sábado, 18 de enero de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 18

LECCIÓN 18

No soy el único que experimenta los efectos de mi manera de ver.

1. La idea de hoy es un paso más en el proceso de aprender que los pensamientos que dan lugar a lo que ves nunca son neutros o irrelevantes. 2También hace hincapié en la idea, a la que posteriormente se le dará cada vez mayor importancia, de que las mentes están unidas.

2. La idea de hoy no se refiere tanto a lo que ves como a la manera en que lo ves. 2Por lo tanto, los ejercicios de hoy hacen hincapié en ese aspecto de tu percepción. 3Las tres o cuatro sesiones de práctica que se recomiendan deben hacerse de la siguiente manera:

3. Mira a tu alrededor, y a medida que selecciones los objetos para la aplicación de la idea de hoy tan al azar como sea posible, descansa tu mirada en cada uno de ellos el tiempo suficiente para poder decir:

2No soy el único que experimenta los efectos de mi manera de ver.

3Concluye cada sesión de práctica repitiendo esta afirmación más general:

4No soy el único que experimenta los efectos de mi manera de ver.

5Un minuto, o incluso menos, es suficiente para cada sesión de práctica.


¿Qué me enseña esta lección? 

Interesante cuestión que debemos tener en cuenta a la hora de relacionarnos con nuestros hermanos. 

Aquello que observo con mi visión, mi pensamiento lo interpreta bajo su prisma y creencias; otra persona, observando la misma cosa, puede tener un punto de vista diferente. Si ambos puntos de vista son verdaderos, es decir, están basados en el Amor, confluirán en un punto en común y respetuoso. Es una apuesta por la salvación. 

Ahora bien, si el pensamiento es falso, dará pie al enfrentamiento, a la oposición, como un rasgo externo y proyectado de su conciencia de separación. Es una apuesta por el conflicto, por el odio, por la guerra y la muerte. 

La unificación de los pensamientos verdaderos dará lugar a la filiación pacífica y a la paz interna compartida. Hablaremos de respeto, de empatía, de comunión, de expiación, de milagro, de un instante santo. 

Si importante es saber que todos tenemos la capacidad individual de fabricar pensamientos, que son la causa de aquello que percibimos, no menos importante es tomar consciencia de que esa capacidad "creadora" es la que nos mantiene unidos a la misma Fuente de donde emana, a Dios. 

Si bien entender que somos capaces de tener pensamientos diferentes nos aporta argumentos que justifican nuestra errónea creencia en la separación, no somos siempre conscientes de que estamos olvidando que nuestro juicio está distorsionado por la información recibida desde el nivel de la percepción. Si en vez de dirigir nuestra mirada al mundo externo, la dirigiésemos al mundo interno, descubriríamos que nuestras mentes están unidas en la Sagrada Voluntad del Padre; es decir, en el nivel del Espíritu, somos Uno formando parte de una única Filiación y, en ese nivel, el único verdadero, no existe la separación. 

Como bien determina esta lección, tenemos que reflexionar no sobre lo que vemos, sino sobre cómo lo vemos. Lo vemos desde la visión dividida que percibe un mundo dividido o, lo vemos, desde la visión unificadora que nos lleva a la percepción correcta, y aunque no es el verdadero Conocimiento, sí es la visión más elevada que podemos lograr en el mundo de la ilusión y del sueño.

 

Ejemplo-Guía: "Mi cuerpo está enfermo". 

Se trata de una experiencia muy común en todos nosotros. Nuestro cuerpo nos manda sensaciones de malestar, de desarmonía, con síntomas de alteraciones y en muchas ocasiones acompañado de dolor. Todo ese conjunto de síntomas nos sitúa en un estado alterado que nos lleva a interpretar que es el cuerpo el causante de tener ciertos pensamientos. Por ejemplo, pensamos que el dolor que sentimos es provocado por el cuerpo, y establecemos la causa del mismo en las percepciones que recibimos del cuerpo. 

Si tuviésemos la capacidad de disociarnos y adoptar el papel de un observador que está viendo fuera de sí mismo las reacciones del cuerpo, describiríamos una escena en la que el cuerpo es el agente causante de todo lo que estamos sintiendo. Esa es nuestra creencia más arraigada. Esto que acabamos de decir podría ser comparable a la idea ancestral que nos ha enseñado que, cuando fabricamos nuestro cuerpo (cuando Adán descubrió su desnudez), se sintió avergonzado (al sentir que habíamos perdido nuestra pureza e inocencia) y deseó ocultarlo a los ojos de su creador. Ese sentimiento de culpa original se encuentra inscrito en nuestro inconsciente colectivo y nos lleva a olvidar (permanece oculto) que nuestro verdadero Ser ya era antes de "ver", de "percibir", un vehículo físico y material. Ese olvido significa que donde debemos ver la "causa" hemos puesto lo que es el "efecto", es decir, nos hemos identificado con el cuerpo hasta tal punto que nos hemos olvidado de que la verdadera causa se encuentra en otro nivel, en el mental, el vehículo más elevado con el que cuenta nuestro Yo Superior, nuestro Ser Espiritual. 

¿Esto dónde nos lleva? Sencillamente, retomemos el papel de observador y corrijamos nuestra visión. Dejemos al cuerpo con sus efectos y dirijamos nuestra mirada a nuestra mente. Busquemos en ella aquellos pensamientos que se expresan desde el dolor. Tal vez descubramos que nos sentimos dolidos, muy dolidos, por las palabras de alguien que significa mucho para nosotros: un padre, un hijo, un cónyuge, un jefe, un amigo..., o tal vez, y esto es importante conocerlo, ese dolor provenga de nosotros mismos, por un exceso de culpa. No importa de dónde provengan, pues en verdad siempre provienen de un solo lugar, de nosotros mismos, pues en nuestras relaciones con lo externo, con los demás, lo que estamos haciendo es proyectar nuestros pensamientos internos. Por lo tanto, busquemos, sin carga emocional, es decir, sin juzgarnos condenatoriamente, dónde se encuentra, en nuestras creencias, ese dolor. 

