sábado, 17 de mayo de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 137

LECCIÓN 137

Cuando me curo no soy el único que se cura.

1. La idea de hoy sigue siendo el pensamiento central sobre el que descansa la salvación. 2Pues la curación es lo opuesto a todas las ideas del mundo que tienen que ver con la enfermedad y con los estados de separación. 3Aislarse uno de los demás y rehusar la unión es lo que da lugar a la enfermedad. 4Ésta se convierte en una puerta tras la cual se encierra a un ser separado, y donde se le mantiene aislado y solo.

2. La enfermedad es aislamiento. 2Pues parece mantener a un ser separado del resto, para que sufra lo que los otros no sienten. 3Le otorga al cuerpo poder absoluto para hacer que la separación sea real y mantener a la mente en solitario confinamiento, dividida en pedazos y sujeta por una sólida muralla de carne enfermiza que no puede trascender.

3. El mundo acata las leyes que la enfermedad apoya, pero la curación opera aparte de ellas. 2Es imposible que alguien pueda curarse solo. 3En la enfermedad, él no puede sino estar aparte y separado. 4Mas la curación es el resultado de su decisión de ser uno solo nuevamente, y de aceptar su Ser con todas Sus partes intactas e incólumes. 5En la enfermedad, su Ser aparenta estar desmembrado y desprovisto de la unidad que le da vida. 6Mas la curación se logra al él comprender que el cuerpo no tiene el poder de atacar la universal unicidad del Hijo de Dios.

4. El propósito de la enfermedad es demostrar que las mentiras son verdad. 2Mas la curación demuestra que sólo la verdad es verdad. 3La separación que la enfermedad pretende imponer en realidad jamás ha tenido lugar. 4Curar es meramente aceptar lo que siempre ha sido la simple verdad, lo cual seguirá siendo exactamente como siempre fue. 5No obstante, a los ojos acostum­brados a las ilusiones se les debe mostrar que lo que contemplan es falso. 6Así pues, la curación, que la verdad nunca necesitó, tiene que demostrar que la enfermedad no es real.

5. La curación podría considerarse, por lo tanto, como un anti-sueño que desplaza al sueño de enfermedad en nombre de la verdad, pero no en la verdad en sí. 2Así como el perdón pasa por alto todos los pecados, que nunca se cometieron, la curación desvanece las ilusiones que jamás tuvieron lugar. 3Y así como el mundo real emergerá para ocupar el lugar de lo que nunca suce­dió realmente, la curación ofrecerá restitución para los estados imaginarios e ideas falsas que los sueños han ido tejiendo y con­virtiendo en cuadros de la verdad.

6. Mas no pienses que curar no es algo digno de ser tu función aquí. 2Pues el anti-Cristo se vuelve más poderoso que el Cristo para aquellos que sueñan que el mundo es real. 3El cuerpo parece ser más sólido y más estable que la mente. 4Y el amor se convierte en un sueño, mientras que el miedo continúa siendo la única rea­lidad que puede verse, justificarse y entenderse plenamente.

7. Así como el perdón desvanecerá con su luz todo pecado y el mundo real ocupará el lugar de lo que has fabricado, asimismo la curación reemplazará las fantasías de enfermedad con las que nublas la simple verdad. 2Cuando se haya visto desaparecer la enfermedad, a pesar de todas las leyes que sostienen que es real, todas las preguntas habrán quedado contestadas. 3Y entonces se dejará de valorar y obedecer dichas leyes.

8. La curación es libertad. 2Pues demuestra que los sueños no prevalecerán contra la verdad. 3La curación es algo que se com­parte. 4mediante este atributo demuestra que las leyes que son diferentes de las que sostienen que la enfermedad es inevitable son más poderosas que las leyes enfermizas que sostienen lo contrario. 5La curación es fuerza. 6Pues con su tierna mano se supera la debilidad, y las mentes que estaban amuralladas en un cuerpo quedan liberadas para unirse otras mentes, y así ser fuertes para siempre.

9. La curación, el perdón y el feliz intercambio del mundo del dolor por uno en el que la tristeza no tiene cabida, son los medios por los que el Espíritu Santo te exhorta a que lo sigas. 2Sus dulces lecciones te enseñan cuán fácilmente puedes alcanzar la salva­ción y cuán poca práctica necesitas para dejar que Sus leyes reemplacen a las que tú promulgaste para mantenerte prisionero de la muerte. 3Su vida se vuelve la tuya propia, al tú extender la poca ayuda que Él te pide para liberarte de todo lo que jamás te causó dolor.

10. Y a medida que te dejas curar, te das cuenta de que junto con­tigo se curan todos los que te rodean, los que te vienen a la mente, aquellos que están en contacto contigo y los que parecen no estarlo. 2Tal vez no los reconozcas a todos, ni comprendas cuán grande es la ofrenda que le haces al mundo cuando permi­tes que la curación venga a ti. 3Mas nunca te curas solo. 4Legiones y legiones de hermanos recibirán el regalo que tú recibes cuando te curas.

11. Los que se han curado se convierten en los instrumentos de la curación. 2Y no transcurre tiempo alguno entre el instante en que son curados y aquel en que toda la gracia de curación les es dada para que ellos a su vez la den. 3Lo que se opone a Dios no existe, y aquel que no lo acepta en su mente se convierte en un refugio donde los que están cansados pueden hallar descanso. 4Pues ahí es donde se otorga la verdad, y ahí es donde todas las ilusiones se llevan ante la verdad.

12. ¿No le ofrecerías refugio a la Voluntad de Dios? 2Pues con ello sólo estarías invitando a tu Ser a estar en su propia casa. 3¿Y podría acaso rechazarse semejante invitación? 4Pide que ocurra lo inevitable y jamás fracasarás. 5La otra opción es pedir que lo que no puede ser, sea, y esto es algo que jamás podrá tener lugar. 6Hoy pedimos que sólo la verdad ocupe nuestras mentes; que los pensamientos de curación vayan en este día desde lo que ya se ha curado a lo que todavía tiene que curarse, conscientes de que ambas cosas ocurrirán al unísono.

13. Cuando el reloj marque la hora, recordaremos que nuestra función es permitir que nuestras mentes sean curadas, para que podamos llevar la curación al mundo e intercambiar la maldición por bendiciones, el dolor por la alegría y la separación por la paz de Dios. 2¿No vale la pena, acaso, dar un minuto de cada hora a cambio de semejante regalo? 3¿Y no es un poco de tiempo una ofrenda insignificante a cambio del regalo de lo que lo es todo?

14. Mas debemos estar preparados para semejante regalo. 2De modo que comenzaremos el día dedicando diez minutos a los pensamientos que siguen a continuación, con los cuales también lo concluiremos por la noche:

3Cuando me curo no soy el único que se cura.
4quiero com­partir, mi curación con el mundo, a fin de que la enfermedad pueda ser erradicada de la mente del único Hijo de Dios, Quien es mi único Ser.

15. Permite que la curación se efectúe a través de ti hoy mismo. 2mientras reposas serenamente, prepárate a dar tal como recibes, a conservar únicamente lo que das y a recibir la Palabra de Dios para que ocupe el lugar de todos los pensamientos absurdos que jamás se concibieron. 3Ahora nos unimos para curar todo lo que antes estaba enfermo y para ofrecer bendiciones allí donde antes reinaba el ataque. 4No nos olvidaremos de esta función con el transcurrir de cada hora, sino que recordaremos nuestro propó­sito con este pensamiento:

5Cuando me curo no soy el único que se cura.
 6Y quiero bendecir a mis hermanos, pues me curaré junto con ellos, tal como ellos se curarán junto conmigo.

¿Qué me enseña esta lección? 

Las mentes permanecen unidas, mientras que los cuerpos permanecen separados. 

El origen de la enfermedad se encuentra en la falsa creencia fabricada por el ego en que somos un cuerpo y, por lo tanto, estamos separados del resto de la humanidad. 

Esa creencia errónea, determinada por una mente identificada con la separación, nos lleva a sentirnos culpables por haber fabricado un mundo paralelo al de Dios. Como consecuencia de ese sentimiento de culpabilidad, justificamos el castigo, la enfermedad, como una vía de redención de nuestros pecados. Nos sentimos merecedores de recibir dolor y sufrimiento, pues hemos respondido con el ataque para defendernos de la única verdad: Ser una unidad. 

El uso del Poder Creador, por una mente inexperta y ávida del deseo de individualización y emancipación, nos llevó a fabricar un mundo ilusorio basado en leyes temporales. Al abrir nuestra consciencia a ese plano de materialidad, nos creímos parte de él, hasta tal punto, que hemos olvidado nuestro verdadero origen espiritual. 

Es preciso despertar a la única y verdadera realidad. Formando parte de este mundo material, debemos utilizar sus recursos para llevar a cabo nuestro despertar y emplear las energías creadoras para dar forma a aspectos de orden transcendental, como la Unidad, el Amor y la Felicidad. 

Cuando nos curamos, realmente se cura nuestra mente. Ya hemos dicho que las mentes se encuentran unidas; es por ello que, cuando nos curamos, los demás también se curan.


Ejemplo-Guía: "Todo está en el TODO, y el TODO está en todo" 

Muchos habréis reconocido este axioma, perteneciente a la obra del Kybalión (os animo a leerlo). Este axioma, al igual que otros que se recogen en dicha obra, nos revela una enseñanza que, si conseguimos asimilar y comprender, nos permitirá entender, igualmente, el sentido de la existencia.

Refiriéndose al Todo, el Kybalión, nos dice:  "Más allá del Cosmos, del Tiempo, del Espacio, de todo cuanto se mueve y cambia, se encuentra la realidad Substancial, la Verdad Fundamental". 

“EL TODO debe ser todo lo que realmente es. Nada puede existir fuera del TODO, o, de lo contrario, el TODO no sería tal”. 

“EL TODO debe ser infinito, porque nada puede existir que defina, limite o ponga restricciones al TODO”. 

“EL TODO debe ser inmutable, esto es, no sujeto a cambio en su naturaleza real”. 

“Siendo el TODO Infinito, Absoluto, Eterno, Inmutable, debe deducirse que todo lo que es finito, mudable, transformable y condicionado, no puede ser el TODO. Y como nada existe fuera de Él, en realidad, todo lo que sea finito debe ser nada realmente”. 

“El TODO es mente viviente e infinita, los iluminados lo llaman Espíritu”. 

Todas estas aportaciones están en sintonía con las enseñanzas de Un Curso de Milagros. 

He querido recurrir a ellas, para que tengamos una visión holística de la existencia. Dicho principio holístico se encuentra fundamentado en el axioma que hemos utilizado como ejemplo-guía, y que, si lo hemos entendido en su profundidad, nos lleva a la visión de la Unidad. 

Toda visión que no comparta dicha afirmación, será una mente que fabricará ilusión. Será una mente que alimentará el error y que se encuentra alejada de la verdad. Las consecuencias de una mente identificada con la separación, ya lo hemos analizado en otras lecciones, se resumen en la vivencia de la muerte, de la temporalidad, de la enfermedad, del dolor, del miedo. 

La enfermedad es aislamiento y separación, es decir, es incoherencia, es desarmonía. La curación, es el estado natural del Espíritu y de la Mente Recta, la que en el sueño nos lleva a percibir que las mentes se encuentran unidas, formando parte de un Todo. 

Tomar consciencia de lo que somos, Hijos de Dios, creados a Su imagen y semejanza, ha de llevarnos a la visión de que toda la Filiación tiene una misma y única Fuente: El Creador. 

Si todos procedemos de una misma Fuente, nuestras mentes no pueden estar separadas, sino unidas. Es por ello que, cuando experimentamos la Unidad, expandimos esa condición de lo que somos y, de una manera holística, compartimos el estado saludable de nuestra mente. 

Por el contrario, una visión basada en la creencia en la separación, nos lleva a proyectar nuestra incoherencia en el mundo, en forma de enfermedad. Nuestro cuerpo, el efecto de nuestra mente (causa), pone de manifiesto el error, y, ese mismo error, lo percibimos en los demás cuando hacemos real la enfermedad en ellos. Desde este punto de vista, la enfermedad que estamos viendo, es nuestra propia enfermedad a nivel mental.

Reflexión: ¿Qué opinas sobre la siguiente afirmación? "Aislarse uno de los demás y rehusar la unión es lo que da lugar a la enfermedad".

viernes, 16 de mayo de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 136

LECCIÓN 136

La enfermedad es una defensa contra la verdad.

1. Nadie puede sanar a menos que comprenda cuál es el propó­sito que aparentemente tiene la enfermedad. 2Pues entonces comprende también que dicho propósito no tiene sentido. 3Al no tener la enfermedad causa ni ningún propósito válido, es imposible que exista. 4Una vez que se reconoce esto, la curación es automática. 5Pues dicho reconocimiento desvanece esta ilusión sin sentido, valiéndose del mismo enfoque que lleva a todas las ilusiones ante la verdad, y simplemente las deja allí para que desaparezcan.

2. La enfermedad no es un accidente. 2Al igual que toda defensa, es un mecanismo demente de auto-engaño. 3Y al igual que todos los demás mecanismos, su propósito es ocultar la realidad, ata­carla, alterarla, incapacitarla, distorsionarla, tergiversarla y redu­cirla a un insignificante montón de partes desarmadas. 4La meta de todas las defensas es impedir que la verdad sea íntegra. 5Las partes se ven entonces como si cada una de ellas fuese un todo en sí misma.

