jueves, 27 de noviembre de 2025

Capítulo 25. LA JUSTICIA DE DIOS. Introducción (3ª parte).

 Capítulo 25

 LA JUSTICIA DE DIOS

 

Introducción (3ª parte).

3. El cuerpo no tiene necesidad de curación. 2Pero la mente que cree ser un cuerpo, ciertamente está enferma. 3Y aquí es donde Cristo suministra el remedio. 4Su propósito envuelve al cuerpo en Su luz y lo llena con la santidad que irradia desde Él. 5nada que el cuerpo diga o haga deja de ponerlo a Él de manifiesto. 6De este modo, el cuerpo lleva a Cristo, dulce y amorosamente, ante aquellos que no lo conocen, para así sanar sus mentes. 7Tal es la misión que tu hermano tiene con respecto a ti. 8Y tu misión con respecto a él no puede sino ser la misma. 

Este último punto nos ofrece una visión profundamente sanadora sobre el cuerpo, la mente y el propósito espiritual. Vamos a analizarlo de forma práctica para que nos ayude a integrarlo en nuestra vida diaria. 

La mente necesita sanación, no el cuerpo.

El cuerpo no está enfermo en sí mismo. Lo que está “enfermo” es la creencia de que somos solo cuerpos, separados de Dios.

Aplicación: Cuando sientas malestar físico o emocional, en lugar de enfocarte solo en el síntoma, pregúntate: “¿Estoy olvidando quién soy realmente?”

Cristo es el remedio:

Cristo -la conciencia divina en ti- no cura el cuerpo directamente, sino que sana la mente que se identifica con el cuerpo.

Aplicación: Invoca a Cristo en tu interior cuando te sientas atrapado en el miedo, el juicio o la culpa. Di: “Cristo, ayúdame a ver con tu luz.”

El cuerpo como instrumento de luz:

Aunque el cuerpo no es tu identidad, puede ser un canal para manifestar la santidad.

Aplicación: Usa tu cuerpo para expresar amor: una sonrisa, una palabra amable, una acción compasiva. Todo lo que haces puede mostrar a Cristo.

Tu misión es sanar la mente de tu hermano:

Tu hermano no necesita que lo corrijas, lo juzgues o lo cambies. Necesita que lo veas como Cristo lo ve.

Aplicación: Cuando alguien te irrite o te duela, recuerda: “Su cuerpo no es lo que él es. Mi misión es ver su santidad.”

 La misión es mutua:

Lo que tú haces por tu hermano, él lo hace por ti. La sanación es compartida.

Aplicación: Cada encuentro es una oportunidad para sanar juntos. No hay jerarquía, solo unidad.

Afirmación diaria:

“Mi cuerpo es un canal de luz. Cristo en mí sana mi mente, y a través de mí, la de mi hermano.”

Este fragmento nos invita a redefinir nuestra relación con el cuerpo: no como una prisión, sino como un medio para extender la luz de Cristo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario