sábado, 27 de septiembre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 270

LECCIÓN 270

 Hoy no utilizaré los ojos del cuerpo.

1. Padre, la visión de Cristo es el don que me has dado, el cual tiene el poder de transformar todo lo que los ojos del cuerpo contemplan en el panorama de un mundo perdonado. 2¡Cuán glorioso y lleno de gracia es ese mundo! 3No obstante, ¡cuánto más podré contemplar en él que lo que puede ofrecerme la vista! 4Un mundo perdonado significa que Tu Hijo reconoce a su Padre, permite que sus sueños sean llevados ante la verdad y aguarda con gran expectación el último instante de tiempo en el que éste acaba para siempre, conforme Tu recuerdo aflora en su memoria. 5ahora su voluntad es una con la Tuya. 6Ahora su función no es sino la Tuya Propia, y todo pensamiento salvo el Tuyo ha desaparecido.

2. El sosiego de hoy bendecirá nuestros corazones y, a través de ellos, la paz descenderá sobre todo el mundo. 2Cristo se convierte en nuestros ojos hoy. 3mediante Su vista le ofrecemos curación al mundo a través de Él, el santo Hijo que Dios creó íntegro; el santo Hijo a quien Dios creó como uno solo.


¿Qué me enseña esta lección?

¿Qué visión te ofrecen los ojos del cuerpo?

¿Crees que tus ojos te van a permitir ver lo que no está ya en tu mente?

No. No observarás lo que tu mente no cree.

Has deseado ver una realidad que no es real, y tus ojos te han mostrado un cuerpo material y un mundo en el que crees interactuar. A ese cuerpo, tus ojos le han otorgado el poder de tu identidad.

Tal vez hayas comprendido que esa visión es tan sólo una ilusión fabricada por ti, y que aquello que llamas existencia forma parte de un sueño.

Sí, aún no has despertado de ese sueño, pero eres consciente de que estás soñando y ello te ha llevado a bendecir aquello que tus ojos ven.

Hoy podemos dar un paso más. Hoy elegimos no ver con los ojos del cuerpo; elegimos ver ese mundo, perdonado. Hoy elegimos ver con los ojos de Cristo.

¡Cuánta paz y sosiego aporta Su Visión! Ya no percibimos la multiplicidad, la separación. Ya no vemos el conflicto. Todos formamos una Unidad: el Hijo de Dios.

¿Qué sentido tiene ahora el percibirnos separados? ¿Qué vamos a desear para nuestro hermano, que no deseamos para nosotros mismos? La Visión de Cristo nos traslada a ese Estado de Consciencia. Hemos retornado a nuestro verdadero Hogar: El Paraíso, del que nos escindimos voluntariamente, y al que voluntariamente hemos retornado. En verdad, nunca hemos estado fuera de Él, pero así lo habíamos creído y así lo hemos experimentado.

Gracias, Hermano Mayor, por permitirnos ver con tu Santa Visión.


Ejemplo-Guía: "El firme propósito de ver la verdad".

Hasta hoy, hemos permanecido ciegos, pues, aunque nuestros ojos físicos ven el mundo que les rodea, el que percibe, ese no es real, es una ilusión fabricada por nuestra mente, una mente que nos ha mostrado una percepción falsa, basada en la separación, en la división.

No tienes más que mirar tu propia vida para comprender que el mundo que ves y en el que crees existir no puede ser el Hogar que Dios ha dispuesto para Su Hijo. ¿Acaso tú dispondrías un mundo tan demente y caótico para tu hijo?

Observa tu existencia. Te crees un ser limitado, necesitado y escaso, cuando en verdad, eres Pleno y Abundante. Demandas ser querido y protegido, cuando en verdad, eres Amor y gozas del amparo de tu Creador. Sientes miedo y una destructiva culpabilidad, al creer que has fallado a tu Padre, cuando en verdad no puedes cambiar, ni has cambiado ni una sola línea del Plan de Salvación dispuesto por Él para Su Hijo.

Haces necesario el dolor, el sufrimiento e incluso la muerte, para justificar tu erróneo sistema de pensamiento, cuando en verdad, eres inocente, eres impecable, eres eterno.

¿Qué mundo estás dispuesto a seguir viendo? El que estás muerto en vida o el que te libera, para siempre, de la muerte ofreciéndote la eternidad. Vas a elegir la tristeza cuando puedes gozar de la Dicha, de la Felicidad.

Te sientes agotado, cansado, cuando experimentas la vida del mundo falso, pues vivir en él te priva de la paz, mientras que elegir ver el mundo perdonado te mantendrá animado y en pleno júbilo. Cada instante se convierte en una experiencia de gozo, pues en cada uno de esos instantes gozas de la Presencia del Cristo en ti y en cada uno de tus hermanos.

El firme propósito de ver la verdad no es una iniciativa que te afecte tan sólo a ti o a mí. Cuando ese propósito se convierte en nuestro único deseo, es la señal de que Cristo ha realizado el milagro de curar al ciego que hay en nosotros, y ese regalo lo expandimos con el resto del mundo, de tal modo que compartimos la verdadera visión con ellos.


Hoy veo tu inocencia y tu impecabilidad, pues esa inocencia y esa impecabilidad se ha hecho consciente en mí.


Reflexión: Tan solo vemos aquello que deseamos ver.

viernes, 26 de septiembre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 269

LECCIÓN 269

Mi vista va en busca de la faz de Cristo.

1. Te pido que hoy bendigas mi vista. 2Mi vista es el medio que Tú has elegido para mostrarme mis errores y para poder ver más allá de ellos. 3Se me ha concedido poder tener una nueva percepción a través del Guía que Tú me diste, y, mediante Sus lecciones, superar la percepción y regresar a la verdad. 4Pido la ilusión que trasciende todas las que yo inventé. 5Hoy elijo ver un mundo perdonado en el que todo lo que veo me muestra la faz de Cristo y me enseña que lo que contemplo es mío, y que nada existe, excepto Tu santo Hijo.

2. Hoy nuestra vista es bendecida. 2Compartimos una sola visión cuando contemplamos la faz de Aquel Cuyo Ser es el nuestro. 3Somos uno por razón de Aquel que es el Hijo de Dios, Aquel que es nuestra Identidad.


¿Qué me enseña esta lección?

La vista, al igual que la mente, puede servir al Amor-Unidad o al miedo-separación.

Ese órgano de percepción debe ser bendecido y utilizado para llevar a cabo la función encomendada al cuerpo físico: comunicar.

El Hijo de Dios, al fabricar el mundo de la ilusión, dotó a la vista de un gran poder, pues, a través de ella, se recibía información sobre la realidad que percibíamos. Para el hijo del hombre, para el ego, esa percepción le llevó a creer tan sólo en aquello que veía, negando cualquier otra identidad que no fuese capaz de ver y tocar.

La vista, al igual que el resto de los órganos de percepción, ha reforzado la conciencia de separación que fundamenta la existencia del ego. Al ver un mundo separado de mí, le doy validez y lo establezco como verdad.

Pero la vista por sí misma no tiene ninguna capacidad de decisión. Es la mente la que posee esa capacidad, pues sirve directamente al "tomador de decisiones". La mente se acostumbra a interpretar aquello que la vista le enseña, pero ese objeto que se evidencia puede adquirir diferentes significados, dependiendo de las creencias adquiridas por la mente.

La vista, al ser bendecida, la ponemos al servicio del Amor-Unidad, y cuando así lo hacemos, nuestra visión verá las cosas de otra manera, de tal modo que dejará de percibir un mundo separado, un mundo hostil, un mundo desconocido. Cuando esto ocurra, mente y vista servirán tan sólo, a la Unidad, servirán al Amor.


Ejemplo-Guía: "¿Percibimos correctamente?

El mundo en el que creemos estar viviendo es un mundo irreal, ilusorio, pero que nuestra mente hace real al responder a su deseo de ser especial. 

La visión de ese mundo, a través de la percepción, presenta una serie de características que se perpetúan en el tiempo: miedo, culpabilidad, dolor, sufrimiento, pérdida, necesidad, escasez, enfermedad, muerte, etc. 

Es un mundo demente, regido por las leyes del caos, que nos agota y consume, llevándonos a una situación de cansancio. Es el mundo de la percepción errada o falsa. 

"La per­cepción verdadera, o percepción inocente, significa que nunca percibes falsamente y que siempre ves correctamente. Dicho de una manera más llana, significa que nunca ves lo que no existe y siempre ves lo que sí existe" (T-3.II.2:5-6). 

¿Podemos corregir la percepción falsa? 

"La manera de corregir las distorsiones es dejando de tener fe en ellas y depositándola únicamente en lo que es verdad. No puedes hacer que lo que no es verdad lo sea. Si estás dispuesto a aceptar aquello que es verdad en todo lo que percibes, dejas que sea verdad para ti. La verdad supera todo error, y aquellos que viven inmersos en el error y en la vacuidad jamás pueden encon­trar consuelo duradero. Cuando percibes correctamente cance­las tus percepciones falsas y las de los demás simultáneamente. Puesto que los ves tal como son, les ofreces tu aceptación de su verdad para que ellos puedan aceptarla en sí mismos. Ésta es la curación que el milagro produce" (T-3.II.6:1-7). 

"La percepción es temporal. Al ser un atributo de la creencia en el espacio y en el tiempo, es susceptible de producir miedo o amor. Las percepciones falsas producen miedo y las ver­daderas fomentan el amor, mas ninguna de ellas brinda certeza porque toda percepción está sujeta a cambios. Por eso es por lo que la percepción no es conocimiento. La verdadera percepción es la base del conocimiento, pero gozar de conocimiento es la afir­mación de la verdad y esto se encuentra allende cualquier percep­ción" (T-3.III.1:7-10). 

"La verdadera visión es la percepción natural de la visión espiri­tual, pero es todavía una corrección en vez de un hecho. La visión espiritual es simbólica, y, por lo tanto, no es un instrumento de conocimiento. Es, no obstante, un medio de percepción correcta, lo cual la sitúa dentro del propio ámbito del milagro. Una "visión de Dios" sería un milagro más que una revelación. El hecho en sí de que la percepción esté involucrada demuestra que la experien­cia no pertenece a la esfera del conocimiento. De ahí que las visio­nes, por muy santas que sean, son efímeras" (T-3.III.4:1-6). 

La percepción correcta es necesaria antes de que Dios pueda comunicarse directamente con nosotros.  

La percepción falsa nos lleva a percibir falsamente a nuestros hermanos, convirtiéndolos en extraños, impidiéndonos conocerlos. Tendremos que percibirlos correctamente, desde la visión de la inocencia, desde la visión crística, para que los podamos conocer.


Reflexión: Eligiendo ver las cosas de otra manera.

Capítulo 24. I. El deseo de ser especial: el sustituto del amor (4ª parte).

I. El deseo de ser especial: el sustituto del amor (4ª parte).

7. Tu hermano es tu amigo porque su Padre lo creó semejante a ti. 2No hay diferencia alguna entre vosotros. 3Se te ha dado tu hermano para que el amor se pueda extender, no para que se lo niegues. 4Lo que no das, lo pierdes. 5Dios se dio a Sí Mismo a vosotros dos, y recordar esto es el único propósito que compartís ahora. 6Por lo tanto, es el único propósito que tenéis. 7¿Podríais atacaros el uno al otro si decidieseis no permitir que el deseo de ser especial se interpusiese entre vosotros? 8Observa imparcial­mente qué es lo que hace que no aceptes a tu hermano del todo, o qué es lo que te lleva a pensar que quizá os convendría más estar separados. 9¿No es siempre acaso tu creencia de que tu sensación de ser especial se ve menoscabada por vuestra relación? 10¿Y no es éste el "enemigo" que hace que cada uno de vosotros sea una ilusión para el otro?

En un momento de honradez conmigo mismo, me he preguntado qué tipo de amor practico en este mundo. Es curioso el gesto que he tenido de manera espontánea, cerrando los ojos y acudiendo a mis pensamientos para dar una respuesta a esta cuestión. Es como si el hecho de percibir las formas externas, sobre todo las corporales, me hiciese reconocer que mi forma de amar a los demás no estaba en sintonía con la que hemos estado analizando en los puntos anteriores. El simple hecho de ver fuera de mí me lleva de una manera inconsciente y autónoma a juzgar lo que veo, a darle un significado que condiciona mi manera de pensar.

Cuando elijo cerrar mis ojos, el no percibir me ayuda a mantenerme en un nivel de percepción diferente. Ahora me resulta más fácil concentrarme en la energía que quiero mantener viva en mi mente. Los recuerdos de las personas se convierten en obstáculo que me dificulta el propósito de sintonizar con la frecuencia del amor incondicional. Cuando estos recuerdos se adueñan de mis pensamientos, tomo conciencia de que mi estado emocional es idéntico al que percibo cuando tengo los ojos físicos abiertos. Me doy cuenta de que, en realidad, no es la percepción externa la que me hace sentir de una manera u otra, sino mis creencias, mis juicios sobre lo percibido.

Si considero a mi hermano un enemigo, el hecho de cerrar mis ojos a su percepción no va a evitar que siga pensando que es mi enemigo. Debo cambiar la visión de mi hermano desde mi interior, es decir, desde las creencias, y el único modo de hacerlo es negando el deseo de ser especial y recordando el deseo de unidad.

Ahora, vibrando con la visión crística, no es necesario que cierre los ojos físicos para percibir a mi hermano como un amigo.

8Tu temor a Dios y a tu hermano procede de cada creencia de ser especial que aún no has reconocido. 2Pues exiges que tu hermano se postre ante ella en contra de su voluntad. 3Y Dios Mismo tiene que honrarla o pagar las consecuencias. 4Todo vestigio de malicia, toda punzada de odio y todo deseo de perpetuar la separación nace ahí. 5Pues en este punto el propósito que compartes con tu hermano queda velado de vuestras conciencias. 6Te resistes a aceptar este curso porque te enseña que tú y tu hermano sois igua­les. 7No tenéis ningún propósito que no sea el mismo, ni ninguno que vuestro Padre no comparta con vosotros. 8Pues se ha elimi­nado de vuestra relación todo objetivo de ser especial. 9¿Destrui­rías ahora el objetivo de santidad que el Cielo le confirió a esta relación? 10¿Qué perspectiva puede tener el que se cree especial que no cambie con cada aparente golpe, con cada afrenta, o con cada juicio que se imagina ha sido emitido contra él?

Si analizamos nuestras vidas y las vidas que nos han precedido y que la historia de la humanidad nos ha legado de manera que podamos ser conscientes de los diferentes matices de la vida, no podremos evitar caer en la desolación y en la desesperanza ante la visión de tanto dolor y sufrimiento.

Expresado de esta manera, si lo anterior fuese considerado una opinión válida, cabe preguntarse: ¿cómo es posible que, a pesar de tanta demencia, sigamos rindiendo culto al deseo de ser especial? ¿Cómo es posible que el miedo, el terror, el ataque, las guerras, las violaciones, las masacres sigan estando al orden del día como consecuencia de que seguimos rindiendo culto al especialismo?

He tenido que zamarrear mi cerebro en un intento infantil de despertar mi mente de esta pesadilla que llamamos vida.

¿Hasta cuándo vamos a seguir llamando vida a lo que es un mundo de muerte?

Sí, este mundo es un mundo de muerte porque así lo hemos decidido al hacerlo real, cuando en verdad no lo es. ¿Conoces algún cuerpo que no haya muerto en este mundo, que permanezca eternamente en él?

El hecho de que deseemos ser especiales no nos hace eternos, sino temporales.

Tan sólo el Espíritu es eterno y no alberga deseos especiales. Su único deseo es expandir su esencia creadora, el amor.

9. Los que se creen especiales se ven obligados a defender las ilusiones contra la verdad, 2pues ¿qué otra cosa es el deseo de ser especial sino un ataque contra la Voluntad de Dios? 3No amas a tu hermano mientras sea eso lo que defiendes en contra suya. 4Esto es lo que él ataca y lo que tú proteges. 5He aquí el motivo de la batalla que libras contra él. 6Aquí él no puede sino ser tu ene­migo, no tu amigo. 7Jamás podrá haber paz entre los que son diferentes. 8Mas él es tu amigo precisamente porque sois lo mismo.

Leí hace tiempo, cuando adiestraba mi mente en el conocimiento de la astrología, que el signo de Acuario representaba la amistad y que la razón de ello respondía a la interpretación que se aportaba de la amistad: dos personas que piensan iguales. 

El contenido de este punto y la aportación que nos hace Jesús afirmando que el otro es tu amigo porque sois lo mismo, me ha recordado el significado de la amistad establecida por la igualdad en la manera de pensar.

Se dice, igualmente, que Acuario es el signo que expresa el amor incondicional. No nos resultará extraño reconocer el motivo de esta vinculación, pues para amar incondicionalmente hay que alcanzar la igualdad en el nivel mental, de modo que la percepción del otro esté filtrada por esa condición.

Cuando dos mentes se unen, las fuerzas de amor se expresan a través de ellas y se convierten en portadoras de la esencia creadora del amor. En el nivel de la amistad no puede existir el amor condicionado que se convierte en una limitación de la expresión libre del propio amor. Esta es la razón por la cual alcanzar una experiencia de amistad verdadera se ve en muchas ocasiones truncada por los celos y por las posturas irreflexivas y fanáticas, propias de las mentes que sirven al deseo de ser especial.   

jueves, 25 de septiembre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 268

LECCIÓN 268

Que todas las cosas sean exactamente como son.

1. No permitas que hoy sea Tu crítico, Señor, ni que juzgue contra Ti. 2No permitas que interfiera en Tu creación, desfigurándola y convirtién­dola en formas enfermizas. 3Permítaseme estar dispuesto a no atacar su unidad imponiéndole mis deseos, y así dejarla ser tal como Tú la creaste. 4Pues de esta manera seré también capaz de reconocer a mi Ser tal como Tú lo creaste. 5Fui creado en el Amor y en el Amor he de morar para siempre. 6¿Qué podría asustarme si dejo que todas las cosas sean exacta­mente como son?

