miércoles, 18 de junio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 169

LECCIÓN 169

Por la gracia vivo. Por la gracia soy liberado.

1. La gracia es el atributo del Amor de Dios que más se asemeja al estado que prevalece en la unidad de la verdad. 2Es la aspiración más elevada que se puede tener en el mundo, pues conduce más allá de él. 3Se encuentra más allá del aprendizaje, aunque es su objetivo, pues la gracia no puede arribar hasta que la mente no se haya preparado a sí misma para aceptarla de verdad. 4La gracia se vuelve inevitable para aquellos que han preparado un altar donde ésta pueda ser dulcemente depositada y gustosamente recibida: un altar inmaculado y santo para este don.

2. La gracia es la aceptación del amor de Dios en un mundo de aparente odio y miedo. 2Sólo mediante la gracia pueden desapa­recer el odio y el miedo, pues la gracia da lugar a un estado tan opuesto a todo lo que el mundo ofrece, que aquellos cuyas men­tes están iluminadas por el don de la gracia no pueden creer que el mundo del miedo sea real.

3. La gracia no es algo que se aprende. 2EI último paso tiene que ir más allá de todo aprendizaje. 3La gracia no es la meta que este curso aspira a alcanzar. 4No obstante, nos preparamos para ella en el sentido de que una mente receptiva puede oír la Llamada a despertar. 5Dicha mente no se ha cerrado completamente a la Voz de Dios. 6Se ha dado cuenta de que hay cosas que no sabe y, por lo tanto, está lista para aceptar un estado completamente dife­rente de la experiencia con la que se siente a gusto por resultarle familiar.

4. Tal vez parezca que estamos contradiciendo nuestra afirma­ción de que el momento en que la revelación de que el Padre y el Hijo son uno ya se ha fijado. 2Pero hemos dicho también que la mente es la que determina cuándo ha de ocurrir ese momento, y que ya lo ha hecho. 3Te exhortamos, no obstante, a que des testi­monio de la Palabra de Dios para hacer que la experiencia de la verdad llegue más pronto y para acelerar su advenimiento a toda mente que reconozca los efectos de la verdad en ti.

5. La unidad es simplemente la idea de que Dios es. 2en Su Ser, Él abarca todas las cosas. 3Ninguna mente contiene nada que no sea Él. 4Decimos "Dios es"; y luego guardamos silencio, pues en ese conocimiento las palabras carecen de sentido. 5No hay labios que las puedan pronunciar, ni ninguna parte de la mente es lo suficientemente diferente del resto como para poder sentir que ahora es consciente de algo que no sea ella misma. 6Se ha unido a su Fuente, 7al igual que ella, simplemente es.

6. No podemos hablar, escribir ni pensar en esto en absoluto. 2Pues aflorará en toda mente cuando el reconocimiento de que su voluntad es la de Dios se haya dado y recibido por completo. 3Ello hace que la mente retorne al eterno presente, donde el pasado y el futuro son inconcebibles. 4El eterno presente yace más allá de la salvación; más allá de todo pensamiento de tiempo, de perdón y de la santa faz de Cristo. 5El Hijo de Dios simplemente ha desapa­recido en su Padre, tal como su Padre ha desaparecido en él. 6El mundo jamás ha tenido lugar. 7La eternidad permanece como un estado constante.

7. Esto está más allá de la experiencia que estamos tratando de acelerar. 2No obstante, cuando se enseña y se aprende lo que es el perdón, ello trae consigo experiencias que dan testimonio de que el momento en que la mente misma decidió abandonarlo todo excepto esto está por llegar. 3No es que realmente lo podamos acelerar, toda vez que lo que vas a ofrecer es algo que simple­mente se había ocultado de Aquel que enseña el significado del perdón.

8. Todo aprendizaje ya se encontraba en Su Mente, consumado y completo. 2Él reconoció todo lo que el tiempo encierra, y se lo dio a todas las mentes para que cada una de ellas pudiera determinar, desde una perspectiva en la que el tiempo ha terminado, cuándo ha de ser liberada para la revelación y la eternidad. 3Hemos repe­tido en varias ocasiones que no haces sino emprender una jornada que ya concluyó.

9. Pues la unidad no puede sino encontrarse aquí. 2Sea cual sea el momento que la mente haya fijado para la revelación, ello es com­pletamente irrelevante para lo que no puede sino ser un estado constante, eternamente como siempre ha sido, y como ha de seguir siendo eternamente. 3Nosotros simplemente asumimos el papel que se nos asignó hace mucho, y que Aquel que escribió el guion de la salvación en el Nombre de Su Creador y en el Nombre del Hijo de Su Creador, reconoció como perfectamente realizado.

10. No hay necesidad de clarificar más lo que nadie en el mundo puede entender. 2Cuando la revelación de tu unidad tenga lugar, lo sabrás y lo comprenderás plenamente. 3Pero por ahora es mucho lo que aún nos queda por hacer, pues aquellos que se encuentran en el tiempo pueden hablar de cosas que están más allá de él, y escuchar palabras que explican que lo que ha de venir ha pasado ya. 4Mas ¿qué significado pueden tener dichas palabras para los que todavía se rigen por el reloj, y se levantan, trabajan y se van a dormir de acuerdo con él?

11. Baste, pues, con decir que para desempeñar tu papel es mucho lo que aún te queda por hacer. 2El final seguirá siendo nebuloso hasta que hayas desempeñado por completo tu papel. 3Pero eso no importa, 4pues tu papel sigue siendo el pilar sobre lo que todo lo demás descansa. 5Conforme asumas el papel que se te enco­mendó, la salvación se acercará un poco más a cada corazón incierto cuyo latir no esté aún en sintonía con Dios.

12. El perdón es el eje central de la salvación, pues hace que todos sus aspectos tengan una relación significativa entre sí, dirige su trayectoria y asegura su resultado. 2ahora pedimos que se nos conceda la gracia, el último regalo que la salvación puede otor­gar. 3La experiencia que la gracia proporciona es temporal, pues la gracia es un preludio del Cielo, pero sólo reemplaza a la idea de tiempo por un breve lapso.

13. Mas ese lapso es suficiente. 2Pues ahí es donde se depositan los milagros, que tú has de devolver de los instantes santos que reci­bes a través de la gracia que experimentas, a todos los que ven la luz que aún refulge en tu faz. 3¿Qué es la faz de Cristo sino la de aquel que se adentró por un momento en la intemporalidad y al volver trajo consigo -para bendecir al mundo- un claro reflejo de la unidad que experimentó allí? 4¿Cómo podrías llegar a alcan­zarla para siempre, mientras una parte de ti se encuentre afuera, ignorante y dormida, necesitada de que tú des testimonio de la verdad?

14. Siéntete agradecido de poder regresar, de la misma manera en que te alegró ir por un instante, y acepta los dones que la gracia te otorgó. 2Es a ti mismo a quien se los traes. 3Y la revelación no está muy lejos. 4Su llegada es indudable. 5Pedimos que se nos conceda la gracia y la experiencia que procede de ella. 6Damos la bienvenida a la liberación que les ofrece a todos. 7No estamos pidiendo lo que no se puede pedir. 8No tenemos nuestras miras puestas en aquello que está más allá de lo que la gracia puede conceder. 9Pues eso lo podemos dar con la gracia que se nos ha concedido.

15. Nuestro objetivo de aprendizaje de hoy no excede lo que expresa esta plegaria. 2Mas ¿qué puede haber en el mundo que sobrepase lo que en este día le pedimos a Aquel que nos concede la gracia que pedimos, tal como se le concedió a Él?

3Por la gracia vivo. 4Por la gracia soy liberado. 5Por la gracia doy. 6Por la gracia he de liberar.

¿Qué me enseña esta lección?

Si sembramos la semilla del Amor, el fruto que obtendremos será el don de la gracia.

La Gracia de Dios es una cualidad que incluso transciende la virtud del perdón. Mientras que el perdón nos libera del error, la gracia ni tan siquiera ve el error.

La visión de la unidad es la puerta de entrada que nos conduce a la expresión de la gracia. Al participar de la visión de la Filiación, veremos en nuestro hermano la impecabilidad y la inocencia propias de nuestra condición divina. Dejamos de juzgar como pecado las acciones que nos mantienen prisioneros del apego al mundo y nos liberamos de la culpa, del castigo, del dolor, de la enfermedad, en la medida en que no vemos al cuerpo como una fuente de pecado.

La gratitud es una condición natural, innata de nuestro verdadero Ser. Cuando la ponemos de manifiesto, estamos reconociendo nuestra Comunión con Dios; reconocemos que somos sus plenipotenciarios, sus mensajeros, sus embajadores, sus maestros, con el único propósito de impregnar el mundo con la fuerza de la luz.



Ejemplo-Guía: ¿Qué efectos tiene la Gracia en tu mundo?

¿Has probado observar cómo reaccionan los demás cuando les damos las gracias?

Me gusta realizar de una manera consciente este acto, pues percibo que, al igual como yo siento la fuerza del amor en las palabras que pronuncio desde el corazón, el otro, el que lo recibe, da muestras, al mismo tiempo, de gratitud por dichas palabras.


Esta circunstancia me permite experimentar que la gracia es portadora de una magia especial. Se trata de la magia del Amor, la puerta que nos conduce a la visión de la unidad. Esa es la gran aportación, el regalo que ofrecemos al mundo cuando, desde el corazón, nos expresamos dando gracias.

Ya sabemos que no podemos dar lo que no tenemos, y esta evidencia que puede ser experimentada en todo momento me permite comprender que, cuando damos las gracias y somos capaces de despertar en el otro una reacción de gratitud, lo que realmente estamos haciendo es un milagro, pues estamos "contagiándonos" mutuamente con el atributo del Amor Divino.

Si no vemos la unidad que nos une a nuestros hermanos de Filiación, nuestros gestos de gratitud no serán verdaderos. Es difícil engañar al otro cuando nos expresamos desde el corazón. Es fácil, cuando utilizamos nuestra mente, pero el corazón tiene serias dificultades para engañar. Si nuestra gratitud no emana del corazón, donde se da cita la visión de la unidad, la gratitud que expresemos no tendrá ese efecto milagroso, pues en verdad estamos intentando dar algo que no tenemos. Es como dar un regalo en una caja que está vacía.

La gratitud no depende de la forma, sino del fondo. Es una cuestión de ser.

En verdad, el mundo siente la carencia de la gracia. La razón de ello, tal vez la hayas intuido. Es preciso encontrar en nuestro interior aquello que queremos compartir. Dar y recibir es lo mismo. Para recibir gracia, tenemos que darla y, si no somos conscientes de que somos portadores de ella, seguiremos demandándola fuera.


Cuando estamos agradeciendo, estamos reconociendo el hecho de que damos lo que nos gustaría recibir. A todo el mundo le gusta recibir el regalo de la gracia. Es como si nos reconociéramos en el otro, al que tratamos como nos gustaría que nos tratasen.


Reflexión: 
Sólo mediante la gracia pueden desaparecer el odio y el miedo.

Capítulo 21. II. Somos responsables de lo que vemos (5ª parte).

 II. Somos responsables de lo que vemos (5ª parte).

11. Es tan esencial que reconozcas que tú has fabricado el mundo que ves, como que reconozcas que tú no te creaste a ti mismo. 2Pues se trata del mismo error. 3Nada que tu Creador no haya crea­do puede ejercer influencia alguna sobre ti. :4Y si crees que lo que hiciste puede dictarte lo que debes ver y sentir, y tienes fe en que puede hacerlo, estás negando a tu Creador y creyendo que tú te hiciste a ti mismo. 5Pues si crees que el mundo que construiste tiene el poder de hacer de ti lo que se le antoje, estás confun­diendo Padre e Hijo, Fuente y efecto.

En la medida en que nos identifiquemos con la realidad otorgada al cuerpo como el símbolo de nuestra identidad, la resistencia a aceptar la verdad de nuestro verdadero yo será mayor o menor. En verdad, no hay grados en el proceso de adquirir la visión verdadera de lo que somos. No podemos decirnos: "Soy un cuerpo al 30% y un espíritu al 70%". Lo que es verdad lo es porque no cambia, no varía, es eterna. Si crees que lo que eres es un cuerpo donde habita circunstancialmente el espíritu, no estarás viendo la verdad, sino lo que al ego le conviene que pienses, pues de este modo, en el proceso de tu despertar, se dice a sí mismo: mejor ser un cuerpo en un 30% que no ser nada.

Debemos poner nuestra fe en lo que es verdad y de este modo, nuestro deseo servirá a la creencia verdadera y dejará de servir a una voluntad mal orientada. La verdad que compartimos junto al resto de la Filiación es que somos el Hijo de Dios, emanados de Su Fuente, lo que nos hace Hijos del Amor. Nuestra condición es espiritual, no material.

12. Las creaciones del Hijo son semejantes a las de su Padre. 2Mas al crearlas, el Hijo no se engaña a sí mismo pensando que él es independiente de su Fuente. 3Su unión con Ella es la Fuente de su capacidad para crear. 4Aparte de esto no tiene poder para crear, y lo que hace no significa nada, 5no altera nada en la creación, depende enteramente de la locura de su hacedor y ni siquiera podría servir para justificarla. 6Tu hermano cree que él fabricó el mundo junto contigo. 7De este modo, niega la creación, 8y cree, al igual que tú, que el mundo que fabricó lo engendró a él. 9De éste modo, niega haberlo fabricado.

El error original radica en la creencia de que el mundo que hemos hecho real, el mundo que hemos fabricado, es la causa de nuestra creación, no la nuestra. Negamos su fabricación, precisamente porque el sistema de pensamiento que lo rige está basado en la separación, es decir, en la separación del creador con lo creado; en la separación del Hijo con respecto al Padre.

Si aceptásemos la verdad de que somos el Hijo de Dios y que formamos una unidad con nuestro creador y con el resto de la creación, nuestras creaciones no nos mostrarían los efectos de un mundo separado donde no se ve la relación de unión entre nuestra identidad y nuestra capacidad creadora. Esta es la razón por la cual no aceptamos la idea de que seamos responsables de aquello que percibimos. Cuando en verdad no hay ningún responsable fuera de nosotros mismos.

Nuestro error procede de nuestra mente, por lo que ese mismo error es compartido con todos nuestros hermanos. Nos dice Jesús que nuestro hermano cree que él fabricó el mundo junto a nosotros. Un dato real de que nuestras mentes están unidas.

13. Mas la verdad es que tanto tú como él fuisteis creados por un Padre amoroso, que os creó juntos y como uno solo. 2Ve lo que "prueba" lo contrario, y estarás negando toda tu realidad. 3Reco­noce en cambio que fuiste tú quien fabricó todo lo que aparente­mente se interpone entre tú y tu hermano y os mantiene separados al uno del otro, y a los dos de vuestro Padre, y tu instante de liberación habrá llegado. 4Todos los efectos de eso que hiciste desaparecerán porque su fuente se habrá puesto al descubierto. 5La aparente autonomía de su fuente es lo que te mantiene prisionero. 6Ése es el mismo error que pensar que eres inde­pendiente de la Fuente mediante la cual fuiste creado, y que nunca has abandonado.

No podemos ver el hecho de que nuestras mentes estén unidas, que nos ha llevado a compartir el mismo error, como algo negativo, sino todo lo contrario. El lazo de unión de nuestras mentes es lo que facilitará nuestro despertar, nuestra salvación, pues favorecerá la verdadera visión de la unidad y sustituirá la falsa creencia en la separación.

Del mismo modo que compartimos los errores, podemos compartir las verdades; lo único que tenemos que hacer es detectar el error y corregirlo en nosotros mismos. Por el lazo cuántico que nos une mentalmente, nuestra corrección corregirá, igualmente, a los demás y se producirá el milagro de la salvación. 

Para salvar al mundo debemos primero salvarnos a nosotros mismos. La única manera de hacerlo es corrigiendo el pensamiento falso e ilusorio, llevándolo a la verdad.

martes, 17 de junio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 168

LECCIÓN 168

Tu gracia me es dada. La reclamo ahora.

1. Dios nos habla. 2¿No deberíamos nosotros acaso hablarle a Él? 3Dios no es algo distante. 4No trata de ocultarse de nosotros. 5Somos nosotros los que tratamos de ocultarnos de Él, y somos víctimas del engaño. 6Él siempre está enteramente accesible. 7Él ama a su Hijo. 8De nada, excepto de esto se puede estar seguro, pero con eso basta. 9Él amará a su Hijo eternamente. 10Aun cuando su mente duerme, Él lo ama. 11Y cuando su mente despierte, Él lo seguirá amando con un Amor que jamás ha de cambiar.

2. Si supieras el significado de Su Amor, tanto la esperanza como la desesperación serían imposibles. 2Pues toda esperanza queda­ría colmada para siempre y cualquier clase de desesperación sería inconcebible. 3Su gracia es Su respuesta para toda desespe­ración, pues en ella radica el recuerdo de Su Amor. 4¿Cómo no iba Él a proporcionar gustosamente los medios a través de los cuales puede reconocerse Su Voluntad? 5Su gracia es tuya sólo con que la reconozcas. 6Su memoria despertará en la mente que le pida los medios a través de los cuales su sueño termina.

3. Hoy le pedimos a Dios el regalo que con más celo ha conser­vado dentro de nuestros corazones, en espera de que se le reco­nozca. 2Se trata del regalo mediante el cual Dios se inclina hasta nosotros y nos eleva, dando así Él Mismo el último paso de la salvación. 3Todos los pasos, excepto éste, los aprendemos siguiendo las instrucciones de Su Voz. 4Pero al final es Él Mismo Quien viene, y tomándonos en Sus Brazos hace que todas las telarañas de nuestro sueño desaparezcan. 5Su regalo de gracia es algo más que una simple respuesta, 6pues restaura todas las memorias que la mente que duerme había olvidado y toda la certeza acerca del significado del Amor.

4. Dios ama a Su Hijo. 2Pídele ahora que te proporcione los medios a través de los cuales este mundo desaparece, y primero vendrá la visión, y un instante más tarde, el conocimiento. 3Pues en la gracia ves una luz envolver al mundo con amor, y al miedo borrarse de todos los semblantes conforme los corazones se alzan y reclaman la luz como suya. 4¿Qué queda ahora que pueda demorar al Cielo un sólo instante más? 5¿Qué queda aún por hacer cuando tu perdón descansa sobre todas las cosas?

5. Hoy es un día nuevo y santo, pues recibimos lo que se nos ha dado. 2Nuestra fe radica en el Dador, no en nuestra aceptación. 3Reconocemos nuestros errores, pero Aquel que no sabe de erro­res es Quien ha de responder a ellos, proporcionándonos los medios con los que podemos dejarlos atrás y elevarnos hasta Él con gratitud y amor.

6. Y Él desciende para recibirnos, según nosotros nos acercamos a Él. 2Pues lo que Él nos ha preparado, Él lo da y nosotros lo recibi­mos. 3Tal es Su Voluntad, pues Él ama a Su Hijo. 4A Él elevamos nuestras oraciones hoy, devolviéndole tan sólo la palabra que Él nos dio a través de Su Propia Voz, Su Palabra, Su Amor:

5Tu gracia me es dada. 6La reclamo ahora. 7Padre, vengo a Ti. 8Y Tú vendrás a mí que te lo pido, 9pues soy el Hijo que Tú amas.

¿Qué me enseña esta lección?

No hay mayor bendición que aquella que nos regala el Amor.

Es la mano tendida por nuestro Padre, ofreciéndonos Su Aliento e invitándonos a seguir Sus Pasos y a hacer Su Voluntad.

Permanecer bajo el gobierno de las leyes fabricadas por el ego nos lleva a permanecer prisionero de nuestros propios errores; nos lleva a quedar sumidos en la tristeza, la desolación, la pena, el dolor, la depresión. Buscamos la felicidad allí donde nunca podremos encontrarla. Cuando nos parece que la hemos conquistado, se nos escapa entre los dedos, como si de arena fina se tratara. El mundo de lo temporal no nos puede ofrecer la felicidad que nos brinda el Verdadero Ser, el cual es eterno.

El Padre siempre está dispuesto para atender las peticiones del Hijo, pero esas solicitudes deben estar bien dirigidas. Cuando nos dirijamos a nuestro Hacedor, no le pidamos que nos ayude a que triunfe nuestro equipo favorito de futbol, pues esa solicitud nunca encontrará su destino. Dios es Unidad, ¿cómo le vamos a pedir algo que atente contra ese Principio? No tendría sentido. Más bien deberíamos pedirle la Expiación de ese error que nos lleva a concebir las relaciones con una visión de separabilidad.

Dios siempre nos responde cuando le hablamos desde el Espíritu. Para Él, el cuerpo no es nada, tan sólo un vehículo cuyo papel es favorecer la comunicación. Los dictados proceden de la mente.


Ejemplo-Guía: "El verdadero antídoto contra la desesperación"

No he pretendido con el título de este ejemplo-guía que nos suene a una estrategia de venta. A nadie se le escapa a estas alturas de las lecciones del Curso, que no estamos hablando de remedios mágicos dirigidos a la curación del cuerpo, ni tan siquiera de las enfermedades de la mente, tal y como la trata la medicina de este mundo.

Es más, no quisiera dar la impresión de que podemos utilizar un método, una estrategia, una manera de hacer las cosas, que nos conducirá a conseguir logros en el mundo de las formas. Lo hemos dicho en muchas otras ocasiones: si nuestra mente cree que el cuerpo puede enfermar, justificará el uso de remedios y con ello estará alimentando el error básico de darle credibilidad al cuerpo.

El antídoto al que hacemos referencia se conoce en la terminología utilizada en el Curso como Expiación, es decir, corregir el error de la creencia en la separación, de que somos un cuerpo físico y de que somos pecadores, dignos merecedores del castigo divino.

La Expiación la dispensa la Voz que nos habla por nuestro Padre, el Espíritu Santo. La corrección que nos brinda el Espíritu Santo es un regalo de nuestro Hacedor. Ese antídoto nos hace invulnerables al veneno del miedo. Sitúa a nuestra mente errada en una nueva dimensión, en la cual el aspecto concreto de la materia es sustituido por la Visión Espiritual del Ser, lo que nos lleva a expresarnos desde una mente sana.

El vernos tal y como verdaderamente somos nos lleva a tener la certeza de que Dios nos ofrece Su Gracia y nos aporta la seguridad de que gozamos de una total invulnerabilidad.


Si el miedo está ausente, la desesperación también lo estará. El desapego a todo lo material nos liberará del sufrimiento y del dolor. Tendremos la percepción de estar en el mundo, pero tendremos la absoluta certeza de que no pertenecemos a él.


Reflexión: ¿Cómo hablo con Dios?

Capítulo 21. II. Somos responsables de lo que vemos (4ª parte).

II. Somos responsables de lo que vemos (4ª parte).

9. Ya hemos dicho que hacerse ilusiones es la manera en que el ego lidia con lo que desea para tratar de convertirlo en realidad. 2No hay mejor demostración del poder del deseo, y, por ende, de la fe, para hacer, que sus objetivos parezcan reales y posibles. 3La fe en lo irreal conduce a que se tengan que hacer ajustes en la realidad. para que se amolde al objetivo de la locura. 4El objetivo del pecado induce a la percepción de un mundo temible para justificar su propósito. 5Verás aquello que desees ver. 6si la rea­lidad de lo que ves es falsa, lo defenderás no dándote cuenta de todos los ajustes que has tenido que hacer para que ello sea como lo ves.

Si nuestra fe responde al deseo de ser especial, nuestras creencias fabricarán una realidad basada en el especialismo, donde todo tendrá la apariencia de estar separado, lo que dará lugar a un sistema de pensamiento cuyas leyes tendrán como fin el salvaguardar la integridad de la creencia en la separación.

Todo ello facilitará el crecimiento de una realidad ilusoria y la identificación con la percepción errónea percibida. El cuerpo físico se utiliza como el máximo exponente de la credibilidad de las ideas que conforman su sistema de pensamiento, lo cual imposibilita que sea el cuerpo el vehículo más apropiado para corregir la falsa percepción. Lo corporal prevalece por encima de lo mental y se le da mucha más importancia a la hora de interpretar la vida. Para el ego, es el cuerpo el que manda sobre cualquier otra cosa y la mente, la cual sitúa en el cerebro, está al servicio del cuerpo y no el cuerpo al servicio de la mente. Esta manera de pensar dio lugar a la ciencia mecanicista, la cual se postuló sobre leyes y verdades que hoy día aún tienen su vigencia. Si bien la ciencia de nuestros días ha evolucionado, poniendo en entredicho las verdades lideradas por Newton, y nuevas corrientes de pensamiento abogan por nuevas leyes, nuevos principios, más cercanos a la verdad. La física cuántica y la investigación de la materia subatómica nos están mostrando empíricamente que el cuerpo y la mente no están separados y que la realidad no responde a las leyes en las que se creían, sino que se muestra de una manera diferente, de una manera invisible y bajo leyes que hablan de la unidad del Todo.

10. Cuando se niega la visión, la confusión entre causa y efecto es inevitable. 2El propósito ahora es mantener la causa oculta del efecto y hacer que el efecto parezca ser la causa. 3Esta aparente autonomía del efecto permite que se le considere algo inde­pendiente, y capaz de ser la causa de los sucesos y sentimientos que su hacedor cree que el efecto suscita. 4Anteriormente habla­mos de tu deseo de crear a tu propio creador, y de ser el padre y no el hijo de él. 5Éste es el mismo deseo. 6El Hijo es el efecto que quiere negar a su Causa. 7Y así, él parece ser la causa y producir efectos reales. 8Pero lo cierto es que no puede haber efectos sin causa, y confundir ambas cosas es simplemente no entender nin­guna de las dos.

Así es. El deseo de ser especial y la fe en la creencia en la separación nos han llevado a creer que lo material es real y que la energía del pensamiento es irreal. Dicho de otro modo, hemos sustituido la causa, lo mental, por el efecto, lo tangible. Ese cambio en la visión ha dado lugar a la percepción errónea, es decir, nos hemos desconectado de la visión de las fuerzas que imperan en el mundo mental, las ideas, para identificarnos con su manifestación al ser colapsadas por nuestro deseo, el cual nos ha llevado a observar dicha onda de pensamiento y a transformarla en partícula. Lo que antes era invisible, al ser observado por nuestra identidad deseo, lo convierte en materia. Por lo tanto, es el poder del deseo el que nos lleva al especialismo, a la individualización, al efecto observador, el cual tiene la capacidad para transformar una idea -onda- en una manifestación material -partícula-.

Mientras que la partícula está regida por las leyes de la temporalidad del nivel físico, lo que se llama el mundo ilusorio e irreal, la onda que está regida por las leyes del mundo de Dios es eterna. 

El Hijo de Dios se identifica con el cuerpo, con el efecto, y le otorga erróneamente la condición de causa, lo que le lleva a la confusión de creerse su propio creador. 

lunes, 16 de junio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 167

LECCIÓN 167

Sólo hay una vida y ésa es la vida que comparto con Dios.

1. No existen diferentes clases de vida, pues la vida es como la verdad. 2No admite grados. 3Es la única condición que todo lo que Dios creó comparte. 4Y al igual que todos Sus Pensamientos, no tiene opuesto. 5La muerte no existe porque lo que Dios creó comparte Su Vida. 6La muerte no existe porque Dios no tiene opuesto. 7La muerte no existe porque el Padre y el Hijo son uno.

2. En este mundo parece haber un estado que es lo opuesto a la vida. 2Tú lo llamas muerte. 3Sin embargo, hemos aprendido que la idea de la muerte adopta muchas formas. 4Es la idea subya­cente a todos los sentimientos que no son de suprema felicidad. 5Es la alarma a la que respondes cuando reaccionas de cualquier forma que no sea con perfecta alegría. 6Todo pesar, sensación de pérdida, ansiedad, sufrimiento y dolor, e incluso el más leve sus­piro de cansancio, cualquier ligera incomodidad o fruncimiento de ceño, dan testimonio de la muerte. 7Por lo tanto, niegan que vives.

3. Tú crees que la muerte es algo que sólo tiene que ver con el cuerpo. 2Sin embargo, es sólo una idea, y no tiene nada que ver con lo que se considera físico. 3Los pensamientos se encuentran en la mente. 4Éstos pueden entonces aplicarse según lo dicte la mente. 5es en su punto de origen donde debe efectuarse el cam­bio si es que éste ha de tener lugar. 6Las ideas no abandonan su fuente. 7El énfasis que este curso ha puesto en esta idea se debe al papel central que ocupa en nuestros intentos de que cambies de parecer con respecto a ti mismo. 8Es la razón de que puedas curar. 9Es la causa de la curación. 10Es la razón de que no puedas morir. 11Su veracidad te estableció como uno con Dios.

