sábado, 6 de febrero de 2016

Interpretación Astro-Cabalística del Evangelio de Marcos: Trabajos de Transición Aire-Tierra (I)

PARABOLA DE LOS VIÑADORES

1 Comenzó a hablarles en parábolas. Un hombre plantó una viña y le cercó de muro, y cavó un lagar y edificó una torre, y la arrendó a unos viñadores, y se partió lejos. 2 A su tiempo, envío a los viñadores un siervo para percibir de ellos la parte de los frutos de la viña, 3 y agarrándole le azotaron y le despidieron con las manos vacías. 4 De nuevo les envío otro, y le hirieron en la cabeza y le ultrajaron. 5 Envío otro, y a este le dieron muerte; igualmente a muchos otros, de los cuales a unos los azotaron y a otros los mataron. 6 Le quedaba todavía uno, un hijo amado, y se lo envío también el último, diciéndose: A mi hijo le respetarán. 7 Pero aquellos viñadores se dijeron para si: Este es el heredero. ¡Ea! Matémosle y será nuestra heredad. 8 Y asiéndole, le mataron y le arrojaron fuera de la viña. 9 ¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá y hará perecer a los viñadores y dará la viña a otros. 10 Y ¿no habéis leído esta escritura: “La piedra que desecharon los edificadores, esa vino a ser cabeza de esquina; 11 del Señor viene esto y es admirable a nuestros ojos”?

12 Buscaban apoderarse de Él, pero temían a la muchedumbre, pues conocieron que de ellos había sido dicha la parábola, y dejándole, se fueron.

Acabamos de penetrar en la región limítrofe que une dos tierras de distinto Elemento. Por un lado, abandonamos el Plano de Formación y los Trabajos dirigidos a la maduración del Cuerpo Vital-Etérico, donde el Aire ha ejercido su protagonismo; por otro lado, nos acercamos a una nueva frontera, en la que el paisaje etéreo se hace más tangible, más duro, donde la energía ha adquirido trazos más concretos y definidos.

La Nueva Obra que estamos estudiando, cuyo constructor es Jesús-Cristo, ha ido creciendo desde su nacimiento en el Fuego. Cada paso en el camino, ha representado la penetración de su Arquetipo, el Amor, en cada uno de los Planos de Manifestación de la Consciencia, esto es, en cada uno de los Elementos Zodiacales, que como hemos visto se convierten en las Energías con las que debemos edificar nuestra Existencia.

En este punto del camino en el que nos encontramos, la dinámica de las leyes cósmicas nos lleva a abordar los Trabajos de Transición entre el Aire y la Tierra. Cuando hemos estudiado las peculiaridades del Elemento Aire, comprobamos la influencia que ejerce el pensamiento concreto en el Trabajo humano. Su objetivo no es otro que hacernos comprender, es decir, dar motivos a la razón, para que haciendo uso de la lógica entienda que todo lo creado forma parte de la UNIDAD. La manifestación de Jehová en el joven Cuerpo Mental de la humanidad se caracterizó, principalmente, por el propósito de establecer un código legislativo que pusiera orden en el desenfrenado Cuerpo Emocional. Desde ese momento, el hombre ha ido adquiriendo una mayor consciencia, pero lo ha hecho a través del miedo y no del amor.

Bajo esa consciencia de rigor, las creencias -Aire- han llevado al hombre a identificarse con el concepto de separación con respecto a Dios y al resto de los hombres.

Se ha creído en Dios, pero en un rostro de Dios externo. Con la venida de Jesús-Cristo, el Cuerpo Mental adormecido recibe un nuevo aliento, y las viejas creencias, las que han dado lugar a la realidad material que vivimos, ven peligrar su hegemonía, lo que las lleva a defender su credibilidad, como tantas y tantas veces lo han hecho la ciencia oficial, los catedráticos de nuestras universidades, los doctores de la Iglesia, cuando una nueva verdad emerge poniendo en entredicho todos sus fundamentos.

Cuando la energía ha conquistado el Plano de Formación, podemos estar seguros de que ya forma parte de nuestras creencias; o lo que es lo mismo, podemos estar preparados, pues esta al llegar el día en que nuestro Yesod personal se ponga de parto y haga tangible nuestra obra.

Si Cristo ha penetrado en nosotros, si Él es esa criatura a la que durante nueve meses hemos gestado, entonces, debemos estar dispuestos a conocer el significado de su Obra, del Amor.

Cuando Jesús-Cristo se manifiesta en nosotros en este punto del camino, debemos saber que se nos dará a conocer cuál es su misión, cuál es su Trabajo en esa empresa llamada humana y que está representada por el Elemento Tierra.

Aún no nos encontramos en el Plano de Acción, donde Malkuth y Capricornio serán los principales protagonistas, pero sí tenemos en nuestras manos la información del itinerario que hemos de recorrer. Podríamos comparar esta etapa con la fase de propaganda que precede a la realidad. Todas las grandes empresas han comprendido que es necesario informar al cliente de los productos que ha de encontrar en sus establecimientos; no están haciendo otra cosa que seguir las leyes naturales.

