viernes, 4 de julio de 2025

Capítulo 21. V. La función de la razón (4ª parte).

 V. La función de la razón (4ª parte).

7. ¿Y dónde podría encontrarse la respuesta sino en la Fuente2¿Y dónde estás tú sino allí donde se encuentra esa misma respuesta? 3Tu Identidad, que es un efecto tan verdadero de esa Fuente como lo es la respuesta, tiene, por lo tanto, que estar unida a ella y ser lo mismo que ella. 4Por supuesto que sabes esto, y mucho más que esto. 5Pero cualquier parte del conocimiento supone una amenaza tan seria para la disociación como todo el conocimiento en sí. 6dispondrás de todo el conocimiento con cualquier parte de él. 7He aquí la parte que tú puedes aceptar. 8Puedes ver lo que la razón te señala porque los testigos a su favor son inequívocos. 9Sólo aquellos que son completamente dementes podrían hacer caso omiso de ellos, y tú ya has dejado atrás esa etapa. 10La razón es un medio que sirve para los fines del Espíritu Santo por derecho propio. 11No se puede re-interpretar ni re-canalizar para que se ajuste a la meta del pecado, tal como se hace con otros medios. 12Pues la razón está más allá del alcance de los medios del ego.

Afortunadamente, la razón no pertenece al sistema de pensamiento del ego, pues el ejercicio de la razón no se reduce a un mero juicio que nos lleve a interpretar lo que se considera bien o mal. La razón es un atributo de la inteligencia creadora, la cual sirve a la unidad y al amor. Mientras que el juicio es un atributo de la ignorancia egoica que, en su demente deseo de poseer la razón, no duda en ejercer su deseo de ser especial para sentirse superior a los demás y nombrarse juez de los actos ajenos.

Mientras que el ejercicio de la razón que nos inspira el Espíritu Santo nos muestra la ley del amor y nos permite visionar la unidad de la Filiación, el ejercicio del juicio que emplea el sistema de pensamiento del ego nos muestra la ley de la justicia condenatoria, la cual nos lleva a identificar el pecado en los demás en un deseo incontrolable de ocultar nuestras propias debilidades, castigándolas en el otro.

8. La fe, la percepción y la creencia pueden estar mal ubicadas y servir de apoyo tanto para las necesidades del gran embaucador como para las de la verdad. 2Pero la razón no tiene cabida en la locura, ni se puede adaptar a sus fines en modo alguno. 3La fe y la creencia están firmemente arraigadas en la locura, y conducen la percepción hacia aquello que la mente ha considerado valioso. 4Pero la razón no participa en esto en absoluto. 5Pues si se aplicase la razón, la percepción cesaría instantáneamente. 6La razón no forma parte de la demencia, pues ésta depende enteramente de la ausencia de aquella. 7El ego nunca hace uso de la razón porque no es consciente de su existencia. 8Los que son parcial­mente locos tienen acceso a ella, y sólo ellos la necesitan. 9El conocimiento no depende de la razón, y la locura la mantiene afuera.

El ejercicio de la razón es la aplicación de la Expiación en nuestra mente. Corregir el error nos permite pasar de la demencia a la lucidez, nos permite abandonar las pesadillas de nuestros sueños y ser conscientes de que somos los soñadores del sueño y elegir tener sueños felices.

Si la mente sirve al ego, a la creencia en la separación, es decir, si la mente es dirigida por el deseo de ser especial, nos mostrará el efecto de ese deseo y nos identificaremos con la vibración densa de la materia, con el cuerpo físico. Nuestra fe, nuestra percepción y nuestra creencia estarán mal ubicadas, porque responden a lo que hemos deseado.

La buena noticia es que podemos utilizar la fuerza de la voluntad para dirigir y orientar la energía hacia la ubicación adecuada, es decir, podemos utilizar la mente para que sirva a nuestra divinidad, a nuestro Ser verdadero y eterno, de modo que entregamos nuestra mente para que ejerza la razón y nos lleve a nuestro hogar donde se producirá el reencuentro con el Conocimiento, donde estaremos en eterna comunicación con nuestro Creador.

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