya lo que ha fabricado. Para conseguir salir del laberinto de la ilusión, del error, es preciso dejar nuestros asuntos en manos del Espíritu Santo, pues Él conoce el Plan Integral que debemos realizar y nos ayudará a deshacer todos los errores mentales que nos han mantenido prisioneros de lo ilusorio.

“Espíritu soy. Un Santo Hijo de Dios. Libre de toda limitación. A salvo, sano y pleno. Libre para perdonar. Libre para salvar el mundo”.

Ejemplo-Guía: "Deshaciendo los límites del ego"

Es cuestión de atreverse. A veces, cuando afrontamos un nuevo horizonte, lo vemos tan inaccesible, que esa condición mental de limitación se transforma en nuestro principal obstáculo. Cuántas veces hemos querido superar una situación que nos perjudica y aun sabiendo lo que tenemos que hacer, no lo hacemos por miedo a fracasar, por miedo a no conseguir nuestro objetivo.

Los imposibles, siguen siendo imposibles, hasta que nos proponemos hacer-lo-posible. Todo camino se anda dando un primer paso, o lo que es lo mismo, toda creación comienza con un primer acto de voluntad.

Si aplicamos esta afirmación al ejemplo que he elegido para el desarrollo de esta lección, podemos decir, que para deshacer los límites que nos impone el ego, es preciso que estemos dispuestos a elegir de nuevo, de una manera firme y certera, en la dirección que ha de permitirnos ver las cosas de otra manera.

Podemos permanecer quejosos de todas las vicisitudes que nos ocurren en la vida y, a pesar de ello, no hacer nada para cambiar el escenario donde se desenvuelve nuestras experiencias. Nos decimos: "deseo que cambie el mundo; deseo que esta situación deje de ser hostil...", pero no hacemos nada para cambiar nosotros. En verdad, no tenemos asumido que nuestra manera de ver las cosas, nuestras creencias, sean la causa que da origen a lo experimentado.

Mientras que continuemos identificándonos con el ego y alimentando su sistema de pensamiento, estaremos dando continuidad a las experiencias de las que nos quejamos como víctimas. Dicho de otro modo, más directo, si quieres libertad, libérate mentalmente de todo aquello que te limita. Si quieres amor, libérate del miedo que te oprime y te bloquea. Si quieres paz, deja de castigarte y de condenarte y en lugar de ello, perdona.

El ego ha tenido su protagonismo y ha realizado (está realizando) su cometido a la perfección. Nos ha ofrecido un escenario donde podemos deleitarnos de la belleza de la existencia, y, sobre todo, un escenario donde hemos podido tomar conciencia de la calidad de nuestras obras y del poder creador de la mente, la cual, es capaz de fabricar un mundo ilusorio y dotarle de una falsa realidad.

Los propios límites impuestos por el ego y las leyes que gobiernan su mundo ilusorio, nos han llevado a recordar nuestra verdadera Esencia, la cual se siente portadora de un ilimitado poder creador. Para el Espíritu no hay límites, pues ha sido creado a Imagen y Semejanza de su Creador, Dios.

Para actuar en el escenario del ego, en el mundo físico, inspirado por el poder ilimitado del Espíritu, es preciso que, previamente, nos hayamos perdonado y estemos dispuesto a desplegar la fuerza del Amor.  Cuando somos testigos de actos inspirados por el Amor, no siempre lo comprendemos. En ocasiones, incluso llegamos a escandalizarnos y tratamos de acallar esa voz que nos revela que estamos sirviendo a un orden de creencias que debe ser renovado.

El mismo Jesús, a lo largo de su travesía, protagonizó muchas anécdotas en las que sus actos de amor, fueron motivo de rebeliones y ataques, por entender que estaban violando las leyes mosaicas. Curar un día sábado o perdonar a la adultera, no estaba bien visto, a pesar de ser actos inspirados por el amor.

Es interesante, el poner en práctica la enseñanza de esta lección.  ¿Qué pasaría en nuestras vidas, si elegimos un día de la semana y decidimos dedicarlo, plenamente, a practicar el amor sin límites?


Reflexión: ¿Cómo entiendes amar sin límites?

jueves, 5 de septiembre de 2024

Capítulo 14. IV. Tu papel en la Expiación (3ª parte).

IV. Tu papel en la Expiación (3ª parte).


7. A menos que seas inocente no puedes conocer a Dios, cuya Voluntad es que lo conozcas. 2Por lo tanto, tienes que ser inocente. 3Mas si no aceptas las condiciones necesarias para saberlo, es que has negado a Dios y no lo reconoces, si bien, te rodea por todas partes. 4A Dios no se le puede conocer sin Su Hijo, cuya inocencia es la condición en la que se le puede conocer. 5Aceptar que Su Hijo es culpable es una negación del Padre tan absoluta que impide que el conocimiento pueda ser reconocido por la misma mente en la que Dios Mismo lo depositó. 6¡Si tan sólo escuchases y te dieses cuenta de cuán absolutamente imposible es esto! 7No dotes a Dios de atributos que tú comprendes. 8Tú no lo creaste, y cualquier cosa que comprendas no forma parte de Él.

El lenguaje de Dios es fácil de identificar, pues tan sólo habla en términos de Amor Incondicional. El amor manifiesta nuestra condición de inocencia primigenia, pues lo que nace de la pureza, es puro, y todo cuanto emana del amor es eterno, por lo que la pureza, igualmente, forma parte de nuestra verdadera esencia. Conectar con la vibración de la inocencia, de la pureza, del amor, requiere, simplemente, ser conscientes de que somos Uno con el resto de la Filiación. Ese pensamiento de Unidad nos permitirá reconocer a Dios en cada uno de nuestros hermanos. Esta es la única y verdadera visión que nos permitirá conocer a nuestro Creador.

8. Tu tarea no es construir la realidad. 2La realidad está aquí sin que tú la hayas tenido que construir, pero no sin ti. 3Tú que has tratado de renunciar a ti mismo y que tan poco has valorado Dios, escúchame hablar en favor de ti y de Él. 4No puedes com­prender cuánto te ama tu Padre, pues en tu experiencia mundana no hay paralelo que te pueda ayudar a comprenderlo. 5En la tie­rra no hay nada comparable, ni nada que jamás hayas sentido aparte de Él se parece en lo más mínimo a Su Amor. 6Tú no pue­des ni siquiera dar una bendición con perfecta dulzura. 7¿No te gustaría conocer a Uno que da para siempre, y que lo único que sabe es dar? 

Nuestra tarea no es construir la realidad, pues la realidad está aquí sin que la hayamos tenido que construir, pero no sin nosotros. Parece una contradicción, pero no lo es. Cuando utilizamos el sistema de pensamiento del ego, aquello que llamamos realidad, es fruto de lo que percibimos con nuestros sentidos físicos. Sin embargo, aquello que percibimos desde la temporalidad carece del valor de la realidad, pues como nos enseña este Curso, la realidad, al igual como la verdad, no cambian, son eternas. 

Nuestra realidad no la hemos creado nosotros por sí mismo, pero no puede existir sin nuestro ser. 

En el mundo que percibimos desde la visión del ego, no nos permite conocer la verdadera realidad, así como, las expresiones que emanan de ella misma. La realidad verdadera es esencia espiritual con capacidad para expandir la fuerza del Amor Incondicional. Alcanzar la percepción verdadera de esta realidad significa que nuestra mente recta vibra en frecuencia del Cielo.

9. Los Hijos del Cielo viven en la luz de la bendición de su Padre, pues saben que están libres de pecado. 2La Expiación fue estable­cida como un medio de restaurar la inocencia en las mentes que la habían negado, y que, por lo tanto, se habían negado el Cielo sí mismas. 3La Expiación te muestra la verdadera condición del Hijo de Dios. 4No te enseña lo que eres, o lo que tu Padre es5El Espí­ritu Santo, que lo recuerda por ti, te enseña sencillamente a elimi­nar los obstáculos que se interponen entre ti y lo que sabes. 6Su memoria es tuya. 7Si recuerdas lo que has fabricado estarás recordando lo que no es nada. 8El recuerdo de la realidad se encuentra en Él, y, por lo tanto, en ti.

En este punto, se nos clarifica la función que realiza la Expiación del Espíritu Santo. No se puede confundir con el Conocimiento de Dios, ni de Su Hijo. La Expiación al corregir la percepción falsa, nos muestra nuestra verdadera condición, ayudándonos a recordar lo que ya se encuentra en nuestra memoria, pues, el recuerdo de la realidad se encuentra en dios, y, por lo tanto, en nosotros.

10. Los culpables y los inocentes son totalmente incapaces de entenderse entre sí. 2Cada uno percibe al otro diferente de como se percibe sí mismo, lo cual impide que pueda haber comunica­ción entre ellos, pues cada uno ve al otro de modo distinto de como se ve a sí mismo. 3Dios sólo se puede comunicar con el Espíritu Santo en tu mente porque sólo Él comparte el conoci­miento de lo que tú eres con Dios. 4sólo el Espíritu Santo puede contestarle a Dios por ti porque sólo Él sabe lo que es Dios. 5Todo lo demás que has puesto dentro de tu mente no existe, pues, lo que no está en comunicación con la Mente de Dios jamás ha exis­tido. 6La  comunicación con Dios es vida. 7Sin ella nada puede existir en absoluto.

Si no fuese porque ya llevamos realizado un interesante recorrido por las enseñanzas del Curso de Milagros, esta afirmación, nos resultaría impactante para nuestro actual sistema de pensamiento. Estamos habituados a pensar que la autoría del cuerpo físico recae sobre sí mismo y que es nuestra única realidad, la que percibimos, la que somos capaces de ver y sentir. Lo que llamamos existencia, lo que llamamos vida, depende del cuerpo físico y su interacción con el mundo que lo rodea. Sin embargo, este punto nos afirma, que tan sólo la comunicación con nuestro verdadero Creador, Dios, es vida y sin ella, nada puede existir en absoluto.

Antes de que neguemos esta afirmación, debemos entender el contenido de esta afirmación. No tan solo existe aquello que percibimos con nuestros sentidos físicos. La existencia hay que reconocerla en términos de realidad o ilusión, en términos de verdad o falsedad. Esto es así, porque tan sólo lo que es eterno es real, es verdad y por lo tanto, existe. Mientras que lo que es temporal, aunque sea percibido, no es real, no es verdad y por lo tanto no existe. 

Como bien empieza este punto, los culpables, los que perciben erróneamente, son totalmente incapaces de entender con los inocentes, es decir, con los que viven en el Cielo y son Eternos.  

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 249

LECCIÓN 249

El perdón pone fin a todo sufrimiento y a toda sensación de pérdida.

1. El perdón nos ofrece un cuadro de un mundo en el que ya no hay sufrimiento, es imposible perder y la ira no tiene sentido. 2El ataque ha desaparecido y a la locura le ha llegado su fin. 3¿Qué sufrimiento podría concebirse ahora? 4¿En qué pérdida se podría incurrir? 5El mundo se convierte en un remanso de dicha, abun­dancia, caridad y generosidad sin fin. 6Se asemeja tanto al Cielo ahora, que se transforma en un instante en la luz que refleja. 7Y así, la jornada que el Hijo de Dios emprendió ha culminado en la misma luz de la que él emanó.

2. Padre, queremos devolverte nuestras mentes. 2Las hemos traicionado, sumido en la amargura y atemorizado con pensamientos de violencia y muerte. 3Ahora queremos descansar nuevamente en Ti, tal como Tú nos creaste.

¿Qué me enseña esta lección?

Cierra los ojos e intenta llevar a tu mente al primer pensamiento que eligió “ver” el mundo físico y abandonar la verdadera Visión que lo mantenía en conexión directa con su Creador.

Ese primer pensamiento sintió la llamada del deseo y dispuso la voluntad al servicio de un impulso que le llevó a querer conocer por sí mismo.