3. Las defensas no son involuntarias ni se forjan inconsciente­mente. 2Son como varitas mágicas secretas que utilizas cuando la verdad parece amenazar lo que prefieres creer. 3Parecen ser algo inconsciente debido únicamente a la rapidez con que decides emplearlas. 4En ese segundo, o fracción de segundo en que deci­des emplearlas, reconoces exactamente lo que te propones hacer, y luego lo das por hecho.

4. ¿Quién sino tú decide que existe una amenaza, que es necesario escapar, y erige una serie de defensas para contrarrestar la ame­naza que ha juzgado real? 2Todo esto no puede hacerse de manera inconsciente. 3Mas una vez que lo has hecho, tu plan requiere que te olvides de que fuiste tú quien lo hizo, de manera que parezca ser algo ajeno a tu propia intención; un acontecimiento que no guarda relación alguna con tu estado mental; un desenlace que produce un efecto real en ti, en vez de uno que tú mismo has causado.

5. La rapidez con la que te olvidas del papel que desempeñas en la fabricación de tu "realidad" es lo que hace que las defensas no parezcan estar bajo tu control. 2Mas puedes recordar lo que has olvidado, si estás dispuesto a reconsiderar la decisión que se encuentra doblemente sellada en el olvido. 3El hecho de que no te acuerdes no es más que la señal de que esa decisión todavía está en vigor, en cuanto que ese es lo que deseas. 4No confundas esto con un hecho. 5Las defensas hacen que los hechos sean irreconocibles. 6Ése es su propósito, y eso es lo que hacen.

6. Las defensas toman fragmentos de la totalidad, los ensamblan sin tener en cuenta la verdadera relación que existe entre ellos, y, de esta manera, tejen ilusiones de una totalidad que no existe. 2Este proceso es lo que produce la sensación de amenaza, y no cualquier resultado que pueda derivarse de él. 3Cuando se arran­can partes de la totalidad y se consideran como algo separado y como un todo en sí mismas, se convierten en símbolos que representan un ataque contra la totalidad y al, en efecto lograrlo, ésta no se puede volver a ver como la totalidad que es. 4Sin embargo, has olvidado que dichas partes sólo representan tu decisión de lo que debe ser real, a fin de que ocupe el lugar de lo que sí es real.

7. La enfermedad es una decisión. 2No es algo que te suceda sin tú mismo haberlo pedido, y que te debilita y te hace sufrir. 3Es una decisión que tú mismo tomas, un plan que trazas, cuando por un instante la verdad alborea en tu mente engañada y todo tu mundo parece dar tumbos y estar a punto de derrumbarse. 4Ahora enfermas, para que la verdad se marche y deje de ser una amenaza para tus falsos castillos.

8. ¿Por qué crees que la enfermedad puede escudarte de la verdad? 2Porque demuestra que el cuerpo no está separado de ti y que, por lo tanto, tú no puedes por menos que estar separado de la verdad. 3Experimentas dolor cuando el cuerpo lo experimenta, y en ese dolor te vuelves uno con él. 4De esta, manera, tu "verda­dera” identidad queda a salvo, y el extraño y perturbador pensamiento de que tal vez seas algo más que un puñado de polvo queda mitigado y silenciado. 5Pues fíjate, ese polvo puede hacerte sufrir, torcerte las extremidades y pararte el corazón, ordenándote que mueras y dejes de existir.

9. De esta manera, el cuerpo es más fuerte que la verdad, la cual te pide que vivas, pero no puede imponerse a tu decisión de que­rer morir. 2Y así, el cuerpo es más poderoso que la vida eterna, el Cielo más frágil que el infierno y los designios de Dios para la salvación de Su Hijo se ven contrarrestados por una decisión que es más fuerte que Su Voluntad. 3El Hijo no es más que polvo, el Padre no está completo y el caos se sienta triunfante en Su trono.

10. Tal es el plan que has elaborado para tu propia defensa. 2crees que el Cielo se estremece ante ataques tan irracionales como éstos, en los que Dios queda cegado por tus ilusiones, la verdad transformada en mentiras y todo el universo hecho esclavo de las leyes que tus defensas quieren imponerle. 3Mas ¿quién podría creer en ilusiones salvo el que las inventa?. 4¿Quién más podría verlas y reaccionar ante ellas como si fuesen la verdad?

11. Dios no sabe nada de tus planes para cambiar Su Voluntad. 2El universo permanece indiferente a las leyes con las que has creído gobernarlo. 3el Cielo no se ha inclinado ante el infierno, ni la vida ante la muerte. 4Lo único que puedes hacer es elegir pensar que mueres o que sufres enfermedades, o que de alguna manera tergiversas la verdad. 5Lo que ha sido creado no guarda relación alguna con eso. 6Las defensas son planes para derrotar lo que no puede ser atacado. 7Lo que es inalterable no puede cambiar. 8Y lo que es absolutamente impecable no puede pecar.

12. Ésta es la simple verdad. 2No recurre a la fuerza ni al dominio. 3No exige obediencia, ni intenta demostrar cuán fútiles y lamenta­bles son tus intentos de planear defensas que la pudiesen alterar. 4La verdad sólo desea brindarte felicidad, pues ése es su propó­sito. 5Quizá exhala un pequeño suspiro cuando rechazas sus dones. aNo obstante, sabe con absoluta certeza que recibirás lo que Dios dispone para ti.

13. Este hecho es lo que demuestra que el tiempo es una ilusión. 2Pues el tiempo te permite pensar que lo que Dios te ha dado no es verdad ahora mismo, como no puede por menos que serlo. 3Los Pensamientos de Dios son totalmente ajenos al tiempo. 4Pues el tiempo no es sino otra absurda defensa que has urdido contra la verdad. 5Lo que Él dispone, no obstante, esta aquí, y tú sigues siendo tal como Él te creó.

14. El poder de la verdad es muy superior al de cualquier defensa, pues ninguna ilusión puede permanecer allí donde se le ha dado entrada a la verdad. 2ésta alborea en cualquier mente que esté dispuesta a deponer sus armas y a dejar de jugar con necedades. 3La verdad se puede encontrar en cualquier momento; incluso hoy mismo, si eliges practicar darle la bienvenida.

15. Este es nuestro objetivo hoy. 2Dedicaremos un cuarto de hora en dos ocasiones a pedirle a la verdad que venga y nos libere. 3la verdad vendrá, pues jamás ha estado separada de nosotros. 4Tan sólo aguarda la invitación que hoy le hacemos. 5Introduci­mos dicha invitación con una plegaria de curación para que nos ayude a superar nuestra actitud defensiva y permita que la ver­dad sea como siempre ha sido:

6La enfermedad es una defensa contra la verdad.
7Aceptaré la verdad de lo que soy, y dejaré que mi mente sane hoy completamente.

16. La curación destellará a través de tu mente abierta a medida que la paz y la verdad se alcen para ocupar el lugar de la con­tienda y de las imaginaciones vanas. 2No quedará ni un solo rincón tenebroso que la enfermedad pueda ocultar y defender contra la luz de la verdad. 3No quedarán en tu mente figuras sombrías procedentes de tus sueños ni sus absurdos y oscuros anhelos, cuyos propósitos dobles se persiguen descabelladamente. 4La mente sanará de todo deseo enfermizo que jamás haya tratado que el cuerpo obedeciera.

17. Ahora el cuerpo está sano porque la fuente de la enfermedad está dispuesta a recibir alivio. 2reconocerás que practicaste bien por lo siguiente: el cuerpo no sentirá nada en absoluto. 3Si has tenido éxito, no habrá sensación alguna de enfermedad o de bie­nestar, de dolor o de placer. 4La mente no responderá en absoluto a lo que el cuerpo haga. 5Lo único que se conserva es su utilidad y nada más.

18. Tal vez no te des cuenta de que esto elimina los límites que le habías impuesto al cuerpo como resultado de los propósitos que le habías adjudicado. 2A medida que éstos se dejan a un lado, el cuerpo tendrá suficiente fuerza para servir a cualquier propósito que sea verdaderamente útil. 3La salud del cuerpo queda plena­mente garantizada porque ya no se ve limitado por el tiempo, por el clima o la fatiga, por lo que come o bebe, ni por ninguna de las leyes a que antes lo sometías. 4No tienes que hacer nada para que esté bien, pues la enfermedad es ahora imposible.

19. Mas para conservar esta protección es preciso que te manten­gas extremadamente alerta. 2Si permites que tu mente abrigue pensamientos de ataque, juzgue o trace planes para contrarrestar cosas que tal vez puedan pasar en el futuro, te habrás vuelto a extraviar, y habrás forjado una identidad corporal que atacará al cuerpo, pues en ese caso la mente estará enferma.

20. De ocurrir esto, remédialo de inmediato, no permitiendo que tu actitud defensiva te siga haciendo daño. 2No te confundas con respecto a lo que necesita sanar, sino que di para tus adentros:

3He olvidado lo que realmente soy, pues me confundí a mí mismo con mi cuerpo.
4La enfermedad es una defensa con­tra la verdad.
5Mas yo no soy un cuerpo.
6Y mi mente es incapaz de atacar.
7Por lo tanto, no puedo estar enfermo.

¿Qué me enseña esta lección? 

Si crees que puedes pecar, entonces estarás dando a tu mente la instrucción para que dé valor a la enfermedad y para que le otorgue la máxima credibilidad, pues justifica la causa y el efecto, es decir, la enfermedad es el merecido castigo por haber pecado, por haber obrado contrariamente a las leyes del universo. 

Las lecciones que estamos estudiando en este Curso, vienen a enseñarnos a pensar de otra manera, a ver las cosas desde la visión eterna y no desde la visión de la temporalidad; nos enseñan lo que somos realmente, Seres Espirituales, a salvos, sanos y plenos. Impecables e invulnerables, que no responden al ataque, pues jamás pueden ser atacados. 

Cuando nuestra consciencia permanece identificada con los ropajes del ego, especialmente con el cuerpo físico, caemos en el error de prestar atención a todas y cada una de las percepciones que recibimos de él, hasta tal punto esto es así, que hacemos del cuerpo nuestra única realidad. En este estado, nuestra mente nos lleva a la creencia de que el cuerpo tiene la facultad de enfermar, pues sus síntomas son percibidos y causan dolor. 

Es necesario comprender que el cuerpo tan sólo es un vehículo a través del cual se manifiesta nuestro Ser Espiritual con la intención de hacer tangible los verdaderos valores creadores. Al igual que el arquitecto toma consciencia de sus conocimientos cuando ve construida su obra, el Ser que somos, manifestando su potencial creador a través de las acciones del cuerpo físico, toma consciencia de su realidad y perdona todo lo demás, todo lo ilusorio e irreal.


Ejemplo-Guía: "Tengo conciencia espiritual; sin embargo, mi cuerpo está enfermo".

Es un tema recurrente en muchos estudiantes del mundo espiritual, aspirantes y buscadores de la piedra filosofal que ha de llevarles a cambiar su densidad plomiza, propia de una personalidad identificada con los placeres mundanos, por el valor inalterable entre todos los metales, el oro, símbolo de la Consciencia y del Espíritu.


La búsqueda de la perfección suele llevar a estos neófitos a embarcarse en un largo viaje con el deseo de elevar su condición humana. A lo largo de esos viajes, el audaz aventurero debe enfrentarse a multitud de “monstruos” que intentarán hacerle sucumbir en las profundidades de las oscuras aguas de su subconsciente. Esos monstruos son la manifestación alegórica de los deseos no sublimados que se ocultan en esa zona oscura de la conciencia, el inconsciente.

Los enfrentamientos con esas tendencias subterráneas suelen producir graves heridas que requieren largas etapas de recuperación.

Este proceso que describo ha de situarnos en la realidad que envuelve la situación que hemos ejemplarizado para profundizar en la lección de hoy. Cuando nos sentimos atraídos por la voz del Espíritu, lo primero que solemos hacer es seguir esa llamada que nos invita a abandonar todos los hábitos y costumbres con los que tenemos identificadas nuestras debilidades. De este modo, hay quien deja de fumar, de comer productos derivados de los animales, deja de tener relaciones sexuales que no tengan un fin procreador y se aleja de aquellos amigos que suponen una invitación a consumir hábitos perniciosos, los cuales hemos catalogado como perjudiciales para nuestra salud espiritual.

Al poco de enfrascarnos en esos nuevos hábitos recién adquiridos, la fuerza de nuestra ilusión va pareja a un pletórico ánimo. Nos sentimos poderosos. Nos sentimos puros. Sentimos que podemos conseguir todas las metas que deseemos. Sin embargo, cuando menos lo esperamos, aparece en nuestra vida el rostro amargo de la enfermedad, y esa situación inesperada rompe nuestro esquema de pensamiento: ¿cómo puedo enfermar ahora que soy un ser puro? 

¿Qué ha pasado? Simplemente, hemos adquirido un nuevo conocimiento, que incluso intentamos llevar a la práctica, pero no hemos sido capaces de realizar lo más esencial, un cambio de creencias. Si seguimos pensando que el cuerpo puede enfermar, que el cuerpo es un "ídolo" representante de nuestra naturaleza pecadora, si estamos culpando al cuerpo como el símbolo que nos suscita ser tentados, entonces, estamos alimentando la visión de ego, es decir, seguimos creyendo que el cuerpo es la causa y no el efecto, estamos creyendo que el cuerpo es el símbolo de la separación y que tiene el inmenso poder que le hemos otorgado: dirigir nuestras vidas.