2. Que nuestra vista no sea blasfema hoy, y que nuestros oídos no hagan caso de las malas lenguas. 2Sólo la realidad está libre de dolor. 3Sólo en la realidad no se experimentan pérdidas. 4Sólo la realidad ofrece completa seguridad. 5Y esto es lo único que bus­camos hoy.


¿Qué me enseña esta lección?

Nuestra mente puede servir a la Verdad o a la Ilusión; puede servir a lo Real o a lo irreal; puede servir al Ser o al ego; puede servir a lo Espiritual o a lo material; puede servir a la Unidad o a la separación.

Si sirve a la Verdad, a lo Real, al Ser, a lo Espiritual, a la Unidad, entonces está sirviendo a la Verdadera Vida, a lo Eterno, a la Perfección, está sirviendo al Plan de Salvación que Dios ha dispuesto para su Hijo.

Si sirve a la ilusión, a lo irreal, al ego, a lo material, a la separación, entonces está sirviendo a la muerte, a lo temporal, al error, está sirviendo a la falsa creencia del pecado.

Servir a la Verdad, es servir al Amor. Servir a la ilusión, es servir al miedo.

Servir al Amor, nos conduce a experimentar la Felicidad y la Paz; nos ofrece completa seguridad.

Servir al miedo, nos conduce a experimentar el dolor, el castigo, la enfermedad, el conflicto; nos ofrece una constante inseguridad.

Hoy, acepto y elijo Ser como Dios me ha creado. En mi resplandece Su Grandeza, en la medida que le permito expresarse a través de mi mente, de mi corazón y de mis actos.


Ejemplo-Guía: "El deseo, nos hace ver las cosas de manera diferente a como son"

LECCIÓN 268

Que todas las cosas sean exactamente como son.

1. No permitas que hoy sea Tu crítico, Señor, ni que juzgue contra Ti. 2No permitas que interfiera en Tu creación, desfigurándola y convirtién­dola en formas enfermizas. 3Permítaseme estar dispuesto a no atacar su unidad imponiéndole mis deseos, y así dejarla ser tal como Tú la creaste. 4Pues de esta manera seré también capaz de reconocer a mi Ser tal como Tú lo creaste. 5Fui creado en el Amor y en el Amor he de morar para siempre. 6¿Qué podría asustarme si dejo que todas las cosas sean exacta­mente como son?

2. Que nuestra vista no sea blasfema hoy, y que nuestros oídos no hagan caso de las malas lenguas. 2Sólo la realidad está libre de dolor. 3Sólo en la realidad no se experimentan pérdidas. 4Sólo la realidad ofrece completa seguridad. 5esto es lo único que bus­camos hoy.


¿Qué me enseña esta lección?

Nuestra mente puede servir a la Verdad o a la Ilusión; puede servir a lo Real o a lo irreal; puede servir al Ser o al ego; puede servir a lo Espiritual o a lo material; puede servir a la Unidad o a la separación.

Si sirve a la Verdad, a lo Real, al Ser, a lo Espiritual, a la Unidad, entonces está sirviendo a la Verdadera Vida, a lo Eterno, a la Perfección, está sirviendo al Plan de Salvación que Dios ha dispuesto para su Hijo.

Si sirve a la ilusión, a lo irreal, al ego, a lo material, a la separación, entonces está sirviendo a la muerte, a lo temporal, al error, está sirviendo a la falsa creencia del pecado.

Servir a la Verdad es servir al Amor. Servir a la ilusión es servir al miedo.

Servir al Amor, nos conduce a experimentar la Felicidad y la Paz; nos ofrece completa seguridad.

Servir al miedo nos conduce a experimentar el dolor, el castigo, la enfermedad, el conflicto; nos ofrece una constante inseguridad.

Hoy, acepto y elijo ser como Dios me ha creado. En mí resplandece Su Grandeza, en la medida en que le permito expresarse a través de mi mente, de mi corazón y de mis actos.


Ejemplo-Guía: "El deseo nos hace ver las cosas de manera diferente a como son".

Dios no ha creado las cosas que nosotros creemos ver en este mundo. Estas cosas, que creemos ver, son fabricaciones nuestras, son nuestras "creaciones", y responden a las leyes que les hemos impuesto en un entorno espacio-temporal.

Es preciso hacer esta aclaración, para no malinterpretar el título de la lección de hoy, cuando nos enseña que todas las cosas sean exactamente como son.

Las cosas, todas las cosas, responden y proceden de una misma fuente, la Mente de Dios. En su origen, todo cuanto existe es energía mental y en ese nivel es donde encontramos su estado de unidad. Todas sirven a su Creador.

Cuando interviene el deseo, tenemos la capacidad de ver la energía de otra manera y de darle un valor diferente al que tiene.

Te propongo un ejercicio. Te propongo imaginar conmigo una historia. Tú imaginas una historia y yo haré lo mismo. Cuando terminemos este ejercicio, tendremos dos historias, probablemente, diferentes la una de la otra. Pero la fuente de donde han emanado ambas historias tiene un mismo origen. ¿Entonces por qué son distintas? Sencillamente, porque cada uno de nosotros ha utilizado el deseo como filtro para darle contenido a nuestra historia.

¿Cuál es la realidad de la historia? Si contestamos que su realidad es el aspecto externo de su narrativa, estaremos viendo el mundo del ego, el mundo de la separación. Es un mundo tintado por el filtro de nuestros deseos. El deseo, el tuyo y el mío, son diferentes, dando historias diferentes. Pero lo real es uno, no puede ser diferente. Lo real responde a lo que es verdadero, y la verdad no puede ser diferente y cambiante.

En cambio, si decimos que la realidad de la historia es su origen, su causa mental, entonces, esa visión nos lleva a la posibilidad de elegir desde la unidad y no desde la separación.

Dios ha creado a Su Hijo y no ha escrito historias diferentes para cada uno. Existe tan solo un Plan de Salvación y ese guion responde a un único propósito: el retorno a la Unidad.

Entonces, ¿el deseo es malo? Pregunta equivocada, pues está realizada bajo la visión del ego, de lo dual, de lo bueno y de lo malo, es decir, bajo la visión de lo irreal.

Debemos aprender a vivir con una visión de integración —no dualidad—, de modo que todo cuanto veamos, sepamos que es el efecto causado por la interferencia de nuestro deseo de ser especial a la hora de mirar.

La percepción errónea es el deseo de que las cosas sean diferentes de cómo son. 

Algunas citas del Curso, referentes al tema que estamos analizando: 

"No es éste un mundo que provenga de la voluntad, pues está regido por el deseo de ser diferente de Dios, y ese deseo no tiene nada que ver con la voluntad. El mundo que has fabricado es, por lo tanto, completamente caótico, y está regido por "leyes" arbitrarias que no tienen sentido ni significado alguno" (T-12.IV.9:5-6). 

"Tu deseo de cambiar la realidad es, por lo tanto, lo único que es temible, pues al desear que la realidad cambie crees que tu deseo se ha cumplido" (T-17.I.2:1). 

"Tu deseo de construir otro mundo que no es real sigue vivo en ti. Y pareces despertar a lo que no es sino otra forma de ese mismo mundo que viste en tus sueños. Estás soñando continuamente. Lo único que es diferente entre los sueños que tienes cuando duermes y los que tienes cuando estás despierto es la forma que adoptan, y eso es todo. Su contenido es el mismo. Constituyen tu protesta contra la realidad, y tu idea fija y demente de que la puedes cambiar" (T-18.II.5:10-15).

Reflexión: ¿Qué podría asustarme si dejo que todas las cosas sean exacta­mente como son? 

Capítulo 24. I. El deseo de ser especial: el sustituto del amor (3ª parte).

 I. El deseo de ser especial: el sustituto del amor (3ª parte).

5. El deseo de ser especial es el gran dictador de las decisiones erróneas. 2He aquí la gran ilusión de lo que tú eres y de lo que tu hermano es. 3Y he aquí también lo que hace que se ame al cuerpo y se le considere algo que vale la pena conservar. 4Ser especial es una postura que requiere defensa. 5Las ilusiones la pueden atacar y es indudable que lo hacen. 6Pues aquello en lo que tu hermano se tiene que convertir para que tú puedas seguir siendo especial es una ilusión. 7Hay que atacar a aquel que es "peor" que tú, de forma que tu especialismo pueda perpetuarse a costa de su derrota. 8Pues ser especial supone un triunfo, y esa victoria consti­tuye la derrota y humillación de tu hermano. 9¿Cómo puede vivir tu hermano con el fardo de todos tus pecados sobre él? 10¿Y quién, sino tú, es su conquistador?

En este punto, la estrategia del sistema de pensamiento del ego queda al descubierto y se pone de manifiesto que aquel a quien llama amigo o aliado es su peor enemigo. El otro se convierte en la diana donde dirigimos todos nuestros dardos, sobre todos aquellos de los que deseamos desprendernos en un intento de aliviar el dolor que nos causa mentalmente al recordarnos nuestra naturaleza pecaminosa y grosera. 

Es más fácil condenar y juzgar las debilidades ajenas que reconocer las nuestras y corregirlas desde el nivel en que se manifiestan, desde la mente. Condenando el pecado de nuestros hermanos, afianzamos la creencia de que el cuerpo es nuestra realidad y el único causante de nuestros actos pecaminosos. De este modo estamos condenando doblemente a nuestros hermanos. Por un lado, juzgando su naturaleza pecadora y, por otro, reconociéndolo por su identidad ilusoria y temporal.

6. ¿Podrías odiar a tu hermano si fueses igual que él? 2¿Podrías atacarlo si te dieses cuenta de que caminas con él hacia una misma meta? 3¿No harías todo lo posible por ayudarlo a alcan­zarla si percibieses que su triunfo es el tuyo propio? 4Tu deseo de ser especial te convierte en su enemigo; pero en un propósito compartido, eres su amigo. 5Ser especial jamás se puede compar­tir, pues depende de metas que sólo tú puedes alcanzar. 6él jamás debe alcanzarlas, pues de otro modo tu meta se vería en peligro. 7¿Qué significado puede tener el amor allí donde el obje­tivo es triunfar? 8¿Y qué decisión puede tomarse en favor de ese objetivo que no acabe perjudicándote?

Si analizamos detenidamente el valor que le damos a las acciones por encima, incluso de lo que pensamos, no deberíamos tener ninguna dificultad para reconocer que tal valoración ha sido inspirada por la guía del ego y no del Espíritu Santo.

El ego exige que el amor deba ser demostrado. Esta visión procede del deseo de ser especial. Le pedimos al otro que nos ame como nosotros queremos que lo haga, no desde su libertad de expresión. Es más, si no lo hace tal y como espera que lo haga, lo juzgará y lo interpretará como un ataque. Amar de manera condicionada no es el amor que nos enseña el curso. 

El amor incondicional es el que surge de nuestra naturaleza divina con el propósito de prolongar la esencia del propio amor, de lo que somos. El amor no se crea a sí mismo, pero sí crea de sí mismo. El amor Es, al igual que Dios Es. Sin principio y sin final. Comprender desde la mente egoica esta dimensión del amor es imposible, pues desmantela todo su sistema de pensamiento temporal.

miércoles, 24 de septiembre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 267

LECCIÓN 267

Mi corazón late en la paz de Dios.

1. Lo que me rodea es la vida que Dios creó en Su Amor. 2Me llama con cada latido y con cada aliento; con cada acción y con cada pensamiento. 3La paz llena mi corazón e inunda mi cuerpo con el propósito del perdón. 4Ahora mi mente ha sanado, y se me concede todo lo que necesito para salvar al mundo. 5Cada latido de mi corazón me inunda de paz; cada aliento me infunde fuerza. 6Soy un mensajero de Dios, guiado por Su Voz, apoyado por Su amor y amparado eternamente en la quietud y en la paz de Sus amorosos Brazos. 7Cada latido de mi corazón invoca Su Nombre, y cada uno es contestado por Su Voz, que me asegura que en Él estoy en mi hogar.

