sábado, 4 de mayo de 2024

Capítulo 9. II. La respuesta a la oración.

 II. La respuesta a la oración.


1. Todo aquel que haya tratado alguna vez de usar la oración para pedir algo ha experimentado lo que aparentemente es un fracaso. 2Esto es cierto no sólo en relación con cosas específicas que pudie­ran ser perjudiciales, sino también en relación con peticiones que están completamente de acuerdo con lo que este curso postula. 3Esto último, en particular, puede interpretarse incorrectamente como una prueba de que el curso no es sincero en lo que afirma. 4Tienes que recordar, no obstante, que el curso afirma, y repetidamente, que su propósito es ayudarte a escapar del miedo.

Este apartado, sin duda alguna, puede ser interpretado por nuestra mente como un interesante reto para ser aceptado por nuestras creencias, incluso aquellas que consideramos más valiosas, pues nos lleva a identificarnos con nuestro estado de consciencia más espiritual.

Sí, la oración, cuando la usamos para pedir, nos está revelando un estado de carencia en nuestra conciencia. Este Curso nos ayuda a recordar que somos Hijos de Dios y, como tal, hemos heredado Su Misma Condición, esto es, la Perfección. De igual modo, el Curso, nos revela que el Hijo de Dios se ha identificado con la fabricación de un mundo distinto al creado por Su Padre, llevándole a la falsa creencia de que es un ser imperfecto y pecaminoso.

El Hijo de Dios es Perfecto, por lo que el uso correcto de la oración no es otro que el compartir Su Estado de Perfección. La oración es utilizada para expandir la Esencia del Amor, que es su verdadera identidad.

El mundo ilusorio fabricado por el hijo de Dios, ha dado lugar a la naturaleza egoica, la cual habita en la creencia del miedo y de la carencia. De ahí, que la oración se utilice como un mecanismo para conseguir satisfacer la voz que emana desde la necesidad.

2. Supongamos, pues, que lo que le pides al Espíritu Santo es lo que realmente deseas, pero aún tienes miedo de ello. 2Si ese fuese el caso, obtenerlo ya no sería lo que deseas. 3Por eso es por lo que algunas formas específicas de curación no se logran, aun cuando se haya logrado el estado de curación. 4Un individuo puede pedir ser curado físicamente porque tiene miedo del daño corporal. 5Al mismo tiempo, si fuese curado físicamente, la amenaza que ello representaría para su sistema de pensamiento podría causarle mucho más miedo que la manifestación física de su aflicción. 6En ese caso no estaría pidiendo realmente que se le liberase del miedo, sino de un síntoma que él mismo eligió. 7Por lo tanto, no estaría pidiendo realmente ser curado.

Sinceramente, si tuviésemos la firme creencia de que somos el Hijo de Dios y que gozamos de su eterna Plenitud, ¿nos sentiríamos escasos? ¿Qué más podríamos desear, cuando lo somos Todo? ¿Qué sentido tendría entonces la oración que usamos para pedir aquello que creemos necesitar, si el Amor no tiene carencia?

Utilicemos la oración para dar gracias de nuestro despertar; por haber recordado lo que somos; para compartir con nuestros hermanos la dicha de la Unidad; para negar el miedo y la separación.

3. La Biblia subraya que toda oración recibirá respuesta, y esto es absolutamente cierto. 2El hecho mismo de que se le haya pedido algo al Espíritu Santo garantiza una respuesta. 3Es igualmente cierto, no obstante, que ninguna de las respuestas que Él dé incrementará el miedo. 4Es posible que Su respuesta no sea oída. 5Es imposible, sin embargo, que se pierda. 6Hay muchas respues­tas que ya has recibido pero que todavía no has oído. 7Yo te ase­guro que te están esperando.

Si en nuestra oración, pedimos desde el miedo, desde la carencia, no podemos pretender, que la respuesta alimente aún más ese miedo. El Espíritu Santo, responderá a nuestra petición con un mensaje de Amor: “deja de tener miedo y ama”. Pero, quizás esa respuesta no sea la que nosotros necesitamos oír, pues, en verdad, no estamos dispuestos a sustituir nuestros miedos por Amor, porque no estamos dispuestos a Ser Amor, en vez de seres separados y egoístas.

Seguro, que muchos de nosotros, podríamos narrar historias vividas en la que el sufrimiento nos ha llevado a elevar nuestro rostro al cielo y orar al Padre con una petición de que nos librara de ese momento de dolor (guerras, pérdida de seres queridos, enfermedades, pobreza, hambre, maltratos, violaciones, etc).

Nos podemos sorprender en ese acto de petición, solicitando a nuestro Hacedor, que castigue a aquel que nos causa el dolor, que nos libere de nuestros miedos. Obrando de este modo, estaríamos pidiendo a Dios que hiciese real lo ilusorio, que diese identidad al miedo y a la carencia. Tan sólo el ego ve aquello que ha fabricado. Pero está tan profundamente sumido en su sueño, que es incapaz de ver que todo es una ilusión.

Dios es nuestro Ser. Somos una Expansión de Él. Se encuentra en nuestro interior, al igual que nosotros nos encontramos en Él. El Amor es nuestra verdadera identidad y el Amor, al no ver el miedo, es el único estado sanador de nuestra existencia.

4. Si quieres tener la certeza de que tus oraciones son contestadas, nunca dudes de un Hijo de Dios. 2No pongas en duda su palabra ni lo confundas, pues la fe que tienes en él es la fe que tienes en ti mismo. 3Si quieres conocer a Dios y Su Respuesta, cree en mí cuya fe en ti es inquebrantable. 4¿Cómo ibas a poder pedirle algo al Espíritu Santo sinceramente, y al mismo tiempo dudar de tu her­mano? 5Cree en la veracidad de sus palabras por razón de la ver­dad que mora en él. 6Te unirás a la verdad en él, y sus palabras serán verdaderas. 7Al oírlo a él me oirás a mí. 8Escuchar la verdad es la única manera de poder oírla ahora y de finalmente conocerla.

La duda a la que se refiere este punto es un estado de carencia y nos revela que hemos
sustituido nuestra verdadera identidad, el Amor, por los ropajes de la ilusoria identidad del ego. El Amor no ve la duda; su lenguaje es la Unidad de la Filiación. La Percepción Verdadera nos permite vislumbrar la puerta que nos conduce al Conocimiento. El ego a no ser real se alimenta de su propio desconocimiento, la ignorancia, la cual da lugar a la errónea creencia en la separación. En este sentido, tan sólo la oración dirigida al Espíritu Santo será respondida, si lleva el sello de la certeza que nos confraterniza en la Unidad con el Hijo de Dios.

5. El mensaje que tu hermano te comunica depende de ti. 2¿Qué te está diciendo? 3¿Qué desearías que te dijese? 4Lo que hayas decidido acerca de tu hermano determina el mensaje qué recibes. 5Recuerda que el Espíritu Santo mora en él, y Su Voz te habla a través de él. 6¿Qué podría decirte un hermano tan santo, excepto la verdad? 7Mas ¿le escuchas? 8Es posible que tu hermano no sepa quién es, pero en su mente hay una luz que sí lo sabe. 9El resplandor de esta luz puede llegar hasta tu mente, infundiendo verdad a sus palabras y haciendo posible el que las puedas oír. 10Sus palabras son la respuesta que el Espíritu Santo te da a ti. 11¿Es la fe que tienes en tu hermano lo suficientemente grande como para permitirte oír dicha respuesta?

Poco más podemos añadir a este punto, en el que se nos brinda a mirar en nuestro interior y encontrar las respuestas que nos plantean. En nuestro hermano reside nuestra salvación.

