sábado, 10 de mayo de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 130

LECCIÓN 130

Es imposible ver dos mundos.

1. La percepción es congruente. 2Lo que ves refleja lo que pien­sas. 3Y lo que piensas no es sino un reflejo de lo que quieres ver. 4Tus valores determinan esto, pues no puedes sino desear ver aquello que valoras, al creer que lo que ves existe realmente. 5Nadie puede ver un mundo al que su mente no le haya confe­rido valor. 6nadie puede dejar de ver lo que cree desear.

2. Sin embargo, ¿quién puede odiar y al mismo tiempo amar? 2¿Quién puede anhelar aquello que él no desea que sea real? 3¿Quién puede elegir ver un mundo del que tiene miedo? 4El miedo no puede sino cegar, pues esta es su arma: que no puedes ver aquello que temes ver. 5El amor y la percepción, por lo tanto, van de la mano, pero el miedo oculta en las tinieblas lo que se encuentra ahí.

3. ¿Qué puede, entonces, proyectar el miedo sobre el mundo? 2¿Qué puede verse en las tinieblas que sea real? 3La verdad se ve eclipsada por el miedo, y el resto es todo imaginado. 4Mas ¿qué puede ser real en las ciegas imaginaciones nacidas del pánico? 5¿Qué es lo que quieres para que sea esto lo que se te muestra? 6¿Qué ibas querer conservar de un sueño así?

4. El miedo ha dado lugar a todo lo que crees ver: 2a toda separa­ción, a todas las distinciones y a la multitud de diferencias que crees que configuran el mundo. 3Ninguna de estas cosas existe. 4El enemigo del amor las inventó. 5Mas el amor no puede tener enemigos, de modo que no tienen fundamento, existencia o con­secuencia alguna. 6Se les puede atribuir valor, pero siguen siendo irreales. 7Se puede ir en pos de ellas, mas no se pueden hallar. 8Hoy no iremos en su busca ni desperdiciaremos el día buscando lo que no se puede hallar.

5. Es imposible ver dos mundos que no tienen nada en común. 2Si vas en pos de uno, el otro desaparece. 3Sólo uno de ellos puede permanecer. 4Ambos constituyen la gama de alternativas que tie­nes ante ti, más allá de la cual no hay nada que puedas elegir. 5Lo real y lo irreal son las únicas alternativas entre las que puedes elegir. 6No hay ninguna otra.

6. Hoy intentaremos no transigir allí donde es imposible hacerlo. 2El mundo que ves es la prueba de que ya has elegido algo que es tan completamente abarcador como lo es su opuesto. 3Lo que deseamos aprender hoy es algo más que la simple lección de que no puedes ver dos mundos. 4Esta lección enseña también que el mundo que ves es completamente congruente desde el punto de vista desde el que lo contemplas. 5Es un solo bloque porque pro­cede de una sola emoción, y su origen se ve reflejado en todo lo que ves.

7. En seis ocasiones hoy, llenos de gratitud, dedicaremos gustosa­mente cinco minutos al pensamiento que pone fin a toda transi­gencia y a toda duda, y las trascenderemos todas como si de una sola se tratase. 2No haremos miles de distinciones sin sentido, ni intentaremos conservar una pequeña porción de la irrealidad cuando consagremos nuestras mentes a hallar sólo lo que es real.

8. Comienza tu búsqueda del otro mundo pidiendo que se te con­ceda una fortaleza superior a la tuya, y reconociendo qué es lo que persigues. 2No deseas más ilusiones. 3te preparas para esos cinco minutos vaciando tus manos de todos los vanos tesoros de este mundo. 4Esperas la ayuda de Dios, según dices:

5Es imposible ver dos mundos.
6Permítaseme aceptar la fortaleza que Dios me ofrece y no ver valor alguno en este mundo, para así poder hallar mi libertad y mi salvación.

9. Dios estará allí, 2pues habrás invocado el formidable e infalible Poder que, lleno de gratitud, dará este gigantesco paso contigo. 3No dejarás de advertir Su agradecimiento expresado en una per­cepción tangible y verdadera. 4No dudarás de lo que contemples, pues aunque se trate de una percepción, no se trata de una de la que tus ojos por sí solos hayan visto jamás. 5sabrás que la forta­leza de Dios te respaldó cuando tomaste esta decisión.

10. Rechaza hoy de inmediato cualquier tentación que se presente, recordando simplemente la gama de tus alternativas. 2Pues lo que ves, y lo único que ves, es lo irreal lo real, lo falso o lo verdadero. 3La percepción es congruente con tu elección, y según elijas, expe­rimentarás el Cielo o el infierno.

11. Acepta una pequeña parte del infierno como real, y habrás con­denado tus ojos y maldecido tu vista, y lo que contemples será ciertamente el infierno. 2No obstante, la liberación que te ofrece el Cielo sigue estando a tu alcance como una de las alternativas que puedes elegir para que ocupe el lugar de todo lo que el infierno quiere mostrarte. 3Lo único que necesitas decirle a cualquier parte del infierno, sea cual sea la forma que adopte, es esto:

4Es imposible ver dos mundos.
5Lo único que deseo es mi libertad y mi salvación, y esto no forma parte de lo que quiero.

¿Qué me enseña esta lección?

“No se puede servir a Dios y a Mammón”; “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.

La mente puede servir al espíritu, pero también puede servir al ego. Con ello queremos decir que las verdades aceptadas por nuestra mente condicionarán nuestra forma de afrontar la vida.

Si creemos que la realidad es la que nos muestra el ego, entonces daremos valor a la necesidad de ser especial, al deseo de posesión, pues ello, aparentemente, nos conduce a un sentimiento de felicidad. Pero ocurre que ese sentimiento de felicidad no se mantiene en el tiempo, pues al basarse en lo temporal, lo cual está sujeto al cambio, la felicidad que percibamos será efímera.

Si creemos que la única realidad es la que nos inspira nuestro Ser Espiritual, entonces el orden de valores se dirigirá sólo y exclusivamente hacia aquello que es eterno, es decir, damos valor a la Unidad, al Amor, a la Paz, valores que sin duda nos conducirán a hacer real la felicidad.


Ejemplo-Guía: "Dime a quién sirves y te diré... quién eres".

Con este ejemplo, estoy parafraseando el famoso refrán: "Dime con quién andas, y te diré quién eres". En verdad, ambos nos llevan a un punto de encuentro, ya que "andar con alguien" simboliza una atracción, un gusto, un deseo, una creencia, una manera de servir a una manera de pensar.

En este sentido, si "andamos" con acompañantes que siguen a ciertos "ídolos", como todos aquellos que nos invitan a imaginar el mundo de los placeres materiales, dinero, poder, posesiones, belleza, prestigio, etc., lo que nos está revelando las características de nuestros acompañantes es que estamos sirviendo al ego, al César, a Mamón, es decir, estamos sirviendo a la creencia del miedo, de la separación, del pecado, del dolor, etc.

En cambio, si "andamos" con acompañantes que no se sienten atraídos por el mundanal vocerío procedente del mundo ilusorio, es decir, cuyos deseos no se orientan hacia el mundo de la oscuridad, sino que anhelan el reencuentro con la Luz, entonces, el significado de dicha relación nos está revelando que nos encontramos de camino hacia el Cielo, y que somos conocedores de que somos ciudadanos de un mundo irreal, del cual hemos elegido desapegarnos, en la medida en que dejamos de darle valor.

La propuesta de esta lección nos dota de una llave que ha de permitirnos cruzar la puerta que ha de conducirnos hacia la salvación. Nos aporta una serie de recomendaciones que debemos poner en práctica para sacar el mayor provecho:

  • El amor y la percepción van de la mano, pero el miedo oculta en las tinieblas lo que se encuentra ahí.
  • Es imposible ver dos mundos que no tienen nada en común. Si vas en pos de uno, el otro desaparece.
  • Hoy intentaremos no transigir allí donde es imposible hacerlo.
  • Comienza tu búsqueda del otro mundo pidiendo que se te con­ceda una fortaleza superior a la tuya, y reconociendo qué es lo que persigues.
  • No desees más ilusiones.
  • Rechaza hoy de inmediato cualquier tentación que se presente.

Con estas recomendaciones, lo que se nos está invitando es a elegir permanentemente por la Luz y no prestar atención a las tinieblas, esto es, al mundo de la ilusión.


Reflexión: ¿Qué conclusión sacas de las siguientes afirmaciones? Lo que ves refleja lo que pien­sas. Y lo que piensas no es sino un reflejo de lo que quieres ver.

viernes, 9 de mayo de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 129

LECCIÓN 129

Más allá de este mundo hay un mundo que deseo.

1. Este pensamiento es el que naturalmente sigue al que practica­mos ayer. 2No puedes detenerte en la idea de que el mundo no tiene valor, pues a menos que veas que hay algo más por lo que sentirte esperanzado, no podrás evitar caer en la depresión. 3No estamos haciendo hincapié en que renuncies al mundo, sino en que lo intercambies por algo mucho más satisfactorio, algo rebo­sante de alegría y capaz de ofrecerte paz. 4¿Crees acaso que este mundo puede ofrecerte eso?

2. Quizá valga la pena dedicar un rato a reflexionar una vez más sobre el valor de este mundo. 2Tal vez estés dispuesto a conceder que nada se pierde con renunciar a cualquier pensamiento que le adjudique algún valor. 3El mundo que ves es ciertamente despiadado, inestable y cruel, indiferente en lo que a ti respecta, presto a la venganza y lleno de odio inclemente. 4Da únicamente para más tarde quitar, y te despoja de todo aquello que por un tiempo creíste amar. 5En él no se puede encontrar amor duradero, por­que en él no hay amor. 6Dicho mundo es el mundo del tiempo, donde a todo le llega su fin.

3. ¿Cómo podría ser una pérdida, entonces, encontrar un mundo en el que es imposible perder, en el que el amor perdura eterna­mente y en el que el odio no existe y la venganza no tiene sen­tido? 2¿Cómo podría ser una pérdida hallar todas las cosas que realmente anhelas, y saber que no tienen fin y que perdurarán a través del tiempo exactamente tal como las deseas? 3Incluso esas cosas se intercambiarán finalmente por aquello de lo que no podemos hablar, pues desde allí te trasladarás a donde las pala­bras son completamente inútiles, a un silencio en el que el lenguaje, si bien no es hablado, se entiende perfectamente.

4. La comunicación, inequívoca y clara como la luz del día, per­manece ilimitada por toda la eternidad. 2Dios Mismo le habla a Su Hijo, así como Su Hijo le habla a Él. 3El lenguaje en el que se comunican no tiene palabras, pues lo que se dicen no puede ser simbolizado. 4Su conocimiento es directo, perfectamente compar­tido y perfectamente uno. 5¡Qué lejos te encuentras de esto, tú que sigues encadenado a este mundo! 6Y, sin embargo, ¡qué cerca te encontrarás cuando lo intercambies por el mundo que sí deseas!

5. Ahora el último paso es seguro; ahora te encuentras solo a un instante de la intemporalidad. 2Desde aquí solo puedes mirar hacia adelante, pues nunca más querrás mirar hacia atrás para ver el mundo que ya no deseas. 3He aquí el mundo que viene a ocupar su lugar, a medida que liberas a tu mente de las nimieda­des que el mundo te ofrece para mantenerte prisionero. 4No les atribuyas ningún valor, y desaparecerán. 5Valóralas, y te parece­rán reales.

6. Esas son tus opciones. 2¿Qué puedes perder si eliges no valorar lo que no es nada? 3Este mundo no te ofrece nada que realmente desees, mas el que eliges en su lugar ¡ése ciertamente lo deseas! 4Deja que se te conceda hoy. 5Ese mundo espera tan solo que lo elijas para ocupar el lugar de todas las cosas que buscas, pero que no deseas.

7. Practica estar dispuesto a efectuar este cambio diez minutos por la mañana, diez por la noche y una vez más entremedias.
2Comienza con lo siguiente:

3Más allá de este mundo hay un mundo que deseo.
4Elijo ver ese mundo en lugar de este, pues no hay nada aquí que realmente desee.

5Cierra entonces los ojos al mundo que ves, y en la silenciosa os­curidad contempla cómo unas luces que no son de este mundo se van encendiendo una por una, hasta que deja de ser relevante dónde comienza una y dónde termina la otra al fundirse todas en una sola.

