jueves, 11 de septiembre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 254

LECCIÓN 254

Que se acalle en mí toda voz que no sea la de Dios.

1. Padre, hoy quiero oír sólo Tu Voz. 2Vengo a Ti en el más profundo de los silencios para oír Tu Voz y recibir Tu Palabra. 3No tengo otra ora­ción que ésta: que me des la verdad. 4la verdad no es sino Tu Volun­tad, que hoy quiero compartir Contigo.

2. Hoy no dejaremos que los pensamientos del ego dirijan nues­tras palabras o acciones. 2Cuando se presenten, simplemente los observaremos con calma y luego los descartaremos. 3No desea­mos las consecuencias que nos acarrearían. 4Por lo tanto, no ele­gimos conservarlos. 5Ahora se han acallado. 6Y en esa quietud, santificada por Su Amor, Dios se comunica con nosotros y nos habla de nuestra voluntad, pues hemos decidido recordarle.

¿Qué me enseña esta lección?

Sí, nos encontramos en el camino. Nos hemos dado cuenta de que hemos estado buscando la felicidad en el lugar equivocado. Nos hemos dado cuenta de que la vida no puede ser sufrimiento, dolor, penalidades, castigos, luchas y, finalmente, la muerte.

Sí, nos encontramos en el camino. Nos hemos propuesto ver las cosas de otra manera. Nos hemos propuesto ver en nuestros hermanos, no el ropaje físico, sino la verdadera esencia que habita en él. Nos hemos propuesto perdonarnos y perdonar. Nos hemos propuesto renunciar a la visión errónea de la separación, del pecado, y sustituirla por la visión correcta de la Unidad y de la Expiación.

Sí, nos encontramos en el camino. Nuestra propuesta es firme y, a pesar de ello, aún dejamos que la voz agonizante del ego intente ganar nuestra atención reclamando su hegemonía, cuando en verdad no tiene derecho alguno a recibir la legítima herencia que el Padre tiene dispuesta para cuando Su Verdadero Hijo la reclame.

Hoy no dejaré que los pensamientos del ego dirijan mis palabras o acciones. Permaneceré con “la luz permanentemente encendida” para no dejarme engañar por la ilusión, por la tentación. Apaciguaré ese murmullo rancio que trata de ilusionarme y, en su lugar, prestaré mis oídos para recibir la Verdadera Voz del Padre. Él me comunicará cuál es Su Voluntad. Amén.

Ejemplo-Guía: "La fuerza del silencio"

Está todo dicho. Hoy no vamos a ocupar nuestra mente con dilemas racionales, con cuestiones que nos distraigan con divagaciones inútiles. Hoy vamos a practicar el silencio.

Está todo dicho. La verdad es una y sabemos dónde encontrarla, dónde gozarla, pues ya forma parte de nosotros. Siempre lo ha hecho.

Está todo dicho. Disfruta del silencio. Hagámoslo consciente en nuestra mente. 

Más allá de la dimensión que parezca adquirir nuestras experiencias, tenemos el poder de decidir, de elegir, a quién oír. Las voces del mundanal ruido no nos satisfacen. Seguir sus "consejos" nos lleva al sufrimiento y al dolor. En cambio, nuestra alma se funde en el gozo cuando es la Voz del Espíritu Santo la que nos guía. Silencio. 

Silencio. Y observemos el mundo con la visión del que percibe la ficción de una película. Nada es real. Nada tiene significado. Desde esa visión, el vocerío se tornará en silencio y el silencio nos inundará de paz.


Está todo dicho. Silencio. Paz.


Reflexión: ¿Qué te aporta el silencio?

Capítulo 23. II. Las leyes del caos (7ª Parte).

 II. Las leyes del caos (7ª Parte).

19. Fuera del Cielo no hay vida. 2La vida se encuentra allí donde Dios la creó. 3En cualquier otro estado que no sea el Cielo la vida no es más que una ilusión. 4En el mejor de los casos parece vida, en el peor, muerte. 5Ambos son, no obstante, juicios acerca de lo que no es la vida, idénticos en su inexactitud y falta de significado. 6Fuera del Cielo la vida es imposible, y lo que no se encuen­tra en el Cielo no se encuentra en ninguna parte. 7Fuera del Cielo lo único que hay es un conflicto de ilusiones, de todo punto insen­sato, imposible y más allá de la razón, aunque se percibe como un eterno impedimento para llegar al Cielo. 8Las ilusiones no son sino formas. 9Su contenido nunca es verdad.

Nuestra resistencia a creer que fuera del Cielo no hay vida es proporcional a nuestra ignorancia. No es una cuestión de terquedad por parte de nuestra mente, sino de falta de fe. 

Cuando hemos hablado de la fe, veíamos que está estrechamente ligada a nuestras creencias. No podemos olvidar que nos identificamos con lo que creemos ser y que aquello en lo que creemos es lo que deseamos. De hecho, creemos ser un cuerpo separado porque deseamos ser especial.

Luego, si estamos cansados de sufrir, de tener miedo, de ser escasos, de padecer, de luchar, de sobrevivir, lo único que nos lo impide es creer que somos especiales y diferentes de nuestro Creador.

Cambiemos esa visión y sustituyamos el deseo de ser especial por hacer la Voluntad del Padre, esto es, por vivir en la Unidad. Vivir en la Unidad es retornar a nuestro Hogar, el Cielo. Allí, siempre estaremos animados, experimentando el amor que nos une al resto de la Filiación. Gozaremos de la abundancia, de la dicha, de la paz y, sobre todo, de la Vida Eterna.

20. Las leyes del caos gobiernan todas las ilusiones. 2Las formas que éstas adoptan entran en conflicto, haciendo que parezca posible concederle más valor a unas que a otras. 3Sin embargo, cada una de ellas se basa, al igual que todas las demás, en la creencia de que las leyes del caos son las leyes del orden. 4Cada una de ellas apoya dichas leyes completamente, y ofrece un testi­monio inequívoco de que son verdad. 5Las formas de ataque que en apariencia son más benévolas no son menos inequívocas en su testimonio o en sus resultados. 6Es indudable que el miedo que engendran las ilusiones se debe a las creencias que las originan y no a su forma. 7Y la falta de fe en el amor, sea cual sea la forma en que se manifieste, da testimonio de que el caos es la realidad.

