sábado, 14 de septiembre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 258

LECCIÓN 258

Que recuerde que Dios es mi objetivo.

1. Lo único que necesitamos hacer es entrenar nuestras mentes a pasar por alto todos los objetivos triviales e insensatos, y a recor­dar que Dios es nuestro objetivo. 2Su recuerdo se encuentra oculto en nuestras mentes, eclipsado tan sólo por nuestras absurdas e insignificantes metas, que no nos deparan nada y que ni siquiera existen. 3¿Vamos acaso a continuar permitiendo que la gracia de Dios siga brillando inadvertida, mientras nosotros preferimos ir en pos de los juguetes y las baratijas del mundo? 4Dios es nuestro único objetivo, nuestro único Amor. 5No tenemos otro propósito que recordarle.

2. No tenemos otro objetivo que seguir el camino que conduce a Ti. 2Ése es nuestro único objetivo. 3¿Qué podríamos desear sino recordarte? 4¿Qué otra cosa podemos buscar sino nuestra Identidad?

¿Qué me enseña esta lección?

La repetición, es una técnica que favorece el proceso de aprendizaje.

Un Curso de Milagros, es un curso de entrenamiento mental. Dentro de ese entrenamiento, es preciso recordar, permanentemente, las nuevas ideas, las nuevas creencias que se van adquiriendo a lo largo del curso. En este sentido, la repetición reforzará aquellas verdades que nos conectan con la realidad que somos.

Dicho entrenamiento, nos permitirá romper la dinámica y los viejos hábitos, que han controlado y dirigido nuestra vida.

No debemos caer en la tentación que nos tenderá la arcaica creencia en la culpa, cuando seamos testigos de que hemos caído en aquellos errores con los que ya no queremos identificarnos. El ego sabrá cómo tratar esa “caída” para hacernos creer en nuestra debilidad; para hacernos creer en nuestra pecabilidad. Nos invitará a sentir apetencia por el castigo, pues es, según su sistema de pensamiento, la vía más directa para salvarnos.

Recordar a Dios, nos invita a vivir el Pensamiento Divino en cada presente, o lo que es lo mismo, hacer del ahora un Instante Santo.

Llegará un día, en que no sea necesario estar permanentemente recordando esa idea, pues más allá de un concepto, Dios ocupará la totalidad de nuestra Mente.

Ejemplo-Guía: ¿Qué efectos tendrá en nuestra vida, recordar que Dios es nuestro objetivo?

Sabrás de lo que te hablo, cuando comparta contigo, que en el mundo del sueño el olvido es muy sutil, tanto, que parece tenerle ganada la partida a la capacidad de recordar.

Sabes, al igual que yo, que, para andar el camino, es preciso manifestar la firme voluntad de recorrerlo. Muchas podrán ser las vicisitudes que nos encontremos en esa aventura, pero si nuestro objetivo es vago, si no contamos con la fortaleza de una firme decisión, es muy posible que abandonemos a mitad del trayecto.


Sabes, que la repetición favorece el hábito y que el énfasis en el hábito se convierte en un carácter, lo que dará lugar a una vivencia, a una experiencia, a una nueva percepción.


Tal vez estés cansado de andar los tortuosos caminos por los que te ha conducido el ego. Sabes, que puedes elegir cambiar tu ruta y dejar a un lado al viejo guía.


Sabes, estoy seguro de ello, que no podrás fracasar en tu nueva elección, y sabes, igualmente, que, para conseguir alcanzar el éxito, debes elegirlo como tu única elección.


Sí, lo sabes. Sabes, que elegir recordar a Dios como tu único objetivo, te llevará a dejar de ver (de desear) el mundo viejo. Tus ojos mirarán con una mirada nueva, inocente y libre. Nada te atará. Nada de atemorizará. Nada te privará.


Reflexión: ¿Qué nos impide recordar?

viernes, 13 de septiembre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 257

LECCIÓN 257

Que no me olvide de mi propósito.

1. Si me olvido de mi objetivo no podré sino estar confundido e inseguro acerca de quién soy, y así, mis acciones no podrán sino ser conflictivas. 2Nadie puede estar al servicio de objetivos con­tradictorios, y servirlo bien. 3Tampoco puede desenvolverse sin que se abata sobre él una profunda angustia y depresión. 4Resol­vamos hoy, por lo tanto, recordar lo que queremos realmente, para así unificar nuestros pensamientos y acciones de manera que tengan sentido y para llevar a cabo únicamente lo que Dios quiere que hagamos este día.

2. Padre, el perdón es el medio que Tú has elegido para nuestra salva­ción. 2No permitas que nos olvidemos hoy de que no tenemos otra volun­tad que la Tuya. 3Y así, nuestro propósito tiene asimismo que ser el Tuyo si queremos alcanzar la paz que Tú has dispuesto para nosotros.

¿Qué me enseña esta lección?

¡La Luz Permanentemente Encendida!

Sí, nuestra consciencia acaba de iluminarse con la verdad de lo que Somos, y se propone el firme propósito de servir a nuestro Ser Espiritual.

Pero se requiere una ardua voluntad en la confirmación del nuevo propósito, para no dejarnos llevar por los hábitos adquiridos, mientras que servíamos al ego.

Servir a dos señores o amos a la vez no es posible.

Es importante, que no nos sintamos culpables, si en nuestro deseo de servir al Espíritu, caemos, nuevamente, en el error de servir al ego. La culpa, exige castigo, y el castigo nos conecta, de nuevo, con el error.

Si cometes un error, y tomas consciencia de ello, ponte en manos del Espíritu Santo y pídele Expiación. Él deshará el error y tendrás la oportunidad de corregirlo. Tengo la certeza de que esto es así.

No tengo otro propósito que el de perdonar. Esto es así, porque quiero limpiar el error de que he pecado. En la medida en que me perdono, estoy capacitado para perdonar el error en los demás. El camino del perdón nos conduce a la visión verdadera de que no hay nada que perdonar, pues la creencia en el pecado es una ilusión.

¡La Luz Permanentemente encendida!


Ejemplo-Guía: "¿Por qué nos olvidamos...?

Sin ánimo de frivolizar sobre un tema tan trascendente, me pregunto por qué el recuerdo de Dios, en el momento de nuestra creación, no nos fue incorporado de "serie", es decir, por qué no recordamos automáticamente.

Cuando analizamos aquellas funciones que el cuerpo realiza de manera autómata, como por ejemplo respirar, o aquellas otras que se manifiestan a través de una necesidad, como alimentarse, beber, etc., podemos observar una constante que garantiza el funcionamiento de dicha función.

El dejar de hacerlo, es decir, el dejar de respirar de manera voluntaria o el dejar de alimentarse o beber, nos lleva a tomar una decisión, nos lleva a elegir. Esa es la clave. Esa es la respuesta a la cuestión que hemos planteado. Olvidamos lo que realmente somos, porque lo hemos elegido.

Estaríamos en un error interpretativo si pensáramos que la capacidad de recordar no nos ha sido incorporado de "serie". Pero, al igual como ocurre con las funciones automatizadas del cuerpo, podemos elegir alterar dicha función, es decir, podemos elegir olvidar.

Un Curso de Milagros nos dice que, la comunicación directa con Dios se interrumpió al inventarnos otra voz. Cuando decidimos olvidar su Voz, Él nos dio otra Voz para que hablase por Él, pues ya no podía compartir Su conocimiento, libremente, con nosotros.

Es por ello, que el Curso nos revela que el Espíritu Santo nos insta tanto a recordar como a olvidar. A recordar lo que somos y a olvidar lo que no somos.

¿Es posible olvidarse del ego?

Podemos olvidarnos del ego por completo en el momento que así lo elijamos, porque el ego es una creencia completamente inverosímil, y nadie puede seguir abrigando una creencia que él mismo haya juzgado como increí­ble.  

Nos indica Un Curso de Milagros que, "Cuando despiertas al amor, estás simplemente olvidando lo que no eres, lo cual te capacita para recordar lo que sí eres" (T-7.IV.7:11).

Os dejo una referencia extraída del Capítulo 5 del Texto, concretamente el punto II, titulado "La decisión de olvidar". Ciertamente, para recordar:

II. La decisión de olvidar

“A menos que primero conozcas algo no puedes disociarte de ello. El conocimiento, entonces, debe preceder a la disociación, de modo que ésta no es otra cosa que la decisión de olvidar. Lo que se ha olvidado parece entonces temible, pero únicamente porque la disociación es un ataque contra la verdad. Sientes miedo porque la has olvidado. Y has reemplazado tu conocimiento por una con­ciencia de sueños, ya que tienes miedo de la disociación y no de aquello de lo que te disociaste. Cuando aceptas aquello de lo que te disociaste, deja de ser temible” (T-5.II.1:1-6).

“Sin embargo, renunciar a tu disociación de la realidad trae consigo más que una mera ausencia de miedo. En esa decisión radica la dicha, la paz y la gloria de la creación. Ofrécele al Espí­ritu Santo únicamente tu voluntad de estar dispuesto a recordar, pues Él ha conservado para ti el conocimiento de Dios y de ti mismo, y sólo espera a que lo aceptes. Abandona gustosamente todo aquello que pueda demorar la llegada de ese recuerdo, pues Dios se encuentra en tu memoria. Su Voz te dirá que eres parte de Él cuando estés dispuesto a recordarle y a conocer de nuevo tu realidad. No permitas que nada en este mundo demore el que recuerdes a Dios, pues en ese recordar radica el conocimiento de ti mismo” (T-5.II.2:1-6).

“Recordar es simplemente restituir en tu mente lo que ya se encuentra allí. Tú no eres el autor de aquello que recuerdas, sino que sencillamente vuelves a aceptar lo que ya se encuentra allí, pero había sido rechazado. La capacidad de aceptar la verdad en este mundo es la contrapartida perceptual de lo que en el Reino es crear. Dios cumplirá con Su cometido si tu cumple con el tuyo, y a cambio del tuyo Su recompensa será el intercambio de la percepción por el conocimiento. Nada está más allá de lo que Su Voluntad dispone para ti. Pero expresa tu deseo de recor­darle, y ¡oh maravilla!, Él te dará todo sólo con que se lo pidas” (T-5.II.3:1-7).


Reflexión: El acto volitivo de recordar lo que realmente somos.

jueves, 12 de septiembre de 2024

Capítulo 14. VI. La luz de la comunicación (2ª parte).

 VI. La luz de la comunicación (2ª parte).


5. Tú has considerado la separación como un medio de interrum­pir la comunicación con tu Padre. 2El Espíritu Santo la reinter­preta como un medio, de re-establecer lo que nunca se inte­rrumpió, pero sí se había velado. 3Él puede valerse de todo lo que has fabricado para Su santísimo propósito. 4Él sabe que tú no estás separado de Dios, pero percibe muchas cosas en tu mente que te hacen pensar que lo estás. 5De eso, y sólo de eso, es de lo que Él desea apartarte. 6Él te enseñará cómo usar en tu favor tu poder de decisión, que tú concebiste para sustituir tu poder creador. 7Tú que concebiste el poder de decisión para crucificarte a ti mismo, tienes que aprender del Espíritu Santo cómo utili­zarlo en beneficio de la santa causa de la restauración.

El acto "pecador" del Hijo de Dios, desobedeciendo la Voluntad de Su Padre, le llevó a la falsa creencia de estar separado del Creador, con lo cual, la comunicación directa que existía hasta ese momento, entre Padre e Hijo, se interrumpió.

Pasamos de ser parte de Dios, a buscarlo fuera de nosotros y a implorar su presencia para que medie a nuestro favor en todas nuestras contiendas.

La separación tan solo es compartida por el ego. El Espíritu Santo que conoce nuestra verdadera identidad, nos ofrece la Expiación para que corrijamos esa errónea percepción y retomemos la capacidad innata que se encuentra en nuestro interior para poder reconectar con la frecuencia divina.

6. Tú que hablas haciendo uso de símbolos turbios y engañosos no entiendes el lenguaje que has inventado. 2No tiene sentido, pues su propósito no es facilitar la comunicación, sino interrum­pirla. 3Si el propósito del lenguaje es facilitar la comunicación, ¿cómo puede tener sentido dicha lengua? 4Mas incluso este extraño y tergiversado esfuerzo de querer comunicar no comuni­cando, contiene suficiente amor como para hacer que tenga sen­tido si su intérprete no es su hacedor. 5Tú que la inventaste sólo estás expresando conflictos, y el Espíritu Santo quiere liberarte de ellos. 6Pon en Sus manos lo que quieres comunicar. 7Él lo inter­pretará con perfecta claridad, pues sabe con Quién estás en per­fecta comunicación.

La visión de la separación favoreció la aparición de lenguajes diferentes unos de otros, lo cual, en vez de facilitar la comunicación, lo que origina es la falta de entendimiento, esto es, la falta de conocimiento de lo que somos realmente.

El lenguaje del amor es universal y no requiere de símbolos a los que hay que interpretar, pues se comunica a través de la expansión de la paz, la libertad y la felicidad.

7. No sabes lo que dices, y, por lo tanto, no sabes lo que se te dice, 2pero tu Intérprete se da cuenta de lo que quieres decir en tu extraño lenguaje. 3Él no intentará comunicar lo que no tiene sen­tido, sino que separará todo lo que lo tiene, descartando el resto, y les transmitirá a aquellos que verdaderamente quieran comuni­carse contigo lo que en verdad quieres comunicarles. 4Hablas dos lenguajes al mismo tiempo, lo cual no puede sino ser algo ininte­ligible. 5Mas si uno de ellos no tiene sentido y el otro lo tiene, sólo este último. puede utilizarse para la comunicación. 6El otro no haría sino obstruirla. 

Ego y Espíritu, se expresan a través de lenguajes diferentes  utilizando el canal de la mente. El lenguaje del ego siempre es oscuro, pues en realidad oculta su miedo y su culpabilidad. Los mensajes de ego siempre son juiciosos y condenatorios.

En cambio, el lenguaje del Espíritu siempre aporta luz allí donde más se necesita. Se expresa con sinceridad, inocencia, delicadeza y gratitud. Sus mensajes siempre son amorosos y cordiales.

8. La única función del Espíritu Santo es facilitar la comunicación. 2Para poder restablecerla, por consiguiente, tiene que eliminar todo lo que la obstaculizaría. 3No le ocultes nada, por lo tanto, que pudiera obstaculizarla, pues Él no atacará a tus centinelas. 4Sim­plemente llévalos ante Él, y permite que Su dulzura te muestre que en la luz no son temibles y que no pueden servir de guardia­nes de las tenebrosas puertas tras las cuales no hay nada que se encuentre celosamente oculto. 5Abramos todas las puertas y deje­mos que la luz entre a raudales. 6En el templo de Dios no hay recintos secretos. 7Sus puertas están abiertas de par en par para recibir a Su Hijo. 8Nadie puede dejar de acudir allí donde Dios lo ha llamado, a menos que él mismo le dé la espalda a la bienvenida que le extiende su Padre. 

La función del Espíritu Santo de facilitar la comunicación, hará que nuestra ignorancia y nuestro desconocimiento de lo que es real, de paso a la percepción verdadera y al conocimiento. Para conseguir esta transformación, debemos ser transparente y no ocultar resentimientos, miedos, ni culpa, es decir, debemos recuperar nuestra inocencia divina.

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 256

LECCIÓN 256

Dios es mi único objetivo hoy.