4. La muerte es el pensamiento de que estás separado de tu Crea­dor. 2Es la creencia de que las condiciones cambian y de que las emociones varían debido a causas que no están bajo tu control, que no son obra tuya y que tú jamás puedes cambiar. 3Es la creen­cia fija de que las ideas pueden abandonar su fuente y adquirir cualidades que ésta no posee, convirtiéndose así en algo dife­rente de su origen, aparte de éste en lo relativo a su naturaleza, así como en lo relativo al tiempo, a la distancia y a la forma.

5. La muerte no puede proceder de la vida. 2Las ideas permane­cen unidas a su fuente. 3Pueden extender todo lo que su fuente contiene. 4En este sentido, pueden ir mucho más allá de sí mis­mas. 5Pero no pueden dar origen a lo que jamás se les dio. 6Tal como fueron concebidas, así será como ellas a su vez conciban. 7Tal como nacieron, así es como darán a luz. 8Y de allí de donde provinieron, allí mismo regresarán.

6. La mente puede pensar que duerme, pero eso es todo. 2No puede cambiar su estado de vigilia. 3No puede hacer un cuerpo, ni tampoco habitar en un cuerpo. 4Lo que es ajeno a la mente no existe porque no tiene una fuente. 5La mente crea todas las cosas que existen, pero no puede otorgarles los atributos que no posee, ni tampoco cambiar su propio estado eterno de plena conciencia. 6No puede dar lugar a lo físico. 7Lo que parece morir no es sino la señal de que la mente está dormida.

7. Lo opuesto a la vida tan sólo puede ser otra forma de vida. 2Como tal, se puede reconciliar con lo que la creó porque no es realmente un opuesto. 3Su forma puede cambiar, así como apa­rentar ser lo que no es. 4Mas la mente es mente, tanto si está des­pierta como dormida. 5No es lo opuesto a nada que ella misma haya creado, ni a lo que parece hacer mientras cree estar dormida.

8. Dios sólo crea mentes despiertas. 2Él no duerme, y Sus creacio­nes no pueden poseer algo que Él no les confiera, ni dar lugar a condiciones que Él no comparte con ellas. 3El pensamiento de muerte no es lo opuesto a los pensamientos de vida. 4Libres para siempre de toda oposición, los Pensamientos de Dios son eterna­mente inmutables, y tienen el poder de extenderse inmutable­mente para siempre, aunque dentro de sí mismos, pues son omnipresentes.

9. Lo que parece ser lo opuesto a la vida es meramente un sueño. 2Cuando la mente elige ser lo que no es y asumir un poder que le es ajeno y que no posee, un estado foráneo al que no puede adap­tarse o una condición falsa que no forma parte de su Fuente, simplemente parece que se va a dormir por un rato. 3sueña al tiempo: un intervalo en el que lo que parece acontecer en reali­dad nunca ha sucedido, los cambios ocurridos carecen de funda­mento y los acontecimientos que parecen tener lugar no están en ninguna parte. 4Cuando la mente despierta, sencillamente conti­núa siendo como siempre fue.

10. Seamos hoy criaturas de la verdad, y no neguemos nuestro santo patrimonio. 2Nuestra vida no es como nos la imaginamos. 3¿Quién podría cambiar la vida sólo porque cierre los ojos, o porque haga de sí mismo lo que no es al estar dormido y ver en sueños algo opuesto a lo que él es? Hoy no pediremos la muerte en ninguna de sus formas. 5Tampoco dejaremos que ni siquiera por un instante cosas imaginarias que aparentemente se oponen a la vida moren allí donde Dios Mismo estableció el Pensamiento de vida eterna.

11. Hoy procuraremos mantener su santo hogar tal como Él lo esta­bleció y como Su Voluntad dispone que sea eternamente. 2Él es Dueño y Señor de lo que hoy pensamos. 3Y en Sus Pensamientos, que no tienen opuesto, entenderemos que sólo hay una vida, y ésa es la vida que compartimos con Él, con toda la creación, así como con sus pensamientos, los cuales Él creó como una unidad de vida que no puede separarse con la muerte ni abandonar la Fuente de vida de donde provino.

12. Compartimos una sola vida porque tenemos una sola Fuente desde la que nos llega la perfección, la cual permanece por siem­pre en las santas mentes que Él creó perfectas. 2Somos ahora tal como siempre hemos sido y como seremos siempre. 3La mente que duerme no puede sino despertar, según ve su propia perfec­ción reflejando al Señor de la Vida tan perfectamente que se funde con lo que allí se ve reflejado. 4Y ahora ya no es un simple reflejo, 5sino que se convierte en aquello que refleja y en la luz que hace que el reflejo sea posible. 6La visión deja ahora de ser necesaria. 7Pues una mente despierta es aquella que conoce su Fuente, su Ser y su Santidad.

¿Qué me enseña esta lección?

Las ideas no abandonan su fuente. Si hemos sido creados a imagen y semejanza de nuestro Padre, gozamos de Su Eternidad, pues hemos sido Expandidos de Su Mente como un Pensamiento con capacidad para desarrollarse y crear.

En el mundo temporal, la mente ha quedado prisionera de las percepciones que recibe del nivel físico, hasta tal punto que ha dado lugar a la fabricación de ideas que le llevan al error, de que su única realidad es la que es capaz de percibir por la vía sensorial.

Desde este punto de vista erróneo, el cuerpo es transitorio y a la fase experimentada por su transición se le llama muerte. Podemos decir que la mente se encuentra identificada con un mundo ilusorio, se encuentra dormida a la verdadera realidad, viviendo un sueño permanente en el que experimenta las leyes fabricadas por el ego: miedo, culpa, castigo, dolor, enfermedad, etc.

Por lo tanto, el origen de la muerte es mental, pues emana de un pensamiento erróneo. Cada vez que nuestra consciencia se identifica con el “sueño” del ego, está experimentando la vivencia de la muerte, pues en verdad está negando el Principio de la Vida, de la Eternidad y de la Felicidad.


Ejemplo-Guía: "Estamos eligiendo, permanentemente, entre la vida y la muerte".

"La idea de la muerte adopta muchas formas. Es la idea subya­cente a todos los sentimientos que no son de suprema felicidad. Es la alarma a la que respondes cuando reaccionas de cualquier forma que no sea con perfecta alegría. Todo pesar, sensación de pérdida, ansiedad, sufrimiento y dolor, e incluso el más leve sus­piro de cansancio, cualquier ligera incomodidad o fruncimiento de ceño, dan testimonio de la muerte".

No me he podido resistir a entresacar este párrafo de esta maravillosa lección, porque me he sentido totalmente identificado con él. Internamente, me resuena esa verdad. Tengo la certeza de que, con cada pensamiento de tristeza, se produce una micro-muerte en mi interior. Esta aseveración está siendo demostrada por la ciencia oficial. Está confirmado que el estado de nuestra mente influye directamente en las células de nuestro cuerpo. Es la evidencia, de que la ilusión se extiende en todas las fabricaciones que forman parte de la propia ilusión.