Lo advertía en el punto anterior. No es cuestión de terquedad de nuestra mente, sino de falta de fe en la verdad.

Si dudamos del contenido de estas enseñanzas, si encontramos resistencias a la hora de aplicarlas en nuestra mente llevándonos a un cambio de creencias, la única razón es porque no tenemos la certeza de que sean verdad, o lo que es lo mismo, no tenemos fe en ello. 

No podemos servir a dos guías a la vez. No podemos servir a la verdad y a la ilusión. No podemos amar y tener miedo al mismo tiempo. Si vivimos en la luz, la oscuridad desaparece. Si vivimos en la oscuridad, no habrá presencia de luz. 

Para vivir en paz, no podemos mantener nuestra mente ocupada con pensamientos de ataque. Damos lo que tenemos. Si atacamos, es porque nos estamos atacando a nosotros mismos. Si nos amamos, es imposible que nos ataquemos, por lo que aquello que compartamos externamente llevará el sello del amor.

21. La fe en el caos es la consecuencia inevitable de la creencia en el pecado. 2El que sea una consecuencia es lo que hace que parezca ser una conclusión lógica, un paso válido, en el pensamiento orde­nado. 3Los pasos que conducen al caos proceden de manera orde­nada desde su punto de partida. 4Cada uno de ellos se manifiesta en forma diferente en el proceso de invertir la verdad, y conduce aún más profundamente al terror y más allá de la verdad. 5No pienses que un paso es más corto que otro ni que el retorno desde uno de ellos es más fácil que desde otro. 6En cada uno de ellos reside el descenso desde el Cielo en su totalidad. 7Y allí donde tu pensamiento empieza, allí mismo tiene que terminar.

Jesús se anticipa a nuestras inquietudes aportándonos información que nos ayudará a la hora de dar respuestas a nuestras interrogantes. 

Muchos estudiantes, entre los que me encuentro, nos sentimos angustiados a la hora de saber si nuestro "rendimiento" espiritual es el adecuado. En esta preocupación hay un exceso que tenemos que tener en cuenta e intentar corregir. Me refiero al hecho de dar mucha importancia al "hacer", en detrimento del "ser". Lo que quiero decir con ello es que le prestamos mucha atención a cómo hacemos las cosas, que al impulso que nos mueve a hacerlas.

Queremos ser "buenos" por encima de todas las cosas, pues ello aporta autoestima y paz a la conciencia. El exceso al que me refería es precisamente a ese "deseo" de hacer bien las cosas, pues puede estar ocultando un deseo de ser especial. Anteponemos el mundo del hacer al de ser, o lo que es lo mismo, lo perceptivo e ilusorio a la fe en lo real. Aquí es cuando debemos recordar a San Agustín y su famosa frase: Ama y haz lo que quieras".

En palabras de Jesús, "allí donde tu pensamiento empieza, allí mismo tiene que terminar". El pensamiento empieza en la mente, por lo que es en la mente donde tiene que acabar. Si da lugar a la proyección, lo que estamos haciendo es alterar el orden verdadero y fabricar un orden ilusorio y caótico. No es en el mundo exterior donde debemos corregir el error, sino en su lugar de origen, en el mental.

22. Hermano, no des ni un solo paso en el descenso hacia el infierno. 2Pues una vez que hayas dado el primero, no podrás reconocer el resto como lo que son. 3cada uno de ellos seguirá al primero. 4Cualquier forma de ataque te planta en la tortuosa escalera que te aleja del Cielo. 5Sin embargo, en cualquier instan­te todo esto se puede deshacer. 6¿Cómo puedes saber si has ele­gido las escaleras que llevan al Cielo o el camino que conduce al infierno? 7Muy fácilmente. 8¿Cómo te sientes? 9¿Estás en paz? 10¿Tienes certeza con respecto a tu camino? 11¿Estás seguro de que el Cielo se puede alcanzar? 12Si la respuesta es no, es que caminas solo. 13Pídele entonces a tu Amigo que se una a ti y te dé certeza con respecto al camino a seguir.

En este último punto del apartado II, Jesús utiliza la alegoría del infierno para hacer referencia al acto de la proyección, que, como hemos referido más arriba, se produce cuando elegimos identificarnos con el mundo de la ilusión basado en el pensamiento de ser especial y de estar separado de Dios.

El infierno en este sentido es el mundo de la forma, mientras que el Cielo es el Mundo de Dios, del Amor y de la Unidad, el Mundo Espiritual: nuestro verdadero Hogar.

Sin embargo, en cualquier instante, todo esto se puede deshacer, nos transmite Jesús. Ese es el objetivo principal de este Curso. Darnos a conocer las herramientas necesarias para poder cambiar nuestras creencias, nuestros pensamientos erróneos y crear una realidad donde podamos percibir la verdad.

¿Tenías dudas a la hora de saber si el camino que has elegido es el correcto o no?

Jesús, que conoce las inquietudes que acompañan al estudiante en el camino, se anticipa a estas y nos detalla las señales que han de aportarnos la respuesta. ¿Cómo te sientes? ¿Estás en paz? ¿Tienes certeza con respecto a tu camino? ¿Estás seguro de que el Cielo se puede alcanzar?  

miércoles, 10 de septiembre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 253

LECCIÓN 253

Mi Ser es amo y señor del universo.

1. Es imposible que me pase algo sin yo mismo haberlo pedido. 2Aun en este mundo, soy yo el que rige mi destino. 3Lo que sucede es lo que deseo. 4Lo que no ocurre es lo que no deseo que suceda. 5Tengo que aceptar esto. 6Pues de esta manera se me conduce más allá de este mundo a mis creaciones -las criaturas de mi volun­tad- , las cuales moran en el Cielo junto con mi santo Ser y con Aquel que me creó.

2. Tú eres el Ser Quien Tú creaste como el Hijo, el cual crea como Tú y es uno Contigo. 2Mi Ser, que es señor y amo del universo, no es sino la perfecta unión de Tu Voluntad con la mía, la cual no puede sino asentir gustosamente a la Tuya, de modo que pueda extenderse hasta Sí Misma.

