viernes, 29 de noviembre de 2024

Capítulo 16. III. Las recompensas que se derivan de enseñar (2ª parte).

III. Las recompensas que se derivan de enseñar (2ª parte).

4. El propósito de este curso es que aprendas a conocerte a ti mismo. 2Has enseñado lo que eres, pero no has permitido que lo que eres te enseñe a ti. 3Has tenido sumo cuidado en evitar lo obvio, y en no ver la verdadera relación que existe entre causa y efecto, la cual es perfectamente evidente. 4Dentro de ti, no obs­tante, se encuentra todo lo que has enseñado. 5¿Qué parte de ti puede ser la que no lo ha aprendido? 6TIene que ser esa parte que realmente es externa a ti, no porque tú la hayas proyectado, sino porque así es en verdad. 7Y es esa parte que has aceptado dentro de ti la que no es lo que tú eres. 8Lo que aceptas en tu mente no puede realmente cambiarla. 9Las ilusiones no son sino creencias en algo que no existe. 10Y el aparente conflicto entre la verdad y la ilusión solo puede ser resuelto separándote de la ilusión y no de la verdad.

Sócrates le dice: “Querido amigo, hazme caso a mí y a lo que está escrito en Delfos: «Conócete a ti mismo», porque nuestros rivales son estos y no los que piensas. A ellos no los podremos vencer si no es a través del cuidado de ti mismo y de la técnica”. 

La sentencia "Nosce te ipsum" (Conócete a ti mismo) se dice que estaba inscrita en el templo de Apolo en Delfos y se atribuye a alguno de los Siete Sabios o al propio Apolo, que la habría dado como respuesta cuando Quilón (uno de los Siete Sabios) preguntó al oráculo de Delfos qué era lo mejor que podían aprender los hombres.

Jesús, conocedor de esta verdad, nos recuerda en este punto que el propósito de este curso es que aprendamos a conocernos a nosotros mismos. Considero esta invitación la clave esencial que ha de permitirnos enseñar la verdad de la que somos, indudablemente, portadores, pues nuestra condición, nuestro Ser, ha sido creado a Imagen y Semejanza de nuestro Creador.

5. Lo que has enseñado ya ha logrado esto, pues el Espíritu Santo es parte de ti. 2Al haber sido creado por Dios, Él no ha abando­nado ni a Dios ni Su creación. 3Él es a la vez Dios y tú, del mismo modo en que tú eres la vez Dios y Él. 4Pues la Respuesta de Dios a la separación te aportó más que lo que tú trataste de llevarte contigo. 5Él te protegió tanto a ti como a tus creaciones, al mantener unido ti lo que tú quisiste excluir. 6tus creaciones ocuparán el lugar de lo que tú admitiste para reemplazarlas. 7Tus creaciones son muy reales, pues forman parte del Ser que desco­noces. 8Se comunican contigo través del Espíritu Santo, y, para que aprendas a enseñar lo que eres, te ofrecen gustosamente su poder y gratitud por su creación a ti que eres su hogar. 9Tú que eres anfitrión de Dios lo eres también de ellas. 10Pues nada real ha abandonado jamás la mente de su creador. 11Y lo que no es real nunca estuvo en ella.

Conocernos a nosotros mismos lleva implícito un regalo que el ego y su sistema de pensamiento desconoce. Conocernos a nosotros mismos nos hará conscientes de nuestras creaciones, las cuales han quedado veladas tras elegir la separación en nuestra mente.

Elegir enseñar la verdad es un acto de amor y es un acto creador que, al ser compartido con los demás bajo la Visión de Cristo, propiciará la curación en aquellas mentes que se encuentren identificadas con el miedo, el pecado y la culpa.

6. Tú no eres dos seres en conflicto. 2¿Qué puede haber más allá de Dios? 3Si tú, que lo contienes a Él y a quien Él contiene, eres el universo, todo lo demás tiene que estar afuera, donde no existe nada. 4Has enseñado esto, y, desde muy lejos en el universo aun­que no desde más allá de ti mismo, los testigos de tu enseñanza se han congregado para ayudarte a aprender. 5Su gratitud se ha unido a la tuya y a la de Dios para fortalecer tu fe en lo que enseñaste. 6Pues lo que enseñaste es verdad. 7Si eliges estar solo, te excluyes a ti mismo de tu enseñanza y te mantienes separado de ella. 8Pero unido a ellos no puedes sino aprender que sola­mente te enseñaste a ti mismo, y que aprendiste de la convicción que compartiste con ellos.

El Plan de Salvación que Dios ha dispuesto para Su Hijo se convierte en la enseñanza que Él quiere que compartamos con el resto de la Filiación, pues la Salvación solo será posible si enseñamos Su Verdad y la aprendemos conjuntamente con cada uno de nuestros hermanos.

Cuando decidimos enseñar la verdad que hemos conocido en nuestro interior, cuando sabemos lo que somos, nuestra enseñanza llevará siempre ese mensaje de unidad e integración. Enseñaremos que la parte está en el Todo y que el Todo está en la parte.

jueves, 28 de noviembre de 2024

Capítulo 16. III. Las recompensas que se derivan de enseñar (1ª parte).

III. Las recompensas que se derivan de enseñar (1ª parte).

1. Ya hemos aprendido que todo el mundo enseña, y que enseña continuamente. 2Es posible que hayas enseñado bien, pero que no hayas aprendido a aceptar el bienestar que te produce enseñar. 3Si examinases lo que has enseñado, y cuán ajeno es a lo que creías saber, no podrías por menos que darte cuenta de que tu Maestro tuvo que proceder de más allá de tu sistema de pensa­miento. 4Por lo tanto, Él pudo verlo objetivamente y percibir que no era cierto. 5Tuvo que haber hecho eso basándose en un sistema de pensamiento muy diferente, que no tiene nada en común con el tuyo. 6Pues ciertamente lo que Él ha enseñado y lo que tú has enseñado a través de Él, no tiene nada en común con lo que tú enseñabas antes de que Él llegase. 7Y como resultado de ello, has llevado paz allí donde antes había dolor, y el sufrimiento ha de­saparecido para ser reemplazado por la alegría.

El papel que desempeña nuestro hermano en el proceso de enseñar es sumamente importante, pues enseñar es aprender. Si no existiese ese "otro" con el que compartir la enseñanza, no aprenderíamos de esa retroalimentación. En esa dinámica de "dar-recibir", no solo se beneficia la persona que recibe, sino también la que da. En este sentido, "maestro-alumno" forma una unidad que no debe ser dividida, pues, si lo fuese, el aprendizaje no tendría lugar.

Cuando somos conscientes de que la dinámica descrita es cierta, es una realidad, pues se basa en la verdad de lo que somos, partes del Todo. El enseñar se convierte en una experiencia de bienestar, pues, cuando enseñamos, estamos realizando nuestra función en este mundo, ya que la enseñanza facilita el proceso de sanación, al compartir lo que es verdad.

2. Puede que hayas enseñado lo que es la libertad, pero no has aprendido a ser libre. 2Anteriormente dije: "Por sus frutos los conoceréis y ellos se conocerán a sí mismos". 3Pues es indudable que te juzgas a ti mismo de acuerdo con lo que enseñas. 4Las ense­ñanzas del ego producen resultados inmediatos porque aceptas sus decisiones inmediatamente como tu elección. 5esa acepta­ción significa que estás dispuesto a juzgarte a ti mismo de igual modo. 6Causa y efecto están claramente definidos en el sistema de pensamiento del ego, pues todo tu aprendizaje ha estado encau­zado a establecer la relación que hay entre ellos. 7¿Y cómo no ibas a tener fe en lo que tan diligentemente te enseñaste a creer? 8Recuerda, no obstante, cuánto cuidado has ejercido al elegir sus testigos, y cuánto al evitar los que hablan en favor de la causa de la verdad y de sus efectos.

La ley de causa y efecto no es entendida, de igual modo, por el sistema de pensamiento del ego que por el sistema de pensamiento del Espíritu Santo. El ego determina por sus observaciones e investigaciones (acto mental de fragmentar el Todo) que la causa se encuentra siempre en el pasado y que el efecto se encuentra siempre en el futuro. En esta formulación, el presente queda totalmente excluido. Bajo esa perspectiva basada en la creencia de la percepción temporal, en el futuro cosecharemos lo que hemos sembrado en el pasado, lo que está propiciando que el presente esté ocupado con recuerdos del pasado y tiñendo del color del miedo cualquier perspectiva de futuro, pues este será la continuidad del pasado y donde el miedo se perpetuará.