¿Ya lo hemos encontrado? Importante paso. Pues bien, ahora suéltalo. ¿Para qué lo quieres? En verdad, el objetivo de esa búsqueda no era encontrarlo, sino descubrir que no tiene ningún significado, tan solo el que tú le estás dando. Y si hay dolor, es porque estás teniendo pensamientos de dolor. ¿Por qué? Pues, porque te has condenado, en vez de ver tu inocencia, tu impecabilidad, y aún no te has perdonado. 

¿Os dais cuenta de lo importante que es lo que significa renacer? ¿Os dais cuenta de la importancia que tiene deshacer? ¿Os dais cuenta de lo importante, del inmenso poder que tiene el instante, el ahora, el presente? 

Este es un Instante Santo, si nuestra voluntad y la Voluntad del Padre son Una. 

Amén. 

Reflexión: ¿Por qué las creencias se convierten en fuente de división y separación?

viernes, 17 de enero de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 17

LECCIÓN 17

No veo cosas neutras.

1. Esta idea es otro paso en el proceso de identificar causa y efecto tal como realmente operan en el mundo. 2No ves cosas neutras porque no tienes pensamientos neutros. 3El pensamiento siempre tiene lugar primero, a pesar de la tentación de creer que es al contrario. 4El mundo no piensa de esa manera, pero tú tienes que aprender que así es como piensas tú. 5De lo contrario, la percepción carecería de causa, y sería ella misma la causa de la realidad. 6En vista de su naturaleza altamente variable, eso es de todo punto imposible.

2. Al aplicar la idea de hoy mantén los ojos abiertos mientras te dices a ti mismo:

2No veo cosas neutras porque no tengo pensamientos neutros.

3Luego mira a tu alrededor, dejando que tu mirada se pose sobre cada cosa que notes el tiempo suficiente para poder decir:

4No veo un/una _____ neutro/a porque mis pensamientos acerca de _____ no son neutros.

5Podrías decir, por ejemplo:

6No veo una pared neutra porque mis pensamientos acerca de las paredes no son neutros.
7No veo un cuerpo neutro porque mis pensamientos acerca de los cuerpos no son neutros.

3. Como de costumbre, es esencial no hacer distinciones entre lo que crees que es animado o inanimado, agradable o desagradable. 2Independientemente de lo que puedas creer, no ves nada que esté realmente vivo o que sea realmente gozoso. 3Eso se debe a que todavía no eres consciente de ningún pensamiento realmente verdadero  y, por lo tanto, realmente feliz.

4. Se recomiendan tres o cuatro sesiones de práctica concretas, e incluso si experimentas resistencia, son necesarias cuando menos tres para obtener el máximo beneficio. 2En tal caso, no obstante, puedes acortar la duración de la sesión a menos del minuto que de otra forma se recomienda.


¿Qué me enseña esta lección?

Todo efecto responde a una causa. Toda manifestación material responde a un pensamiento. El pensamiento es la causa de los efectos que vivimos. 

Es el momento de escudriñar nuestras creencias y preguntarnos si creemos que las cosas que nos ocurren son fruto de la casualidad. Si seguimos sintiéndonos víctimas de las circunstancias, si echamos la culpa de lo que nos ocurre a la mala o buena fortuna, entonces, la respuesta a esa pregunta esencial es que creemos que lo que pensamos no tiene relación alguna con lo que experimentamos, es decir, creemos que nuestros pensamientos son fútiles. 

El instinto natural del Ser le llevó a expresar su Voluntad, a hacer uso de sus poderes creadores, a imagen y semejanza de su Creador. La necesidad de individualidad motivada por la naturaleza emotiva dio lugar a la conciencia de separación y, paralelamente, al sentimiento del miedo. 

El amor unificador quedó en el olvido y un pesado velo cayó sobre la conciencia, permaneciendo esta dormida en espera de su despertar. 

Imitamos a nuestro creador, fabricando con nuestros pensamientos el impulso que recibimos de nuestro mundo emocional. El deseo de ser especial (especialismo) es el elemento rebelde, el causante de la separación con la Unidad, con el Amor y, por lo tanto, es la causa que origina que nuestros pensamientos den lugar a unas creencias determinadas. El pensamiento dual, cuando se encuentra identificado con la conquista del mundo material, se recrea en la percepción de lo irreal y del error. 

Cuando la naturaleza emocional se sublima, pone alas al pensamiento y éste se eleva hasta la Verdad, recuperando de manera consciente la evidencia de la Unidad. 

Si vemos luz y extendemos esa visión a los demás, a través del perdón y del amor, viviremos en la luz. Si vemos oscuridad, si juzgamos condenatoriamente, viviremos la condena en nuestras vidas.



Ejemplo-guía: "El comportamiento de nuestro hijo nos desespera".

Estamos utilizando este ejemplo específico, pero estoy seguro de que el estudiante sabrá aplicarlo a cualquier experiencia que suponga para él una vivencia interpretada como conflictiva. 

La lección de hoy viene a redundar sobre lo que hemos estado aprendiendo en los últimos días. En esta ocasión, se concentra en la idea de hacernos conscientes de que todo efecto responde a una causa. Como todo fruto, es el efecto, el resultado, de haber sembrado una semilla, una causa. 

Una manera práctica y evidente de comprobar esa relación es llevando a cabo la labor que realiza habitualmente un agricultor. Hagamos de sembrador. Si cuidamos nuestra siembra, llegado el momento, recolectaremos nuestra cosecha. Fijaros bien, que he empleado un término muy importante a tener en cuenta en todo proceso de creación: "Llegado el momento". En la dimensión en la que nos encontramos, la tridimensional, el espacio y el tiempo adquieren realidad para nuestra mente, pues así la percibe. Pero, en otra dimensión, en otro nivel, como por ejemplo el mental, dicha percepción adquiere otros matices. 