En esta crónica, somos testigos de una acción propagandística pero, al mismo tiempo, se establece un balance histórico sobre el largo proceso recorrido por la consciencia, desde su origen en este Cuarto Día de Manifestación en el que nos encontramos, hasta la culminación de la Obra Crística.

Los investigadores de los Libros Sagrados han querido ver, en esta parábola, un resumen de la historia de Israel en su relación con Dios, y probablemente sus observaciones sean acertadas. Sin embargo, la historia evangélica, como hemos dicho otras tantas veces, no narra tan sólo hechos históricos, sino que, en un sentido transcendente, revela un proceso iniciático del alma humana.

Desde ese punto de vista, la parábola de los viñadores representa las cuatro fases del proceso creativo (Jehová), estas son: Fuego-Yod, Agua-He, Aire-Vav y Tierra-2 He. Cada vez que la consciencia ha de elaborar una nueva Obra, la ruta que debe tomar le lleva al encuentro con esos cuatro puntos de Iniciación.

La Energía nace en Kether-Fuego, y lo hace siempre dando lugar a una semilla, donde todos los poderes se encuentran en fase potencial. Esa semilla necesita de una tierra fértil que le de cobijo, donde poder echar raíces. Nos encontramos en Tiphereth-Agua. Los sentimientos se convierten en los custodios de esa semilla germinal y, aportándole calor, le permiten desarrollar sus potencialidades. De esa unión, crece la planta; es la fase del Aire-Yesod. Ya podemos comprender -conocer- las propiedades que encerraba esa semilla. Como planta, podemos darle nombre y, en lo sucesivo, todos la conocerán. Desde el momento en que le aportamos unas características a esa planta, estamos estableciendo su realidad.

Por último, la planta da sus frutos, lo que está en relación con la cuarta fase-Malkuth-Tierra. Diremos que Malkuth es el objetivo de la semilla. Ser fruto debe ser el propósito final de todas las iniciativas. Ese fruto, al estar maduro, muere para el árbol, pero ello le permite desarrollar un nuevo ciclo, el que se encuentra potencialmente en la nueva semilla.

En efecto, la parábola de los viñadores describe a la perfección la Obra Creadora de Dios. Ese hombre que plantó una viña y la cercó de muro y cavó un lagar, y edificó una torre, y la arrendó a unos viñadores, y se partió lejos, ese hombre, es el aspecto creador de Dios, el cual, como ya hemos visto, actuó de ese modo en su proceso creativo.

Nosotros somos los arrendatarios; y aunque el verdadero dueño no se encuentra presente, siempre lo está a través de sus siervos. ¿Quiénes son esos siervos? ¿Los profetas tan solo? Los siervos de Dios, son todos aquellos que oyen su voz sin tergiversarla.

Cuando actuamos de acuerdo a la Voluntad del Padre, nos convertimos en los siervos de la divinidad y actuamos como mensajeros de su nombre. Podemos ser siervos todos y cada uno de nosotros, no importa en que escalón del proceso creativo nos encontremos. Están los siervos de la primera hora, los del Fuego, y debemos estar dispuestos para recibir como respuesta el azote.

Tal vez seamos los siervos de la segunda hora, los del Agua, y entonces debemos esperar el ultraje. O quizás seamos los siervos de la tercera hora, la del Aire, y cuando nuestras palabras pongan en peligro las creencias viejas, entonces, debemos estar dispuestos para morir por esas creencias. Sin embargo, aún nos queda un ultimo peldaño, y podemos ser el siervo de la ultima hora, la de la Tierra, y en nuestra condición de hijo amado, debemos estar dispuestos, igualmente, a perecer en manos de los viñadores.

Fijémonos como el siervo de la tercera y cuarta hora, reciben el mismo trato, se les da muerte; y es que en verdad, no hay diferencias entre las creencias y los actos, pues aquello que hemos construido es la viva imagen de nuestras ideas.

En la crónica se evidencia que Jesús-Cristo se encuentra en la tierra vieja de los doctores en la ley, y es utilizando sus propias creencias, utilizando sus propias energías, el Aire-razón, que les plantea una importante cuestión con la que establecer un punto de partida para abordar los Trabajos del Nuevo Elemento: la Tierra.

“La piedra que desecharon los edificadores, esa vino a ser cabeza de esquina; del Señor viene esto y es admirable a nuestros ojos”.

Esa piedra que desechan los edificadores, es la Piedra Angular que ha de dar lugar a una Nueva Construcción. El fruto también desecha una nueva semilla que será el origen de una nueva planta. Esa piedra desechada, forma parte de la Obra, va implícita en ella. Del mismo modo, como a nadie le da por comerse la semilla del fruto, sino que la desecha, igualmente ocurre al final de un ciclo de construcción, siempre queda una piedra que no encaja en la estructura edificada y se desecha. Sin embargo, será esa piedra la que de lugar a nuevas edificaciones.

La piedra desechada de la antigua ley, es el Amor. ¿Acaso no es ese el objetivo de la ley, despertar la consciencia del amor? Sin embargo, la ley Mosaica se ha convertido en un edificio de rigor donde el amor ha sido desechado, aun formando parte de ella misma. Será esa piedra, Jesús-Cristo, la que debe convertirse en Piedra Angular de nuevas edificaciones.

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