sábado, 13 de septiembre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 256

LECCIÓN 256

Dios es mi único objetivo hoy.

1. La única manera de llegar a Dios aquí es mediante el perdón. 2No hay otra manera. 3Si la mente no le hubiese concedido tanto valor al pecado, ¿qué necesidad habría habido de encontrar el camino que conduce a donde ya te encuentras? 4¿Quién tendría aún incertidumbre? 5¿Quién podría estar inseguro de lo que es? 6¿Y quién podría seguir durmiendo entre espesas nubes de duda con respecto a la santidad de aquel que Dios creó libre de pecado? 7Aquí sólo podemos soñar. 8Pero podemos soñar que hemos perdonado a aquel en quien todo pecado sigue siendo imposible, y esto es lo que elegimos soñar hoy. 9Dios es nuestro objetivo, y el perdón, el medio por el que nuestras mentes por fin regresan a Él.

2. Y así es, Padre nuestro, como queremos llegar a ti por el camino que Tú has señalado. 2No tenemos otro objetivo que oír Tu Voz y hallar el camino que Tu sagrada Palabra nos ha señalado.

¿Qué me enseña esta lección?

Hoy puedo proclamar, libremente, que soy Dios en formación. Esta misma proclamación, no hace mucho, me hubiese sentenciado a morir quemado en la hoguera.

Tomar consciencia de que estamos viviendo en un sueño nos permite proclamar lo que verdaderamente somos, con la certeza de que se producirá el despertar definitivo que nos permitirá expresarnos con la plenitud de la que somos portadores.

Hoy proclamo que Dios es mi único objetivo, y con ello, estoy expresando mi voluntad de Ser Uno con Todo lo Creado; estoy expresando que mi único objetivo es Amar por encima de todas las cosas; estoy expresando que mi única creencia es cumplir mi función de perdonar, allí donde antes he visto el pecado.

Hoy proclamo que Dios es mi único objetivo; hoy sustituyo la culpa por el perdón, sustituyo el miedo por el amor, sustituyo el castigo por la Expiación, sustituyo el sufrimiento por la dicha, sustituyo la tristeza por la alegría, la depresión por la felicidad. Sustituyo la muerte por la vida.

Hoy proclamo que Dios es mi único objetivo; hoy sustituyo mi falsa identidad, el cuerpo, por mi verdadero Ser, el Espíritu; hoy retorno a mi hogar, el Cielo, y dejo atrás el mundo del apego y de la ilusión.


Ejemplo-Guía: "Soy Dios en formación".

Sí, es una manera de expresarlo. Podría haber prescindido del término formación, pues, en verdad, soy el Hijo de Dios; por lo tanto, no puedo ser diferente al Ser que me ha creado.

El uso de la palabra "formación" es una definición "adecuada" en el sueño, pues posibilita que el sistema de pensamiento y creencias del ego comprenda que estamos inmersos en un proceso de aprendizaje en el cual la única enseñanza a adquirir es aquella que nos conduce a recordar que somos Hijos de Dios y que somos uno con toda la creación.

Cuando nuestro objetivo nos lleva a creer en un mundo diferente al de Dios, estamos haciendo real la ilusión. Nada puede existir en realidad si está fuera de la Mente de Dios. Todo lo que se encuentra en Su Mente es eterno y no está sujeto al cambio; esto es el sello de lo verdadero. Por lo tanto, el mundo que ha fabricado el Hijo de Dios y al cual le ha otorgado realidad, no es más que un mundo ilusorio y pasajero, pues está sujeto a las leyes del cambio y la temporalidad.

Fruto de las experiencias extraídas del mundo de la percepción, sabemos que todo en el mundo físico está sujeto a las leyes del cambio. El sistema de pensamiento del ego acepta que todo cambia, que nada permanece en su estado original, incluidas las malas experiencias. Algunos dichos o refranes refrendan ese pensamiento: "No hay mal que por cien años dure" o "siempre que llovió, escampó".

A pesar de ello, hacemos real lo vivido en el plano perceptivo. Hacemos que las experiencias negativas pervivan en nuestra mente al darle valor al pasado, cuando en realidad, el pasado ya pasó y lo que ha pasado ya no es real.


Si nuestro objetivo es Dios, el tiempo deja de tener significado. Vivimos en el presente, una fase atemporal que nos permite vivenciar la eternidad. Si nuestro objetivo es Dios, nuestra visión intuye la verdad que encierra los ropajes físicos del cuerpo. Más allá de la densidad de la materia, vemos la poderosa fuerza del Espíritu. Más allá del pecado, vemos la inocencia. Más allá de la culpa, vemos la impecabilidad.


Si nuestro objetivo es Dios, elegimos el perdón como la única práctica empleada a cada instante; elegimos vivir en estado de paz permanente; elegimos expandir la esencia con la que hemos sido creados, la fuerza del Amor.


Reflexión: ¿Cómo perdonas?

viernes, 12 de septiembre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 255

LECCIÓN 255

Elijo pasar este día en perfecta paz.

1. No me parece que pueda elegir experimentar únicamente paz hoy. 2Sin embargo, mi Dios me asegura que Su Hijo es como Él. 3Que pueda hoy tener fe en Aquel que afirma que soy el Hijo de Dios. 4Y que la paz que hoy elijo experimentar dé fe de la verdad de Sus Palabras. 5El Hijo de Dios no puede sino estar libre de preocupaciones y morar eternamente en la paz del Cielo. 6En Nombre Suyo, consagro este día a encontrar lo que la Voluntad de mi Padre ha dispuesto para mí, a aceptarlo como propio y a concedérselo a todos Sus Hijos, incluido yo.

2. Así es como deseo pasar este día Contigo, Padre mío. 2Tu Hijo no Te ha olvidado. La paz que le otorgaste sigue estando en su mente, y es ahí donde elijo pasar este día.

¿Qué me enseña esta lección?

El ego fundamenta su enseñanza en adquirir medios, recursos, que potencien su única identidad, su cuerpo físico. De este modo, se las ingenia para fabricar un mundo de necesidades que deben ser cubiertas, pues, de no ser así, vive en la percepción de la carencia, de la pobreza, de la enfermedad, de la muerte.

Desde que nacemos, sentimos la necesidad de satisfacer nuestro apetito físico. Debemos alimentar ese cuerpo, recién nacido al plano material, y debemos asegurar su crecimiento. Pero no tan sólo debemos dar respuesta a esa necesidad clasificada como básica. En la medida en que vamos creciendo, sentimos otras necesidades, como las de protección, trabajo, dinero, familia, amigos, parejas, grupos, autoestima, valores, etc.

Cada vez que alcanzamos a dar respuesta a esas necesidades, aprendemos que es importante conservarlas y, ante el temor de perderlas, decidimos apegarnos a ellas y a defenderlas con todo nuestro ardor.

No podríamos entender que, después de los esfuerzos que nos ha supuesto aprender, ahora se nos pida que nos desprendamos de ese saber y que comencemos de nuevo.

El ego es un adicto al apego, pues cambiar lo interpreta como perder, y no está dispuesto a llevar a cabo esa renuncia.

Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos que el ego pueda realizar, se hace inevitable el derrumbamiento de sus estructuras, pues no son verdaderas, son ilusorias y lo ilusorio no puede perdurar. Cuando nos cansemos de buscar la paz, la felicidad, allí donde es imposible hallarla, decidiremos cambiar el rumbo de nuestra nave y estableceremos un nuevo destino, que nos garantice arribar en un puerto seguro.

La única verdad que debemos integrar en nuestra consciencia es la que nos lleva a conocer lo que somos. Debemos invertir la dirección de nuestro pensamiento y sustituir el apego por lo material y potenciar la visión de lo espiritual. Nuestra única realidad es que somos Espíritus y que la Filiación en Unidad conforma la descendencia legítima de Dios.

Esa legitimidad nos capacita para hacer uso del potencial heredado de nuestro Padre. Estamos capacitados para crear y el primer paso para llevar a cabo esta acción es elegir.

Hoy elijo pasar el día en perfecta paz.


Ejemplo-Guía: "Elijo ver las cosas de otra manera".

Comenzamos esta reflexión, donde la habíamos dejado la lección anterior, con la elección de la paz.

Ya hemos visto cómo elegir oír la Voz del Espíritu Santo nos lleva a apreciar el valor del "silencio". Cuando elegimos el silencio, no estamos reprimiendo ninguna fuerza; lo que estamos haciendo es decidir si nos dejamos llevar por la voz que nos impulsa a actuar de una manera determinada.

Hacer el juego a los pensamientos que se dan cita en nuestra mente de forma impetuosa y desorganizada es precisamente lo contrario a los beneficios que nos reporta elegir el silencio. Cuando aludimos a ese "estado", no nos estamos refiriendo a la acción que nos lleva a no hablar, aunque puede darse el caso de que el no hablar sea consecuencia de la elección de mantener nuestra mente en silencio.

El silencio al que nos referimos es el silencio interior de esos pensamientos alborotadores que nos privan de la paz que Dios ha dispuesto para Su Hijo.


Todas las preocupaciones originadas por el mundo de la percepción se convierten en motivos, en argumentos válidos para el sistema de pensamiento del ego, para mantenernos alejados de la felicidad y de la paz.

¿Cómo vamos a gozar de paz cuando estamos en guerra contra el mundo?
¿Cómo vamos a gozar de paz cuando sufrimos las limitaciones del cuerpo?
¿Cómo vamos a gozar de paz cuando somos prisioneros de nuestros miedos?

El silencio, al que nos referimos, ya lo hemos dicho, no es represor. Ese silencio verdadero viene acompañado de comprensión y da lugar a una percepción nueva y correcta. Esta percepción nueva es fruto de una nueva visión y, a su vez, es el resultado de una nueva elección.

Si estamos en guerra, elegimos ver todo de otra manera y sustituimos la guerra por la paz.

Si sufrimos las limitaciones del cuerpo, elegimos ver el dolor de otra manera y sustituimos la enfermedad por curación.

Si tenemos miedo, elegimos ver esa ilusión de otra manera y sustituimos el miedo por amor.


Nada externo a nosotros tiene el poder de hacernos sufrir, si no le otorgamos ese poder.



Reflexión: ¿Dónde buscamos la paz?

Capítulo 23. III. Salvación sin transigencias (1ª parte).

III. Salvación sin transigencias (1ª parte).

1. ¿No es cierto acaso que no reconoces algunas de las formas en que el ataque se puede manifestar? 2Si es cierto que el ataque en cualquiera de sus formas te hará daño, y que te hará tanto daño como lo harían cualquiera de las formas que sí reconoces, enton­ces se puede concluir que no siempre reconoces la fuente del dolor. 3Cualquier forma de ataque es igualmente destructiva. 4Su propósito es siempre el mismo. 5Su única intención es asesinar, y ¿qué forma de asesinato puede encubrir la inmensa culpabilidad y el terrible temor a ser castigado que el asesino no puede por menos que sentir? 6Puede que niegue ser un asesino y que justifi­que su infamia con sonrisas mientras la comete. 7Sin embargo, sufrirá y verá sus intenciones en pesadillas en las que las sonrisas habrán desaparecido, y en las que su propósito sale al encuentro de su horrorizada conciencia para seguir acosándolo. 8Pues nadie que piense en asesinar puede escaparse de la culpabilidad que dicho pensamiento conlleva. 9Si la intención del ataque es la muerte, ¿qué importa qué forma adopte?

El contenido de este punto refuerza una de las enseñanzas más reveladoras de este Curso. Tan sólo el Amor es verdad y real. De lo cual se deduce que la carencia de Amor, el miedo, es un pensamiento falso, ilusorio e irreal. Si nuestra razón nos lleva a esta certeza y comprendemos la trascendencia de la verdad revelada, estaremos en condiciones de aceptar, igualmente, como verdad, el hecho de que cualquier forma de ataque es ausencia de amor y a la vez, una ilusión.

Jesús nos comparte un mensaje que ha de ayudarnos a conocer la esencia del miedo y del ataque. Si nuestros pensamientos no son amorosos, entonces tan sólo pueden ser temerosos. El miedo siempre viene acompañado de su aliado el ataque. Por lo que podemos reconocer que la ausencia de amor en nuestra mente nos lleva a la percepción del dolor, la única respuesta que nos ofrece la elección de ver un mundo separado de la fuente del amor y de la unidad.

Elegir el amor es conocer nuestra verdadera identidad y es elegir vivir la paz y la felicidad. 

Desear ser especial pone nuestra mente al servicio del miedo y del ataque, lo cual nos lleva a percibir una realidad donde el dolor y el sufrimiento nos mostrarán el rostro amargo de la infelicidad.

2. ¿Podría cualquier forma de muerte, por muy hermosa y carita­tiva que parezca, ser una bendición y un signo de que la Voz que habla por Dios le está hablando a tu hermano a través de ti? 2La envoltura no hace el regalo. 3Una caja vacía, por muy bella que sea y por mucha gentileza que se tenga al darla, sigue estando vacía. 4Y tanto el que la recibe como el que la da no podrán seguir enga­ñándose por mucho más tiempo. 5Niégale el perdón a tu hermano y lo estarás atacando. 6No le estarás dando nada y sólo recibirás de él lo que le diste.

Sabemos que el deseo de ser especial da lugar a la creencia de la separación. Si nuestra identidad está condicionada por aquello que creemos, podemos concretar que nuestra identidad es el fruto de lo que deseamos. 

Si nuestra mente sirve al deseo de ser especial, nuestra identidad será el resultado de ese deseo, el cual se concentra en la percepción del cuerpo físico. El hecho de que los cuerpos sean diferentes refuerza la falsa creencia de que estamos separados unos de otros. Dado que el deseo de ser especial sigue a su idea-fuente, esto es, al pensamiento de ser diferente a Dios, o lo que es lo mismo, a la negativa de utilizar el amor. Como hemos visto, la ausencia de amor en nuestros pensamientos nos lleva al miedo y al ataque. La consecuencia de todo ello ocasiona que los cuerpos se utilicen para atacar y para protegernos de nuestros miedos, lo que ocultará la verdadera fuente de dichas emociones, la mente.

3. La salvación no transige en absoluto. 2Transigir es aceptar sólo una parte de lo que quieres: tomar sólo un poco y renunciar al resto. La salvación no renuncia a nada. Se les concede a todos enteramente. 5Si permites que la idea de transigir invada tu pen­samiento, se pierde la conciencia del propósito de la salvación porque no se reconoce. 6Dicho propósito se niega cuando la idea de transigir se ha aceptado, pues es la creencia de que la salvación es imposible. 7La idea de transigir mantiene que puedes ata­car un poco, amar un poco, y ser consciente de la diferencia. 8De esta manera, pretende enseñar que un poco de lo mismo puede ser diferente, y, al mismo tiempo, permanecer intacto, cual uno solo. 9¿Tiene sentido esto? 10¿Es acaso comprensible?

La transigencia forma parte del sistema de pensamiento del ego, en el cual impera la dualidad. La verdad, en el mundo perceptivo del ego, se manifiesta de manera fragmentada; no lo hace formando parte de la unidad. Esta característica de la verdad es la evidencia más clara de que lo que llamamos verdad no lo es, pues si, como hemos dicho, tan sólo el Amor es verdad, y la característica principal del Amor es la Unidad, debemos deducir que la verdad es la expresión de la unidad. Por lo tanto, lo que el ego interpreta como verdad es tan sólo ilusión. 

jueves, 11 de septiembre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 254

LECCIÓN 254

Que se acalle en mí toda voz que no sea la de Dios.

1. Padre, hoy quiero oír sólo Tu Voz. 2Vengo a Ti en el más profundo de los silencios para oír Tu Voz y recibir Tu Palabra. 3No tengo otra ora­ción que ésta: que me des la verdad. 4la verdad no es sino Tu Volun­tad, que hoy quiero compartir Contigo.

2. Hoy no dejaremos que los pensamientos del ego dirijan nues­tras palabras o acciones. 2Cuando se presenten, simplemente los observaremos con calma y luego los descartaremos. 3No desea­mos las consecuencias que nos acarrearían. 4Por lo tanto, no ele­gimos conservarlos. 5Ahora se han acallado. 6Y en esa quietud, santificada por Su Amor, Dios se comunica con nosotros y nos habla de nuestra voluntad, pues hemos decidido recordarle.

¿Qué me enseña esta lección?

Sí, nos encontramos en el camino. Nos hemos dado cuenta de que hemos estado buscando la felicidad en el lugar equivocado. Nos hemos dado cuenta de que la vida no puede ser sufrimiento, dolor, penalidades, castigos, luchas y, finalmente, la muerte.

Sí, nos encontramos en el camino. Nos hemos propuesto ver las cosas de otra manera. Nos hemos propuesto ver en nuestros hermanos, no el ropaje físico, sino la verdadera esencia que habita en él. Nos hemos propuesto perdonarnos y perdonar. Nos hemos propuesto renunciar a la visión errónea de la separación, del pecado, y sustituirla por la visión correcta de la Unidad y de la Expiación.

Sí, nos encontramos en el camino. Nuestra propuesta es firme y, a pesar de ello, aún dejamos que la voz agonizante del ego intente ganar nuestra atención reclamando su hegemonía, cuando en verdad no tiene derecho alguno a recibir la legítima herencia que el Padre tiene dispuesta para cuando Su Verdadero Hijo la reclame.

Hoy no dejaré que los pensamientos del ego dirijan mis palabras o acciones. Permaneceré con “la luz permanentemente encendida” para no dejarme engañar por la ilusión, por la tentación. Apaciguaré ese murmullo rancio que trata de ilusionarme y, en su lugar, prestaré mis oídos para recibir la Verdadera Voz del Padre. Él me comunicará cuál es Su Voluntad. Amén.

Ejemplo-Guía: "La fuerza del silencio"

Está todo dicho. Hoy no vamos a ocupar nuestra mente con dilemas racionales, con cuestiones que nos distraigan con divagaciones inútiles. Hoy vamos a practicar el silencio.

Está todo dicho. La verdad es una y sabemos dónde encontrarla, dónde gozarla, pues ya forma parte de nosotros. Siempre lo ha hecho.

Está todo dicho. Disfruta del silencio. Hagámoslo consciente en nuestra mente. 

Más allá de la dimensión que parezca adquirir nuestras experiencias, tenemos el poder de decidir, de elegir, a quién oír. Las voces del mundanal ruido no nos satisfacen. Seguir sus "consejos" nos lleva al sufrimiento y al dolor. En cambio, nuestra alma se funde en el gozo cuando es la Voz del Espíritu Santo la que nos guía. Silencio. 

