sábado, 23 de agosto de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 235

LECCIÓN 235

Dios, en Su misericordia, dispone que yo me salve.

1. Tan sólo necesito contemplar todo aquello que parece herirme, y con absoluta certeza decirme a mí mismo: "La Voluntad de Dios es que yo me salve de esto", para que de inmediato lo vea desaparecer. 2Tan sólo necesito tener presente que la Voluntad de mi Padre para mí es felicidad, para darme cuenta de que lo único que se me ha dado es felicidad. 3Tan sólo necesito recordar que el Amor de Dios rodea a Su Hijo y mantiene su inocencia eterna­mente perfecta, para estar seguro de que me he salvado y de que me encuentro para siempre a salvo en Sus Brazos. 4Yo soy el Hijo que Él ama. 5me he salvado porque Dios en Su misericordia así lo dispuso.

2. Padre, Tu Santidad es la mía. 2Tu Amor me creó e hizo que mi ino­cencia fuese parte de Ti para siempre. 3No hay culpabilidad o pecado en mí, puesto que no los hay en Ti.


¿Qué me enseña esta lección?

La creencia en el pecado y la consecuencia derivada de dicha creencia, la culpa, nos condiciona y nos hace partícipes de un gran error: la necesidad de perpetuar la visión de que cada vez que damos, inscribimos una deuda pendiente en el libro del “Debe y del Haber”.

Si miramos a nuestro alrededor, el propio sistema social es una declaración exacta de esa creencia, argumentada y defendida por el ego. Cuando damos, exigimos la devolución de lo que hemos dado y, en muchos contextos, reclamamos, igualmente, los intereses de lo prestado.

Observemos nuestro comportamiento y descubriremos lo arraigada que se encuentra esa dinámica en nuestras creencias, sean estas conscientes o inconscientes. Un amigo o un conocido nos obsequia con un regalo y de forma inmediata nos sentimos en “deuda” con él. Detrás de este sentimiento, se encuentra el rastro imborrable de las huellas de la culpabilidad. El origen de esta creencia se encuentra en la visión de que nos encontramos separados unos de otros. De hecho, el pecado original significa salir de un estado de unidad y pasar a un estado de separación.

Cada vez que nos relacionamos con nuestros hermanos, vemos el rostro del pecado y de la culpa en él, aunque en verdad, lo que realmente estamos haciendo es proyectar sobre ellos nuestro propio sentimiento de pecabilidad y de culpa. Ese sentimiento nos lleva a creer que cuando damos estamos perdiendo, de ahí que exijamos la devolución de lo que hemos dado.

La creencia en la “deuda” ha dado lugar a la creencia en la reencarnación. Volvemos una y otra vez a encarnarnos con la intención de pagar aquello que “debemos” y muchas veces no es necesario que el otro nos lo reclame; es suficiente que nosotros creamos que estamos en deuda. El miedo está sustituyendo al amor, pues de haber amor, no habría deuda.

Es hora de que liberemos nuestra conciencia de esa falsa creencia. Es hora de que amemos la misericordia que nuestro Padre nos dispensa, pues en ella está nuestra salvación.

Es hora de que demos sin reclamar deuda alguna, pues dando a los demás, realmente estamos dándonos a nosotros mismos. Esa es la creencia en la Unidad.

Es hora de que veamos la realidad: no hay pecado o culpabilidad en mí. Si hemos aceptado la idea de que Dios es nuestro Creador; si hemos aceptado la verdad de que nos ha creado a Su Imagen y Semejanza, ¿cómo podemos ver culpabilidad en nosotros? Si así lo hacemos, estamos aceptando que existe, igualmente, culpabilidad en Él.


Ejemplo-Guía: "Si la Voluntad de Dios es que seamos felices, ¿por qué sufrimos?

En la experiencia del "sueño" que creo estar experimentando, hago real el programa de ser padre. Digo esto porque pienso que la conciencia que se adquiere en dicho papel nos puede ayudar a comprender la razón por la cual la Voluntad de Dios es que seamos felices.

Os puedo asegurar que, en conciencia de ego, mi felicidad pasa porque mi hijo sea feliz. Es importante hacer esa apreciación "en conciencia de ego", pues con ello estoy revelando que he recordado que soy el soñador del sueño, lo que me permite expresar que tengo la libre elección de elegir qué sueño protagonizar. Más allá de esta reflexión, soy consciente de que mi felicidad no depende de la felicidad de mi hijo. La felicidad es un estado que acompaña a la visión de la verdad de lo que somos. Tener la certeza de que somos un ser espiritual, en plena comunión con nuestro Hacedor, tan solo nos conduce a la felicidad.

Sí, mi voluntad es que mi hijo sea feliz, pero debo recordar que también he protagonizado el papel de hijo, y ello me lleva a reconocer que, a pesar de la guía incondicional y desinteresada de mi padre para que sea feliz y no sufra, no siempre he seguido su orientación, pues he preferido elegir por mí mismo. Esa libre elección me ha llevado a experimentar dolor y sufrimiento y a reconocer que, de haber seguido la guía propuesta por mi padre, me hubiese evitado esa experiencia.

En verdad, lo que nos invita este ejemplo es a reflexionar sobre el "libre albedrío". Si Dios pudiese intervenir en nuestras erradas decisiones, esa expresión propia de la voluntad no se tendría. Podemos orientar, señalar el camino, pero no podemos andarlo por nadie. Desde esta visión, el error aparece como una oportunidad de elegir de nuevo. Pero no siempre es así, y en muchas ocasiones, cuando entendemos que hemos fallado, permitimos que la culpa ocupe nuestros pensamientos y emociones, llevándonos a condenarnos, privándonos así de la felicidad.


El Amor es el camino y Dios nos transmite Su Pensamiento desde la Fuente donde emana la esencia del Amor. Todos somos Hijos del Amor y cuando esa esencia es ocultada por nuestros miedos, somos testigos de comportamientos dementes. La observación de este tipo de comportamientos nos lleva a condenar al actor de ellos. Me pregunto qué pasaría si, en vez de condenarlo, lo perdonásemos. Me pregunto cómo me gustaría que me tratasen si en algún momento tengo un comportamiento reprochable. Todo acto que encuentre su causa en el miedo, la única manera de salvarlo es eligiendo una nueva causa; en este caso, la causa debe ser el Amor.


