domingo, 12 de octubre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 285

LECCIÓN 285

Hoy mi santidad brilla clara y radiante.

1. Hoy me despierto lleno de júbilo, sabiendo que sólo han de acontecerme cosas buenas procedentes de Dios. 2Eso es todo lo que pido, y sé que mi ruego recibirá respuesta debido a los pen­samientos a los que va dirigido. 3Y en el instante en que acepte mi santidad, lo único que pediré serán cosas dichosas. 4Pues, ¿qué utilidad tendría el dolor para mí, para qué iba a querer el sufri­miento, y de qué me servirían el pesar y la pérdida si la demencia se alejara hoy de mí y en su lugar aceptara mi santidad?

2.Padre, mi santidad es la Tuya. 2Permítaseme regocijarme en ella y recobrar la cordura mediante el perdón. 3Tu Hijo sigue siendo tal como Tú lo creaste. 4Mi santidad es parte de mí y también de Ti. 5Pues, ¿qué podría alterar a la Santidad Misma?

¿Qué me enseña esta lección?

Hoy me he despertado con un propósito claro: dejar que de mi mente fluyan pensamientos luminosos. Esa decisión ha impulsado mi voluntad, y me he dedicado a la tarea de ponerme al servicio de mi divinidad con la única intención de ser útil para el resto de la humanidad.

Como resultado de esta apertura, han surgido en mi mente reflexiones sobre la importancia de dirigir nuestro pensamiento hacia el servicio del Amor; sobre la relevancia de rechazar la realidad del miedo, la separación y la enfermedad.

Concentro la claridad de mis pensamientos en disipar la oscuridad que invade mi mente cuando caigo en la falsa creencia de que estamos separados de los demás, de que el dolor es el resultado de mis pecados, de que mi cuerpo es mi verdadera identidad y la causa de mis sufrimientos. Ahora entiendo por qué me reflejo en las experiencias de la humanidad. Me veo proyectado en ellas. Mis juicios de debilidad toman múltiples formas, y cuando los reconozco, los juzgo y los condeno, en lugar de agradecerles por mostrarme mis falsas creencias.

Es fundamental que nuestra conciencia despierte de la ilusión y comience a percibir las cosas desde otra perspectiva. El ego cree firmemente en el poder del cuerpo para sanar o enfermar, pero esta creencia se basa en un error esencial. La dimensión material es simplemente una proyección de la fuerza de nuestro pensamiento. De esta manera, el cuerpo actúa como un reflejo de lo que nuestra mente ha creado. Si nuestros pensamientos están alineados con el amor y la unidad, el cuerpo disfrutará de salud y bienestar. Por el contrario, cuando los pensamientos están dominados por el miedo y la separación, el cuerpo manifestará signos de enfermedad.

Para curar nuestro cuerpo, primero debemos curar nuestra mente.

Mantener nuestros pensamientos enfocados en el amor hará que nuestro comportamiento sea luminoso y radiante.

Ejemplo-Guía: "Una mente sana no ve la enfermedad".

Al tratar el tema de la enfermedad en nuestras vidas, no podemos evitar considerarla como una de las experiencias más temidas y desagradables que podemos tener. Esa única perspectiva hace que sea complicado aceptar que la enfermedad es una consecuencia creada por nosotros mismos.  

Sin embargo, las habilidades del ego son muy sutiles, y no lo digo en un sentido condenatorio. Es sorprendente cómo el ego muestra un marcado interés por la enfermedad. 

¿Por qué ese interés? 

"Si estás enfermo, ¿cómo podrías refutar su firme creencia de que no eres invulnerable? Éste es un razonamiento atractivo desde el punto de vista del ego porque encubre el ataque obvio que sub­yace a la enfermedad. Si reconocieses esto y además te opusieras al ataque, no podrías utilizar la enfermedad como un falso testigo para defender la postura del ego. (T-8.VIII.3:3-5)" 

La enfermedad, al igual que la muerte, se presenta como uno de los argumentos principales que emplea el ego para sostener su irracional sistema de pensamiento, basado en la percepción de dualidad y separación. 

El Principio 24 recogido en Un Curso de Milagros nos dice: 

"Los milagros te capacitan para curar a los enfermos y resucitar a los muertos porque tanto la enfermedad como la muerte son invenciones tuyas, y, por lo tanto, las puedes abolir."

Como nos enseña el Curso, la enfermedad solo tendría sentido si fueran ciertas las dos premisas básicas en las que se basa la interpretación del ego sobre el cuerpo: que el propósito del cuerpo es atacar y que tú eres un cuerpo. Sin estas dos premisas, la enfermedad no podría concebirse.

"La enfermedad es una forma de demostrar que puedes ser herido. Da testimonio de tu fragilidad, de tu vulnerabilidad y de tu extrema necesidad de depender de dirección externa. El ego usa esto como su mejor argumento para demostrar que necesitas su dirección. (T-8.VIII.6:1-2)"

A estas alturas de los estudios que hemos realizado, sabemos que la enfermedad no se origina en el cuerpo, sino en la mente, y que toda enfermedad es un signo de que la mente está dividida y no está aceptando un propósito unificado. 

"Sólo la mente puede errar. El cuerpo sólo puede actuar equivocadamente cuando está respondiendo a un pensamiento falso. El cuerpo no puede crear y la creencia de que puede -error básico- ­da lugar a todos los síntomas físicos. Las enfermedades físicas implican la creencia en la magia. La distorsión que dio lugar a la magia se basa en la creencia de que existe una capacidad creativa en la materia que la mente no puede controlar. Este error puede manifestarse de dos formas: se puede creer que la mente puede crear falsamente en el cuerpo, o que el cuerpo puede crear falsa­mente en la mente. Cuando se comprende que la mente -el único nivel de creación- no puede crear más allá de sí misma, ninguno de esos dos tipos de confusión tiene por qué producirse. (T-2.IV.2:4-10)"

Para el ego, la única manera de ver la enfermedad es creer que esta es real, lo cual se basa en la idea de que somos únicamente un cuerpo.

La tendencia natural al enfrentar la enfermedad es buscar la cura mediante medios externos. Esta inclinación ha generado un entorno de especialización en los distintos síntomas con los que la enfermedad se manifiesta en el cuerpo. Sin embargo, como mencioné, no podemos "enfrentar" la enfermedad, ya que eso le otorga credibilidad. La verdadera curación debe ocurrir en el único nivel auténtico: la causa, es decir, la mente. Sanar es corregir el error mental.

"Si enseñas enfermedad y curación, eres al mismo tiempo un mal maestro y un mal estudiante" (T-7.V.2:7). 

"Ayudar y curar son las expresio­nes naturales de la mente que está operando a través del cuerpo, pero no en él: Si la mente cree que su objetivo es el cuerpo distor­sionará su percepción de éste, y al bloquear su propia extensión más allá del mismo, dará lugar a enfermedades, pues estará fomentando la separación. Percibir el cuerpo como una entidad separada no puede sino fomentar la enfermedad, ya que ello no es verdad. Un medio de comunicación deja de ser útil si se emplea para cualquier otra cosa. Usar un instrumento de comunicación como instrumento de ataque es estar confundido con respecto a su propósito" (T-8.VII.11:2-6)

Reflexión: ¿Cómo afrontas la enfermedad del cuerpo?