sábado, 26 de abril de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 116

LECCIÓN 116 

Para los repasos de mañana y noche:

 

1. (101) La Voluntad de Dios para mí es perfecta felicidad.

2La Voluntad de Dios para mí es perfecta felicidad.
3Lo único que me puede hacer sufrir es la creencia de que hay otra voluntad aparte de la Suya.

2. (102) Comparto con Dios Su Voluntad de que yo sea feliz.

2Comparto lo que la Voluntad de mi Padre dispone para mí, Su Hijo.
3Lo que Él me ha dado es lo único que quiero.
4Lo que Él me ha dado es lo único que existe.

 3. A la hora en punto:

2La Voluntad de Dios para mí es perfecta felicidad.

3Media hora más tarde:

4Comparto con Dios Su Voluntad de que yo sea feliz.


¿Qué me enseña esta lección?


1. (101) La Voluntad de Dios para mí es perfecta felicidad.

Cuán equivocados estamos cuando pensamos que somos herederos del pecado.

Cuán equivocados estamos, cuando partiendo de la creencia del pecado buscamos el castigo como la única vía de redención.

Cuán equivocados estamos cuando entendemos que para encontrar la salvación debemos sufrir, sacrificarnos e incluso morir.

Nada más lejos de la realidad. Todas esas creencias deben ser Expiadas, pues dan cuerpo al error.

La Voluntad de Dios para su creación es la felicidad. Debemos regocijarnos de esa verdad y liberarnos del pesado fardo que nos mantiene prisioneros de la tristeza.

Tema de reflexión: ¿Qué necesitas para ser feliz?


2. (102) Comparto con Dios Su Voluntad de que yo sea feliz.

¿Acaso encuentras satisfacción en el dolor?

¿Acaso encuentras felicidad en el sufrimiento?

¿Acaso encuentras libertad en el castigo?

¿Acaso encuentras paz en el sacrificio?

¿Te sientes bien aportándole significado a la culpa?

¿Encuentras valor dándole cabida al miedo?

Comparto con Dios Su Voluntad de que yo sea feliz.

Tema de reflexión: ¿Qué te impide ser feliz?

viernes, 25 de abril de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 115

LECCIÓN 115

Para los repasos de mañana y noche:


1. (99) La salvación es mi única función aquí.

2Mi función aquí es perdonar al mundo por todos los errores que yo he cometido. 3Pues así me libero de ellos junto con él.

2. (100) Mi papel en el plan de salvación de Dios es esencial.

2Soy esencial en el plan de Dios para la salvación del mundo. 3Pues Él me dio Su plan para que yo salvara al mundo.

3. A la hora en punto:
2La salvación es mi única función aquí.

3Media hora más tarde:

4Mi papel en el plan de salvación de Dios es esencial.


¿Qué me enseña esta lección?

1. (99) La salvación es mi única función aquí.

Albergar la creencia de que estamos separados de Dios, nuestro Creador, es un error que nos mantiene identificados con la culpa, el miedo, el dolor y el sufrimiento, como vías de redención para purgar y pagar por nuestros pecados.

Esa es la base de las creencias del ego y la causa que da origen al sufrimiento y a la pérdida de paz.

La salvación se convierte en nuestra única función, pues es necesario que perdonemos el error que nos mantiene identificados con esas falsas creencias. En la medida en que perdonamos al mundo por los errores cometidos, nos estamos liberando de ellos.

Tema de reflexión: Para salvarse no es necesario sufrir.


2. (100) Mi papel en el plan de salvación de Dios es esencial.

Sí es esencial, pues si cumplo con mi función de salvación, estaré uniéndome a todas las demás voluntades que desarrollen igualmente la función de perdonar los errores cometidos.

Mi papel es esencial, porque soy una chispa de luz que, unida a otras luces, formamos un potente foco para disolver cualquier vestigio de tristeza, sombra e infelicidad.

Ser conscientes de nuestro papel en el plan de Dios nos lleva a aceptar la voluntad de ser sembradores del Amor, de la Dicha, de la Paz y de la Felicidad.

Tema de reflexión: ¿Cómo crees que puedes ser útil en el plan de salvación?

Capítulo 19. D-i. El descorrimiento del velo (5ª parte).

 i. El descorrimiento del velo (5ª parte).

17. Ten fe en tu hermano, pues la fe, la esperanza y la misericordia son tuyas para que las des. 2A las manos que dan, se les da el regalo. 3Contempla a tu hermano, y ve en él el regalo de Dios que quieres recibir. 4Ya es casi la Pascua, la temporada de la resurrec­ción. 5Concedámonos la redención unos a otros y compartámosla, para podernos levantar unidos en la resurrección, y no separados en la muerte. 6Contempla el regalo de libertad que le di al Espíritu Santo para ti. 7Y liberaos juntos, al ofrecerle al Espíritu Santo ese mismo regalo. 8Y al dárselo, recibidlo de Él a cambio de lo que le disteis. 9Él nos conduce a ti y a mí para que nos podamos encon­trar aquí, en este sagrado lugar, y juntos tomar la misma decisión.