2. Que preste atención sólo a Tu Respuesta, no a la mía. 2Padre, mi corazón late en la paz que el Corazón del Amor creó. 3Y es ahí y sólo ahí donde estoy en mi hogar.


¿Qué me enseña esta lección?

Si tienes la certeza de que eres Hijo de Dios, disfrutarás de la paz del Reino del Padre y habitarás, de una manera consciente, en tu verdadero Hogar.

Esa certeza tan sólo es posible si has integrado en tu consciencia el Principio de la Unidad, es decir, cuando tu Mente es Una con la Mente de Todos tus Hermanos; cuando tu Mente es Una con la Mente de tu Creador. Ese estado de Unidad, se manifestará en una plena coherencia entre los pensamientos, los sentimientos y las acciones.

La conquista de ese estado de consciencia hará que nuestro corazón vibre al unísono con el Amor Incondicional latente en cada Ser, lo que nos llevará a establecer relaciones santas basadas en la Unidad y en la Igualdad.

Ejemplo-Guía: "La paz de Dios"

El título de esta lección sugiere que, en este mundo, gozar de la paz tan solo es posible cuando conseguimos que nuestro corazón lata a la vibración emanada de Dios, esto es, a la vibración de la Unidad y del Amor. Cuando nuestro corazón alcanza esa nota, alcanza el estado que el Curso denomina "paz de Dios". 

Cuando consultamos el contenido del Texto del Curso, lo primero que podemos leer en él es el siguiente mensaje: 

"Este curso puede, por lo tanto, resumirse muy simplemente de la siguiente manera: Nada real puede ser amenazado. Nada irreal existe. En esto radica la paz de Dios” (T-In.2:1-4).

Continuando con citas del Curso: 

"Cuando tienes miedo de algo, estás admitiendo que ello tiene el poder de hacerte daño. Recuerda que donde esté tu corazón, allí también estará tu tesoro. Crees en lo que conside­ras valioso. Si tienes miedo, es que estás equivocado con respecto a lo que es valioso. Tu entendimiento inevitablemente evaluará erróneamente, y al otorgar el mismo poder a todos los pensamien­tos, destruirás inevitablemente la paz. Por eso es por lo que la Biblia habla de "la paz de Dios que supera todo razonar". No hay error que pueda alterar esa paz en lo más mínimo. Dicha paz no permite que nada que no proceda de Dios te afecte" (T-2.II.1:1-11).

Es evidente que, para disfrutar de la paz de Dios, no podemos identificarnos con el mundo de la ilusión en el que creemos estar viviendo. Este mundo no nos ofrece el escenario propicio para que podamos gozar de esa paz, pues ese mundo es el que nos lleva a creer en el miedo y en la culpabilidad.

Sin embargo, cuando nuestra mente se pone al servicio de nuestro Padre, entonces: 

"Nada puede prevalecer contra un Hijo de Dios que encomienda su espíritu en las Manos de su Padre. Al hacer esto, la mente despierta de su sueño y recuerda a su Creador. Toda sensación de separación desaparece. El Hijo de Dios es parte de la Santísima Trinidad, pero la Trinidad en sí es una sola entidad. No hay confusión entre Sus Niveles porque éstos son de una sola Mente y de una sola Voluntad. Este propósito único crea perfecta integración y establece la paz de Dios" (T-3.II.5:1-6).

Por último:

"La paz de Dios radica en entender esto: Sólo hay una manera de escaparse del pensamiento del mundo, del mismo modo en que sólo hubo una manera de adentrarse en él: entendiendo totalmente al entender la totalidad" (T-7.VII.10:8-10).

Reflexión: ¿Sólo hay una manera de escaparse del pensamiento del mundo? 

Capítulo 24. I. El deseo de ser especial: el sustituto del amor (2ª parte).

I. El deseo de ser especial: el sustituto del amor (2ª parte).

3. La única creencia que se mantiene celosamente oculta y que se defiende aunque no se reconoce, es la fe en ser especial. 2Esto se manifiesta de muchas formas, pero siempre choca con la realidad de la creación de Dios y con la grandeza con la que Él dotó a Su Hijo. 3¿Qué otra cosa podría justificar el ataque? 4¿Quién podría odiar a alguien cuyo Ser es el suyo propio y a Quien conoce? 5Sólo los que se creen especiales pueden tener enemigos, pues creen ser diferentes y no iguales. 6cualquier clase de diferencia impone diferentes órdenes de realidad y una ineludible necesi­dad de juzgar.

La creencia en el pecado es la consecuencia directa de haber sustituido el deseo de ser Uno por el deseo de ser especial. El amor es sustituido por el deseo egoísta, lo que propició el olvido del Conocimiento y la adopción de un estado mental demente e ignorante.

Mientras que el amor crea vida eterna, el deseo egoísta crea muerte y temporalidad.

No podemos subestimar el poder de la mente cuando sirve al deseo de ser especial. Como bien se recoge en el punto anterior, no debemos negar a los enemigos de la paz, a los deseos egoístas. Dichos deseos están presentes en nuestra mente y sus resultados son causantes de los estados de ausencia de paz. Lo único que debemos negar es su realidad, es decir, reconocer que son fruto del mundo de la ilusión y como tal no responden a las leyes de la eternidad.

4. Lo que Dios creó no puede ser atacado, pues no hay nada en el universo que sea diferente de ello. 2Lo que es diferente, sin embargo, exige juicios, y éstos tienen que proceder de alguien que es "mejor", alguien incapaz de ser como aquel a quien con­dena, alguien "superior" a él, y en comparación, inocente. 3Y así, el deseo de ser especial se convierte simultáneamente en un medio y en un fin. 4Pues ser especial no sólo separa, sino que también sirve como base desde la que el ataque contra los que parecen ser "inferiores", es "natural" y "justo". 5Los que se creen especiales se sienten débiles y frágiles debido a las diferencias, pues lo que los hace especiales es su enemigo. 6Sin embargo, ellos lo protegen y lo llaman "amigo". 7Luchan por él contra todo el universo, pues no hay nada en el mundo que sea más valioso para ellos.

No debe resultarnos extraño que tengamos dificultad para comprender la dimensión eterna del significado amor cuando intentamos conocerlo desde la perspectiva del pensamiento del ego. Desde la percepción de un mundo separado, es imposible conocer el significado real que el Curso nos ofrece del amor. Esto es así por la misma razón de que los ojos físicos no pueden ver nuestra realidad verdadera. La visión física determina la realidad en base a la forma y no al contenido.

De igual modo, interpreta el amor desde lo perceptivo, desde las acciones, desde su aspecto externo, respondiendo desde el entendimiento de que el amor debe ser expresado a través de las acciones, negando la posibilidad de que el amor sea real únicamente cuando se expresa como una condición de nuestra mente.

Mientras que lo que se crea desde la mente amorosa no puede ser atacado por la sencilla razón de que pertenece a la creación de Dios y goza del principio de igualdad y de unidad, el amor expresado y entendido desde el nivel perceptivo viene acompañado del deseo de ser especial. Cuando amamos en este mundo, lo hacemos de forma especial, individual y selectiva. Es más, podemos amar y seguidamente odiar a la misma persona, simplemente porque no se ajusta a nuestros deseos o porque nos da miedo amarla desde la libertad. 

Se produce una interesante paradoja en el modo de amar desde el punto de vista del ego. El deseo de ser especial nos lleva a sentirnos diferentes a los demás, a los cuales vemos como a nuestros enemigos. Reforzamos nuestro especialismo a través de la percepción de ser especial y único. Por otro lado, lo que en apariencia es diferente a nosotros e interpretamos como enemigo, lo convertimos en nuestro amigo, elevándolo a la condición de especial y atribuyéndole un valor muy personal, dado que sin su presencia nuestro especialismo desaparecería. 

martes, 23 de septiembre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 266

LECCIÓN 266

Mi santo Ser mora en ti, Hijo de Dios.

1. Padre, me diste todos Tus Hijos para que fuesen mis salvadores y mis consejeros de visión; los heraldos de Tu santa Voz. 2En ellos Tú te ves reflejado y en ellos Cristo me contempla desde mi Ser. 3No permitas que Tu Hijo se olvide de Tu santo Nombre. 4No permitas que Tu Hijo se olvide de su santo Origen. 5No permitas que Tu Hijo se olvide de que su nombre es el Tuyo.

2. En este día entramos al paraíso, invocando el Nombre de Dios y el nuestro, reconociendo nuestro Ser en cada uno de nosotros y unidos en el santo Amor de Dios. 2¡Cuántos salvadores nos ha dado Dios! 3¿Cómo podríamos perdernos en nuestro trayecto hacia Él, cuando Él ha poblado el mundo con aquellos que seña­lan hacia Él, y nos ha dado la vista para poder contemplarlos?


¿Qué me enseña esta lección?

Hoy es el día en el que podemos celebrar un glorioso homenaje al Principio de la Unidad.

Hoy, tomo consciencia de que todos y cada uno de mis hermanos reflejan el santo Nombre de Dios.

Hoy, hago consciente en mí el sagrado Nombre que me mantiene unido al Padre.

Hoy, elevo mi agradecimiento a Dios, pues en su Magna Gracia, lo ha dispuesto todo para que disponga, a través de mis hermanos, de la luz que me permitirá ver el camino que ha de conducirme de retorno al Hogar.

¡Bendito seas, Padre, por permitirme ver la Unidad inscrita en Tu Creación: la Sagrada Filiación!


Ejemplo-Guía: "Nuestro hermano no es nuestro enemigo, es nuestro maestro".

Si te resulta difícil aceptar esta afirmación, es porque estás eligiendo ver con los ojos del cuerpo.

Dios, nuestro Creador, nos ha dotado con los ojos de la mente para que podamos ver la verdad: todos somos Uno, unidos por el lazo de la Mente que nos une al Padre.

Los ojos del cuerpo son la herramienta que utiliza el ego para hacernos ver un mundo irreal e ilusorio, pero al que damos el valor que nos lleva a identificarnos con él, creyendo que somos aquello que nuestros sentidos son capaces de percibir.

Es evidente, al menos así nos lo argumenta el sistema de pensamiento del ego, que si nos identificamos con el cuerpo, veremos a nuestros hermanos como "enemigos". En esa visión estamos proyectando nuestro sentimiento de "culpabilidad" y la "ira" que sentimos por haber violado las leyes divinas y por haber “fallado” a nuestro Hacedor. Estos argumentos son erróneos, pero nosotros los hemos elevado a la creencia de pecado y se ha convertido en una pesada carga que nos impide ver la realidad de lo que somos.

A pesar de todos estos argumentos, el Espíritu Santo utiliza la visión del cuerpo para que veamos en él una función que nos ha de permitir trascender las limitaciones físicas. Esta función es la comunicación. A través de la comunicación, podremos alcanzar a comprender que nuestras mentes se alimentan de una misma Fuente y tenemos la capacidad para elegir ver las cosas de otra manera.

Por ejemplo, podemos elegir sustituir el ataque y el miedo por la dádiva y el amor. Si no percibimos a nuestros hermanos como algo externo a nosotros, ni como diferente a nuestro ser, aprenderemos a integrar lo que proyectamos como valores que fluyen desde nuestro interior y que ellos reflejan, pues lo que vemos en ellos es lo que hemos proyectado. De este modo, lo de dentro y lo de fuera, o lo que es lo mismo, nosotros y ellos, nos revela que somos uno.