Cuando escribo estas reflexiones, al repasar la Lección de hoy del Libro de Ejercicios, la lección 298, que se titula “Te amo, Padre, y amo también a Tu Hijo”, recordé el Ejemplo-Guía que elegí para dicha ocasión. Os dejo parte de su contenido, el cual puede ser consultado, en el siguiente enlace:

https://aprendiendouncursodemilagros.blogspot.com/2017/10/ucdm-libro-de-ejercicios-leccion-298.html

Ejemplo-Guía: "El Camino que nos conduce al Cielo, no podemos andarlo solo"

“A medida que te acercas a un hermano te acercas a mí, y a medida que te alejas de él, la distancia entre tú y yo aumenta. La salvación es una empresa de colaboración. No la pueden emprender con éxito aquellos que se desvinculan de la Filiación porque al hacer eso se desvinculan de mí. Dios acudirá a ti sólo en la medida en que se Lo ofrezcas a tus hermanos. Aprende primero de ellos, y estarás listo para oír a Dios. Eso se debe a que el Amor sólo tiene una función”. (T-4.VI.8.1-6)
 
6. No puedes rezar sólo para ti, de la misma manera en que no puedes encontrar dicha sólo para ti. 2La oración es la re-afirma­ción de la inclusión, dirigida por el Espíritu Santo de acuerdo con las leyes de Dios. 3En tu hermano reside tu salvación. 4El Espíritu Santo se extiende desde tu mente a la suya, y te contesta. 5No puedes oír la Voz que habla por Dios sólo en ti, porque no estás solo. 6Su respuesta va dirigida únicamente a lo que eres. 7No podrás saber la confianza que tengo en ti a no ser que la extien­das. 8No tendrás confianza en la dirección que te ofrece el Espí­ritu Santo, o no creerás que es para ti, a menos que la oigas en otros. 9Tiene que ser para tu hermano por el hecho de que es para ti. 10¿Habría acaso creado Dios una Voz que fuese sólo para ti? 11¿Cómo podrías oír Su respuesta, excepto cuando el Espíritu Santo responde a todos los Hijos de Dios? 12Oye de tu hermano lo que quisieras que yo oyese de ti, pues tú no querrías que yo fuese engañado.

“No puedes oír la Voz que habla por Dios sólo en ti, porque no estás solo”. 
Esta frase, merece una profunda y sincera reflexión. En ese encuentro interior, no podremos invitar al ego y sus creencias. El ego, cuando hace uso de la oración, siempre lo hace en beneficio propio. Su ingenuidad e ignorancia a veces es tan demencial que le lleva a elevar su mirada al cielo para pedirle a Dios, cuestiones tan banales como que nuestro equipo de fútbol favorito gane la contienda en detrimento del otro equipo.

El hombre de este mundo, ha levantado altares donde venerar a su Dios particular. Ha fabricado estandartes en nombre de ese “dios” para que encabezase sus ejércitos en las contiendas que los enfrentaría a los que ha dado la identidad de sus enemigos. En su máxima arrogancia, pleno de ignorancia, ha elevado sus súplicas a su “dios” para que le llevase a la victoria en sus hazañas bélicas. La historia de este mundo está repleta de dichas hazañas y a pesar del sufrimiento aportado al propio hombre, seguimos percibiendo como esa historia demente se repite una y otra vez.

No podemos pretender alcanzar la salvación solos, pues en verdad, nuestra realidad no es el ego. Nuestra Causa es el Amor y el Amor es Unidad. Dios no nos creó separados. No somos el único Hijo de Dios, si no el Hijo de Dios, la Filiación Divina.

7. Al igual que Dios, yo te quiero por razón de la verdad que mora en ti. 2Tal vez tus engaños te engañen a ti, pero a mí no me pueden engañar. 3Puesto que sé lo que eres, no puedo dudar de ti. 4Oigo sólo al Espíritu Santo en ti, Quien me habla a través de ti. 5Si me quieres oír, oye a mis hermanos en quienes la Voz que habla por Dios se expresa. 6La respuesta a todas tus oraciones reside en ellos. 7Recibirás la respuesta a medida que la oigas en todos tus hermanos. 8No escuches nada más, pues, de lo contra­rio, no estarás oyendo correctamente.

La Voz de Dios, es compartida por toda Su Filiación. Pretender andar el Camino en solitario es una ilusión inspirada por el ego.

8. Cree en tus hermanos porque yo creo en ti, y aprenderás que está justificado que yo crea en ti. 2Cree en mí creyendo en ellos, en virtud de lo que Dios les dio. 3Te contestarán si aprendes a pedir­les solamente la verdad. 4No pidas bendiciones sin bendecirlos, pues sólo de esta manera puedes aprender cuán bendito eres. 5Al seguir este camino estarás buscando la verdad en ti. 6Esto no es ir más allá de ti mismo, sino hacia ti mismo. 7Oye únicamente la Respuesta de Dios en Sus Hijos, y se te habrá contestado.

Si realmente somos la Filiación de Dios, todos y cada uno de nosotros somos portadores de la Unidad, la verdadera Causa de nuestra creación. El pacto de Amor que nace con nuestra creación nos lleva a caminar junto al resto de nuestros hermanos con el único propósito de compartir lo que somos: Espíritus de Amor, que unidos formamos la Filiación de Dios.

9. No creer es estar en contra, o atacar. 2Creer es aceptar, y tam­bién ponerse de parte de aquello que aceptas. 3Creer no es ser crédulo, sino aceptar y apreciar. 4No puedes apreciar aquello en lo que no crees ni puedes sentirte agradecido por algo a lo que no le atribuyes valor. 5Por juzgar se tiene que pagar un precio porque juzgar es fijar un precio. 6Y el precio que fijes es el que pagarás.

Cuando creemos, aceptamos lo que somos. Cuando dudamos, estamos renegando de la verdad, y estamos alimentando las falsas creencias del ego, esto es, renegamos de lo que realmente somos. La duda nos desconecta de la verdad, de la unidad. La visión de la duda, nos lleva a ver al otro como el enemigo que nos amenaza con un ataque personal. Para protegernos de ese ataque, la mente de ego se disocia y proyecta en el otro aquello en lo que cree, dando lugar a juicios condenatorios que nos alejan más y más de la verdad.

10. Si pagar se equipara con obtener, fijarás el precio bajo, pero exigirás un alto rendimiento. 2Te habrás olvidado de que poner precio es evaluar, de tal modo que el rendimiento que recibes es directamente proporcional al valor atribuido. 3Por otra parte, si pagar se asocia con dar no se puede percibir como una pérdida, y la relación recíproca entre dar y recibir se reconoce. 4En este caso se fija un precio alto debido al valor del rendimiento. 5Por obtener hay que pagar un precio: se pierde de vista lo que tiene valor, haciendo inevitable el que no estimes lo que recibes. 6Al atribuirle poco valor, no lo apreciarás ni lo desearás.

El ego adquiere identidad cuando el Hijo de Dios decide ver un mundo diferente al de Su Padre. En ese nuevo mundo, en el que percibe la separación entre los personajes que lo habitan, la carencia ha sustituido a la abundancia propia del estado paradisíaco del mundo divino. Esa carencia le lleva a la necesidad de obtener unido al deseo de poseer para proteger su seguridad de subsistencia. El ego cree que dando pierde lo que tiene, por lo que su política existencial le lleva a obtener beneficios de sus relaciones con los demás. El egoísmo aparece como el error de rendir culto al cuerpo y de haber olvidado su verdadera identidad.