Esa vivencia me recuerda a lo que ocurre con el ser humano cuando alcanza la edad para sentir por sí mismo y para decidir qué rumbo dar a su vida. Es como una recapitulación inscrita en el inconsciente colectivo de la humanidad y que se revive cada vez que alcanzamos la edad en la que degustamos el poder de elegir.

Dejamos atrás un periodo en el que han sido nuestros padres los que han decidido por nosotros, sin embargo, con la pubertad, hemos despertado a la voz de los deseos y sentimientos, los cuales nos invitan a tomar conciencia de nuestra individualidad. Nos descubrimos como seres diferenciados. Observamos que los cuerpos con los que nos identificamos son diferentes unos a otros. 
Mientras que nos encontrábamos en Unión con Dios, todos gozamos de esa unidad. Ahora sin embargo, hemos descubierto la diversidad y experimentamos la separación.

Sí, hemos elegido aprender por nuestra propia vía, pero ocurre que esta decisión nos ha llevado a experimentar el dolor, el miedo, la culpa, la desolación y el sufrimiento.

No es ese el camino que Dios dispuso para nosotros, pero nuestra elección de aprender desconectado de la Guía Divina, nos ha situado en el “camino de la perdición”, el camino de la ilusión, del error.

El perdón, es el antídoto que pone fin a esa vía de sufrimiento, de desesperación, de muerte.

Mantén cerrado tus ojos. Trasládate a ese primer pensamiento que te llevó a la división. Míralo. Tan sólo fue una decisión errónea, pero nunca un pecado. Puedes corregir ese error. Ponlo en manos del Espíritu Santo, pídele Expiación. El corregirá tu mente y podrás ver la rectitud. El perdón disolverá el recuerdo del error y te situará en un contexto nuevo en el que podrás visionar una nueva realidad, pues la Unidad es la puerta que nos conduce a la Plenitud.

Ejemplo-Guía: "Viviendo desde el perdón"

¿Me acompañas? Te preguntarás ¿a dónde?

Quiero andar el camino que me ha de llevar hasta la Salvación. He de decirte, que dicho camino lo recorreré desnudo, bueno, mi único compañero de viaje se llama perdón. Es muy singular, pues cuando tengo hambre me da de comer; cuando siento sed, me da de beber. Cuando quiero conversación, se convierte en mi contertulio y cuando requiero descanso, se transforma en un confortable colchón que me hace sentir en el mismo Cielo.

Sí, ha sido necesario dejar atrás aquellos viejos ropajes que evocaban antiguos recuerdos de sufrimiento, de dolor, de miedos. He dicho adiós, definitivamente, al pasado y le he agradecido su enseñanza, pero ya no la necesito, pues mi alma añora liberarse de las ataduras que me impiden experimentar la eternidad que subyace en cada nuevo presente.

¿Me acompañas? Ya sabes dónde.

¿Cómo lo andaremos? No lo sé. Pero pienso que eso no es lo más importante. Lo verdaderamente importante es que hemos elegido andarlo.

Las piedras que encontremos en la senda, serán distintas piedras, pero no te preocupes por su tamaño; no sientas miedo por su aparente realidad, todas ellas, se disuelven cuando las afrontas desde el perdón. ¿No lo crees? Haz la prueba.

Tu "piedra" se llama "la pérdida de un ser muy querido". Sientes un profundo odio por la persona que le ha causado la muerte y crees que no descansarás hasta que el culpable reciba su merecido. Tu mente y tu corazón se alimentan del odio y del deseo de venganza. Has perdido la paz, y, ese sentimiento, te impide ser feliz. Piensas que esa "piedra", es tan inmensamente grande, que jamás podrás acompañarme hasta el final del camino.

Recuerda que para andar el camino que nos conduce hasta la Salvación, debemos abandonar nuestros viejos ropajes. Si pretendemos realizar esa travesía con el ropaje del odio y de la venganza, pronto nos agotaremos y abandonaremos la aventura.

Es preciso que en nuestra mente se haya producido una llamada que nos invite a ver las cosas de otra manera. Si seguimos creyendo que somos un cuerpo, todo lo que le ocurra a ese cuerpo, nos producirá dolor, pues pensamos que somos la víctima de lo que le ocurre a ese cuerpo. Pero, cuando alcanzamos a comprender el inmenso poder que tiene nuestra mente para fabricar e imaginar, como por ejemplo, la identidad de un cuerpo, entonces podemos elegir utilizar esa mente para que nos permita ver la verdadera realidad.

Sabemos por las enseñanzas recogidas en el Curso, que no hay grados de dificultad para los milagros. Podemos decir, que no hay grados que diferencien las "piedras" que se convierten en los obstáculos que creemos ver en el camino que nos conduce a la Salvación. 


Reflexión: Perdonar, es vivir en paz.

miércoles, 4 de septiembre de 2024

Capítulo 14. IV. Tu papel en la Expiación (2ª parte).

 IV. Tu papel en la Expiación (2ª parte).


4. No tienes que comprender lo que es la creación para hacer lo que tienes que hacer antes de que ese conocimiento cobre sentido para ti. 2Dios no rompe barreras, pues no las creó. 3Cuando las abandonas, desaparecen. 4Dios no puede fracasar, pues jamás ha fracasado en nada. 5Decide que Dios está en lo cierto con respecto a ti, y que eres tú el que está equivocado. 6Él te creó de Sí Mismo, si bien, dentro de Sí Mismo. 7Él sabe lo que eres. 8Recuerda que no hay alternativa a Él. 9No puede haber nadie, por lo tanto, que no goce de Su Santidad, ni nadie que no merezca Su perfecto Amor. 10No dejes de llevar a cabo tu función de amar en un lugar falto de amor que fue engendrado de las tinieblas y el engaño, pues así es como se deshacen las tinieblas y el engaño. 11No te falles a ti mismo, antes bien, ofrécele a Dios y a ti mismo Su irreprochable Hijo. 12A cambio de este pequeño regalo de aprecio por Su Amor, Dios Mismo intercambiará tu regalo por el Suyo.

En realidad, la transgresión conocida como pecado original, responde al deseo de ser diferente de su creador. Si crear es la expansión del amor y su fruto es la eternidad, cualquier otro acto que no sea expandir dicha esencia, carecerá de esa misma condición.

Negar esa verdad, nos llevará a percibir erróneamente la realidad, dicho de otro modo, percibiremos lo ilusorio y lo falso. 

El verdadero valor no se encuentra en lo perecedero, sino en lo eterno. Lo temporal no es real, pues tan sólo lo que no cambia, como la verdad, lo es. 

Cuando expandimos nuestro amor, estamos creando eternidad y estamos creando realidad, esto es, estamos manifestando nuestra divinidad.

5. Antes de tomar cualquier decisión por tu cuenta, recuerda que ya has decidido ir en contra de tu función en el Cielo, y luego reflexiona detenidamente acerca de si quieres tomar decisiones aquí. 2Tu única función aquí es decidir en contra de decidir qué es lo que quieres, reconociendo que no lo sabes. 3¿Cómo ibas a poder, entonces, decidir qué es lo que debes hacer? 4Deja todas las decisiones en manos de Uno que habla por Dios y a favor de tu función tal como Él la conoce. 5De este modo, Él te enseñará a eliminar la tremenda carga que te has echado encima al no amar al Hijo de Dios y al tratar de enseñarle culpabilidad en vez de amor. 6Abandona ese frenético y demente afán que te priva del gozo de vivir con tu Dios y Padre, y de despertar felizmente a Su Amor y a Su Santidad, las cuales, conjuntamente, constituyen lo que es verdad en ti y hacen que seas uno con Él.

Elegir al ego como guía de nuestras decisiones, nos conducirá sin duda al encuentro con el dolor, el sufrimiento y la infelicidad, pues su percepción es errónea y se relaciona con el mundo que le rodea desde la creencia en el miedo y en la culpa.