1. La única manera de llegar a Dios aquí es mediante el perdón. 2No hay otra manera. 3Si la mente no le hubiese concedido tanto valor al pecado, ¿qué necesidad habría habido de encontrar el camino que conduce a donde ya te encuentras? 4¿Quién tendría aún incertidumbre? 5¿Quién podría estar inseguro de lo que es? 6¿Y quién podría seguir durmiendo entre espesas nubes de duda con respecto a la santidad de aquel que Dios creó libre de pecado? 7Aquí sólo podemos soñar. 8Pero podemos soñar que hemos perdonado a aquel en quien todo pecado sigue siendo imposible, y esto es lo que elegimos soñar hoy. 9Dios es nuestro objetivo, y el perdón, el medio por el que nuestras mentes por fin regresan a Él.

2. Y así es, Padre nuestro, como queremos llegar a ti por el camino que Tú has señalado. 2No tenemos otro objetivo que oír Tu Voz y hallar el camino que Tu sagrada Palabra nos ha señalado.

¿Qué me enseña esta lección?

Hoy puedo proclamar, libremente, que soy Dios en formación. Esta misma proclamación, no hace mucho, me hubiese sentenciado a morir quemado en la hoguera.

Tomar consciencia de que estamos viviendo en un sueño, nos permite proclamar lo que verdaderamente Somos, con la certeza de que se producirá el despertar definitivo que nos permitirá expresarnos con la Plenitud de la que somos portadores.

Hoy proclamo que Dios es mi único objetivo, y con ello, estoy expresando mi voluntad de Ser Uno con Todo lo Creado; estoy expresando, que mi único objetivo es Amar por encima de todas las cosas; estoy expresando, que mi única creencia es cumplir mi función de perdonar, allí donde ante he visto el pecado.

Hoy proclamo que Dios es mi único objetivo; hoy sustituyo la culpa, por el perdón; sustituyo el miedo, por el amor; sustituyo el castigo, por la expiación; sustituyo el sufrimiento, por la dicha; sustituyo la tristeza, por la alegría; la depresión, por la felicidad.

Hoy proclamo que Dios es mi único objetivo; hoy sustituyo mi falsa identidad, el cuerpo, por mi verdadero Ser, el Espíritu; hoy retorno a mi hogar, el Cielo, y dejo atrás, el mundo del apego y de la ilusión.

Ejemplo-Guía: "Soy Dios en formación"

Sí, es una manera de expresarlo. Podría haber prescindido del término formación, pues, en verdad, soy el Hijo de Dios, por lo tanto, no puedo ser diferente al Ser que me ha creado.

El aplicar el término "formación" es una definición "apropiada" dentro del sueño. De esta manera, el sistema de pensamiento y creencias del ego, podrá entender, que nos encontramos en un proceso de aprendizaje donde la única lección que debemos aprender es la que nos lleva a recordar que somos el Hijo de Dios y que somos Uno con todo lo creado.

Cuando nuestro objetivo nos lleva a creer en un mundo diferente al de Dios, estamos haciendo real la ilusión. Nada puede existir en realidad si está fuera de la Mente de Dios. Todo lo que se encuentra en Su Mente es eterno y no está sujeto al cambio, esto es el sello de lo verdadero. Por lo tanto, el mundo que ha fabricado el Hijo de Dios y al cual le ha otorgado realidad, no es más que un mundo ilusorio y pasajero, pues está sujeto a las leyes del cambio y la temporalidad.

Fruto de las experiencias extraídas del mundo de la percepción, sabemos que todo en el mundo físico está sujeto a las leyes del cambio. El sistema de pensamiento del ego, acepta que todo cambia, que nada permanece en su estado original, incluido las malas experiencias. Algunos dichos o refranes, refrendan ese pensamiento: "No hay mal que por cien años dure", o, "siempre que llovió, escampó".

A pesar de ello, hacemos real lo vivido en el plano perceptivo. Hacemos que las experiencias negativas pervivan en nuestra mente al darle valor al pasado, cuando en realidad, el pasado, ya pasó, y, lo que ha pasado ya no es real.


Si nuestro objetivo es Dios, el tiempo deja de tener significado. Vivimos en el presente, una fase atemporal que nos permite vivenciar la eternidad. Si nuestro objetivo es Dios, nuestra visión intuye la verdad que encierra los ropajes físicos del cuerpo. Más allá de la densidad de la materia, vemos la poderosa fuerza del Espíritu. Más allá del pecado, vemos la inocencia. Más allá de la culpa, vemos la impecabilidad.


Si nuestro objetivo es Dios, elegimos el perdón como la única práctica empleada a cada instante; elegimos vivir en estado de paz permanente; elegimos expandir la esencia con la que hemos sido creados, la fuerza del Amor.


Reflexión: ¿Cómo perdonas?

miércoles, 11 de septiembre de 2024

Capítulo 14. VI. La luz de la comunicación (1ª parte).

 VI. La luz de la comunicación (1ª parte).

1. La jornada que juntos emprendemos es el intercambio de la oscuridad por la luz, y el de la ignorancia por el entendimiento. 2Nada que entiendas puede ser temible. 3Es sólo en la oscuridad y en la ignorancia donde percibes lo aterrador, y huyes de ello para sumirte en una oscuridad todavía más tenebrosa. 4Mas sólo lo que está oculto puede aterrorizar, no por lo que es intrín­secamente, sino por el hecho de estar oculto. 5Lo tenebroso es aterrador porque no comprendes su significado. 6Si lo comprendieses estaría claro para ti, y ya no estarías en la oscuridad. 7Nada tiene un valor oculto, pues lo que está oculto no puede ser compartido, y por lo tanto, se desconoce su valor. 8Lo que está oculto se mantiene aparte, pero el valor de algo reside siempre en el aprecio que se le da conjuntamente. 9Lo que está oculto no puede ser amado, y, así, sólo puede ser temido.