11. Nunca te olvides, por consiguiente, de que eres tú el que deter­mina el valor de lo que recibes, y el que fija el precio de acuerdo con lo que das. 2Creer que es posible obtener mucho a cambio de poco es creer que puedes regatear con Dios. 3Las leyes de Dios son siempre justas y perfectamente consistentes. 4Al dar, recibes. 5Pero recibir es aceptar, no tratar de obtener algo. 6Es imposible no tener, pero es posible que no sepas que tienes. 7Estar dispuesto a dar es reconocer que tienes, y sólo estando dispuesto a dar puedes reconocer lo que tienes. 8Lo que das, por lo tanto, equivale al valor que le has adjudicado a lo que tienes, al ser la medida exacta del valor que le adjudicas. 9Y esto, a su vez, es la medida de cuánto lo deseas.


Es evidente que este punto pone en peligro la mayoría de los sistemas capitalistas que rigen nuestro mundo, que no son más que el fruto de nuestras fabricaciones mentales. El resultado de habernos identificados con un mundo de carencia donde lo principal es obtener y poseer para garantizarnos una vida plena de efímera felicidad.

Al olvidar la conexión que nos une a Dios y a su Plenitud, hemos olvidado, igualmente, que somos abundantes y no carecemos de nada. Es por ello que este punto nos recuerda que es imposible no tener, pero es posible que no sepamos lo que tenemos. El ego no da porque en su ignorancia piensa que no tiene. Esto es así, porque lo que damos equivale al valor que le hemos adjudicado a lo que tenemos.

12. Así pues, sólo puedes pedirle algo al Espíritu Santo dándole algo, y sólo puedes darle algo allí donde lo reconoces. 2Si recono­ces al Espíritu Santo en todos, imagínate cuánto le estarás pidiendo y cuánto habrás de recibir. 3Él no te negará nada porque tú no le habrás negado nada a Él, y de este modo podrás compartirlo todo. 4Ésta es la manera, y la única manera, de disponer de Su respuesta porque Su respuesta es lo único que puedes pedir y lo único que puedes desear. 5Dile, pues, a todo el mundo:
 
6Puesto que mi voluntad es conocerme a mí mismo, te veo a ti como el Hijo de Dios y como mi hermano.
 
Que más podemos añadir. ¡Te bendigo hermano por ayudarme a recordar lo que soy y por Ser junto a ti, la Filiación de Dios!

viernes, 3 de mayo de 2024

Capítulo 9: LA ACEPTACION DE LA EXPIACION. I. La aceptación de la realidad

  CAPITULO 9

LA ACEPTACIÓN DE LA EXPIACIÓN

 

I. La aceptación de la realidad.

1. Tener miedo de la Voluntad de Dios es una de las creencias más extrañas que la mente humana jamás haya podido concebir. 2Esto no habría podido ocurrir no ser que la mente hubiese estado ya tan profundamente dividida que le hubiese sido posible tener miedo de lo que ella misma es. 3La realidad sólo puede ser una "amenaza" para lo ilusorio, ya que lo único que la realidad puede defender es la verdad. 4El hecho mismo de que percibas la Volun­tad de Dios -que es lo que tú eres- como algo temible, demues­tra que  tienes miedo de lo que eres. 5Por lo tanto, no es de la Voluntad de Dios de lo que tienes miedo, sino de la tuya.

Para que un hijo tenga miedo a la voluntad de su padre, dicho temor debe estar basado en alguna experiencia traumatizante causada por una falta de amor. 

Si empleo la lógica extraída de mis vivencias cercanas a la condición de padre y a la de hijo, tener miedo a la voluntad de un padre, tan solo puede responder a la ausencia de amor, la cual derivará en actos dementes propios de una mente enferma. Esta reflexión analiza el posible comportamiento de una mente dividida y que niega todo lazo de unidad con su creación.

No podríamos aplicar esa reflexión a la relación entre Dios y Su Creación, Su Hijo. Pues la Voluntad de Dios es Extenderse a través de su Hijo, por lo que Padre e Hijo son la misma Imagen y Semejanza. Si Dios es Perfecto, Su Hijo también lo es. 

Entonces, ¿por qué motivo tememos la voluntad de Dios? La respuesta, no es otra, que el uso que hace el Hijo del Atributo de la Voluntad, es decir, no teme a Dios, Su Padre, sino al Poder que ha heredado de Él. La voluntad es el principio creador por excelencia, es la causa que da lugar a todo efecto. Si la voluntad del Hijo no es la Voluntad del Padre, esto es, si de su Mente Creadora no emana la Visión de la Unidad, fabricará un mundo diferente al de Su Creador. Toda creación emanada de una Mente Dividida dará lugar a un mundo dividido. Podríamos expresarlo de otra manera: toda creación carente de la Esencia del Amor Unificador, dará lugar a un mundo donde habrá carencia de amor y presencia de miedo.

2. Tu voluntad no es la voluntad del ego, y por eso es por lo que el ego está contra ti. 2Lo que parece ser el temor a Dios es en realidad el miedo a tu propia realidad. 3En un estado de pánico no se puede aprender nada de manera consistente. 4Si el propó­sito de este curso es ayudarte a recordar lo que eres, y tú crees que lo que eres es algo temible, de ello se deduce forzosamente que no aprenderás este curso. 5Sin embargo, la razón de que el curso exista es precisamente porque no sabes lo que eres.

Así es, nuestra voluntad no es la voluntad del ego. Nuestra voluntad procede de nuestra verdadera Esencia, de nuestra verdadera identidad, de nuestra divinidad. El reconocimiento del ego de esa Voluntad, sería el reconocimiento de su inexistencia.

3. Si no sabes lo que es tu realidad, ¿por qué estás tan seguro de que es temible? 2La asociación que se hace entre la verdad y el miedo, que a lo sumo sería altamente artificial, es especialmente inadecuada en las mentes de aquellos que no saben lo que es la verdad. 3Lo único que esto quiere decir es que estás asociando arbitrariamente algo que se encuentra más allá de tu conciencia con algo que no deseas. 4Es evidente, pues, que estás juzgando algo de lo cual no tienes el menor conocimiento. 5Has urdido esta extraña situación de forma tal que te resulta imposible escapar de ella sin un Guía que sepa cuál es tu realidad. 6El propósito de este Guía no es otro que el de recordarte lo que deseas. 7Él no está tratando de imponerte una voluntad ajena. 8Está simplemente haciendo todo lo posible, dentro de los límites que tú le impones, por re-establecer tu propia voluntad en tu conciencia.

El hecho de que el Hijo de Dios tenga el poder de fabricar una falsa realidad y de percibirlo como su propia identidad, lo lleva a ser prisionero de sus propias ilusiones. 

Sumido en un profundo sueño, es víctima de las propias pesadillas que lo atormentan, pero se siente incapaz para abandonar ese estado caótico. Ese estado es el resultado de una mente errónea, que está necesitada de corrección y de guía.

4. Has aprisionado tu voluntad más allá de tu propia conciencia, donde todavía se encuentra, pero desde donde no puede ayu­darte. 2Cuando dije que la función del Espíritu Santo es separar lo falso de lo verdadero en tu mente, quise decir que Él tiene el poder de ver lo que has ocultado y reconocer en ello la Voluntad de Dios. 3Gracias a este reconocimiento, Él puede hacer que la Voluntad de Dios sea real para ti porque Él está en tu mente, y, por lo tanto, Él es tu realidad. 4Si la percepción que Él tiene de tu mente trae la realidad de ésta hasta ti, te está ayudando a recor­dar lo que eres. 5Lo único que puede ocasionar temor en este proceso es lo que tú crees que perderías. 6Lo único que realmente puedes tener, no obstante, es lo que el Espíritu Santo ve.

El mundo perceptivo al que ha dado lugar el uso de la voluntad del Hijo de Dios, le ha llevado a adquirir un estado de conciencia individualizada con la cual se ha identificado, limitando su nivel de percepción a la información que extrae del uso de los cinco sentidos.

