miércoles, 9 de abril de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 99

LECCIÓN 99

La salvación es mi única función aquí.

1. La salvación y el perdón son lo mismo. 2Ambas cosas implican que algo anda mal, algo de lo cual es necesario que se nos salve y se nos perdone; algo impropio que necesita corrección; algo aparte o diferente de la Voluntad de Dios. 3Ambos términos, por lo tanto, implican algo totalmente imposible, pero que, sin embargo, ha ocurrido, dando lugar a un estado de aparente con­flicto entre lo que es y lo que nunca podría ser.

2. La verdad y las ilusiones están ahora a la par, pues ambas han ocurrido. 2Lo imposible se convierte en aquello de lo que se te necesita salvar y perdonar. 3La salvación se convierte ahora en la zona fronteriza entre la verdad y las ilusiones. 4Refleja la verdad porque es el medio a través del cual puedes escaparte de las ilu­siones. 5No obstante, no es la verdad porque cancela lo que nunca ocurrió.

3. ¿Cómo podría haber un punto de encuentro en el que la tierra y el Cielo se pudiesen reconciliar dentro de una mente en la que ambos existen? 2La mente que ve ilusiones piensa que éstas son reales. 3Existen en cuanto que son pensamientos. 4Sin embargo, no son reales porque la mente que piensa estos pensamientos se encuentra separada de Dios.

4. ¿Qué podría unir a la mente y a los pensamientos separados con la Mente y el Pensamiento que están eternamente unidos? 2¿Qué plan podría reconocer las necesidades que plantean las ilu­siones y proponer medios con los que eliminarlas sin ataque o ápice alguno de dolor, y no violar la verdad? 3¿Qué podría ser este plan sino un Pensamiento de Dios mediante el cual se pasa por alto lo que nunca ocurrió y se olvidan los pecados que nunca fueron reales?

5. El Espíritu Santo conserva este plan de Dios en la Mente de Dios y en la tuya, exactamente como lo recibió de Él. 2Dicho plan no tiene nada que ver con el tiempo toda vez que su Fuente es intemporal. 3No obstante, opera dentro del tiempo debido a tu creencia de que el tiempo es real. 4El Espíritu Santo contempla impasible lo que tú ves: el pecado, el dolor y la muerte, así como la aflicción, la separación y la pérdida. 5Mas Él sabe que hay algo que no puede sino seguir siendo verdad: que Dios sigue siendo Amor, y que eso que ves no es Su Voluntad.

6. Éste es el Pensamiento que lleva las ilusiones a la verdad, donde las ve como apariencias tras las cuales se encuentra lo inmutable y lo seguro. 2Éste es el Pensamiento que salva y per­dona, pues no pone su fe en lo que no fue creado por la única Fuente que conoce. 3Éste es el Pensamiento cuya función es sal­var asignándote a ti su función. 4La salvación es tu función, junto con Aquel a Quien se le confió el plan. 5Ahora se te confía a ti junto con Él. 6Él tiene una respuesta para todas las apariencias sea cual sea la forma, el tamaño, el volumen o los atributos que parezcan tener, y es ésta:

7La salvación es mi única función aquí.

8Dios sigue siendo Amor, y esto no es Su Voluntad.

7. Tú que aún has de obrar milagros, asegúrate de practicar bien la idea de hoy. 2Trata de percibir la fuerza de lo que dices, pues en esas palabras radica tu libertad. 3Tu Padre te ama. 4El mundo del dolor no es Su Voluntad. 5Perdónate a ti mismo el pensamiento de que eso fue lo que Él deseó para ti. 6Deja entonces que el Pensa­miento con el que Él reemplazó todos tus errores se adentre en los sombríos lugares de tu mente que pensó los pensamientos que nunca fueron Su Voluntad.

8. Esa parte de tu mente le pertenece a Dios, al igual que el resto. 2Dicha parte no tiene pensamientos solitarios, ni los hace reales ocultándolos de Él. 3Deja pasar la luz, y ningún obstáculo te impe­dirá ver lo que Él dispone para ti. 4Pon al descubierto tus secretos ante Su benévola luz y observa cuán intenso es el fulgor con el que dicha luz todavía resplandece sobre ti.

9. Practica con Su Pensamiento hoy, y deja que Su luz busque e ilumine todo rincón tenebroso, y que al brillar a través de ellos los una al resto. 2La Voluntad de Dios es que tu mente sea una con la Suya. 3La Voluntad de Dios es tener solamente un Hijo. 4La Voluntad de Dios es que Su único Hijo eres tú. 5Reflexiona sobre estas cosas durante las prácticas de hoy, y da comienzo a la lec­ción que vamos a aprender hoy con estas instrucciones relativas a la verdad:

6La salvación es mi única función aquí.

7La salvación y el perdón son lo mismo.

8Dirígete entonces a Aquel que comparte contigo tu función aquí, y permítele que te enseñe lo que necesitas aprender para poder dejar de lado todo miedo y reconocer a tu Ser como un amor que no tiene opuesto en ti.

10. Perdona todo pensamiento que se oponga a la verdad de tu compleción, unidad y paz. 2No puedes perder los regalos que tu Padre te dio. 3No es tu deseo ser otro ser. 4No tienes ninguna función que no, sea de Dios. 5Perdónate a ti mismo la que crees haber inventado. 6El perdón y la salvación son lo mismo. 7Per­dona lo que inventaste y te habrás salvado.

11. Hay un mensaje especial para hoy que tiene el poder de elimi­nar para siempre de tu mente cualquier forma de duda o de temor. 2Si te asalta la tentación de creer que son reales, recuerda que las apariencias no pueden resistirse a la verdad que encie­rran estas poderosas palabras:

3La salvación es mi única función aquí.

4Dios sigue siendo Amor, y esto no es Su Voluntad.

12. La única función que tienes te dice que eres uno. 2Recuérdate esto a ti mismo durante los intervalos de tiempo que transcurren entre los períodos en que das cinco minutos para compartirlos con Aquel que comparte el plan de Dios contigo. 3Recuérdate a ti mismo lo siguiente:

4La salvación es mi única función aquí.

5De esta manera, depositas el perdón en tu mente y dejas que todo temor sea suavemente descartado, para que el amor pueda encon­trar el lugar donde le corresponde estar en ti y mostrarte que tú eres el Hijo de Dios.

¿Qué me enseña esta lección?

Es crucial identificar cuál es la única función que tenemos asignada, ya que esta función determinará también la condición que debemos crear para lograrla.

Si preguntamos al ego cuál es su misión en la vida, su respuesta será confusa, pues, aun determinando que su misión es la felicidad, observamos que la realización de sus funciones le lleva a fabricar pensamientos que le alejan del logro fijado como misión. 

Desea ser feliz, sin embargo, siembra el miedo, la venganza, la culpa, la incoherencia, la ilusión, el error. Busca en el exterior los recursos que le aporte el fin perseguido, pero como en su naturaleza interna no alberga felicidad, se lanza a la conquista de una utopía que jamás formará parte de su realidad.

Para conseguir llevar a cabo nuestra verdadera función, la salvación, debemos despertar la conciencia al perdón, pues el origen de la infelicidad que experimentamos se encuentra en la fiel creencia en la culpabilidad. 

Cuando sustituimos el pensamiento erróneo de la culpa por el pensamiento verdadero del perdón, entonces, y solo entonces, realizaremos la función de perdonar o, lo que es lo mismo, la salvación.

Ejemplo-Guía: "Tengo la necesidad de ayudar a los demás y no lo consigo".

Es como una voz interior, que nos ha acompañado siempre, que nos invita a actuar como los soportes de los demás. Esa vocación que ha crecido con nosotros puede estar orientada a los seres queridos más cercanos, o puede proyectarse en un sentido más impersonal y canalizarse en el propósito de ser un "guía" para otros.

Este ejemplo nos revela una situación que suele ser bastante común. Sentimos el deseo de ayudar y ello supone una invitación a la reflexión.

Fijaros lo que tiene que aportarnos el Curso con respecto a este tema:

“No intentes "ayudar" a un hermano a tu manera, pues no pue­des ayudarte a ti mismo. Mas oye sus ruegos que claman por la Ayuda de Dios, y reconocerás de este modo la necesidad que tú mismo tienes del Padre” (T-12.I.6:10).

“Las interpretaciones que haces de las necesidades de tu hermano son las interpretaciones que haces de las tuyas propias. Al prestar ayuda la estás pidiendo, y si percibes tan sólo una necesi­dad en ti serás sanado. Pues reconocerás la Respuesta de Dios tal como deseas que ésta sea, y si de verdad la deseas, ciertamente será tuya. Cada súplica a la que respondes en el Nombre de Cristo acerca más a tu conciencia el recuerdo del Padre. En inte­rés de tu propia necesidad, pues, oye toda petición de ayuda como lo que es, para que Dios pueda responderte a ti” (T12.I.7:1-5). 

Estas aportaciones nos recuerdan que el mundo que vemos fuera es la proyección de nuestro mundo interior. Desde esa visión, aquello que percibimos como necesidades de ayuda hacia los demás son nuestras propias necesidades internas de ser ayudados. Detrás de esta percepción, se vislumbra una dificultad para aceptar la ayuda de los demás.

Entonces, ¿cómo debemos interpretar las peticiones de ayuda de los demás?

La única reacción apropiada hacia un hermano es apreciarlo. Debes estarle agradecido tanto por sus pensamientos de amor como por sus peticiones de ayuda, pues ambas cosas, si las perci­bes correctamente, son capaces de traer amor a tu conciencia: Toda sensación de esfuerzo procede de tus intentos de no hacer simplemente eso. ¡Cuán simple es, entonces, el plan de Dios para la salvación! No hay sino una sola manera de reaccionar ante la realidad porque la realidad no suscita conflicto alguno. No hay sino un solo Maestro de la realidad, el Cual entiende lo que ésta es. Este Maestro no cambia de parecer con respecto a la realidad porque la realidad no cambia. Si bien tus interpretaciones de la realidad no tienen sentido en tu estado dividido, las Suyas son por siempre fieles a la verdad. Él te las da porque son para ti” (T-12.I.6:1-9).

Aprender y enseñar son los mayores recursos de que disponemos ahora, porque nos permiten cambiar de mentalidad y ayudar a otros a hacer lo mismo.

“Un terapeuta no cura, sino que deja que la curación ocurra espon­táneamente. Puede señalar la oscuridad, pero no puede traer luz por su cuenta, pues la luz no es de él. No obstante, al ser para él, tiene que ser también para su paciente. El Espíritu Santo es el único Terapeuta. Él hace que la curación sea evidente en cual­quier situación en la que Él es el Guía. Lo único que puedes hacer es dejar que Él desempeñe Su función. Él no necesita ayuda para llevarla a cabo. Te dirá exactamente lo que tienes que hacer para ayudar a todo aquel que Él te envíe en busca de ayuda, y le hablará a través de ti si tú no interfieres. Recuerda que eres tú el que elige el guía que ha de prestar la ayuda, y que una elección equivocada no constituirá ninguna ayuda. Pero recuerda asimismo que la elección correcta sí lo será. Confía en Él, pues ayudar es Su función, y Él es de Dios. A medida que despiertes otras mentes al Espíritu Santo a través de Él, y no a través de ti, te darás cuenta de que no estás obedeciendo las leyes de este mundo” (T-9.V.8:1-12).

Reflexión:  ¿Cómo contribuyes en el Plan de Salvación que Dios ha dispuesto para su Hijo?

Capítulo 19. B-i. La atracción del dolor (3ª parte).

i. La atracción del dolor (3ª parte).

15.  El ego siempre proyecta sus mensajes fuera de ti, al creer que es otro y no tú el que ha de sufrir por tus mensajes de ataque y culpabilidad. 2E incluso si tú sufres, el otro ha de sufrir aún más. 3El supremo engañador reconoce que esto no es verdad, pero como "enemigo" de la paz que es, te incita a que proyectes todos tus mensajes de odio y así te liberes a ti mismo. 4para conven­certe de que esto es posible, le ordena al cuerpo a que busque dolor en el ataque contra otro, lo llame placer y te lo ofrezca como tu liberación del ataque.

Siempre se ha dicho que el mundo que percibimos, el físico, es el revés del mundo espiritual. Las leyes que rigen en el primero son el reverso de las que imperan en el segundo. Así, se consideran antagónicos el miedo y el amor, la oscuridad y la luz, la lucha y la paz, la muerte y la vida, etc. Ese antagonismo se aplica, igualmente, cuando nos referimos al cuerpo y al espíritu, lo que nos lleva a creer que el cuerpo es el agente causante del pecado y de todos nuestros males, mientras que el espíritu es negado por carecer de identidad perceptiva, con lo cual el cuerpo es considerado, desde la visión del ego, como su propio dios, su propio creador.

Esa visión demente e ignorante se encuentra arraigada en todas las religiones, las cuales han identificado al cuerpo como el causante que ha dado origen a la creencia en la separación con Dios. Sus Textos Sagrados recogen la existencia de Dios y la de su Hijo, pero el hecho de que se afirme que dicho Hijo ha sido creado a imagen y semejanza de su hacedor no ha sido suficiente para reconocerle como un ser espiritual, como su Padre, sino que se le limita a las leyes físicas, adjudicándole la identidad con el cuerpo. Dicha visión es muy pobre y nos ha condicionado en nuestro estado de conciencia. Nos invita a buscar la salvación a través de la expiación redentora del cuerpo, desestimando la causa real del error percibido, el cual se encuentra en nuestras creencias.

¿No sería más lógico corregir el error que se encuentra en nuestra creencia base que castigar el cuerpo que nos hace consciente de ello? Cuánto dolor y sufrimiento nos evitaríamos si cambiamos nuestra visión de dónde buscar el error de nuestras creencias.

16. No hagas caso de su locura, ni creas que lo imposible es ver­dad. 2No olvides que el ego ha consagrado el cuerpo al objetivo del pecado y que tiene absoluta fe de que el cuerpo puede lograrlo. 3Sus sombríos discípulos entonan incesantemente ala­banzas al cuerpo, en solemne celebración del poderío del ego. 4No hay ni uno solo que no crea que sucumbir a la atracción de la culpabilidad es la manera de escaparse del dolor. 5Ni uno solo de ellos puede dejar de identificarse a sí mismo con su propio cuerpo, sin el cual moriría, pero dentro del cual, su muerte es igualmente inevitable.

Es esencial que reflexionemos sobre el papel y la función que le tenemos encomendada al cuerpo. Es esencial que identifiquemos los diferentes niveles donde se expresa la energía. No podemos obviar que el origen de todo lo creado procede de un nivel invisible para los ojos físicos y que dicho origen es el hogar verdadero de dicha energía, lo cual no puede confundirnos llevándonos a interpretar que somos la energía en su estado más denso, el que nos permite percibir nuestros sentidos. 

La energía procede de los mundos sutiles, donde la mente la expande dando lugar a actos creadores. El pensamiento es la energía en su estado más elevado y cuando vibrar en sintonía con la fuerza del amor, dichos pensamientos son amorosos dando lugar a creaciones eternas. Cuando el pensamiento vibra en sintonía con la frencuencia donde el amor está ausente, dichos pensamientos sirven a la fuerza del deseo cuyo nivel es mas grosero dando lugar al miedo cuyas creaciones serán contrarias al orden universal del amor y por lo tanto darán lugar a creaciones ilusorias y temporales.