Aplicar lo que decimos en el mundo exige un paso previo: perdonarnos. No podemos dar lo que no tenemos. No podemos liberar o cambiar nada, si nos estamos condenando a nosotros mismos. La transformación empieza por nosotros mismos.


Reflexión: ¿La felicidad se puede imponer?

viernes, 22 de agosto de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 234

LECCIÓN 234

Padre, hoy vuelvo a ser Tu Hijo.

1. Hoy vislumbraremos el momento en que los sueños de pecado y de culpa hayan desaparecido y hayamos alcanzado la santa paz de la que nunca nos habíamos apartado. 2Sólo un instante ha transcurrido entre la eternidad y lo intemporal. 3fue tan fugaz, que no hubo interrupción alguna en la continuidad o en los pen­samientos que están eternamente unidos cual uno solo. 4Jamás ocurrió nada que perturbase la paz de Dios el Padre ni la del Hijo. 5Hoy aceptamos la veracidad de este hecho.

2. Te agradecemos, Padre, que no podamos perder el recuerdo de Ti ni el de Tu Amor. 2Reconocemos nuestra seguridad y Te damos las gracias por todos los dones que nos has concedido, por toda la amorosa ayuda que nos has prestado, por Tu inagotable paciencia y por habernos dado Tu Palabra de que hemos sido salvados.


¿Qué me enseña esta lección?

El Hijo de Dios, haciendo uso del libre albedrío, eligió ver las cosas de otra manera. Gozaba de la plena Unidad de su Padre. No tenía necesidad de nada, pues era alimentado directamente de la Fuente Mental de Su Creador.

En ese Estado Paradisíaco de Unidad, no existía el deseo, ni la necesidad de satisfacer la apetencia de conocer. Pero sí existía el impulso de crear, de elegir, de expresar el potencial de la Voluntad.

Llamado por ese impulso creador innato en el Ser, el Hijo de Dios eligió satisfacer el deseo de ser especial. Ese impulso forma parte de la esencia de todo Ser.  

El Hijo de Dios se embarca en un viaje que ha de llevarle a tomar conciencia de su individualidad, en detrimento de olvidar que sigue formando parte de la Unidad de la cual emanó. En ese viaje, cree caminar solo, y, aunque percibe la presencia de otros viajantes, los evidencia separados de él.

La visión y percepción del mundo material le lleva a creer, erróneamente, que su identidad es el cuerpo físico y adquiere una conciencia temporal, olvidando su origen eterno.

Hoy es un día en el que podemos recuperar la visión de lo que somos realmente. Hoy es un día en el que debemos dar gracias a Dios por permitirnos recordar nuestra condición divina. Hoy es un día en el que reclamamos nuestra herencia espiritual y nos manifestamos tal y como Dios nos ha creado.

Hoy, Padre, es sin duda un día festivo, pues tu Hijo vuelve a su Hogar.


Ejemplo-Guía: "¿Cómo te imaginas un mundo en el que el hombre ha recordado que es el Hijo de Dios?

El nacimiento al mundo físico viene, habitualmente, acompañado por el llanto de la criatura. Ese llanto se convierte en la evidencia de que el cuerpo responde al nuevo estado de percepción que le ofrece el mundo.

En el estado previo al nacimiento, ese cuerpo ha estado en contacto directo con su creador. El vientre materno ha constituido su hogar durante el periodo que ha durado su gestación. En ese estado, podemos decir que hemos gozado de la plenitud, de la seguridad y de la abundancia que nos ha dispensado nuestro hacedor. Pero en dicho estado, no se ha tenido conciencia propia, no hemos sentido necesidad, formamos parte de nuestro creador.

Utilizar ese símil para intentar comprender la relación de Dios y Su Hijo puede ayudarnos a entender el estado actual de conciencia con la que se encuentra identificado el hombre. No mantenemos recuerdo de nuestra relación directa con Dios. Nuestra memoria se encuentra identificada con la información que recibe del mundo de percepción, esto es, del escenario que fabricamos cuando nos desvinculamos de nuestro creador.

El recuerdo de que soy el Hijo de Dios me lleva a imaginar un mundo libre de miedos. La percepción verdadera de lo que soy me lleva a aceptar que mi función en este mundo es extender el amor a través de la visión del perdón, lo cual se traducirá en ser la muestra viviente de una visión inocente e impecable.

¿Cuántas almas deben alcanzar esa visión para que el mundo se transforme, del miedo al amor?

Un Curso de Milagros nos aporta una información que nos puede ser de utilidad de cara a este tema:

"Hoy sólo se necesitan dos que deseen gozar de felicidad para que se la ofrezcan al mundo entero. Sólo se necesitan dos que comprendan que no pueden decidir por su cuenta, para garanti­zar que el júbilo que pidieron sea plenamente compartido por todos. Pues han entendido la ley básica que les otorga poder a todas las decisiones y les confiere todos los efectos que ellas jamás puedan tener. Sólo se necesitan dos. Estos dos tienen que haberse unido antes de que se pueda tomar una decisión" (T-30.I.17:1-5). 

El número dos, la dualidad, se convierte en la puerta de retorno hacia la unidad, una unidad que es recordada. Si integramos al otro en nuestro interior, estaremos recordando que nunca ha existido separación, salvo en nuestra falsa creencia de que podemos estar separados de nuestra Fuente y de Su Creación. 

Parafraseando el principio de Arquímedes:  "Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo", podemos expresar: "Integra a tu hermano y vencerás al mundo".



Reflexión: Integrando a nuestro hermano. ¿Existe el otro?

Capítulo 23. LA GUERRA CONTRA TI MISMO: Introducción (1ª parte).

 Capítulo 23

LA GUERRA CONTRA TI MISMO

 

Introducción (1ª parte).

