sábado, 24 de agosto de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 237

LECCIÓN 237

Ahora quiero ser tal como Dios me creó.

1. Hoy aceptaré la verdad acerca de mí mismo. 2Me alzaré glo­rioso, y dejaré que la luz que mora en mí irradie sobre el mundo durante todo el día. 3Le traigo al mundo las buenas nuevas de la salvación que oigo cuando Dios mi Padre me habla. 4Y contem­plo el mundo que Cristo quiere que yo vea, consciente de que pone fin al amargo sueño de la muerte; consciente de que es la llamada que mi Padre me hace.

2. Cristo se convierte hoy en mis ojos, y en los oídos que escuchan hoy la Voz que habla por Dios. 2Padre, vengo a Ti a través de Aquel que es Tu Hijo, así como mi verdadero Ser. 3Amén.


¿Qué me enseña esta lección?

Soy consciente de mi dualidad. Soy consciente de que mi mente puede servir al ego, para lo cual tan sólo debo continuar identificándome con el cuerpo y con el mundo material, o bien, puede elegir servir a Dios, para lo cual debo despertar del sueño que me mantiene prisionero de la ilusión.

Soy consciente de mi dualidad. Soy consciente de que puedo seguir adorando el mundo que he fabricado basado en la visión de la separación, un mundo donde impera el miedo, la culpa, el sufrimiento, el dolor, la enfermedad y la muerte, o bien, puedo elegir Ser tal como Dios me creó, es decir, Uno con su Pensamiento y Uno con el resto de la Filiación. Un  ser creador, basado en la visión de la Unidad y que se expresa desde el Amor, la Gracia, la Abundancia, la Felicidad, la Perfección, la Salud y la Vida.

Soy consciente de mi dualidad. Soy consciente de que vivo en la temporalidad y en el temor a Dios, o bien, soy consciente de que Soy Eterno y de que Amo a Dios.

Hoy, hago consciente mi verdadera condición de Hijo de Dios.

Ejemplo-Guía: "Ser consciente de la dualidad"

Hoy quiero haceros llegar una propuesta, de tal modo, que dicha propuesta pueda servirnos como ejemplo-guía a nivel individual.

Aplicar la lección de hoy, bajo mi punto de vista, es una invitación a ser conscientes de lo que queremos. Podemos elegir poner nuestra mente al servicio del ego y continuar con nuestro habitual sistema de pensamientos, o, en cambio, podemos elegir poner nuestra mente al servicio del Espíritu y apostar por ver las cosas de otra manera.

Muchos de nosotros, no tenemos claro qué debemos elegir y esa duda nos lleva, de forma automática, a plantearnos el cómo debemos hacer las cosas. Ya hemos visto en una anterior lección lo que significa el empleo del "cómo".


La propuesta que quiero haceros es una experiencia íntima. Se trata de llevar a cabo una reflexión sobre un día cotidiano de nuestra vida (no se trata de hacer algo especial) y observar nuestros pensamientos, nuestras reacciones y nuestros actos.  Una apreciación previa a este ejercicio: la observación no debe ir acompañada de juicio condenatorio. Por ejemplo: "observo que el vecino me ha sacado de mis casillas y he perdido los nervios, lo que me ha llevado a insultarte y cuando pienso en lo que he hecho me siento muy culpable".


Se trata de observarnos y tomar nota de nuestros pensamientos, sentimientos, emociones y acciones, sin ánimo reprobatorio. El propósito de esta observación es que tomemos consciencia de la dirección de nuestra mente y aprendamos a identificar lo que es servir al ego o servir al Espíritu.

No pasa nada si llegamos a la conclusión de que somos seres duales, de que nuestra mente, está al servicio del ego y, a intervalos, sirve al Espíritu. Llegar a esa conclusión es todo un avance, pues se trata de tomar consciencia, de despertar, y para ello, es imprescindible que sepamos que lo que hemos llamado realidad es tan solo un sueño y que somos los soñadores del sueño.


Cuando nuestra mente esté plenamente al servicio del Espíritu, habremos alcanzado ese instante santo al que llaman despertar y habremos dejado de ser ciudadanos de este mundo, para vivir plenamente en el Cielo, nuestro verdadero Hogar.


Reflexión: ¿Qué buena nueva de salvación comparto con el mundo?

viernes, 23 de agosto de 2024

Capítulo 14. II. El alumno feliz (1ª parte).

 I. El alumno feliz (1ª parte).

1. El Espíritu Santo necesita un alumno feliz en quien Su misión pueda llevarse a cabo felizmente. 2Tú que eres tan partidario de la aflicción, debes reconocer en primer lugar que eres infeliz y desdichado. 3El Espíritu Santo no puede enseñar sin este con­traste, pues tú crees que la aflicción es felicidad. 4Esto te ha confundido tanto, que te has empeñado en aprender a hacer lo que nunca podrás hacer, creyendo que si no aprendes a hacerlo no serás feliz. 5No te das cuenta de que los cimientos sobre los que se basa este objetivo de aprendizaje tan extraño no tienen ningún sentido. 6No obstante, puede que aún tengan sentido para ti. 7Si tienes fe en lo que no es nada, encontrarás el "tesoro" que buscas. 8Pero habrás agregado una carga más a tu ya sobrecargada mente. 9Creerás que lo que no es nada es valioso y lo apreciarás. 10Para ti, un trocito de vidrio, una mota de polvo, un cuerpo o una guerra son todos una misma cosa. 11Pues si valoras una sola cosa que esté hecha de lo que no es nada, habrás creído que lo que no es nada puede ser valioso y que puedes aprender a hacer que lo que no es verdad lo sea.

Lo que no es verdad, no es nada. Tan sólo el amor es verdad, por lo que aquello que hayamos creado carente de amor, será falso, no será nada. La cuestión que debemos plantearnos con total sinceridad es la siguiente: ¿El mundo al que damos valor está creado desde el amor? ¿Ese mundo es la expresión viva del amor? ¿En ese mundo existe el miedo, las luchas, la culpa, el dolor, el sufrimiento, la muerte? 

Ahora, sabremos, si nuestro mundo es real o es nada, y dependerá de nuestra elección, el vivir en la verdad o querer vivir en la nada.

