sábado, 21 de septiembre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 265

LECCIÓN 265

Lo único que veo es la mansedumbre de la creación.

1. Ciertamente no he comprendido el mundo, ya que proyecté sobre él mis pecados y luego me vi siendo el objeto de su mirada: 2¡Qué feroces parecían! 3¡Y cuán equivocado estaba al pensar que aquello que temía se encontraba en el mundo en vez de en mi propia mente! 4Hoy veo el mundo en la mansedumbre celestial con la que refulge la creación. 5En él no hay miedo. 6No permitas que ninguno de mis aparentes pecados nuble la luz celestial que refulge sobre el mundo. 7Lo que en él se refleja se encuentra en la Mente de Dios. 8Las imágenes que veo son un reflejo de mis pen­samientos. 9Pero mi mente es una con la de Dios. 10Por lo tanto, puedo percibir la mansedumbre de la creación.

2. En la quietud quiero contemplar el mundo, el cual refleja únicamente Tus Pensamientos, así como los míos. 2Concédaseme recordar que son lo mismo, y veré la mansedumbre de la creación.


¿Qué me enseña esta lección?

Mientras que el Hijo de Dios ve por la Mente de Su Padre, su Hogar es el Paraíso Terrenal, donde reina la Paz de Dios. La Abundancia, la Perfección, la Felicidad, la Alegría, la Unidad, son dones inscritos en el genoma espiritual del Hijo.

He aquí, que el Hijo de Dios, hace uso de la condición, hasta ese momento latente, de crear, de extender su mente. Este acto, se produjo, cuando aún se era inmaduro para hacer un uso correcto de ese atributo creador. 

Podemos decir, que dejándose llevar por la fuerza del deseo, la mente fabricó una realidad que daría lugar al tránsito de la inconsciencia de la Unidad a la conciencia de la Individualidad. Este proceso, llevó al Hijo de Dios a identificarse con el cuerpo físico con el cual se manifestaría en el mundo material. Este es el origen de la separación.

El hecho de haber fabricado una realidad diferente a la que Dios le había ofrecido, llevó a la Humanidad a la creencia de que había violado las Leyes Divinas y, por ello, había “pecado”.

Escindido de la Unidad y alejado de la Protección Divina, el hombre cree caer en desgracia y proyecta sobre el mundo ese pensamiento destructivo. La culpa le lleva a juzgar a los demás; el castigo se convierte en una exigencia, sin la cual, no se consigue la purificación; el sufrimiento es la única vía que purga nuestros pecados; la enfermedad se interpreta como el fiel reflejo de nuestras debilidades; la muerte, el justo castigo divino por sabernos merecedores de nuestros pecados y como argumento para testimoniar de nuestra ilusoria realidad.

Es tiempo de recuperar la verdadera Visión de nuestra Realidad. Es tiempo de creer en la Unidad y de verla en Todo lo Creado. Es tiempo de negar la ilusión y el miedo. Es tiempo de Amar.

Ejemplo-Guía: "¿El mundo que creo ver es una proyección de lo que deseo ver?

En el capítulo 21 del Curso, titulado "Razón y Percepción", en su Introducción, podemos leer lo siguiente: 

"La proyección da lugar a la percepción. El mundo que ves se compone de aquello con lo que tú lo dotaste. Nada más. Pero si bien no es nada más, tampoco es menos. Por lo tanto, es importante para ti. Es el testimonio de tu estado mental, la imagen externa de una condición interna. Tal como el hombre piense, así percibirá. No trates, por lo tanto, de cambiar el mundo, sino elige más bien cambiar de mentalidad acerca de él. La percepción es un resultado, no una causa. Por eso es por lo que el concepto de grados de dificultad en los milagros no tiene sentido. Todo lo que se contempla a través de la visión es sano y santo. Nada que se perciba sin ella tiene significado. Y donde no hay significado, hay caos" (T-21.In.1:1-12).

Para mí, este mensaje, es una de las muchas joyas que nos regala Un Curso de Milagros. Tengo la certeza, de que, si alcanzo a comprender y a integrar su enseñanza, mi mente me llevaría a percibir de manera correcta y con ello a crear una estrecha comunión con la Verdad. 

"La proyección da lugar a la percepción, y no pue­des ver más allá de ella. Has atacado a tu hermano una y otra vez porque viste en él una sombría figura de tu mundo privado. Y así, no puedes sino atacarte a ti mismo primero, pues lo que atacas no está en los demás. La única realidad de lo que atacas se encuentra en tu propia mente, y al atacar a otros estás literal­mente atacando algo que no está ahí" (T-13.V.3:5-8).

¿Te imaginas un mundo plenamente consciente de esta afirmación? 