1.  ¿No te das cuenta de que lo opuesto a la flaqueza y a la debili­dad es la impecabilidad*2La inocencia es fuerza, y nada más lo es. 3Los que están libres de pecado no pueden temer, pues el pecado, de la clase que sea, implica debilidad. 4La demostración de fuerza de la que el ataque se quiere valer para encubrir la fla­queza no logra ocultarla, pues, ¿cómo se iba a poder ocultar lo que no es real? 5Nadie que tenga un enemigo es fuerte, y nadie puede atacar a menos que crea tener un enemigo. 6Creer en enemigos es, por lo tanto, creer en la debilidad, y lo que es débil no es la Volun­tad de Dios. 7Y al oponerse a ésta, es el "enemigo" de Dios. 8Y así, se teme a Dios, al considerársele una voluntad contraria.

A estas alturas de las enseñanzas, tal vez nos hayamos dado cuenta de que el sistema de pensamiento fabricado por el ego, por la creencia en la separación, ha dado lugar a un mundo contrario al orden natural, esto es, a la verdad y a lo real. 

La creencia en la separación favoreció el pensamiento del miedo, del pecado y de la culpa. El creer que el comer de la fruta prohibida del árbol del bien y del mal tuvo como consecuencia la expulsión del estado paradisiaco del que gozaba el Hijo de Dios, es decir, del estado de unidad con Dios y con Su Creación, nos llevó a descubrir nuestra desnudez, esto es, nuestra inocencia, y a sentirnos avergonzados al albergar el deseo de ser especial y a la pérdida de nuestra impecabilidad y fortaleza.

Nos dicen las Escrituras que ese acto de desobediencia propició que la conciencia entrase en un estado semejante al sueño del cual aún no ha despertado. Ese estado de sueño ha dado lugar a la percepción falsa y a la fabricación de una realidad ilusoria cuyo protagonista es el cuerpo y las leyes de la temporalidad propias de lo irreal.

La fortaleza de Dios es inquebrantable y está basada en su naturaleza impecable y pura. Su Hijo comparte esa misma condición, la cual forma parte de su naturaleza verdadera y espiritual. Sin embargo, cuando su voluntad fue seducida por la tentación del deseo de ser especial, su mente dejó de servir al amor y a la unidad y su conciencia quedó dormida y sumida en la pesadilla del sueño que es el estado en el que la mente se encuentra cuando decide servir a la dualidad y negar la unidad.

2.  ¡Qué extraña se vuelve en verdad esta guerra contra ti mismo! 2No podrás sino creer que todo aquello de lo que te vales para los fines del pecado puede herirte y convertirse en tu enemigo. 3lucharás contra ello y tratarás de debilitarlo por esa razón, y cre­yendo haberlo logrado, atacarás de nuevo. 4Es tan seguro que tendrás miedo de lo que atacas como que amarás lo que percibes libre de pecado. 5Todo aquel que recorre con inocencia el camino que el amor le muestra, camina en paz. 6Pues el amor camina a su lado, resguardándolo del miedo. 7Y lo único que ve son seres inocentes, incapaces de atacar.

La historia de la humanidad parece surgir a partir de que la astuta serpiente tentara a Eva para que comiese de la fruta prohibida. La implicación de la naturaleza emocional —Eva— le pide a la voluntad —Adán— que se ponga a su servicio, esto es, que coma, igualmente, de la fruta para que de este modo pudiesen ser como Dios. Detrás de esta simbología sagrada se esconde el mecanismo que llevó a la mente a desviar su atención hacia una fuerza llamada deseo de la que no era consciente. El Hijo de Dios gozaba del estado de comunión con su creador y en ese estado del ser era pleno, perfecto e inocente. La fuerza del deseo se presenta a la mente mostrándole el aspecto de la necesidad, de la incompleción, de la escasez, cuando en verdad, el argumento de ser como Dios era una falsa astucia, pues el Hijo de Dios ya era como Dios, pero lo narran dándonos a entender que no era consciente de dicha condición.

No, la historia de la humanidad no surge tras la ilusoria transgresión de quebrantar el precepto divino de no comer del árbol del bien y del mal. La humanidad es Una, pues es la Filiación, la obra creadora de Dios. El Hijo de Dios es Uno. La separación fue una ilusión: El "surgimiento de muchos" proviene del aparente sueño de separación, en el que el Hijo único pareció separarse de Dios. Este acto nunca ocurrió en realidad, pero parece haber sucedido en la mente dormida del Hijo.    Los muchos cuerpos, las múltiples mentes y personalidades que percibimos forman parte de este sueño de separación. En verdad, no estamos separados, pero creemos estarlo. Esta creencia origina el mundo que vemos.

3. Camina gloriosamente, con la cabeza en alto, y no temas nin­gún mal. 2Los inocentes se encuentran a salvo porque comparten su inocencia. 3No ven nada que sea nocivo, pues su conciencia de la verdad libera a todas las cosas de la ilusión de la nocividad. 4lo que parecía nocivo resplandece ahora en la inocencia de ellos, liberado del pecado y del miedo, y felizmente de vuelta en los brazos del amor. 5Los inocentes comparten la fortaleza del amor porque vieron la inocencia. 6todo error desapareció porque no lo vieron. 7Quien busca la gloria la halla donde ésta se encuentra. 8¿Y dónde podría encontrarse sino en los que son inocentes?

El inocente no siente la necesidad de ser alguien, ni siente miedo de no ser nadie. El inocente no siente el deseo de ser especial y no se siente incompleto, ni separado, pues se sabe parte del Todo, el Hijo de Dios.

La creencia en el pecado, en la separación, es un pesado fardo que no nos permite sentirnos en libertad. Creer en el pecado despierta la voz juzgadora de la culpa que nos atormenta con liberarnos de esa pesada carga. Ante la desesperación que ocasiona el sentimiento de la culpa, tomamos la decisión de castigarnos, entendiendo que atacándonos quedaremos purificados de nuestros pecados. El cuerpo es el elegido para sufrir ese suplicio redentor, pero lo peor de ello no es tan solo el autocastigo que nos infligimos, sino que proyectaremos sobre los demás ese ejercicio de purificación y atacaremos el pecado que percibiremos en el otro a través de nuestros juicios condenatorios.

jueves, 21 de agosto de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 233

LECCIÓN 233

Hoy le doy mi vida a Dios para que Él la guíe.