Esa sutil creencia lleva al valiente guerrero del Espíritu a enfrascarse en una feroz lucha de conciencia, sin saber identificar que el enemigo con el que se enfrenta no existe realmente, pues la culpa es el resultado de sentirnos pecadores, y el pecado no existe, es una ilusión fabricada por el sistema de pensamiento del ego.

La culpabilidad nos lleva a planear en nuestra vida lo que debemos o no debemos hacer, para garantizar nuestra seguridad y la de nuestra familia y amigos. Ello nos lleva a una actitud de constante alerta para detectar cualquier ataque de nuestra naturaleza emocional, de nuestros deseos. Ese ataque interno lo proyectaremos en los demás, identificando en el otro nuestras propias debilidades y, por extensión, nuestras propias luchas.

La enfermedad aparece como una señal de alarma que nos anuncia que en nuestra mente no hay paz, no hay armonía, no hay coherencia, no hay amor.

Tómate un instante de quietud. Deja de oír, en la medida de tus posibilidades, las voces procedentes de tu mente perceptiva. Aunque sólo sea unos minutos, imagina que eres Dios, que eres un Ser Puro, Inocente, Perfecto, Pleno e Impecable. Que eres un Ser incapaz de ser atacado. No hay juicio. No hay separación. Durante ese instante, experimentarás paz, experimentarás un estado de total inalterabilidad. Tan solo Eres. En ese estado, el dolor desaparece, pues no existe en tu mente Una.

Si somos capaces de experimentar ese instante de comunión con Dios, sabremos cuál es el camino a seguir para hacer que todos nuestros presentes, esto es, nuestra eternidad, se convierta en un estado de Plenitud, de Gozo y de Salvación.

Reflexión: ¿Para qué sirve la enfermedad? ¿Realmente la necesitas?

Capítulo 20. V. Los heraldos de la eternidad (2ª parte).

 V. Los heraldos de la eternidad (2ª parte).

3. Es imposible sobrestimar la valía de tu hermano. 2Sólo el ego hace eso, pero ello sólo quiere decir que desea al otro para sí mismo, y, por lo tanto, que lo valora demasiado poco. 3Lo que goza de incalculable valor obviamente no puede ser evaluado. 4¿Eres consciente del miedo que se produce al intentar juzgar lo que se encuentra tan fuera del alcance de tu juicio que ni siquiera lo puedes ver? 5No juzgues lo que es invisible para ti, o, de lo contrario, nunca lo podrás ver. 6Más bien, aguarda con paciencia su llegada 6Se te concederá poder ver la valía de tu hermano cuando lo único que le desees sea la paz. 7Y lo que le desees a él será lo que recibirás.

La sobrestimación es un juicio procedente del sistema de pensamiento del ego, el cual afianza su creencia en la separación. Fruto de la sobresestimación surge el especialismo, el impulso que nos ha llevado a creernos nuestros propios creadores y a servir a la naturaleza instintiva por encima de la naturaleza espiritual. Cuando la voluntad del Hijo de Dios decide servir a su deseo individual, la mente inventa imágenes regidas bajo las leyes de la separación, dando lugar a una identificación ilusoria de la personalidad, el ego.

Las relaciones especiales se sustentan de esa fuente de pensamiento, de la división, y es por ello que cuando percibimos al otro, lo que estamos reconociendo es la creencia en la individualidad por encima de la creencia en la unicidad. El "yo" se enaltece, se sobreestima, se empodera y proyecta fuera de sí ese juicio con la intención de dar credibilidad a la personalidad que ha fabricado. Todo aquello que no percibe pasa al plano de la negación y lo invisible es juzgado y sentenciado a favor de sus creencias, para lo cual da muerte a cualquier pensamiento que pueda poner en duda su fortaleza mental.

4. ¿Cómo podrías estimar la valía de aquel que te ofrece paz? 2¿Qué otra cosa podrías desear, salvo lo que te ofrece? 3Su valía fue establecida por su Padre, y tú te volverás consciente de ella cuando recibas el regalo que tu Padre te hace a través de él. 4Lo que se encuentra en él brillará con tal fulgor en tu agradecida visión, que simplemente lo amarás y te regocijarás. 5No se te ocu­rrirá juzgarlo, pues, ¿quién puede ver la faz de Cristo y aun así insistir en que juzgar tiene sentido? 6Pues esa insistencia es pro­pia de aquellos que no ven. 7Puedes elegir ver o juzgar, pero nunca ambas cosas.

La creencia en la igualdad no tiene ojos para juzgar, para ver diferencias, para hacer consideraciones especiales. El ego no puede concebir este tipo de pensamiento, pues todo su afán es dar muestras de su sobreestimación, de su vanidad, de su soberbia, de su poder. Ese pensamiento lo hace único y diferente. Lo hace sentir especial. Mantener esa visión requiere esfuerzos que agotan las reservas mentales. Lo lleva a juzgar y criticar aquello que le impide alimentar sus especialismos, y sus relaciones llevan ese amargo sello, cuyo destino no es otro que el de retroalimentarse con la sobreestimación de sus deseos. Cuando me ames, hazlo de modo que me sienta muy especial. Cuando me ames, no puedes amar a nadie más como me amas a mí. Cuando me ames, no puedes amar nada más por encima de mí. Y así, el ego se va inventando sus propias leyes de amar y las impone al ser amado para lograr la paz.

El juicio es la práctica más utilizada por aquellos que no ven. Ver la verdad que somos nos brinda la oportunidad de ser conscientes de la unicidad que nos mantiene unidos en la Filiación. 

La elección de ver o juzgar es de cada uno de nosotros y el resultado de esa elección nos hablará del camino elegido, del maestro que hemos decidido seguir.

jueves, 15 de mayo de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 135

LECCIÓN 135

Si me defiendo he sido atacado.

1. ¿Quién se defendería a sí mismo a menos que creyese que ha sido atacado, que el ataque es real y que defendiéndose es cómo puede salvarse? 2En esto radica la insensatez de las defensas, las cuales otorgan absoluta realidad a las ilusiones y luego intentan lidiar con ellas como si fuesen reales. 3Ello no hace sino añadir más ilusiones, a las ilusiones, haciendo así que la corrección sea doblemente difícil. 4Y esto es lo que haces cuando tratas de planear el futuro, reactivar el pasado u organizar el presente de acuerdo con tus deseos.