Tener fe en nuestro hermano es una invitación a ver la verdad de su identidad, la realidad que expresa su presencia en nuestra existencia. Esa verdad es la que nos lleva a creer en la semejanza en la que hemos sido creados y que nos une a Dios y a Su creación. Tener fe en nuestro hermano es conocer quiénes somos y quién es él; lo que significa que reconocemos nuestra igualdad, nuestra unidad. Si no tenemos fe en nuestro hermano, seguiremos atacándolo y crucificándolo para que redima sus culpas. Le daremos muerte creyendo que de este modo estamos poniendo fin a aquello que pone en peligro nuestra verdad, dado que en lo más profundo de nuestro ser reconocemos que él representa la vía de nuestra salvación, pues se convierte en la diana hacia la cual debemos dirigir nuestro amor, nuestro perdón. Sin su existencia no tendríamos el espejo a través del cual poder mirarnos y reconocer lo que somos.

Sí, nuestro hermano es el regalo que nos permitirá expandir nuestra naturaleza divina, nuestro amor.

18. Libera a tu hermano aquí, tal como yo te liberé a ti. 2Hazle el mismo regalo, y contémplalo sin ninguna clase de condena. 3Considéralo tan inocente como yo te considero a ti, y pasa por alto los pecados que él cree ver en sí mismo. 4Ofrécele en este huerto de aparente agonía y muerte su libertad y completa emancipación del pecado. 5De esta manera, allanaremos juntos el camino que conduce a la resurrección del Hijo de Dios y le per­mitiremos elevarse de nuevo al feliz recuerdo de su Padre, Quien no conoce el pecado ni la muerte, sino sólo la vida eterna.

Cuando experimentamos una pesadilla, ¿no agradecemos que nos despierten y que calmen nuestra ansiedad? ¿No agradeceremos que alguien encienda la luz y que nos libere de la oscuridad en la que nos sentíamos prisioneros? ¿No agradeceremos que alguien nos abrace y seque las lágrimas de nuestros ojos? ¿No agradeceremos que alguien susurre a nuestros oídos palabras de amor que nos liberen del miedo?

Entonces, ¿por qué razón no nos convertimos en ese "alguien" y nos convertimos en el agente que despierta a todos cuantos se encuentran sumidos en el delirante sueño?

Lo primero es darnos cuenta de que somos los soñadores de ese sueño y que ello nos otorga el poder para elegir seguir teniéndolos o, en cambio, cambiar su calidad. El hecho de reconocernos como los autores de nuestros sueños nos permite conocer su ilusoria realidad, lo que nos permitirá dejar de tenerles miedo.

Reconocer que todo sueño de condena puede ser sustituido por el sueño del perdón es el mejor regalo que nos podemos hacer a nosotros mismos y a los demás.

19. Juntos desapareceremos en la Presencia que se encuentra detrás del velo, no para perdernos sino para encontrarnos a no­sotros mismos; no para que se nos vea, sino para que se nos conozca. 2al gozar de conocimiento, no quedará nada sin hacer en el plan de salvación que Dios estableció. 3Éste es el propósito de la jornada, sin el cual ésta no tendría sentido. 4He aquí la paz de Dios, que Él te dio para siempre. 5He aquí el descanso y la quietud que buscas, la razón de la jornada desde su comienzo. 6El Cielo es el regalo que le debes a tu hermano, la deuda de gratitud que le ofreces al Hijo de Dios como muestra de agradeci­miento por lo que él es y por aquello para lo que su Padre lo creó.

El reconocimiento mutuo de lo que somos allanará el camino que nos ha de llevar de retorno a nuestro verdadero hogar, el Cielo, donde reina la consciencia de unidad.

La ignorancia de lo que somos al habernos identificado con la falsa e ilusoria realidad del cuerpo ha cegado nuestra visión y nos impide ver y percibir nuestra verdadera esencia espiritual.

Este punto nos recuerda que hemos sido creados para que gocemos del conocimiento. La importancia del conocimiento de uno mismo es esencial para afrontar y alcanzar la salvación. Es la ignorancia de lo que somos lo que ha propiciado que nuestra mente esté al servicio del sistema de pensamiento del ego e identificada con un envoltorio temporal.

El conocimiento es la llave que nos llevará a liberarnos de la crucifixión y a alcanzar la resurrección que nos permitirá recordar nuestra verdadera identidad.

El conocimiento es el propósito de nuestra jornada y en él se encuentra la paz de Dios.

20. Piensa detenidamente cómo vas a considerar al dador de este regalo, pues tal como lo consideres a él, así mismo te parecerá el regalo. 2Según lo consideres, ya sea como el portador de la culpa­bilidad o como el de la salvación, así verás y recibirás su ofrenda. 3Los crucificados infligen dolor porque están llenos de dolor. 4Pero los redimidos ofrecen alegría porque han sido curados del dolor. 5Todo el mundo da tal como recibe, pero primero tiene que elegir qué es lo que quiere recibir. 6Y reconocerá lo que ha elegido por lo que dé y por lo que reciba. 7Y no hay nada en el infierno o en el Cielo que pueda interferir en su decisión.

Todos deseamos tener sueños felices. Todos deseamos que alguien nos libere del terror que nos embarga cuando experimentamos una pesadilla. Todos queremos gozar de paz y de felicidad. Todos queremos disfrutar de abundancia y todos deseamos ser amados.

Sin embargo, olvidamos que recibimos aquello que damos y que damos aquello que tenemos. Esa es la ley que rige el universo y que nos permite conocernos, pues en la medida en que tenemos pesadillas, es señal de que creemos en el miedo. En la medida en que no gozamos de paz y de felicidad, es señal de que no estamos en conflicto y de que no perdonamos. En la medida en que no disfrutamos de la abundancia y no somos amados, es señal de que nos creemos escasos y no nos amamos.

Sustituye la crucifixión por la resurrección y ello será la señal de que has sustituido el miedo por el amor y la ignorancia por el conocimiento.

21. Has llegado hasta este punto porque elegiste emprender la jor­nada. 2Y nadie emprende nada que crea es insensato. 3Aquello en lo que tenías fe sigue siendo fiel, y te cuida con fe tan tierna y, al mismo tiempo, tan poderosa, que te elevará muy por encima del velo, y pondrá al Hijo de Dios a salvo dentro de la segura protec­ción de su Padre. 4He aquí el propósito que le confiere a este mundo y a la larga jornada a través de él, el único significado que pueden tener. 5Aparte de esto, no tienen sentido. 6Tú y tu her­mano os alzáis juntos, todavía sin la convicción de que el mundo y la jornada tienen un propósito. 7Mas os es dado poder ver este propósito en vuestro santo Amigo y reconocerlo como propio.

Así es y así será. El Espíritu Santo, nuestro Amigo, representa la Mente Recta, la cual nos permitirá alcanzar la percepción verdadera y con ello el reconocimiento de lo que realmente somos.

De su mano abandonaremos las viejas creencias en la separación y, en su lugar, festejaremos, junto a nuestros hermanos, el triunfo de la unidad, el triunfo del perdón y del amor.

Si nos encontramos festejando el triunfo de la paz y de la felicidad, es señal de que lo hemos elegido así; es señal de que nos hemos dado cuenta de nuestro error al elegir creer en el pecado y en el miedo, lo que nos ha llevado a tomar una nueva elección: la de caminar junto a nuestros hermanos la senda que nos conduce a la salvación. Hemos depositado nuestra fe en él y nos hemos reconocido en su mente, que es nuestra propia mente.

Hoy festejamos jubilosos el reconocimiento de lo que somos: Hijos de Dios.

jueves, 24 de abril de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 114

LECCIÓN 114

Para los repasos de mañana y noche:

1. (97) Soy espíritu.

2Soy el Hijo de Dios. 3No hay cuerpo que pueda conte­ner mi espíritu o imponerme una limitación que Dios no haya creado.

2. (98) Aceptaré el papel que me corresponde en el plan de Dios para la salvación.

2¿Cuál podría ser mi función sino aceptar la Palabra de Dios, Quien me creó para ser lo que soy y lo que por siempre he de ser?

3. A la hora en punto:
2Soy espíritu.

3Media hora más tarde:
4Aceptaré el papel que me corresponde en el plan de Dios para la salvación.


¿Qué me enseña esta lección?

1. (97) Soy espíritu.

Exclamar "¡Soy Espíritu!", con total certeza, es el mejor regalo que podemos ofrecer a nuestro Padre, el cual está esperando nuestro despertar.
Soy Espíritu, un santo Hijo de Dios, Hijo de la Luz.
Libre de toda limitación.
A salvo, sano y pleno.
Libre para perdonar.
Libre para salvar el mundo.

Tema de reflexión: ¿Qué límites te autoimpones? ¿Qué límites impones a los demás? Ambas respuestas nos llevarán a la misma conclusión, pues siempre estamos proyectando nuestro interior.

2. (98) Aceptaré el papel que me corresponde en el plan de Dios para la salvación.

Conocer nuestro verdadero origen lleva implícito conocer que estamos llamados a alcanzar la condición divina de nuestro Padre, la de un Ser creador.

Somos Espíritus emanados de su Mente Creadora a través de un acto de expansión de Su Amor y nuestra función es expresar sus Atributos Espirituales: La Voluntad, el Amor y la Ley.
Ese Aspecto Trino expresa una sola unidad.
Nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestras acciones deben expresar, igualmente, una sola unidad.
Esa es nuestra función dentro del Plan de Dios para la salvación: Ser y vivir la unidad.

Tema de reflexión: ¿Cuál es el sentido de la vida?

Capítulo 19. D-i. El descorrimiento del velo (4ª parte).

i. El descorrimiento del velo (4ª parte).

14. Contempla a tu Amigo, al Cristo que está a tu lado. 2¡Qué santo y hermoso es! 3Pensaste que había pecado porque arrojaste so­bre Él el velo del pecado para ocultar Su hermosura. 4A pesar de ello, Él te sigue extendiendo el perdón para que compartas con Él Su santidad. 5Este "enemigo", este "extraño" te sigue ofreciendo la salvación por ser Su Amigo. 6Los "enemigos" de Cristo, los adoradores del pecado, no saben a Quién atacan.

El "velo del pecado" es la expresión que utiliza Jesús para referirse a la creencia en la separación, la causa que ha dado lugar al demencial sistema de pensamiento del ego. Empleando un tono de humor, podemos decir que nuestra libre elección "cabreó" mucho a nuestro Hacedor, el cual, en respuesta a nuestra desobediencia, nos condenó a abandonar el Paraíso Terrenal y a ganarnos el sustento de cada día con el sudor de nuestro trabajo.

