martes, 22 de abril de 2025

Capítulo 19. D-i. El descorrimiento del velo (2ª parte).

i. El descorrimiento del velo (2ª parte).

10No es posible tampoco enfrentarse a esto demasiado pronto. 2Éste es el lugar al que todo el mundo tiene que llegar cuando esté listo. 3Una vez que ha encontrado a su hermano está listo. 4Sin embargo, llegar simplemente hasta ahí no es suficiente. 5Pues una jornada desprovista de propósito sigue siendo algo absurdo, e incluso cuando ha concluido no parece haber tenido sentido. 6¿Cómo podrías saber que ha finalizado a menos que te dieses cuenta de que su propósito se ha consumado? 7Ahí, con el final de la jornada ante ti, es cuando ves su propósito. 8Y es ahí donde eliges hacerle frente al obstáculo o seguir vagando sin rumbo, sólo para tener que regresar y elegir de nuevo.

Jesús, en su línea de aportarnos las "señales" adecuadas para que reconozcamos el camino que debemos recorrer para alcanzar nuestro destino, que no es otro que la salvación, nos comparte en este punto dos pistas interesantes.

Por un lado nos dice que no es posible "enfrentarse a esto" demasiado pronto. Con ello debemos entender que dicho enfrentamiento se refiere a la decisión de emprender el camino hacia la salvación en el momento adecuado. Cuando decidimos llevar a cabo cualquier aventura que suponga un reto desconocido hasta ahora, afrontarla sin habernos equipado convenientemente para ello puede suponer el fracaso de la misma e incluso puede poner en peligro nuestra integridad física. En el terreno espiritual, que no es más que una expresión del uso de nuestra mente, debemos tener la precaución de saber si estamos preparados para afrontar el reto que hemos decidido afrontar, esto es, deshacer nuestras viejas creencias y sustituirlas por una nueva visión. Conozco muchos casos, entre los que se encuentran los vividos personalmente, en el que la falta de fe profunda en lo que estábamos emprendiendo nos llevó a fracasar en nuestro intento de cambiar las cosas, de corregir los errores, lo que vino a complicar aún más las cosas al despertar el sentimiento de la culpa por no haber dado la talla.

¿Cómo saber cuándo estamos preparados? La respuesta a esta pregunta es la segunda pista que nos ofrece Jesús en este punto. Lo sabremos cuando hayamos encontrado a nuestro hermano, con el cual emprender la aventura. Esa aventura no es otra que andar el camino que nos conducirá a la salvación, lo que significa una invitación a perdonarnos y a perdonar. Lo sabrás cuando el otro, tu hermano, te esté ofreciendo el regalo de perdonarle y de perdonarte. A partir de ahí, ya podemos emprender el camino que nos conducirá a nuestro destino.

11. Hacerle frente al temor a Dios requiere cierta preparación. 2Sólo los cuerdos pueden mirar de frente a la absoluta demencia y a la locura delirante con piedad y compasión, pero sin miedo. 3Pues sólo les podría parecer temible si la comparten, y tú la com­partes mientras no contemples a tu hermano con perfecta fe, con perfecto amor y con perfecta ternura. 4Mientras no lo perdones completamente, tú sigues sin ser perdonado. 5Tienes miedo de Dios porque tienes miedo de tu hermano. 6Temes a los que no perdonas. 7Y nadie alcanza el amor con el miedo a su lado.

El origen del miedo es la consecuencia de elegir ver por nosotros mismos, desligados de la visión del amor, lo que nos llevó a ver imágenes separadas a las que le otorgamos la condición de tener vida propia separada de su fuente. El miedo es la percepción de un mundo donde rigen las leyes de la separación, de la temporalidad, de lo ilusorio e irreal. Por lo tanto, el miedo es el pensamiento erróneo que nos ha llevado a identificarnos con el cuerpo físico y, al reconocerlo como la causa de nuestro pecado, es odiado y al mismo tiempo temido, pues su presencia nos recuerda nuestra transgresión a la Voluntad de Dios. Dicho de otro modo, el cuerpo despierta en nosotros el sentimiento de temor a Dios y de temor a nuestro hermano, donde proyectamos la percepción de nuestra falsa identidad corporal.

Cuando las enseñanzas del Curso de Milagros identifican a nuestros hermanos como la única vía para alcanzar la salvación, lo que nos están haciendo es mostrarnos la creencia que debemos Expiar, esto es, corregir, la de creer que estamos separados de la Filiación y de Dios. El perdón es la expresión de amor que debemos aplicarnos para llevar a cabo la Expiación del error referido. Perdonarnos no es otra cosa que elegir tener el sueño feliz en el que el amor sustituye al miedo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario