i. El descorrimiento del velo (5ª parte).
17. Ten fe en tu hermano, pues la fe, la esperanza y la misericordia son tuyas para que las des. 2A las manos que dan, se les da el regalo. 3Contempla a tu hermano, y ve en él el regalo de Dios que quieres recibir. 4Ya es casi la Pascua, la temporada de la resurrección. 5Concedámonos la redención unos a otros y compartámosla, para podernos levantar unidos en la resurrección, y no separados en la muerte. 6Contempla el regalo de libertad que le di al Espíritu Santo para ti. 7Y liberaos juntos, al ofrecerle al Espíritu Santo ese mismo regalo. 8Y al dárselo, recibidlo de Él a cambio de lo que le disteis. 9Él nos conduce a ti y a mí para que nos podamos encontrar aquí, en este sagrado lugar, y juntos tomar la misma decisión.

Tener fe en nuestro hermano es una invitación a ver la verdad de su identidad, la realidad que expresa su presencia en nuestra existencia. Esa verdad es la que nos lleva a creer en la semejanza en la que hemos sido creados y que nos une a Dios y a Su creación. Tener fe en nuestro hermano es conocer quiénes somos y quién es él; lo que significa que reconocemos nuestra igualdad, nuestra unidad. Si no tenemos fe en nuestro hermano, seguiremos atacándolo y crucificándolo para que redima sus culpas. Le daremos muerte creyendo que de este modo estamos poniendo fin a aquello que pone en peligro nuestra verdad, dado que en lo más profundo de nuestro ser reconocemos que él representa la vía de nuestra salvación, pues se convierte en la diana hacia la cual debemos dirigir nuestro amor, nuestro perdón. Sin su existencia no tendríamos el espejo a través del cual poder mirarnos y reconocer lo que somos.
Sí, nuestro hermano es el regalo que nos permitirá expandir nuestra naturaleza divina, nuestro amor.
18. Libera a tu hermano aquí, tal como yo te liberé a ti. 2Hazle el mismo regalo, y contémplalo sin ninguna clase de condena. 3Considéralo tan inocente como yo te considero a ti, y pasa por alto los pecados que él cree ver en sí mismo. 4Ofrécele en este huerto de aparente agonía y muerte su libertad y completa emancipación del pecado. 5De esta manera, allanaremos juntos el camino que conduce a la resurrección del Hijo de Dios y le permitiremos elevarse de nuevo al feliz recuerdo de su Padre, Quien no conoce el pecado ni la muerte, sino sólo la vida eterna.
Cuando experimentamos una pesadilla, ¿no agradecemos que nos despierten y que calmen nuestra ansiedad? ¿No agradeceremos que alguien encienda la luz y que nos libere de la oscuridad en la que nos sentíamos prisioneros? ¿No agradeceremos que alguien nos abrace y seque las lágrimas de nuestros ojos? ¿No agradeceremos que alguien susurre a nuestros oídos palabras de amor que nos liberen del miedo?
Entonces, ¿por qué razón no nos convertimos en ese "alguien" y nos convertimos en el agente que despierta a todos cuantos se encuentran sumidos en el delirante sueño?
Lo primero es darnos cuenta de que somos los soñadores de ese sueño y que ello nos otorga el poder para elegir seguir teniéndolos o, en cambio, cambiar su calidad. El hecho de reconocernos como los autores de nuestros sueños nos permite conocer su ilusoria realidad, lo que nos permitirá dejar de tenerles miedo.
Reconocer que todo sueño de condena puede ser sustituido por el sueño del perdón es el mejor regalo que nos podemos hacer a nosotros mismos y a los demás.
19. Juntos desapareceremos en la Presencia que se encuentra detrás del velo, no para perdernos sino para encontrarnos a nosotros mismos; no para que se nos vea, sino para que se nos conozca. 2Y al gozar de conocimiento, no quedará nada sin hacer en el plan de salvación que Dios estableció. 3Éste es el propósito de la jornada, sin el cual ésta no tendría sentido. 4He aquí la paz de Dios, que Él te dio para siempre. 5He aquí el descanso y la quietud que buscas, la razón de la jornada desde su comienzo. 6El Cielo es el regalo que le debes a tu hermano, la deuda de gratitud que le ofreces al Hijo de Dios como muestra de agradecimiento por lo que él es y por aquello para lo que su Padre lo creó.