Por lo tanto, el velo del pecado se convierte en el pensamiento que debemos corregir y no purgar. Verlo como un error nos ofrece la oportunidad de rectificación, mientras que verlo como un pecado nos lleva directamente a la culpa y a la redención a través del castigo y el dolor.

No podemos separarnos de nuestra "Fuente". No podemos separarnos de nuestro Creador, pero sí podemos crearnos un velo que nos impida ver la verdad y en su lugar percibir las sombras que se reflejan en ese velo. Esa sombra nos llevará a percibir al otro como a nuestro enemigo y no como a nuestro salvador. Su percepción nos recordará nuestro pecado y lo condenaremos con la intención de limpiar nuestra propia culpa.

15. Éste es tu hermano, que ha sido crucificado por el pecado y que aguarda para ser liberado del dolor. 2¿No le concederías tu perdón, cuando él es el único que te lo puede conceder a ti? 3cambio de su redención, él te dará la tuya, tan indudablemente como que Dios creó cada cosa viviente y la ama. 4te la dará de verdad, pues será ofrecida así como recibida. 5No hay gracia del Cielo que no puedas ofrecerle a tu hermano, y recibir de tu santí­simo Amigo. 6No permitas que te la niegue, pues al recibirla se la ofreces a él. 7Y él recibirá de ti lo que tú recibiste de él. 8La reden­ción se te ha concedido para que se la des a tu hermano, y para que de esta manera la recibas. 9Liberas al que perdonas, y partici­pas de lo que das. 10Perdona los pecados que tu hermano cree haber cometido, así como toda la culpabilidad que crees ver en él.

Jesús nos ofrece la verdadera vía de la redención, el único modo de corregir el error que creemos haber cometido y que hemos interpretado como pecado. No se trata de corregir fuera de nosotros lo que vemos dentro, juzgándolo y condenándolo en un intento vano de redimir la culpa que sentimos por reconocernos como pecadores. No se trata de castigarnos y desgarrar nuestra piel a latigazos para limpiar nuestros pecados y saldar la deuda que creemos tener con Dios. Se trata de cambiar nuestra falsa creencia que nos lleva a vernos exiliados de nuestro hogar para vagar por las tierras áridas y yermas de la necesidad. 

Tan solo liberándonos del miedo, del odio, del rencor, podremos liberar al mundo del acto de crucifixión al que lo sometemos. ¿Qué nos impide perdonarnos y perdonar? Tan solo nuestra ignorancia y nuestros miedos. Demos aquello que forma parte de nuestra verdadera realidad; demos amor y ese amor nos conducirá hasta nuestro destino, que no es otro que la salvación y la paz. Demos perdón y contagiaremos al mundo con la función que Dios nos ha encomendado.

16. Éste es el santo lugar de resurrección, al que venimos de nuevo y al que retornaremos hasta que la redención se haya consumado y recibido. 2Antes de condenar a tu hermano, recuerda quién es él. 3Y da gracias a Dios de que sea santo y de que se le haya dado el regalo de la santidad para ti. 4Únete a él con alegría, y elimina todo vestigio de culpabilidad de su perturbada y torturada mente. 5Ayúdale a levantar la pesada carga de pecado que echaste sobre sus hombros y que él aceptó como propia, y arrójala lejos de él sonriendo felizmente. 6No la oprimas contra su frente como si fuese una corona de espinas, ni lo claves a ella, dejándolo irre­dento y sin esperanzas.

La unidad que nos hace uno con nuestros hermanos es la que nos hace iguales cuando pensamos y cuando hacemos uso de la mente. Podemos utilizar esa semejanza para ver en el otro la esencia verdadera con la que Dios nos ha creado, el amor, y cuando así lo hacemos, estaremos reforzando la compleción de la Filiación, o, en cambio, podemos utilizar esa igualdad para reforzar nuestros miedos, proyectándolos sobre los demás y combatiéndolos en un ataque al otro en un intento de ponerle fin al pecado que forma parte de nuestra propia creencia. 

La proyección se convierte en una liberación de aquellos pensamientos que nos oprimen y que nos hacen sentir impuros y vulnerables, razón por la cual decidimos ver en los demás nuestra propia oscuridad, la cual es bien aceptada por el otro, pues comparte esa misma visión interiormente. De este modo, el combate está garantizado y se perpetuará, pues en verdad esa contienda no alcanza su final con la victoria, sino con el perdón, que es el único antídoto que pondrá fin a esos males. 

miércoles, 23 de abril de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 113

LECCIÓN 113

Para los repasos de mañana y noche:

1. (95) Soy un solo Ser, unido a mi Creador.

2Mías son la serenidad y la paz perfecta, pues soy un solo Ser, completamente íntegro, uno con toda la creación y con Dios.

2. (96) La salvación procede de mi único Ser.

2Desde mi único Ser, cuyo conocimiento aún permanece en mi mente, veo el plan perfecto de Dios para mi salva­ción perfectamente consumado.

3. A la hora en punto:
2Soy un solo Ser, unido a mi Creador.

3Media hora más tarde:
4La salvación procede de mi único Ser.


¿Qué me enseña esta lección?

1. (95) Soy un solo Ser, unido a mi Creador.
 
La primera manifestación del Padre es la Unidad y dicha Unidad es el origen de Todo lo Creado.

