viernes, 7 de junio de 2024

Capítulo 11. VI. El despertar a la redención (1ª parte)

 VI. El despertar a la redención (1ª parte) 

1. Es imposible no creer en lo que ves, pero es igualmente imposi­ble ver lo que no crees. 2La percepción se construye sobre la base de la experiencia, y la experiencia conduce a las creencias. 3La percepción no se estabiliza hasta que las creencias se cimientan. 4De hecho, pues, lo que ves es lo que crees. 5Eso es lo que quise decir con: "Dichosos los que sin ver creyeron", pues aquellos que creen en la resurrección la verán. 6La resurrección es el triunfo definitivo de Cristo sobre el ego, no atacándolo sino transcendién­dolo. 7Pues Cristo ciertamente se eleva por encima del ego y de todas sus "obras", y asciende hasta el Padre y Su Reino. 

Voy a recuperar un pasaje recogido en el evangelio de San Juan, en el que se pone de manifiesto la enseñanza que recoge este punto del Curso: la incredulidad de Tomás. 

La incredulidad de Tomás es el episodio del Evangelio de Juan donde el apóstol Tomás niega la Resurrección de Cristo, mientras no vea y toque personalmente las heridas infligidas a Jesús en la Cruz. 

El episodio se narra solamente en el Evangelio de Juan, pero no en los tres Evangelios sinópticos. ​El texto de Juan 20:24–29 según la versión Reina-Valera es: 

24 Empero Tomás, uno de los doce, que se dice el Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino.

25 Dijéronle pues los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Y él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.

26 Y ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Vino Jesús, las puertas cerradas, y púsose en medio, y dijo: Paz a vosotros.

27 Luego dice a Tomás: Mete tu dedo aquí, y ve mis manos: y alarga acá tu mano, y métela en mi costado: y no seas incrédulo, sino fiel.

28 Entonces Tomás respondió, y díjole: ¡Señor mío, y Dios mío!

29 Dícele Jesús: Porque me has visto, Tomás, creíste: bienaventurados los que no vieron y creyeron. 

El ego no ve a Cristo, pues no cree en él, no cree en lo que no percibe, en lo que no experimenta, en lo que no ve. Para ver a Cristo hay que experimentar Su Amor y esta percepción es la verdadera, es decir, no necesita ver para creer. Esa percepción es verdadera porque procede de la Mente Una, la que nos permite recordar que somos Cristo, el Hijo de Dios. 

2. ¿Qué prefieres, unirte a la resurrección o a la crucifixión? 2¿Condenar a tus hermanos o liberarlos? 3¿Te gustaría trascen­der tu prisión y ascender hasta el Padre? 4Estas preguntas son todas la misma y se contestan al unísono. 5Ha habido mucha con­fusión con respecto a lo que significa la percepción, debido a que la palabra se usa con el significado de "conciencia" y también con el de "interpretación de la conciencia". 6No obstante, no puedes ser consciente sin interpretar, pues lo que percibes es tu propia interpretación. 

Elijo la resurrección, elijo el despertar, elijo trascender la prisión donde vemos limitada nuestra percepción verdadera y ascender hasta el Padre, donde la percepción ya no es necesaria, pues creeremos en Él, sin la necesidad de percibir, de ver lo que no es visible, salvo para los ojos del ego. 

3. Este curso es muy claro. 2Si no lo ves así, es porque estás haciendo interpretaciones contra él, y, por lo tanto, no crees lo que dice. 3puesto que lo que crees determina tu percepción, no per­cibes el significado del curso y, consecuentemente, no lo aceptas. 4Con todo, diferentes experiencias conducen a diferentes creen­cias, y a través de éstas, a diferentes percepciones. 5Pues las per­cepciones se aprenden mediante creencias, y la experiencia ciertamente enseña. 6Te estoy conduciendo a una nueva clase de experiencia que cada vez estarás menos dispuesto a negar: 7Aprender de Cristo es fácil, pues percibir con Él no entraña nin­gún esfuerzo. 8Sus percepciones son tu conciencia natural, y lo único que te fatiga son las distorsiones que introduces en ésta. 9Deja que sea el Cristo en ti Quien interprete por ti, y no trates de limitar lo que ves con creencias pueriles indignas del Hijo de Dios. 10Pues hasta que Cristo no sea aceptado completamente, el Hijo de Dios se considerará a sí mismo huérfano. 

