sábado, 25 de enero de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 25

LECCIÓN 25

No sé cuál es el propósito de nada.

1. Propósito es significado. 2La idea de hoy explica por qué nada de lo que ves tiene significado. 3No sabes para qué es. 4Por consiguiente, no tiene significado para ti. 5Todo existe para tu beneficio. 6Para eso es para lo que es; ése es su propósito; ése es su significado. 7Al reconocer esto, tus objetivos se unifican. 8Al reconocer esto, lo que ves cobra significado.

2. Tú percibes al mundo y a todo lo que éste contiene como significativo desde el punto de vista de los objetivos del ego. 2Éstos objetivos no tienen nada que ver con lo que más te conviene, ya que tú no eres el ego. 3Esta falsa identificación no te permite entender cuál es el propósito de nada. 4Consecuentemente, no puedes sino hacer un uso indebido de ello. 5Cuando creas esto, te esforzarás por retirar los objetivos que le has asignado al mundo, en vez de intentar reforzarlos.

3. Otra forma de describir los objetivos que ahora percibes es decir que sólo tienen que ver con tus intereses "personales”. 2Pero puesto que no tienes intereses personales, tus objetivos en realidad no guardan ninguna relación con nada. 3Al abrigarlos, por lo tanto, no estás abrigando ningún objetivo en absoluto. 4Por consiguiente, no sabes cuál es el propósito de nada.

4. Antes de que puedas entender los ejercicios, es necesario un pensamiento adicional. 2En los niveles más superficiales reconoces el propósito de todas las cosas. 3Sin embargo, el propósito de algo no se puede entender en esos niveles. 4Por ejemplo, entiendes que el propósito de un teléfono es hablar con alguien que no se encuentra físicamente en tu proximidad inmediata. 5Lo que no comprendes es para qué quieres ponerte en contacto con él. 6Y es eso lo que hace que tu contacto con él sea o no significativo.

5. Es fundamental para tu aprendizaje que estés dispuesto a renunciar a los objetivos que le has adjudicado a todas las cosas. 2Reconocer que dichos objetivos no tienen sentido, en vez de considerarlos como "buenos" o "malos", es la única manera de lo­grarlo. 3La idea de hoy es un paso en esa dirección.

6. Hoy se requieren seis sesiones de práctica, cada una de dos mi­nutos de duración. 2Comienza cada sesión repitiendo la idea de hoy lentamente; luego mira a tu alrededor y deja que tu mirada se pose sobre cualquier cosa que te llame la atención, esté lejos o cerca, sea "importante" o "nimia", "humana" o "no humana". 3Mientras tus ojos descansan sobre cada objeto así seleccionado, di, por ejemplo:

4No sé para qué es esa silla.
5No sé para qué es ese lápiz.
6No sé para qué es esta mano.

7Dilo lentamente, sin apartar los ojos del objeto hasta que hayas terminado la frase. 8Pasa luego al siguiente y aplica la idea de hoy de la misma manera.

¿Qué me enseña esta lección? 

Cuando elegimos servir al ego, la mente se identifica con el mundo temporal de las formas, se alimenta de la percepción que recibe de ese plano de manifestación. Desde su particular punto de visión, analiza, escruta e investiga, minuciosamente, con el propósito de encontrar un significado a lo que fabrica y juzga como real. Sin embargo, esa percepción es errónea y, por lo tanto, no encontrará el verdadero significado o propósito de la auténtica realidad. 

La pregunta que suele plantear ante una circunstancia vivencial es "¿por qué?", pero la respuesta que obtiene por esta vía, lo único que hace es justificar su sentido de culpa y de miedo.  El porqué no le lleva a concebir la verdadera relación entre los seres. Su respuesta la percibe en primera persona y la vive como una venganza a su permanente ataque al mundo espiritual. 

La pregunta debería ser ¿para qué?, pues su respuesta conlleva la búsqueda del profundo significado que encierra la experiencia. El "¿para qué?" facilita la toma de consciencia y da sentido y un propósito a lo que vivimos. Desde esta perspectiva, cada experiencia ocurre en beneficio de nuestro despertar, es decir, todo cuanto nos ocurre suma para ayudarnos a "recordar" lo que hemos olvidado, la verdadera identidad que somos.

 

Ejemplo-Guía: "Me desespera el comportamiento de mi hijo". 

¿Quién no se ha preguntado en alguna ocasión por qué nos pasan las cosas que nos pasan? 

Imaginemos por un momento que tenemos consciencia de la causa que nos ha llevado a vivir unos efectos en particular. Por ejemplo, nos hemos atiborrado de comida, hemos sido incapaces de controlar nuestra gula y, como consecuencia de ello, nuestro estómago nos responde con un cuadro de indigestión que nos lleva a sentirnos enfermos. 

Ante esa situación, conocido el porqué nos ha ocurrido este hecho, podemos reaccionar de muchas maneras. Podemos no darle importancia a lo ocurrido, con lo cual, en otra situación semejante, podemos volver a actuar de igual modo, o podemos sentirnos culpables por haber sido incapaces de controlarnos, con lo cual nos estamos otorgando todos los derechos a ser castigados con una experiencia dolorosa que nos recuerde nuestra culpa, nuestro "pecado". 

El conocer el porqué no nos aporta la verdadera respuesta de la experiencia vivida. Nuestra interpretación se ha quedado en el nivel de los efectos. Hemos analizado su repercusión, el malestar que nos ha causado y lo hemos relacionado con nuestra gula. Pero no hemos ido a la fuente, a la causa, es decir, no nos hemos hecho la pregunta adecuada, es decir, no nos hemos preguntado ¿para qué? hemos vivido esa experiencia. 

Si nos preguntamos el porqué en el ejemplo guía que estamos analizando, seguro que encontraremos muchas respuestas y todas bien argumentadas desde la visión del ego. Seguro que sabremos encontrar los motivos suficientes para justificar que el comportamiento de nuestro hijo nos desespera. Diremos que es un vago, un irresponsable, un vividor, un esto, un lo otro..., pero esos porqués no nos llevan a comprender el verdadero significado de la vivencia, y lo que no vemos en ese momento es que esa experiencia no es casualidad, sino causalidad. 

El ¿para qué? no nos sitúa en el nivel de comprensión que nos puede aportar nuestra mente identificada con el cuerpo físico y con el mundo de separación. Tendremos que buscar en nuestro corazón, donde se alberga la verdadera sabiduría, para "re-cordar" lo que somos realmente. Somos seres espirituales, unidos en una misma Fuente Espiritual. Nuestras mentes se encuentran entrelazadas y unidas. Desde esa visión llegaremos a comprender que nuestro hijo no es fruto de la casualidad, sino de la causalidad. Él nos ha elegido como padres antes de encarnar en el vehículo material. Y lo ha hecho para cumplir el "pacto espiritual" acordado entre ambos. Las experiencias que estamos viviendo son una oportunidad maravillosa para que se produzca nuestro despertar, para que alcancemos el perdón y los vínculos de odio y de rencor se conviertan en vínculos de amor. 

Ese es el significado de la vivencia que estamos analizando como ejemplo. Si nuestro corazón consigue hacernos recordar ese profundo significado, tendremos la opción de elegir nuevamente cómo vivir nuestra relación con nuestro hijo. Es importante que, para que se produzca ese recuerdo, nos digamos a nosotros mismos que no sabemos el significado de aquello que estamos viviendo, pero tenemos la certeza de que es para nuestro beneficio. Ese estado supone una "limpieza" para favorecer que en ese espacio de comprensión surja la nueva verdad. 

Preguntémonos, siempre, ¿para qué? estamos viviendo esa experiencia. 

Reflexión: Todo existe para tu beneficio. ¿Cómo te sientes con esta afirmación?

viernes, 24 de enero de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios.Lección 24

LECCIÓN 24

No percibo lo que más me conviene.

1. No te das cuenta en ninguna de las situaciones que se presentan ante ti del desenlace que te haría feliz. 2No tienes, por lo tanto, una pauta por la que regir debidamente tus acciones, ni manera alguna de juzgar sus resultados. 3Lo que haces está determinado por tu percepción de la situación de que se trate, y esa percepción es errónea. 4Es inevitable, pues, que nada de lo que hagas sea en beneficio de lo que más te conviene. 5No obstante, lo que más te conviene constituye tu único objetivo en toda situación que se perciba correctamente. 6De lo contrario, te resultará imposible reconocerlo.


2. Si te dieses cuenta de que en realidad no percibes lo que más te conviene, se te podría enseñar lo que ello es. 2Pero como estás convencido de que lo sabes, no puedes aprender. 3La idea de hoy es un paso encaminado a hacer que tu mente se vuelva receptiva de manera que el aprendizaje pueda dar comienzo.

3. Los ejercicios de hoy requieren mucha más honestidad de la que estás acostumbrado a usar. 2Te será más útil examinar unos pocos temas honesta y minuciosamente en cada una de las cinco sesiones de práctica que se deben llevar a cabo hoy, que un mayor número superficialmente. 3Se recomiendan dos minutos para cada uno de los períodos de búsqueda mental que los ejercicios de hoy requieren.

4. Las sesiones de práctica se deben comenzar repitiendo la idea de hoy, a lo que debe seguir una búsqueda mental con los ojos cerrados de aquellas situaciones en tu vida que aún no estén resueltas y que actualmente te están causando desasosiego. 2Debes hacer hincapié en descubrir cuál es el resultado que deseas. 3Te darás cuenta muy pronto de que tienes varios objetivos en mente como parte del resultado que deseas y también de que esos objetivos se encuentran en diferentes niveles y de que con frecuencia son conflictivos.

5. Al aplicar la idea de hoy, nombra cada situación que se te ocurra, y luego enumera minuciosamente todos los objetivos que te gustaría alcanzar en el desenlace de la misma. 2El modelo que se debe seguir en cada caso debe ser más o menos así:

3Lo que me gustaría que ocurriese en relación con _____ , es que _____ y que _____ sucediese,

y así sucesivamente. 4Trata de abarcar tantos diferentes desenlaces como honestamente se te ocurran, aun cuando algunos de ellos no parezcan estar directamente relacionados con la situación, o, lo que es más, ni siquiera parezcan tener nada que ver con ella.

6. Si haces estos ejercicios correctamente, te darás cuenta de inme­diato de que estás exigiendo de cada situación un gran número de cosas que no tienen nada que ver con ella. 2Te percatarás asimismo de que muchos de tus objetivos son contradictorios, que no tienes un resultado concreto en mente, y que no puedes por menos que experimentar desilusión con respecto a algunos de tus objetivos, independientemente de cómo se resuelva finalmente la situación.

7. Después de pasar revista a tantos objetivos anhelados como puedas para cada situación aún sin resolver que cruce tu mente, di para tus adentros:

2No percibo lo que más me conviene en esta situación,

y pasa a la siguiente.

¿Qué me enseña esta lección?

 

Situado en la parcela del ego, identificado con la individualidad, con la separación de Dios y del Hijo de Dios -nuestros hermanos-, no podemos más que percibir el error, pues nos encontramos identificados con lo perecedero y temporal, lo que nos lleva a tomar decisiones inspiradas por el miedo, por la culpa y por la necesidad de redención.


Siendo así, lo que percibimos no es lo que más nos conviene, pues permanecemos prisioneros del error y nos apegamos a él, pensando que es lo máximo que podemos conseguir. Entonces nos dedicamos a querer mantenerlo y cuanto más lo intentamos, menos lo conseguimos, pues es perecedero.

 

El ego se percibe a sí mismo como temporal y eso le produce un profundo miedo que condiciona toda su estructura mental. El miedo se encuentra implícito en todos sus pensamientos y emociones y lo comparte con el mundo exterior, creando confusión, ataque y destrucción.

 

Es por ello que la percepción debemos ponerla en manos del Espíritu Santo, para que Él, que conoce la Verdad, nos aporte la visión de la Unidad y de lo Eterno.

 

Nuestra voluntad debe ser la Voluntad del Padre; de este modo, estaremos actuando en la certeza de la única visión verdadera, la visión del Amor Incondicional.

 


Ejemplo-Guía: "Me desespera el comportamiento de mi hijo".

 

Esta situación la hace real nuestra mente, con su peculiar y particular manera de ver las cosas. Interpretamos las vivencias y las catalogamos como buenas o como malas. Nuestra mente está condicionada por el mundo que ha proyectado, el cual le da argumentos "sólidos" que son utilizados para ratificar su falsa creencia en que el mundo material es la verdad absoluta.

 

Si estoy experimentando el conflicto en las relaciones con mi hijo, no es fruto de la imaginación -argumenta nuestra mente-, pues estoy siendo víctima, es decir, estoy percibiendo sus continuos ataques. ¿Cómo no me voy a defender, máxime cuando tenemos la razón?

 

Si alguien, ante esa situación, nos preguntase: "¿Qué te gustaría que ocurriese para poner fin a esa situación?", ¿Qué responderíamos?

 

Si nuestra mente se encuentra identificada con el ego, seguro que aportaría muchos argumentos para dar respuesta a esa cuestión. Por ejemplo:

 

“Lo que me gustaría que ocurriese con esa situación de conflicto es que mi hijo encuentre un trabajo y se pudiese independizar, dejándonos tranquilos de una vez por todas”.


“Que encontrase una novia y se fuese a vivir con ella, claro, fuera de casa". "Así sabría lo que es tener responsabilidades y el coste que tiene sacrificarse por un hijo”.

 

Otro argumento, que podría mostrarnos nuestra mente, podría ser el siguiente:

 

“Lo que me gustaría mucho es que cambiase de manera de ser. Está todo el día holgazaneando y no ayuda en las tareas de la casa. Si tuviese otra actitud, más colaboradora y responsable, las cosas serían diferentes, pero no hace nada de lo que le digo. Cuando le dirijo la palabra, siempre me critica que le estoy reprochando su comportamiento. Apenas me habla, claro, salvo cuando me tiene que pedir algo”.

 

Si aplicamos las enseñanzas de esta lección desde la visión de la unidad, dado que es nuestra voluntad ver las cosas de otra manera, nos diremos que, por muy consistentes que parezcan ser dichos argumentos, la verdad es que no nos llevan a percibir lo que más nos conviene; por lo tanto, no nos dejaremos seducir por sus "cantinelas".

 

¿Qué es lo que nos conviene? Sencillamente, percibir la situación verdadera y, para ello, UCDM nos invita a que pongamos en manos de Su Mensajero, aquel que habla por Su Voz, el Espíritu Santo, la situación que estamos percibiendo y que le pidamos nos inspire aquello que debemos corregir para que nadie gane, ni nadie pierda. De su Voz no recibiremos más que palabras de amor y de perdón, de unidad y de paz. Guiado e inspirado por esa Voz, reconociendo en nuestro hijo al Hijo de Dios, ¿cómo vamos a continuar viendo el conflicto, cuando la experiencia se convierte en una vivencia de liberación?

 

Reflexión: ¿Tenemos claro qué es lo que más nos conviene?

Capítulo 17. VIII. Las condiciones de la paz (2ª parte).