1. Padre, hoy te entrego todos mis pensamientos. 2No quiero quedarme con ninguno de ellos. 3En su lugar, dame los Tuyos. 4Te entrego asi­mismo todos mis actos, de manera que pueda hacer Tu Voluntad en lugar de ir en pos de metas inalcanzables y perder el tiempo en vanas imaginaciones. 5Hoy vengo a Ti. 6Me haré a un lado y simplemente Te seguiré. 7Sé Tú el Guía hoy, y yo el seguidor que no duda de la sabiduría de lo Infinito, ni del Amor cuya ternura no puedo comprender, pero que es, sin embargo, el perfecto regalo que Tú me haces.

2. Hoy nos dirige un solo Guía. 2mientras caminamos juntos le entregamos este día sin reserva alguna. 3Éste es Su día. 4por eso es un día de incontables dones y de infinitas mercedes para nosotros.


¿Qué me enseña esta lección?

El ego no entiende los designios de Dios. Prefiere culpar al Creador de su mala suerte, de su mala fortuna. De este modo, adquiere el rol de víctima antes que reconocer que en la vida cosechamos aquello que sembramos.

Existe un dicho popular donde vivo, que dice: “Solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena”. Es frecuente que recurramos a la Divinidad tan sólo cuando las cosas nos van mal, pero no antes. Esta situación nos recuerda que no utilizamos nuestros valores espirituales en la fase de creación, pero sí pretendemos que, en la fase de los efectos, todo nos sonría y nos aporte felicidad y éxitos.

Esas creencias están obsoletas. Pensar que nuestros pensamientos y sentimientos no contribuyen en las experiencias que vivimos es determinar que Dios juega caprichosamente al azar con nuestro destino. Cuando, en verdad, Dios respeta la libertad con la que nos ha dotado, nuestro libre albedrío.

Hoy, entrego todos mis pensamientos, sentimientos y acciones a mi Creador. Hoy, decido crear en Su Nombre y para ello, deseo que sea Su Voluntad la que se exprese a través de mí.

En la medida en que dirijo mi Amor hacia Dios, estoy recibiendo ese Amor multiplicado por mil. Aquello que damos, recibimos.

Cuando ese Amor se hace carne, entonces nos expandimos a través de nuestros hermanos, con los que compartimos la condición de seres divinos, de Hijos de Dios.


Ejemplo-Guía: "¿A quién elijo entregar mi vida? 

En la lección de ayer, hacíamos una reflexión sobre cómo debíamos vivir las enseñanzas del Curso y decíamos que la búsqueda del "cómo" nos lleva a situarnos en el escenario de la percepción y dicho escenario es el hábitat natural del ego, el cual acostumbra a basar sus creencias en el juicio, en las reglas, en las leyes, que limitan la expresión natural del Ser.

Bueno, en el día de hoy, el Curso nos invita a que continuemos profundizando en la línea ya trazada, que ha de conducirnos a tomar consciencia de lo que somos en realidad. Si ayer pedíamos que Dios permaneciese en nuestra mente, hoy tomamos la decisión más importante: le entregamos nuestra vida.


La pregunta que da título al ejemplo-guía nos lleva a dar una respuesta clara y sincera. ¿A quién estamos entregando nuestra vida? Quizás te sientas llamado a reflexionar sobre tus actos, pero si así lo hacemos, nos encontraremos con el "cómo-conciencia", que nos aportará una información de cómo nos comportamos en el mundo, con lo cual nos está revelando que albergamos la creencia de que este mundo es real. Por otro lado, nos llevará a realizar un juicio condenatorio de todas nuestras acciones consideradas "malas". Buscamos lo bueno y nos encontramos con su polaridad, a la cual condenamos y nos condenamos.

Sí, soy consciente de que hay que tomar una elección. Pero esa debe ser nuestra única decisión, la cual debe realizarse en el nivel de las "causas", en el nivel mental, no en el de los efectos, no en el cómo hacer las cosas. Si nuestra elección es que elegimos entregar nuestra vida a Dios, es por una única razón: hemos recordado que somos Su Hijo. Si elegimos entregar nuestra vida al ego, es por una única razón: tenemos la creencia de que somos un cuerpo.

Y una vez que hemos elegido entregar nuestra vida a Dios, ¿qué?

Si una vez que tenemos la certeza de que somos el Hijo de Dios, nos planteamos esta cuestión, es que no hemos entendido la pregunta, lo que nos lleva a no entender, igualmente, la respuesta. Tener la certeza de ser el Hijo de Dios es suficiente y no importa cómo hagamos las cosas, pues sin duda no haremos nada que no sea Su Voluntad, es decir, gozaremos de la visión de que lo único que debemos hacer es expresar nuestra voluntad.

Un Curso de Milagros, en el Capítulo 30, en su apartado I, lo dedica a describir "Reglas para tomar decisiones". 

"1. Tomar decisiones es un proceso continuo, 2pero no siempre te das cuenta de cuándo las estás tomando. 3Mas con un poco de práctica con aquellas de las que ya eres consciente, comienza a establecerse un patrón que te ayudará con las demás. 4No es con­veniente que te preocupes por cada paso que tengas que dar. 5Si adoptas una perspectiva correcta al despertar, habrás ganado ya una gran ventaja. 6Mas si experimentas gran resistencia y ves que tu resolución flaquea, es que todavía no estás listo. 7No luches contra ti mismo. 8Piensa más bien en la clase de día que te gustaría tener, y dite a ti mismo que hay una manera muy fácil de que este mismo día pueda transcurrir así. 9Trata entonces una vez más de tener la clase de día que deseas.

2. (1) Este enfoque comienza con la siguiente declaración: 


2Hoy no tomaré ninguna decisión por mi cuenta.

Os invito a completar la lectura de dicho punto. Si te preocupa cómo dedicar el día a Dios una vez elegido entregarle tu vida, te ayudará a comprender que no debemos tomar decisiones por nuestra cuenta, pues serán decisiones inspiradas por el ego. 

Reflexiones: Las decisiones que tomo por mi cuenta me llevan a...

Capítulo 22. VI. La luz de la relación santa (5ª parte).