Silencio. Y observemos el mundo con la visión del que percibe la ficción de una película. Nada es real. Nada tiene significado. Desde esa visión, el vocerío se tornará en silencio y el silencio nos inundará de paz.


Está todo dicho. Silencio. Paz.


Reflexión: ¿Qué te aporta el silencio?

Capítulo 23. II. Las leyes del caos (7ª Parte).

 II. Las leyes del caos (7ª Parte).

19. Fuera del Cielo no hay vida. 2La vida se encuentra allí donde Dios la creó. 3En cualquier otro estado que no sea el Cielo la vida no es más que una ilusión. 4En el mejor de los casos parece vida, en el peor, muerte. 5Ambos son, no obstante, juicios acerca de lo que no es la vida, idénticos en su inexactitud y falta de significado. 6Fuera del Cielo la vida es imposible, y lo que no se encuen­tra en el Cielo no se encuentra en ninguna parte. 7Fuera del Cielo lo único que hay es un conflicto de ilusiones, de todo punto insen­sato, imposible y más allá de la razón, aunque se percibe como un eterno impedimento para llegar al Cielo. 8Las ilusiones no son sino formas. 9Su contenido nunca es verdad.

Nuestra resistencia a creer que fuera del Cielo no hay vida es proporcional a nuestra ignorancia. No es una cuestión de terquedad por parte de nuestra mente, sino de falta de fe. 

Cuando hemos hablado de la fe, veíamos que está estrechamente ligada a nuestras creencias. No podemos olvidar que nos identificamos con lo que creemos ser y que aquello en lo que creemos es lo que deseamos. De hecho, creemos ser un cuerpo separado porque deseamos ser especial.

Luego, si estamos cansados de sufrir, de tener miedo, de ser escasos, de padecer, de luchar, de sobrevivir, lo único que nos lo impide es creer que somos especiales y diferentes de nuestro Creador.

Cambiemos esa visión y sustituyamos el deseo de ser especial por hacer la Voluntad del Padre, esto es, por vivir en la Unidad. Vivir en la Unidad es retornar a nuestro Hogar, el Cielo. Allí, siempre estaremos animados, experimentando el amor que nos une al resto de la Filiación. Gozaremos de la abundancia, de la dicha, de la paz y, sobre todo, de la Vida Eterna.

20. Las leyes del caos gobiernan todas las ilusiones. 2Las formas que éstas adoptan entran en conflicto, haciendo que parezca posible concederle más valor a unas que a otras. 3Sin embargo, cada una de ellas se basa, al igual que todas las demás, en la creencia de que las leyes del caos son las leyes del orden. 4Cada una de ellas apoya dichas leyes completamente, y ofrece un testi­monio inequívoco de que son verdad. 5Las formas de ataque que en apariencia son más benévolas no son menos inequívocas en su testimonio o en sus resultados. 6Es indudable que el miedo que engendran las ilusiones se debe a las creencias que las originan y no a su forma. 7Y la falta de fe en el amor, sea cual sea la forma en que se manifieste, da testimonio de que el caos es la realidad.

Lo advertía en el punto anterior. No es cuestión de terquedad de nuestra mente, sino de falta de fe en la verdad.

Si dudamos del contenido de estas enseñanzas, si encontramos resistencias a la hora de aplicarlas en nuestra mente llevándonos a un cambio de creencias, la única razón es porque no tenemos la certeza de que sean verdad, o lo que es lo mismo, no tenemos fe en ello. 

No podemos servir a dos guías a la vez. No podemos servir a la verdad y a la ilusión. No podemos amar y tener miedo al mismo tiempo. Si vivimos en la luz, la oscuridad desaparece. Si vivimos en la oscuridad, no habrá presencia de luz. 

Para vivir en paz, no podemos mantener nuestra mente ocupada con pensamientos de ataque. Damos lo que tenemos. Si atacamos, es porque nos estamos atacando a nosotros mismos. Si nos amamos, es imposible que nos ataquemos, por lo que aquello que compartamos externamente llevará el sello del amor.

21. La fe en el caos es la consecuencia inevitable de la creencia en el pecado. 2El que sea una consecuencia es lo que hace que parezca ser una conclusión lógica, un paso válido, en el pensamiento orde­nado. 3Los pasos que conducen al caos proceden de manera orde­nada desde su punto de partida. 4Cada uno de ellos se manifiesta en forma diferente en el proceso de invertir la verdad, y conduce aún más profundamente al terror y más allá de la verdad. 5No pienses que un paso es más corto que otro ni que el retorno desde uno de ellos es más fácil que desde otro. 6En cada uno de ellos reside el descenso desde el Cielo en su totalidad. 7Y allí donde tu pensamiento empieza, allí mismo tiene que terminar.

Jesús se anticipa a nuestras inquietudes aportándonos información que nos ayudará a la hora de dar respuestas a nuestras interrogantes. 

Muchos estudiantes, entre los que me encuentro, nos sentimos angustiados a la hora de saber si nuestro "rendimiento" espiritual es el adecuado. En esta preocupación hay un exceso que tenemos que tener en cuenta e intentar corregir. Me refiero al hecho de dar mucha importancia al "hacer", en detrimento del "ser". Lo que quiero decir con ello es que le prestamos mucha atención a cómo hacemos las cosas, que al impulso que nos mueve a hacerlas.

Queremos ser "buenos" por encima de todas las cosas, pues ello aporta autoestima y paz a la conciencia. El exceso al que me refería es precisamente a ese "deseo" de hacer bien las cosas, pues puede estar ocultando un deseo de ser especial. Anteponemos el mundo del hacer al de ser, o lo que es lo mismo, lo perceptivo e ilusorio a la fe en lo real. Aquí es cuando debemos recordar a San Agustín y su famosa frase: Ama y haz lo que quieras".

En palabras de Jesús, "allí donde tu pensamiento empieza, allí mismo tiene que terminar". El pensamiento empieza en la mente, por lo que es en la mente donde tiene que acabar. Si da lugar a la proyección, lo que estamos haciendo es alterar el orden verdadero y fabricar un orden ilusorio y caótico. No es en el mundo exterior donde debemos corregir el error, sino en su lugar de origen, en el mental.