Si nuestra percepción es guiada por el ego, nuestras creencias nos llevarán a negar la verdad: el amor, la felicidad, la alegría, la unicidad, la libertad. 

4. Yo soy tu resurrección y tu vida. 2Vives en mí porque vives en Dios. 3todos tus hermanos viven en ti, tal como tú vives en cada uno de ellos. 4¿Cómo ibas a poder, entonces, percibir indignidad en un hermano sin percibirla en ti mismo? 5¿Y cómo ibas a poder percibirla en ti mismo sin percibirla en Dios? 6Cree en la resurrec­ción porque ésta ya se ha consumado, y se ha consumado en ti. 7Esto es tan cierto ahora como lo será siempre, pues la resurrec­ción es la Voluntad de Dios, Quien no sabe de tiempo ni de excepciones. 8Pero no hagas excepciones o, de lo contrario, no percibirás lo que se ha consumado para ti. 9Pues ascendemos hasta el Padre juntos, como fue en un principio, como es ahora y como será siempre, pues ésa es la naturaleza del Hijo de Dios tal como su Padre lo creó. 

Sí, vivimos en Jesús, vivimos en Cristo y vivimos en Dios, pues la existencia que compartimos es la Mente Una. La afirmación “todos tus hermanos viven en ti, tal como tú vives en cada uno de ellos”, nos aporta ese profundo significado de que formamos una unidad al compartir la Mente Una. La resurrección es la Voluntad de Dios, pues nos revela que somos tal y como Nos ha creado: Seres espirituales dotados de Sus mismos poderes creadores. Tan solo la mente tiene el poder de crear. 

5. No subestimes el poder de la devoción del Hijo de Dios, ni el poder que el dios al que venera ejerce sobre él, 2pues el Hijo de Dios se postra ante el altar de su dios, tanto si es el dios que él inventó como si es el Dios qué lo creó a él. 3Por eso es por lo que su esclavitud es tan total como su libertad, pues obedecerá única­mente al dios que acepte. 4El dios de la crucifixión exige que él crucifique, y sus devotos le obedecen. 5Se crucifican a sí mismos en su nombre, creyendo que el poder del Hijo de Dios emana del sacrificio y del dolor. 6El Dios de la resurrección no exige nada, pues no es Su Voluntad quitarte nada: 7No exige obediencia, pues la obediencia implica sumisión. 8Lo único que quiere es que te des cuenta de cuál es tu voluntad y que la hagas, no con un espíritu de sacrificio y sumisión, sino con la alegría de la libertad. 

No podemos subestimar el poder de devoción del Hijo de Dios, pues su mente puede servir a la verdad o al error, es decir, obedecerá únicamente al dios que acepte.

La voluntad del ego lo lleva a identificarse con un mundo de sacrificios y sus fabricaciones le llevan a percibir el dolor, la pérdida y la muerte.

La Voluntad de Dios nos lleva a conocer lo que realmente somos y a crear un mundo inspirado por el Amor, donde percibiremos la alegría, la felicidad y la eternidad. 

jueves, 6 de junio de 2024

Capítulo 11. V. La dinámica del ego (3ª parte)

 V. La dinámica del ego (3ª parte)


13. El ego analiza, el Espíritu Santo acepta. 2Sólo por medio de la aceptación se puede llegar a apreciar la plenitud, pues analizar significa fragmentar o separar. 3Tratar de entender la totalidad fragmentándola es, claramente el enfoque típicamente contradic­torio que el ego utiliza para todo. 4El ego cree que el poder, el entendimiento y la verdad radican en la separación, y que para establecer esta creencia tiene que atacar. 5Al no darse cuenta de que es imposible establecer esa creencia, y obsesionado por la convicción de que la separación es la salvación, el ego ataca todo lo que percibe, desmenuzándolo en partes pequeñas y desconectadas sin ninguna relación significativa entre sí, y desprovistas, por lo tanto, de todo significado. 6El ego siempre substituirá lo que tiene significado por el caos, pues si la separación es la salva­ción, la armonía es una amenaza. 