8. Hoy las luces del Cielo se inclinan ante ti, para derramar su luz sobre tus párpados mientras descansas más allá del mundo de las tinieblas. 2He aquí una luz que los ojos no pueden contemplar. 3Y, sin embargo, la mente puede verla claramente, y entender. 4Hoy se te concede un día de gracia, y nos sentimos agradecidos por ello. 5Hoy nos damos cuenta de que lo que temías perder era solo la pérdida.

9. Ahora comprendemos que es imposible perder. 2Pues por fin hemos visto su opuesto, y damos gracias de que la elección ya se haya llevado a cabo. 3Recuerda cada hora la decisión que has tomado, y dedica un momento a confirmar tu elección dejando a un lado cualquier pensamiento que tengas en ese momento y poniendo toda tu atención brevemente en lo siguiente:

4El mundo que veo no me ofrece nada que yo desee.
5Más allá de este mundo hay un mundo que deseo.

¿Qué me enseña esta lección?

Si en la lección anterior se nos revelaba algo tan importante como es reconocer que, en el mundo terrenal, con el que se encuentra identificado el ego, no podremos encontrar la felicidad, en esta lección se produce una nueva revelación, no menos importante, pues nos señala el lugar donde podremos dirigir nuestra atención con el propósito de encontrar lo que buscamos: la felicidad y la paz.

Esa felicidad no puede ser patrimonio de un mundo basado en lo temporal y transitorio, sino que debe ser la consecuencia de una realidad estable y eterna y esa realidad no se encuentra fuera de nosotros, sino que forma parte de lo que realmente somos, nuestro Ser Espiritual.

Se hace necesario educar nuestra mente para que no quede ocupada en prestarle atención al mundo material; no debe ofrecerle valor alguno, ya que, en la medida en que le aportemos un valor a deseos efímeros y temporales, lo estaremos haciendo nuestra realidad y condicionará nuestro comportamiento.

¿Qué valores deben ocupar, entonces, nuestra atención?

La Unidad, el Amor Incondicional y la Inteligencia Creadora son los Valores Primordiales, de los cuales se derivan otros, como la Abundancia, la Justicia, la Armonía, la Belleza, la Igualdad, etc.

Cuando busquemos la unidad en el otro, lo que realmente estamos haciendo es reconocer nuestra igualdad de Filiación. De esa relación santa, no puede menos que dar lugar a la felicidad y la paz.


Ejemplo-Guía: ¿Debo abandonar el mundo material para encontrar el que realmente deseo?

No puedo negar que esta pregunta ha ocupado mi mente cuando leí por primera vez esta lección. Fue un pensamiento instantáneo que llegó a preocuparme, aunque una reflexión más profunda me sacó de la incertidumbre y me ofreció una respuesta más tranquilizadora. El objetivo de desear el mundo verdadero no nos exige abandonar físicamente el mundo material. Ese deseo verdadero debe llevarnos a una nueva visión. ¿Cuál? No desear el mundo ilusorio (efímero y temporal) a pesar de permanecer en él.

Realmente, lo que estamos haciendo es aplicar el objetivo del Curso de Milagros, cambiar nuestras falsas creencias y adoptar una nueva visión que nos lleve a elegir de nuevo.

Permanecer en este mundo no debe convertirse en una opción. La verdadera elección es no identificarse con él, de tal modo que pongamos en sus manos nuestra realidad y nuestra felicidad.

Si estamos hablando de opciones, la única a la que debemos prestar atención es a la hora de elegir un mundo u otro. Realmente, plantearlo como una elección no deja de ser un juego de nuestra mente, pues en verdad, el único mundo real es el espiritual y, si admitimos que podemos elegir el mundo ilusorio, estamos admitiendo su realidad.
Si integramos en nuestra conciencia lo que acabamos de plantear, lo que realmente estamos haciendo es vivir la vida desde la ausencia de miedo, desde la libertad o, lo que es lo mismo, desde el amor.

Si nuestro único deseo se pone al servicio de la Voluntad, ello significa que nuestra visión es la Unidad. Ese deseo nos acerca a nuestro estado real, seres de luz y de amor, lo que se traduce en un comportamiento que no persigue los objetivos del mundo ilusorio, que no cae en la tentación de la posesión y en la tentación de desear un mundo diferente al que nuestro Creador ha dispuesto.

Reconozco que es todo un reto, imaginar un mundo en el que vivamos en él, pero que no participemos en su dinámica natural. Pongo un ejemplo. La identificación que hacemos con los clubes de fútbol. Nuestra afiliación a ellos nos lleva a vivir sus resultados como si nos fuese la vida en ello. Si vence nuestro equipo, nos sentimos felices. Si pierde, casi entramos en depresión. Llevamos la competitividad a extremos exagerados. Pues bien, esa visión pertenece, claramente, a la identidad del ego. Si cambiamos de manera de ver las cosas y dejamos de darle valor a lo que antes se lo dábamos, el fútbol dejará de despertar esas emociones, pues, en lo más profundo de nuestro corazón, desearemos que gane el contrario, aunque si lo llevamos al terreno del juicio del Espíritu Santo, el resultado más favorable será el empate.

Seguramente, nos estaremos planteando vivencias menos banales que el tema del fútbol, como, por ejemplo, ¿qué respuesta debemos dar al agresor, al ladrón, al violador, al asesino? ¿Debemos dejar impunes sus actos?

Es un tema sensible que debemos aprender a gestionar. No voy a desarrollar los tipos de respuesta que debemos dar, pues no considero que deba decir a nadie cómo actuar, ni me siento dueño de la razón, pero sí puedo compartir un punto de vista que considero esencial y que os propongo reflexionar. La cuestión no es cómo actuar, sino qué creencia ponemos en ello, qué sentimiento, qué deseo es el que nos mueve.

¿Nos mueve el odio? ¿Nos mueve el amor? ¿Denunciarlo y desear que tome conciencia de lo que ha hecho sin que medie odio de por medio es lo correcto? ¿Perdonar su acto y no darle importancia es lo correcto?

Mi consciencia me dice que, haga lo que haga, debe estar inspirado por el Amor.

Reflexión: ¿Cómo te hace sentir la siguiente afirmación? En este mundo no se puede encontrar amor duradero, por­que en él no hay amor.

Capítulo 20. IV. La entrada al arca (1ª parte).