22. Hermano, no des ni un solo paso en el descenso hacia el infierno. 2Pues una vez que hayas dado el primero, no podrás reconocer el resto como lo que son. 3cada uno de ellos seguirá al primero. 4Cualquier forma de ataque te planta en la tortuosa escalera que te aleja del Cielo. 5Sin embargo, en cualquier instan­te todo esto se puede deshacer. 6¿Cómo puedes saber si has ele­gido las escaleras que llevan al Cielo o el camino que conduce al infierno? 7Muy fácilmente. 8¿Cómo te sientes? 9¿Estás en paz? 10¿Tienes certeza con respecto a tu camino? 11¿Estás seguro de que el Cielo se puede alcanzar? 12Si la respuesta es no, es que caminas solo. 13Pídele entonces a tu Amigo que se una a ti y te dé certeza con respecto al camino a seguir.

En este último punto del apartado II, Jesús utiliza la alegoría del infierno para hacer referencia al acto de la proyección, que, como hemos referido más arriba, se produce cuando elegimos identificarnos con el mundo de la ilusión basado en el pensamiento de ser especial y de estar separado de Dios.

El infierno en este sentido es el mundo de la forma, mientras que el Cielo es el Mundo de Dios, del Amor y de la Unidad, el Mundo Espiritual: nuestro verdadero Hogar.

Sin embargo, en cualquier instante, todo esto se puede deshacer, nos transmite Jesús. Ese es el objetivo principal de este Curso. Darnos a conocer las herramientas necesarias para poder cambiar nuestras creencias, nuestros pensamientos erróneos y crear una realidad donde podamos percibir la verdad.

¿Tenías dudas a la hora de saber si el camino que has elegido es el correcto o no?

Jesús, que conoce las inquietudes que acompañan al estudiante en el camino, se anticipa a estas y nos detalla las señales que han de aportarnos la respuesta. ¿Cómo te sientes? ¿Estás en paz? ¿Tienes certeza con respecto a tu camino? ¿Estás seguro de que el Cielo se puede alcanzar?  

miércoles, 10 de septiembre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 253

LECCIÓN 253

Mi Ser es amo y señor del universo.

1. Es imposible que me pase algo sin yo mismo haberlo pedido. 2Aun en este mundo, soy yo el que rige mi destino. 3Lo que sucede es lo que deseo. 4Lo que no ocurre es lo que no deseo que suceda. 5Tengo que aceptar esto. 6Pues de esta manera se me conduce más allá de este mundo a mis creaciones -las criaturas de mi volun­tad- , las cuales moran en el Cielo junto con mi santo Ser y con Aquel que me creó.

2. Tú eres el Ser Quien Tú creaste como el Hijo, el cual crea como Tú y es uno Contigo. 2Mi Ser, que es señor y amo del universo, no es sino la perfecta unión de Tu Voluntad con la mía, la cual no puede sino asentir gustosamente a la Tuya, de modo que pueda extenderse hasta Sí Misma.

¿Qué me enseña esta lección?

Lo que sucede es lo que deseo”. Si conseguimos tomar consciencia de esta verdad y utilizamos esa cualidad divina innata en cada uno de nosotros, por ser Hijos de Dios, en desear ser uno con nuestro Padre y con la Filiación, entonces, retornaremos a nuestro verdadero Hogar y pondremos fin a la hegemonía que le hemos cedido a la personalidad pasajera, al ego.

La cuestión esencial es contestar a la siguiente pregunta: ¿qué estamos deseando?

La respuesta la podemos conocer si analizamos, sin juicios, nuestra vida. ¿Qué está ocurriendo en ella? ¿Experimentamos la felicidad o el castigo? ¿Experimentamos el amor o el miedo? ¿Experimentamos la alegría o la desolación? ¿Experimentamos el perdón o la culpa? ¿Experimentamos la dicha o el sufrimiento? ¿Experimentamos la libertad o el apego? ¿Experimentamos la salud o la enfermedad? ¿Experimentamos la vida o la muerte? ¿Experimentamos la unidad o la separación? ¿Experimentamos la eternidad o la temporalidad?

Sí, somos Hijos de Dios y debemos hacer consciente esta realidad, no tan sólo con nuestro pensamiento, como una idea, sino también con nuestro sentimiento, deseando esa condición con toda la fuerza de nuestro corazón. Para ello, tenemos que tener certeza y confianza en el Ser que realmente somos.

La condición divina nos dota de la capacidad heredada de nuestro Hacedor, la de crear. El potencial creador se encuentra en nuestra Mente, la cual, en el mundo del sueño, expresa nuestros pensamientos (ideas) y sentimientos (deseos). La armonía y coherencia entre pensamientos y sentimientos dará fortaleza y determinación a la mente recta. La falta de armonía y coherencia dará lugar al error y, por ende, el cuerpo físico lo expresará (comunicará) a través de la enfermedad.


Ejemplo-Guía: "Lo que llamamos vida, en el mundo del sueño, ¿está programada?".

La lección es clara sobre este aspecto: "Aun en este mundo, soy yo el que rige mi destino". Ese "yo" no es ego, pues el ego o mente dividida se percibe en el mundo de los efectos, en el mundo de las formas. La causa debemos buscarla en el origen, en el Principio, en lo Esencial, en lo Verdadero, en el Espíritu, en la Expansión de la Mente de Dios, en el Hijo de Dios.

Todo cuanto percibimos en este mundo responde a la proyección manifestada por el Hijo de Dios, la cual ha dado lugar a la fabricación de un mundo ilusorio, irreal, al que hemos llamado mundo.

El sistema de pensamiento del ego no acepta el hecho de que el mundo que experimenta sea el resultado de la libre elección del Ser que niega. Para el ego, lo que no percibe a través de sus sentidos no es real. El Espíritu no es visible y, por lo tanto, lo niega.

Si el Hijo de Dios elige ver un mundo separado del de Dios, el germen de la división, fruto de su visión errada, dará lugar a un escenario donde se proyecte el guion de la separación. El cuerpo es la manifestación visible de que la separación es real. En base a esa evidencia se sustenta un sistema de pensamiento que profundiza en la búsqueda de la individualidad.

Si el mundo que percibimos está diseñado por nuestro Ser, en respuesta a la fuerza motora de los deseos, ¿qué libertad tiene el ego para cambiar lo percibido?

La capacidad de elegir toma vida en el mundo dual, en el mundo del sueño. Mientras que, en el Cielo, la existencia es la Unidad, luego no procede la elección; en el mundo, la elección se convierte en una herramienta que ha de llevarnos a la percepción verdadera. Ver las cosas de otra manera y poner nuestra mente al servicio del Espíritu son elecciones que pertenecen al mundo de la ilusión, pero que nos ayudan a recordar nuestra verdadera identidad.