"El mundo te puede dar únicamente lo que tú le diste, pues al no ser otra cosa que tu propia proyección, no tiene ningún signi­ficado aparte del que tú viste en él, y en el que depositaste tu fe. Sé fiel a la oscuridad y no podrás ver porque tu fe será recom­pensada tal corno la diste" (T-13.IX.3:1-5). 

Una mente separada, es una mente que rechaza una parte de sí mismo. Este es el origen de la creencia en la separación. Exclusión y separación son sinónimos, al igual que separación y disociación. La separación es un acto de disociación y cuando se produce, surge la proyección. Sin embargo, este mecanismo no es consciente. Realmente, repudiamos lo que proyectamos y nos excluimos a nosotros mismos al juzgar que somos diferentes de aquel sobre el que nos proyectamos. 

"La proyección no es más que un mecanismo del ego para hacerte sentir diferente de tus hermanos y separado de ellos" (T-6.II.3:3). 

"El ego utiliza la proyección con el solo propósito de destruir la percepción que tienes de ti mismo y de tus hermanos. El proceso comienza excluyendo algo que existe en ti, pero que repudias, y conduce directamente a que te excluyas a ti mismo de tus hermanos" (T-6.II.3:7-8). 

"El Espíritu Santo extiende y el ego proyecta" (T-6.II.4:3).


Reflexión: ¿Qué le das al mundo que percibes? 

viernes, 20 de septiembre de 2024

Capítulo 14. IX. El reflejo de la santidad (1ª parte).

 IX. El reflejo de la santidad (1ª parte).

1. La Expiación no te hace santo. 2Fuiste creado santo. 3La Expia­ción lleva simplemente lo que no es santo ante la santidad, o, en otras palabras, lo que inventaste ante lo que eres. 4Llevar ilusiones ante la verdad, o el ego ante Dios, es la única función del Espíritu Santo. 5No trates de ocultarle al Padre lo que has hecho, pues ocultarlo te ha costado no conocerte a ti mismo ni conocer a Dios. 6El conocimiento está a salvo, mas ¿qué seguridad tienes aparte de él? 7La invención del tiempo para que ocupase el lugar de lo eterno se basó en tu decisión de no ser como eres. 8De esta manera, la verdad pasó a ser el pasado, y el presente se consagró a las ilusiones. 9El pasado fue alterado también y se interpuso entre lo que siempre ha sido y el ahora. 10El pasado que tú recuerdas jamás tuvo lugar, y no representa sino la negación de lo que siem­pre ha sido.

Debo reflexionar sobre el motivo que me puede llevar a ocultar algo que he hecho, algo que estoy pensando, pues en la respuesta, tal vez vislumbre el motivo que llevó al Hijo de Dios a ocultar sus actos a Dios.

Si tuviese que ocuparme de mis motivos, diría que el hecho de creer que mis pensamientos o mis acciones no serán aceptadas por alguien a quien le he otorgado el poder de juzgarme (en realidad me estoy juzgando a mi mismo y lo proyecto en el otro), y el cual me censurará y me condenará. Se trata de una manifestación de conciencia que fluye de la culpa. Me siento culpable por mis pensamientos o acciones y proyecto fuera de mí, la necesidad de que alguien me lo haga ver claramente con su juicio. Nuestra respuesta está servida, negaremos que pensamos de esa manera o de que hemos actuado de esa otra, para protegernos de lo que realmente estamos viendo en nuestro interior.

Ese ocultamiento, lo que está propiciando es que no nos conozcamos en absoluto. Ese desconocimiento nos llevó a identificarnos con una realidad que no somos y a olvidar lo que en realidad sí somos.

2. Llevar el ego ante Dios no es sino llevar el error ante la verdad, donde queda corregido por ser lo opuesto a aquello con lo que se encuentra. 2Allí queda disuelto porque la contradicción no puede seguir en pie. 3¿Por cuánto tiempo puede seguir en pie la contra­dicción una vez que se ha expuesto su absoluta imposibilidad? 4Lo que desaparece en la luz no es atacado. 5Simplemente desapa­rece porque no es verdad. 6La idea de que hay diferentes realida­des no tiene sentido, pues la realidad es una sola. 7La realidad no cambia con el tiempo, el estado de ánimo la ocasión. 8Su natura­leza inmutable es lo que hace que sea real. 9Esto no se puede des­hacer. 10El proceso de des-hacimiento sólo es aplicable a la irrealidad. 11Y eso es lo que la realidad hará por ti.

