sábado, 4 de octubre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 277

  LECCIÓN 277

No dejes que aprisione a Tu Hijo con leyes que yo mismo inventé.

1. Tu Hijo es libre, Padre mío. 2No dejes que me imagine que lo he apri­sionado con las leyes que yo mismo inventé para que gobernasen el cuerpo. 3Él no está sujeto a ninguna de las leyes que promulgué para ofrecerle más seguridad al cuerpo. 4Lo que cambia no puede alterarlo a él en absoluto. 5Él no es esclavo de ninguna de las leyes del tiempo. 6Él es tal como Tú lo creaste porque no conoce otra ley que la del amor.

2. No adoremos ídolos ni creamos en ninguna ley que la idolatría quiera maquinar para ocultar la libertad de que goza el Hijo de Dios. 2El Hijo de Dios no está encadenado por nada excepto por sus propias creencias. 3Mas lo que él es está mucho más allá de su fe en la esclavitud o en la libertad. 4Es libre por razón de Quién es su Padre. 5nada puede aprisionarlo a menos que la verdad de Dios pueda mentir y Dios pueda disponer engañarse a Sí Mismo.


¿Qué me enseña esta lección?

La dimensión material está sujeta a las leyes de Jehová (Yod-He-Vav-He). Jehová representa las cuatro fases de todo proceso creativo en el mundo físico, donde el Yod es el Inicio, la semilla, y está relacionado con la Voluntad.

El He es la fase de interiorización, el arraigo de la semilla en la tierra, y está relacionado con la fuerza del deseo.

El Vav es la fase de exteriorización, el brote de la planta al exterior de la tierra, y está relacionado con la fuerza del pensamiento.

El 2º He es la fase de materialización, el fruto, y está relacionado con el cuerpo material.

Jehová rige sobre las leyes imperantes en la dimensión terrenal y nos revela que toda semilla aporta su fruto y que cada fruto engendra una nueva semilla. Jehová representa el aprendizaje a través de la experiencia material.

El Hijo de Dios, atendiendo a la llamada de esa dimensión, dejó su comunión con Dios, donde el Conocimiento era por vía directa, y se identificó con el cuerpo físico y con las leyes que en él imperan. Este proceso lo hemos llamado sueño, pues en verdad, la consciencia se encuentra identificada con un mundo ilusorio, sujeto a la temporalidad, y por lo tanto no real.

El estado de conciencia característico de esta dimensión nos revela las leyes del tiempo, donde la existencia queda sujeta al intervalo comprendido entre el nacimiento y la muerte.

Con las leyes de Jehová, cosechamos lo que sembramos y pagamos por lo que hemos hecho mal. La idea ancestral del pecado, a nivel del inconsciente colectivo de la humanidad, se ha grabado a fuego en nuestra genética, de tal modo que fabricamos un sistema para pagar nuestras deudas pendientes. Este sistema está basado en la creencia en el pecado, en la culpa y en la reencarnación.

Hoy, proclamo mi firme voluntad de abandonar esa vía de aprendizaje; no necesito volver a encarnar en un nuevo cuerpo con el propósito de redimir la ilusión del pecado y de la culpa.

Soy libre para perdonar y libre para salvar el mundo, pues no soy un cuerpo, sino un ser espiritual, inocente e impecable.

El amor sustituye la idea del miedo, de la culpa y del castigo.


Ejemplo-Guía: ¿Qué leyes rigen tus creencias?

Todas ellas tienen un punto en común, un origen, una causa que la motiva, una creencia que la sostiene y la fortalece ante nuestros ojos: la culpa.

La culpa es el pensamiento que se origina cuando la mente sirve al error que ha llamado pecado.

No existiría esa visión, esa creencia si nuestra mente no hubiese interpretado que la relación causa-efecto es un proceso real, gracias al cual la culpa es el fruto de haber prestado atención a un pensamiento pecador que viola la libertad con la que nuestro Creador nos ha creado.

Al igual que el fruto, lleva en su interior una nueva semilla; la culpa, como fruto del pecado, engendra nuevos pensamientos pecaminosos, los cuales se convierten en la semilla de nuevos frutos, como el dolor, el sufrimiento, la ira, la enfermedad, la muerte, etc.

Por lo tanto, el origen de todas las leyes que rigen el mundo que hacemos real, el mundo físico, se encuentra en un falso pensamiento.

El tema elegido para el ejemplo-guía de esta lección es una invitación a reflexionar sobre nuestro código de creencias, pues en él encontraremos todo un sólido sistema construido en base a la percepción del mundo físico, donde la ley imperante queda supeditada bajo la regencia de Jehová, es decir, bajo la ley de causa y efecto (la hago y la pago).

La sociedad, que hemos construido entre todos, también custodia celosamente todo un código de leyes para salvaguardar la seguridad de los ciudadanos. Ese manual legislativo, lo conocemos vagamente, salvo que hayamos elegido el Derecho como vocación, pero lo padecemos continuamente en nuestro devenir. Hay leyes hasta para respirar. Lo más llamativo de esto es que, si profundizamos en el terreno legal, da la impresión de que alguien se ha olvidado de la verdadera esencia de la vida: el perdón y el amor.

Bueno, es cierto que hemos evolucionado en el sentido de que hemos superado la ley del talión (ojo por ojo y diente por diente), aunque creo que me he precipitado al hacer esta apreciación, pues aún esta ley está vigente en algunos países, lo que nos indica (de manera oculta) que aún se encuentra formando parte de la mente del ser humano.

¿Quién no ha deseado la muerte de un asesino, cuando la víctima es cercana o no tan cercana? Son manifestaciones de nuestro rigor personal, expresados a través del canal de la palabra, el canal que utilizamos para hacer público lo que llevamos en nuestro corazón.

Si dirigimos nuestra mirada al terreno de la ciencia, descubriremos que todos sus postulados se sostienen bajo los pilares de las leyes. Sin embargo, un acercamiento a esa disciplina nos permitirá comprobar, rápidamente, que sus postulados, los mismos que han sido cánones en un pasado, ahora son demolidos por nuevos principios que renuevan las ideas, o lo que es lo mismo, establecen nuevas leyes. Entre las leyes de Newton y las de Einstein se reparten las verdades científicas de los últimos tiempos, aunque será por poco tiempo, pues la física cuántica viene poniendo en duda muchas de las "verdades" que hasta ayer parecían inamovibles.

Si os sentís interesados en profundizar sobre la visión de los nuevos "paradigmas" desde un punto científico, pero muy cercano al campo espiritual, os recomiendo la lectura de la obra "Las mariposas vuelan libres" de Stephen Davis. Lo encontraréis, gratis, en la red. 

¿Qué leyes te gobiernan? ¿Qué creencias te limitan? ¿Qué deseo te convierte prisionero de tus hábitos?

¿Nos atrevemos a dar una respuesta honesta a estas cuestiones? Pues, ponte cómodo y manos a la obra.


Reflexión: Nuestro verdadero Ser es Eterno e Invulnerable.

viernes, 3 de octubre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 276

LECCIÓN 276

Se me ha dado la Palabra de Dios para que la comparta.

1. ¿Qué dice la Palabra de Dios? 2"Mi Hijo es tan puro y santo como Yo Mismo." 3Así fue como Dios se convirtió en el Padre del Hijo que Él ama, pues así fue como lo creó. 4Ésta es la Palabra que el Hijo no creó con el Padre, pues nació como resultado de ella. 5Aceptemos Su Paternidad, y todo se nos dará. 6Mas si negamos que fuimos creados en Su Amor, estaremos negando nuestro Ser, y así, no tendremos certeza acerca de quiénes somos, Quién es nuestro Padre y cuál es nuestro propósito aquí. 7No obstante, sólo con que reconozcamos a Aquel que nos dio Su Palabra en nuestra creación, Su recuerdo aflorará de nuevo en nuestras mentes y así podremos recordar a nuestro Ser.

2. Padre, he hecho mía Tu Palabra. ?Y es ésta la que les quiero compartir a todos mis hermanos, quienes me fueron confiados para que los amara como si fuesen míos, tal como yo soy amado, bendecido y salvado por Ti.


¿Qué me enseña esta lección?

Soy muy afortunado.

Hoy puedo compartir con todos vosotros el motivo de mi alegría.

Hoy puedo afirmar que he recordado mi identidad verdadera.

Hoy puedo afirmar que conozco mi procedencia. Conozco Quién es mi Padre.

Hoy puedo afirmar que soy consciente de cuál es mi propósito en este mundo.

Soy muy afortunado, y mi fortuna no es perecedera y temporal, pues no atesora bienes de este mundo. Mi abundancia, mi riqueza, procede de mi voluntad de amar por encima de todas las cosas, la cual es mi única y verdadera esencia.

Soy muy afortunado, pues me siento un ser libre. Ningún temor atenaza mis miembros; ningún miedo me priva del goce que experimento al sentirme uno con los demás.

Soy muy afortunado, pues ninguna culpa atormenta mi alma. No hago necesario el castigo para recuperar mi inocencia; tan sólo tomo consciencia de los errores y los entrego al Espíritu Santo para que Su Visión Plena los corrija de acuerdo con la Voluntad del Padre.

Soy muy afortunado, pues ya no me siento solo. La Palabra de mi Padre me inspira aquello que debo decir, aquello que debo hacer. Él me toma de la mano, y su Presencia me llena de gozo, de seguridad, de Amor.


Ejemplo-Guía: "¿Qué "palabra" compartimos con el mundo?

El uso de la palabra procede de la necesidad de identificar y reconocer las cosas. A través de la palabra estamos dando nombre y estamos otorgando entendimiento a lo que proyectamos desde nuestra mente. Nadie le dijo al hombre: "Esto que ves aquí se llamará piedra" y "Esto otro se llamará agua".

Nos cuentan los textos sagrados que hubo un tiempo en el que los hombres hablaban una misma lengua, pero esto fue así hasta el episodio de la construcción de la "torre de Babel": 

De acuerdo con la Biblia (principal fuente de los relatos), Dios, para evitar el éxito de la edificación, hizo que los constructores comenzasen a hablar diferentes idiomas (dando lugar al origen de los diferentes idiomas) y se dispersaran por toda la Tierra.

Toda la Tierra tenía una misma lengua y usaba las mismas palabras. Los hombres en su emigración hacia oriente hallaron una llanura en la región de Sena-ar y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: «Hagamos ladrillos y cozámoslos al fuego». Se sirvieron de los ladrillos en lugar de piedras y de betún en lugar de argamasa. Luego dijeron: «Edifiquemos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo. Hagámonos así famosos y no estemos más dispersos sobre la faz de la Tierra». 

Mas Yahveh descendió para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban levantando y dijo: «He aquí que todos forman un solo pueblo y todos hablan una misma lengua, siendo este el principio de sus empresas. Nada les impedirá que lleven a cabo todo lo que se propongan. Pues bien, descendamos y allí mismo confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros». Así, Yahveh los dispersó de allí sobre toda la faz de la Tierra y cesaron en la construcción de la ciudad. Por ello se la llamó Babel, (balbuceo) porque allí confundió Yahveh la lengua de todos los habitantes de la Tierra y los dispersó por toda la superficie (Génesis 11:1-9). 

Toda esta simbología recogida en los textos sagrados nos enseña el hecho de cómo los deseos del ego de "imitar" a Dios le llevan a perder la condición de Unidad y dan lugar a la división. 

La palabra se convierte en el canal a través del cual expresamos nuestro pensamiento. Si ese canal lo utilizamos para expresar la Palabra de Dios, es decir, somos uno, puros y santos, tal y como Él nos ha creado, estaremos propiciando la unificación de los múltiples idiomas que personifican nuestro actual estado de separación.

Si utilizamos la palabra para dar identidad a nuestra propia división interna, cada vez seremos más raciales y crearemos líneas fronterizas para salvaguardar y proteger nuestros miedos y nuestros temores. Sobre este tema podríamos escribir largo y tendido, pero creo que no merece la pena hacerlo real cuando tenemos la oportunidad de sembrar la verdadera Palabra de Dios: viendo la Unidad.


Reflexión: "Dar la Palabra de Dios es compartir la Verdad de lo que realmente somos".

Capítulo 24. II. La perfidia de creerse especial (5ª parte).