Las Enseñanzas de Un Curso de Milagros, nos dice que Dios dispuso que su Voz se manifestara a través del Espíritu Santo, cuya Mente Una, nos revela el camino que debemos recorrer para alcanzar la salvación. Por lo tanto, entreguemos a la Voz de Dios, todas nuestras decisiones, para que se convierta en nuestro único y verdadero guía.

6. Una vez que has aprendido a decidir con Dios, tomar decisio­nes se vuelve algo tan fácil y natural como respirar. 2No requiere ningún esfuerzo, y se te conducirá tan tiernamente como si te estuviesen llevando en brazos por un plácido sendero en un día de verano. 3Decidir parece ser algo difícil debido únicamente a tu propia volición. 4El Espíritu Santo no se demorará en contestar cada pregunta que le hagas con respecto lo que debes hacer. 5Él lo sabe. 6El te lo dirá y luego lo hará por ti, 7Y tú, que estás can­sado, verás que ello es más reparador que dormir, 8pues puedes llevar tu culpabilidad a tus sueños, pero no ahí.

Si en verdad queremos que la Voz de Dios guíe nuestros pasos, tendremos que ser honestos y deshacernos de todos las falsas creencias que nos han llevado a pensar que somos nuestros propios creadores. Igualmente, tendremos que abandonar todo deseo de satisfacernos egoístamente de los demás, de ser especial. Tendremos que desaprender el sistema de pensamiento que hasta ahora hemos seguido y estar dispuestos a prestar oídos tan sólo a la Voz que habla por Dios, para distinguir su lenguaje amoroso del lenguaje codicioso empleado por el ego.

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 248

LECCIÓN 248

Lo que sufre no forma parte de mí.

1. He abjurado de la verdad. 2Permítaseme ahora ser igualmente firme y abjurar de la falsedad. 3Lo que sufre no forma parte de mí. 4Yo no soy aquello que siente pesar. 5Lo que experimenta dolor no es sino una ilusión de mi mente. 6Lo que muere, en realidad nunca vivió, y sólo se burlaba de la verdad con respecto a mí mismo. 7Ahora abjuro de todos los conceptos de mí mismo, y de los engaños y mentiras acerca del santo Hijo de Dios. 8Ahora estoy listo para aceptarlo nuevamente como Dios lo creó, y como aún es.

2. Padre, mi viejo amor por Ti retorna, y me permite también amar nue­vamente a Tu Hijo. 2Padre, soy tal como Tú me creaste. 3Ahora recuerdo Tu Amor, así como el mío propio. 4Ahora comprendo que son uno.

¿Qué me enseña esta lección?

"Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa..." Estas palabras forman parte del Acto Penitencial, oración que con frecuencia, utiliza la iglesia católica en sus actos religiosos.

Cuanto dolor encierran. Aún recuerdo el gesto que acompaña su expresión, un triple golpe en el pecho a la altura del corazón, se convierte en nuestra sufrida declaración de que somos indignos pecadores, temerosos de ir a un infierno incandescente, si no conseguimos redimir nuestros pecados con el sacrificio y el dolor.

Qué fácil le resulta al ego mantenernos prisioneros del error. Qué fácil es para él, responder al ataque, con ira, con odio, con venganza. Qué fácil resulta juzgar aquello que no aceptamos de nosotros mismos.

Nuestra voluntad nos ha llevado a renunciar a la verdad y en su lugar, hemos fabricado un mundo de certezas basadas en la ilusión, a las cuales le hemos dado la condición de la verdad.

Nuestra mente se encuentra demasiado ocupada en dar respuestas y buscar soluciones a los múltiples problemas y preocupaciones planteados por el mundo en el que cree vivir. Se encuentra tan sometida al miedo a perder, a la escasez, que no encuentra un solo segundo de paz, de sosiego, de quietud.

El sufrimiento se ha convertido en el modo de vida que caracteriza nuestra existencia. Desde que nacemos, nos enseñan que para ser alguien en la vida, hay que sacrificarse y sufrir para hacernos fuertes. El sufrimiento, parece satisfacer el apetito vengativo de Dios.