IV. La entrada al arca (1ª parte).

1. Nada puede herirte a no ser que le confieras ese poder. 2Mas tú confieres poder según las leyes de este mundo interpretan lo que es dar: al dar, pierdes. 3No obstante, no es a ti a quien corres­ponde conferir poder a nada. 4Todo poder es de Dios; Él lo otorga, y el Espíritu Santo, que sabe que al dar no puedes sino ganar, lo revive. 5Él no le confiere poder alguno al pecado, que, por consi­guiente, no tiene ninguno; tampoco le confiere poder a sus resul­tados tal como el mundo los ve: la enfermedad, la muerte, la aflicción y el dolor. 6Ninguna de estas cosas ha ocurrido porque el Espíritu Santo no las ve ni le otorga poder a su aparente fuente. 7Así es como te mantiene a salvo de ellas. 8Al no tener ninguna ilusión acerca de lo que eres, el Espíritu Santo sencillamente pone todo en Manos de Dios, Quien ya ha dado y recibido todo lo que es verdad. 9Lo que no es verdad Él ni lo ha recibido ni lo ha dado.

Este apartado comienza "fuerte". En él, Jesús nos comparte una serie de afirmaciones, a cuál más importante. Veámoslas.

La primera de ellas es esencial, pues nos señala la única causa que nos hace inmunes al dolor y al sufrimiento. Nada puede hacernos daño a no ser que nuestra mente le confiera ese poder. Y añade que el hecho de que le otorguemos ese poder responde a que elijamos creer en las leyes de este mundo que se rigen por la creencia de que dar es perder, lo que nos lleva a una mentalidad egoísta.

Tendríamos que pararnos en este punto y reflexionar sobre su contenido ampliamente, pues ello nos permitirá conocer el inmenso poder que le hemos otorgado al ego y a su sistema de pensamiento, el cual lo entiende todo al revés, llevándonos a pensar que el cuerpo tiene el poder para condicionar todas nuestras decisiones. Nos decimos: "Si doy lo que tengo, lo pierdo; luego elijo no dar y apoderarme de lo que los demás tienen. De este modo dejaré de ser escaso y me convertiré en un ser poderoso. Cuanto más tenga, más poderoso seré y ello me permitirá sentirme especial y superior con respecto a los demás".

Sin embargo, no podemos olvidar que el poder es de Dios, y Su Voz nos enseña que es dando como ganamos y la única manera de mantener lo que damos.

Es nuestra mente la que elige a cuál maestro seguir. Si elige al ego y a su sistema de pensamiento, nuestra percepción estará distorsionada por la falsa creencia en la separación y nuestras obras llevarán el sello de la división. En cambio, si elegimos desde la Mente Recta del Espíritu Santo, nuestra percepción será verdadera y extenderemos la verdad en todas nuestras manifestaciones, dando lugar a la expansión del amor y de la unidad.

2. El pecado no tiene cabida en el Cielo, donde sus resultados serían algo ajeno a éste y donde ni ellos ni su fuente podrían tener acceso. 2en esto reside tu necesidad de no ver pecado en tu hermano. 3El Cielo se encuentra en él. 4Si ves pecado en él, pierdes de vista el Cielo. 5Contémplalo tal como es, no obstante, y lo que es tuyo irradiará desde él hasta ti. 6Tu salvador te ofrece sólo amor, pero lo que recibes de él depende de ti. 7Él tiene el poder de pasar por alto todos tus errores, y en ello reside su propia salvación. 8Y lo mismo sucede con la tuya. 9La salvación es una lección en dar, tal como la interpreta el Espíritu Santo. 10La salvación es el re-despertar de las leyes de Dios en mentes que han promulgado otras leyes a las que han otorgado el poder de poner en vigor lo que Dios no creó.

La creencia en el pecado nos hace daño, pues entendemos que para salvarnos de la culpa que nos oprime debemos castigarnos y ese castigo irá dirigido principalmente al cuerpo, al cual hemos identificado como la causa que nos ha llevado a pecar.

El pecado es una creencia errónea de un acto creador que tan solo fue un error. Elegir ver las cosas diferentes a nuestro Creador no es pecar, es errar, y ese ajuste introducido en nuestra mente nos ha llevado a condenarnos y a odiarnos ante la visión de sentirnos separados del amor de Dios.

Cuando la mente elige creer en la separación, lo que está haciendo es negar la realidad del Cielo, el símbolo de la unidad y el hogar de la Filiación. Dios nos ha creado de Sí Mismo, a su imagen y semejanza. Formamos una unidad con Él y con Su Creación. Por lo tanto, Dios es nuestro Hogar y su reino es el Cielo.

Cada uno de los Hijos de Dios es portador de ese Cielo, y habita eternamente en el reino de Dios. Si percibimos en nuestro interior pensamientos pecaminosos, los veremos igualmente en los demás y con ello, estamos perdiendo la visión del Cielo y nos sentiremos exiliados del reino que compartimos con Dios. 

jueves, 8 de mayo de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 128

LECCIÓN 128

El mundo que veo no me ofrece nada que yo desee.

1.  El mundo que ves no te ofrece nada que puedas necesitar; nada que puedas usar en modo alguno; ni nada en absoluto que te pueda hacer feliz. 2Cree esto y te habrás ahorrado muchos años de miseria, incontables desengaños y esperanzas que se convierten en amargas cenizas de desesperación. 3Todo aquel que quiera dejar atrás al mundo y remontarse más allá de su limitado alcance y de sus mezquindades tiene que aceptar que este pensamiento es verdad.

2. Cada cosa que valoras aquí no es sino una cadena que te ata al mundo; y ése es su único propósito. 2Pues todas las cosas tienen que servir para el propósito que tú les has asignado, hasta que veas en ellas otro propósito. 3El único propósito digno de tu mente que este mundo tiene es que lo pases de largo, sin detenerte a percibir ninguna esperanza allí donde no hay ninguna. 4No te dejes engañar más. 5El mundo que ves no te ofrece nada que tú desees.

3. Escápate hoy de las cadenas con las que aprisionas a tu mente cuando percibes la salvación aquí. 2Pues aquello que valoras lo consideras parte de ti tal como te percibes a ti mismo. 3Todo aque­llo que persigues para realzar tu valor ante tus propios ojos te limita todavía más, oculta de tu conciencia tu valía y añade un cerrojo más a la puerta que conduce a la verdadera conciencia de tu Ser.