El cuerpo físico se ha convertido en el envoltorio temporal que el ego ha asumido como su única identidad, negando la verdadera esencia del Espíritu. El sueño es su estado de conciencia preferido, y la muerte, con su precariedad, se convierte en su mejor argumento para negar toda vinculación con la divinidad.  

Tan solo la mente recta, brillará en nuestros sueños y nos ayudará a recordar lo que realmente somos. El despertar ira unido a la firme voluntad de crear con la única esencia verdadera, el amor, y todos nuestras creaciones tendrán como objetivo expandir la Unidad.

5. He subrayado en muchas ocasiones que el Espíritu Santo nunca te pedirá que sacrifiques nada. 2Pero si te pides a ti mismo el sacrificio de la realidad, el Espíritu Santo tiene que recordarte que ésa no es la Voluntad de Dios porque no es la tuya. 3No hay diferencia alguna entre tu voluntad y la de Dios: 4Si tu mente no estuviese dividida reconocerías que ejercer tu voluntad es la salvación por­que la salvación es comunicación.

El Espíritu Santo o Mente Recta, se manifiesta en nuestras noches oscuras de pesadilla, como la luz que difumina la oscuridad y nos facilita el proceso de despertar. No podemos pensar que su Guía actúa obligándonos a dirigir nuestra voluntad de una manera u otra. El principio de la Libertad está implícito en el principio de la voluntad. Si no reconocemos la guía que nos ofrece el Espíritu Santo y que nos llevará a corregir el rumbo equivocado, estaremos sacrificando la realidad, estaremos negando la luz y estaremos decidiendo continuar en el mundo de la oscuridad, sintiendo temor por el contenido de nuestras pesadillas. 

6. Es imposible comunicarse utilizando lenguas diferentes. 2 y tu Creador podéis comunicaros por medio de la creación porque ésa, y sólo ésa, es vuestra Voluntad conjunta. 3Una mente divi­dida no se puede comunicar porque habla en nombre de cosas diferentes a la misma mente. 4Al hacer esto, pierde la capacidad de comunicarse porque una comunicación confusa sencillamente no tiene ningún sentido. 5Es imposible comunicar un mensaje a menos que tenga sentido. 6¿Cuán sensatos pueden ser tus mensajes, cuando pides lo que no deseas? 7Sin embargo, mientras sigas teniendo miedo de tu voluntad, eso es precisamente lo que esta­rás pidiendo.

Nos quejamos, como consecuencia del temor que nos causa vivir en un mundo de oscuridad y pesadillas, sin embargo, decidimos negar la realidad que la luz nos muestra, cuando nos revela un mundo diferente al que percibíamos en nuestras pesadillas.

7. Tal vez insistas en que  el Espíritu Santo no te contesta, pero quizá sería más prudente examinar qué clase de peticionario eres. 2No pides únicamente lo que deseas. 3Ello se debe a que temes recibirlo, y ciertamente lo recibirías. 4Por eso es por lo que se lo sigues pidiendo al maestro que no puede dártelo. 5De él nunca podrás aprender qué es lo que deseas, y esto te da una ilusión de seguridad. 6Sin embargo, no puedes estar a salvo de la verdad, sino que sólo puedes estar a salvo en la verdad. 7La realidad es tu única seguridad. 8Tu voluntad es tu salvación porque es la misma que la de Dios. 9La separación no es más que la creencia de que es diferente.

Este punto me ha resultado muy revelador, pues arroja mucha luz a una situación de indecisión que estoy, actualmente, percibiendo.

Os la comparto, guiado por el ánimo de que os pueda ser de ayuda.

Me encuentro experimentando una situación en la que una iniciativa emprendida no se ha desarrollado como tenía previsto y han surgido muchos  inconvenientes, imprevistos, que están demorando alcanzar el resultado deseado. Los contratiempos que he ido percibiendo, han llegado a poner a prueba mi equilibrio y me están exigiendo gestionar, una y otra vez, mis emociones.

La situación ha alcanzado un estado de bloqueo, al menos así lo identifico. Solicito que me hagan llegar alguna información que me indique en qué estado se encuentra el proyecto emprendido y en el que tengo invertido dinero y tiempo. He de decir, que todo lo que está ocurriendo, me está permitiendo corregir estados mentales que sin duda no eran los correctos. A pesar de ello, aún percibo pensamientos de ansiedad a la hora de analizar lo que está sucediendo.

Pocos minutos antes de escribir estas líneas, he entregado al Espíritu Santo una pregunta cuya respuesta me ayudase a corregir mi ansiedad. Al hacerlo, he podido comprobar, que en mi "entrega" también existía ansiedad. Miré el pensamiento y descubrí que la causa de ansiedad se encontraba en una percepción errónea de la experiencia; descubrí la carencia de amor y, sobre todo, la falsa creencia en la separación.

Mientras hacía estas reflexiones, me encontraba caminando. Fue en la segunda vuelta, ya liberado de pensamientos de ansiedad, cuando volví a entregar la pregunta.

El Espíritu Santo utiliza los objetos temporales que percibimos en el mundo material, para ayudarnos a redirigir nuestra voluntad. Estoy seguro, de que cada uno de vosotros sabrá identificar experiencias en las que "ver" la respuesta del Espíritu Santo.

Frecuentemente, mi comunicación con la Mente Recta se lleva a cabo a través de señales y rótulos: "Caminaba, cuando mi mirada se posó sobre una serie de señales, a lo largo de mi trayectoria, en las que se podía leer "Salida". Seguí las indicaciones, sin tener que cambiar mi rumbo, y al final, para salir del camino elegido, una nueva señal, en esta ocasión de tráfico, me invitaba a "ceder el paso", es decir, me invitaba a esperar"

Sabía, en ese momento, que mi Mente Recta me estaba guiando para que dirigiese mi voluntad en un sentido en concreto: la salida se encuentra cediendo el paso, esperando.

¿Cómo saber que esa es la respuesta correcta? La respuesta a esta cuestión es sencilla. Está inspirada desde el amor, visualizando a todas las personas que intervienen formando parte de una unidad. Y, sobre todo, el resultado de la decisión debe perseguir que nadie gane, ni nadie pierda. 

8. Ninguna mente recta podría creer que su voluntad es más fuerte que la de Dios. 2Si una mente cree que su voluntad es diferente de la de Él, entonces sólo puede concluir o bien que Dios no existe o bien que Su Voluntad es temible. 3La primera conclusión da lugar al ateo, y la segunda, al mártir, que cree que Dios exige sacrificios 4Cualquiera de esas dos conclusiones de­mentes producirá pánico, ya que el ateo cree estar solo, y el már­tir que Dios lo está crucificando. 5No obstante, nadie quiere sentirse abandonado o sufrir represalias, aunque es posible que muchos procuren ambas cosas. 6¿Puedes acaso pedirle al Espíritu Santo semejantes "regalos" y esperar recibirlos? 7Él no puede darte lo que tú no deseas. 8Cuando le pides al Dador Universal lo que no quieres, le estás pidiendo lo que no se puede dar porque nunca se creó. 9Y nunca se creó porque nunca fue lo que tu volun­tad dispuso para ti.

La Voluntad por la que hemos sido creados y para la que hemos sido creados, es la misma y única Voluntad, la de Amar. Hemos sido creados por el Amor y para Amar. Dar lo que no se es, es ilusión; dar lo que no se tiene es engaño. El conflicto surge cuando decidimos que nuestra voluntad es diferente a la Voluntad de Amar. 

Cuando experimentamos la carencia, buscamos en la divinidad la ayuda para que nuestra vida sea abundante. Si estamos enfermos, pedimos sanar. Pero, cuando nuestras súplicas se basan en la creencia en la necesidad, lo hace desde la ignorancia de lo que realmente somos, lo hace con la visión del ego, el cual fundamenta sus creencias en el miedo y en la separación.