II. La perfidia de creerse especial (5ª parte).

9. Has llegado muy lejos por el camino de la verdad, demasiado lejos como para titubear ahora. 2Un paso más, y todo vestigio del temor a Dios quedará disuelto en el amor. 3El deseo de ser espe­cial de tu hermano y el tuyo son enemigos, y en su mutuo odio están comprometidos a matarse el uno al otro y a negar que son lo mismo. 4Mas no han sido ilusiones las que han llegado hasta este último obstáculo, el cual parece hacer que Dios y Su Cielo estén tan lejos que no se pueden alcanzar. 5Aquí en este santo lugar se alza la verdad esperando para recibirte a ti y a tu her­mano en silenciosa bendición y en una paz tan real y abarcadora que nada queda excluido. 6No traigas ninguna de las ilusiones que abrigas acerca de ti mismo a este lugar, al que vienes lleno de esperanza y honestidad.

Tengo la sensación, basada en la propia experiencia, de que el proceso que hemos llamado "despertar" no es un camino fácil. Se dice de él que se asemeja a un camino de rosas, en el que, para alcanzar la belleza de su flor, hay que recorrer un trayecto de espinas.

Nadie aprende por cuenta ajena. Este dicho se confirma en la realidad que nos muestra el mundo perceptivo. Para la mente dividida, la que hace realidad el mundo ilusorio de la percepción, la salvación se nos antoja como una larga travesía en la que debemos recorrer todo tipo de vicisitudes plagadas de sufrimiento. Es el agotamiento hasta la saciedad lo que nos hace aborrecer aquello que hemos devorado con tanto ardor y pasión. Cuando el deseo de ser especial se haya satisfecho por completo, cuando el dolor haya sido tan intenso que ya no podamos seguir creyendo en el camino elegido, en el guía idolatrado, entonces se percibirá una tenue luz en nuestro horizonte, anunciando que existe la esperanza de un nuevo camino, de elegir un nuevo guía, el cual sí sabrá guiarnos hacia la "tierra prometida", donde nos reencontraremos con nuestra verdadera Identidad, con nuestra naturaleza divina, inocente y pura.

Muchos ya hemos vislumbrado en nuestro horizonte esa tenue luz. Ahora tan sólo nos resta tomar una nueva elección que nos lleve a abandonar las antiguas creencias que nos han mantenido prisioneros de la cárcel del olvido y en la que hemos servido a un falso guía.

10. He aquí el que te puede salvar de tu deseo de ser especial. 2Él tiene tanta necesidad de que lo aceptes como parte de ti, como tú de que él te acepte a ti. 3Eres tan semejante a Dios como Dios lo es a Sí Mismo. 4Dios no es especial, pues Él no se quedaría con nin­guna parte de lo que Él es sólo para Sí, negándosela a Su Hijo y reservándola sólo para Sí Mismo. 5esto es lo que tú temes, pues si Él no es especial, entonces Su Voluntad dispuso que Su Hijo fuese como Él, y, por lo tanto, tu hermano no puede sino ser como tú. 6Él no es especial, pero lo tiene todo, incluyéndote a ti. 7Dale sólo lo que ya es suyo, y recuerda que Dios Se dio a Sí Mismo a ambos con el mismo amor, para que ambos pudierais compartir el universo con Él, Quien dispuso que el amor jamás pudiese ser dividido ni mantenerse separado de lo que es y ha de ser para siempre.

Si Dios fuese especial, Su hijo también lo sería, lo que lo convertiría en el Padre del ego y el mundo físico, sujeto a las leyes de la temporalidad; sería real y sus verdades transitorias.

Si Dios fuese especial, sus creaciones serían caóticas y sus leyes dementes. 

Si Dios fuese especial, sus relaciones serían especiales y el miedo se establecería en ellas, haciendo imposible alcanzar la paz y la felicidad.

El recuerdo de Dios desde nuestro corazón nos inunda de paz y sosiego, pues reconocemos que ninguna mente infectada por el deseo de ser especial puede elevarnos hacia la morada del Cielo donde la visión de la unicidad nos funde con la Filiación. Si has recordado en algún instante santo esa visión del Cielo y de Dios, negarás que nuestro Creador albergue el deseo de ser especial.

Alegrémonos, hermano, pues el recuerdo de Dios abrirá nuestros ojos verdaderos a la visión crística, lo que nos permitirá reconocer que somos Uno en la Mente del Hacedor.

jueves, 2 de octubre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 275

LECCIÓN 275

La sanadora Voz de Dios protege hoy todas las cosas.

1. Escuchemos hoy a la Voz que habla por Dios, la cual nos habla de una lección ancestral que es tan cierta hoy como siempre lo fue. 2Sin embargo, este día ha sido seleccionado como aquel en el que hemos de buscar y oír, aprender y entender. 3Escuchemos juntos, 4pues lo que nos dice la Voz que habla por Dios no lo podemos entender por nuestra cuenta, ni aprenderlo estando separados. 5En esto reside la protección de todas las cosas. 6en esto se encuentra la curación que brinda la Voz que habla por Dios.

2. Tu sanadora Voz protege hoy todas las cosas, por lo tanto, dejo todo en Tus Manos. 2No tengo que estar ansioso por nada. 3Pues Tu Voz me indicará lo que tengo que hacer y adónde debo ir, con quién debo hablar y qué debo decirle, qué pensamientos debo albergar y qué palabras transmitirIe al mundo. 4La seguridad que ofrezco me es dada a mí. 5Padre, Tu Voz protege todas las cosas a través de mí.


¿Qué me enseña esta lección?

¿Por qué nos angustiamos? ¿Por qué nos identificamos con el conflicto? ¿Por qué experimentamos el miedo, la preocupación, la necesidad, el ataque, la ansiedad? ¿Por qué no mantenemos la confianza, la certeza, en que somos protegidos por nuestro Padre?

¿Acaso puedes demostrar que Dios te ha fallado?

Es fácil confundir los deseos del ego con el Plan que Dios nos tiene encomendado.
El ego busca el placer. El Espíritu se regocija en el Amor.
El ego se juzga como pecador. El Espíritu se regocija en la Inocencia.
El ego se culpa y reclama la redención en el castigo. El Espíritu se regocija en el perdón.
El ego se identifica con el cuerpo. El Espíritu se regocija en la semejanza a Dios.
El ego cree en la separación. El Espíritu se regocija en la Unidad con el Creador y con Todo lo Creado.

Haz consciente este instante. Hazlo un instante santo. Aquieta tu mente. Libérala de toda ansiedad y temor. Disponte a oír la Voz Sanadora de Dios. Siente la paz que te protege. Todo cuanto es Dios está a tu disposición. Tan sólo tienes que amar, pues este es el código que te permite el acceso a Él.

¿Qué te falta? ¿Albergas algún temor?

No.


Ejemplo-Guía: "¿Qué voz es la que te guía?

El sincronismo mente-cerebro (cuerpo) es tan veloz que a veces pensamos que es el cuerpo el que toma las decisiones. Pero no es así. El cuerpo no tiene esa capacidad de elección. Es nuestra mente la que toma todas las decisiones, y entre estas se encuentran las que somos conscientes y las que son automáticas, esto es, inconscientes. 

El latido del corazón, por ejemplo, actúa de una manera automática. No le tenemos que mandar la orden de que haga su trabajo. Aunque ya existen referencias sobre el dominio consciente que ejercen sobre el corazón almas que han entrenado la mente. 

Si es la mente la causa de todos nuestros actos, de todos los efectos que experimentamos, es el momento de reflexionar sobre la dirección a la que nos conducen sus decisiones. Esa dirección está condicionada a la voz a la que sirve nuestra mente. 

El Hijo de Dios, desde el instante de su creación, ha estado en conexión directa con Su Creador. Ya hemos visto a lo largo de estas enseñanzas que esa conexión directa quedó velada a raíz de prestar atención a un falso pensamiento, el cual dio la opción de elegir ver las cosas de otra manera. Esa otra visión es lo que se conoce en los textos sagrados como "pecado" y ha dado lugar a la falsa creencia en la separación. Por lo tanto, nos encontramos sumidos en una realidad ilusoria, en la que pensamos que podemos tomar decisiones contrarias a las leyes de Dios. Creemos que la voz del ego es la que nos muestra la verdadera identidad de lo que somos, y el resultado de seguir la dirección ofrecida por el sistema de pensamiento del ego es el mundo demente y sin sentido en el que creemos estar viviendo. 

¿Por qué creemos que no podemos oír la Voz de Dios? 

Un Curso de Milagros no dice al respecto: 

"Si no puedes oír la Voz de Dios, es porque estás eligiendo no escucharla. Pero que sí escuchas a la voz de tu ego lo demuestran tus actitudes, tus sentimientos y tu comportamiento. No obstante, eso es lo que quieres. Eso es por lo que luchas y lo que procuras proteger manteniéndote alerta. Tu mente está repleta de estratagemas para hacer quedar bien al ego, pero no buscas la faz de Cristo" (T-4.IV.1:1-5). 

Si tuviésemos que utilizar un término para definir el estado de la mente que sirve al ego, recurriríamos al término "enfermo", es decir, diríamos que la mente que sigue las directrices de la voz del ego es una mente enferma. Con ello, lo que debemos entender es que la mente del ego es una mente errada que necesita corrección, que requiere ser reparada. 

El Capítulo 5 del Curso, titulado Curación y Plenitud, nos ofrece en el punto II un apartado dedicado a la "Voz que habla por Dios". Antes de adentrarnos en los detalles de su exposición, recordar que el Espíritu Santo se encuentra en la mente recta, desde donde realiza su función como la Voz al servicio de Dios.

La Voz que habla por Dios 

“Curar no es crear; es reparar. El Espíritu Santo fomenta la curación mirando más allá de ella hacia lo que los Hijos de Dios eran antes de que la curación fuese necesaria, y hacia lo que serán una vez que hayan sanado. Esta alteración de la secuencia tem­poral debería resultarte familiar, ya que es muy similar al cambio que el milagro produce en la percepción que se tiene del tiempo. El Espíritu Santo es la motivación para alcanzar la mentalidad milagrosa; la decisión de subsanar la separación renunciando a ella. Tu voluntad se encuentra todavía en ti porque Dios la ubicó en tu mente, y aunque puedes mantenerla dormida, no puedes destruirla. Dios Mismo mantiene tu voluntad viva al transmi­tirla desde Su Mente a la tuya mientras perdure el tiempo. El milagro mismo es un reflejo de esta unión de voluntades entre Padre e Hijo” (T-5.II.1:1-7). 

“El Espíritu Santo es el espíritu del júbilo. Es la Llamada a retor­nar con la que Dios bendijo las mentes de Sus Hijos separados. Ésa es la vocación de la mente. Antes de la separación la mente no tenía ninguna vocación, ya que antes de eso simplemente era, y no habría podido entender la llamada al recto pensar. El Espíritu Santo es la Respuesta de Dios a la separación; el medio a través del cual la Expiación cura hasta que la mente en su totalidad se reincorpore al proceso de creación” (T-5.II.2:1-5).

“Tanto la separación como el principio que gobierna la Expia­ción dieron comienzo simultáneamente. Cuando el ego fue engendrado, Dios puso en la mente la llamada al júbilo. Esta llamada es tan poderosa que el ego siempre se desvanece ante su sonido. Por eso es por lo que tienes que elegir escuchar una de las dos voces que hay dentro de ti. Una la inventaste tú, y no forma parte de Dios. La otra te la dio Dios, Quien sólo te pide que la escuches. El Espíritu Santo se encuentra en ti en un sentido muy literal. Suya es la Voz que te llama a retornar a donde estabas antes y a donde estarás de nuevo. Aun en este mundo es posible oír sólo esa Voz y ninguna otra. Ello requiere esfuerzo, así como un gran deseo de aprender. Ésa es la última lección que yo aprendí, y los Hijos de Dios gozan de la misma igualdad como alumnos que como Hijos” (T-5.II.3:1-11). 

“Tú eres el Reino de los Cielos, pero permitiste que la creencia en la oscuridad se infiltrase en tu mente, por lo que ahora necesitas una nueva luz. El Espíritu Santo es el resplandor al que debes permitir que desvanezca la idea de la oscuridad. Suya es la gloria ante la cual la disociación desaparece y el Reino de los Cielos pasa a ocupar el lugar que le corresponde: Antes de la separación no tenías necesidad de dirección, pues disponías de conocimiento, tal como dispondrás de él de nuevo, pero como no dispones de él ahora” (T-5.II,4:1-5). 

“Dios no guía porque la único que puede hacer es compartir Su perfecto conocimiento. Guiar entraña evaluación, ya que implica que hay una manera correcta de proceder y otra incorrecta, una que se debe escoger y otra que se debe evitar. Al escoger una, renuncias a la otra. Elegir al Espíritu Santo es elegir a Dios. Dios no está dentro ti en un sentido literal, más bien, tú formas parte de Él. Cuando elegiste abandonarlo te dio una Voz para que hablase por Él, pues ya no podía compartir Su conocimiento contigo libre­mente. La comunicación directa se interrumpió al tú inventar otra voz” (T-5.II.5:1-9). 