4. No dejes que nada que esté relacionado con pensamientos cor­porales te demore en tu avance hacia la salvación, ni que la tenta­ción de creer que el mundo puede ofrecerte algo que deseas te retrase. 2No hay nada aquí que valga la pena anhelar. 3Nada aquí es digno de un instante de retraso o de dolor, ni de un solo momento de incertidumbre o de duda. 4Lo que carece de valor no ofrece nada. 5Lo que verdaderamente tiene valor no se puede hallar en lo que carece de valor.

5. Nuestra práctica de hoy consiste en abandonar todo pensa­miento que tenga que ver con cualquier valor que le hayamos atribuido al mundo. 2Lo liberaremos de cualquier propósito que le hayamos asignado a sus aspectos, fases y sueños. 3Lo conside­raremos en nuestra mente como algo carente de propósito, y lo relevaremos de todo aquello que queríamos que fuese. 4De esta manera romperemos las cadenas que atrancan la puerta que con­duce a nuestra liberación de él, e iremos más allá de todos sus insignificantes valores y limitados objetivos.

6. Permanece muy quedo y en paz por un rato, y observa cuán alto te elevas por encima del mundo cuando liberas a tu mente de sus cadenas y dejas que busque el nivel donde se siente a gusto. 2Tu mente se sentirá agradecida de poder estar libre por un rato. 3Ella sabe dónde le corresponde estar. 4Libera sus alas y volará sin titubeo alguno y con alegría a unirse con su santo propósito. 5Déjala que descanse en su Creador, para que allí se le restituya la cordura, la libertad y el amor.

7. Dale hoy diez minutos de descanso en tres ocasiones. 2Y cuando abras los ojos después de cada una de estas sesiones, no valorarás nada que veas tanto como lo valorabas antes. 3Tu pers­pectiva del mundo cambiará ligeramente cada vez que le permitas a tu mente liberarse de sus cadenas. 4El mundo no es el lugar donde le corresponde estar. 5a ti te corresponde estar allí donde ella quiere estar, y a donde va a descansar cuando la liberas del mundo. 6Tu Guía es infalible. 7Haz que tu mente sea receptiva a Él. 8Permanece muy quedo y descansa.

8. Protege asimismo tu mente a lo largo del día. 2cuando pien­ses que algún aspecto o alguna imagen del mundo tiene valor, niégate a encadenar tu mente de esa manera y, en lugar de ello, repite para tus adentros con tranquila certeza:

3Esto no me tentará a que me demore.
4El mundo que veo no me ofrece nada que yo desee.

¿Qué me enseña esta lección?

Esta mañana, necesitaba encontrar una respuesta, pues me sentía embargado por un sinsabor que me producía una profunda tristeza. A pesar de que estaba proyectando mi mente con pensamientos de gratitud y amor, no acababa de elevarme por encima de la fuerte gravedad que el mundo ejercía sobre mis ansias de volar.

Cuando leí por primera vez el contenido de esta lección, ya con el primer párrafo, sentí un profundo alivio, pues vi claramente identificado lo que me estaba pasando. Pretendía encontrar el estímulo de la felicidad visualizando las cosas con los ojos del cuerpo; es decir, estaba buscando la felicidad allí donde no podré encontrarla, pues la respuesta que recibo del mundo está condicionada con las expectativas marcadas por el ego.

Tan solo en la quietud de la mente, una mente liberada de la prisión de los pensamientos erróneos, identificados con el miedo, la culpa, la división, el sufrimiento, el odio, la venganza, la enfermedad, la necesidad, conseguirá que logre desplegar sus alas y me permita ver la realidad del Espíritu.

Para mí es una lección muy importante, pues nos enseña el fruto que obtendremos si sembramos en la buena tierra, o en cambio, decidimos sembrar en la roca. Nada a lo que el ego haya dado valor podrá aportarnos paz y felicidad.


Ejemplo-Guía: “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6:21).

Hoy abordamos una de las lecciones que nos ofrece la respuesta, que, en lo más profundo de nuestro ser, estamos buscando. Hoy reconoceremos, si así lo "deseamos", sinceramente, que la razón de que no seamos felices no se encuentra fuera de nosotros, como siempre hemos creído, sino que es el resultado del uso que hemos dado a nuestra mente, la cual ha dado credibilidad a un mundo ilusorio proyectado por el poder de nuestro deseo.

Tendremos que realizar, una vez más, una búsqueda interior de cuáles son nuestros deseos y, para que nos sirva de ayuda en esa ilusionante búsqueda, debemos tener presente que el deseo de ver un mundo diferente al creado por nuestro Hacedor es la principal causa que ha dado origen a todos los efectos que asociamos a la variedad, casi infinita, de deseos con los que nos identificamos.

He elegido como ejemplo-guía una frase extraída del Nuevo Testamento, concretamente, del Evangelio de Mateo, en la que se resume de una manera explícita una gran verdad, que nos resultará fácil reconocer y aceptar.

Un Curso de Milagros expresa esa misma verdad, utilizando otros términos que me gustaría recordar:

"Lo que deseas es verdad para ti. Pues es imposible desear algo y no tener fe de que ello es real. Desear otorga realidad tan irreme­diablemente como ejercer la voluntad crea. El poder de un deseo apoya a las ilusiones tan fuertemente como el amor se extiende a sí mismo. Excepto que uno de ellos engaña y el otro sana" (T-24.V.1:6-10).

"La fe y el deseo van de la mano, pues todo el mundo cree en lo que desea" (T-21.II.8:6).

"La visión se amolda a lo que se desea, pues la visión siempre sigue al deseo" (T-20.VII.5:6).

Ya habremos intuido la pregunta que debemos hacernos y que nos servirá de guía a la hora de encontrar la respuesta adecuada:

¿Qué es lo que veo? ¿Es esto lo que quiero ver? ¿Es esto lo que deseo?

El evangelista Mateo nos la plantearía de la siguiente manera:

¿Cuáles son tus tesoros? Realmente, lo que busca encontrar esa reflexión es saber a qué le estamos dando valor, pues aquello a lo que le estamos dando ese valor se configurará como nuestra realidad.

"Ver", "Deseo", "Valor", tres palabras que nos revelan nuestra realidad. El deseo de ser un cuerpo nos lleva a ver el cuerpo y darle valor al cuerpo; luego, desde ese punto de vista, creeremos que somos un cuerpo.

Si deseamos bienes materiales, veremos desde la perspectiva de obtener esos bienes materiales y le daremos a esa visión el máximo valor, de tal modo que nuestra realidad, nuestra felicidad, dependerá de conseguir tener y poseer bienes materiales.

Si deseamos prestigio, dirigiremos nuestra atención, nuestra visión, allí donde podamos sentirnos importantes y especiales. Darle valor a esa visión nos llevará a anteponer nuestro prestigio por encima de todas las cosas, lo que significa que viviremos la vida como una confrontación permanente en la que vencer es lo esencial.

Estos son simples ejemplos de una dinámica que forma parte de nuestra vida, y con la cual estamos totalmente identificados. Pero lo importante que debemos aprender de esta lección es reconocer el poder que tiene el deseo. Cuando dejamos de utilizarlo, orientándolo para hacer realidad lo ilusorio, y en cambio, lo dirigimos para nuestro despertar, entonces, todo ese potencial se utilizará con un fin creador y no proyector.

¡Padre, deseo hacer Tu Voluntad!

¡Espíritu Santo, deseo la Expiación!


Reflexión: ¿Qué te puede ofrecer este mundo que te haga plenamente feliz?

Capítulo 20. III. El pecado como ajuste (4ª parte).

III. El pecado como ajuste (4ª parte).

9. Los que llevan años aprisionados con pesadas cadenas, ham­brientos y demacrados, débiles y exhaustos, con los ojos aclima­tados a la oscuridad desde hace tanto tiempo que ni siquiera recuerdan la luz, no se ponen a saltar de alegría en el instante en que se les pone en libertad. 2Tardan algún tiempo en comprender lo que es la libertad. 3Andabas a tientas en el polvo y encontraste la mano de tu hermano, indeciso de si soltarla o bien asirte a la vida por tanto tiempo olvidada. 4Agárrate aún con más fuerza y levanta la vista para que puedas contemplar a tu fuerte compa­ñero, en quien reside el significado de tu libertad. 5Él parecía estar crucificado a tu lado. 6Sin embargo, su santidad ha perma­necido intacta y perfecta, y, con él a tu lado, este día entrarás en el Paraíso y conocerás la paz de Dios.

Todos los caminos llevan a Roma. Todos los caminos nos llevan al Amor. Todos los caminos nos llevan a la salvación. Todos los caminos nos llevan a la unidad.

Si buscas la verdad, no te demores más en tu búsqueda. La verdad está en tu interior y tú, junto a tu hermano, has sido creado a imagen y semejanza de Dios. Por lo tanto, la verdad es el camino que debes recorrer con tu hermano. De su mano, la salvación será nuestra meta. No la busques en otro lado.

Puedes elegir un camino más largo. Puedes hacer multitud de cursos; participar en innumerables charlas y retiros. Ejercitar tu mente con entrenamientos que te permitan alcanzar estados de paz pasajeros. Puede viajar a los confines del mundo para encontrarte con el sabio que ha de mostrarte el camino. Todos esos gestos forman parte del sueño que estamos viviendo. Al final de todo ello, tan solo una verdad se muestra ante nuestros ojos renovados: Amar a nuestro hermano como a nosotros mismos.

10. Eso es lo que mi voluntad dispone para ti y para tu hermano, y para cada uno de vosotros con respecto al otro y con respecto a sí mismo. 2Ahí sólo se puede encontrar santidad y unión sin lími­tes. 3Pues ¿qué es el Cielo sino unión, directa y perfecta, y sin el velo del temor sobre ella? 4Ahí somos uno, y ahí nos contempla­mos a nosotros mismos, y el uno al otro, con perfecta dulzura. 5Ahí no es posible ningún pensamiento de separación entre noso­tros. 6Tú que eras un prisionero en la separación eres ahora libre en el Paraíso. 7Y allí me uniré ti, que eres mi amigo, mi hermano y mi propio Ser.

El ego no puede mostrarnos un mundo unido porque su existencia procede de la falsa creencia en la separación. En su sistema de pensamiento no hay una lección que nos enseñe que todos formamos parte de un Todo; que compartimos la misma Fuente y que, por tal razón, el ataque, el miedo a perder, el dolor y el sufrimiento no son un estilo de vida saludable para alcanzar la paz y la felicidad.

La salvación del hombre de este mundo es el recuerdo de su verdadera y real procedencia, el Cielo, donde la unidad fluye en todas y cada una de las mentes que se mantienen una en el eterno lazo del amor.

11. El regalo que le has hecho a tu hermano me ha dado la certeza de que pronto nos uniremos. 2Comparte, pues, esta fe conmigo, y no dudes de que está justificada. 3En el amor perfecto no hay cabida para el miedo porque el amor perfecto no conoce el pecado y sólo puede ver a los demás como se ve a sí mismo. 4Si mira dentro de sí mismo con caridad, ¿qué podría inspirarle temor afuera? 5Los inocentes ven seguridad, y los puros de corazón ven a Dios en Su Hijo y apelan al Hijo para que él los guíe al Padre. 6¿Y a qué otro lugar querrían ir, sino allí donde anhelan estar? 7Tú y tu hermano os conduciréis el uno al otro hasta el Padre tan irremediablemente como que Dios creó santo a Su Hijo y así lo conservó. 8En tu hermano se encuentra la luz de la eterna pro­mesa de inmortalidad que Dios te hizo. 9No veas pecado en él, y el miedo no podrá apoderarse de ti.

La creencia en el pecado se convirtió en un ajuste que alteró la vía de comunicación directa que el Hijo de Dios tenía con Su Creador. Ese ajuste, propiciado por el uso incorrecto de la voluntad, sustituyó el Conocimiento por la percepción; lo eterno por lo temporal; la unidad por la separación; el amor por el miedo; la inocencia por la culpa; la dicha por la infelicidad; la vida por la muerte.

Ese ajuste, ese cambio, fruto de nuestra elección, debe ser corregido en el mismo nivel donde se produjo, esto es, en nuestra mente, donde se encuentra la única causa que nos llevó a percibir un mundo separado. La luz dio paso a la oscuridad y la realidad a la ilusión. La ignorancia de ese estado de conciencia nos sumió en un sueño del cual aún no hemos despertado. 

