sábado, 18 de mayo de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 139

LECCIÓN 139

Aceptaré la Expiación para mí mismo.

1. Con esto se acaban todas las decisiones. 2Pues con ésta lección llegamos a la decisión de aceptarnos a nosotros mismos tal como Dios nos creó. 3¿Y qué es elegir sino tener incertidumbre con res­pecto a lo que somos? 4No hay duda que no esté arraigada en esto. 5No hay pregunta que no sea un reflejo de ello. 6No hay conflicto que no entrañe la simple pregunta: "¿Qué soy?"


2. Mas ¿quién podría hacer esta pregunta sino alguien que se ha negado a reconocerse a sí mismo? 2Sólo esta negativa a aceptarte a ti mismo es lo que hace que la pregunta parezca sincera. 3Lo único que cualquier cosa viviente puede saber con certeza es lo que ella es. 4Desde esta perspectiva de certeza, contempla otras cosas que tienen tanta certeza como ella misma.

3. Tener incertidumbre con respecto a lo que indudablemente eres es una forma de auto-engaño tan monumental, que es difícil concebir su magnitud. 2Estar vivo y no conocerte a ti mismo es creer que en realidad estás muerto. 3Pues, ¿qué es la vida sino ser lo que eres? 8Y ¿qué otra cosa sino tú podría estar viva en tu lugar? 4¿Quién es el que duda? 5¿De qué es de lo que duda? 6¿A quién le pregunta? 7¿Quién le puede responder?

4. Está simplemente declarando que él no es quien realmente es, y, por lo tanto, al creer ser otra cosa, se convierte en inquisidor de lo que esa otra cosa es. 2Sin embargo, no podría estar vivo si no supiese la respuesta. 3Si pregunta como si no supiese, ello es señal de que no quiere ser lo que es. 4Mas él ha aceptado lo que es puesto que vive; también ha juzgado contra ello y negado su valor; y ha decidido que desconoce la única certeza mediante la cual vive.

5. De esta manera, se vuelve inseguro con respecto a su vida, pues lo que ésta es, él mismo lo ha negado. 2Esta negación es lo que hace que tengas necesidad de la Expiación. 3Tu negación no cambió en nada lo que eres. 4Pero tú has dividido tu mente en dos partes: una que conoce la verdad y otra que no. 5Tú eres tú mismo. 6De esto no hay duda. 7Sin embargo, lo dudas. 8Mas no te preguntas qué parte de ti es la que puede realmente poner en duda lo que eres. 9Aquello que hace esa pregunta no puede real­mente ser parte de ti. 10Pues le hace la pregunta a alguien que sabe la respuesta. 11Mas si fuese parte de ti, entonces la certeza sería imposible.

6. La Expiación pone fin a la extraña idea de que es posible dudar de ti mismo y no estar seguro de lo que realmente eres. 2Esto es el colmo de la locura. 3Sin embargo, es la pregunta universal del mundo. 4¿Qué puede eso significar sino que el mundo está loco? 5¿Por qué compartir su locura aceptando la desafortunada creen­cia de que lo que aquí es universal es verdad?

7. Nada de lo que el mundo cree es verdad. 2Pues el mundo es un lugar cuyo propósito es servir de hogar para que aquellos que dicen no conocerse a sí mismos puedan venir a cuestionar lo que son. 3Y seguirán viniendo hasta que se acepte la Expiación y aprendan que es imposible dudar de uno mismo, así como no ser consciente de lo que se es.

8. Lo único que se te puede pedir es tu aceptación, pues lo que eres es algo incuestionable. 2Lo que eres fue establecido para siempre en la santa Mente de Dios y en la tuya propia. 3Está tan lejos de cualquier duda o de que se cuestione que inquirir lo que debe ser es prueba suficiente de que crees en la contradicción de que no sabes aquello que es imposible que no sepas. 4¿Es esto una pregunta, o bien una afirmación que se niega a sí misma? 5No sigamos tolerando que nuestras santas mentes se entretengan en semejantes insensateces.

9. Tenemos una misión aquí. 2No vinimos a reforzar la locura en la que una vez creímos. 3No nos olvidemos del objetivo que acep­tamos. 4Vinimos a alcanzar mucho más que nuestra propia felici­dad. 5Lo que aceptamos ser, proclama lo que todo el mundo no puede sino ser junto con nosotros. 6No les falles a tus hermanos, pues, de lo contrario, te estarás fallando a ti mismo. 7Contémpla­los con amor, para que puedan saber que forman parte de ti y que tú formas parte de ellos.

10. Esto es lo que la Expiación enseña, y lo que demuestra que la unidad del Hijo de Dios no se ve afectada por su creencia de que no sabe lo que es. 2Acepta hoy la Expiación, no para cambiar la realidad, sino simplemente para aceptar la verdad de lo que eres, y luego sigue tu camino regocijándote en el infinito Amor de Dios. 3Esto es lo único que se nos pide hacer. 4Esto es lo único que haremos hoy.

11. Dedicaremos cinco minutos por la mañana y cinco por la noche a tener presente nuestro cometido de hoy. 2Comenzaremos con este repaso acerca de nuestra misión:

3Aceptaré la Expiación para mí mismo, pues aún soy tal como Dios me creó.

4No hemos perdido el conocimiento que Dios nos dio cuando nos creó semejantes a Él. 5Podemos recordarlo por todos, pues en la creación todas las mentes son una. 6Y en nuestra memoria yace el recuerdo de lo mucho que en verdad amamos a nuestros hermanos, de lo mucho que cada mente es parte de nosotros, de cuán fieles nos han sido realmente y de cómo el Amor de nuestro Padre los incluye a todos.

12. Como muestra de gratitud por toda la creación, y en el Nombre de su Creador y de Su Unidad con todos los aspectos de la crea­ción, reiteramos hoy nuestra dedicación a nuestra causa cada hora, dejando a un lado todos los pensamientos que nos pudiesen desviar de nuestro santo propósito. 2Durante varios minutos deja que tu mente quede libre de todas las disparatadas telarañas que el mundo quiere tejer en torno al santo Hijo de Dios. 3Y date cuenta de lo frágiles que son las cadenas que parecen mantener fuera de tu conciencia el conocimiento de ti mismo, según repites:

4Aceptaré la Expiación para mí mismo, pues aún soy tal como Dios me creó.

¿Qué me enseña esta lección? 

Esta lección me da la oportunidad de afirmar qué soy. Esta cuestión tan sólo puede encontrar un argumento verídico y real, en virtud a nuestro Origen, es decir, a la naturaleza de nuestro Creador. No puedo ser diferente a mi Hacedor. Desde este punto de vista, afirmaré que Soy lo que Dios Es. Este análisis nos sitúa en la eterna pregunta: ¿qué es Dios? 

Intentar dar respuesta a esta cuestión con los ojos del cuerpo, nos llevará a una negación evidente, pues, la mente empírica da credibilidad a lo que ve. Al Ser Dios invisible para el ego, su credibilidad pasa a ser un acto de fe. 

Pero el ego, no tan sólo recibe percepciones a través de lo palpable, sino que también acepta admitir como verdadero aquello que es capaz de sentir y pensar. Desde este enfoque, la idea y el sentimiento de Dios, adopta un valor a considerar. Luego, la respuesta a la cuestión ¿qué soy? nos lleva a considerar un triple aspecto: soy un cuerpo físico; soy un cuerpo emocional y soy un cuerpo mental. Con el cuerpo físico actúo, con el emocional, siento, y, con el mental, pienso. 

Desde la perspectiva del ego, la respuesta se resumiría en que somos un triple cuerpo.  

Pero esa definición, no es real, pues, el contenido de esos vehículos está sujetos al cambio, y todo lo que es en esencia verdadero, no puede cambiar. 

Tendremos que buscar la identidad real, la que goce de la perfección, de la eternidad, de la intemporalidad. Esa identidad es la “energía divina” con la que hemos sido creados. Somos una Esencia Espiritual dotada de los Atributos de nuestro creador. Esta Esencia es la única verdad, y aun manifestándose en distintos escenarios evolutivos, no podemos confundirla con los ropajes a través de los cuales se expresa: un sentimiento, un pensamiento, un acto. 

La identificación pasajera con estos vehículos temporales y transitorios, da lugar a la creencia en la separación. Esta es la razón por la cual, se hace necesaria la Expiación, pues, hay que corregir ese error de interpretación y recuperar la consciencia de unidad.

Ejemplo-Guía: "Una cuestión ancestral: ¿qué soy?"

Cuando leí por primera vez esta lección, me pregunté por qué no se había tocado con anterioridad, de manera tan directa, la cuestión del ¿qué soy? Considero esencial tener claro la respuesta a esta pregunta. Hemos hablado del significado de las cosas, del valor de las cosas, de la realidad o ilusión del mundo. Hemos hablado de Dios y del Cielo. Hemos hablado, de nuestra Semejanza con el Creador.

Lo interpreto como una preparación del camino. Y cuando utilizo este término, lo hago de forma alegórica, para aludir a lo esencial, a la elección de utilizar nuestra mente bajo la creencia en la separación o, por el contrario, utilizar nuestra mente bajo la certeza de que somos uno con todo lo creado.

En verdad, el camino somos nosotros mismos. El camino, es un instante santo que produce la evidencia interior de lo que somos realmente. El camino es el Cristo que fluye y emana desde nuestro interior, desde la inagotable Fuente del Amor.

Responder a la pregunta, ¿qué soy?, es esencial, pues, de acuerdo a nuestra respuesta, estaremos determinando cómo viviremos la vida, desde la muerte o desde la Vida.

Si creemos ser un cuerpo físico, ya lo hemos hablado a lo largo de estas lecciones, es la elección con la que nos hemos identificados cuando creemos ser lo que percibimos. Esta elección ha dado lugar a una visión basada en la separación, en el miedo, en el pecado, en el dolor y en la muerte.

Si creemos ser Espíritu, también lo hemos hablado, es la elección con la que recordamos lo que realmente Somos, el Hijo de Dios, heredero legítimo del Creador, y como tal, un Ser Divino. Elegir recordar, nos lleva a desaprender las leyes del mundo de la percepción y adoptar las Leyes de Cielo, donde la realidad se manifiesta a través de la Unidad, el Amor y la Inteligencia Creadora.

Si creemos ser un cuerpo, plantearemos nuestra vida para alcanzar el bien-estar. Esta meta nos lleva inevitablemente a experimentar la desdicha y la desilusión, pues, lo material está regido por la ley de la temporalidad y la pérdida de lo que poseemos, nos produce un profundo dolor.

Si creemos ser Espíritu, la vida se plantea desde la visión del bien-ser. Esto no es una meta, sino una toma de consciencia del Ser. Cuando vivimos la vida, desde la consciencia del Bien-ser, experimentamos un permanente estado de Felicidad, la cual se ve colmada cuando compartimos lo que Somos desde la Filiación Una.

Reflexión: ¿Ser o hacer? ¿Ser o tener?

viernes, 17 de mayo de 2024

Capítulo 10. III. El dios de la enfermedad.

 III. El dios de la enfermedad.

1. No has atacado a Dios, y ciertamente lo amas. 2¿Puedes acaso cambiar tu realidad? 3Nadie puede disponer su propia destruc­ción. 4Cuando piensas que te estás atacando a ti mismo, ello es señal evidente de que odias lo que crees ser. 5eso, y sólo eso, es lo único que puedes atacar. 6Lo que crees ser puede ser muy odioso, y lo que esta extraña imagen te lleva a hacer puede ser muy destructivo. 7Mas la destrucción no es más real que la ima­gen, si bien los que inventan ídolos ciertamente los veneran. 8Los ídolos no son nada, pero sus adoradores son los Hijos enfermos de Dios. 9Dios desea verlos libres de sus enfermedades y de vuelta en Su Mente. 10No limitará en modo alguno el poder que tienes de ayudarlos, puesto que Él te lo dio. 11No tengas miedo de ese poder porque es tu salvación. 

El Curso, a lo largo de su enseñanza, establece una estrecha relación entre el estado mental del ego -creencia en la separación-, y la enfermedad. Este punto nos indica que Dios desea ver a Su Hijo libre de enfermedades, desea verlo de vuelta en Su Mente. Lo que significa que la enfermedad es la consecuencia que se origina cuando decidimos servir a la mente errada, al ego. 

2. ¿Qué otro Consolador puede haber para los Hijos enfermos de Dios, excepto Su poder a través de ti? 2Recuerda que no importa en qué parte de la Filiación se le acepte, 3Él siempre es aceptado por todos, y cuando tu mente lo recibe, Su recuerdo despierta en toda la Filiación. 4Sana a tus hermanos aceptando simplemente a Dios por ellos. 5Vuestras mentes no están separadas, y Dios tiene solamente un canal para sanar porque sólo tiene un Hijo. 6El único nexo de comunicación que le queda a Dios con Sus Hijos los une a todos ellos entre sí, y a todos ellos con Él. 7Ser consciente de esto es sanarlos, ya que es la conciencia de que ninguno de ellos está separado y, por ende, ninguno está enfermo. 

No podremos sanar si no estamos sanos. No podemos dar lo que no tenemos. Sanar o estar sano, es la evidencia de que nuestra percepción falsa se ha corregido y la falsa creencia en la separación ha sido sustituido por la Mentalidad Uno. 

3. Creer que un Hijo de Dios puede estar enfermo es creer que parte de Dios puede sufrir. 2El amor no puede sufrir porque no puede atacar. 3Recordar el amor, por lo tanto, trae consigo invul­nerabilidad. 4No te pongas de parte de la enfermedad en presen­cia de un Hijo de Dios aunque él crea en ella, pues tu aceptación de que Dios reside en él da testimonio del Amor de Dios que él ha olvidado. 5Tu reconocimiento de que él forma parte de Dios le recuerda la verdad acerca de sí mismo, que él está negando. 6¿Reforzarías aún más su negación de Dios, perdiéndote de esta manera de vista a ti mismo? 7¿O le recordarías su plenitud y te acordarías de tu Creador con él? 

Me encanta la frase: “Recordar el amor, por lo tanto, trae consigo invulnerabilidad”. El amor no ataca y cuando vivimos el amor, dejaremos de sentirnos atacados.

Cuando percibimos a nuestro hermano como enfermo, estaremos ofreciendo una visión errónea de lo que realmente somos, por lo que estaremos negando su sanación.

El sistema de pensamiento del ego no comparte, en absoluto, esta verdad. Dentro de los pilares sociales que ha fabricado, en lo que respecta a los sistemas de salud, la visión de la enfermedad es la fuente de su sustento. 

4. Creer que un Hijo de Dios está enfermo es adorar al mismo ídolo que él adora. 2Dios creó el amor, no la idolatría. 3Todas las formas de idolatría son caricaturas de la creación, y las enseñan mentes que están demasiado divididas como para saber que la creación comparte el poder y nunca lo usurpa. 4La enfermedad es idolatría porque es la creencia de que se te puede desposeer de tu poder. 5Esto, no obstante, es imposible porque formas parte de Dios, que es todo poder. 6Un dios enfermo no puede por menos que ser un ídolo, hecho a imagen y semejanza de lo que su hace­dor cree ser. 7Y esto es exactamente lo que el ego percibe en un Hijo de Dios: un dios enfermo, auto-creado, auto-suficiente, sumamente perverso y extremadamente vulnerable. 8¿Es éste el ídolo que quieres adorar? 9¿Es ésta la imagen para salvar la cual te mantienes alerta? 10¿Tienes realmente miedo de perder esto? 

En el estado mental de ego, la enfermedad adquiere un significado especial. Se convierte en uno de sus mejores argumentos para dar testimonio de la credibilidad de su identidad. El ego o percepción falsa, aporta “pruebas” a su mente para que niegue todos los pensamientos que, de alguna manera, puedan poner en duda su existencia. 

¿Cómo puede ser una ilusión mi existencia cuando percibo los efectos de la enfermedad en el vehículo con la que se manifiesta? ¿Cómo negar que soy lo que percibo? De este modo, el cuerpo es para el ego el ídolo al que rendir pleitesía. 

Si nuestra mente percibe la enfermedad, lo que está haciendo realmente, es poner de manifiesto que creemos en el ego y en su sistema de pensamiento, lo que significa, que nuestra mente comparte la percepción errada de lo que somos. Significa que creemos en que el hijo de Dios está separado de Su Fuente y de la Filiación a la que pertenece. 

5. Examina con calma la conclusión lógica del sistema de pensa­miento del ego y determina si lo que te ofrece es realmente lo que tú deseas, pues eso es lo que te ofrece. 2Para obtenerlo estás dis­puesto a atacar la Divinidad de tus hermanos y así perder de vista la tuya. 3Y estás dispuesto a mantenerla oculta para proteger un ídolo que crees que te salvará de los peligros que él repre­senta, pero que no existen. 

La mente no puede permanecer dividida, pues dicha división generará confusión y caos. Si creemos que somos un cuerpo y que este puede enfermar, estaremos negando el Poder con el que Dios ha creado a Su Hijo, el Poder del Amor que nos mantiene unidos a Su Fuente y es inalterable e impecable. 

6. En el Reino no hay idólatras, sino un gran aprecio por todo lo que Dios creó, debido al sereno conocimiento de que cada ser forma parte de Él. 2El Hijo de Dios no sabe de ídolos, pero sí sabe Quién es su Padre. 3En este mundo la salud es el equivalente de lo que en el Cielo es la valía. 4No es mi mérito lo que te aporto sino mi amor, pues tú no te consideras valioso. 5Cuando no te conside­ras valioso enfermas, pero la valía que te adjudico puede curarte porque la valía del Hijo de Dios es una y la misma. 6Cuando dije: "Mi paz os doy", eso es exactamente lo que quise decir. 7La paz te llega de parte de Dios a través de mí. 8Es para ti aunque tú no la pidas. 

El ego cree en la enfermedad porque es el efecto de una mente dividida. La enfermedad se manifiesta como el pensamiento que carece de la visión de unidad y de paz. La unidad y la paz no son logros que se alcanzan como una conquista personal, sino la consecuencia inevitable de recordar lo que realmente somos: el Hijo de Dios, creado del Amor de Su Padre. La unidad y la paz es el regalo que Dios nos hace y que brillará en nuestra mente cuando percibamos correctamente. 

7. Cuando un hermano está enfermo es porque no está pidiendo paz, y, por lo tanto, no sabe que ya dispone de ella. 2Aceptar la paz es negar lo ilusorio, y la enfermedad es una ilusión. 3Todo Hijo de Dios, no obstante, tiene el poder de negar lo ilusorio en cualquier parte del Reino simplemente negándolo completamente en sí mismo. 4Yo puedo curarte porque te conozco. 5Conozco tu valía por ti, y esta valía es lo que te hace íntegro. 6Una mente íntegra no es idólatra ni sabe de leyes conflictivas. 7Te curaré simplemente porque sólo tengo un mensaje, y ese mensaje es verdad. 8Tu fe en él te hará íntegro cuando tengas fe en mí. 

Hemos de conocer, que cada vez que percibamos la enfermedad en nosotros o en nuestros hermanos, estaremos sirviendo a la mente del ego, estaremos percibiendo la escasez y la necesidad, estaremos dando credibilidad al miedo y, sobre todo, estaremos creyendo en que estamos separados de nuestra Fuente y de los demás. 

8. No recurro a engaños para difundir el mensaje de Dios, y aprenderás esto a medida que aprendas que siempre recibes en la misma medida en que aceptas. 2Podrías aceptar paz ahora mismo por todo el mundo, y así liberarlos completamente de sus ilusio­nes, pues has oído Su Voz. 3Pero no antepongas otros dioses a Él, o no podrás oír. 4Dios no tiene celos de los dioses que inventaste, pero tú sí. 5Tú quisieras conservarlos y servirles porque crees que ellos te hicieron a ti. 6Crees que ellos son tu padre porque estás proyectando sobre ellos el pavoroso hecho de que los inventaste para reemplazar a Dios. 7Mas cuando parezcan hablarte recuerda que nada puede reemplazar a Dios, y que todos los substitutos con los que lo has intentado suplantar no son nada. 

Las leyes inventadas por el ego para dirigir su mundo, se han convertido en sus ídolos a los que venera por la sencilla razón de que argumentan a favor de su existencia. Todos esos ídolos son falsos. Son falsos porque no son creaciones nacidas desde el amor, sino que son fabricaciones surgidas de la creencia en el miedo, en el pecado, en la culpa, en el dolor. 

9. Dicho llanamente, pues, puede que creas que tienes miedo de la nada, pero en realidad tienes miedo de lo que no es nada. 2al darte cuenta de esto sanas. 3Oirás al Dios al que prestes atención. 4Inventaste al dios de la enfermedad, y al inventarlo te capacitaste para oírle. 5No obstante, no lo creaste, pues él no es la Voluntad del Padre. 6Por lo tanto, no es eterno, y quedará des-hecho en el instante en que indiques que estás dispuesto a aceptar solamente lo eterno. 