El Espíritu Santo nos enseña que causa y efecto forman una unidad que se manifiesta en el estado presente, pues el efecto no puede existir sin la causa, la cual, cuando se expresa en el acto creativo, pasa a adquirir la condición de efecto. Si la causa es el amor, su creación produce su expansión, esto es, su efecto. Este acto es inmediato, no tiene que esperar el transcurrir de las secuencias temporales para tomar consciencia de ello, es decir, no tendremos que esperar a los efectos que se producen en el futuro, cuando en verdad la elección de amar la tomamos en el presente.

3. ¿No te demuestra el hecho de que no hayas aprendido lo que has enseñado que no percibes a la Filiación como una? 2¿Y no te demuestra ello también que no te consideras a ti mismo uno? 3Pues es imposible enseñar eficazmente si se carece de convicción, y es igualmente imposible que la convicción se encuentre fuera de ti. 4Jamás podrías haber enseñado lo que es la libertad a no ser que creyeses, en ella. 5Lo que enseñaste, pues, tuvo que haber proce­dido de ti. 6Sin embargo, es evidente que no conoces el Ser que eres, y que no lo reconoces pesar de que está activo. 7Lo que está activo tiene que estar presente. 8Y sólo si niegas Sus obras podrías negar Su presencia.

Cuando enseñamos "de boca para afuera", esto es, sin convicción, nuestra enseñanza estará vacía y no realizará su función, la de alumbrar el camino que ha de llevarnos a la sanación de nuestra mente. Al carecer de convicción, las propiedades de lo que enseñamos carecerán de la luz suficiente como para difuminar la oscuridad que nos mantiene prisioneros de la ignorancia. Esa falta de convicción oculta las dudas que albergamos sobre nuestra verdadera identidad espiritual. Esta certeza nos exige un acto de confirmación de nuestra fe en las enseñanzas que recibimos a través del Espíritu Santo. El poder de atracción que ejerce en este mundo el sistema de pensamiento del ego debilita nuestra fortaleza, pues tenemos la sensación de caminar en una realidad dividida, donde podemos elegir el camino que nos plazca y cuando nos plazca. Lo que debemos recordar, siempre, es que elegir la dualidad es negar la verdad, es negar la tutela del Maestro que Dios nos ofrece para nuestra enseñanza.

miércoles, 27 de noviembre de 2024

Capítulo 16. II. El poder de la santidad (3ª parte).

II. El poder de la santidad (3ª parte).

7. Éste es un año de júbilo, en el que escucharás cada vez más y en el que la paz aumentará en igual medida. 2Tanto el poder de la santidad como la debilidad del ataque se están llevando a tu con­ciencia. 3Y esto se ha logrado en una mente que está firmemente convencida de que la santidad es debilidad y el ataque poder. 4¿No es este milagro prueba suficiente de que tu Maestro no pro­cede de ti? 5Pero recuerda también que cada vez que escuchaste Su interpretación los resultados te produjeron júbilo. 6¿Preferi­rías acaso los resultados de tu interpretación, teniendo en cuenta honradamente cuáles han sido dichos resultados? 7Dios dispone para ti algo mejor. 8¿No podrías contemplar con más caridad a quien Dios ama con perfecto amor?

La paz aumentará en nuestra consciencia en la medida en que dejamos de seguir al guía incorrecto y depositamos toda nuestra confianza en Aquel que habla por la Voz del Padre.

Me encuentro entre los que podemos dar testimonio de la evolución que se está produciendo en nuestra mente. La voluntad de ver las cosas de otra manera, de percibir correctamente, de conocer nuestra verdadera naturaleza y la de los demás, produce vivencias de júbilo y alegría. Estos estímulos fortalecen mi visión y me aportan fuerza para continuar siguiendo las enseñanzas del Espíritu Santo.

8. No hagas interpretaciones que se opongan al Amor de Dios, pues tienes muchos testigos que hablan de él tan claramente, que sólo los ciegos y los mudos podrían no verlos ni oírlos. 2Decídete este año a no negar lo que Dios te ha dado. 3Despierta y compár­telo, pues ésa es la única razón por la que Él te ha llamado. 4Su Voz ha hablado claramente, pero tienes muy poca fe en lo que oíste debido a que has preferido tener más fe en el desastre que has ocasionado. 5Resolvamos hoy juntos aceptar las buenas nue­vas de que ese desastre no es real, y de que la realidad no es un desastre. 6La realidad es algo seguro, está a salvo y es completamente bondadosa con todo el mundo y con todas las cosas. 7No hay amor más grande que aceptar esto y alegrarse. 8Pues el amor sólo pide que seas feliz, y te dará todo lo que contribuya a tu felicidad.

Una vez que se percibe correctamente el destello de la verdad, se despierta en nuestro interior el motivador deseo de que esa nueva percepción sea la que gobierne nuestras vidas. La búsqueda de la paz, de la felicidad, en el mundo exterior, cesará y dará paso a una nueva percepción, la cual nos inspirará que esa paz y esa felicidad forman parte de nuestra verdadera identidad espiritual.

Compartir con el mundo que nos rodea y, en especial, con nuestros hermanos esa visión transformará completamente nuestras vidas.

9. El Espíritu Santo jamás ha dejado de resolver por ti ningún problema que hayas puesto en Sus manos, ni jamás dejará de hacerlo. 2Cada vez que has tratado de resolver algo por tu cuenta, has fracasado. 3¿No es hora ya de que conectes todos estos hechos y te des cuenta de lo que significan? 4Éste es el año en que debes poner en práctica las ideas que se te han dado. 5Pues las ideas son fuerzas poderosísimas que deben ponerse en práctica y no dejar en desuso. 6Ya te han dado suficientes pruebas de su poder como para que desees depositar tu fe en ellas y no en su negación. 7Dedica este año a la verdad y déjala obrar en paz. 8Ten fe en Aquel que tiene fe en ti. 9Piensa en lo que realmente has visto y oído, y acéptalo. 10¿Cómo puedes estar solo con seme­jantes testigos? 

Reconozco que, en ocasiones, nuestra falta de fe se manifiesta en forma de impaciencia a la hora de encontrar la respuesta del Espíritu Santo, cuando hemos puesto en sus manos las cuestiones que nos privan de paz y sosiego. Esa impaciencia es una muestra de que estamos cayendo en la trampa del ego, esto es, estamos creyendo que la respuesta debe ser aquella que nosotros deseamos y que más nos beneficia. Pero ello denota un desconocimiento de la integridad de la experiencia. Esa integridad, es decir, el conocer todas las partes del todo, tan solo está en manos del Espíritu Santo.

Por lo tanto, reforcemos nuestra fe y nuestra confianza en la respuesta del Espíritu Santo, pues Él lo resolverá. 

martes, 26 de noviembre de 2024

Capítulo 16. II. El poder de la santidad (2ª parte).

II. El poder de la santidad (2ª parte).

4. Has obrado milagros, pero es muy evidente que no los has obrado solo. 2Cada vez que te extendiste hasta otra mente y te uniste a ella tuviste éxito. 3Cuando dos mentes se unen y compar­ten una idea por igual, se establece el primer eslabón de la con­ciencia de que la Filiación es una. 4Cuando estableces esta unión tal como el Espíritu Santo te pide, y se la ofreces para que Él se valga de ella como crea conveniente, la percepción que natural­mente tiene de dicho regalo le permite a Él comprenderla, y a ti usar Su comprensión en beneficio propio. 5Es imposible conven­certe de la realidad de lo que sin duda se ha logrado por el hecho de haber estado tú dispuesto a ello, mientras creas que a menos que tú lo entiendas no es real.

Reconocer que la unidad está en el Todo y que el Todo se encuentra en la unidad es conocer la Verdad que rige en las Leyes del Cielo y en la esencia con la que hemos sido creados, de la cual somos portadores potenciales y debemos extenderla para que nuestras obras sean creadoras de Vida.

El milagro es una expresión de esa Verdad. Es el reconocimiento de que formamos una unidad con el Todo, esto es, con la Filiación Divina, con la Creación de Dios, Fuente de Ese Todo.

Cada vez que nos unimos a la mente de un hermano, estamos activando las leyes de la creación y propiciando que las mentes milagrosas se unan. Poner al servicio del Espíritu Santo esa Visión le permitirá extender la fuerza del Amor hacia otras mentes, pues el amor actuará como una llamada a formar parte, de manera consciente, en el plan de salvación.

