viernes, 5 de julio de 2024

Capítulo 12. VIII. La atracción del amor por el amor (2ª parte).

 VIII. La atracción del amor por el amor (2ª parte).  

5. No tienes, sino que pedir este recuerdo, y te vendrá a la memoria. 2Mas el recuerdo de Dios no puede aflorar en una mente que lo ha borrado y que quiere que continúe así. 3Pues dicho recuerdo sólo puede alborear en una mente que haya elegido recordar y que haya renunciado al demente deseo de querer controlar la rea­lidad. 4Tú, que ni siquiera puedes controlarte a ti mismo, no deberías aspirar a controlar el universo. 5Contempla mas bien lo que has hecho de él y regocíjate de que no sea verdad. 

¡Padre!, hoy quiero recordar lo que realmente soy. Entrego mi mente al Espíritu Santo, para que se haga en ella, la Expiación. De este modo, mi mente será bendecida con la Santa Visión de la Unidad. 

6. ¡Hijo de Dios, no te conformes con lo que no es nada! 2Lo que no es real no es visible ni tiene valor. 3Dios no pudo haberle ofre­cido a Su Hijo lo que no tiene valor, ni Su Hijo habría podido recibirlo. 4Fuiste redimido en el mismo instante en que pensaste que habías abandonado a tu Padre. 5Nada de lo que has forjado ha existido jamás, y es invisible porque el Espíritu Santo no lo ve. 6Pero lo que Él ve es tuyo para que lo contemples, y a través de Su visión tu percepción sanará. 7Has hecho invisible la única ver­dad que este mundo encierra. 8Al valorar lo que no es nada, has buscado lo que no es nada. 9Al conferirle realidad a lo que no es nada, lo has visto. 10Pero no está ahí. 11Cristo es invisible a causa de lo que has hecho que sea visible para ti. 

Si en nuestra mente hemos elegido negar a Dios, también hemos negado a Su Creación, a Su Hijo, lo que significa que nos hemos negado a nosotros mismos. Hemos negado nuestra verdadera realidad y la hemos sustituido por una falsa realidad.

Lo que el ego ha hecho invisible a los ojos físicos, es la proyección de sus falsas creencias. La Unidad no la percibe, porque cree en la separación. El Amor no es visible, porque le tiene miedo. 

7. No importa cuánta distancia hayas tratado de interponer entre tu conciencia y la verdad, 2al Hijo de Dios se le puede ver porque su visión es algo que se comparte. 3El Espíritu Santo contempla al Hijo de Dios en ti y no ve nada más. 4Lo que es invisible para ti, es perfecto en Su visión y lo abarca todo. 5Él se ha acordado de ti porque no se ha olvidado del Padre. 6Tú contemplaste lo que no era real y hallaste desesperación. 7Mas ¿qué otra cosa podías haber encontrado al ir en pos de lo irreal? 8El mundo irreal es desesperante, pues nunca podrá ser real. 9Y tú que compartes el Ser de Dios con Él, nunca podrás sentirte satisfecho sin la reali­dad. 10Lo que Dios no te dio no tiene poder sobre ti, y la atracción del amor por el amor sigue siendo irresistible. 11La función del amor es unir todas las cosas en sí mismo, y mantenerlas unidas extendiendo su plenitud. 

El sello que identifica el mundo percibido por el ego, se llama sufrimiento. Su experiencia nos lleva a desear un mundo distinto, donde la felicidad sustituya al dolor.

Pero ese cambio de percepción no se producirá, salvo que decidamos ver las cosas de otra manera y pongamos nuestros pensamientos al servicio de la Verdad, al servicio del Espíritu Santo, la Mente Recta.

Cambiemos el miedo por el Amor, y, la percepción del mundo falso, cambiará por la percepción del mundo real. 

8. Dios te dio el mundo real en amoroso intercambio por el mundo que tú construiste y que ves. 2Recíbelo simplemente de la mano de Cristo y contémplalo. 3Su realidad hará que todo lo demás sea invisible, pues contemplarlo es una percepción total. 4Y al contemplarlo recordarás que siempre fue así. 5Lo que no es nada se hará invisible, pues por fin habrás visto verdaderamente. 6Una percepción redimida se convierte fácilmente en conocimiento, pues sólo la percepción puede equivocarse y la percepción nunca existió. 7Al ser corregida da paso al conocimiento, que es la única realidad eternamente. 8La Expiación no es sino el camino de regreso a la que nunca se había perdido. 9El Padre nunca pudo haber dejado de amar a Su Hijo. 

Amar, es recordar lo que somos: El Hijo de Dios.

jueves, 4 de julio de 2024

Capítulo 12. VIII. La atracción del amor por el amor (1ª parte).

 VIII. La atracción del amor por el amor (1ª parte). 

1. ¿Crees realmente que puedes matar al Hijo de Dios? 2El Padre ha ocultado a Su Hijo dentro de Sí Mismo, manteniéndolo salvo y alejado de tus pensamientos destructivos, por causa de los cua­les no conoces ni al Padre ni al Hijo. 3Atacas el mundo real cada día, cada hora y cada minuto, y, sin embargo, te sorprende que no lo puedas ver. 4Si buscas amor a fin de atacarlo, nunca lo hallarás, 5pues si el amor es compartir, ¿cómo ibas a poder encontrarlo excepto través de sí mismo? 6Ofrece amor, y el amor vendrá a ti porque se siente atraído por sí mismo. 7Mas ofrece ataque, y el amor permanecerá oculto, pues sólo puede vivir en paz. 

El sistema de pensamiento del ego, aporta muchos significados al amor. Cree conocerlo; cree experimentarlo, cuando se siente atraído por aquello que seduce sus sentidos. Para el ego, el amor, siempre viene a llenar un profundo vacío, una necesidad. El ego necesita sentirse amado para conocer el significado del amor. Pero todas estas condiciones, hablan de un sentimiento al que confunden con el amor, y aunque en apariencia se viste con el ropaje del amor, nada tiene que ver con el Estado verdadero del Ser: el Amor Incondicional.

El calificativo incondicional nos ayuda a reconocer, que, lo que es un afecto, una atracción, un gusto, un deseo, una pasión, no puede ser confundido con lo que es la Extensión de la Mente de nuestro Creador y que forma parte de Su Creación, Su Hijo, Su Filiación.

El Amor, el verdadero, lo reconoceremos porque no juzga; no cambia; no tiene miedo; no ataca; no muere; no sufre.

Cuando experimentemos ese Amor, tendremos la certeza de que es el verdadero. 

2. El Hijo de Dios se encuentra tan a salvo como su Padre, pues el Hijo sabe que su Padre lo protege y, por lo tanto, no puede temer. 2El Amor de su Padre lo mantiene en perfecta paz y, al no necesi­tar nada, no pide nada. 3Aun así, él se encuentra muy lejos de ti cuyo Ser él es, pues elegiste atacarlo y él desapareció de tu vista y buscó refugio en su Padre. 4Él no cambió, pero tú sí. 5Pues, el Padre no creó una mente dividida ni tampoco las obras de ésta, y ni aquélla ni éstas podrían vivir si tuviesen conocimiento de Él. 

La mente, nos puede ofrecer la visión de la Unidad del Reino del Padre, esto es, la visión de la Filiación, o puede ofrecernos la visión de un mundo donde los habitantes se creen separados y se perciben como enemigos unos de otros.

La primera visión nos muestra la Verdad y nos permite reconocernos como la Extensión del Amor del Creador hacia Su Hijo.

La segunda de las visiones, nos muestra la ilusión, lo irreal, y nos permite reconocernos bajo la identidad de cuerpos separados.

Lo que es Verdad, lo es y lo será siempre, pues no está sujeta al cambio. La Verdad es Eterna.

Lo que es irreal e ilusorio, no es nada, ni lo será jamás, salvo que creamos que sí lo es, lo cual, suplantará el lugar de la Verdad y nos mantendrá prisioneros del error. 

3. Cuando hiciste que lo que no es verdad fuese visible, lo que es verdad se volvió invisible para ti. 2No obstante, de por sí no puede ser invisible, pues el Espíritu Santo lo ve con perfecta clari­dad. 3Es invisible para ti porque estás mirando otra cosa. 4Mas no es a ti a quien le corresponde decidir lo que es visible y lo que es invisible, tal como tampoco te corresponde decidir lo que es la realidad. 5Lo que se puede ver es lo que el Espíritu Santo ve. 6La definición de la realidad es la que Dios provee, no la tuya. 7Él la creó, y, por lo tanto, sabe lo que es. 8Tú, que sabías lo que era, lo olvidaste, y si Él no te hubiese proporcionado la manera de recordar, te habrías condenado a ti mismo al olvido total. 

El uso del libre albedrío, el uso de la voluntad, nos ha llevado a elegir la visión inspirada por el deseo de ser especial, por el deseo de ser diferentes, de ser individuales. Esa visión ha despertado la conciencia de la percepción que no goza de las condiciones del mundo real, o lo que es lo mismo, nos lleva a percibir lo falso. La muerte ha sustituido a la Vida, pues el miedo, ha sustituido al Amor. 

4. Por razón del Amor que tu Padre te profesa, nunca podrás olvi­darte de Él, pues nadie puede olvidar lo que Dios Mismo puso en su memoria. 2Puedes negarlo, pero no puedes perderlo. 3Una Voz responderá a cada pregunta que hagas, y una visión corregirá la percepción de todo lo que veas. 4Pues lo que hiciste invisible es lo único que es verdad, y lo que no has oído es la única Respuesta. 5Dios quiere que te reconcilies contigo mismo, y no te abandonó en tu desolación. 6Estás esperándolo a Él, mas no lo sabes. 7Su recuerdo, sin embargo, brilla en tu mente y no puede ser borrado. 8No es ni del pasado ni del futuro, al ser eterno para siempre. 

El Amor nunca abandona. El Amor es Dios. El Amor es el Hijo de Dios. El Amor somos tú y yo, unidos en la santa Filiación.

Al ser eternos, siempre nos acompaña. Aguarda, que nuestros ojos se abran a la verdadera realidad y que recordemos lo que realmente somos.

miércoles, 3 de julio de 2024

Capítulo 12. VII. Introspección (2ª parte).

 VII. Introspección (2ª parte). 

8. Cuando lo único que desees sea amor no verás nada más. 2La naturaleza contradictoria de los testigos que percibes es sencilla­mente el reflejo de tus invitaciones conflictivas. 3Has mirado en tu mente y has aceptado que en ella hay oposición al haberla buscado allí. 4Mas no creas entonces que los testigos de la oposi­ción son verdaderos, ya que ellos sólo dan testimonio de tu deci­sión acerca de la realidad, y te devuelven los mensajes que tú les diste. 5El amor, asimismo, se reconoce por sus mensajeros. 6Si manifiestas amor, sus mensajeros vendrán a ti porque los invi­taste. 

Si apuestas por el amor, te encontrarás a ti mismo, te reconocerás como el Hijo de Dios, y recordarás que tu función en la tierra es amar, perdonar, curar. 

9. El poder de decisión es la única libertad que te queda como prisionero de este mundo. 2Puedes decidir ver el mundo correc­tamente. 3Lo que hiciste de él no es su realidad, pues su realidad es sólo la que tú le confieres. 4No puedes realmente darle a nada ni a nadie nada que no sea amor, ni tampoco puedes realmente recibir de ellos nada que no sea amor. 5Si crees que has recibido cualquier otra cosa, es porque miraste dentro de ti y creíste haber visto ahí la capacidad de poder dar otra cosa. 6Esa decisión fue la que determinó lo que encontraste, pues fue la decisión que deter­minó lo que tenías que buscar. 

El poder de decisión, es el poder que hemos heredado de nuestro Creador. La Voluntad del Padre nos ha hecho libres. El empleo de la voluntad, por parte del Hijo de Dios, le permite utilizar la mente desde la libertad de elección. Todo acto de libertad, antes de manifestarse en forma de acción, es un pensamiento emanado desde la mente. Por lo tanto, el mundo que experimentemos, es el mundo al que le hemos otorgado la condición de nuestra realidad.

El pensamiento que no extienda el amor, dará lugar a una falsa realidad, pues el amor es eterno y lo irreal es temporal. 

10. Tienes miedo de mí porque miraste dentro de ti y lo que viste te dio miedo. 2Pero lo que viste no pudo haber sido la realidad, pues la realidad de tu mente es lo más bello de todas las creaciones de Dios. 3Puesto que procede únicamente de Dios, su poder y gran­deza sólo habrían podido brindarte paz, si realmente la hubieses contemplado. 4Si tienes miedo es porque viste algo que no estaba allí. 5Sin embargo, en ese mismo lugar pudiste haberme visto a mí y a todos tus hermanos, en la perfecta seguridad de la Mente que nos creó, a todos. 6Pues nos encontramos ahí, en la paz del Padre, cuya Voluntad es extender Su paz a través de ti. 

Si nuestros pensamientos están basados en el miedo, la razón de ello no es otra que el haber negado la verdadera visión del amor. El deseo se ser especial, nos llevó a contemplar un mundo separado del Creado por Dios, esto es, un mundo donde la individualidad sustituyó a la Unidad de la Filiación. Creer que podríamos tener pensamientos diferentes al de nuestro Creador, fue la decisión que nos llevó a la creencia de que nuestro ser podría tener una identidad propia. 

11. Cuando hayas aceptado tu misión de extender paz hallarás paz, pues al manifestarla la verás. 2Sus santos testigos te rodea­rán porque los invocaste, y ellos vendrán a ti. 3He oído tu llamada y la he contestado, pero no has querido verme ni oír la respuesta que buscabas. 4Ello se debe a que eso no es todavía lo único que deseas. 5Sin embargo, a medida que yo me haga más real para ti, te darás cuenta de que, en efecto, eso es lo único que deseas. 6Y cuando mires dentro de ti me verás, y juntos contem­plaremos el mundo real. 7A través de los ojos de Cristo, sólo el mundo real existe y es lo único que se puede ver. 8Tu decisión determinará lo que veas. 9Y lo que veas dará testimonio de tu decisión. 

Recordar nuestra verdadera identidad nos llevará a reconocer que somos Hijos del Amor. El mundo irreal inventado por el sistema de pensamiento del ego, es un mundo de sufrimiento. El miedo nos hace vulnerables al dolor y a la infelicidad.

Cuando busquemos la paz y dispongamos nuestra voluntad para extenderla, la hallaremos. 

12. Cuando mires dentro de ti y me veas, será porque habrás deci­dido manifestar la verdad. 2Y al manifestarla la verás tanto afuera como adentro. 3La verás afuera porque primero la viste adentro. 4Todo lo que ves afuera es el juicio de lo que viste dentro. 5Si es tu propio juicio, será erróneo, pues tu función no es juzgar. 6Si es el juicio del Espíritu Santo será correcto, pues Su función es juzgar. 7Tú compartes Su función sólo cuando juzgas tal como Él lo hace, sin juzgar nada por tu cuenta. 8Juzgarás contra ti mismo, pero Él juzgará a tu favor. 

El juicio del ego, separa, porque está inspirado en el miedo. El juicio del Espíritu Santo, une, porque está inspirado en el amor. 

13. Recuerda, pues, que cada vez que miras fuera de ti y no reaccionas favorablemente ante lo que ves, te has juzgado a ti mismo, como indigno y te has condenado a muerte. 2La pena de muerte es la meta final del ego porque está convencido de que eres un crimi­nal que merece la muerte, tal como Dios sabe que eres merecedor de la vida. 3La pena de muerte nunca abandona la mente del ego, pues eso es lo que siempre tiene reservado para ti al final. 4De­seando destruirte como expresión final de sus sentimientos hacia ti, te deja vivir solo para que esperes la muerte. 5Te atormentará mientras vivas, pero su odio no quedará saciado hasta que mue­ras, 6pues tu destrucción es el único fin que anhela, y el único fin que le dejará satisfecho. 