La necesidad, el sufrimiento, la enfermedad, son consecuencias de una mente no recta y que cree en la separación. Es la rectitud de esa mente lo que nos hará retornar a la abundancia, a la felicidad, a sanar.

9.  En última instancia todo el mundo tiene que recordar la Volun­tad de Dios porque, en última instancia, todo el mundo tiene que reconocerse a sí mismo. Este reconocimiento es el reconocimiento de que su voluntad y la de Dios son una. 3En presencia de la verdad, no hay descreídos ni sacrificios. 4En la seguridad de la realidad, el miedo no tiene absolutamente ningún sentido. 5Negar lo que simplemente es, tan sólo puede dar la impresión de que es temible. 6El miedo no puede ser real sin una causa, y Dios es la única Causa. 7Dios es Amor y Él es ciertamente lo que tú deseas. 8Ésa es tu voluntad. 9Pide esto y se te concederá, porque estarás pidiendo únicamente lo que ya te pertenece.

¿Qué padre ofrecerá dolor y sufrimiento a su hijo si sabe que su causa es la falta de amor?

¿No es más lógico que ese padre ofrezca a su hijo amor para poner fin a sus desdichas?

Si la causa del sufrimiento y del dolor es la creencia en la separación, el padre ayudará a su hijo a corregir ese error.

Cuando tengamos la total certeza de lo que somos, no necesitaremos pedir que se nos conceda el amor, pues sabremos que esa es nuestra verdadera condición. ¿Para qué pedir lo que ya somos? Mientras que esa certeza no sea una firme realidad, pediremos al Padre que nos ayude a recordar lo que somos.

10. Cuando le pides al Espíritu Santo, lo que te podría hacer daño Él no puede contestarte porque no hay nada que te pueda hacer daño, y por lo tanto, no estás pidiendo nada. 2Cualquier deseo que proceda del ego es un deseo de algo que no existe, y solici­tarlo no constituye una petición. 3Es simplemente una negación en forma de petición. 4El Espíritu Santo no le da importancia a la forma, ya que sólo es consciente de lo que tiene significado. 5El ego no puede pedirle nada al Espíritu Santo porque no existe comunicación entre ellos. 6Tú, en cambio, puedes pedirle todo porque las peticiones que le haces a Él son reales, al proceder de tu mente recta. 7¿Negaría el Espíritu Santo la Voluntad de Dios? 8¿Y podría dejar de reconocerla en Su Hijo?.

El padre que trate de responder a las peticiones irreales de su hijo, lo que estaría haciendo es perpetuar su error. Contestar desde la ilusión, con el deseo de satisfacer una petición ilusoria es, cuanto menos, demencial. 

11. No te das cuenta de la enorme cantidad de energía que desper­dicias negando la verdad. 2¿Qué le dirías a alguien que se empeña en intentar lo imposible, creyendo que lograrlo es tener éxito? 3La creencia de que para poder ser feliz tienes que tener lo imposible está en total desacuerdo con el principio de creación. 4Dios no pudo haber dispuesto que tu felicidad dependiese de lo que nunca podrías tener. 5El hecho de que Dios es Amor no requiere que se crea en ello, pero sí requiere aceptación. 6Puedes cierta­mente negar los hechos, pero no puedes hacer que cambien. 7Si te tapas los ojos con las manos, no podrás ver porque estarás interfi­riendo en las leyes de la visión. 8Si niegas el amor, no podrás conocerlo porque tu cooperación es la ley de su existencia. 9No puedes cambiar las leyes que tú no promulgaste, las leyes de la felicidad fueron creadas para ti, no por ti.

El dicho popular que reza: "No hay más ciego que el que no quiere ver", viene a explicar lo que nos enseña este punto. Nuestra ceguera radica en nuestro deseo de no querer ver. No podremos negar que el Amor es nuestra verdadera realidad por no querer aceptarlo.

12. Cualquier intento de negar lo que simplemente es tiene necesariamente que producir miedo, y si el intento es fuerte producirá pánico. 2Querer imponer tu voluntad en contra de la realidad, aunque es imposible, puede convertirse en una obcecación, a pesar de que ése no es realmente tu deseo. 3Mas examina el resultado de ésta extraña decisión: 4Estás dedicando tu mente a lo que no deseas. 5¿Cuán real puede ser esa dedicación? 6Si realmente no deseas eso que persigues, es que nunca fue creado. 7Y si nunca fue creado, no es nada. 8¿Puedes realmente estar dedicado a lo que no es nada?

Seguro que te habrás hecho esa misma pregunta en alguna ocasión. ¿Por qué nos obcecamos en creer en la identidad que nos origina tanto dolor, cuando no es ese el deseo de nuestra mente?

La enseñanza de Un Curso de Milagros nos revela, que la "percepción errónea es el deseo de que las cosas sean diferentes de como son" (T-8.IX.2:1). No podemos menospreciar el poder que tiene el deseo. Como bien recoge el Texto, "desea lo que quieres, y eso será lo que contemplarás y creerás que es real" (T-21.VII.13:6).

Si nuestro deseo cree en la separación, no podremos engañarnos. Ese es el error que da lugar a nuestros sufrimientos. Corregir ese deseo alineará la causa y el efecto, y el amor sustituirá al miedo.

13. Dios en Su dedicación a ti te creó dedicado a todo, y te dio aquello lo que estás dedicado. 2De otra manera no habrías sido creado perfecto. 3La realidad lo es todo, y tú lo tienes todo por­que eres real. 4No puedes crear lo irreal porque la ausencia de realidad es temible y él miedo no es algo que pueda ser creado. 5Mientras sigas creyendo que es posible tener  miedo, no podrás crear. 6Dos órdenes de realidad que se oponen entre sí privan a la realidad de todo significado, y la realidad es significado.

Tan solo lo que es real es verdad. Tan solo lo que es verdad no cambia. El Amor, es real, es verdad y es Eterno. 

Lo que es irreal es falso. Todo lo que es falso no perdura. El miedo es irreal, es falso y no existe.

14. Recuerda, pues, que la Voluntad de Dios es posible ya, y que nada más lo será nunca. 2En esto reside la simple aceptación de la realidad porque sólo eso es real. 3No puedes distorsionar la reali­dad y al mismo tiempo saber lo que es. 4si la distorsionas expe­rimentarás ansiedad, depresión y finalmente pánico, pues estarás tratando de convertirte a ti mismo en algo irreal. 5Cuando sientas esas cosas, no trates de buscar la verdad fuera de ti mismo, pues la verdad sólo puede encontrarse dentro de ti. 6Di, por lo tanto: 

7Cristo está, en mí, y donde Él está. Dios tiene

que estar, pues Cristo es parte de Él.


¡Qué así sea!

jueves, 2 de mayo de 2024

Capítulo 8. IX. La curación como resultado de una percepción corregida.

  IX. La curación como resultado de una percepción corregida

1. Dije antes que el Espíritu Santo es la Respuesta. 2Él es la Res­puesta a todo porque conoce la respuesta a todo. 3El ego no sabe lo que es una verdadera pregunta, si bien plantea un sinnúmero de ellas. 4Mas tú puedes aprender lo que es una verdadera pre­gunta a medida que aprendas a poner en duda el valor del ego, y desarrolles así tu capacidad para evaluar sus preguntas. 5Cuando el ego te tiente a enfermar no le pidas al Espíritu Santo que cure al cuerpo; pues eso no sería sino aceptar la creencia del ego de que el cuerpo es el que necesita curación. 6Pídele, más bien, que te enseñe cómo percibir correctamente el cuerpo, pues lo único que puede estar distorsionado es la percepción. 7Sólo la percep­ción puede estar enferma porque sólo la percepción puede estar equivocada.