¿Qué me enseña esta lección?

Lo que sucede es lo que deseo”. Si conseguimos tomar consciencia de esta verdad y utilizamos esa cualidad divina innata en cada uno de nosotros, por ser Hijos de Dios, en desear ser uno con nuestro Padre y con la Filiación, entonces, retornaremos a nuestro verdadero Hogar y pondremos fin a la hegemonía que le hemos cedido a la personalidad pasajera, al ego.

La cuestión esencial es contestar a la siguiente pregunta: ¿qué estamos deseando?

La respuesta la podemos conocer si analizamos, sin juicios, nuestra vida. ¿Qué está ocurriendo en ella? ¿Experimentamos la felicidad o el castigo? ¿Experimentamos el amor o el miedo? ¿Experimentamos la alegría o la desolación? ¿Experimentamos el perdón o la culpa? ¿Experimentamos la dicha o el sufrimiento? ¿Experimentamos la libertad o el apego? ¿Experimentamos la salud o la enfermedad? ¿Experimentamos la vida o la muerte? ¿Experimentamos la unidad o la separación? ¿Experimentamos la eternidad o la temporalidad?

Sí, somos Hijos de Dios y debemos hacer consciente esta realidad, no tan sólo con nuestro pensamiento, como una idea, sino también con nuestro sentimiento, deseando esa condición con toda la fuerza de nuestro corazón. Para ello, tenemos que tener certeza y confianza en el Ser que realmente somos.

La condición divina nos dota de la capacidad heredada de nuestro Hacedor, la de crear. El potencial creador se encuentra en nuestra Mente, la cual, en el mundo del sueño, expresa nuestros pensamientos (ideas) y sentimientos (deseos). La armonía y coherencia entre pensamientos y sentimientos dará fortaleza y determinación a la mente recta. La falta de armonía y coherencia dará lugar al error y, por ende, el cuerpo físico lo expresará (comunicará) a través de la enfermedad.


Ejemplo-Guía: "Lo que llamamos vida, en el mundo del sueño, ¿está programada?".

La lección es clara sobre este aspecto: "Aun en este mundo, soy yo el que rige mi destino". Ese "yo" no es ego, pues el ego o mente dividida se percibe en el mundo de los efectos, en el mundo de las formas. La causa debemos buscarla en el origen, en el Principio, en lo Esencial, en lo Verdadero, en el Espíritu, en la Expansión de la Mente de Dios, en el Hijo de Dios.

Todo cuanto percibimos en este mundo responde a la proyección manifestada por el Hijo de Dios, la cual ha dado lugar a la fabricación de un mundo ilusorio, irreal, al que hemos llamado mundo.

El sistema de pensamiento del ego no acepta el hecho de que el mundo que experimenta sea el resultado de la libre elección del Ser que niega. Para el ego, lo que no percibe a través de sus sentidos no es real. El Espíritu no es visible y, por lo tanto, lo niega.

Si el Hijo de Dios elige ver un mundo separado del de Dios, el germen de la división, fruto de su visión errada, dará lugar a un escenario donde se proyecte el guion de la separación. El cuerpo es la manifestación visible de que la separación es real. En base a esa evidencia se sustenta un sistema de pensamiento que profundiza en la búsqueda de la individualidad.

Si el mundo que percibimos está diseñado por nuestro Ser, en respuesta a la fuerza motora de los deseos, ¿qué libertad tiene el ego para cambiar lo percibido?

La capacidad de elegir toma vida en el mundo dual, en el mundo del sueño. Mientras que, en el Cielo, la existencia es la Unidad, luego no procede la elección; en el mundo, la elección se convierte en una herramienta que ha de llevarnos a la percepción verdadera. Ver las cosas de otra manera y poner nuestra mente al servicio del Espíritu son elecciones que pertenecen al mundo de la ilusión, pero que nos ayudan a recordar nuestra verdadera identidad.

La voluntad del Hijo de Dios es favorecer ese despertar y, para conseguirlo, tiene un magnífico asesor, el Espíritu Santo, la Voz que habla por Dios y que, a través de la Expiación, ilumina nuestra mente para que alcance la percepción verdadera.

El ego o mente dividida tomará conciencia de que su libre albedrío se encuentra limitado y a esta circunstancia la llamará destino. Se sentirá una víctima de ese destino, olvidando que su procedencia, su identidad, responde a su "fabricante", al Hijo de Dios. El ego y sus percepciones, incluidas las especificaciones del cuerpo, son la fabricación del deseo emitido por su hacedor, el Hijo de Dios. 


En la medida en que se va produciendo el despertar del mundo ilusorio, en la medida en que la percepción errada se transmuta a percepción verdadera a través de la Expiación, aprendemos que nuestro libre albedrío adquiere la libertad de decidir cómo responder a las experiencias vividas, a nuestro destino. Podemos hacerlo desde el victimismo o podemos hacerlo desde la visión de que somos los soñadores del sueño, es decir, de que somos los fabricantes de nuestra ilusión. En este sentido, elegimos tener sueños felices o responder felizmente a los sueños.


Reflexiones: Es imposible que me pase algo sin yo mismo haberlo pedido.

Capítulo 23. II. Las leyes del caos (6ª Parte).

 II. Las leyes del caos (6ª Parte).

16. Sin embargo, ¿cómo es posible que se pueda creer en semejan­tes leyes? 2Hay un extraño mecanismo que hace que ello sea posi­ble. 3Es algo que nos resulta familiar, pues hemos visto en innumerables ocasiones cómo parece funcionar. 4En realidad no funciona en absoluto, mas en sueños, donde los protagonistas principales son sólo sombras, parece ser muy poderoso. 5Nin­guna de las leyes del caos podría coaccionar a nadie a que cre­yese en ella, si no fuera por el énfasis que se pone en la forma y por el absoluto desprecio que se hace del contenido. 6Nadie que crea que una sola de estas leyes es verdad se da cuenta de lo que dicha ley estipula. 7Algunas de las formas que dichas leyes adop­tan parecen tener sentido, pero eso es todo.