Si observamos el compás y la secuencia de los números, todos son deducibles a la unidad básica, al 1.

La Filiación de Dios es Una, aunque para nuestra visión actual se manifiesta en una multiplicidad de conciencias. La multiplicidad no niega a la Unidad, y la Unidad se proyecta, dando lugar a la multiplicidad. Este proceso ha dado lugar a la fabricación del mundo tal y como lo conocemos.
Aunque la manifestación de la Unidad haya adoptado diferentes vehículos – Cuerpo del Pensamiento, Cuerpo de Deseos y Cuerpo Físico –, esa Unidad debe verse reflejada en cada uno de ellos. Lo contrario daría lugar a la ilusión y a la incoherencia (enfermedad).

Tema de reflexión: El cuerpo, expresándose en una unidad, es al mismo tiempo el conjunto de órganos, de células, etc.

2. (96) La salvación procede de mi único Ser.

La salvación tan sólo será posible cuando dejemos de creer en la dualidad y de servir a dos amos a la vez.
Mientras nuestros pensamientos interpreten la realidad bajo el prisma de la división, la separación, la dualidad, la puerta que nos conduce a la salvación (visión del Ser) permanecerá cerrada.
Puedo permanecer en un cuerpo físico y no por ello pensar que es real, pues tan sólo es un envoltorio temporal en el que debo manifestarme poniendo de manifiesto la Verdad: la Unidad.
Puedo sentir a través del cuerpo emocional y expresar el sentimiento más elevado, el Amor Incondicional.

Tema de reflexión: Estar dividido y separado me mantiene alejado de la verdad.

Capítulo 19. D-i. El descorrimiento del velo (3ª parte).

 i. El descorrimiento del velo (3ª parte).

12. Este hermano que está a tu lado todavía te sigue pareciendo un extraño. 2No lo conoces, y la interpretación que haces de él es temible. 3lo sigues atacando, para mantener a salvo lo que tú crees ser. 4Sin embargo, en sus manos está tu salvación. 5Ves su locura, que detestas porque la compartes con él. 6toda la piedad y el perdón que la curaría dan paso al miedo. 7Hermano, necesi­tas perdonar a tu hermano, pues juntos compartiréis la locura o el Cielo. 8Y juntos alzaréis la mirada con fe o no la alzaréis en absoluto.

Nacer en este mundo gobernado por las leyes del ego nos hace prisioneros de sus creencias, lo que sin duda despertará en nosotros un profundo y aterrador miedo. Desde que nacemos somos carentes, tenemos necesidades que, si no son satisfechas, nos impedirán sobrevivir. Esas necesidades, en primer término, son físicas, pero realmente son la manifestación tangible de necesidades mucho más profundas de las que aún no somos conscientes, como las emocionales. Desde muy temprano, aprendemos a demandar atención que satisfaga nuestro apetito emocional. Demandamos amor, muestras de cariño y nos vamos convirtiendo en afanados expertos en el arte de manipular el mundo que nos rodea para asegurarnos de que nuestra propia seguridad está garantizada.

El mundo que percibimos no nos muestra la verdad, sino todo lo contrario. Nuestras percepciones no nos permiten ver un mundo unido, sino que se nos enseña que el mundo está regido por leyes donde la regla principal es la separación, la división. Aprendemos a escudriñar con nuestra mente todo cuanto percibimos y llegamos a la conclusión de que la diferencia rige en todas las criaturas de la tierra, por lo que damos fe de que la unidad no es el patrón verdadero.

El otro no es igual que nosotros, pero esa creencia nos traiciona, pues pronto nos descubriremos en el acto de proyectar nuestros miedos sobre ellos, en un intento de desprendernos de ellos, lo que nos llevará a atacarlos con la intención de protegernos de los miedos que hemos percibido en ellos, los mismos que hemos visto en nosotros. Esta mecánica debería hacernos conscientes de que nuestros pensamientos, nuestras mentes nos unen. Pero preferimos ser fieles a nuestra fe y negar dicha posibilidad, no sea que reconocerlo suponga el fin de nuestros días.

13. A tu lado se encuentra uno que te ofrece el cáliz de la Expia­ción, pues el Espíritu Santo está en él. 2¿Preferirías guardarle ren­cor por sus pecados o aceptar el regalo que te hace? 3¿Es este portador de salvación tu amigo o tu enemigo? 4Decide cuál de esas dos cosas es, sin olvidar que lo que has de recibir de él depen­derá de lo que elijas. 5Él tiene el poder de perdonar tus pecados, tal como tú tienes el de perdonar los suyos. 6Ninguno de vosotros puede conferirse ese poder a sí mismo. 7Vuestro salvador, no obs­tante, se encuentra al lado de cada uno de vosotros. 8Deja que él sea lo que es, y no trates de hacer del amor tu enemigo.

Cuando se caiga la venda que nos impide ver al otro como a nuestro hermano, con el cual nos mantenemos unidos a través de la mente, reconoceremos que nuestro ser es igual al de él, tanto para lo bueno como para lo malo, es decir, tanto para amar como para sentir miedo. Nuestras propias necesidades son iguales a las de él. Nuestros miedos son iguales a los suyos. Compartir la unidad de la mente nos hace iguales. Si creemos en la separación, esa creencia será igualmente compartida y nos veremos como enemigos. En cambio, si creemos en la igualdad que nos une, no podremos menos que aceptar que el amor que buscamos, que la felicidad que añoramos, también es el amor y la felicidad que el otro busca y añora.