El des-hacimiento de la irrealidad, requiere de firmeza en nuestro pensamiento, el cual debe ponerse al servicio del Espíritu Santo para que la Expiación se convierta en nuestra mejor ayuda. La firmeza a la que me refiero no nos hará dudar entre el pasado y el presente, entre el ego y Dios, pues esa firmeza encontrará una fiel aliada en la certeza de que serviremos tan sólo al ser que somos.

Si la duda te tienta, pregúntate hacia dónde diriges tu visión, al exterior o al interior. Si es al exterior, estarás potenciando el sistema de pensamiento del ego, el cual te seducirá con sus cánticos de sirena. Dirige tu mirada hacia el interior, pues será ese lugar donde se producirá el encuentro con el Espíritu Santo y donde podrá oír al Voz que habla por el Padre.

3. La verdad, simplemente por ser lo que es te libera de todo lo que no es verdad. 2La Expiación es tan dulce que basta con que la llames con un leve susurro para que todo su poder acuda en tu ayuda y te preste apoyo. 3Con Dios a tu lado no puedes ser débil. 4Pero sin Él no eres nada. 5La Expiación te ofrece a Dios. 6El regalo que rechazaste Él lo conserva en ti. 7El Espíritu Santo lo salvaguarda ahí para ti. 8Dios no ha abandonado Su altar, aunque Sus devotos hayan entronado a otros  dioses en él. 9El templo sigue siendo santo, pues la Presencia que mora dentro de él es la santidad.

Cuando se habla de la verdad y la analizamos desde el sistema de pensamiento del ego, podemos estar seguros de que el tema dará para una larga disertación, que la mayoría de las veces, encuentra un mismo final, cada uno tiene su propia verdad. Lo cierto es que las verdades que se han postulado a lo largo de los tiempos como verdades inalterables, se han visto modificadas, por otras verdades, que, igualmente, son más inalterables, si ello fuese posible.

Las verdades del mundo ilusorio con el que estamos identificados, no son verdades, son falsas creencias, que están sujetas al cambio y a la temporalidad. Ya sabemos que la verdad y lo real, son inalterables.

Entonces, ¿dónde podemos encontrar la verdad en este mundo? La respuesta se hace evidente. En ningún sitio, pues este mundo, tal y como lo percibimos, no es verdad, no es real. Tan sólo un cambio en nuestra percepción, es decir, un cambio en la creencia que nos lleva a conocer que este mundo es irreal, nos permitirá ver la verdad de este mundo.


4. La santidad espera serenamente en el templo el regreso de aquellos que la aman. 2La Presencia sabe que ellos retornarán a la pureza y a la gracia. 3La misericordia de Dios los admitirá con gran ternura, desvaneciendo toda sensación de dolor y pérdida con la garantía inmortal del Amor de su Padre. 4Allí el miedo a la muerte será reemplazado por la alegría de vivir, 5pues Dios es Vida, y ellos moran en la Vida.. 6La Vida es tan santa como la Santidad mediante la que fue creada. 7La Presencia de la santidad vive en todo lo que vive, pues la santidad creó la vida y no puede abandonar lo que creó tan santo como ella misma.

El Hijo de Dios es santo, pues la Santidad forma parte de la Mente de Dios. La santidad se caracteriza por expandir la esencia del Amor. Ya sabemos que el Hijo de Dios ha sido creado por esa Esencia, por Amor, pero al haber fabricado una realidad ausente de Amor, le ha llevado a identificarse con una identidad falsa y a olvidar su santidad.

El proceso de transformación de la conciencia en consciencia, gracias a la ayuda de la Expiación, permitirá al Hijo de Dios a reconocer su condición santa.

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 264

LECCIÓN 264

El Amor de Dios me rodea.

1. Padre, estás delante y detrás de mí, a mi lado, allí donde me veo a mí mismo y dondequiera que voy. 2Estás en todo lo que contemplo, en los sonidos que oigo y en cada mano que busca la mía. 3En Ti el tiempo desaparece, y la idea del espacio se vuelve una creencia absurda. 4Pues lo que rodea a Tu Hijo y lo mantiene a salvo es el Amor Mismo. 5No hay otra fuente que ésa, y no hay nada que no comparta Su santidad, nada que se encuentre aparte de Tu única creación o que carezca del Amor que envuelve a todas las cosas dentro de Sí. 6Padre, Tu Hijo es como Tú. 7Hoy apelamos a Ti en Tu Propio Nombre, para estar en paz dentro de Tu eterno Amor.

2. Hermanos míos, uníos a mí en este propósito hoy. 2Ésta es la plegaria de la salvación. 3¿No deberíamos acaso unirnos a lo que ha de salvar al mundo y a nosotros junto con él?


¿Qué me enseña esta lección?