Para sanar el estado ilusorio de la enfermedad, tan sólo hay un camino: dejar de idolatrar aquello que sirva a la mente dividida. Seremos sanos cuando nuestra percepción se corrija y nos lleve a ver que somos Uno con todo lo Creado. Sanaremos, cuando ese estado mental sea nuestra única realidad. 

10. Si Dios no tiene más que un solo Hijo, no puede haber más que un solo Dios. 2Tú compartes la realidad con Él porque la realidad no está dividida. 3Anteponer otros dioses a Él es anteponer otras imágenes a ti mismo. 4No te das cuenta de cuánto caso les haces a tus dioses y de cuán alerta te mantienes en su favor. 5No obstante, ellos existen únicamente porque tú los honras. 6Honra sólo lo que es digno de ser honrado y tendrás paz. 7La paz es el legado de tu verdadero Padre. 8Tú no puedes engendrar a tu Padre, y el falso padre que inventaste no te procreó a ti. 9Las ilusiones no son dignas de ser honradas porque al honrarlas no estás honrando nada. 10No obstante, tampoco deben temerse, pues lo que no es nada no puede ser temible. 11Has elegido tener miedo del amor por razón de su perfecta mansedumbre, y debido a ese miedo has estado dispuesto a renunciar a la perfecta capacidad que tienes para ser útil y a la perfecta Ayuda de que dispones. 

¿Tenemos miedo al amor? ¿Cómo es posible que tengamos miedo al amor? 

No he podido evitar, que mi mente se haya sentido confundida por la afirmación que se recoge en este punto: “Has elegido tener miedo del amor…” En realidad, lo que está afirmando este mensaje, es que hemos elegido tener miedo de Dios, pues Dios es Amor.

¿Tiene algún sentido esta confusión? ¿Por qué mi mente se siente confusa? Cuesta aceptar que esté eligiendo tener miedo al amor y, por lo tanto, a Dios. 

Pero, es cierto. El sistema de pensamiento del ego nos pone trampas para que, sutilmente, lleguemos a la conclusión de que puede ofrecernos dioses que garantizarán la comprensión de lo que, según sus creencias, somos. Intenta de convencernos de que debemos sentir miedo de Dios y del amor, por la sencilla razón de que, el simple hecho de que tengamos miedo de Él, nos revela que puede ejercer el poder de castigarnos por nuestros pecados. 

Los dioses que el ego nos ofrece para garantizar nuestra libertad, nuestra independencia, nos invitan a atacar aquello que nos hace débiles, como el amor. Sí, el miedo al amor por razón de su perfecta mansedumbre, está justificado para dejar de sentirnos vulnerables. La mansedumbre del amor nos hace débiles -nos dirá el ego-. Y si le tenemos miedo a Dios, es sencillamente, porque hemos olvidado lo que ES y lo que Somos: Uno. 

11. Únicamente en el altar de Dios podrás encontrar paz. 2este altar está en ti porque Dios lo puso allí. 3Su Voz todavía te llama a retornar, y le oirás cuando dejes de anteponer otros dioses a Él. 4Puedes renunciar al dios de la enfermedad por tus hermanos; de hecho, eso es lo que tendrás que hacer si renuncias a él tú mismo. 5Pues si ves al dios de la enfermedad en alguna parte, lo has aceptado. 6Y si lo has aceptado, te postrarás ante él y lo adorarás porque fue concebido para reemplazar a Dios. 7Él es la creencia de que puedes elegir qué dios es real. Si bien está claro que esto no tiene nada que ver con la realidad, está igualmente claro que tiene mucho que ver con la realidad tal como tú la percibes. 

La enfermedad a la que se refiere el Curso, no es la enfermedad del cuerpo. Esa enfermedad se encuentra en la Causa, en la Mente, por lo que su corrección se debe llevar a cabo en ese nivel, en el de las creencias.

La enfermedad es un falso pensamiento, que nos lleva a creernos separados de nuestra Fuente Creadora.

La sanación es el pensamiento correcto que nos permite recordar y reconocer lo que somos.

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 138

LECCIÓN 138

El Cielo es la alternativa por la que me tengo que decidir.

1. En este mundo, el Cielo es algo que se elige porque en este mundo se cree que hay alternativas entre las que se puede elegir. 2Pensamos que todas las cosas tienen un opuesto y que elegimos lo que queremos. 3Si el Cielo existe tiene que haber también un infierno, pues es mediante contradicciones como construimos lo que percibimos y lo que pensamos que es real.

2. La creación no conoce opuestos. 2Pero aquí, la oposición es parte de lo que es "real". 3Esta extraña percepción de la verdad es lo que hace que elegir el Cielo parezca ser lo mismo que renun­ciar al infierno. 4En realidad no es así. 5Mas lo que es verdad en la creación de Dios no podrá ponerse de manifiesto aquí hasta que no se refleje en alguna forma que el mundo pueda entender. 6La verdad no puede arribar allí donde sólo podría ser percibida con miedo. 7Pues esto constituiría el error de que la verdad puede ser llevada ante las ilusiones. 8La oposición le niega la bienvenida a la verdad y ésta no puede hacer acto de presencia.

3. Elegir es obviamente la manera de poder escapar de lo que aparentemente son opuestos. 2Tomar una decisión permite que uno de los objetivos en conflicto se convierta en la mira de tus esfuerzos y en lo que empleas el tiempo. 3Si no tomas una deci­sión, desperdicias el tiempo y tus esfuerzos se disipan. 4Éstos son en vano y el tiempo pasa de largo sin que te resulte provechoso. 5No tienes la sensación de haber logrado algo, pues no has conse­guido nada ni aprendido nada.

4. Es necesario que se te recuerde que aunque crees enfrentarte a miles de alternativas, en realidad sólo hay una. 2E incluso ésta tan sólo aparenta ser una alternativa. 3No te dejes confundir por todas las dudas que una miríada de decisiones produciría. 4Tomas solamente una. 5Y una vez que la has tomado, percibes que no fue una decisión en absoluto, 6pues sólo la verdad es ver­dad y nada más lo es. 7No hay opuesto que se pueda elegir en su lugar. 8No hay nada que pueda contradecir la verdad.

5. Toda decisión está basada en lo que se ha aprendido. 2Y la verdad no es algo que se pueda aprender sino tan sólo reconocer. 3En este reconocimiento reside su aceptación, y al aceptarse, se conoce. 4Mas el conocimiento se encuentra más allá de los objeti­vos que nos proponemos enseñar dentro del marco de este curso. 5Nuestros objetivos son objetivos de enseñanza que se logran al aprender cómo alcanzarlos, qué son y qué te ofrecen. 6Tus deci­siones son el resultado de lo que has aprendido, pues se basan en  lo que has aceptado como la verdad con respecto a lo que eres y a lo que son tus necesidades.