17.  Los discípulos del ego no se dan cuenta de que se han consa­grado a sí mismos a la muerte. 2Se les ha ofrecido la libertad pero no la han aceptado, y lo que se ofrece se tiene también que acep­tar para que sea verdaderamente dado. 3Pues el Espíritu Santo es también un medio de comunicación, que recibe los mensajes del Padre y se los ofrece al Hijo. 4Al igual que el ego, el Espíritu Santo es a la vez emisor y receptor. 5Pues lo que se envía a través de Él retorna a Él, buscándose a sí mismo en el trayecto y encontrando lo que busca. 6De igual manera, el ego encuentra la muerte que busca, y te la devuelve a ti. 

Todo el sistema de pensamiento del ego está abocado al encuentro con la muerte, pues en su reino gobiernan las leyes de la temporalidad, donde todo ciclo que se inicia con el nacimiento tiene su final con la muerte. El cuerpo, su símbolo más emblemático, es el ejemplo que testimonia a favor de esa ley. 

Sin embargo, no podemos olvidar que el cuerpo es la cristalización de la energía cuando alcanza su estado más denso, pero dicha energía procede de un nivel superior donde fluye sin límites, en estado emanativo y potencial. Es en ese nivel vibracional donde el Espíritu tiene su verdadero Hogar. Su origen es de ese Plano donde la divinidad se manifiesta en su triple aspecto: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Rendir pleitesía al ego nos lleva a consagrarnos a la muerte. Mientras que servir al Espíritu es consagrarnos a la Vida Eterna.  

martes, 8 de abril de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 98

LECCIÓN 98

Aceptaré el papel que me corresponde en el plan de Dios para la salvación.

1. Hoy es un día de una consagración especial. 2Hoy vamos a adoptar una postura firme en favor de un solo bando. 3Nos vamos a poner de parte de la verdad y a abandonar las ilusiones. 4No vacilaremos entre una cosa y otra, sino que adoptaremos una firme postura en favor de Dios. 5Hoy nos vamos a consagrar a la verdad, y a la salvación tal como Dios la planeó. 6No vamos a alegar que es otra cosa 7ni a buscarla donde no está. 8La aceptare­mos gustosamente tal como es, y desempeñaremos el papel que Dios nos asignó.

2. ¡Qué dicha tener certeza! 2Hoy dejamos de lado todas nuestras dudas y nos afianzamos en nuestra postura, seguros de nuestro propósito y agradecidos de que la duda haya desaparecido y la certeza haya llegado. 3Tenemos una importante función que de­sempeñar y se nos ha provisto de todo cuanto podamos necesitar para alcanzar la meta. 4Ni una sola equivocación se interpone en nuestro camino. 5Hemos sido absueltos de todo error. 6Hemos quedado limpios de todos nuestros pecados al habernos dado cuenta de que no eran sino errores.

3. Los que están libres de culpa no tienen miedo, pues están a salvo y reconocen su seguridad. 2No recurren a la magia, ni inge­nian posibles escapatorias de amenazas imaginarias y desprovis­tas de realidad. 3Descansan en la serena certeza de que llevarán a cabo lo que se les encomiende hacer. 4No ponen en duda su pro­pia capacidad porque saben que cumplirán debidamente su fun­ción en el momento y lugar perfectos. 5Ellos adoptaron la postura que nosotros vamos a adoptar hoy, a fin de que pudiésemos com­partir su certeza y aumentarla mediante nuestra aceptación.

4. Todos aquellos que adoptaron la postura que hoy vamos a adoptar nosotros estarán a nuestro lado y nos transmitirán gusto­samente todo cuanto aprendieron, así como todos sus logros. 2Los que todavía no están seguros también se unirán a nosotros y, al compartir nuestra certeza, la reforzarán todavía más. 3los que aún no han nacido, oirán la llamada que nosotros hemos oído, y la contestarán cuando hayan venido a elegir de nuevo. 4Hoy no ele­gimos sólo para nosotros.

5. ¿No vale la pena acaso dedicar cinco minutos de tu tiempo cada hora a cambio de poder aceptar la felicidad que Dios te dio? 2¿No vale la pena acaso dedicar cinco minutos de cada hora a fin de reconocer cuál es tu función especial aquí? 3¿Qué son cinco minutos si a cambio de ello puedes recibir algo tan grande que es inconmensurable? 4Has hecho por lo menos mil tratos en los que saliste perdiendo.

6. He aquí una oferta que garantiza tu total liberación de cual­quier clase de dolor y una dicha que no es de este mundo. 2Puedes intercambiar una pequeña parte de tu tiempo por paz interior y certeza de propósito, con la promesa de que triunfarás. 3puesto que el tiempo no tiene significado, se te está dando todo a cambio de nada. 4He aquí un trato en el que no puedes perder. 5Y lo que ganas es en verdad ilimitado.

7. Ofrécele hoy tu modesta dádiva de cinco minutos cada hora. 2Él impartirá a las palabras que utilices al practicar con la idea de hoy la profunda convicción y firmeza de las que tú careces. 3Sus palabras se unirán a las tuyas y harán de cada repetición de la idea de hoy una absoluta consagración, hecha con fe tan perfecta y segura como la que Él tiene en ti. 4La confianza que Él tiene en ti impartirá luz a todas las palabras que pronuncies, e irás más allá de su sonido a lo que verdaderamente significan. 5Hoy prac­ticas con Él mientras dices:

6Aceptaré el papel que me corresponde en el plan de Dios para la salvación. 

8. En cada uno de los períodos de cinco minutos que pases con Él, Él aceptará tus palabras y te las devolverá radiantes de una fe y confianza tan grandes e inquebrantables que iluminarán el mundo con esperanza y felicidad. 2No dejes pasar ni una sola oportunidad de ser el feliz receptor de Sus regalos, para que a tu vez puedas dárselos hoy al mundo.

9. Ofrécele las palabras y Él se encargará del resto. 2Él te ayudará a entender tu función especial. 3Él allanará el camino que te con­duce a la felicidad, y la paz y la confianza serán Sus regalos, Su respuesta a tus palabras. 4Él responderá con toda Su fe, dicha y certeza que lo que dices es verdad. 5entonces gozarás de la misma convicción de que goza Aquel que conoce tu función en la tierra así como en el Cielo. 6Él estará contigo durante cada sesión de práctica que compartas con Él, e intercambiará cada instante de tiempo que le ofrezcas por intemporalidad y paz.

10. Pasa la hora preparándote felizmente para los próximos cinco minutos que vas a volver a pasar con Él. 2Repite la idea de hoy mientras esperas la llegada de ese feliz momento. 3Repítela a menudo, y no te olvides de que cada vez que lo haces, preparas a tu mente para el feliz momento que se acerca.

11. Y cuando la hora haya transcurrido y Él esté ahí una vez más para pasar otro rato contigo, siéntete agradecido y deja a un lado toda tarea mundana, pensamiento insignificante o idea restric­tiva, y pasa un feliz rato en Su compañía otra vez. 2Dile una vez más que aceptas el papel que Él quiere que asumas y que te ayu­dará a desempeñar, y Él hará que estés seguro de que deseas tomar esa decisión, la cual Él ya ha tomado contigo y tú con Él.

¿Qué me enseña esta lección?

Esta lección va más allá del propio reconocimiento del Ser. Se trata de manifestar nuestra decisión, nuestra elección, de ser parte del Plan de Salvación “diseñado” para el Hijo de Dios por su Creador. En esa libre elección va implícita una total certeza de cuál es nuestra función.

En verdad, ese estado de iluminación, cuando se experimenta en su grandeza, nos sitúa en una dimensión más etérea, en el sentido, de que ya dejamos de sentir el peso característico de la culpa, del miedo, del desamor, de la carencia.

Seguimos conectados con la raíz del mundo físico, pero no estamos atrapados en él. Utilizamos su plano de manifestación, pero ya no caminamos a ciegas, sin conocer nuestro destino. Ahora, el destino deja de ser indeterminado para adquirir el rostro del camino que decidimos andar. 