2. Actúas basándote en la creencia de que tienes que protegerte de lo que está ocurriendo porque ello encierra una amenaza para ti. 2Sentirte amenazado es el reconocimiento de una debilidad inhe­rente; es asimismo, la creencia de que hay un peligro que tiene el poder de incitarte a que busques una defensa apropiada. 3El mundo está basado en esta creencia demente. 4todas sus estruc­turas, pensamientos y dudas, sus castigos y su pesado arma­mento, sus definiciones legales y sus códigos, su ética, sus líderes y sus dioses, no hacen sino perpetuar esta sensación de amenaza. 5Pues nadie andaría por el mundo. cargando con una pesada armadura si no fuese porque el terror le encoge el corazón.

3. Las defensas son atemorizantes. 2Surgen del miedo, el cual se intensifica con cada defensa adicional. 3Crees que te ofrecen segu­ridad. 4Sin embargo, lo que hacen es proclamar que el miedo es real y que el terror está justificado. 5¿No te parece extraño que al elaborar planes para reforzar tu armadura y afianzar tus cerrojos todavía más, jamás te detienes a pensar qué es lo que estás defen­diendo, cómo lo estás defendiendo y contra qué?

4. Examinemos en primer lugar qué es lo que defiendes. 2Debe ser algo muy débil y vulnerable. 3Algo que es presa fácil, incapaz de protegerse a sí mismo y que, por lo tanto, necesita que tú lo defiendas. 4¿Qué otra cosa sino el cuerpo adolece de tal fragili­dad que para proteger su insignificante vida es necesario pres­tarle un constante cuidado y preocuparse en gran manera por su bienestar? 5¿Qué otra cosa sino el cuerpo flaquea y es incapaz de ser el digno anfitrión del Hijo de Dios?

5. Sin embargo, no es el cuerpo el que puede temer o ser algo temible. 2Las únicas necesidades que tiene son las que tú mismo le impones. 3No necesita complicadas estructuras que lo defiendan, ni medicamentos para conservar la salud, ni cuidados, ni que te preocupes por él en absoluto. 4Si defiendes su vida, le haces rega­los para embellecerlo o construyes murallas para su protección, estarás declarando que tu hogar está a merced del ladrón del tiempo, que es corruptible, que se está deteriorando y que es tan vulnerable que tienes que protegerlo con tu propia vida.

6. ¿No es este cuadro aterrador? 2¿Cómo puedes estar en paz con semejante concepto de tu hogar? 3Sin embargo, ¿qué fue lo que dotó al cuerpo con el derecho de servirte de esta manera sino tus propias creencias? 4Fue tu mente la que le asignó al cuerpo todas las funciones que percibes en él, y la que fijó su valor muy por encima del pequeño montón de polvo y agua que realmente es. 5¿Quién defendería semejante cosa si reconociese que eso es lo que es?

7. El cuerpo no necesita ninguna defensa. 2No podemos hacer suficiente hincapié en esto. 3El cuerpo se mantendrá fuerte y salu­dable si la mente no abusa de él asignándole funciones que no puede cumplir, propósitos que están fuera de su alcance y eleva­das metas que no puede alcanzar. 4Tales intentos ridículos, aun­que celosamente atesorados, son la fuente de los múltiples y dementes ataques a que lo sometes. 5Pues el cuerpo parece frus­trar tus esperanzas, tus valores y tus sueños, así como no satisfa­cer tus necesidades.   

8. El "ser" que necesita protección no es real. 2El cuerpo, que de por sí no tiene valor ni es merecedor de la más mínima defensa, sólo requiere que se le perciba como algo completamente ajeno a ti, para convertirse en un instrumento saludable y útil a través del cual la mente puede operar hasta que deje de tener utilidad. 3Pues ¿quién querría conservarlo una vez que deja de ser útil?

9. Defiende el cuerpo y habrás atacado a tu mente. 2Pues habrás visto en ella las debilidades, las limitaciones, las faltas y los defec­tos de los cuales crees que el cuerpo debe ser liberado. 3De este modo, no podrás ver a la mente como algo separado de las condi­ciones corporales. 4Y descargarás sobre el cuerpo todo el dolor que procede de concebir a la mente como frágil, limitada y sepa­rada de las demás mentes y de su Fuente.

10.   Estos son los pensamientos que necesitan curación, y una vez que hayan sido corregidos y reemplazados por la verdad, el cuerpo gozará de perfecta salud. 2La verdad es la única defensa real del cuerpo. 3Sin embargo, ¿recurres a ella para defenderlo? 4El tipo de protección que le ofreces no le beneficia en absoluto, sino que le añade más angustia a tu mente. 5no sólo no te curas, sino que eliminas toda esperanza de curación, pues no puedes ver dónde se deben depositar las esperanzas si es que éstas han de ser esperanzas fundadas.

11. La mente que ha sanado no planifica. 2Simplemente lleva a cabo los planes que recibe al escuchar a una Sabiduría que no es la suya. 3Espera hasta que se le indica lo que tiene que hacer, y luego procede a hacerlo. 4No depende de sí misma para nada, aunque confía en su capacidad para llevar a cabo los planes que se le asignan. 5Descansa serena en la certeza de que ningún obstá­culo puede impedir su avance hacia el logro de cualquier obje­tivo que sirva al gran plan que se diseñó para el bien de todos.

12. La mente que ha sanado se ha liberado de la creencia de que tiene que planear, si bien no puede saber cuál sería el mejor desen­lace, los medios por los que éste se puede alcanzar, ni cómo reco­nocer el problema que el plan tiene como propósito solucionar. 2La mente no podrá sino hacer un mal uso del cuerpo al hacer sus planes mientras no reconozca que esto es así. 3Mas cuando acepte que esto es verdad, sanará y dejará a un lado al cuerpo.

13. Forzar al cuerpo a que se amolde a los planes que una mente no curada traza para salvarse a sí misma es lo que hace que el cuerpo enferme. 2En tal caso el cuerpo no es libre para ser un instrumento de ayuda en un plan que le ofrece mucha más pro­tección de la que él podría prestarse a sí mismo, y que por un tiempo requiere de sus servicios. 3Cuando se utiliza con este pro­pósito, la salud está asegurada. 4Pues todo aquello de lo que la mente se valga para tal fin funcionará perfectamente y con la fortaleza que se le ha otorgado, la cual no puede fallar.

14. Tal vez no sea fácil darse cuenta de que los planes que uno mismo inicia son tan sólo defensas, al ser su propósito el mismo para el que se concibieron todas las defensas. 2Estos planes cons­tituyen los medios a través de los cuales una mente atemorizada intenta hacerse cargo de su propia protección a costa de la ver­dad. 3Esto se puede reconocer fácilmente en algunas de las for­mas que adopta este auto-engaño, en las que la negación de la realidad es muy evidente. 4No obstante, rara vez se reconoce que hacer planes es en sí una defensa.