La voluntad del Hijo de Dios es favorecer ese despertar y, para conseguirlo, tiene un magnífico asesor, el Espíritu Santo, la Voz que habla por Dios y que, a través de la Expiación, ilumina nuestra mente para que alcance la percepción verdadera.

El ego o mente dividida tomará conciencia de que su libre albedrío se encuentra limitado y a esta circunstancia la llamará destino. Se sentirá una víctima de ese destino, olvidando que su procedencia, su identidad, responde a su "fabricante", al Hijo de Dios. El ego y sus percepciones, incluidas las especificaciones del cuerpo, son la fabricación del deseo emitido por su hacedor, el Hijo de Dios. 


En la medida en que se va produciendo el despertar del mundo ilusorio, en la medida en que la percepción errada se transmuta a percepción verdadera a través de la Expiación, aprendemos que nuestro libre albedrío adquiere la libertad de decidir cómo responder a las experiencias vividas, a nuestro destino. Podemos hacerlo desde el victimismo o podemos hacerlo desde la visión de que somos los soñadores del sueño, es decir, de que somos los fabricantes de nuestra ilusión. En este sentido, elegimos tener sueños felices o responder felizmente a los sueños.


Reflexiones: Es imposible que me pase algo sin yo mismo haberlo pedido.

Capítulo 23. II. Las leyes del caos (6ª Parte).

 II. Las leyes del caos (6ª Parte).

16. Sin embargo, ¿cómo es posible que se pueda creer en semejan­tes leyes? 2Hay un extraño mecanismo que hace que ello sea posi­ble. 3Es algo que nos resulta familiar, pues hemos visto en innumerables ocasiones cómo parece funcionar. 4En realidad no funciona en absoluto, mas en sueños, donde los protagonistas principales son sólo sombras, parece ser muy poderoso. 5Nin­guna de las leyes del caos podría coaccionar a nadie a que cre­yese en ella, si no fuera por el énfasis que se pone en la forma y por el absoluto desprecio que se hace del contenido. 6Nadie que crea que una sola de estas leyes es verdad se da cuenta de lo que dicha ley estipula. 7Algunas de las formas que dichas leyes adop­tan parecen tener sentido, pero eso es todo.

La cuestión que plantea Jesús en este punto me resuena mucho y estoy seguro de que a vosotros os ocurrirá igual. Intelectualmente, entiendo las enseñanzas que estamos estudiando y ello me ayuda a ejercitar mi mente para practicar el cambio necesario que me permitirá percibir correctamente el mundo. Soy consciente de que se requiere un firme compromiso acorde al contenido intelectual para no caer en la maraña caótica con la que nos seduce el sistema de pensamiento del ego.

La pérdida de identidad, del deseo de ser especial, de dejar de ser alguien, de desapegarnos de nuestras posesiones, de nuestros afectos, se convierte en un obstáculo que se nos antoja difícil de superar para no caer en las seductoras redes del ego.

Desde que nacemos a este mundo, se nos enseña a dar valor a la percepción de los sentidos físicos, lo que nos lleva a adoptar una identidad condicionada por nuestro aspecto físico. Perdemos la conexión con el mundo de donde realmente procedemos y negamos todo aquello que no somos capaces de percibir a través de los sentidos físicos.

Como bien nos describe Jesús, es el énfasis que ponemos en la forma y el desprecio que se hace del contenido lo que se convierte en el principal obstáculo que nos impide la visión Crística.

17. ¿Cómo es posible que algunas formas de asesinato no signifi­quen muerte? 2¿Puede acaso un ataque, sea cual sea la forma en que se manifieste, ser amor? 3¿Qué forma de condena podría ser una bendición? 4¿Quién puede incapacitar a su salvador y hallar la salvación? 5No dejes que la forma que adopta el ataque contra tu hermano te engañe. 6No puedes intentar herirlo y al mismo tiempo salvarte. 7¿Quién puede estar a salvo del ataque atacán­dose a sí mismo? 8¿Cómo iba a importar la forma en que se manifiesta esta locura? 9Es un juicio que se derrota a sí mismo, al con­denar lo que afirma querer salvar. 10No te dejes engañar cuando la locura adopte una forma que a ti te parece hermosa. 11Lo que está empeñado en destruirte no es tu amigo.

El pensamiento amoroso es nuestro más fiel aliado y amigo, mientras que el pensamiento demente, al que creemos nuestro salvador, adoptando la forma de ataque, es en verdad nada, pues aquello que no es amor es ilusión y, por lo tanto, carece de significado alguno.

Tan sólo el amor es verdad y real, pues tan sólo lo que ha creado Dios lo es.

El mundo del ego y el cuerpo físico con el que muestra su identidad no es verdad ni real, pues no ha sido creado por Dios. Son la consecuencia de un pensamiento ilusorio. Toda forma a la que le otorgamos la cualidad de real debemos percibirla como un engaño basado en la creencia en la separación.

18. Sostienes -y piensas que es verdad- que no crees en estas leyes insensatas ni que tus acciones están basadas en ellas. 2Pues cuando examinas de cerca lo que postulan, ves que no se puede creer en ellas. 3Hermano, crees en ellas. 4Pues de no ser así, ¿cómo podrías percibir la forma que adoptan, con semejante contenido? 5¿Podría acaso ser sostenible cualquiera de las formas que adop­tan? 6Sin embargo, crees en ellas debido a la forma que adoptan, y no adviertes el contenido. 7Éste nunca cambia. 8¿Puedes acaso darle vida a un esqueleto pintando sus labios de color rosado, vistiéndolo de punta en blanco, acariciándolo y mimándolo? 9¿Y puede acaso satisfacerte la ilusión de que estás vivo?

Deshacer la creencia de que somos aquello que percibimos externamente es el principal propósito que debemos atender para cambiar nuestra realidad.

Mientras nuestra mente y pensamientos nos lleven a creer que somos un cuerpo físico, sujeto a las leyes del espacio y del tiempo, estaremos reafirmándonos en que nuestra conciencia permanece sumida en un sueño del cual aún no hemos despertado.