Ahora somos conscientes, lo hemos elegido, de que ya no somos protagonistas que interpretamos un guión que le ha tocado al azar, sino que nos hemos convertidos en los actores conscientes -despiertos- del único guión que debemos interpretar: Ser Hijos de Dios y cumplir con nuestra función en el Plan de Salvación.


Ejemplo-Guía: ¿Dónde buscamos la felicidad?

"Dime qué buscas y te diré quién eres" es una adaptación de un clásico dicho popular (dime con quién vas y te diré quién eres). Este dicho, aunque posee un significado significativo para las compañías de telecomunicaciones, especialmente las especializadas en marketing, también puede ser utilizado para comprender el significado crucial de la búsqueda de la felicidad.

No nos resultará difícil establecer dicha relación, pues buscamos aquello que deseamos. Si nuestra mente percibe un mundo de placer y gozo, inclinará nuestros deseos para que nos estimule a ir en la búsqueda de aquello que elegimos como propiciador de lo que deseamos. Si lo que buscamos es gozar y disfrutar de los placeres que nos ofrece la naturaleza, tomaremos la decisión de buscar los medios necesarios para que dicho deseo se vea satisfecho. Bien, hasta aquí, todo es entendible y bastante cercano.

No todos buscamos la felicidad en la misma dirección, y si preguntásemos cuál es la razón de esta variedad, la opinión mayoritaria coincidirá en decirnos que cada uno es como es, queriéndonos decir con ello que buscamos en función a cómo somos y, dado que somos tan diferentes, pues buscamos cosas diferentes.

Siguiendo la reflexión que hemos propuesto, me gustaría ahondar un poco más en esa idea. Hasta ahora, lo único que tenemos claro es que aquello que buscamos es una pista inequívoca que hablará sobre cómo somos, mejor dicho, cómo nos creemos que somos. 

Pero la cuestión que me planteo a continuación es la siguiente: ¿El logro de lo que hemos buscado nos aporta la felicidad? Cuidado que es una pregunta con trampa. 

Entre las posibles respuestas, encontraremos aquellas que nos confirman que, en efecto, el logro de lo que deseaban les ha aportado felicidad, pero que esa misma felicidad se asemeja a la belleza de las flores, es efímera y transitoria. Por lo tanto, no les queda otra que seguir buscando nuevas sensaciones, nuevos deseos que hagan posible el encuentro con una felicidad más duradera.

Podríamos entrar a analizar los efectos de los síntomas postvacacionales que tanto ruido aportan en los noticiarios y que vienen a demostrarnos que toda felicidad que no sea permanente tiene un efecto poco saludable para el que lo experimenta. Parece que, en lo más profundo de la persona, no buscamos una felicidad pasajera, sino eterna. Las reacciones depresivas a las que muchos se ven abocados, demuestran que lo que estamos buscando, es mejorable, y demuestran, igualmente, que si lo que buscamos define lo que somos, entonces, hemos tocado un tema más delicado y profundo, el sentimiento de identidad. Si no estamos satisfechos con los logros de aquello que buscamos, tampoco estaremos satisfechos con lo que creemos ser y eso se traduce en problemas de autoestima y desvalorización del yo.

A lo largo de otras lecciones ya hemos tenido ocasión de hablar de los conceptos "bien-estar" y "bien-ser". El "bien-estar" responde a la búsqueda de la felicidad desde una visión egoica, es decir, desde la creencia en la separación, lo que propicia el despertar de emociones basadas en el miedo, en la culpa y en el odio. La búsqueda del "bien-estar" nos lanza a la conquista de nuestros deseos sin tener en consideración los deseos de los demás. Nos adentramos en una sociedad donde se valora en exceso la competitividad y donde se justifican los medios para alcanzar los fines propuestos. Al final de ese desgastador sendero, tan solo nos aguarda la visión de un camino tortuoso en el que hemos ido dejando víctimas y enemigos, con los cuales nos hemos enfrentado en nombre de la conquista de aquello que hemos llamado nuestro "reino" y donde lo único que podemos gobernar son nuestras insatisfacciones, nuestros miedos, nuestro dolor, nuestra soledad, nuestra pobreza, nuestras enfermedades, nuestras tristezas...

El "bien-ser" nos invita a desarrollar los puntos más importantes que nos enseña la lección que estamos desarrollando. La visión del "bien-ser" tan solo busca la verdadera felicidad, pero esa búsqueda no es externa. No se busca fuera lo que tan solo se puede encontrar dentro, en el interior del ser. Por lo tanto, la felicidad no es un logro basado en la posesión, sino en un "estado del ser". Es nuestra condición natural y, para tomar consciencia de esto, nuestra mirada ya no se posa en el mundo de la percepción corporal, sino en el mundo del Espíritu, nuestro verdadero ser. 

Buscar la felicidad desde la visión del "bien-ser" nos lleva a la comunión con Dios y a la plena comunicación con su Voz, el Espíritu Santo. En ese diálogo interno, nuestras palabras tan solo pronuncian una oración:

¡Padre, acepto gustosamente Tu Salvación y desempeñaré, desde la certeza, el papel que me has asignado!

Si nuestra visión nos lleva a la comunión con Dios, de esa fusión fluye la certeza de lo que somos, el Hijo de Dios. A partir de ese instante santo, tan sólo podemos buscar una sola cosa: elegimos libremente aceptar la felicidad que Dios nos dio, reconociendo nuestra función de perdonar.

Esa elección tan solo recibe una respuesta: la paz interior.


Reflexión: ¿Cuál es el papel que Dios ha designado a su Hijo?

Capítulo 19. B-i. La atracción del dolor (2ª parte).

 i. La atracción del dolor (2ª parte).

12. Es imposible tratar de obtener placer a través del cuerpo y no hallar dolor. 2Es esencial que esta relación se entienda, ya que el ego la considera la prueba del pecado. 3En realidad no es puni­tiva en absoluto. 4Pero sí es el resultado inevitable de equipararte con el cuerpo, lo cual es la invitación al dolor. 5Pues ello le abre las puertas al miedo, haciendo que se convierta en tu propósito. 6La atracción de la culpabilidad no puede sino entrar con él, y cual­quier cosa que el miedo le ordene hacer al cuerpo es, por lo tanto, dolorosa. 7Este compartirá el dolor de todas las ilusiones, y la ilusión de placer se experimentará como dolor.

En este punto queda muy bien explicada la relación de causa y efecto, lo cual nos permite comprender que su ley abarca todo proceso creador. Por lo tanto, considero esencial para nuestro crecimiento espiritual aplicar dicha ley a nuestra vida, pues de este modo, analizando la calidad de nuestras percepciones, de nuestros efectos, de los acontecimientos que vivimos y experimentamos, podemos conocer lo que hemos sembrado, o visto de otro modo, el uso que hemos dado a nuestra voluntad, pues en ella encontraremos la causa que ha dado origen a lo percibido.

Considero importante conocer la aplicación de la ley de causa y efecto, dado que nos mostramos incrédulos y nos consideramos víctimas de la mala suerte, cuando la vida nos lleva a enfrentarnos a situaciones dolorosas que consideramos injustas. En esos momentos de incredulidad no sabemos reconocer la relación existente entre lo que experimentamos y nuestras creencias. Preferimos proyectar nuestra ignorancia y culpar al mundo de lo que nos ocurre. Siempre nos resultará más fácil y cómodo, para nuestra conciencia, encontrar al causante fuera de nosotros mismos. Será nuestra pareja, nuestros padres, nuestros hijos, nuestros jefes, nuestros enemigos, y cuando ya se nos ha agotado la lista de culpables, elevamos nuestra mirada al cielo y exclamamos: ¡Padre, por qué me mandas estas pruebas! ¿Qué te he hecho para merecer tu castigo?