Un ejemplo nos ayudará a comprender esta cuestión. Imaginemos que somos escritores y que de nuestra mente emana un guión, una historia. En ese "espacio" tenemos la capacidad de evidenciar toda la trama del guión de nuestra obra. Tenemos consciencia de ella desde su inicio hasta su final y todo ese contenido cabe en un pensamiento. Es como si fuese una semilla que potencialmente encierra todo el poder de la planta, incluida la capacidad de producir frutos. 

La obra que ha sido capaz de crear nuestra mente se encuentra en estadio potencial y, cuando la plasmamos en un papel, adquiere externamente una imagen que nos permite identificar que en verdad es nuestra obra, tal y como la hemos pensado. Pero cuando la queremos representar o simplemente leer, necesitamos tiempo y espacio, pues esas son las leyes del mundo material, es decir, del mundo de los efectos. ¿Cómo cambiar los efectos si éstos no son de nuestro agrado? Tendríamos que crear desde nuestra mente un guion diferente. La dificultad está en que no creemos que los pensamientos no son neutros, que los pensamientos son la causa de lo que experimentamos, pues no somos conscientes de ellos y, en ese intervalo de "llegado el momento", olvidamos que somos los únicos responsables de que lo que vivimos responde a lo que nuestra mente ha fabricado. 

Si aplicamos esto que decimos al ejemplo de la relación padre-hijo, entenderemos que dicha experiencia es el fruto de nuestra siembra. Si el resultado no es feliz, nos está indicando que nuestros pensamientos se han inclinado hacia el miedo o falta de amor; elegimos ver desde la separación. Si la relación resultase armónica, es la muestra fehaciente de que nuestros pensamientos se han identificado con el amor, o lo que es lo mismo, hemos elegido ver desde la Unidad.


Reflexión: Si el pensamiento es la causa de todo acto, ¿cuál es la causa del pensamiento?

Capítulo 17. VI. Cómo fijar la meta (2ª parte).

VI. Cómo fijar la meta (2ª parte).

4. El valor de decidir de antemano lo que quieres que ocurra es simplemente que ello te permite percibir la situación como un medio para hacer que tu objetivo se logre. 2Haces, por lo tanto, todo lo posible por pasar por alto todo lo que interferiría en su logro, y te concentras sólo en lo que te ayuda a conseguirlo. 3Es obvio que este enfoque ha hecho que la manera en que distingues lo verdadero de lo falso sea más parecida a la del Espíritu Santo. 4Lo verdadero viene a ser lo que se puede utilizar para lograr el objetivo, 5lo falso, lo inútil desde ese punto de vista. 6La situa­ción tiene ahora sentido, pero sólo porque el objetivo ha hecho que lo tenga.

Utilicemos de nuevo el símil del agricultor que se marca el objetivo de sembrar la semilla del
peral, pues su propósito consciente es cosechar hermosas y gustosas peras.

El hecho de haber tomado esa decisión de manera consciente llevará al agricultor a concentrar sus esfuerzos en el logro del objetivo. Para ello, labrará la tierra convenientemente y esperará la fecha adecuada para llevar a cabo la siembra. Esa semilla será mimada con todos los cuidados que se requieren, con el riego adecuado y, cuando la planta vaya creciendo, se podarán las ramas que puedan ser un obstáculo para impedir que el árbol crezca sano y robusto, lo que garantizará el hecho de que haya una frondosa cosecha de peras. Cuando el proceso haya culminado, el agricultor degustará uno de sus frutos y comprobará que su sabor es el esperado, es decir, tendrá la satisfacción de que sus esfuerzos han logrado el objetivo perseguido.

No todos los agricultores siguen ese proceder y muchos, carentes de la paciencia necesaria para establecer los pasos a seguir adecuadamente, deciden abandonar la labor de los cuidados de lo sembrado y prefieren adueñarse de los esfuerzos de otros, robándoles la cosecha de sus frutos.

5. Tener a la verdad por objetivo tiene otras ventajas prácticas. 2Si la situación se usa en favor de la verdad y la cordura, su desen­lace no puede ser otro que la paz. 3Y esto es así independiente de cuál sea el desenlace. 4Si la paz es la condición de la verdad y la cordura, y no puede existir sin ellas, allí donde hay paz tienen que estar también la verdad y la cordura. 5La verdad viene por su propia iniciativa. 6Si experimentas paz, es porque la verdad ha venido a ti, y así, no podrás sino ver el desenlace correctamente, pues el engaño no puede prevalecer contra ti. 7Podrás reconocer el desenlace precisamente porque estás en paz. 8En esto se puede ver una vez más lo opuesto a la manera de ver del ego, pues el ego cree que es la situación la que da lugar a la experiencia. 9El Espíritu Santo sabe que la situación es tal como el objetivo la determina, y que se experimenta de acuerdo con ese objetivo.

¿Qué agricultor habrá obrado correctamente? ¿El que eligió su objetivo conscientemente y saboreó el éxito de su cosecha? ¿O el que se negó a trabajar la tierra y eligió apoderarse de los frutos de los esfuerzos ajenos? ¿Cuál de ellos experimentaría la paz? ¿Cuál de ellos ha tenido la verdad como objetivo?

Si nos quejamos de que en nuestra vida no tenemos paz, ya sabemos la respuesta.

6.  Tener a la verdad por objetivo requiere fe. 2La fe está implícita en la aceptación del propósito del Espíritu Santo, y esta fe lo abarca todo. 3Allí donde se ha establecido el objetivo de la verdad, allí tiene que estar la fe. 4El Espíritu Santo ve la situación como un todo. 5El objetivo establece el hecho de que todo aquel que esté involucrado en la situación desempeñará el papel que le corres­ponde en la consecución del mismo. 6Esto es inevitable. 7Nadie fracasará en su cometido. 8Esto parece requerir mucha más fe de la que tú tienes ahora, y mucha más de la que tú puedes dar. 9Esto es así, no obstante, sólo desde el punto de vista del ego, pues el ego cree que la manera de "resolver" los conflictos es fragmentán­dolos, y, así, no percibe la situación como un todo. 10El ego, por consiguiente, intenta dividir la situación en segmentos y lidiar con cada uno de ellos por separado, pues tiene fe en la separación y no en la unidad.

Si acudimos al Diccionario de la lengua española, el significado de fe es el siguiente: "Conjunto de creencias de alguien, de un grupo o de una multitud de personas". "Conjunto de creencias de una religión". Por lo tanto, cuando hablamos de fe, estamos refiriéndonos a las creencias. Con base en este significado, podemos tener fe en Dios o podemos no tener fe en Él, o lo que es lo mismo, podemos creer o no creer en Él. 

Cuando se nos invita a tener fe en algo o en alguien, se nos está pidiendo que creamos en lo que la otra persona cree sin que dicha creencia sea obtenida por nuestra mente de una forma objetiva. Para que admitamos adoptar esa creencia como nuestra, nos debe resonar, es decir, debe despertar en nosotros el recuerdo de que su "verdad" forma parte de nosotros.

Tener a la verdad por objetivo requiere fe, es decir, requiere que nos resuene esa verdad. Y lo hará, porque esa verdad somos nosotros y es compartida por el resto de la filiación. Si la creencia no fuese verdad, esto es, si su Causa no gozara del amor, de la unidad, sus Efectos darían lugar a una creencia errónea, lo que ocasionaría la afiliación a lo que se llama "mala fe". 

Este punto nos advierte de algo muy importante que no entramos a considerar. "El objetivo establece el hecho de que todo aquel que está involucrado en la situación desempeñará el papel que le corresponde en la consecución del mismo". El ego desconoce esta verdad. Su creencia en la separación le lleva a fragmentarlo todo, lo que le impide visionar la unidad que nos convierte en cómplices colaboradores para facilitar que todo sea como debe ser.

El agricultor, que marca su objetivo conscientemente, sabe que por sí solo no podrá recoger toda la cosecha, ni garantizar que alcance su plenitud, pues los cuidados son muchos. Así que se rodeará de jornaleros que le ayudarán en dicha tarea. Cada uno de esos colaboradores tiene su papel para lograr llevar a cabo el objetivo propuesto.

Esos "jornaleros" son los cómplices que se dan cita en el momento adecuado para hacer posible que lo que tengamos que cosechar sea cosechado.

Esos "jornaleros" son los cómplices que se dan cita en el momento adecuado para hacer posible que lo que tengamos que cosechar sea cosechado.

7. Cuando el ego se enfrenta a un aspecto de la situación que parece ser difícil, trata de trasladarlo a otro lugar y resolverlo allí. 2parecerá tener éxito, salvo que ese intento entra en conflicto con la unidad, y no puede por menos que enturbiar el objetivo de la verdad. 3Y no se podrá experimentar paz, salvo en fantasías. 4La verdad no ha venido porque la fe ha sido negada, al no haberse depositado donde por derecho propio le corresponde estar. 5De este modo pierdes el entendimiento de la situación que el objetivo de la verdad te brindaría. 6Pues las soluciones que proceden de fantasías no aportan sino una experiencia ilusoria, y una paz ilusoria no es la condición que le permite la entrada a la verdad.

Cuando una situación nos sobrepasa o simplemente consideramos que los esfuerzos que debemos realizar no nos satisfacen, decidimos elegir el camino más corto, el que no nos supondrá ningún esfuerzo, salvo el de hacer nuestros los frutos sembrados por otro. Nuestro ego se sentirá pletórico y se dirá que es merecedor de lo que tiene y de la paz que reporta dicha situación.

¿Acaso crees que el error te puede reportar paz?   

jueves, 16 de enero de 2025

Capítulo 18. V. El sueño feliz (1ª parte).

V. El sueño feliz (1ª parte).

1. Prepárate ahora para deshacer lo que nunca tuvo lugar. 2Si ya entendieses la diferencia que existe entre la verdad y las ilusio­nes, la Expiación no tendría objeto. 3Él instante santo, la relación santa, las enseñanzas del Espíritu Santo y todos los medios por los que se alcanza la salvación no tendrían ningún propósito. 4Pues todos ellos no son sino aspectos del plan cuyo fin es cam­biar tus sueños de terror a sueños felices, desde los cuales puedas despertar fácilmente al conocimiento. 5No te pongas a ti mismo a cargo de esto, pues no puedes distinguir entre lo que es un avance y lo que es un retroceso. 6Has considerado algunos de tus mayores avances como fracasos, y has evaluado algunos de tus peores retrocesos como grandes triunfos.

Entiendo que el sueño feliz es la visión que alcanzaremos en el nivel de conciencia llamado sueño, es decir, es lo que el Curso denomina "percepción verdadera". Dicho estado de conciencia se produce en el nivel perceptivo, o lo que es lo mismo, en el nivel físico. Se podría decir que es la antesala que nos lleva ante las puertas del Cielo, donde nos fundiremos con nuestro Creador y con Su Obra, la Filiación.

Para tener un sueño feliz, tenemos que tener claro que no es fruto del azar. Se requiere un deshacimiento de nuestros pensamientos errados, los cuales dan identidad al ego y a su sistema de creencias.  Dejar de creer en la separación nos acercará a una nueva percepción y a la comprensión de que las imágenes que hacemos reales son ilusiones. Este avance en nuestra conciencia nos sitúa en condición de reconocer que estamos soñando y, lo más importante, que somos los soñadores del sueño. 

Llamamos a ese nuevo estado de percepción "despertar"; sin embargo, su significado alude al cambio de conciencia descrito, reconocer que somos los soñadores del sueño y no víctimas del castigo divino en venganza de nuestros pecados.

Ser los soñadores del sueño movilizará nuestra voluntad en la dirección correcta. Saber que nuestra identidad no es pasajera ni temporal, sino espiritual y eterna, nos lleva a poner nuestra mente al servicio del Espíritu Santo, cuya luz alumbrará nuestros sueños felices y nos guiará hasta las puertas del Cielo.

2. Nunca solicites el instante santo después de haber tratado de eliminar por tu cuenta todo odio y temor de tu mente. 2Ésa es Su función. 3Nunca intentes pasar por alto tu culpabilidad antes de pedirle ayuda al Espíritu Santo. 4Ésa es Su función. 5Tu papel con­siste únicamente en estar dispuesto, aunque sea mínimamente, a que Él elimine todo vestigio de odio y de temor y a ser perdo­nado. 6Sobre tu poca fe, unida a Su entendimiento, Él establecerá tu papel en la Expiación y se asegurará de que lo cumplas sin ninguna dificultad. 7Y con Él construirás los peldaños, tallados en la sólida roca de la fe, que se elevarán hasta el Cielo. 8Y no serás tú el único que se valga de ellos para ascender hasta él.

Creernos separados de Dios nos ha llevado a la creencia de que hemos perdido la luz que nos ha de permitir compartir el Conocimiento de la creación de nuestra identidad. En la conciencia perceptiva, la luz brilla por su ausencia, lo que ha propiciado que no distingamos la realidad de la ilusión. Nuestra mente proyecta fuera nuestra oscuridad interior y ello nos impide reconocer en los demás la unidad que nos une a nuestro Creador.

Desde esa conciencia de oscuridad identificada con la ilusión, con lo irreal, no podremos dar la respuesta adecuada a la cuestión de la salvación. Desde la ausencia de luz, no sabremos reconocer lo que somos y nos juzgaremos como pecadores que claman ser redimidos de sus pecados. La culpa nos atormentará al creernos escindidos de la protección de Dios y la ira sustituirá al amor, el único antídoto que nos curará del miedo.

Dejemos que sea el Espíritu Santo, cuya Mente es Luz, la que nos guíe hacia el instante santo en el que podremos cantar las alabanzas de la salvación junto a nuestros hermanos.

3. A través de tu santa relación, renacida y bendecida en cada instante santo que tú no planees, miles de seres ascenderán hasta el Cielo junto contigo. 2¿Puedes acaso planear tú eso? 3¿O puedes prepararte a ti mismo para tal función? 4Sin embargo, ello es posi­ble porque es la Voluntad de Dios. 5Él no va a cambiar de pare­cer al respecto. 6Tanto el propósito como los medios le pertenecen a Él. 7Tú has aceptado el propósito, los medios se te proveerán. 8Un propósito como éste es inconcebible sin los medios. 9Él proveerá los medios a todo aquel que comparta Su propósito.

Este punto es toda una invitación a que reconozcamos nuestro papel en el plan de salvación que Dios ha dispuesto para Su Hijo. A diferencia de cómo pensamos, no tenemos que hacer nada para planificar el encuentro del instante santo; no tenemos que tomar la decisión de quién o qué persona será la que compartirá con nosotros ese instante sagrado. A veces podemos confundir las relaciones especiales, motivadas desde la culpa inconsciente, a la hora de elegir a la persona con la que realiza ese camino.

Dejemos al Espíritu Santo esa decisión. Él tiene la información integral de lo que necesitamos, pues dicha necesidad es compartida con el resto de la Filiación. Si no fuese así, no formaría parte del Plan de Salvación. Nuestro papel en este Plan es aceptar el propósito del Plan y lo demás, los medios, se nos proveerá.

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 16

LECCIÓN 16

No tengo pensamientos neutros.

1. La idea de hoy es uno de los pasos iniciales en el proceso de desvanecer la creencia de que tus pensamientos no tienen ningún efecto. 2Todo lo que ves es el resultado de tus pensamientos. 3En esto no hay excepciones. 4Los pensamientos no son ni grandes ni pequeños, ni poderosos ni débiles. 5Son simplemente verdaderos o falsos. 6Aquellos que son verdaderos crean a su semejanza. 7Aquellos que son falsos fabrican a la suya.

2. No hay concepto más auto-contradictorio que el de "pensa­mientos fútiles" 2Difícilmente se puede calificar de fútil a lo que da origen a la percepción de todo un mundo. 3Cada pensamiento que tienes contribuye a la verdad o a la ilusión: o bien extiende la verdad o bien multiplica las ilusiones. 4Ciertamente puedes multiplicar lo que no es nada, pero no por ello lo estarás extendiendo.

3. Además de reconocer que los pensamientos no son nunca fútiles, la salvación requiere que también reconozcas que cada pensamiento que tienes acarrea paz o guerra, amor o miedo. 2Un resultado neutral es imposible porque es imposible que haya pensamientos neutros. 3Hay tal tentación de descartar los pensamientos atemorizantes por considerárseles irrelevantes, triviales e inmerecedores de que uno se ocupe de ellos, que es esencial que los reconozcas a todos como igualmente destructivos, aunque también como igualmente irreales. 4Practicaremos con esta idea de muchas formas antes de que realmente la llegues a entender.

4. Al aplicar la idea de hoy, escudriña tu mente con los ojos cerrados durante un minuto más o menos, esforzándote al máximo por no pasar por alto ningún pensamiento "insignificante" que tienda a eludir tu búsqueda. 2Esto te resultará bastante difícil hasta que te acostumbres a ello. 3Descubrirás que todavía te resulta difícil no hacer distinciones artificiales. 4Cualquier pensamiento que se te ocurra, independientemente de las cualidades que le asignes, es un sujeto adecuado para aplicarle la idea de hoy.

5. Durante las sesiones de práctica, repite primero la idea para tus adentros, y luego, a medida que cada pensamiento cruce tu mente, manténlo en tu conciencia mientras te dices a ti mismo:

2Este pensamiento acerca de _____ no es un pensamiento neutro.
3Ese pensamiento acerca de _____ no es un pensamiento neutro.

4Como de costumbre, usa la idea de hoy cada vez que notes algún pensamiento en particular que te produzca desasosiego. 5Sugeri­mos a este fin la siguiente variación de la idea:

6Este pensamiento acerca de _____ no es un pensamiento neutro porque no tengo pensamientos neutros.

Se recomiendan cuatro o cinco sesiones de práctica en caso de que te resulten relativamente fáciles. De experimentar tensión, tres serán suficientes. 3La duración del ejercicio debe reducirse asimismo si experimentas cualquier sensación de incomodidad.


¿Qué me enseña esta lección?

En efecto, no hay pensamientos neutros. Existen pensamientos verdaderos, es decir, aquellos que están alimentados por el Amor, por la Unidad, y pensamientos falsos, que son aquellos que están basados en la separación, el miedo y el sentimiento de culpa.

 

Cuando el pensamiento está orientado hacia el mundo material y basa su nivel de creencias en el resultado de su percepción, entonces es un pensamiento falso, el cual tiene la capacidad de fabricar y proyectar imágenes ilusorias que dan lugar a un mundo irreal y perecedero.

 

Es de suma importancia entender las enseñanzas de esta lección, puesto que nos confirma el inmenso poder que tiene nuestra mente. Digamos que esta lección justifica, en gran medida, el hecho de que UCDM dedique uno de sus Textos a la práctica de ejercicios para favorecer el entrenamiento de la mente; me estoy refiriendo al Libro de Ejercicios que estamos desarrollando en estas entregas.

 

Todo pensamiento es una manifestación de energía, la cual se puede expresar, extendiéndose y creando, caso de los pensamientos basados en el amor, o bien, puede expresarse, proyectándose, multiplicándose y fabricando, caso de los pensamientos basados en el miedo.

 

¿Te estás preguntando cómo reconocer cuándo nuestros pensamientos responden a uno u otro?

 

"Por sus obras los conoceréis", nos enseñó el Maestro Jesús, es decir, si somos incapaces de reconocer la causa de esa esencia internamente, lo podemos hacer desde los efectos, esto es, a través de la experimentación. Cuando nuestros pensamientos son de amor, siempre tienen resultados unificadores y disfrutamos de un estado de paz y felicidad. Cuando nuestros pensamientos son de miedo, siempre tienen resultados divisorios y entramos en un estado de defensa y de ataque, o lo que es lo mismo, en un estado de conflicto e infelicidad.

 

Ningún pensamiento es neutro. Nacen como una semilla, que en muchas ocasiones nos pasa inadvertida, y cuando es “regado” por nuestro potencial emocional, por nuestros sentimientos, adquiere una tonalidad (amor o miedo) que se convierte en una imagen a la que nuestra mente se encarga de dotar de significado. Alcanzado ese nivel, estamos a tan solo un paso de materializar lo que nuestra imaginación nos proyecta; es cuando hacemos realidad el pensamiento. 


Ejemplo-guía: "El comportamiento de nuestro hijo nos desespera".

Lo más inmediato, reconocer que estamos vivificando una experiencia juzgada como conflictiva, por lo tanto, con claros tintes divisorios. Cada uno de los implicados en la relación está dando muestras con su comportamiento y modo de interpretar la experiencia de que su mente y pensamientos son falsos.

 

Debemos proponernos como práctica habitual observar la dirección de nuestros pensamientos. En este caso, ya lo hemos hecho y ello nos permite elegir entre seguir proyectándolos al exterior y dando lugar a la experiencia de la separación y del miedo o, por el contrario, elegimos ver al otro desde la unicidad y extendemos nuestro amor hacia él, viéndolo libre de toda culpa.
 

Podemos pensar que lo que acabamos de decir es muy difícil de aplicar y que ciertas experiencias alcanzan un nivel y un grado de dolor que no favorecen esa visión. Es más, este argumento nos sirve para justificar que hay que tomar una decisión drástica y dejar claro quién tiene la razón. ¿Os resuena?

 

Un Curso de Milagros nos enseña que no hay grados de dificultad en los milagros, al igual que no hay grados de complejidad en nuestros pensamientos. Es una lección tan sencilla que, por su sencillez, tenemos dificultades para aplicarla.

 

Permítanme una licencia: "Amar o no amar, esa es la cuestión", o, lo que es lo mismo: "Ser o no ser". Si amamos, no existe el miedo y nuestros ojos ven inocencia. Si no amamos, tenemos miedo y nuestros ojos ven ataque y separación.

 

¡Nos toca elegir! No importa errar. Se corrige y lo intentamos de nuevo. Cada presente es una nueva oportunidad para hacerlo y somos eternos.  


Reflexión: ¿Cuál crees que es la diferencia entre "multiplicar" y "extender"?

Capítulo 17. VI. Cómo fijar la meta (1ª parte).

 VI. Cómo fijar la meta (1ª parte).

1. La aplicación práctica del propósito del Espíritu Santo es extremadamente simple, aunque inequívoca. 2De hecho, para poder ser simple tiene que ser inequívoca. 3Lo simple es sólo lo que se entiende fácilmente, y para ello, es evidente que debe ser claro. 4El objetivo del Espíritu Santo opera dentro de un marco general, pero Él te ayudará a hacerlo específico, porque la apli­cación práctica es específica. 6El Espíritu Santo provee ciertas directrices muy concretas que se pueden aplicar en cualquier situación, pero recuerda que tú aún no te has dado cuenta de que su aplicación es universal. 7A estas alturas, por lo tanto, es esen­cial utilizarlas en toda situación separadamente, hasta que pue­das ver más allá de cada situación con mayor seguridad, y con un entendimiento mucho más amplio del que ahora posees.

Reconozco que, al igual que le ocurre a muchos estudiantes de Un Curso de Milagros, buscamos en la enseñanza un conocimiento que sea claro, que sea inequívoco y que sea práctico para que nos ayude a tomar las decisiones correctas cuando nos encontremos en la tesitura de dar una respuesta acertada a los problemas con los que creemos enfrentarnos en la vida.