La creencia en la separación lleva a la mente a utilizar el juicio, el análisis, la fragmentación, en un intento de comprender lo que carece de significado, pues su visión es parcial y fragmentada, negando la evidencia de la totalidad, de lo que es integral.

Aplicado al mundo de las relaciones, el ego, a través del juicio, proyecta su creencia en la separación, y percibe de forma ajena a su persona, aspectos de si mismo que, de no verlos en su interior, no serían percibidos fuera.

14. Las interpretaciones que el ego hace de las leyes de la percep­ción son, y no pueden sino ser, exactamente las opuestas a las del Espíritu Santo. 2El ego se concentra en el error y pasa por alto la verdad. 3Hace que todos los errores que percibe sean reales, y concluye -utilizando su razonamiento típicamente circular- que la idea de una verdad consistente no tiene sentido por razón de los errores. 4El siguiente paso, entonces, es obvio. 5Si la idea de una verdad consistente no tiene sentido, la inconsistencia tiene que ser verdad. 6Teniendo muy presente el error, y, protegiendo lo que ha hecho real, el ego procede al siguiente paso en su sis­tema de pensamiento: el error es real y la verdad es un error. 

El ego tan solo ve aquello en lo que cree. El cree en el error porque es lo que ve en su identidad, en su falso ser. Solo cree en lo que ve y ese pensamiento le lleva a creer en el error y los proyecta en el exterior a través de su sistema de juicios.

 

15. El ego no trata de comprender esto, lo cual es obviamente incomprensible, pero trata por todos los medios de demostrarlo y eso es lo que hace constantemente. 2Valiéndose del análisis para atacar el significado, el ego logra pasarlo por alto, y lo que le queda es una serie de percepciones fragmentadas que él unifica en beneficio propio. 3Esto se convierte, entonces en el universo que percibe. 4Y es este universo lo que a su vez se convierte en la demostración de su propia realidad. 

El ego no ve la verdad de la unidad, simplemente, porque es la consecuencia de haber elegido ver desde la separación. Por lo tanto, todo cuanto cree ver está basado en la percepción falsa de su identidad.

 

16. No subestimes el poder de atracción que las demostraciones del ego ejercen sobre aquellos que están dispuestos a escucharle. 2La percepción selectiva escoge sus testigos cuidadosamente, y el testimonio de esos testigos es, congruente. 3Los argumentos en favor de la locura son convincentes para los locos, 4pues todo razonamiento concluye allí donde comienza, y no hay sistema de pensamiento que pueda trascender su propia fuente. 5Aun así, el razonamiento que carece de sentido no puede demostrar nada, y aquellos a quienes convence no pueden sino estar engañados. 6¿Cómo iba a poder enseñar verdaderamente el ego, cuando pasa por alto la verdad? 7¿Cómo iba a poder percibir lo que ha negado? 8Sus testigos dan testimonio de su negación, pero no de lo que ha negado. 9El ego mira de frente al Padre y no lo ve, pues ha negado a Su Hijo. 

El ego mira de frente al Padre y no lo ve, pues ha negado a Su Hijo, esto es, porque no cree en la Unidad y en el Amor.

 

17. ¿Te gustaría recordar al Padre? 2Acepta a Su Hijo y lo recorda­rás. 3No hay nada que pueda demostrar que Su Hijo es indigno, pues no hay nada que pueda probar que una mentira es verdad. 4Lo que ves en Su Hijo a través de los ojos del ego es una demos­tración de que Su Hijo no existe. aSin embargo, dondequiera que el Hijo esté allí tiene que estar el Padre. 5Acepta lo que Dios no niega, y ello te demostrará su verdad. 6Los testigos de Dios se alzan en Su Luz y, contemplan lo que Él creó. 7Su silencio es la señal de que han contemplado al Hijo de Dios, y en la Presencia de Cristo no tienen que demostrar nada, pues Cristo les habla de Sí Mismo y de Su Padre. 8Guardan silencio porque Cristo les habla, y son Sus palabras las que brotan de sus labios. 

¿Te gustaría recordar al Padre? Acepta a Su Hijo y lo recordarás, es decir, acepta el Amor en tu mente y percibirás correctamente lo que es ilusorio de lo que es verdad. Aceptar el Amor, es tener la certeza de que somos Uno con nuestros hermanos y con Dios. 


18. Cada hermano con quien te encuentras se convierte en un tes­tigo de Cristo o del ego, dependiendo de lo que percibas en él. 2Todo el mundo te convence de lo que quieres percibir y de la realidad del reino en favor del cual has decidido mantenerte alerta. 3Todo lo que percibes da testimonio del sistema de pensa­miento que quieres que sea verdadero. 4Cada uno de tus herma­nos tiene el poder de liberarte si tú decides ser libre. 5No puedes aceptar falsos testimonios acerca de un hermano a menos que hayas convocado falsos testigos contra él. 6Si no te habla de Cristo, es que tú no le hablaste de Cristo a él. 7No oyes más que tu propia voz, y si Cristo habla a través de ti, le oirás.  

Recibimos aquello que damos, pues lo que damos, es a nosotros mismos a quien se lo damos. Si damos amor, nuestro hermano nos responderá con el mismo amor que le hemos dado. Si damos odio, nuestro hermano nos responderá con el mismo odio que le hemos dado. Cada hermano con quien te encuentras se convierte en un testigo de Cristo o del ego, dependiendo de lo que percibas en él. 

miércoles, 5 de junio de 2024

Capítulo 11. V. La dinámica del ego (2ª parte)

V. La dinámica del ego (2ª parte)  


7 . El ego siempre ataca en defensa de la separación. 2Al creer que tiene el poder de hacer eso no hace otra cosa, ya que su objetivo de autonomía no es otra cosa. 3El ego está totalmente confundido con respecto a la realidad, pero no pierde de vista su objetivo. 4Está mucho más alerta que tú porque está completamente seguro de su propósito. 5Tú estás confundido porque no reconoces el tuyo.

La autonomía del ego es la idea central de su sistema de pensamiento, el cual le lleva a creer que su identidad, se fortalece con la idea de tener, de poseer, pues así satisface sus necesidades y carencias. En un mundo donde imperan las leyes de lo temporal, de lo irreal, las tenencias y las posesiones, generan miedo a perderlas, lo que origina un círculo vicioso donde el sufrimiento y dolor se alternan.


8. Debes reconocer que lo que menos quiere el ego es que te des cuenta de que le tienes miedo. 2Pues si el ego pudiese producir miedo, menoscabaría tu independencia y debilitaría tu poder. 3Sin embargo, su único argumento para que le seas leal es que él puede darte poder. 4Si no fuera por esta creencia no le escucharías en absoluto. 5¿Cómo iba a poder, entonces, seguir existiendo si te die­ses cuenta de que al aceptarlo te estás empequeñeciendo y priván­dote a ti mismo de poder? 

El ego necesita el poder para afianzar su credibilidad. Es por ello, que su alimento más codiciado es ese poder. Desdotar al ego de poder es reconocer su inexistencia y eso no lo permitirá el ego, pues su único propósito es plantar batalla a la verdadera autonomía, de la que se siente dueño y señor: su propia autoría.


9. El ego puede permitirte, y de hecho lo hace, que te consideres altanero, incrédulo, frívolo, distante, superficial, insensible, des­pegado e incluso desesperado, pero no permite que te des cuenta de que realmente tienes miedo. 2Minimizar el miedo, pero no deshacerlo, es el empeño constante del ego, y es una capacidad para la cual demuestra ciertamente gran ingenio. 3¿Cómo iba a poder predicar separación a menos que la reforzase con miedo?, y, ¿seguirías escuchándole si reconocieses que eso es lo que está haciendo? 

La creencia en la separación favorece y justifica el sentir miedo. El otro es una permanente amenaza para nuestra autonomía y, por lo tanto, debo permanecer alerta para esquivar sus ataques y vencerla en justa batalla por salvaguardar nuestro poder, aquello que poseemos y creemos tener en propiedad.