13. ¿No es acaso esto inevitable? 2El cuerpo, a las órdenes del miedo, irá en busca de culpabilidad y servirá a su amo, cuya atracción por la culpabilidad mantiene intacta toda la ilusión de su existencia. 3En esto consiste, pues, la atracción del dolor. 4Regido por esta percepción, el cuerpo se convierte en el siervo del dolor, lo persigue con un gran sentido del deber y acata la idea de que el dolor es placer. 5Ésta es la idea que subyace a la excesiva importancia que el ego le atribuye al cuerpo. 6Y man­tiene oculta esta relación demente, si bien, se nutre de ella. 7A ti te enseña que el placer corporal es felicidad. 8Mas a sí mismo se susurra: "Es la muerte".

Si por todo lo dicho hemos alcanzado a comprender la profundidad que nos enseña la ley de causa y efecto, estaremos en condiciones de afirmar que el error siempre se encuentra en el nivel de la mente, en el nivel de las creencias, en el nivel de las causas, en el nivel de la voluntad, que se convierte en el motor que nos impulsa a crear.

La falta de esa claridad en nuestra visión nos ha llevado a identificar al agente causante en el lugar equivocado, pues lo hemos situado en el nivel físico, el cual está regido por leyes temporales y efímeras como la ilusión. En dicho nivel, el cuerpo adquiere el principal protagonismo y se le atribuye la calidad de ser el promotor de todos nuestros actos y, como consecuencia de ello, se le atribuye igualmente la capacidad para aportarnos placer o dolor.

Si llegamos a esta conclusión, estaremos obviando una cuestión esencial. El cuerpo es la elección de dirigir nuestra voluntad en una dirección que nos ha llevado a un estado de conciencia perceptiva que da lugar a la temporalidad, pues no es eterna, sino transitoria. No somos realmente lo que percibimos. Somos el observador, la mente a través de la cual tiene lugar lo percibido. No somos el sueño, somos el soñador del sueño. Por lo tanto, no podemos ver en el cuerpo al agente causante, sino que dicho agente es nuestra mente.

Bajo esta nueva perspectiva, debemos preguntarnos: ¿dónde se cuenta la fuente de la paz, del placer, de la dicha? ¿Dónde se encuentra la fuente del dolor, del sufrimiento, del miedo?

¿En el cuerpo o en la mente?

14. ¿Por qué razón es el cuerpo tan importante para ti? 2Aquello de lo que se compone ciertamente no es valioso. 3Y es igualmente cierto que no puede sentir nada. 4Te transmite las sensaciones que tú deseas. 5Pues el cuerpo, al igual que cualquier otro medio de comunicación, recibe y transmite los mensajes que se le dan. 6Pero éstos le son completamente indiferentes. 7Todos los senti­mientos con los que se revisten dichos mensajes los proporcionan el emisor y el receptor. 8Tanto el ego como el Espíritu Santo reco­nocen esto, y ambos reconocen también que aquí el emisor y el receptor son uno y lo mismo. 9El Espíritu Santo te dice esto con alegría. 10El ego te lo oculta, pues no quiere que seas consciente de ello. 11¿Quién transmitiría mensajes de odio y de ataque si entendiese que se los está enviando a sí mismo? 12¿Quién se acu­saría, se declararía culpable y se condenaría a sí mismo?

No forma parte del sistema de pensamiento del ego el hecho de que tomemos consciencia del profundo significado de la aplicación de la ley de causa y efecto. 

La ciencia, uno de los baluartes más importantes para el sistema de pensamiento egoico, ha descubierto el funcionamiento de la ley de causación. Pero su alcance lo circunscribe a los límites donde deposita su conciencia, esto es, en los límites que le marca el mundo en el que cree, en el perceptivo. La ciencia de hoy defiende su postulado de la verdad con base en su creencia en lo que es capaz de pesar y medir; dicho de otro modo, cree tan solo en lo que perciben sus sentidos físicos. Así pues, la ley de causa y efecto solo se aplica al mundo percibido, descartando la posibilidad de que la mente, en lugar del cuerpo, sea el agente causante.

Por ello, el cuerpo es tan importante para nuestro actual estado de conciencia, la cual cayó en un profundo sueño cuando eligió alimentarse por sí misma, del cual aún no ha despertado. 

lunes, 7 de abril de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 97

LECCIÓN 97

Soy espíritu.


1. La idea de hoy te identifica a ti con tu único Ser. 2No acepta una identidad dividida, ni trata de formar una unidad entrela­zando factores opuestos. 3Simplemente declara la verdad. 4Prac­tica hoy esta verdad tan a menudo como puedas, pues extraerá a tu mente del conflicto y la llevará a los serenos campos de la paz. 5Ni el más leve escalofrío de miedo hará acto de presencia, pues habrá sido absuelta de la locura al haber abandonado la ilusión de una identidad dividida.

2. Volvemos a declarar la verdad acerca de tu Ser, el santo Hijo de Dios que mora en ti, a Cuya mente le ha sido restituida la cordura. 2Tú eres el espíritu que ha sido amorosamente dotado de todo el Amor, la paz y la dicha de tu Padre. 3Tú eres el espíritu que completa a Dios Mismo y que comparte con Él Su función de Creador. 4Él está siempre contigo, tal como tú estás con Él.

3. Hoy trataremos de acercar la realidad a tu mente todavía más. 2Cada vez que practicas, te vuelves cuando menos un poco más consciente, ahorrando en algunas ocasiones mil años o más. 3Los minutos que dedicas se multiplican una y otra vez, pues el mila­gro hace uso del tiempo, pero no está regido por él. 4La salvación es un milagro, el primero y el último; el primero que es el último, pues es uno.

4. Tú eres el espíritu en cuya mente mora el milagro en el que el tiempo se detiene; el milagro en el que un minuto que se dedique a la práctica de estas ideas se convierte en un lapso de tiempo ilimitado e infinito. 2Da, pues, gustosamente estos minutos, y cuenta con Aquel que prometió infundirlos de intemporalidad. 3Él respaldará con toda Su fortaleza cada pequeño esfuerzo que hagas. 4Concédele hoy los minutos que Él necesita para poder ayudarte a entender con Él que tú eres el espíritu que mora en Él y que hace un llamamiento a todas las cosas vivientes a través de Su Voz; el espíritu que ofrece Su visión a todo aquel que se la pide y que reemplaza el error con la simple verdad.

5. El Espíritu Santo se regocijará de tomar cinco minutos de cada hora de tu tiempo para llevarlos alrededor de este mundo afli­gido donde el dolor y la congoja parecen reinar. 2No pasará por alto ni una sola mente receptiva que esté dispuesta a aceptar los dones de curación que esos minutos brindan, y los concederá allí donde Él sabe que han de ser bien recibidos. 3su poder sanador aumentará cada vez que alguien los acepte como sus propios pensamientos y los use para curar.

6. De esta manera, cada ofrenda que se le haga se multiplicará miles de veces y decenas de miles más. 2Y cuando te sea devuelta, sobrepasará en poderío la pequeña ofrenda que hiciste, en forma parecida a como el resplandor del sol es infinitamente más potente que el pequeño destello que emite la luciérnaga en un fugaz instante antes de apagarse. 3El constante fulgor de esta luz permanecerá y te guiará más allá de las tinieblas; y jamás podrás olvidar el camino otra vez.

7. Comienza estos gratos ejercicios con las palabras que el Espí­ritu Santo te dice, y deja que su eco reverbere por todo el mundo a través de Él:

2Espíritu soy, un santo Hijo de Dios; libre de toda limita­ción, a salvo, sano y pleno.
3Libre para perdonar y libre para salvar al mundo.

