jueves, 21 de marzo de 2024

Capítulo 4. III. Amor sin conflicto.

 III. Amor sin conflicto.

1. Es difícil entender lo que realmente quiere decir "El Reino de los Cielos está dentro de ti". 2Ello se debe a que no es comprensi­ble para el ego, que lo interpreta como si algo que está afuera estuviese adentro; lo cual no tiene sentido. 3La palabra "adentro" es innecesaria. 4Tú eres el Reino de los Cielos. 5¿Qué otra cosa sino a ti creó el Creador?, y ¿qué otra cosa sino tú es Su Reino? 6Éste es el mensaje de la Expiación, mensaje que, en su totalidad, trans­ciende la suma de sus partes. 7Tú también tienes un Reino que tu espíritu creó. 8Éste no ha dejado de crear como consecuencia de las ilusiones del ego. 9Tus creaciones no son huérfanas, de la misma manera en que tú tampoco lo eres. 10Tu ego y tu espíritu nunca serán co-creadores, pero tu espíritu y tu Creador lo serán siempre. 11Ten por seguro que tus creaciones están tan a salvo como tú. 

12El Reino está perfectamente unido y perfectamente protegido, y el ego no prevalecerá contra él. 13Amén.


Ya hemos visto cómo el ego es la consecuencia de haber elegido proyectar la capacidad creadora con el propósito de alcanzar lo deseado. Ese deseo nos ha llevado a fabricar una realidad ilusoria con la que nos hemos identificado y a la que hemos otorgado el poder de aportarnos una identidad. 

El mundo físico, tal y como lo percibimos, es la réplica tangible de las imágenes que han ocupado nuestros deseos. De este modo, el mundo exterior, es la proyección del contenido de nuestra mente. Surge la dualidad como la expresión de la creencia en la separación con el Creador. Siendo así, los conceptos "dentro" y "afuera", se convierten en expresiones ilusoria para definir al ego y al espíritu. 

Cuando se alude a lo interior, se relaciona a aspectos espirituales, de ahí la expresión "El Reino de los Cielos se encuentra dentro de ti". Dicha frase, no hace referencia a un "reino" material, adornado con elementos físicos, sino que alude al "Efecto" de la Obra Divina, cuya Causa no es otra que Expandirse a Sí Mismo, dando lugar al Hijo de Dios. También se recoge en los Textos Sagrados, que el "Reino de Dios no es de este mundo", y esta afirmación hay que entenderla desde el punto de vista que estamos analizando. El Hijo de Dios no es fruto del ego, por lo tanto, no es un envoltorio material con identidad dual y temporal.

El Hijo de Dios, es el fruto de la Obra Creadora, es decir, es el Reino de los Cielos y como tal goza de todas las Cualidades de su Creador.

2.  Esto se ha escrito en forma de oración porque así puede serte más útil en momentos de tentación. 2Es una declaración de inde­pendencia. 3La encontrarás muy provechosa si la entiendes cabal­mente. 4El que necesites mi ayuda se debe a que has negado a tu propio Guía, y, por consiguiente, necesitas ser guiado. 5Mi papel consiste en separar lo falso de lo verdadero, para que la verdad pueda traspasar las barreras que el ego ha erigido y así brillar en tu mente. 6El ego no puede imperar en contra de nuestra fuerza conjunta.

Todas las Enseñanzas Sagradas, incluida la de UCDM, deben ser entendidas como guías que nos facilitarán el retorno a nuestro verdadero Hogar; nos facilitarán el re-cordar lo que realmente somos, pues en nuestra labor creadora, hemos fabricado un "reino" cuyos muros nos ocultan la Verdad y nos mantienen prisioneros del olvido de nuestra verdadera identidad.

Como ya hemos tenido ocasión de referir en anteriores apartados, esta guía debe llevarnos a las puertas del Conocimiento, estado de consciencia donde ya no será necesaria su ayuda, pues habremos recordado nuestro Ser.

3. Es seguro que a estas alturas resulta evidente por qué el ego considera que el espíritu es su "enemigo". 2El ego surgió como resultado de la separación, y la continuidad de su existencia de­pende de que tú sigas creyendo en la separación. 3El ego tiene que ofrecerte algún tipo de recompensa para que sigas abrigando esta creencia. 4Lo único que puede ofrecerte es una sensación de exis­tencia temporal que se origina con su propio comienzo y termina con su propio final. 5Te dice que esa vida es tu existencia porque es la suya propia. 6Frente a ésta sensación de existencia temporal, el espíritu te ofrece el conocimiento de la permanencia y de la inmutabilidad del estado de ser. 7Nadie que haya experimentado la revelación de esto puede volver a creer completamente en el ego otra vez. 8¿Cómo iba a poder imperar su miserable oferta por encima del glorioso regalo que Dios te hace?