VI. La luz de la relación santa (5ª parte).

13. Sólo los que son diferentes pueden atacar. 2de ahí deduces que porque puedes atacar, debes ser diferente de tu hermano. 3Sin embargo, el Espíritu Santo explica esto de otra manera. 4No pue­des atacar precisamente porque no eres diferente de tu hermano. 5Cualquiera de esas dos posturas es una conclusión lógica. 6Cual­quiera de ellas puede ser aceptada, pero no ambas. 7La única pregunta que necesita contestarse a fin de decidir cuál de las dos es verdad, es si en realidad tú eres diferente de tu hermano. 8Desde el punto de vista de lo que entiendes parece que lo eres, y, por lo tanto, que puedes atacar. 9De ambas alternativas, ésta parece la más natural y la más afín a tu experiencia. 10Por eso es necesario que tengas otras experiencias, más afines a la verdad, para enseñarte lo que en realidad es natural y verdadero.

Si aplicamos en nuestras vidas el sistema de pensamiento del ego, nos resultará difícil entender por qué, a pesar de que dicho sistema de pensamiento nos lleva a la percepción del miedo, del dolor, del sufrimiento, no decidimos cambiarlo, sustituirlo por un nuevo sistema de pensamiento. Planteado más escuetamente: "Si algo nos hace daño, ¿por qué no lo abandonamos?

Los investigadores del comportamiento del cerebro nos aportan información que nos puede ayudar a encontrar una respuesta a esta cuestión.

Mientras que la mente se relaciona con los pensamientos, el cuerpo se relaciona con los sentimientos y emociones. En el sistema del ego, el cuerpo es el dueño y la mente su servidora. La razón de ello radica en que las experiencias vividas por el cuerpo producen sentimientos y emociones que el cerebro graba en forma de memoria. La repetición de esas experiencias corporales fortalece los sentimientos y emociones, los cuales potencian la parte del cerebro donde se produce la grabación en la memoria, convirtiéndose en el recuerdo. De este modo, cada vez que afrontamos una experiencia similar, el cerebro activa el recuerdo de los sentimientos vividos en el pasado y, de manera automática, responde ante ello de la misma forma en la que lo hicimos en la primera experiencia. Llega un momento en que, cuando estamos repitiendo vivencias (cosa bastante común), lo que estamos haciendo es recrear el pasado, es decir, vivimos el presente en términos de pasado y en nuestra vida todo se repite una y otra vez.

Ante un cerebro programado por las experiencias del cuerpo, la mente tiene poco que hacer, es decir, la función creadora de la mente está imposibilitada de ejercer su función cuando el cerebro está totalmente supeditado al cuerpo.

Si creemos que somos un cuerpo y vemos a nuestros hermanos como una amenaza para nuestra seguridad personal, lo que estamos haciendo es transmitir al cerebro el mensaje de nuestros sentimientos de miedo como consecuencia de nuestra relación individual. Pensaremos y sentiremos que el otro es una fuente de peligro para nuestra integridad. Lo que sigue, todos lo conocemos.

"Será necesario tener otras experiencias más afines a la verdad", nos dice Jesús en este punto. Esas experiencias nuevas deben reinvertir los papeles del cerebro y del cuerpo. La mente recta, la razón, debe gobernar el cerebro y deshacer los viejos sentimientos y emociones basadas en el miedo, y en su lugar, depositar la gracia del amor. De este modo, la relación especial se convertirá en santa y los efectos de ello serán la expansión del amor y de la paz en el mundo.

14. Esa es la función de tu relación santa. 2Pues lo que uno de vosotros piense, el otro lo experimentará con él. 3¿Qué puede querer decir esto, sino que tu mente y la mente de tu hermano son una? 4No veas con temor este feliz hecho ni pienses que con ello se te impone una pesada carga. 5Pues cuando lo hayas acep­tado de buen grado, te darás cuenta de que vuestra relación es un reflejo de la unión que existe entre el Creador y Su Hijo. 6Entre las mentes amorosas no hay separación. 7Y cada pensamiento que una de ellas tiene le brinda felicidad a la otra porque es la misma mente. 8La dicha es ilimitada porque cada pensamiento de amor radiante extiende su ser y crea más de sí mismo. 9En él no tienen cabida las diferencias, pues todo pensamiento es como él mismo.

Al cambiar las funciones directoras del cuerpo en el cerebro-mente, lo que estaremos haciendo es percibir correctamente la realidad. El cuerpo es neutral y la mente es la que es portadora del poder de crear. En el mundo de la ilusión que percibimos actualmente, cuando este cambio de funciones sea una realidad, el cuerpo gozará de mayor armonía y salud, pues será la expresión de los mandatos que recibe de la fuente, de la mente, donde la visión de la unidad hará que todo goce de la vibración armónica de la paz.

El Hijo de Dios será consciente de su poder creador y lo utilizará para establecer relaciones santas y para dirigir la vida bajo la guía del Espíritu Santo y de la visión Crística.

15. La luz que os une brilla a través del universo, y puesto que os une, hace que seáis uno con vuestro Creador. 2en Él converge toda la creación. 3¿Lamentarías no poder sentir miedo solo, cuando tu relación te puede enseñar que el poder del amor reside en ella, haciendo así que el miedo sea imposible? 4No intentes conservar un poco del ego junto con este regalo. 5Pues se te dio para que lo usaras, no para que lo ocultases. 6Aquello que te enseña que no os podéis separar niega al ego. 7Deja que la verdad decida si tú y tu hermano sois diferentes o iguales, y que te enseñe cuál de estas dos posibilidades es verdad.

Cuando escribo estas líneas, soy consciente de que mi razón me dice que no soy un cuerpo; que mi realidad verdadera es ser el Hijo de Dios. Que soy libre para amar y para crear. Que mi voluntad puede servir a la verdad o al error. Que puedo elegir: ser especial o ser santo. Que ser especial es elegir por el miedo y por el sufrimiento. Que ser santo es elegir por el amor y por la paz.

Soy consciente del infinito campo de posibilidades donde mi mente puede colapsar una opción u otra. Soy consciente de la importancia de saber elegir bajo la supervisión de la Mente Recta, del Espíritu Santo.

Jesús, sensible a todas estas cuestiones, nos ayuda en este instante crucial y nos dice: "Deja que la verdad decida si tú y tu hermano sois diferentes o iguales, y que te enseñe cuál de estas dos posibilidades es verdad".

Si vemos diferencias, las consecuencias ya las conocemos; el miedo gobernará nuestras vidas y seremos infelices.