15. La mente que se dedica a hacer planes para sí misma está tra­tando de controlar acontecimientos futuros. 2No cree que se le vaya a proveer de todo cuanto pueda necesitar, a menos que ella misma lo haga. 3El tiempo se convierte en algo en lo que lo que se enfatiza es el futuro, el cual se debe controlar mediante el apren­dizaje y la experiencia derivada de sucesos pasados y de las cre­encias que se abrigan. 4Dicha mente pasa por alto el presente, basándose en la idea de que el pasado le ha enseñado lo suficiente como para permitirle dirigir su futura trayectoria.

16. La mente que hace planes, por lo tanto, no permite ningún cam­bio. 2Lo que aprendió en el pasado se convierte en la base de sus futuros objetivos. 3Sus experiencias pasadas determinan su elección de lo que ha de suceder. 4Y no se da cuenta de que aquí y ahora se encuentra todo cuanto necesita para garantizar un futuro muy diferente del pasado, libre de la continuidad de las viejas ideas y de las creencias enfermizas. 5No hay ansiedad con respecto al porvenir, pues la confianza presente está a cargo de éste.

17.   Las defensas son los planes que emprendes para atacar la ver­dad. 2Su objetivo es seleccionar aquello a lo que le das tu confor­midad, y descartar lo que consideras incompatible con tus creencias acerca de lo que es tu realidad. 3No obstante, lo que queda ciertamente no tiene significado. 4Pues tu realidad es la amenaza que tus defensas intentan atacar, ocultar, despedazar y crucificar.

18. ¿Qué no ibas a poder aceptar si supieses que todo cuanto sucede, todo acontecimiento, pasado, presente y por venir es amorosamente planeado por Aquel cuyo único propósito es tu bien? 2Tal vez no hayas entendido bien Su plan, pues Él nunca podría ofrecerte dolor. 3Mas tus defensas no te dejaron ver Su amorosa bendición iluminando cada paso que jamás diste. 4Mien­tras hacías planes para la muerte, Él te conducía dulcemente hacia la vida eterna.

19. Tu presente confianza en Él es la defensa que te promete un futuro tranquilo, sin ningún vestigio de sufrimiento y lleno de un júbilo que es cada vez mayor, a medida que esta vida se vuelve un instante santo, ubicado en el tiempo, pero reconociendo úni­camente la inmortalidad. 2No permitas que ninguna defensa, excepto tu presente confianza, dirija el futuro, y esta vida se con­vertirá en un encuentro significativo con la verdad, la cual sólo tus defensas podrían ocultar.

20.  Sin defensas, te conviertes en una luz que el Cielo mismo, lleno de gratitud, reconoce como propia. 2te conducirá por los cami­nos que se diseñaron para tu felicidad, de acuerdo con el plan ancestral que comenzó al nacer el tiempo. 3Tus seguidores unirán su luz a la tuya, y ésta aumentará hasta que el júbilo ilumine al mundo. 4nuestros hermanos gustosamente dejarán a un lado sus engorrosas defensas, que de nada les sirvieron y sólo les causaban terror.

21. Esperaremos hoy con gran expectación ese momento llenos de absoluta confianza en el presente, pues esto es parte de lo que se planeó para nosotros. 2Descansaremos en la certeza de que se nos proveerá de todo cuanto podamos necesitar para lograr esto hoy. 3No haremos planes acerca de cómo se va a lograr, sino que nos daremos cuenta de que nuestra indefensión es lo único que se requiere para que la verdad alboree en nuestras mentes con abso­luta certeza.

22. Durante quince minutos, en dos ocasiones hoy, nos abstendre­mos de elaborar planes sin sentido y de albergar pensamientos que le impidan la entrada a la verdad en nuestras mentes. 2Hoy recibiremos en lugar de planear, de manera que podamos dar en vez de organizar. 3Y en verdad se nos da cuando decimos:

4Si me defiendo he sido atacado.
5Mas en mi indefensión seré fuerte.
6Y descubriré lo que mis defensas ocultan.

23. Eso es todo. 2Si tienes que hacer planes, ya se te dirá cuáles son. 3Puede que no sean los planes que tú creías necesarios, ni las respuestas a los problemas a los que creías enfrentarte. 4Mas son las respuestas a otro tipo de pregunta, la cual sigue aún sin con­testar -si bien necesita ser contestada- hasta que por fin te llegue la Respuesta.

24. El propósito de todas tus defensas ha sido impedir que recibas lo que has de recibir hoy. 2Y ante la luz y la dicha de la simple confianza, te preguntarás sorprendido cómo pudiste jamás pensar que tenías que defenderte de tu liberación. 3El Cielo no pide nada. 4Es el infierno el que exige extravagantes sacrificios. 5Hoy no esta­rás renunciando a nada durante estos momentos en los que, sin defensas, te presentas ante tu Creador tal como realmente eres.

25. Él se ha acordado de ti. 2Hoy nosotros nos acordaremos de Él. 3Pues ésta es la Pascua Florida de tu salvación. 4Y tú emerges de nuevo de lo que parecía ser la muerte y la desesperanza. 5Ahora renace en ti la luz de la esperanza, pues ahora vienes sin defensas descubrir cuál es tu papel en el plan de Dios. 6¿Qué insignifi­cantes planes o creencias mágicas pueden seguir teniendo valor una vez que la Voz que habla por Dios Mismo te ha mostrado tu función?

26. No trates de que este día se ajuste a lo que según tú sería más beneficioso para ti. 2Pues no puedes ni concebir toda la felicidad que te llega sin que tú tengas que planear nada. 3Decídete a aprender hoy, 4y todo el mundo se unirá a ti para dar este paso gigantesco y celebrar tu Pascua Florida contigo. 5Si en cualquier momento a lo largo del día adviertes que cosas pueriles e insigni­ficantes parecen ponerte a la defensiva y tentarte a urdir planes, recuerda que éste es un día dedicado a un aprendizaje especial, y reconócelo repitiendo lo siguiente:

6Ésta es mi Pascua Florida.
7Y quiero conservarla santa.
8No me defenderé, pues el Hijo de Dios no necesita defen­sas contra la verdad de su realidad.

¿Qué me enseña esta lección? 

Si analizamos el origen del ego, el principio de individualización, asistiremos al nacimiento de la errónea creencia de la separación. El proceso de individualización forma parte del proceso evolutivo de la conciencia, pero la identificación y el estancamiento en esa fase evolutiva no forman parte de dicho proceso.  Es más, la idea de que somos personalidades sujetas al proceso de la evolución aporta consistencia al sistema de pensamiento del ego, llevándole a creer en los beneficios de la temporalidad, donde pasado y futuro se alían a la hora de encontrar el camino de la perfección, el camino de la salvación.