Si profundizamos en el modus operandi que caracteriza el sistema de pensamiento del ego, descubriremos, que el ego dirige el pensamiento hacia el exterior y nunca hacia el interior. Es como si prefiriese juzgar el mundo que le rodea antes de mirar con honestidad el origen de sus propios pensamientos internos. La razón de ello es precisamente el miedo que siente cuando comprueba que en su interior se dan cita ideas y creencias tenebrosas, como el especialismo, el egoísmo, la culpabilidad y la propia demencia al creerse separados de cualquier otro ser.

Mantener oculto sus creencias demenciales, le lleva a vivir en un permanente terror, lo que le lleva a condenar y a atacar a todos aquellos que le recuerdan, con su comportamiento, su propia manera de ser. He aquí el origen de toda lucha, de toda guerra, de toda contienda por acabar con aquello que interpretamos como amenazante para nuestros egoístas intereses.

2. La serena luz en la que el Espíritu Santo mora dentro de ti es sencillamente una luz donde todo está al descubierto, donde no hay nada oculto, y, por ende, donde no hay nada que temer. 2El ataque siempre cederá ante el amor si se lleva ante éste y no se mantiene oculto de él. 3No hay tinieblas que la luz del amor no pueda disipar, a menos que se mantengan ocultas de la influencia benéfica del amor. 4Lo que se mantiene fuera del alcance del amor no puede compartir su poder curativo, pues ha sido separado de él y se ha mantenido en la oscuridad. 5Los centinelas de la oscu­ridad la vigilan celosamente, y tú, que fabricaste de la nada a esos guardianes de lo ilusorio, tienes ahora miedo de ellos.

Si no elegimos sustituir el miedo por el amor, no conseguiremos llevar hasta la luz lo que albergamos con temor en nuestro interior. La culpa se convierte en la piedra angular donde se erige el poder del miedo sobre nuestra conciencia, lo que nos lleva a ocultar todo aquello que nos lleva a sentirnos culpables, para mantenerlo fuera del alcance de la mirada de los demás.

Seguro que has experimentado en alguna ocasión una vivencia en la que, cuando se te ha señalado como el causante de alguna fechoría, has respondido de manera instantánea protegiéndose de tu propia culpa, llevándote a negar la acusación que se te hace. Dicha reacción instintiva suele desencadenar vivencias muy dolorosas, pues en tu defensa, cuando te ves pillado en tu errónea acción y acusado de ello, decides proteger tu honestidad llevando un movimiento estratégico que te aporte la victoria en esa contienda, es cuando decides atacar al otro, al acusante, bien buscando en tu memoria hechos que le hagan sentirse, igualmente, culpable, o bien, haciendo uso de la fuerza, causándole una dolorosa agresión que nunca olvidará.

3. ¿Vas a continuar otorgándole un poder imaginario a esas extra­ñas ideas de seguridad? 2No son ni seguras ni inseguras. 3No Pro­tegen ni tampoco atacan. 4No hacen nada en absoluto, pues no son nada en absoluto. 5En cuanto que guardianes de las tinieblas y de la ignorancia no recurras a ellas a no ser que quieras sentir miedo, pues lo que mantienen en la oscuridad es temible. 6Abandónalas, y lo que era temible dejará de serlo. 7Sin la protección de la oscu­ridad, lo único que queda es la luz del amor, pues sólo éste tiene significado y sólo él puede vivir en la luz. 8Todo lo demás no puede sino desaparecer.

¿Has sentido alguna vez gratitud hacia la persona que con sus juicios nos hace sentir culpables y reaccionar ocultando aquello que avergüenza nuestra consciencia?

Nos resultará difícil encontrar en nuestra memoria alguna reacción que nos muestre un gesto de gratitud, cuando nos sentimos amenazados y condenados. Sin embargo, si observamos la dinámica de la vivencia de aprendizaje, el otro, al juzgarnos y condenarnos, nos hace un doble favor. Por un lado, nos hace consciente de un aspecto oculto de nuestro yo que debe ser aceptado e integrado de forma amorosa, Por otro lado, nos ofrece la oportunidad de arrojar luz a su oscura condena, y la única manera de hacerlo, es transformando nuestra propia oscuridad en luz, esto es, en recordar lo que realmente somos y reconocer en él, a nuestro hermano, que nos enseña el camino que nos conducirá a ambos hasta la salvación, pues respondiendo a su odio con amor, estaremos viendo su inocencia, en vez de su culpa.

4. La muerte cede ante la vida, simplemente porque la destruc­ción no es verdad. 2La luz de la inocencia desvanece la culpabili­dad con su fulgor porque cuando se pone una al lado de la otra, la verdad de una hace que la falsedad de la otra resulte perfecta­mente evidente. 3No mantengas la culpabilidad separada de la inocencia, pues tu creencia de que puedes conservar las dos es una absurdidez. 4Lo único que has hecho al mantenerlas separa­das es perder el significado de ambas al confundir la una con la otra. 5así, no te das cuenta de que sólo una de ellas tiene sen­tido. 6La otra no tiene sentido en absoluto.

La afirmación con la que da comienzo este punto, es todo un reto para el sistema de pensamiento del ego, el cual, combate la creencia de la existencia de Dios con uno de sus argumentos más sólidos, la muerte pone fin a la vida.

Ya sabemos, por las enseñanzas del Curso, que la muerte es un pensamiento, una creencia, que no es real, pues está sustentada por su condición de temporalidad. Tan sólo la vida es verdad y real, pues se alimenta de la esencia del amor. Por tal motivo, la vida es eterna. 

La muerte cede ante la vida, porque lo temporal, lo destructible, no es verdad.

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 255

LECCIÓN 255

Elijo pasar este día en perfecta paz.

1. No me parece que pueda elegir experimentar únicamente paz hoy. 2Sin embargo, mi Dios me asegura que Su Hijo es como Él. 3Que pueda hoy tener fe en Aquel que afirma que soy el Hijo de Dios. 4Y que la paz que hoy elijo experimentar dé fe de la verdad de Sus Palabras. 5El Hijo de Dios no puede sino estar libre de preocupaciones y morar eternamente en la paz del Cielo. 6En Nombre Suyo, consagro este día a encontrar lo que la Voluntad de mi Padre ha dispuesto para mí, a aceptarlo como propio y a concedérselo a todos Sus Hijos, incluido yo.

2. Así es como deseo pasar este día Contigo, Padre mío. 2Tu Hijo no Te ha olvidado. 3 La paz que le otorgaste sigue estando en su mente, y es ahí donde elijo pasar este día.

¿Qué me enseña esta lección?

El ego, fundamenta su enseñanza en adquirir medios, recursos, que potencien su única identidad, su cuerpo físico. De este modo, se las ingenia, para fabricar un mundo de necesidades que deben ser cubiertas pues, de no ser así, vive en la percepción de la carencia, de la pobreza, de la enfermedad, de la muerte.

Desde que nacemos, sentimos la necesidad de satisfacer nuestro apetito físico. Debemos alimentar ese cuerpo, recién nacido al plano material, y debemos asegurar su crecimiento. Pero no tan sólo debemos dar respuesta a esa necesidad clasificada como básica. En la medida en que vamos creciendo, sentimos otras necesidades, como las de protección, trabajo, dinero, familia, amigos, parejas, grupos, autoestima, valores, etc.

Cada vez que alcanzamos a dar respuesta a esas necesidades, aprendemos que es importante conservarlas y, ante el temor de perderlas, decidimos apegarnos a ellas y a defenderlas con todo nuestro ardor.

No podríamos entender, que después de los esfuerzos que nos ha supuesto aprender, ahora se nos pida que nos desprendamos de ese saber y que comencemos de nuevo.

El ego es un adicto al apego, pues cambiar, lo interpreta como perder, y no está dispuesto a llevar a cabo esa renuncia.

Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos que el ego pueda realizar, se hace inevitable el derrumbamiento de sus estructuras, pues no son verdaderas, son ilusorias y lo ilusorio no puede perdurar. Cuando nos cansemos  de buscar la paz, la felicidad, allí donde es imposible hallarla, decidiremos cambiar el rumbo de nuestra nave y estableceremos un nuevo rumbo, que nos garantice arribar en un puerto seguro.

La única Verdad que debemos integrar en nuestra consciencia es la que nos lleva a ver lo que Somos. Debemos invertir la dirección de nuestro pensamiento y sustituir el apego por lo material y potenciar la visión de lo Espiritual. Nuestra única realidad es que Somos Espíritus y que la Filiación en Unidad, conforma la descendencia legítima de Dios.

Esa legitimidad nos capacita para hacer uso del potencial heredado de nuestro Padre. Estamos capacitados para crear y el primer paso para llevar a cabo esta acción, es elegir.

Hoy elijo pasar el día en perfecta Paz.

Ejemplo-Guía: "Elijo ver las cosas de otra manera"

Comenzamos esta reflexión, donde la habíamos dejado la lección anterior, con la elección de la paz.

Ya hemos visto, cómo elegir oír la Voz del Espíritu Santo, nos lleva a apreciar el valor del "silencio". Cuando elegimos el silencio, no estamos reprimiendo ninguna fuerza, lo que estamos haciendo es decidir si nos dejamos llevar por la voz que nos impulsa a actuar de una manera determinada.

Hacer el juego a los pensamientos que se dan cita en nuestra mente de forma impetuosa y desorganizada, es precisamente lo contrario a los beneficios que nos reporta elegir el silencio. Cuando aludimos a ese "estado" no nos estamos refiriendo a la acción que nos lleva a no hablar, aunque puede darse el caso de que el no hablar sea consecuencia de la elección de mantener nuestra mente en silencio.

El silencio al que nos referimos, es el silencio interior de esos pensamientos alborotadores que nos privan de la paz que Dios ha dispuesto para Su Hijo.


Todas las preocupaciones originadas por el mundo de la percepción, se convierten en motivos, en argumentos válidos para el sistema de pensamiento del ego, para mantenernos alejados de la felicidad y de la paz.

¿Cómo vamos a gozar de paz, cuando estamos en guerra contra el mundo?
¿Cómo vamos a gozar de paz, cuando sufrimos las limitaciones del cuerpo?
¿Cómo vamos a gozar de paz, cuando somos prisioneros de nuestros miedos?

El silencio, al que nos referimos, ya lo hemos dicho, no es represor. Ese silencio verdadero viene acompañado de comprensión y da lugar a una percepción nueva y correcta. Esta percepción nueva es fruto de una nueva visión, y esa nueva visión, a su vez, es el fruto de una nueva elección.