2. El Espíritu Santo, que ve donde te encuentras, pero sabe que realmente te encuentras en otra parte, comienza Su lección de simplicidad con la enseñanza fundamental de que la verdad es verdad. 2Ésta es la lección más difícil que jamás tendrás que aprender y, al fin y al cabo, la única. 3La simplicidad es algo muy difícil para las mentes retorcidas. 4Observa todas las distorsiones que has hecho de lo que no es nada; todas las extrañas manifestaciones, sentimientos, acciones y reacciones que has urdido de ello. 5Nada te es tan ajeno como la simple verdad, ni hay nada que estés menos inclinado a escuchar. 6El contraste entre lo que es verdad y lo que no lo es, es perfectamente evidente, sin embargo, tú no lo ves. 7Lo que es simple y obvio no es evidente para los que desean fabricar palacios y ropajes regios de la nada, creyendo que éstos les convierten en reyes de áurea.

Tal vez nos sintamos identificados con aquellos que prefieren tener sueños de riquezas, de poder, de ostentación y, por supuesto, de miedo a perderlo. Sí, tal vez, nos dejemos seducir por esos cánticos de sirenas que nos anuncian que nuestro navío se acerca a las calmadas aguas de la felicidad, una felicidad que nos exige permanecer en guardia para no ser despojado de nuestras riquezas, las mismas que nos lleva a pensar que somos felices.

Pero, la verdad es verdad, mientras que lo falso, falso es. La verdad nos habla de unidad, de igualdad, de libertad. La falsedad, nos habla de separación, de egoísmo, de privación, de necesidad.

3. El Espíritu Santo ve esto y enseña simplemente que nada de ello es verdad. 2A esos infelices alumnos que quieren enseñarse a sí mismos lo que no es nada y que se engañan creyendo que es algo, el Espíritu Santo les dice con perfecta serenidad: 

3La verdad es verdad. 4Es lo único que importa, lo único que es real y lo único que existe. 5Permíteme hacer por ti la única distinción que tú no puedes hacer, pero que necesitas aprender. 6La fe que tienes en lo que no es nada te está engañando. 7Deposítala en mí, y yo, a mi vez, la depositaré delicadamente en el santo lugar donde le corresponde estar. 8Allí no encontrarás engaño, sino únicamente la simple ver­dad. 9Y la amarás porque la comprenderás.

El día que miremos a los demás y nos veamos en ellos, ese día, habremos reconocido la verdad. ¿Qué habremos hecho para que ésto ocurra? Sencillamente, reconocer la verdad, esto es, percibir correctamente a través de la mente recta (inspirada por el Espíritu Santo).

4. Al igual que tú, el Espíritu Santo no creó la verdad. 2Al igual que Dios, Él sabe que la verdad es verdad. 3El Espíritu Santo lleva la luz de la verdad a las tinieblas y deja que resplandezca sobre ti. 4Y a medida que resplandece en ti, tus hermanos la ven, y al darse cuenta de que esta luz no es obra tuya, ven en ti mucho más de lo que tú mismo ves. 5Ellos serán los felices alumnos de la lección que esa luz les muestra porque les enseña a liberarse de lo que no es nada y de todas las obras de lo que no es nada. 6No podrán ver que las pesadas cadenas que parecen atarlos a la des­esperación no son nada hasta que tú les lleves la luz. 7Se darán cuenta entonces de que las cadenas han desaparecido y de que, por lo tanto, no podían haber sido nada. 8Y tú te darás cuenta de esto junto con ellos. 9Y puesto que les enseñaste lo que es la felicidad y la liberación, ellos se convertirán en tus maestros de libera­ción y felicidad.

Me gusta pensar que en la Filiación existe un "pacto de amor" firmado en la morada del Creador. Pero ese pacto, lo hemos olvidado, y al fabricar el mundo fruto de la creencia en la dualidad, el otro, ya no es visto como nuestro hermano, al cual, nos une ese pacto de amor. Ese otro, es el firme candidato a convertirse en nuestro enemigo, pues, al perder la visión interna del amor, ante nuestra decisión de mirar fuera de nosotros, lo identificáremos como una amenaza de la cual es preciso defenderse.

Pero la esencia con la que se constituyó ese pacto de amor es imperecedera, invulnerable, eterna. Recordarlo, significa que hemos elegido la verdad a la ilusión, y que esa verdad, nos llevará a reconocer a los demás, como los amigos con los que andaremos el camino que nos llevará al Hogar de nuestro Creador. 

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 236

LECCIÓN 236

Gobierno mi mente, la cual sólo yo debo gobernar.

1. Tengo un reino que gobernar. 2Sin embargo, a veces no parece que yo sea su rey en absoluto, 3sino que parece imponerse sobre mí, y decirme cómo debo pensar y actuar y lo que debo sentir. 4No obstante, se me ha dado para que sirva cualquier propósito que yo perciba en él. 5La única función de mi mente es servir. 6Hoy la pongo, al servicio del Espíritu Santo para que Él la use como mejor le parezca. 7De esta manera, soy yo quien dirige mi mente, que sólo yo puedo gobernar. 8Y así la dejo en libertad para que haga la Voluntad de Dios.

2. Padre, mi mente está dispuesta hoy a recibir Tus Pensamientos y a no darle entrada a ningún pensamiento que no proceda de Ti. 2Yo gobierno mi mente, y te la ofrezco a Ti. 3Acepta mi regalo, pues es el que Tú me hiciste a mí.


¿Qué me enseña esta lección?

Nuestra mente, es como un caballo desbocado, difícil de controlar y gobernar. Sus impulsos desenfrenados nos llevan a cometer los actos más dementes que nos podamos imaginar.

Es muy importante tomar consciencia, de que la función de la mente es servir. Nuestra verdadera Esencia no es la mente, sino Aquel que la utiliza para llevar a cabo su voluntad.

Si nuestra Voluntad, es servir a nuestro Padre, es decir, si nuestra Voluntad es hacer la Voluntad de nuestro Creador, entonces, la mente se pone al servicio del Amor, de la Unidad, de la Dicha, de la Felicidad, de la Plenitud.
Ahora bien, si nuestra voluntad es servir al ego, o lo que es lo mismo, si nuestra voluntad es servir al cuerpo físico, al mundo material, la mente se pone al servicio del miedo, de la separación, de la culpa, del dolor, de la enfermedad y el sufrimiento.

La cuestión que debemos responder es: ¿A quién va a servir nuestra mente?

Yo elijo servir a Dios.

Ejemplo-Guía: "¿Qué uso hacemos de la mente?

La Física Cuántica, desde un punto de vista innovador, mantiene teorías científicas que vienen a confirmar lo que los místicos y el conocimiento espiritual recoge en sus enseñanzas. Todo, en el universo, está impregnado por una esencia que se convierte en la Causa que da lugar a todo lo creado. 

La Física Cuántica, desde un punto de vista innovador, mantiene teorías científicas que vienen a confirmar lo que los místicos y el conocimiento espiritual recoge en sus enseñanzas. Todo, en el universo, está impregnado por una esencia que se convierte en la Causa que da lugar a todo lo creado.

Dios no creó el Universo de la Nada, sino que esa "Nada" tiene un fundamento, es la "materia" no tangible con la que el Creador ha diseñado Su Obra. Muchos físicos cuánticos se refieren a esta esencia, como "El Campo" y las corrientes espirituales, lo definen como la "Región del Pensamiento Abstracto" o "Mundo Divino". No importa el término que utilicemos para nombrarla, lo que en verdad importa es que ese "Campo", esa "Región", es el escenario de las “Infinitas Posibilidades”. En él encontramos, a nivel potencial, toda la Información a título de fuente, en su manifestación original. Tan solo cuando proyectamos nuestra mente sobre él, esa energía alcanza una dimensión más concreta. Cuando esto ocurre, la mente fabrica el mundo material, el mundo de la percepción, el mundo de la ilusión.

Nuestra mente se encuentra plenamente identificada con el plano denso. Esa identificación nos lleva a creer, erróneamente, que somos el cuerpo que percibimos. Pero como bien nos enseña la lección de hoy, la mente está a nuestro servicio, lo que significa que podemos dirigirla, gobernarla y utilizarla para lo que nuestra voluntad desee.

La mente nos muestra ese campo de infinitas posibilidades y nosotros decidimos si lo haremos realidad o no. Parece fácil, pero es obvio que requiere práctica, y, sobre todo, tener la certeza de que somos nosotros los que tenemos la capacidad de elegir. La mente no es la que elige, pero cuando nos habituamos a tomar las mismas decisiones y cuando nos movemos a través de creencias, es lógico que responda en forma automática. Es por ello, que debemos observar nuestros pensamientos y, sin juzgarlos, decidir si le seguimos prestando atención o, por el contrario, elegimos ver las cosas de otra manera.

Podemos comenzar a practicar con pensamientos cotidianos. Por ejemplo, mi mente se encuentra preocupada por una situación que me produce miedo. Observa el pensamiento. No tiene ningún poder sobre ti. Forma parte del campo de las infinitas posibilidades, lo que significa que puedes elegir otro pensamiento que lo sustituya y que te aporte serenidad. En la medida en que vamos practicando, nos habituaremos a la práctica de la elección consciente.


Cuando elegimos poner nuestra mente al servicio del Espíritu Santo, su dirección nos llevará a la Expiación, esto es, a la corrección de la mente errada. 


Reflexión: ¿A quién sirve nuestra mente?

jueves, 22 de agosto de 2024

Capítulo 14: I. Las condiciones del aprendizaje (2ª parte).

 I. Las condiciones del aprendizaje (2ª parte).


3. La vista se dirige siempre hacia el exterior. 2Si no tuvieses más pensamientos que los tuyos propios, el sistema de pensamiento que engendraste sería eternamente tenebroso. 3Los pensamientos que la mente del Hijo de Dios proyecta o extiende disponen de todo el poder que él les confiere. 4Los pensamientos que comparte con Dios están más allá de sus creencias, pero los que conci­bió por su cuenta son sus propias creencias. 5Y son éstas, y no la verdad, las que él ha elegido defender y amar. 6Al Hijo de Dios no se le despojará de sus creencias. 7Pero él puede renunciar a ellas, pues la Fuente para desvanecerlas mora en él. 8No hay nada en el mundo que pueda enseñarle que la lógica del mundo es totalmente demente y que no lleva a ninguna parte. 9Pero en él, que "ideó" esa lógica demente, mora Uno que sabe que dicha lógica no lleva a ninguna parte, pues Él lo sabe todo.

El mundo inventado por el Hijo de Dios, es fruto del poder creador de la mente, el cual ha dado lugar a un sistema de pensamiento cuyo origen es la ausencia de amor y la presencia del miedo, el pensamiento dual.

Dios, ya lo hemos visto en el punto anterior, puso al Espíritu Santo en el Hijo de Dios, lo que es una garantía de que la mente puede tener acceso a lo que es real, esto es, al Amor, que es la Fuente de donde procedemos.

4. Cualquier dirección que conduzca a donde el Espíritu Santo no te conduce no lleva a ninguna parte. 2Cualquier cosa que nie­gues que el Espíritu Santo sepa que es verdad, te la estás negando a ti mismo, y Él tiene que enseñarte, por lo tanto, a no negarla. 3El proceso de des-hacimiento es indirecto, tal como lo es el de fabri­car. 4Fuiste creado, sólo para crear, no para ver ni para fabricar nada. 5Éstas no son sino expresiones indirectas de la voluntad de vivir, que ha sido obstaculizada por el caprichoso y profano deseo de morir y matar, el cual tu Padre no comparte contigo. 6Te has impuesto a ti mismo la tarea de compartir lo que no se puede compartir. 7Y mientras sigas pensando que puedes aprender a hacerlo, no creerás todo lo que sí se puede aprender a hacer.

Cuando este punto nos expresa que fuimos creados, sólo para crear, no para ver ni para fabricar nada, lo que realmente nos está enseñando, es que debemos extender lo que somos en verdad, es decir, debemos compartir nuestro amor. No se trata de ver el amor, sino de ser el amor.

En el mundo del ego, la mirada se orienta al exterior y el amor se busca fuera de nosotros, pues si fuésemos capaces de dirigir la mirada hacia nuestro interior, descubriríamos que somos amor y en vez de buscarlo, lo daríamos.

5. El Espíritu Santo, por lo tanto, tiene que comenzar Sus enseñan­zas mostrándote lo que nunca podrás aprender. 2Su mensaje no es indirecto, pero Él tiene que introducir la simple verdad en un sis­tema de pensamiento que se ha vuelto tan distorsionado y tan complejo, que no puedes ni darte cuenta de que no significa nada. 3Él simplemente contempla sus cimientos y los descarta. 4Pero tú que no puedes deshacer lo que hiciste, ni escaparte de la pesada carga de embotamiento que ocupa tu mente, no puedes ver más allá de tu propio sistema de pensamiento. 5Éste te engaña porque elegiste engañarte a ti mismo. 6Los que eligen dejarse engañar, simplemente atacarán los enfoques directos porque éstos parecen poder adentrarse en el engaño y socavarlo.

Las enseñanzas del Espíritu Santo nos mostrará que el camino que nos lleva al encuentro con el amor no lo hallaremos fuera de nosotros mismos, sino en nuestro interior. Será mirando en nuestro interior donde podremos encontrar la única esencia que nos permitirá alcanzar la salvación, pues sin ese amor, no veremos a los demás desde la unidad, y la salvación tan sólo será una realidad, cuando caminemos todos juntos de la mano hacia la morada del Padre, donde únicamente reina la Mente Una. 

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 235

LECCIÓN 235

Dios, en Su misericordia, dispone que yo me salve.

1. Tan sólo necesito contemplar todo aquello que parece herirme, y con absoluta certeza decirme a mí mismo: "La Voluntad de Dios es que yo me salve de esto", para que de inmediato lo vea desaparecer. 2Tan sólo necesito tener presente que la Voluntad de mi Padre para mí es felicidad, para darme cuenta de que lo único que se me ha dado es felicidad. 3Tan sólo necesito recordar que el Amor de Dios rodea a Su Hijo y mantiene su inocencia eterna­mente perfecta, para estar seguro de que me he salvado y de que me encuentro para siempre a salvo en Sus Brazos. 4Yo soy el Hijo que Él ama. 5Y me he salvado porque Dios en Su misericordia así lo dispuso.

2. Padre, Tu Santidad es la mía. 2Tu Amor me creó e hizo que mi ino­cencia fuese parte de Ti para siempre. 3No hay culpabilidad o pecado en mí, puesto que no los hay en Ti.


¿Qué me enseña esta lección?

La creencia en el pecado y la consecuencia derivada de dicha creencia, la culpa, nos condiciona y nos hace partícipes de un gran error: la necesidad de perpetuar la visión de que cada vez que damos, inscribimos una deuda pendiente en el libro del “Debe y del Haber”.

Si miramos a nuestro alrededor, el propio sistema social, es una declaración exacta de esa creencia, argumentada y defendida por el ego. Cuando damos, exigimos la devolución de lo que hemos dado, y en muchos contextos, exigimos, igualmente, los intereses de lo prestado.

Observemos nuestro comportamiento y descubriremos lo arraigado que se encuentra esa dinámica en nuestras creencias, sean estas consciente o inconscientes. Un amigo o un conocido nos obsequia con un regalo y de forma inmediata nos sentimos en “deuda” con él. Detrás de este sentimiento, se encuentra el rastro imborrable de las huellas de la culpabilidad. El origen de esta creencia se encuentra en la visión de que nos encontramos separados unos de otros. De hecho, el pecado original significa salid de un Estado de Unidad y pasar a un estado de separación.

Cada vez que nos relacionamos con nuestros hermanos, vemos el rostro del pecado y de la culpa en él, aunque en verdad, lo que realmente estamos haciendo es proyectar sobre ellos, nuestro propio sentimiento de pecabilidad y de culpa. Ese sentimiento, nos lleva a creer que cuando damos estamos perdiendo, de ahí que exijamos la devolución de lo que hemos dado.

La creencia en la “deuda” ha dado lugar a la creencia en la reencarnación. Volvemos una y otra vez a encarnarnos con la intención de pagar aquello que “debemos” y muchas veces no es necesario que el otro nos lo reclame, es suficiente que nosotros creamos que estamos en deuda. El miedo está sustituyendo al amor, pues de haber amor, no habría deuda.

Es hora de que liberemos nuestra consciencia de esa falsa creencia. Es hora de que amemos la misericordia que nuestro Padre nos dispensa, pues en ella, está nuestra salvación.

Es hora de que demos sin reclamar deuda alguna, pues dando a los demás, realmente estamos dándonos a nosotros mismos. Esa es la creencia en la Unidad.

Es hora de que veamos la Realidad: no hay pecado o culpabilidad en mí. Si hemos aceptado la idea de que Dios es nuestro Creador; Si hemos aceptado la verdad de que nos ha creado a Su Imagen y Semejanza, ¿cómo podemos ver culpabilidad en nosotros? Si así lo hacemos, estamos aceptando que existe, igualmente, culpabilidad en Él.


Ejemplo-Guía: "Si la Voluntad de Dios es que seamos felices, ¿por qué sufrimos?

En la experiencia del "sueño" que creo estar experimentando, hago real el programa de ser padre. Digo esto, porque pienso que la conciencia que se adquiere en dicho papel nos puede ayudar a comprender la razón por la cual la Voluntad de Dios es que seamos felices.

Os puedo asegurar, que, en conciencia de ego, mi felicidad pasa porque mi hijo sea feliz. Es importante hacer esa apreciación "en conciencia de ego", pues con ello estoy revelando que he recordado que soy el soñador del sueño, lo que me permite expresar que tengo la libre elección de elegir qué sueño protagonizar. Más allá de esta reflexión, soy consciente de que mi felicidad no depende de la felicidad de mi hijo. La felicidad es un estado que acompaña a la visión de la verdad de lo que somos. Tener la certeza de que somos un Ser Espiritual, en plena comunión con nuestro Hacedor, tan solo nos conduce a la felicidad.

Sí, mi voluntad es que mi hijo sea feliz, pero debe reconocer, que también he protagonizado el papel de hijo, y ello me lleva a reconocer, que a pesar de la guía incondicional y desinteresada de mi padre para que sea feliz y no sufra, no siempre he seguido su orientación, pues he preferido elegir por mí mismo. Esa libre elección, me ha llevado a experimentar dolor y sufrimiento y a reconocer que de haber seguido la guía propuesta por mi padre me hubiese evitado esa experiencia.

En verdad, lo que nos invita este ejemplo es a reflexionar sobre el "libre albedrío". Si Dios pudiese intervenir en nuestras erradas decisiones, esa expresión propia de la voluntad, no se tendría. Podemos orientar, señalar el camino, pero no podemos andarlo por nadie. Desde esta visión, el error, aparece como una oportunidad de elegir de nuevo. Pero no siempre es así, y en muchas ocasiones cuando entendemos que hemos fallado, permitimos que la culpa ocupe nuestros pensamientos y emociones, llevándonos a condenarnos, privándonos así de la felicidad.


El Amor es el camino y Dios nos transmite Su Pensamiento desde la Fuente donde emana la Esencia del Amor. Todos somos Hijos del Amor y cuando esa esencia es ocultada por nuestros miedos, somos testigos de comportamientos dementes. La observación de este tipo de comportamientos, nos lleva a condenar al actor de ellos. Me pregunto, qué pasaría si en vez de condenarlo, lo perdonásemos. Me pregunto, cómo me gustaría que me tratasen si en algún momento tengo un comportamiento reprochable. Todo acto que encuentre su causa en el miedo, la única manera de salvarlo es eligiendo una nueva causa, en este caso, la causa debe ser el Amor.


Aplicar lo que decimos en el mundo, exige un paso previo: perdonarnos. No podemos dar lo que no tenemos. No podemos liberar o cambiar nada, si nos estamos condenando a nosotros mismos. La transformación empieza por nosotros mismos.


Reflexión: ¿La felicidad se puede imponer?

miércoles, 21 de agosto de 2024

Capítulo 14: I. Las condiciones del aprendizaje (1ª parte).

 Capítulo 14

LAS ENSEÑANZAS EN FAVOR DE LA VERDAD

 

Introducción

1. Sí, en verdad eres bendito. 2Mas en este mundo no te das cuenta de ello. 3No obstante, tienes los medios para aprender que lo eres y verlo claramente. 4El Espíritu Santo usa la lógica con tanta facilidad y eficacia como lo hace el ego, salvo que Sus conclusiones no son dementes. 5Éstas toman una dirección diametralmente opuesta y apuntan tan claramente hacia el Cielo como el ego apunta hacia las tinieblas y la muerte. 6Hemos examinado gran parte de la lógica del ego y hemos visto sus conclusiones lógicas. 7Y habiéndolas visto, nos hemos dado cuenta de que tales conclu­siones no se pueden ver excepto en ilusiones, pues sólo ahí parece verse claramente su aparente claridad. 8Démosles la espalda ahora y sigamos la simple lógica que el Espíritu Santo utiliza para enseñar las sencillas conclusiones que hablan en favor de la ver­dad y sólo de la verdad.

En la Introducción de este nuevo Capítulo, Jesús, nos anuncia que el único guía que enseña en favor de la verdad es el Espíritu Santo, y, es en Él, en quien debemos depositar toda nuestra fe y fidelidad.

 

I. Las condiciones del aprendizaje (1ª parte).

1. Si eres bendito y no lo sabes, necesitas aprender que cierta­mente lo eres. 2El conocimiento no es algo que se pueda enseñar, pero sus condiciones se tienen que adquirir, pues eso fue lo que desechaste. 3Puedes aprender a bendecir; pero no puedes dar lo que no tienes. 4Por lo tanto, si ofreces una bendición, primero te tiene que haber llegado a ti. 5tienes también que haberla aceptado como tuya, pues, de lo contrario, ¿cómo podrías darla? 6Por eso es por lo que los milagros dan testimonio de que eres bendito. 7Si perdonas completamente es porque has abandonado la culpa­bilidad, al haber aceptado la Expiación y haberte dado cuenta de que eres inocente. 8¿Cómo ibas a percatarte de lo que se ha hecho por ti, sin tú saberlo, a menos que hicieses lo que no podrías sino hacer si se hubiese hecho por ti?

Para bendecir, hay que ser bendito, pues, nadie pueda dar lo que no tiene. Pero, ¿tenemos claro el significado de los términos bendecir y bendito?

El Diccionario de la RAE, define el término bendito con los siguiente significados: En religión (santo, bienaventurado, venerable). Persona dichosa, feliz, sencilla y de pocas luces.

Para el término "bendecir" recoge los siguientes significados: alabar, elogiar, ensalzar, enaltecer, engrandecer, magnificar. Colmar de bienes a alguien o hacer que prospere. Invocar en favor de alguien o de algo la bendición divina. Consagrar al culto divino algo, mediante determinada ceremonia. Dicho de un obispo o de un presbítero: Hacer la señal de la cruz sobre alguien o sobre algo.

Todos estos significados, apuntan a la consecución de un estado de consciencia que se ha liberado de la culpabilidad. Dicho estado es la inocencia, o lo que es lo mismo, la ausencia de la creencia en el pecado.

La inocencia es un estado mental que se comparte en el Hogar de Dios y que al extenderla en nuestros pensamientos amorosos, nos hacen ser personas felices, dichosas y portadores de gracia. 

2. En un mundo nacido de la negación y carente de dirección se necesitan pruebas indirectas de la verdad. 2Percibirás la necesidad de esto si te das cuenta de que la negación es la decisión de no querer saber. 3La lógica del mundo, por lo tanto, no puede sino conducir a la nada, pues su meta es la nada. 4Si decides ser tan sólo un sueño y no tener ni dar nada más que eso, te verás obligado a dirigir tus pensamientos hacia el olvido total. 5Pero si lo eres todo y eso es lo que tienes y lo que das, y aun así lo niegas, es porque tu sistema de pensamiento se ha desconectado total­mente de la verdad y se ha separado de ella. 6Éste es un mundo demente y no debes subestimar la magnitud de su demencia. 7No hay ninguna área de tu percepción que no se haya visto afectada, y tu sueño es sagrado para ti. 8Por eso es por lo que Dios puso al Espíritu Santo en ti, allí donde tú pusiste el sueño.

La creencia del ego de que su identidad es el cuerpo con el que percibe, le lleva a una total negación de la verdad. Es más, si el ego, reconociese que no es un cuerpo, no existiría, pues su falsa realidad está sustentada en la información que le aportan sus sentidos y sus percepciones.

El ego sabe que su mundo es caótico, pero esa conclusión no le lleva a cambiar su creencia sobre la identidad con la que se identifica. Su mundo será caótico, pero no se siente autor de ese caos. 

Podemos continuar viviendo y creyendo en el mundo percibido, o lo que es lo mismo, podemos decidir seguir soñando y creer que aquello que forma parte de nuestro sueño es la única realidad. Como bien se recoge en este punto, "no hay ninguna área de tu percepción que no se haya visto afectada, y tu sueño es sagrado para ti".

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 234

LECCIÓN 234

Padre, hoy vuelvo a ser Tu Hijo.

1. Hoy vislumbraremos el momento en que los sueños de pecado y de culpa hayan desaparecido y hayamos alcanzado la santa paz de la que nunca nos habíamos apartado. 2Sólo un instante ha transcurrido entre la eternidad y lo intemporal. 3Y fue tan fugaz, que no hubo interrupción alguna en la continuidad o en los pen­samientos que están eternamente unidos cual uno solo. 4Jamás ocurrió nada que perturbase la paz de Dios el Padre ni la del Hijo. 5Hoy aceptamos la veracidad de este hecho.

2. Te agradecemos, Padre, que no podamos perder el recuerdo de Ti ni el de Tu Amor. 2Reconocemos nuestra seguridad y Te damos las gracias por todos los dones que nos has concedido, por toda la amorosa ayuda que nos has prestado, por Tu inagotable paciencia y por habernos dado Tu Palabra de que hemos sido salvados.


¿Qué me enseña esta lección?

El Hijo de Dios, haciendo uso del libre albedrío, eligió ver las cosas de otra manera. Gozaba de la plena Unidad de su Padre. No tenía necesidad de nada, pues era alimentado directamente de la Fuente Mental de su Creador.

En ese Estado Paradisíaco de Unidad, no existía el deseo, ni la necesidad de satisfacer la apetencia de conocer. Pero sí existía el impulso de crear, de elegir, de expresar el potencial de la Voluntad.

Llamado por ese impulso creador innato en el Ser, el Hijo de Dios eligió satisfacer el afán de "conocer" por sí mismo. Ese impulso forma parte de la esencia de todo Ser.  

El Hijo de Dios, se embarca en un viaje que ha de llevarle a tomar conciencia de su individualidad, en detrimento de olvidar que sigue formando parte de la Unidad de la cual emanó. En ese viaje, cree caminar sólo, y, aunque percibe la presencia de otros viajantes, los evidencia separados de él.

La visión y percepción del mundo material le lleva a creer, erróneamente, que su identidad es el cuerpo físico y adquiere una conciencia temporal, olvidando su origen eterno.

Hoy es un día en el que podemos recuperar la Visión de lo que Somos realmente; hoy es un día en el que debemos dar gracias a Dios, por permitirnos re-cordar nuestra condición divina. Hoy es un día en el que reclamamos nuestra herencia espiritual y nos manifestamos tal y como Dios nos ha creado.

Hoy, Padre, es sin duda un día festivo, pues tu Hijo vuelve a su Hogar.

Ejemplo-Guía: "¿Cómo te imaginas un mundo en el que el hombre ha recordado que es el Hijo de Dios?

El nacimiento al mundo físico viene, habitualmente, acompañado por el llanto de la criatura. Ese llanto se convierte en la evidencia de que el cuerpo responde al nuevo estado de percepción que le ofrece el mundo.

El estado previo al nacimiento, ese cuerpo ha estado en contacto directo con su creador. El vientre materno ha constituido su hogar durante el periodo que ha durado su gestación. En ese estado, podemos decir, que hemos gozado de la plenitud, de la seguridad y de la abundancia que nos ha dispensado nuestro hacedor. Pero en dicho estado, no se ha tenido conciencia propia, no hemos sentido necesidad, formamos parte de nuestro creador.

Utilizar ese símil para intentar comprender la relación de Dios y Su Hijo, puede ayudarnos a entender el estado actual de conciencia con la que se encuentra identificado el hombre. No mantenemos recuerdo de nuestra relación directa con Dios. Nuestra memoria se encuentra identificada con la información que recibe del mundo de percepción, esto es, del escenario que fabricamos cuando nos desvinculamos de nuestro creador.

El recuerdo de que soy el Hijo de Dios, me lleva a imaginar un mundo libre de miedos. La percepción verdadera de lo que soy, me lleva a aceptar que mi función en este mundo es extender el amor a través de la visión del perdón, lo cual, se traducirá en ser la muestra viviente de una visión inocente e impecable.

¿Cuántas almas deben alcanzar esa visión para que el mundo se transforme, del miedo al amor?

Un Curso de Milagros, nos aporta una información que nos puede ser de utilidad de cara a este tema:

"Hoy sólo se necesitan dos que deseen gozar de felicidad para que se la ofrezcan al mundo entero. Sólo se necesitan dos que comprendan que no pueden decidir por su cuenta, para garanti­zar que el júbilo que pidieron sea plenamente compartido por todos. Pues han entendido la ley básica que les otorga poder a todas las decisiones y les confiere todos los efectos que ellas jamás puedan tener. Sólo se necesitan dos. Estos dos tienen que haberse unido antes de que se pueda tomar una decisión" (T-30.I.17:1-5). 

El número dos, la dualidad, se convierte en la puerta de retorno hacia la unidad, una unidad que es recordada. Si integramos al otro en nuestro interior, estaremos recordando que nunca ha existido separación, salvo en nuestra falsa creencia en que podemos estar separados de nuestra Fuente y de Su Creación. 

Parafraseando el Principio de Arquímedes "Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo", podemos expresar: "Integra a tu hermano y vencerás al mundo"



Reflexión: Integrando a nuestro hermano. ¿Existe, el otro?

martes, 20 de agosto de 2024

Capítulo 13. Xl. La paz del Cielo (3ª parte).

 Xl. La paz del Cielo (3ª parte). 


8. El nexo de comunicación que Dios Mismo colocó dentro de ti y que une tu mente con la Suya, no puede ser destruido. 2Tal vez creas que ése es tu deseo, y esa creencia ciertamente interfiere en la profunda paz en la que se conoce la dulce y constante comuni­cación que Dios desea mantener contigo. 3Sus canales de extensión, no obstante, no pueden cerrarse del todo o separarse de Él. 4Gozarás de paz porque Su paz fluye todavía hacia ti desde Aquel Cuya Voluntad es la paz. 5Dispones de ella en este mismo ins­tante. 6El Espíritu Santo te enseñará a usarla, y al extenderla, sabrás que se encuentra en ti. 7Dios dispuso que el Cielo fuese tuyo, y nunca dispondrá nada más para ti. 8Lo único que el Espí­ritu Santo conoce es la Voluntad de Dios. 9Es imposible que no alcances el Cielo, pues Dios es algo seguro, y lo que Su Voluntad dispone es tan seguro como Él.

Continua este punto añadiendo elementos que vienen a reafirmar lo que decíamos en el anterior. Podemos permanecer dormidos, sumidos en un sueño en el que nos vemos como autores de nuestra existencia, identificados con una personalidad que se rige por un sistema de pensamiento basado en el miedo y en la creencia en la separación. Pero, el nexo de comunicación que Dios colocó dentro del Hijo de Dios y que une su mente con la Suya, no puede ser destruido. Ello es la garantía, de que, con la ayuda del Espíritu Santo, recordaremos nuestra verdadera identidad, y despertaremos del ilusorio sueño en el que nos hemos sentido atrapados. 

9. Aprenderás lo que es la salvación porque aprenderás a salvar. 2Es imposible que te puedas excluir de lo que el Espíritu Santo quiere enseñarte. 3La salvación es algo tan seguro como Dios. 4La certeza de Dios es suficiente. 5Date cuenta de que incluso la más tenebrosa pesadilla que perturba la mente del Hijo durmiente de Dios no tiene poder alguno sobre él. 6Él aprenderá la lección del despertar. 7Dios vela por él y la luz le rodea.

La función del Espíritu Santo es ayudarnos a encontrar el camino de la salvación. Ese camino, no es un logro personal, pues el Hijo de Dios no es un ser separado del resto de la Filiación, con la que forma la creación de Dios.

El Espíritu Santo, que tiene la visión integral de nuestra existencia, pondrá en nuestro camino todo lo necesario para que tomemos consciencia de la realidad, del verdadero significado de aquellos con los que estamos unidos por un pacto de amor. Cada uno de nuestros hermanos, es una mano tendida, que nos invita a caminar juntos y hacer el camino que ha de conducirnos hacia la salvación.  

10. ¿Cómo iba a poder el Hijo de Dios perderse en sueños, cuando Dios ha puesto dentro de él la jubilosa llamada a despertar y a ser feliz? 2Él no se puede separar de lo que está en él. 3Su sueño no podrá resistir la llamada a despertar. 4Es tan seguro que la misión de la redención se cumplirá como que la creación permanecerá inmutable por toda la eternidad. 5No tienes que saber que el Cielo es tuyo para que lo sea. 6Lo es. 7Mas para saberlo, tienes que aceptar que la Voluntad de Dios es tu voluntad.

Todos nuestros esfuerzos, en este mundo de ilusión, para recordar quienes somo y lo que somos, va acompañado de grandes sacrificios y renuncias. Sin embargo, todo es mucho más fácil, cuando reconocemos que, lo que andamos buscando fuera, tan solo lo podremos encontrar en nuestro interior, pues, es donde Dios lo ha puesto para que siempre, en cada momento, podamos verlo.

Nos dice Jesús, que, para saberlo, tenemos que aceptar que la Voluntad de Dios es nuestra voluntad. ¿Y qué otra Voluntad ha llevado a Dios a crearnos, si no la de Amar? 

11. El Espíritu Santo deshará por ti todo lo que has aprendido que enseña que lo que no es verdad tiene que ser reconciliado con la verdad. 2Esta es la reconciliación con la que el ego quisiera sus­tituir tu reconciliación con la cordura y con la paz. 3El Espíritu Santo tiene pensado para ti un tipo de reconciliación muy dife­rente, y lo pondrá en práctica tan inexorablemente como que al ego le será imposible poner en práctica lo que él se propone. 4El fracaso es cosa del ego, no de Dios: 5No puedes alejarte de Él y es imposible que el plan que el Espíritu Santo le ofrece a todo el mundo para la salvación de todos, no sea perfectamente consu­mado. 6Serás liberado, y no recordarás nada de lo que fabricaste, salvo lo que fue creado para ti, y a su vez por ti. 7Pues, ¿cómo podrías recordar lo que nunca fue verdad, o no recordar lo que siempre lo fue? 8En esta reconciliación con la verdad, y sólo con la verdad, radica la paz del Cielo.

Cuando sufrimos los efectos de una pesadilla, al despertar y comprobar que todo ha sido fruto de la ilusión del sueño, nos sentimos profundamente aliviados y, dicho alivio viene acompañado del olvido de lo vivido ilusoriamente durante el sueño. Es como si tuviésemos un mecanismo de defensa en nuestra mente para olvidar lo que no es real. Si los horrores experimentados durante la pesadilla, perdurasen en nuestro recuerdo, aun habiendo despertado, seguiríamos viviendo el miedo ocasionado por lo soñado. Pero no es así. 

Este punto, nos enseña, que el Espíritu Santo nos ofrece un plan de salvación en el que seremos liberados de nuestras falsas creaciones, de nuestros sueños y pesadillas, y no recordaremos nada de ellos.

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 233

LECCIÓN 233

Hoy le doy mi vida a Dios para que Él la guíe.