“El Espíritu Santo te insta tanto a recordar como a olvidar. Has elegido estar en un estado de oposición en el que los opuestos son posibles. Como resultado de ello, hay ciertas decisiones que tienes que tomar. En el estado de santidad la voluntad es libre, de modo que su poder creativo es ilimitado y elegir no tiene sentido. El poder de elegir es el mismo poder que el de crear, pero su aplicación es diferente. Elegir implica que la mente está divi­dida. El Espíritu Santo es una de las alternativas que puedes elegir. Dios no dejó a Sus Hijos desconsolados a pesar de que ellos decidieron abandonarlo. La voz que ellos pusieron en sus mentes no era la Voz de Su Voluntad, en favor de la cual habla el Espíritu Santo” (T-5.II.6:1-9). 

“La Voz del Espíritu Santo no da órdenes porque es incapaz de ser arrogante. No exige nada porque su deseo no es controlar. No vence porque no ataca. Su Voz es simplemente un recorda­torio. Es apremiante únicamente por razón de lo que te recuerda. Le ofrece a tu mente el otro camino, permaneciendo serena aun en medio de cualquier confusión a que puedas dar lugar. La Voz que habla por Dios es siempre serena porque habla de paz. La paz es más poderosa que la guerra porque sana. La guerra es división, no expansión. Nadie gana en la batalla. ¿Qué saca un hombre con ganar el mundo entero si con ello pierde su propia alma? Si le prestas oídos a la voz que no debes, pierdes de vista a tu alma. En realidad, no puedes perderla, pero puedes no cono­cerla. Por lo tanto, te parecerá que la has "perdido" hasta que elijas correctamente” (T-5.II.7:1-14). 

“El Espíritu Santo es tu Guía a la hora de elegir. Reside en la parte de tu mente que siempre habla en favor de la elección correcta porque habla por Dios. Él es el último nexo de comuni­cación que te queda con Dios, comunicación que puedes inte­rrumpir, pero no destruir. El Espíritu Santo es el vehículo mediante el cual la Voluntad de Dios se cumple así en la tierra como en el Cielo. Tanto el Cielo como la tierra están en ti porque la llamada de ambos está en tu mente. La Voz de Dios procede de los altares que le has erigido a Él. Estos altares no son objetos, son devociones. Sin embargo, ahora tienes otras devociones. Tu devoción dividida te ha dado dos voces, y ahora tienes que elegir en cuál de los dos altares quieres servir. La llamada que contestas ahora es una evaluación porque se trata de una decisión. La decisión es muy simple. Se toma sobre la base de qué llamada es más importante para ti” (T-5.II.8:1-12). 

“Mi mente será siempre como la tuya porque fuimos creados iguales. Fue sólo la decisión que tomé lo que me dio plena potes­tad tanto en el Cielo como en la tierra. El único regalo que te puedo hacer es ayudarte a tomar la misma decisión. Inherente a esta decisión es la decisión de compartirla, pues la decisión en sí es la decisión de compartir. Se toma mediante el acto de dar, y es, por lo tanto, la única alternativa que se asemeja a la verdadera creación. Yo soy tu modelo a la hora de tomar decisiones. Al decidirme por Dios te mostré que es posible tomar esta decisión y que tú la puedes tomar” (T-5.II.9:1-7).  

“Te he asegurado que la Mente que decidió por mí se encuentra también en ti, y que puedes permitirle que te transforme, tal como me transformó a mí. Esta Mente es inequívoca porque sólo oye una Voz y contesta de una sola manera. Tú eres la luz del mundo junto conmigo. El descanso no se deriva de dormir sino de despertar. El Espíritu Santo es la llamada a despertar y a regocijarse. El mundo está muy cansado porque es la idea del cansancio. Nuestra jubilosa tarea es la de despertarlo a la Llamada a Dios. Todos responderán a la Llamada del Espíritu Santo, ya que, de lo contrario, la Filiación no sería una. ¿Qué mejor vocación puede haber para cualquier parte del Reino que la de restituirlo a la per­fecta integración que le devuelve la plenitud? Escucha sólo esto a través del Espíritu Santo en ti, y enseña a tus hermanos a escu­char tal como yo te estoy enseñando a ti” (T-5.II.10:1-10).  

“Cuando te sientas tentado por la voz falsa, recurre a mí para que te recuerde cómo sanar compartiendo mi decisión, haciéndola así aún más firme. Al compartir este objetivo, aumentaremos su poder para atraer a toda la Filiación y para restituirla nuevamente a la unicidad en la que fue creada. Recuerda que "yugo" quiere decir “unión”, y “carga” significa “mensaje”. Reformulemos la frase "Mi yugo es llevadero y mi carga ligera" de esta forma: Unámonos, pues mi mensaje es la Luz” (T-5.II.11:1-4).  

“Te he pedido encarecidamente que te comportes tal como yo me comporté, pero para eso tenemos que responder a la misma Mente. 2Esa Mente es el Espíritu Santo, Cuya Voluntad dispone siempre en favor de Dios. 3El Espíritu Santo, te enseña cómo tenerme a mí de modelo para tu pensamiento, y, consecuente­mente, a comportarte como yo. 4El poder de nuestra motivación conjunta está más allá de lo que se puede creer, pero no más allá de lo que se puede lograr. 5Lo que juntos podemos lograr es ilimi­tado porque la Llamada a Dios es la llamada a lo ilimitado. 6Hijo de Dios, mi mensaje es para ti, para que lo oigas y se lo trans­mitas a otros a medida que respondes al Espíritu Santo en ti” (T-5.II.12:1-6). 

¿Qué podemos añadir a tan maravillosa exposición? No he querido prescindir de ninguna de las palabras recogidas en el Texto. Tan sólo nos queda elegir y poner nuestra mente al servicio de la Voz que ya se encuentra en nuestro interior, en espera de ser oída: la Voz del Espíritu Santo.


Reflexión: ¿Qué Voz decides oír?

Capítulo 24. II. La perfidia de creerse especial (4ª parte).