Si vemos igualdad, las consecuencias ya las conocemos: el amor se expandirá en nuestras vidas y compartiremos la felicidad eterna.  

miércoles, 20 de agosto de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 232

LECCIÓN 232

Permanece en mi mente todo el día, Padre mío.

1. Padre mío, permanece en mi mente desde el momento en que me despierte, y derrama Tu luz sobre mí todo el día. 2Que cada minuto sea una oportunidad más de estar Contigo. 3Y que no me olvide de darte las gracias cada hora por haber estado conmigo y porque siempre estás ahí presto a escucharme y a contestarme cuando te llamo. 4Y al llegar la noche, que todos mis pensamientos sigan siendo acerca de Ti y de Tu Amor. 5que duerma en la confianza de que estoy a salvo, seguro de Tu cuidado felizmente consciente de que soy Tu Hijo.

2. Así es como debería ser cada día. 2Practica hoy el final del miedo. 3Ten fe en Aquel que es tu Padre. 4Deja todo en Sus Manos. 5Deja que Él te revele todo y no te desanimes, pues eres Su Hijo.


¿Qué me enseña esta lección?

Diariamente, desde que despierto, mi primer pensamiento es para agradecer a Dios la oportunidad que me ofrece para dar testimonio, en el mundo, del Amor.

Le doy gracias por permitirme tomar conciencia de lo que soy.

Hablo con Él, y le pido que tenga paciencia conmigo, pues aún cometo errores. En realidad, me doy cuenta de que Él no aprecia mis errores, y que debo ser yo el que perdone todos y cada uno de los juicios condenatorios en los que me autoinculpo.

¡Hágase Tu Voluntad, Padre!, y dame luz para ver cuál es mi función en el mundo. Si he de compartir tus Milagros con el mundo, guía mis pasos allí donde deba otorgarlos en tu Santo Nombre.

En mi diálogo matinal, me fortalece llevar a cabo la siguiente plegaria:

“Estoy aquí únicamente para ser útil.
Estoy aquí en representación de Aquel que me envió.
No tengo que preocuparme por lo que debo decir ni por lo que debo hacer, pues Aquel que me envió me guiará.
Me siento satisfecho de estar dondequiera que Él desee, porque sé que Él estará allí conmigo.
Sanaré a medida que le permita enseñarme a sanar”.

A lo largo del día, procuro restablecer el diálogo. Siempre hay algún tema que me gusta compartir con Él.

Antes de ir a dormir, mi último pensamiento lo dedico a agradecerle la ayuda prestada.

Desde que practico esta comunicación con Dios y con el Espíritu Santo, mi vida tiene otro sentido. Me siento protegido y en paz, sabiendo que mi única función es amar.


Ejemplo-Guía: ¿Cómo debo vivir cada día según las enseñanzas del Curso?

Es inevitable que todos, en alguna ocasión, a lo largo del estudio de las enseñanzas recogidas en Un Curso de Milagros, se hayan hecho esta pregunta. Yo me encuentro entre los estudiantes que he deseado poder tener una guía clara que me ayudase en la tarea de saber cómo vivir el día a día, cómo actuar en cada ocasión. 

Hoy, mi visión es distinta. He llegado a entender que lo verdaderamente importante no es el cómo, ni tan siquiera el "por qué" lo haces. El "cómo" exige la aplicación de una regla y toda regla es una limitación y un juicio. Detrás del "cómo" siempre existe un temor, y el temor es la expresión del miedo. Queremos conocer cómo hacer las cosas por temor a hacerlo mal. ¿Ves el juicio? ¿Ves la dualidad? 

En cuanto al "por qué", siempre nos lleva a una creencia de necesidad, y la necesidad es una expresión de la escasez. Sabemos que esa creencia es fruto de la emoción del miedo al haber sido expulsados del Paraíso Terrenal, la tierra de miel y leche donde el Creador dispuso a Su Hijo. Por otro lado, el "por qué" está estrechamente relacionado con la culpa: "¿Por qué me ha pasado esto a mí? 

¿Entonces qué guía debemos seguir para vivir según las enseñanzas del Curso? 

La conciencia se convierte en la riqueza atesorada por el ego. Experimentar se traduce en la enseñanza más directa que nos puede ofrecer el mundo material. Conciencia es percepción. Conciencia es el estado previo al recuerdo de Dios, al recuerdo de lo que somos. Cuando se produce ese recuerdo, la vivencia produce un nuevo estado: la consciencia. Cuando buscamos respuestas al "cómo", estamos buscando conciencia. Cuando vivimos desde lo que somos, desde nuestra condición natural, desde el Amor, estamos manifestando consciencia, o lo que es lo mismo, la certeza de que somos un Ser Espiritual y no un cuerpo. 

Si somos capaces de trascender el "cómo-conciencia", es decir, si dejamos de preocuparnos sobre cómo debemos hacer las cosas y, en cambio, nos entregamos a la experiencia de Ser, entonces lo que estamos haciendo es quitar todo el significado al "cómo", lo que da lugar a la expresión del "cómo-consciencia", o lo que es lo mismo, nuestras acciones son expresiones de Amor. 

San Agustín, en una de sus famosas citas, expresó lo que quiero decir de una manera maravillosa: 

"Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor. Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos".


Reflexión: ¡Ama y haz lo que quieras!

Capítulo 22. VI. La luz de la relación santa (4ª parte).

VI. La luz de la relación santa (4ª parte).

9. ¿Qué otra cosa podría ser contemplar con caridad aquello que tu Padre ama, sino una bendición universal? 2Extender el perdón es la función del Espíritu Santo. 3Deja eso en Sus manos. 4Ocúpate únicamente de entregarle aquello que se puede extender. 5No guardes ningún secreto tenebroso que Él no pueda usar, antes bien, ofrécele los pequeños regalos que Él puede extender para siempre. 6Él aceptará cada uno de ellos y los convertirá en una fuerza potente en favor de la paz. 7El Espíritu Santo no dejará de bendecir ni uno solo de los regalos que le haces ni los limitará en forma alguna. 8Los infundirá de todo el poder que Dios le ha conferido, a fin de hacer de cada uno de ellos un manantial de curación para todos. 9Cada pequeño regalo que le ofreces a tu hermano derrama luz sobre el mundo. 10No te preo­cupes por las tinieblas; mira más allá de ellas y contempla a tu hermano. 11Y deja que las tinieblas sean disipadas por Aquel que conoce la luz y que tiernamente la deposita en cada una de las dulces sonrisas de fe y de confianza con que bendices a tu her­mano.