La información que se recoge en este apartado es todo un reto para la manera de pensar del ego. Aceptar que no somos un cuerpo, el pilar central de las creencias en la que se sustenta el sistema de pensamiento del ego, sería un reconocimiento de su inexistencia. De ahí, que tengamos resistencia en reconocer tal hecho: No somos el cuerpo que creemos ser.

Si nuestra identidad, nuestro cuerpo, no es real, la enfermedad, tampoco lo es. Si la causa de nuestro error se encuentra en lo que percibimos como real, lo que verdaderamente tenemos que corregir, es la percepción errónea y sustituirla por una percepción verdadera.

Desde la visión del ego no podremos realizar esa corrección. Tan sólo una mente sana podrá conseguir una percepción sana. Esa mente sana es la Mente que nos ofrece el Espíritu Santo, pues ese Pensamiento es el que nos hace Uno con Dios.

2. La percepción errónea es el deseo de que las cosas sean diferen­tes de como son. 2La realidad de todas las cosas es totalmente inocua porque la condición de su realidad es la inocuidad total. 3Ésa es también la condición de la conciencia que tienes de su realidad. 4Tú no tienes que buscar la realidad. 5La realidad te buscará y te encontrará cuando satisfagas sus condiciones. 6Sus con­diciones son parte de lo que ella es. 7Y esa parte es lo único que depende de ti. 8El resto tiene lugar por su cuenta. 9Necesitas hacer tan poco, porque tu parte, aunque pequeña, es tan poderosa que te brindará la totalidad. 10Acepta, por lo tanto, la pequeña parte que te corresponde y deja que la totalidad sea tuya.

Percibimos erróneamente porque deseamos que las cosas sean diferentes de como son. No hay otra respuesta y no la hay por la sencilla razón de que no podemos cambiar lo que es real, salvo que lo deseemos.

La condición de lo real es su inalterabilidad, su intemporalidad, su inocuidad.

En cambio, nuestra creencia en desear que las cosas sean diferentes, es decir, que sean temporales, alterables, cambiantes, es lo que nos lleva a percibir una identidad falsa e ilusoria.

Lo único que se nos pide es percibir correctamente, y la única condición que tenemos que  aceptar es que somos eternos, perfectos y puros.

3. La plenitud cura porque es algo propio de la mente. 2Toda clase de enfermedad, e incluso la muerte, son expresiones físicas del miedo a despertar. 3Son intentos de reforzar el sueño debido al miedo a despertar. 4Ésta es una forma patética de tratar de no ver inutilizando la facultad de ver. 5"Descansa en paz" es una bendición para los vivos, no para los muertos, ya que el descanso procede de despertar, no de dormir. 6Dormir es aislarse; desper­tar, unirse. 7Los sueños son ilusiones de unión porque reflejan las nociones distorsionadas del ego con respecto a lo que significa unirse. 8El Espíritu Santo, no obstante, aprovecha también el tiempo que pasas durmiendo, y puede, si se lo permites, utilizar los sueños que tienes mientras duermes para ayudarte a desper­tar.

Si nuestra consciencia se mantuviese despierta en la Plenitud de la Unidad, careceríamos de la percepción errónea del miedo. Al desear ver las cosas de manera distinta a como son, la percepción errónea sustituyó a la percepción verdadera, dando lugar a la creencia de que estamos separados de la creación. Ese estado de percepción, se describe como estar "dormido".

El deseo de ser diferente a lo que realmente somos, nos ha llevado a fabricar la falsa identidad del cuerpo. Recordar nuestra verdadera realidad es lo que se describe como "despertar" y para alcanzar ese estado, tenemos la ayuda del Espíritu Santo, o lo que lo mismo, la Mente Correcta, que nos permitirá visionar la realidad del Espíritu.

4. La manera en que te despiertas indica cómo usaste el tiempo que pasaste durmiendo. 2¿A quién se lo ofreciste? 3¿Bajo que maestro lo pusiste? 4Siempre que te despiertas desanimado es que no se lo ofreciste al Espíritu Santo. 5Sólo cuando te despiertas feliz utilizaste el tiempo que pasaste durmiendo en armonía con Su propósito. 6Dormir puede ciertamente "drogarte" si lo usas inde­bidamente en favor de la enfermedad. 7Dormir no es una forma de muerte de la misma manera en que la muerte no es una forma de inconsciencia. 8La inconsciencia total es imposible. 9Puedes descansar en paz debido únicamente a que estás despierto.

Servir al maestro correcto, es servir al Espíritu Santo. Servir, significa en este contexto, la dirección en la que orientamos nuestro corazón. Si nuestro corazón "sirve" a la creencia de que somos un cuerpo material, entonces permaneceremos dormidos y seguiremos siendo víctimas de los efectos del miedo. 

En cambio, si nuestro corazón "sirve" a lo Esencial, al Amor, a la Unidad, al Espíritu, entonces, nuestro despertar será una realidad.

5. La curación es la liberación del miedo a despertar, y la substi­tución de ese miedo por la decisión de despertar. 2La decisión de despertar refleja la voluntad de amar, puesto que toda curación supone la sustitución del miedo por el amor. 3El Espíritu Santo no puede distinguir entre distintos grados de error, pues si ense­ñase que una forma de enfermedad es más grave que otra, estaría enseñando que un error puede ser más real que otro. 4Su función es distinguir únicamente entre lo falso y lo verdadero, y reempla­zar lo falso por lo verdadero.

"Toda curación supone la sustitución del miedo por el amor". Esta frase resume de manera esclarecedora y comprensible, el contenido de este capítulo. Al igual que no hay grados de dificultad en los Milagros, tampoco hay grados de importancia en los errores.

6. El ego, empeñado siempre en debilitar a la mente, trata de separarla del cuerpo en un intento de destruirla. 2Mas en reali­dad cree que la está protegiendo. 3Esto se debe a que cree que la mente es peligrosa, y que privarte de ella es curarte. 4Pero pri­varte de tu mente es imposible, puesto que eso significaría des­truir lo que Dios creó. 5El ego detesta la debilidad, si bien trata por todos los medios inducirla. 6El ego desea únicamente lo que odia. 7Para el ego eso es perfectamente lógico. 8Y puesto que cree en el poder del ataque, el ego quiere atacar.

Como podemos interpretar de este punto, el ambiente propicio para el ego es la contrariedad, los opuestos, la división, la dualidad, lo incongruente, y sobre todo, persigue debilitar a la mente, pues de este modo oculta el reconocimiento de su inexistencia, en un intento de quitar a la mente el poder de fabricar lo irreal.

7. La Biblia, te exhorta a que seas perfecto, a que sanes todo error, a que no te preocupes por el cuerpo por el hecho de que sea algo separado, y a que hagas todo en mi nombre. 2Mas no se trata solamente de mi nombre, pues nuestra identidad es una identi­dad compartida. 3El Hijo de Dios sólo tiene un Nombre, y se te exhorta a que lleves a cabo obras amorosas porque compartimos esa unicidad. 4Nuestras mentes son íntegras porque son una. 5Si estás: enfermo te estás aislando de mí. 6Mas no te aíslas única­mente de mí, 7sino que te aíslas de ti y de mí.

El estado o efecto de la enfermedad es la consecuencia directa de un proceso de percepción errónea, o lo que es lo mismo, de sustituir el amor por el miedo, la unidad por el aislamiento.