 II. La perfidia de creerse especial (4ª parte).

7. Tú que has encadenado a tu salvador a tu deseo de ser especial y has otorgado a dicho deseo el lugar de aquel, recuerda esto: tu salvador no ha perdido la capacidad de perdonarte todos los pecados que tú crees haber interpuesto entre él y la función de salvarte que Dios le encomendó. 2tú no puedes cambiar su fun­ción, ni tampoco la verdad que mora en él y en ti. 3Pero ten por seguro que esta verdad es exactamente la misma en cada uno de vosotros. 4La verdad no transmite mensajes diferentes y sólo tiene un significado. 5es un significado que tú y tu hermano podéis entender y que os brinda liberación a ambos. 6He aquí a tu her­mano ofreciéndote la llave del Cielo que tiene en su mano. 7No permitas que el sueño de ser especial continúe interponiéndose entre vosotros. 8Lo que es uno está unido en la verdad.

El papel que representa la presencia de nuestro hermano en nuestra vida es el mismo que representamos nosotros en la suya, el de ofrecernos la llave que abrirá las puertas que nos conducen a la salvación. ¿Qué significa esto? ¿Cuál es esa llave tan poderosa?

Significa que el "otro" al que nosotros hacemos real no existe realmente, salvo en nuestra mente. Ese otro responde al contenido de nuestros pensamientos. Si al mirar en nuestro interior vemos pensamientos que nos llevan a condenarnos, los proyectaremos en el exterior y encontraremos a alguien que personifique, según nuestro juicio, el pecado por el cual nos hemos condenado. Como hemos sido incapaces de perdonarnos interiormente, decidimos purificarnos atacando la debilidad del otro y condenamos su comportamiento a través de cualquier forma de ataque.

El "otro", por lo tanto, ejerce el papel de ser nuestro espejo en el que poder mirar nuestro mundo interior y todas aquellas tendencias que tratamos de ocultar. Esa función de espejo nos ofrece la oportunidad de reconocer que no es el ataque la mejor forma de alcanzar la salvación, la paz, sino el perdón. De este modo, el "otro" nos ofrece la llave para abrir nuestra mente a una nueva visión en la que el juicio condenatorio cede su lugar al pensamiento amoroso del perdón.

Esa es la razón por la cual nuestro hermano tiene la llave de la salvación, una salvación que tan sólo será posible si la realizamos juntos, cogidos de la mano.

8. Piensa en la hermosura que verás dentro de ti cuando lo consi­deres tu amigo. 2Él es enemigo de tu deseo de ser especial, pero amigo de lo que es real en ti. 3Ni uno solo de los ataques que pensaste haber lanzado contra él lo ha despojado del regalo que Dios quiere que él te dé. 4Su necesidad de dártelo es tan impe­riosa como la tuya de recibirlo. 5Permítele que te perdone tu deseo de ser especial, y que restaure la plenitud de tu mente y te haga uno con él. 6El está en espera de tu perdón, pero únicamente para poder devolvértelo a ti. 7No fue Dios Quien condenó a Su Hijo, sino tú, para salvar su especialismo y matar a su Ser.

Jesús nos narra el correcto proceder en las relaciones con nuestros hermanos, adaptando el mensaje al mundo del sueño que la mente está percibiendo. En su enseñanza nos deja muy claro que el "otro" no existe, no es real, sino la proyección de nuestros pensamientos guiada por el demente deseo de ser especial.

Por lo tanto, la hermosura a la que Jesús hace alusión en este punto se refiere a la luz y al amor que debemos reconocer en nuestro interior cuando seamos conscientes de nuestra mente. Esto viene a ratificar la afirmación de que no podemos dar lo que no tenemos. Si en nuestros pensamientos hay conflicto, lo proyectaremos al exterior, viendo y compartiendo el conflicto con el mundo que percibimos. Si en nuestra mente albergamos la paz, el deseo de ser especial desaparecerá. En su lugar veremos el reflejo del Cielo en el mundo percibido o, lo que es lo mismo, percibiremos correctamente nuestra identidad y la realidad formará parte de nuestras relaciones. Es decir, caminaremos junto a nuestros hermanos en serena paz.

Realmente, el papel que desempeña el "otro" en nuestro sueño es el de ayudarnos a despertar de él, protagonizando el guion que dicta nuestros pensamientos internos. Si en ellos existe el miedo, el otro nos incitará a enfrentarnos a una experiencia de miedo; si existe condena, odio, ira o rencor, el otro nos aportará la justa medida de esa dosis que necesitamos para comprender los efectos que causan dichos sentimientos. Así pues, la bendición que demos a nuestro hermano será la bendición que recibiremos.

miércoles, 1 de octubre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 274

LECCIÓN 274

Este día le pertenece al Amor. Hoy no tendré miedo de nada.

1. Padre, hoy quiero dejar que todas las cosas sean como Tú las creaste y ofrecerle a Tu Hijo el honor que se merece por su impecabilidad; el amor de un hermano hacia su hermano y Amigo. 2De ese modo soy redimido. 3Y del mismo modo, la verdad pasará ocupar el lugar que antes ocupaban las ilusiones, la luz reemplazará toda oscuridad y Tu Hijo sabrá que él es tal como Tú lo creaste.

2. Hoy nos llega una bendición especial de Aquel que es nuestro Padre. 2Dedícale a Él este día, y no tendrás miedo de nada hoy, pues el día habrá sido consagrado al Amor.


¿Qué me enseña esta lección?

Elegir el amor al miedo; esa es la voluntad a la que dedico esta jornada, y me hago el firme propósito de extenderlo para cada instante de mi existencia.

Elegir el amor me lleva a no ver la separación en las relaciones con los demás.

Elegir el amor me lleva a no ver el ataque y a no responder al mismo con el ataque.

Elegir el amor me lleva a no juzgar condenatoriamente a los demás.

Elegir el amor me lleva a no ver el pecado y, por lo tanto, a no sentirme culpable y justificar el castigo como la única vía de liberación.

Elegir el amor me lleva a perdonarme y a perdonar.

Elegir el amor me hace bendecir el cuerpo como un canal de comunicación, a través del cual doy testimonio de la verdad.

Elegir el amor me lleva a ver la inocencia en los demás y a ver el rostro de Dios en cada uno de mis hermanos.

Elegir el amor me lleva a cumplir con mi función en el mundo, a ejecutar fielmente el Plan de Salvación establecido por Dios.

Hoy elijo el amor.

Ejemplo-Guía: "¿Cómo vas a festejar el Día del Amor?