Os propongo un ejercicio práctico. Elige un día y haz que ese día, tu visión vea en cada uno de tus hermanos con los que establezcas cualquier tipo de relación, a tu maestro. Este maestro tiene un único objetivo: revelarte, como si de un espejo se tratase, tus diferentes rostros internos. Cuando seas consciente de estos rostros, no los juzgues, no los condenes, acéptalos y perdónalos. De este modo te liberarás de ellos y dejarás de proyectarlos de manera inconsciente.


Reflexión: ¿Crees que podrás salvarte solo?

Capítulo 24. I. El deseo de ser especial: el sustituto del amor (1ª parte).

I. El deseo de ser especial: el sustituto del amor (1ª parte).

1. El amor es extensión. 2Negarte a dar un regalo -por insignifi­cante que sea- es no conocer el propósito del amor. 3El amor lo da todo eternamente. 4Si retienes una sola creencia, una sola ofrenda, el amor desaparece, pues has pedido que un sustituto ocupe su lugar. 5ahora la pugna -el substituto de la paz- no puede sino acompañar a la única alternativa que puedes elegir en lugar del amor. 6El que la hayas elegido es lo que le confiere toda la realidad que parece tener.

¿Cuántas veces nos habremos preguntado qué es el amor? El hecho de cuestionarnos su significado lleva implícito que no lo conocemos. Sin embargo, si tenemos fe en la enseñanza del Curso, en el que se nos enseña que somos "Hijos del Amor", la cuestión se hace aún más incomprensible para nuestra mente. ¿Cómo es posible que, siendo amor, desconozcamos su significado?

Ahora comprendo mejor la razón del aforismo griego "Conócete a ti mismo". El desconocimiento de lo que realmente somos es la causa de que desconozcamos, igualmente, el significado del amor.

Si somos Hijos de Dios, creados a Su imagen y semejanza, dicha condición nos hace "hijos del amor". Si esa comunión Padre-Hijo existiera en nuestra mente, no tendríamos duda de lo que significa el amor, pues seríamos plenamente conscientes de nuestro Ser.

Pero aquí estamos, planteándonos una cuestión que debería ser irrelevante para nuestra mente y que sin embargo se ha convertido en la condición más codiciada de toda existencia.

El amor es extensión. He ahí la respuesta a la cuestión más demente que nos hayamos podido hacer jamás. Tal vez podamos sentirnos contrariados con esta afirmación, pues esperábamos un desarrollo más amplio de lo que es el amor. El único significado que nos aporta el curso es que el amor es extensión, es decir, un acto de voluntad. Pero cuidado, no nos precipitemos en la valoración de ese concepto. 

El Diccionario de la Real Academia Española le aporta los siguientes significados, entre otros: dilatación, alargamiento, prolongación, estiramiento, propagación, expansión, difusión, divulgación. Sus opuestos serían: contracción, encogimiento, reducción.

El amor podría interpretarse como la "prolongación" de la naturaleza de Dios. Lo que nos confirmaría que la afirmación que se recoge en los Textos Sagrados es verdadera cuando nos dice que Dios creó a Su Hijo a Su imagen y semejanza. Todo acto de creación debe ser un acto de amor, lo que significa que debe ser un acto de "prolongación" de nuestra propia naturaleza, lo cual hace posible que la unidad entre nuestro Ser y nuestra creación sea eterna.

Retomando la cuestión con la que iniciábamos el análisis de este punto, con lo expuesto, no podremos menos que comprender que es un planteamiento sin fundamento que revela nuestro nivel de ignorancia y desconocimiento de lo que somos. Preguntar "¿qué es el amor?" tan sólo es posible desde el punto de vista del sistema de pensamiento del ego, el cual está basado en la creencia en la separación, o lo que es lo mismo, en la creencia de que amar nada tiene que ver con la expansión, pues según sus leyes, cuando damos, perdemos lo que damos.

2. Las creencias nunca se atacarán unas a otras abiertamente, ya que es imposible que se puedan producir desenlaces conflictivos. 2Mas una creencia que no se haya reconocido es una decisión de batallar en secreto, en la que los resultados del conflicto se mantie­nen ocultos y nunca se llevan ante la razón para ver si son sensa­tos o no. 3Y son muchos los resultados insensatos que se han obtenido y muchas las decisiones absurdas que se han tomado que ahora se han convertido en creencias a las que se les ha otor­gado el poder de determinar las decisiones subsiguientes. 4No subestimes el poder que tienen estos guerreros ocultos para des­truir tu paz. 5Pues ésta se encuentra a su merced mientras tu deci­sión de dejarla en sus manos siga en pie. 6Los enemigos secretos de la paz -tu más mínima decisión de elegir el ataque en vez del amor- se encuentran ahí por tu propia elección, sin ser reconoci­dos y prestos a desafiarte a combatir y a llevarte a una violencia mucho más grande de lo que te imaginas. 7No niegues su presen­cia ni sus terribles resultados. 8Lo único que se puede negar es su realidad, no sus consecuencias.

Seguimos profundizando en la idea que nos ofrece este apartado y que sin duda tiene como objetivo enseñarnos a conocer lo que es el verdadero amor.

Hasta aquí, tenemos claro que el amor es extensión, una prolongación de lo que somos. Nuestras creaciones, para ser reales y verdaderas, tienen que llevar ese sello, el de propagarse a sí mismas. 

Tenemos igualmente claro que, cuando retenemos alguna condición de lo que somos, nuestra creación no es una copia exacta de lo que somos, dado que hemos decidido no compartir la totalidad de lo que somos. Dejamos fuera de nuestra acción creadora un aspecto que no lleva el sello de nuestra identidad verdadera. Podemos decir que existe un conflicto entre lo que somos y lo que hemos creado. El origen de ese acto responde a un deseo de ser especial, de ser diferente a lo que somos. Dicho deseo dará lugar a la creencia en un nuevo aspecto de nuestro ser y el deseo se fortalecerá al convertirse en la creencia que nos confirma ese nuevo aspecto.

Cuando decidimos crear para satisfacer el deseo de ser especial, estamos negando el estado de paz que nos ofrece la expansión de nuestra totalidad y eligiendo en su lugar el estado de conflicto que nos ofrece el deseo de especialismo.