  VIII. Las condiciones de la paz (2ª parte).

4. Para ti, que has respondido a la llamada de tu Redentor, la ten­sión que conlleva no responder a Su llamada parece ser mayor que antes. 2Pero no es así. 3La resistencia siempre estuvo ahí, pero se la atribuías a otra cosa, creyendo que era esa "otra cosa" la que la producía. 4Mas eso nunca fue verdad. 5Pues lo que esa "otra cosa" producía era pesar y depresión, enfermedad y dolor, tinie­blas y vagas imaginaciones de terror, escalofriantes fantasías de miedo y abrasadores sueños infernales. 6todo ello no era más que la intolerable tensión que se producía al negarte a depositar tu fe en la verdad y a ver su evidente realidad.

Cada momento de nuestra vida es una invitación a responder desde la fe en el Espíritu Santo, o en la falta de fe en Él. Dicho de otro modo, cada momento de nuestra vida es una invitación para responder desde el amor o desde el miedo. Es así de simple, no lo compliquemos más. El ego nos dirá que la vida no es tan simple, que hay matices que no podemos obviar, y para argumentar a favor de estos matices, nos narrará multitud de situaciones, a cual más dramática, que nos harán dudar si no estaremos siendo débiles al tomar la decisión de ver cada situación tal y como es, tan solo una situación en la que se nos invita a tomar una decisión: amar o sufrir, perdonar o castigar.

Entonces, ¿tenemos que aceptarlo todo, perdonarlo todo? Si nos estamos haciendo esta pregunta, es evidente que no tenemos fe en la verdad y que nos hemos dejado engañar por las argucias del ego. ¿Cómo lo sé? Sencillamente, porque cuando no decido perdonarlo todo, no me siento en paz. Estoy decidiendo castigarme por el odio y la ira que siento y estoy decidiendo castigar al culpable que ha suscitado en mí tales sentimientos, olvidando o desconociendo que ese "otro" está ayudándonos a descubrir el contenido de nuestros pensamientos, los que ocultamos en nuestro interior y que proyectamos en los demás.

5. Tal fue la crucifixión del Hijo de Dios. 2Su falta de fe le oca­sionó todo eso. 3Piénsalo muy bien antes de permitirte usar tu falta de fe contra él. 4Pues él ha resucitado, y tú has aceptado la Causa de su despertar como tu propia causa. 5Has asumido el papel que te corresponde en su redención, y ahora eres completamente responsable por él. 6No le falles ahora, pues te ha sido dado comprender lo que tu falta de fe en él te ocasiona. 7Su salva­ción es tu único propósito. 8Ve sólo esto en toda situación, y cada una de ellas se convertirá en un medio de brindarte sólo eso.

En efecto, cuando elegimos el miedo, el rencor, la ira como respuesta a los conflictos que afrontamos en la vida, lo que estamos haciendo es elegir el camino de la crucifixión, el de la muerte, el del castigo y la culpa, el del odio hacia sí mismo.

Como bien recoge en su enseñanza el Curso, el Hijo de Dios no debe ser perdonado sino despertado, esto es, resucitado. Cuando despertamos de un sueño y recordamos el contenido de lo soñado como una pesadilla, nuestros miedos se disipan y recuperamos la paz y el sociego. El hecho de haber reconocido la verdad nos lleva de la mano hasta esa situación de paz.

De igual modo, el Hijo de Dios retornará a la paz cuando decida conscientemente ver la verdad, ver que ha estado depositando su fe en el falso guía, que su mente se encontraba identificada con las ilusiones procedentes del estado de sueño elegido. Su fe elegirá al maestro correcto y su mente servirá al Espíritu Santo.

6. Cuando aceptaste la verdad como el objetivo de tu relación, te convertiste en un dador de paz tan irremediablemente como que tu Padre te dio paz. 2Pues el objetivo de la paz no se puede aceptar sin sus condiciones, y tú tuviste que haber tenido fe en dicho objetivo, pues nadie acepta lo que no cree que es real. 3Tu propósito no ha cambiado ni cambiará jamás, pues aceptaste lo que nunca puede cambiar. 4Y ahora no le puedes negar nada que necesite para ser eternamente inmutable. 5Tu liberación es segura. 6Da tal como has recibido. 7Y demuestra que te has elevado muy por encima de cualquier situación que pudiese detenerte y mantenerte separado de Aquel Cuya llamada contestaste.

Tan solo hay un modo de aceptar la verdad. Deposita tu fe en ella y la verdad formará parte de tu mente y de tus pensamientos. Si consideras que debes ver para creer, si consideras que para creer en la verdad debes percibirla, debes meter el dedo en la llaga del Señor, como lo hizo el apóstol Tomás, hazlo. Practica la atención en el presente. Míralo con el propósito de tener un encuentro verdadero con la verdad. No invites al ego a ese encuentro, pues si lo haces, no te permitirá mirar la verdad libre de los recuerdos del pasado. El presente es verdadero en sí mismo por lo que es. Y lo que es, es tan solo eso, es. Si crees que el presente es otra cosa a lo que es, no lo estarás viendo tal y como es.