1. Padre, hoy te entrego todos mis pensamientos. 2No quiero quedarme con ninguno de ellos. 3En su lugar, dame los Tuyos. 4Te entrego asi­mismo todos mis actos, de manera que pueda hacer Tu Voluntad en lugar de ir en pos de metas inalcanzables y perder el tiempo en vanas imaginaciones. 5Hoy vengo a Ti. 6Me haré a un lado y simplemente Te seguiré. 7Sé Tú el Guía hoy, y yo el seguidor que no duda de la sabiduría de lo Infinito, ni del Amor cuya ternura no puedo comprender, pero que es, sin embargo, el perfecto regalo que Tú me haces.

2. Hoy nos dirige un solo Guía. 2Y mientras caminamos juntos le entregamos este día sin reserva alguna. 3Éste es Su día. 4Y por eso es un día de incontables dones y de infinitas mercedes para nosotros.


¿Qué me enseña esta lección?

El ego no entiende los designios de Dios. Prefiere culpar al Creador de su mala suerte, de su mala fortuna. De este modo, adquiere el rol de víctima antes que reconocer que en la vida cosechamos aquello que sembramos.

Existe un dicho popular donde vivo, que dice” “Solo nos acordamos de Santa Bárbara, cuando truena”. Es frecuente que recurramos a la Divinidad tan sólo cuando las cosas nos van mal, pero no antes. Esta situación nos recuerda, que no utilizamos nuestros valores espirituales en la fase de creación, pero sí pretendemos que, en la fase de los efectos, todo nos sonría y nos aporte felicidad y éxitos.

Esas creencias están obsoletas. Pensar que nuestros pensamientos y sentimientos no contribuyen en  las experiencias que vivimos, es determinar que Dios juega caprichosamente al azar con nuestro destino. Cuando en verdad, Dios, respeta la libertad con la que nos ha dotado, nuestro libre albedrío.

Hoy, entrego todos mis pensamientos, sentimientos y acciones a mi Creador. Hoy, decido crear en Su Nombre y para ello, deseo que sea su Voluntad la que se exprese a través de mí.

En la medida en que dirijo mi Amor hacia Dios, estoy recibiendo ese Amor multiplicado por mil. Aquello que damos, recibimos.

Cuando ese Amor se hace carne, entonces, nos expandimos a través de nuestros hermanos, con los que compartimos la condición de Seres Divinos, de Hijo de Dios.


Ejemplo-Guía: "¿A quién elijo entregar mi vida? 

En la Lección de ayer, hacíamos una reflexión sobre cómo debíamos vivir las enseñanzas del Curso y decíamos que la búsqueda del "cómo" nos lleva a situarnos en el escenario de la percepción, de la conciencia, y dicho escenario es el hábitat natural del ego, el cual acostumbra a basar sus creencias en el juicio, en las reglas, en las leyes, que limitan la expresión natural del Ser.

Bueno, en el día de hoy, el Curso nos invita a que continuemos profundizando en la línea ya trazada, que ha de conducirnos a tomar consciencia de lo que somos en realidad. Si ayer pedíamos que Dios permaneciese en nuestra mente, hoy tomamos la decisión más importante, Le entregamos nuestra vida.


La pregunta que da título al ejemplo-guía, nos lleva a dar una respuesta clara y sincera. ¿A quién estamos entregando nuestra vida? Quizás te sientas llamado a reflexionar sobre tus actos, pero sí así lo hacemos, nos encontraremos con el "cómo-conciencia", que nos aportará una información de cómo nos comportamos en el mundo, con lo cual nos está revelando, que albergamos la creencia de que este mundo es real. Por otro lado, nos llevará a realizar un juicio condenatorio de todas nuestras acciones consideradas "malas". Buscamos lo bueno y nos encontramos con su polaridad, a la cual condenamos y nos condenamos.

Sí, soy consciente de que hay que realizar una elección. Pero esa debe ser nuestra única decisión, la cual debe realizarse en el nivel de las "causas", en el nivel mental, no en el de los efectos, no en el cómo hacer las cosas. Si nuestra elección es que elegimos entregar nuestra vida a Dios, es por una única razón, hemos recordado que somos Su Hijo. Si elegimos entregar nuestra vida al ego, es por una única razón, tenemos la creencia de que somos un cuerpo.

Y una vez que hemos elegido entregar nuestra vida a Dios, ¿qué?

Si una vez que tenemos la certeza de que somos el Hijo de Dios, nos planteamos esta cuestión, es que no hemos entendido la pregunta, lo que nos lleva a no, entender, igualmente, la respuesta. Tener la certeza de Ser el Hijo de Dios, es suficiente y no importa cómo hagamos las cosas, pues sin duda no haremos nada que no sea Su Voluntad, es decir, gozaremos de la visión de que lo único que debemos hacer es expresar nuestra voluntad.

Un Curso de Milagros, en el Capítulo 30, en su apartado I, lo dedica a describir "Reglas para tomar decisiones". 

"1. Tomar decisiones es un proceso continuo, 2pero no siempre te das cuenta de cuándo las estás tomando. 3Mas con un poco de práctica con aquellas de las que ya eres consciente, comienza a establecerse un patrón que te ayudará con las demás. 4No es con­veniente que te preocupes por cada paso que tengas que dar. 5Si adoptas una perspectiva correcta al despertar, habrás ganado ya una gran ventaja. 6Mas si experimentas gran resistencia y ves que tu resolución flaquea, es que todavía no estás listo. 7No luches contra ti mismo. 8Piensa más bien en la clase de día que te gustaría tener, y dite a ti mismo que hay una manera muy fácil de que este mismo día pueda transcurrir así. 9Trata entonces una vez más de tener la clase de día que deseas.

2. (1) Este enfoque comienza con la siguiente declaración: 


2Hoy no tomaré ninguna decisión por mi cuenta.

Os invito a completar la lectura de dicho punto. Si te preocupa cómo dedicar el día a Dios una vez elegido entregarle tu vida, te ayudará a comprender que no debemos tomar decisiones por nuestra cuenta, pues serán decisiones inspiradas por el ego. 

Reflexiones: Las decisiones que tomo por mi cuenta, me llevan a...