Si compartimos los mismos pensamientos, ¿no sería más fácil para todos satisfacernosla mutuamente, en vez de atacarnos para privar al otro de lo que tiene?

El Espíritu Santo se encuentra en nuestros hermanos tal y como se encuentra en nuestra mente. Es por ello que la Expiación se encuentra en ellos, al igual que en nosotros. Sabiendo esto, ¿vamos a negarle la Expiación? ¿Vamos a negarle nuestro perdón? Si lo hacemos, estaremos negando que la Expiación, el amor y el perdón se encuentren en nosotros mismos, lo que nos condenará a seguir buscándolo allí donde no se encuentra. 

martes, 22 de abril de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 112

LECCIÓN 112

Para los repasos de mañana y noche:


1. (93) 
La luz, la dicha y la paz moran en mí.

2Soy la morada de la luz, la dicha y la paz.
3Les doy la bienvenida a la morada que comparto con Dios, por­que formo parte de Él.

2. (94) Soy tal como Dios me creó.

2He de ser eternamente como siempre he sido, al haber sido creado por el Inmutable a Su Semejanza.
3Y soy uno con Él, así como Él es uno conmigo.

3. A la hora en punto:
2La luz, la dicha y la paz moran en mí.

3Media hora más tarde:
4Soy tal como Dios me creó.


¿Qué me enseña esta lección?

1. (93) La luz, la dicha y la paz moran en mí.

¿Qué necesitamos para ser felices?
¿Preferimos seguir identificados con el fabricante del dolor, del miedo, de la culpa, de la enfermedad y el odio, del pecado y de la pequeñez?
¿Preferimos servir a la ilusión, cuando en nuestro interior mora la verdad, lo real?
¿Prefieres lo transitorio, la muerte, lo efímero, o prefieres la eternidad y la vida?
La luz, la dicha y la paz moran en mí y dan vida a mi única y verdadera realidad.


2. (94) Soy tal como Dios me creó.
 
¿Por qué te identificas con el pecado, cuando eres impecable?
¿Por qué has elegido estar separado, cuando formas parte de una única Filiación?
¿Por qué te sientes en soledad cuando tu verdadero Ser permanece unido al Eterno?
Tu fortaleza es la Fortaleza que Dios comparte contigo.
Tu grandeza es el regalo que Dios te ofrece por ser Su Hijo.

Soy Hijo de la Luz, creado a imagen y semejanza de Dios.

Capítulo 19. D-i. El descorrimiento del velo (2ª parte).

i. El descorrimiento del velo (2ª parte).

10No es posible tampoco enfrentarse a esto demasiado pronto. 2Éste es el lugar al que todo el mundo tiene que llegar cuando esté listo. 3Una vez que ha encontrado a su hermano está listo. 4Sin embargo, llegar simplemente hasta ahí no es suficiente. 5Pues una jornada desprovista de propósito sigue siendo algo absurdo, e incluso cuando ha concluido no parece haber tenido sentido. 6¿Cómo podrías saber que ha finalizado a menos que te dieses cuenta de que su propósito se ha consumado? 7Ahí, con el final de la jornada ante ti, es cuando ves su propósito. 8Y es ahí donde eliges hacerle frente al obstáculo o seguir vagando sin rumbo, sólo para tener que regresar y elegir de nuevo.

Jesús, en su línea de aportarnos las "señales" adecuadas para que reconozcamos el camino que debemos recorrer para alcanzar nuestro destino, que no es otro que la salvación, nos comparte en este punto dos pistas interesantes.

Por un lado nos dice que no es posible "enfrentarse a esto" demasiado pronto. Con ello debemos entender que dicho enfrentamiento se refiere a la decisión de emprender el camino hacia la salvación en el momento adecuado. Cuando decidimos llevar a cabo cualquier aventura que suponga un reto desconocido hasta ahora, afrontarla sin habernos equipado convenientemente para ello puede suponer el fracaso de la misma e incluso puede poner en peligro nuestra integridad física. En el terreno espiritual, que no es más que una expresión del uso de nuestra mente, debemos tener la precaución de saber si estamos preparados para afrontar el reto que hemos decidido afrontar, esto es, deshacer nuestras viejas creencias y sustituirlas por una nueva visión. Conozco muchos casos, entre los que se encuentran los vividos personalmente, en el que la falta de fe profunda en lo que estábamos emprendiendo nos llevó a fracasar en nuestro intento de cambiar las cosas, de corregir los errores, lo que vino a complicar aún más las cosas al despertar el sentimiento de la culpa por no haber dado la talla.

¿Cómo saber cuándo estamos preparados? La respuesta a esta pregunta es la segunda pista que nos ofrece Jesús en este punto. Lo sabremos cuando hayamos encontrado a nuestro hermano, con el cual emprender la aventura. Esa aventura no es otra que andar el camino que nos conducirá a la salvación, lo que significa una invitación a perdonarnos y a perdonar. Lo sabrás cuando el otro, tu hermano, te esté ofreciendo el regalo de perdonarle y de perdonarte. A partir de ahí, ya podemos emprender el camino que nos conducirá a nuestro destino.