10. La más seria amenaza para el ego es, pues, que te des cuenta de que cualquier cosa que parezca separarte de Dios es única­mente miedo, sea cual sea la forma en que se manifieste e inde­pendientemente de cómo el ego desee que lo experimentes: 2Su sueño de autonomía se estremece hasta su raíz cuando cobras conciencia de esto. 3Pues si bien puedes tolerar una falsa idea de independencia, no aceptarías el costo en miedo que ello supone una vez que lo reconocieses. 4Pero ése es su costo, y el ego no puede reducirlo. 5Si pasas por alto el amor estás pasándote por alto a ti mismo, y no podrás sino tener miedo de la irrealidad porque te habrás negado ti mismo. 6Al creer que tu ataque contra la verdad ha tenido éxito, creerás que el ataque tiene poder. 7Dicho llanamente, pues, te has vuelto temeroso de ti mismo. 8Y nadie quiere encontrar lo que cree que le destruiría. 

El ego es fruto de la creencia en la separación y dicha creencia da lugar al miedo. Todo el sistema de pensamiento del ego se basa en esas creencias y sus esfuerzos van encaminado en evitar que tomemos consciencia de que nuestras elecciones están condicionadas, precisamente, por ese miedo. Busca protegerse del miedo, fabricando un sistema basado en el miedo. Para protegerme del ataque del otro, me anticipo con mi propio ataque. La negación de estar unido a Dios, proclamando su propia independencia, le aporta identidad, pero también lo hace hijo del miedo: miedo a perder; miedo a la enfermedad; miedo a la muerte; miedo al sufrimiento, etc.

 

11. Si se pudiese lograr el objetivo de autonomía del ego, el propó­sito de Dios podría ser truncado, y eso es imposible. 2Solamente aprendiendo lo que es el miedo puedes por fin aprender a distin­guir lo posible de lo imposible y lo falso de lo verdadero. 3De acuerdo con las enseñanzas del ego, su objetivo se puede lograr, pero el propósito de Dios no. 4De acuerdo con las enseñanzas del Espíritu Santo, únicamente el propósito de Dios se puede lograr, y ya se ha logrado. 

Cuando se despierta de una pesadilla, estamos en condiciones de aprender a distinguir entre lo ilusorio y lo real. Nos diremos, cuan equivocados habíamos estado al percibir como real las escenas vividas en sueño.

 

12. Dios depende de ti tanto como tú de Él porque Su Autonomía incluye la tuya, y, por lo tanto, está incompleta sin ella. 2Sólo puedes establecer tu autonomía identificándote con Él y llevando a cabo tu función tal como es en verdad. 3El ego cree que alcanzar su objetivo es la felicidad. 4Pero te ha sido dado conocer que la función de Dios es la tuya y que la felicidad no se puede encon­trar aparte de vuestra Voluntad conjunta. 5Reconoce únicamente que el objetivo del ego, que tan diligentemente has perseguido, no te ha aportado más que miedo, y se hará muy difícil mantener que el miedo es felicidad. 6Respaldado por el miedo, esto es lo que el ego quiere que creas. 7Pero el Hijo de Dios no está loco y no lo puede creer. 8De reconocer esto, no lo aceptaría, 9pues sólo un loco elegiría el miedo en lugar del amor, y sólo un loco podría creer que atacando es cómo se alcanza el amor. 10Pero el que ha sanado se da cuenta de que sólo el ataque, del que el Amor de Dios le protege completamente, puede producir miedo.

El ego cree que alcanzar su objetivo es la felicidad. Sin embargo, el costo de ese logro es el miedo. Aquello que no goce de la seguridad que aporta el Amor, será mantenido por el uso demente del miedo. Todo el sistema de creencias del ego se fundamenta en el miedo. Buscamos el amor en el otro, cuando en verdad lo que buscamos es poseerlo para de este modo no sentirnos solos. Nuestro miedo a perder al ser que creemos amar, nos impide gozar de la felicidad que aporta el verdadero Amor. 

martes, 4 de junio de 2024

Capítulo 11. V. La dinámica del ego (1ª parte)

V. La dinámica del ego (1ª parte)

1. Nadie puede escapar de las ilusiones a menos que las examine, pues no examinarlas es la manera de protegerlas. 2No hay necesi­dad de sentirse amedrentado por ellas, pues no son peligrosas. 3Estamos listos para examinar más detenidamente el sistema de pensamiento del ego porque juntos disponemos de la lámpara que lo desvanecerá, y, puesto que te has dado cuenta de que no lo deseas, debes estar listo para ello. 4Mantengámonos muy calma­dos al hacer esto, pues lo único que estamos haciendo es bus­cando honestamente la verdad. 5La "dinámica" del ego será nuestra lección por algún tiempo, pues debemos primero exami­narla para poder así ver más allá de ella, ya que le has otorgado realidad. 6Juntos desvaneceremos calmadamente este error, y después miraremos más allá de él hacia la verdad. 

Desde el estado ego, es imposible negar las ilusiones, pues su identidad depende de ellas y negarlas supondría el reconocimiento de su inexistencia.

¿Pero cómo vamos a poder negar esa ilusión si nos encontramos en ella?

La analogía que se emplea para definir el estado de conciencia del ego es el sueño. Analizar la ficticia realidad que experimentamos durante el sueño, nos ayudará a encontrar la percepción correcta con la que debemos tratar la ilusión del ego.

Cuando tenemos una pesadilla durante el sueño, el reconocer que lo experimentado es irreal y que somos el soñador de ese sueño, nos ayuda a calmar la ansiedad de lo vivido en ese estado ilusorio.

Por lo tanto, el primer paso hacia el despertar nos lleva a realizar ese reconocimiento, es decir, a reconocernos como los soñadores de nuestros sueños. Esta nueva consciencia nos abre una nueva puerta, la que nos llevará a elegir tener sueños felices, esto es, sueños en el que sabemos que estamos soñando y de que todo forma parte de la ilusión propia del estado de soñar. 

2. ¿Qué es la curación sino el acto de despejar todo lo que obstacu­liza el conocimiento? 2¿Y de qué otra manera puede uno disipar las ilusiones, excepto examinándolas directamente sin proteger­las? 3No tengas miedo, por lo tanto, pues lo que estarás viendo es la fuente del miedo, y estás comenzando a darte cuenta de que el miedo no es real. 4Te das cuenta también de que sus efectos se pueden desvanecer sólo con que niegues su realidad. 5El siguiente paso es, obviamente, reconocer que lo que no tiene efectos no existe. 6Ninguna ley opera en el vacío, y lo que no lleva a ninguna parte no ha ocurrido. 7Si la realidad se reconoce por su extensión, lo que no conduce a ninguna parte no puede ser real. 8No tengas miedo de mirar al miedo, pues no puede ser visto. 9La claridad, por definición, desvanece la confusión, y cuando se mira a la oscuridad a través de la luz, ésta no puede por menos que disiparla. 

En el punto anterior, nos hemos quedado en la fase del proceso del despertar en el que hemos elegido soñar sueños felices, teniendo plena consciencia de que estamos soñando. Para llegar a este punto del camino, hemos tenido que decidir mirar y examinar el mundo ilusorio que se nos muestra. Reconoceremos que nada es real y aquello que nos producía miedo, ahora, al mirarlo, se ha desvanecido. 

3. Comencemos esta lección acerca de la "dinámica del ego" dán­donos cuenta de que la expresión en sí no significa nada. 2Dicha expresión encierra una contradicción intrínseca que la priva de todo sentido. 3"Dinámica" implica el poder para hacer algo, y toda la falacia de la separación radica en la creencia de que el ego tiene el poder de hacer algo. 4Tienes miedo del ego porque crees eso. 5No obstante, la verdad es muy simple:

6Todo poder es de Dios.

7Lo que no procede de Él no tiene el poder de

 hacer nada. 

Al despertar de una pesadilla, cuando aún nos encontramos bajo los efectos del terror experimentado, permanecemos inmovilizados, sin poder recordar que lo vivido no es nada. Es una prolongación del sueño, aun estando despierto.

Esto mismo nos puede ocurrir, cuando afrontamos los primeros pasos del despertar. El miedo paraliza nuestra consciencia y nos impide recordar que ya no estamos soñando, que ya estamos despiertos y es el momento de reconocerlo, de conocer que lo que percibimos no es real, no es nada, no tiene efectos, no tiene poder alguno sobre nosotros. Es el momento de conocer que somos el Ser, el Hijo de Dios, que durante un tiempo se ha creído lo soñado, pero que ahora conoce la verdad. 

4. Cuando observamos al ego, por lo tanto, no estamos exami­nando ninguna dinámica, sino tan sólo ilusiones. 2Puedes cierta­mente examinar un sistema ilusorio sin miedo, pues si su origen no es real no puede tener efectos. 3El miedo se vuelve claramente más impropio si reconoces el objetivo del ego, el cual está tan obviamente desprovisto de sentido que cualquier esfuerzo en su favor es, por fuerza, inútil. 4El objetivo del ego es claramente alcanzar su propia autonomía. 5Desde un principio, pues, su pro­pósito es estar separado, ser auto-suficiente e independiente de cualquier poder que no sea el suyo propio. 6Por eso es por lo que es el símbolo de la separación. 

Es importante, conocer que el objetivo del ego es claramente alcanzar su propia autonomía. Todo aquello que pretendamos realizar bajo ese propósito, llevará su sello y nos alejará de la verdad. 

5. Toda idea tiene un propósito, y su propósito es siempre el resultado natural de lo que es. 2Todo lo que procede del ego es lo que resulta naturalmente de su creencia central, y la manera de cancelar sus resultados es reconociendo simplemente que la fuente de éstos no es natural, ya que está en desacuerdo con tu verdadera naturaleza. 3He dicho anteriormente que ejercer la voluntad en oposición a Dios es querer que los deseos ilusorios se hagan realidad, pero eso no es realmente ejercer la voluntad. 4Su Voluntad es una porque la extensión de Su Voluntad no puede ser diferente de sí misma. 5El verdadero conflicto que experimen­tas, por lo tanto, es entre los deseos vanos del ego y la Voluntad de Dios, que tú compartes con Él. 6¿Cómo iba a ser esto un con­flicto real? 

“Toda idea tiene un propósito, y su propósito es siempre el resultado natural de lo que es”. El propósito del ego es la autonomía, la cual ha sido inspirada por el deseo de individualidad, de especialismo y de alejarse de la Leyes de Dios, fabricando un mundo con sus propias leyes basadas en lo efímero y temporal. 

6. Tuya es la independencia de la creación, no la de la autonomía. 2Tu función creativa radica en tu completa dependencia de Dios, Quien comparte Su función contigo. 3Al estar dispuesto a compartirla, Él se volvió tan dependiente de ti como tú lo eres de Él. 4No le adscribas la arrogancia del ego a Aquel cuya Voluntad no es ser independiente de ti. 5Él te ha incluido en Su Autonomía. 6¿Puedes realmente creer que la autonomía significa algo aparte de Él? 7La creencia en la autonomía del ego te está costando el conocimiento de tu dependencia de Dios, en la cual reside tu libertad. 8El ego considera cualquier dependencia como una amenaza, e incluso ha tergiversado tu añoranza de Dios y la ha convertido en un medio para consolidarse a sí mismo. 9Pero no te dejes engañar por la interpretación que hace de tu conflicto. 

La Autonomía de Dios nos hace libres, pues la dependencia del Hijo con Su Padre, al igual que la de Su Padre con Su Hijo, están basadas en la Ley del Amor, la cual no tiene límites y es eterna

La autonomía del ego, nos hace esclavos del miedo, de la enfermedad y de la muerte. Nos hace esclavos de todo lo temporal.  

lunes, 3 de junio de 2024

Capítulo 11. IV. La herencia del Hijo de Dios (1ª parte)

 IV. La herencia del Hijo de Dios (1ª parte).

1. Nunca olvides que la Filiación es tu salvación, pues la Filiación es tu Ser. 2Al ser la creación de Dios, es tuya, y al pertenecerte a ti, es Suya. 3Tu Ser no necesita salvación, pero tu mente necesita aprender lo que es la salvación. 4No se te salva de nada, sino que se te salva para la gloria. 5La gloria es tu herencia, que tu Creador te dio para que la extendieras. 6No obstante, si odias cualquier parte de tu Ser pierdes todo tu entendimiento porque estás con­templando lo que Dios creó como lo que eres, sin amor. 7Y puesto que lo que Él creó forma parte de Él, le estás negando el lugar que le corresponde en Su Propio altar.

La afirmación “La Filiación es tu Ser”, no da lugar a dudas en cuanto a la verdadera identidad del Hijo de Dios. Nos aporta la idea de individualidades (pluralidad) unidas en el gozo de la Plenitud (Una). La Filiación es el Ser que somos cada Hijo de Dios, el cual, se expresa en una pluralidad que forman las partes del Todo-Plenitud-Una.

2. ¿Cómo ibas a poder saber que estás en tu hogar si tratas de echar a Dios del Suyo? 2¿Cómo podría el Hijo negar al Padre sin creer que el Padre lo ha negado a él? 3Las leyes de Dios existen para tu protección, y no existen en vano. 4Lo que experimentas cuando niegas a tu Padre sigue siendo para tu protección, pues el poder de tu voluntad no puede ser reducido a menos que Dios intervenga contra él, y cualquier limitación de tu poder no es la Voluntad de Dios. 5Recurre, por lo tanto, únicamente al poder que Dios te dio para salvarte, recordando que es tuyo porque es Suyo, y únete a tus hermanos en Su paz.

Mientras que nuestras creencias nos lleven a negar la Voluntad de nuestro Padre, estaremos bajo el gobierno de las leyes del ego, donde el proceso de aprendizaje se resume tal y como se recoge en la Sagrada Biblia: “ganarás el pan con el sudor de tu frente”.

Aquello que experimentamos, como consecuencia de ese estado de negación de la realidad, sigue siendo para nuestra protección, pues nos conducirá a abrir nuestros ojos a la verdad, nos conducirá al despertar del sueño en el que nos encontramos sumidos.

Si te encuentras entres los que se cuestionan por qué Dios no interviene para evitarnos experiencias de sufrimiento, la respuesta se encuentra recogida en este punto: “cualquier limitación de tu poder no es la voluntad de Dios”.

3. Tu paz reside en el hecho de que Su paz es ilimitada. 2Limita la paz que compartes con Él, y tu Ser se vuelve necesariamente un extraño para ti. 3Todo altar a Dios forma parte de ti porque la luz que Él creó es una con Él. 4¿Le negarías a un hermano la luz que posees? 5No lo harías si te dieses cuenta de que con ello sólo podrías nublar tu propia mente. 6En la medida en que lo traes de regreso, regresas también tú. 7Ésa es la ley de Dios para la protec­ción de la plenitud de Su Hijo.

Si crees ser un ego cuyo sistema de pensamiento te lleva a ver a tus hermanos separados de ti y del resto de la creación, entonces, estarás compartiendo tu miedo, tu ataque, tu oscuridad, tu infelicidad y tu propio rechazo.

Si crees ser el Hijo de Dios, el Ser, entonces verás la unidad que te mantiene unido a tus hermanos y gozarás de la paz y la plenitud de la Filiación.

4. Sólo tú puedes privarte a ti mismo de algo. 2No resistas este hecho, pues es en verdad el comienzo de la iluminación. 3Recuerda tam­bién que la negación de este simple hecho adopta muchas formas, y que debes aprender a reconocerlas y a oponerte a ellas sin excepción y con firmeza. 4Éste es un paso crucial en el proceso de re-despertar. 5Las fases iniciales de esta inversión son con fre­cuencia bastante dolorosas, pues al dejar de echarle la culpa a lo que se encuentra afuera, existe una marcada tendencia a alber­garla adentro. 6Al principio es difícil darse cuenta de que esto es exactamente lo mismo, pues no hay diferencia entre lo que se encuentra adentro y lo que se encuentra afuera. 

La luz, el entendimiento, se evidencia cuando nos hacemos conscientes de la chispa que somos, como parte del Todo. Al igual, como el sueño es una consecuencia de haber elegido el camino de la percepción, de la separación, llevándonos a privarnos de estado pleno de la Unidad, nuestra pequeña dosis de voluntad, cuando se pone al servicio del Espíritu Santo, nos privará de la creencia en el ego y de su sistema de pensamiento.

Negar la separación ha de llevarnos a la aceptación de la Unidad y esta transformación de nuestras creencias, propiciará que veamos a nuestros hermanos, tal y como son, tal y como los ha creado Dios, a Su Imagen y Semejanza.