sábado, 7 de diciembre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 342

LECCIÓN 342

Dejo que el perdón descanse sobre todas las cosas, pues de ese modo es como se me concederá a mí.

1. Te doy gracias, Padre, por el plan que ideaste para salvarme del infierno que yo mismo fabriqué. 2No es real. 3Y Tú me has proporcionado los medios para comprobar su irrealidad. 4Tengo la llave en mis manos, y he llegado hasta las puertas tras las cuales se halla el fin de los sueños. 5Me encuentro ante las puertas del Cielo, sin saber si debo entrar y estar en casa. 6No dejes que hoy siga indeciso. 7Quiero perdonar todas las cosas y dejar que la creación sea tal como Tú quieres que sea y como es. 8Quiero recordar que soy Tu Hijo, y que cuando por fin abra las puertas, me olvide de las ilusiones ante la deslumbrante luz de la verdad, conforme Tu recuerdo retorna a mí.

2. Hermano, perdóname ahora. 2Vengo a llevarte a casa conmigo. 3Y según avanzamos, el mundo se une a nosotros en nuestro camino a Dios.


¿Qué me enseña esta lección? 

El niño, mientras camina junto a su padre, se siente seguro, protegido y avanza feliz y en paz.

Sin embargo, cuando alcanza la edad que le lleva a tomar conciencia de su individualidad, abandona la seguridad que le otorgaba la mano de su padre y decide dar sus primeros pasos, haciendo valer lo que interpreta como libertad.

Los primeros pasos lo hacen sentir diferente. Ya no depende de la guía de su progenitor. Ahora él marca el rumbo de su vida. Pronto, percibe que su caminar seguro, feliz y en paz se convierte en un caminar dubitativo, temeroso, inquieto. Su alegría ha sido sustituida por la tristeza, pues comienza a experimentar que su diferencia con el mundo le lleva a proteger su integridad. Para no sucumbir al ataque, decide atacar. Para no sucumbir al miedo, condena. Para no sucumbir al dolor, odia.

Llega un día en que decide asumir el rol de padre. Los años de adolescencia quedan atrás. Ha aprendido que el tomar decisiones dejándose llevar por las emociones y los deseos le lleva a pagar un elevado precio: el sufrimiento, fruto de sentirse separado de su creador.

Como padre, su actitud hacia su progenitor cambia. Ahora es más sensible a la figura de su progenitor. Ahora comprende. Esa comprensión le lleva a retomar el sentimiento de unidad que le mantuvo unido a su padre. El pensamiento que favorece ese despertar es el perdón.

En primer lugar, perdona sus errores de adolescente. Toma conciencia de que pedir perdón a su padre no es necesario, pues él, como padre, está dispuesto a no ver culpabilidad en su hijo.

El perdón nos libera de todos nuestros errores y nos purifica para afrontar nuestra labor en el mundo: ser portadores del Amor con el que hemos sido creados. 

Ejemplo-Guía: ¿Quieres gozar de la salvación? "Perdona, perdona, perdona..."


En la lección 334, planteábamos la pregunta: ¿quieres ser feliz? Y la respuesta era, perdona. En esta ocasión, volvemos a hacer la misma pregunta, cambiando la palabra feliz por salvación. En verdad, no podremos ser felices si no nos sentimos a salvo. A pesar de llegar a un mismo final, he utilizado el término "salvación" con el sentido único de establecer una meta. Alcanzar la salvación es el estado que nos sitúa ante las puertas del Cielo, en espera de que nuestro Padre nos reciba en él.

Poner el perdón sobre todas las cosas, invitación que nos hace esta lección, significa que pensemos en términos de perdón, es decir, que adoptemos la visión de la inocencia y de la impecabilidad.

Ser conscientes de nuestros pensamientos de ataque es una oportunidad para corregir esa percepción errónea por la percepción verdadera. La percepción verdadera es la que sustituye la creencia en la separación por la creencia en la unidad.

Esta corrección, este milagro, tan solo es posible lograrlo de la mano de nuestros hermanos, donde vemos proyectada nuestra creencia en el pecado o nuestra creencia en la inocencia. 

La vida, enfocada de esta manera, es decir, ver en cada relación la oportunidad de salvarnos y de salvar, o lo que es lo mismo, de perdonarnos y de perdonar, adquiere un significado real, puesto que estamos liberando al cuerpo de la culpa transgresora del pecado y le estamos otorgando la función de comunicar el mensaje del amor, del perdón.

Practicando el perdón, estaremos dando al cuerpo un papel redentor. Mientras que utilizándolo para el ataque, le estamos otorgando el papel de pecador.

Reflexión: Perdona y estarás perdonado, pues nadie da lo que no tiene.

viernes, 6 de diciembre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 341

¿Qué es un milagro?

1. Un milagro es una corrección. 2No crea, ni cambia realmente nada en absoluto. 3Simplemente contempla la devastación y le recuerda a la mente que lo que ve es falso. 4Corrige el error, mas no intenta ir más allá de la percepción, ni exceder la función del perdón. 5Se mantiene, por lo tanto, dentro de los límites del tiempo. 6No obstante, allana el camino para el retorno de la intem­poralidad y para el despertar del amor, pues el miedo no puede sino desvanecerse ante el benevolente remedio que el milagro trae consigo.

2. En el milagro reside el don de la gracia, pues se da y se recibe como uno. 2Y así, nos da un ejemplo de lo que es la ley de la verdad, que el mundo no acata porque no la entiende. 3El mila­gro invierte la percepción que antes estaba al revés, y de esa manera pone fin a las extrañas distorsiones que ésta manifestaba. 4Ahora la percepción se ha vuelto receptiva a la verdad. 5Ahora puede verse que el perdón está justificado.

3. El perdón es la morada de los milagros. 2Los ojos de Cristo se los ofrecen a todos los que Él contempla con misericordia y con amor. 3La percepción queda corregida ante Su vista, y aquello cuyo propósito era maldecir tiene ahora el de bendecir. 4Cada azucena de perdón le ofrece al mundo el silencioso milagro del amor. 5Y cada una de ellas se deposita ante la Palabra de Dios, en el altar universal al Creador y a la creación, a la luz de la perfecta pureza y de la dicha infinita.

4. Al principio el milagro se acepta mediante la fe, porque pedirlo implica que la mente está ahora lista para concebir aquello que no puede ver ni entender. 2No obstante, la fe convocará a sus testigos para demostrar que aquello en lo que se basa realmente existe. 3Y así, el milagro justificará tu fe en él, y probará que esa fe descan­saba sobre un mundo más real que el que antes veías: un mundo que ha sido redimido de lo que tú pensabas que se encontraba allí.

5. Los milagros son como gotas de lluvia regeneradora que caen del Cielo sobre un mundo árido y polvoriento, al cual criaturas hambrientas y sedientas vienen a morir. 2Ahora tienen agua. 3Ahora el mundo está lleno de verdor. 4Y brotan por doquier señales de vida para demostrar que lo que nace jamás puede morir, pues lo que tiene vida es inmortal.



LECCIÓN 341

Tan sólo puedo atacar mi propia impecabilidad, que es lo único que me mantiene a salvo.


1. Padre, Tu Hijo es santo. 2Yo soy aquel a quien sonríes con un amor y con una ternura tan entrañable, profunda y serena que el universo te devuelve la sonrisa y comparte Tu Santidad. 3Cuán puros y santos somos y cuán a salvo nos encontramos nosotros que moramos en Tu Sonrisa, y en quienes has volcado todo Tu Amor; nosotros que vivimos unidos a Ti, en completa hermandad y Paternidad, y en inocencia tan perfecta que el Señor de la Inocencia nos concibe como Su Hijo: un universo de Pensa­miento que le brinda Su plenitud.

2. No ataquemos, pues, nuestra impecabilidad, ya que en ella se encuentra la Palabra que Dios nos ha dado. 2Y en su benévolo reflejo nos salvamos.


¿Qué me enseña esta lección?

Trato de imaginar cómo se produciría el acto que llevó al Hijo de Dios a sentirse un transgresor de la Voluntad de su Padre. Estoy seguro de que mi mente no logrará alcanzar el Conocimiento que acompañó tal instante, y estoy convencido de que cualquier teoría al respecto tan solo tergiversaría la verdad. Pero tengo la intuición de que los patrones cósmicos y los patrones humanos siguen un patrón de igualdad y de analogía. Ya lo dijo Hermes Trimegisto: "Como arriba es abajo y viceversa". Por lo tanto, me voy a atrever a imaginar que aquella situación encuentra una semejanza en el comportamiento que observamos en la relación padre e hijo, a niveles humanos.
 
Cuando la criatura se encuentra en el vientre materno, podemos decir que forma una unidad con su creador. Cuando nace, aún podemos descubrir que, a pesar de su individualidad, su comportamiento responde a la influencia de los padres. Se alimenta exclusivamente de su creador. Pero alcanzada una edad, la adolescencia, el hijo despierta su naturaleza de deseos -emocional- y comienza a tener iniciativas que no responden a los patrones comunicados por sus padres. Podemos decir que el niño se independiza mental y emocionalmente de sus progenitores. Ese proceso de la evolución de la conciencia del hijo lo sitúa en un estado de "separación" ilusoria con respecto a sus padres. 

El Hijo de Dios ha interpretado el acto de expandir su mente como un acto pecaminoso, lo que le ha llevado a creer que ha perdido su inocencia, su condición de pureza divina. Es como si el niño, al alcanzar la edad de la adolescencia, interpretase que, por el hecho de poder crear, es un ser pecaminoso y se siente culpable de tal hecho. Se trata de una interpretación errónea, de un juicio condenatorio que ha condicionado el estado anímico del Hijo de Dios. 

El mundo físico se ha convertido en la puerta que nos ha llevado a la creencia errónea de la "perdición". Será a través de esa misma puerta que debemos recuperar nuestra inocencia y nuestra impecabilidad. El perdón es la llave que ha de abrirnos esa puerta. Cuando la crucemos, estaremos de nuevo en nuestro verdadero Hogar, en la tierra paradisíaca del Amor.



Ejemplo-Guía: "¿Qué peligro puede asaltar al que es completamente inocente?

¿Qué puede atacar al que está libre de culpa? ¿Qué temor podría venir a perturbar la paz de la impecabilidad misma?

En la introducción de esta hermosa lección, podemos leer que un milagro es una corrección. El milagro corrige el error. El error original es lo que llamamos "pecado" y lo que nos lleva a creer que somos pecadores. Hemos tenido ocasión de hablar en más de una ocasión de lo que significa la falsa interpretación que hemos hecho del acto transgresor que la Biblia recoge en el sagrado Libro del Génesis.

La creencia en haber desobedecido a nuestro Padre y su posterior consecuencia, con la expulsión del Paraíso Terrenal, nos hace merecedores de tal castigo. Consecuencia esta, que forma parte de nuestra genética y que se encuentra inscrita en el inconsciente colectivo de la humanidad como la gran culpa que hay que redimir a base de sufrimiento y dolor.

El milagro viene a corregir esa causa errónea que fluye desde nuestra mente errada. El milagro nos permitirá recordar nuestro verdadero estado espiritual, la inocencia y la impecabilidad.

El Curso nos dice:
¿No te das cuenta de que lo opuesto a la flaqueza y a la debili­dad es la impecabilidad*? La inocencia es fuerza, y nada más lo es. Los que están libres de pecado no pueden temer, pues el pecado, de la clase que sea, implica debilidad. La demostración de fuerza de la que el ataque se quiere valer para encubrir la fla­queza no logra ocultarla, pues, ¿cómo se iba a poder ocultar lo que no es real? Nadie que tenga un enemigo es fuerte, y nadie puede atacar a menos que crea tener un enemigo. Creer en enemigos es, por lo tanto, creer en la debilidad, y lo que es débil no es la Volun­tad de Dios. Y al oponerse a ésta, es el "enemigo" de Dios. Y así, se teme a Dios, al considerársele una voluntad contraria (T-23.In.1:1-8).

¡Qué extraña se vuelve en verdad esta guerra contra ti mismo! No podrás sino creer que todo aquello de lo que te vales para los fines del pecado puede herirte y convertirse en tu enemigo. Y lucharás contra ello y tratarás de debilitarlo por esa razón, y cre­yendo haberlo logrado, atacarás de nuevo. Es tan seguro que tendrás miedo de lo que atacas como que amarás lo que percibes libre de pecado. Todo aquel que recorre con inocencia el camino que el amor le muestra, camina en paz. Pues el amor camina a su lado, resguardándolo del miedo. Y lo único que ve son seres inocentes, incapaces de atacar (T-23.In.2:1-7).

Cuanta hermosura en estas palabras. ¿Te imaginas poder vivir con la mente limpia de pecado, con la mente limpia de ataque, de odio, de miedo? ¡Cuánta paz!

Sigamos hablando de la impecabilidad. En esta ocasión, traigo a la memoria el apartado V del Capítulo 25 del Curso, titulado "El estado de impecabilidad":

1. El estado de impecabilidad es simplemente esto: todo deseo de atacar ha desaparecido, de modo que no hay razón para percibir al Hijo de Dios de ninguna otra forma excepto como es. 2La nece­sidad de que haya culpabilidad ha desaparecido porque ya no tiene propósito, y sin el objetivo de pecado no tiene sentido. 3El ataque y el pecado son una misma ilusión, pues cada uno es la causa, el objetivo y la justificación del otro. 4Por su cuenta nin­guno de los dos tiene sentido, si bien parece derivar sentido del otro. 5Cada uno depende del otro para conferirle el significado que parece tener. 6Y nadie podría creer en uno de ellos a menos que el otro fuese verdad, pues cada uno de ellos da fe de que el otro tiene que ser cierto.

2. El ataque convierte a Cristo en tu enemigo y a Dios junto con Él. 2¿Cómo no ibas a estar atemorizado con semejantes "enemi­gos"? 3¿Y cómo no ibas a tener miedo de ti mismo? 4Pues te has hecho daño, y has hecho de tu Ser tu "enemigo". 5Y ahora no puedes sino creer que tú no eres tú, sino algo ajeno a ti mismo, "algo distinto", "algo" que hay que temer en vez de amar. 6¿Quién atacaría lo que percibe como completamente inocente? 7¿Y quién que desease atacar, podría dejar de sentirse culpable por abrigar ese deseo, aunque anhelase la inocencia? 8Pues, ¿quién podría considerar al Hijo de Dios inocente y al mismo tiempo desear su muerte? 9Cada vez que contemplas a tu hermano, Cristo se halla ante ti. 10Él no se ha marchado porque tus ojos estén cerrados. 11Mas ¿qué podrías ver si buscas a tu Salvador y lo contemplas con ojos que no ven?

3. No es a Cristo a quien contemplas cuando miras de esa manera. 2A quien ves es al "enemigo", a quien confundes con Cristo. 3Y lo odias porque no puedes ver en él pecado alguno. 4Tampoco oyes su llamada suplicante, cuyo contenido no cambia sea cual sea la forma en que la llamada se haga, rogándote que te unas a él en inocencia y en paz. 5Sin embargo, tras los insensatos alaridos del ego, tal es la llamada que Dios le ha encomendado que te haga, a fin de que puedas oír en él Su Llamada a ti, y la contestes devol­viéndole a Dios lo que es Suyo.

4. El Hijo de Dios sólo te pide esto: que le devuelvas lo que es suyo, para que así puedas participar de ello con él. 2Por separado ni tú ni él lo tenéis. 3Y así, no os sirve de nada a ninguno de los dos. 4Pero si disponéis de ello juntos, os proporcionará a cada uno de vosotros la misma fuerza para salvar al otro y para salvarse a sí mismo junto con él. 5Si lo perdonas, tu salvador te ofrece salva­ción. 6Si lo condenas, te ofrece la muerte. 7Lo único que ves en cada hermano es el reflejo de lo que elegiste que él fuese para ti. 8Si decides contra su verdadera función -la única que tiene en realidad- lo estás privando de toda la alegría que habría encon­trado de haber podido desempeñar el papel que Dios le encomendó. 9Pero no pienses que sólo él pierde el Cielo. 10Y éste no se puede recuperar a menos que le muestres el camino a través de ti, para que así tú puedas encontrarlo, caminando con él.

5. Su salvación no supone ningún sacrificio para ti, pues me­diante su libertad tú obtienes la tuya. 2Permitir que su función se realice es lo que permite que se realice la tuya. 3Y así, caminas en dirección al Cielo o al infierno, pero no solo. 4¡Cuán bella será su impecabilidad cuando la percibas! 5¡Y cuán grande tu alegría cuando él sea libre para ofrecerte el don de la visión que Dios le dio para ti! 6Él no tiene otra necesidad que ésta: que le permitas completar la tarea que Dios le encomendó. 7Recuerda única­mente esto: que lo que él hace tú lo haces junto con él. 8Y tal como lo consideres, así definirás su función con respecto a ti hasta que lo veas de otra manera y dejes que él sea para ti lo que Dios dispuso que fuese.

6. Frente al odio que el Hijo de Dios pueda tener contra sí mismo, se encuentra la creencia de que Dios es impotente para salvar lo que Él creó del dolor del infierno. 2Pero en el amor que él se muestra a sí mismo, Dios es liberado para que se haga Su Volun­tad. 3Ves en tu hermano la imagen de lo que crees es la Voluntad de Dios para ti. 4Al perdonar entenderás cuánto te ama Dios, pero si atacas creerás que te odia, al pensar que el Cielo es el infierno. 5Mira a tu hermano otra vez, pero con el entendimiento de que él es el camino al Cielo o al infierno, según lo percibas. 6Y no te olvides de esto: el papel que le adjudiques se te adjudicará a ti, y por el camino que le señales caminarás tú también porque ése es tu juicio acerca de ti mismo.
Reflexión: Cuando atacamos a los demás, en verdad estamos atacando nuestra impecabilidad. 

Capítulo 16. IV. Las ilusiones y la realidad del amor (4ª parte).

 IV. Las ilusiones y la realidad del amor (4ª parte).

10. El puente que conduce a la unión contigo mismo conduce inevi­tablemente al conocimiento, pues fue construido con Dios a tu lado, y te conducirá directamente hasta Aquel en Quien reside tu compleción, la cual es completamente compatible con la Suya. 2Cada ilusión que aceptas en tu mente considerando que es alcan­zable, invalida tu propia sensación de compleción, y, de esa forma, niega la Plenitud de tu Padre. 3Cada fantasía, ya sea de amor o de odio, te priva del conocimiento, pues las fantasías son el velo tras el cual la verdad yace oculta. 4Lo único que necesitas para descorrer ese velo que tan negro y tupido parece, es valorar la verdad por encima de cualquier fantasía y no estar dispuesto en modo alguno a conformarte con ilusiones en lugar de la verdad.

Reconocer la verdad, en un mundo fabricado por el maestro ilusionista, por el ego, tan sólo nos resultará posible si estamos dispuestos a llevar a la ilusión ante la verdad, es decir, si estamos dispuestos a amar de manera incondicional. El Amor es la luz que disipará toda oscuridad o, dicho de otro modo, el Amor nos libera de la ilusión del miedo.

11. ¿No te gustaría poder pasar del miedo al amor? 2Pues tal parece ser la travesía. 3El amor te llama, pero el odio quiere retenerte. 4No escuches la llamada del odio ni veas ninguna fantasía. 5Pues tu compleción radica en la verdad y sólo en la verdad. 6En cada lla­mada del odio y en cada fantasía que surge para demorarte, ve sólo la petición de ayuda que se eleva incesantemente desde ti a tu Creador. 7¿Cómo no habría Él de responder si tu compleción supone la Suya8Él te ama sin ilusión alguna, tal como tú no puedes sino amar también. 9Pues el amor está totalmente exento de ilusiones, y, por lo tanto, libre de miedo. 10Aquel a quien Dios recuerda, sólo puede gozar de plenitud. 11Y Dios nunca se ha olvi­dado de lo que le brinda plenitud. 12En tu compleción reside la memoria de Su Plenitud y Su gratitud hacia ti por Su compleción. 13En Su vínculo contigo reside tanto Su incapacidad de olvidarse como tu capacidad de recordar. 14En Él están unidos tanto el que estés dispuesto a amar, así como todo el Amor de Dios, Quien jamás se olvidó de ti.

Como diría San Agustín: "Ama y haz lo que quieras". El Amor, al liberarnos del miedo, es incapaz de hacer daño, es incapaz de atacar o de responder a cualquier ataque. El Amor nos completa y nos hace libres para crear. El Amor es paz y felicidad. El Amor es la única verdad, pues es eterno. El Amor es infinito y no se agota, sino todo lo contrario, expresa su infinitud.

12. Del mismo modo en que tu Padre no puede olvidarse de la verdad que mora en ti, tú tampoco puedes dejar de recordarla. 2El Espíritu Santo es el puente que conduce hasta Él, el cual fue cons­truido mediante tu voluntad de unirte a Él, y creado por Su júbilo en unión contigo. 3La jornada que parecía interminable está lle­gando a su fin, pues lo que es interminable está muy cerca. 4Ya casi lo has reconocido. 5Démosle ahora juntos la espalda a todas las ilusiones sin vacilación alguna, y no permitas que nada obstruya el camino que conduce a la verdad. 6Juntos emprenderemos el último viaje inútil que nos aleja de la verdad, y de ahí iremos juntos directamente a Dios, en gozosa respuesta a Su petición de que se le complete.

Reconoceremos la ilusión por su máscara de miedo, por su escasez, por la ausencia de paz y por su temporalidad. Toda vivencia que venga acompañada de alguno de estos aspectos, puedes estar seguro de que es una fabricación del ego y, por tanto, lleva el sello del mejor ilusionista.