El sistema de pensamiento del ego, como ya hemos dicho, da lugar a un mundo de sufrimiento. Del miedo, tan solo puede surgir, la desdicha, y la infelicidad. El ego cree en el miedo, pues cuando se ve a sí mismo, reconoce su propia creencia en él. Todas sus leyes están basadas en el miedo y su identificación con el cuerpo, efímero y temporal, alimenta el mayor de sus miedos, el de la muerte. 

14. El ego no traiciona a Dios, a Quien es imposible traicionar. 2Pero te traiciona a ti que crees que has traicionado a tu Padre. 3Por eso es por lo que la erradicación de la culpabilidad es un aspecto esencial de las enseñanzas del Espíritu Santo. 4Pues mien­tras te sientas culpable estarás escuchando la voz del ego, la cual te dice que has traicionado a Dios y que, por lo tanto, mereces la muerte. 5Pensarás que la muerte procede de Dios, y no del ego, porque al confundirte a ti mismo con el ego, creerás que deseas la muerte. 6Y de lo que deseas, Dios no te puede salvar. 

El ego reafirma su realidad, su identidad, al exponer los argumentos que le ofrece su temporalidad. Nacer y morir, forman parte de su existencia y ello le lleva a fortalecer su sistema de pensamiento, con la creencia de lo que percibe.

Haciendo real su temporalidad, se enfrenta a Dios. Haciendo real su sufrimiento, pone a prueba la Gracia y la Bondad Divina, pues, cómo la personificación del Amor, puede permitir que su hijo sufra y padezca. De este modo, está negando al Creador, pues no le conoce.

El ego cree que ha traicionado a Dios, inventando un mundo distinto al Suyo, pero, en verdad, no es al Padre a quien ha traicionado, es imposible hacerlo, sino a sí mismo, a su propia decisión. 

15. Cuando te sientas tentado de sucumbir ante el deseo de la muerte, recuerda que yo no morí. 2Te darás cuenta de que esto es cierto cuando mires dentro de ti y me veas. 3¿Cómo iba yo a haber superado la muerte para mí solo? 4¿Y cómo iba a haberme dado el Padre vida eterna mí, a no ser que también te la hubiese dado a ti? 5Cuando aprendas ponerme de manifiesto jamás verás la muerte, 6pues habrás contemplado lo inmortal en ti mismo, y así, al contemplar un mundo que no puede morir, sólo verás lo eterno. 

Creer que somos un cuerpo, nos impedirá ver nuestra verdadera identidad. Ser un cuerpo es una ilusión de lo que somos. Nuestro verdadero Ser es Espiritual y es eterno. Esa visión, nos liberará de la muerte, y comprenderemos que la muerte es un falso pensamiento. 

martes, 2 de julio de 2024

Capítulo 12. VII. Introspección (1ª parte).

 VII. Introspección (1ª parte). 

1. Los milagros demuestran que el aprendizaje ha tenido lugar bajo la debida dirección, pues el aprendizaje es invisible y lo que se ha aprendido sólo se puede reconocer por sus resultados. 2Su generalización se demuestra a medida que lo pones en práctica en más y más situaciones. 3Reconocerás que has aprendido que no hay grados de dificultad en los milagros cuando los apliques a todas las situaciones. 4No hay situación a la que los milagros no sean aplicables, y al aplicarlos a todas las situaciones el mundo real será tuyo. 5En esta santa percepción te volverás íntegro, y por tu propia aceptación de la Expiación, ésta irradiará hacia todos aquellos que el Espíritu Santo te envíe para que les des tu bendi­ción. 6La bendición de Dios mora en todos Sus Hijos, y en tu bendición de ellos radica la bendición que Dios te da a ti. 

El Curso nos revela que, “la experiencia ciertamente enseña” (T-11.VI.3:5). En este punto, se nos enseña que obrar milagros demuestra que hemos elegido aprender con el Maestro adecuado, que hemos puesto nuestra voluntad al servicio del Espíritu Santo. Añade este punto, que los milagros se reconocen por sus resultados, o lo que es lo mismo, por la experiencia de amor que vivimos al percibir correctamente el mundo real.

La experiencia del milagro tan solo es posible cuando albergamos pensamientos milagrosos, con ello estamos afirmando, que no veríamos el desenlace correcto del milagro, sino no tuviésemos pensamientos milagrosos. 

2. Cada uno debe desempeñar el papel que le corresponde en la redención del mundo para poder reconocer que el mundo ha sido redimido. 2No puedes ver lo invisible. 3Mas si ves sus efec­tos sabes que tiene que estar ahí. 4Al percibir sus obras, reconoces su existencia. 5por lo que hace, te das cuenta de lo que es. 6Tú no puedes ver tus propios puntos fuertes, pero puedes tener cada vez mayor confianza en su existencia medida que te capacitan para actuar. 7Y los resultados de tus acciones tú los puedes ver. 

El mundo que hacemos real, que percibimos, responde a la proyección de nuestros pensamientos. Es la mente la causa de todo efecto. Es la mente la que crea o fabrica, dependiendo si sirve al amor o al miedo, a la Plenitud o la carencia.

Cuando percibimos nuestras obras, reconocemos su verdadera existencia, la cual se encuentra en nuestra mente, invisible a nuestros ojos físicos. Así pues, podemos decir: “por nuestras obras, nos conoceremos”. 

