lunes, 24 de noviembre de 2025

Capítulo 24. VII. El punto de encuentro (10ª parte).

 VII. El punto de encuentro (10.ª parte).

11. De esta manera se concibieron dos hijos, y ambos parecen cami­nar por esta tierra sin un lugar donde poderse reunir y sin un punto de encuentro. 2A uno de ellos -tu amado hijo- lo percibes como externo a ti. 3El otro -el Hijo de su Padre- descansa en el interior de tu hermano tal como descansa en el tuyo. 4La diferen­cia entre ellos no estriba en sus apariencias, ni en el lugar hacia donde se dirigen y ni siquiera en lo que hacen. 5Tienen distintos propósitos. 6Eso es lo que los une a los que son semejantes a ellos y lo que los separa de todo lo que tiene un propósito diferente. 7El Hijo de Dios conserva aún la Voluntad de su Padre. 8El hijo del hombre percibe una voluntad ajena y desea que sea verdad. 9así, su percepción apoya su deseo, haciendo que parezca verdad. 10La percepción, sin embargo, puede servir para otro propósito. 11No está sujeta al deseo de ser especial, excepto si así lo decides. 12se te ha concedido poder tomar otra decisión y usar la percepción para un propósito diferente. 13Y lo que veas servirá debidamente para ese propósito y te demostrará su realidad.

Este punto describe la dualidad de identidad que el ego ha fabricado y cómo podemos elegir ver con un propósito diferente.

Analicemos las ideas principales que se recogen en el texto:

Dos “hijos” como símbolos de dos identidades:

  • El “hijo amado” es el símbolo del especialismo, el yo separado que el ego ha fabricado.
  • El “Hijo de Dios” es la verdadera identidad espiritual, compartida con todos, que permanece unida a Dios.

Ambos parecen caminar por el mundo, pero no tienen un punto de encuentro porque sus propósitos son opuestos.

La diferencia está en el propósito:

No se trata de lo que hacen o cómo se ven, sino de para qué existen:

  • El hijo del ego busca confirmar la separación.
  • El Hijo de Dios busca extender el amor y cumplir la Voluntad de Dios.

La percepción apoya el deseo:

La percepción no es neutral. Apoya el propósito que tú le asignas:

  • Si deseas especialismo, verás separación.
  • Si deseas unidad, verás al Cristo en tu hermano.

La posibilidad de elegir de nuevo:

Este punto culmina con una afirmación poderosa:

“Se te ha concedido poder tomar otra decisión.”

Puedes usar la percepción para sanar, unir y recordar la verdad, en lugar de reforzar la ilusión.


Aplicación práctica:

Observa cómo percibes a los demás: ¿Ves cuerpos separados o ves al Hijo de Dios en ellos?

Pregúntate:  ¿Estoy usando la percepción para confirmar mi especialismo o para recordar la unidad?

Haz una elección consciente:  “Espíritu Santo, elijo ver con el propósito de sanar. Muéstrame al Hijo de Dios en mi hermano.”

¿Cómo ver al Hijo de Dios en otros?

Ver al Hijo de Dios en otros es una práctica central en Un Curso de Milagros, y significa reconocer la verdad espiritual en cada persona, más allá de su comportamiento, apariencia o historia. Analicemos algunos ejemplos prácticos para aplicar esta visión en distintas situaciones:

En una discusión familiar:

  • Percepción del ego: “Mi hermano siempre me ataca y me hace sentir culpable.”
  • Cambio de percepción: “Detrás de sus palabras hay miedo. Elijo ver al Hijo de Dios en él: inocente, buscando amor como yo.”

Con un compañero de trabajo difícil:

  • Percepción del ego: “Es competitivo, arrogante y me hace sentir menos.”
  • Cambio de percepción:  “Este hermano está atrapado en su propio deseo de especialismo. Elijo ver su luz, no su máscara.”

Con una persona enferma o anciana:

  • Percepción del ego: “Está débil, limitada, ya no es útil.”
  • Cambio de percepción:  “Su cuerpo no define su valor. El Hijo de Dios en él es eterno, fuerte y lleno de propósito.”

Con alguien que te ha herido:

  • Percepción del ego: “Me traicionó. No merece mi perdón.”
  • Cambio de percepción:  “Su error no cambia su verdad. Elijo ver al Cristo en él, y al hacerlo, me libero yo también.”

Con uno mismo:

  • Percepción del ego: “He fallado. No soy suficiente.”
  • Cambio de percepción:  “Soy el Hijo de Dios. Nada real puede ser amenazado. Mi valor es eterno.”

Frases que podemos usar para ayudarnos:

  • “Veo al Hijo de Dios en ti.”
  • “Tu verdad no está en tu comportamiento, sino en tu ser.”
  • “Elijo ver con los ojos del amor.”
  • “Tu inocencia es la misma que la mía.”

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