13. Si las relaciones especiales, de la clase que sean, dificultan la compleción de Dios, ¿qué valor pueden tener para ti? 2Lo que supondría un impedimento para Dios tiene que serlo para ti tam­bién. 3Sólo en el tiempo parece posible que algo pueda impedir la compleción de Dios. 4El puente a través del cual Él quiere llevarte en Sus brazos, te lleva del tiempo a la eternidad. 5Despierta del tiempo, y sin miedo alguno contesta la llamada de Aquel que te hizo eterno cuando te creó. 6A este lado del puente que conduce hacia la intemporalidad no entiendes nada. 7Pero conforme lo cruces con paso ligero, sostenido por la intemporalidad, se te con­ducirá directamente al Corazón de Dios. 8Y ahí, y sólo ahí, en el centro de Su Corazón, estarás a salvo para siempre porque goza­rás de compleción eternamente. 9No hay velo que el Amor de Dios en nosotros no pueda descorrer. 10El camino a la verdad está despejado. 11Recórrelo conmigo.

Tengo una relación especial con la persona con la que contraje matrimonio a una corta edad. Hoy, soy consciente, gracias a la luz que me aportan estas enseñanzas, de que mi relación fue inspirada por una necesidad de compensación del sentimiento de culpa que se estableció en algún momento de mi existencia con ella. Soy consciente de que, tanto ella como yo, estamos intentando sanar heridas que surgieron en el pasado y que dieron lugar a sentimientos de odio y de miedo.

Es una oportunidad para ambos, percibir la relación especial de otra manera, en la que el amor especial, que nos ha condicionado, se convierta en el amor verdadero y liberador de nuestros miedos. 

Pongo en manos del Espíritu Santo esta relación, para que sea Su Mente Recta la que nos acompañe en la travesía de cruzar el puente que nos llevará a contemplar el Amor con nuevos ojos, libre de ilusiones y libre de falsas creencias.

jueves, 5 de diciembre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 340

LECCIÓN 340

Hoy puedo liberarme de todo sufrimiento.


1. Padre te doy las gracias por el día de hoy y por la libertad que estoy seguro me ha de brindar. 2Hoy es un día santo, pues hoy Tu Hijo será redimido. 3Su sufrimiento ha terminado. 4Pues él oirá Tu Voz exhortán­dole a que busque la visión de Cristo a través del perdón y se libere para siempre de todo sufrimiento. 5Gracias por el día de hoy, Padre mío. 6Vine a este mundo sólo para llegar a tener este día, así como la alegría y libertad que encierra para Tu santo Hijo y para el mundo que él fabricó, el cual hoy se libera junto con él.

2. ¡Regocíjate hoy! 2¡Regocíjate! 3Hoy no hay cabida para nada que no sea alegría y agradecimiento. 4Nuestro Padre ha redimido a Su Hijo en este día. 5Ni uno solo de nosotros dejará de salvarse hoy. 6No habrá nadie que no esté a salvo del miedo ni nadie a quien el Padre no acoja en Su regazo, despierto ahora en el Cielo, en el Corazón del Amor.

¿Qué me enseña esta lección?

El sufrimiento es el precio que tenemos que pagar por creer que nuestra identidad, nuestra realidad, pertenece al mundo físico y que estamos desconectados de nuestro verdadero Creador, Dios.

Mientras que utilizamos toda nuestra energía en hacer perdurar nuestras conquistas, la dinámica natural del plano material, que es la temporalidad, hace que esos intentos sean vanos. Por mucho que lo intentemos, por mucho que deseemos gozar eternamente de lo material, nunca lo conseguiremos. 

La experiencia que extraemos de esa vivencia es el sufrimiento. Desde que nacemos a esta dimensión, se nos prepara, se nos educa, para tener y poseer. Cuanto más poseamos, más felicidad obtendremos. Pero esto no es real y aquellos que atesoran abundantes bienes, si no consiguen desapegarse de ellos, lo pasan mal, pues son esclavos de sus posesiones. El miedo a perder lo que tienen, a que su potencial mengue o les sea sustraído, no les permite encontrar la paz y el sosiego.

La alegría que les ofrecen sus posesiones es efímera y transitoria. Cuando satisfacen un deseo, se lanzan a la conquista de otros nuevos. En esta escalada, no encuentran nunca el fin.

Hoy es un día de júbilo, pues la liberación del miedo nos abre las puertas del Paraíso. Tomar consciencia de lo que realmente somosha de aportarnos la verdadera riqueza, la que es eterna e imperecedera: el Amor.

¿Qué puedo desear más? El amor lo es todo.


Ejemplo-Guía: "Ser"

No he encontrado otro término más apropiado para expresar el fin del sufrimiento.

El origen del sufrimiento lo encontramos en el deseo de ser diferentes a lo que realmente somos. Lo que somos es Espíritu, y explicarlo con palabras de este mundo contrario a lo que somos no es fácil. Se me ocurre pensar que, si lo que creemos que somos, no lo somos, lo que realmente somos es el Ser.

El cuerpo no es el Ser. El Ser es ilimitado. Es la extensión de la Esencia Creadora a la que llamamos Padre, Dios. 

Cuando realmente tenemos consciencia de lo que somos, el sufrimiento no tiene presencia en nuestra consciencia, pues no vemos causa alguna para justificar ese efecto contrario al Orden Cósmico. 

El sufrimiento es una invención del ego. Es un efecto causado por la mente que ha elegido ver lo irreal, lo ilusorio, lo contrario a la Verdad.

¿Se puede tener consciencia del Ser en este mundo irreal?

El mundo que hemos fabricado, lo que el Curso llama el mundo irreal, lo hemos comparado con el acto de soñar. Dentro del sueño, no somos conscientes de que somos los soñadores del sueño, es decir, no tenemos consciencia de soñador. El Ser no es el soñador, ni es el sueño, pues está más allá de lo irreal, pues el sueño es irreal. Pero, dentro de ese sueño, siendo conscientes de que somos los soñadores del mismo, ese Ser puede ser recordado y a este hecho le llamamos "percepción verdadera". Es como asumir que nos encontramos teniendo una experiencia de ser, en un mundo al que no pertenecemos, pues es un invento. Como si aceptásemos llevar un envoltorio, sabiendo que ese envoltorio no es lo que realmente somos.

UCDM, con relación a este tema, nos dice:

"Tú eres el soñador del mundo de los sueños. Éste no tiene ninguna otra causa, ni la tendrá jamás. Todo lo que aterrorizó al Hijo de Dios y le hizo pensar que había perdido su inocencia, repudiado a su Padre y entrado en guerra consigo mismo no es más que un sueño fútil. Mas ese sueño es tan temible y tan real en apariencia, que él no podría despertar a la realidad sin verse inundado por el frío sudor del terror y sin dar gritos de pánico, a menos que un sueño más dulce precediese su despertar y permi­tiese que su mente se calmara para poder acoger -no temer- la Voz que con amor lo llama a despertar; un sueño más dulce, en el que su sufrimiento cesa y en el que su hermano es su amigo. Dios dispuso que su despertar fuese dulce y jubiloso, y le pro­porcionó los medios para que pudiese despertar sin miedo" (T27.VII.13:1-5).

Podemos percibir el sufrimiento en el mundo, pero, igualmente, podemos elegir no sufrir por ello. Esto tan solo es posible cuando decidimos creer que el sufrimiento no es real, sino que lo hacemos real en nuestras vidas, aportándole credibilidad.


Reflexión: La creencia de que nuestra identidad es el cuerpo nos conduce al sufrimiento.

Capítulo 16. IV. Las ilusiones y la realidad del amor (3ª parte).