3. El Espíritu Santo es invisible, pero puedes ver los resultados de Su Presencia, y por ellos te darás cuenta de que Él está ahí. 2Es claro que lo que Él te capacita para hacer no es de este mundo, pues los milagros violan todas las leyes de la realidad tal como este mundo la juzga. 3Las leyes del tiempo y del espacio, del volumen y de la masa son transcendidas, pues lo que el Espíritu Santo te capacita para hacer está claramente más allá de todas ellas. 4Al percibir Sus resultados, comprenderás dónde debe estar Él, y sabrás por fin lo que Él es. 

El Espíritu Santo, nuestra Mente Recta, nuestra Mente Una, es invisible porque se manifiesta en el nivel donde no existe la percepción. Pero podemos ver los resultados de Su Presencia, cuando nuestra percepción errónea, basada en la creencia en la separación, de lugar, a una nueva visión, a la percepción verdadera, basada en la creencia en la unicidad. 

4. No puedes ver al Espíritu Santo, pero puedes ver Sus manifestaciones. 2Y a menos que las veas no te darás cuenta de que Él está ahí. 3Los milagros son Sus testigos, y hablan de Su Presencia: 4Lo que tú no puedes ver, únicamente cobra realidad para ti a través de los testigos que hablan en su favor. 5Puedes cobrar con­ciencia de lo que no ves, y Ello puede volverse increíblemente real para ti a medida que Su Presencia se ponga de manifiesto a través de ti. 6Lleva a cabo la labor del Espíritu Santo, pues com­partes Su función. 7De la misma manera en que tu función en el Cielo es crear, aquí en la tierra es curar. 8Dios comparte tu función contigo en el Cielo, y el Espíritu Santo comparte la Suya contigo en la tierra. 9Mientras sigas creyendo que tienes otras funciones, seguirás teniendo necesidad de corrección, 10pues dicha creencia es la destrucción de la paz, objetivo éste que está en directa oposición al propósito del Espíritu Santo. 

Lo que es invisible, lo que se encuentra en los niveles donde no existe la percepción, es posible tomar consciencia de su presencia cuando vemos los efectos de sus manifestaciones.  Los pensamientos milagrosos darán lugar a la experiencia de los milagros. Los milagros, como bien expresa este punto, son los testigos que nos aporta la certeza de que estamos sirviendo a la Mente Recta y Una, al Espíritu Santo.

Por otro lado, este punto nos confirma que nuestra función en la tierra es curar, esto es, amar y perdonar. 

5. Ves lo que esperas ver y esperas ver aquello que invitas. 2Tu percepción es el resultado de tu invitación, y llega a ti tal como la pediste. 3¿De quién son las manifestaciones que quieres ver? 4¿De qué presencia quieres convencerte? 5Pues creerás en aquello que manifiestes, y tal como contemples lo que está afuera, así mismo verás lo que está adentro. 6En tu mente hay dos maneras de con­templar al mundo, y tu percepción reflejará el asesoramiento que hayas elegido.  

Si aplicáramos la enseñanza que recoge este punto a nuestras vidas, despertaríamos del sueño de terror que estamos experimentando en el mundo que percibimos y que creemos erróneamente que es real. Lo percibido no es fruto de la casualidad, sino de la causalidad, y, con ello estamos afirmando, lo que el Curso nos enseña, nuestra percepción es el resultado de los pensamientos que albergamos en nuestra mente.

¿Cómo contemplamos al mundo? ¿Desde el miedo o desde el amor? Si no sabes la respuesta, si no la ves, busca a los testigos que te hablarán del señor al que sirves. Si esos testigos te aportan paz, ten por seguro, que tus pensamientos serán de paz, lo que significa que estás al servicio del Espíritu Santo. En cambio, si esos testigos te aportan dolor y sufrimiento, ten por seguro que te has atacado con pensamientos que te causan dolor y sufrimiento, lo que significa que estás al servicio del ego. 

6. Yo soy la manifestación del Espíritu Santo y cuando me veas, será porque lo has invitado a Él. 2Pues Él te enviará Sus testigos sólo con que desees verlos. 3Nunca te olvides de que siempre ves lo que buscas, pues lo que buscas lo encontrarás. 4El ego encuen­tra lo que busca y nada más. 5No encuentra amor porque no es eso lo que busca. 6Mas buscar es lo mismo que encontrar y si vas en pos de dos objetivos opuestos los encontrarás, pero no podrás reconocer ninguno de ellos. 7Creerás que los dos son lo mismo porque deseas alcanzar los dos. 8La mente siempre busca su propia integración, mas si está dividida y quiere conservar la divi­sión, seguirá creyendo que sólo tiene un objetivo haciendo que parezca uno solo. 

Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios, nos dice en este punto que es la manifestación del Espíritu Santo, con ello nos está revelando que el Amor-Jesús-Cristo es la manifestación de la Mente Recta y Una. Añade que cuando lo veamos, es la evidencia de que hemos invitado a nuestra mente pensamientos milagrosos, pensamientos de amor.

No podemos olvidar, que nuestra mente servirá a nuestros deseos, llevándonos a buscar a aquello a lo que queremos servir.

Si buscamos inspirados por el deseo de ser diferentes a Dios, estaremos sirviendo al ego, el cual convocará a los testigos que testimoniarán a favor de su identidad.

