La salvación procede de mi único Ser.
2. Si has de salvarte, tienes que aceptar el hecho de que, por mucho que lo intentes, la verdad y lo ilusorio no pueden reconciliarse, independientemente de los medios que utilices o de dónde percibas el problema. 2Hasta que no aceptes esto, irás en pos de un sinnúmero de metas irrealizables, desperdiciarás el tiempo, tus esfuerzos serán en vano, fluctuarás entre la esperanza y la duda, y cada intento será tan fútil como el anterior y tan inútil como sin duda alguna habrá de ser el siguiente.¿Quién es feliz en el conflicto? ¿Quién desea construir su hogar en la oscuridad? ¿Quién no desea despertar de una pesadilla? Tan sólo el verdadero Ser tiene la condición para liberarnos del conflicto, iluminar nuestra casa y despertarnos a la única realidad.
Mientras que nuestra mente sirva a la dualidad, a la división, estaremos alimentando la falsa creencia de que estamos separados de la verdadera Fuente, de nuestro Creador y de su Creación.
Si crees en el conflicto, no tendrás paz. Si crees en la oscuridad, permanecerás perdido. Si crees que puedes permanecer dormido, te identificarás con el soñador, sin tomar consciencia de que tú eres el único soñador.
Prestar servicio a la dualidad nos lleva donde únicamente nos puede llevar, al conflicto y a la falta de coherencia y de paz.
¿Qué le dirías a tu hijo adolescente cuando compruebas que sus impulsos emocionales, adueñándose de su mente, de su capacidad de discernimiento, le llevan a acometer iniciativas que le causarán dolor y sufrimiento? Le dirías, respetando su libre albedrío: "¿Has reflexionado sobre las consecuencias de tus actos?" Con esta pregunta, no estás queriendo dirigir su vida, tan solo pretendes poner una luz a su alcance para que sepa ver la realidad.
¿Qué significado tiene esa luz? El único posible, permitirnos ver la verdad. Esa luz nos revela que la mente es un foco que puede ser utilizado por el Yo Espiritual o por el ego. Cuando es el Espíritu el que lo usa, tenemos acceso a la visión de la verdad. Cuando es el ego el que lo hace, la visión se transforma en imaginación y, en vez de tener acceso a la verdad, da lugar a la ilusión.
¿Cómo podemos saber que nuestra mente sirve al Espíritu? Cuando nuestra mente sirve al Espíritu, tan solo vemos la unidad, actuamos de acuerdo a las Leyes de Dios (Amor) y gozamos de la Dicha y la Paz Divina.
Cuando nuestra mente sirve al ego (cuerpo), tan solo percibimos la separación y actuamos bajo los mandatos del miedo, de la culpa, lo que nos conduce a experimentar dolor, sufrimiento, enfermedad, etc.
Ejemplo-Guía: ¿Cómo hago para salvarme?
Esta cuestión, tan sutil, presenta como punto de partida un error que es preciso corregir. Si tenemos la necesidad de la salvación, es porque nos sentimos condenados, nos sentimos prisioneros del miedo, el principal causante de que no seamos libres.
Las enseñanzas de Un Curso de Milagros nos revelan que el único error que debemos corregir es el que nos lleva a la creencia de que estamos separados de nuestro Creador. Potencialmente, ese error da lugar a una cadena, casi infinita, de errores. El miedo es consecuencia de esa creencia, pues imaginamos que ya no gozamos de la protección de nuestro Padre.
La condena, igualmente, es consecuencia de esa misma creencia, pues nos imaginamos que hemos ofendido la confianza de nuestro Creador. Tal gesto de desconfianza y fidelidad nos ha llevado a dar un especial valor a la creencia en el pecado. Nos sentimos sucios y nos condenamos. Exigimos el castigo como una vía de liberación de la culpa que sentimos. Proyectamos al exterior las sombras que visionamos en nuestro interior, en forma de juicios condenatorios, en un intento de quedar limpios de pecados.
Por lo tanto, la única respuesta que puede aportarse a esta cuestión es que no debemos hacer nada para salvarnos, pues jamás hemos perdido nuestra condición de inocencia, plenitud y libertad.
Si necesitamos recibir otra respuesta, no pasa nada. No podemos negar la única verdad, pero tampoco podemos visionarla, negando el mundo ilusorio que percibimos.
Entender que nuestra necesidad de salvación es tan solo una creencia ya nos sitúa en una posición aventajada, en el sentido de que dicha visión nos invita a elegir de nuevo.
Te sientes prisionero de tus creencias, y ahora sabes que ese sentimiento es fruto de un error que puedes corregir con tan solo poner tu voluntad en ello. Si tu mente ha estado al servicio del ego, y dicha fidelidad te ha conducido a experiencias conflictivas y dolorosas, ahora sabes que poner tu mente al servicio del Espíritu te permitirá experimentar un mundo nuevo.
Cuando se pone la mente al servicio del Espíritu Santo, se establece un nuevo canal de comunicación que nos afecta a niveles internos y externos. Desde el punto de vista interno, aparece una característica que nos lleva al sentimiento del gozo. Esa característica tiene su fuente en la confianza (fe), la cual te lleva a entregar todas y cada una de tus decisiones al Espíritu Santo. Este gesto nos predispone a vivir la vida con una actitud de aceptación, que no debemos confundir con la resignación, de todo cuanto nos ocurre.
A nivel externo, nuestra comunicación con el mundo adopta una peculiaridad que se caracteriza por la visión de la unidad con todo lo creado. Esa característica nos lleva a sentir empatía con todos y excluimos de nuestros hábitos la iniciativa del juicio condenatorio y la actitud de venganza y ataque.
Reflexión: ¿Crees que es posible servir a dos amos a la vez?

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