IV. Las ilusiones y la realidad del amor (3ª parte).

7. Reconoce esto, pues es verdad, y la verdad tiene que ser reco­nocida para que se pueda distinguir de la ilusión: la relación de amor especial es un intento de llevar amor a la separación. 2como tal, no es más que un intento de llevar amor al miedo y de hacer que sea real en él. 3La relación de amor especial, que viola totalmente la única condición del amor, quiere realizar lo imposi­ble. 4¿Cómo iba a poder hacer eso salvo en ilusiones? 5Es esencial que examinemos muy de cerca qué es exactamente lo que crees que puedes hacer para resolver un dilema que te parece muy real, pero que en realidad no existe. 6Ya estás muy cerca de la verdad, y esto es lo único que se interpone entre ti y el puente que te conduce hasta ella.

La afirmación que se recoge en este punto: la relación de amor especial es un intento de llevar amor a la separación, puede poner en jaque a nuestras creencias, pues hemos pensado siempre que dicha relación especial es una oportunidad para compartir nuestro amor con la persona amada.

Pero, como hemos tenido ocasión de expresar anteriormente, el verdadero amor se reconoce porque no es limitante, sino que extiende el principio de la libertad. 

Cuando se establece una relación especial, las partes se adueñan de la identidad del otro y, salvo excepciones, establecen condiciones particulares para que la relación pueda desarrollarse en un entorno feliz. Tras agotar la primera fase de la relación en la que no se perciben como limitantes tales condicionamientos, no tardaremos en darnos cuenta de que la relación se convierte en una experiencia de esclavitud para satisfacer las necesidades de la pareja. 

8El Cielo aguarda silenciosamente, y tus creaciones extienden sus manos para ayudarte a cruzar y para que les des la bienve­nida. 2Pues son ellas lo que andas buscando. 3Lo único que buscas es tu compleción, y son ellas las que te completan. 4La relación de amor especial no es más que un pobre substituto de lo que en verdad -y no en ilusiones- te completa. 5La relación que tienes con tus creaciones está libre de culpa, y esto te permite contem­plar a todos tus hermanos con gratitud, pues tus creaciones fue­ron creadas en unión con ellos. 6La aceptación de tus creaciones es la aceptación de la unicidad de la creación, sin la cual nunca podrías ser completo. 7Ninguna clase de especialismo te puede ofrecer lo que Dios ha dado, y lo que tú das junto con Él.

Nuestras creaciones son aquellas que compartimos con Dios y con la Filiación. Dichas creaciones sí llevan el sello del verdadero amor, pues es imposible crear sin la esencia del amor. Nuestras creaciones tienen su origen en la mente que compartimos con la Fuente que nos ha creado y deben ser compartidas, igualmente, con el resto de la creación. Por lo tanto, todas nuestras creaciones son expresiones, pensamientos de amor. Son esas expresiones de amor las que nos completan, las que nos llevan a experimentar la Unidad de la Creación.

9. Al otro lado del puente se encuentra tu compleción, pues esta­rás completamente en Dios, sin querer nada en especial, excepto ser exactamente como Él, y mediante tu compleción le brindarás a Él la Suya. 2No tengas miedo de cruzar el puente y entrar a la morada de la paz y de la perfecta santidad. 3Sólo ahí está estable­cida para siempre la compleción de Dios y la de Su Hijo. 4No busques esto en el desolado mundo de las ilusiones, donde nada es seguro y todo te deja insatisfecho. 5En el Nombre de Dios, estáte completamente dispuesto a abandonar todas las ilusiones. 6En cualquier relación en la que estés totalmente dispuesto a aceptar la compleción y sólo la compleción, ahí Dios se completa, y Su Hijo junto con Él.

A estas alturas del conocimiento que estamos recibiendo, tenemos información suficiente para reconocer cuál es el camino correcto que debemos recorrer. Se trata de des-hacernos de las viejas creencias que han gobernado nuestra vida, para, de este modo, cambiar nuestra visión, nuestra percepción errónea, lo que nos permitirá elegir como nuestro maestro y guía al Espíritu Santo. 

De Su Mano, cruzaremos el puente que nos llevará a la orilla donde nos reencontraremos con nuestro Padre, con la Fuente del Amor y en cuyo seno alcanzaremos nuestra compleción.

miércoles, 4 de diciembre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 339

LECCIÓN 339

Se me concederá todo lo que pida.

1. Nadie desea el dolor. 2Pero puede creer que el dolor es placer. 3Nadie quiere eludir su felicidad, 4mas puede creer que la dicha es algo doloroso, amenazante y peligroso. 5No hay nadie que no haya de recibir lo que pida. 6Pero puede estar ciertamente confun­dido con respecto a lo que quiere y al estado que quiere alcanzar. 7¿Qué podría pedir, pues, que al recibirlo aún lo siguiese dese­ando? 8Ha pedido lo que le asustará y le hará sufrir. 9Resolvamos hoy pedir lo que realmente deseamos, y sólo eso, de manera que podamos pasar este día libres de temor, y sin confundir el dolor con la alegría o el miedo con el amor.

2. Padre, Te ofrezco este día. 2Es un día en el que no haré nada por mi cuenta, sino que tan sólo oiré Tu Voz en todo lo que haga. Y así, Te pediré únicamente lo que Tú me ofreces y aceptaré únicamente los Pensamientos que Tú compartes conmigo.


¿Qué me enseña esta lección? 

Pedid y se os dará.
Podemos pedir, desde la visión separatista propia del ego. Esa visión se caracteriza por la percepción del miedo, del ataque, de la necesidad. Es una visión fundamentada en la escasez. Esto es así, al dar valor a la falsa creencia de que hemos sido expulsados del Edén y de que tenemos que ganarnos el pan con el sudor de nuestra frente.

Desde este punto de vista, pedimos lo que ya tenemos, pero ignoramos que lo tenemos. Pedimos felicidad cuando llevamos el germen de la felicidad. Pedimos alegría cuando somos portadores de alegría. Pedimos abundancia, cuando la abundancia es nuestro estado natural. Pedimos amor, cuando somos Amor. Lo que ocurre es que no nos sentimos merecedores de ello, pues estamos convencidos de que somos pecadores y debemos ser castigados por ello, justificando el aprendizaje por la vía del rigor.

Tenemos la elección de pedir, desde la visión unificadora del Espíritu. Esta visión se caracteriza por la fuerza que emana de su fuente creadora, el Amor. Es una visión fundamentada en la visión de la plenitud y la abundancia. Esto es así, pues tenemos plena consciencia de que seguimos formando parte del Paraíso dispuesto por nuestro Padre.

Desde el punto de vista del Espíritu, simplemente expandimos nuestros atributos, nuestros valores, de modo que al compartirlo con el mundo, lo recibimos en abundancia. Pues recibimos aquello que damos. Damos felicidad y recibimos felicidad. Damos alegría y contagiamos esa alegría. Damos abundantemente y recibimos abundancia. Damos amor y recibimos, multiplicado, ese amor. Al ser conscientes de lo que somos, actuamos en concordancia con ello.

En la medida en que somos conscientes de nuestra realidad espiritual, nuestra tendencia se invertirá, y tendremos menos necesidad de pedir y más tendencia a dar.

Muchas veces, angustiados por las tensiones que se experimentan en el mundo terrenal, solicitamos bienes materiales o salud, pero, al hacerlo, dicha petición no va acompañada del gesto que favorezca que la solicitud se haga realidad. Por ejemplo, estamos pasando una situación de necesidad económica y ello nos lleva a pedir recibir recursos para hacer frente a esa difícil situación. La petición en sí misma es lícita, pero no podemos olvidarnos de que esa circunstancia de necesidad está estrechamente relacionada con nuestros pensamientos, los cuales nos llevan a pensar en términos de escasez. Si estamos dispuestos a ver las cosas de otra manera y decidimos dejar expresarse nuestra condición de abundancia, las circunstancias externas cambiarán y la petición que hemos realizado encontrará un terreno abonado para poder crecer.

Sería más adecuado pedir luz para poner fin a nuestros pensamientos de escasez. De este modo, nuestra abundancia se expresará de forma natural y dará lugar a circunstancias propicias para que gocemos de los recursos que sean necesarios.

Ejemplo-Guía: "Cuidado con lo que pides, pues se hace realidad".

La necesidad de pedir es otro mecanismo propio del sistema de pensamiento del ego. Antes de que nuestra mente fabricase la ilusión de la separación, no existía la percepción y, por lo tanto, la necesidad tampoco. ¿Cómo íbamos a sentir necesidad cuando formamos una unidad con nuestro Creador? ¿Acaso la criatura que gesta la madre en su vientre no recibe todo lo que precisa para su crecimiento?

La percepción de la escasez es fruto de la visión ilusoria del mundo que percibimos.

Si Dios, nuestro Hacedor, no ha creado el mundo que vemos, ¿cómo va a responder a las peticiones que le hacemos desde nuestra conciencia egoica? Si lo hacemos, lo que estamos reconociendo es que la autoría de este mundo y de las cosas que en él nos suceden les pertenece. Es como decirle: "Sí, Padre, sé que soy un pecador y que soy merecedor de este castigo. Líbrame de él".

Cuánta culpa y cuánto miedo hay encerrado en esa petición.

El desconocimiento de lo que realmente somos nos lleva a pensar en esos términos de victimismo. 

Sí, el mensaje del título del ejemplo de hoy no es ninguna amenaza, sino una certeza. Ya hemos tenido ocasión de hablar en otra lección de que el deseo nos lleva a creer en lo que deseamos y esa creencia, a su vez, nos lleva a ver el mundo a imagen y semejanza de nuestros deseos. Cada deseo que tenemos se convierte en una percepción que animará a nuestra conciencia, aportándonos una experiencia de lo deseado. En este sentido, el mundo que vemos y percibimos es el fruto de nuestros deseos.

Entonces, ¿por qué no experimento la riqueza cuando la deseo? 

Tal y como hemos dicho, el deseo es el "padre" del mundo que vemos, el mundo de la separación y de la escasez. En el Cielo, nuestro verdadero Hogar, la fuerza creadora no es el deseo, sino la Voluntad, cuya cualidad espiritual es la Unidad. Mientras que la Voluntad nos lleva a crear, el deseo nos lleva a fabricar. La creación da como fruto lo real, mientras que el deseo da como fruto la ilusión.

El deseo nos mostrará un mundo ilusorio acorde con su estado, es decir, el de la necesidad y de la escasez. Si realmente somos el Hijo de Dios, Abundantes y Plenos, ¿cómo vamos a pedir lo que ya somos? Cuando el deseo nos moviliza a pedir riqueza y abundancia, lo está haciendo en su nivel de creencia, esto es, desde la necesidad, por lo que recibiremos y veremos necesidad. Es decir, conseguimos el efecto contrario a lo que deseamos, pues la semilla que estamos sembrando tiene esas características.

Si en vez de desear lo que no tenemos, deseamos dar y compartir lo que tenemos, nuestra abundancia, nuestra plenitud, el fruto de ese deseo será recibir lo que hemos dado.

Tal vez te estés diciendo: "¿Cómo vamos a dar, si no tenemos?". Con esta cuestión, perpetuamos el error, pues la "abundancia" no es un valor externo, sino un estado de nuestra mente. Si piensas que eres un ser separado del resto de la creación, no verás tu abundancia. Si crees que eres un ser unido al resto por Filiación Divina, ¿qué más necesitas, cuando lo tienes todo? 

Reflexión: La abundancia y la escasez son pensamientos.

Capítulo 16. IV. Las ilusiones y la realidad del amor (2ª parte).

IV. Las ilusiones y la realidad del amor (2ª parte).

4. El amor no es una ilusión. 2Es un hecho. 3Si ha habido desilu­sión es porque realmente nunca hubo amor, sino odio, 4pues el odio es una ilusión y lo que puede cambiar nunca pudo ser amor. 5No cabe duda de que los que eligen a algunas personas como pareja en cualquier aspecto de la vida, y se valen de ellas para cualquier propósito que no desean compartir con nadie, están tratando de vivir con culpabilidad en vez de morir de ella. 6Éstas son las únicas alternativas que ven. 7Para ellos el amor es sólo un escape de la muerte. 8Lo buscan desesperadamente, pero no en la paz en la que él gustosamente vendría hasta ellos quedamente. 9Y cuando descubren que el miedo a la muerte se cierne todavía sobre ellos, la ilusión de que la relación de amor especial es lo que no es se desvanece. 10Cuando se desmantelan las barricadas contra el miedo, éste se abalanza adentro y el odio triunfa.

Todas las estrategias del ego son ilusiones, pues carecen del poder de la verdad. Todas son efímeras y transitorias, por lo que no son reales. Lo que es verdad y real se identifica por su intemporalidad, porque no cambia.

El experto ilusionista, el ego, nos seduce mostrándonos los falsos ropajes del amor. Nos confunde con imágenes que nos tratan de describir lo que es el amor, pero que carecen de lo esencial, para que pueda ser reconocido como tal. Ese amor no aporta libertad a la relación, sino todo lo contrario; aporta condicionamiento y limitaciones. Podemos llamar a ese sentimiento atracción, pasión, pero no debemos confundirlo con el verdadero amor.

5. No hay tal cosa como triunfos de amor. 2Sólo el odio está inte­resado en el "triunfo del amor". 3La ilusión de amor puede triun­far sobre la ilusión de odio, pero siempre costa de convertirlas las dos en ilusiones. 4Mientras perdure la ilusión de odio, el amor será una ilusión para ti. 5Por lo tanto, la única elección que te queda entonces es cuál de las dos ilusiones prefieres. 6En la elección entre la verdad y la ilusión no hay conflicto. 7Si se viesen desde este punto de vista, nadie tendría dudas acerca de cuál elegir. 8Mas el conflicto se manifiesta en el instante en que la elec­ción parece ser entre ilusiones, si bien esta elección es intranscendente. 9Cuando una alternativa es tan peligrosa como la otra, la decisión tiene que ser una de desesperación.

El maestro ilusionista, el ego, no puede ofrecer lo que no tiene. Si el ego es el hijo del miedo, del pecado y de la culpa, lo que ofrecerá serán los frutos de esas creencias, esto es, odio, castigo, limitaciones, conflictos, sufrimientos y rupturas.

El ego no puede concebir nada desde la verdad, pues su existencia es falsa y de lo falso tan sólo pueden surgir ilusiones. 

6. Tu tarea no es ir en busca del amor, sino simplemente buscar y encontrar todas las barreras dentro de ti que has levantado con­tra él. 2No es necesario que busques lo que es verdad, pero sí es necesario que busques todo lo que es falso. 3Toda ilusión es una ilusión de miedo, sea cual fuere la forma en que se manifieste. 4Y el intento de escapar de una ilusión refugiándote en otra no puede sino fracasar. 5Si buscas amor fuera de ti, puedes estar seguro de que estás percibiendo odio dentro de ti y de que ello te da miedo. 6Pero la paz nunca procederá de la ilusión de amor, sino sólo de la realidad de éste.