6.  En este mundo de enajenante complejidad el Cielo parece ser una alternativa en lugar de lo que meramente es. 2De todas las decisiones que has tratado de tomar, ésta es la más sencilla, la definitiva, el prototipo del resto y la que hace que sea innecesario tomar todas las demás. 3Incluso si éstas ya se hubiesen resuelto, aquella seguiría sin resolver. 4Mas cuando la resuelves, las demás se resuelven con ella, pues todas las decisiones parecen ser dife­rentes precisamente para ocultar la verdadera decisión que tienes que tomar. 5He aquí la última y única alternativa mediante la cual se acepta o se niega la verdad.

7. Así pues, hoy comenzamos a examinar la decisión que el tiempo tiene como fin ayudarnos a tomar. 2Tal es su santo propó­sito, diferente ahora del que tú le habías conferido: ser un medio para demostrar que el infierno era real, que toda esperanza acaba en desesperación y que la vida misma finalmente sucumbirá ante la muerte. 3Pues sólo con la muerte se reconcilian los opuestos, ya que poner fin a la contradicción es morir. 4Y así, se considera que la salvación es la muerte, pues la vida se ve como un conflicto.5Resolver el conflicto es, por lo tanto, poner fin a tu vida.

8. Estas creencias descabelladas pueden llegar a arraigarse pro­fundamente y de manera inconsciente, y atenazar a la mente con un terror y una ansiedad tan intensos que le resulta imposible abandonar las ideas que tiene acerca de su propia seguridad. 2Tiene que ser salvada de la salvación, sentirse amenazada para estar a salvo y armarse de una coraza mágica que la proteja de la verdad. 3Y estas decisiones se toman de manera inconsciente para mantenerlas convenientemente protegidas y para que no se puedan cuestionar, someter al escrutinio de la razón o dudar de ellas.

9. El Cielo es algo que se elige conscientemente. 2La elección no puede llevarse a cabo hasta que no se hayan visto y entendido claramente las alternativas. 3Todo lo que se encuentra velado en la penumbra tiene que someterse al entendimiento para ser juz­gado nuevamente, mas esta vez con la ayuda del Cielo. 4Y todos los errores de juicio que la mente cometió previamente pueden ser ahora corregidos, a medida que la verdad los descarta por carecer de causa. 5Ahora no tienen efectos. 6No se pueden ocultar, pues se ha reconocido su insustancialidad.

10. Que el Cielo se elegirá conscientemente es tan seguro como que se dejará de tenerle miedo al infierno una vez que se le saque de su escudo protector de inconsciencia y se le lleve ante la luz. 2¿Quién podría decidir entre lo que ve claramente y lo que no reconoce? 3Por otra parte, ¿quién podría dejar de elegir entre dos alternativas si ve que sólo una de ellas es valiosa y que la otra carece de valor al no ser más que una fuente imaginaria de culpa­bilidad y de dolor? 4¿Quién podría titubear al llevar a cabo una elección como ésa? 5¿Y vamos nosotros acaso a titubear hoy al llevarla a cabo?

11. Al despertar nos decidimos por el Cielo, y dedicamos cinco minutos a asegurarnos de que hemos tomado la única decisión que es cuerda. 2Reconocemos que estamos haciendo una elección consciente entre lo que existe y lo que tan sólo aparenta ser ver­dad. 3Mas cuando se lleva ante la luz de lo que es real, se ve cuán frágil y transparente es su pseudo-existencia. 4Ahora no inspira terror, pues lo que se hizo enorme, vengativo y despiadado de tanto odio, necesita de la oscuridad para dar cobijo al miedo. 5Ahora se reconoce que no fue más que un error trivial y sin importancia.

12. Antes de irnos a dormir esta noche, reafirmaremos la elección que habremos estado llevando a cabo cada hora. 2Y ahora dedica­remos los últimos cinco minutos de nuestro día a la decisión que tomamos al despertar. 3Con el pasar de cada hora hemos reafir­mado nuestra elección con un breve momento de quietud dedi­cado a mantener la cordura. 4Y finalmente, concluiremos el día con lo que sigue a continuación, reconociendo que sólo elegimos lo que realmente queremos:

5El Cielo es la alternativa por la que me tengo que decidir.
6Me decido por él ahora y no cambiaré de parecer, pues es lo único que quiero.

¿Qué me enseña esta lección? 

Desde el punto de vista espiritual, el único y verdadero, el Cielo es la morada del Ser que Somos. Por lo tanto, nuestra realidad, la única y verdadera realidad, es que Somos Hijos de Dios y nuestro origen no pertenece al mundo material. 

Para el ego, el mundo espiritual, el que da lugar a la verdad, es invisible, pues sus creencias le llevan a hacer tangible y real, tan sólo aquello que es capaz de percibir con los sentidos físicos. 

Para el ego, el Cielo se convierte en el destino que alcanzará tan sólo tras producirse la muerte del cuerpo, y siempre y cuando, haya hecho méritos para alcanzarlo, pues, de lo contrario, su destino será el infierno. 

El ego adquiere protagonismo cuando la mente es capaz de ver la dualidad. Desde este momento estelar, la luz es lo opuesto a la oscuridad; el bien es lo contrario al mal; el Cielo es lo opuesto al infierno; la unidad es lo contrario a la separación; el miedo es lo opuesto al amor; el sufrimiento lo contrario a la felicidad. 

Pero la dualidad tan sólo es posible en el mundo del ego. En el Mundo de Dios, la dualidad no es posible. Es por ello, que la única elección posible que podemos hacer en honor a la verdad, es Ser quien realmente Somos.


Ejemplo-Guía: "La creencia en el infierno y un Cielo salvador"

Para aquellos que hayamos tenido una educación basada en los pilares de la doctrina católica, habremos sido víctima de la dañina creencia en la existencia del infierno y de la esperanzadora visión de un Cielo salvador.

La puesta en escena de ese oscuro destino al que le han dado el nombre de "infierno", se ha convertido en una velada amenaza dirigida a nuestra conciencia, en el sentido de que, en la medida de la calidad de nuestros actos, seremos merecedores de ir al cielo o por el contrario ser un candidato a visitar las profundidades del infierno.

Cuando pequeño y no ya tan pequeño, cuando oía hablar del infierno, mi imaginación no podía evitar el mantener una dramática conversación con el diablo, al que percibía claramente con unos afilados cuernos y rodeado de un fuego abrazador. Aquella visión me causaba un profundo temor.

El sentimiento de culpa y de indignidad al que me veía sometido cada vez que mi comportamiento era dudoso, me producía tal congoja que paralizaba mis músculos impidiéndome moverme. El daño que nos ha causado esa imagen tergiversada del infierno, aún se manifiesta en ocasiones, y aunque es verdad que, la figura traumática del diablo la he sustituido en mis visiones, reconozco que no siempre consigo dominar mi veloz mente, la cual, me ofrece un eco de viejas y tenebrosas visiones, las cuales me asaltan cuando me siento culpable por cualquier acción a la que he decidido condenar.