Esta visión es conocida por el Espíritu Santo, el cual, cuando nos ponemos a su servicio, nos ayuda a ver el "problema" con una visión diferente a cómo la veíamos antes, es decir, cuando nuestro guía es el ego.

Para el ego existen muchos tipos de problemas; lo suyo es fragmentar, dividir, juzgar, y tiene respuestas para cada situación, prevaleciendo en todas ellas un solo propósito: ganar todas las partidas. En cambio, para el Espíritu Santo, el problema es tan sólo uno y siempre el mismo. Todos tienen una misma causa, aunque parezcan tener distintos aspectos. El error original es la creencia en la separación. De él se deriva la visión del ego, de su sistema de pensamiento.

2. En cualquier situación en que no sepas qué hacer, lo primero que tienes que considerar es sencillamente esto: "¿Qué es lo que quiero que resulte de esta situación? 2¿Qué propósito tiene?" 3El objetivo debe definirse al principio, pues eso es lo que determi­nará el resultado. 4El ego procede a la inversa. 5La situación se convierte en lo que determina el resultado, que puede ser cual­quier cosa. 6La razón de este enfoque desorganizado es evidente. 7El ego no sabe qué es lo que quiere que resulte de la situación. 8Es consciente de lo que no quiere, pero sólo de eso. 9No tiene ningún objetivo constructivo en absoluto.

La guía que nos ofrece el Espíritu Santo nos lleva a fijarnos en lo esencial, en la causa y no en el efecto. Hay un dicho que reza: "Por sus frutos los conoceréis". Lo vamos a utilizar para intentar comprender este punto con facilidad. 

Vamos a partir del hecho de que somos agricultores y que queremos cosechar peras. Lo primero que tenemos que hacer conscientemente es elegir la semilla adecuada para garantizar que lo que sembramos nos aportará el fruto deseado. Esta elección consciente es lo que nos enseña este punto, es decir, lo primero que tenemos que considerar es: ¿qué es lo que quiero que resulte de esta situación? Esta recomendación parece una simpleza, pero no lo es. Si analizamos nuestras vidas, descubriremos muchas situaciones en las que nos quejamos de que cosechamos peras cuando no recordamos cuándo habíamos sembrado su semilla. Puede ocurrirnos que lo que la vida nos depara, si es considerado una vivencia dolorosa, es decir, si nos ofrece un fruto que no reconocemos, nos neguemos a considerar que podemos ser los autores de su siembra.

Si cosechamos peras, ten por seguro que en alguna ocasión has sembrado su semilla. El ego tiene dificultad para admitir tal consideración y tratará de convencernos de que el hecho de que hayamos cosechado peras es fruto del azar, y si las peras nos satisfacen, diremos que hemos tenido suerte y, si no nos satisfacen, diremos qué mala suerte hemos tenido. 

3. Sin un objetivo constructivo, establecido de antemano y clara­mente definido, la situación simplemente parece ocurrir al azar y no tiene ningún sentido hasta que ya ha ocurrido. 2Entonces miras en retrospectiva, y tratas de reconstruirla para ver qué sentido tuvo. 3no podrás sino equivocarte. 4No sólo porque tus juicios están vinculados al pasado, sino porque tampoco tienes idea de lo que debió haber ocurrido. 5No se estableció ningún objetivo con el que armonizar los medios. 6Y ahora el único dictamen que puede hacerse es si al ego le gusta lo que pasó o no, si es aceptable para él o si clama por venganza. 7La ausencia de un criterio establecido de antemano que determine el resultado final hace que sea du­doso el que se pueda entender y que sea imposible evaluarlo.

Al carecer de objetivos conscientes, tendremos dificultades para reconocer nuestra autoría en el proceso de los efectos, es decir, no veremos la relación causa y efecto que nos muestra la vida.

Al sistema de pensamiento del ego no le interesa establecer objetivos conscientemente, pues hacerlo significa que tendrá que reconocer que la causa de todo lo creado se encuentra en la mente y no en el cuerpo. Tendrá que reconocer que el símbolo que representa su ilusoria realidad, el cuerpo, tan solo es un efecto de un pensamiento erróneo. Es por ello que el ego prefiere obviar el primer paso que le llevaría a establecer un objetivo conscientemente y pasa directamente a los efectos, a lo percibido, y es entonces cuando determinará si admite ser el que ha sembrado las peras o, por el contrario, lo negará.

miércoles, 15 de enero de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 15

LECCIÓN 15

Mis pensamientos son imágenes que yo mismo he fabricado.

1. No reconoces que los pensamientos que piensas que piensas no son nada debido a que aparecen como imágenes. 2Piensas que los piensas, y por eso piensas que los ves. 3Así es como se forjó tu "manera de ver". 4Ésta es la función que le has atribuido a los ojos del cuerpo. 5Eso no es ver. 6Eso es fabricar imágenes, 7lo cual ocupa el lugar de la visión, y la reemplaza con ilusiones.

2. Esta idea introductoria al proceso de fabricar imágenes que tú llamas ver, seguramente no tendrá mucho significado para ti al principio. 2Comenzarás a entenderla cuando hayas visto pequeños bordes de luz alrededor de los mismos objetos que ahora te resultan familiares. 3Ése es el comienzo de la verdadera visión. 4Puedes estar seguro de que ésta no tardará en llegar una vez que eso haya ocurrido.

3. A medida que avancemos, tal vez experimentes muchos "episodios de luz". 2Éstos pueden manifestarse de muchas maneras distintas, algunas de ellas bastante inesperadas. 3No tengas miedo de ellos. 4Son la señal de que por fin estás abriendo los ojos. 5No seguirán ocurriendo, pues simbolizan meramente la percepción verdadera y no guardan relación alguna con el conocimiento. 6Estos ejercicios no han de revelarte el conocimiento, 7pero allanarán el camino que conduce a él.

4. Al practicar con la idea de hoy, repítela primero para tus adentros, y luego aplícala a cualquier cosa que veas a tu alrededor, usando el nombre del objeto en cuestión y dejando descansar tu mirada sobre él mientras dices:

2Esta(e) _____ es una imagen que yo mismo he fabricado.
3Ese(a) _____ es una imagen que yo mismo he fabricado.