11. Hacerle frente al temor a Dios requiere cierta preparación. 2Sólo los cuerdos pueden mirar de frente a la absoluta demencia y a la locura delirante con piedad y compasión, pero sin miedo. 3Pues sólo les podría parecer temible si la comparten, y tú la com­partes mientras no contemples a tu hermano con perfecta fe, con perfecto amor y con perfecta ternura. 4Mientras no lo perdones completamente, tú sigues sin ser perdonado. 5Tienes miedo de Dios porque tienes miedo de tu hermano. 6Temes a los que no perdonas. 7Y nadie alcanza el amor con el miedo a su lado.

El origen del miedo es la consecuencia de elegir ver por nosotros mismos, desligados de la visión del amor, lo que nos llevó a ver imágenes separadas a las que le otorgamos la condición de tener vida propia separada de su fuente. El miedo es la percepción de un mundo donde rigen las leyes de la separación, de la temporalidad, de lo ilusorio e irreal. Por lo tanto, el miedo es el pensamiento erróneo que nos ha llevado a identificarnos con el cuerpo físico y, al reconocerlo como la causa de nuestro pecado, es odiado y al mismo tiempo temido, pues su presencia nos recuerda nuestra transgresión a la Voluntad de Dios. Dicho de otro modo, el cuerpo despierta en nosotros el sentimiento de temor a Dios y de temor a nuestro hermano, donde proyectamos la percepción de nuestra falsa identidad corporal.

Cuando las enseñanzas del Curso de Milagros identifican a nuestros hermanos como la única vía para alcanzar la salvación, lo que nos están haciendo es mostrarnos la creencia que debemos Expiar, esto es, corregir, la de creer que estamos separados de la Filiación y de Dios. El perdón es la expresión de amor que debemos aplicarnos para llevar a cabo la Expiación del error referido. Perdonarnos no es otra cosa que elegir tener el sueño feliz en el que el amor sustituye al miedo. 

lunes, 21 de abril de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 111

TERCER REPASO

Introducción

1. Hoy comienza nuestro siguiente repaso. 2Cada día repasare­mos dos de las últimas veinte lecciones durante diez días consecutivos de práctica. 3Para estas sesiones de práctica seguiremos un formato especial, que se te exhorta a seguir tan fielmente como puedas.

2. Entendemos, por supuesto, que tal vez te resulte imposible hacer cada día y cada hora del día lo que aquí se sugiere como óptimo. 2Tu aprendizaje no se verá afectado si se te pasa una sesión de práctica porque te resultó imposible llevarla a cabo en el momento señalado. 3No es necesario tampoco que te esfuerces excesivamente por recuperar el número de sesiones perdidas. 4Nuestro objetivo no es hacer un rito de las sesiones de práctica, pues ello impediría el logro de nuestra meta.

3. Pero el aprendizaje definitivamente se vería afectado si dejases de llevar a cabo una sesión de práctica por no haber estado dis­puesto a dedicarle el tiempo requerido. 2No te engañes a ti mismo con respecto a esto. 3Esa falta de buena voluntad puede estar muy cuidadosamente disimulada tras la falsa apariencia de situaciones que parecen estar fuera de tu control. 4Aprende a distinguir aque­llas situaciones que no son propicias para tu práctica de aquellas que urdes para enmascarar tu falta de buena voluntad.

4. Aquellas sesiones de práctica que dejaste de hacer porque por una razón u otra no quisiste llevarlas a cabo, deberías hacerlas tan pronto como hayas cambiado de parecer con respecto a tu objetivo. 2No estás dispuesto a cooperar en la práctica de la salva­ción sólo si ello supone un obstáculo para los objetivos que son más importantes para ti. 3Una vez que dejes de otorgarles valor, permite entonces que tus sesiones de práctica se conviertan en los sustitutos de las letanías que les dedicabas. 4Pues no te aporta­ron nada. 5Mas llevar a cabo tus prácticas te lo ofrece todo. 6Por lo tanto, acepta su ofrecimiento y permanece en paz.

5. El formato que debes seguir en estos repasos es el siguiente: dedica cinco minutos dos veces al día, o más si así lo prefieres, a reflexionar sobre los pensamientos que se han asignado. 2Lee las ideas y comentarios que se ofrecen para los ejercicios de cada día. 3Luego piensa en ellos, mientras dejas que tu mente los relacione con tus necesidades, tus aparentes problemas y todas tus preocu­paciones.

6. Invita las ideas a tu mente y deja que ésta las use según crea conveniente. 2Ten fe en que sabrá usarlas debidamente, pues para tomar sus decisiones cuenta con la ayuda de Aquel que te dio los pensamientos a ti. 3¿En qué otra cosa podrías confiar sino en lo que se encuentra en tu mente? 4Ten fe, durante estos repasos, en que los medios que el Espíritu Santo utiliza no pueden fallar. 5La sabiduría de tu mente acudirá en tu ayuda. 6Dale instrucciones al principio, luego relájate con completa confianza y deja que la mente utilice los pensamientos que le diste tal como te fueron dados para que ella los utilizara.