3Expresado a través de ti, el Espíritu Santo aceptará este regalo que recibiste de Él, aumentará su poder y te lo devolverá.
8. Ofrécele gustosamente hoy cada sesión de práctica. 2Y Él te hablará, recordándote que eres espíritu, uno con Él y con Dios, uno con tus hermanos y con tu Ser. 3Escucha las seguridades que te da cada vez que pronuncias las palabras que Él te ofrece hoy, y permite que Él le diga a tu mente que son verdad. 4Utilízalas contra cualquier tentación, y evita las lamentables consecuencias que la tentación trae consigo si sucumbes a la creencia de que eres otra cosa. 5El Espíritu Santo te brinda paz hoy. 6Recibe Sus palabras, y ofréceselas a Él.

¿Qué me enseña esta lección?

El reconocimiento de nuestra verdadera identidad es liberador. Soy Espíritu.

Afirmar mi única y verdadera realidad me permite alcanzar un elevado estado de consciencia.
Pronunciar ese reconocimiento me hace sentir una enorme felicidad y una profunda paz, semejante a la que se experimenta cuando despertamos de una agitada pesadilla.

Yo soy Espíritu. Mis ojos ya no se encuentran limitados por los contornos de la materia y desde ahora y para la eternidad, decido ver la única y verdadera realidad: nuestra esencia divina. La veo en mí, y a través de mí, veo la divinidad de mis hermanos.

Desde la visión de lo que soy, veo una manera distinta de relacionarnos con nosotros mismos y con el mundo que vemos proyectado fuera. Esa visión me está mostrando un mundo nuevo, en el que desde que nacemos en él, se nos muestra a la luz de la verdad lo que realmente somos. Se nos revela que el cuerpo que percibimos no es nuestra identidad, sino tan solo un envoltorio que utilizamos como vehículo para expresarnos en el mundo ilusorio de las formas y cuya única función es la de ayudarnos a percibir correctamente.

Se nos revela, en este mundo nuevo, que todos somos Hijos de un mismo Padre y que en la unidad formamos Su Filiación. Que Ese Padre es la Fuente de donde recibimos el aliento de Vida. De esa Fuente recibimos la capacidad de crear y para ello utilizamos la mente, el foco a través del cual se expresa nuestro Ser Espiritual.

Se nos revela, en este mundo nuevo, que la mente es Una y se complace en la Santidad, en la Plenitud, en la Inocencia y en la Impecabilidad. Esa mente Una es la causa de todo efecto y, a través de su foco, el Hijo de Dios expande los Atributos con los que ha sido creado, su Voluntad, su Amor y su Inteligencia.


Ejemplo-Guía: "¿Cómo crear ese mundo nuevo?

Ese mundo no hay que crearlo, pues ya existe. Le llamamos nuevo, desde la perspectiva ilusoria del mundo de la percepción basado en la temporalidad, pero en verdad, ese mundo es real en la eternidad.

Ese mundo no hay que crearlo, pues no tiene cabida en la dimensión de la percepción, pues su Fuente es el verdadero Conocimiento. Su existencia pertenece al Espíritu, donde Todo Es.

En el nivel en el que hemos depositado nuestra identidad pasajera, ese mundo nuevo es como una Voz que nos despierta de las oscuras pesadillas que estamos soñando. Es esa Voz que nos susurra al oído que dejemos de sufrir, que dejemos de sentir temor, que dejemos de sentir dolor, que dejemos de experimentar la necesidad y la escasez. Esa Voz nos ofrece su mano y nos lleva a la verdadera visión de lo que somos: Hijos de Dios. Y esa visión nos permite comprender que lo que llamábamos realidad tan solo era el escenario de nuestros sueños y que las vivencias experimentadas habían sido escritas por nosotros, el único soñador.

Siendo así, no debemos preocuparnos por crear lo que ha existido por siempre. Ese mundo es el Hogar de Dios, es el "Vientre Divino" donde su Hijo se ha gestado y desde el cual ha sido emanado. Esa emanación es una expansión de Dios Mismo, por lo que no debemos entenderlo como una separación. En ese Estado de Unidad, no se concibe la necesidad, pues Todo Es.

Trasladar ese Estado de Plenitud al nivel del sueño nos sitúa en un nuevo escenario donde dejamos de sentirnos prisioneros de las limitaciones del mundo de la percepción. Ahora tenemos la certeza de que ese mundo puede ser dibujado con distintas tonalidades, pues en verdad somos los únicos con capacidad para aportar esos tonos. Y elegimos el tono de la abundancia, el tono de la salvación, de la libertad, de la confianza, de la salud, el tono del perdón y del amor.

Elegimos desechar los viejos colores de la pesadumbre, del victimismo, del apego, del miedo y de la culpa, del dolor y de la tristeza, del resentimiento y del odio, de la necesidad y de la escasez.

Ese es el nuevo lienzo que decidimos crear. La mente al servicio del Espíritu y, con esa visión, elegimos vivir la vida, conocedores de que somos los artistas que la colorean.

Reflexión: ¿Crees ser un Espíritu?

Capítulo 19. B-i. La atracción del dolor (1ª parte).

i. La atracción del dolor (1ª parte).

9. Tu pequeño papel consiste únicamente en entregarle al Espíritu Santo la idea del sacrificio en su totalidad 2y aceptar la paz que Él te ofrece a cambio sin imponer ningún límite que impida su exten­sión, lo cual limitaría tu conciencia de ella. 3Pues lo que Él otorga tiene que extenderse si quieres disponer de su poder ilimitado y utilizarlo para liberar al Hijo de Dios. 4No es de este poder de lo que quieres deshacerte, y, puesto que ya dispones de él, no puedes limitarlo. 5Si la paz no tiene hogar, tampoco lo tenemos ni tú ni yo. 6Y Aquel que es nuestro hogar se queda sin hogar junto con noso­tros. 7¿Es eso lo que quieres? 8¿Deseas ser un eterno vagabundo en busca de paz? 9¿Pondrías tus esperanzas de paz y felicidad en lo que no puede sino fracasar?

El amor, la esencia divina con la que hemos sido creados, cuando se extiende, nos ofrece como regalo el estado de paz. Podemos entender que cuando elegimos sembrar amor, el fruto que cosecharemos será la paz. Sabemos por las enseñanzas del Curso que causa y efecto forman una unidad, lo que significa que la una depende de la otra, es decir, no obtendremos un efecto si no existe una causa. 

Si elegimos aceptar lo expresado anteriormente como verdad, podremos concluir que, al igual que el amor es la esencia con la que hemos sido creados, la paz, su efecto, también forma parte de nuestra esencia. Lo que significa que la paz es nuestra realidad. Dicho de otro modo: "somos paz".

El ego cuestionará dicha afirmación, pues nos dirá: "Si somos paz, ¿cómo es que no la percibimos?". La respuesta a esta pregunta es una invitación a reflexionar sobre la identidad que creemos ser. Mientras que pensemos que somos aquello que percibimos, esto es, un cuerpo material, el cual es el símbolo que representa nuestra creencia en la separación, justificaremos el cuestionamiento que nos plantea el sistema de pensamiento del ego, pues dicha creencia en la separación es la causa que ha sustituido en nuestra mente el amor por el miedo y la inocencia por el pecado. De este modo, al sembrar miedo no podemos cosechar paz, sino ataque y temor.

10. Tener fe en lo eterno está siempre justificado, pues lo eterno es siempre benévolo, infinitamente paciente y totalmente amoroso. 2Te aceptará totalmente y te colmará de paz. 3Pero sólo se puede unir a lo que ya está en paz dentro de ti, lo cual es tan inmortal como lo es lo eterno. 4El cuerpo no puede proporcionarte ni paz ni desasosiego, ni alegría ni dolor. 5Es un medio, no un fin. 6De por sí no tiene ningún propósito, sino sólo el que se le atribuye. 7El cuerpo parecerá ser aquello que constituya el medio para alcanzar el objetivo que tú le asignes. 8Sólo la mente puede fijar propósitos, y sólo la mente puede discernir los medios necesarios para su logro, así como justificar su uso. 9Tanto la paz como la culpabilidad son estados mentales que se pueden alcanzar. 10esos estados son el hogar de la emoción que los suscita, que, por consiguiente, es compatible con ellos.

