sábado, 6 de abril de 2019

Génesis: "El Despertar del Ser" - 6ª parte -

Trabajos del 4º Día de la Creación.

Traducción Convencional: “Dijo luego Dios; Haya en el firmamento de los cielos lumbreras para separar el día de la noche, y servir de señales a estaciones, días y años; y luzcan en el firmamento de los cielos para alumbrar la tierra”. Y así fue. Hizo Dios los dos grandes luminares, el mayor para presidir el día, y el menor para presidir la noche, y las estrellas; y los puso en el firmamento de los cielos para alumbrar la tierra y presidir al día y a la noche, y separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios ser bueno, y hubo tarde y mañana, día cuarto”.

Pasemos a la traducción de Fabre d´Oliver: “Declarando aún su Voluntad, dijo, Él-los Dioses: Habrá en la Expansión etérea de los cielos, Centros de Luz, destinados a operar el movimiento de separación entre día y la noche, y a servir de signos a venir, y para las divisiones temporales, y para las manifestaciones fenoménicas universales, y para las mutaciones ontológicas de los seres. Y serán, esos Centros de Luz, como focos sensibles encargados de hacer estallar la Luz inteligible en la tierra: y esto fue hecho así. Determinó,  Él, el Ser de Seres, la existencia potencial de esta Dualidad de grandes centros luminosos, destinando el mayor a la representación del día y el menor a la representación de la noche; y determinó también la existencia de las facultades virtuales del Universo, las estrellas, Preponiéndolas en la expansión etérea de los cielos, esos centros sensibles, para que estallara la luz inteligible en la tierra. Y para representar simbólicamente en el día y en la noche y para operar el movimiento de separación entre la luz y la obscuridad y considerando esas cosas, Él, el Ser de Seres vio que serían buenas. Y tal fue el occidente y tal fue el oriente, el objetivo y el medio, el término y el arranque de la cuarta manifestación fenoménica”.

Debo reconocer que mi admiración por la erudición de Fabre d´Olivet, tienta mi objetividad, pero la primera vez que tuve acceso a esta interpretación, me quedé fascinado. Sus palabras me “resonaron”; desde mi interior recibí una sensación de certeza que venía a dar respuesta a todas las interrogantes que había lanzado al universo con la única intención de comprender y conocer el por qué nuestra vida está en sintonía con el latir cósmico, el por qué  la dinámica de los planetas y de las estrellas, influenciaban en mi destino, en todo mi ser.

Sin duda alguna, recomiendo la interpretación de este pasaje a todos los que se sientan llamados por el Conocimiento de la Astrología e igualmente, a todos aquellos que eleven su conciencia hacia lo Trascendente, pues en él, descubriremos muchas respuestas.

La traducción aportada por el saber profano, no recoge el significado ancestral que aporta Fabre; la interpretación mundana de este pasaje, ha llevado a la creencia de que el papel del Sol, la Luna y las estrellas aporta poco al desarrollo de la conciencia, sin embargo, el papel estelar de esos Centros tienen como misión llevar la inteligencia a la tierra, a producir mutaciones ontológicas en los seres y manifestaciones fenoménicas universales.

El significado aportado al concepto “estrellas” desde el punto de vista material, no nos invita a relacionar esos puntos de luz que contemplamos en el cielo, con la idea de fuerzas y de virtudes tanto físicas como morales. Este significado, según las notas aportadas por Fabre d´Olivet se extraen de aplicar el sentido figurado y hieroglífico a su traducción: Khaf-Vav-Khaf-Beith, así como de otra raíz misteriosa, Aleph-Vav-Beith, que desarrolla la idea de la fecundación del Universo. En este sentido, la palabra no significa solamente estrella, sino la "fuerza virtual y fecundante del universo".

En la obra de Max Heindel, “Concepto Rosacruz del Cosmos”, el autor nos aporta un magnífico manual sobre la Cosmogénesis del Universo. Nos revela que Elohim, el Dios de nuestro Sistema Solar, delimitó un espacio para que pudiera llevarse a cabo la Creación de su Universo. Esta acción, la vemos adoptada en nuestra sociedad cuando se acomete una nueva construcción. Lo primero que hace la empresa constructora es delimitar el espacio físico donde realizar su proyecto.