La cuestión que plantea Jesús en este punto me resuena mucho y estoy seguro de que a vosotros os ocurrirá igual. Intelectualmente, entiendo las enseñanzas que estamos estudiando y ello me ayuda a ejercitar mi mente para practicar el cambio necesario que me permitirá percibir correctamente el mundo. Soy consciente de que se requiere un firme compromiso acorde al contenido intelectual para no caer en la maraña caótica con la que nos seduce el sistema de pensamiento del ego.

La pérdida de identidad, del deseo de ser especial, de dejar de ser alguien, de desapegarnos de nuestras posesiones, de nuestros afectos, se convierte en un obstáculo que se nos antoja difícil de superar para no caer en las seductoras redes del ego.

Desde que nacemos a este mundo, se nos enseña a dar valor a la percepción de los sentidos físicos, lo que nos lleva a adoptar una identidad condicionada por nuestro aspecto físico. Perdemos la conexión con el mundo de donde realmente procedemos y negamos todo aquello que no somos capaces de percibir a través de los sentidos físicos.

Como bien nos describe Jesús, es el énfasis que ponemos en la forma y el desprecio que se hace del contenido lo que se convierte en el principal obstáculo que nos impide la visión Crística.

17. ¿Cómo es posible que algunas formas de asesinato no signifi­quen muerte? 2¿Puede acaso un ataque, sea cual sea la forma en que se manifieste, ser amor? 3¿Qué forma de condena podría ser una bendición? 4¿Quién puede incapacitar a su salvador y hallar la salvación? 5No dejes que la forma que adopta el ataque contra tu hermano te engañe. 6No puedes intentar herirlo y al mismo tiempo salvarte. 7¿Quién puede estar a salvo del ataque atacán­dose a sí mismo? 8¿Cómo iba a importar la forma en que se manifiesta esta locura? 9Es un juicio que se derrota a sí mismo, al con­denar lo que afirma querer salvar. 10No te dejes engañar cuando la locura adopte una forma que a ti te parece hermosa. 11Lo que está empeñado en destruirte no es tu amigo.

El pensamiento amoroso es nuestro más fiel aliado y amigo, mientras que el pensamiento demente, al que creemos nuestro salvador, adoptando la forma de ataque, es en verdad nada, pues aquello que no es amor es ilusión y, por lo tanto, carece de significado alguno.

Tan sólo el amor es verdad y real, pues tan sólo lo que ha creado Dios lo es.

El mundo del ego y el cuerpo físico con el que muestra su identidad no es verdad ni real, pues no ha sido creado por Dios. Son la consecuencia de un pensamiento ilusorio. Toda forma a la que le otorgamos la cualidad de real debemos percibirla como un engaño basado en la creencia en la separación.

18. Sostienes -y piensas que es verdad- que no crees en estas leyes insensatas ni que tus acciones están basadas en ellas. 2Pues cuando examinas de cerca lo que postulan, ves que no se puede creer en ellas. 3Hermano, crees en ellas. 4Pues de no ser así, ¿cómo podrías percibir la forma que adoptan, con semejante contenido? 5¿Podría acaso ser sostenible cualquiera de las formas que adop­tan? 6Sin embargo, crees en ellas debido a la forma que adoptan, y no adviertes el contenido. 7Éste nunca cambia. 8¿Puedes acaso darle vida a un esqueleto pintando sus labios de color rosado, vistiéndolo de punta en blanco, acariciándolo y mimándolo? 9¿Y puede acaso satisfacerte la ilusión de que estás vivo?

Deshacer la creencia de que somos aquello que percibimos externamente es el principal propósito que debemos atender para cambiar nuestra realidad.

Mientras nuestra mente y pensamientos nos lleven a creer que somos un cuerpo físico, sujeto a las leyes del espacio y del tiempo, estaremos reafirmándonos en que nuestra conciencia permanece sumida en un sueño del cual aún no hemos despertado.

Seguimos reviviendo el episodio bíblico en el que Adán y Eva, tras haber comido del árbol del bien y del mal, descubren la desnudez de sus cuerpos, es decir, su visión espiritual es sustituida por una nueva visión más perceptiva. Dejamos de ver nuestro mundo interior y nuestros ojos comienzan a ver una nueva dimensión de la energía que adopta la forma densa y material.

Esa percepción forma parte de nuestro cerebro, donde se encuentra grabada en nuestra memoria las sensaciones percibidas en su contacto con la nueva dimensión. Comenzamos un proceso de aprendizaje del mundo percibido y poco a poco nuestro comportamiento se va adaptando a ese nuevo entorno a base de experimentar en él. La desconexión con el mundo real, con la identidad verdadera, cada vez es mayor, hasta el punto de que el olvido ha sustituido al recuerdo de lo que realmente somos.

martes, 9 de septiembre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 252

LECCIÓN 252

El Hijo de Dios es mi Identidad.

1. La santidad de mi Ser transciende todos los pensamientos de santidad que pueda concebir ahora. 2Su refulgente y perfecta pureza es mucho más brillante que cualquier luz que jamás haya contemplado. 3Su amor es ilimitado, y su intensidad es tal que abarca dentro de sí todas las cosas en la calma de una queda certeza. 4Su fortaleza no procede de los ardientes impulsos que hacen girar al mundo, sino del Amor ilimitado de Dios Mismo. 5¡Cuán alejado de este mundo debe estar mi Ser! Y, sin embargo, ¡cuán cerca de mí y de Dios!

2. Padre, Tú conoces mi verdadera Identidad. 2Revélamela ahora a mí que soy Tu Hijo, para que pueda despertar a la verdad en Ti, y saber que se me ha restituido el Cielo.

¿Qué me enseña esta lección?

Todos los días, al levantarme, el primero de mis pensamientos es de agradecimiento a Dios por concederme la luz necesaria para hacerme consciente de lo que soy realmente. Para mí, es de vital importancia repetir este pensamiento cada día y tratar de mantenerlo vivo a lo largo del resto de la jornada, pues tengo la certeza de que la repetición irá calando profundamente hasta conseguir vivir el instante con plena consciencia de Dios en mí.