5. ¿Cómo puedes tener fe en la realidad mientras sigas empeñado en querer hacerla irreal? 2¿Crees realmente que te encuentras más salvo afirmando que las ilusiones son reales que aceptando jubilosamente la verdad tal como es y dando gracias por ella? 3Honra la verdad que se te ha dado, y regocíjate de que no la comprendas. 4Los milagros son algo natural para Aquel que habla por Dios, 5pues Su tarea es traducir el milagro al conocimiento que repre­senta, pero que se encuentra vedado para ti. 6Permite que el entendimiento que Él tiene de los milagros te baste, y no les vuel­vas la espalda a los testigos que Él te ha dado, quienes dan fe de Su realidad.

No debemos preocuparnos si no entendemos la verdad que se nos ha dado. Si hemos estado identificados con una falsa realidad, si hemos permanecido dormidos experimentando pesadillas en nuestro sueño, si nos hemos desvinculado del Conocimiento por perseguir satisfacer nuestros deseos de ver de forma diferente, es lógico que ahora no comprendas esa verdad. Lo único que se nos pide es que renunciemos a seguir eligiendo como guía al ego y que dejemos de rendir culto a su sistema de pensamiento. Lo único que se nos pide es que movilicemos nuestra voluntad en otra dirección, que veamos las cosas de otra manera, que dejemos de juzgar el mundo que nos rodea y que confiemos en el único guía que nos llevará por el camino correcto.

El Plan de Salvación que Dios ha dispuesto para Su Hijo ha de despejar todas nuestras dudas, pues lo único que nos pide es que reconozcamos la unidad que nos mantiene unidos a nuestros hermanos.

6. No hay prueba que pueda convencerte de la verdad de lo que no deseas. 2No obstante, tu relación con Él es real. 3No veas esto con miedo, sino con regocijo. 3Aquel que invocaste está contigo. 5Dale la bienvenida y honra a los testigos que te traen las buenas nuevas de Su llegada. 6Es cierto, tal como temes, que reconocerlo a Él supone la negación de todo lo que crees saber. 7Pero lo que crees saber nunca fue verdad. 8¿De qué te sirve aferrarte a ello y negar las pruebas en favor de la verdad? 9Pues estás demasiado cerca de la verdad como para poder renunciar a ella ahora, y no podrás sino ceder ante su irresistible atracción. 10Puedes demorar esto ahora, pero sólo por un tiempo. 11El Anfitrión de Dios te ha llamado y tú le has oído. 12Nunca jamás volverás a estar completamente dispuesto a no escuchar.

Si creemos que somos el Hijo de Dios, si creemos en esa verdad, entonces, no dudaremos a la hora de elegir a qué guía seguir. 

Si elegimos al ego, cuyo sistema de pensamiento está basado en la creencia en la separación, no comprenderemos el plan de salvación y seguiremos viendo a nuestros hermanos como nuestros potenciales enemigos, de los cuales tendremos que defendernos.

Si elegimos al Espíritu Santo, cuyo sistema de pensamiento está basado en la creencia en la unidad, honraremos a todos los testigos que nos hablarán de su enseñanza, de la vivencia de la unidad.

Es hora de elegir.

lunes, 25 de noviembre de 2024

Capítulo 16. II. El poder de la santidad (1ª parte).

II. El poder de la santidad (1ª parte).

1. Puede que aún pienses que no es posible entender lo que es la santidad porque no puedes ver cómo se puede extender de manera que incluya a todo el mundo. 2se te ha dicho que para que sea santa tiene que incluir a todo el mundo. 3La extensión de la santidad no es algo que te deba preocupar, pues no compren­des la naturaleza de los milagros. 4Tampoco eres tú el que los obra. 5Esto lo demuestra el hecho de que los milagros se extien­den más allá de los límites que tú percibes. 6¿Por qué preocuparte por cómo se va a extender el milagro a toda la Filiación cuando no entiendes lo que es el milagro? 7Un atributo no es más difícil de entender que el todo del que forma parte. 8Si los milagros existen, sus atributos tienen que ser milagrosos al ser parte de ellos.

Cuando nuestra mente sirve a los intereses del ego, a su sistema de pensamiento, estará totalmente identificada con el tiempo, lo que significa que la vida es percibida como el transcurrir cíclico entre el pasado y el futuro. El mundo percibido responde a ese ciclo temporal, el cual se convierte en uno de los principales argumentos utilizados por el ego para asegurar su existencia.