Lo más interesante de esta idea, es tomar conciencia de que Elohim, no es el creador de todos los posibles Sistemas Solares que existen en la grandeza del Universo, sino que es el responsable de nuestro Sistema Solar, donde encontramos al Sol y a la Luna con el resto de los planetas pertenecientes a dicho Sistema. En este sentido, las estrellas que Dios creó en el 4º Día, no son todas las que vemos en el cielo, sino los astros de nuestro sistema solar, en el que nuestro Dios tiene jurisdicción.

Según la información aportada por Fabre en su interpretación, podemos decir, que creó, los planetas, es decir, las fuerzas virtuales y fecundantes del universo solar, así como una dualidad de Centros de Luz. Nos aclara Fabre en sus notas que no se trata de dos centros, como se dice la traducción vulgar, sino un sólo Centro Dual, que tiene la facultad de dividirse para expresar virtudes separadas.

Alcanzado este punto de la Evolución emanada por el Acto Creador de Elohim, en su Propósito de continuar su andadura espiritual, podemos sintetizar que en el 1º Día, hizo la Luz, y dentro de la confusión inicial separó el elemento Fuego del resto de Elementos. Esta Luz quedaría inscrita en todo lo creado como un Principio Esencial: la Voluntad Creadora.

En el 2º Día separó las Aguas. Elohim no consiguió integrar dicho Elemento lo que dio lugar a la división. Las facultades superiores de dicho elemento, la integró a su Creación, y las inferiores las dejó “debajo”, en el Abismo, formando un anti-mundo destinado a auto-liquidarse.

En el 3º Día separó los dos elementos restantes, apareciendo la lógica que dio a cada elemento su potencial natural.

En el 4º Día Dios incorpora en su Creación los instrumentos que permitirán dar una finalidad a su Obra. Todo acto creador debe tener un Objetivo, un Propósito, una Misión. Carecer de esta orientación favorece el Caos. Hoy vemos como las empresas aplican esta “regla” en sus organizaciones. Se han dado cuenta, de que los profesionales que trabajan para la producción de la empresa deben conocer y participar de los Objetivos. Cuando esta integración no se produce, podemos encontrarnos que los propósitos no son compartidos y mientras que el Director pretende una cosa, los empleados pretenden otra.

Es importante, que nosotros descubramos cuál es el Objetivo, el Propósito de nuestro Creador y cuál es la Misión que nos encomienda. Para ello, tendremos que conocerle a Él. No lo busquemos fuera de nosotros. Es más fácil que todo eso. Estamos estudiando su Creación y hemos visto como en el 1º Día emanó de Sí Mismo a la Oleada de Vida Humana, la que representamos Todos nosotros. Por lo tanto, somos su “imagen y semejanza”. Todos y cada uno de sus criaturas, lleva inscrita en su genética el guion de la creación. Todos somos Fuego, Agua, Aire y Tierra. Todos somos Luz y estamos llamados a ser Dioses Creadores, como nuestro Padre lo Es. ¿Vamos a buscar fuera de nosotros para conocer a nuestro Padre? ¿Acaso el niño cuando se mira al espejo no ve, potencialmente, al adulto que llegará a ser, no ve al padre?

Alcanzado el 4º Día de la Creación, quedó montado el Árbol Cabalístico, el esquema donde se plasma la Organización de las Fuerzas Cósmicas.  Dicha “estructura espiritual” lo encontraremos en todo lo creado. Aplicando la teoría aportada por física cuántica, “El Todo está en la parte y la parte está en el Todo”.


A lo largo del estudio aplicado al Génesis, me llamó la atención el hecho de que las Esencias aportadas  por los Zodiacales fuesen cuatro, dando lugar a los 4 Elementos: Fuego, Agua, Aire y Tierra. Partiendo de la base, de que todo debe tener un “Propósito”, descarté la posibilidad de que fuese una mera casualidad y entendí que detrás de esa manifestación debía existir un “Orden”.

En la medida en que fui avanzando en las Enseñanzas, comprendí la razón de ese “Orden”.  La respuesta me vino dada al estudiar el Rostro de la Divinidad conocido por Jehová. Tendremos ocasión de profundizar en su estudio más adelante, pero adelanto, que su función es de ejercer de “Ley Reguladora”. No deja de ser curioso, que dicho aspecto de la Divinidad no aparezca en la Biblia hasta el punto 4 del 2º Capítulo del Génesis, cuando ha culminado el Proceso Creador y se centra en lo acontecido en el Paraíso, el marco dispuesto por nuestro Creador para que pudiésemos desarrollar nuestras potencialidades.

El nombre de Jehová, se traduce como: Yod-He-Vav-He. El  Yod, concentra los trabajos del 1º Día de la Creación, de donde adopta el Principio de la Voluntad. Es la semilla. Es el Fuego.
El primer He, concentra los trabajos del 2º Día de la Creación, de donde adopta el Principio del Amor. Es la matriz-tierra donde se siembra la semilla. Es el Agua.
El Vav, concentra los trabajos del 3º Día de la Creación, de donde adopta el Principio de la Inteligencia. Es la manifestación externa y ordenadora. Es el Aire.
Y por último, el 2º He, que concentra los trabajos realizados en el 4º Día de la Creación, de donde adopta el Principio de Materializar. Es la obra perfecta. Es la Tierra.

De lo anteriormente expuesto, nos quedamos con la idea de que alcanzada la 4ª fase de todo acto creador, llegamos a su máxima cristalización. Podemos decir, que fue en el 4º Día, cuando el germen del Cuerpo Denso adquirido en el 1º Día, alcanzó su madurez, es decir, pasó de ser energía en estado ondular a energía en estado corpuscular (física).

El hecho de que Moisés no consigna esta aparición, responde a que el verdadero sentido espiritual de la Creación de Dios, no es crear un hombre material. Ese nivel, supone tan sólo una fase del Gran Proceso. El objetivo final, es alcanzar la creación de una Entidad Perfecta, llamada Humanidad y eso tan sólo se logrará, cuando el último de los vehículos adquiridos alcance la perfección, es decir, cuando el Cuerpo Mental alcance su madurez. Dicho Cuerpo fue adquirido en el 3º Día, por lo que llegará a su fase 2º He en el Sexto Día, que es cuando el Génesis consigna su aparición.

En el 4º Día la Obra Divina se materializa, alcanza su punto de máxima densidad y aparece la Oleada de Vida Mineral, que será la última creación de nuestro Dios, porque con el 4º Día termina la fase exteriorizadora y comienza la interiorizadora, o sea la de perfeccionamiento de la Obra.

La tutela de estos Trabajos queda en manos de Hesed, el cuarto Séfira del Árbol Cabalístico, el cual representa, el Fruto de la Obra Creadora. En él se expresa la Idea de Abundancia y Bondad Divina. Está estrechamente relacionado este Centro con la Humanidad. No en vano, este Centro se le conoce en el argot cabalístico como Paraíso. Ese será el escenario dispuesto por el Creador para que sus “Hijos” desarrollen su labor Creadora. En dicho “espacio” se manifiesta la inmensa Grandeza de Dios, pues cuenta con todos los materiales necesarios para que la Vida se manifieste y aporte su Quintaesencia a la Conciencia del Hombre.

Tal vez, alcanzado este punto del camino, hayas comprendido que las Enseñanzas deben alcanzar la 4ª fase del Proceso Creador, esto es, la fase 2º He. Si no lo hacemos, la Enseñanza se traducirá en pura teoría y no estaremos diseñando nuestro “mundo” a través de nuestras obras. No estaremos llevando al músculo la esencia del conocimiento y por lo tanto no avanzaremos en el ineludible ritmo de la Evolución.

Tenemos las claves para crear como los hace nuestro Hacedor. Podemos trasladar ese saber a nuestro entorno más inmediato y contribuir en la edificación de una sociedad acorde a las Leyes Universales. Para ello, tenemos que movilizar nuestros Atributos: la Voluntad, el Amor y la Ley-Orden. Si cada una de nuestras construcciones cuenta con la dosis apropiada de dichos atributos, podemos estar seguros, de que nuestra Obra será fecunda y gozará de la bendición de Hesed-Abundancia.

Debemos recordar siempre, que el Elemento más “rebelde” es el Agua, es decir, el deseo, las emociones y los sentimientos. Es curioso, que ese Elemento tutelado por Hochmah-Amor, diera lugar a la división. Pero si nos fijamos bien, es gracias al Atributo del Amor Incondicional, como podremos “integrar”, definitivamente, esas energías rebeldes.

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