Si nuestra mente permanece dormida y, como consecuencia de ello, sueña que es un cuerpo físico, ese pensamiento se manifestará en el comportamiento de dicho cuerpo.

La lección de hoy nos revela de una manera definitiva que el pensamiento sigue a su Fuente. Si somos el Hijo de Dios, si hemos sido emanados de Su Mente Creadora, nuestra mente nunca puede morir, pues eso significaría que Dios puede morir.


¿Cómo podemos permanecer eternamente vivos? ¿Qué debemos hacer?


No busquemos fórmulas externas, pues estaríamos haciendo realidad el sueño. La respuesta es que no tenemos que hacer nada. Es como si le pidiésemos a Dios que nos demuestre su existencia. Hasta ese nivel puede llegar la vanidad y la arrogancia de nuestro ego.

Vivir, eso es todo lo que podemos hacer, y, más que hacer, es cuestión de ser. Ya lo eres Todo, no necesitas nada más. Ser, con plena consciencia de que eres perfecto, inocente, amoroso, impecable, abundante. Eres el Hijo de Dios, ¿acaso no es suficiente para vivir en una eterna felicidad?

Elegir. Tan sólo elegir, ser.


Reflexión: La verdadera vida no finaliza con la muerte del cuerpo.

Capítulo 21. II. Somos responsables de lo que vemos (3ª parte).

II. Somos responsables de lo que vemos (3ª parte).

6. Tal vez no veas la necesidad de hacer esta pequeña ofrenda. 2Si ése es el caso, examina más detenidamente lo que dicha ofrenda representa. 3Y no veas en ella otra cosa que el absoluto intercam­bio de la separación por la salvación. 4El ego no es más que la idea de que es posible que al Hijo de Dios le puedan suceder cosas en contra de su voluntad, y, por ende, en contra de la Voluntad de su Creador, la cual no puede estar separada de la suya. 5Con esta idea fue con lo que el Hijo de Dios reemplazó su voluntad, en rebelión demente contra lo que no puede sino ser eterno. 6Dicha idea es la declaración de que él puede privar a Dios de Su poder y quedarse con él para sí mismo, privándose de este modo de lo que Dios dispuso para él. 7Y es esta descabellada idea la que has entronado en tus altares y a la que rindes culto. 8Y todo lo que supone una amenaza para ella parece atacar tu fe, pues en ella es donde la has depositado. 9No pienses que te falta fe, pues tu creencia y confianza en dicha idea son ciertamente firmes.

Creemos conocer la historia del mundo por las muchas aportaciones que el hombre ha sido capaz de compartir fruto de sus estudios e investigaciones. Si profundizamos un poco en el resultado de dichas investigaciones y decidimos ver cuántas de esas aportaciones pueden ser consideradas como vivencias de felicidad y paz, así como cuáles pueden ser consideradas como vivencias de sufrimiento, dolor y guerras, nos sorprenderíamos al comprobar los resultados, pues la balanza se inclinará de una forma evidente a favor de esta última. Y a pesar de ello, a pesar de que la historia nos repite acontecimientos llenos de dolor y miedo, seguimos identificados con el deseo de ser especiales, con el deseo de separarnos de la Fuente del Amor, de la Dicha y de la Paz.

Cuando el origen de un pensamiento es demente, es decir, está fuera de la Mente de donde emana el Amor, nuestras creaciones también lo serán y el mundo que percibiremos será la máxima evidencia de la realidad en la que creemos.

Como bien nos dice Jesús al final de este punto, no podemos menospreciar nuestra falta de fe, pues albergamos la creencia en la separación, en el especialismo y en la errónea identidad del cuerpo.

7. El Espíritu Santo puede hacer que tengas fe en la santidad, y darte visión para que la puedas ver fácilmente. 2Mas no has dejado libre y despejado el altar donde a estos dones les corres­ponde estar. 3Y donde ellos debieran estar has colocado tus ído­los, los cuales has consagrado a otra cosa. 4A esa otra "voluntad" que parece decirte lo que ha de ocurrir, le confieres realidad. 5Por lo tanto, aquello que te demostraría lo contrario no puede por menos que parecerte irreal. 6Lo único que se te pide es que le hagas sitio a la verdad. 7No se te pide que inventes o que hagas lo que está más allá de tu entendimiento. 8Lo único que se te pide es que dejes entrar a la verdad, que ceses de interferir en lo que ha de acontecer de por sí y que reconozcas nuevamente la presencia de lo que creíste haber desechado.

El altar es el símbolo que utiliza Jesús para referirse a la mente. Es en ese altar-mente donde debemos mirar, pues en él encontraremos la calidad de los pensamientos a los que rendimos culto. Nuestros ídolos responden a nuestros deseos. Podemos adorar a cientos de dioses, los cuales representan la multiplicidad de nuestros deseos de ser especiales, o podemos adorar a un solo Dios, el cual representa la unidad, la visión del amor.

Al percibirnos separados, el mundo que hemos fabricado responde a las leyes de la separación, a las leyes del ego, las cuales nos llevan a adorar a los ídolos que representan nuestras creencias: al dios de la muerte, al dios de la enfermedad, al dios del pecado, al dios del sufrimiento, al dios de la guerra, al dios del dolor. Rezamos a todos esos dioses a los que les rendimos fidelidad y a los que veneramos como los representantes de nuestra realidad.

Es hora de que nuestro altar sea renovado y depositemos en él al Dios de la Verdad, al Dios del Amor y de la Unidad. 

8. Accede, aunque sólo sea por un instante, a dejar tus altares libres de lo que habías depositado en ellos, y no podrás sino ver lo que realmente se encuentra allí. 2El instante santo no es un instante de creación, sino de reconocimiento. 3Pues el reconoci­miento procede de la visión y de la suspensión de todo juicio. 4Sólo entonces es posible mirar dentro de uno mismo y ver lo que no puede sino estar allí, claramente a la vista y completamente independiente de cualquier inferencia o juicio. 5Deshacer no es tu función, pero sí depende de ti el que le des la bienvenida o no. 6La fe y el deseo van de la mano, pues todo el mundo cree en lo que desea.

Todo acto de fe es una declaración a favor de lo que creemos, independientemente de que se haya manifestado en el nivel que llamamos realidad del mundo físico.

Nos dice Jesús que la fe y el deseo van de la mano, pues todo el mundo cree en lo que desea. Con ello, nos está recordando una vez más lo que ya nos ha dicho en los puntos anteriores al referirse al poder del deseo como fuente de creación. El deseo, unido a la voluntad, nos lleva a crear o a fabricar, dependiendo si el deseo sirve al amor o al miedo. Si el deseo y la fe -creencia- van de la mano, podemos afirmar que el deseo sigue la estela de aquello en lo que creemos. Dicho de otro modo, para poder crear un mundo separado hemos tenido que poner nuestra fe en dicha creencia, lo que nos indica que hemos utilizado nuestros pensamientos para crear desde la idea de la separación. Nos encontramos ante la causa original de lo que se ha llamado el pecado original, la elección de ser diferentes a Dios y a Su Mundo donde todo es unidad. 

Hoy, la física cuántica nos habla del "mundo de las infinitas posibilidades" al referirse al mundo de la mente. Desde el punto de vista aportado por el conocimiento esotérico, dicho mundo es conocido como el Mundo de los Arquetipos o Mundo Emanativo. De él procede el origen de las ondas del pensamiento, las cuales, al ser colapsadas por un observador, se transforman en partículas, las cuales dan lugar a lo material. Os recomiendo la obra escrita por el Dr. Joe Dispenza, titulada Deja de ser tú, si os sentís motivados a conocer la dinámica que estamos aprendiendo en el Curso de Milagros desde un punto de vista cercano a los avances científicos en materia cuántica.  

domingo, 15 de junio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 166

LECCIÓN 166

Se me han confiado los dones de Dios.

1. Se te ha dado todo. 2La confianza que Dios tiene en ti es infi­nita. 3Él conoce a Su Hijo. 4Él da sin hacer excepciones y sin reser­varse nada que pudiera contribuir a tu felicidad. 5Sin embargo, a menos que tu voluntad sea una con la Suya, no podrás recibir Sus dones. 6Mas ¿qué podría hacerte pensar que hay otra voluntad aparte de la Suya?

2. He aquí la paradoja que sirve de fundamento a la fabricación de este mundo. 2Este mundo no es la Voluntad de Dios, por lo tanto, no es real. 3No obstante, aquellos que creen que lo es no pueden sino creer que hay otra voluntad, la cual produce efectos opuestos a los que Él dispone. 4Esto es claramente imposible, mas la mente de aquel que contempla el mundo y lo juzga como real, sólido, digno de confianza y verdadero cree en dos creadores, o mejor dicho en uno: él mismo. 5Mas nunca en un solo Dios.

3. Todo aquel que alberga creencias tan extrañas como éstas no puede aceptar los dones de Dios, 2pues se ve obligado a creer que aceptarlos, por muy evidentes que se vuelvan, por muy grande que sea la urgencia con la que se le exhorta a reclamarlos como propios, es verse presionado a traicionarse a sí mismo. 3Por lo tanto, tiene que negar la existencia de dichos dones, contradecir la verdad y sufrir para preservar el mundo que él mismo construyó.

4. He aquí el único hogar que cree conocer. 2He aquí la única seguridad que cree poder encontrar. 3Sin ese mundo que él mismo construyó se siente como un paria, sin hogar y preso del miedo. 4No se da cuenta de que en ese mundo es donde en verdad es presa del miedo y donde no tiene un hogar; donde es un paria que en su vagar se ha alejado tanto de su hogar, y por tanto tiempo, que no se da cuenta de que se ha olvidado de dónde vino, adónde va, e incluso de quién es en realidad.

5. No obstante, los dones de Dios lo acompañan en su solitario e insensato vagar, aunque él no se dé cuenta. 2No puede perderlos. 3Pero no ve lo que se le ha dado. 4Continúa errante, consciente de la futilidad que le rodea por todas partes, viendo cómo lo poco que tiene no hace sino menguar, conforme él sigue adelante sin ir a ninguna parte. 5Pero aun así, continúa deambulando en la miseria y en la pobreza, solo, aunque Dios está con él, y en posesión de un tesoro tan grande que, ante su magnitud, todo lo que el mundo ofrece no tiene ningún valor.

6. Su aspecto da lástima, está cansado y rendido, viene hara­piento, y los pies están ensangrentados por los abrojos del camino que ha venido recorriendo. 2No hay nadie que no se haya identifi­cado con él, pues todo el que viene aquí ha seguido la misma senda que él recorre, y se ha sentido derrotado y desesperanzado tal como él se siente ahora. 3Mas, ¿es su situación realmente trá­gica, si te percatas de que está recorriendo el camino que él mismo eligió, y que no tiene más que darse cuenta de Quién camina a su lado y abrir sus tesoros para ser libre?

7. Este es el ser que has elegido, el que forjaste para reemplazar a la realidad. 2Éste es el ser que defiendes ferozmente contra toda muestra de razón, toda prueba, así como contra todos los testigos que te pueden demostrar que eso no es lo que tú eres. 3No les haces caso. 4Sigues el camino que te has trazado, cabizbajo, no vaya a ser que captes un atisbo de la verdad, te libres del auto­engaño y quedes en libertad.

8. Te retraes temerosamente no vaya a ser que sientas el toque de Cristo sobre tu hombro y percibas Su amorosa mano apuntando hacia tus dones. 2¿Cómo podrías decir entonces que la pobreza te acompaña en el exilio? 3Él te haría reír de semejante percepción de ti mismo. 4¿Cómo podrías entonces seguir teniendo lástima de ti mismo? 5¿Y qué pasaría entonces con toda la tragedia que pro­curaste para aquel que Dios dispuso que gozase únicamente de dicha?

9. Tu miedo ancestral te ha salido al encuentro ahora, y por fin la justicia ha dado contigo. 2Cristo ha puesto Su mano sobre tu hom­bro, y ya no te sientes solo. 3Piensas incluso que el miserable yo que creíste ser tal vez no sea tu verdadera Identidad. 4Tal vez la Palabra de Dios sea más cierta que la tuya. 5Tal vez los dones que Él te ha dado son reales. 6Tal vez tu plan de mantener a Su Hijo sepultado en el olvido y de seguir por el camino que elegiste reco­rrer separado de tu Ser no lo ha engañado del todo.

10. La Voluntad de Dios no se opone a nada. 2Simplemente es. 3No es a Dios a Quien has aprisionado con tu plan de querer perder tu Ser. 4Él no sabe nada de un plan tan ajeno a Su Voluntad. 5Hubo una necesidad que Él no entendió, y Él simplemente dio una Res­puesta. 6Eso es todo. 7Y tú, a quien se le ha dado esa Respuesta, no tienes necesidad de nada más.

11. Ahora vivimos, pues ahora no podemos morir. 2El deseo de morir ha recibido respuesta, y la vista mediante la cual se contem­plaba a la muerte ha sido sustituida por una visión que percibe que tú no eres lo que pretendes ser. 3Uno que marcha a tu lado le ofrece a cada uno de tus temores esta piadosa respuesta: "Eso no es cierto". 4Cada vez que el pensamiento de pobreza te oprime, Él te recuerda todos los dones que posees, y cuando te percibes solo y atemorizado, te recuerda que Él siempre está a tu lado.

12. Y te recuerda también algo más que tú habías olvidado. 2Pues al tocarte ha hecho que seas igual que Él. 3Los dones que posees no son sólo para ti. 4Ahora tienes que aprender a dar lo que Él vino a ofrecerte. 5Esta es la lección que está implícita en lo que Él da, pues Él te ha salvado de la soledad que quisiste forjar para ocul­tarte de Dios. 6Él te ha recordado todos los dones con los que Dios te bendijo. 7Te habla asimismo de aquello en lo que se ha de con­vertir tu voluntad cuando los aceptes y reconozcas que son tuyos.

13. Los dones de Dios te pertenecen, y se te han confiado para que se los des a todos aquellos que eligen recorrer el solitario camino del que tú te has escapado. 2Ellos no entienden que lo único que están haciendo es ir en pos de sus deseos. 3Ahora eres tú quien les tiene que enseñar. 4Pues has aprendido de Cristo que hay otro camino que pueden recorrer. 5Les puedes enseñar esto demos­trándoles la felicidad que colma a aquellos que sienten el toque de Cristo y que reconocen los dones de Dios. 6No permitas que tus pesares te tienten a no ser fiel a tu cometido.