Seguimos reviviendo el episodio bíblico en el que Adán y Eva, tras haber comido del árbol del bien y del mal, descubren la desnudez de sus cuerpos, es decir, su visión espiritual es sustituida por una nueva visión más perceptiva. Dejamos de ver nuestro mundo interior y nuestros ojos comienzan a ver una nueva dimensión de la energía que adopta la forma densa y material.

Esa percepción forma parte de nuestro cerebro, donde se encuentra grabada en nuestra memoria las sensaciones percibidas en su contacto con la nueva dimensión. Comenzamos un proceso de aprendizaje del mundo percibido y poco a poco nuestro comportamiento se va adaptando a ese nuevo entorno a base de experimentar en él. La desconexión con el mundo real, con la identidad verdadera, cada vez es mayor, hasta el punto de que el olvido ha sustituido al recuerdo de lo que realmente somos.

martes, 9 de septiembre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 252

LECCIÓN 252

El Hijo de Dios es mi Identidad.

1. La santidad de mi Ser transciende todos los pensamientos de santidad que pueda concebir ahora. 2Su refulgente y perfecta pureza es mucho más brillante que cualquier luz que jamás haya contemplado. 3Su amor es ilimitado, y su intensidad es tal que abarca dentro de sí todas las cosas en la calma de una queda certeza. 4Su fortaleza no procede de los ardientes impulsos que hacen girar al mundo, sino del Amor ilimitado de Dios Mismo. 5¡Cuán alejado de este mundo debe estar mi Ser! Y, sin embargo, ¡cuán cerca de mí y de Dios!

2. Padre, Tú conoces mi verdadera Identidad. 2Revélamela ahora a mí que soy Tu Hijo, para que pueda despertar a la verdad en Ti, y saber que se me ha restituido el Cielo.

¿Qué me enseña esta lección?

Todos los días, al levantarme, el primero de mis pensamientos es de agradecimiento a Dios por concederme la luz necesaria para hacerme consciente de lo que soy realmente. Para mí, es de vital importancia repetir este pensamiento cada día y tratar de mantenerlo vivo a lo largo del resto de la jornada, pues tengo la certeza de que la repetición irá calando profundamente hasta conseguir vivir el instante con plena consciencia de Dios en mí.

Soy consciente de las limitaciones y artimañas que utiliza el ego para convencernos de que estamos perdiendo el tiempo en la búsqueda de una nueva identidad. Es comprensible que esto sea así, pues el ego sabe que el despertar del sueño de la ilusión nos llevará a renunciar a seguir su control y hegemonía, lo que significa su inexistencia.

¡Padre!, soy tu santo Hijo. Hoy reclamo mi herencia. ¡Que mi voluntad sea hacer Tu Voluntad; que mi amor sea expandir Tu Amor y que mi pensamiento no tenga otro propósito que expresar la Unidad que emana de Tu Mente!

¡Que así sea!

Ejemplo-Guía: "¿Quién es el Hijo de Dios?

Para muchos estudiantes, al principio, no les queda claro quién es el Hijo de Dios. ¿Es Cristo el Hijo de Dios? ¿Somos nosotros el Hijo de Dios?  

No menos interesantes son las dudas que nos plantea el acto pecaminoso imputado al Hijo de Dios y que se convierte en la piedra angular en la que se sustenta nuestro actual sistema de creencias. 

Vamos a analizar algunos mensajes extraídos en el Texto del Curso con el propósito de arrojar luz sobre estas cuestiones. 

"El Hijo de Dios incluye tanto al Padre como al Hijo porque es a la vez Padre e Hijo" (T-11.II.1:3). 

"Cristo es el Hijo de Dios que no está en modo alguno separado de Su Padre y cuyos pensamientos son tan amorosos como el Pensa­miento de Su Padre, mediante el cual fue creado" (T-11.VIII.9:4). 

Si el Hijo de Dios es el fruto de Su Creación, una extensión de Su Mente -como nos lo expresa el Curso-, es lícito pensar que el Hijo incluya al Padre. Igualmente lícito es pensar que, si Cristo es el Hijo de Dios, y el Hijo de Dios incluye tanto al Padre como al Hijo, Padre-Cristo-Hijo forman una unidad inseparable. 

Cada Hijo de Dios es uno en Cristo porque su Ser está en Cristo, al igual que el de Cristo está en Dios.  

¿Un poco confuso? En apariencia, tan sólo. La redacción del Curso, en ocasiones, da lugar a pensar que cuando se está haciendo alusión al Hijo de Dios y a Cristo, está refiriéndose a dos entidades separadas. Pero no es así. Cristo es el Arquetipo -por utilizar un término simbólico- del Pensamiento Amoroso de Dios. El Hijo de Dios, creado de ese Pensamiento Amoroso, ha olvidado que lo es, mientras que ha dado lugar a un pensamiento falso, que le ha llevado a creerse, ilusoriamente, pecador, y como consecuencia de esa visión velada, como culpable de haber transgredido la confianza de Su Creador. 

No en vano el Curso nos advierte:  "No te engañes con respecto al Hijo de Dios, pues, si lo haces, no podrás sino engañarte inevitablemente con respecto a ti mismo. Y al enga­ñarte con respecto ti mismo te engañarás con respecto a tu Padre, para Quien cualquier engaño es imposible" (T-11.VIII.9:5-6). 

El Hijo de Dios cree estar perdido en la culpabilidad. Solo, en un mundo tenebroso donde el dolor le acosa por todas partes desde el exterior. Cuando haya mirado en su interior y haya visto la radiante luz que allí se encuentra, recordará cuánto lo ama su Padre. Y le parecerá increíble que jamás hubiese podido pensar que su Padre no le amaba y que lo condenaba. En el momento en que nos demos cuenta de que la culpabilidad es una locura totalmente injustificada y sin ninguna razón de ser, no tendremos miedo de contemplar la Expiación y de aceptarla totalmente. 

“La traición que el Hijo de Dios cree haber cometido sólo tuvo lugar en ilusiones, y todos sus "pecados" no son sino el producto de su propia imaginación. Su realidad es eternamente inmacu­lada. El Hijo de Dios no necesita ser perdonado, sino despertado. En sus sueños se ha traicionado a sí mismo, a sus hermanos y a su Dios. Mas lo que tiene lugar en sueños no tiene lugar real­mente” (T-17.I.1:1-5). 