Tú decides lo que es, eligiendo verlo contagiado por lo aprendido en el pasado o aceptando la oportunidad que te ofrece. Ese presente no lo has vivido nunca, es nuevo y, por su condición de nuevo, te brinda la posibilidad de elegir verlo como la única oportunidad que tienes, ahora, para elegir de nuevo lo que más te conviene.

Si quieres paz, elige paz. Si quieres sufrimiento, elige trasladarlo desde tu pasado al presente. La verdad no se encuentra en tu pasado; siempre la encontraremos en el presente. Aceptar la verdad es depositar nuestra fe en ella, es elegirla por encima de la ilusión. No condiciones a la verdad, a la paz, con la carga emocional que arrastra en la mochila de tus recuerdos. Obviar esos recuerdos de dolor tan solo es posible en el ahora, en el presente, y esta elección se llama perdón. El perdón es, por lo tanto, nuestra elección de obviar el dolor que nos han causado o que hemos causado. 

jueves, 23 de enero de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 23

LECCIÓN 23
  
Puedo escaparme del mundo que veo renunciando a los pensamientos de ataque.

1. La idea de hoy describe la única manera de poder escapar del miedo que siempre tendrá éxito. 2Nada más puede lograrlo; nada más tiene sentido. 3Pero esta manera de escapar no puede fallar. 4Cada pensamiento que albergas da lugar a algún segmento del mundo que ves. 5Es con tus pensamientos, pues, con los que tenemos que trabajar, si es que tu percepción del mundo ha de cambiar.

2. Si la causa del mundo que ves son los pensamientos de ataque, debes aprender que ésos son los pensamientos que no deseas. 2De nada sirve lamentarse del mundo. 3De nada sirve tratar de cambiarlo4No se puede cambiar porque no es más que un efecto. 5Pero lo que sí puedes hacer es cambiar tus pensamientos acerca de él. 6En ese caso estarás cambiando la causa. 7El efecto cambiará automáticamente.

3. El mundo que ves es un mundo vengativo, y todo en él es un símbolo de venganza. 2Cada una de las percepciones que tienes de la "realidad externa" no es más que una representación gráfica de tus propios pensamientos de ataque. 3Uno podría muy bien preguntarse si a esto se le puede llamar ver. 4¿No es acaso "fantasía" una mejor palabra para referirse a ese proceso, y "alucinación" un término más apropiado para su resultado?

4. Ves el mundo que has fabricado, pero no te ves a ti mismo como el que fabrica las imágenes. 2No se te puede salvar del mundo, pero te puedes escapar de su causa. 3Éste es el significado de la salvación, pues, ¿dónde se encuentra el mundo que ves cuando su causa ha desaparecido? 4La visión ya tiene un sustituto para todo lo que crees ver ahora. 5La hermosura puede iluminar tus imágenes y transformarlas de tal manera que las llegues a amar, aun cuando fueron forjadas del odio, 6pues ya no las estarás forjando solo.

5La idea de hoy introduce el pensamiento de que no estás atrapado en el mundo que ves porque su causa se puede cambiar. 2Éste cambio requiere, en primer lugar, que se identifique la causa y luego que se abandone, de modo que pueda ser reemplazada. 3Los primeros dos pasos de este proceso requieren tu cooperación. 4El paso final, no. 5Tus imágenes ya han sido reemplazadas. 6Al dar los dos primeros pasos, comprobarás que esto es cierto.

6. Además de usar la idea de hoy a lo largo del día según lo dicte la necesidad, se requieren cinco sesiones de práctica para su aplicación. 2Según miras a tu alrededor, repite primero la idea para tus adentros lentamente, y luego cierra los ojos y dedica alrededor de un minuto a buscar en tu mente el mayor número posible de pensamientos de ataque que se te ocurran. 3Conforme cada uno de ellos cruce tu mente, di:

4Puedo escaparme del mundo que veo renunciando a los pensamientos de ataque acerca de _____

5Mantén presente cada pensamiento de ataque mientras repites esto, luego descártalo y pasa al siguiente.

7. Durante las sesiones de práctica, asegúrate de incluir tanto los pensamientos de ataque contra otros como los de ser atacado. 2Los efectos de ambos son exactamente lo mismo, puesto que ambos son exactamente lo mismo. 3Aún no reconoces esto, y lo único que se te pide de momento es que durante las sesiones de práctica los trates de igual modo. 4Todavía nos encontramos en la etapa de identificar la causa del mundo que ves. 5Cuando finalmente aprendas que los pensamientos de atacar y los de ser atacado no son diferentes, estarás listo para abandonar dicha causa.

¿Qué me enseña esta lección? 

Es necesario interpretar lo que significa el concepto ataque. Para el ego, su principal objetivo, lo que estimula su naturaleza, es la conquista de la individualidad y para ello fabrica la creencia de la realidad del mundo material. 


La individualidad es opuesta a unicidad. Para alcanzar la individualidad, debemos separarnos de la unidad y, desde este sentimiento de separación, la individualidad puede ser interpretada como un ataque a la unicidad, a la Filiación.
 

Siguiendo esta misma idea, el mundo material es lo opuesto al mundo espiritual; dicho de otro modo, lo que existe en el mundo material ataca al mundo espiritual.

