martes, 4 de noviembre de 2025

Capítulo 24. VI. Cómo escaparse del miedo (8ª parte).

VI. Cómo escaparse del miedo (8ª parte).

9. Contémplalo tal como es, a fin de que tu liberación no se demore en llegar. 2Lo único que te ofrece la otra opción es vagar sin rumbo, sin propósito y sin haber logrado nada en absoluto. 3mientras tu hermano siga dormido y no se haya liberado del pasado, te atormentará una sensación de futilidad por no haber llevado a cabo la función que se te encomendó. 4Se te ha encomen­dado salvar de la condenación a aquel que se condenó a sí mismo, y a ti junto con él, para que así tanto tú como él os podáis salvar. 5ambos veréis la gloria de Dios en Su Hijo, a quien tomasteis por carne y a quien sometisteis a leyes que no tienen poder alguno sobre él.

Las ideas principales que se pueden extraer de este punto se resumen en las siguientes:

La visión correcta libera: Ver a tu hermano “tal como es” (más allá de sus errores, apariencias o pasado) es esencial para tu propia liberación y paz interior.

El juicio te ata: Si eliges ver a tu hermano solo a través de sus errores o su pasado, te condenas a ti mismo a una sensación de vacío y futilidad.

La función compartida: Tu propósito espiritual está ligado a ayudar a tu hermano a liberarse de la condena, lo que implica perdón, compasión y reconocimiento de su verdadera esencia.

La salvación es conjunta: No puedes salvarte solo; la liberación y la gloria de Dios se experimentan juntos, al reconocer la santidad en el otro.

¿Cómo podemos aplicar estas ideas a nivel cotidiano?

La visión correcta libera: Cuando interactúes con alguien que ha cometido errores o que parece “atrapado” en el pasado, haz un esfuerzo consciente por mirar más allá de sus fallos. Recuerda que su valor y su esencia no cambian por sus circunstancias.

Ejemplo: Si un familiar repite viejos patrones negativos, en vez de recordarle sus errores, apóyalo y recuérdale sus cualidades y potencial.

Reconocer que el juicio te ata a ti mismo: Cada vez que te sorprendas juzgando a alguien, detente y pregúntate: “¿Qué parte de mí estoy juzgando a través de esta persona?” Practica el perdón, no solo hacia el otro, sino también hacia ti mismo.


Ejemplo: Si te molesta la actitud de un compañero de trabajo, reflexiona sobre qué te está mostrando de ti mismo y busca comprender, en vez de condenar.

Entender que tu función espiritual es ayudar a liberar, no a condenar: Haz de tu propósito en las relaciones el apoyo, la compasión y el perdón. Recuerda que tu paz y sentido de propósito crecen cuando ayudas a otros a liberarse de la culpa y el pasado.


Ejemplo: Si un amigo está atrapado en la culpa, escúchalo sin juzgar y recuérdale que todos podemos aprender y cambiar.

Recordar que la salvación y la paz son conjuntas: Busca la reconciliación y la unidad en tus relaciones. Cuando ayudes a otro a sanar, tú también sanas.

Ejemplo: Si hay un conflicto familiar, propón el diálogo y el perdón, recordando que la paz de uno es la paz de todos.

Aplicación contigo mismo: Si te sientes atrapado en tus propios errores o en el pasado, recuérdate que tu liberación llega al verte con compasión y reconocer tu capacidad de aprender y cambiar.

Ejemplo: Si te culpas por algo, practica el auto-perdón y busca ver tu propia esencia más allá de tus fallos.

¿Qué debemos entender por “liberación conjunta” desde el punto de vista del Curso de Milagros?

La liberación conjunta es un concepto central en Un Curso de Milagros (UCDM) y está directamente relacionado con el punto que estamos analizando. 

Liberación conjunta significa que tu propia liberación, sanación y paz están íntimamente ligadas a la forma en que ves y tratas a los demás. Según UCDM, no puedes alcanzar la verdadera paz o “salvarte” solo; solo puedes hacerlo junto con tu hermano, porque ambos compartís la misma mente y esencia.

Los puntos clave que se extraen de este significado son los siguientes:

Ves en tu hermano lo que crees de ti mismo: Si ves culpa, error o condena en tu hermano, eso mismo refuerzas en ti. Si eliges ver su inocencia y santidad, reconoces la tuya propia.

El perdón es compartido: Cuando perdonas a tu hermano, te perdonas a ti mismo. Cuando lo liberas de tus juicios, te liberas tú del peso de la culpa y el resentimiento.

La función espiritual es conjunta: Tu propósito no es solo tu propia paz, sino ayudar a tu hermano a liberarse del pasado y del juicio, porque así ambos experimentan la gloria de Dios.

No hay salvación individual: UCDM enseña que la salvación es una experiencia compartida. No puedes “salvarte” dejando atrás a tu hermano; ambos avanzan juntos.

Ejercicio práctico: “El espejo del perdón”

1.  Elige una relación o situación.

Piensa en alguien con quien tengas conflicto, resentimiento, juicio o simplemente una relación que te gustaría sanar.

2. Observa tus pensamientos.

Escribe o reflexiona sobre los juicios, emociones o historias que tienes respecto a esa persona. Sé honesto contigo mismo.

3. Reconoce el reflejo.

Pregúntate:

  • ¿Qué parte de mí está siendo reflejada en esta persona?
  • ¿Qué me molesta de él/ella que también encuentro en mí?

4. Practica el perdón conjunto.

Cierra los ojos y visualiza a esa persona frente a ti. Repite mentalmente:

“Te perdono por lo que creo que hiciste. Me perdono por juzgarte. Elijo ver tu inocencia y la mía. Somos ambos dignos de amor y paz.”

5. Afirma la liberación.

Imagina que ambos soltáis las cadenas del pasado y os liberáis juntos. Siente la ligereza y la paz que surge al dejar ir el juicio.

6. Lleva la paz a la acción.

Si lo consideras oportuno, realiza una acción concreta:

  • Habla con esa persona desde la empatía.
  • Escribe una carta (aunque no la envíes).
  • Haz una oración o meditación conjunta.

7. Repite el ejercicio.

Hazlo cada vez que surja el conflicto o el juicio. La liberación conjunta es un proceso, no un evento único.

Recuerda:
La paz y la liberación que buscas solo se alcanzan plenamente cuando deseas y practicas esa misma paz para ambos. Al liberar a tu hermano, te liberas tú.

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