Un Curso de Milagros nos revela:  "El Espíritu Santo mantiene a salvo la visión de Cristo para cada Hijo de Dios que duerme. En Su visión el Hijo de Dios es per­fecto y Él anhela compartir Su visión contigo. El Espíritu Santo te mostrará el mundo real porque Dios te dio el Cielo. A través del Espíritu Santo, tu Padre exhorta a Su Hijo a recordar. El des­pertar de Su Hijo da comienzo cuando él empieza a invertir en el mundo real, lo cual le permite aprender a re-invertir en sí mismo. Pues la realidad es una con el Padre y con el Hijo, y el Espíritu Santo bendice el mundo real en Nombre de los Dos" (T-12.VI.5:1-10).

 "Contempla al Hijo de Dios, observa su pureza y per­manece muy quedo. Contempla serenamente su san­tidad, y dale gracias a su Padre por el hecho de que la culpabilidad jamás haya dejado huella alguna en él (T-13.X.11:10-11).


Reflexión: La verdad es que soy el Hijo de Dios.

Capítulo 23. II. Las leyes del caos (5ª Parte).

 II. Las leyes del caos (5ª Parte).

13. Mas nunca podrás poseerlo del todo. 2tu hermano jamás cesará de atacarte por lo que le robaste. 3la venganza de Dios contra vosotros dos tampoco cesará, pues en Su locura Él tiene también que poseer ese sustituto del amor y destruiros a ambos. 4Tú que crees ser cuerdo y caminar por tierra firme en un mundo en el que se puede encontrar significado, considera lo siguiente: Éstas son las leyes en las que parece basarse tu "cordura". 5Estos son los principios que hacen que el suelo que pisas parezca firme. 6Y es ahí donde tratas de encontrar significado. 7Esas son las leyes que promulgaste para tu salvación. 8Apoyan firmemente al sus­tituto del Cielo que prefieres. 9Ése es su propósito, pues para eso es para lo que fueron promulgadas. 10No tiene objeto preguntar qué significado tienen. 11Eso es obvio. 12Los medios de la locura no pueden sino ser dementes. 13¿Estás tú igualmente seguro de que comprendes que su objetivo es la locura?

Lo que realmente hace al elegir el sistema de pensamiento del ego, creer en la separación, es ocultar el poder de la verdad y lo sustituye por el poder de la ilusión. La razón queda oculta por la demencia. El mundo que percibimos es un mundo fabricado con leyes caóticas que dan lugar a un mundo donde todo está al revés, es decir, es contrario a las leyes del amor.

Jesús, a través de estos puntos, nos enseña que la mente no debe ser subestimada. Actuamos según creemos ser y lo que somos es lo que deseamos ser; por lo tanto, nuestras acciones son el reflejo de lo que deseamos. Si deseamos ser especiales, todos nuestros actos nos llevarán hacia el logro de ese propósito. Desear ser especial es reconocer que somos diferentes a los demás, que estamos separados de ellos, y esa visión tan sólo nos puede llevar a percibir una realidad falsa e ilusoria donde experimentaremos la anarquía de la demencia.

14. Nadie desea la locura, ni nadie se aferra a su propia locura si ve que eso es lo que es. 2Lo que protege a la locura es la creencia de que es la verdad. 3La función de la demencia es usurpar el lugar de la verdad. 4Para poder creer en la demencia hay que considerarla la verdad. 5Y si es la verdad, entonces su opuesto, que antes era la verdad, tiene que ser ahora la locura. 6Tal inver­sión, en la que todo está completamente al revés: en la que la demencia es cordura, las ilusiones verdad, el ataque bondad, el odio amor y el asesinato bendición, es el objetivo que persiguen las leyes del caos. 7Esos son los medios que hacen que las leyes de Dios parezcan estar invertidas. 8Ahí las leyes del pecado parecen mantener cautivo al amor y haber puesto al pecado en libertad.

Jesús, utiliza la fuerza de la razón para ayudarnos a comprender, a través de la lógica, el significado ilusorio que aportamos al mundo cuando nos decidimos a seguir las leyes del sistema de pensamiento del ego.

La realidad percibida por nuestra mente puede ser verdad o ilusión. ¿Cómo podremos reconocer que es una cosa u otra? 

Tal vez nos preocupe que las artimañas que utiliza el ego para ocultar la verdad se conviertan en un velo que nos impida reconocer lo que es ilusión o lo que es verdad. Ya hemos visto a lo largo del análisis de este apartado la habilidad que tiene el ego para ocultarnos el amor y sustituirlo por el miedo.

Hay una prueba que nos ayudará siempre a tomar la elección correcta. La definición de la verdad se reconoce como aquello que es inalterable y no está sujeto a las variables del tiempo y el espacio. La verdad es eterna. En cambio, la ilusión sí responde a dichas variables.

15. Ésos no parecen ser los objetivos del caos, pues gracias a la gran inversión parecen ser las leyes del orden. 2¿Cómo podría ser de otra manera? 3El caos es la ausencia total de orden, y no tiene leyes. 4Para que se pueda creer en él, sus aparentes leyes tienen que percibirse como reales. 5Su objetivo de demencia tiene que verse como cordura. 6Y el miedo, con labios mortecinos y ojos que no ven, obcecado y de aspecto horrible, es elevado al trono del amor, su moribundo conquistador, su substituto, el que te salva de la salvación. 7¡Cuán bella hacen aparecer a la muerte las leyes del miedo! 8¡Dale gracias al héroe que se sentó en el trono del amor y que salvó al Hijo de Dios para condenarlo al miedo y a la muerte!

La mente dormida percibe lo que sueña como si fuese real. Mientras duerme, la fantasía y lo ilusorio pueden adquirir dimensiones demenciales; aun así, la conciencia lo percibe como si fuesen reales y el cuerpo queda afectado por lo experimentado durante el sueño, dándole el mismo valor como si lo hubiese vivido en la realidad.

El estado mental del ego es semejante al que experimentamos mientras el cuerpo físico duerme. Debemos utilizar este símil para comprender que es necesario distinguir la realidad percibida durante el sueño y la realidad percibida durante el estado en el que estamos despiertos. Si no lo hacemos, admitiremos que leyes caóticas y dementes puedan asociarse a hechos reales para nuestra conciencia. Cuando esto ocurre, las pesadillas gobiernan nuestros estados emocionales y, en lugar de experimentar paz y felicidad, lo que experimentaremos será miedo y sufrimiento.