El mundo material se convierte para el ego en su plano de manifestación, en el cual expresa sus potencialidades a través de sus creaciones. Todo lo creado, todas las creencias fabricadas desde la conciencia de separación, parecen atacar al mundo de la eternidad. Siendo el mundo material perecedero, lo irreal ataca a lo eterno y real, expresiones estas del espíritu. 

Es necesario, pues, escapar de esa ilusión, renunciando al pensamiento del ataque, es decir, no dando valor al deseo de individualización y separación para retornar al deseo de unificación. 

Cuando nuestros pensamientos juzgan el mundo material, está atacando lo espiritual, pues en la medida que lo juzga, lo cree real y le estimula la naturaleza emocional. Ese pensamiento está apegado a la percepción errónea que le aporta el mundo de los sentidos físicos. Ese pensamiento se siente estimulado, atrapado, y se produce la identificación y el apego a ese estímulo. Esta vivencia es un claro ataque a la liberación que nos ofrece el Amor Incondicional. 

No podemos olvidar que ese concepto de ataque dará como respuesta la creencia de ser objeto de la venganza de aquello que hemos atacado. Esa venganza no es más que los efectos causados por nuestro ataque, es decir, por nuestro deseo de satisfacer nuestra naturaleza emocional.

 

Ejemplo-Guía: "Me desespera el comportamiento de mi hijo". 

Si el comportamiento de nuestro hijo nos desespera y queremos que esta circunstancia cambie, para lo cual nos proponemos que sea nuestro hijo el que cambie, entonces tendremos que repasar de nuevo el contenido de estas lecciones, pues estamos percibiendo erróneamente la experiencia. ¿Por qué? 

Sencillamente, porque lo que estamos experimentando son los efectos y la rectificación del error debemos hacerlo en el nivel de donde se ha creado, en la causa, es decir, en nuestra mente, en nuestros pensamientos. 

¿Cuál es ese error? Creer que nuestro hijo es un ser del cual nos encontramos separados y al que percibimos como una amenaza, pues estamos interpretando su relación como un permanente ataque. 

Es a esa visión errónea a la que debemos renunciar, rectificándola, elevando un nuevo pensamiento emanado desde la mente recta, es decir, un pensamiento orientado hacia la unidad. Ese pensamiento estará exento de juicio condenatorio y nos llevará a la certeza de que nuestros hermanos son inocentes e impecables. 

En verdad, lo que estamos haciendo es compartir la Voz que nos inspira el Espíritu Santo, convirtiéndonos en instrumentos conscientes al servicio de nuestra divinidad. 

Renunciando al ataque, estamos renunciando, igualmente, al odio, al espíritu vengativo y al miedo, la verdadera causa que nos lleva a percibir este mundo desde el temor, desde el egoísmo, desde la necesidad y la escasez, desde el dolor y el sufrimiento. 

Eliminada la causa, la percepción errónea dará paso a la percepción verdadera, lo que significa que el comportamiento de nuestro hijo dejará de ser para nosotros un motivo de desesperación. 

Reflexión: No se te puede salvar del mundo, pero te puedes escapar de su causa. ¿Cómo?

Capítulo 17. VIII. Las condiciones de la paz (1ª parte).

 VIII. Las condiciones de la paz (1ª parte).

1. El instante santo no es más que un caso especial, un ejemplo extremo, de lo que toda situación debería ser. 2El significado que el propósito del Espíritu Santo le ha dado al instante santo, se le da también a toda situación. 3El instante santo suscita la misma suspensión de falta de fe -que se rechaza y no se utiliza- para que la fe pueda responder a la llamada de la verdad. 4El instante santo es el ejemplo supremo, la demostración clara e inequívoca del significado de toda relación y de toda situación cuando se ven como un todo. 5La fe ha aceptado todos los aspectos de la situa­ción, y la falta de fe no ha impuesto el que nada se vea excluido de ella. 6Es una situación de perfecta paz, debido simplemente a que la has dejado ser lo que es.

El instante santo está inspirado por la mente recta, la que procede de los pensamientos que sirven a la verdad que representa el Espíritu Santo. Esa verdad es una y nos hace uno con la Fuente de donde procede, esto es, con Dios y Su Creación. Por lo tanto, referirse al instante santo como un ejemplo extremo de lo que debería ser significa que es tanta su importancia que debemos practicarlo en cada instante de nuestra vida.

Si ponemos nuestra fe en ello, elevaremos nuestros pensamientos hacia el altar donde nuestra consciencia se comunica con Dios. Ese altar es el amor compartido con nuestro Creador y con la Filiación.

Cada relación, cuando se afronta desde la fe en el instante santo, es una oportunidad única para vivirla desde la inocencia, es decir, vivirla con ojos nuevos, vivirla libre de juicios, vivirla tan solo como ser lo que es.