El juego, la estrategia del ego, ya nos es familiar. Su principal argumento de cara a justificar su existencia es el cuerpo, su carta de presentación, a la que le ha otorgado el poder de su identidad. Desde su visión material, la acción conlleva a la percepción, la cual, se convierte en el canal que nos conduce a la experiencia. Si la experiencia es grata, nos decimos que es buena. Si la experiencia es ingrata, nos decimos que es mala. Lo bueno y lo malo, los dos extremos de la verdad en la que se mueve el ego, nos llevan a experimentar, felicidad o culpa; alegría o dolor. La felicidad se nos presenta como un sinónimo del Cielo: haciendo el bien, iremos al Cielo. Mientras que la culpa, el dolor, es sinónimo de infierno: haciendo el mal, iremos al infierno con el propósito de purificar nuestros pecados.

Como la lección, nos enseña, el ego utiliza la mente para elegir permanentemente entre los opuestos. Pero lo opuesto forma parte del mundo que hemos fabricado, un mundo ilusorio e irreal. Por lo tanto, en verdad, lo que hacemos cuando elegimos forma parte de la ilusión, del error, y en la medida que nos identificamos con uno de los polos de esa dualidad, lo que estamos haciendo es pedir que se nos integre en nuestra conciencia la polaridad que desechamos, pues no podemos ir en contra de la verdad, es decir, no podemos ir en contra de la Unidad.

Desde la visión de la verdad, desde la visión de lo que realmente somos, no es necesario elegir el Cielo, pues ya Somos parte de Él. Nuestra verdadera Esencia permanece en Él, pues, todo pensamiento sigue a su fuente, toda creación forma parte de su fuente. Somos Hijos de Dios y nuestro Creador tiene su Hogar en el Cielo, en el Reino de la Unidad.

Nuestro cuerpo puede permanecer en la tierra, pero nuestra mente, nuestro Ser, nunca abandona su Origen, el Cielo. 


Reflexión: La verdad no puede arribar allí donde sólo podría ser percibida con miedo.

jueves, 16 de mayo de 2024

Capítulo 10. II. La decisión de olvidar.

 II. La decisión de olvidar.

1. A menos que primero conozcas algo no puedes disociarte de ello. 2El conocimiento, entonces, debe preceder a la disociación, de modo que ésta no es otra cosa que la decisión de olvidar. 3Lo que se ha olvidado parece entonces temible, pero únicamente porque la disociación es un ataque contra la verdad. 4Sientes miedo porque la has olvidado. 5has reemplazado tu conocimiento por una con­ciencia de sueños, ya que tienes miedo de la disociación y no de aquello de lo que te disociaste. 6Cuando aceptas aquello de lo que te disociaste, deja de ser temible. 

Este punto, despierta mi interés por alcanzar a comprender cuál sería el impulso que llevó al hijo de Dios a creerse “separado” de Su Creador.

En el estudio realizado del Libro de Ejercicios, concretamente en la Lección 320 titulada, “Mi Padre me ha dado todo poder”, tuvimos ocasión de analizar el poder de la voluntad y decíamos lo siguiente:

 “Cuando la voluntad-semilla no sirve a la verdad, el fruto que cosecharemos no será agradable, será más bien, el fruto que abre nuestros ojos a una realidad ilusoria, como ese fruto que, tras ser mordido por Eva, nos llevó, ilusoriamente, al descubrimiento de nuestra desnudez y a ser expulsados del estado de comunión con nuestro Creador, representado por el Jardín del Edén. El "pecado" de Adán no habría podido afec­tar a nadie, si él no hubiese creído que fue el Padre Quien le expulsó del paraíso. Pues a raíz de esa creencia se perdió el conocimiento del Padre, ya que sólo los que no le comprenden podían haber creído tal cosa”. Os dejo el enlace para acceder al artículo completo:

https://aprendiendouncursodemilagros.blogspot.com/2017/11/ucdm-libro-de-ejercicios-leccion-320.html 

Ese acto de voluntad primigenio, dio origen a la disociación, a la separación de nuestra Fuente Original, de nuestro Creador. El Estado de Dios es el Conocimiento y Su Creación gozaba de ese Estado. Entiendo, que el impulso de la fuerza creadora propició el deseo de “ver un mundo separado”, lo que ocasionó olvidar su Origen, olvidar el Conocimiento. Ese olvido-disociación da lugar al miedo, como consecuencia de ser los causantes de ese estado de separación.

Conocimiento es Unidad, es Filiación. La disociación del Conocimiento, sitúa al Hijo de Dios bajo la creencia ignorante del pecado.  

2. Sin embargo, renunciar a tu disociación de la realidad trae consigo más que una mera ausencia de miedo. 2En esa decisión radica la dicha, la paz y la gloria de la creación. 3Ofrécele al Espí­ritu Santo únicamente tu voluntad de estar dispuesto a recordar, pues Él ha conservado para ti el conocimiento de Dios y de ti mismo, y sólo espera a que lo aceptes. 4Abandona gustosamente todo aquello que pueda demorar la llegada de ese recuerdo, pues Dios se encuentra en tu memoria. 5Su Voz te dirá que eres parte de Él cuando estés dispuesto a recordarle y a conocer de nuevo tu realidad. 6No permitas que nada en este mundo demore el que recuerdes a Dios, pues en ese recordar radica el conocimiento de ti mismo. 

Renunciar a la disociación va más allá que la mera ausencia del miedo, pues el miedo es un efecto ilusorio al carecer de causa real. Tal sólo el olvido del conocimiento es la causa que hay que corregir, y debemos hacerlo, recordando lo que realmente somos: Hijos del Amor. 

3. Recordar es simplemente restituir en tu mente lo que ya se encuentra allí. 2Tú no eres el autor de aquello que recuerdas, sino que sencillamente vuelves a aceptar lo que ya se encuentra allí, pero había sido rechazado. 3La capacidad de aceptar la verdad en este mundo es la contrapartida perceptual de lo que en el Reino es crear. 4Dios cumplirá con Su cometido si tu cumples con el tuyo, y a cambio del tuyo Su recompensa será el intercambio de la percepción por el conocimiento. 5Nada está más allá de lo que Su Voluntad dispone para ti. 6Pero expresa tu deseo de recor­darle, y ¡oh maravilla!, 7Él te dará todo sólo con que se lo pidas. 

Activemos nuestro corazón y escuchemos lo que nos tiene que decir. Su voz nos hablará de amor, de nuestra esencia real y verdadera. Desde el corazón resucitaremos a la realidad que somos. Desde el corazón recordaremos que somos el Hijo de Dios y uniremos nuestra voluntad a la Suya. 

4. Cuando atacas te estás negando a ti mismo. 2Te estás enseñando específicamente que no eres lo que eres. 3Tu negación de la realidad te impide aceptar el regalo de Dios, puesto que has aceptado otra cosa en su lugar 4Si entendieses que esto siempre constituye un ataque contra la verdad, y que Dios es la verdad, comprende­rías por qué esto siempre da miedo. 5Si además reconocieses que formas parte de Dios, entenderías por qué razón siempre te atacas a ti mismo primero. 

Cuando hacemos uso del ataque, estamos proyectado el ataque que dirigimos a nosotros mismos, pues ese ataque revela que estamos negando nuestra verdadera realidad. El ataque sirve a la errónea creencia de la separación. Mientras que la aceptación sirve a la verdad. 

5. Todo ataque es un ataque contra uno mismo. 2No puede ser otra cosa. 3Al proceder de tu propia decisión de no ser quien eres, es un ataque contra tu identidad. 4Atacar es, por lo tanto, la manera en que pierdes conciencia de tu identidad, pues cuando atacas es señal inequívoca de que has olvidado quién eres. 5si tu realidad es la de Dios, cuando atacas no te estás acordando de Él. 6Esto no se debe a que Él se haya marchado, sino a que tú estás eligiendo conscientemente no recordarlo. 

El ataque demuestra que hemos elegido olvidarnos de Dios y de vernos tal y como nos Creó. 

6. Si te dieses cuenta de los estragos que esto le ocasiona a tu paz mental no podrías tomar una decisión tan descabellada. 2La tomas únicamente porque todavía crees que puede proporcionarte algo que deseas. 3De esto se deduce, por consiguiente, que lo que quie­res no es paz mental sino otra cosa, pero no te has detenido a considerar lo que esa otra cosa pueda ser. 4Aun así, el resultado lógico de tu decisión es perfectamente evidente, sólo con que lo observes. 5Al decidir contra tu realidad, has decidido mantenerte alerta contra Dios y Su Reino. 6Y es este estado de alerta lo que hace que tengas miedo de recordarle. 

¿Qué deseamos con tanta intensidad, que nos lleva a negar nuestra identidad divina?

Separarnos del Conocimiento nos ha llevado al estado ilusorio de la ignorancia.

Separarnos de Dios nos ha llevado al estado irreal de la escasez y de la necesidad.

Separarnos de la Filiación nos ha llevado al estado demente de la individualidad. 

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 137

LECCIÓN 137

Cuando me curo no soy el único que se cura.

1. La idea de hoy sigue siendo el pensamiento central sobre el que descansa la salvación. 2Pues la curación es lo opuesto a todas las ideas del mundo que tienen que ver con la enfermedad y con los estados de separación. 3Aislarse uno de los demás y rehusar la unión es lo que da lugar a la enfermedad. 4Ésta se convierte en una puerta tras la cual se encierra a un ser separado, y donde se le mantiene aislado y solo.

2. La enfermedad es aislamiento. 2Pues parece mantener a un ser separado del resto, para que sufra lo que los otros no sienten. 3Le otorga al cuerpo poder absoluto para hacer que la separación sea real y mantener a la mente en solitario confinamiento, dividida en pedazos y sujeta por una sólida muralla de carne enfermiza que no puede trascender.

3. El mundo acata las leyes que la enfermedad apoya, pero la curación opera aparte de ellas. 2Es imposible que alguien pueda curarse solo. 3En la enfermedad, él no puede sino estar aparte y separado. 4Mas la curación es el resultado de su decisión de ser uno solo nuevamente, y de aceptar su Ser con todas Sus partes intactas e incólumes. 5En la enfermedad, su Ser aparenta estar desmembrado y desprovisto de la unidad que le da vida. 6Mas la curación se logra al él comprender que el cuerpo no tiene el poder de atacar la universal unicidad del Hijo de Dios.

4. El propósito de la enfermedad es demostrar que las mentiras son verdad. 2Mas la curación demuestra que sólo la verdad es verdad. 3La separación que la enfermedad pretende imponer en realidad jamás ha tenido lugar. 4Curar es meramente aceptar lo que siempre ha sido la simple verdad, lo cual seguirá siendo exactamente como siempre fue. 5No obstante, a los ojos acostum­brados a las ilusiones se les debe mostrar que lo que contemplan es falso. 6Así pues, la curación, que la verdad nunca necesitó, tiene que demostrar que la enfermedad no es real.

5. La curación podría considerarse, por lo tanto, como un anti-sueño que desplaza al sueño de enfermedad en nombre de la verdad, pero no en la verdad en sí. 2Así como el perdón pasa por alto todos los pecados, que nunca se cometieron, la curación desvanece las ilusiones que jamás tuvieron lugar. 3Y así como el mundo real emergerá para ocupar el lugar de lo que nunca suce­dió realmente, la curación ofrecerá restitución para los estados imaginarios e ideas falsas que los sueños han ido tejiendo y con­virtiendo en cuadros de la verdad.

6. Mas no pienses que curar no es algo digno de ser tu función aquí. 2Pues el anti-Cristo se vuelve más poderoso que el Cristo para aquellos que sueñan que el mundo es real. 3El cuerpo parece ser más sólido y más estable que la mente. 4Y el amor se convierte en un sueño, mientras que el miedo continúa siendo la única rea­lidad que puede verse, justificarse y entenderse plenamente.

7. Así como el perdón desvanecerá con su luz todo pecado y el mundo real ocupará el lugar de lo que has fabricado, asimismo la curación reemplazará las fantasías de enfermedad con las que nublas la simple verdad. 2Cuando se haya visto desaparecer la enfermedad, a pesar de todas las leyes que sostienen que es real, todas las preguntas habrán quedado contestadas. 3Y entonces se dejará de valorar y obedecer dichas leyes.

8. La curación es libertad. 2Pues demuestra que los sueños no prevalecerán contra la verdad. 3La curación es algo que se com­parte. 4Y mediante este atributo demuestra que las leyes que son diferentes de las que sostienen que la enfermedad es inevitable son más poderosas que las leyes enfermizas que sostienen lo contrario. 5La curación es fuerza. 6Pues con su tierna mano se supera la debilidad, y las mentes que estaban amuralladas en un cuerpo quedan liberadas para unirse a otras mentes, y así ser fuertes para siempre.

9. La curación, el perdón y el feliz intercambio del mundo del dolor por uno en el que la tristeza no tiene cabida, son los medios por los que el Espíritu Santo te exhorta a que lo sigas. 2Sus dulces lecciones te enseñan cuán fácilmente puedes alcanzar la salva­ción y cuán poca práctica necesitas para dejar que Sus leyes reemplacen a las que tú promulgaste para mantenerte prisionero de la muerte. 3Su vida se vuelve la tuya propia, al tú extender la poca ayuda que Él te pide para liberarte de todo lo que jamás te causó dolor.

10. Y a medida que te dejas curar, te das cuenta de que junto con­tigo se curan todos los que te rodean, los que te vienen a la mente, aquellos que están en contacto contigo y los que parecen no estarlo. 2Tal vez no los reconozcas a todos, ni comprendas cuán grande es la ofrenda que le haces al mundo cuando permi­tes que la curación venga a ti. 3Mas nunca te curas solo. 4Legiones y legiones de hermanos recibirán el regalo que tú recibes cuando te curas.

11. Los que se han curado se convierten en los instrumentos de la curación. 2Y no transcurre tiempo alguno entre el instante en que son curados y aquel en que toda la gracia de curación les es dada para que ellos a su vez la den. 3Lo que se opone a Dios no existe, y aquel que no lo acepta en su mente se convierte en un refugio donde los que están cansados pueden hallar descanso. 4Pues ahí es donde se otorga la verdad, y ahí es donde todas las ilusiones se llevan ante la verdad.