Hoy celebramos un día festivo, en el que nuestra voluntad se pone al servicio de la verdad, del amor. Este día, no podemos confundirlo con el que el ego conmemora su deseo de posesión a través de las relaciones especiales. Me refiero al día de San Valentín.

La respuesta a la cuestión que hemos planteado es personal e individual, pero, a diferencia de cómo enfoquemos nuestra mente, nos daremos cuenta de que tu respuesta y la mía pueden ser muy distintas o prácticamente semejantes. Todo dependerá de si lo hacemos con nuestra mente egoica o con nuestra mente Crística. 

Si lo hacemos desde la mente Crística, el patrón común será el perdón, la más elevada expresión del verdadero amor en el mundo del sueño.

Si lo hacemos desde la mente egoica, no existirá un patrón común, sino el contenido de una serie de gestos y cultos simbólicos a ídolos que esta sociedad venera celosamente.

Este es mi homenaje a este día que entrego al amor.

  • Agradezco a Dios que forme parte de Su Mente, lo que me hace consciente de lo que soy.
  • Entrego mi voluntad en manos de la Voluntad de Dios.
  • Cada instante del nuevo día lo vivo desde el presente. Cada instante es una oportunidad de ver las cosas de otra manera.
  • Hago consciente en mí el poder de elegir.
  • Mis ojos no darán valor a lo corporal, sino que verán detrás de ese envoltorio la inocencia y la impecabilidad del Espíritu.
  • Veo en mi hermano la proyección de mí mismo, por lo que no dejaré que mi juicio emita condena, ni desaprobación alguna.
  • Perdonaré todos y cada uno de los pensamientos, sentimientos y acciones que puedan privarme de la paz de Dios.
  • Daré y recibiré.
  • No dejaré que el miedo altere la quietud que me dispensa el ser consciente de lo que verdaderamente soy.
  • Dejaré marchar todos los apegos y caminaré libre, para compartir con mis hermanos la esencia del amor.
    Reflexión: ¿Cómo brindaría este día al amor?

    Capítulo 24. II. La perfidia de creerse especial (3ª parte).

     II. La perfidia de creerse especial (3ª parte).

    5. Puedes defender tu especialismo, pero nunca oirás la Voz que habla en favor de Dios a su lado, 2pues hablan diferentes idiomas y llegan a oídos diferentes. 3Para todo aquel que se cree especial la verdad tiene un mensaje diferente, y un significado distinto. 4Sin embargo, ¿cómo podría ser que la verdad fuese diferente para cada persona? 5Los mensajes especiales que oyen los que se creen especiales les convencen de que ellos son diferentes y de que son algo aparte, cada uno con sus pecados especiales y "a salvo” del amor, el cual no ve su especialismo en absoluto. 6La visión de Cristo es su "enemigo", pues no ve aquello que ellos quieren ver y les mostraría que el especialismo que ellos creen ver es una ilusión.

    El deseo de ser especial influye en nuestro sistema de pensamiento y creencias, lo que se traduce en que nuestro comportamiento responde fielmente a lo que dicta ese deseo. Así, establecemos relaciones que consideramos igualmente especiales y, si es cierto que inicialmente nos sentimos atraídos a establecer dichas relaciones llamados por la búsqueda del amor, en realidad lo que buscamos es satisfacer el profundo vacío que sentimos de ser amados de forma especial.

    Si has experimentado una relación especial, sabrás reconocer que el miedo que sentimos por perder el amor del otro, indiferentemente de cómo se manifieste ese temor, se convierte en un obstáculo que no facilita la experiencia de la paz. Que esto sea así responde al propósito que realmente nos mueve a establecer dicha relación, el deseo de ser especial. Podemos alegar a nuestro favor que nuestra motivación era amar a la persona que hemos elegido para compartir nuestra relación. Sin embargo, todos nuestros gestos para alcanzar ese amor van dirigidos erróneamente. En verdad, lo que nos motiva es que el otro llene el vacío de amor que sentimos por tenerle miedo a amar incondicionalmente. Ese miedo se convierte en un filtro que condiciona la experiencia de amor, se convierte en una exigencia de ser amado como queremos que nos amen. Ese amor no es verdadero amor, pues el amor debe aportar libertad y no limitación.

    Si elegimos oír la voz del especialismo, estaremos negando nuestra verdadera Identidad. Ignoraremos quiénes somos en realidad y ello nos llevará, igualmente, a desconocer la Identidad de los demás, a los que veremos no como nuestros aliados, sino como nuestros enemigos.

    6. ¿Qué podrían ver en su lugar? 2Podrían ver el brillante fulgor del Hijo de Dios, tan semejante al de su Padre que el recuerdo de Éste alborearía de inmediato en sus mentes. 3con ese recuerdo el Hijo recordaría sus propias creaciones, que son tan semejantes a él como él es semejante a su Padre. 4el mundo que él cons­truyó, así como su deseo de ser especial junto con todos los peca­dos que en defensa de ese deseo albergó contra sí mismo, se desvanecerían a medida que su mente aceptase la verdad acerca de lo que él es y retornase para ocupar el lugar que aquellos ocupaban, 5Éste es el único "costo" de la verdad: jamás volverás a ver lo que nunca tuvo lugar ni a oír lo que no tiene sonido. 6¿Es acaso un sacrificio renunciar a lo que no es nada y recibir a cam­bio el Amor de Dios para siempre?

    Jesús nos describe en este punto lo que experimentaremos si elegimos oír la Voz que habla por Dios, la Voz del Amor, en vez de la voz del ego.

    Nos referíamos en el punto anterior a que la relación especial está inspirada por el deseo de ser especial. ¿Qué paz se puede experimentar si nuestros pensamientos son egoístas y buscan en el ataque salvaguardar nuestra propia seguridad? ¿Has conocido alguna vivencia en la que el ataque no engendre dolor y sufrimiento? Elegir como guía al ego y al deseo de ser especial nos conduce una y otra vez a la percepción de una realidad errónea, la cual se sustenta por la creencia de que somos seres separados del mundo que percibimos. El miedo al amor nos ha llevado a amar el miedo. No es un juego de palabras. Esa afirmación encierra el sentimiento que guía todos nuestros gestos. Si amamos incondicionalmente, el deseo de sentirnos especiales desaparece y con ello nuestra falsa identidad egoica. Así que para garantizar la seguridad de nuestra identidad decidimos tener miedo del amor y sustituirlo por el amor al miedo, pues es el único modo de sentir lo que hemos confundido con el verdadero amor, el deseo de ser especial.

