2. Escucha, y oye a tu Padre hablarte a través de la voz que Él ha designado sea su Voz, la cual acalla el estruendo de lo que no tiene sentido y les muestra el camino de la paz a los que no pueden ver. 2Aquiétate hoy y escucha la verdad. 3No te dejes engañar por las voces de los muertos, que te dicen que han encontrado la fuente de la vida y te la ofrecen para que creas en ella. 4No les hagas caso, antes bien, escucha la verdad.¿Qué me enseña esta lección?
Como continuación de la lección anterior, el proceso del aprendizaje de la acción de dar y recibir se complementa con el mensaje de hoy.
Mientras permanezcamos identificados con las falsas creencias del ego, no conseguiremos aprender el significado de esta lección. El dar y el recibir, mientras que tengamos conciencia dual, no se relacionan entre sí. Cuando damos, pensamos que perdemos, y cuando nos decidimos a dar, lo hacemos con el deseo de obtener.
Es preciso acallar las voces que nos llegan desde el ego, desde la creencia de carencia y de imperfección y, desde ese estado de silencio interno, prestar atención al mensaje que nuestro Espíritu nos hace llegar, invitándonos a expresar nuestra Abundancia y Plenitud.
En mi papel de padre, a nivel físico, cuando mi hijo me requiere y me solicita ayuda, mi entrega es total. Siento cómo mi ser se expande hasta él, con el propósito de dar respuesta a su demanda, sin que, a cambio de esa entrega, reclame comisión o servicio compensatorio alguno. Ese acto me aporta una profunda satisfacción.
Si traslado mi actitud y la elevo a la respuesta que nos aporta nuestro Padre, tengo la máxima certeza de que el acto de dar y recibir forma parte de nuestra condición espiritual, de nuestra función como Hijos de Dios.
Ejemplo-Guía: "No consigo aquietar mi mente".
Ahora, le estamos haciendo una nueva invitación a nuestra mente. Le estamos pidiendo que se aquiete, que practique una nueva vibración, donde la nota principal es el silencio. ¿Qué significa esta nueva propuesta? ¿Tenemos que dejar de pensar? ¿Cómo es posible si somos una emanación de la Mente de Dios?
El ruido procede de la orientación que damos a nuestra mente, la cual, como ya sabemos, puede servir a la dualidad (creencia de separación) o a la unidad (filiación). Si sirve a la dualidad, es el ego el que toma el timón de nuestra nave y su destino no es otro que alcanzar el estado de bien-estar, para lo cual basa toda su estrategia en el poseer, en el recibir, pero sin dar. Esto tan solo es posible conseguirlo con estrategias basadas en el arte del ataque, la mentira, el engaño, etc.
Si sirve a la unidad, es el Espíritu el que gobierna nuestra nave y su destino nos conduce hacia el bien-ser, para lo cual basa su estrategia en extender y compartir su condición natural, esto es, en Amar, o lo que es lo mismo, en vivir la experiencia de dar/recibir desde la unidad.
Por lo tanto, tenemos identificado al ruido con la mente que sirve al ego, a la dualidad, y al silencio con la mente que sirve al Espíritu, a la unidad.
Cuando la mente sirve al Espíritu, no es que no pensemos. Lo único que cambia con respecto a la mente que sirve al ego es que nuestro pensamiento escucha una sola voz. Este estado se consigue con práctica. Ya decíamos al principio que habrá resistencias. Es un tema de elección. Nuestra mente, con la nueva propuesta, seguirá emanando pensamientos, como está acostumbrada a hacerlo, pero dependerá de nuestra atención, de nuestra elección, el que le prestemos nuestra energía y la hagamos real.
La elección no es difícil de entender. Ya hemos identificado los matices de servir a un "señor" u otro. Lo importante es darse cuenta de que el silencio, la quietud, depende de nuestra elección. Desde la certeza de lo que realmente somos, aprenderemos a prestar atención a aquellos pensamientos que nos mantengan conectados con nuestro Espíritu. En la medida en que hagamos esto, nuestra visión y nuestra relación con el mundo cambiarán. Donde antes veíamos separación, ahora vemos unidad. Donde antes veíamos culpa, ahora vemos inocencia. Donde antes veíamos odio, ahora vemos perdón. Donde antes veíamos sufrimiento, ahora vemos felicidad. Donde antes veíamos pérdida, ahora vemos abundancia.
Si esa es nuestra visión renovada, es la evidencia de que el hecho de verla fuera de nosotros responde a la realidad de que forma parte de nuestro interior, de nuestro Ser.
Reflexión: ¿Crees que cuando das, pierdes? ¿Crees que para recibir hay que dar?

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