12. ¿No le ofrecerías refugio a la Voluntad de Dios? 2Pues con ello sólo estarías invitando a tu Ser a estar en su propia casa. 3¿Y podría acaso rechazarse semejante invitación? 4Pide que ocurra lo inevitable y jamás fracasarás. 5La otra opción es pedir que lo que no puede ser, sea, y esto es algo que jamás podrá tener lugar. 6Hoy pedimos que sólo la verdad ocupe nuestras mentes; que los pensamientos de curación vayan en este día desde lo que ya se ha curado a lo que todavía tiene que curarse, conscientes de que ambas cosas ocurrirán al unísono.

13. Cuando el reloj marque la hora, recordaremos que nuestra función es permitir que nuestras mentes sean curadas, para que podamos llevar la curación al mundo e intercambiar la maldición por bendiciones, el dolor por la alegría y la separación por la paz de Dios. 2¿No vale la pena, acaso, dar un minuto de cada hora a cambio de semejante regalo? 3¿Y no es un poco de tiempo una ofrenda insignificante a cambio del regalo de lo que lo es todo?

14. Mas debemos estar preparados para semejante regalo. 2De modo que comenzaremos el día dedicando diez minutos a los pensamientos que siguen a continuación, con los cuales también lo concluiremos por la noche:

3Cuando me curo no soy el único que se cura.
4Y quiero com­partir, mi curación con el mundo, a fin de que la enfermedad pueda ser erradicada de la mente del único Hijo de Dios, Quien es mi único Ser.

15. Permite que la curación se efectúe a través de ti hoy mismo. 2Y mientras reposas serenamente, prepárate a dar tal como recibes, a conservar únicamente lo que das y a recibir la Palabra de Dios para que ocupe el lugar de todos los pensamientos absurdos que jamás se concibieron. 3Ahora nos unimos para curar todo lo que antes estaba enfermo y para ofrecer bendiciones allí donde antes reinaba el ataque. 4No nos olvidaremos de esta función con el transcurrir de cada hora, sino que recordaremos nuestro propó­sito con este pensamiento:

5Cuando me curo no soy el único que se cura.
 6Y quiero bendecir a mis hermanos, pues me curaré junto con ellos, tal como ellos se curarán junto conmigo.

¿Qué me enseña esta lección? 

Las mentes permanecen unidas, mientras que los cuerpos permanecen separados. 

El origen de la enfermedad se encuentra en la falsa creencia fabricada por el ego en que somos un cuerpo y, por lo tanto, estamos separados del resto de la humanidad. 

Esa creencia errónea determinada por una mente identificada con la separación, nos lleva a sentirnos culpables por haber fabricado un mundo paralelo al de Dios. Como consecuencia de ese sentimiento de culpabilidad, justificamos el castigo, la enfermedad, como una vía de redención de nuestros pecados. Nos sentimos merecedores de recibir dolor y sufrimiento, pues hemos respondido con el ataque para defendernos de la única verdad: somos una unidad. 

El uso del Poder Creador, por una mente inexperta y ávida del deseo de individualización y emancipación, nos llevó a fabricar un mundo provisional basado en leyes temporales. Al abrir nuestra consciencia a ese plano de materialidad, nos creímos parte de él, hasta tal punto, que hemos olvidado nuestro verdadero origen espiritual. 

Es preciso despertar a la única y verdadera realidad. Formando parte de este mundo material, debemos utilizar sus recursos para llevar a cabo nuestro despertar y utilizar las energías creadoras para dar forma a aspectos de orden transcendental, como la Unidad, el Amor y la Felicidad. 

Cuando nos curamos, realmente se cura nuestra mente. Ya hemos dicho que las mentes se encuentran unidas, es por ello, que cuando nos curamos, estamos curando a los demás.


Ejemplo-Guía: "Todo está en el TODO, y el TODO está en todo" 

Muchos habréis reconocido este axioma, perteneciente a la obra del Kybalión (os animo a leerlo). Este axioma, al igual como otros que se recogen en dicha obra, nos revela una enseñanza que, si conseguimos asimilar y comprender, nos permitirá entender, igualmente, el sentido de la existencia. 

Refiriéndose al Todo, el Kybalión, nos dice: "Más allá del Cosmos, del Tiempo, del Espacio, de todo cuanto se mueve y cambia, se encuentra la realidad Substancial, la Verdad Fundamental". 

“EL TODO debe ser todo lo que realmente es. Nada puede existir fuera del TODO, o, de lo contrario, el TODO no sería tal”. 

“EL TODO debe ser infinito, porque nada puede existir que defina, limite o ponga restricciones al TODO”. 

“EL TODO debe ser inmutable, esto es, no sujeto a cambio en su naturaleza real”. 

“Siendo el TODO Infinito, Absoluto, Eterno, Inmutable, debe deducirse que todo lo que es finito, mudable, transformable y condicionado, no puede ser el TODO. Y como nada existe fuera de Él, en realidad, todo lo que sea finito debe ser nada realmente”. 

“El TODO es mente viviente e infinita, los iluminados lo llaman Espíritu”. 

Todas estas aportaciones están en sintonía con las enseñanzas de Un Curso de Milagros. 

He querido recurrir a ellas, para que tengamos una visión holística de la existencia. Dicho principio holístico se encuentra fundamentado en el axioma que hemos utilizado como ejemplo-guía, y que, si lo hemos entendido en su profundidad, nos lleva a la visión de la Unidad. 

Toda visión que no comparta dicha afirmación, será una mente que fabricará ilusión. Será una mente que alimentará el error y que se encuentra alejada de la verdad. Las consecuencias de una mente identificada con la separación, ya lo hemos analizado en otras lecciones, se resume en la vivencia de la muerte, de la temporalidad, de la enfermedad, del dolor, del miedo. 

La enfermedad es aislamiento y separación, es decir, es incoherencia, es desarmonía. La curación, es el estado natural del Espíritu y de la mente recta, la que en el sueño nos lleva a percibir que las mentes se encuentran unidad formando parte de un Todo. 

Tomar consciencia de lo que Somos, Hijos de Dios, creado a Su Imagen y Semejanza, ha de llevarnos a la visión de que toda la Filiación tiene una misma y única Fuente: su Creador. 

Si todos procedemos de una misma Fuente, nuestras mentes no pueden estar separadas, sino unidas. Es por ello, que cuando experimentamos la Unidad, expandimos esa condición de lo que Somos, y, de una manera holística, compartimos el estado saludable de nuestra mente. 

Por el contrario, una visión basada en la creencia en la separación, nos lleva a proyectar nuestra incoherencia en el mundo, en forma de enfermedad. Nuestro cuerpo, el efecto de nuestra mente (causa), pone de manifiesto el error, y, ese mismo error, lo percibimos en los demás cuando hacemos real la enfermedad en ellos. Desde este punto de vista, la enfermedad que estamos viendo, es nuestra propia enfermedad a nivel mental.

Reflexión: ¿Qué opinas sobre la siguiente afirmación?: Aislarse uno de los demás y rehusar la unión es lo que da lugar a la enfermedad.