Habíamos dejado en el punto anterior al ego celebrando su victoria sobre el amor y la paz. Nunca admitirá que somos paz, pues ello significaría que creemos en el amor por encima del miedo, que creemos en la unidad por encima de la separación, que creemos en el espíritu por encima del cuerpo. Por lo tanto, prefiere negar la causa verdadera y elegir una causa falsa y errónea, con lo cual dará prioridad a sus percepciones, anteponiéndolas a la verdad.

Sin embargo, el sistema de pensamiento tiene una importante debilidad, la cual procede de la causa que lo ha originado. El error, lo falso, tan solo puede ofrecernos un mundo ilusorio y temporal, o lo que es lo mismo, un mundo irreal. Ese mundo se convierte en un escenario donde el dolor, el sufrimiento, la necesidad, la enfermedad se multiplican por doquier. Son frutos amargos que no sacian nuestros verdaderos apetitos. Es por ello que alcanzamos un punto de consciencia en el que nos lanzamos a la búsqueda de lo que más añoramos, la paz. Pero no sabemos dónde encontrarla, pues depositamos toda nuestra confianza en el maestro inadecuado, en el cuerpo, y no tardaremos en darnos cuenta de que la paz tan codiciada no forma parte del mundo perceptivo, sino que forma parte de nuestra esencia verdadera, la espiritual.

El renacer de la conciencia nos abre las puertas de un nuevo escenario donde, ahora sí, sabremos a quién tenemos que depositar toda nuestra fe, a qué maestro invitar a nuestra mente para que nos guíe hacia el encuentro con la paz, hacia el encuentro con nuestra verdadera identidad. El Espíritu Santo nos ofrecerá la Expiación que ha de permitirnos corregir nuestros errores mentales, lo que nos permitirá a su vez alcanzar la percepción correcta.

11. Examina, entonces, qué es lo que es compatible contigo. 2Ésta es la elección que tienes ante ti, y es una elección libre. 3Mas todo lo que radica en ella vendrá con ella, y lo que crees ser jamás puede estar separado de ella. 4El cuerpo aparenta ser el gran trai­dor de la fe. 5En él residen la desilusión y las semillas de la falta de fe, mas sólo si le pides lo que no puede dar. 6¿Puede ser tu error causa razonable para la depresión, la desilusión y el ataque de represalia contra lo que crees que te ha fallado? 7No uses tu error para justificar tu falta de fe. 8No has pecado, pero te has equivocado con respecto a lo que significa tener fe. 9Mas la corrección de tu error te dará motivos para tener fe.

Hemos dibujado los trazos de los dos escenarios en los que se puede manifestar nuestra consciencia. Ahora debemos saber que los efectos de nuestra siembra serán dulces o amargos dependiendo de nuestra elección, es decir, del uso que hagamos de nuestra voluntad. Si la empleamos para sembrar amor, cosecharemos paz y en nuestro escenario resplandecerá el sol, aportándonos luz y felicidad. Si la empleamos para sembrar miedo, cosecharemos temor y luchas, y en nuestro escenario percibiremos densas nubes que nos confundirán con su oscuridad, aportándonos dolor y sufrimiento.

Sí, desde este momento, nos hemos quedado solos para tomar el timón de nuestra nave y decidir el rumbo que vamos a tomar. Hemos habitado en la tierra próspera de miel y leche que Dios dispuso para Su Hijo, pero nuestro deseo de alimentarnos por nosotros mismos nos llevó a olvidar el hogar paradisiaco en el que nos encontrábamos. Ese proceso no se llevó a cabo a nivel físico, sino en el mental, en nuestras creencias, lo cual dio origen a que percibiésemos aquello que deseamos.

Ahora, este presente que estamos compartiendo en la eternidad se convierte en el instante santo en el que podemos recordar lo olvidado y elegir de nuevo. En esta ocasión, con la ayuda del Espíritu Santo, elegiremos lo correcto, pues seremos totalmente conscientes de lo que realmente somos.

domingo, 6 de abril de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 96

LECCIÓN 96

La salvación procede de mi único Ser.


1. Aunque eres un solo Ser, te percibes a ti mismo como si fueses dos: bueno y malo, lleno de amor y lleno de odio, mente y cuerpo. 2Esta sensación de estar dividido en dos estados opuestos da lugar a un constante y agudo conflicto, y conduce a desesperados intentos de reconciliar los aspectos contradictorios de esa auto-percep­ción. 3Has buscado muchas de estas soluciones reconciliatorias, pero ninguna de ellas te ha dado resultado. 4Los opuestos que percibes en ti jamás serán compatibles. 5Tan sólo uno de ellos existe.

2. Si has de salvarte, tienes que aceptar el hecho de que, por mucho que lo intentes, la verdad y lo ilusorio no pueden reconci­liarse, independientemente de los medios que utilices o de dónde percibas el problema. 2Hasta que no aceptes esto, irás en pos de un sinnúmero de metas irrealizables, desperdiciarás el tiempo, tus esfuerzos serán en vano, fluctuarás entre la esperanza y la duda, y cada intento será tan fútil como el anterior y tan inútil como sin duda alguna habrá de ser el siguiente.

3. Los problemas que no tienen sentido no se pueden resolver dentro del marco en que se han planteado. 2Dos seres en conflicto supone una condición que no se puede resolver, y no puede haber tampoco un punto de encuentro entre el bien y el mal. 3El ser que tú fabricaste jamás podrá ser tu Ser, ni tampoco puede tu Ser divi­dirse en dos y seguir siendo lo que es y lo que no puede sino ser eternamente. 4Una mente y un cuerpo no pueden ambos coexistir. 5No trates de reconciliarlos, pues cada uno de ellos niega que el otro sea real. 6Si eres lo físico, tu mente desaparece del concepto que tienes de ti mismo, pues no tiene un lugar en el que realmente pueda ser parte de ti. 7Si eres espíritu, el cuerpo es entonces el que no tiene ningún sentido en tu realidad.

4. La mente es el medio del que el espíritu se vale para expresarse a Sí Mismo. 2Y la mente que sirve al espíritu está en paz y llena de gozo. 3Deriva su poder del espíritu y desempeña gustosamente su función aquí. 4La mente puede, por otro lado, verse también a sí misma como divorciada del espíritu y percibirse como dentro de un cuerpo al que confunde consigo misma. 5Sin su función, pues, no tiene paz, y la felicidad se vuelve algo ajeno a su pensamiento.

5. Mas una mente separada del espíritu no puede pensar. 2Ha negado la Fuente de su fortaleza, y se considera a sí misma des­valida, limitada y débil. 3Desasociada ahora de su función, cree estar sola y separada, atacada por ejércitos que se organizan con­tra ella; cree asimismo estar oculta en la frágil estructura del cuerpo. 4Ahora tiene que reconciliar lo que es diferente con lo que es lo mismo, pues para eso es para lo que piensa que es.

6. No pierdas más tiempo en esto. 2¿Quién puede resolver los insensatos conflictos que los sueños presentan? 3¿Qué significado podría tener en verdad su resolución? 4¿Qué objeto tendría? 5¿De qué serviría? 6La salvación no puede hacer que las ilusiones sean reales, ni tampoco resolver un problema que no existe. 7Tal vez albergas la esperanza de que puede. 8Mas ¿querrías que el plan de Dios para la liberación de Su amado Hijo le causase dolor a éste y además no lo liberase?