Como consecuencia de ese error primigenio, se han ido produciendo nuevos errores. La separación ha generado la creencia en el pecado y este a su vez ha dado lugar a la culpa. La culpa, para ser redimida, se alía con el castigo. Pero ese castigo, más allá de encontrar la liberación, nos condiciona al dolor, al miedo, a la venganza y al ataque. 

Creernos separados nos lleva a sentirnos indefensos y, al mismo tiempo, merecedores de recibir el castigo en forma de ataques, que viene a justificar nuestra soledad en el mundo. 

Desde el error primigenio, todo es una cadena de errores que han dado lugar a que utilicemos muchas energías en proteger aquello que ha propiciado el proceso de individualización: el cuerpo. 

Todo nuestro mundo gira en torno al cuerpo, pero no nos damos cuenta de que este es el vehículo más denso en el que se manifiesta nuestro verdadero Ser. Es decir, el cuerpo físico está al servicio del Espíritu. Pero esta realidad no es conocida y aprobada por el ego, el cual, identificado tan sólo con el cuerpo, niega y se defiende contra la verdad que le inspira su verdadera realidad: el ego es tan sólo una ilusión temporal. 

La respuesta del ego es defenderse de todo aquello que interpreta un ataque. Es su ley. En cambio, el Ser Verdadero no puede ser atacado, pues su principal valor procede del Principio de Unidad.


Ejemplo-Guía: "¿De qué te defiendes?"

El ataque es fruto del sistema de pensamiento del ego, el cual está basado en el miedo. Ya hemos tenido ocasión de determinar en otras lecciones previas que el miedo es la creencia adquirida tras haber elegido ver un mundo diferente al que Dios, nuestro Padre, ha creado.

Miedo-separación-ataque son expresiones concatenadas al sistema de pensamiento dual propio del ego. Nos encontramos experimentando desde un cuerpo al que hemos dado poderes sobre nuestra identidad. El cuerpo es el que gobierna todo nuestro sistema de pensamiento, de tal modo que la búsqueda de la felicidad pasa por satisfacer todos los deseos procedentes del mismo.

El ego-cuerpo vive con ese único propósito, pero lo primero que aprende, desde que nace, es a demandar aquello que no tiene: necesita alimento, necesita calor, necesita cuidados, necesita afecto. La cuestión nos lleva a describir un sinfín de "necesidades" que, si no son satisfechas, provocan una reacción de dolor y tristeza.

Esos compases del juego van adquiriendo otros aspectos, pero todos ellos siempre responden a la necesidad, a la escasez. La vida se traduce en una constante lucha por encontrar los medios necesarios para dar respuesta a la demanda. Esta lucha es una carrera que no parece tener fin, pues cuando lo conseguimos, queremos más, temerosos de que un día podamos perderlo y quedarnos sin ello. Durante esa interminable carrera, vamos adquiriendo la creencia de que es preciso asegurar nuestros logros, nuestros bienes; es preciso ser el número uno en todo, ganar por encima de todas las cosas, poseer es nuestro lema de vida, atesorar, nuestra mayor afición. Para asegurar nuestras posesiones, nos rodeamos del sistema más sofisticado que garantice nuestra seguridad.

Muchos de estos sistemas de autoseguridad son muy sutiles, pero creemos que nos dan resultado. Dentro de esta gama, nos encontramos con la soberbia, la avaricia, la gula, la lujuria, la ira, la pereza y la envidia.

Son mecanismosde defensa que utiliza nuestra mente y que nos condiciona para garantizar la seguridad de nuestras debilidades.

Me gustaría compartir con vosotros un ejercicio que facilita el autoconocimiento de nuestras defensas. Muchos de vosotros lo conoceréis e incluso lo estaréis practicando. Tenemos una importante pista para conocer cuáles son nuestros miedos y, por ende, cuáles son nuestras defensas. Siempre que atacamos o nos sentimos atacados, nos está revelando un punto estratégico, en el que pretendemos hacernos fuertes, al haberle dado el valor y el significado de ser especial, y que nos lleva a decidir protegernos de ello.

El ejercicio consiste en identificar dos cuestiones:

¿Qué te produce miedo perder, qué estás dispuesto a atacar para defenderlo?

Por ejemplo, ¿tu dinero? ¿tu posición social? ¿tu pareja?

La otra cuestión es más sutil y podemos tener cierta dificultad para aceptarla. Es la siguiente:

¿Dónde ves la soberbia en el otro? ¿Dónde ves la ira? ¿Dónde ves la avaricia?, etc.

Puede ocurrir que tu respuesta sea, pues veo la soberbia en mi jefe, pero la avaricia no la veo en nadie. Esta respuesta te está indicando que tu mente está proyectando un mecanismo de defensa para protegerte de tu propia soberbia, y lo hace condenando la soberbia en los demás. En cambio, al no ver la avaricia, ello significa que no la atacas para protegerte de ella.

Como bien explica la lección, la mente, la verdadera causa de todos los mecanismos de defensa y ataque, desde que somos pequeños, nos lleva al aprendizaje de la planificación, lo que significa que tenemos que prepararnos para ganarnos el pan de cada día con el sudor de nuestra frente. Nuestros padres, desde la cercanía familiar y más tarde los sistemas educativos, nos preparan para enfrentarnos a la vida con la más importante de las armas, la que nunca falla, la que, si no utilizamos, nos llevará al fracaso: la planificación.

Planificar nos exige vivir anticipadamente un estado temporal que no existe, el futuro, y lo hace en base a los cimientos que ha legado desde otro estado temporal que tampoco existe, desde el pasado. Con lo cual, el único estado real, el presente, no es vivido, con lo que la oportunidad eterna que nos brinda es desaprovechada, viviendo un presente con conciencia de pasado y con expectativas temerosas del futuro.

Esta situación nos brinda una magnífica oportunidad para reflexionar, cuanto más, dado que esa práctica habitual es agotadora y siempre nos lleva al mismo final, una profunda insatisfacción, y a malgastar todas nuestras energías en defendernos de nuestros miedos.

La propuesta que nos ofrece una visión libre de miedos es dejar de planear, lo que algunos hermanos están bautizando con el concepto "no hacer, haciendo", lo que significa vivir la vida viviendo, desde la certeza y total confianza de que no debemos intentar dirigir nuestra vida desde el miedo, sino desde el amor, y qué mejor modo de hacerlo que ceder nuestras decisiones a Aquel que habla en nombre de nuestro Padre, el Espíritu Santo.

Termino con una frase que recoge esta lección y que me ha encantado:

"Hoy recibiremos en lugar de planear, de manera que podamos dar en vez de organizar". 

Reflexión: ¿Crees que puedes organizarlo todo en tu vida?