El reconocimiento mutuo de lo que somos allanará el camino que nos ha de llevar de retorno a nuestro verdadero hogar, el Cielo, donde reina la consciencia de unidad.La ignorancia de lo que somos al habernos identificado con la falsa e ilusoria realidad del cuerpo ha cegado nuestra visión y nos impide ver y percibir nuestra verdadera esencia espiritual.
Este punto nos recuerda que hemos sido creados para que gocemos del conocimiento. La importancia del conocimiento de uno mismo es esencial para afrontar y alcanzar la salvación. Es la ignorancia de lo que somos lo que ha propiciado que nuestra mente esté al servicio del sistema de pensamiento del ego e identificada con un envoltorio temporal.
El conocimiento es la llave que nos llevará a liberarnos de la crucifixión y a alcanzar la resurrección que nos permitirá recordar nuestra verdadera identidad.
El conocimiento es el propósito de nuestra jornada y en él se encuentra la paz de Dios.
20. Piensa detenidamente cómo vas a considerar al dador de este regalo, pues tal como lo consideres a él, así mismo te parecerá el regalo. 2Según lo consideres, ya sea como el portador de la culpabilidad o como el de la salvación, así verás y recibirás su ofrenda. 3Los crucificados infligen dolor porque están llenos de dolor. 4Pero los redimidos ofrecen alegría porque han sido curados del dolor. 5Todo el mundo da tal como recibe, pero primero tiene que elegir qué es lo que quiere recibir. 6Y reconocerá lo que ha elegido por lo que dé y por lo que reciba. 7Y no hay nada en el infierno o en el Cielo que pueda interferir en su decisión.
Todos deseamos tener sueños felices. Todos deseamos que alguien nos libere del terror que nos embarga cuando experimentamos una pesadilla. Todos queremos gozar de paz y de felicidad. Todos queremos disfrutar de abundancia y todos deseamos ser amados.
Sin embargo, olvidamos que recibimos aquello que damos y que damos aquello que tenemos. Esa es la ley que rige el universo y que nos permite conocernos, pues en la medida en que tenemos pesadillas, es señal de que creemos en el miedo. En la medida en que no gozamos de paz y de felicidad, es señal de que no estamos en conflicto y de que no perdonamos. En la medida en que no disfrutamos de la abundancia y no somos amados, es señal de que nos creemos escasos y no nos amamos.
Sustituye la crucifixión por la resurrección y ello será la señal de que has sustituido el miedo por el amor y la ignorancia por el conocimiento.
21. Has llegado hasta este punto porque elegiste emprender la jornada. 2Y nadie emprende nada que crea es insensato. 3Aquello en lo que tenías fe sigue siendo fiel, y te cuida con fe tan tierna y, al mismo tiempo, tan poderosa, que te elevará muy por encima del velo, y pondrá al Hijo de Dios a salvo dentro de la segura protección de su Padre. 4He aquí el propósito que le confiere a este mundo y a la larga jornada a través de él, el único significado que pueden tener. 5Aparte de esto, no tienen sentido. 6Tú y tu hermano os alzáis juntos, todavía sin la convicción de que el mundo y la jornada tienen un propósito. 7Mas os es dado poder ver este propósito en vuestro santo Amigo y reconocerlo como propio.
Así es y así será. El Espíritu Santo, nuestro Amigo, representa la Mente Recta, la cual nos permitirá alcanzar la percepción verdadera y con ello el reconocimiento de lo que realmente somos.
De su mano abandonaremos las viejas creencias en la separación y, en su lugar, festejaremos, junto a nuestros hermanos, el triunfo de la unidad, el triunfo del perdón y del amor.
Si nos encontramos festejando el triunfo de la paz y de la felicidad, es señal de que lo hemos elegido así; es señal de que nos hemos dado cuenta de nuestro error al elegir creer en el pecado y en el miedo, lo que nos ha llevado a tomar una nueva elección: la de caminar junto a nuestros hermanos la senda que nos conduce a la salvación. Hemos depositado nuestra fe en él y nos hemos reconocido en su mente, que es nuestra propia mente.
Hoy festejamos jubilosos el reconocimiento de lo que somos: Hijos de Dios.