domingo, 14 de abril de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 105

LECCIÓN 105

Mías son la paz y la dicha de Dios.

1. La paz y la dicha de Dios te pertenecen. 2Hoy las aceptaremos, sabiendo que son nuestras. 3Y trataremos de entender que estos regalos se multiplican a medida que los recibimos. 4No son como los regalos que el mundo da, en los que el que hace el regalo pierde al darlo, y el que lo recibe se enriquece a costa de la pér­dida del que se lo dio. 5Eso no son regalos, sino regateos que se hacen con la culpabilidad. 6Los regalos que verdaderamente se dan no entrañan pérdida alguna. 7Es imposible que alguien pueda ganar a costa de la pérdida de otro. 8Ello implicaría un límite y una condición de insuficiencia.

2. Ésa no es la manera de hacer regalos. 2Tales "regalos" no son sino tratos que se hacen con vistas a obtener algo más valioso; préstamos con intereses que se tienen que pagar en su totalidad; créditos a corto plazo, en los que el que recibió el regalo se com­promete a pagar con creces lo recibido. 3Esta extraña distorsión de lo que significa dar impera en todos los niveles del mundo que ves. 4Priva de todo sentido a cualquier regalo que das, y hace que los que aceptas no te aporten nada.


3. Uno de los principales objetivos de aprendizaje de este curso es invertir tu concepto de lo que es dar, de modo que puedas recibir. 2Pues dar se ha convertido en una fuente de temor, y, así, evitas emplear el único medio a través del cual puedes recibir. 3Acepta la paz y la dicha de Dios, y aprenderás a ver lo que es un regalo de otra manera. 4Los regalos de Dios no disminuyen cuando se dan. 5Por el contrario, se multiplican.

4. De la misma manera en que la paz y la dicha del Cielo se inten­sifican cuando las aceptas como los regalos que Dios te da, así también la dicha de tu Creador aumenta cuando aceptas como tuyas Su dicha y Su paz. 2Dar verdaderamente equivale a crear. 3Extiende lo que no tiene límites a lo ilimitado, la eternidad hasta la intemporalidad y el amor hasta sí mismo. 4Añade a todo lo que ya está completo, mas no en el sentido de añadir más, pues eso implicaría que antes era menos. 5Añade en el sentido de que per­mite que lo que no puede contenerse a sí mismo cumpla su come­tido de dar todo lo que tiene, asegurándose así de que lo poseerá para siempre.

5. Acepta hoy la paz y la dicha de Dios como tuyas. 2Permite que Él se complete a Sí Mismo, tal como Él define lo que es estar com­pleto. 3Comprenderás que lo que le brinda compleción a Él se la brinda también a Su Hijo. 4Él no puede dar a través de pérdidas. 5Ni tú tampoco. 6Acepta hoy Su regalo de dicha y de paz, y Él te dará las gracias por el regalo que le haces.

6. Nuestras sesiones de práctica de hoy comenzarán de manera ligeramente distinta. 2Da comienzo al día pensando en aquellos hermanos a quienes les has negado la paz y la dicha a las que tienen derecho de acuerdo con las equitativas leyes de Dios. 3Al negárselas a ellos fue cuando te las negaste a ti mismo. 4Y a ese punto es adonde tienes que volver para reivindicarlas como pro­pias.

7. Piensa en tus 'enemigos' por un rato y dile a cada uno de ellos según cruce tu mente:

2Hermano, te ofrezco paz y dicha para que la paz y la dicha de Dios sean mías.

3De esta manera te preparas para reconocer los regalos que Dios te ha dado, y permites que tu mente se libre de todo lo que te podría impedir triunfar hoy. 4Ahora estás listo para aceptar el regalo de paz y de dicha que Dios te ha dado. 5Ahora estás listo para experimentar la dicha y la paz que te has negado a ti mismo. 6Ahora puedes decir: "Mías son la paz y la dicha de Dios", pues has dado lo que quieres recibir.

8. Si preparas tu mente tal como te hemos indicado, no podrás sino tener éxito hoy. 2Pues habrás permitido que se levanten todas las barreras que te separan de la paz y de la dicha, y que por fin te llegue lo que es tuyo. 3Di, pues, para tus adentros: "Mías son la paz y la dicha de Dios" ; cierra los ojos por un rato y deja que Su Voz te asegure que las palabras que pronuncias son verdad.

9. Pasa hoy cinco minutos con Él de esta manera cada vez que puedas, pero no creas que menos tiempo de eso no tiene valor cuando no le puedas dedicar más. 2Cuando menos, acuérdate de repetir cada hora las palabras que lo exhortan a que te dé lo que es Su Voluntad dar y lo que es Su Voluntad que tú recibas. 3Pro­ponte hoy no interferir en Sus designios. 4Y si algún hermano pareciese tentarte a que le niegues el regalo que Dios le ha hecho, considera eso como una oportunidad más para permitirte a ti mismo aceptar los regalos de Dios como tuyos. 5Bendice entonces a tu hermano lleno de agradecimiento y di:

6Hermano, te ofrezco paz y dicha para que la paz y la dicha de Dios sean mías.


¿Qué me enseña esta lección? 

Principalmente, me enseña el verdadero significado de la acción de dar. Para el ego, dar es perder y establece una relación de culpabilidad que nos lleva a la exigencia de tener que devolver con interés lo que nos han dado. 

Sin embargo, el acto de dar es semejante al acto de crear, pues ambos se basan en la voluntad de expandir lo que Somos. Cuando damos, compartimos una parte de nuestro Ser, y, en dicha acción, no va implícita la necesidad de recibir en la misma medida que hemos dado, pues, en nuestra mente debe existir la Unidad, de tal modo, que Somos Uno con el Otro y ya no necesitamos recibir lo que ya tenemos. 

Cuando damos desde la Unidad, desde el Amor, estamos proyectando la Verdad al mundo y estamos propiciando que nuestros hermanos tomen consciencia de Ella.

 
Al mismo tiempo que enseñamos a dar, estamos aprendiendo a dar, pues las mentes se unen en la sagrada función de crear, dicha, paz y felicidad. 



Ejemplo-Guía: "Si te doy lo que tengo, tu qué me das"

Unas reflexiones de inicio:

¿Qué precios le pones a lo que das? ¿Qué esperas a cambio?

¿Cuando das, pierdes?

Cuando niegas dar, te estás negando a recibir y darte a ti mismo.

Desde que nacemos a este mundo, iniciamos un largo aprendizaje en el arte de dar y recibir.
Desde los primeros estímulos de nuestros padres (incluso durante el periodo que permanecemos en el vientre materno), nos invitan a responder de una manera u otra. Las suaves caricias nos estimulan positivamente, por lo que nuestras reacciones responderán de manera grata y nuestro rostro emitirá gestos de felicidad. En cambio, los ambientes tensos y conflictivos, nos provocan reacciones turbulentas que nos llevan a expresarnos en llantos y expresiones de dolor.

Esta dinámica, se va extendiendo a periodos de crecimiento posteriores. Si bien pueden darse circunstancias diferentes, el eje motriz que las caracteriza a todas, es la acción-reacción, o lo que es lo mismo, lo que traducimos como el aprendizaje de dar y recibir. Tenemos que ser habilidosos, despiertos e inteligentes para sobrevivir en un ambiente hostil, en el sentido de que los "débiles" reciben menos que los fuertes, y lo poco que reciben, lo hacen a un elevado coste.

La experiencia de recibir, en la mayoría de las ocasiones, se asocia a trabajo duro y sacrificado y si no es así, para los más "avispados", recibir es cuestión de tomar lo que no es nuestro. Este tema nos sonará, pues es una casuística muy común de la que nos hablan los medios de comunicación.

Si para tener he de trabajar duro, prefiero no hacerlo y apropiarme de lo que tiene el de al lado, sin que me preocupe lo más mínimo el esfuerzo que le haya costado conseguir lo que le hemos quitado.

También nos encontramos en esta fauna humana, al que temeroso de que le roben lo que tiene, se centra en custodiar sus pertenencias. A veces para lograrlo (mejor dicho, cree que lo logra) invierte en estrategias y medios de seguridad y cuando no, se limita a atacar a los que califica como los posibles asaltantes. Vamos un disparate.

El dar y el recibir, lo hemos trastocado un poco. Lo que debe ser una simple relación causal, le hemos añadido nuestro toque particular, haciendo de ello, un trámite bursátil, una negociación, donde hay un fuerte y un débil, no hay partes iguales. El que da, lo hace si recibe a cambio un beneficio que le haga productiva su inversión. No damos por condición, sino que damos por un interés egoísta. De dicha relación entre el dar y el recibir, de su adulteración, suelen producirse efectos secundarios, es decir, secuelas que nos afectan a nivel de creencias. Por ejemplo, podemos encontrarnos a quien no sabe recibir. Tiene un profundo bloqueo que le impide acercarse a esta experiencia de una forma natural y sana. Es el típico que prefiere cargarse de tareas antes que aceptar ayuda de los que le rodean. Es como si un sentimiento de culpa le pesara y no le dejará fluir con amor.

Por supuesto, la gran mayoría de nosotros creemos que al dar perdemos lo que damos, lo que nos lleva a dar desde el miedo a la escasez y a la necesidad. Si creemos que dando perdemos, entonces haremos real esa experiencia. Aquello que damos es lo que vamos a recibir. Si damos con miedo a la pérdida, recibiremos pérdida.

Aquello que nos negamos a dar al otro, en verdad nos lo estamos negando a nosotros mismo. Ya lo hemos visto en otras lecciones, el otro es nuestro espejo, nuestra proyección, y nuestra relación con él, habla de nosotros y no de él o ellos.

Reflexión: ¿Crees que ganar a costa de la pérdida de otro te puede otorgar paz?

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