Si nuestra búsqueda está inspirada por el Amor, estaremos sirviendo a Jesús-Cristo, el cual convocará a los testigos que testimoniarán a favor de su identidad. 

7. Dije anteriormente que lo que proyectas o extiendes depende de ti, pero tienes que hacer una u otra cosa, ya que ello es una ley de la mente, y antes de mirar afuera tienes que mirar adentro. 2Al mirar adentro eliges al guía cuya visión deseas compartir. 3Y luego miras afuera y contemplas sus testigos. 4Por eso es por lo que siempre encuentras lo que buscas. 5Lo que desees para ti es lo que manifestarás, y lo aceptarás del mundo porque al desearlo lo ubicaste en él. 6Cuando crees que estás proyectando lo que no deseas, es porque todavía lo deseas. 7Esto conduce directamente a la disociación, puesto que representa la aceptación de dos objeti­vos, cada uno de los cuales se percibe en un lugar diferente y separado del otro porque hiciste que fueran diferentes. 8La mente ve entonces un mundo dividido fuera de sí misma, pero no den­tro de ella. 9Esto le da una ilusión de integridad y le permite creer que está yendo en pos de un solo objetivo. 10Sin embargo, mien­tras sigas percibiendo un mundo dividido, no habrás sanado. 11Pues haber sanado es ir en pos de un solo objetivo, al haber aceptado uno solo y no desear más que uno solo. 

Este punto es pura alquimia y, con ello, lo que estoy interpretando, es que las afirmaciones que se recogen nos revelan, de forma evidente, los hechos que percibimos en el uso voluntario de la mente.

Podemos, sirviendo a nuestra ignorancia, argumentar cierta resistencia a creer en dichas afirmaciones, y cuestionar, que no nos podemos creer los causantes de nuestras desgracias. ¿Cómo voy a creer que he sido yo el que ha originado el dolor y el sufrimiento que padezco? El Curso es claro al respecto: “cuando creemos que estamos proyectado lo que no deseamos, es porque todavía lo deseamos”. Esto es así, porque estamos aceptando dos objetivos, es decir, nos nuestra mente se disocia, dando lugar a la percepción de la división: lo de dentro y lo de afuera; la causa y el efecto. No nos damos cuenta de que ambos son lo mismo, o lo que es lo mismo, tan solo hay un objetivo. 

Capítulo 12. VI. La visión de Cristo (2ª parte).

 VI. La visión de Cristo (2ª parte). 


5. El Espíritu Santo mantiene a salvo la visión de Cristo para cada Hijo de Dios que duerme. 6En Su visión el Hijo de Dios es per­fecto y Él anhela compartir Su visión contigo. 7El Espíritu Santo te mostrará el mundo real porque Dios te dio el Cielo. 8A través del Espíritu Santo, tu Padre exhorta a Su Hijo recordar. 9El des­pertar de Su Hijo da comienzo cuando él empieza a invertir en el mundo real, lo cual le permite aprender a re-invertir en sí mismo. 10Pues la realidad es una con el Padre y con el Hijo, y el Espíritu Santo bendice el mundo real en Nombre de los Dos. 

La visión de Cristo, es la visión del Amor, la fuerza con la que El Padre nos has creado. 

6. Cuando hayas visto el mundo real -como sin duda lo verás- ­te acordarás de nosotros. 2Mas tienes que aprender el costo que supone estar dormido, y negarte a pagarlo. 3Sólo entonces decidirás despertar. 4Y entonces el mundo real aparecerá ante tu vista, pues Cristo nunca ha estado dormido. 5Cristo está esperando a que lo veas, pues Él nunca te ha perdido de vista. 6Él contempla serenamente el mundo real, que desea compartir contigo porque sabe que Su Padre lo ama. 7sabiendo esto, desea darte lo que es tuyo. 8Él te aguarda en el altar del Padre en perfecta paz, ofre­ciéndote el Amor del Padre en la serena luz de la bendición del Espíritu Santo. 9Pues el Espíritu Santo conducirá a todo el mundo a su hogar y a su Padre, donde Cristo les espera como Su Ser. 

La visión de Cristo, abrirá nuestros ojos y despertará nuestra consciencia al mundo real. Ese despertar, nos unirá a nuestros hermanos con los que formamos la Filiación, y juntos, caminaremos hasta por la senda que nos conduce a la salvación, llevándonos hasta las puertas del Cielo, donde se encuentra nuestro verdadero Hogar. 

7. Cada Hijo de Dios es uno en Cristo porque su ser está en Cristo, al igual como el de Cristo está en Dios. 2El Amor de Cristo por ti es Su Amor por Su Padre, que Él conoce porque conoce el Amor de Su Padre por Él. 3Cuando el Espíritu Santo te haya conducido finalmente hasta Cristo en el altar de Su Padre, la percepción se fundirá con el conocimiento porque se habrá vuelto tan santa que su transferencia a la santidad será sencillamente su extensión natural. 4El Amor se transfiere al amor sin ninguna interferencia, pues ambos son uno. 5A medida que percibas más y más elemen­tos comunes en todas las situaciones, la transferencia del entrena­miento bajo la dirección del Espíritu Santo aumentará y se generalizará. 6Aprenderás gradualmente a aplicarlo a todo el mundo y a todas las cosas, pues su aplicabilidad es universal. 7Una vez que esto se logra, la percepción y el conocimiento se vuelven tan similares que comparten la unificación de las leyes de Dios.

Hemos dicho, en el punto anterior, que la visión de Cristo abrirá nuestros ojos y despertará nuestra consciencia al mundo real. Esa nueva percepción, esto es, la percepción verdadera, nos lleva hasta las puertas del conocimiento, hasta las puertas del Cielo. Cuando esto ocurre, el Espíritu Santo, nos inspirará sueños felices para que, con plena consciencia de que somos los soñadores del sueño, podamos expandir el amor y experimentemos los beneficios de la creación. 

8. Lo que es uno no puede ser percibido como separado, y negar la separación es restaurar el conocimiento. 2En el altar de Dios, la santa percepción de Su Hijo se vuelve tan iluminada que la luz entra a raudales en ella y el espíritu del Hijo de Dios refulge en la Mente del Padre y se vuelve uno con ella. 3Con gran ternura Dios refulge sobre Sí Mismo, y ama la extensión de Sí Mismo que es Su Hijo. 4El mundo deja de tener propósito a medida que se funde con el Propósito de Dios. 5Pues el mundo real ha desaparecido sigilosamente en el Cielo, donde todo lo que es eterno ha existido siempre. 6Allí Redentor y redimido se unen en su perfecto amor por Dios y en el amor perfecto que se profesan el uno al otro. 7El Cielo es tu hogar, y al estar en Dios tiene también que estar en ti. 

¡Feliz retorno a nuestro hogar, hermano! ¡Feliz reencuentro con nuestro Hacedor! ¡Feliz despertar! 

lunes, 1 de julio de 2024

Capítulo 12. VI. La visión de Cristo (1ª parte).

VI. La visión de Cristo (1ª parte). 

1. El ego está tratando de enseñarte cómo ganar el mundo y per­der tu alma. 2El Espíritu Santo te enseña que no puedes perder tu alma y que no hay nada que ganar en el mundo, pues, de por sí, no da nada. 3Invertir sin recibir beneficios es sin duda una manera segura de empobrecerte, y los gastos generales son muy altos. 4No sólo no recibes ningún beneficio de la inversión, sino que el costo es enorme. 5Pues esta inversión te cuesta la realidad del mundo al negar la tuya, y no te da nada a cambio. 6No puedes vender tu alma, pero puedes vender tu conciencia de ella. 7No puedes perci­bir tu alma, y no la podrás conocer mientras percibas cualquier otra cosa como más valiosa. 

El ego es un inversor y un negociador nato. Desde que toma conciencia del mundo, aprende con rapidez, que hay que invertir para conseguir dividendos que le aseguren su felicidad. De esta forma, dedica su tiempo en especular la mejor manera para conseguir el máximo beneficio al menor coste posible. Su esfuerzo es inefable, pues lo que invierte nunca le aporta el rendimiento esperado, y, cuando esto ocurre, se ve forzado a emplear estrategias, todas ellas basadas en el miedo, que le lleva a atacar, a engañar, a engatusar, con el único propósito de obtener las mayores ganancias posibles. Pero su búsqueda le llevará a la frustración, pues el mundo que ha fabricado, en el que considera su reino, es efímero, es temporal y está llamado a desaparecer.

Elegir, invertir en el mundo del ego, es agotador y ruinoso. Dar desde la escasez, nos lleva al encuentro con el sufrimiento. 

2. El Espíritu Santo es tu fortaleza porque sólo te conoce como espíritu. 2Él es perfectamente consciente de que no te conoces a ti mismo y perfectamente consciente de cómo enseñarte a recordar lo que eres. 3Puesto que te ama, te enseñará gustosamente lo que Él ama, pues Su voluntad es compartirlo. 4Dado que se acuerda de ti continuamente, no puede dejar que te olvides de tu valía. 5Pues el Padre jamás cesa de mantener vivo en Él el recuerdo de Su Hijo, y el Espíritu Santo jamás cesa de mantener vivo en el Hijo el recuerdo de su Pare. 6Dios está en tu memoria por causa de Él. 7Tú decidiste olvidar a tu Padre, pero eso no es realmente lo que quieres hacer, y, por lo tanto, puedes decidir de otra manera. 8Y tal como yo decidí de otra manera, tú también puedes hacerlo. 

El ego piensa que el amor es debilidad y que el ataque es fortaleza. Ese sistema de pensamiento, le lleva a invertir en todo momento en empresas que el único beneficio que le otorgará, será el conflicto.

El Espíritu Santo es nuestra fortaleza porque conoce lo que somos. Su Mente Una nos inspira el amor que es la fuerza natural de nuestra condición espiritual, como Hijos de Dios. 

3. Tú no deseas el mundo. 2Lo único de valor en él son aquellos aspectos que contemplas con amor. 3Eso le confiere la única reali­dad que jamás tendrá. 4Su valía no reside en sí mismo, pero la tuya se encuentra en ti. 5De la misma forma en que tu propia estima procede de extenderte a ti mismo, de igual modo la percepción de tu propia estima procede de extender pensamientos amorosos hacia el exterior. 6Haz que el mundo real sea real para ti, pues el mundo real es el regalo del Espíritu Santo, por lo tanto, te pertenece. 

Nuestra mente, tiene el poder de crear o de fabricar. Cuando ama, crea, y cuando tiene miedo, fabrica. Cuando ama, está creando un mundo real; cuando tiene miedo, está fabricando un mundo falso e irreal. 