A pesar de ese ajuste en nuestra manera de ver las cosas, la verdad siempre nos ha acompañado porque somos Hijos de la Luz y del Amor. Podemos creer que somos un cuerpo, pero ese ajuste es temporal y nuestra verdadera identidad emergerá con fuerza para mostrarnos la realidad que somos.

Dios hizo a Su Hijo en la Luz, en el Conocimiento, y esa Luz forma parte de la Filiación en su plenitud. Es por ello que cada ser es portador de la llave que le permitirá liberarse de las cadenas que le han mantenido prisionero del error. De esta manera, el Padre se aseguraba de que su Hijo siempre encontraría el modo de retornar a su verdadero Hogar. Como bien recoge este punto, en nuestro hermano se encuentra la luz de la eterna promesa de inmortalidad que Dios nos hizo.  

miércoles, 7 de mayo de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 127

LECCIÓN 127

No hay otro amor que el de Dios

1. Tal vez creas que hay diferentes clases de amor. 2Tal vez creas que hay un tipo de amor para esto y otro para aquello; que es posible amar a alguien de una manera y a otra persona de otra. 3El amor es uno. 4No tiene partes separadas ni grados; no hay ­diferentes clases de amor ni tampoco diferentes niveles; en él no hay divergencias ni distinciones. 5Es igual a sí mismo, sin ningún cambio en ninguna parte de él. 6Ninguna persona o circunstancia puede hacer que cambie. 7Es el Corazón de Dios y también el de Su Hijo.

2.  El significado del amor queda velado para todo aquel que crea que el amor puede cambiar, 2pues no se da cuenta de que un amor cambiante es algo imposible. 3Y así, cree que algunas veces puede amar y otras odiar. 4Cree también que se puede profesar amor sólo a una persona, y que el amor puede seguir siendo lo que es aunque se le niegue a los demás. 5El que crea estas cosas acerca del amor demuestra que no entiende su significado. 6Si el amor pudiese hacer tales distinciones, tendría que discernir entre justos y pecadores, y percibir al Hijo de Dios fragmentado.

3. El amor no puede juzgar. 2Puesto que en sí es uno solo, contempla a todos cual uno solo. 3Su significado reside en la unici­dad*4Y no puede sino eludir a la mente que piensa qué el amor es algo parcial o fragmentado. 5No hay otro amor que el de Dios, y todo amor es de Él. 6Ningún otro principio puede gobernar allí donde no hay amor. 7El amor es una ley que no tiene opuestos. 8Su plenitud es el poder que mantiene a todas las cosas unidas, el vínculo entre Padre e Hijo que hace que Ambos sean lo mismo eternamente.

4. Ningún curso cuyo propósito sea enseñarte a recordar lo que realmente eres podría dejar de subrayar que no puede haber dife­rencia entre lo que realmente eres y lo que es el amor. 2El significado  del amor es tu propio significado, el cual Dios Mismo comparte. 3Pues lo que tú eres es lo que Él es. 4No hay otro amor que el Suyo, y lo que Él es, es lo único que existe. 5Nada lo limita, y, por lo tanto, tú eres tan ilimitado como Él.

5. Ninguna ley que el mundo obedezca puede ayudarte a enten­der el significado del amor. 2Las creencias del mundo fueron con­cebidas para ocultar el significado del amor y para mantenerlo oculto y secreto. 3No hay ni un solo principio de los que el mundo defiende que no viole la verdad de lo que es el amor, y de lo que, por ende, eres tú también.

6. No busques tu Ser en el mundo. 2El amor no se puede encontrar en las tinieblas ni en la muerte. 3Sin embargo, es perfectamente evidente, para los ojos que ven y para los oídos que oyen la Voz del amor. 4La práctica de hoy consiste en liberar a tu mente de todas las leyes que crees que debes obedecer, de todas las limita­ciones que rigen tu vida y de todos los cambios que crees forman parte del destino humano. 5Hoy vamos a dar el paso más ambi­cioso de los que requiere este curso en tu avance hacia el objetivo que ha establecido.

7. Si hoy consigues tener el más leve vislumbre de lo que signi­fica el amor, habrás salvado una distancia inconmensurable hacia tu liberación y te habrás ahorrado un tiempo que no se puede medir en años. 2Juntos, pues, regocijémonos de dedicarle algún tiempo a Dios y de comprender que no hay mejor manera de emplear el tiempo que ésa.

8. Dedica hoy quince minutos en dos ocasiones a escaparte de todas las leyes en las que ahora crees. 2Abre tu mente y descansa. 3Cualquiera puede escaparse del mundo que parece mantenerte prisionero si deja de atribuirle valor. 4Deja  de otorgarle valor a sus míseras ofrendas y absurdos regalos, y permite que el regalo que Dios te hace los reemplace a todos.

9. Invoca a tu Padre con la certeza de que Su Voz te responderá. 2Él Mismo lo ha prometido, 3y Él Mismo pondrá una chispa de verdad en tu mente cada vez que renuncies a una creencia falsa, o a una tenebrosa ilusión de tu realidad y de lo que significa el amor. 4Él irradiará hoy a través de tus vanos pensamientos y te ayudará comprender la verdad del amor. 5Con amorosa ternura morará contigo a medida que dejes que Su Voz le enseñe a tu mente abierta y despejada el significado del amor. 6Y bendecirá la lección con Su Amor.

10. Hoy la legión de años que tendrías que esperar en el futuro para tu salvación desaparece ante la intemporalidad de lo que estás aprendiendo. 2Demos gracias por habernos librado de un futuro que hubiese sido igual que el pasado. 3Hoy dejamos atrás el pasado para nunca jamás volver a recordarlo. 4Y alzamos los ojos para contemplar un presente muy distinto, en el cual se vis­lumbra un futuro que en nada se parece al pasado.

11. El mundo que acaba de nacer aún se encuentra en su infancia. 2lo veremos crecer fuerte y saludable, para derramar su bendi­ción sobre todos aquellos que vengan a aprender a desprenderse del mundo que pensaban había sido engendrado con odio para ser el enemigo del amor. 3Ahora todos ellos se liberan junto con nosotros. 4Ahora todos ellos son nuestros hermanos en el Amor de Dios.