El mejor regalo que podemos ofrecerle al Espíritu Santo es el de nuestra mente recta, la razón. De nuestra mente recta tan sólo pueden fluir pensamientos amorosos y portadores de dicha y felicidad. De la mente recta surge la gratitud y el reconocimiento de que todos formamos parte de la unidad compartida en la Mente de Dios, nuestro Creador. La gratitud es una expresión del amor, por lo que su expresión se convierte en el reconocimiento de la unidad.

El gesto de la gratitud bendice al receptor y al emisor, pues, como hemos dicho anteriormente, sus efectos producen la visión de la unidad. Agradecer y bendecir son el regalo que podemos ofrecer al Espíritu Santo para que lo extienda allí donde se necesi

10De tu aprendizaje depende el bienestar del mundo. 2es sólo la arrogancia lo que negaría el poder de tu voluntad. 3¿Crees acaso que la Voluntad de Dios es impotente? 4¿Es a eso a lo que llamas humildad? 5No te das cuenta de lo que esta creencia ha ocasionado. 6Te consideras a ti mismo vulnerable, débil, fácil de destruir y a merced de innumerables agresores mucho más fuer­tes que tú. 7Examinemos detenidamente cómo fue que surgió este error, pues en él yace enterrada la pesada ancla que parece man­tener vigente, inamovible y sólido como una roca el temor a Dios. 8Y mientras esa creencia perdure, así parecerá ser.

Al poner nuestra voluntad al servicio del deseo de ser especial, elegimos sustituir nuestra identidad eterna por una identidad pasajera. Dicha elección trascendió en una nueva percepción donde la unidad de las mentes fue alterada por la creencia en la separación. El conocimiento se olvidó y el sistema de pensamiento basado en la individualidad nos desconectó de la razón y de la verdad, cerrando nuestros ojos espirituales y abriendo los ojos del cuerpo.

La voluntad es nuestro poder creador, el cual ha sido heredado en nuestra condición de Hijo de Dios. Nuestra actual percepción errónea es consecuencia de un acto de nuestra voluntad, la cual se ha fijado como objetivo satisfacer el deseo de especialismo. Pero la arrogancia que exhibe la identidad egoica niega que el mundo que percibimos sea nuestra creación ilusoria y prefiere defender la creencia en un Dios vengativo que nos está castigando por haberle desobedecido.

11. ¿Quién puede atacar al Hijo de Dios y no atacar a su Padre? 2¿Cómo iba a ser el Hijo de Dios débil, frágil y fácil de destruir a menos que su Padre también lo fuese? 3¿No te das cuenta de que cada pecado y cada condenación que percibes y justificas es un ataque contra tu Padre? 4Por eso es por lo que el ataque no ha tenido lugar ni puede ser real. 5No te percatas de que ésa ha sido tu intención porque crees que el Padre y el Hijo están separados. 6Y no puedes sino pensar que están separados, debido al miedo. 7Pues parece menos arriesgado atacar a otro o atacarte a ti mismo que atacar al gran Creador del universo, Cuyo poder conoces.

Lo que Jesús nos aporta en este punto es muy interesante, pues nos advierte una cuestión de lógica que, al ser considerada y comprendida, nos permitirá reconocer que el ataque, en cualquiera de sus formas, tan sólo es posible en el mundo de la ilusión, pero imposible en el mundo real y verdadero. ¿Cuál es esta razón? Expresado con sencillez. Lo que forma una unidad no puede atacarse a sí mismo. Tan solo la creencia en la separación puede argumentar que el ataque es posible, pues los cuerpos así lo sufren o lo otorgan. Sin esos cuerpos, no sería posible.

12. Si fueses uno con Dios y reconocieses esa unidad, sabrías que Su poder te pertenece. 2Mas no podrás recordar esto mientras creas que el ataque, de la clase que sea, tiene sentido. 3Ninguna clase de ataque está justificado porque no tiene sentido. 4De la única manera en que el ataque se podría justificar es si tú y tu hermano estuvieseis realmente separados el uno del otro, y todo el mundo estuviese separado del Creador. 5Pues sólo entonces sería posible atacar una parte de la creación sin atacarla a toda ella; atacar al Hijo sin atacar al Padre; atacar a otro sin atacarte a ti mismo o herirte a ti mismo sin que otro sufriese dolor. 6Sin embargo, no te quieres deshacer de esa creencia. 7Mas ¿dónde reside su valor, sino en el deseo de poder atacar impunemente? 8El ataque no es ni peligroso ni inocuo. 9Sencillamente es imposi­ble. 10esto es así porque el universo es uno. 11No elegirías atacar su realidad si no fuese porque para poder verlo separado de su hacedor es esencial atacar. 12así parece como si el amor pudiese atacar y volverse temible.

Jesús amplía sus argumentos a favor de la idea de que el ataque es imposible y que creer que lo es forma parte de la percepción falsa en la que se basa el sistema de pensamiento del ego.

Ver nuestra individualidad es consecuencia de nuestro deseo de ser especial y nos confirma que hemos elegido olvidarnos de nuestra condición espiritual y su condición esencial, la de uno con todo lo creado, pues formamos una unidad en la Mente de nuestro Creador.

La visión de la individualidad propicia la visión de cuerpos separados en los cuales proyectamos el contenido de nuestras creencias, las cuales están basadas en el miedo y en la ausencia de amor. El miedo que sentimos en nuestro interior nos lleva a encontrar un mecanismo de defensa para protegernos. De este modo, el ataque se convierte en nuestra mejor estrategia para preservarnos del ataque de los demás. El conflicto está servido y garantizado. 

martes, 19 de agosto de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 231

2. ¿Qué es la salvación? 

1. La salvación es la promesa que Dios te hizo de que finalmente encontrarás el camino que conduce a Él. 2Él no puede dejar de cumplirla. 3Garantiza que al tiempo le llegará su fin, al igual que a todos los pensamientos que se originaron en él. 4La Palabra de Dios se le concede a toda mente que cree tener pensamientos separados, a fin de reemplazar, esos pensamientos de conflicto con el Pensamiento de la paz. 