Si estamos en guerra, elegimos ver todo de otra manera y sustituimos la guerra por la paz.

Si sufrimos las limitaciones del cuerpo, elegimos ver el dolor de otra manera y sustituimos la enfermedad por curación.

Si tenemos miedo, elegimos ver esa ilusión de otra manera y sustituimos el miedo por Amor.


Nada externo a nosotros tiene el poder de hacernos sufrir, si no le otorgamos ese poder.



Reflexión: ¿Dónde buscamos la paz?

martes, 10 de septiembre de 2024

Capítulo 14. V. El círculo de la Expiación (3ª parte).

 V. El círculo de la Expiación (3ª parte).


7. Une tus esfuerzos al poder que no puede fracasar y sólo puede conducir a la paz. 2No hay nadie a quien una enseñanza como ésta no le conmueva. 3No te sentirás excluido del poder de Dios si te dedicas a enseñar sólo esto. 4No estarás exento de los efectos de esta santísima lección, que sólo se propone restablecer lo que constituye el derecho de la creación de Dios. 5Todo aquel a quien liberes de la culpabilidad te mostrará tu inocencia. 6El círculo de la Expiación es infinito. 7Y con cada hermano que incluyas dentro de los confines de seguridad y perfecta paz de dicho círculo, tu confianza de que estás incluido y a salvo dentro del mismo aumentará.

Todo aquel a quien liberemos de la culpabilidad nos mostrará su inocencia. Hermoso mensaje, que nos aporta una inmensa fuerza. Nadie nos puede salvar, sino nosotros mismos, cuando nos extendemos, conscientemente, en la visión de los demás. Enseñar la salvación es aprenderla, y para ello debemos, darla, sustituyendo la culpa por la inocencia, en la visión del otro.

8. ¡Que la paz sea, pues, con todos los que se convierten en maestros de paz! 2Pues la paz es el reconocimiento de la pureza per­fecta, de la que nadie está excluido. 3Dentro de su santo círculo se encuentran todos los que Dios creó como Su Hijo. 4El júbilo es su atributo unificador, no deja nadie afuera solo, sufriendo el dolor de la culpabilidad. 5El poder de Dios atrae a todos hacia la seguridad que ofrece su regazo de amor y unión. 60cupa queda­mente tu puesto dentro del círculo, y atrae a todas las mentes torturadas para que se unan a ti en la seguridad de su paz y de su santidad. 7Mora a mi lado dentro de él, como maestro de la Expia­ción y no de la culpabilidad.

¡Qué la paz sea, con todos vosotros, hermanos! Comparto mi visión de vuestra inocencia y proclamo mi propia liberación de la culpa que me ha mantenido prisionero de la falsa percepción.

9. Bendito seas tú que enseñas esto conmigo. 2Nuestro poder no emana de nosotros, sino de nuestro Padre. 3En nuestra inocencia lo conocemos a Él, tal como Él sabe que somos inocentes. 4Yo estoy dentro del círculo, llamándote a que vengas a la paz. 5Enseña paz conmigo, y álzate conmigo en tierra santa. 6Recuerda por todos el poder que tu Padre les ha otorgado. 7No pienses que no puedes enseñar Su perfecta paz. 8No permanezcas afuera, sino únete a mí adentro. 9No dejes de cumplir el único propósito al que mi enseñanza te exhorta. 10Devuélvele a Dios Su Hijo tal como Él lo creó, enseñándole que es inocente.

No hay nada que perdonar, pues mis ojos del juicio ya no ven condena en tus actos, sino el fulgurante resplandor de tu inocencia. Te reconozco como mi hermano en la Santa Filiación.

Unámonos al Espíritu Santo y gocemos junto de Su Paz, que es la Paz que Dios ha dispuesto para Su Hijo. Unámonos en el interior del círculo donde el Amor nos permitirá reconocer a Dios en el rostro de cada uno de nuestros hermanos.

10.   La crucifixión no jugó ningún papel en la Expiación. 2Sólo la resurrección lo hizo y esa fue mi contribución. 3La resurrección es el símbolo de la liberación de la culpabilidad por medio de la inocencia. 4Tú crucificarías a todo aquel a quien percibes como culpable. 5Mas le devuelves la inocencia a todo aquel a quien consideras inocente. 6La crucifixión es siempre la meta del ego, 7que considera a todo el mundo culpable, y mediante su conde­nación procura matar. 8El Espíritu Santo sólo ve inocencia, y mediante Su dulzura Él desea liberarte del miedo y re-establecer el reino del amor. 9El poder del amor reside en Su dulzura, que es de Dios y, por lo tanto, no puede crucificar ni ser crucificada. 10El templo que restauras se convierte en tu altar, pues fue recons­truido a través de ti. 11Todo lo que le das a Dios es tuyo. 12Así es como Él crea, y así es como tú debes restaurar.

Tanto la crucifixión, como la resurrección son estados de nuestra mente, creencias que albergan pensamientos de muerte o de vida. Cada vez que nuestra mente elige ponerse al servicio del miedo y del pecado, alimenta el pensamiento de culpa, lo que favorece la aparición de la condena, del castigo y de la crucifixión.