Soy consciente de las limitaciones y artimañas que utiliza el ego para convencernos de que estamos perdiendo el tiempo en la búsqueda de una nueva identidad. Es comprensible que esto sea así, pues el ego sabe que el despertar del sueño de la ilusión nos llevará a renunciar a seguir su control y hegemonía, lo que significa su inexistencia.

¡Padre!, soy tu santo Hijo. Hoy reclamo mi herencia. ¡Que mi voluntad sea hacer Tu Voluntad; que mi amor sea expandir Tu Amor y que mi pensamiento no tenga otro propósito que expresar la Unidad que emana de Tu Mente!

¡Que así sea!

Ejemplo-Guía: "¿Quién es el Hijo de Dios?

Para muchos estudiantes, al principio, no les queda claro quién es el Hijo de Dios. ¿Es Cristo el Hijo de Dios? ¿Somos nosotros el Hijo de Dios?  

No menos interesantes son las dudas que nos plantea el acto pecaminoso imputado al Hijo de Dios y que se convierte en la piedra angular en la que se sustenta nuestro actual sistema de creencias. 

Vamos a analizar algunos mensajes extraídos en el Texto del Curso con el propósito de arrojar luz sobre estas cuestiones. 

"El Hijo de Dios incluye tanto al Padre como al Hijo porque es a la vez Padre e Hijo" (T-11.II.1:3). 

"Cristo es el Hijo de Dios que no está en modo alguno separado de Su Padre y cuyos pensamientos son tan amorosos como el Pensa­miento de Su Padre, mediante el cual fue creado" (T-11.VIII.9:4). 

Si el Hijo de Dios es el fruto de Su Creación, una extensión de Su Mente -como nos lo expresa el Curso-, es lícito pensar que el Hijo incluya al Padre. Igualmente lícito es pensar que, si Cristo es el Hijo de Dios, y el Hijo de Dios incluye tanto al Padre como al Hijo, Padre-Cristo-Hijo forman una unidad inseparable. 

Cada Hijo de Dios es uno en Cristo porque su Ser está en Cristo, al igual que el de Cristo está en Dios.  

¿Un poco confuso? En apariencia, tan sólo. La redacción del Curso, en ocasiones, da lugar a pensar que cuando se está haciendo alusión al Hijo de Dios y a Cristo, está refiriéndose a dos entidades separadas. Pero no es así. Cristo es el Arquetipo -por utilizar un término simbólico- del Pensamiento Amoroso de Dios. El Hijo de Dios, creado de ese Pensamiento Amoroso, ha olvidado que lo es, mientras que ha dado lugar a un pensamiento falso, que le ha llevado a creerse, ilusoriamente, pecador, y como consecuencia de esa visión velada, como culpable de haber transgredido la confianza de Su Creador. 

No en vano el Curso nos advierte:  "No te engañes con respecto al Hijo de Dios, pues, si lo haces, no podrás sino engañarte inevitablemente con respecto a ti mismo. Y al enga­ñarte con respecto ti mismo te engañarás con respecto a tu Padre, para Quien cualquier engaño es imposible" (T-11.VIII.9:5-6). 

El Hijo de Dios cree estar perdido en la culpabilidad. Solo, en un mundo tenebroso donde el dolor le acosa por todas partes desde el exterior. Cuando haya mirado en su interior y haya visto la radiante luz que allí se encuentra, recordará cuánto lo ama su Padre. Y le parecerá increíble que jamás hubiese podido pensar que su Padre no le amaba y que lo condenaba. En el momento en que nos demos cuenta de que la culpabilidad es una locura totalmente injustificada y sin ninguna razón de ser, no tendremos miedo de contemplar la Expiación y de aceptarla totalmente. 

“La traición que el Hijo de Dios cree haber cometido sólo tuvo lugar en ilusiones, y todos sus "pecados" no son sino el producto de su propia imaginación. Su realidad es eternamente inmacu­lada. El Hijo de Dios no necesita ser perdonado, sino despertado. En sus sueños se ha traicionado a sí mismo, a sus hermanos y a su Dios. Mas lo que tiene lugar en sueños no tiene lugar real­mente” (T-17.I.1:1-5). 

Un Curso de Milagros nos revela:  "El Espíritu Santo mantiene a salvo la visión de Cristo para cada Hijo de Dios que duerme. En Su visión el Hijo de Dios es per­fecto y Él anhela compartir Su visión contigo. El Espíritu Santo te mostrará el mundo real porque Dios te dio el Cielo. A través del Espíritu Santo, tu Padre exhorta a Su Hijo a recordar. El des­pertar de Su Hijo da comienzo cuando él empieza a invertir en el mundo real, lo cual le permite aprender a re-invertir en sí mismo. Pues la realidad es una con el Padre y con el Hijo, y el Espíritu Santo bendice el mundo real en Nombre de los Dos" (T-12.VI.5:1-10).

 "Contempla al Hijo de Dios, observa su pureza y per­manece muy quedo. Contempla serenamente su san­tidad, y dale gracias a su Padre por el hecho de que la culpabilidad jamás haya dejado huella alguna en él (T-13.X.11:10-11).


Reflexión: La verdad es que soy el Hijo de Dios.

Capítulo 23. II. Las leyes del caos (5ª Parte).

 II. Las leyes del caos (5ª Parte).

13. Mas nunca podrás poseerlo del todo. 2tu hermano jamás cesará de atacarte por lo que le robaste. 3la venganza de Dios contra vosotros dos tampoco cesará, pues en Su locura Él tiene también que poseer ese sustituto del amor y destruiros a ambos. 4Tú que crees ser cuerdo y caminar por tierra firme en un mundo en el que se puede encontrar significado, considera lo siguiente: Éstas son las leyes en las que parece basarse tu "cordura". 5Estos son los principios que hacen que el suelo que pisas parezca firme. 6Y es ahí donde tratas de encontrar significado. 7Esas son las leyes que promulgaste para tu salvación. 8Apoyan firmemente al sus­tituto del Cielo que prefieres. 9Ése es su propósito, pues para eso es para lo que fueron promulgadas. 10No tiene objeto preguntar qué significado tienen. 11Eso es obvio. 12Los medios de la locura no pueden sino ser dementes. 13¿Estás tú igualmente seguro de que comprendes que su objetivo es la locura?