8. Seguramente habrás comenzado a darte cuenta de que este curso es muy práctico, y de que lo que dice es exactamente lo que quiere decir. 2Yo no te pediría que hicieses algo que tú no puedes hacer, y es imposible que yo pudiese hacer algo que tú no puedas hacer. 3Teniendo esto en cuenta, y teniéndolo en cuenta muy literalmente, nada puede impedir que hagas exactamente lo que yo te pido, y todo te exhorta a que lo hagas. 4Yo no te impongo límites porque Dios no te impone ninguno. 5Cuando te limitas a ti mismo, no somos de un mismo sentir, y eso es lo que es la enfermedad. 6La enfermedad, no obstante, no es algo que se ori­gine en el cuerpo, sino en la mente. 7Toda forma de enfermedad es un signo de que la mente está dividida y de que no está acep­tando un propósito unificado.

De nuevo, este punto viene a reafirmar el origen o la causa de la enfermedad. Tenemos que sustituir la falsa creencia de que dicho origen se encuentra en el cuerpo. El cuerpo tan solo manifiesta los errores de percepción de la mente. Son los pensamientos de miedo y aislamiento los que están realmente enfermos por ser erróneos a la verdadera realidad.

9. La única manera, por lo tanto, en que el Espíritu Santo cura es unificando propósitos. 2Esto se debe a que dicha unificación es el único nivel en el que la curación tiene sentido. 3Re-establecer el significado en un sistema de pensamiento caótico es la manera de sanarlo. 4Tu tarea consiste únicamente en satisfacer las condicio­nes del significado, puesto que el significado en sí es de Dios. 5Por otra parte, tu retorno al significado es esencial para lo que Dios significa porque tu significado es parte de Su significado. 6Tu curación, por lo tanto, es parte de Su salud, puesto que es parte de Su Plenitud. 7Él no puede perder Su Plenitud, pero es posible que tú no la conozcas. 8Con todo, Su Voluntad sigue siendo que tú la conozcas, y Su Voluntad impera para siempre y en todas las cosas.

Rectificar el significado en nuestro sistema de pensamiento es la condición que se nos pide para sanar. No podemos servir a dos propósitos distintos, como no podemos servir a dos señores a la vez. O creemos que somos un cuerpo o creemos que somos Espíritu. Servir al verdadero propósito exige conocer el verdadero significado. En este sentido, tan sólo el Espíritu conserva el verdadero significado pues se sustenta en la Verdad, en lo Eterno y Pleno.

miércoles, 1 de mayo de 2024

Capítulo 8. VIII. El cuerpo como medio o como fin.

  VIII. El cuerpo como medio como fin.

1. Las actitudes que se tienen hacia el cuerpo son las actitudes que se tienen hacia el ataque. 2Las definiciones del ego con respecto a todas las cosas son inmaduras, y están siempre basadas en el propósito que él cree que todas ellas tienen. 3Esto se debe a que es incapaz de hacer generalizaciones, y equipara lo que ve con la función que le adscribe. 4No lo equipara con lo que es. 5Para el ego el cuerpo es algo con lo que atacar. 6Puesto que te equiparas con el cuerpo, el ego te enseña que tu propósito es atacar. 7El cuerpo, pues, no es la fuente de su propia salud. 8La condición del cuerpo depende exclusivamente de cómo interpretas su función. 9Las funciones son algo inherente al estado de ser, pues surgen de éste, mas su relación no es recíproca. 10EI todo ciertamente define a la parte, pero la parte no define al todo. 11Conocer en parte, no obstante, es conocer enteramente debido a la diferencia fundamental que existe entre conocimiento y per­cepción. 12En la percepción el todo se construye a base de partes que se pueden separar y ensamblar de nuevo en diferentes cons­telaciones. 13El conocimiento, por otra parte, nunca cambia, su constelación, por lo tanto, es permanente. 14La idea de que entre las partes y el todo hay relación sólo tiene sentido en el nivel de la percepción, en la que el cambio es posible. 15Aparte de eso, no hay ninguna diferencia entre la parte y el todo.

A estas alturas de las Enseñanzas, aportadas por UCDM, sabremos reconocer que la acción de atacar encuentra su origen, su causa, en la errónea creencia de la separación. El ego se concibe y se percibe como separado de los demás egos y el miedo que le causa esa percepción le lleva a fabricar un pensamiento que lo proteja de los demás. Ese pensamiento se convierte en el deseo de atacar ante la amenaza de ser atacado por el mundo del que se cree separado.

La identidad del ego es adquirida por la percepción de su vehículo material, el cuerpo, al cual dota con las funciones propias de una mente que cree en la separación. Por ello, el cuerpo se convierte en el transmisor de ese miedo que le lleva a hacer uso del ataque para proteger su identidad.

Se hace necesario un cambio en el modo de ver las funciones del cuerpo, pero ese cambio debe realizarse, previamente, a nivel de pensamiento. Debemos cambiar la creencia errónea en la separación, por la creencia recta en la unidad. Cuando esto sea una realidad, el cuerpo dejará de ser el portador del miedo y dejará de atacarse y de atacar.

2. El cuerpo existe en un mundo que parece tener dos voces que luchan por su posesión. 2En esta percibida constelación se consi­dera al cuerpo como capaz de alternar su lealtad de una a otra, haciendo que los conceptos de salud y enfermedad tengan sen­tido. 3El ego, como de costumbre, da lugar a una confusión fundamental entre los medios y el fin. 4Al considerar al cuerpo como un fin, el cuerpo no tiene realmente utilidad para el ego, puesto que el cuerpo no es un fin. 5Debes haber notado una descollante característica en todo fin que el ego haya aceptado como propio. 6Cuando lo alcanzas te deja insatisfecho. 7por eso es por lo que el ego se ve forzado a cambiar incesantemente de un objetivo a otro, para que sigas abrigando la esperanza de que todavía te puede ofrecer algo.

Si creemos que el cuerpo es nuestro fin, nuestra falsa identidad, y no un medio que sirve a la verdadera Identidad, las experiencias a las que dé lugar esa visión de percibir el mundo, nos llevarán al dolor, al sufrimiento, a la frustración, pues son manifestaciones propias de una dimensión que responde a lo irreal al ser temporal y efímera.

Tan sólo lo real puede aportarnos el gozo y la dicha eterna. 

3. Ha sido muy difícil superar la creencia del ego de que el cuerpo es un fin porque esta idea es análoga a la creencia de que el ataque es un fin. 2El ego tiene un marcado interés por la enfermedad. 3Si estás enfermo, ¿cómo podrías refutar su firme creencia de que no eres invulnerable? 4Éste es un razonamiento atractivo desde el punto de vista del ego porque encubre el ataque obvio que sub­yace a la enfermedad. 5Si reconocieses esto y además te opusieras al ataque, no podrías utilizar la enfermedad como un falso testigo para defender la postura del ego.

Para el ego, creer en la invulnerabilidad del Ser, le supone el reconocimiento de su falsa e ilusoria realidad, o lo que es lo mismo, el reconocimiento de su inexistencia. 

¿Qué sentido tendría atacar aquello que reconocemos es invulnerable? Es por ese motivo, que el ego basa sus argumentos para negar la invulnerabilidad del Ser, reconociendo su imperfección y su naturaleza pecadora y transgresora. La "expulsión del paraíso"; el "parto con dolor"; el "ganarse el pan con el sudor de la frente"; el sufrimiento como redención; el autocastigo como purificador de la culpa; la enfermedad como el justo merecimiento de nuestros errores; el ataque como el acto instintivo para defendernos de nuestros miedos. 

Todos estos argumentos fortalecen la falsa creencia del ego en su ilusoria identidad.