En cambio, cuando elige ponerse al servicio del amor y de la inocencia, alimenta el pensamiento de unidad que nos lleva al estado de paz que compartimos con nuestro Creador.

11. A todo aquel que ves, o bien lo ubicas dentro del santo círculo de la Expiación o bien lo dejas afuera, juzgándolo como que merece ser crucificado o redimido. 2Si lo incluyes dentro del cír­culo de pureza, descansarás allí con él. 3Si lo excluyes, te quedas afuera con él. 4No juzgues, excepto desde una quietud que no emana de ti. 5Niégate a aceptar que alguien pueda estar exento de la bendición de la Expiación y condúcelo a ésta bendiciéndolo. 6La santidad tiene que ser compartida, pues en ello radica todo lo que la hace santa. 7Ven gustosamente al santo círculo y-contempla en paz a todos los que creen estar excluidos. 8No excluyas a nadie del círculo porque en él se encuentra lo que tu hermano y tú estáis buscando. 9Ven, unámonos a él en el santo lugar de paz en el que nos corresponde estar a todos, unidos cual uno solo dentro de la Causa de la paz.

Este punto nos enseña la importancia de ser consciente de lo que somos a la hora de elegir a que señor servirá nuestra mente. Si estamos identificados con el sistema de pensamiento del ego, apostaremos por la crucifixión y utilizaremos la condena y el juicio para redimirnos de nuestros pecados.

Si estamos identificados con nuestra verdadera identidad divina, serviremos a la Expiación del Espíritu Santo, y guiados por la trompeta que proclama la verdad del amor, nos daremos cita en el centro del círculo donde nos encontraremos con aquellos hermanos a los que le hayamos regalado nuestra visión de inocencia. Así, la cadena de luz de los Hijos de Dios se hará cada vez más numerosa y llegará el instante santo, en el que la compleción de Dios sea total. 

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 254

LECCIÓN 254

Que se acalle en mí toda voz que no sea la de Dios.

1. Padre, hoy quiero oír sólo Tu Voz. 2Vengo a Ti en el más profundo de los silencios para oír Tu Voz y recibir Tu Palabra. 3No tengo otra ora­ción que ésta: que me des la verdad. 4Y la verdad no es sino Tu Volun­tad, que hoy quiero compartir Contigo.

2. Hoy no dejaremos que los pensamientos del ego dirijan nues­tras palabras o acciones. 2Cuando se presenten, simplemente los observaremos con calma y luego los descartaremos. 3No desea­mos las consecuencias que nos acarrearían. 4Por lo tanto, no ele­gimos conservarlos. 5Ahora se han acallado. 6Y en esa quietud, santificada por Su Amor, Dios se comunica con nosotros y nos habla de nuestra voluntad, pues hemos decidido recordarle.

¿Qué me enseña esta lección?

Sí, nos encontramos en el camino. Nos hemos dado cuenta, de que hemos estado buscando la felicidad en el lugar equivocado. Nos hemos dado cuenta, de que la vida no puede ser sufrimiento, dolor, penalidades, castigos, luchas y finalmente, la muerte.

Sí, nos encontramos en el camino. Nos hemos propuesto ver las cosas de otra manera. Nos hemos propuesto, ver en nuestros hermanos, no el ropaje físico, sino la verdadera Esencia que habita en él. Nos hemos propuesto, perdonarnos y perdonar. Nos hemos propuesto renunciar a la visión errónea de la separación, del pecado y sustituirla por la visión correcta de la Unidad y de la Expiación.

Sí, nos encontramos en el camino. Nuestra propuesta es firme y, a pesar de ello, aún dejamos que la voz agonizante del ego, intente ganar nuestra atención reclamando su hegemonía, cuando en verdad, no tiene derecho alguno a recibir la legítima herencia que el Padre tiene dispuesta para cuando Su Verdadero Hijo, la reclame.

Hoy no dejaré que los pensamientos del ego dirijan mis palabras o acciones. Permaneceré con “la Luz permanentemente encendida” para no dejarme engañar por la ilusión, por la tentación. Apaciguaré ese murmullo rancio que trata de ilusionarme y, en su lugar, prestaré mis oídos para recibir la Verdadera Voz del Padre, el cual, me comunicará cuál es su Voluntad. Amén.

Ejemplo-Guía: "La fuerza del silencio"

Está todo dicho. Hoy no vamos a ocupar nuestra mente con dilemas racionales, con cuestiones que nos distraigan con divagaciones inútiles. Hoy vamos a practicar el silencio.

Está todo dicho. La Verdad, es una y sabemos dónde encontrarla, dónde gozarla, pues ya forma parte de nosotros. Siempre lo ha hecho.

Está todo dicho. Disfruta del silencio. Hagámoslo consciente en nuestra mente. 

Más allá de la dimensión que parezca adquirir nuestras experiencias, tenemos el poder de decidir, de elegir, a quién oír. Las voces del mundanal ruido no nos satisfacen. Seguir sus "consejos" nos lleva al sufrimiento y al dolor. En cambio, nuestra alma se funde en el gozo, cuando es la Voz del Espíritu Santo la que nos guía. Silencio. 

Silencio. Y observemos el mundo con la visión del que percibe la ficción de una película. Nada es real. Nada tiene significado. Desde esa visión, el vocerío se tornará en silencio y el silencio nos inundará de paz.


Está todo dicho. Silencio. Paz.


Reflexión: ¿Qué te aporta el silencio?