Maravillosa frase con la que se inicia este punto. Nuestra tarea no es ir en busca del amor, sino simplemente buscar y encontrar todas las barreras dentro de ti que has levantado contra él. No se trata de buscar lo que ya somos, sino de reconocer lo que no somos. No se trata de buscar la verdad, sino de encontrar y desechar lo falso.

Jesús enfatiza que no es fuera de nosotros donde debemos encontrar lo verdadero, sino en nuestro interior, es decir, en nuestra mente y en las creencias que custodiamos celosamente. El mundo que percibimos externamente es el mundo de la ilusión, de lo falso, y esto es así porque lo hemos inventado desde nuestra mente, lo hemos percibido erróneamente.

Si buscamos fuera de nosotros el amor, es porque no nos estamos conociendo en nuestra verdadera realidad, sino que hemos creado una identidad falsa que tan solo fabrica ilusiones.

martes, 3 de diciembre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 338

LECCIÓN 338

Sólo mis propios pensamientos pueden afectarme.


1. Con este pensamiento basta para dejar que la salvación arribe a todo el mundo. 2Pues es el pensamiento mediante el cual todo el mundo por fin se libera del miedo. 3Ahora cada uno ha aprendido que nadie puede atemorizarlo, y que nada puede amenazar su seguridad. 4No tiene enemigos, y está a salvo de todas las cosas externas. 5Sus pensamientos pueden asustarlo, pero, puesto que son sus propios pensamientos, él tiene el poder de cambiarlos sustituyendo cada pensamiento de miedo por un pensamiento feliz de amor. 6Se crucificó a sí mismo. 7Sin embargo, Dios planeó que Su Hijo bienamado fuese redimido.

2. Padre mío, sólo Tu plan es infalible. 2Todos los demás fracasarán. 3Y tendré pensamientos que me asustarán hasta que aprenda que Tú ya me has dado el único Pensamiento que me conduce a la salvación. Sólo mis propios pensamientos fracasarán, y no me llevarán a ninguna parte. 5Mas el Pensamiento que Tú me diste promete conducirme a mi hogar, porque en él reside la promesa que Tú le hiciste a Tu Hijo.


¿Qué me enseña esta lección? 

Hemos sido creados a Imagen y Semejanza de nuestro Creador, lo que significa que somos portadores, a nivel potencial, de sus mismos Atributos.

Dios nos ha creado expandiendo Su Mente, por lo que podemos decir que somos fruto de Su Pensamiento.

En verdad, el Hijo de Dios ha seguido ese mismo patrón creador, en la medida en que todo cuanto ha fabricado en este mundo tridimensional encuentra su origen en el pensamiento.

El arquitecto diseña su futura construcción partiendo de una idea. Esta idea va cobrando fuerza, a medida que recibe el aporte de la naturaleza emocional, de los deseos. Decimos: "Me gusta la idea, me enamora el proyecto". De la unión de la idea original y el deseo surge la proyección en el plano de la configuración del diseño. En esta fase, el proyecto adquiere la condición del anticipo teórico de lo que será la construcción. 

Alcanzado este punto, podríamos decir que el creador extiende su pensamiento creando la imagen de lo ideado. Hasta ese momento, la obra aún forma parte de él. Hago esta reflexión, pues me traslada a la visión de lo que le ocurrió al Hijo de Dios, antes de escindirse o sentirse escindido de su Hacedor. La obra, el hijo, aún forma parte de su pensamiento, el cual adquiere la facultad de proyectarse en una imagen (no es una forma tangible), en un diseño.

El arquitecto decide alcanzar el siguiente paso: dar forma material a su idea. Podría haberse conformado con la experiencia aportada por el diseño, pero la construcción le permitirá conocer si lo que imaginó, si lo diseñado, es correcto o tiene fallos. Es decir, decide experimentar para confirmar que sus pensamientos eran correctos.

Esa última decisión ha sido interpretada por el Hijo de Dios como pecado y con ello podríamos entender que tal decisión le llevó a no conformarse con la enseñanza teórica, sino que apostó por corroborar que la enseñanza era correcta. Es evidente que no era necesaria tal demostración, pero esa fue la aportación del Hijo de Dios: hacer tangible y al mismo tiempo temporal la evidencia de la verdad.

Con todo ello, trato de testimoniar a favor de la afirmación: Todo lo creado a nivel material responde a un pensamiento.

Es nuestra elección que una cuestión nos afecte o no. Es nuestra elección, siempre, ver las cosas de una manera u otra. Yo elijo ver la que me aporte felicidad y alegría.


Ejemplo-Guía: "¿Somos conscientes de que fabricamos nuestra realidad con nuestros pensamientos?

Lo planteo como una pregunta, pues la respuesta nos revelará nuestro nivel de conciencia en lo referente a la implicación en los acontecimientos que nos ocurren, en lo que llamamos vida.

Podemos pensar que las cosas que nos suceden son fruto del azar, de la casualidad. Bajo ningún concepto vamos a admitir que lo que nos pasa, sobre todo si la experiencia es negativa, es causado por nosotros. Nos diremos: las cosas pasan porque tienen que pasar. Ese es el dibujo que nos muestra el sistema de pensamiento del ego, basado en la percepción y en la separación entre las causas y los efectos.

¿Quién nos obliga a creer una cosa u otra? Me he planteado tantas veces esta cuestión. Es una idea que me llama profundamente la atención, quizás porque siempre he intuido que el ser humano es co-creador del mundo que percibe.

Si fuésemos capaces de mantener, permanentemente, la conciencia despierta, en el sentido de que pudiésemos hacer un seguimiento de los efectos que desencadenan nuestros pensamientos, desde que son emanados hasta que se convierten en experiencia percibida, tal y como lo hace un diseñador o un arquitecto, tal vez entonces no tendríamos más remedio que reconocer que todos nuestros pensamientos, emociones y sentimientos tienen un inmenso poder creador que va adoptando diferentes niveles de manifestación. Podríamos decir que, al igual que el edificio es la imagen cristalizada de la idea concebida por un arquitecto, nuestras percepciones, nuestras experiencias, son las manifestaciones proyectadas por nuestra mente. En este sentido, las enseñanzas de UCDM nos refieren que lo que vemos es aquello que deseamos y deseamos aquello en lo que creemos.

¿De qué nos sirve saber que tenemos plena participación en cada una de las experiencias vividas? ¿Cómo actuaremos siendo conscientes de que solo nuestros pensamientos pueden afectarnos?

¿Nos libraríamos del miedo? ¿Nos libraríamos de la culpa? ¿Dejaríamos de atacar para protegernos? ¿Dejaríamos de sufrir? ¿Dejaríamos de condenar?

Seguro que muchos os identificaréis con la siguiente experiencia:

"M es el marido de F, y lleva una vida feliz con su pareja, pero desde hace un tiempo acá, viene observando un comportamiento extraño en ella. En su imaginación, M no puede evitar que le surja la duda. Lo primero que piensa es que su compañera le está ocultando algo y que todo ese extraño comportamiento se debe a que lo está engañando.
A M le resulta incómodo tener esos pensamientos, pero no puede evitarlo. Con cada gesto de F, sus dudas se acrecientan. No se atreve a decirle nada por no dar muestra de ser un desaprensivo. En ese momento recuerda que siempre ha defendido que nunca ha sentido celos, pero aquella situación era la evidencia de que estaba ocultando su debilidad emocional. Se siente mal y prefiere evitar esa conversación aclaratoria. Decidió finalmente guardar silencio y seguir recreándose en los pensamientos que cada vez le producían más dolor.
Al día siguiente, F sorprende a M con una fiesta sorpresa. Durante los últimos días, todos sus extraños gestos respondían a acciones con el único propósito de preparar aquella muestra afectiva. Cuando M, toma consciencia de que todo cuanto había vivido en los últimos días respondía a una fabricación, a una invención de su mente, decidió tomar buena nota para no volver a vivir un error semejante".

Todos nos enfrentamos, a diario, a los efectos de nuestros pensamientos. En estos momentos, tú y yo lo estamos haciendo. Si te paras un momento y te centras en lo que piensas, te darás cuenta de ello.

Nuestra mente siempre está activa. Muchos aspectos de su potencial, lo desconocemos. Estamos adiestrándonos en su uso, y mi experiencia me dice que debo ser muy paciente en ese entrenamiento. Una práctica que me ayuda en los momentos más álgidos es poner en manos del Espíritu Santo la situación que esté percibiendo para que me ayude a verlo desde la Visión Crística. Con ello lo que estoy haciendo es quitar el protagonismo a la habituada visión del ego, que lucha con toda su artillería para no perder su hegemonía. Es la decisión en la que elijo un compás de silencio.

¿Cómo enseñaríamos a andar a un niño? Dejando que dé sus primeros pasos. No tardará en mantenerse erguido y en caminar con soltura.

Reflexión: El enemigo es creado por nuestros pensamientos.

Capítulo 16. IV. Las ilusiones y la realidad del amor (1ª parte).

IV. Las ilusiones y la realidad del amor (1ª parte).

1. No temas examinar la relación de odio especial, pues tu libera­ción radica en que la examines. 2Sería imposible no conocer el significado del amor si no fuese por eso. 3Pues la relación de amor especial, en la que el significado del amor se halla oculto, se emprende solamente para contrarrestar el odio, no para abando­narlo. 4Tu salvación se perfilará claramente ante tus ojos abiertos a medida que examines esto. 5No puedes limitar el odio. 6La rela­ción de amor especial no lo contrarrestará, sino que simplemente lo ocultará donde no puedas verlo. 7Mas es esencial que lo veas, y que no trates de ocultarlo. 8Pues el intento de equilibrar el odio con el amor es lo que hace que el amor no tenga ningún signifi­cado para ti. 9No te das cuenta de la magnitud de la ruptura que esto representa. 10Y hasta que no te des cuenta de ello, no podrás reconocer la existencia de dicha ruptura, y, por lo tanto, no podrá ser subsanada.

El odio es un sentimiento corrosivo y despiadado que surge como consecuencia de la falsa creencia en el pecado y de la negación voluntaria del amor, la esencia verdadera con la que hemos sido creados. 

Dirigimos el odio hacia nosotros mismos cuando nos creemos merecedores del autocastigo por haber infringido las Leyes de Dios, las Leyes del Amor. Ese odio despierta en nuestro interior un profundo dolor. Ese dolor es tan insoportable, que decidimos ocultarlo tras una máscara que muestra aceptación, pero no puede evitar que ese odio cumpla su objetivo como castigador de aquello que consideramos indigno. Es cuando decidimos proyectar sobre los demás nuestro odio interno, en primer lugar, percibiéndolos como separados de nosotros y, en segundo lugar, atacándoles, argumentando como justificación de ese ataque que es el modo de protegerse del ataque de los demás.

El odio es ausencia de amor. La atracción que sentimos en la relación de amor especial es una llamada a redimir el odio que ocultamos en nuestro interior y que nos lleva a expandir ese odio sobre los demás. La relación de amor especial trata de compensar el amor no sublimado. Pero para elevar dicha experiencia de relación a la percepción verdadera del Amor, tenemos que liberarnos del odio que se oculta en nuestro interior; es decir, debemos cambiar nuestra creencia en que somos "hijos de la culpa" y establecer relaciones desde el amor liberador que nos hace conocedores de lo que realmente somos.

2. Los símbolos del odio enfrentados a los del amor parecen dar lugar a un  conflicto que no existe. 2Pues los  símbolos siempre representan algo diferente de sí mismos, y si el amor lo es todo, la idea de un símbolo de amor no tiene sentido. 3Saldrás ileso de este último acto del proceso de des-hacimiento, y emergerás finalmente como lo que eres. 4Éste es el último paso en el proceso de estar listo para Dios. 5No te muestres renuente ahora, pues estás demasiado cerca, y cruzarás el puente sin ningún contra­tiempo, al ser transportado serenamente de la guerra a la paz. 6Pues la ilusión de amor jamás te satisfará, pero la realidad del amor, que te espera al otro lado, te lo dará todo.

El des-hacimiento de la creencia en la separación supone la liberación de la culpa y, con ello, la liberación de la necesidad del autocastigo. El odio es hijo del miedo, hijo del pecado e hijo de la culpa. El odio oculta la luz del amor, aunque se propone como objetivo encontrarlo. No es luchando contra el odio como conseguiremos encontrar el amor. Eso sería una ilusión. El amor no es el opuesto del odio, pues el amor no tiene opuestos. El amor es la unidad y es indivisible. El amor es luz, y cuando permitimos que esa luz ilumine nuestro interior, todas las creencias que se ocultaban en la oscuridad quedarán al descubierto y se desintegrarán al comprobar que no son nada.

3. La relación de amor especial es un intento de limitar los efectos destructivos del odio, tratando de encontrar refugio en medio de la tormenta de la culpabilidad. 2Dicha relación no hace ningún esfuerzo por elevarse por encima de la tormenta hasta encontrar la luz del sol. 3Por el contrario, hace hincapié en la culpabilidad que se encuentra fuera del refugio, intentando construir barrica­das contra ella a fin de mantenerte a salvo tras ellas. 4La relación de amor especial no se percibe como algo con valor intrínseco, sino como un enclave de seguridad desde donde es posible sepa­rarse del odio y mantenerlo alejado. 5La otra persona envuelta en esta relación de amor especial es aceptable siempre y cuando se ajuste a ese propósito. 6El odio puede hacer acto de presencia, y de hecho se le da la bienvenida en ciertos aspectos de la relación, pero la relación se mantiene viva gracias a la ilusión de amor. 7Si ésta desaparece, la relación se rompe o se vuelve insatisfactoria debido a la desilusión.         

El sistema de pensamiento del ego favorece el hecho de que se confunda el amor con el odio, y esto es posible cuando decidimos no mirar de frente el sentimiento del odio, sino que lo ocultamos celosamente en nuestro interior, para que nadie sepa que nos sentimos un desgraciado pecador. Ya hemos dicho que el odio que nos dirigimos llega a ser tan insoportable que decidimos adoptar máscaras que, de cara al exterior, oculten nuestro dolor.

El sentimiento del odio clama por sentir amor, pero aceptar la presencia del amor significaría el fin de la oscuridad y, por tanto, de la existencia del ego. El ego no va a permitir que nos liberemos del odio, pues el odio es su aliado, es, ya lo hemos dicho, hijo del miedo y del pecado, y asegura, como ningún otro sentimiento, la creencia de la separación. 

El ego, en un intento de mitigar ese sentimiento de odio (insoportable), establece una estrategia para mantener el equilibrio entre odio y amor y, para ello, se inventa las relaciones especiales, cuya máscara social le convierte en un buscador de la relación especial que le permita creer que está supliendo el odio por el amor. Pero en verdad, las muestras de ese amor hacen que se evidencie su falsedad, pues es incapaz de ofrecer el principio de la libertad en sus relaciones.