Lo que realmente hace al elegir el sistema de pensamiento del ego, creer en la separación, es ocultar el poder de la verdad y lo sustituye por el poder de la ilusión. La razón queda oculta por la demencia. El mundo que percibimos es un mundo fabricado con leyes caóticas que dan lugar a un mundo donde todo está al revés, es decir, es contrario a las leyes del amor.

Jesús, a través de estos puntos, nos enseña que la mente no debe ser subestimada. Actuamos según creemos ser y lo que somos es lo que deseamos ser; por lo tanto, nuestras acciones son el reflejo de lo que deseamos. Si deseamos ser especiales, todos nuestros actos nos llevarán hacia el logro de ese propósito. Desear ser especial es reconocer que somos diferentes a los demás, que estamos separados de ellos, y esa visión tan sólo nos puede llevar a percibir una realidad falsa e ilusoria donde experimentaremos la anarquía de la demencia.

14. Nadie desea la locura, ni nadie se aferra a su propia locura si ve que eso es lo que es. 2Lo que protege a la locura es la creencia de que es la verdad. 3La función de la demencia es usurpar el lugar de la verdad. 4Para poder creer en la demencia hay que considerarla la verdad. 5Y si es la verdad, entonces su opuesto, que antes era la verdad, tiene que ser ahora la locura. 6Tal inver­sión, en la que todo está completamente al revés: en la que la demencia es cordura, las ilusiones verdad, el ataque bondad, el odio amor y el asesinato bendición, es el objetivo que persiguen las leyes del caos. 7Esos son los medios que hacen que las leyes de Dios parezcan estar invertidas. 8Ahí las leyes del pecado parecen mantener cautivo al amor y haber puesto al pecado en libertad.

Jesús, utiliza la fuerza de la razón para ayudarnos a comprender, a través de la lógica, el significado ilusorio que aportamos al mundo cuando nos decidimos a seguir las leyes del sistema de pensamiento del ego.

La realidad percibida por nuestra mente puede ser verdad o ilusión. ¿Cómo podremos reconocer que es una cosa u otra? 

Tal vez nos preocupe que las artimañas que utiliza el ego para ocultar la verdad se conviertan en un velo que nos impida reconocer lo que es ilusión o lo que es verdad. Ya hemos visto a lo largo del análisis de este apartado la habilidad que tiene el ego para ocultarnos el amor y sustituirlo por el miedo.

Hay una prueba que nos ayudará siempre a tomar la elección correcta. La definición de la verdad se reconoce como aquello que es inalterable y no está sujeto a las variables del tiempo y el espacio. La verdad es eterna. En cambio, la ilusión sí responde a dichas variables.

15. Ésos no parecen ser los objetivos del caos, pues gracias a la gran inversión parecen ser las leyes del orden. 2¿Cómo podría ser de otra manera? 3El caos es la ausencia total de orden, y no tiene leyes. 4Para que se pueda creer en él, sus aparentes leyes tienen que percibirse como reales. 5Su objetivo de demencia tiene que verse como cordura. 6Y el miedo, con labios mortecinos y ojos que no ven, obcecado y de aspecto horrible, es elevado al trono del amor, su moribundo conquistador, su substituto, el que te salva de la salvación. 7¡Cuán bella hacen aparecer a la muerte las leyes del miedo! 8¡Dale gracias al héroe que se sentó en el trono del amor y que salvó al Hijo de Dios para condenarlo al miedo y a la muerte!

La mente dormida percibe lo que sueña como si fuese real. Mientras duerme, la fantasía y lo ilusorio pueden adquirir dimensiones demenciales; aun así, la conciencia lo percibe como si fuesen reales y el cuerpo queda afectado por lo experimentado durante el sueño, dándole el mismo valor como si lo hubiese vivido en la realidad.

El estado mental del ego es semejante al que experimentamos mientras el cuerpo físico duerme. Debemos utilizar este símil para comprender que es necesario distinguir la realidad percibida durante el sueño y la realidad percibida durante el estado en el que estamos despiertos. Si no lo hacemos, admitiremos que leyes caóticas y dementes puedan asociarse a hechos reales para nuestra conciencia. Cuando esto ocurre, las pesadillas gobiernan nuestros estados emocionales y, en lugar de experimentar paz y felicidad, lo que experimentaremos será miedo y sufrimiento.

lunes, 8 de septiembre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 251

¿Qué es el pecado?

1. El pecado es demencia. 2Es lo que hace que la mente pierda su cordura y trate de que las ilusiones ocupen el lugar de la verdad. 3Y al estar loca, la mente ve ilusiones donde la verdad debería estar y donde realmente está. 4El pecado dotó al cuerpo con ojos, pues, ¿qué iban a querer contemplar los que están libres de pecado? 5¿Para qué iban a querer la vista, el sonido o el tacto? 6¿Qué iban a querer oír o intentar asir? 7¿Qué necesidad iban a tener de los sentidos? 8Usar los sentidos es no saber. 9Y la verdad sólo se compone de conocimiento y de nada más.

2. El cuerpo es el instrumento que la mente fabricó en su afán por engañarse a sí misma. 2Su propósito es luchar. 3Mas el objetivo por el que lucha puede cambiar. 4Y entonces el cuerpo lucha por otro objetivo. 5Lo que ahora persigue lo determina el objetivo que la mente ha adoptado para sustituir a la meta de engañarse a sí misma que antes tenía. 6La verdad puede ser su objetivo, tanto como las mentiras. 7Y así, los sentidos buscarán lo que da fe de la verdad.

3. El pecado es la morada de las ilusiones, las cuales representan únicamente cosas imaginarias procedentes de pensamientos fal­sos. 2Las ilusiones son la "prueba" de que lo que no es real lo es. 3El pecado "prueba" que el Hijo de Dios es malvado, que la intem­poralidad tiene que tener un final y que la vida eterna sucumbirá ante la muerte. 4Y Dios Mismo ha perdido al Hijo que ama, y de lo único que puede valerse para alcanzar Su Plenitud es la corrup­ción; la muerte ha derrotado Su Voluntad para siempre, el odio ha destruido el amor y la paz ha quedado extinta para siempre.