7. Se te dieron con absoluta confianza y con la absoluta seguri­dad de que harías un buen uso de ellos; con la absoluta fe de que entenderías sus mensajes y los utilizarías en beneficio propio. 2Ofréceselos a tu mente con esa misma confianza, seguridad y fe. 3Ella no fallará. 4Pues es el medio del que el Espíritu Santo se vale para tu salvación. 5Y, puesto que ella goza de Su confianza, debe ser sin duda merecedora de la tuya también.

8. Hacemos hincapié en lo beneficioso que sería para ti dedicar los primeros cinco minutos del día a tus repasos, así como los últimos cinco antes de irte a dormir. 2Si esto no es factible, trata por lo menos de dividirlos de tal manera que lleves a cabo uno por la mañana y el otro durante la última hora antes de irte a dormir.

9. Los ejercicios a llevar a cabo a lo largo del día son igualmente importantes, o incluso más importantes. 2Te has sentido inclinado a hacer los ejercicios únicamente en los momentos señalados, y luego a ocuparte de otras cosas a las que no aplicas lo que has aprendido. 3Como resultado de ello, no has reforzado suficiente­mente tu aprendizaje, ni le has dado la oportunidad de probar cuán grandes son los regalos que te puede ofrecer. 4He aquí otra oportunidad de hacer un buen uso de él.

10. Durante estos repasos subrayamos la necesidad de no dejar que lo aprendido permanezca inactivo entre tus dos sesiones de práctica más largas. 2Intenta dar a tus dos ideas diarias un repaso breve, aunque serio, cada hora. 3Usa una de ellas a la hora en punto, y la otra, media hora más tarde. 4No necesitas dedicar más de un momento a cada una de ellas. 5Repite la idea, y deja que tu mente descanse en silencio y en paz por un rato. 6Luego puedes dedicarte a otras cosas. aTrata, sin embargo, de mantener el pensamiento vivo en ti, y deja que sirva también para ayudarte a conservar la paz a lo largo del día.

11.
Si algo te sobresalta, piensa de nuevo en la idea. 2Estas sesiones de práctica están diseñadas para ayudarte a formar el hábito de aplicar lo que aprendes cada día a todo lo que haces. 3No es cues­tión de repetir el pensamiento y luego olvidarte de él. 4La ayuda que te puede prestar es infinita. 5Y su propósito es serte útil en toda circunstancia, en todo momento y lugar, así como siempre que necesites cualquier clase de ayuda. 6Procura, pues, tener pre­sente la idea en todas tus actividades diarias, y haz que sean san­tas, dignas del Hijo de Dios y aceptables para Dios y para tu Ser.

12. Cada repaso diario debe concluir con una afirmación más del pensamiento que se debe repetir a la hora en punto, así como del que se debe repetir media hora más tarde. 2No te olvides. 3Esta segunda oportunidad de repasar cada una de estas ideas produ­cirá avances tan grandes que emergeremos de estos repasos con ganancias tan extraordinarias en nuestro aprendizaje que de ahí en adelante marcharemos sobre un terreno más firme, con pasos más seguros y con mayor fe.

13. No te olvides de lo poco que has aprendido. 2No te olvides de lo mucho que puedes aprender ahora. 3No te olvides de lo mucho que tu Padre te necesita, según repasas los pensamientos que Él te dio.


LECCIÓN 111

Para los repasos de mañana y noche:

1. (91) Los milagros se ven en la luz.

2No puedo ver en la oscuridad.
3Permite que la luz de la santidad y de la verdad ilumine mi mente y me deje ver la inocencia que mora en mí.

2. (92) Los milagros se ven en la luz, y la luz y la fortaleza son una.
2Veo a través de la fortaleza el regalo que Dios me dio.
3Mi debilidad es la oscuridad que Su regalo disipa, al ofrecerme Su fortaleza para que ocupe su lugar.

3. A la hora en punto:
2Los milagros se ven en la luz.

3Media hora más tarde:
4Los milagros se ven en la luz, y la luz y la fortaleza son una.


¿Qué me enseña esta lección?

1. (91) Los milagros se ven en la luz.

¿Qué nos ofrece la luz? Para mí es el Principio Inteligible, que me permite conocer quién soy. Desde la oscuridad, me identifico con el ego y con el cuerpo material. Desde la luz, veo que Todo es Uno. Desde la oscuridad, mi percepción me lleva a creer en la dualidad y en la separación.
En la luz, nunca me encuentro solo; formo parte de la Filiación.
En la luz todo es dicha, amor y felicidad.
En la oscuridad, me siento necesitado y pequeño. Siento miedo, culpa y dolor.
Es por ello que los milagros se ven en la luz y no en la oscuridad.
¿Dónde ves la luz? ¿Dónde ves la oscuridad?
¿Compartes la luz o la oscuridad?


2. (92) Los milagros se ven en la luz, y la luz y la fortaleza son una.

La luz es grandeza y la oscuridad es pequeñez.

La luz es abundancia y la oscuridad es escasez.
La luz es fortaleza y la oscuridad es debilidad.

La luz responde a la Fuerza de Atracción, del Amor y de la Unidad, mientras que la oscuridad responde a la Fuerza de repulsión, del odio y de la división.

La luz nos conduce a la verdad, a lo real, y la oscuridad nos lleva al error y a la ilusión.

La luz es salud; en cambio, la oscuridad es enfermedad.

¿Vives en la luz o en la oscuridad?