Prisionero de esa percepción, el ego no cree en el presente, le pasa inadvertido, al ocuparlo con el recuerdo del pasado y con las expectativas del futuro. Las consecuencias que se derivan de esa percepción nos impiden ver y entender el inmenso poder que ofrece cada presente, el cual se nos presenta libre de las pesadas cargas del pasado y libre de los miedos de un futuro incierto. Ese instante presente pasa inadvertido, y el ego se pierde el hermoso espectáculo que nos brinda ser consciente de cada presente, donde tenemos la oportunidad de perdonar el pasado y quedar libres de la carga de la culpabilidad.

Es en el presente, en el instante, en el ahora, donde podemos ser testigos del poder milagroso del amor. Debemos dejar en manos del Espíritu Santo la capacidad para extender ese poder y compartirlo donde sea necesario. Nuestra función en esa ecuación es ofrecernos en el instante presente con el único propósito de ser conscientes de lo que realmente somos, pues no existe otra secuencia temporal donde podamos llevar a cabo el despertar espiritual que nos sacará del sueño de la muerte.

2. Existe una tendencia a fragmentar, y luego a ocuparse de la verdad de una pequeña porción del todo. 2Eso no es más que un intento, de evitar el todo o de no querer contemplarlo, concen­trándote en lo que crees que te sería más fácil entender, 3lo cual no es sino otra manera en la que aún tratas de limitarte a tu propio entendimiento. 4Otra manera de considerar los mila­gros -que es mucho mejor y más útil- es ésta: los milagros son algo que no entiendes ni total ni parcialmente. 5Pero se han mani­festado a través de ti. 6Por lo tanto, tu entendimiento no es nece­sario. 7Mas sigue siendo imposible llevar a cabo lo que no entiendes. 8Así que debe haber Algo en ti que sí entiende.

La creencia en la separación tiene su origen en el deseo de ser diferente, de ser especial, de utilizar el libre albedrío para ver de otra manera. La Visión de Dios es Una, como Una es Su Creación. El lazo de unión que establece esa igualdad en lo creado por Dios es Su Fuente: La Mente de Dios Emanó de Sí Misma la identidad de Su Hijo, compartiendo Su misma Imagen y Semejanza. 

Su Hijo, dotado de ese poder creador, elige ver de otra manera, y la Mente Integral se convierte en una mente fragmentada, lo que le lleva a desconectarse del Conocimiento y elige percibir. Ese proceso de percepción se caracteriza por su poder fragmentador. El deseo de conocer lleva a la mente a seccionar lo percibido en un intento de dar significado a lo desconocido. En ese proceso, la Unidad queda dividida en pequeñas porciones de lo que es el Todo.

El ego no entiende los milagros. Sin embargo, la Mente sigue siendo el canal a través del cual comparte el poder milagroso. Dicho poder emana de la esencia creadora del Amor, cuya Fuente es Dios. Al ser Hijos de Dios, nuestra esencia tiene la capacidad para obrar milagros. Ello se hace posible cuando nos ponemos al servicio de nuestro Ser y de la Mente Recta, el Espíritu Santo.

3. Es imposible que los milagros te parezcan naturales porque lo que has hecho para hacerle daño a tu mente, la ha vuelto tan anti­natural que no recuerda lo que le es natural. 2cuando se te dice lo que es natural, no puedes comprenderlo. 3El reconocimiento de que la parte es igual al todo y de que el todo está en cada parte es perfectamente natural, pues así es como Dios piensa, y lo que es natural para Él es natural para ti. 4Una percepción completamente natural te mostraría de inmediato que es imposible que haya gra­dos de dificultad en los milagros, pues ello estaría en contradic­ción con su significado. 5si pudieses comprender su significado, sus atributos no podrían causarte perplejidad.

El Curso nos enseña que los milagros trascienden la manifestación del tiempo, pues no responden a la percepción que se encuentra sustentada por la creencia en la separación. 

La pérdida del Conocimiento, lleva al ego a escudriñar el mundo que percibe. Su intención no es otra que superar el miedo que le produce la pérdida de ese Conocimiento. El modo en cómo su sistema de pensamiento trata de acallar ese miedo a la ignorancia le lleva a perpetuar aún más dicha ignorancia, pues, en sus investigaciones, la verdad queda tan fragmentada que es incapaz de reconocerla, aunque se dibuje con bellos colores.