14. Tus suspiros no harían ahora sino truncar las esperanzas de aquellos que cuentan contigo para su liberación. 2Tus lágrimas son las suyas. 3Si enfermas, no haces sino impedir su curación. 4Tus temores no hacen sino enseñarles que los suyos están justifi­cados. 5Tu mano se convierte en la que otorga el toque de Cristo; tu cambio de mentalidad se convierte en la prueba de que quien acepta los dones de Dios jamás puede sufrir por nada. 6Se te ha encomendado liberar al mundo de su dolor.

15. No lo defraudes. 2Conviértete en la prueba viviente de lo que el toque de Cristo puede ofrecerle a todo el mundo. 3Dios te ha confiado Sus dones. 4¡Que tu felicidad dé testimonio de la gran transformación que experimenta la mente que elige aceptarlos y sentir el toque de Cristo! 5Ésa es tu misión ahora. 6Pues Dios les ha encomendado a todos los que reciben Sus dones que a su vez los den. 7Él ha compartido Su gozo contigo. 8Áhora tú vas a com­partirlo con el mundo.

¿Qué me enseña esta lección? 

Somos Hijos de Dios, y ello nos hace legítimos herederos de sus dones. 

Sin embargo, esa legitimidad ha quedado sepultada por la misma razón por la que olvidamos nuestra verdadera realidad. La identificación de la mente con el mundo material llevó al ego a la fabricación de una realidad basada en la creencia de que la única identidad es el cuerpo. 

Ese cuerpo se siente escaso y necesitado. Debe trabajar para conseguir alimentarse, para conseguir adquirir sus dones. Pronto, esa dinámica se convierte en el eje central de su existencia. La posesión de esos dones le hace sentirse seguro para afrontar las peripecias que le exige la vida y cuando esos dones efímeros e ilusorios se deterioran, una profunda angustia lo sobrecoge, incitándole a lanzarse a la búsqueda desenfrenada de nuevos dones. 

A pesar de los esfuerzos que realiza para mantener esa situación de aparente seguridad, pronto se dará cuenta de que, por mucho que lo intente, la felicidad que persigue no la encontrará en lo que posee. 

Cuando se produce el despertar de la consciencia y decidimos abandonar las leyes por las que se rige el ego, o lo que es lo mismo, cuando decidimos reconocer nuestro verdadero origen y nos ponemos al servicio de la Voluntad de nuestro Creador, entonces, y solo entonces, volveremos a recuperar los dones que nuestro Padre dispuso para nosotros. 


Ejemplo-Guía: "Dones y talentos" 

"Cada uno de nosotros venimos con dones y talentos, que son esas cosas que hacemos y nos salen de forma natural, que no nos supone esfuerzo llevar a cabo; las hacemos con soltura, no tienen por qué ser “cosas muy grandes” y “espectaculares”, pueden ser un don o talento desde tener la habilidad innata de saber cocinar y disfrutar preparando una ensalada a tener la capacidad de plasmar lo que sientes en un cuadro; hay miles de dones y talentos.

No se hacen para buscar el reconocimiento exterior, no vienen desde la avaricia, no son para impresionar a nadie, sino para expresar lo que cada uno somos; no tienen una finalidad, una meta, sino que la propia expresión es la finalidad".  (Emilio Carrillo) 

Siempre me gustó la definición que hace Emilio Carrillo sobre el tema de los dones y talentos. A diferencia de otras definiciones en las que se hace una diferenciación entre ambos términos (talento=habilidad y dones=atributos divinos), Emilio los engloba en un mismo significado y los describe como condiciones que forman parte de nosotros de una manera natural y que tenemos la capacidad de expresarlas sin necesidad de haberlas aprendido. 

La lección nos advierte que los dones de Dios nos pertenecen. Si empleamos la lógica, es lícito que así sea, pues al igual que en este mundo los hijos heredan los bienes de sus padres, en el Cielo ocurre igual; el Hijo de Dios, nuestro verdadero Ser, es portador de los dones de Su Padre. 

Nos revela, igualmente, la lección de hoy, que seremos conscientes de los dones que Dios nos ha legado cuando hagamos Su Voluntad. ¿Esto qué significa? Hacer la Voluntad de Dios es percibir con la visión de Cristo, con la visión del Amor y de la Unidad. 

Si nuestra visión presta culto al miedo, a la posesión, entonces confundiremos dones con habilidades y no las expresaremos con naturalidad. Esa es la señal inequívoca que nos permitirá reconocer cuándo estamos utilizando nuestras habilidades y cuándo nuestros talentos. 

Como bien nos refiere Emilio Carrillo, los dones emanan de nosotros sin esfuerzo y nos producen un profundo goce y satisfacción. Cuando estamos expresando nuestros dones, el tiempo parece no existir. He tenido la ocasión de comprobarlo infinidad de veces, cuando pongo de manifiesto uno de los dones que se expresan en mí, con naturalidad, el escribir.

En un momento de inspiración, me puedo llevar escribiendo horas, y cuando soy demandado por los que me rodean y me anuncian el tiempo que ha transcurrido, no he tenido la misma percepción. Para mí han podido pasar minutos y, en la realidad temporal, han pasado horas. 

Todos somos portadores de los dones con los que Dios nos ha creado. Ponerles nombres a esos atributos es entrar en el juego de las palabras con el que estamos acostumbrados a sobrevivir en este mundo. Si no definimos con una palabra lo que queremos expresar, tenemos dificultad para alcanzar su comprensión. Esto será así hasta que permanezcamos identificados con el mundo de la ilusión y con el cuerpo. Pues bien, participando de ese juego, y sin ánimo de encasillar al Ser que nos ha Creado, las enseñanzas cabalísticas nos hablan de tres expresiones de la Divinidad: Kether-Voluntad; Hochmah-Amor y Binah-Inteligencia. Esa Trinidad está expresando los valores del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en la tradición cristiana. 

Si aceptamos esa vinculación, diremos que somos portadores de tres atributos creadores: la voluntad, el amor y la inteligencia. De su uso correcto surgirá un universo basado en las leyes de la Verdad. De su uso incorrecto, surgirá la fabricación de un mundo basado en leyes contrarias a la verdad. 

Cuando alguien nos pregunta: "¿Cuáles son tus dones y tus talentos?", ¿os habéis fijado que tenemos alguna dificultad para reconocerlos? Sin embargo, si esa misma pregunta nos la hacen con respecto a otra persona, nos resulta más fácil responder. La razón de que esto sea así responde a que nuestra visión está concentrada en el mundo externo y no en el interno. En la medida en que invirtamos esa orientación, descubriremos nuestros dones y talentos y con ello estaremos descubriendo nuestra verdadera identidad. 

Os propongo un doble ejercicio: Intentad responderos a la primera pregunta: ¿cuáles son mis dones y talentos? Posteriormente, hacedle esa pregunta a otra persona, preguntadle: "¿Cuál crees tú que son mis dones y talentos?". Su respuesta os ayudará a conoceros. No olvidemos que nuestro hermano está expresando, al igual que tú, el rostro de Dios.


Reflexión: ¿Cómo puedo saber que estoy haciendo la Voluntad del Padre?