Pero nada, por lo que actualmente sufrimos, es real. Somos Hijos del Amor, creados por Amor, y el Amor no puede abandonarnos en manos del sufrimiento y del sacrificio.

Ha sido nuestra creencia en que nos encontramos desconectados de la Gracia de nuestro Creador, de que somos pecadores merecedores de castigo, lo que nos  ha llevado a pensar que el sacrificio nos abrirá las puertas del Cielo y nos purificará de nuestros pecados.

Debemos tener la plena certeza de que Dios nos proveerá de todo cuanto necesitemos, pero para ello, debemos abrir nuestra consciencia y permitir que Él habite en ella.


Ejemplo-Guía: "Entre el sufrimiento y la felicidad, ¿qué eliges?

Lo plantearé de otra manera. Entre el cuerpo y el Espíritu, ¿qué eliges?

No es necesario decirlo más alto. Está lo suficientemente claro. Es tan directo y, al mismo tiempo, sencillo, que tanta claridad nos aturde.

¿Te tambaleas? ¿Y si fuera verdad la afirmación de que no somos aquello con lo que nos hemos estado identificando hasta ahora? ¿Y si fuera verdad de que el ser que cree sufrir no es real, de que todo es fruto de la mente del pensante?

Es lógico, aunque irreal, de que nos tambaleemos cuando, lo que hemos llamado real, nuestras seguridades, nuestras creencias, nuestras posesiones, desaparezca de nuestra mente. ¿Qué será de nosotros?

Alegrémonos, pues nuestro verdadero soporte, no nos ha abandonado nunca. Su Presencia es una Vía de felicidad, a diferencia, como nuestro antiguo soporte, el mundo material, causante permanente de sufrimiento y dolor.


Con Dios y con Su Filiación, nada nos faltará. No hay necesidad de protegernos por miedo a ser atacado. No recelo al dar por miedo a perder. No hay culpa, pues no existe la creencia en el pecado. No hay enfermedad, no hay muerte, no hay tiempo, no hay límites, pues nuestra presencia es la eternidad y es la verdadera vida.


¿Qué vamos a elegir, entre el sufrimiento y la felicidad? ¿Qué vamos a elegir, entre el cuerpo y el Espíritu? ¿Entre la ilusión y la verdad? ¿Entre el miedo y el Amor? ¿Entre el pecado y la inocencia? ¿Entre la escasez y la abundancia?


Reflexión: Cuando creas a un hijo, ¿no lo harías invulnerable al sufrimiento? 

martes, 3 de septiembre de 2024

Capítulo 14. IV. Tu papel en la Expiación (1ª parte).

 IV. Tu papel en la Expiación (1ª parte).

1. Cuando aceptas la inocencia de un hermano ves la Expiación en él. 2Pues al proclamarla en él haces que sea tuya y ves lo que buscabas. 3Mas no verás el símbolo de la inocencia de tu hermano refulgiendo en él mientras todavía creas que no se encuentra en él. 4Su inocencia es tu Expiación. 5Concédesela, y te darás cuenta de la verdad de lo que has reconocido. 6No obstante, para que la verdad pueda ser recibida, tiene primero que ofrecerse, del mismo modo en que Dios se la dio primero a Su Hijo. 7El primero en el tiempo no significa nada, pero el Primero en la eternidad es Dios el Padre, Quien es a la vez Primero y Uno. 8Más allá del Primero no hay ningún otro, pues no hay ninguna secuencia, ni segundo ni tercero, ni nada excepto el Primero.

Cuando la mente, el foco a través expresamos nuestros pensamientos, se pone al servicio del miedo, nos lleva a la visión de la separación, es decir, a la percepción falsa a través de la cual vemos al otro como alguien externo a nosotros y cuyo único objetivo es atacarnos con su manera de percibirnos. Aquello que excluimos en nuestra mente se proyecta fuera de nosotros y adopta la imagen del enemigo, por lo que decidimos protegernos de él, utilizándolo como espejo de nuestras debilidades.

Cuando este punto nos enseña que aceptar la inocencia de un hermano es ver la Expiación en él, está mostrándonos el camino de la salvación, pues en la medida en que corregimos nuestros errores mentales, nuestros pensamientos incorrectos, estaremos, igualmente, corrigiendo nuestra percepción, de modo que sustituiremos lo falso por lo verdadero, y el otro, se convierte en el camino que debemos recorrer compartiendo la esencia que nos ha creado y que nos hace iguales, el amor.

2. Tú que perteneces a la Primera Causa, que fuiste creado por Él a Su Semejanza y como parte de Él, eres mucho más que simple­mente inocente. 2El estado de inocencia es sólo la condición en la que lo que nunca estuvo ahí ha sido eliminado de la mente pertur­bada que pensó que sí estaba ahí. 3Ese estado, y sólo ese estado, es lo que tienes que alcanzar, con Dios a tu lado. 4Pues hasta que no lo alcances, seguirás creyendo que estás separado de Él. 5Tal vez sientas Su Presencia a tu lado, pero no podrás saber que eres uno con Él. 6Esto no se puede enseñar. 7El aprendizaje se ocupa única­mente de la condición en la que ello ocurre por su cuenta.

La condición de Hijo de Dios, no es una conquista que se alcanza cuando se ha perdido dicha condición. Ser el Hijo de Dios es un estado inmutable y eterno que no está sujeto al cambio. No es un estado del ser que por propia decisión adquiere la condición de pecador y tras un proceso de aprendizaje alcanza de nuevo su condición de inocencia.

El Hijo de Dios ha sido creado como parte del Creador, lo que lo hace eternamente puro e inalterable. Creer que el Hijo de Dios puede pecar, es creer que el Hijo de Dios se encuentra separado de Su Creador. Esa creencia ha dado lugar a una situación irreal e imaginaria, a la que se le ha dado un valor del que carece: la realidad.

3. Cuando hayas permitido que todo lo que empaña a la verdad en tu santísima mente sea des-hecho y, consecuentemente, te alces en gracia ante tu Padre, Él se dará a Sí Mismo a ti como siempre lo ha hecho. 2Darse a Sí Mismo es lo único que Él sabe, y así, todo conocimiento consiste en eso. 3Pues lo que Él desconoce no existe, y, por consiguiente, no se puede dar. 4No pidas ser perdonado, pues eso ya se te concedió. 5Pide, más bien, cómo aprender a per­donar y a restituir en tu mente inmisericorde lo que siempre ha sido. 6La Expiación se vuelve real y visible para los que la ponen en práctica. 7Esa es tu única función en la tierra, y debes aprender que eso es lo único que te interesa aprender. 8Hasta que no lo aprendas te sentirás culpable, 9pues en última instancia y sea cual fuere la forma en que tu culpabilidad se manifieste, ésta procede de no llevar a cabo tu función en la Mente de Dios con toda tu mente. 10¿Cómo ibas a poder escapar de esa culpabilidad si dejas de cumplir tu función aquí?

Creernos separados de Dios nos mantiene alimentando permanentemente el error basado en la creencia de que podemos existir separados de Él. Nos sentimos pecadores y buscamos Su Gracia para que perdone nuestros pecados. Pero no nos damos cuenta, de que ese juicio condenatorio nos lleva a condenar al mundo, pues no podemos evitar juzgarlo desde nuestra propia culpa. No nos damos cuenta, de que jamás hemos estado separados de nuestro Padre, al que le hemos otorgado el papel de Juez, al igual como nosotros juzgamos a nuestros hermanos.

Olvidar lo esencial, esto es, olvidar que somos Hijos del Amor, nos lleva a negar la verdad, la cual no es otra que reconocer que como Hijos del Amor, siempre hemos formado parte de Dios.

Este punto nos recuerda, que nuestra función en la tierra es aprender a perdonar y a recordar lo que realmente somos. Cuando aceptamos esa verdad, nuestra percepción se torna verdadera, es decir, nuestra mente deja de servir al miedo y a la creencia en la separación y, en su lugar, se pone al servicio del amor, lo que que nos llevará a reconocer la inocencia en los demás y a liberarnos de las pesadas cadenas de la culpa.