4. La corrección es para todos aquellos que no pueden ver. 2La misión del Espíritu Santo es abrirles los ojos a los ciegos, pues Él sabe que no han perdido su visión, sino que simplemente duer­men. 3Él los despertará del sueño del olvido y los llevará al recuerdo de Dios. 4Los ojos de Cristo están abiertos, y Él contemplará con amor todo lo que veas si aceptas Su visión como tuya. 

La mente que fabrica el mundo irreal, es la mente que ve desde el miedo. Esa mente, ha elegido mantenerse ciega a la verdad, a la realidad, por lo tanto, es incapaz de percibir correctamente el mundo que percibe, pues está dormida y soñando pesadillas, sin saber, que es el soñador del sueño.

El Espíritu Santo mantiene vivo el recuerdo de Dios en la mente y Su Voz, nos guiará para que recordemos lo que somos, el Hijo de Dios. A través de la Expiación, nuestra mente despertará del sueño y recordará su fortaleza, la que reside en el amor. 

5. El Espíritu Santo mantiene a salvo la visión de Cristo para cada Hijo de Dios que duerme. 6En Su visión el Hijo de Dios es per­fecto y Él anhela compartir Su visión contigo. 7El Espíritu Santo te mostrará el mundo real porque Dios te dio el Cielo. 8A través del Espíritu Santo, tu Padre exhorta a Su Hijo recordar. 9El des­pertar de Su Hijo da comienzo cuando él empieza a invertir en el mundo real, lo cual le permite aprender a re-invertir en sí mismo. 10Pues la realidad es una con el Padre y con el Hijo, y el Espíritu Santo bendice el mundo real en Nombre de los Dos. 

La visión de Cristo, es la visión del Amor, la fuerza con la que El Padre nos has creado. 

6. Cuando hayas visto el mundo real -como sin duda lo verás- ­te acordarás de nosotros. 2Mas tienes que aprender el costo que supone estar dormido, y negarte a pagarlo. 3Sólo entonces decidirás despertar. 4Y entonces el mundo real aparecerá ante tu vista, pues Cristo nunca ha estado dormido. 5Cristo está esperando a que lo veas, pues Él nunca te ha perdido de vista. 6Él contempla serenamente el mundo real, que desea compartir contigo porque sabe que Su Padre lo ama. 7sabiendo esto, desea darte lo que es tuyo. 8Él te aguarda en el altar del Padre en perfecta paz, ofre­ciéndote el Amor del Padre en la serena luz de la bendición del Espíritu Santo. 9Pues el Espíritu Santo conducirá a todo el mundo a su hogar y a su Padre, donde Cristo les espera como Su Ser. 

La visión de Cristo, abrirá nuestros ojos y despertará nuestra consciencia al mundo real. Ese despertar, nos unirá a nuestros hermanos con los que formamos la Filiación, y juntos, caminaremos hasta por la senda que nos conduce a la salvación, llevándonos hasta las puertas del Cielo, donde se encuentra nuestro verdadero Hogar. 

7. Cada Hijo de Dios es uno en Cristo porque su ser está en Cristo, al igual como el de Cristo está en Dios. 2El Amor de Cristo por ti es Su Amor por Su Padre, que Él conoce porque conoce el Amor de Su Padre por Él. 3Cuando el Espíritu Santo te haya conducido finalmente hasta Cristo en el altar de Su Padre, la percepción se fundirá con el conocimiento porque se habrá vuelto tan santa que su transferencia a la santidad será sencillamente su extensión natural. 4El Amor se transfiere al amor sin ninguna interferencia, pues ambos son uno. 5A medida que percibas más y más elemen­tos comunes en todas las situaciones, la transferencia del entrena­miento bajo la dirección del Espíritu Santo aumentará y se generalizará. 6Aprenderás gradualmente a aplicarlo a todo el mundo y a todas las cosas, pues su aplicabilidad es universal. 7Una vez que esto se logra, la percepción y el conocimiento se vuelven tan similares que comparten la unificación de las leyes de Dios.

Hemos dicho, en el punto anterior, que la visión de Cristo abrirá nuestros ojos y despertará nuestra consciencia al mundo real. Esa nueva percepción, esto es, la percepción verdadera, nos lleva hasta las puertas del conocimiento, hasta las puertas del Cielo. Cuando esto ocurre, el Espíritu Santo, nos inspirará sueños felices para que, con plena consciencia de que somos los soñadores del sueño, podamos expandir el amor y experimentemos los beneficios de la creación. 

8. Lo que es uno no puede ser percibido como separado, y negar la separación es restaurar el conocimiento. 2En el altar de Dios, la santa percepción de Su Hijo se vuelve tan iluminada que la luz entra a raudales en ella y el espíritu del Hijo de Dios refulge en la Mente del Padre y se vuelve uno con ella. 3Con gran ternura Dios refulge sobre Sí Mismo, y ama la extensión de Sí Mismo que es Su Hijo. 4El mundo deja de tener propósito a medida que se funde con el Propósito de Dios. 5Pues el mundo real ha desaparecido sigilosamente en el Cielo, donde todo lo que es eterno ha existido siempre. 6Allí Redentor y redimido se unen en su perfecto amor por Dios y en el amor perfecto que se profesan el uno al otro. 7El Cielo es tu hogar, y al estar en Dios tiene también que estar en ti. 

¡Feliz retorno a nuestro hogar, hermano! ¡Feliz reencuentro con nuestro Hacedor! ¡Feliz despertar!