4No es necesario incluir un gran número de objetos específicos al aplicar la idea de hoy. 5Pero sí es necesario que continúes mirando cada objeto mientras repites la idea para tus adentros. 6La idea debe repetirse muy lentamente en cada caso.

5. Si bien es obvio que no podrás aplicar la idea a un gran número de objetos durante el minuto más o menos de práctica que se recomienda, trata de seleccionarlos tan al azar como sea posible. 2Si te empiezas a sentir incómodo, menos de un minuto será suficiente. 3No lleves a cabo más de tres sesiones de práctica con la idea de hoy a no ser que te sientas completamente a gusto con ella, pero no hagas más de cuatro. 4Puedes, no obstante, aplicar la idea durante el transcurso del día según lo dicte la necesidad.


¿Qué me enseña esta lección?

El pensamiento del ego tiene capacidad para fabricar, pero no para crear. 

El estudio de la Cábala nos revela que el Plano de Formación (Pensamiento Humano) actúa como un espejo del Plano Superior, el de Emanación, donde reina la Unidad y la Luz.

El tránsito de esa Luz a través de las emociones nos lleva a desear la individualidad y a imitar a nuestro creador. De este modo, la Mente Superior da lugar a la mente inferior y el recuerdo del Amor da lugar a los sentidos y al amor humano.

El hombre, al fabricar un mundo haciendo uso de su capacidad “creativa”, lo que hace es imitar, proyectar, dando lugar a un mundo de ilusiones y de pensamientos fabricantes de imágenes. Es preciso comprender que el mundo que le rodea y que ha fabricado a base de imágenes es un mundo perecedero, como las propias imágenes que lo han fabricado.

Al ego, la temporalidad le produce miedo. Se identifica con lo irreal y trata de protegerla a través del análisis y la investigación. Sin embargo, su empeño es vano, pues, salvo que conecte con la verdadera realidad, el Ser Divino, empleará muchos esfuerzos para dar nombre a lo innombrable, o lo que es lo mismo, dar significado a lo que no lo tiene.

Cuando hacemos uso de nuestra visión material, observamos e interpretamos que aquello que vemos es tan sólo un objeto material. Nuestras relaciones están basadas en la percepción de la imagen que compartimos y esa imagen la interpretamos como agradable o desagradable, como algo dual. Nuestra percepción errónea se gratifica con esa interpretación y la alimenta con el fin de encontrar el goce y el placer que, sin embargo, cuando es consumido, nunca le aporta la felicidad que realmente añora. Y entonces experimenta con otros placeres.

Cuando miramos al otro, no debemos quedarnos con la visión de sus ropajes materiales; debemos ver en él la extensión divina del Padre y, entonces, nos reconoceremos en él, pues formamos una verdadera unidad, una sola filiación.

Cuando nuestros pensamientos dejen de fabricar ilusiones, nuestros ojos comenzarán a percibir el campo energético, conocido en el argot esotérico como “doble etérico o mundo etérico”. Dicho mundo se subdivide en cuatro “regiones”: el éter químico, el éter de vida, el éter luminoso y el éter reflector.  Cuando nuestros ojos se abren a esta percepción verdadera, veremos el aura de las cosas. Esa visión tan solo supone un anticipo de la verdadera visión que se obtendrá cuando abandonemos todo apego con el mundo del ego.



Ejemplo-guía: "El comportamiento de nuestro hijo nos desespera".

Esta lección nos revela el gran poder de nuestra mente, capaz de dirigir el atributo de la voluntad hacia el "Campo de las infinitas posibilidades", donde se encuentra, en estado germen, todo el potencial de información. Ese impulso motor goza del principio del libre albedrío y, cuando lo unimos al atributo del amor, tiene lugar la mágica experiencia de la creación. 

Pero, cuando esa voluntad no se une al amor, sino que responde al deseo individual, tiene lugar el acto de fabricar. Como consecuencia de ello, la mente proyecta el potencial informativo que capta del “campo de las infinitas posibilidades” y colapsa dicha energía, lo que se traduce en imágenes que llegan a adoptar una forma tridimensional, dando lugar a la realidad ilusoria de la materia. 

Esta introducción nos ayudará a afrontar el ejemplo-guía con otra perspectiva, pues cuando nos encontramos ante la experiencia del conflicto en la relación con nuestro hijo, ya no pensaremos que dicha vivencia es fruto del azar, de la mala suerte, de un castigo divino o de una mala praxis de comportamientos. 

Ahora estamos en condiciones de afrontar la experiencia con una nueva visión. Aquello que estamos percibiendo lo ha fabricado nuestra mente, la cual, ya lo hemos visto en las lecciones anteriores, elige dar un significado, que para ella tiene un gran valor y que condiciona nuestra respuesta ante la experiencia, pero, en verdad, lo que nuestra mente nos muestra no significa nada, pues está basando su juicio en lo que percibe, y lo que percibe es una elección voluntaria, que se encuentra condicionada por el pasado y totalmente separada del amor. 

Si respondemos al conflicto que nos produce la actitud de nuestro hijo, nuestro pensamiento nos está mostrando imágenes del pasado que nos impiden ver su realidad presente. Esta respuesta impedirá que se despierte en nosotros la única fuerza que puede poner fin a esa experiencia. Esa fuerza es el perdón.

Con la visión espiritual, el pasado no influirá en nuestros sentimientos, es decir, carecerá de significado. En su lugar, nos concentraremos en la oportunidad que nos ofrece el presente, donde nuestra mirada descubrirá la inocencia, la impecabilidad y la perfección de nuestro hijo, al cual reconoceremos como nuestro hermano. Al no ver culpa, ni condena en él, en realidad estamos reconociendo que tampoco la vemos en nosotros mismos.


Reflexión: ¿Cómo crees que puedes dejar de pensar que piensas?