7. Tu Ser aún conserva Sus pensamientos, los cuales permanecen dentro de tu mente y en la Mente de Dios. 2El Espíritu Santo con­serva la salvación en tu mente y le ofrece el camino de la paz. 3La salvación es un pensamiento que compartes con Dios porque Su Voz lo aceptó por ti y respondió en tu nombre que se había consu­mado. 4De esta manera, la salvación está salvaguardada entre los pensamientos que tu Ser aprecia y abriga por ti con amor.

8. Hoy intentaremos localizar este pensamiento, cuya presencia en tu mente está garantizada por Aquel que te habla desde tu único Ser. 2Nuestras prácticas de cinco minutos cada hora estarán dedicadas a buscar este Ser en tu mente. 3La salvación procede de Él a través de Aquel que es el puente entre tu mente y Él. 4Espera pacientemente y deja que Él te hable acerca de tu Ser y de lo que tu mente puede hacer una vez que haya sido restituida a Éste y se encuentre libre para servir Su Voluntad.
9. Comienza diciendo lo siguiente:

2La salvación procede de mi único Ser.
3Sus pensamientos están a mi disposición.

4Luego busca Sus pensamientos, y reclámalos como tuyos. 5Son tus pensamientos reales, los cuales has negado mientras dejabas que tu mente vagase por un mundo de sueños en busca de ilusio­nes que los sustituyesen. 6He aquí tus pensamientos, los únicos que tienes. 7La salvación se encuentra entre ellos. aHállala allí.

10. Si tienes éxito, los pensamientos que se te ocurran te dirán que te has salvado y que tu mente ha encontrado la función que pro­curó perder. 2Tu Ser le dará la bienvenida y la colmará de paz. 3Una vez que su fortaleza haya sido restaurada, tu mente podrá fluir de nuevo desde su espíritu al espíritu de todas las cosas creadas por el Espíritu a semejanza de Sí Mismo. 4Tu mente ben­decirá todas las cosas. 5Una vez que la confusión haya cesado, quedarás restaurado, pues habrás hallado tu Ser.

11. Tu Ser sabe que hoy no puedes fracasar. 2Tal vez tu mente siga dudándolo por un rato, 3pero no te dejes desanimar por ello. 4Tu Ser conservará para ti la dicha que experimenta, y gozarás de ella con plena conciencia. 5Cada vez que dedicas cinco minutos de cada hora a buscar a Aquel que une a tu mente con tu Ser, le ofreces un tesoro adicional para que lo salvaguarde para ti.

12. Cada vez que le dices hoy a tu agitada mente que tu salvación procede de tu único Ser, añades otro tesoro más a tu creciente almacén. 2éste se le da en su totalidad a todo aquel que lo pida y acepte el regalo. 3Piensa, pues, cuánto se te está dando este día para que lo des, de manera que se te pueda dar a ti.

¿Qué me enseña esta lección?

¿Quién es feliz en el conflicto? ¿Quién desea construir su hogar en la oscuridad? ¿Quién no desea despertar de una pesadilla? Tan sólo el verdadero Ser tiene la condición para liberarnos del conflicto, iluminar nuestra casa y despertarnos a la única realidad.

Mientras que nuestra mente sirva a la dualidad, a la división, estaremos alimentando la falsa creencia de que estamos separados de la verdadera Fuente, de nuestro Creador y de su Creación.

Si crees en el conflicto, no tendrás paz. Si crees en la oscuridad, permanecerás perdido. Si crees que puedes permanecer dormido, te identificarás con el soñador, sin tomar consciencia de que tú eres el único soñador.

Prestar servicio a la dualidad nos lleva donde únicamente nos puede llevar, al conflicto y a la falta de coherencia y de paz.

¿Qué le dirías a tu hijo adolescente cuando compruebas que sus impulsos emocionales, adueñándose de su mente, de su capacidad de discernimiento, le llevan a acometer iniciativas que le causarán dolor y sufrimiento? Le dirías, respetando su libre albedrío: "¿Has reflexionado sobre las consecuencias de tus actos?" Con esta pregunta, no estás queriendo dirigir su vida, tan solo pretendes poner una luz a su alcance para que sepa ver la realidad.

¿Qué significado tiene esa luz? El único posible, permitirnos ver la verdad. Esa luz nos revela que la mente es un foco que puede ser utilizado por el Yo Espiritual o por el ego. Cuando es el Espíritu el que lo usa, tenemos acceso a la visión de la verdad. Cuando es el ego el que lo hace, la visión se transforma en imaginación y, en vez de tener acceso a la verdad, da lugar a la ilusión.

¿Cómo podemos saber que nuestra mente sirve al Espíritu? Cuando nuestra mente sirve al Espíritu, tan solo vemos la unidad, actuamos de acuerdo a las Leyes de Dios (Amor) y gozamos de la Dicha y la Paz Divina.

Cuando nuestra mente sirve al ego (cuerpo), tan solo percibimos la separación y actuamos bajo los mandatos del miedo, de la culpa, lo que nos conduce a experimentar dolor, sufrimiento, enfermedad, etc.

Ejemplo-Guía: ¿Cómo hago para salvarme?

Esta cuestión, tan sutil, presenta como punto de partida un error que es preciso corregir. Si tenemos la necesidad de la salvación, es porque nos sentimos condenados, nos sentimos prisioneros del miedo, el principal causante de que no seamos libres.

Las enseñanzas de Un Curso de Milagros nos revelan que el único error que debemos corregir es el que nos lleva a la creencia de que estamos separados de nuestro Creador. Potencialmente, ese error da lugar a una cadena, casi infinita, de errores. El miedo es consecuencia de esa creencia, pues imaginamos que ya no gozamos de la protección de nuestro Padre.
La condena, igualmente, es consecuencia de esa misma creencia, pues nos imaginamos que hemos ofendido la confianza de nuestro Creador. Tal gesto de desconfianza y fidelidad nos ha llevado a dar un especial valor a la creencia en el pecado. Nos sentimos sucios y nos condenamos. Exigimos el castigo como una vía de liberación de la culpa que sentimos. Proyectamos al exterior las sombras que visionamos en nuestro interior, en forma de juicios condenatorios, en un intento de quedar limpios de pecados.

Por lo tanto, la única respuesta que puede aportarse a esta cuestión es que no debemos hacer nada para salvarnos, pues jamás hemos perdido nuestra condición de inocencia, plenitud y libertad.

Si necesitamos recibir otra respuesta, no pasa nada. No podemos negar la única verdad, pero tampoco podemos visionarla, negando el mundo ilusorio que percibimos.
Entender que nuestra necesidad de salvación es tan solo una creencia ya nos sitúa en una posición aventajada, en el sentido de que dicha visión nos invita a elegir de nuevo.

Te sientes prisionero de tus creencias, y ahora sabes que ese sentimiento es fruto de un error que puedes corregir con tan solo poner tu voluntad en ello. Si tu mente ha estado al servicio del ego, y dicha fidelidad te ha conducido a experiencias conflictivas y dolorosas, ahora sabes que poner tu mente al servicio del Espíritu te permitirá experimentar un mundo nuevo.

Cuando se pone la mente al servicio del Espíritu Santo, se establece un nuevo canal de comunicación que nos afecta a niveles internos y externos. Desde el punto de vista interno, aparece una característica que nos lleva al sentimiento del gozo. Esa característica tiene su fuente en la confianza (fe), la cual te lleva a entregar todas y cada una de tus decisiones al Espíritu Santo. Este gesto nos predispone a vivir la vida con una actitud de aceptación, que no debemos confundir con la resignación, de todo cuanto nos ocurre.

A nivel externo, nuestra comunicación con el mundo adopta una peculiaridad que se caracteriza por la visión de la unidad con todo lo creado. Esa característica nos lleva a sentir empatía con todos y excluimos de nuestros hábitos la iniciativa del juicio condenatorio y la actitud de venganza y ataque.

Reflexión: ¿Crees que es posible servir a dos amos a la vez?