Si vamos a dedicar esta
página al estudio de la astrología cabalística, sería conveniente comenzar por
explicar muy brevemente lo que entendemos cuando nos referimos al término
Cábala, también escrito Kábala o Qabbalah.
Lo más importante que
debemos saber, es que el término Cábala significa "recibir", haciendo
referencia a la doctrina recibida, es decir, a la que se le atribuye
históricamente a Moisés, cuando estando en el Monte Sinaí recibe de Jehová el
mensaje de la Ley.
Esta doctrina recibida, esta
Ley, es conocida también por “Tradición” y conforma el alma del conocimiento de
las leyes cósmicas, las cuales nos revelan toda la información a cerca del
Creador, así como del proceso creativo llevado a cabo por Él.
La Cábala, lejos de tratarse
de un conocimiento exclusivo de un pueblo, el Judío, se convierte en la fuente
permanentemente viva de donde fluye el manantial del Verdadero Conocimiento.
Aquel que se acerca a Ella con respeto y sencillez, es capaz de saciar su sed
de conocimiento.
En palabras del renombrado
estudioso en materia esotérica, Eliphas Levi, "Al penetrar en el Santuario de la Cábala, se apodera de uno la
admiración a la vista de una doctrina tan simple y, al mismo tiempo, tan
absoluta. La unión necesaria de ideas y signos, la consagración de las
realidades más fundamentales por medio de los caracteres primitivos, la
trinidad de palabras, letras y números; una filosofía simple como el alfabeto,
profunda e infinita como el Logos: teoremas más luminosos y completos que los
de Pitágoras; una teología que se puede comparar a contar con los dedos; una
infinitud que se puede meter en la mano de un niño; diez cifras y veintidós
letras, un triángulo, un cuadrado y un circulo. Estos son los elementos de la
Cábala, ésos son los principios primarios de la palabra escrita, la sombra del
Logos Oral que creó el mundo."
Poco se puede añadir a lo
expresado por Eliphas Levi. Para aquellos que hemos tenido la oportunidad de
beber de esa fuente de sabiduría, sabemos que son ciertas sus afirmaciones.
Estamos ante un conocimiento fácil, cómodo para el intelecto, y al mismo tiempo
profundo y revelador. Desde que se conecta con su esencia, la intuición se
despierta y comenzamos a participar de un modo consciente en el magno proceso
de la creación: se ha producido algo maravilloso, acabamos de descubrir que
somos “dioses en formación”.
PROCESO
CREADOR: LA ORGANIZACIÓN
En términos cabalísticos, el
concepto que conocemos comúnmente como Dios, se llama Elohim, cuya traducción
significa "El-los dioses", reflejando al mismo tiempo unidad y pluralidad.
Estamos ante Fuerzas Creadoras constituidas por miles de millones de células,
las cuales, conquistaron la plena individualidad en anteriores procesos
evolutivos. Ese mismo trabajo es el que el hombre debe realizar.
El trabajo creador de esas
Entidades contó con la ayuda de los Zodiacales, que como ya hemos adelantado,
eran Entidades Espirituales de un nivel evolutivo superior al de Elohim. Estas
Entidades estaban constituidas en círculo cerrado, y de sus Energías -no de la
Nada como se nos enseña en el Génesis- surgió la creación.
Lo primero que hizo Elohim
fue adaptarse a ese nivel de vibración superior, integrar esas energías, de
modo que le fuese posible trabajar con ellas.
Según no cuenta la Tradición,
Elohim contaba con tres Poderes Primordiales adquiridos a lo largo de su
proceso creador. Esas potencialidades en términos cabalísticos se conocen con
el nombre de Kether, la Corona; de Hochmah, la Sabiduría y con el nombre de
Binah, la Inteligencia Activa. En la tradición cristiana estos Principios se
conocen por Padre, Hijo y Espíritu Santo, por lo tanto, estamos refiriéndonos a
tres aspectos de la divinidad que expresan una Unidad.
Es importante ir
familiarizándose con estos datos, con estos nombres y atributos ya que más
adelante nos referiremos a ellos, lo que nos permitirá ir uniendo datos que
aparentemente, ahora, no puedan tener nada que ver con el tema de la
astrología.
Podemos decir, que estas
tres potencialidades divinas forman la parte primordial del Ser Divino, es
decir, su "cabeza". De la unión de esos Principios, Kether, fuerza
masculina, Hochmah, fuerza femenina, y de Binah, manifestación externa de la
integración de lo masculino y lo femenino, surgen otros estados espirituales, a
los que, en adelante, nos referiremos como estados de conciencia que debe
conquistar el ser humano como ser creado a imagen y semejanza de Dios.
El atributo espiritual de
Kether, es conocido por Voluntad. Podemos decir que este principio es la
simiente necesaria que ha de dar vida a cualquier fruto. Sin este principio
nada existiría. Es el esperma sin el cual, se hace imposible cualquier
gestación y por lo tanto, cualquier nacimiento. Es el principio de la Luz que
lo ilumina todo.
El atributo de Hochmah, la
Sabiduría, se conoce como Providencia. Podemos decir, que la Luz de Kether se
interioriza en Hochmah, al igual que el semen se interioriza en el óvulo de la
mujer lo que permite que se produzca un estado de gestación. La luz de Kether
se transforma en Hochmah, en el principio interiorizador del Amor.
El atributo de Binah, la
Inteligencia Activa, se le conoce por Fatalidad. Se trata de la fuerza
operativa, la que adquiere protagonismo en la fase exteriorizadora,
cristalizadora. De la unión de lo masculino y lo femenino, es decir, del semen
y del óvulo, nace la fuerza transformadora del hijo. ¿No es verdad que la
llegada de un hijo nos "obliga" a readaptar nuestras vidas porque lo
transforma todo?

En el argot cabalístico se
describe que se produjo un estado de "Zona Oscura", semejante al
estado de sacrificio que realiza la mujer para permitir que su cuerpo geste una
criatura en su interior. Dicho "gesto" supuso un trabajo de renuncia
a gozar de ese estado de Luz conquistada. Según nos revela la Tradición, le
tocó a Binah actuar de Zona Oscura, sin embargo dicho trabajo no fue aceptado
"voluntariamente" por las Entidades evolucionantes en esa Zona
(cabalísticamente Séfira), es decir, se negaron al trabajo de oscurecimiento.
Se trataba de una reivindicación de gozar del derecho a la Luz.
Siguiendo con lo que nos
revela la Tradición, ese conflicto conocido por el "conflicto de
Binah" se solucionó con la precipitación al "abismo" de los
disidentes, esto es, las fuerzas que no aceptaron llevar a cabo ese sacrificio,
deberían continuar su evolución en un estado inferior, sin que ello supusiera
un motivo de obstáculo al proceso trazado por el Creador.
En un lenguaje filosófico,
ese trabajo descrito fue lo que dio origen a la semilla del "mal".
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