sábado, 6 de julio de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 188

LECCIÓN 188

La paz de Dios refulge en mí ahora.

1. ¿Por qué esperar al Cielo? Los que buscan la luz están simple­mente cubriéndose los ojos. 3La luz ya está en ellos. 4La ilumina­ción es simplemente un reconocimiento, no un cambio. 5La luz es algo ajeno al mundo, y tú en quien mora la luz eres asimismo un extraño aquí. 6La luz vino contigo desde tu hogar natal, y permaneció contigo, pues es tuya. 7Es lo único que trajiste contigo de Aquel que es tu Fuente. 8Refulge en ti porque ilumina tu hogar, y te conduce de vuelta al lugar de donde vino y donde finalmente estás en tu hogar.

2. Esta luz no se puede perder. 2¿Por qué esperar a encontrarla en el futuro, o creer que se ha perdido o que nunca existió? 3Es tan fácil contemplarla que los argumentos que demuestran que no puede existir se vuelven irrisorios. 4¿Quién podría negar la pre­sencia de lo que contempla en sí mismo? 5No es difícil mirar en nuestro interior, pues ahí nace toda visión. 6Lo que se ve, ya sea en sueños o procedente de una Fuente más verdadera, no es más que una sombra de lo que se ve a través de la visión interna. 7Ahí comienza la percepción y ahí termina. 8No tiene otra fuente que ésta.

3. La paz de Dios refulge en ti ahora, y desde tu corazón se extiende por todo el mundo. 2Se detiene a acariciar cada cosa viviente, y le deja una bendición que ha de perdurar para siempre. 3Lo que da no puede sino ser eterno. 4EIimina todo pensamiento de lo efímero y de lo que carece de valor. 5Renueva todos los cora­zones fatigados e ilumina todo lo que ve según pasa de largo. Todos sus dones se le dan a todo el mundo, y todo el mundo se une para darte las gracias a ti que das y a ti que has recibido.

4. El resplandor de tu mente le recuerda al mundo lo que ha olvi­dado, y éste a su vez, restituye esa memoria en ti. 2Desde ti la salvación irradia dones inconmensurables, que se dan y se devuelven. 3A ti que das el regalo, Dios Mismo te da las gracias. 4Y la luz que refulge en ti se vuelve aún más brillante con Su bendi­ción, sumándose así a los regalos que tienes para ofrecérselos al mundo.

5. La paz de Dios jamás se puede contener. 2El que la reconoce dentro de sí tiene que darla. 3los medios a través de los que puede hacerlo residen en su entendimiento. 4Puede perdonar por­que reconoció la verdad en él. 5La paz de Dios refulge en ti ahora, así como en toda cosa viviente. 6En la quietud la paz de Dios se reconoce universalmente. 7Pues lo que tu visión interna contem­pla es tu percepción del universo.

6. Siéntate en silencio y cierra los ojos. 2La luz en tu interior es suficiente. 3Sólo ella puede concederte el don de la visión. 4Ciérrate al mundo exterior, y dale alas a tus pensamientos para que lleguen hasta la paz que yace dentro de ti. 5Ellos conocen el camino. 6Pues los pensamientos honestos, que no están mancillados por el sueño de cosas mundanas externas a ti, se convierten en los santos mensajeros de Dios Mismo.

7. Éstos son los pensamientos que piensas con Él. 2Ellos recono­cen su hogar 3y apuntan con absoluta certeza hacia su Fuente, donde Dios el Padre y el Hijo son uno. 4La paz de Dios refulge sobre ellos, pero ellos no pueden sino permanecer contigo tam­bién, pues nacieron en tu mente, tal como tu mente nació en la de Dios. 5Te conducen de regreso a la paz, desde donde vinieron con el sólo propósito de recordarte cómo regresar.

8. Ellos acatan la Voz de tu Padre cuando tú te niegas a escuchar. 2te instan dulcemente a que aceptes Su Palabra acerca de lo que eres en lugar de fantasías y sombras. 3Te recuerdan que eres el co-creador de todas las cosas que viven. 4Así como la paz de Dios refulge en ti, refulge también en ellas.

9. El propósito de nuestras prácticas de hoy es acercarnos a la luz que mora en nosotros. 2Tomamos rienda de nuestros pensamien­tos errantes y dulcemente los conducimos de regreso allí donde pueden armonizarse con los pensamientos que compartimos con Dios. 3No vamos a permitir que sigan descarriados. 4Dejaremos que la luz que mora en nuestras mentes los guíe de regreso a su hogar. 5Los hemos traicionado al haberles ordenado que se apar­tasen de nosotros. 6Pero ahora les pedimos que regresen y los purificamos de cualquier anhelo extraño o deseo confuso. 7Y así, les restituimos la santidad que es su herencia.

10. De esta forma, nuestras mentes quedan restauradas junto con ellos, y reconocemos que la paz de Dios refulge todavía en no­sotros, y que se extiende desde nosotros hasta todas las cosas vivientes que comparten nuestra vida. 2Las perdonamos a todas, y absolvemos al mundo entero de lo que pensábamos que nos había hecho. 3Pues somos nosotros quienes construimos el mundo como queremos que sea. 4Ahora elegimos que sea inocente, libre de pecado y receptivo a la salvación. 5sobre él vertemos nuestra bendición salvadora, según decimos:

6La paz de Dios refulge en mí ahora. 7Que todas las cosas refuljan sobre mí en esa paz, y que yo las bendiga con la luz que mora en mí.


¿Qué me enseña esta lección?

El Hijo de Dios, es Hijo de la Luz, pues su procedencia es una Emanación del Principio Ígneo del Padre, el Principio Inteligible que ha de permitirnos Ser Uno con nuestro Creador y con el resto de Su Creación.

Sí, la Luz se convierte en el lazo que nos mantiene Unido a nuestro Hacedor. Esa Luz, es nuestra Verdadera Esencia, Eterna y Perfecta.

La proyección de la mente en el Plano de Manifestación Física, propició la identificación con el mundo de donde emana la percepción como principal vía de aprendizaje. La percepción tuvo lugar gracias a la capacidad desarrollada de los sentidos: la vista, el tacto, el gusto, el olfato y el oído. La realidad procedente por la vía sensorial llevó a la mente a servir a la creencia adquirida de la separación.

La Luz de la que Somos Verdaderamente portadores quedó relegada a un segundo plano. La visión de un mundo separado y desigual, propició la errónea creencia de que el cuerpo era nuestra única identidad. La Verdad pasó a un nivel oculto e interno.

Pero esa Luz, nuestra única y verdadera identidad, nos guía desde nuestro interior. Su Voz se hace oír cuando conseguimos apaciguar nuestra mente y acallar nuestros instintos.

Hacer que su Voz sea la única voz por la que dirigimos nuestras vidas, es el propósito que nos llevará a encontrar la Salvación, la Inocencia.


Ejemplo-Guía: "Cuando Amamos, estamos eligiendo desde la Luz; cuando odiamos, estamos eligiendo desde la oscuridad"

Se hace inevitable conocer cuál es el significado de la Luz, si queremos comprender la enseñanza que nos aporta esta Lección.

La Traducción convencional de la Biblia, en el Libro del Génesis, concretamente en la descripción del Trabajo del Primer Día de la Creación, nos revela lo siguiente
“Al principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra estaba confusa y vacía y las tinieblas cubrían la faz del abismo, pero el espíritu de Dios se cernía sobre la superficie de las aguas. Dijo Dios: “Haya luz” y hubo luz. Y vio Dios que era buena y la separó de las tinieblas; y a la Luz llamó día y a las tinieblas noche, y hubo tarde y mañana, día primero”.
No voy a entrar en excesivos detalles de la interpretación de dichos "trabajos", pues no es este el propósito que nos anima, pero si me gustaría hacer referencia a la palabra hebrea que se emplea para describir el término "luz". Dicha palabra es "Aur", que significa "Fuego" y "Luz" y cuya traducción es el "Principio de Entendimiento".

La capacidad de entender, es propia de la Mente y no es casual que este Principio aparezca relacionado en el Primer Día de la Creación. Podemos decir, que somos una emanación de la Mente de nuestro Creador, o lo que es lo mismo, podemos decir, que somos una emanación de la Luz de nuestro Creador.

Ese Principio arroja otro significado que es interesante mencionar. El acto volitivo que se describe en la descripción de los Trabajos realizado por el Creador en el Primer Día de la Creación, lleva implícito el despliegue del Principio más elevado con el que Dios nos ha dotado, el Principio de la Voluntad. Este Principio se traduce con el don del Libre Albedrío, y si nos damos cuenta está en sintonía con la Luz y con la Mente, es decir, es desde la Mente, desde el uso que demos a nuestra Voluntad, a nuestra Luz, que nos convertiremos en Creadores o fabricadores. Si nuestra Voluntad sirve a la Luz, estaremos creando; si sirve a las tinieblas, estaremos fabricando.

La Luz, el Principio del Entendimiento, nos permitirá encontrar el hilo conductor que ha de llevarnos hasta nuestro Hogar. Hablar de Luz y de Unidad es lo mismo, por lo que diremos que una de las señales que ha de indicarnos si estamos sirviendo a la Luz, nos la aportará el alcance de nuestra Voluntad, de nuestra visión: unidad o separación.

La oscuridad es ausencia de Luz, ausencia de entendimiento. Cuando entendemos, estamos en condición de comprender lo que somos. Estamos en condición de ver la realidad y de negar la ilusión.
Compartir la Luz que refulge en nuestro interior, por ser el Principio del Ser Espiritual, es compartir el entendimiento que ha de permitirnos no dar significado al mundo de la ilusión, al mundo perecedero de la materia.

Existen en la actualidad avances científicos que vienen a confirmar el proceso que estamos describiendo, con el ánimo de comprender (arrojar luz) la dinámica creadora narrada en los textos sagrados.

Uno de estos estudios científicos es el aportado por el investigador alemán Fritz Albert Popp, profesor de Física en la Universidad de Marburgo (República Federal de Alemania), acaba de arrojar una nueva luz sobre un tema que apasiona tanto a médicos como a biólogos y físicos: la emisión de radiación luminosa por parte de las células animales y vegetales. El doctor Popp ha constatado recientemente la existencia de este proceso natural de los seres vivos, calificada de hipótesis hasta ahora, y ha puesto de manifiesto la gran importancia que ello supone para el tratamiento de numerosas enfermedades; entre ellas, el cáncer.

Según sus conclusiones, las células sanas no emiten ondas luminosas de forma caótica, sino rítmica y coherentemente (entendiendo por coherencia un parámetro indicador de la validez del intercambio de información en una comunicación), característica de los rayos láser. Ello supone un nuevo punto de vista para el concepto de enfermedad, puesto que las células sanas han demostrado ser excelentes acumuladores de fotones y poseen mayor capacidad para conservar su energía que cualquier otro acumulador técnicamente realizable. 

Su punto de vista, viene a indicarnos que cuanto mas evolucionado, más sano (estado de coherencia), menos luz irradia exteriormente y más luz concentra; cuanto menos evolución, enfermedad (falta de coherencia), más luz irradia exteriormente.

Reflexión: ¿Dónde buscas la paz de Dios?

viernes, 5 de julio de 2024

Capítulo 12. VIII. La atracción del amor por el amor (2ª parte).

 VIII. La atracción del amor por el amor (2ª parte).  

5. No tienes, sino que pedir este recuerdo, y te vendrá a la memoria. 2Mas el recuerdo de Dios no puede aflorar en una mente que lo ha borrado y que quiere que continúe así. 3Pues dicho recuerdo sólo puede alborear en una mente que haya elegido recordar y que haya renunciado al demente deseo de querer controlar la rea­lidad. 4Tú, que ni siquiera puedes controlarte a ti mismo, no deberías aspirar a controlar el universo. 5Contempla mas bien lo que has hecho de él y regocíjate de que no sea verdad. 

¡Padre!, hoy quiero recordar lo que realmente soy. Entrego mi mente al Espíritu Santo, para que se haga en ella, la Expiación. De este modo, mi mente será bendecida con la Santa Visión de la Unidad. 

6. ¡Hijo de Dios, no te conformes con lo que no es nada! 2Lo que no es real no es visible ni tiene valor. 3Dios no pudo haberle ofre­cido a Su Hijo lo que no tiene valor, ni Su Hijo habría podido recibirlo. 4Fuiste redimido en el mismo instante en que pensaste que habías abandonado a tu Padre. 5Nada de lo que has forjado ha existido jamás, y es invisible porque el Espíritu Santo no lo ve. 6Pero lo que Él ve es tuyo para que lo contemples, y a través de Su visión tu percepción sanará. 7Has hecho invisible la única ver­dad que este mundo encierra. 8Al valorar lo que no es nada, has buscado lo que no es nada. 9Al conferirle realidad a lo que no es nada, lo has visto. 10Pero no está ahí. 11Cristo es invisible a causa de lo que has hecho que sea visible para ti. 

Si en nuestra mente hemos elegido negar a Dios, también hemos negado a Su Creación, a Su Hijo, lo que significa que nos hemos negado a nosotros mismos. Hemos negado nuestra verdadera realidad y la hemos sustituido por una falsa realidad.

Lo que el ego ha hecho invisible a los ojos físicos, es la proyección de sus falsas creencias. La Unidad no la percibe, porque cree en la separación. El Amor no es visible, porque le tiene miedo. 

7. No importa cuánta distancia hayas tratado de interponer entre tu conciencia y la verdad, 2al Hijo de Dios se le puede ver porque su visión es algo que se comparte. 3El Espíritu Santo contempla al Hijo de Dios en ti y no ve nada más. 4Lo que es invisible para ti, es perfecto en Su visión y lo abarca todo. 5Él se ha acordado de ti porque no se ha olvidado del Padre. 6Tú contemplaste lo que no era real y hallaste desesperación. 7Mas ¿qué otra cosa podías haber encontrado al ir en pos de lo irreal? 8El mundo irreal es desesperante, pues nunca podrá ser real. 9Y tú que compartes el Ser de Dios con Él, nunca podrás sentirte satisfecho sin la reali­dad. 10Lo que Dios no te dio no tiene poder sobre ti, y la atracción del amor por el amor sigue siendo irresistible. 11La función del amor es unir todas las cosas en sí mismo, y mantenerlas unidas extendiendo su plenitud. 

El sello que identifica el mundo percibido por el ego, se llama sufrimiento. Su experiencia nos lleva a desear un mundo distinto, donde la felicidad sustituya al dolor.

Pero ese cambio de percepción no se producirá, salvo que decidamos ver las cosas de otra manera y pongamos nuestros pensamientos al servicio de la Verdad, al servicio del Espíritu Santo, la Mente Recta.

Cambiemos el miedo por el Amor, y, la percepción del mundo falso, cambiará por la percepción del mundo real. 

8. Dios te dio el mundo real en amoroso intercambio por el mundo que tú construiste y que ves. 2Recíbelo simplemente de la mano de Cristo y contémplalo. 3Su realidad hará que todo lo demás sea invisible, pues contemplarlo es una percepción total. 4Y al contemplarlo recordarás que siempre fue así. 5Lo que no es nada se hará invisible, pues por fin habrás visto verdaderamente. 6Una percepción redimida se convierte fácilmente en conocimiento, pues sólo la percepción puede equivocarse y la percepción nunca existió. 7Al ser corregida da paso al conocimiento, que es la única realidad eternamente. 8La Expiación no es sino el camino de regreso a la que nunca se había perdido. 9El Padre nunca pudo haber dejado de amar a Su Hijo. 

Amar, es recordar lo que somos: El Hijo de Dios.

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 187

LECCIÓN 187

Bendigo al mundo porque me bendigo a mí mismo.

1. Nadie puede dar lo que no tiene. 2De hecho, dar es la prueba de que se tiene. 3Hemos hecho mención de esto anteriormente. 4Mas no es eso lo que hace que sea difícil de creer. 5Nadie duda de que primero se debe poseer lo que se quiere dar. 6Es en la segunda parte de la afirmación donde el mundo y la percepción verdadera difieren. 7Si has tenido y has dado, el mundo afirma que has perdido lo que poseías. 8La verdad mantiene que dar incrementa lo que posees.

2. ¿Cómo va a ser posible esto? 2Pues es seguro que si das una cosa finita tus ojos físicos dejarán de percibirla como tuya. 3No obstante, hemos aprendido que las cosas sólo representan los pen­samientos que dan lugar a ellas. 4Y no careces de pruebas de que cuando compartes tus ideas, las refuerzas en tu propia mente. 5Tal vez la forma en que el pensamiento parece manifestarse cambie al darse. 6No obstante, éste tiene que retornar al que lo da. 7Y la forma que adopte no puede ser menos aceptable. 8Tiene que ser más.

3. Las ideas tienen primero que pertenecerte antes de que las pue­das dar. 2Y si has de salvar al mundo, tienes que primero aceptar la salvación para ti mismo. 3Mas no creerás que ésta se ha consu­mado en ti hasta que no veas los milagros que les brinda a todos aquellos a quienes contemples. 4Con esto, la idea de dar se clari­fica y cobra significado. 5Ahora puedes percibir que al dar, tu cau­dal aumenta.

4. Protege todas las cosas que valoras dándolas, y así te asegura­rás de no perderlas nunca. 2Y con ello queda demostrado que lo que no creías tener te pertenece. 3Mas no le atribuyas valor a su forma. 4Pues ésta cambiará, y con el tiempo no será reconocible por mucho que trates de conservarla. 5Ninguna forma perdura. 6El pensamiento tras la forma de todo es lo que es inmutable.

5. Da gustosamente, 2pues con ello sólo puedes beneficiarte. 3El pensamiento sigue vivo y su fuerza aumenta a medida que se refuerza al darse. 4Los pensamientos se extienden al compartirse, pues no se pueden perder. 5No hay un dador y un receptor en el sentido en el que el mundo los concibe. 6Hay un dador que con­serva lo que da, y otro que también habrá de dar. 7Y ambos ganarán en este intercambio, pues cada uno de ellos dispondrá del pensamiento en la forma que le resulte más útil. 8Lo que aparen­temente pierde es siempre algo que valorará menos que aquello que con toda seguridad le será devuelto.

6. Nunca olvides que sólo te das a ti mismo. 2El que entiende el significado de dar, no puede por menos que reírse de la idea del sacrificio. 3Tampoco puede dejar de reconocer las múltiples for­mas en que se puede manifestar el sacrificio. 4Se ríe asimismo del dolor y de la pérdida, de la enfermedad y de la aflicción, de la pobreza, del hambre y de la muerte. 5Reconoce que el sacrificio sigue siendo la única idea que yace tras todo esto, y con su dulce risa todo ello sana.

7. Una vez que una ilusión se reconoce como tal, desaparece. 2Niégate a aceptar el sufrimiento, y eliminarás el pensamiento de sufrimiento. 3Cuando eliges ver todo sufrimiento como lo que es, tu bendición desciende sobre todo aquel que sufre. 4El pensa­miento de sacrificio da lugar a todas las formas que el sufrimiento aparenta adoptar. 5Mas el sacrificio es una idea tan demente que la cordura la descarta de inmediato.

8. Jamás creas que puedes hacer sacrificio alguno. 2No hay cabida para el sacrificio en lo que tiene valor. 3Si surge tal pensa­miento, su sola presencia demuestra que se ha cometido un error, el cual es necesario corregir. 4Tu bendición lo corregirá. 5Habién­dosete dado a ti primero, ahora es tuya para que tú a tu vez la des. 6Ninguna forma de sacrificio o de sufrimiento puede preva­lecer por mucho tiempo ante la faz de uno que se ha perdonado y bendecido a sí mismo.

9. Las azucenas que te ofrece tu hermano se depositan ante tu altar, junto con las que tú le ofreces a él. 2¿Quién podría tener miedo de contemplar una santidad tan hermosa? 3La gran ilusión del temor a Dios queda reducida a la nada ante la pureza que aquí has de contemplar. 4No tengas miedo de mirar. 5La bendición que has de contemplar eliminará todo pensamiento de forma, y en su lugar dejará allí para siempre el regalo perfecto, el cual aumentará eternamente, será por siempre tuyo y será por siempre dado.

10. Ahora somos uno en pensamiento, pues el miedo ha desapare­cido. 2Y aquí, ante el altar a un solo Dios, a un solo Padre, a un solo Creador y a un solo Pensamiento, nos alzamos juntos como el único Hijo de Dios. 3No estamos separados de Aquel que es nuestra Fuente ni distanciados de los hermanos que forman parte de nuestro único Ser, Cuya inocencia nos ha unido a todos cual uno solo, sino que nos alzamos en gloriosa bendición y damos tal como hemos recibido. 4Tenemos el Nombre de Dios en nuestros labios. 5Y cuando miramos en nuestro interior, vemos brillar la pureza del Cielo en nuestro reflejo del Amor de nuestro Padre.

11. Ahora somos bendecidos y ahora bendecimos al mundo. 2Que­remos extender lo que hemos contemplado porque queremos verlo en todas partes. 3Queremos verlo refulgir con la gracia de Dios en todos nuestros hermanos. 4No queremos que se le niegue a nada de lo que vemos. 5Y para cerciorarnos de que esta santa visión es nuestra, se la ofrecemos a todo lo que vemos. 6Pues allí donde la veamos, nos será devuelta en forma de azucenas que podremos depositar sobre nuestro altar, convirtiéndolo así en un hogar para la Inocencia Misma, la cual mora en nosotros y nos ofrece Su Santidad para que sea nuestra.


¿Qué me enseña esta lección?

¿Acaso se puede dar lo que no se tiene? 

La falsa creencia del ego en la necesidad, encuentra su origen en pensar que cuando se da se pierde lo que damos. Esta visión refuerza la idea en la separación, y en la medida en que intentamos conservar lo que tenemos, nos sentimos más separados. 

Cuando doy lo que tengo, lo que verdaderamente estoy haciendo es extendiendo mi ser, y, a este acto, se le conoce como crear. Cada vez que creamos, nuestra propia creación se encargará de retornarnos sus frutos. No podemos olvidar que la energía, el pensamiento, siempre sigue a su fuente. 

Cuando mi visión me lleva a ver la Unidad, es decir, cuando soy Uno con todos mis hermanos, el acto de dar al otro, significa realmente que me estoy dando a mí mismo. 

Cada acto de dar o de crear, me hace abundante, pues cuanto más doy más tengo. 

Si cada uno de mis pensamientos los impregno de gratitud y los bendigo, al compartirlo con el mundo, esa gratitud y bendición se verá multiplicada y todo a nuestro alrededor gozará de esa Plenitud.


Ejemplo-Guía: "La ilusión de perder, aquello que damos"

¡Dios!, que lección. Me ha llenado tanto, que no he podido evitar compartir con vosotros esta sensación. Es como si en su enseñanza hubiese reconocido un mensaje esencial que ha de acercarme un poco más hacia la meta, la única meta, formar parte del Plan de Salvación dispuesto por nuestro Padre para su Hijo.

En mi sueño, las vivencias de generosidad se convierten en un proceso de aprendizaje al que le presto mucha atención. Esto es así, porque a lo largo de mi vida me he identificado falsamente con una creencia comúnmente compartida, la de la necesidad y la escasez. Esta creencia, nos lleva a ser muy cautelosos con aquello que poseemos en el terreno material, pues pensamos que, si damos lo que tenemos, lo perderemos.

En este sentido, y si establecemos una línea de reflexión sobre esa creencia errónea, siempre he tenido una visión de mi generosa en otros campos. Por ejemplo, en compartir mis conocimientos. En este sentido, he de confesar, que incluso he tenido que suavizar el tono juicioso que condena a aquellos que ponen precio a lo que difunden.

Es evidente, que se trataba de un conflicto interno muy sutil. Ese conflicto me estaba describiendo una realidad bien distinta a la opinión que me llevaba a considerarme una persona desprendida a la hora de dar mis conocimientos. Es una contradicción el tener la capacidad para dar y, en cambio, emitir un juicio condenatorio al modo en cómo se da. Es como si le pudiéramos poner una condición al hecho de dar.


Hoy mi visión es diferente. Hoy sé que es dando como únicamente puedes conservar lo que tienes. Pero lo más importante, y que va más allá del hecho en sí mismo de dar, es que, en verdad, no podemos dejar de ser lo que somos cuando descubrimos esa verdad, es decir, cuando tienes la humilde certeza de que eres Hijo de Dios, entonces el Amor se convierte en nuestra única condición y todos nuestros actos son la manifestación de ese Amor. El Amor es dar y recibir.

¿Cuál es el límite a la hora de dar? Si nos hacemos esta pregunta, no habremos comprendido el mensaje anterior. El Amor no se habrá convertido en nuestra condición, pues el Amor no tiene límites. ¿Acaso Dios puede tener límites?

Podemos plantearnos esta cuestión desde otro punto de vista.  El Amor no pertenece a este mundo. Si así fuese, no estaríamos debatiendo este tema. No existiría la división, la separación, el dolor, el sufrimiento, la necesidad, el sacrificio, la enfermedad, la muerte. Pero, siendo nuestra esencia verdadera, podemos recordar su verdadero significado: la Unidad. Desde ese recuerdo, dentro del escenario del sueño en el que permanecemos, podemos elegir experimentar el sueño del Amor, y para hacerlo, desplegamos su reflejo dentro del mundo de la ilusión, el perdón. Esa es nuestra Función en el Plan de Salvación, perdonar. Como no podemos dar lo que no tenemos, debemos perdonarnos a nosotros mismos, y de este modo lo conservaremos como un estado que se expandirá a nuestro alrededor.


Para mi esta lección es maravillosa. Una invitación a la liberación y al encuentro con la Paz. Es desde la Fuente, desde el pensamiento, donde la voluntad de dar debe emanar. Es en esa Fuente donde nos fundimos con nuestro Creador. Desde esa Fuente, nada nos falta. Lo contrario, una visión de escasez, es una visión diferente de la Fuente.

Tenemos miedo a perder lo que damos, pues le damos valor a lo material, pensando que nuestra felicidad procede de esa fuente. Pero no es así. Tan solo tendremos que observar el deterioro de lo que tenemos en el plano de la forma, para darnos cuenta de que poner nuestra felicidad en manos de estas posesiones, no puede llevarnos a otro sitio que a la frustración. En verdad, es el pensamiento de apego a estas ilusiones, lo que nos lleva a temer a perder, cuando realmente esto es imposible, pues cada vez que da damos al mundo, es a nuestro mundo, al que damos, esto es, a nosotros mismos.

¿Te vas a privar de recibir lo que eres?


Reflexión: ¿Pierdes aquello que das?

jueves, 4 de julio de 2024

Capítulo 12. VIII. La atracción del amor por el amor (1ª parte).

 VIII. La atracción del amor por el amor (1ª parte). 

1. ¿Crees realmente que puedes matar al Hijo de Dios? 2El Padre ha ocultado a Su Hijo dentro de Sí Mismo, manteniéndolo salvo y alejado de tus pensamientos destructivos, por causa de los cua­les no conoces ni al Padre ni al Hijo. 3Atacas el mundo real cada día, cada hora y cada minuto, y, sin embargo, te sorprende que no lo puedas ver. 4Si buscas amor a fin de atacarlo, nunca lo hallarás, 5pues si el amor es compartir, ¿cómo ibas a poder encontrarlo excepto través de sí mismo? 6Ofrece amor, y el amor vendrá a ti porque se siente atraído por sí mismo. 7Mas ofrece ataque, y el amor permanecerá oculto, pues sólo puede vivir en paz. 

El sistema de pensamiento del ego, aporta muchos significados al amor. Cree conocerlo; cree experimentarlo, cuando se siente atraído por aquello que seduce sus sentidos. Para el ego, el amor, siempre viene a llenar un profundo vacío, una necesidad. El ego necesita sentirse amado para conocer el significado del amor. Pero todas estas condiciones, hablan de un sentimiento al que confunden con el amor, y aunque en apariencia se viste con el ropaje del amor, nada tiene que ver con el Estado verdadero del Ser: el Amor Incondicional.

El calificativo incondicional nos ayuda a reconocer, que, lo que es un afecto, una atracción, un gusto, un deseo, una pasión, no puede ser confundido con lo que es la Extensión de la Mente de nuestro Creador y que forma parte de Su Creación, Su Hijo, Su Filiación.

El Amor, el verdadero, lo reconoceremos porque no juzga; no cambia; no tiene miedo; no ataca; no muere; no sufre.

Cuando experimentemos ese Amor, tendremos la certeza de que es el verdadero. 

2. El Hijo de Dios se encuentra tan a salvo como su Padre, pues el Hijo sabe que su Padre lo protege y, por lo tanto, no puede temer. 2El Amor de su Padre lo mantiene en perfecta paz y, al no necesi­tar nada, no pide nada. 3Aun así, él se encuentra muy lejos de ti cuyo Ser él es, pues elegiste atacarlo y él desapareció de tu vista y buscó refugio en su Padre. 4Él no cambió, pero tú sí. 5Pues, el Padre no creó una mente dividida ni tampoco las obras de ésta, y ni aquélla ni éstas podrían vivir si tuviesen conocimiento de Él. 

La mente, nos puede ofrecer la visión de la Unidad del Reino del Padre, esto es, la visión de la Filiación, o puede ofrecernos la visión de un mundo donde los habitantes se creen separados y se perciben como enemigos unos de otros.

La primera visión nos muestra la Verdad y nos permite reconocernos como la Extensión del Amor del Creador hacia Su Hijo.

La segunda de las visiones, nos muestra la ilusión, lo irreal, y nos permite reconocernos bajo la identidad de cuerpos separados.

Lo que es Verdad, lo es y lo será siempre, pues no está sujeta al cambio. La Verdad es Eterna.

Lo que es irreal e ilusorio, no es nada, ni lo será jamás, salvo que creamos que sí lo es, lo cual, suplantará el lugar de la Verdad y nos mantendrá prisioneros del error. 

3. Cuando hiciste que lo que no es verdad fuese visible, lo que es verdad se volvió invisible para ti. 2No obstante, de por sí no puede ser invisible, pues el Espíritu Santo lo ve con perfecta clari­dad. 3Es invisible para ti porque estás mirando otra cosa. 4Mas no es a ti a quien le corresponde decidir lo que es visible y lo que es invisible, tal como tampoco te corresponde decidir lo que es la realidad. 5Lo que se puede ver es lo que el Espíritu Santo ve. 6La definición de la realidad es la que Dios provee, no la tuya. 7Él la creó, y, por lo tanto, sabe lo que es. 8Tú, que sabías lo que era, lo olvidaste, y si Él no te hubiese proporcionado la manera de recordar, te habrías condenado a ti mismo al olvido total. 

El uso del libre albedrío, el uso de la voluntad, nos ha llevado a elegir la visión inspirada por el deseo de ser especial, por el deseo de ser diferentes, de ser individuales. Esa visión ha despertado la conciencia de la percepción que no goza de las condiciones del mundo real, o lo que es lo mismo, nos lleva a percibir lo falso. La muerte ha sustituido a la Vida, pues el miedo, ha sustituido al Amor. 

4. Por razón del Amor que tu Padre te profesa, nunca podrás olvi­darte de Él, pues nadie puede olvidar lo que Dios Mismo puso en su memoria. 2Puedes negarlo, pero no puedes perderlo. 3Una Voz responderá a cada pregunta que hagas, y una visión corregirá la percepción de todo lo que veas. 4Pues lo que hiciste invisible es lo único que es verdad, y lo que no has oído es la única Respuesta. 5Dios quiere que te reconcilies contigo mismo, y no te abandonó en tu desolación. 6Estás esperándolo a Él, mas no lo sabes. 7Su recuerdo, sin embargo, brilla en tu mente y no puede ser borrado. 8No es ni del pasado ni del futuro, al ser eterno para siempre. 

El Amor nunca abandona. El Amor es Dios. El Amor es el Hijo de Dios. El Amor somos tú y yo, unidos en la santa Filiación.

Al ser eternos, siempre nos acompaña. Aguarda, que nuestros ojos se abran a la verdadera realidad y que recordemos lo que realmente somos.

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 186

LECCIÓN 186

De mí depende la salvación del mundo.

1. Ésta es la afirmación que algún día habrá de erradicar de toda mente todo vestigio de arrogancia. 2Éste es el pensamiento de la verdadera humildad, que no te adjudica ninguna otra función, excepto la que se te ha encomendado. 3Dicho pensamiento supone tu aceptación del papel que te fue asignado, sin insistir en que se te asigne otro. 4No se detiene a considerar qué papel es el que es adecuado para ti. 5Tan sólo reconoce que la Voluntad de Dios se hace tanto en la tierra como en el Cielo. 6Une a todas las volunta­des de la tierra en el plan celestial para la salvación del mundo, y les restituye la paz del Cielo.

2. No nos opongamos a nuestra función. 2No fuimos nosotros quienes la establecimos.3No fue idea nuestra. 4Se nos han propor­cionado los medios para llevarla a cabo perfectamente. 5Lo único que se nos pide es que aceptemos nuestro papel con genuina humildad, y que no neguemos con un aire de falsa arrogancia que somos dignos de él. 6Poseemos la fuerza necesaria para hacer lo que se nos pide llevar a cabo. 7Nuestras mentes están perfecta­mente capacitadas para desempeñar el papel que nos asignó Uno que nos conoce bien.

3. Mientras no entiendas su significado, puede que la idea de hoy te parezca muy ardua. 2Lo único que dice es que tu Padre te recuerda todavía y te ofrece la perfecta confianza que tiene en ti, Su Hijo. 3No te pide que seas diferente de como eres en modo alguno. 4¿Qué otra cosa sino esto podría pedir la humildad? 5¿Y qué otra cosa sino esto podría negar la arrogancia? 6Hoy no deja­remos de cumplir nuestro cometido con la engañosa excusa de que es un insulto a la modestia. 7Es el orgullo el que se niega a responder a la Llamada del Propio Dios.

4. Hoy dejaremos a un lado todo vestigio de falsa humildad para poder escuchar la Voz de Dios revelarnos lo que desea que haga­mos. 2No pondremos en duda nuestra capacidad para llevar a cabo la función que Él nos ofrezca. 3Sólo estaremos seguros de que Él conoce nuestras fuerzas, nuestra sabiduría y nuestra santi­dad. 4Y si Él nos considera dignos, es que lo somos. 5Es sólo la arrogancia la que opina de otra manera.

5. Hay una manera, y sólo una, de liberarte del encarcelamiento al que te ha llevado tu plan de probar que lo falso es verdadero. 2Acepta en lugar de él el plan que tú no trazaste. 3No juzgues si eres o no merecedor de él. 4Si la Voz de Dios te asegura que la salvación necesita que tú desempeñes tu papel y que la totalidad depende de ti, ten por seguro que así es. 5Los arrogantes tienen que aferrarse a las palabras, temerosos de ir más allá de ellas y de experimentar lo que podría poner en entredicho su postura. 6Los humildes, en cambio, son libres para oír la Voz que les dice lo que son y lo que deben hacer.

6. La arrogancia forja una imagen de ti que no es real. 2Ésa es la imagen que se estremece y huye aterrorizada cuando la Voz que habla por Dios te asegura que posees la fuerza, la sabiduría y la santidad necesarias para ir más allá de toda imagen. 3Tú, a dife­rencia de la imagen de ti mismo, no eres débil. 4No eres ignorante ni impotente. 5El pecado no puede mancillar la verdad que mora en ti, ni la aflicción puede acercarse al santo hogar de Dios.

7. Esto es lo que te dice la Voz que habla por Dios. 2Y según Él te habla, la imagen se estremece e intenta atacar la amenaza que le resulta desconocida; al sentir que sus cimientos se derrumban. 3Abandónala. 4La salvación del mundo depende de ti, y no de ese pequeño montón de polvo. 5¿Qué podría esa imagen decirle al santo Hijo de Dios? 6¿Por qué tiene él que preocuparse por ella en absoluto?

8. Y así hallamos nuestra paz. 2Aceptaremos la función que Dios nos encomendó, pues toda ilusión descansa sobre la absurda creencia de que podemos inventar otra función para nosotros. 3Los papeles que nosotros mismos nos hemos auto-otorgado son inestables y parecen oscilar entre la aflicción y la dicha extática del amor y de amar. 4Podemos reír o llorar, recibir el día de buen grado o bien recibirlo con lágrimas. 5Nuestro propio ser parece cambiar según experimentamos múltiples cambios en nuestro estado de ánimo, y nuestras emociones nos remontan hacia lo alto o nos estrellan contra el suelo sumiéndonos en la desolación.

9. ¿Es éste el Hijo de Dios? 2¿Habría podido Él crear semejante inestabilidad y llamarla Su Hijo? 3Aquel que es inmutable com­parte Sus atributos con Su creación. 4Ninguna de las imágenes que Su Hijo aparenta forjar afecta lo que él es. 5Dichas imágenes revolotean por su mente como hojas arrastradas por el viento, que forman diseños fugaces y se desbandan para volverse a agrupar hasta finalmente dispersarse. 6O como los espejismos que se ven en el desierto.

10. Estas imágenes insustanciales desaparecerán y dejarán tu mente libre y serena cuando aceptes la función que se te ha enco­mendado. 2Las imágenes que fabricas sólo dan lugar a metas con­flictivas, transitorias y vagas, inciertas y ambiguas. 3¿Quién podría mantener un esfuerzo constante o poner todas sus energías y empeño en metas como éstas? 4Las funciones que el mundo tiene en gran estima son tan inciertas, que aun las más sólidas cambian por lo menos diez veces por hora. 5¿Qué se puede esperar de metas como éstas?

11. Como bello contraste, tan seguro como el retorno del sol cada mañana para disipar la noche, tu verdadera función se perfila clara e inequívocamente. 2No hay duda acerca de su validez. 3Pues procede de Uno que no conoce el error y Cuya Voz está segura de Sus mensajes. 4Éstos nunca cambiarán ni estarán en conflicto. 5Todos ellos apuntan hacia un solo objetivo, el cual pue­des alcanzar. 6Puede que tu plan sea imposible, pero el de Dios jamás puede fracasar porque Él es su Fuente.

12. Haz lo que la Voz de Dios te indique. 2Y si te pide que hagas algo que parece imposible, recuerda Quién es el que te lo pide y quién el que quiere negarse. 3Luego considera esto: ¿Quién de los dos es más probable que esté en lo cierto, 4la Voz que habla por el Creador de todas las cosas y que las conoce exactamente como son, o la distorsionada imagen de ti mismo, que es inconsistente y está confundida, perpleja e insegura de todo? 5No permitas que su voz te dirija. 6Oye en su lugar una Voz que es inequívoca y que te habla de la función que te encomendó tu Creador, Quien te recuerda y te exhorta a que te acuerdes de Él ahora.

13. Su dulce Voz llama desde lo conocido a lo que no conoce. 2Él quiere consolarte, aunque no conoce el pesar. 3Él quiere hacer una restitución, si bien goza de absoluta plenitud. 3Él quiere hacerte un regalo, si bien sabe que ya lo tienes todo. 4Él tiene Pensamientos que satisfacen cualquier necesidad que Su Hijo perciba, si bien Él no las ve. 5Pues el Amor sólo puede dar, y lo que se da en Su Nombre se manifiesta en la forma más útil posible en un mundo de formas.

14. Ésas son las formas que jamás pueden engañar, ya que proce­den de la Amorfía Misma. 2El perdón es una forma terrenal de amor, que, como tal, no tiene forma en el Cielo. 3No obstante, lo que aquí se necesite, aquí se concederá. 4Valiéndote de esta forma puedes desempeñar tu función incluso aquí, si bien el amor sig­nificará mucho más para ti cuando se haya restaurado en ti el estado de amorfía. 5La salvación del mundo depende de ti que puedes perdonar. 6Ésa es tu función aquí.


¿Qué me enseña esta lección?

Esta lección, me enseña dos aspectos de especial valor en el proceso del despertar de la consciencia: la Libertad y la Voluntad. 

Si Dios fuese cruel y vengativo, tal y como lo ve el ego, ¿qué sentido tendría que no pudiese intervenir en nuestro destino para llevarnos de una manera obligatoria a la salvación? Es más, si hemos sido creados a Su Imagen y Semejanza, si hemos gozado de su Unidad, ¿cómo es que nos hemos podido escindir de ese Estado? 

La respuesta es obvia. Gozamos del Principio de la Libertad y del Principio de la Voluntad, y, Dios, respeta los Principios de Su Creación. No puede interferir en las decisiones que tomamos individualmente. Somos nosotros y tan sólo nosotros los que fabricamos el error o los que creamos la Verdad. 

Desde este punto de vista, Dios es nuestro Referente. Es la Verdad en la que debemos inspirarnos. Nosotros, como padres en el mundo físico, pretendemos dejar esa huella en nuestros hijos. Nuestro ejemplo se convierte en lecciones que nuestro descendiente asimila e integra en su conciencia, llevándole a actuar, si así lo decide, de acuerdo a esos preceptos. 

De nuestra voluntad depende la Salvación, y esto es así, pues ese ha sido el ejemplo que nos ha inspirado nuestro Padre. Él Es Todo Amor y ese Valor se convierte en el camino que ha de llevarnos a la Salvación. El Amor nos llevará a ver la Unidad que nos mantiene unidos y formando parte de la Filiación. El Amor nos liberará del miedo y nos abrirá las puertas donde el perdón, sustituirá al castigo, dejando de ser el sufrimiento y el dolor, los antídotos que calmarán nuestra sed de culpa. 

Para poder salvar al mundo, previamente tendremos que salvarnos a nosotros mismos, pues no podemos dar lo que no tenemos. La visión de la Unidad es nuestra propia salvación. Al compartir esa visión con nuestros Hermanos, es como contribuiremos a la Salvación del mundo.


Ejemplo-Guía: "Me creo un pecador y tan solo alguien santo me puede salvar"


La falsa creencia de que Dios nos expulsó del Paraíso Terrenal, de que estamos separados de nuestra Fuente, de nuestro verdadero Hogar, nos lleva a tener una visión errónea de nosotros mismos. Nos juzgamos pecadores y merecedores de todos los castigos que la "divinidad" nos manda como prueba para que nos ganemos nuestra salvación. De este modo, el dolor es deseado, el sufrimiento es confundido con un acto de amor redentor y la felicidad es negada por pensar que no somos merecedores de ella.

Bajo esa visión, hemos instituido nuestra dualidad interna en los esquemas sociales. De este modo, proyectamos nuestra santidad en aquellas personas que consideramos dignos de ser llamados Santos, maestros de dios, y asumimos el rol de pecadores, complaciéndonos en los dogmas y doctrinas promulgados por aquellos a los que hemos otorgado la condición de santos.

Fruto de nuestra ignorancia, elevamos nuestro error al nivel de la arrogancia, asumiendo que la función de la Salvación tan solo puede proceder de la santidad. Con ello, lo que estamos proclamando, es nuestra condena a permanecer prisionero del pecado y poniendo en manos de lo externo el camino que nos ha de llevar hasta la salvación. Siguiendo esa voz pecaminosa, nos lanzamos a la búsqueda de las condiciones que han de permitirnos encontrar a la persona, al santo, a la reliquia sagrada, al lugar mágico, que ha de liberarnos del pecado y aportarnos la salvación.

La lección de hoy nos enseña, una vez más, que somos tal y como Dios nos ha creado, impecables, amorosos y dotados de una inteligencia que ha de permitirnos reconocer nuestro origen, de reconocer que somos el Hijo de Dios. Esa visión, lejos de ser un sacrilegio, se convierte en nuestra verdad, una verdad basada en una evidencia lógica que toda mente pura puede comprender: si Dios es Uno, su Pensamiento también lo será; si Dios es Amor, su Pensamiento también lo será; si Dios es Perfecto, Pleno y Abundante, su Pensamiento también lo será. ¿Acaso Su Hijo no es la emanación de Su Pensamiento? ¿Cómo puede ser el Hijo diferente al Padre?


Con la visión ilusoria de la separación, con la visión errónea de que somos un cuerpo, nos acompaña la falsa creencia en que no somos merecedores del Amor del Padre y ese desmerecimiento, se ha inscrito en nuestro inconsciente colectivo, llevándonos a proyectar permanentemente un mundo basado en el código, en el programa de la redención por la vía del sufrimiento y del dolor.

Reflexionemos desde nuestro corazón. Como padre, ¿castigarías a tu hijo por hacer uso de los atributos, de los dones, con los que lo has creado? No sería más lógico, que amorosamente le dijeras, hijo, despierta tan solo es un sueño. Tú no puedes crear algo contrario a lo que eres, tan solo has creído que lo has hecho.

De mi depende la salvación del mundo. En verdad es el mundo que he fabricado y en el que me veo como un pecador, por haberlo fabricado. Tan solo yo puedo deshacer lo que he creído fabricar. En el sueño, he depositado ese poder en otros, pero ahora, consciente de lo que soy, tomo esa iniciativa y en cada sueño adopto el rol de soñador.

Comienzo la labor de salvación del mundo proclamando mi inocencia, mi impecabilidad, mi unidad con la Filiación. Dejo el juicio condenatorio, y, en su lugar, me dejo llevar por la Voz del Espíritu Santo, la cual me guía con la certeza del Programa que ha de llevarme de retorno al verdadero Hogar.

En ese camino de retorno, tú, hermano, me acompañas.


Reflexión: La afirmación "somos Dios en formación" ¿te produce humildad o arrogancia?

miércoles, 3 de julio de 2024

Capítulo 12. VII. Introspección (2ª parte).

 VII. Introspección (2ª parte). 

8. Cuando lo único que desees sea amor no verás nada más. 2La naturaleza contradictoria de los testigos que percibes es sencilla­mente el reflejo de tus invitaciones conflictivas. 3Has mirado en tu mente y has aceptado que en ella hay oposición al haberla buscado allí. 4Mas no creas entonces que los testigos de la oposi­ción son verdaderos, ya que ellos sólo dan testimonio de tu deci­sión acerca de la realidad, y te devuelven los mensajes que tú les diste. 5El amor, asimismo, se reconoce por sus mensajeros. 6Si manifiestas amor, sus mensajeros vendrán a ti porque los invi­taste. 

Si apuestas por el amor, te encontrarás a ti mismo, te reconocerás como el Hijo de Dios, y recordarás que tu función en la tierra es amar, perdonar, curar. 

9. El poder de decisión es la única libertad que te queda como prisionero de este mundo. 2Puedes decidir ver el mundo correc­tamente. 3Lo que hiciste de él no es su realidad, pues su realidad es sólo la que tú le confieres. 4No puedes realmente darle a nada ni a nadie nada que no sea amor, ni tampoco puedes realmente recibir de ellos nada que no sea amor. 5Si crees que has recibido cualquier otra cosa, es porque miraste dentro de ti y creíste haber visto ahí la capacidad de poder dar otra cosa. 6Esa decisión fue la que determinó lo que encontraste, pues fue la decisión que deter­minó lo que tenías que buscar. 

El poder de decisión, es el poder que hemos heredado de nuestro Creador. La Voluntad del Padre nos ha hecho libres. El empleo de la voluntad, por parte del Hijo de Dios, le permite utilizar la mente desde la libertad de elección. Todo acto de libertad, antes de manifestarse en forma de acción, es un pensamiento emanado desde la mente. Por lo tanto, el mundo que experimentemos, es el mundo al que le hemos otorgado la condición de nuestra realidad.

El pensamiento que no extienda el amor, dará lugar a una falsa realidad, pues el amor es eterno y lo irreal es temporal. 

10. Tienes miedo de mí porque miraste dentro de ti y lo que viste te dio miedo. 2Pero lo que viste no pudo haber sido la realidad, pues la realidad de tu mente es lo más bello de todas las creaciones de Dios. 3Puesto que procede únicamente de Dios, su poder y gran­deza sólo habrían podido brindarte paz, si realmente la hubieses contemplado. 4Si tienes miedo es porque viste algo que no estaba allí. 5Sin embargo, en ese mismo lugar pudiste haberme visto a mí y a todos tus hermanos, en la perfecta seguridad de la Mente que nos creó, a todos. 6Pues nos encontramos ahí, en la paz del Padre, cuya Voluntad es extender Su paz a través de ti. 

Si nuestros pensamientos están basados en el miedo, la razón de ello no es otra que el haber negado la verdadera visión del amor. El deseo se ser especial, nos llevó a contemplar un mundo separado del Creado por Dios, esto es, un mundo donde la individualidad sustituyó a la Unidad de la Filiación. Creer que podríamos tener pensamientos diferentes al de nuestro Creador, fue la decisión que nos llevó a la creencia de que nuestro ser podría tener una identidad propia. 

11. Cuando hayas aceptado tu misión de extender paz hallarás paz, pues al manifestarla la verás. 2Sus santos testigos te rodea­rán porque los invocaste, y ellos vendrán a ti. 3He oído tu llamada y la he contestado, pero no has querido verme ni oír la respuesta que buscabas. 4Ello se debe a que eso no es todavía lo único que deseas. 5Sin embargo, a medida que yo me haga más real para ti, te darás cuenta de que, en efecto, eso es lo único que deseas. 6Y cuando mires dentro de ti me verás, y juntos contem­plaremos el mundo real. 7A través de los ojos de Cristo, sólo el mundo real existe y es lo único que se puede ver. 8Tu decisión determinará lo que veas. 9Y lo que veas dará testimonio de tu decisión. 

Recordar nuestra verdadera identidad nos llevará a reconocer que somos Hijos del Amor. El mundo irreal inventado por el sistema de pensamiento del ego, es un mundo de sufrimiento. El miedo nos hace vulnerables al dolor y a la infelicidad.

Cuando busquemos la paz y dispongamos nuestra voluntad para extenderla, la hallaremos. 

12. Cuando mires dentro de ti y me veas, será porque habrás deci­dido manifestar la verdad. 2Y al manifestarla la verás tanto afuera como adentro. 3La verás afuera porque primero la viste adentro. 4Todo lo que ves afuera es el juicio de lo que viste dentro. 5Si es tu propio juicio, será erróneo, pues tu función no es juzgar. 6Si es el juicio del Espíritu Santo será correcto, pues Su función es juzgar. 7Tú compartes Su función sólo cuando juzgas tal como Él lo hace, sin juzgar nada por tu cuenta. 8Juzgarás contra ti mismo, pero Él juzgará a tu favor. 

El juicio del ego, separa, porque está inspirado en el miedo. El juicio del Espíritu Santo, une, porque está inspirado en el amor. 

13. Recuerda, pues, que cada vez que miras fuera de ti y no reaccionas favorablemente ante lo que ves, te has juzgado a ti mismo, como indigno y te has condenado a muerte. 2La pena de muerte es la meta final del ego porque está convencido de que eres un crimi­nal que merece la muerte, tal como Dios sabe que eres merecedor de la vida. 3La pena de muerte nunca abandona la mente del ego, pues eso es lo que siempre tiene reservado para ti al final. 4De­seando destruirte como expresión final de sus sentimientos hacia ti, te deja vivir solo para que esperes la muerte. 5Te atormentará mientras vivas, pero su odio no quedará saciado hasta que mue­ras, 6pues tu destrucción es el único fin que anhela, y el único fin que le dejará satisfecho. 

El sistema de pensamiento del ego, como ya hemos dicho, da lugar a un mundo de sufrimiento. Del miedo, tan solo puede surgir, la desdicha, y la infelicidad. El ego cree en el miedo, pues cuando se ve a sí mismo, reconoce su propia creencia en él. Todas sus leyes están basadas en el miedo y su identificación con el cuerpo, efímero y temporal, alimenta el mayor de sus miedos, el de la muerte. 

14. El ego no traiciona a Dios, a Quien es imposible traicionar. 2Pero te traiciona a ti que crees que has traicionado a tu Padre. 3Por eso es por lo que la erradicación de la culpabilidad es un aspecto esencial de las enseñanzas del Espíritu Santo. 4Pues mien­tras te sientas culpable estarás escuchando la voz del ego, la cual te dice que has traicionado a Dios y que, por lo tanto, mereces la muerte. 5Pensarás que la muerte procede de Dios, y no del ego, porque al confundirte a ti mismo con el ego, creerás que deseas la muerte. 6Y de lo que deseas, Dios no te puede salvar. 

El ego reafirma su realidad, su identidad, al exponer los argumentos que le ofrece su temporalidad. Nacer y morir, forman parte de su existencia y ello le lleva a fortalecer su sistema de pensamiento, con la creencia de lo que percibe.

Haciendo real su temporalidad, se enfrenta a Dios. Haciendo real su sufrimiento, pone a prueba la Gracia y la Bondad Divina, pues, cómo la personificación del Amor, puede permitir que su hijo sufra y padezca. De este modo, está negando al Creador, pues no le conoce.

El ego cree que ha traicionado a Dios, inventando un mundo distinto al Suyo, pero, en verdad, no es al Padre a quien ha traicionado, es imposible hacerlo, sino a sí mismo, a su propia decisión. 

15. Cuando te sientas tentado de sucumbir ante el deseo de la muerte, recuerda que yo no morí. 2Te darás cuenta de que esto es cierto cuando mires dentro de ti y me veas. 3¿Cómo iba yo a haber superado la muerte para mí solo? 4¿Y cómo iba a haberme dado el Padre vida eterna mí, a no ser que también te la hubiese dado a ti? 5Cuando aprendas ponerme de manifiesto jamás verás la muerte, 6pues habrás contemplado lo inmortal en ti mismo, y así, al contemplar un mundo que no puede morir, sólo verás lo eterno. 

Creer que somos un cuerpo, nos impedirá ver nuestra verdadera identidad. Ser un cuerpo es una ilusión de lo que somos. Nuestro verdadero Ser es Espiritual y es eterno. Esa visión, nos liberará de la muerte, y comprenderemos que la muerte es un falso pensamiento.