4. Los sueños de un loco son pavorosos y el pecado parece ser ciertamente aterrador. 2Sin embargo, lo que el pecado percibe no es más que un juego de niños. 3El Hijo de Dios puede jugar a haberse convertido en un cuerpo que es presa de la maldad y de la culpabilidad, y a que su corta vida acaba en la muerte. 4Mien­tras tanto, su Padre ha seguido derramando Su luz sobre él y amándolo con un Amor eterno que sus pretensiones no pueden alterar en absoluto.

5. ¿Hasta cuándo, Hijo de Dios, vas a seguir jugando el juego del pecado? 2¿No es hora ya de abandonar esos juegos peligrosos? 3¿Cuándo vas a estar listo para regresar a tu hogar? 4¿Hoy quizá? 5El pecado no existe. 6La creación no ha cambiado. 7¿Deseas aún seguir demorando tu regreso al Cielo? 8¿Hasta cuándo, santo Hijo de Dios, vas a seguir demorándote, hasta cuándo?


LECCIÓN 251

No necesito nada más que la verdad.

1. Busqué miles de cosas y lo único que encontré fue desconsuelo. 2Ahora sólo busco una, pues en ella reside todo lo que necesito, y lo único que necesito. 3Jamás necesité nada de lo que antes bus­caba, y ni siquiera lo quería. 4No reconocía mi única necesidad. 5Pero ahora veo que solamente necesito la verdad. 6Con ella todas mis necesidades quedan satisfechas, mis ansias desaparecen, mis anhelos se hacen finalmente realidad y a los sueños les llega su fin. 7Ahora dispongo de todo cuanto podría necesitar. 8Ahora dis­pongo de todo cuanto podría querer. 9Y ahora, por fin, me encuen­tro en paz.

2. Y por esa paz, Padre nuestro, te damos gracias. 2Lo que nos negamos a nosotros mismos, Tú nos lo has restituido, y ello es lo único que en verdad queremos.


¿Qué me enseña esta lección?

El Hijo de Dios, no puede renunciar a su esencia, a lo que verdaderamente es. Puede demorar el encuentro consciente con su Padre, pero retornará a su hogar, al igual que lo hizo el “hijo pródigo” en la parábola de Jesús.

El Hijo de Dios, gozaba de la abundancia divina antes de decidir fabricar su propia realidad. Ese acto, propio de quien goza del libre albedrío para crear, le impulsó a buscar la verdad a través de la percepción de los sentidos, lo que le llevó a prestar atención a un mundo ilusorio y temporal.

La identificación con ese mundo transitorio, propició la creencia en el pecado, al sustituir, por propia iniciativa, el Amor por el miedo; la Unidad por la separación; la Abundancia por la escasez; la Dicha por el castigo; la Alegría por el sufrimiento; la Vida por la muerte; la eternidad por lo temporal; el Espíritu por el cuerpo.

Pero el pecado, al igual que el cuerpo, es una fabricación del ego; ambos, son manifestaciones propiciadas por la proyección de la mente en el mundo de las formas, interpretando esa visión como la verdad.

Desde ese instante, el Hijo de Dios no ha cesado de buscar en el mundo físico lo que echa de menos de su verdadera patria: la felicidad, la alegría, la libertad… Pero, en la medida en que aumenta sus esfuerzos por atrapar estos estados del alma, en la misma medida, comprueba con desolación que se aleja de ellos, pues el mundo de la ilusión no puede aportarle ni un ápice de la verdad.

Para acceder a la verdad, tan sólo debemos despojarnos de los ropajes del ego, de sus falsas creencias, de sus ilusiones, y ceder el mando de nuestras vidas al Espíritu que habita en nuestro interior. Orientar nuestra mente al servicio de ese Espíritu conlleva hacer consciente la Unidad y el Amor.

Ejemplo-Guía: "¿Es esto verdad?

Recuerdo que, al comienzo de haber emprendido el estudio del Curso, experimenté una profunda crisis de creencias. Todas mis verdades, las que hasta ese momento me habían aportado un escenario en el que me sentía con cierta seguridad, saltaron por los aires. El suelo que pisaba a partir de ese momento era poco seguro y estable. No era un novato en lo relacionado con el mundo espiritual. Llevaba años estudiando en diferentes corrientes iniciáticas y, a pesar de ello, lo que más me conmovió fue conocer que el mundo que había percibido como realidad no lo era. Que ese mundo, cuya autoría otorgaba al Creador, era una fabricación del Hijo de Dios. Que nada de lo que veía significaba nada.

Toda una invitación para una mente buscadora e inquieta.

En el presente actual, he logrado renovar el archivo donde deposito mis verdades. Ahora, me relaciono de una manera amistosa con esos nuevos conceptos. Al estudiar la lección de hoy, he comprendido que es importante cuestionar lo que es verdad de lo que no lo es. Las enseñanzas del Curso nos lo ponen claro desde el principio. El mundo que percibimos y que hemos creído real no lo es.

Si no tenemos la certeza de dicha afirmación, si en nuestro sistema de creencias aún podemos encontrar algún resquicio que haga real este mundo, entonces entraremos en conflicto interno, situación esta muy incómoda. 

He elegido este ejemplo como guía, pues he podido visualizar cada situación como una oportunidad que nos brinda la posibilidad de elegir poner en duda nuestras creencias, nuestras firmes verdades.   Imaginemos que vas conduciendo y que, al llegar a un stop, un coche te golpea en la parte trasera de tu vehículo. Si hacemos realidad la experiencia, todos tus resortes emocionales se dispararán y responderás de forma exaltada. El resultado de la experiencia suele acabar con una profunda sensación de disgusto y tristeza. Pero, tienes a tu alcance una opción diferente. Si eliges no hacer real la experiencia; si trasciende la propia experiencia y te dices que todo es una ilusión fabricada por tu mente, entonces te sitúas en una nueva dimensión, en la que puedes elegir no sufrir, no trasladar la emoción (ojo, no por represión) al nivel del dolor.

A veces he defendido la creencia de que la verdad no es una, sino que existen tantas verdades como mentes. Pero hoy pienso que estaba equivocado. Que esa visión era válida cuando interpretaba el mundo desde la visión del ego. La verdad tan sólo es una y la condición que la caracteriza, es que tiene la propiedad de no cambiar. Este significado queda recogido en uno de los significados que se detalla en el diccionario para el concepto verdad.