La percepción verdadera se traducirá en ese estado de revelación al que hace referencia este punto y que se caracterizará por la nueva visión que aplicaremos a lo percibido. Ver las cosas de otra manera, es una invitación a alcanzar ese estado de revelación que ha de llevarnos a una profunda transformación de nuestras creencias.

4. Tú que te identificas con el ego no puedes creer que Dios te ame. 2No amas lo que hiciste, y lo que hiciste no te ama a ti. 3El ego, que fue engendrado como resultado de tú haber negado al Padre, no le guarda lealtad a su hacedor. 4No puedes ni imagi­narte la relación real que existe entre Dios y Sus creaciones debido al odio que le tienes al ser que fabricaste. 5Proyectas sobre el ego tu decisión de estar separado, y esto entra en conflicto con el amor que, por ser su hacedor, sientes por él. 6No hay amor en este mundo que esté exento de esta ambivalencia, y puesto que ningún ego ha experimentado amor sin ambivalencia, el amor es un con­cepto que está más allá de su entendimiento. 7El amor aflorará de inmediato en cualquier mente que de verdad lo desee, pero tiene que desearlo de verdad. 8Esto quiere decir desearlo sin ninguna ambivalencia, y esta forma de desear está completamente despro­vista de la "compulsión de obtener" del ego.

De este punto me gustaría resaltar dos aspectos. El primero de ellos, nos hace conscientes de que donde exista ambivalencia no puede surgir el amor. El Amor es la expresión del Espíritu Santo o Estado de Unidad del Ser con su Creador.

Por otro lado, es importante que reparemos en lo aportado en la última frase de este punto: El amor aflorará de inmediato en cualquier mente que de verdad lo desee, pero tiene que desearlo de verdad. La firmeza de la voluntad en esa dirección es esencial para cualquier logro espiritual.

5. Existe una clase de experiencia tan diferente de todo lo que el ego pudiera ofrecerte que nunca más querrás volver a encubrirla u ocultarla. 2Es necesario repetir que tu creencia en la oscuridad y en la ocultación es la razón de que la luz no pueda pasar. 3La Biblia hace referencia frecuentemente a los inconmensurables dones que te aguardan, pero que tienes que pedir. 4Ésta no es una condición como las que el ego establece, 5sino que es la gloriosa condición de lo que tú eres.

Si nos vemos en la necesidad de pedir, es debido a nuestro pensamiento de carencia propio del código mental del ego, que se basa en la escasez. 

Como Hijos de Dios, somos herederos legítimos de Su Dones. No tenemos que pedir aquello que ya somos, pero sí tenemos que creer, sin ambigüedad, en lo que Somos.

6. Ninguna fuerza excepto tu propia voluntad es lo suficiente­mente fuerte o digna como para poder guiarte. 2En esto eres tan libre como Dios, y así será eternamente. 3Pidámosle al Padre en mi nombre que te mantenga consciente de Su Amor por ti y del tuyo por Él. 4Él nunca ha dejado de responder a este ruego, pues lo único que éste pide es lo que Su Voluntad ya ha dispuesto. 5Quienes piden sinceramente siempre reciben respuesta. 6No debes anteponer otros dioses a Él porque no hay otros dioses.

La lectura de este punto no debemos hacerlo a la ligera, pues en su contenido se revela un principio Esencial que debemos integrar en nuestra consciencia, de tal modo, que se convierta en el objetivo central de nuestra existencia: Ninguna fuerza excepto tu propia voluntad es lo suficiente­mente fuerte o digna como para poder guiarte.

Este Principio nos iguala a Dios, en el sentido que compartimos el hecho de ser libres. La Voluntad nos hace libres. Libres para dirigir nuestras energías en una dirección u otra. Libres, para disipar la oscuridad, para elegir, para ver las cosas de otra manera, para recordar lo que verdaderamente somos.

El Hijo de Dios, creado a Imagen y Semejanza del Creador, cuenta con el Atributo necesario para poder crear, esto es, la Voluntad. La orientación que demos a esa Voluntad, si sirve al Amor, creará verdades eternas. Si, en cambio, sirve al miedo, a la separación, fabricará verdades erróneas e ilusorias.

7. Nunca se te ha ocurrido realmente renunciar a todas las ideas que jamás hayas tenido que se oponen al conocimiento. 2Conser­vas miles de retazos de temor que le impiden la entrada al Santísimo. 3La luz no puede filtrarse a través de los muros que levantas para obstruir su paso, y nunca estará dispuesta a destruir lo que tú has hecho. 4Nadie puede ver a través de un muro, pero yo puedo transponerlo. 5Mantente alerta contra los retazos de miedo que aún conservas en tu mente o,  de lo contrario, no podrás pedirme que lo transponga. 6Sólo puedo ayudarte tal como nues­tro Padre nos creó. 7Te amaré, te honraré y respetaré absoluta­mente lo que has hecho, pero no lo apoyaré a menos que sea verdad. 8Nunca te abandonaré tal como Dios tampoco te abando­nará, pero tengo que esperar, mientras tú continúes eligiendo abandonarte a ti mismo. 9Debido a que espero con amor y no con impaciencia, es indudable que me pedirás con sinceridad que lo transponga. 10Vendré en respuesta a toda llamada inequívoca.

Recordar a Dios, es recordad lo que somos. La oscuridad, es una creación falsa, en verdad, es la ausencia de Luz. Donde hay luz no existe oscuridad. Donde hay Conocimiento no hay error. Donde hay Conocimiento, hay verdad. Donde la voluntad sirve al Amor, tan sólo hay Paz. La ausencia de Amor, nos sitúa en un escenario donde impera la oscuridad y donde percibimos los efectos del miedo, del dolor y del sufrimiento.

Cuando somos niños y experimentamos los efectos de una pesadilla, pedimos a nuestros padres que dejen encendida la luz de nuestra habitación. La luz nos aporta tranquilidad, pues nos permite percibir correctamente. 

De igual modo debemos actuar cuando en nuestra vida percibamos la oscuridad. Llamar a nuestro Padre y pedirle, desde el corazón, que encienda la luz en nuestra Mente. Él nos contestará y pulsará el interruptor para que esa luz sea una realidad, lo único que debemos hacer, es dirigir nuestra voluntad hacia Él y abrir las puertas de nuestro corazón, reconociendo su Presencia.

8. Examina detenidamente qué es lo que estás realmente pidiendo. 2Sé muy honesto contigo mismo al respecto, pues no debemos ocultarnos nada el uno al otro. 3Si realmente tratas de hacer esto, habrás dado el primer paso en el proceso de preparar a tu mente a fin de que el Santísimo pueda entrar en ella. 4Nos prepararemos para ello juntos, pues una vez que Él haya llegado, estarás listo para ayudarme a preparar otras mentes a que estén listas para Él. 5¿Hasta cuándo vas a seguir negándole Su Reino?

Esa es la cuestión. Nadie puede tomar esa decisión por nosotros. Nadie puede doblegar nuestra voluntad y obligarnos a tomar una decisión u otra. ¿Hasta cuándo vamos a servir al ego?

9. En tu propia mente, aunque negada por el ego, se encuentra la declaración que te hará libre: 2Dios te ha dado todo. 3Este simple hecho significa que el ego no existe, y esto le atemoriza mortal­mente. 4En el lenguaje del ego, "tener" y "ser" significan dos cosas distintas, si bien para el Espíritu Santo son exactamente lo mismo. 5El Espíritu Santo sabe que lo "tienes" todo y que lo "eres" todo. 6Cualquier distinción al respecto es significativa solamente cuando la idea de "obtener", que implica carencia, ha sido previa­mente aceptada. 7Por eso es por lo que no hacemos ninguna dis­tinción entre tener el Reino de Dios y ser el Reino de Dios.

Es en nuestra mente donde debemos ver la verdad. Es en nuestra mente donde hemos elegido ver un mundo diferente al de Dios. Es en nuestra mente donde debemos utilizar la voluntad para recordar lo que somos. Por lo tanto, es desde nuestra mente que debemos elevar nuestra petición a nuestro Padre y exhortarlo a que disipe la oscuridad con la que nos hemos identificados.

¡Espíritu Santo!, te entrego cada uno de mis pensamientos para que puedan crear luz.

10. Al sereno ser del Reino de Dios, del que eres perfectamente consciente cuando estás en tu sano juicio, se le expulsa sin mira­mientos de aquella parte de la mente que el ego rige. 2El ego está desesperado porque se enfrenta a un contrincante literalmente invencible, tanto si estás dormido como si estás despierto. 3Observa cuánta vigilancia has estado dispuesto a ejercer para proteger a tu ego, y cuán poca para proteger a tu mente recta. 4¿Quién, sino un loco, se empeñaría en creer lo que no es cierto, y en defender después esa creencia a expensas de la verdad?

La decisión del Hijo de Dios de utilizar la voluntad para crear un mundo diferente al de Su Padre, le ha llevado a creer que ha sido expulsado de la Mente de Su Creador, de su Hogar, pues, ha interpretado, ha juzgado, que su propio acto era merecedor del castigo divino, el cual, se manifestó con la expulsión del mítico Edén, representación del estado de unidad compartido con el Padre. Esa decisión dio lugar al estado de “sueño” en el que la mente quedó sumida, y del cual, aún no ha despertado.

Subestimar el poder de la mente, es un error que debe ser corregido, Expiado. La mente es el canal utilizado para crear o para fabricar, esto es, para expandir la Verdad o el error. Su poder procede de Dios. ¿Qué necesita el Hijo de Dios para despertar? ¿Qué necesita el Hijo de Dios para reconocer su inocencia? No debemos entenderlo como una necesidad, pues si lo hacemos estaríamos percibiendo su carencia. La pregunta correcta es: ¿qué ha de recordar el Hijo de Dios para salvarse? La respuesta, ya la conoces: Lo que Es, Amor.

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