4. Es difícil percibir que la enfermedad es un testigo falso, ya que no te das cuenta de que está en total desacuerdo con lo que quie­res. 2Este testigo, por consiguiente, parece ser inocente y digno de confianza debido a que no lo has sometido a un riguroso interro­gatorio. 3De haberlo hecho, no considerarías a la enfermedad un testigo tan vital en favor de la postura del ego. 4Una afirmación más honesta sería que los que quieren al ego están predispuestos a defenderlo. 5Por lo tanto, se debe desconfiar desde un principio de los testigos que el ego elige. 6El ego no convoca testigos que disientan de su causa, de la misma manera en que el Espíritu ­Santo tampoco lo hace. 7He dicho que juzgar es la función del Espíritu Santo, para la cual Él está perfectamente capacitado. 8Mas cuando el ego actúa como juez, hace todo menos juzgar imparcial­mente. 9Cuando el ego convoca un testigo, lo ha convertido de antemano en un aliado.

Los testigos del ego, no son imparciales, y a diferencia de los testigos del Espíritu Santo, su juicio es condenatorio, buscando tan sólo atacar aquello que nos produce temor.

El juicio del Espíritu Santo  no nos lleva a la condena y se basa en el justo principio de que nadie gana, ni nadie pierde. 

El juicio de los testigos del ego, se fundamentan en la creencia de la separación, mientras que, los juicios de los testigos del Espíritu Santo, se fundamentan en la firme visión de la Unidad. 

La enfermedad es el efecto que percibe el cuerpo en respuesta a la ausencia de Unidad en nuestros pensamientos. Por lo tanto, la enfermedad se convierte en una de las cartas de identidad más preciadas por el ego, pues se reafirma en su vulnerabilidad, en su temporalidad.

5. Todavía sigue siendo cierto que el cuerpo, de por sí, no tiene ninguna función porque no es un fin. 2El ego, no obstante, lo esta­blece como un fin porque, como tal, su verdadera función queda velada. 3Éste es el propósito de todo lo que el ego hace. 4Su único objetivo es hacer que se pierda de vista la función de todo. 5Un cuerpo enfermo no tiene sentido. 6No puede tener sentido porque la enfermedad no es el propósito del cuerpo. 7La enfermedad tendría sentido sólo si las dos premisas básicas en las que se basa la interpretación que el ego hace del cuerpo fuesen ciertas: que el propósito del cuerpo es atacar, y que tú eres un cuerpo. 8Sin estas dos premisas la enfermedad es inconcebible.

Todo lo irreal carece de significado y, por lo tanto, ante esa carencia de significado, lo irreal no tiene un fin al que otorgarle una función. 

Tan sólo aquello que es Verdad, aquello que es eterno, es real. Por lo que podemos decir, que tan solo lo real tiene un fin, una función y un significado. 

¿Qué esencia, si no el Amor, es real?

6. La enfermedad es una forma de demostrar que puedes  ser herido. 2Da testimonio de tu fragilidad, de tu vulnerabilidad y de tu extrema necesidad de depender de dirección externa. 3El ego usa esto como su mejor argumento para demostrar que necesitas su dirección. 4Impone un sinfín de reglas para que se eviten funes­tos desenlaces. 5El Espíritu Santo, perfectamente consciente de la misma situación, no se molesta en analizarla en absoluto. 6Si los datos no tienen sentido, no tiene objeto analizarlos. 7La función de la verdad es recopilar información que sea verdadera. 8Sea cual sea la forma en que trates de usar el error, de ello no resulta nada. 9Cuanto más complicados se vuelven los resultados más difícil puede que resulte reconocer su insustancialidad, mas no es nece­sario examinar todos los posibles resultados a que las premisas dan lugar a fin de juzgarlos correctamente.

La firme creencia del ego en el ataque y en que puede ser atacado, justifica que su único fin es "fabricar" un mundo tangible cuyos pilares estén construidos para albergar esa falsa creencia, emanada del miedo: miedo al dolor; miedo al sufrimiento; miedo a la carencia; miedo a la soledad; miedo a la muerte. Según sus creencias, percibe un mundo donde todos esos efectos tengan cabida, lo que se traduce, en una reafirmación en la vulnerabilidad del ser humano y la negación de su verdadera Esencia Divina.

7. Un recurso de aprendizaje no es un maestro. 2No te puede decir cómo te sientes. 3No sabes cómo te sientes porque has aceptado la confusión del ego, y, por lo tanto, crees que un recurso de apren­dizaje puede decirte cómo te sientes. 4La enfermedad no es más que otro ejemplo de tu insistencia en querer pedirle dirección a un maestro que no sabe la respuesta. 5El ego no puede saber cómo te sientes. 6Cuando dije que el ego no sabe nada, dije lo único que es completamente cierto con respecto al ego. Pero hay un corolario: si sólo el conocimiento existe y el ego no tiene conocimiento, entonces el ego no existe.

La fuente de aprendizaje del ego se sustenta en las experiencias que percibe, a las cuales le ha otorgado el sello de su realidad y con las cuales se encuentra totalmente identificado. Es más, carecería de identidad si no creyese en la enfermedad, en el dolor, en el sufrimiento, en la escasez, como sus recursos de aprendizaje. La cuestión es, ¿cómo es posible que aquello que no es real pueda enseñarnos lo que verdaderamente lo es?

8. Tal vez te preguntes cómo es posible que la voz de algo que no existe pueda ser tan insistente. 2¿Has pensado alguna vez en el poder de distorsión que tiene lo que deseas, aun cuando no es real? 3Son muchos los casos que demuestran cómo lo que deseas distorsiona tu percepción. 4Nadie puede dudar de la pericia del ego para presentar casos falsos. 5Ni nadie puede dudar tampoco de que estás dispuesto a escucharle hasta que decidas no aceptar nada excepto la verdad. 6Cuando dejes de lado al ego, éste desa­parecerá. 6La Voz del Espíritu Santo es tan potente como la buena voluntad que tengas de escucharla. 8No puede ser más potente sin que viole tu libertad de decisión, que el Espíritu Santo intenta restaurar, no menoscabar.

Creer tan solo en aquello que se percibe, es uno de los firmes recursos en el que el ego refuerza sus argumentos para negar lo Esencial y Verdadero. Sus argumentos parecen sólidos, cuando se participa de su manera de ver la realidad bajo la creencia en la separación, la creencia que nos hace adeptos al miedo. 

Pero cuando sustituimos dichas falsas creencias y le cedemos la hegemonía de nuestra mente al Espíritu Santo, la Visión Crística, nos permitirá argumentar tan sólo a favor del Amor y todo aquello cuyo origen provenga del miedo, desaparecerá.

9. El Espíritu Santo te enseña a usar el cuerpo sólo como un medio de comunicación entre tus hermanos y tú, de modo que Él pueda enseñar Su mensaje a través de ti. 2Esto los curará y, por lo tanto, te curará a ti. 3Nada que se utilice de acuerdo con su propia fun­ción tal como el Espíritu Santo la ve, puede enfermar. 4Mas todo lo que se utiliza de cualquier otra forma no puede sino enfermarse. 5No permitas que el cuerpo sea el reflejo de una mente dividida. 6No dejes que sea una imagen de la percepción de pequeñez que tienes de ti mismo. 7No dejes que refleje tu decisión de atacar. 8Se reconoce que la salud es el estado natural de todas las cosas cuando se deja toda interpretación en manos del Espíritu Santo, Quien no percibe ataque en nada. 9La salud es el resultado de abandonar todo intento de utilizar el cuerpo sin amor. 10La salud es el comienzo de la correcta perspectiva con respecto a la vida bajo la dirección del único Maestro que sabe lo que ésta es, al ser la Voz de la Vida Misma.

El resultado de sustituir el miedo-separación, por el Amor-Unidad, en nuestras vidas, nos conducirá a un estado de plenitud cuyo efecto en el cuerpo será la salud.