2. Esta simple cortesía es todo lo que el Espíritu Santo te pide: 2que dejes que la verdad sea lo que es. 3No intervengas, no la ataques, ni interrumpas su llegada. 4Deja que envuelva cada situación y que te brinde paz. 5Ni siquiera se te pide que tengas fe, pues la verdad no pide nada. 6Déjala entrar, y ella invocará la fe que necesitas para gozar de paz, y se asegurará de que dispongas de ella. 7Pero no te alces contra ella, pues no puede hacer acto de presencia si te opones a ella.

Si tenemos fe en lo que somos y lo que somos tan solo es amor, cualquier relación que establezcamos será tratada desde la ausencia de juicios que tratan de enturbiar la inocencia que expresa el instante presente. Ese instante presente es el único verdadero donde podemos ver las cosas libres de significados. La mente que sirve al ego tratará de convencernos de que ese presente es la consecuencia de nuestro pasado y, dado que en ese pasado nos han dañado o hemos dañado, ahora es el momento de vengarnos o pagar nuestra culpa. El presente, de este modo, queda empañado de nuestro rencor y no es vivido tal y como se nos muestra, impecable, inocente, libre para que decidamos entre el amor o el miedo.

3. ¿No desearías hacer de toda situación un instante santo? 2Pues tal es el regalo de la fe, que se da libremente dondequiera que la falta de fe se deja a un lado sin usar. 3El poder del propósito del Espíritu Santo puede usarse entonces en su lugar. 4Este poder transforma instantáneamente todas las situaciones en el único medio, seguro y continuo, de establecer Su propósito y de demostrar su realidad. 5Lo que se ha demostrado ha requerido fe, y ésta ha sido concedida. 6Ahora se convierte en un hecho, del que ya no se puede retirar la fe. 7La tensión que conlleva negarle la fe a la verdad es enorme y mucho mayor de lo que te imaginas. 8Pero responder a la verdad con fe no entraña tensión alguna.

Pongamos a prueba nuestra fe. ¿Cómo? Mirando de frente al momento presente. Hagámoslo. Elijamos el ahora. No importa dónde estemos, ni lo que estemos haciendo. Yo, por ejemplo, estoy pulsando las teclas del teclado de mi ordenador y transcribiendo el contenido de los pensamientos que emanan de mi mente. Miro lo que estoy haciendo de forma automática. Es una acción que acostumbro a realizar y lo hago de manera inconsciente. Ahora decido mirarlo de otra manera. Cuando lo hago, me doy cuenta de que lo que fluye de mi mente no procede de mi ego, pues él ignora el contenido de lo que estoy escribiendo; él no comparte el mensaje que estoy trasladando, lo interpreta como una chaladura de mi mente. Entonces me hago consciente de que el contenido de estas ideas procede de mi mente recta, la que se encuentra depositada en mi fe en el Espíritu Santo. Ahora sé que proceden de Él, y lo sé porque me aporta paz lo que estoy haciendo y mi mente sintoniza Su Canal, a través del cual recibo Su Voz.

Ahora, en este presente, mi fe me permite sentirme uno con todo lo creado, me permite hacer de este instante un instante santo, pues es mi santidad la que se manifiesta. Lo único que he hecho es permitir que el ahora se manifieste tal y como es, una oportunidad para mirar desde el amor.

miércoles, 22 de enero de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 22

LECCIÓN 22
  
Lo que veo es una forma de venganza.

1. La idea de hoy describe con gran precisión la manera en que todo aquel que alberga en su mente pensamientos de ataque no puede sino ver el mundo. 2Habiendo proyectado su ira sobre el mundo, lo que ve es la venganza a punto de devolverle el golpe. 3De esta manera, percibe su propio ataque como un acto en defensa propia. 4Esto se convierte progresivamente en un círculo vicioso hasta que esté dispuesto a cambiar la manera como ve las cosas. 5De lo contrario, los pensamientos de ataque y contraataque le consumirán y poblarán todo su mundo. 6¿De qué paz mental podría gozar en tales condiciones?

2. De esta fantasía salvaje es de lo que te quieres escapar. 2¿No es maravilloso recibir las buenas nuevas de que no es real? 3¿No te alegra sobremanera descubrir que te puedes escapar de ella? 4Tú has fabricado lo que deseas destruir; lo que odias y lo que quieres atacar y matar. 5Nada de lo que temes existe.

3. Mira hoy al mundo que te rodea por lo menos cinco veces, durante no menos de un minuto cada vez. 2medida que tus ojos pasen lentamente de un objeto a otro, de un cuerpo a otro, di para tus adentros:

3Veo únicamente lo perecedero.
4No veo nada que vaya a perdurar.
5Lo que veo no es real.
6Lo que veo es una forma de venganza.

7Al final de cada sesión de práctica, pregúntate:

8¿Es éste el mundo que realmente quiero ver?

9La respuesta será obvia.

¿Qué me enseña esta lección? 

A lo que veo le doy valor porque creo en ello. Mi creencia de que es real le da valor para mí. Sin embargo, todo lo que veo en el mundo es perecedero y, por lo tanto, es irreal, pues no es eterno. 

El ego, para conservar y preservar lo que cree, pone todo su potencial emocional en defenderlo. Siente tanto miedo por perder lo que considera real, que presta su energía en un ataque por conseguir su objetivo. 

Aquello que desea forma parte de su creencia y esa creencia movilizará toda su existencia. Si cree que el ataque es la fórmula para conseguir sus deseos, dará vida a ese ataque en el exterior y lo proyectará a su alrededor, de modo que, a través de los demás, recibirá una dosis de ese mismo ataque. Este ataque lo vivirá como una venganza cuyo único sentido es el que ha dado a su existencia por sobrevivir. 

Nada de eso es real. Todo es perecedero, pero para el ego sigue siendo real y su inconsciente le proyectará la visión de sus propios ataques. 

Hoy he percibido mucho de esos ataques en forma de sentimientos y emociones que se despiertan al contactar con el mundo que mi ego interpreta que es real. Cuando busco la luz, esa oscuridad adherida en mi inconsciente, como la huella de mi pasado, se convierte en un proclamador de venganza, en el sentido de que me suscita darle respuesta. Lo percibo como un ataque dentro de mis pensamientos. El recurso para poner fin a esa experiencia es mirar de frente esas percepciones e integrarlas en la consciencia, de modo que las aceptemos y, cuando lo hayamos hecho, las observemos con detenimiento y nos digamos: nada de eso es real.

 

Ejemplo-Guía: ¿Por qué no consigo ser feliz en mi relación de pareja? 

Introduzco un nuevo ejemplo, que suele ser bastante popular y que considero que puede ser interesante analizar. 

Hemos conocido a una persona de la cual nos hemos enamorado. Estar con ella nos aporta una sobredosis de vitalidad que nos hace ver las cosas de una manera especial. Podríamos, incluso, decir que cuando estamos con ella nos sentimos vivos y que su sola ausencia se nos antoja insoportable. Nos resulta difícil ocultar nuestro estado de felicidad. 

Estoy seguro de que en esa fase de la relación, todos apostaríamos para que el tiempo se congelase y nuestras vivencias se prolongasen eternamente. Es lo que hemos llamado amor, la fuerza que dirige nuestras vidas, llevándonos en muchas ocasiones a actuar de manera "alocada". 

Si ese estado anímico es tan hermoso, ¿por qué razón no permanece en el tiempo? 

Tan solo hay una respuesta a esta cuestión: por miedo. No somos capaces de mantener ese estado de plenitud amorosa, porque tememos perder lo que amamos. Esa pérdida puede estar fundamentada por varios motivos, aunque la causa original es el miedo a perder lo que hemos considerado de "nuestra propiedad". 

Ponemos nuestra relación en peligro o, lo que es lo mismo, dejamos de ser felices en nuestra relación, desde el momento en que nos hemos convencido de que el ser amado es de nuestra propiedad. Aquello que deseamos y hemos conseguido pasa a formar parte de nuestros bienes particulares. Es cuando comenzamos a tener un comportamiento limitador y pasamos a manifestar nuestras exigencias: "tú harás lo que yo desee que hagas" y, a partir de ahí, una serie de condiciones a las que la persona amada se "someterá" o, simplemente, no aceptará. 

¿Por qué ese miedo a perder lo que amamos? 

La estrategia mental en la que se sustentan las creencias del ego le lleva a luchar para perpetuar un mundo que, sabe a ciencia cierta, está llamado a desaparecer. Ese mundo se centra en su identidad corporal, a través de la cual gira toda su existencia. El ego sin el cuerpo no podría manifestarse, por lo que trata por todos sus medios de llevarlo a un estado de "bien-estar", en unas condiciones que no lo favorecen en absoluto, pues el cuerpo está llamado a desaparecer. Ese miedo a desaparecer, a dejar de existir, le lleva a la creencia de que no podrá disfrutar de la felicidad. 

La felicidad no puede depender de la idea de poseer, tener o atesorar cosas materiales que, por su condición "temporal", están sujetas a las leyes de lo "irreal". La felicidad pertenece al estado de consciencia que está liberado de esos apegos. La felicidad se convertirá en una realidad cuando seamos capaces de amar, sin ánimo de querer poseer lo amado. 

Cuando el ego proyecta su creencia en la satisfacción de sus deseos, al mismo tiempo despliega una energía emocional emanada desde el miedo, cuya intención es la de proteger y garantizar la pertenencia de aquello que es objeto de su deseo. Esa emoción es la ira y su expresión es el ataque. Al verse separado del resto del mundo, el otro es interpretado como una amenaza a sus intereses y es cuando hace valer su ley más primitiva: la ley del más fuerte. Ataco para no ser atacado y es proyectando nuestro propio ataque que lo justificamos en nombre de un acto de autodefensa. Esto nos viene a confirmar el dicho: "El ladrón piensa que todo el mundo es de su condición". 

La felicidad de una relación tan solo tiene un camino: experimentar la unidad. Cuando integremos en nuestra consciencia el valor de la experiencia de relación, trascenderemos los vínculos egoístas que nos llevan a tener relaciones especiales, y la elevaremos a un estado de relación amorosa, donde cada una de las partes de esa relación amará al otro como a sí mismo; esto es, amarán con la plena certeza de ser Uno en la Filiación Divina. 

Reflexión: Si el mundo que estás viendo no es el que quieres ver, ¿qué crees que debes corregir?