12. Nos acordaremos de ellos en el transcurso del día, ya que no podemos excluir de nuestro amor a ninguna parte de nosotros si queremos conocer a nuestro Ser. 2Por lo menos tres veces por hora piensa en alguien que te acompaña en esta jornada, y que vino a aprender lo mismo que tú tienes que aprender. 3Y cuando te venga a la mente, comunícale este mensaje de parte de tu Ser:

4Te bendigo, hermano, con el Amor de Dios, el cual quiero com­partir contigo.
5Pues quiero aprender la gozosa lección de que no hay otro amor que el de Dios, el tuyo, el mío y el de todos.

¿Qué me enseña esta lección? 

En el mundo perceptivo del ego, el Amor adopta multitud de expresiones. Hablamos del amor de padres, amor de hermanos, amor de hijos, amor de parejas, amor a la patria, amor al trabajo y amor, amor, amor. 

La razón de que esto sea así es que vivimos identificados con un mundo dual, donde un rayo de luz blanca puede adquirir una diversidad de tonalidades. 

Al igual que esa luz blanca, es apreciada en una multiplicidad de tonalidades y, sin embargo, su realidad no deja de ser blanca. El amor, cuando se expresa en el mundo dual del ego, lo hace manifestando una variedad de rostros y, a pesar de ello, su origen no sufre cambio, es decir, sigue siendo amor. 

El Amor es un atributo de la divinidad que debe conducirnos hacia la unidad. Cualquier otra identificación que no haga referencia al Ser que somos nos llevará a creer que somos diferentes unos a otros, que nos encontramos separados de los demás y que la energía amorosa adopta vibraciones distintas en virtud del tipo de relación que experimentemos. 

Desde el punto de vista de la verdad, de la realidad, la dualidad es una ilusión y, por lo tanto, las diversas expresiones con las que se expresa el amor egoico son un error. 

Allí donde el Amor se manifiesta, no existen el miedo, la culpa, el castigo, la separación, la enfermedad, etc. Existe la liberación, la inocencia, la pureza, la unidad.

 

Ejemplo-Guía: "Amo a mi pareja, sin embargo, su manera de ser a veces..." 

Me gustaría compartir con vosotros, aprovechando las enseñanzas que nos ofrece esta lección, unas experiencias que he tenido la oportunidad de conocer a lo largo de los años que he dedicado al estudio de temas espirituales. 

Respetaré, por supuesto, el anonimato de los compañeros que han compartido conmigo sus vivencias, y me limitaré a exponer lo esencial del aprendizaje.

Muchas parejas se han consolidado antes de que las partes o una de sus partes haya encontrado lo que podríamos llamar el camino espiritual. Se habían conocido siendo personas sin inquietudes trascendentes y a lo largo de su relación, se produce un encuentro, una experiencia, que les invita a plantearse la vida desde otra perspectiva. He conocido casos en los que la "llamada" ha despertado a ambas partes de la relación, y también he conocido casos en los que el cambio ha sido sentido tan solo por una de las partes. 

Al cabo de los años de esas relaciones, he observado que los ritmos evolutivos de las partes afectadas condicionan el modo en cómo las parejas se aceptan entre sí. 

Por encima de todo y como punto en común válido para todas ellas, nos encontramos con el ideal del amor. En ese nivel de consciencia, suele confundirse el término amor conyugal con el término amor fraternal.  

En muchos casos, el tema sexual se convierte en una experiencia conflictiva, en la medida en que alguno de los amantes interprete que mantener relaciones sexuales con otro fin que no sea el de procrear es una violación de las leyes divinas. Ya tenemos sobre la mesa un "expediente de condenación", el cual adoptará el rostro insufrible de la culpa. 

Advertía, anteriormente, de la idealización del amor conyugal y del amor fraternal. Detrás de esa falsa idealización se suele esconder un deseo oculto de posesión y de encelamiento. Mentalmente, se pretende elevar la relación de pareja a una relación de amistad, sin embargo, ponemos límites a las expresiones y a las iniciativas del otro. 

Recuerdo cómo un amigo me refería que amaba a su pareja, que creía estar viviendo con ella una experiencia de relación kármica en la que percibía una deuda de amor. Sentía que estaba con ella, por la razón de estar liberando esa deuda kármica. Pero reconocía que, a pesar de su elevada consciencia espiritual, había ciertos comportamientos de ella que no podía aceptar. Esa reflexión le llevaba a perdonar lo que había juzgado como imperdonable del comportamiento de su compañera y se daba más tiempo para continuar con su experiencia liberadora. 

Con relación a este caso, habría que recordar lo que nos revela Un Curso de Milagros: 

"La Biblia dice que si un hermano te pide que camines con él una milla, que le acompañes dos. Ciertamente, no sugiere que le retrases en su viaje. Tu dedicación a un hermano no puede tampoco retrasarte a ti. Sólo puede conducir a un progreso mutuo" (T-4.In.1:1-4). 

Las experiencias que estoy compartiendo con vosotros ya forman parte de un pasado lejano. Entonces, mi visión no estaba preparada para ver con los ojos de hoy.  

Pienso que, en todos los casos que he expuesto, el amor es experimentado desde la conciencia de separación. En todos los casos, el miedo es el principal protagonista. Su papel estelar lo caracteriza por el deseo de posesión, por el temor a perder, por el temor al dolor. Se trata de un aspecto del amor que aún no se ha expresado en su valor más elevado, el de la libertad. 

Toda relación donde no exista la libertad, no existirá el verdadero amor. 

Confundimos el amor con el deseo. Cuando se ama, no se desea, pues el deseo conlleva posesión. 

El amor verdadero es expansión. El amor verdadero está libre de todo juicio. 

Un Curso de Milagros nos dice: "Tu relación especial se convertirá en el medio de erradicar la culpabilidad en todos los que son bendecidos a través de tu relación santa. Será un sueño feliz, y uno que compartirás con todo aquel que se cruce en tu camino" (T-18.II.7:1-2).  

Si estás experimentando una relación especial, ten presente que tienes la oportunidad de perdonar todo pensamiento de culpa que puede, inconscientemente, atraerte a dicha relación. Trasciende todo apego y todo sentimiento de posesión. Ama desde la libertad y desde la unidad. 

Reflexión ¿Cuántos tipos de amor practicas?