2. El Pensamiento de la paz le fue dado al Hijo en el mismo ins­tante en que su mente concibió el pensamiento de la guerra. 2Antes de eso no había necesidad de ese Pensamiento, pues la paz se había otorgado sin opuestos y simplemente era. 3Una mente dividida, no obstante, tiene necesidad de curación. 4Y así, el Pen­samiento que tiene el poder de subsanar la división pasó a formar parte de cada fragmento de la mente que seguía siendo una, pero no reconocía su unidad. 5Al no conocerse a sí misma, pensó que había perdido su Identidad. 

3. La salvación es un des-hacer en el sentido de que no hace nada, al no apoyar el mundo de sueños y de malicia. 2De esta manera, las ilusiones desaparecen. 3Al no prestarles apoyo, deja que sim­plemente se conviertan en polvo. 4lo que ocultaban queda ahora revelado: un altar al santo Nombre de Dios donde Su Palabra está escrita, con las ofrendas de tu perdón depositadas ante él, y tras ellas, no mucho más allá, el recuerdo de Dios. 

4. Acudamos diariamente a este santo lugar y pasemos un rato juntos. 2Ahí compartimos nuestro sueño final. 3Es éste un sueño en el que no hay pesares, pues contiene un atisbo de toda la glo­ria que Dios nos ha dado. 4En él se ve brotar la hierba, los árboles florecer y los pájaros hacer sus nidos en su ramaje. 5La tierra nace de nuevo desde una nueva perspectiva. 6La noche ya pasó, y ahora nos hemos unido en la luz. 

5. Desde ahí le extendemos la salvación al mundo, pues ahí fue donde la recibimos. 2El himno que llenos de júbilo entonamos le proclama al mundo que la libertad ha retornado, que al tiempo casi le ha llegado su fin y que el Hijo de Dios tan sólo tiene que esperar un instante antes de que su Padre sea recordado, los sue­ños hayan terminado, la eternidad haya disuelto al mundo con su luz y el Cielo sea lo único que exista.




LECCIÓN 231

Padre, mi voluntad es únicamente recordarte.

1.  ¿Qué puedo buscar, Padre, sino Tu Amor? 2Tal vez crea que lo que busco es otra cosa; algo a lo que le he dado muchos nombres. 3Mas lo único que busco, o jamás busqué, es Tu Amor. 4Pues no hay nada más que jamás quisiera realmente encontrar. 5Quiero recordarte. 6¿Qué otra cosa podría desear sino la verdad acerca de mí mismo?

2. Ésa es tu voluntad, hermano mío. 2compartes esa voluntad conmigo así como con Aquel que es nuestro Padre. 3Recordarlo a Él es el Cielo. 4Esto es lo que buscamos. 5esto es lo único que nos será dado hallar.


¿Qué me enseña esta lección?

Padre, mi única voluntad es hacer Tu Voluntad. 

¿Acaso Tu Voluntad no es amar? Pues amar es Extenderse. 

Esa es mi única misión en la Tierra: extender el amor a través de mis acciones creadoras. 

Cada uno de mis pensamientos y cada uno de mis sentimientos están inspirados por la Voluntad de mi Padre, por la Fuerza de Su Amor. De esa conjunción de fuerzas surge el acto de Amor, el cual nos lleva a reconocer, en el rostro de cada uno de nuestros hermanos, el Rostro de nuestro Creador. 

Cuando pensamientos y sentimientos hablan de Amor, visualizo la Unidad como el lazo que nos vincula a Todo lo Creado. 

Hoy, Padre, mi voluntad es únicamente amar.


Ejemplo-Guía: "¿Por qué nos hemos olvidado de Dios?

Olvidar no es negar. El acto de olvidar encierra en sí una decisión, una elección. No es algo fortuito que ocurre por azar. Olvidamos un pensamiento cuando otro pensamiento ocupa su lugar. Todo acto de olvido es una experiencia ilusoria, pues ningún pensamiento muere, o lo que es lo mismo, todo pensamiento sigue a su Fuente.

Ya hemos visto en otras ocasiones que la creencia en la separación encuentra su causa en un pensamiento ilusorio que nunca ocurrió, pero que en nuestra mente ha adoptado una idea imaginaria a la que le hemos otorgado valor y significado, con la cual la hemos hecho real.

Se suele utilizar el símil del sueño para tratar de explicar el estado que actualmente estamos experimentando. Durante el sueño, lo que vivimos en verdad no ocurre, pero para nuestra percepción, le otorgamos el mismo valor que si hubiese sido real.

Si en los planes creadores de Dios hubiese estado contemplado que Su Hijo no pudiese cometer errores, lo único que tendría que haber hecho es crearnos diferente a Él, es decir, no habernos dotado con sus Atributos Creadores. De este modo, la conciencia de Su Hijo habría estado siempre guiada de tal modo que nuestra respuesta sería autómata, como la de un robot.

En verdad, nos sentimos como robotizados cuando en nuestra vida nos ocurren anécdotas a las que llamamos destino, sin que nos sintamos co-partícipes de su diseño. Esta duda existencial pierde su poder disuasorio, al menos en mi mente, cuando alcanzo a comprender que todo lo que soy capaz de percibir con mis sentidos responde a una causa mental. Si esto es así y toma la forma de una firme certeza en mis creencias, estoy en condiciones de afirmar que soy un ser creador.

La identificación con un aspecto irreal de nosotros mismos nos ha llevado a creer que hemos perdido la conexión con la Fuente, es decir, nos ha llevado a olvidar que formamos parte inseparable de la Mente de Dios.


El término recordar significa "volver a pasar por el corazón". Y es a nuestro corazón y no a nuestra mente, donde debemos entregar nuestras decisiones. El corazón es unificador, mientras que la mente es selectiva. Preguntemos a nuestro corazón, ¿quiénes somos? Y la respuesta no será razonada, no nos contestará "eres un hombre o una mujer, de nombre tal y de profesión cual". No, la respuesta del corazón será inspirada: "Eres un Ser Divino; eres la Vida".

Reflexión: ¿Pueden las imágenes de este mundo recordarnos a Dios?