    Al sentir amor por el miedo, garantizamos la continuidad del sistema de pensamiento del ego y depositamos esa seguridad en el envoltorio con el que nos hemos identificado, el cuerpo físico. El cuerpo se convierte en la herramienta del ego a través de la cual expresa su amor por el miedo, creyendo que dicho cuerpo tiene el poder de generar miedo, cuando en verdad el miedo pertenece al nivel de la mente, que es quien verdaderamente lo hace real.

    La visión que Jesús nos describe en este punto es la Visión Crística, la que nos permite vislumbrar el Cielo donde la esencia del amor nos permite experimentar la grandeza de la Unidad.

    La Visión Crística nos permite recordar nuestra Identidad verdadera. La práctica de esa visión unificadora nos guiará a establecer la santidad en nuestras relaciones, las cuales se caracterizarán por el deseo de dar y compartir el amor de manera incondicional.

    martes, 30 de septiembre de 2025

    UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 273

    LECCIÓN 273

    Mía es la quietud de la paz de Dios.

    1. Tal vez estemos ahora listos para pasar un día en perfecta calma. 2Sl esto no fuese posible todavía, nos contentaremos y nos sentiremos más que satisfechos con poder aprender cómo es posible pasar un día así. 3Si permitimos que algo nos perturbe, aprendamos a descartarlo y a recobrar la paz. 4Sólo necesitamos decirles a nuestras mentes con absoluta certeza: "Mía es la quie­tud de la paz de Dios", y nada podrá venir a perturbar la paz que Dios Mismo le dio a Su Hijo.

    2. Padre, Tu paz me pertenece. 2¿Qué necesidad tengo de temer que algo pueda robarme lo que Tú has dispuesto sea mío para siempre? 3No puedo perder los dones que Tú me has dado. 4Por lo tanto, la paz con la que Tú agraciaste a Tu Hijo sigue conmigo, en la quietud y en el eterno amor que Te profeso.


    ¿Qué me enseña esta lección?

    La creencia en el pecado originó el temor a Dios y, con ello, la pérdida de la paz de la que gozaba su Hijo.

    Me pregunto qué hubiese pasado si el Hijo de Dios no hubiese interpretado su acción de ver el mundo de otra manera, como un acto pecaminoso.

    En la etapa conocida como “Paraíso”, el Hijo de Dios seguía las enseñanzas de Su Padre, vía directa, gracias a la conexión mental existente entre Creador y lo creado.

    El acto de “independencia”, o lo que es lo mismo, elegir aprender por vía propia, llevó al Hijo de Dios a buscar externamente un canal de aprendizaje, con lo cual abrió sus ojos al mundo exterior y descubrió que tenía un cuerpo que respondía a sus deseos de ser especial, al cual le otorgó el poder de su identidad.

    La vía de la percepción se convirtió en el canal de aprendizaje por el cual iba adquiriendo conocimiento de sí mismo. La identificación con el cuerpo le llevó a olvidar su verdadero origen y a adquirir la falsa creencia de que su realidad dependía de ese envoltorio material.

    La idea de que el pecado era posible le llevó a despertar un profundo temor a Dios. Su naturaleza divina quedó relegada al olvido, y su única verdad procedía del mundo externo. Ese temor puso fin, igualmente, al estado de unidad, coherencia y paz del que gozaba.

    Recuperar ese estado espiritual nos invita a rectificar el error con el que nos encontramos identificados. Debemos dejar de servir al ego, al cuerpo y a la conquista del mundo material, para reconocer nuestra verdadera identidad, nuestro verdadero Ser y expresar nuestra voluntad de ver la unidad que impera en la oleada de vida humana.

    Esa visión de unidad se traducirá en experimentar el estado de paz, que es nuestra condición espiritual:  "Mía es la quietud de la paz de Dios".


    Ejemplo-Guía: "¿Qué elegirías entre la paz y el conflicto?

    Yo lo tengo claro: la paz. Pero no es tan fácil como parece; el mundo no favorece ese estado de quietud.

    La primera parte de lo expuesto, pienso que todos coincidiríamos al elegirla. Pero la aportación posterior, ¡cuidado!, tiene trampa. Si creemos que nuestra paz, nuestra quietud, está en manos del mundo exterior, en manos de los demás, entonces seguiremos proyectando fuera, sin darnos cuenta de que todo lo externo es el reflejo de lo que se encuentra en nuestro interior.


    En este sentido, si nos decimos que el mundo exterior no favorece nuestro estado de quietud, lo que estamos diciendo, realmente, es que en nuestro interior no gozamos de esa paz, pues si así fuese, la veríamos en el mundo que nos rodea.

    Ese proceso forma parte de nuestro despertar. Este proceso sitúa nuestra mente en el instante en el que reconocemos que somos los soñadores del sueño, en el instante en que reconocemos que nada externo a nosotros puede dañarnos, salvo que le otorguemos ese poder, en el instante en el que aceptamos que somos los únicos responsables de todas nuestras "causas" y, por lo tanto, de todos nuestros "efectos".

    Si continuamos identificados con el máximo representante del ego, el cuerpo, tan sólo podremos dar un paso importante hacia el estado que hemos llamado quietud si le otorgamos la función que realmente tiene en el sueño: ser un comunicador. Desde esta perspectiva, el cuerpo en sí mismo no tiene capacidad para ofrecernos paz o conflicto. El cuerpo actúa según los dictados de la mente. Por lo tanto, él no tiene la capacidad para atacar si la mente no le da esa orden; ni la de hacernos gozar de un instante de paz, si la mente no le ofrece ese estado interno. Luego, dejado claro ese punto, dediquémonos a la "fuente", a la mente. Es en ella donde debemos llevar a cabo la corrección. Si nuestra mente alcanza la visión de lo que somos; si despierta a lo que es real y lo que es ilusorio, nos permitirá gozar de la quietud que ofrece la paz de Dios.

    Es muy simple. Si te ves como Dios te ha creado, te recordarás como el Hijo de Dios: Inocente, Impecable, Pleno, Abundante, Amoroso y Uno con todo lo creado. ¿Qué puede turbar tu paz ante gloriosa visión?

    Reflexión: ¿Qué nos priva de sentir la quietud de la paz de Dios?