Si Dios no nos hubiese Creado, no existiríamos. Esta afirmación, puede ser interpretada como una verdad de Perogrullo, pero en realidad, en su sencillez, encierra un profundo mensaje, del que tenemos que tomar consciencia: El Amor de Dios se encuentra en todo lo que nos rodea.

Si Somos Hijos de Dios, somos, igualmente, portadores de su potencial creador. Tan sólo el Amor tiene la propiedad de crear. Todo aquello que no haya sido creado con la esencia del Amor, está llamado a destruirse.

El Hijo de Dios, haciendo uso de su facultad divina, se escindió de la Fuente de Dios y fabricó una realidad paralela basada en la Ilusión. Esa otra realidad, es temporal y no real y ha dado lugar a la visión de la vida y la muerte.

Pero, el retorno a la Consciencia de la Unidad está trazado por el Creador. En verdad, no podemos escindirnos de la Fuente que nos ha dado la verdadera Vida. En nuestras manos está encontrar el camino de regreso al verdadero Hogar.

Nuestra aventura por la densidad material, ha de permitirnos aprender a construir con Amor, a tomar consciencia, que la Unidad se encuentra presente en la Multiplicidad. Aprenderemos, que en cada rostro de nuestros hermanos, se encuentra el Rostro de nuestro Creador.

Ejemplo-Guía: "Viviendo el Amor"

Cuando me refiero al Amor, no estoy aludiendo a la pasión, a la emoción, al sentimiento, por una sencilla razón, el Amor es sinónimo de unidad, mientras que la pasión, la emoción y el sentimiento, dan lugar a la visión de la separación.

¿Qué significa vivir el Amor? Para mí, más que un acto, es una condición, un estado de Ser, que nos lleva a vivir la vida desde la aceptación, desde la indefensión, desde la alegría, desde la abundancia.

A partir de ese "estado", se despliega un comportamiento inusual para el mundo que acostumbramos a experimentar, pues pone en entredicho, sin atacar, a todas las leyes que lo rigen y gobierna.


Vivir desde el Amor, significa vivir la Visión de Dios, es decir, vivir desde la certeza de que hemos recordado de que somos el Hijo de Dios y que formamos una unidad con todo lo creado


Reflexión: ¿Veo a Dios en todo lo que me rodea?

jueves, 19 de septiembre de 2024

Capítulo 14. VIII. El santo lugar de encuentro (2ª parte).

VIII. El santo lugar de encuentro (2ª parte).


3. No dejes que tu mente vague por corredores sombríos, lejos del centro de la luz. 2Tú y tu hermano podéis elegir extraviaros, pero sólo os podéis volver a unir a través del Guía que se os ha proporcionado. 3Él te conducirá sin duda alguna allí donde Dios y Su Hijo esperan tu reconocimiento de Ellos. 4Ellos están unidos en el propósito de darte el regalo de unidad ante el cual toda separación desaparece. 5Únete a lo que eres. 6No puedes unirte a nada, excepto a la realidad. 7La gloria de Dios y de Su Hijo es ciertamente tuya. 8Ellos no tienen opuesto, y no hay nada más que puedas otorgarte a ti mismo.

Si nuestra mente sirve a la percepción falsa, esto es, a la creencia en la separación, nuestra visión se recreará en lo externo, donde veremos proyectado aquellos aspectos que, al ser condenados en nuestro interior, decidimos juzgarlos en el otro.

Como ya hemos visto, la Salvación tan sólo es real, cuando decidamos percibir correctamente y ver la unicidad que nos une al resto de la Filiación. El Espíritu Santo nos conducirá al lugar de encuentro donde encontraremos la oportunidad de redimir el error de la separación.

4. No existe substituto para la verdad. 2la verdad hará que esto resulte evidente para ti a medida que se te conduzca al lugar donde has de encontrarte con ella. 3se te conducirá allí mediante una dulce comprensión que no te puede conducir a ninguna otra parte. 4Donde Dios está, allí estás tú. 5Ésa es la verdad. 6Nada puede convertir el conocimiento que Dios te dio en falta de cono­cimiento. 7Todo lo que Dios creó conoce a su Creador. 8Pues así es como el Creador y Sus creaciones crean la creación. 9En el santo lugar de encuentro el Padre y Sus creaciones están unidos, y junto con ellos lo están también las creaciones de Su Hijo. 10Hay un solo eslabón que los une a todos y los mantiene en la unidad desde la cual tiene lugar la creación. 