Me gustaría compartir con vosotros, las reflexiones que recogí en un artículo que se encuentra publicado en mi blog "Aprendiendo Un Curso de Milagros" y que titulé "¿Es el mundo físico real?".

Os dejo el enlace:

http://aprendiendouncursodemilagros.blogspot.com.es/2015/02/es-el-mundo-fisico-real.html

Reflexión: ¿Cuál es la verdad?

Capítulo 23. II. Las leyes del caos (4ª Parte).

 II. Las leyes del caos (4ª Parte).

10Todos los mecanismos de la locura se hacen patentes aquí: el "enemigo” que se fortalece al mantener oculto el valioso legado que debería ser tuyo; la postura que adoptas y el ataque que infli­ges, los cuales están justificados por razón de lo que se te ha negado; y la pérdida inevitable que el enemigo debe sufrir para que tú te puedas salvar. 2Así es como los culpables declaran su inocencia. 3Si el comportamiento inescrupuloso del enemigo no los forzara a este vil ataque, sólo responderían con bondad. 4Pero en un mundo despiadado los bondadosos no pueden sobrevivir, de modo que tienen que apropiarse de todo cuanto puedan o dejar que otros se apropien de lo que es suyo.

La bondad pone muy nervioso al ego, pues le recuerda que es un acto de debilidad y una invitación a que el más fuerte, armado de su arrogancia, se brinde a desposeerlo de todo cuanto posea. El ego prefiere estar rodeado de naturalezas fuertes y arrogantes, pues, enfrentándose a ellos, su nula conciencia se siente más liviana.

Los humildes y bondadosos escasean en este mundo y, cuando nos relacionamos con alguien con estas características, nos decimos que son de otro planeta o bien padecen de algún trastorno mental que los lleva a no ver la crueldad del mundo que los rodea.

El bondadoso, el humilde, es desapegado con las posesiones y las utiliza como medios para extender su rasgo de generosidad, entrega y servicio. Todos estos valores no pertenecen al sistema de pensamiento del ego, de ahí que encontrarlas en nuestro camino nos inspirarán, si es nuestra condición percibir correctamente, o despertarán nuestra aversión y envidia si, en cambio, lo que buscamos es ser especiales.

11. Y ahora queda una vaga pregunta por contestar, que aún no ha sido "explicada". 2¿Qué es esa cosa tan preciada, esa perla de inestimable valor, ese tesoro oculto, que con justa indignación debe arrebatársele a éste el más pérfido y astuto de los enemigos? 3Debe de ser lo que siempre has anhelado, pero nunca hallaste. 4ahora "entiendes" la razón de que nunca lo encontraras. 5Este enemigo te lo había arrebatado y lo ocultó donde jamás se te habría ocurrido buscar. 6Lo ocultó en su cuerpo, haciendo que éste sirviese de refugio para su culpabilidad, de escondrijo de lo que es tuyo. 7Ahora su cuerpo se tiene que destruir y sacrificar para que tú puedas tener lo que te pertenece. 8La traición que él ha cometido exige su muerte para que tú puedas vivir. 9Y así, sólo atacas en defensa propia.

Si tratamos de comprender intelectualmente el significado de las leyes del caos, es posible que nos resulte difícil hacerlo utilizando los recursos que nos ofrece el sistema de pensamiento del ego, que, como sabemos, se basa principalmente en la creencia en la separación. Es precisamente esa creencia la que da lugar a las leyes del caos. Luego debemos buscar una visión diferente, es decir, debemos utilizar la razón, la mente recta, para llevar a cabo el propósito de comprender lo que es incomprensible: las leyes del caos.

Tan sólo la visión Crística que nos permite ver la unidad que nos une a la Creación de Dios, nos permitirá entender que el ego y sus leyes son la elección de un pensamiento erróneo, el cual ha dado lugar a una realidad ilusoria. El sistema de pensamiento del ego ha sustituido en nuestra mente el amor por el miedo; la impecabilidad por el pecado y la culpa; la fortaleza por la debilidad; la unidad por la dualidad; la verdad por la demencia.

12. Pero ¿qué es eso que deseas que exige su muerte? 2¿Cómo pue­des estar seguro de que tu ataque asesino está justificado, a menos que sepas cuál es su propósito? 3Aquí es donde el "último" princi­pio del caos acude en tu "auxilio". 4Este principio alega que hay un substituto para el amor. 5Ésta es la magia que curará todo tu dolor, el elemento que falta que curaría tu locura. 6Ésa es la razón de que tengas que atacar. 7He aquí lo que hace que tu venganza esté justificada. 8He aquí, revelado, el regalo secreto del ego, arrancado del cuerpo de tu hermano donde se había ocultado con malicia y con odio hacia aquel a quien verdaderamente le perte­nece. 9Él te quiere privar de ese ingrediente secreto que le daría significado a tu vida. 10El substituto del amor, nacido de vuestra mutua enemistad, tiene que ser la salvación. 11Y no tiene substitu­tos, pues sólo hay uno. 12así, el propósito de todas tus relaciones es apropiarte de él y convertirte en su dueño.

El peor enemigo del ego es el amor. Su existencia es imposible ante la presencia del amor. Amor es unidad, mientras que ego es separación. El ego tiene un sustituto para el amor, el miedo. Sabe que el papel de víctima le permite juzgar a Dios como un ser vengativo, pues fue Su elección el expulsarlo del paraíso terrenal y exiliarlo a una tierra de separación. De este modo, el amor es relegado al olvido y en su lugar se justifica el sentimiento del miedo, el cual es adoptado como la vía salvadora y redentora.

El cuerpo se convierte en el envoltorio -estado de conciencia- en el que depositamos la percepción de nuestra identidad y el valor de nuestra creencia en el miedo, el efecto de nuestra naturaleza pecaminosa. El cuerpo se convierte en el centro de la diana hacia la cual lanzamos nuestros ataques. Nos decimos: "Eres la fuente que nos lleva a pecar y a sufrir. Tenemos que purificarlo".