No será fruto de la casualidad, el hecho de que nos encontremos en el lugar adecuado donde se producirá el encuentro que nos permitirá alcanzar el proceso de transformación del miedo al amor, de la separación a la unidad. Ni Dios, ni el Espíritu Santo, son aficionados a los juegos de azar. Allí donde se encuentre Su Hijo, se encuentra Él Mismo, pues el Espíritu Santo, Expresión de Su Mente, se encuentra igualmente, en Su Hijo

5. El eslabón a través del que el Padre se une a quienes Él da el poder de crear jamás puede ser destruido. 2El Cielo en sí es la unión de toda la creación consigo misma, y con su único Creador. 3Y el Cielo sigue siendo lo que la Voluntad de Dios dispone para ti. 4No deposites ninguna otra ofrenda sobre tus altares, pues no hay nada que pueda coexistir con el Cielo. 5Ahí tus insignificantes ofrendas se depositan junto al regalo de Dios, y sólo lo que es digno del Padre es aceptado por el Hijo, a quien va destinado. 6A quien Dios se da a Sí Mismo, Dios se ha dado. 7Tus insignificantes ofrendas desaparecerán del altar donde Él ha depositado la Suya Propia. 

Es curioso, que desde pequeños, nos inducen a creer que el Cielo y la presencia del Creador, se encuentran en una dimensión intergalactica, en los confines del universo. Pero nada más lejos de la realidad, esa creencia procede de la ignorancia del sistema de pensamiento del ego, la cual está basada en la visión de lo externo.

El Cielo, tal y como nos enseña este punto, es la unión de toda la creación consigo misma, y con su único Creador, es decir, es la Mente Una, de la que forma parte el Hijo de Dios. Es esa Unicidad lo que la Voluntad de Dios dispone para Su Hijo. Esa Unicidad debe ser la única ofrenda que llevemos al altar de nuestra consciencia. 

miércoles, 18 de septiembre de 2024

Capítulo 14. VIII. El santo lugar de encuentro (1ª parte).

VIII. El santo lugar de encuentro (1ª parte).

1.  Has escondido en las tinieblas, la gloria que Dios te dio, así como el poder con que Él dotó a Su inocente Hijo. 2Todo ello yace oculto en cada rincón tenebroso, envuelto en culpabilidad y en la oscura negación de la inocencia. 3Detrás de las sombrías puertas que has cerrado no hay nada porque no hay nada que pueda opacar el regalo de Dios. 4El que las hayas cerrado es lo que te impide reconocer el poder de Dios que refulge en ti. 5No destie­rres el poder de tu mente, sino permite que todo lo que oculta tu gloria sea llevado ante el juicio del Espíritu Santo para que allí quede disuelto. 6Todo aquel a quien Él quiere salvar para la gloria es salvado para ella. 7El le prometió al Padre que tú serías liberado de la pequeñez y llevado a la gloria a través Suyo. 8Él es completamente fiel a lo que le prometió a Dios, pues comparte con Él la promesa que se le dio para que la compartiese contigo.

Cuando la mente sirve al ego, hablamos de la mente errada, la mente que fabrica una realidad ilusoria y perecedera. Esa mente nos lleva a percibir falsamente, pues ve un mundo separado, donde las mentes deciden dar más valor a lo externo que al mundo interior. 

Cuando la mente sirve al Espíritu Santo, hablamos de la mente recta, la mente que crea la única realidad verdadera y eterna. El Espíritu Santo nos mantiene unidos a la Mente de Dios. La mente una, nos lleva percibir correctamente, pues ve un mundo donde las mentes están unidas, donde las mentes deciden dar más valor a lo interno que al mundo externo.

2. Él aún la comparte, para tu beneficio. 2Cualquier otra cosa que te prometa algo diferente, sea grande o pequeño, de mucho o poco valor, Él lo reemplazará con la única promesa que se le dio para que la depositara sobre el altar a tu Padre y a Su Hijo. 3No hay ningún altar a Dios que no incluya a Su Hijo. 4cualquier cosa que se lleve ante dicho altar que no sea igualmente digna de Ambos, será reemplazada por regalos que sean completamente aceptables tanto para el Padre como para el Hijo. 5¿Puedes acaso ofrecerle culpabilidad a Dios? 6No puedes, entonces, ofrecérsela a Su Hijo. 7Pues Ellos no están separados, y los regalos que se le hacen a uno, se le hacen al otro. 8No conoces a Dios porque des­conoces esto. 9Y, sin embargo, conoces a Dios y también sabes esto. 10Todo ello se encuentra a salvo dentro de ti, allí donde refulge el Espíritu Santo. 11Y Él no refulge donde hay división, sino en el lugar de encuentro donde Dios, unido a Su Hijo le habla a Su Hijo a través de Él. 12La comunicación entre lo que no puede ser divido no puede cesar. 13En ti y en el Espíritu Santo reside el santo lugar de encuentro del Padre y del Hijo, Quienes jamás han estado separados. 14Ahí no es posible ninguna clase de interferencia en la comunicación que Dios Mismo ha dispuesto tener con Su Hijo. 15El amor fluye constantemente entre Padre e Hijo sin interrupciones ni hiatos tal como Ambos disponen que sea. 16por lo tanto, así es.

El Hijo de Dios, ha sido creado a Imagen y Semejanza de Su Padre, lo que establece una igualdad entre ambos. Sin embargo, cuando la mente decide actuar por su cuenta, se desvincula de la verdad y da lugar a una realidad ilusoria, donde la percepción da credibilidad a la creencia en la separación.

La Salvación no es un camino que debamos andar solos, sino en unión amorosa con nuestros hermanos, con los cuales, formamos la Filiación Divina. La Salvación se produce cuando tomamos la firma decisión de Ser lo que Somos, el Hijo de Dios indivisible de la Mente de Su Padre.

El Amor es la Esencia con la que Dios nos ha creado, y por tanto, es el Amor, la vía de comunicación que debe establecer la Unicidad de la Filiación.

martes, 17 de septiembre de 2024

Capítulo 14. VII. Cómo compartir la percepción del Espíritu Santo (2ª parte).

VII. Cómo compartir la percepción del Espíritu Santo (2ª parte).

5. Cuando una mente cree en la oscuridad y se niega a abando­narla, la luz no puede entrar. 2La verdad no lucha contra la igno­rancia, ni el amor ataca al miedo. 3Lo que no necesita protección no tiene necesidad de defenderse a sí mismo. 4Las defensas son invenciones tuyas. 5Dios las desconoce. 6El Espíritu Santo las usa en favor de la verdad sólo porque tú las inventaste contra ella. 7La percepción que de acuerdo con Sus propósitos Él tiene de ellas, simplemente las transforma en una llamada a lo que has atacado con ellas. 8Las defensas, al igual que todo lo demás que has inventado, tienen que ser transformadas dulcemente en algo beneficioso para ti y ser reinterpretadas por el Espíritu Santo de medios de auto-destrucción a medios de conservación y libera­ción. 9La tarea del Espíritu Santo es imponente, pero el poder de Dios está con Él. 10Llevar a cabo esa tarea, por lo tanto, es algo tan fácil para Él, que se logró en el mismo instante en que se le dio para ti. 11No demores tu retorno la paz preguntándote cómo va a poder Él llevar a cabo lo que Dios le encomendó. 12Deja eso en manos de Uno que sabe. 13No se te pide que lleves a cabo tareas de tal magnitud. 14Se te pide únicamente que hagas lo poco que Él sugiere, confiando tan sólo en que, si Él te lo pide, tú lo puedes hacer. 15Verás cuán fácilmente puedes llevar a cabo todo lo que Él te pida.

El Amor no puede interferir en las decisiones adoptadas por nuestro libre albedrío. Por tal motivo, el Amor adquiere el significado de libertad. Cualquier expresión del amor que no sea capaz de aportar libertad, no es verdadero amor.

La inocencia, la indefensión, son expresiones del Amor, y ese Amor, al proceder de Dios, no concibe el miedo, por lo que no requiere, ni necesita defenderse de nada.

El miedo ataca al amor, negándolo, y este ataque responde a un mecanismo de defensa para proteger su falsa existencia. El amor no ataca al miedo, pero nos inspira para que lo miremos de frente, pues sabe que no podremos ver lo que no existe.

El Espíritu Santo, utiliza la defensa para proteger la verdad de lo falso, llevándonos a través de la Expiación a corregir la percepción errónea por la percepción verdadera.

6. El Espíritu Santo sólo te pide esto: que lleves ante Él todos los secretos que le hayas ocultado. 2Ábrele todas las puertas y pídele que entre en la oscuridad y la desvanezca con Su luz. 3Si lo invitas, Él entrará gustosamente. 4Y llevará la luz a la oscuridad si le franqueas la entrada a ella. 5Pero Él no puede ver lo que mantienes oculto. 6Él ve por ti, pero a menos que tú mires con Él, Él no puede ver. 7La visión de Cristo no es sólo para Él, sino para ti y para Él. 8Llévale, por lo tanto, todos tus pensamientos tene­brosos y secretos, y contémplalos con Él. 9Él abriga la luz y tú la oscuridad. 10Ambas cosas no pueden coexistir cuando las contempláis juntos. 11Su juicio prevalecerá, y Él te lo ofrecerá cuando unas tu percepción a la Suya. 

Cuando decidimos poner nuestros deseos al servicio de la voluntad, lo que estamos haciendo es movilizando el principio de la luz, del entendimiento, y cuando esto se produce, nos conectamos con la frecuencia del Espíritu Santo, al cual le ofrecemos esa llamada de invocación para que la Mente Recta, restituya en nuestro interior nuestro nivel de percepción, consiguiendo que donde antes había oscuridad, ahora haya luz.

7. Uniéndote a Su manera de ver es como aprendes a compartir con Él la interpretación de la percepción que conduce al conoci­miento. 2Por tu cuenta no puedes ver. 3Compartir la percepción con Aquel que Dios te ha dado te enseña a reconocer lo que ves. 4Es el reconocimiento de que ninguna cosa que ves significa nada por sí sola. 5Ver con Él te mostrará que todo significado, inclu­yendo el tuyo, no procede de una visión doble, sino de la dulce fusión de todas las cosas en un solo significado, una sola emoción y un solo propósito. 6Dios tiene un solo Propósito, y lo comparte contigo. 7La única visión que el Espíritu Santo te ofrece brindará esta unicidad a tu mente con una claridad y una luminosidad tan intensas que por nada del mundo dejarías de aceptar lo que Dios quiere que tengas. 8Contempla tu voluntad, y acepta que es la Suya, y que todo Su Amor es tuyo. 9¡Que todo honor se te rinda ti a través del Espíritu Santo, y, a través de Él, a Dios! 

Si formamos parte de la Mente de Dios, igualmente, en nuestra mente debe encontrarse la Mente del Espíritu Santo, la Mente Recta. Si esto es verdad, y, como hemos visto, la verdad, simplemente es, cuando invocamos al Espíritu Santo, no estamos invocando una fuerza exterior a nosotros, sino la Extensión de la Mente de Dios y la Voz que habla por Él, donde tenemos nuestro verdadero Hogar,

En nuestro interior se encuentra la Mente Recta, el Espíritu Santo, y como bien nos invita este punto, debemos unirnos a Su manera de ver, para que la Expiación desempeñe su papel, esto es, corregir la percepción falsa del ego, por la percepción verdadera del Espíritu.

La manera de ver del Espíritu Santo, nos llevará a la Visión Crítica, la que se expresa a través del Amor

lunes, 16 de septiembre de 2024

Capítulo 14. VII. Cómo compartir la percepción del Espíritu Santo (1ª parte).

 

VII. Cómo compartir la percepción del Espíritu Santo (1ª parte).

1. ¿Qué deseas? 2Pues en tus manos está poder disponer de la luz o de la oscuridad, del conocimiento o de la ignorancia, pero no de ambas alternativas a la vez. 3Los opuestos deben ponerse uno al lado del otro en vez de mantenerse separados. 4Pues su separa­ción sólo existe en tu mente, y, al igual que tú, se reconcilian al unirse. 5En la unión todo lo que no es real inevitablemente desa­parece, pues la verdad es unión. 6De la misma manera en que la oscuridad desaparece ante la luz, de igual modo la ignorancia se desvanece cuando alborea el conocimiento. 7La percepción es el medio a través del cual se lleva la ignorancia ante el conoci­miento. 8La percepción, no obstante, tiene que estar desprovista de engaño, pues de otra manera se convierte en el mensajero de la ignorancia en vez de en un ayudante en la búsqueda de la verdad.

Este apartado, en su corta extensión condensa un potencial de sabiduría que debemos integrar en nuestra consciencia, si es nuestra voluntad alcanzar el "despertar" o, dicho de otro modo, hallar la salvación.

En primer lugar, nos hace conscientes de la pregunta que debemos hacernos sin demora alguna: ¿qué deseamos?. El deseo es el motor que junto a nuestra voluntad, nos lleva a servir a la verdad o a la ilusión, a lo real o a lo falso, al amor o al miedo, a la luz o a la oscuridad. Vemos aquello que deseamos, pues el deseo se convierte en la tierra propicia para que sembremos la semilla de nuestra voluntad. De la unión de la voluntad y el deseo, puede fluir la creación o la fabricación. Es una decisión.

Por otro lado, este punto nos enseña que los opuestos deben ponerse uno al lado del otro en vez de ponerlos separados. Nos dice que la separación solo existe en nuestra mente, mientras que los opuestos están llamados a su integración, a su unión. Considero muy importante tener presente esta verdad.

Para finalizar, este apartado nos afirma que la percepción es el medio a través del cual se lleva la ignorancia ante el conocimiento, no sin antes superar lo falso e irreal.

2. La búsqueda de la verdad no es más que un honesto examen de todo lo que la obstaculiza. 2La verdad simplemente es. 3No se puede perder, buscar ni encontrar. 4Está dondequiera que estés, pues está en tu interior. 5Aun así, puedes reconocerla o pasarla por alto, o bien puede ser real o falsa para ti. 6Si la ocultas, se vuelve irreal para ti por haberla ocultado y haberla revestido de miedo. 7La verdad yace oculta bajo cada piedra angular de miedo sobre la que has erigido tu demente sistema de creencias. 8Pero no puedes saber esto, pues al ocultar la verdad en el miedo, no ves razón alguna para creer que mientras más mires de frente al miedo menos lo verás y más claro se hará lo que oculta.

Ya hemos tenido ocasión de analizar el significado de lo que es la verdad y de lo que es lo falso. La verdad se caracteriza porque es inalterable, no cambia. Es eterna. Mientras que lo falso está sujeto al cambio y a la temporalidad. Es efímero.

La verdad es, porque procede de Aquel que Extendió Su Esencia Creadora, el Amor, y Dios Es.

Por tal razón, la verdad se encuentra en nuestro interior, pues somos el Hijo de Dios, creado a Su Imagen y Semejanza. 

Si ocultamos la verdad en nuestro interior, la estaremos ocultando con el miedo, esto es, la ausencia de Amor. Ocultar la verdad por miedo, es la señal inequívoca de que no nos estamos amando, sino negándonos. Al negarnos, proyectamos ese pensamiento al exterior y negamos igualmente la verdadera identidad de nuestros hermanos. Esa negación, se expresará en forma de ataque en un intento de defendernos de nuestros miedos.

3.  Es imposible convencer a los que no saben de que saben. 2Desde su punto de vista no es verdad que sepan. 3Pero como Dios lo sabe, es verdad. 4Éstos son puntos de vista claramente opuestos acerca de la realidad de los que "no saben". 5Para Dios, no saber es algo imposible. 6No saber, por lo tanto, no es un punto de vista, sino simplemente una creencia en algo que no existe. 7Lo único que les ocurre a los que no saben es que abrigan esa creen­cia, y debido a ello, se equivocan con respecto a sí mismos. 8Se han definido a sí mismos de manera diferente de como fueron crea­dos. 9Su creación no fue un punto de vista, sino una certeza. 10Cuando la incertidumbre se lleva ante la certeza, se abandona toda convicción de que sea real.

No creemos que formemos parte de la Mente de Dios, pues lo percibimos fuera de nosotros, como algo inalcanzable. Nosotros pertenecemos a la tierra y Dios, pertenece al Cielo. El cielo se nos antoja como un acto de fe y nuestro encuentro con el Creador tan sólo se producirá tras la muerte y no sin antes haber purgado todos nuestros pecados.

El habernos identificados con la falsa apariencia de lo que creemos ser, un cuerpo físico y terrenal, nos lleva a la percepción errónea de lo que somos, lo que nos lleva a la creencia de que ignoramos saber cómo hemos sido creados.

Cuando se produce el cambio de percepción de lo que realmente somos, se recupera, igualmente, el recuerdo de aquello que hemos sido sabido siempre, pues la verdad nunca nos ha abandonado.

4. Hemos estado haciendo hincapié en el hecho de que lo indesea­ble debe llevarse ante lo deseable, y lo que no se desea ante lo que se desea. 2Te darás cuenta de que ésta es la manera de alcanzar la salvación si te detienes a considerar lo que es la disociación. 3La disociación es un proceso de pensamiento distorsionado, en el que se abrigan dos sistemas de creencias que no pueden coexistir. 4Si se pone uno al lado del otro, resulta imposible aceptarlos a los dos. 5Pero si uno de ellos se mantiene oculto del otro, su separa­ción parece mantenerlos vigentes a los dos y hace que parezcan ser igualmente reales. 6Poner uno al lado del otro, por lo tanto, se convierte en motivo de miedo, pues si haces eso, no podrás por menos que dejar de aceptar uno de ellos. 7No puedes quedarte con los dos, pues cada uno supone la negación del otro. 8Si se mantienen separados, este hecho se pierde de vista, pues al estar entonces en lugares diferentes es posible creer firmemente en los dos. 9Ponlos uno al lado del otro, y su absoluta incompatibilidad resultará evidente de inmediato. 10Uno de ellos tiene que desapa­recer porque el otro se ve en el mismo lugar.

De nuevo se pone de manifiesto la importancia de ser consciente de nuestras decisiones. Sabemos que no podemos servir a dos señores a la vez, pues, la verdad es irreconciliable con lo falso. El único modo de poner fin a la mente dual, ahora sirvo al miedo, ahora sirvo al amor, es llevar lo falso ante la verdad, de modo que al verlos uno al lado del otro, podamos percibir lo que es, de lo que no es. ¿Cómo lo sabremos? Sencillamente, lo que es, siempre lo es y lo será, mientras que lo que no es, no lo es y nunca lo será.